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El presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, rompió su silencio dirigiéndose a los franceses el 10 de diciembre a las 20.00 horas por todos los canales de televisión: "francesas y franceses, aquí estamos para darnos cita ante nuestro país y nuestro futuro. Los acontecimientos de las últimas semanas (...) han mezclado reivindicaciones legítimas con un estallido de violencia inaceptable. (...) No habrá indulgencia para tal violencia. Ninguna cólera justifica que se ataque a un policía, a un gendarme; que se destroce un comercio o edificios públicos. (...) Cuando estalla la violencia, cesa la libertad. Por lo tanto, ha llegado el momento de que prevalezca la calma y el orden republicano. Haremos todo lo que esté en nuestro poder para hacerlo. (...) He dado al gobierno las instrucciones más rigurosas a tal efecto.
Pero, en el origen de todo esto, yo no olvido que hay cólera, indignación. Y esta indignación, muchos de nosotros, muchos franceses podemos compartirla (...) Pero esta rabia es más profunda, la considero justa en muchos aspectos, y puede ser nuestra oportunidad (...) Lo que está emergiendo son cuarenta años de malestar.
Probablemente no hemos sido capaces de dar una respuesta rápida y firme durante el último año y medio. Asumo mi parte de responsabilidad. Sé que he herido a algunos de ustedes en el pasado con mis palabras. (...) No volveremos al curso normal de nuestras vidas, como ha ocurrido con demasiada frecuencia en el pasado durante las crisis. Estamos en un momento histórico en nuestro país. También quiero que la nación se ponga de acuerdo consigo misma en lo que es su identidad profunda, que abordemos el tema de la inmigración". No hay duda, ningún “mantenimiento del orden republicano” justifica, en efecto, que los policías disparen con pistolas lanza - pelotas a escolares menores de edad (éstos sin cascos ni escudos), y cuyos traumas son mucho más profundos que los de los policías agredidos el sábado 1º de diciembre, delante de la tumba del soldado desconocido. Ningún "mantenimiento del orden republicano" justifica que la policía bombardee con granadas de gas lacrimógeno a manifestantes que marchan pacíficamente por la avenida de los Campos Elíseos, entre los que había personas mayores (muchas de ellas mujeres). Ningún "mantenimiento del orden republicano" justifica que se ampute la mano a adolescentes por la explosión de una granada ofensiva (un arma que no se usa en otros países europeos).
Cuando la violencia policial se ceba en adolescentes, sólo puede conducir a disturbios urbanos (como en 2005), sólo puede agravar el caos social. ¡La violencia sólo puede generar violencia! Disparar a adolescentes es un crimen. Si los funcionarios de la policía del "orden republicano" matan a chavales (como casi sucedió con un estudiante de instituto gravemente herido en una localidad del departamento de Loiret), significa que ese orden republicano no tiene ningún futuro que ofrecer a la humanidad. Esas violencias policiales infanticidas son despreciables, repugnantes. Ciertamente no es con la intimidación y las amenazas con lo que volverán la "calma" y la "paz social".
El discurso del Presidente de la República se dirige sólo a "las francesas y franceses", cuando en realidad muchos trabajadores que pagan sus impuestos no son ni francesas ni franceses. Nuestros antepasados no eran "galos"[1] sino africanos (¡le guste o no a la señora Le Pen!): África es la cuna de la especie humana, como tan bien lo saben los científicos, antropólogos y primatólogos. Sólo las iglesias siguen afirmando que Dios creó al hombre. Como dijo el filósofo Spinoza: "la ignorancia no es un argumento".
Todos los indicadores económicos vuelven a estar en números rojos. Diez años después de la crisis financiera de 2008, que agravó aún más la deuda soberana, planea de nuevo la amenaza de una nueva crisis financiera con el riesgo de un nuevo crac bursátil. Y ahora es cuando el "pueblo" se subleva, pues ha sido al "pueblo" al que todos los gobiernos han hecho pagar la crisis de 2008 con planes de austeridad en todos los países. Los proletarios han tenido que aceptar sacrificios adicionales para salir de la crisis "todos juntos" (desde 2008, la pérdida media de poder adquisitivo de los trabajadores es de 440 euros por familia). El Estado tenía que "protegernos" del riesgo de una cadena de quiebras de los bancos en los que el "pueblo" dejaba sus ahorrillos para poder asegurarse la vejez. Esos sacrificios, especialmente en lo que respecta al poder adquisitivo de las familias, debían permitir, dicen, restablecer el crecimiento y proteger el empleo.
Después de diez años de sacrificios para salvar a los bancos de la bancarrota y absorber el déficit presupuestario del Estado nacional, es normal que el "pueblo" ya no pueda llegar a fin de mes y se sienta indignado al ver a los "ricos" viviendo en la opulencia, mientras que los "pobres" ya no tienen suficiente dinero para llenar la nevera o comprar juguetes para sus hijos en Navidad.
De modo que sí: el Presidente tiene toda la razón al declarar un "estado de emergencia económica y social". Y le es absolutamente necesario que aparezcan nuevos "bomberos sociales" que apaguen el "fuego" de la lucha de clases, ya que las grandes centrales sindicales se han quemado bastante en su esmerado trabajo sucio de sabotaje de las luchas obreras reivindicativas, ayudando así al gobierno y a la patronal a hacer pasar sus ataques a nuestras condiciones de vida. Los "ricos" son aquellos que explotan la fuerza de trabajo de los "pobres" para sacar ganancia, plusvalía y mantener sus privilegios. Así lo explicó Karl Marx claramente en 1848 en el Manifiesto del Partido Comunista [2].
Para salir de la crisis del poder ejecutivo y abrir el "diálogo", "nuestro" Presidente anunció las siguientes medidas: aumento del salario mínimo en 100 euros al mes, anulación del aumento del CSG[3] para los pensionistas que reciben menos de 2.000 euros al mes, exención de impuestos por horas extras. También pidió a los patronos que puedan, que paguen primas de fin de año a sus empleados (también libres de impuestos). "Nuestro Presidente de la República en Marcha"[4] ha dado, por lo tanto, "un paso adelante". La lección que habría que sacar, pues, de todo esto sería que sólo los métodos "modernos" (y no los "anticuados") de lucha de los ciudadanos con "chaleco amarillo" son eficaces y pueden hacer "retroceder" al gobierno.
Por nuestra parte, seguimos siendo "anticuados", convencidos de que las bolas de petanca y otros proyectiles para contrarrestar el bombardeo intensivo de gases lacrimógenos son totalmente ineficaces y sólo pueden contribuir a la escalada de la violencia, al caos social y al fortalecimiento del Estado policial. La lucha de clases proletaria no es una “fronde”[5]. Las principales armas del proletariado siguen siendo su organización y su conciencia. Porque "cuando la teoría se apodera de las masas, se convierte en fuerza material", como también dijo Karl Marx. A diferencia del movimiento de los "chalecos amarillos", nuestra referencia "gala" no es la Revolución Francesa de 1789 (con su guillotina, su bandera tricolor y su himno nacional "anticuado"), sino la Comuna de París[6].
Desde el "sábado negro" del 1º de diciembre, los medios de comunicación nos han ofrecido en directo un verdadero thriller en todas las pantallas de televisión y redes sociales: ¿acabará el "Presidente de los ricos", Emmanuel Macron, "retrocediendo" bajo la presión del movimiento "chalecos amarillos"? ¿Cederá a la determinación de éstos que acampan en rotondas y peajes de autopistas siguiendo las consignas de Eric Drouet, protagonista e iniciador del movimiento?
La marcha de los "chalecos amarillos" por los Campos Elíseos el sábado 1º de diciembre se convirtió en una verdadera guerrilla urbana acabando en motín con alucinantes escenas de violencia bajo el Arco del Triunfo y en las avenidas Kleber y Foch del distrito XVI.
Dos semanas antes, el 17 de noviembre, las llamadas fuerzas del orden no habían dudado ya en lanzar gases lacrimógenos y en atacar a grupos de "ciudadanos", hombres y mujeres de chaleco amarillo, caminando tranquilamente por los Campos Elíseos cantando la Marsellesa y ondeando la bandera tricolor. Estas provocaciones policiales no hicieron más que suscitar la ira de los ciudadanos "chalecos amarillos" contra el ciudadano de traje y corbata del Elíseo. Y así el llamamiento a favor del "Tercer acto" de los "chalecos amarillos" acarreó una especie de emulación entre elementos desclasados del "pueblo" francés. Bandas organizadas de saqueadores profesionales, black-blocs, matones de extrema derecha, "anarcos" y otros misteriosos "casseurs" (“rompedores”) no identificados aprovecharon la oportunidad para sembrar destrozos a mansalva por la que llaman “avenida más hermosa del mundo”.
Pero el cebo que hizo estallar la pólvora fue un error en la "estrategia" del Ministerio del Interior para mantener el orden: el establecimiento de una "zona acotada" en parte de los Campos Elíseos para proteger los barrios ricos. Tras ese "sábado negro", el Ministro del Interior, Christophe Castaner, compungido, reconoció su error: “¡Metimos la pata!” También reconocieron otro error: la falta de movilidad de CRS[7] y gendarmes, completamente abrumados por la situación (a pesar de sus lanzas de agua y los disparos incesantes de lacrimógenas), aterrorizados por la paliza dada a uno de ellos y los proyectiles que recibían. Los medios de comunicación no cesaron de transmitir por las pantallas de televisión, durante toda la semana, esa escena improbable de unos CRS, obligados a retirarse frente a grupos de "chalecos amarillos" alrededor del Arco del Triunfo. Los comentarios grabados, que rara vez fueron difundidos por los medios de comunicación: "El próximo sábado, volveremos con armas", así como la cólera de los comerciantes y residentes de los barrios ricos contra la negligencia de las fuerzas policiales, sí que fueron claramente escuchados por el gobierno y toda la clase política. El peligro de que la República Francesa se sumergiera en el caos social se ha visto reforzado por la voluntad de una parte de la población de los distritos 16º y 8º de defenderse si la policía no fuera capaz de protegerla de la espiral de violencia durante la cuarta "manifestación" de los "chalecos amarillos" prevista para el sábado 8 de diciembre (IVº Acto tras esa consigna pueril de "¡Todos al Elíseo!”).
El acontecimiento más dramático de la crisis del poder ejecutivo es la pérdida de credibilidad del "Estado protector" y de su aparato de "mantenimiento del orden". Esa grieta en el poder macroniano (y la subestimación de la profundidad del descontento que ruge en las entrañas de la sociedad) sólo podría dar alas no sólo a "chalecos amarillos" "radicales", sino también a todos aquellos impacientes de "apalear policías", y prender fuego a todo lo que arde ante la falta de futuro, especialmente entre las generaciones más jóvenes que se enfrentan al desempleo y a la precariedad. Muchos jóvenes que abandonan las universidades con títulos universitarios no encuentran trabajo y se ven obligados a realizar "trabajillos chapuza" para sobrevivir.
Ante el riesgo de perder el control de la situación y de que el gobierno se desbarate, el presidente Macron, tras acudir a comprobar los estropicios y también para “levantar la moral de la tropa” a unos CRS conmocionados por la guerrilla urbana para la que no están muy entrenados, decidió encerrarse en su búnker elíseo para "reflexionar" “mojando”, de paso, a toda la clase política y mandando “al frente” a su primer ministro, Edouard Philippe, respaldado por el ministro del Interior, Christophe Castaner.
Además del ceño fruncido con el que se hizo ver el Presidente más joven de la República Francesa, apareció también como un pusilánime que "se escuda" tras su Primer Ministro, incapaz de salir de su escondrijo para "hablar a su pueblo". Los medios de comunicación difundieron incluso el rumor de que Emmanuel Macron iba a utilizar a Edouard Philippe, o también al Ministro del Interior, como "fusibles", es decir, dimitirlos y que cargaran ellos con los errores de él.
En toda la clase política, después del "sábado negro", fue el desfile contra su chivo expiatorio, Júpiter Macron[8], designado como el único responsable del caos social. El "presidente pirómano" habría encendido la hoguera con su "pecado original": la supresión del impuesto sobre el patrimonio y su actitud arrogante y provocadora. El anuncio de las últimas medidas de austeridad (subida de impuestos sobre el combustible, el gas y la electricidad) habría sido sólo la chispa que prendió fuego al polvorín. De la extrema derecha a la extrema izquierda, todas las camarillas burguesas echando pestes y tratando de quitarse responsabilidades. Todas esas camarillas del aparato político burgués que "han apoyado" el movimiento ciudadano "chalecos amarillos" han abandonado cobardemente al pequeño Presidente, conminándole a que por fin escuchara el grito de un "pueblo" que ya no puede llegar a fin de mes. Algunos han pedido un referéndum, otros la disolución de la Asamblea Nacional. Todos pidieron al Presidente que asumiera su responsabilidad. Los jefes de Estado de otros países (Trump, Erdogan, Putin...) también comenzaron a disparar fuego graneado contra el joven Presidente de la República Francesa colgándole el infamante sambenito ¡de haber reprimido con demasiada dureza a su pueblo!: o sea, ni más ni menos que lo de la paja en ojo ajeno y viga en el propio o viceversa, como diría el otro.
Ya el martes 3 de diciembre, el Primer Ministro anunció tres medidas para salir de la crisis, "apaciguar" la tensión social y evitar la escalada de la violencia: una suspensión de seis meses del impuesto sobre los carburantes, una suspensión de tres meses del aumento del gas y electricidad y una reforma de la inspección técnica de vehículos que, en nombre de la "transición ecológica", mandaba a muchos de ellos al chatarrero. Pero tal "novedad" lo único que logró fue incrementar el cabreo de los trabajadores pobres con chaleco amarillo. No engañaron a nadie: "¡Macron está tratando de jodernos!" "¡Nos toma por tontos!" No faltó ni el PCF para entonar su canción: "¡No somos palomitas a las que se les tiran migajas!" Un incendio no se puede extinguir con cuentagotas (ni con lanzas de agua).
Ante el clamor provocado por semejante "anuncio", el Primer Ministro Edouard Philippe volvió al día siguiente, con notable sangre fría, para dirigirse al "pueblo" francés y anunciar que, finalmente, las subidas de impuestos sobre los carburantes no se suspenderían, sino que simplemente se anularían. Tras el anuncio del último "paso atrás" del gobierno de la “República En Marcha” (la exención de impuestos sobre las horas extras), el, llamémosle, "chaleco verde" Benoit Hamon[9] afirmó que "¡así no salen las cuentas!” Al gobierno no le quedó otro remedio que soltar lastre para "calmar" los ánimos y evitar que la guerrilla urbana en los Campos Elíseos se intensificara aún más, sabiendo además que tal violencia no lograba desprestigiar el movimiento de los "chalecos amarillos".
Desde el "sábado negro", el gobierno ha manejado el palo y la zanahoria. Esas pequeñas concesiones “diplomáticas” han venido acompañadas de una gigantesca matraca mediática sobre el "excepcional" despliegue de la policía para encarar el "IVº Acto" de los "chalecos amarillos" el sábado 8 de diciembre. Para no deteriorar la "democracia" burguesa, el gobierno no prohibió la manifestación. Tampoco se trataba de declarar el estado de emergencia (tal como lo preveían e incluso exigían algunos sectores del sistema político).
Después de haber discutido el "problema" con todos los altos funcionarios encargados de la seguridad interior, el Ministro del Interior trató de tranquilizar a todos anunciando que se había elaborado otra estrategia de orden público en colaboración con el Ministerio de Justicia. La policía debía evitar echarse atrás tanto en la capital, como en el resto del país. No era necesario el estado de emergencia: no había "peligro inminente" para la República.
Lo que ha ocurrido en los barrios ricos de París, los saqueos en particular, se asemejan sobre todo a los disturbios por hambruna, como los de Argentina en 2001, y a los disturbios suburbanos, como los de Francia en 2005. El eslogan "¡Macron dimite!" es de la misma naturaleza que el “¡lárgate ya!”[10] de la primavera árabe de 2011 que circuló por todas las redes sociales. Por eso también hay pancartas con: “Macron dégage!”
El despliegue excepcional de fuerzas de policía no consiguió tranquilizar a nadie, hasta el punto de que el Ministro del Interior tuvo que explicar en televisión que los carros blindados de la gendarmería no son tanques, sino simplemente vehículos destinados a despejar barricadas y proteger a la policía en su misión. El objetivo de tal sistema es evitar que haya muertos ni entre los manifestantes ni entre las fuerzas policiales, lo que no quitó que hubiera cantidad de heridos y 1.723 detenciones (por no hablar de los daños materiales).
El Presidente, por tanto, ha reflexionado mucho con el apoyo de su hermética guardia de "especialistas" y "asesores" y, entre bastidores, con la de todos los "organismos intermedios" y bomberos sociales profesionales que son los sindicatos. La huelga ilimitada de camioneros convocada por la CGT fue cancelada 48 horas más tarde, ya que el Ministro de Transporte garantizó inmediatamente a los camioneros que se mantendría el aumento de las horas extras y eso incluso antes de que se declararan en huelga.
