EN GUAYAQUIL: ANTE UNA CRISIS SANITARIA, EL CAPITALISMO PROVOCA MUERTE Y DOLOR

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El panorama es desolador, los muertos se cuentan por cientos, el olor ácido inunda muchos sectores de la ciudad, familias enteras han perecido, al igual que muchos trabajadores de la salud. Hasta ahora el estado ecuatoriano reconoce 315 muertes por COVID-19[1], sin especificar de ese número cuántos corresponden a la ciudad de Guayaquil; no obstante, la cantidad de fallecidos por COVID-19 en Guayaquil, no representa la cantidad objetiva que la población, médicos, periodistas y personas extranjeras han sido testigos de la enorme tragedia; por su parte el Estado incapaz de responder a la emergencia sanitaria, trata de ocultar las cifras de los cuerpos esparcidos por calles y avenidas que ante la denuncia de mucha gente, poco a poco son retirados para almacenarlos en tres dependencias hospitalarias, además, las morgues están llenos de cadáveres sin identificar. Ante esta situación, cada día se vive el drama de cientos de familias reclamando los restos de sus seres queridos para proceder con un entierro digno. Es un espectáculo de horror producto de la falta de hospitales, sin personal médico suficiente, sin medicamentos, con recortes presupuestarios permanentes, lo que indica que la burguesía no está interesada en resolver necesidades elementales de la gente, el comportamiento cínico y mentiroso de la burguesía es propio y exclusivo de criminales.

Por ahora la ciudad de Guayaquil sigue sumergida en la histeria y el miedo, cuyas imágenes recorren el mundo provocando indiganción y solidaridad en muchos trabajadores. Igual reacción provoca muchos lugares donde los Estados no pueden atender a miles de infectados por una epidemia que la burguesía conocía desde hacía años que podía ocurrír.

¿Cómo responde la burguesía ante los efectos del COVID-19?

Los medios de información exponen la magnitud del desastre, ningún país hasta hoy, ha mostrado cuán preparado estaba ante una emergencia de la magnitud que está viviendo la humanidad, todo lo contrario, demuestra la desatención y el deterioro de los sistemas sanitarios que han colapsado en China, EEUU, España, Italia, incluso, se podría pronosticar los mismos efectos en países que se han vuelto supuestamente modelos de excelencia en administración burguesa como Dinamarca. El comportamiento de la burguesía, en todos los países ha sido similar, primero han minimizado el impacto de la pandemia, luego han cambiado por un comportamiento más alarmante de preocupación, sin embargo, todo resulta inútil ante el deplorable sistema sanitario mundial con el que cuentan hoy los Estados que no pueden responder a la emergencia del COVID-19, una epidemia que ha estado latente en los últimos veinte años. Por tanto, la conducta hipócrita de los gobernantes, no se resume sino, en tratar de salvar la economía por sobre las vidas de las personas, tal como lo dijo el Vicepresidente de USA a inicios de marzo de 2020, en otras palabras, cómo continuar acumulando capital en perjuicio de trabajadores y población en general.

Como parte del deterioro del sistema sanitario mundial, el estado ecuatoriano, como ha ocurrido en otros países, el 2019 despidió 2500 trabajadores entre médicos, enfermeros y personal de limpieza; el presupuesto para salud del 2020, la asamblea nacional, lo aprobó con menos 81 millone de dólares respecto al año anterior, (3.097 millones de dólares/presupuesto de salud 2019). Si comparamos el presupuesto de salud 2019 con el pago de la deuda externa del mismo año que fue de 8.107 millones de dólares, eso demuestra la preferencia del Estado ecuatoriano en la acumulación de capital dejando de lado la salud y otras necesidades de la población.

Por tal razón, el impacto que ha provocado el COVID-19 en Guayaquil, se debe a una burguesía que no le interesa la salud de la población, ni le interesa invertir en infraestructura y menos aún, en los trabajadores sanitarios. Es así que, desde el 16 de marzo que oficialmente se declaró la pandemia en Ecuador, ese mismo día, el Ministro de Economía Richard Martinez declaró su intención de pagar 325 millones de dólares a los tenedores de Bonos del Estado, cosa que lo efectivizó el 21 marzo, en medio de una crisis sanitaria que desbordaba de muertos por doquier. Este mismo acto llevó a que renunciara la Ministra de Salud, Catalina Andramuño, acusando al gobierno de Moreno de no proporcionarle los recursos para enfrentar la pandemia. Mientras tanto, la Alcaldesa de Guayaquil, la derechista Cintya Viteri, además de lavarse las manos, le trasnfirió la responsabilidad de levantar los cadáveres al gobierno central de Moreno. Por su parte, el Vicepresidente Otto Sonnenholzner, desde el 16 de marzo, aparece como un héroe enfrentado la pandemia, aunque en verdad, se trata de una campaña promocionándose para las próximas presidenciales. Éste panorama, resume el grado de descomposición de la burguesía en Ecuador y en muchos países del mundo.

