Manifestaciones en Hong Kong: Cuando el imperialismo alimenta el mito democrático

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Tras un largo período de manifestaciones en serie y de constante incremento de presión callejera, la Presidenta del Ejecutivo de Hong Kong, auténtica burócrata y títere de Pekín, acabó cediendo el 4 de septiembre con la anulación del controvertido proyecto de ley sobre extradiciones (de pretendidos criminales) a China.

Desde la retrocesión británica de Hong Kong a China, el control de ésta sobre aquél se ha ido estrechado paulatinamente. Los acontecimientos de los últimos meses son una de las crisis políticas más graves que hayan zarandeado ese centro financiero, donde viven siete millones de personas. En 2014, la llamada “revolución de los paraguas” ya había movilizado a la pro- democracia, topándose de lleno con la intransigencia del predecesor de la actual “dama de hierro”, Carrie Lam. Desde junio, sin embargo, se han producido movilizaciones similares que esta vez parecen haber desembocado en lo que Pekín considera una humillación: la retirada de la ley de extradición a China. ¿Cómo explicar tal cosa, aun cuando el poder chino se ha mantenido firme hasta ahora, y ya tantas veces ha demostrado que no se para en barras cuando se trata de reprimir a lo bestia todo tipo de contestación? (para muestra baste recordar lo ocurrido en la plaza de Tiananmén en 1989[1]). Y, por otra parte, la presencia apremiante del Estado chino y su caterva de torturadores a las puertas del "islote" honkongués es una expresión patente de la intención de reprimir con dureza a los manifestantes. La represión ya ha golpeado a los líderes más destacados y a todos cuantos el Estado chino tilda sin más ni más de “terroristas”[2].

Las movilizaciones de millones de personas, cada vez más decididas (y que consideran que el gesto de Carrie Lam "es demasiado poco y demasiado tarde"), no explican plenamente el retroceso de Pekín, y tanto menos por cuanto la autonomía relativa de Hong Kong, en teoría hasta 2047, se mantiene en un nivel intolerable para el estalinista partido único, por otro nombre PCCh. Lo que está cambiando fundamentalmente en la situación es la relación de fuerzas entre las principales potencias y la realidad de una agudización de las tensiones imperialistas, sobre todo entre Estados Unidos y China[3]. Frente a las ambiciones imperialistas chinas y la realidad de su poderío ascendente que están trastornando todos los equilibrios, especialmente gracias a su gigantesco proyecto de las "Rutas de la Seda"[4], Estados Unidos se ha visto obligado a replicar con una verdadera ofensiva cuyo objetivo es, en gran parte, contener al nuevo adversario, cada vez más molesto y peligroso. Además de la agudización de las tensiones comerciales este verano y de la presión militar estadounidense en el Golfo Pérsico[5], las manifestaciones de Hong Kong son un arma desestabilizadora suplementaria contra China. Pekín no se equivoca en eso cuando acusa abiertamente a los manifestantes de "colusión con Occidente" y afirma que "nos oponemos con firmeza a cualquier fuerza externa implicada en los asuntos legislativos de Hong Kong"[6].

El asunto de las "filtraciones" de unos comentarios privados de Carrie Lam de que quería "dimitir" de su cargo parece atestiguar esa "colusión" que China denuncia contra los "occidentales". Por supuesto, si los "occidentales" tan incriminados por Pekín se "indignaron" con tanta celeridad por la famosa ley de extradición a China (Trump en primera fila), no es porque tal ley sea "contraria a los derechos humanos" y porque sirva para torturar o encarcelar a todos aquellos que se oponen al orden establecido por Pekín, ya sean periodistas, ONG y, por supuesto, militantes de todo tipo. No, todo eso no es más que oportunismo puramente político, por razones exclusivamente imperialistas. En realidad, a EEUU, u otros Estados "occidentales" incriminados, les importa un bledo lo que pueda ocurrirles a extraditados, presos o torturados por los esbirros del Estado chino. Recordemos que esos Estados no dudan en usar los mismos métodos cuando se tercia (como las prácticas bárbaras de los soldados del ejército estadounidense en Irak o Afganistán, en una época en la que los líderes occidentales eran incluso un poco más "presentables" que Trump)[7]. Si la oposición de Hong Kong goza de tanta simpatía y apoyo (al menos ideológico, si no material) de las grandes potencias occidentales y sus líderes, no es sólo por razones imperialistas, sino también porque tal movimiento es totalmente inofensivo para el sistema capitalista permitiendo incluso su preservación.

Los manifestantes de Hong Kong no son ni mucho menos expresión de un movimiento de clase revolucionario que atente contra el capitalismo; “No importa cuántos sean y cuántos trabajadores hayan participado en ese movimiento, las protestas callejeras no son una manifestación de la lucha de la clase obrera. En Hong Kong, el proletariado ni está ni ha estado nunca presente en la lucha como clase autónoma. Muy al contrario, los trabajadores de Hong Kong se han visto totalmente anegados, ahogados en la masa de habitantes[8]. Por ello, tal movimiento es un gran peligro para la clase obrera al fortalecer la ideología dominante, al reactivar el mito democrático contra la lucha y la autonomía de clase del proletariado.

Cuando el imperialismo sopla en las brasas de la ideología democrática para ocultar sus sórdidos intereses capitalistas, independientemente del resultado de los futuros acontecimientos, eso sólo puede llevar a una mayor confusión en las mentes de los trabajadores. Lo único que todo eso anuncia es más barbarie, lo único que promueve es más explotación, más tensiones, guerras y caos.

 

WH, 6 de septiembre de 2019

 

[1] Ver sobre este acontecimiento Comunicado sobre los acontecimientos en China https://es.internationalism.org/revista-internacional/200608/1038/comunicado-sobre-los-acontecimientos-en-china

[2] Más de 1.100 detenciones, uso masivo de gases lacrimógenos y lanzas de agua con, dicho sea de paso, precinto de garantía "democracia francesa".

[3] Los portavoces del movimiento sospechan que el gobierno se ha visto obligado a reaccionar ante el inicio de mandato del Senado de EE.UU., que debe reconsiderar la Ley de Derechos Humanos y Democracia de Hong Kong, que, de aprobarse, podría poner en tela de juicio la situación fiscal y comercial especial de Hong Kong respecto a Estados Unidos.

[5] Las amenazas de represalias contra Irán han permitido así un control más estricto del Estrecho de Ormuz por parte de Estados Unidos a expensas de las ambiciones de China en esta región geoestratégica vital. Ver Tensiones Irán-USA: ¡El capitalismo es el caos y la barbarie! https://es.internationalism.org/content/4439/tensiones-iran-usa-el-capitalismo-es-el-caos-y-la-barbarie

[6] “Cinq questions sur la crise à Hong Kong”, France Info (emisora pública francesa,10 de junio 2019)

[7] Valga el ejemplo del "waterboarding", que consiste en simular un ahogamiento. Las fotos del Pentágono mostraban "pirámides de detenidos desnudos, atados con correas, amenazados por perros u obligados a masturbarse" ("Estados Unidos: el Pentágono publica fotos de abusos contra prisioneros en Irak y Afganistán", France/24, 6 de febrero de 2016).

[8] "Manifestaciones masivas por las calles de Hong Kong: las ilusiones democráticas son una trampa peligrosa para el proletariado", en el sitio web del CCI: https://es.internationalism.org/content/4453/protestas-masivas-callejeras-en-hong-kong-las-ilusiones-democraticas-son-una-trampa

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