Luchas en Vitoria: el sindicalismo y la democracia contra la clase obrera

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En el contexto de una recuperación de su combatividad por la clase obrera a nivel mundial, de la ola de luchas masivas especialmente en Reino Unido y Francia[1], la clase obrera en España también tiende a luchar en su propio terreno, el de la defensa de sus condiciones de vida y de su solidaridad de clase. Las luchas se multiplican en el último mes, especialmente en Sanidad y Justicia, y afectan a cada vez más sectores. Cabe destacar igualmente las luchas en Vigo en torno a los compañeros del metal.

Sin embargo, no lo hacen sin tener que hacer frente a las innumerables trampas que orquesta el pulpo del Estado democrático totalitario, con sus múltiples y venenosos tentáculos. En España tenemos un reparto de tareas entre los grandes sindicatos que se dicen “de clase” (CCOO y UGT) y todo un conjunto de sindicatos de muchos tipos (corporativos, de base, “radicales” etc.)

CCOO y UGT adoptan una actitud “moderada” y de “perfil bajo”. Han firmado un acuerdo con la patronal que impone una baja brutal de salarios[2] y procuran evitar las huelgas y cuando las convocan lo hacen de la manera más aislada posible para que no tengan repercusión en el resto de los obreros. Esta actitud viene de la incomodidad de tener al “gobierno de izquierdas más progresista de la historia” lo que no les permite ponerse en plan de “agitadores” pues ello entrañaría el riesgo de poner en evidencia que la democracia de izquierdas es el vestido que le conviene a la burguesía cuando necesita decorar su dictadura de clase y preparar el terreno para sus ataques a los trabajadores. La UGT, por ejemplo, no tuvo ningún reparo en poner una barrera entre los trabajadores de Francia y España al declarar su “solidaridad con las luchas en Francia frente a un Macron demasiado duro”, pero que en cambio en España todo iría mucho mejor[3]. En Madrid, sin embargo, responsabilizando a la presidenta Ayuso del PP y desviando la lucha hacia la anti-privatización y contra la derecha[4], los grandes sindicatos se vieron forzados a hacer algo por la presión de los trabajadores de la educación y la sanidad, que tendían a converger en su lucha.

Son las plataformas, los sindicatos corporativos, de base, nacionalistas, “radicales” los que más dominan un terreno social cada vez más caldeado y difícil de manejar sin perder su apariencia radical. Son los encargados de movilizar aquí y allá, por sectores y de forma dispersa las numerosas expresiones de combatividad que también están cada vez más presentes en los trabajadores de diferentes sectores.

Hemos de recordar que en julio del año pasado en Vitoria hubo fuertes expresiones de combatividad que partieron de los obreros del pequeño metal los cuales “se dirigieron a los obreros de Mercedes Benz (MB), donde la mitad de la plantilla paró en solidaridad. Esta solidaridad es el arma primordial del proletariado. Sin embargo, los sindicatos, brazo fundamental del Estado para el sabotaje de las luchas obreras, consiguieron que la huelga en MB se aislara en un problema de MB, el sexto turno (introducir el trabajo los sábados). Al separar y oponer dos reivindicaciones que podían y debían UNIRSE (la solidaridad con los compañeros del metal y la lucha contra el 6º turno) estos sindicatos encerraron la lucha de MB en el aislamiento y con ello tanto los compañeros del pequeño metal como los de MB fueron a la derrota, perdiendo la fuerza más vital que es LA SOLIDARIDAD”[5].

En estas condiciones, Vitoria, una ciudad con una historia de luchas obreras[6] y que contiene algunas de las mayores concentraciones obreras del País Vasco (al menos entre Mercedes Benz y Michelin), ha vuelto a ser el escenario de luchas de los trabajadores en su propio terreno.