El Presidente de la República se enfrentó a un "rompecabezas". Al verse obligado a soltar lastre (¡demasiado tarde!) ante el "clamor del pueblo", ha acabado abriendo la caja de Pandora: todo el "pueblo" corría el riesgo de movilizarse, como hemos visto con las manifestaciones masivas de estudiantes de bachillerato (sin "chalecos amarillos" ni banderas tricolores) en contra de la reforma del examen de bachiller y el Parcours Sup[11]. Y si Emmanuel Macron seguía negándose a ceder, corría el riesgo de enfrentar una marea de "chalecos amarillos" exigiendo su dimisión.
¿Cómo cerrará el gobierno la caja de Pandora? El gobierno se ha enfrentado a otro dilema que ha tenido que resolver rápidamente para contener el peligro de una espiral de violencia, con muertes, durante la manifestación del 8 de diciembre. Después de los ataques a CRS obligados a retroceder ante el Arco del Triunfo, la prioridad era demostrar que "la fuerza pertenece a la ley" y restaurar la credibilidad del Estado "protector" y garante de la "unidad nacional". El gobierno de Macron no podía correr el riesgo de hacer aparecer al Estado democrático francés como una república bananera propia del "tercer mundo" que sólo se mantiene gracias a juntas militares u otros gobiernos duros en el poder.
Esa fijación en el "día D" y el problema de la violencia debía permitir al gobierno no "retroceder" en una de las cuestiones centrales: la de los aumentos salariales. Sobre todo, el "Presidente de los ricos" se mantuvo "firme ante la adversidad" sobre el asunto de la supresión del impuesto sobre el patrimonio, una supresión que se ha vivido como una gran injusticia. Ni hablar de ponerse a "deshilvanar lo que hemos hecho durante 18 meses", según sus propias palabras transmitidas por los medios de comunicación.
Esto permitió, en vísperas del día "D", que Marine Le Pen hiciera una nueva declaración para hablar una vez más de Macron, "ese hombre" cuya función "desencarnada" demuestra que está "desprovisto de toda empatía por el pueblo". Típica hipocresía de esa gente. Ningún jefe de Estado tiene "empatía por el pueblo". Si la Madame Le Pen (que aspira a convertirse un día en "jefa de Estado") tuviera tal "empatía por el pueblo", ¿por qué dijo urbi et orbi (es decir en la televisión) que no era favorable al aumento del salario mínimo para no penalizar a los pequeños empresarios de las PYME (que son una buena parte de su clientela electoral)? Todos esos partidos burgueses que apoyan a los "chalecos amarillos", centrando toda la atención en la detestable personalidad de Macron, quieren que nos creamos que el capitalismo está personificado por tal o cual individuo cuando se trata de un sistema económico mundial que debe ser destruido. Esto, evidentemente, no ocurrirá en dos días, dado el camino que queda por recorrer (no creemos en el mito del "gran día"). La renuncia de Macron y su sustitución por otro “tele títere” no cambiaría en nada la creciente miseria de los proletarios. La pobreza no hará sino empeorar en medio de las cada vez mayores sacudidas de una interminable crisis económica mundial sin salida.
Lo que tenía que pasarle obligatoriamente al movimiento interclasista "chalecos amarillos" es la fractura entre "extremistas" y "moderados". Eric Drouet, el iniciador del movimiento en las redes sociales, pensó que podría montar una obra de teatro con sus sucesivos "actos". Invitado a los platós de televisión, afirmó claramente que su llamada al "IVº Acto" del sábado 8 de diciembre tenía por objeto impulsar a los "chalecos amarillos" a acudir ante el Palacio del Elíseo a verse las caras con el "Rey" Macron. Ese pequeño aventurero megalómano tal vez imaginó que los "chalecos amarillos" podrían enfrentarse a la Guardia Republicana que protege el palacio presidencial. Como si el Elíseo fuera “la casa de Tócame Roque” o un chamizo sin portero ni código digital… El “Rey” iba a darle la réplica al líder de los “sansculottes”[12]: en vísperas de la manifestación del 8 de diciembre, se informó de que este joven camionero iba a ser objeto de una investigación judicial por "inducción a cometer un delito"… que podría costarle cinco años de cárcel. Los métodos aventureros y activistas de Eric Drouet (y sus "amigos virtuales") son típicos de la pequeña burguesía. Revelan la desesperación de las capas sociales "intermedias" (situadas entre las dos clases fundamentales de la sociedad: la burguesía y el proletariado) afectadas también por el empobrecimiento.
El gobierno también ha intentado recuperar el control de la situación mediante la creación de un colectivo de "chalecos amarillos libres" que se han distinguido de los "radicales" agrupados tras el estandarte del "mal ciudadano" Eric Drouet. Los tres principales representantes del "colectivo" de chalecos amarillos "moderados" se han desolidarizado de sus "camaradas" después del "sábado negro". ¿Quiénes son las tres nuevas estrellas en "chaleco amarillo"?
-Un maestro herrero, Christophe Chalençon, quien había pedido la dimisión del Gobierno, proponiendo que se nombrara al general De Villiers[13] Primer Ministro. Eso, después de haber anunciado en Facebook, el 28 de junio de 2015, que estaba en contra de los inmigrantes y que había pensado entrar en el Frente Nacional de los Le Pen, antes de hacerse "macronista" y acabar siendo candidato sin suerte en las últimas legislativas!
- una mujer, Jacline Mouraud, hipnoterapeuta liberal y acordeonista;
- un dinámico ejecutivo próximo a la extrema derecha, Benjamin Cauchy.
Estos "chalecos amarillos libres" se han hecho más papistas que el Papa (o más realistas que el rey siguiendo el símil). Aun cuando el gobierno no había prohibido la manifestación del 8 de diciembre en París, ese autoproclamado triunvirato pidió a los "chalecos amarillos" que no participaran en ella…¡para no seguirle el juego al poder ejecutivo! Esos tres portavoces del movimiento han sido recibidos (junto con otros cuatro) por el Primer Ministro como interlocutores privilegiados de los "chalecos amarillos libres". Enseñaron pata blanca de "buenos ciudadanos", responsables, abiertos al diálogo y dispuestos a trabajar con el gobierno para "poder intercambiar pareceres". Como dijo Jacline Mouraud tras su encuentro con Edouard Philippe en Matignon: el Primer Ministro "nos ha escuchado, ha reconocido que el gobierno cometió errores y hemos podido hablar de todo".
También vimos en la televisión, después del "sábado negro", a "chalecos amarillos" que decían querer proteger a los CRS contra los "destructores". ¡Es el mundo al revés! En las pantallas de televisión también se emitió el lamentable espectáculo de un grupo de "chalecos amarillos", ofreciendo croissants a la comisaría de Fréjus y a la gendarmería en plan arrumacos con las fuerzas del orden. El gendarme que los recibió se quedó de una pieza al escuchar a los "chalecos amarillos", como chiquillos arrepentidos, disculparse por la violencia del "sábado negro": "nos habría encantado que hubieran estado ustedes con nosotros, pero como eso no es posible, queríamos decirles (con croissants) que estamos con ustedes y que también estamos luchando por ustedes". Que en un movimiento social, los manifestantes intenten desmoralizar a las fuerzas represivas, o incluso pedirles que se cambien de lado, es de lo más legítimo, como lo confirman muchos ejemplos en la historia. ¡Pero nunca hemos visto a los reprimidos pedir disculpas a los represores! ¿Se ha disculpado la policía alguna vez por las múltiples barbaridades que ha cometido, como cuando hirió de gravedad al joven de que hablamos antes, por no recordar de la muerte de dos chavales, origen de la revuelta en los suburbios en el otoño de 2005?
Es esa brutalidad policial la que alimenta el odio al policía y el ansia de los adolescentes de acudir a "machacar policías", prendiendo fuego no sólo a la basura sino también a las escuelas. Esos disturbios de la desesperanza contienen la idea de que "no tiene sentido ir a la escuela" para poder tener un trabajo, ya que papá está desempleado y mamá tiene que hacer limpiezas para meter algo en la olla y untar un poco de mantequilla. En algunos barrios populares de París sigue desarrollándose un mercado paralelo con todo tipo de tráfico a pequeña escala, robos y ahora saqueos de tiendas. Por no hablar de unos niños migrantes que viven en la calle en el gueto de la Goutte d'Or (¡que así se llama!) del distrito 18 de París, sin familia, sin poder ir a la escuela y que son verdaderos "delincuentes" (pero, por mucho que lo afirmara el ex presidente Nicolas Sarkozy eso no es "genético").
Mientras algunos sectores de la pequeña burguesía empobrecida se lanzan a actos de violencia, otros se han puesto ahora firmes con el índice en la costura del pantalón. Al final, en las circunstancias actuales, esa capa social intermedia, inestable y oportunista, no se inclinará del lado del proletariado, como ha podido ocurrir en otros momentos de la Historia, sino del lado de la gran burguesía.
Precisamente porque el movimiento "chaleco amarillo" es interclasista, ha sido infiltrado no sólo por el veneno ideológico del nacionalismo patriotero, sino también por el hedor de la ideología populista antiinmigrante. En efecto, en medio de la lista estilo “cajón de sastre” de “42 reivindicaciones” de los "chalecos amarillos" está la de ¡la deportación de los inmigrantes ilegales a las fronteras! Por eso "nuestro" Presidente se permitió en su discurso del 10 de diciembre ofrecer un regalito a los "chalecos amarillos" miembros o simpatizantes del Rassemblement National (algo así como Concentración Nacional, el ex-FN) de Marine Le Pen planteando el tema de la inmigración (ese partido, además, ha ganado un 4% en las encuestas desde el inicio del movimiento).
Esta "revuelta popular" de todos esos "pobres" de la "Francia trabajadora" a los que le es imposible "llegar a fin de mes" no es, como tal, un movimiento proletario, por mucha composición "sociológica" que se analice. La gran mayoría de "chalecos amarillos" son, en efecto, trabajadores asalariados, explotados, precarios, algunos de los cuales ni siquiera perciben el salario mínimo (por no hablar de los pensionistas que ni siquiera tienen derecho al “mínimo de vejez”). Viven en zonas periurbanas o rurales, sin transporte público para ir a trabajar o para acompañar a sus hijos a la escuela; a esos trabajadores pobres no les queda otro remedio que el coche particular. Fueron, por lo tanto, los primeros en verse afectados por el aumento de los impuestos sobre los carburantes y la reforma de la inspección técnica de vehículos.
Esos sectores minoritarios y dispersos del proletariado en las zonas rurales y periféricas no tienen experiencia de la lucha de clases. La gran mayoría de ellos son "manifestantes primerizos" que nunca han tenido la oportunidad de participar en huelgas, asambleas generales o manifestaciones callejeras. Por eso, su primera experiencia de manifestaciones en grandes concentraciones urbanas, en particular en París, consistió en un movimiento de muchedumbre desorganizada, vagando a ciegas sin brújula y descubriendo por primera vez in vivo a las fuerzas policiales con sus granadas lacrimógenas, sus lanzas de agua, sus lanzas pelotas y sus tanques de gendarmería. También deberían haber visto a un francotirador armado con un rifle de mira telescópica apostado en un tejado el "sábado negro"… (imagen emitida por la agencia Reuters)
La explosión perfectamente legítima de cólera de los "chalecos amarillos" contra la miseria de sus condiciones de vida se ha sumido en un conglomerado interclasista de individuos-ciudadanos supuestamente libres. Su rechazo a las "élites" y a la política "en general" los hace particularmente vulnerables a la infiltración de las ideologías más reaccionarias, incluida la de la extrema derecha xenófoba. La historia del siglo XX ha demostrado ampliamente que fueron las capas sociales "intermedias" (entre la burguesía y el proletariado), especialmente la pequeña burguesía, las que le hicieron la cama a los regímenes fascista y nazi (con el apoyo de bandas de lumpen, henchidas de odio y vengativas, cegadas por prejuicios y supersticiones que se remontan a la noche de los tiempos).
Sólo en situaciones de luchas masivas y pre-revolucionarias, en las que el proletariado se afirma abiertamente en la escena social como clase autónoma e independiente, con sus propios métodos de lucha y organización, su propia cultura de clase y moral, la pequeña burguesía (e incluso algunos elementos ilustrados de la burguesía) puede abandonar su culto al individualismo y al "ciudadano", perder su carácter reaccionario al unirse tras la perspectiva del proletariado, la única clase en la sociedad capaz de ofrecer un futuro a la especie humana.
El movimiento de los "chalecos amarillos", por su naturaleza interclasista, no puede desembocar en perspectiva alguna. Sólo podía tomar la forma de una revuelta desesperada por las calles de la capital antes de quebrarse en diferentes tendencias, las de los radicales, los "amigos" de Eric Drouet, y las de los moderados del "colectivo de chalecos amarillos libres". Vestidos con el chaleco amarillo, los proletarios, al ponerse tras las consignas de la pequeña burguesía, están acabando por ser los tontos útiles de la farsa (o los cornudos de la historia, cuyo color es también el amarillo). No querían representantes que negociaran a sus espaldas con el gobierno (algo que siempre han hecho los sindicatos): el gobierno rechazó cualquier grabación de conversaciones con los "portavoces" de los "chalecos amarillos".
Ahora tienen representantes (a quienes no eligieron): en particular ese "colectivo de chalecos amarillos libres". Este movimiento informal y no organizado, iniciado por las redes sociales, comenzó a estructurarse después del 1º de diciembre. Los principales representantes autoproclamados de este movimiento supuestamente apolítico han considerado la posibilidad de presentar una lista para las elecciones europeas. ¡Ahí está la pequeña burguesía en "chaleco amarillo" que sueña con jugar en el patio de los mayores!
Incluso antes del retorno del "orden público", el propio Emmanuel Macron propuso la idea de organizar conferencias "pedagógicas" en las regiones sobre la "transición ecológica". Los ciudadanos de los "territorios" podrán aportar sus ideas a semejante debate democrático, que debería contribuir a poner la República “en marcha”, tras un período de "bloqueo" del poder ejecutivo. El tal movimiento ciudadano apolítico está plagado de sindicalistas, miembros de organizaciones políticas y de todo tipo de individuos poco claros. Cualquier persona puede usar el chaleco amarillo (incluidos los “casseurs”). La mayoría de los ciudadanos con "chaleco amarillo" son clientela electoral de Jean-Luc Mélenchon y Marine Le Pen. Por no hablar de los trotskistas, especialmente el NPA de Olivier Besancenot y Lutte ouvrière. Estas organizaciones trotskistas siempre nos cuentan la misma fábula: "Hay que sacar el dinero de los bolsillos de los ricos". ¡El proletariado no es una clase de carteristas! El dinero en los "bolsillos de los ricos" es el resultado de la explotación del trabajo de los "pobres", es decir, de los proletarios. No se trata de "afanarles la cartera" a los ricos, sino de luchar hoy para limitar el verdadero robo que es la explotación capitalista y, al hacerlo, reunir las fuerzas para abolir la explotación del hombre por el hombre.
Durante la “Marcha por el clima” en París, el 8 de diciembre, muchos "chalecos amarillos" se mezclaron con "chalecos verdes" con la conciencia, sobre todo entre los jóvenes manifestantes, de que "el fin de mes y el fin del mundo, ambos, están relacionados". En la marcha de los "chalecos amarillos", algunos decidieron prender fuego a sus chalecos y a sus documentos electorales. Es cierto que los difíciles fines de mes y el fin del mundo están relacionados, son dos caras de la misma realidad, la de un sistema que se basa en las ganancias de una pequeña minoría y no en las necesidades de la especie humana.
¡Después del “sábado negro”, un sindicato de la policía nacional amenazó con una “huelga ilimitada” de agentes de policía que también quieren vestirse con el uniforme… amarillo! El sueldo no les llega a fin de mes y están hartos de los "ritmos infernales", del agotamiento por estrés y del miedo a que una bola de petanca les rompa la crisma. De modo que el gobierno ha tenido que sacar fondos para ofrecer un aguinaldo navideño a los CRS y demás categorías profesionales encargadas de mantener el orden. El gobierno tendrá que crear nuevos puestos de trabajo en ese sector totalmente improductivo y, por lo tanto, aumentar aún más los déficits, en un intento por mantener el orden en una sociedad en plena descomposición en la que las divisiones sociales no harán sino empeorar con el deterioro de las condiciones de vida y por lo tanto el aumento de la represión. Y todo el mundo sabe que los policías “galos” no se andan con finuras: primero reparten caña y luego "discuten".
Lo que preocupaba al gobierno y a toda la clase burguesa era el hecho de que, a pesar del estallido de violencia de los vándalos de chaleco amarillo durante el "sábado negro", el índice de popularidad del movimiento no disminuyó: tras el 1º de diciembre, las encuestas anunciaron que el 72% de la población francesa seguía apoyando a los "chalecos amarillos" (aunque el 80% condene la violencia y sólo el 34% los comprenda). Los "chalecos amarillos" se han convertido incluso en estrella mundial: en Bélgica, Alemania, Holanda, Bulgaria e incluso Irak, en Basora, algunos ya se han puesto el chaleco amarillo. El gobierno egipcio, por su parte, ha decidido restringir la venta de chalecos amarillos por miedo a la "contaminación"; para comprarse uno, hay que pedir permiso a la policía.
