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DEBATES CONTRA EL VIRUS DEL CAPITALISMO (Texto de compañeros de Alicante)
En estos días raros en lo que lo anormal se ha hecho norma, sin arañar siquiera la superficie del sistema de dominación, sino como una continuación exacerbada de esa asfixiante dominación de lo cotidiano. Con un Estado capitalista cada vez más empoderado como entidad mediadora de toda la vida social; un grupo de compañeros que llevamos muchos años compartiendo militancia en diversas iniciativas de la ciudad de Alicante y alrededores, nos hemos reunido para iniciar un debate sobre la situación actual e histórica. Nuestra militancia, que ha divergido en el trascurso de los años, conserva dos elementos desde una perspectiva de Clase: la afirmación de la necesidad real de la autonomía de la Clase obrera (nuestra Clase) y del internacionalismo proletario. En consecuencia, aun cuando existen criterios divergentes en ciertas cuestiones, nos reconocemos en el movimiento revolucionario histórico e internacional del proletariado.
MARCO GENERAL DEL QUE PARTIMOS:
- La necesidad constante de acumulación del capital determina la constancia imparable de sus crisis. La ciencia histórica de la Clase obrera llegó a establecer una pauta temporal, cada 10 - 15 años la crisis es un fenómeno imparable.
- La crisis se solventaba a través de la destrucción de personas, mercancías y mercados; la guerra es el fenómeno prioritario para favorecer la destrucción necesaria que impone la lógica suicida del capital.
- La mundialización del capitalismo (desde principios del siglo XX), y la desaparición progresiva de los mercados precapitalistas, exacerba las rivalidades interburguesas y da entrada a una situación de crisis acumulada, donde se desarrollan guerras imperialistas a gran escala con un poder de destrucción masivo.
- La segunda guerra imperialista mundial y la terrible destrucción que genera (como secuela de la primera guerra imperialista), con el consenso de los obreros de todos los países aliados a sus respectivas burguesías bajo las banderas del fascismo o la democracia (ambas caras perversas del perverso capital), propician la recuperación económica de los llamados “30 gloriosos”, los años de reconstrucción y crecimiento acelerado. Un balón de oxígeno a un capital acorralado por su propio desarrollo.
- Desde el retorno de la crisis (años 70) y de la lucha proletaria, no han sido pocos los intentos del capital de volver a enrolarnos en una gran guerra, ni pocas las guerras locales que se han librado sobre nuestros cuerpos y los de nuestros hermanos y hermanas de Clase.
- Sin embargo, dos factores han impedido el desarrollo de una guerra a gran escala en el sentido clásico: la humanidad rechaza ser enrolada en nuevas guerras, hay una conciencia (aun no de clase) de rechazo lógico a la guerra desde una óptica pacifista, no revolucionaria. Un intento forzado del capital hacia la guerra pudiera acelerar, la actualmente lenta, toma de conciencia. Por otro lado, la proliferación de armas nucleares pudiera convertir una última aventura guerrera, en la última de las guerras. La burguesía, una clase sin escrúpulos a la no le asusta derramar la sangre ajena, si teme por sus propias venas.
La actual crisis del coronavirus arroja algunas cuestiones que precisan ser sopesadas y clarificadas, cuestiones generales:
. Ideológicamente, exacerba los elementos más brutales de la ideología dominante, los pilares sobre los que se sostiene la falsa conciencia de la realidad: el nacionalismo, la defensa de la nación y la lucha unida y por encima de las divisiones de la sociedad en clases contra el virus malvado, la unión de ricos y pobres por encima de la realidad misma, la llamada constante (entre vítores y aplausos y casposas canciones) a la sacrosanta UNIDAD NACIONAL. La atomización, la estrategia de la separación de nuestros iguales y de nosotros mismos, cristalizada a la perfección en el confinamiento, la proscripción del contacto, del cariño, de la solidaridad.
. Políticamente, renueva las necesidades del capitalismo de Estado, el papel superior y rector del Estado como garante y mediador directo de todas, TODAS, las relaciones humanas. Y no olvidemos (como tan interesadamente hace la izquierda capitalista) que el Estado, es el órgano de poder de la burguesía, no es un estamento neutral que vela objetivamente por los intereses de la mayoría, es el estado de poder de una minoría. La represión con excusa vírica, la militarización de la vida social, son sólo algunos síntomas de esta enfermedad, y posiblemente vengan para quedarse. Se habla de economía de guerra, estado de guerra y se nos quiere convertir a todos en soldaditos, desde esa asquerosa lógica MILITARISTA.