Las luchas en Michelin

A finales de mayo veíamos cómo los pequeños sindicatos minoritarios del comité de empresa de Michelin-Vitoria se veían forzados a tomar las riendas de la correa sindical que nos impone la burguesía, debido a que en la plantilla se venía gestando un rechazo cada vez más combativo de una situación de “pluses cada vez más bajos, jornadas cada vez más altas, trabajo continuado sin apenas descanso en verano, ritmos de producción insoportables, cada vez más personas con lesiones de origen laboral, discriminación salarial contra los nuevos trabajadores, una creciente pérdida de poder adquisitivo, más aún en contraste con la inflación…mientras a la par Michelin no para de mejorar sus beneficios con récords de ganancias…”. Una situación combinada con el desprecio de la empresa hacia los trabajadores que supuestamente “saldrían muy caros”.

Ante esta situación, entre el 30 de mayo y el 15 de junio la gran mayoría de los 3500 trabajadores de la fábrica han sido movilizados masivamente en paros por turnos, piquetes, concentraciones y manifestaciones por la ciudad, y se han desarrollado asambleas de empresa vigiladas y pautadas por los sindicatos, presionados por la explosión de combatividad colectiva de los trabajadores en su propio terreno, aunque con muchas trampas y dificultades como veremos. Esta lucha, por supuesto la empresa no dejó de declararla como fuera de lo normal, coaccionante, y carente de diálogo y negociación civilizada. Fuera de lo normal e incivilizada ¡para los intereses de la burguesía! Pero además de la evidente oposición rabiosa de la empresa, la orientación de las luchas ha tendido a estancarse y finalmente sofocarse gracias al trabajo combinado de diferentes brazos del Estado democrático, especialmente los sindicatos.

El papel sindical se ha cumplido gracias a una doble labor, pretendidamente opuesta e incluso en cierta competencia, pero en realidad coordinada contra los trabajadores, con tareas repartidas entre los grandes y los pequeños sindicatos[7].

- CCOO y UGT han operado fundamentalmente para mantener su perfil bajo, retrasar lo máximo posible la lucha para desmovilizar a los trabajadores en favor de las negociaciones en las que hacer pasar las propuestas patronales como victorias de los trabajadores. Aunque se han visto obligados a unirse puntualmente, han evitado rápidamente seguir mojándose gracias a la convocatoria trampa de un referéndum.

- CGT, ELA, ESK y LAB se han encargado de las funciones más viles y enrevesadas que se requieren para anticiparse y conducir directamente la lucha de los trabajadores, de llevar el disfraz de “obreros” y “combativos”.

De este modo estos cuatro sindicatos alternativos convocaron una serie de acciones supuestamente “desde la unidad y sin siglas sindicales” subiendo sus pesados culos a hombros de las reivindicaciones de la plantilla, mientras a su vez, dentro de la lógica misma de su papel, desarrollaban en la práctica una serie de maniobras encaminadas a mantener la correa sindical, a exagerar las debilidades de la lucha y relativizar o evitar lo más importante, impidiendo así su desarrollo real y llevando a los obreros a la mejor derrota posible.

Desde el principio focalizaron las esperanzas en el bloqueo de la economía[8], el paro de la producción ("éxito rotundo y la producción ha parado por completo”), las herramientas de presión a la empresa, hacer mucho ruido, etc. Pero los trabajadores tenemos una lección que se repite una y otra vez: ¡lucha aislada es lucha perdida![9] Los sindicatos alaban la evidente solidaridad de los trabajadores de distintas ramas de la empresa si no les queda otro remedio, pero ocultan todo lo razonablemente posible la necesidad de extender la lucha, de buscar por todos los medios la solidaridad real a través del envío de delegaciones a otras empresas y sectores, para intentar extender la lucha desde el principio. Si el ruido puede cumplir una función, ¡debe ser en esa dirección!

Por eso, cuando los trabajadores de Mercedes Benz o los proletarios jubilados parece que podían mostrar algunos signos de solidaridad con los obreros en lucha, estos servidores disimulados de la dominación de la burguesía esperan hasta el último momento y maniobran para sustituir la posible solidaridad real por la solidaridad formal de una mera carta de apoyo de parte del comité de empresa de Mercedes, donde los sindicatos “de base” y “radicales” son mayoría. Estos pequeños sindicatos con una mano dicen la verdad del sabotaje que practican sus hermanos mayores, y con la otra esperan a animar con la boca pequeña a “su” plantilla a participar “en la medida de nuestras posibilidades” en las movilizaciones de Michelin, cuando ya estaba prácticamente negociada su derrota a través de un referéndum democrático, como explicaremos después.

