Enviado por Accion Proletaria el
Adjunto | Tamaño |
---|---|
recesion_ap234.pdf | 69.76 KB |
Como cada año, la clase dominante de todos los países volvió a utilizar el período estival para atacar gravemente las condiciones de explotación y de vida de los trabajadores.
Pero esta vez es peor. Ya sea de tapadillo o descaradamente, con o sin propaganda anestésica, la burguesía está implementando innumerables medidas y “reformas” en todo el mundo, para tratar de hacer frente a la aceleración de la crisis económica.
Brutales ataques que van a más
En los países emergentes, la situación de los proletarios se deteriora a marchas forzadas. En Argentina, la crisis del peso y la inflación galopante están sumiendo al país en un escenario que nos recuerda en toda su crudeza lo peor de la vertiginosa caída de 2001. El número de las personas que debe acudir a los comedores asistenciales se ha multiplicado en los últimos años, con su parte de pobreza creciente para los proletarios[1]. En Brasil, se juntan los efectos de la reforma laboral con la consiguiente merma de los salarios con el ataque al sistema de pensiones. En Turquía se está poniendo en marcha un plan de austeridad. En abril ya hubo ¡un aumento del 32% en los precios de los alimentos!
En Europa, en el corazón del capitalismo, la crisis económica está empezando a golpear con fuerza. En Alemania, los planes de despido se multiplican. El Deutsche Bank anunció en julio la supresión de 18.000 puestos de trabajo, el mayor "plan de reestructuración" de su historia (el 20% de la plantilla). Otra señal preocupante para el empleo es que "los pedidos en el sector de máquinas herramienta, la punta de lanza de la economía, cayeron un 22% interanual entre abril y junio"[2]. Pero la pérdida de puestos de trabajo ya se está extendiendo a casi todos los sectores: supermercados (por ejemplo, la fusión de Karstadt y Kaufhof provocará la pérdida de empleo para casi 5.000 personas, muchas de ellos con empleos parciales); 5.600 despidos en T-Systems, la filial informática de Deutsche Telekom; seguros (700 puestos de trabajo menos en Allianz), en conglomerados industriales: Thyssenkrupp (6.000 en todo el mundo, incluidos 4.000 en Alemania), Siemens (2.700 en todo el mundo, 1.400 en Alemania), Bayer (12.000 en 2021), etc. En el sector de la automoción está reapareciendo el trabajo a tiempo parcial afectando ya a 150.000 personas[3].
En el Reino Unido, en el caótico contexto de Brexit, la situación también está empeorando. Por ejemplo, el gigante bancario británico HSBC está planeando un plan de reestructuración con la pérdida de 4.000 puestos de trabajo que siguen a las 30 mil que se han producido desde 2001.
En India, un portavoz de la industria dijo a Reuters que las primeras estimaciones sugieren que los fabricantes de automóviles, fabricantes de piezas y distribuidores llevan despedidos unos 350.000 trabajadores desde abril.
Hay muchos más ejemplos que podrían darse. Sin embargo, a pesar de todos los anuncios de despidos las cifras de desempleo se mantienen “extrañamente” estables. La explicación reside en una desvergonzada manipulación estadística que excluye de las listas de desempleo a numerosos parados, así como un sistemático abuso de la precariedad y los llamados “empleos basura”, a expensas de las condiciones de vida de los proletarios y sus familias. En el Reino Unido, por ejemplo, se extienden la hiper -flexibilidad del mercado laboral y la "uberización" de los puestos de trabajo que vemos también en España con los “riders” de Glovo, Deliveroo, etc. En Alemania, desde 2003-2005, proliferan los “minijobs” remunerados con 450 euros/mes. El empleo a tiempo parcial y los mini salarios también se multiplican en Suecia, Países Bajos, En muchos otros países, esta auto explotación se disfraza como “autoempleo”, como sucede con el estatus de “auto empresario” en Francia, o con los “recibos verdes” en esa Portugal que nos venden como el oasis del trabajador (¿¿??). En todas partes, para aquellos que todavía tienen un contrato permanente, los despidos son mucho más fáciles. Hoy en día, estas medidas que se adoptaron en las crisis de los años 1990, y especialmente después de la crisis de 2008, están siendo sistemáticamente empleadas por los explotadores[4], lo que redunda en un deterioro insoportable de las condiciones de vida y trabajo de los explotados, que se expresa en el deterioro de la capacidad adquisitiva de los salarios para la vivienda o una alimentación saludable, y también en el crecimiento de las enfermedades laborales, y también los daños psicológicos a menudo irreparables[5].
En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la mano de obra exterminada y exhausta hubo de ser “recuperada” para la reconstrucción, mediante el desarrollo de la "protección social". Hoy, la mano de obra “sobrante” (siempre desde el punto de vista de las leyes y las necesidades del Capital) requiere una disminución de los costes dedicados a su reparación si se quiere mantener la competitividad, por lo que los explotadores no pueden permitirse el “lujo” de mantener una cobertura social y sanitaria dignas de tal nombre.
Además, la edad de jubilación se está retrasando en todas partes. En Alemania, la edad de jubilación aumentará de 65,5 a 69 años en 2027, en Dinamarca de 65,5 a 67 años este año y a 68 años en 2030. En el Reino Unido, la ley incluso anima a las personas a trabajar hasta los 70 años. En la práctica, las pensiones bajas están empujando cada vez más a las personas mayores a trabajar. En los Estados Unidos, las personas mayores de 80 años todavía están activas.