En el terreno económico valoramos diversas opciones, que por el momento no somos capaces de dilucidar:
Bueno, la verdad es que lo que está pasando no lo empezaremos a ver más o menos claro hasta que no pase un tiempo, obviamente.
En lo económico vemos como está afectando a todos los países en mayor o menor medida y no está tan claro que "bloque imperialista" es el que sale ganando, si bien es cierto que la libre circulación de mercancías beneficia la acumulación, no es menos cierto que en los últimos años se libra una guerra comercial entre China, USA y la UE. Las políticas proteccionistas han aumentado frente a un pastel más pequeño (el mundo) a repartir entre los mismos carroñeros. Está por valorar como afecta y como el capital va a aprovechar el fenómeno del coronavirus, pero una hipótesis se cierne y se entrecruzan desde la misma necesidad de la guerra imperialista:
Nos preguntamos si puede el fenómeno vírico ser un sustituto de la guerra imperialista clásica, ya que pudiera llegar a equiparar su capacidad destructiva de mano de obra, mercancías y mercados, favoreciendo procesos cíclicos de reconstrucción. De ser esta opción viable (ello no sólo depende de la voluntad de la burguesía) la reedición de estas situaciones, de los estados de excepción y de la paralización temporal y parcial de ciertas áreas económicas, se tornará cíclica y constante. De hecho, este tipo de situaciones ya se da en ciertas regiones del planeta, donde lo que aquí se considera excepcional, es algo normal en los ciclos de supervivencia. Pudiera ser esto una evidencia de la decadencia imparable del sistema capitalista, o bien una vía de acumulación frente a su decadencia imparable. Dicho de otro modo, sería la forma que adopta la guerra imperialista a gran escala en el futuro inmediato.
No obstante, nos plantemos serias dudas sobre esta hipótesis, ya que para que esto fuera así, debería provocar además de la destrucción de mercados y mercancías (algo factible por el hundimiento económico) millones de muertes para conseguir destruir suficiente mano de obra que de otra forma quedaría en la miseria. No parece el caso, el número de muertes, aunque se le dé mucho bombo no es ni mucho menos alarmante, más bien parece ser que lo que se quiere evitar es el colapso de los hospitales. Solo la miseria cotidiana ya causa millones de muertes por el hambre y las enfermedades o la contaminación en los países industrializados...Y aunque igualmente factible, demasiado peligroso incluso para las élites, siendo equiparable a una guerra nuclear. Es decir, una auténtica pandemia vírica mayoritaria afectaría tanto a ricos como a pobres, a no ser que estos tuvieran la vacuna de antemano.
No debemos obviar tampoco los reiterados avisos sobre la inminente destrucción de millones de empleos a causa de la robotización, las migraciones masivas a causa de fenómenos meteorológicos por el cambio climático y la sobrepoblación de las ciudades convertidas en muchos casos en gigantescas favelas.
Quizás esta "pandemia" sirva de excusa para un nuevo replanteamiento de las relaciones laborales, más y más precariedad, etc.., y para un nuevo orden mundial, pero esto entraría en el terreno de la conspiranoia, con su "internacional" capitalista capaz de dictar que políticas deben cumplir los Estados, ¿todos? Aunque a decir verdad los capitalistas tienen su internacional en distintos organismos BM, FMI, G7, OMS...
Sabemos del simulacro sobre una epidemia vírica llevado a cabo en septiembre y que ha salido a la luz.
¿Puede que se trate de una cortina de humo que esconda un "inminente" colapso de la economía mundial y que sirva para resetear el sistema...y ya de paso colar nuevas medidas de represión para un nuevo tiempo???
Para la lógica del capitalismo sin duda es necesaria la destrucción de mano de obra, a la vez que un abaratamiento del trabajo, y desde distintas posiciones (unas más conspiranoicas que otras) esto se da por hecho. La sobrepoblación es un problema de seguridad y principal para todos los Estados.
Tampoco es descartable que efectivamente estas pandemias se deban a las crisis climáticas y a la nociva relación entre los humanos y otras especies, sumado a la incapacidad de los Estados para darles solución más allá de la aplicación de medidas policiales/militares... y quizás para de paso ganar una pasta.
OTRAS CONSIDERACIONES NECESARIAS:
- Los límites del capital no están sólo, ni principalmente en sus contradicciones económicas, en esa tendencia matemática al decrecimiento de la tasa de ganancia. El capital demuestra en este sentido, su capacidad creativa, la apertura de nuevas formas de acumularse, aun cuando sea en falso, de sacar cabeza sobre el sangriento lodazal que es su dominio.