Esta popularidad se debe esencialmente a que toda la clase obrera, que constituye la mayoría del "pueblo", comparte la cólera, la indignación y las exigencias económicas de los "chalecos amarillos" contra el elevado coste de la vida, contra la injusticia social y fiscal. Después de haber hecho sus prácticas con el ex presidente de izquierda François Hollande, “nuestro” Presidente de la República se sacó de la manga, con esa jerga hipócrita típica de ese mundillo del poder[14], una peregrina teoría totalmente incomprensible para el "pueblo": la teoría de la “escorrentía” o de la filtración hacia abajo. Según tal "teoría", cuanto más dinero tienen los "ricos", más pueden hacer que "fluya" hacia abajo, hacia los "pobres". Parece más un argumento de dama de la caridad, esas señoronas que tienen sus pobres que acuden a beneficiarse de generosidad de ellas cuando sacan un poquitín de calderilla del bolso. Lo que se olvidan de decir los teóricos de la “escorrentía” es que la riqueza de los ricos no cae del cielo. Viene de la explotación de los proletarios.
Esa “teoría” macronista se materializó en la supresión del ISF (impuesto sobre el patrimonio): tal regalo fiscal iba a permitir a los "ricos" (de hecho, a la gran burguesía) utilizar el dinero que les devolvía para que inviertan y así, en última instancia, creen puestos de trabajo, reduzcan el desempleo y, por lo tanto, beneficien a los proletarios. Así que si se suprimió el ISF lo ha sido ¡en interés de la clase obrera! Los "pobres" en chaleco amarillo lo han entendido perfectamente, a pesar de su "analfabetismo" de "galos refractarios": lo que el macronismo pretende es "joderlos" (como dijo un jubilado “chaleco amarillo” entrevistado por televisión). En espera de que la supresión del ISF beneficie a los proletarios, hay que pedirles que se aprieten el cinturón mientras la clase capitalista sigue revolcándose en el lujo. No es de extrañar que pudiera leerse, en una pancarta, en la manifestación del 8 de diciembre: "Nosotros también queremos pagar el ISF! ¡Devuelve el dinero!"
A pesar de la cólera general de todo el "pueblo" de la "Francia trabajadora", la gran mayoría de los proletarios no quieren unirse a los "chalecos amarillos" aunque sientan simpatía por su movilización. No se reconocen en los métodos de lucha de un movimiento apoyado por Marine Le Pen y toda la derecha. No se reconocen en la violencia vandálica de los black blocks, las amenazas de muerte, la mentalidad de pogromo, los ataques verbales xenófobos y homófobos de algunos "chalecos amarillos".
La popularidad de este movimiento, incluso después de la violencia del "sábado negro", es indicativa de la inmensa cólera que está rugiendo en las entrañas de la sociedad. Pero, por el momento, la gran mayoría de los proletarios (trabajadores de la industria, del transporte o de la gran distribución, de la salud o la educación, pequeños funcionarios de las administraciones o de servicios sociales...) siguen paralizados por la dificultad de recuperar su identidad de clase, es decir, la conciencia de que pertenecen a una misma clase social que sufre la misma explotación. La gran mayoría está harta de "jornadas de acción" estériles, de manifestaciones-procesión convocadas por los sindicatos y demás huelgas “intermitentes”, como la de los ferroviarios de la primavera pasada. Mientras el proletariado no haya vuelto a encontrar el camino de su lucha y no haya afirmado su independencia como clase autónoma, mientras no haya desarrollado su conciencia, la sociedad seguirá hundiéndose en el caos. Sólo puede seguir pudriéndose en un desencadenamiento bestial de violencia.
El movimiento interclasista "chalecos amarillos" ha revelado abiertamente un peligro que también le espera al proletariado en Francia como en otros países: el ascenso del populismo de extrema derecha. Este movimiento "chalecos amarillos" no puede sino favorecer un nuevo impulso electoral, sobre todo en las próximas elecciones europeas, del partido de Marine Le Pen, principal y primer partidario del movimiento. Esa abogada defiende la causa del "proteccionismo hexagonal": las fronteras deben cerrarse a las mercancías extranjeras y especialmente a los "extranjeros" de piel oscura que huyen de la pobreza absoluta y de la barbarie bélica de sus países de origen. El partido de Marine Le Pen ya había anunciado que para aumentar el poder adquisitivo de los franceses, el gobierno debe "ahorrar" en inmigración. El partido Rassemblement national tendrá a su disposición otro “argumento” en su repulsa hacia los inmigrantes: nuestro "pueblo" que no puede llegar a fin de mes "no puede acoger a toda la miseria del mundo" (como dijo el Primer Ministro socialista Michel Rocard en 1989…)
Ataques verbales xenófobos, denuncia ante las fuerzas policiales a inmigrantes ilegales escondidos en un camión cisterna (“¡porque será una vez más con nuestros impuestos con lo que se pagará a estos cabrones!”, como finamente dijo un "chaleco amarillo"), la reivindicación de algunos "chalecos amarillos" de poner a los inmigrantes ilegales fuera de "nuestras" fronteras, ¡no debe ser minimizada! La empatía que todos sienten por este movimiento social no debe cegar al proletariado y a sus elementos más lúcidos.
Para poder recuperar su identidad de clase y el camino de su propia perspectiva revolucionaria, el proletariado en Francia, como en todas partes, no debe pisotear (o enterrar bajo la bandera tricolor) la antigua consigna “trasnochada” del movimiento obrero: "Los proletarios no tienen patria. ¡Proletarios de todos los países, uníos!".
En la atmósfera de violencia e histeria nacionalista que ha contaminado el clima social en Francia, quizás haya surgido algún destello después del "sábado negro". Ese pequeño resplandor fue el de los estudiantes pobres, obligados a realizar trabajos a salto de mata, quienes lo hicieron brillar exigiendo, en sus movilizaciones y asambleas generales, que se retire el incremento de las matrículas para sus compañeros extranjeros que no pertenecen a la Comunidad Europea. En la universidad parisina de Tolbiac, un cartel decía: "¡Solidaridad con los extranjeros!". Esta consigna, contra la marea nacionalista de los "chalecos amarillos", muestra al proletariado el camino del futuro.
Fue gracias a su "buzón de sugerencias" con lo que los estudiantes que luchaban contra el “Contrato de Primer Empleo” del gobierno de Dominique de Villepin, pudieron, en 2006, redescubrir espontáneamente los métodos del proletariado. Se organizaron para no ser atacados por los “rompedores” de los suburbios. Se negaron a dejarse atrapar en la espiral de violencia que sólo puede reforzar el orden del Terror[15].
Ante el peligro de caos social en el corazón de Europa, hoy más que nunca, el futuro pertenece a la lucha de clases de las nuevas generaciones de proletarios. Corresponde a estas nuevas generaciones recoger la antorcha de la lucha histórica de la clase explotada, la que produce toda la riqueza de la sociedad. No sólo las riquezas materiales, sino también las riquezas culturales. Como dijo Rosa Luxemburgo, la lucha del proletariado no es sólo una cuestión de "cuchillos y tenedores" para llenar los estómagos.
Los proletarios en Francia dejaron hace mucho de ser "sansculottes". Deben seguir dando ejemplo a todos sus compañeros de clase de otros países, como hicieron sus antepasados durante los días de junio de 1848, durante la Comuna de París de 1871 y en Mayo de 1968. Es la única manera de recuperar su dignidad, de seguir caminando erguidos para mirar lejos, y no a gatas como las bestias enfurecidas que nos quieren imponer la ley de la selva.
Ante el peligro de caos social causado por la "unión sagrada" de todos los explotadores y “rompedores”:
¡Proletarios de todos los países, uníos!
Marianne, 10 de diciembre de 2018
[1] “gaulois”: “galo” es la referencia mítica y romántica del ultranacionalismo francés (cierto es que las historietas de Asterix la han hecho más popular). Los galos, con Vercingétorix, forman parte de esos héroes anteriores a las naciones modernas o con pretensiones de serlo que sirven para justificar en las mentes de sus ciudadanos su “inmortalidad esencial” frente a toda idea de su caducidad como organización social.
[2] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm [2] Véase el capítulo: “Burgueses y proletarios».
[3] Contribución Social Generalizada, un impuesto que se añadió al de la renta en los años 90 por un gobierno socialista para, decían, financiar la seguridad social. En realidad, un impuesto más, cada vez más importante y que a Macron se le ocurrió aumentar a los “inactivos” (los jubilados).
[4] El partido creado por y para Macron en 2016 se llama “La República en Marcha”
[5] Juego de palabras entre “La Fronde”, revuelta multiforme del s. XVII a causa de la presión fiscal y las hambrunas en Francia y “fronde”, “honda” para lanzar piedras.
[6] Para comprender qué fue La Comuna de París se puede consultar La Guerra Civil en Francia, documento adoptado por la Primera Internacional en 1871, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gcfran/index.htm [3] ; ver también, Lecciones de la Comuna de París, /content/4164/lecciones-de-la-comuna-de-paris [4]
[7] Compañías Republicanas de Seguridad, especializadas en la represión de manifestaciones, conocidas por sus técnicas represivas y su brutalidad. A los individuos que las forman se les llama CRS.
[8] Fue el propio Macron quien dijo que iba a ser un presidente “jupiteriano”, mandando rayos y truenos desde las alturas de su Olimpo para acelerar las reformas del país, pasando por encima de los “cuerpos intermedios” que las frenan.
[9] Fue el candidato del Partido Socialista francés en las elecciones de 2017. El resultado que obtuvo rubricó la caída abisal de ese partido (no llegó al 5%). Se salió del PS y fundó un nuevo movimiento de izquierdas rosa-verde…Dicho sea de paso, su contrincante en las primarias del PS era Valls, el cual prometió que cumpliría el pacto de apoyo mutuo al ganador, Hamon. En realidad, se apuntó de inmediato a la sopa macroniana. Ahora se ve que se ha apuntado a candidato en Barcelona.
[10] Esa consigna surgió en Túnez “dégage!” (¡lárgate!), en francés y de ahí el neologismo en francés “dégagisme”
[11] Sistema informático de selección de acceso a la universidad, acusado de desfavorecer a los ya desfavorecidos por su origen y lugar.
[12] Durante estos episodios de los “chalecos” no han cesado las referencias a la Revolución Francesa con mesas redondas donde se mezclan políticos, “chalecos” e historiadores para hacer comparaciones de lo más superficial entre finales del s. XVIII y hoy, los “chalecos amarillos” haciendo de “pueblo sans culottes” (o sea los revolucionarios con pantalón y no con calzones como los aristócratas) y Macron haciendo de Luís XVI. Los “sansculottes” eran la punta de lanza de la revolución burguesa, mientras que las capas pequeñoburguesas actuales no tienen ningún porvenir.
[13] Para tipos como esos tres, esa ridícula propuesta no es absurda. Ese general era el más alto mando militar del ejército. En año pasado se quejó públicamente por los presupuestos militares. Macron lo aprovechó para fulminarlo públicamente y asentar así su imagen de mandamás. El tal De Villiers pertenece a una familia de extrema derecha.
[14] En Francia la llaman “langue de bois”, lengua de madera.
[15] Ver las Tesis sobre el movimiento de estudiantes de la primavera en Francia de 2006, https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200 [5]
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``El Presidente Trump afirmó el viernes que ya se están preparando nuevos aranceles sobre bienes chinos por valor de 267 mil millones de dólares, y que podrían implementarse en poco tiempo, reafirmando así sus amenazas y postergando el fin previsible de la cada vez mayor disputa comercial. En su viaje a Fargo, N.D., a bordo del Air Force One, Mr. Trump aseguró que los aranceles se sumarían a los que ya ha estado preparando la administración por valor de otros 200 mil millones de dólares, afirmando que 'se aplicarían muy pronto, dependiendo del curso de los acontecimientos'´´. Wall Street Journal, 8/9/18
En esa misma página se puede ver un vídeo que especula sobre cómo podrían contraatacar los chinos[1]. La administración de Trump ha anunciado a su vez la aplicación de grandes tarifas arancelarias a las importaciones desde la Unión Europea – descrita por Trump en su reciente visita a Europa como una ''rival'' – e incluso contra sus vecinos y socios de la así llamada Asociación de Libre Comercio de Norteamérica: México y Canadá.
El espectro de una creciente guerra comercial se cierne sobre el capitalismo. Esto podría parecer difícil de entender en un periodo en el que la producción es tan global como nunca lo ha sido, y el ''libre movimiento de trabajo y capital'' ha sido casi un credo incuestionable de los economistas y líderes políticos mundiales durante décadas. Pero es precisamente esa contradicción inherente, entre el impulso del capital por conquistar el planeta y el marco limitador del Estado nacional, lo que está detrás de esta nueva ola de proteccionismo.
En los Grundrisse, Marx nos proporciona una clave para entender por qué el Estado nacional, como expresión política de las relaciones sociales capitalistas, se acaba convirtiendo en una traba al desarrollo mundial de las fuerzas productivas: ''la universalidad hacia la que (el capital) se impulsa tan irresistiblemente, encuentra barreras en su propia naturaleza, lo que en un determinado estadio de su desarrollo permitirá que se le reconozca como el mayor obstáculo a esta tendencia, y llevará así a su propia superación´´[2].En 1916, en medio de la expresión más clara de este obstáculo – la Primera guerra mundial imperialista – Trotsky pudo ser más preciso: ``El Estado nacional se ha superado a sí mismo – como marco para el desarrollo de las fuerzas productivas, como base para la lucha de clases, y específicamente como la forma estatal de la dictadura del proletariado´´ (Nashe Slovo, 4 de febrero de 1916).
La supervivencia misma del Estado nacional se había convertido en un elemento añadido a las contradicciones crecientes del capital, tanto a nivel económico como militar.
Estas contradicciones se han acentuado durante los últimos 100 años a pesar de todos los esfuerzos de la burguesía por contenerlos. En los años 30, la respuesta proteccionista de EEUU a la depresión, junto al ascenso de las economías de guerra fascista y estalinista, profundizaron la crisis mundial de sobreproducción al restringir aún más el mercado mundial. Afortunadamente para la burguesía, pero trágicamente para la humanidad, el capitalismo se enfrentaba a una clase obrera derrotada, y pudo ''resolver'' el problema mediante una gigantesca movilización militar y la subsiguiente reorganización del mercado mundial.
El orden mundial post-1945 estaba, en parte, basado en el reconocimiento de los límites que debían ser impuestos a la competencia nacional. Formalmente, esto quedó expresado en el establecimiento de la Organización de las Naciones Unidas, pero en realidad, la esencia de este sistema estaba en la formación de los dos bloques fundados en la regla de la subordinación de los aliados de cada bloque a un país líder. Así, al estar cada bloque enfrentado a su rival, se contenía la amenaza permanente de una guerra nuclear y un conflicto interminable en la periferia de cada bloque, asegurando al mismo tiempo una cierta disciplina en estos conflictos; al mismo tiempo, combinado con la gestión económica keynesiana y una verdadera expansión a nuevas áreas, siguiendo la estela de la desintegración de viejos imperios como el británico y el francés, hubo margen para una cierta estabilidad y desarrollo económico.
La crisis de esta fase del capitalismo de Estado se manifestó primeramente a nivel económico: ''estanflación'' [alta inflación, alto desempleo y demanda estancada] y la aparición abierta del desempleo a finales de los años 60. Los críticos de lo que llamaban ''socialismo'' o ''economía mixta'' decían que la gestión estatal directa obstruía el funcionamiento libre de las fuerzas del mercado (y había de hecho cierta verdad en esto, como apuntamos en nuestras tesis sobre la crisis del bloque del Este[3]). El nuevo enfoque del que fueron pioneros Thatcher y Reagan, entre otros, recibió el nombre de neoliberalismo porque se presentaba como una vuelta al laissez-faire del siglo XIX; en realidad, como insistimos siempre, era una nueva versión de capitalismo de Estado (el término alemán ''ordo-liberalismo'' es quizás una descripción más honesta) dirigido por un Estado central cada vez más represivo.
El rostro internacional del neoliberalismo es la ''globalización'', que empezó a ser un término común en los años 90, es decir, tras el colapso del bloque del Este. Hay una profunda falsedad en este concepto, basado en el argumento de que el capitalismo solo había pasado a una realidad global tras la desaparición de los países ''socialistas'': en realidad, los regímenes estalinistas fueron una forma particular del sistema capitalista mundial. No obstante, la desaparición del modelo autárquico del bloque del Este hizo posible una verdadera expansión económica: no tanto en los antiguos países miembros del bloque ruso como hacia áreas como la India, China, el sureste asiático, etc. Esta expansión tenía una serie de elementos subyacentes: el desarrollo tecnológico que permitió una circulación de capital mucho más rápida y una reorganización de las redes industriales globales; una dimensión económica más directa, en la que el capital era capaz de penetrar en nuevas áreas extra -capitalistas y hacer uso de fuerza de trabajo mucho más barata, mientras que al mismo tiempo podía obtener beneficios gigantescos hinchando el sector financiero; y también un elemento social, debido a la dispersión de las concentraciones industriales de los países capitalistas más ''viejos'', impulsados a la caza de nuevas fuentes de ingresos, que también tuvo el efecto de atomizar antiguos centros de militancia de clase.
Este nuevo orden mundial posGuerra Fría mantuvo su cohesión bajo la égida de los Estados Unidos, a pesar de la erosión cada vez mayor de la dominación estadounidense en el tablero imperialista, especialmente al calor de los acontecimientos en Oriente Medio. Los organismos internacionales creados en el periodo anterior (FMI, Banco Mundial, OMC) sobrevivieron y estaban todavía liderados por EEUU, que toleró la existencia de bloques comerciales rivales como la UE a fuerza de necesidad. .