En cuanto a las asambleas aparentemente abiertas a la plantilla, estos canallas, que suelen convencer a elementos “no tan burocratizados” de la empresa para representarlos, llaman asambleas generales a una especie de asambleas participativas de consulta a la plantilla, convocadas y dirigidas por ellos (por no mencionar el requisito de llevar el carnet de la empresa), pero ¡nada de asambleas abiertas y accesibles a todos los trabajadores de no importa qué sector, en las que discutir ampliamente los fines y medios de lucha, con delegaciones elegidas y revocables en todo momento! [10] Lo que la clase obrera realmente necesita es ¡excluir a los sindicatos y toda lógica sindical de sus asambleas autoorganizadas!

La trampa del referéndum

Después de cuatro jornadas de lucha la estrategia de la burguesía para frenarla y a su vez mantener la mejor reputación de los sindicatos ha sido la de llevar la democracia a la fábrica[11]: en la reunión del comité sindical intercentros se decidió someter la nueva “oferta” de convenio a referéndum. No solo la lógica del voto democrático niega el desarrollo de lucha y de toma de consciencia de clase, sino que además destruye la solidaridad, atomiza a los individuos y los hace autoculpabilizarse. Especialmente trata de crear una cuña de división y enfrentamientos entre trabajadores que quieren mantener la huelga a toda costa y aquellos que dudan más, que se dan cuenta de que muchas convocatorias sindicales son en realidad[12] jornadas de desgaste o de liberación de tensiones.

La trampa además era doble porque encima la votación competía a todos los trabajadores de Michelin en España a los que afectara el nuevo convenio. Lo que quiere decir que cuando se produce un foco de combatividad obrera, bastaría convocar un referéndum que incluya a trabajadores más divididos, atomizados y envueltos en la rutina en otras partes de la misma empresa para demostrar que, ¡sorpresa! ¡Lo que cuenta al fin y al cabo es la opinión democrática y “libre” de todos los ciudadanos! Esta lógica democrática es la lógica de los trabajadores convertidos en ciudadanos aislados, divididos por sectores, chantajeados aquí y allá de una manera u otra, donde en un sitio se reparten caramelos y en otros, tortas.

La gran mayoría de los sindicatos, salvo ELA que cumplía la siempre imprescindible función de apariencia más radical aún, llamó a la participación en el referéndum. Algunos para votar sí, y otros para votar no, ¡pero todos a confiar en la farsa democrática! Y el “pobre” ELA quedó solo porque, claro, el referéndum se estaría planteando según él en “un plazo inaceptable” y no ofrecería, según ellos, “las debidas garantías democráticas”.

Estos sindicatos se presentan radicales y como “sindicatos de verdad” solo para desviar todo lo posible la lucha, como en el metal de Cádiz en 2021[13], hacia acciones estériles, cortes de tráfico, hacia la confianza en los mejores convenios colectivos, el aislamiento en el sector, todo ello con eslóganes aparentemente obreros. Como decíamos en las luchas en SEAT en 2006, “algunos, como la misma CGT, o Corriente Roja, o CNT, etc, dicen que la alternativa a las múltiples traiciones de los grandes sindicatos, es “otro” sindicalismo “combativo” y “de clase”, que defienda la lucha de los trabajadores. Pero como muestra la misma experiencia de SEAT, en realidad la actitud de ese “otro” sindicalismo sirve de complemento, para acabar llevando a los obreros a aceptar las condiciones de la patronal y el Estado. El problema no es tal o cual sindicato, sino la forma sindical de lucha y de organización”[14].