- El límite real del capital, en el sentido de PODER derribarlo y trasformar el mundo de raíz, instaurar la verdadera Vida frente a la supervivencia, es la revolución proletaria mundial.
- Como en toda guerra imperialista, la burguesía centra sus esfuerzos en el terreno ideológico, nos bombardea con un aluvión de acciones inertes para realizar durante el encierro y mantenernos activos y sin pensar (como buenos zombis), a la par que expande sus elementos ideológicos clásicos con ferocidad: defensa de la economía nacional y rechazo “a lo de fuera” (ahora convertido en peligrosa enfermedad) y desconfianza de nuestros iguales. La soledad nos seguirá matando, más rápido que cualquier virus.
- No es preciso negar la existencia del virus para exigir la necesidad de negar, en la práctica, la brutalidad de la sociedad realmente existente. La lógica militar y guerrera del capital.
- Hoy como ayer, la consigna internacionalista y revolucionaria del proletariado será enfrentar a todas las burguesías y sus Estados, retomar la frase cierta, de que, dados a elegir, elegimos nuestra autonomía de Clase, porque, sin duda, todas las fracciones de la burguesía son peores.
Nuestra intención es seguir discutiendo y debatiendo, la actividad más subversiva que hoy se puede desarrollar es recuperar las armas de la crítica, y deseamos abrir esa discusión a todos los camaradas que deseen aproximarse a ella y compartir sus posiciones con nosotros. Por lo que este documento es solo el principio de una herramienta para el debate… CONTINUARÁ…
PROLETARIOS DE TODOS LOS PAISES, ABRACEMOSNOS
PROLETARIOS DE TODOS LOS PAISES, TOSAMOS FUERTE CONTRA EL BURGUES MÁS PRÓXIMO
Fdo: ex-CAUs
Nuestra respuesta
Saludamos la iniciativa de reunirse y discutir. Es una expresión del esfuerzo de toma de conciencia en la clase obrera y simultáneamente una contribución a su desarrollo.
Los compañeros fijan como punto de partida su adhesión a la clase obrera y al internacionalismo. Esto lo ven como marco de discusión donde se expresan divergencias. Por otra parte, conciben sus reflexiones como algo abierto, en evolución, y declaran su intención de “seguir discutiendo y debatiendo, la actividad más subversiva que hoy se puede desarrollar es recuperar las armas de la crítica, y deseamos abrir esa discusión a todos los camaradas que deseen aproximarse a ella y compartir sus posiciones con nosotros”.
Nos parece el método adecuado en el mundo proletario: partir de lo que nos une para en ese marco abordar lo que nos pueda separar mediante un debate sano y abierto.
Ese es el método que vamos a seguir en nuestra respuesta con el fin de animar una discusión en la que participen otros grupos y compañeros.
Frente a la crisis pandémica y la crisis económica en ciernes, los compañeros postulan rechazan que el capitalismo desaparecerá por sí solo, abatido por sus propias contradicciones, al contrario, afirman que “El límite real del capital, en el sentido de PODER derribarlo y trasformar el mundo de raíz, instaurar la verdadera Vida frente a la supervivencia, es la revolución proletaria mundial”. Por tanto “No es preciso negar la existencia del virus para exigir la necesidad de negar, en la práctica, la brutalidad de la sociedad realmente existente. La lógica militar y guerrera del capital”, por lo que “Hoy como ayer, la consigna internacionalista y revolucionaria del proletariado será enfrentar a todas las burguesías y sus Estados, retomar la frase cierta, de que, dados a elegir, elegimos nuestra autonomía de Clase, porque, sin duda, todas las fracciones de la burguesía son peores”.
Compartimos plenamente estas posiciones, así como la denuncia de cómo el capital está “gestionando” la crisis pandémica: aprovecha el confinamiento para imponer una ideología de guerra y de Unión Nacional, que favorece la atomización, el individualismo, el cada uno a la suya, el todos contra todos, el miedo a “lo extraño” y, por tanto, insidiosamente estimula la xenofobia y el racismo. “La burguesía centra sus esfuerzos en el terreno ideológico, nos bombardea con un aluvión de acciones inertes para realizar durante el encierro y mantenernos activos y sin pensar (como buenos zombis), a la par que expande sus elementos ideológicos clásicos con ferocidad: defensa de la economía nacional y rechazo “a lo de fuera” (ahora convertido en peligrosa enfermedad) y desconfianza de nuestros iguales. La soledad nos seguirá matando, más rápido que cualquier virus”
Compartiendo este valioso terreno común, queremos analizar lo que no nos parece válido en las posiciones que expresan los compañeros.