Sin embargo, este nuevo orden también correspondía a una descomposición avanzada de la sociedad capitalista, creando poderosas fuerzas centrífugas que tendían a socavar el Estado y las estructuras interestatales de la clase dominante. La descomposición no solo enfrenta a las naciones en un creciente todos contra todos, sino que además acelera la desintegración de las naciones, empezando por los ''Estados fallidos'' de la periferia mundial que, no obstante, empiezan a difundirse al centro (véase la crisis catalana en España o incluso la deriva independentista escocesa en Gran Bretaña). A nivel político, estas tendencias son terreno abonado para el crecimiento del populismo, una forma de reacción contra los partidos e instituciones vinculados al orden mundial ''neoliberal'' que ha supervisado el aumento masivo de la desigualdad, la ruina de regiones enteras de producción tradicionales y una creciente incapacidad para lidiar con los problemas planteados por la crisis de los refugiados y el reflujo del terrorismo en los centros del capitalismo. Estos últimos acontecimientos han sido en gran medida los resultados indeseados de las guerras imperialistas en Oriente Medio y otros lugares – a su vez producto de los esfuerzos de EEUU por preservar su hegemonía mundial mediante la aplicación de su incuestionable superioridad militar.
A nivel económico, el crecimiento del populismo puede vincularse a la crisis financiera de 2008, que fue la primera señal importante de los límites del nuevo orden mundial económico y su cada vez mayor adicción a la especulación y la deuda. La fragilidad de la ''recuperación'' desde 2008 se puede medir por el hecho de que la mayoría de los remedios adoptados por los Estados capitalistas se han basado, básicamente, en la misma política que llevó a la crisis en primer lugar: rescates, financiados por el Estado, de los centros de especulación globales – los grandes bancos, la impresión de dinero... e incluso una recurrencia todavía mayor a la deuda. Incluso China, que se había presentado como la nueva fábrica del mundo, una región donde la producción real es la base de la economía, se encuentra ahora enfrentada a una crisis de deuda que amenaza sus grandes ambiciones económicas e imperialistas[4].
De este modo, el ascenso del populismo expresa un intento por alejarse del orden ''globalizado'' y retirarse tras las fronteras nacionales, incrementando la combinación de medidas sociales neo-keynesianas con políticas de exclusión atroces. La mayoría de estas políticas son anatema para el sentido común de los portavoces de la globalización, como vimos en la reacción de una larga lista de expertos económicos a los últimos movimientos de la guerra comercial de Trump, recordando las lecciones del fracaso absoluto de políticas similares en los años 30[5].
Ha habido verdaderos contraataques al brote populista por parte de los defensores del viejo orden (la victoria de Macron, las investigaciones contra Trump en EEUU y la respuesta unitaria de Europa a sus tarifas arancelarias, etc.), pero el brote populista continúa creciendo y teniendo cada vez más influencia en la crisis económica y los conflictos imperialistas. Trump ha tenido que retroceder una y otra vez (en lo relativo a Rusia, China, Corea del Norte, los inmigrantes...) pero sus políticas están respaldadas por una sección importante de la clase dominante, que quiere mantener las bajadas de impuestos y los favores a determinadas industrias, así como por una ''base'' que mantiene a bordo en base a sus posiciones en la guerra cultural, pero también mediante sobornos económicos (bonificaciones fiscales, programas sociales, aranceles sobre bienes extranjeros que despiertan las esperanzas de reactivar el empleo en las viejas industrias...).
El informe de junio de la CCI sobre las tensiones imperialistas[6] enfatiza la necesidad de no subestimar el método subyacente en la locura de Trump, cuyo objetivo es imponer una situación en la que EEUU estaría en el centro mismo del ''cada uno a la suya'', pero incluyendo una red de tratos y acuerdos bilaterales orientados a disolver determinadas alianzas hoy existentes. Yanis Varoufakis, el ex-economista de Syriza que ahora se dedica a emplear lo que conoce de Marx para difundir medidas con las que salvar el capitalismo, proporciona cierto respaldo a este análisis en un artículo reciente de The Guardian: ''Armado con el exorbitante privilegio que le proporciona tener el control de las imprentas del dólar, Trump echa entonces un vistazo a los flujos comerciales con el resto del G7 y llega a una conclusión inevitable: no puede, por nada del mundo, perder una guerra comercial contra países que tienen superávits tan altos con EEUU (es decir, Alemania, Italia, China), o contra países (como Canadá) que cogerán una neumonía cuando la economía americana coja un resfriado común''[7].
Además, la capacidad de Trump para sobrevivir e implantar sus métodos está dando alas a las perspectivas populistas en todas partes, sobre todo en Europa: Gran Bretaña, Hungría, República Checa, Polonia, Austria, Alemania, y ahora Italia. El nuevo régimen en Italia representa principalmente una amenaza para el euro y la Unión Europea misma. Italia puede instrumentalizar su enorme deuda para chantajear a una UE que no puede permitir el fracaso de su economía, mientras que su salida de la Unión supondría para ella un gran desastre. Al mismo tiempo, al ser el principal puerto de desembarco de los refugiados, su actitud actual ante esta cuestión amenaza con socavar cualquier respuesta unitaria a la crisis migratoria[8].
Esto no significa que las advertencias de los ''expertos'', sobre los peligros inherentes al retorno al proteccionismo, sean infundados. El populismo es, al menos en parte, un producto de la crisis económica, pero sus propias políticas no harán sino profundizarla – los beneficios que puede traer el proteccionismo a corto plazo a esta u otra economía nacional tendrán efectos destructivos a largo plazo en el plano internacional. Sin embargo, los ''globalistas'' tampoco pueden crear un verdadero orden mundial, desde el momento mismo en que el capitalismo está irrevocablemente atado a la competencia entre unidades nacionales organizadas en torno al Estado burgués. La necesidad del comunismo, de una comunidad humana mundial sin fronteras ni Estados, es subrayada continuamente por la presente crisis internacional, incluso cuando el proletariado mismo, el portador de la perspectiva comunista, parece estar muy lejos de asumir esa perspectiva.
Amos 8/9/18
[1]https://www.wsj.com/articles/trump-says-hes-preparing-tariffs-on-further-267-billion-in-chinese-imports-1536340041 [9]
[2]Cuaderno IV, capítulo sobre el Capital
[3]Revista Internacional nº 60 /content/3451/tesis-sobre-la-crisis-economica-y-politica-en-los-paises-del-este [10]
[4]Ver el artículo del Financial Times ''La amenaza de la deuda china: hora de frenar el auge de los préstamos'': https://www.ft.com/content/0c7ecae2-8cfb-11e8-bb8f-a6a2f7bca546%C2%A0 [11]
Sobre las ambiciones de China, ver nuestro nuevo artículo ''La ruta china de la seda hacia la dominaición imperialista'' https://es.internationalism.org/content/4366/la-ruta-china-de-la-seda-hacia-la-dominacion-imperialista [12]
[5]https://www.theguardian.com/us-news/2018/may/03/donald-trump-trade-economists-warning-great-depression [13]
[6]https://es.internationalism.org/content/4350/analisis-de-la-evolucion-reciente-de-las-tensiones-imperialistas [14]
[7]https://www.theguardian.com/commentisfree/2018/jun/11/trump-world-order-who-will-stop-him [15] por supuesto, a Trump no le alcanza la vista muy lejos. Otro artículo del Guardian, del escritor de economía Larry Elliot, profundiza en algunos de los efectos a largo plazo de los aranceles sobre el mercado global y sobre la economía de los mismos EEUU: https://www.theguardian.com/business/2018/jul/01/trump-will-soon-find-that-winning-a-trade-war-is-not-that-easy [16]
[8]Para un análisis de las últimas elecciones italianas: https://es.internationalism.org/content/4345/elecciones-en-italia-el-populismo-es-un-problema-para-la-burguesia-un-obstaculo-para-el [17]
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La magnitud de la movilización de los "Chalecos amarillos" pone de manifiesto la inmensa cólera que se agita en las entrañas de la sociedad y particularmente dentro de la clase obrera, frente a la política de austeridad del gobierno de Macron.
Según los datos oficiales de la burguesía, el ingreso disponible anualmente en los hogares (es decir lo que les queda después de pagar impuestos y contribuciones) fue recortado en un promedio de 440 euros entre 2008 y 2016. Esto es sólo una pequeña parte de los ataques sufridos por la clase obrera. Al aumento generalizado de los impuestos de todo tipo, se suma el aumento del desempleo, la generalización de los empleos precarios, incluso en el sector público, la inflación que afecta particularmente a los precios de los productos de primera necesidad, el inasequible precio del alquiler, etc. La pauperización empeora inexorablemente y, con ello, el miedo por el futuro de nuestros hijos. Los más afectados por esta creciente miseria, son los trabajadores activos, los precarios, los jubilados que no pueden llegar al fin de mes.
Los medios de comunicación y el gobierno han dado mucha importancia a la destrucción y los actos de violencia en los Campos Elíseos para hacer creer que toda lucha contra la carestía de la vida y la degradación de las condiciones de existencia de los explotados sólo puede conducir al caos y a la anarquía. Los medios de información, a las órdenes de la burguesía, especialistas en amalgamarlo todo, quieren hacernos creer que los "Chalecos amarillos" son "extremistas" que quieren también "machacar al policía", cuando la realidad es que ¡las fuerzas de represión son las primeras en agredir y provocar! En París, el 24 de noviembre, los disparos de granadas lacrimógenas fueron incesantes, al igual que las cargas de los CRS (Compañías Republicanas de Seguridad) sobre los grupos de hombres y mujeres que caminaban tranquilamente por los Campos Elíseos.
A pesar de la ira legítima de los numerosos proletarios que no pueden “llegar a fin de mes”, este movimiento, por sí mismo, no tiene ninguna perspectiva y no puede hacer retroceder los ataques del gobierno y de la patronal. Una parte de la clase obrera se ha colocado a remolque de los pequeños empresarios y de los autónomos (camioneros, taxistas, ambulancias…) encolerizados por el aumento de los impuestos y del precio de los carburantes, con métodos de lucha que llevan a callejones sin salida (como la propuesta que se le ocurrió a Priscila Ludosky, la idea del bloqueo y la sugerencia de ocupar las rotondas preconizada por Éric Drouet). No es casualidad que entre los ocho portavoces de los "Chalecos amarillos", designados el 26 de noviembre, se encuentre una aplastante mayoría de pequeños empresarios o contratistas.
Pero, aún peor, los que lanzaron el movimiento han embarcado a los trabajadores en la nave de la ideología burguesa del nacionalismo y del "ciudadanismo"; y de entre estos, a los más pobres los han movilizado como "ciudadanos" del "pueblo de Francia", como “despreciados" y "ninguneados” por “los de arriba" y no como miembros de la clase explotada.
El movimiento de los "Chalecos amarillos", tal y como está concebido, es un movimiento interclasista y por lo tanto un movimiento en el que están mezcladas todas las clases sociales y capas intermedias y explotadas de la sociedad que no defienden los mismos intereses. Se encuentran, juntos, proletarios (trabajadores, desempleados, precarios, jubilados) y pequeñoburgueses (artesanos, profesiones liberales, pequeños empresarios, emprendedores, comerciantes, agricultores asfixiados por los impuestos). Los trabajadores más pobres se movilizan contra su creciente miseria, contra la pobreza, los ataques económicos sin freno, el paro, la precariedad del empleo; mientras que los pequeños patronos protestan únicamente contra el aumento en el precio del carburante y de los impuestos. Focalizada sobre el aumento de los impuestos, la ira de los pequeñoburgueses está motivada únicamente por el hecho de que el Gobierno Macron, favoreciendo a la gran burguesía, les ha dejado de lado, particularmente con la abolición del impuesto sobre el patrimonio. Buen número de pequeños empresarios no están interesados en que se aumenten los salarios, ¡concretamente el salario mínimo interprofesional de crecimiento -SMIC! y utilizan, de esta manera la cólera de los trabajadores, con chalecos amarillos, para ejercer presión sobre el gobierno y sacar tajada: la bajada de los impuestos que están asfixiando su negocio. Por esta razón Marine Le Pen, aunque apoya de forma escandalosa el movimiento desde que empezó, ha afirmado claramente desde los platós de televisión que está contra el aumento del salario mínimo ¡para no penalizar a las PME (pequeñas y medianas empresas)!
Este movimiento de revuelta "ciudadana" es una trampa donde la mayor parte de los partidos del aparato político de la burguesía se presentan como sus "hinchas". Desde Marine Le Pen hasta Olivier Besancenot, pasando por Mélenchon y Laurent Wauquiez (¡e incluso Brigitte Bardot!), "todo el mundo" está ahí para apoyar este movimiento interclasista y su veneno nacionalista. Los trabajadores deben rechazar la unión sagrada de todas las camarillas políticas "anti Macron" pues estos partidos burgueses manipulan la cólera de los "chalecos amarillos" para arrastrar el máximo de votos a las elecciones y defender el capital nacional llamando a los proletarios a reunirse ¡tras la bandera tricolor de sus explotadores! Si todos estos partidos utilizan a los "chalecos amarillos” para debilitar a Macron, es porque saben perfectamente que este movimiento no fortalece en nada la lucha del proletariado contra su explotación y su opresión.
En este movimiento como si dijéramos "apolítico" y "no Sindical", los métodos de lucha de la clase obrera están completamente ausentes. ¡No hay ningún llamamiento a la huelga ni a su extensión a todos los sectores! Ningún llamamiento a las asambleas generales soberanas en las empresas para que los trabajadores puedan debatir y reflexionar juntos sobre las acciones a realizar con el objetivo de desarrollar y unificar la lucha contra el deterioro de sus condiciones de vida; discutir y reflexionar sobre consignas unitarias y ¡sobre el futuro! Por tanto, ¡únicamente estos métodos de lucha de la clase obrera pueden frenar los ataques y hacer retroceder al gobierno y a la patronal!
La lucha de los obreros no es la lucha de "todos pobres" contra los “ricos”. Es la lucha de una clase explotada, que vive de la venta de su fuerza de trabajo, contra la clase burguesa que realiza sus beneficios mediante la explotación de la fuerza de trabajo de los proletarios. ¡Esta explotación es lo que está en el origen del creciente empobrecimiento de la clase obrera!
La clase obrera debe defender sus condiciones de vida en su propio terreno, como una clase autónoma, independiente de otras clases y estratos sociales como la pequeña burguesía. Cuando la clase obrera se afirma como clase autónoma, desarrollando una lucha masiva, atrae tras ella una parte cada vez más amplia de la sociedad que sigue sus mismos métodos de lucha, sus mismas consignas unitarias y, en definitiva, su mismo proyecto revolucionario de transformación de la sociedad.
En 1980, en Polonia, un inmenso movimiento de masas surge en los astilleros de Gdansk tras la subida de los precio de las mercancías de primera necesidad. Para enfrentar al gobierno y hacerle recular, los trabajadores se agruparon, se organizaron masivamente como clase frente a la burguesía "roja" y su estado estalinista. Las demás sectores de la población se unieron ampliamente a esta lucha masiva de la clase explotada.
Cuando el proletariado desarrolla su lucha como clase independiente, son las asambleas generales masivas, soberanas y abiertas a "todo el mundo" las que están en el corazón del movimiento. No hay entonces lugar para el nacionalismo; al contrario, los corazones vibran por y para la solidaridad internacional porque "los proletarios no tienen patria", como afirma el movimiento obrero desde sus orígenes en el siglo XIX. Los trabajadores, deben pues negarse a cantar la Marsellesa y ondear la bandera tricolor, la bandera de los versalleses que ¡asesinaron a 30.000 proletarios durante la Comuna de París en 1871!
Hoy, los proletarios quieren expresar su profundo enojo pero no saben cómo luchar eficazmente para defender sus medios de subsistencia frente al aumento de los ataques de la burguesía y su gobierno. Muchos jubilados han olvidado sus propias experiencias de lucha, su capacidad de unirse y organizarse sin esperar instrucciones de los sindicatos, como lo hicieron en Mayo de 1968. Los jóvenes trabajadores no tienen aún suficiente experiencia en lucha de clases y todavía tienen dificultades para desbaratar las trampas de los defensores del sistema capitalista.
Muchos trabajadores con “chalecos amarillos” reprochan a los sindicatos su "inercia", que no "hacen su trabajo". Por eso la CGT, para competir con los "chalecos amarillos", trata de devolver el golpe llamando a una nueva "jornada de acción" para el 1º de diciembre, el mismo día de la tercera reunión de los "chalecos amarillos" en los Campos Elíseos. Ante la desconfianza hacia los sindicatos que está comenzando a resurgir en la clase obrera, podemos estar seguros de que la CGT y otros sindicatos, van ahora a "hacer su trabajo" (con la complicidad de los trotskistas de la NPA y de "Lucha Obrera"): encuadrar, desviar, dividir, sabotear y agotar la combatividad obrera para impedir todo movimiento espontáneo y unitario de los proletarios en su terreno de clase.