La tragedia que atraviesa la ciudad de Guayaquil, probablemente, hasta ahora, es la más cruda y dramática, sin embargo, la responsabilidad no corresponde al virus ni a la población a quien se intenta transferir la responsabilidad de “indisciplinados”, sino, es el sistema capitalista,  incapaz de satisfacer las necesidades humanas el verdadero responsable del desastre sanitario tal como se lo anunciaba en nuestro artículo publicado el 25 de marzo de 2020: “una realidad que quedará palidecida cuando se contabilice el impacto de esta epidemia en América Latina, África, donde los sistemas sanitarios son aún mucho más precarios o directamente inexistentes”.[2] Un anuncio previsible, precisamente por las contradicciones del capitalismo a nivel mundial.  

¿Qué consecuencias ha provocado la inoperancia de la burguesía en Guayaquil?

Los impactos que ha provocado la burguesía en el tratamiento de la crisis de la pandemia en Guayaquil, son varios:

  • El hecho de mantener por largos días a un ser querido que ha fallecido por la pandemia dentro de casa sin respuestas del Estado, soportando el proceso de descomposición, evidentemente que habrán consecuencias psicologías, pero también el riesgo de un proceso de contaminación de nunca terminar.
  • Ante esta situación, al igual que otros Estados, Ecuador ha decretado la cuarentena obligatoria a nivel nacional. Para cumplir dicha disposición, el estado ha movilizado al ejercito y a la policía que actuán autoritariamente ante una población de desempleados que no pueden quedarse en casa, porque viven del diario, y tampoco el estado garantiza alimentación para la cuarentena, por tanto, el caos puede volverse más dramático del que hoy se vive.
  • La crisis sanitaria ha registrado denuncias de médicos y enfermeras por el maltrato y las condiciones deplorables en las que están obligados a trabajar, sin embargo, poco a poco han sido silenciados.    
  • Por otra parte, el Estado ante la población se presenta autoritario, pero ante la burguesía no dice nada, como por ejemplo respecto a los miles de despidos que han ocurrido en el transcurso de lo que va la curentena.   

La crisis sanitaria del COVID-19, lo que ha hecho es demostrar el carácter que siempre ha tenido la burguesía con respecto a las necesidades humanas, por tal motivo, los trabajadores, además de conocer cómo se comporta su clase enemiga, debe preparase para intervenir en un futuro no tan lejano para cambiar de raíz la sociedad capitalista que no promete ningún futuro. La única posibilidad de salir de este horrible atolladero, es la revolución proletaria con una perspectiva comunista. En este callejón sin salida de la burguesía, queda claro que:   

  1. La sociedad burguesa no promete otra cosa que desolación y muerte como queda demostrado con la pandemia a nivel mundial,
  2. En medio de una situación de angustia y desesperación de la población, los estados han recurrido al uso de la fuerza para silenciar a quienes protestan por la inoperancia del Estado capitalista de no poder atender necesidades elementales de alimentación, protección, medicina que requiere el confinamiento que recomiendan los científicos para evitar el incremento de los contagios. 
  3. Queda demostrado que la burguesía y su Estado, su prioridad no es la gente y menos aún los trabajadores, sino, sus propios beneficios que sin moral ni principios de ninguna clase, recurren a la mentira, escondiendo la cantidad de muertos sin ser capaces de darles un entierro digno, como ocurre en el Ecuador.

En una sociedad desordenada y anárquica  que solo busca la ganancia, no contempla la satisfacción de las necesidades humanas, por tal razón, las fuerzas productivas con que cuenta la humanidad, es el producto del trabajo de la clase obrera internacional que es explotada al servicio de la burguesía, por tanto, serán los mismos trabajadores que podrán llevar adelante la revolución mundial para cambiar el destino de la humanidad, en una sola comunidad humana mundial.  

Contra el virus de la sociedad capitalista en descomposición,

¡Proletarios de todos los países uníos!

Internacionalismo Ecuador

Sección de la Corriente Comunista Internacional

Abril de 2020.

 

[1] En el momento que publicamos este artículo el gobierno ecuatoriano reconoce 369 muertos lo que expresa una fuerte subestimación. Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-51705060

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