La entrada en una nueva recesión
Todo esto se ha acentuado a medida que la situación global de la economía mundial se ha ido deteriorando: “En el frente económico, la situación del capitalismo se ha caracterizado por una fuerte desaceleración del crecimiento mundial desde principios de 2018 (del 4% en 2017 al 3,3% en 2019), que la burguesía pronostica como sostenible y que se prevé que empeorará en 2019-20". Esta desaceleración resultó ser más rápida de lo previsto en 2018, ya que el FMI tuvo que reducir sus previsiones para los próximos dos años y está afectando simultáneamente a prácticamente todos los sectores del capitalismo: China, Estados Unidos y la zona euro. En 2019, el 70% de la economía mundial se ralentiza, sobre todo en los países "avanzados" (Alemania, Reino Unido). Algunos de los países emergentes ya se encuentran en recesión (Brasil, Argentina, Turquía), mientras que China, que viene desacelerando desde 2017 y se espera que crezca un 6,2% en 2019, está experimentando sus cifras de crecimiento más bajas en 30 años”.[6]
Las últimas semanas hemos asistido al incremento de las tensiones comerciales entre China y los Estados Unidos y al agravamiento de los principales indicadores económicos. En el corazón de Europa, Alemania sigue sufriendo los efectos de la recesión, lo que confirma que se ha convertido así en el nuevo gran paciente de Europa, y muchos especialistas señalan como cierta la amenaza de una gran crisis financiera, probablemente aún más grave que en 2008, debido al nivel récord de deuda acumulada desde entonces y al debilitamiento de los Estados a este respecto. Aunque no todos los Estados que llevan a cabo ataques lo hacen con la misma intensidad y ritmo, todos deben adaptarse en la misma dirección a las condiciones de competencia y a la realidad de un mercado cada vez más saturado debido a la sobreproducción. Los Estados también deben hacer recortes drásticos en sus presupuestos. En última instancia siempre ha sido y siempre será contra los trabajadores como la clase dominante trata de salvaguardar su dominación, la pervivencia de su sistema basado en nuestra explotación.
¿Qué perspectivas para la clase obrera?
Frente a los ataques planeados y futuros, el proletariado, tarde o temprano, se verá impulsado a reaccionar y luchar de forma masiva y decidida. Pero para que esto suceda, por un lado, tendrá que desarrollar una reflexión profunda sobre cómo desarrollar esa lucha de clases tanto dentro como fuera del lugar de trabajo. Este requisito tendrá que remontarse necesariamente a las lecciones de los movimientos proletarios del pasado, en particular durante los años ochenta.
Pero deberá también permanecer siempre alerta ante los peligros que amenazan la autonomía de su lucha. En particular, tendrá que luchar contra la influencia de las ideologías extrañas propias de las capas intermedias, en particular las pequeñoburguesas, que son un factor de dilución, tendiendo a ahogar a los proletarios en la masa indiferenciada de una noción abstracta: la de "pueblo". El movimiento interclasista de "chalecos amarillos" en Francia, que mezcla a los proletarios aislados con las capas pequeñoburguesas, es a este respecto uno de los ejemplos más significativos de los crecientes peligros que enfrenta el proletariado. Lejos de ser un modelo de lucha, este movimiento ha sido su antítesis por su confinamiento en los valores democráticos del capital y sus prejuicios nacionalistas, incluso xenófobos[7]. Por otro lado, sólo los métodos de lucha del proletariado, desde las huelgas hasta las asambleas de masas, son las condiciones para una lucha verdaderamente autónoma y consciente, en un terreno de lucha proletario que permita la afirmación de una perspectiva revolucionaria para poner fin a las relaciones de explotación[8].
WH, 17 de agosto de 2019.
[1] El peso argentino estaba a la par con el dólar a principios de siglo; ahora sólo vale unos 0,02 dólares. El incremento de precios ha sido del 50% en los últimos doce meses. El préstamo del FMI de 57.000 millones en 2018 se concedió sólo a cambio de un plan de drástico rigor y severos recortes presupuestarios que ya han provocado cinco huelgas generales desde principios de año. (Fuente: "Argentina: el descenso al infierno de la tercera economía más grande de América Latina", BFM Business del 13 de agosto de 2019).
[2] "Alemania: el crecimiento se detiene", L'Express (17 de agosto de 2019).
[3] Por no mencionar el nuevo plan de Volkswagen de reducir entre 5.000 y 7.000 puestos de trabajo adicionales para 2023 (llevan más de 30.000 despidos en 2017) o el plan de Ford Alemania (5.000).
[4] Desde 1982, los contratos de duración determinada se han duplicado y el número de trabajadores temporales se ha quintuplicado.
[5] "Job burnout: one third of employees are in very great pain at work", Europe 1 (1 de mayo de 2019)
[6] "Resolución sobre la situación internacional del 23º Congreso de la CCI" disponible en nuestro sitio web: https://es.internationalism.org/content/4447/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-2019-los-conflictos-imperialistas-la-vida
[7] Ver nuestro suplemento de Balance del movimiento de los chalecos amarillos, disponible en nuestra web. https://es.internationalism.org/content/4412/contra-la-revuelta-reaccionaria-de-los-chalecos-amarillos-el-proletariado-debe-afirmar
[8] Ver la Resolución sobre la relación de fuerzas entre las clases de nuestro último Congreso Internacional. https://es.internationalism.org/content/4444/resolucion-sobre-la-relacion-de-fuerzas-entre-las-clases-2019