No olvidemos todas las maniobras sindicales para sabotear la lucha, como ya se ha visto con la larga "huelga escalonada" en la SNCF dirigida por los sindicatos. No olvidemos sus múltiples "Jornadas de acción" estériles y sus manifestaciones ahogadas en la dispersión y la división, como la movilización, contra la política del gobierno el 9 de octubre pasado, verdaderamente plana e intrascendente; seguida, a la semana siguiente, por la de los jubilados y tres días después, por la huelga en la Enseñanza pública.
El profundo descontento de muchos trabajadores hacia los sindicatos fue aprovechado por los que iniciaron el movimiento de los "chalecos amarillos", con el apoyo activo de todos los partidos políticos burgueses. El mensaje que, todos los hipócritas en "chaleco amarillo" "partidarios" de los trabajadores, nos tratan de colar, es el de que los métodos de lucha de la clase obrera (huelga, manifestaciones masivas, asambleas generales soberanas con delegados elegidos y revocables en todo momento, comités de lucha, de huelga...) no conducen a nada. Y que lo que ahora sería necesario es confiar en los pequeños patronos para encontrar otros métodos de lucha, supuestamente radicales, y reunir a "todo el mundo", a todos "los ciudadanos", a todo el "pueblo de Francia" contra el "dictador" y "presidente de los ricos", Macron.
La clase obrera no debe delegar o confiar su lucha ni a las capas sociales reaccionarias, ni a los partidos que pretenden apoyarla, ni a los sindicatos que son sus falsos amigos. Todo ese guapo mundo, cada uno con su credo, ocupa y encierra el terreno social para impedir que los trabajadores se movilicen masivamente y desarrollen una lucha autónoma, solidaria y unida contra los ataques de la burguesía; unidos tras consignas comunes a todos: contra la "vida cara", contra el desempleo y la pobreza, contra el aumento de los ritmos de trabajo, contra la disminución de los salarios y de las pensiones de las jubilaciones, etcétera.
Para poder desarrollar su lucha, para construir una relación de fuerzas capaz de detener los ataques de la burguesía y hacerla retroceder, la clase trabajadora debe confiar sólo en sí misma. Debe encontrar su identidad de clase y no disolverse en el "pueblo francés". Debe recuperar la confianza en sus propias fuerzas, comprometiéndose en la lucha en su propio terreno, más allá de todas las divisiones corporativistas, sectoriales y nacionales.
Para preparar las luchas futuras, todos los trabajadores combativos que son conscientes de la necesidad de la lucha proletaria deben intentar reagruparse para discutir juntos, sacar las lecciones de los últimos movimientos sociales tomando como referente la historia del movimiento obrero. ¡No deben: ni dejar el campo libre a los sindicatos ni dejarse adormecer por los cantos de sirena de las movilizaciones “ciudadanas”, “populares”, populistas e interclasistas de la pequeña burguesía!
¡A pesar de todas las dificultades del proletariado, el futuro pertenece todavía a su lucha de clase!
Révolution Internationale, sección en Francia de la Corriente Comunista Internacional
29 de noviembre de 2018
Se cumplen 100 años de la tentativa revolucionaria de los obreros en Alemania en solidaridad con sus hermanos de Rusia y buscando la extensión y el triunfo de la REVOLUCION PROLETARIA MUNDIAL.
No tenemos nada que conmemorar, sin embargo, lo que si tenemos que hacer es conocer esta gran experiencia del proletariado mundial y sacar lecciones de ella que nos sirvan para la lucha actual. Estamos publicando artículos en ese sentido, pero como una contribución más queremos aportar una lista de artículos que hemos publicados y que se hallan en nuestra Web.
Esta Lista comprende:
Acción Proletaria nº 232 – 2018 /content/4320/alemania-1918-2018-la-revolucion-proletaria-mundial-es-necesaria-y-sigue-siendo-posible [22]
Revista Internacional nº 2, 2º trimestre 1975 https://es.internationalism.org/revista-internacional/197503/132/la-izquierda-comunista-de-alemania [23]
Revista Internacional nº 56 primer trimestre 1989 https://es.internationalism.org/revista-internacional/198902/2488/la-revolucion-alemana-ii-1918-1919 [24]
Documento – El aplastamiento del proletariado alemán y la ascensión del fascismo
Revista internacional n° 71 - 4e trimestre de 1992 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199301/3150/documento-el-aplastamiento-del-proletariado-aleman-y-la-ascension- [25]
I - Los revolucionarios en Alemania durante la Ia Guerra mundial y la cuestión de la organización
Revista internacional n° 81 - 2o trimestre de 1995 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199507/1822/i-los-revolucionarios-en-alemania-durante-la-ia-guerra-mundial-y-l [26]
II - Los inicios de la revolución
Revista internacional n° 82 - 3er trimestre de 1995 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199512/1817/ii-los-inicios-de-la-revolucion [27]
III - La insurrección prematura
Revista internacional n° 83 - 4o trimestre de 1995 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199601/1786/iii-la-insurreccion-prematura [28]
IV - ¿Fracción del S.P.D. o nuevo partido? [29]
Revista internacional n° 85 - 2o trimestre de 1996 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199607/1773/iv-fraccion-del-spd-o-nuevo-partido [29]
VI - El fracaso de la construcción de la organización
Revista Internacional n° 88 - 1er trimestre de 1997 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199701/1233/vi-el-fracaso-de-la-construccion-de-la-organizacion [30]
VII - La fundación del KAPD
Revista Internacional n° 89 - 2° trimestre de 1997 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199704/2782/vii-la-fundacion-del-kapd [31]
VIII - El golpe de Kapp La extrema derecha pasa a la ofensiva, la democracia impone la derrota a la clase obrera
Revista Internacional n° 90 - 3er trimestre de 1997 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199707/1223/viii-el-golpe-de-kapp-la-extrema-derecha-pasa-a-la-ofensiva-la-dem [32]
IX - La Acción de marzo de 1921 o el peligro de la impaciencia pequeñoburguesa
Revista Internacional n° 93 - 2° trimestre de 1998 [33]
X - El reflujo de la oleada revolucionaria y la degeneración de la Internacional
Revista Internacional n° 95 - 4° trimestre de 1998 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199812/1186/x-el-reflujo-de-la-oleada-revolucionaria-y-la-degeneracion-de-la-i [35]
XI - La Izquierda comunista y el conflicto entre el Estado ruso y los intereses de la revolución
Revista Internacional n° 97 - 2° trimestre 1999 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199904/1171/xi-la-izquierda-comunista-y-el-conflicto-entre-el-estado-ruso-y-lo [36]
XII – 1923 – La burguesía quiere infligir una derrota a la clase obrera
Revista Internacional n° 98 - 3er trimestre 1999 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199907/1163/xii-1923-la-burguesia-quiere-infligir-una-derrota-a-la-clase-obrer [37]
XIII – 1923 - II. Una derrota que rubrica el fin de la oleada revolucionaria mundial [38]
Revista Internacional n° 99 - 4° trimestre 1999 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199912/1154/xiii-1923-ii-una-derrota-que-rubrica-el-fin-de-la-oleada-revolucio [38]
I - Frente a la guerra, el proletariado revolucionario reanuda con sus principios internacionalistas [39]
Revista Internacional n° 133 - 2° trimestre de 2008 /content/2279/i-frente-la-guerra-el-proletariado-revolucionario-reanuda-con-sus-principios [39]
II - 1918-19: de la guerra a la revolución [40]
Revista Internacional n° 134 - 3er trimestre 2008 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200808/2338/ii-1918-19-de-la-guerra-a-la-revolucion [40]
III - 1918-19: La formación del partido, la ausencia de la Internacional [41]
Revista Internacional n° 135 - 4° trimestre 2008 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200810/2709/iii-1918-19-la-formacion-del-partido-la-ausencia-de-la-internacion [41]
IV - 1918-1919: la guerra civil en Alemania [42]
Revista internacional n° 136 - 1er trimestre 2009 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200904/2536/iv-1918-1919-la-guerra-civil-en-alemania [42]
V - El terror dirigido por la socialdemocracia contra la clase obrera preparó el terreno al fascismo [43]
Revista internacional n° 137 - 2° trimestre de 2009 /content/2566/v-el-terror-dirigido-por-la-socialdemocracia-contra-la-clase-obrera-preparo-el-terreno [43]
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A continuación, publicamos el balance de un grupo de trabajadores que busca sacar las lecciones de la lucha en la SNCF en la primavera pasada; este texto es precedido por extractos de la carta que dirigimos al colectivo para apoyar este profundo y combativo proceso. Se trata de un evento muy importante, ya que es una expresión de la vida política del proletariado. Esta empresa notable es la confirmación que –a pesar de las grandes dificultades que atraviesa la clase– se está desarrollando una maduración subterránea de la conciencia animada, en particular, por las minorías de la clase trabajadora. Saludamos calurosamente la iniciativa de estos camaradas, la calidad de su reflexión, su voluntad de abrirse al debate, luchar y resistir frente a la explotación capitalista.
La CCI escribe al Colectivo de Trabajadores de NantesCamaradas,
Hemos leído el texto "Aprendamos las lecciones de la huelga en la SNCF" y queremos saludar a esta posición que compartimos en lo esencial. Este esfuerzo por reagruparse, discutir y reflexionar juntos y difundir el balance de la huelga, es para nosotros una expresión característica del proletariado, que, a nivel internacional, busca resistir la explotación capitalista, dándose los medios para fortalecer sus luchas, y que conlleva en ella una sociedad sin clases, la sociedad comunista. El trabajo que han realizado es un momento muy importante en el proceso de unidad, autoorganización y conciencia de clase.
Apoyamos las lecciones que extraen de la lucha de los trabajadores de SNCF la primavera pasada y las orientaciones que proponen para las próximas luchas. Apoyamos en particular:
- el rechazo del corporativismo y la necesidad de la extensión de la lucha;
- el rechazo de la defensa de la empresa, esté o no bajo el control del Estado nacional;
- el rechazo de orientaciones estériles, como la confrontación sistemática a las fuerzas de represión, o la llamada "solidaridad financiera", que tenía como objetivo desalentar la entrada en lucha de otros sectores;
- la necesidad de Asambleas Generales (AG) verdaderamente soberanas donde sea posible discutir y tomar decisiones;
- la condena a los sindicatos que se han esforzado constantemente por dividir la lucha, tanto los más corporativistas como los que defendieron el eslogan engañoso de la "convergencia de luchas".
Su denuncia de los sindicatos es muy concreta y muestra claramente a todos sus acciones negativas en la Asamblea General, las manifestaciones y las negociaciones con la patronal y el Estado. En cuanto a su naturaleza social, tiene toda la razón al señalar que "los sindicatos tienen un funcionamiento basado en la apariencia de homogeneidad, una estructura piramidal a la imagen del Estado". Esto se explica, en nuestra opinión, por el hecho de que todos los sindicatos se integraron en el Estado en todos los países en el periodo de la Primera Guerra Mundial, que marcó la apertura del período de decadencia del capitalismo[1]. La organización de tipo sindical ya no corresponde a las necesidades de la lucha de los trabajadores de hoy. Nos parece muy importante entender que cuando sabotean las luchas, los sindicatos hacen su trabajo, sea cual sea la sinceridad de los trabajadores que se adhieren a él. En este sentido, tendríamos que hacer una crítica cuando denuncian "la estrategia sindical" y no "los sindicatos" como tales. Quizás tengamos la oportunidad de explicitar esta posición de la CCI ante ustedes.[2]
(...) Como organización comunista, estamos interesados en participar en sus discusiones. Como ustedes lo dicen, “la urgencia es reunirse para discutir y ejercer nuestro espíritu crítico.”
Mientras esperamos su opinión sobre esta propuesta, reciban nuestros saludos fraternales.
Révolution Internationale, sección en Francia de la CCI.
***
¡Saquemos las lecciones de la huelga en la SNCF!Este texto es la síntesis de las discusiones entre los trabajadores del ferrocarril en la región de Nantes sobre el movimiento de marzo a julio de 2018. Es el resultado de los intercambios entre los huelguistas, y pretende ser una contribución a las lecciones de esta lucha.
El largo período de huelga intermitente aún no ha terminado, pero el resultado está ahí. Una completa derrota frente a los planes del gobierno. Este movimiento, que se representaba a sí mismo como el último cerrojo de un sector organizado, fue derrotado ante la vista de todos los trabajadores. Incluso los funcionarios sindicales se están rascando la cabeza para encontrar conquistas asociadas a la huelga: negociaciones con el primer ministro en lugar de con la ministra; la retoma del Estado de una parte de la deuda de la SNCF, la retoma ya registrada por el informe Spinetta y que se hizo necesaria por el cambio de estatus de la empresa a una sociedad anónima (SA). En resumen: ¡no hemos ganado nada![3]
¿Para qué, entonces, un balance? Esta derrota de la lucha de los trabajadores es parte del impresionante conjunto de reveses que nos infligió la ofensiva capitalista. Con su éxito, el gobierno multiplicará sus iniciativas en todos los planos (jubilación, desempleo, etc.) aprovechando el sentimiento de que la resistencia no tiene efecto. Si queremos romper con este sentimiento, ayudar a que las luchas de los trabajadores alcancen el punto máximo de esta ofensiva desenfrenada y redescubrir las fortalezas reales del movimiento de trabajadores, necesitamos un balance general sin concesiones. Un balance tanto positivo como negativo que nos sirva para seguir luchando mientras aprendemos del pasado.
Nos podrán decir: ustedes oscurecen la mesa hablando de derrotas, solo hay que ver los números en la participación de la huelga para convencerse de lo contrario. Sí, por supuesto, la base de los huelguistas era a menudo numerosa. Pero esta realidad plantea aún más problemas. ¿Cómo, en estas condiciones de alta participación, uno llega a una salida de la lucha sin ninguna concesión, incluso la más mínima? Nada ha sido arrancado al gobierno. Creemos que la crítica y la autocrítica son vitales para sacar las lecciones de este movimiento.
Los puntos de vista desarrollados aquí reflejan una experiencia local y limitada. Por lo tanto, estamos muy interesados en explorarlos más a la luz de otras experiencias de lucha (contacto: [email protected] [47] ). Es muy posible que en otros lugares la lucha haya tomado diferentes formas. Por último, pero no menos importante, queremos abrir el debate en beneficio de toda nuestra clase social, sin limitarnos a los límites estrechos de una empresa. No hay un atajo en el camino de organizar a los trabajadores por los propios trabajadores.
El informe Spinetta se publicó el 15 de febrero. En líneas generales ya se anuncia el contenido del plan gubernamental: recuperación de la deuda, transformación de la empresa en SA, puesta en competencia, supresión del estatus, etc. El gobierno avanza abiertamente.
En el otro lado, es esperar y ver. Se tuvo que esperar hasta el 22 de marzo para ver la primera reacción organizada de los sindicatos. Esta jornada de acción en París fue anunciada como una muestra de fuerza y es el caso… pero es engañoso[4]. Varios de miles de manifestantes en la calle, que desfilan en dos procesiones paralelas: ferroviarios, por un lado, empleados del servicio público por el otro. Para hacer ruido, ¡hicimos ruido! Pero entre el humo, el sonido de los parlantes, o los petardos es difícil entenderse y discutir. Desde ese momento aparece la opción elegida por los sindicatos (CGT a la cabeza): mostrar la fuerza de la corporación organizada de arriba a abajo.
Sin embargo, las manifestaciones del servicio público tuvieron lugar el mismo día en las diferentes ciudades, en Nantes y en otros lugares. Ya vemos que esta opción da la espalda a la búsqueda de la unidad donde los trabajadores, a nivel local, podrían controlar el desarrollo.
Mientras tanto, se conoce el calendario de huelgas: dos días seguidos de huelga por tres días siguientes de trabajo. Nuestra primera impresión es negativa: ¿es realmente el alargamiento temporal del movimiento la forma que nos permitirá ganar? Con este calendario le damos la posibilidad a la SNCF para que se organice (por ejemplo, sin el trasporte de trenes de alta velocidad[5] abierto solo los días de huelga). Podríamos tranquilizarnos diciendo que diferentes medios de acción pueden complementarse y aumentar la fuerza. Sería posible ir más allá del calendario entre sindicatos después de los primeros períodos de huelga.
Se están llevando a cabo discusiones sobre las modalidades de huelga, pero la gran mayoría está a favor de la huelga intermitente. Otros están a favor con algunos matices. Algunos esperan un movimiento poderoso que vaya más allá del cuadro fijado. El principal argumento de esta mayoría es la dificultad para movilizar. Pero en general sigue siendo difícil de hacer hablar los unos con los otros para sacar las lecciones del 22 de marzo y los siguientes días. Sin embargo, había una gran necesidad de debatir la acción.
Fuerte participación en la huelga visible en la tasa de huelguistas, también en las primeras Asambleas Generales (240, el 3 de abril) pero rápidamente se instaló la desmovilización y la rutina.
La alternancia de días de huelga y días trabajados se convierte en una rutina, algunos eligen sus días según sus necesidades personales, el fin de semana, etc., La participación oscila entre 60 y 150 huelguistas en la Asamblea General, con un rebote a veces de hasta 200 personas. La monotonía se asienta y se reproduce hasta el final de este período.
Hay muchas discusiones y cuestionamientos. Pero ¿por qué el calendario de la intersindical CGT-UNSA-CFDT nunca fue desbordado?
