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Desde hace varios meses, las catástrofes climáticas se suceden a un ritmo frenético en los cuatro rincones del planeta: sequías, incendios gigantescos, lluvias torrenciales, corrimientos de tierra, inundaciones...[1] Mientras las víctimas de la crisis medioambiental se cuentan por millones cada año y hasta los Estados más poderosos se muestran cada vez más incapaces de hacer frente a las catástrofes, el último informe del IPCC viene a confirmar que los trastornos climáticos alcanzarán proporciones incontrolables en la próxima década.
En nuestra prensa, hemos señalado regularmente que las raíces del calentamiento global se encuentran en el propio funcionamiento del capitalismo. No sólo las catástrofes climáticas son cada vez más devastadoras, numerosas e incontrolables, sino que los Estados, bajo el peso de décadas de recortes presupuestarios, están cada vez más desorganizados y no protegen a sus poblaciones, como hemos visto recientemente en Alemania, Estados Unidos y China, por ejemplo. La burguesía ya no puede negar la magnitud de la catástrofe, pero sigue explicando, sobre todo a través de sus partidos ecologistas, que los gobiernos deben tomar por fin medidas enérgicas en favor del medio ambiente. Todas las facciones de la burguesía tienen su “solución milagrosa”: economía verde, decrecimiento, producción local, etc. Estas supuestas soluciones coinciden en vender la ilusión de que el capitalismo podría ser "reformado". Pero la carrera por el beneficio, el saqueo de los recursos naturales, la sobreproducción delirante de mercancías etc., no son "opciones" para el capitalismo frente a las cuales habría otras más “ecológicas”, ¡son las condiciones sine qua non de su existencia!
Ante la catástrofe prevista, la indignación y la preocupación son inmensas, como demuestran las "marchas del clima" de 2019, que reunieron a millones de jóvenes de muchos países. Sin embargo, en su momento señalamos que estas marchas se desarrollaban en un terreno totalmente burgués: los "ciudadanos" estaban, de hecho, llamados a ejercer "presión" sobre el Estado burgués, esa monstruosa máquina cuya razón de ser es defender los intereses capitalistas que están en el origen del deterioro sin precedentes del medio ambiente. En realidad, el problema del clima sólo puede resolverse a escala mundial, y el capitalismo, en el que las naciones se enfrentan despiadadamente entre sí, es incapaz de dar una respuesta a la altura de lo que está en juego: las grandes conferencias sobre el medio ambiente, en las que cada Estado busca cínicamente proteger sus propios intereses sórdidos bajo la apariencia de defender el medio ambiente, son ejemplos flagrantes de ello. La única clase que puede afirmar un verdadero internacionalismo y poner fin a la anarquía de la producción es la clase obrera y la sociedad contenida en sus propias entrañas: ¡el comunismo!
Tras un verano de 2021 que anuncia futuras catástrofes, los partidos ecologistas y de izquierda del capital (trotskistas, estalinistas, anarquistas, socialdemócratas, etc.) intentarán volver a poner en escena las marchas por el clima. Este es otro intento de la burguesía de canalizar la ira hacia los mismos callejones sin salida políticos: la dilución de la clase obrera en el "pueblo", las ilusiones sobre la capacidad del Estado "democrático" para "cambiar las cosas". Por eso invitamos a nuestros lectores a leer o releer la hoja internacional que distribuimos en las primeras marchas de 2019 y que conserva toda su vigencia en la actualidad. Por supuesto, los animamos a que la difundan si comparten su combate.
El capitalismo amenaza el planeta y la supervivencia de la humanidad: Sólo la lucha mundial del proletariado puede acabar con la amenaza
[1] Ver Inundaciones, sequías, incendios... ¡El capitalismo lleva la humanidad hacia un cataclismo global! https://es.internationalism.org/content/4703/inundaciones-sequias-incendios-el-capitalismo-lleva-la-humanidad-hacia-un-cataclismo