El marco político que ofrece el izquierdismo para el trabajo sucio de estos sindicatos

Para cerrar el círculo que el Estado democrático establece alrededor de la lucha y llevarla a la derrota, interviene otro tentáculo, el izquierdismo[15], que es en el abanico de fuerzas del capital, la última muralla contra el avance de la conciencia proletaria. Es la muralla "radical". Como en otras cuestiones, la ideología izquierdista se manifiesta en la cuestión sindical con un doble lenguaje anti y pro -sindical.”[16]

El izquierdismo tiene como primera misión el dar un “marco político” a la acción sindical. Este marco político es invariablemente un “Gobierno de izquierdas”, el “cerrar el paso a la derecha y la extrema derecha”, la defensa de lo “público” (es decir, del dios Estado) y darle algunas picaduras de mosquito a los capitalistas haciéndoles pagar más impuestos (que pueden fácilmente evadir) o incluso “amenazarles” con “nacionalizar” algún sector “estratégico”. Es decir, defender el capitalismo con el anzuelo de “ponerlo al servicio de los obreros”. Estos señores que tienen la desfachatez de reclamarse de Marx entran claramente en lo que el Manifiesto Comunista define como “socialismo burgués”: “Una parte de la burguesía desea mitigar las injusticias sociales, para de este modo garantizar la perduración de la sociedad burguesa (…) Todo el socialismo de la burguesía se reduce, en efecto, a una tesis y es que los burgueses lo son y deben seguir siéndolo... en interés de la clase trabajadora”.

Por ejemplo, los izquierdistas trotskistas de El Militante-Izquierda Revolucionaria, vinculados a “Sindicalistas de Izquierda”, se encargan de promocionar a los sindicatos de ESK, LAB y CGT en Michelin en una entrevista con sus representantes sindicales, que concluye en la necesidad de que (parafraseando) “ante la posibilidad de un Gobierno de la reacción tras el 23J, el camino es el que ejemplarmente han marcado estos sindicatos en Mercedes y Michelin, movilizar a la plantilla, conseguir que la producción pare por completo y forzar a la empresa a volver a la negociación para no perder las conquistas sociales, y demostrar que el camino tomado por gobierno y patronal es el equivocado”[17].

Estos grupos critican la “política de paz social, conciliación y pacto de CCOO y UGT” los cuales “deberían desburocratizarse, cumplir sus verdaderas funciones y estar presentes en las luchas sociales en vez de garantizar el avance de la derecha en el terreno electoral”, y alaban y sustentan políticamente a un sindicalismo “verdaderamente combativo”. A parte de toda esta parafernalia, ¿en qué convierten estos grupos en realidad la necesidad de extensión de las luchas y las asambleas generales?

La supuesta extensión de la lucha que preconizan, siempre jugando con trucos para limitarla y sectorializarla lo máximo posible, tendría como supuesto horizonte la huelga general para la defensa de lo público, para que “los empresarios paguen su parte”, para “tumbar a la derecha y a la reacción”, para “exigir la dimisión de los que reprimen las luchas” y la entrada en el gobierno de una “izquierda de verdad” que no decepcione con sus políticas ni provoque la abstención electoral de los trabajadores, para exigir la nacionalización de empresas, la participación obrera en su gestión (p.ej.,“la nacionalización de los supermercados bajo el control democrático de los trabajadores”[18]), la ilusión de supuestamente “ir recuperando las conquistas sociales y derechos de los años pasados”, etc., y por supuesto “pidiendo apoyo económico para resistir”.

Por otro lado, llaman a formar supuestas asambleas obreras que preferiblemente inician (o recuperan) ellos mismos, y se proclaman de entrada como representantes “combativos” de los trabajadores. Son asambleas donde los sindicatos se ponen de entrada a la cabeza, para controlarlas de raíz, introducir su lógica sindical, orientarlas maquiavélicamente (con vocabulario obrero) a la derrota. En las recientes luchas en Francia llamaban a asambleas donde “la izquierda y el sindicalismo militante y combativo” estuvieran involucrados al máximo para organizar “una huelga general que golpee con toda la fuerza a las empresas y banca privadas, expropiarlas y nacionalizarlas para la gestión democrática de los asuntos económicos, superar la deriva autoritaria, racista y represiva del Estado y enfrentar la extrema derecha”.