- Es evidente que la masa de huelguistas nunca ha estado en posición de ir más allá de este marco, que se ha impuesto a cualquier otra iniciativa. Seamos directos: muchos huelguistas carecen de la determinación para moverse y construir el movimiento.
- ¿Cómo explicarlo? La pérdida de salarios no puede explicar seriamente los frenos al espíritu de combatividad. Las amenazas disciplinarias son reales, pero no generales. A veces se constata un afianzado individualismo; nos encontramos más a menudo con el sentimiento de impotencia. "¿De qué sirve luchar si Macron quiere llevar esto hasta el final?". Esta falta de determinación, de falta de vínculos activos con la huelga, pueden explicarse así: distancia del hogar al lugar de trabajo, por los colectivos de trabajo, el peso de las reestructuraciones sucesivas, etc.
- Pero las dudas sobre los métodos de los sindicatos están más que justificadas. El interés de la Asamblea General como asamblea de debate ya había sido vaciado de su sustancia por los sindicatos que organizan el movimiento. Nos sorprende leer largos comunicados de prensa sindicales ya preparados de antemano. Por otro lado, el debate sobre el terreno no existe. Solo unas pocas intervenciones más "contundentes" rompen esta monotonía, pero no reemplazan el debate real. El resultado de la asamblea es conocido previamente.
Escuchamos este asombroso argumento: los trabajadores ferroviarios serán más fuertes si se mantienen en sus propias reivindicaciones sobre la defensa de la SNCF y su estatus. ¡Nada más falso! La intersindical ha trabajado constantemente en una perspectiva corporativista al resaltar la unidad de los ferroviarios (entonces, entre ejecución, control y cuadros), por el agotamiento del movimiento en el famoso "voto-acción", etc. ¡Y se habla, al fin y al cabo, de una "lucha ejemplar"!
En abril, varios movimientos o huelgas locales (Nantes métropole, EDF, étudiant-e-s) permitían la opción de una posible extensión del movimiento. Sin embargo, las luchas o el inicio de luchas se mantuvieron aisladas entre ellas, como la jornada de acción (22 de mayo) del servicio público aplazada por la notificación de la SNCF. Los sindicatos de ENEDIS por su lado lanzaron una amplia huelga al final del movimiento ferroviario...
La manifestación del 14 de abril vio la sucesión de dos manifestaciones: la primera convocada por la intersindical, la segunda por el apoyo de la ZAD de NDDL al movimiento. Sin ser ridículo, la participación en la primera fue limitada y los cuadros del sindicato estuvieron exasperados porque la procesión fue superada por otros elementos. Incluso si la manifestación hubiera sido lo suficientemente sólida para la "segunda ronda", solo un puñado de ferroviarios permaneció en el sitio. En cualquier caso, la manifestación fue detenida por los policías y esterilizada por los choques con ellos.
Al final de la manifestación del 19 de abril, fuimos recibidos por la policía al final del puente Anne de Bretaña con un pequeño envío de gas lacrimógeno. Nos tomamos un poco de tiempo para reunirnos frente a los viejos patios de Dubigeon. Mucha gente ya se había ido debido a la espera, el gas y la tardía llegada del camión sindical para que la gente hablara. Luego de los mismos discursos largos, nos quedamos un centenar de personas. Más tarde, los policías no intervinieron más y se fueron. Para una manifestación interprofesional, ¡fue muy pequeña!
Es necesario remarcar el poco interés de la base con respecto a las otras luchas. Vemos poca curiosidad por compartir con otros sobre perspectivas comunes. Es notable que, a pesar de los muchos días de huelga, casi todas las reuniones tuvieron lugar dentro de un radio de 500 metros alrededor de la estación. Se llevaron a cabo intercambios (intervención de un representante de la CGT de la EDF, grupos de estudiantes en varias ocasiones, reencuentro con las finanzas públicas) sin llegar a ninguna movilización.
Todos permanecen frente a su lugar de trabajo en lugar de buscar la extensión del movimiento. Estas iniciativas atraen poco y realmente carecen de espíritu de lucha. Vemos claro que los eslóganes de los grupos son distintos, cada uno por su lado, no son un terreno favorable para la lucha colectiva.
La creación de un fondo de solidaridad y la publicidad que recibe en los medios de comunicación dan crédito a la idea de que los trabajadores ferroviarios servirían de escudo para otros trabajadores. Estos deberían apoyar a los ferroviarios, no por su propia acción y lucha, sino por dando dinero. La Tribune des cheminots (julio-agosto de 2018) valora esta actitud de espectador, no de actor, mediante la reproducción de los mensajes recibidos de los donantes: "gracias por luchar por usted y por nosotros", "no aflojen nada, aguanten", etc. Los actores de este fondo son conocidos: los intelectuales de izquierda que encuentran allí su razón para existir y los sindicatos. Si bien la importancia de las donaciones refleja una solidaridad sincera en la base, la estrategia sindical de huelga larga y unidad por delegación es un impase para el futuro.
Sin duda hay una pequeña y activa minoría de militantes sindicales o políticos que buscan lograr la convergencia. Pero no es su trabajo crear las condiciones que solo el movimiento obrero puede desarrollar, condiciones que todavía faltan. En la primavera de 2018, la dinámica del movimiento estudiantil era bastante importante a nivel local y podría haber sido un campo de convergencia (la excepción es la lucha en la NDDL que se refiere a otra composición social, otros objetivos y, por lo tanto, otros desarrollos). Pero el movimiento ferroviario nunca fue a una solidaridad activa, y ahí es donde los huelguistas perdieron.
Los sindicatos se mantuvieron de principio a fin en los mandos de la lucha. Muchos colegas son críticos, escépticos, no se sienten representados por los sindicatos, pero no salen del proceso de delegación. Muchos son militantes de la huelga que muestran su credencial sindical (un estimado superficial de 90% de ellos). El papel protagonista de la CGT nunca se le ha sido disputado.
El sindicato opera de acuerdo con una fachada de homogeneidad, junto a una estructura piramidal a la imagen del Estado. Las Asambleas Generales de inter -servicios están marcadas de antemano por la intersindical y las Asambleas Generales sindicales (dirigidos ellos mismos en sentido ascendente).
La SUD no desempeñó un papel más positivo: las intervenciones fueron ciertamente menos corporativistas, más combativas, pero su posición sobre la transición a una huelga reconducida se ha mantenido muy tímida. La SUD se mantuvo en solidaridad con la intersindical y no buscó transformar el movimiento en el sentido de organizar la huelga por los propios huelguistas. Por lo tanto, el desafío no es oponerse a un sindicato u otro, sino discutir una orientación de fondo.
El material sindical es abundante para difundir las consignas de acción y las explicaciones técnicas. Los sindicatos no carecen de propuestas e inventiva, como si Macron solo hubiera tomado malas decisiones y hubiera otras opciones disponibles.
Por lo tanto, no hay una explicación real de la crisis que llevó al desmantelamiento del antiguo monopolio de la SNCF. Tampoco hay contenido positivo para los trabajadores (condiciones de trabajo, trabajo nocturno y trabajo por turnos, movilidad impuesta, salarios, etc.) La CGT defiende, por el contrario, el estatus de los derechos como contraparte de los deberes del ferroviario hacia su compañía.
Hemos aprendido de estas experiencias algunas lecciones:
1- Después del final del calendario inicial (28 de junio), la CGT impulsa nuevas jornadas, nos llama a "continuar la lucha" como parte de esta "movilización sin precedentes". En lugar de pedir nuevas acciones que solo pueden reproducir el fracaso de aquellos en los que ya hemos participado, la urgencia es reagruparse para discutir y ejercer nuestro pensamiento crítico.
La clase obrera no se libra de la instrucción, desde edades tempranas, de ideas apestosas: la competencia, cada uno para sí, la necesidad de aplastar a otros para sobrevivir. Frente a toda esta contaminación en las cabezas, la conciencia de clase es nuestra primera fortaleza. Esta conciencia solo puede afirmarse tomando el tiempo para debatir, para cuestionar las consignas, especialmente cuando provienen de los sindicatos que dicen ser nuestros defensores. Otros movimientos vendrán: será necesario reagruparse desde el principio para favorecer este estado de espíritu y evitar caer detrás de los eventos.
2- la situación actual está marcada por una insatisfacción general obrera. Pero nuestra lucha no fue tomada por nuestras propias manos, no buscó desbordar el marco tradicional del sindicato y las consignas propias de la SNCF. Pero la verdadera conciencia de la situación se basa en demandas comunes a los trabajadores contra todas las divisiones de las empresas, regiones, sectores, etc., ya que todos tenemos en común ser asalariados (o privados de empleo) por el Capital,
3- Más allá de la resistencia indispensable al gobierno y a la patronal, debemos dar a nuestra lucha un contenido mucho más amplio y radical. Los obreros son la clase cuyo trabajo es la fuente de la ganancia. Es por nuestro trabajo que Vinci, SNCF, Arcelor-Mittal, E. Leclerc, LU y otros capitalistas luchan en la carrera por la ganancia. No tenemos ninguna deber ni respeto para las empresas responsables de la explotación y la jerarquía.
El progreso técnico ya no debe servir para aumentar el desempleo y la precariedad. Debería utilizarse en su lugar para reducir drásticamente el tiempo de trabajo. Se está volviendo claro que el sistema capitalista se está hundiendo en una crisis. La defensa de nuestras condiciones de vida debe, por lo tanto, conducir a una lucha contra este sistema en su conjunto. No queremos servir a la máquina del dinero, sino deshacernos de ella.
Si este texto ha sido de su interés, si desea comentarlo, criticarlo,... contáctenos a: [email protected] [48]
Un colectivo de obreros
[1] Ver, entre otros, Apuntes sobre la cuestión sindical, https://es.internationalism.org/cci-online/201104/3103/apuntes-sobre-la-cuestion-sindical [49]
[2]También podemos referirnos a nuestra prensa, especialmente a la Revista Internacional No. 160 y a la Revolución Internacional No. 471 que contiene el artículo: “Movimientos sociales en Francia. ¿Qué lecciones se sacan de las últimas luchas?”
[3]Expresión francesa: “on a gagné que dalle!”
[4]En francés: “trompe l'oeil”
[5]TGV en francés: “trains à grande vitesse”
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Las migraciones que ocurren en distintos países de Latinoamérica y otras partes del mundo en la actualidad son el resultado directo de la incapacidad de la burguesía como clase dominante para garantizar la conservación de la vida de millones de seres humanos alrededor del planeta. Hundida hasta el cuello en el lodazal de la crisis económica mundial, no puede hacer otra cosa distinta a lo que es su naturaleza como clase explotadora: hacer pagar con sufrimientos y más miseria al proletariado y resto de capas no explotadoras, el precio de mantener a flote su putrefacto sistema.
En estos momentos grupos de migrantes de Honduras marchan hacia Veracruz México y hacia las fronteras de USA, advertidos por Trump de prepararles una bienvenida con el ejercito en sus fronteras. Los miles de personas que vienen de Honduras y otros países centroamericanos siguen avanzando, escapando de la miseria y violencia de su lugar de origen, para enfrentar nuevas formas de violencia y miseria en su próximo destino. Porque nadie escapa de la miseria y violencia que ofrece el capitalismo en su fase más grave de su decadencia, lo que llamamos Descomposición.
Lo mismo viene sucediendo con los trabajadores de Nicaragua, Venezuela, Marruecos, Siria, Birmania y otros países en el mundo, que vienen desplazándose en masas desesperadas y que más que una emigración, se trata de un éxodo propiamente dicho, un fenómeno social que manifiesta la agudización de la descomposición en diversas partes del planeta[1].
Solo en 2017, 68 millones de personas alrededor del mundo fueron forzadas a huir de sus hogares, debido a guerras y conflictos políticos, un fenómeno que no se había visto desde la segunda guerra mundial, según datos del Acuerdo de la ONU sobre migración de Marrakech, el número de personas desplazadas en los últimos 10 años suma ya 260 millones, el 3,4% de la población mundial . Países como Siria y Afganistán ya alcanzan una cifra de más de 6 millones de desplazados, Sudán del Sur y Birmania, cuentan también por millones los desplazados, la guerra civil en Yemen ha dejado más de tres millones de desplazados y unos 10 mil muertos[2]. Lo que está a la raíz de esta diáspora que busca huir de la miseria, del caos y la muerte, es la barbarie sin fin que produce el sistema capitalista.
Estos procesos migratorios responden a la desestabilización de la burguesia en todos esos países donde gran parte de la población trabajadora intenta escapar de la situación de miseria y tragedia que enfrenta en sus lugares día a día. La violencia e hiperinflación en Venezuela, la violencia de las pandillas “maras” y la pobreza que abraza a los trabajadores de Honduras, son una muestra de lo que viene sucediendo a nivel social y político en esos países. La burguesia de esos países al no poder plantear su proyecto e intereses con facilidad a toda la sociedad, se ve sacudida y convulsionada en todos sus niveles, en el caos político traducido muchas veces en conflictos de intereses entre diferentes facciones de la burguesia local, la corrupción generalizada y la violencia desatada también a nivel social sumergen a la sociedad en el caos la barbarie y la desesperación. Los capitalismos en estos países golpeados por las crisis y dictaduras políticas desde hace muchos años atrás siempre necesitan hundir las condiciones de vida de los trabajadores, atacando el nivel de precios y salarios, sumado a políticas de gobiernos populistas de izquierda y derecha o el extremo dictaduras militares, generando el caldo de cultivo perfecto o la bomba de tiempo que generan entre otras manifestaciones, estos éxodos de trabajadores que venimos presenciando el día de hoy[3].
Aunque se manifiestan en otro plano -el gobierno y el aparato político de la burguesía- el arribo al poder de Bolsonaro al gobierno de Brasil, que tras varios gobiernos de izquierda, llegue este populista de derecha para llenar ese vacío que la corrupción y fracaso en los gobiernos de izquierda han dejado, la situación en Perú muestra niveles nunca antes visto de corrupción ha desestabilizado a la burguesia de ese país, situación que ha generado ataques siempre directos a la clase obrera, precarizando cada vez las condiciones de trabajo de gran parte de la población e incrementándose cada vez más los índices de violencia, en todas sus formas, el enfrentamiento violento entre migrantes de Venezuela contra autoridades y pobladores de Ecuador ha mostrado una gran incapacidad por parte de la burguesia Ecuatoriana en dar alguna solución a este problema, en esa misma línea Venezuela sigue desarrollando una súper hiperinflación que empuja a ya 4 millones de personas a escapar desesperadamente del hambre y la violencia que contiene ese país.
Ante esto los estados no tienen otra mejor solución que incrementar las restricciones de acceso, control fronterizo le llaman, sumado a esto la ideología de la xenofobia comienza a desarrollarse, como ya se empezó a ver en Ecuador y Perú. Esta ideología más o menos viene siendo avivada por visiones populistas y de derecha, proveniente de grupos ciudadanos y frentes políticos[4]. Pero, la xenofobia no está asociada a determinados partidos o tendencias políticas (no apareció con Trump o Bolsonaro por ejemplo), ella emana de una forma de alienación producida por una sociedad que vive de la explotación del trabajo humano.
Nicaragua, junto a Honduras en Centroamérica vienen atravesando la misma suerte, cientos de trabajadores junto a sus familias vienen escapando de sus lugares de origen motivados por el miedo y el hambre impuesto por los Estados de aquellos países y por la violencia de sus pares, los Maras (Mara Salvatrucha abreviados como MS, Mara, MS-13)[5], pandillas criminales que controlan las ciudades y calles de estos países y otros países del norte de Centroamérica. Esta violencia sin límites que se desarrolla por ambos frentes, sirven muy bien a ciertos grupos estabilizados de las burguesías locales de aquellos países en algunos casos, en otros han perdido el control por completo generando más hundimiento de las sociedades y obligando a la clase obrera a escapar de ese círculo virtuoso de miseria. En plena descomposición galopante en estas zonas del planeta cualquier aspecto de estas sociedades puede ser un perfecto indicador de miseria.
Mientras la descomposición social del capitalismo avanza a pasos agigantados, la clase obrera sufre la presión del miedo, el hambre y la desesperanza. Las condiciones de pobreza que históricamente han caracterizado a sectores de la clase obrera en zonas del planeta como Centroamérica, hacen que parte del proletariado pueda reaccionar desesperadamente y en desbandada. Sin embargo, este escenario no debe confundirnos, el proletariado aún en estas dificultades no ha perdido ni su combatividad ni su capacidad de desarrollar su consciencia como clase revolucionaria. Es cierto que toda esta situación en torno a la descomposición está generando un hundimiento de todas las sociedades del planeta, amenazando con arrastrar a la clase obrera y a la humanidad entera en un caos total, de muerte y destrucción. En este contexto, solo el proletariado está en la capacidad de convertirse en un referente político para el resto de las capas no explotadoras, al plantear sobre una base autónoma, unida e internacional, la superación de las relaciones capitalistas de producción. Al mismo tiempo, esta misión histórica del proletariado necesita la acción de su vanguardia, una acción que tienda a la conformación de una organización política proletaria mundial, que es componente del esfuerzo del proletariado de desarrollar su consciencia política, que actúa en todo momento en defensa de los intereses de la clase trabajadora, pero que a su vez es capaz de advertir los peligros y las dificultades por las cuales pasa el proletariado en esta lucha por reafirmarse como clase revolucionaria e internacional para actuar de forma organizada y unida, como el bombardeo ideológico permanente que hacen los servidores del capital y también el terror y el terrorismo que diversas facciones de la burguesía operan contra las tentativas de lucha de los trabajadores.