Una parte de su texto desarrolla especulaciones sobre la posibilidad de que la pandemia hubiera sido provocada por el capital para que, extinguiendo masivamente vidas, jugara el papel de una guerra imperialista: liquidar fuerza de trabajo y mercancías para reanudar la acumulación de capital[1]. Los propios compañeros se plantean serias dudas sobre estas ideas.
La pandemia COVID19 detonante de una crisis social de dimensión mundial
Los compañeros, sin embargo, dudan un tanto de la gravedad de la pandemia: “el número de muertes, aunque se le dé mucho bombo no es ni mucho menos alarmante, más bien parece ser que lo que se quiere evitar es el colapso de los hospitales. Solo la miseria cotidiana ya causa millones de muertes por el hambre y las enfermedades o la contaminación en los países industrializados...”. No es la naturaleza estrictamente virológica de la enfermedad lo que la hace tan letal, sino una serie de factores sociales históricos de gran relevancia: el colapso de los sistemas sanitarios en todo el mundo; su propagación rápida y vertiginosa en base a la enorme intensificación de la producción mundial en las últimas décadas; la desorganización y la parálisis social y económica que ha hecho emerger y ha agravado; la respuesta misma de los Estados que revela una incompetencia evidente y una incuria indignante. Son este conjunto de factores, ligados a la fase histórica de descomposición del capitalismo[2], lo que hace del virus el catalizador de una crisis social de dimensión mundial.
En la historia de la humanidad, las grandes pandemias conocidas han ido ligadas a momentos históricos de decadencia de un modo de producción. La peste negra del siglo XIV estalla en la decadencia del feudalismo. La primera guerra mundial, entrada del capitalismo en decadencia, acarrea la terrible pandemia de la gripe española que provocará 50 millones de muertos.
La COVID19 es, para nosotros, una expresión de la Decadencia del Capitalismo y de forma más precisa de su fase terminal de Descomposición. Necesita comprenderse en el marco de un sistema cuyas contradicciones provocan enormes catástrofes como dos Guerras Mundiales y una interminable cadenas de guerras localizadas aún más devastadoras; los grandes cataclismos económicos que se traducen en un desempleo crónico, en una agravación de la precariedad, el derrumbe de los salarios, el empobrecimiento generalizado; en la alteración climática y la destrucción medioambiental que llevan igualmente a catástrofes tildadas de “naturales”; en el deterioro general de la salud; y, no menos importante, la dislocación social con una barbarie moral y una descomposición ideológica que favorece toda clase de derivas místicas e irracionales.
Es muy positivo que los compañeros reivindiquen la necesidad de la revolución proletaria mundial como única respuesta posible a esta escalada de la barbarie. Pero ¿Cuál es la base material de esta reivindicación? Para nosotros es la decadencia del capitalismo, como ya señaló la Plataforma de la Internacional Comunista (1919): “Ha nacido una nueva época. Época de disgregación del capitalismo, de su hundimiento interior. Época de la revolución comunista del proletariado”.
Esta pandemia pone precisamente de manifiesto la validez de aplicar el concepto marxista de decadencia – cuando el modo de producción se convierte en un freno a las fuerzas productivas que él mismo ha desarrollado – a la situación del capitalismo actual: cuando la peste del siglo XIV no se conocían los microbios en general, en 1918-19 no se habían descubierto los virus. Pero ¿hoy? El virus del Covid 19 se ha secuenciado en semanas. Lo insoportable de las muertes por el coronavirus no es su cantidad, sino que todas serían perfectamente evitables si la ciencia y la tecnología ya existentes no estuvieran sometidas a las leyes de la ganancia y la concurrencia.
¿Crisis cíclicas o crisis crónica y latente?
Los compañeros desarrollan ciertas ideas que relativizan la noción de Decadencia del Capitalismo, así, afirman que “La necesidad constante de acumulación del capital determina la constancia imparable de sus crisis. La ciencia histórica de la Clase obrera llegó a establecer una pauta temporal, cada 10 - 15 años la crisis es un fenómeno imparable”.