En realidad, toda esta palabrería solo se emplea para a continuación justificar la necesidad de “un sindicalismo de clase”, el cual, a pesar de sus grandes palabras sobre “impulsar la organización y la solidaridad obrera, la unificación de las luchas, y vincularnos internacionalmente a otras plataformas de sindicalistas combativos.”, su programa real es totalmente burgués, encaminado a llevar a los trabajadores la defensa mistificada de un Estado “más obrero y democrático”.

¡Por la unificación de las luchas obreras!

Las luchas en Francia no han conseguido echar atrás la reforma de las pensiones, la oleada huelguista en Gran Bretaña se ha ido diluyendo poco a poco. Hemos visto que la huelga de Michelin en Vitoria se ha saldado con una derrota.

“A veces los trabajadores triunfan, pero es un triunfo efímero. El verdadero resultado de sus luchas no es tanto el éxito inmediato como la creciente unidad de los trabajadores” (Manifiesto Comunista).

Si hemos denunciado minuciosamente la acción complementaria de los grandes sindicatos, de los sindicatos radicales y de los izquierdistas, es porque el principal obstáculo que encuentran las luchas es la acción de esos aparatos dentro del marco del Estado democrático. Este, en nombre del capital, nos va a atacar a muerte sea cual sea el gobierno que esté al frente. El capitalismo no puede hacer otra cosa que empeorar en todos los terrenos -ecológico, guerra, barbarie- y sobre todo en el de las condiciones de vida obrera donde no vamos sino hacia más precariedad, más desempleo, más pobreza, menos vivienda, más crueldad en el trabajo cotidiano. Por eso no tenemos más perspectiva que la lucha obrera, pero la lucha obrera que se unifica, que se autoorganiza en Asambleas Generales, que toma una dimensión y una unidad internacional. Esa es la única perspectiva.

Opero. 07/07/2023

 

[3] Pedro Sánchez presume un día sí y otro también que mientras en Francia hay “tensión e incluso ambiente de guerra civil” en España habría “paz y progreso social”.

[7] La oposición entre sindicatos, además de una cierta oposición real de intereses, cumple también, y, ante todo, en el marco del Estado totalitario de la decadencia capitalista, la función de sembrar la división entre los trabajadores.

[8] Ya hemos visto a raíz de las luchas en Francia lo que significaba la trampa del bloqueo de la economía. Ver nuestro artículo de marzo: ¿Puede hacer retroceder a la burguesía el bloqueo de la economía? | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) Es más, fue precisamente esa trampa lo que llevó a los mineros ingleses en sus luchas de 1984 a la desmoralización, a desgastarlos encerrados en su sector y a una derrota muy importante.

[12] En las genuinas asambleas obreras se discute largo y tendido, reflexionando seriamente, los pros y los contras de cada acción, tratando de dar argumentos para convencer y no tanto ejercer presiones, culpabilizar, crear divisiones entre trabajadores.

[15] Por posiciones izquierdistas queremos decir las de aquellas corrientes integradas en el Estado burgués apoyando “de forma crítica” a los partidos de izquierdas de la burguesía (partidos “socialistas” y “comunistas” estalinistas), así como a los sindicatos. Estas expresiones del capitalismo decadente, como el trotskismo, el maoísmo o la mayoría del anarquismo tienden a ocupar un lugar “extremista” y extraparlamentario en el Estado, y su función histórica es controlar con ideologías radicales a los sectores del proletariado más activos y conscientes.

[17] Esta y otras citas, que no están copiadas y pegadas tal cual sino presentadas de modo que evitar parrafadas grandilocuentes de apariencia obrera, sí están fielmente tomadas de diferentes partes del discurso que expresa en su web el grupo izquierdista “Izquierda Revolucionaria” https://www.izquierdarevolucionaria.net/index.php/estado-espanol/euskal-herria/13675-conflicto-obrero-en-michelin-gasteiz-esta-lucha-no-va-a-pasar-en-balde-en-la-conciencia-de-la-gente

[18] De la web del grupo “sindicalistas de izquierda”: https://sindicalistasdeizquierda.net/index.php/que-somos

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