En este sentido, el proletariado no debe caer en el derrotismo de las clases medias desmoralizadas, ni en los cantos de sirena de los populismos de izquierda o derecha, ni en la trampa y la confusión que promueven algunos sectores de las burguesías regionales, principalmente la venezolana, que consiste en presentar el origen de estas migraciones y el crecimiento del hambre y la pobreza que las impulsa, como el resultado de la “aplicación de un modelo comunista”; en realidad, es el capitalismo, que en su derrumbe arrastra a la humanidad y frente a lo cual, sólo el proletariado tiene la capacidad, actuando como clase revolucionaria, unida e internacional, de plantear una real perspectiva de superación de este atolladero destruyendo este sistema de miseria, explotación y muerte.
Lo que debería entenderse es que la clase obrera emigrante bajo la manifestación de éxodo desesperado es víctima de la barbarie capitalista y que esta misma barbarie no solo ataca a los emigrantes si no también a todo el conjunto del proletariado mundial, tanto en Sudamérica, Europa, Asia, etc. Estos éxodos que venimos presenciando de Marruecos a Nicaragua, de Honduras a Venezuela, solo demuestran la barbarie a que nos arrastra el capitalismo y manifiesta abiertamente los golpes a las condiciones de vida de los obreros nativos y extranjeros en todos los países.[6]
El rechazo al migrante se repite en otros países de Latinoamérica como Brasil, Colombia, Ecuador o Perú, como resultado de una situación de crisis económica y social que despierta reacciones humanas instintivas en medio de una competencia feroz por sobrevivir, el temor a perder el empleo, el nacionalismo, dan origen a ideologías irracionales como la xenofobia, cuyas raíces están en la división de la sociedad en clases, naciones, culturas y en el hecho de que la fuerza de trabajo se convierte en la principal y única mercancía que el obrero puede vender para vivir.
En esas mismas líneas, la burguesía llámese populista de los Trump, Salvini, Orban, Le Pen o del nuevito Bolsonaro en Brasil o las del otro extremo de la burguesía democrática llámese, Merkel, Sánchez, Macron, López, Vizcarra, Moreno, ambas son burguesías y representan el mismo enemigo para el proletariado. Ambos bandos capitalistas se hagan llamar populistas, derecha “civilizada” e izquierda “humanitaria” son el mismo enemigo de la clase obrera.
La crisis masiva migratoria es una manifestación de la descomposición social del capitalismo, el hundimiento sistemático de las sociedades del planeta y la barbarie sin fin, son manifestaciones permanentes de este pútrido sistema. A pesar de que muchos han tenido que emigrar para poder sobrevivir, el proletariado no está derrotado, sigue resistiendo a los ataques a sus condiciones de vida (en Venezuela ha habido cerca de 11 mil protestas en lo que va del año), así como también lo hacen otras capas de la población, mostrando su indignación social.
Debemos seguir pensando que la única salida a esta terrible situación que tenemos frente a nosotros es la lucha decidida, unida e internacional del proletariado la que podrá guiar al resto de las capas sociales y que por su naturaleza como clase y fuerza social internacional puede afirmar por encima de todo que la CLASE OBRERA, NATIVA O EXTRANJERA, SIGUE SIENDO LA MISMA EN CUALQUIER LUGAR EN QUE SE ENCUENTRE, MARCANDO ASI LA PERSPECTIVA REAL DE SUPERACION DE SU MISERIA A ESCALA PLANETARIA.
Internacionalismo, sección en Perú de la Corriente Comunista Internacional
[1] https://es.internationalism.org/content/4359/marruecos-protesta-contra-la-barbarie-capitalista-los-emigrantes [51]
[2] El Comercio, 26 de agosto 2018, periódico, Perú
[3] Ver nuestras "TESIS SOBRE LA DESCOMPOSICION [52]".
[4] Ver https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201712/4258/para-lucha-contra-el-racismo-hay-que-luchar-contra-el-capitalismo [53]
[5] Mara Salvatrucha (generalmente abreviado como MS, Mara, y MS-13) es una organización internacional de pandillas criminales asociadas que se originaron en Los Ángeles [54] y se han expandido a otras regiones de Estados Unidos [55] , Canadá [56] , México [57], el norte de Centroamérica [58] (Guatemala [59], El Salvador [60], Honduras [61], ) y en el sur de Europa (en Italia [62] y España [63]).
[6] Ver Crisis de la emigración en la frontera hispano – marroquí: la hipocresía de la burguesía democrática. https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200510/206/crisis-de-la-emigracion-en-la-frontera-hispano-marroqui-la-hipocresia-d [64]
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El 10 de octubre, dos camioneros del departamento de Seine-et-Marne lanzaron el 17 de noviembre un llamamiento a una manifestación por Facebook titulada: "Bloqueo nacional contra el aumento de los precios del combustible". Su mensaje se transmitió rápidamente por todas las redes sociales, reuniendo a más de 200.000 personas "interesadas". Las iniciativas y los llamamientos se multiplican. Sin sindicatos ni partidos políticos, se programan espontáneamente toda una serie de acciones, mítines y bloqueos. Resultado: el 17 de noviembre, según el Gobierno, 287.710 personas, repartidas en 2.034 puntos, paralizan cruces, rotondas, autopistas, peajes, aparcamientos de supermercados, etc. Estas cifras oficiales (¡y de admirable precisión!), emitidas por el Ministerio del Interior, fueron subestimadas en gran medida y de forma voluntaria. Según los "chalecos amarillos" eran más del doble. Los días siguientes, se mantienen algunos bloqueos, otros son más puntuales y aleatorios, movilizando a unos pocos miles de personas cada día. Unas diez refinerías de Total se ven interrumpidas por la acción simultánea de la CGT y de los "chalecos amarillos". El 24 de noviembre se lanza una nueva gran jornada de acción, denominada "2º Acto: Toda Francia a París". El objetivo es bloquear los lugares de prestigio y de poder de la capital: la avenida de los Campos Elíseos, la Plaza de la Concordia, el Senado y, sobre todo, el Elíseo[1]. "Hay que dar un golpe de gracia y acudir a París por todos los medios posibles (coche compartido, tren, autobús, etc.). ¡A París, porque allí está el gobierno! ¡Esperamos a todos, camiones, autobuses, taxis, VTC, agricultores, etc. ¡A todos!", proclama Eric Drouet, camionero de Melun, co-iniciador del movimiento y protagonista de la movilización. Finalmente no habrá tal mitin unitario, ya que muchos "chalecos amarillos" prefieren manifestarse localmente, a causa, a menudo, del coste del transporte. Sobre todo, la movilización ha bajado drásticamente. Sólo 8.000 manifestantes en París, 106.301 en toda Francia y 1.600 acciones. Aunque esas cifras gubernamentales subestiman fuertemente la realidad de la movilización, la tendencia es claramente a la baja. Sin embargo, en el movimiento, muchas voces afirman que están ganando. Lo más importante para los "chalecos amarillos" son estas imágenes de los Campos Elíseos "ocupados durante todo un día", que dan testimonio de "la fuerza del pueblo contra los poderosos"[2] Así, esa misma tarde, por Facebook también, se lanza la convocatoria para un tercer día de acción, previsto para el sábado 1º de diciembre: "Tercer Acto: ¡Macron dimisión!", destacando dos reivindicaciones: "aumento del poder adquisitivo y la supresión de los impuestos sobre el carburante".
Todos los periodistas, políticos y demás "sociólogos" destacan la naturaleza sin precedentes del movimiento: espontáneo, fuera de todo marco sindical o político, proteico, organizado principalmente a través de redes sociales, relativamente masivo, globalmente disciplinado, que evita por lo general las destrucciones y los enfrentamientos, etc. Este movimiento se describe, a lo largo y ancho de columnas de periódicos y platós de televisión, como un "OVNI sociológico".
Iniciado por los camioneros, el movimiento moviliza, como escribe su iniciador Éric Drouet, "camiones, autobuses, taxis, VTCs, agricultores", pero no sólo eso. Muchos pequeños empresarios "abrumados por los impuestos" también están presentes. Trabajadores asalariados, precarios, desempleados o jubilados llevan "chaleco amarillo" forman el mayor contingente. “Los ‘chalecos amarillos’ son más bien una Francia de empleados, cajeras de supermercados, técnicos, asistentes de guardería, que quieren defender el estilo de vida que han elegido para sí mismos: vivir un poco en las afueras, en paz, con vecinos que se les parecen, en un adosado con jardín, para quienes el ‘‘tocarles’’ el coche, aumentando los impuestos sobre el gasóleo, es como cuestionar su espacio privado", como analiza Vincent Tiberi. Según este profesor de Políticas de Burdeos, los "chalecos amarillos" "no sólo representan la Francia periférica, la Francia de los olvidados. Encarnan más bien lo que el sociólogo Olivier Schwartz llama la ‘pequeña clase media’. Trabajan, pagan impuestos, ganan demasiado para ser ayudados y no lo suficiente para vivir bien"[3].
De hecho, la magnitud de esta movilización es sobre todo testimonio de la inmensa cólera que ruge en las entrañas de la sociedad, y en particular en la clase obrera, ante la política de austeridad del gobierno de Macron. Oficialmente, según el Observatorio Francés de Coyunturas Económicas, la renta disponible anual de los hogares (es decir, lo que queda después de impuestos y contribuciones) se redujo en una media de 440 euros entre 2008 y 2016. Esto es sólo una parte muy pequeña de los ataques contra la clase obrera. A este aumento generalizado de los impuestos de todo tipo se suma el aumento del desempleo, la sistematización del empleo precario, la administración pública incluida, la inflación que afecta especialmente a las necesidades básicas, el precio inasequible de la vivienda, etc. La pobreza está incrementándose inexorablemente y, con ella, el miedo al futuro. Pero, más importante aún, lo que alimenta esta inmensa ira según los "chalecos amarillos" es "el sentimiento de ser despreciado"[4].
Ese sentimiento dominante de sentirse "despreciados", ninguneados por los gobernantes, el deseo de ser escuchado y reconocido por "los de arriba", para usar la terminología de los "chalecos amarillos", explica el medio de acción elegido: que se les vea con chalecos amarillos fluorescentes, bloqueando las carreteras, yendo al Senado o al Elíseo bajo las ventanas de la gran burguesía, ocupando "la avenida más hermosa del mundo"[5].
Los medios de comunicación y el gobierno destacan la destrucción y la violencia para hacer creer a la gente que cualquier lucha contra el incremento del coste de vida y el deterioro de las condiciones de vida de los explotados sólo puede conducir al caos y la anarquía con actos de violencia y vandalismo indiscriminados. Los medios de comunicación a las órdenes de la burguesía, especialistas en amalgamas, quieren hacer creer que los "chalecos amarillos" son "extremistas" que además lo único que quieren es "dar caña a la policía"[6] ¡Son las fuerzas de la represión las que, sobre todo, atacan y provocan! En París, el 24 de noviembre, dispararon sin cesar lacrimógenas, como tampoco cesaron las cargas de CRS[7] contra grupos de hombres y mujeres que marchaban tranquilamente hacia los Campos Elíseos. Además, ese día hubo pocos escaparates rotos[8], a diferencia cuando se celebró la victoria de Francia en el Mundial de Fútbol, en el mismo lugar cuatro meses antes. Aunque sí había algunos excitados "chalecos amarillos" que buscaban camorra con la policía ("black-blocks" o esbirros de "ultraderecha"), la gran mayoría no quería romper ni destruir nada. No querían ser "rompedores", sino "ciudadanos" "respetados" y "escuchados". Por eso, el llamamiento al "Tercer Acto" enfatiza que "habrá que hacerlo bien. Nada de destrucciones y sí 5 millones de franceses en la calle". E incluso: "Para asegurar nuestros próximos encuentros, proponemos la creación de "chalecos rojos", que se encargarán de expulsar a los destructores de nuestras filas. Sobre todo, no debemos perder la simpatía la población. Cuidemos nuestra imagen, amigos.”
El movimiento de los "chalecos amarillos", sí que tiene algo en común y revelador con la celebración de la selección francesa de fútbol: la presencia por todas partes de la bandera tricolor y de banderas regionales, el himno nacional cantado una y otra vez, el orgullo palpable de ser "el pueblo francés". Un "pueblo francés" que, unido, sería capaz de hacer doblegarse a los poderosos. La referencia en muchas mentes es la Revolución Francesa de 1789 cuando no la Resistencia de 1939-1945[9].
Ese nacionalismo exaltado, esa referencia al "pueblo", esas súplica a los poderosos, revela la verdadera naturaleza de este movimiento. La gran mayoría de los "chalecos amarillos" son trabajadores activos o jubilados empobrecidos, pero están en ese movimiento como ciudadanos del "pueblo de Francia" y no como miembros de la clase obrera. Se trata claramente de un movimiento interclasista en el que se mezclan todas las clases y capas no explotadoras de la sociedad. Son trabajadores (trabajadores, desempleados, precarios, jubilados) y pequeñoburgueses (artesanos, profesiones liberales, pequeños empresarios, agricultores y ganaderos). Parte de la clase obrera se ha puesto a remolque de los iniciadores del movimiento (pequeños empresarios, camioneros, taxistas, conductores de ambulancias). A pesar de la legítima ira de los "chalecos amarillos", entre los cuales muchos proletarios que no alcanzan "a fin de mes", este movimiento no es un movimiento de la clase obrera. Es un movimiento iniciado por pequeños empresarios que están cabreados por el aumento de los precios de los combustibles. Como lo atestiguan estas palabras del camionero que inició el movimiento: "Os esperamos a todos, camioneros, dueños de autobuses, taxistas, VTCs, agricultores etc. "¡A todos!". "A todos" y a todo "el pueblo francés" detrás de los camioneros, taxistas, agricultores, etc. Los trabajadores se encuentran ahí, diluidos en el "pueblo", atomizados, separados unos de otros como otros tantos individuos-ciudadanos, mezclados con los pequeños patrones, muchos de los cuales forman parte del electorado del hoy llamado Rassemblement National (Reunificación Nacional, el ex Frente Nacional de los Le Pen).
El terreno podrido en el que se ha embarcado un gran número de proletarios, entre los más empobrecidos, ¡no es el de la clase obrera! En este movimiento "apolítico" y "antisindical", ¡no hay ningún llamamiento a la huelga y a su extensión a todos los sectores! Ninguna convocatoria a asambleas generales soberanas en las empresas para discutir y reflexionar juntos sobre las acciones que llevar a cabo para desarrollar y unificar la lucha contra los ataques del gobierno. Este movimiento de revuelta "ciudadana" es una trampa para ahogar a la clase obrera en el "pueblo de Francia", del que las camarillas burguesas se han hecho forofos. Desde Marine Le Pen hasta Olivier Besancenot, Mélenchon y Laurent Wauquiez[10], "todos" van de hinchada, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda del capital, para apoyar este movimiento interclasista, con su veneno nacionalista.
En efecto, es la naturaleza interclasista del movimiento de "chalecos amarillos" lo que explica por qué Marine Le Pen saluda un "movimiento legítimo" del "pueblo francés"; por qué Nicolas Dupont-Aignan, presidente de Debout La France[11], apoya este movimiento: "Debemos bloquear a toda Francia (...), la población francesa debe decirle a este gobierno: ¡basta ya!" ¿Por qué Laurent Wauquiez, presidente de Les Républicains, llama a los "chalecos amarillos" "personas dignas y decididas, que sólo quieren que se oigan las dificultades de la Francia que trabaja"?, ¿por qué el diputado Jean Lassalle, jefe de Résistons[12], es una de las figuras del movimiento con su chaleco amarillo en la Asamblea Nacional y en la calle? Pues porque la derecha y la extrema derecha reconocen claramente en los "chalecos amarillos" un movimiento que para nada pone en peligro el sistema capitalista. Sobre todo, lo ven como una forma muy eficaz de debilitar a su principal competidor en las próximas elecciones, la camarilla de Macron, cuya autoridad y capacidad para gestionar la paz social se está socavando gravemente.
En cuanto a la izquierda y la extrema izquierda, denuncian la recuperación de la derecha y la extrema derecha, rechazan a los "fachas que contaminan el movimiento", y lo apoyan más o menos abiertamente. Tras una espera prudencial, Jean-Luc Mélenchon, al frente de La France Insoumise, va ahora con su estilo palabrero saludando "el movimiento revolucionario de amarillo", un movimiento "popular" y "de masas". Hay que decir que ahí está como pez en el agua, él y su Francia insumisa, sus banderas azul-blanco-rojas, su bufanda tricolor que saca en cuanto puede, y su voluntad de "federar al pueblo contra la oligarquía" en las urnas.
El apoyo de todos los sectores del espectro político burgués,[13] y especialmente de la derecha y la extrema derecha, muestra que el movimiento de los "chalecos amarillos" no es de naturaleza proletaria y no tiene nada que ver con la lucha de clases. Si todos estos partidos del aparato político de la burguesía utilizan a los "chalecos amarillos" para debilitar a Macron, con la esperanza de cosechar los beneficios electorales, saben que este movimiento no fortalece en modo alguno la lucha del proletariado contra su explotación y opresión[14].