En la ascendencia del capitalismo (su apogeo en el siglo XIX y principios del XX) las crisis tenían un carácter cíclico pues eran “la manifestación de que el mercado interno se halla saturado y necesita ampliarse de nuevo. Por consiguiente, son periódicas (cada 7 a 10 años) y se resuelve con la apertura de nuevos mercados. Estallan de repente. Son de corta duración y no son generalizadas a todos los países. Desembocan en un nuevo impulso industrial. No plantean crisis políticas del sistema”[3].
En el periodo ascendente las crisis cíclicas eran la manifestación del desarrollo del capitalismo, cada una de ellas era un estímulo para nuevas expansiones por todo el mundo, para la conquista de mercados y un desarrollo espectacular de las fuerzas productivas.
En cambio, en la decadencia (desde la segunda década del siglo XX), las crisis “se desarrollan progresivamente en el tiempo. Una vez empezadas se caracterizan por su larga duración. De este modo, mientras que la relación recesión-prosperidad era de unos 1 a 4 en el siglo XIX (2 años de crisis en un ciclo de 10 años), la relación entre la duración del marasmo y la de la recuperación pasa a 2 en el siglo 20. Entre 1914 y 1980, ha habido 10 años de guerra generalizada (sin tener en cuenta a las guerras locales permanentes), 32 años de depresión (1918-22, 1929-39, 1945-50, 1967-80), o sea un total de 42 años de guerra y de crisis, contra, sólo 24 años de reconstrucción (1922-29 y 1950-67). Mientras que, en el siglo XIX, la máquina económica se impulsaba de nuevo por sus propias fuerzas, al terminar cada crisis, las crisis del siglo XX desde un punto de vista capitalista no tienen “solución” sino en la guerra generalizada. Al ser estertores de un sistema moribundo, las crisis plantean al Proletariado la necesidad y la posibilidad de la revolución comunista. El siglo XX es claramente "la era de las guerras y de las revoluciones" como lo indicaba, cuando se fundó, la Internacional Comunista”.
Desde 1914 la economía capitalista no funciona según el esquema crisis – prosperidad en una dinámica ascendente, sino, que tiende a una crisis crónica, que, pese a la intervención masiva de los Estados -capitalismo del Estado- es cada vez más grave.
Las guerras en la decadencia del capitalismo
Los compañeros denuncian claramente la naturaleza imperialista de la guerra y combaten con firmeza las banderas con las que las fuerzas del capital (desde la extrema derecha a la extrema izquierda) pretenden movilizar tras ellas a los proletarios: nación, fascismo, democracia etc.
Esto es muy justo y lo compartimos, sin embargo, estiman que “dos factores han impedido el desarrollo de una guerra a gran escala en el sentido clásico: la humanidad rechaza ser enrolada en nuevas guerras, hay una conciencia (aun no de clase) de rechazo lógico a la guerra desde una óptica pacifista, no revolucionaria. Un intento forzado del capital hacia la guerra pudiera acelerar, la actualmente lenta, toma de conciencia. Por otro lado, la proliferación de armas nucleares pudiera convertir una última aventura guerrera, en la última de las guerras. La burguesía, una clase sin escrúpulos a la que no le asusta derramar la sangre ajena, si teme por sus propias venas”
Estamos totalmente de acuerdo con el primer factor. Si la humanidad no se hundió en los años 70-80 del siglo pasado en una Tercera Guerra Mundial fue por la resistencia del proletariado de las grandes concentraciones industriales a dejarse alistar para la guerra. Esta resistencia fue más bien pasiva y planteada a nivel individual lo que limitó seriamente su fuerza como dicen los compañeros.
Ahora bien, el segundo factor que apuntan no nos parece correcto. La guerra imperialista tiene una lógica infernal que hace que una vez desencadenada se convierte en una vorágine de destrucción y barbarie que es casi imposible detener.
En el periodo ascendente del capitalismo “la guerra tiene la función de asegurar a cada nación capitalista una unidad y una extensión territorial necesaria para su desarrollo. En este sentido, a pesar de las calamidades que lleva consigo, es un momento de la naturaleza progresiva del capital. Las guerras están limitadas a 2 o 3 países por lo general limítrofes y son de corta duración, provocan pocas destrucciones, determinan, tanto para los vencidos como para los vencedores un nuevo impulso”.