En este tipo de movimiento interclasista, el proletariado no tiene nada que ganar porque siempre es la pequeñoburguesía la que da el tono al movimiento (y dicho sea de paso, en Francia, el amarillo es el color… ¡de los esquiroles!). Además, entre los ocho portavoces designados el 26 de noviembre, hay una abrumadora mayoría de propietarios de pequeñas empresas o autoempresarios.
Son pues los objetivos de la pequeñaburguesía, sus consignas, sus métodos de lucha lo que se imponen a todos. En apariencia, esa capa social es muy radical. Al estar aplastada y desclasada por el Capital, su ira puede explotar violentamente, denunciando la injusticia e incluso la barbarie de la gran burguesía y su Estado. Pero en el fondo, a lo que aspira es a ser "reconocida", y no a ser "despreciada" por las élites de "arriba", o mejor dicho, para algunos de sus miembros que sueñan con elevarse hacia las capas superiores de la burguesía, y para que eso ocurra su negocio debe florecer. Eso es lo que explica sus reivindicaciones a través del movimiento de los "chalecos amarillos": un gasoil más barato y menos impuestos para que sus empresas funcionen y se desarrollen, con sus acciones de bloqueo de carreteras, unas capas vestidas de amarillo para ser vistas y honradas, concentrándolo todo en la persona de Macron ("¡Macron dimite!") todo un símbolo del deseo de ser califa en lugar del califa, y una ocupación de "la avenida más hermosa del mundo", escaparate real y simbólico del lujo capitalista.
El movimiento de los "chalecos amarillos" también está infiltrado, aunque no sea masivamente, por la ideología del populismo. Un movimiento "inédito", "proteico", que dice estar en contra de los partidos políticos, denunciando la inercia de los sindicatos y.... ¡apoyado desde el principio por Marine Le Pen! No fue una coincidencia desafortunada, o el resultado de un pequeño grupo de individuos a contracorriente del movimiento, si el 20 de noviembre, unos "chalecos amarillos", al descubrir migrantes escondidos en un camión cisterna, los denunciaron a la gendarmería. Algunos manifestantes quisieron salvar a aquellos migrantes que arriesgaban sus vidas encerrados en las cisternas, pero otros los entregaron deliberadamente. Los comentarios de algunos "chalecos amarillos" durante el arresto filmados y difundidos dan náuseas: "¿Sonríes, hijo de puta?", "¡Cuerda de hijos de puta!", "Una vez más, van a servir para sacarnos más impuestos", y así.
La magnitud de este movimiento interclasista se explica por la dificultad de la clase obrera para expresar su combatividad a causa de todas las maniobras sindicales para sabotear las luchas (como hemos visto recientemente con la larga "huelga intermitente" en la SNCF, los ferrocarriles franceses,). Por eso el descontento contra los sindicatos que existe dentro de la clase obrera está siendo recuperado por quienes iniciaron el movimiento. Lo que muchos partidarios del movimiento de los "chalecos amarillos" quieren transmitir es que los métodos de lucha de los proletarios (huelgas, asambleas generales soberanas y manifestaciones de masas, comités de huelga, etc.) no llevan a ninguna parte. O sea que, a partir de ahora, habría que confiar en los pequeños empresarios (que protestan contra los impuestos y los aumentos de impuestos) para encontrar otros métodos de lucha contra "la vida cara", reuniendo a todo el "pueblo de Francia"!
Muchos obreros en "chaleco amarillo" culpan a los sindicatos porque no "hacer su trabajo". Ahora vemos que la CGT intenta correr detrás convocando una nueva "jornada de acción" para el 1º de diciembre. Podemos estar seguros de que la CGT y los demás sindicatos seguirán "haciendo su labor", la de encuadrar la combatividad de los trabajadores para evitar cualquier movimiento espontáneo en un terreno de clase.
Muchos trabajadores se han movilizado contra la pobreza, los incesantes ataques económicos, el desempleo, la inseguridad laboral... Pero al unirse a los "chalecos amarillos", estos trabajadores han perdido temporalmente el rumbo, poniéndose a remolque de un movimiento que lleva a un callejón sin salida.
La clase obrera debe defender sus condiciones de vida en su propio terreno, como clase autónoma, contra la unión sagrada de todos los "anti-Macron" que manipulan la ira de los "chalecos amarillos" para ganar la mayor cantidad de votos en las elecciones. No debe delegar y confiar su lucha en capas sociales reaccionarias, ni en los partidos que pretenden apoyarlas, ni en los sindicatos que son sus falsos amigos. Todo "ese bonito plantel", cada uno con su propio dogma, ocupa y escruta por los cuatro costados el ámbito social para impedir que se afirme la lucha de clases autónoma de los proletarios.
Cuando la clase obrera se afirma como clase autónoma desarrollando una lucha masiva, en su propio terreno de clase, arrastra trás ella a una parte cada vez mayor de la sociedad, tras sus propios métodos de lucha y consignas unitarias, y finalmente su propio proyecto revolucionario para la transformación de la sociedad. En 1980, en Polonia, se inició un gran movimiento de masas a partir de los astilleros de Gdansk tras el aumento del precio de los productos de primera necesidad. Para enfrentarse al gobierno y hacerlo retroceder, los obrero se agruparon, se organizaron como clase contra la burguesía "roja" y su estado estalinista[15] Las demás capas de la población se unieron ampliamente a aquella lucha masiva de la clase explotada.
Cuando el proletariado desarrolla su lucha, son las asambleas masivas, soberanas y generales abiertas a "todo el mundo" lo que están en el centro del movimiento, lugares donde los proletarios pueden organizarse juntos, reflexionar sobre consignas unitarias, sobre el futuro[16]. No hay sitio entonces para el nacionalismo, sino que, al contrario, los corazones vibran por la solidaridad internacional pues “los proletarios no tienen patria” Por eso los obreros deben negarse a cantar la Marsellesa y a ondear la bandera tricolor, la bandera de los versalleses que asesinaron a 30.000 proletarios en la Comuna de París en 1871.
Hoy, la clase explotada tiene dificultades para reconocerse a sí misma como clase, y como única fuerza en la sociedad capaz de establecer una relación de fuerzas a su favor contra la burguesía. La clase obrera es la única clase de la sociedad capaz de ofrecer un futuro a la humanidad, desarrollando sus luchas, en su propio terreno, por encima de todas las divisiones corporativistas, sectoriales y nacionales. Hoy, los proletarios hierven de rabia, pero no saben cómo luchar para defender sus condiciones de vida frente a los crecientes ataques de la burguesía. Han olvidado sus propias experiencias de lucha, su capacidad de unirse y organizarse sin esperar instrucciones de los sindicatos.
A pesar de la dificultad del proletariado para recuperar su identidad de clase, el futuro sigue perteneciendo a la lucha de clases. Todos aquellos que son conscientes de la necesidad de la lucha proletaria deben tratar de agruparse, discutir, aprender las lecciones de los últimos movimientos sociales, reflexionar sobre la historia del movimiento obrero y no ceder a las sirenas aparentemente radicales de las movilizaciones "ciudadanas", "populares" e interclasistas de la pequeña burguesía!
"La autonomía del proletariado frente a las demás clases de la sociedad es la condición esencial para el desarrollo de todas sus luchas hacia su objetivo revolucionario. Todas las alianzas interclasistas y particularmente las que se proponen con fracciones concretas de la burguesía, no conducen más que a su desarme ante el enemigo, a hacerle abandonar el único terreno donde puede templar sus fuerzas: su terreno de clase."[17].
Révolution Internationale, periódico de la CCI en Francia, 25 de noviembre de 2018
[1] Palacio donde reside el presidente de la República Francesa
[2] Testimonio recogido por militantes de la CCI en los Campos Elíseos.
[3] « Les chalecos amarillos, un mouvement inédit dans l’histoire française”, Le Parisien (24 novembre 2018).
[4] Esa idea es omnipresente en las redes sociales.
[5] Es el título que se le da en Francia a los Campos Elíseos
[6] Cabe señalar que tal mensaje no se hizo pasar de manera directa, sino “subliminal” : en BFM-TV (el principal canal ‘‘todo noticias”), por ejemplo, mientras que periodistas y “especialistas” insistían en que había que distinguir entre “verdaderos chalecos amarillos” y “destructores”, en la pantalla las imágenes de destrucciones en los Campos Elíseos pasaban “en bucle” hasta la saciedad.
[7] Compañías Republicanas de Seguridad, policía especialista en el mantenimiento del orden.
[8] Los deterioros se debieron sobre todo a las barricadas hechas con mobiliario urbano y a los proyectiles disparados por la policía.
[9] En los Campos Elíseos podía oírse a algunos « chalecos amarillos » afirmar que “Con Macron hay que hacer como la Résistancia con los “boches” (despectivo por “alemán”), acosarlo día tras día hasta que se vaya”.
[10] El primero es el portavoz del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) último avatar del trotskismo (ex Liga Comunista Revolucionaria). Melanchon es el dirigente de Francia Insumisa, un partido formado por descontentos del PS (del que Melanchon fue dirigente), del PC, izquierdistas y otros. Wauquiez es el jefe de Los Republicanos, o sea la derecha (Sarkozy)
[11] O “¡Arriba Francia!”, pequeño grupo de ultraderecha próximo al RN de Le Pen.
[12] « Resistamos”. Lassalle, diputado ex centrista y un tanto folclórico.
[13] Incluidos el NPA citado y LO (Lutte Ouvrière, otro partido trotskista).
[14] Solo el mundo sindical ha criticado con fuerza a los “chalecos amarillos”, como también los “chalecos amarillos” rechazan en gran medida todo control sindical.
[15] Ver nuestro artículo en Revista Internacional nº 27 Un año de luchas obreras en Polonia, /content/2318/un-ano-de-luchas-obreras-en-polonia [68] .
[16] Una de las consignas principales de los Indignados en 2011 era: “Desde la plaza Tahrir a la Puerta del Sol”, subrayando así el sentimiento de los manifestantes en España de estar vinculados a quienes se habían movilizado semanas antes en los países árabes con peligro por sus vidas. Ver De la Plaza Tahir a la Puerta del Sol, https://es.internationalism.org/cci-online/201105/3106/de-la-plaza-tahrir-a-la-puerta-del-sol [69] ; 2011, de la indignación a la esperanza, /content/3349/2011-de-la-indignacion-la-esperanza [70] y Huelga del metal de Vigo, los métodos proletarios de lucha, /content/910/huelga-del-metal-de-vigo-los-metodos-proletarios-de-lucha [71]
[17] Plataforma de la CCI adoptada en su Primer congreso (enero de 1976) : https://es.internationalism.org/print/book/export/html/3550 [72]
Links
[1] https://es.internationalism.org/files/es/chalecos-es-2.pdf
[2] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm
[3] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gcfran/index.htm
[4] https://es.internationalism.org/content/4164/lecciones-de-la-comuna-de-paris
[5] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200
[6] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/francia
[7] https://es.internationalism.org/en/tag/3/45/descomposicion
[8] https://es.internationalism.org/files/es/trade_wars.pdf
[9] https://www.wsj.com/articles/trump-says-hes-preparing-tariffs-on-further-267-billion-in-chinese-imports-1536340041
[10] https://es.internationalism.org/content/3451/tesis-sobre-la-crisis-economica-y-politica-en-los-paises-del-este
[11] https://www.ft.com/content/0c7ecae2-8cfb-11e8-bb8f-a6a2f7bca546
[12] https://es.internationalism.org/content/4366/la-ruta-china-de-la-seda-hacia-la-dominacion-imperialista
[13] https://www.theguardian.com/us-news/2018/may/03/donald-trump-trade-economists-warning-great-depression
[14] https://es.internationalism.org/content/4350/analisis-de-la-evolucion-reciente-de-las-tensiones-imperialistas
[15] https://www.theguardian.com/commentisfree/2018/jun/11/trump-world-order-who-will-stop-him
[16] https://www.theguardian.com/business/2018/jul/01/trump-will-soon-find-that-winning-a-trade-war-is-not-that-easy
[17] https://es.internationalism.org/content/4345/elecciones-en-italia-el-populismo-es-un-problema-para-la-burguesia-un-obstaculo-para-el
[18] https://es.internationalism.org/en/tag/2/27/el-capitalismo-de-estado
[19] https://es.internationalism.org/en/tag/3/46/economia
[20] https://es.internationalism.org/files/es/hoja_intervencion_sobre_chalecos_amarillos.pdf
[21] https://es.internationalism.org/en/tag/2/29/la-lucha-del-proletariado
[22] https://es.internationalism.org/content/4320/alemania-1918-2018-la-revolucion-proletaria-mundial-es-necesaria-y-sigue-siendo-posible
[23] https://es.internationalism.org/revista-internacional/197503/132/la-izquierda-comunista-de-alemania
[24] https://es.internationalism.org/revista-internacional/198902/2488/la-revolucion-alemana-ii-1918-1919
[25] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199301/3150/documento-el-aplastamiento-del-proletariado-aleman-y-la-ascension-
[26] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199507/1822/i-los-revolucionarios-en-alemania-durante-la-ia-guerra-mundial-y-l
[27] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199512/1817/ii-los-inicios-de-la-revolucion
[28] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199601/1786/iii-la-insurreccion-prematura
[29] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199607/1773/iv-fraccion-del-spd-o-nuevo-partido
[30] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199701/1233/vi-el-fracaso-de-la-construccion-de-la-organizacion
[31] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199704/2782/vii-la-fundacion-del-kapd
[32] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199707/1223/viii-el-golpe-de-kapp-la-extrema-derecha-pasa-a-la-ofensiva-la-dem
[33] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1197/revista-internacional-n-93-2-trimestre-de-1998
[34] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199804/1202/ix-la-accion-de-marzo-de-1921-o-el-peligro-de-la-impaciencia-peque
[35] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199812/1186/x-el-reflujo-de-la-oleada-revolucionaria-y-la-degeneracion-de-la-i
[36] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199904/1171/xi-la-izquierda-comunista-y-el-conflicto-entre-el-estado-ruso-y-lo
[37] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199907/1163/xii-1923-la-burguesia-quiere-infligir-una-derrota-a-la-clase-obrer
[38] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199912/1154/xiii-1923-ii-una-derrota-que-rubrica-el-fin-de-la-oleada-revolucio
[39] https://es.internationalism.org/content/2279/i-frente-la-guerra-el-proletariado-revolucionario-reanuda-con-sus-principios
[40] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200808/2338/ii-1918-19-de-la-guerra-a-la-revolucion
[41] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200810/2709/iii-1918-19-la-formacion-del-partido-la-ausencia-de-la-internacion
[42] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200904/2536/iv-1918-1919-la-guerra-civil-en-alemania
[43] https://es.internationalism.org/content/2566/v-el-terror-dirigido-por-la-socialdemocracia-contra-la-clase-obrera-preparo-el-terreno
[44] https://es.internationalism.org/en/tag/historia-del-movimiento-obrero/1919-la-revolucion-alemana
[45] https://es.internationalism.org/en/tag/2/37/la-oleada-revolucionaria-de-1917-1923
[46] https://es.internationalism.org/files/es/lucha_de_los_trabajadores_de_la_sncf_-_un_colectivo_de_trabajadores_realiza_el_balance.pdf
[47] mailto:[email protected]
[48] mailto:[email protected]
[49] https://es.internationalism.org/cci-online/201104/3103/apuntes-sobre-la-cuestion-sindical
[50] https://es.internationalism.org/files/es/migraciones_exodos.pdf
[51] https://es.internationalism.org/content/4359/marruecos-protesta-contra-la-barbarie-capitalista-los-emigrantes
[52] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[53] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201712/4258/para-lucha-contra-el-racismo-hay-que-luchar-contra-el-capitalismo
[54] https://es.wikipedia.org/wiki/Los_%C3%81ngeles
[55] https://es.wikipedia.org/wiki/Estados_Unidos
[56] https://es.wikipedia.org/wiki/Canad%C3%A1
[57] https://es.wikipedia.org/wiki/M%C3%A9xico
[58] https://es.wikipedia.org/wiki/Centroam%C3%A9rica
[59] https://es.wikipedia.org/wiki/Guatemala
[60] https://es.wikipedia.org/wiki/El_Salvador
[61] https://es.wikipedia.org/wiki/Honduras
[62] https://es.wikipedia.org/wiki/Italia
[63] https://es.wikipedia.org/wiki/Espa%C3%B1a
[64] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200510/206/crisis-de-la-emigracion-en-la-frontera-hispano-marroqui-la-hipocresia-d
[65] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/america-central-y-sudamerica
[66] https://es.internationalism.org/en/tag/2/25/la-decadencia-del-capitalismo
[67] https://es.internationalism.org/files/es/chalecos.pdf
[68] https://es.internationalism.org/content/2318/un-ano-de-luchas-obreras-en-polonia
[69] https://es.internationalism.org/cci-online/201105/3106/de-la-plaza-tahrir-a-la-puerta-del-sol
[70] https://es.internationalism.org/content/3349/2011-de-la-indignacion-la-esperanza
[71] https://es.internationalism.org/content/910/huelga-del-metal-de-vigo-los-metodos-proletarios-de-lucha
[72] https://es.internationalism.org/print/book/export/html/3550