En oposición a ello, las guerras de la decadencia “ya no son el resultado de las necesidades económicas del desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad, sino, esencialmente, de causas políticas. Ya no son momentos de la expansión del modo de producción capitalista, sino la expresión de la imposibilidad de su expansión. Ya no puede desarrollar la valorización de su capital, sino únicamente mantenerla a expensas de los países del bloque adverso con el resultado final de la degradación de la totalidad del capital mundial. Las guerras son guerras generalizadas al conjunto del mundo y tienen como consecuencia enormes destrucciones de la economía mundial yendo así hacia la barbarie generalizada. De ningún modo son las guerras del siglo XX "curas de juventud", sólo son convulsiones de un sistema moribundo”.
Las guerras imperialistas no ofrecen ninguna solución a las contradicciones del capital, sino que, por el contrario, las agravan. Si bien es cierto que, como dicen los compañeros, “La segunda guerra imperialista mundial y la terrible destrucción que genera (…), propician la recuperación económica de los llamados “30 gloriosos”, los años de reconstrucción y crecimiento acelerado. Un balón de oxígeno a un capital acorralado por su propio desarrollo”, esa reconstrucción se debió a que, por un lado, Estados Unidos no sufrió en su propio país ninguna destrucción, por lo que pudo erigirse en factor de acumulación a escala mundial y, por otra parte, había todavía áreas no capitalistas en el planeta para permitir ese balón de oxígeno al capitalismo.
Desde ese punto de vista, la guerra imperialista es un engranaje irracional que escapa al control de los diferentes imperialismos nacionales participantes. Es posible que cada cual “lamente” la ruina que se está generando, pero la apuesta de cada capital nacional es salir ganador y poder cargar sobre los rivales (y sobre la propia clase obrera) las consecuencias de la guerra. De ahí que la proliferación actual de armas nucleares no constituya el menor freno en el sentido de volver “racionales” a los capitalistas y evitar ir “demasiado lejos”.
La naturaleza cada vez más incontrolable y alejadas de toda racionalidad para la lógica del propio sistema, de sus contradicciones nos permite comprender la pandemia actual. De la misma forma que las guerras imperialistas -especialmente las que se generalizan- se convierten en un mecanismo imparable, las pandemias, como la actual, son un engranaje que, una vez puesto en marcha, resultan de muy difícil control.
Esa irracionalidad lleva al extremo de que los países más “avanzados” se estén robando unos a otros los suministros necesarios para hacer frente a la pandemia, aunque eso signifique ¡¡¡ agravarla aún más a escala mundial!!! Y por tanto para sí mismos a medio plazo. Como hemos señalado en el artículo sobre la “guerra de las mascarillas”[4], ante problemas mundiales, la clase explotadora no puede deshacerse de su fragmentación en intereses nacionales contrapuestos. La dinámica centrífuga irracional también se expresa en la actual pandemia en el fenómeno de que, dentro de los Estados nacionales, las administraciones regionales se disputan y se hacen trampa unas a otras los suministros sanitarios, como hemos podido ver en Estados Unidos, Alemania y España.
Estamos viendo que la pandemia expresa una crisis económica mundial en ciernes que finalmente está tomando forma y tiende a tomar proporciones que muchos analistas ven incluso mayores que en 2008.
Concentrándonos en el plano epidemiológico, nos hablan de “pasar la cuarentena” en la esperanza del “día después”. Sin embargo, en primer lugar, ese “día después” tarda en llegar y tiende a prolongarse. En segundo lugar, existe un consenso en los medios científicos de que pueden darse nuevas oleadas de infección cuyas consecuencias son imprevisibles. En última instancia, los sistemas de salud, ya de por sí muy deteriorados antes de la pandemia, ¿en qué condiciones quedan para enfrentar esta y otras muchas enfermedades? No olvidemos que en años recientes han proliferado epidemias de ébola, dengue, SIDA, cólera, zika etc.
Por ello, pensamos que la cuestión clave no es la pandemia en sí, sino las condiciones históricas en las que se está desarrollando como resultado y factor acelerador de las graves contradicciones en las que el capitalismo cae tras un siglo de decadencia y más de 30 años de descomposición social e ideológica.
Corriente Comunista Internacional 20-4-20
[1] Las ideas “conspiranoicas” tienen cierto impacto. Una encuesta en USA mostraba que un 33% de los encuestados creían que la pandemia había sido provocada de manera artificial. Tenemos el propósito de hacer un artículo sobre el tema.
[2] Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[3] La lucha del proletariado en el capitalismo decadente https://es.internationalism.org/revista-internacional/200805/2265/la-lucha-del-proletariado-en-el-capitalismo-decadente . Mientras no se diga lo contrario las citas siguientes proceden de este documento.