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Gaza, Líbano, Siria, Irak, Afganistán, Yemen… La espiral infernal de caos imperialista hunde Oriente Medio cada vez más en una profunda barbarie, concentrando en esta región del mundo lo más innoble del capitalismo decadente. Después de décadas de desestabilización, de invasiones, de guerras civiles, y de todo tipo de conflictos mortíferos, ahora Irán está de nuevo en el ojo del huracán. En 2015, durante el gobierno Obama en USA, Irán firmó con los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania un acuerdo para controlar su programa nuclear a cambio de un levantamiento de las sanciones económicas que aquejan al país desde hace décadas. Apoyado por los “halcones” americanos, el Primer Ministro israelí y la monarquía saudita, Donald Trump sin embargo, desde su llegada al gobierno, no ha dejado de denunciar «el peor acuerdo de la historia» antes de anunciar, en Mayo 2018, que USA se retiraría de él definitivamente[1].
A partir de entonces las tensiones y provocaciones de todas las partes se han multiplicado. USA ha abierto la veda restableciendo un embargo feroz. Un año después, Irán amenazaba con suspender los compromisos contraídos aumentando sus reservas de uranio enriquecido, desencadenando a su vez una nueva salva de sanciones. Algunos días antes del anuncio de Teherán invocando oscuras «indicaciones de una amenaza con visos de credibilidad», USA desplegaba en el Golfo Pérsico el portaaviones Abraham Lincoln y varios bombarderos. Según el New York Times, el Pentágono tendría previsto movilizar 120000 soldados suplementarios en Oriente Medio. El buque anfibio Arlington y el sistema de defensa antiaérea Patriot ya van camino del estrecho de Ormuz, por el que circula una parte importante de la producción de petróleo mundial.
El 13 de Junio, un mes después del sabotaje de 4 barcos en las mismas aguas, la presión ascendía de nuevo un escalón tras el ataque a dos cargueros (noruego uno y japonés el otro según se informó) que Trump atribuyó a Irán a pesar de los desmentidos de este país[2]. Una semana después Irán abatía un dron norteamericano acusado de sobrevolar territorio iraní. Lo que fue desmentido, esta vez por Trump, que envió inmediatamente sus bombarderos, antes de cambiar de opinión en el último momento. ¡Y todo esto en medio de insultos, de amenazas y de declaraciones belicosas[3]!
Obviamente está claro que Trump no se molesta en recurrir a las muletillas de rigor sobre la guerra “justa” o “humanitaria”, y emplea la estrategia de lo que él mismo ha llamado la «presión máxima», ya que el ejército USA no está interesado en abrir un nuevo frente. Pero hay que constatar que se reúnen todos los ingredientes de una pendiente hacia la guerra: una estrategia que ha mostrado su ineficacia en Corea del Norte; tropas dispuestas al combate a los dos lados de la frontera; consignas de guerra cínicas en la cumbre de la administración USA y del Estado iraní… ¡La audaz estrategia de la “presión máxima” significa sobre todo un riesgo máximo de guerra!
El debilitamiento del liderazgo USA
Aunque Trump trate de mostrar la musculatura USA con declaraciones mordaces, estas tensiones en realidad son una clara manifestación del debilitamiento histórico del liderazgo USA. En sus aventuras militares en Irak (1990 y 2003) y en Afganistán (2001), USA ha mostrado sin duda su incontestable superioridad militar; pero también ha puesto de manifiesto su creciente impotencia para mantener un mínimo de estabilidad en la región y para obligar a sus aliados del antiguo bloque occidental a cerrar filas tras sus opciones. Ese debilitamiento ha llevado últimamente a la incapacidad USA de implicar a sus fuerzas terrestres en Siria, dejando el campo libre a sus rivales regionales, empezando por Rusia, y también Irán.
Teherán ha podido así abrir un verdadero corredor militar a través de Irak y Siria hasta su aliado histórico, el Hezbollah libanés, desencadenando la ira de su principal concurrente árabe en la región: Arabia Saudí; y de Israel, que ya ha lanzado ataques aéreos contra las posiciones iranís en Siria. Igualmente, en Yemen, teatro de una guerra de las más atroces, Irán desacredita muy seriamente a Arabia Saudí, principal potencia militar de la región y pivote de la política USA en Oriente Medio.
En ese contexto, el anterior presidente USA, Obama, tuvo que resignarse a negociar un deal (trato) con Teherán: USA permitiría que el país se “reconectara” a la economía mundial, si el Estado iraní aceptaba poner freno a sus ambiciones imperialistas, particularmente abandonando su programa nuclear. Obama también tenía en mente una vieja estrategia de desestabilización, que consistía en debilitar, por medio de la apertura económica, el control de la burguesía local sobre la población, y así suscitar después revueltas para derrocar el régimen actual.
Atascada en Afganistán, y confrontada a sus aliados europeos, que cada vez más arrastran los pies cuando se trata de seguirla, USA se ve obligada a partir de ahora a buscar apoyo principalmente en sus aliados regionales para llevar adelante su política de contención de Irán. Por esa razón Trump ha multiplicado recientemente las muestras de apoyo en dirección de Israel y Arabia Saudí: suministro masivo de armas a Arabia Saudí en su guerra con Yemen, reconocimiento de Jerusalén como capital del Estado Hebreo, apoyo de Trump al príncipe heredero saudita en el caso del asesinato del opositor Jamal Khashoggi… Si las decisiones contundentes y espectaculares de Trump responden a necesidades tácticas inmediatas, está claro que esa estrategia va a acelerar aún más el proceso de contestación del liderazgo USA en general y el caos en Oriente Medio en particular.
“Populista” o “progresista”, la burguesía siembra el caos
Si está claro que la burguesía USA pretenden el hundimiento del régimen de los mulás, sin embargo, está dividida sobre la manera de proceder. El entorno de Trump está constituido en parte de belicistas notables, del estilo de su consejero de Seguridad nacional, John Bolton, de cow boys sin ley de gatillo fácil. Bolton en efecto ya destacó por su ardor a favor de la invasión de Irak durante la presidencia de Bush Jr. Ahora Irán y sus ambiciones imperialistas son sus objetivos. Este responsable de la política exterior USA escribía ya en 2015 en el New York Times: «La verdad que resulta molesta es que solo la acción militar (…) puede llevar a cabo lo que es necesario (…) Estados Unidos podría hacer un trabajo minucioso de destrucción [de las instalaciones nucleares iranís], pero solo Israel puede hacer lo que es necesario. Una acción semejante tendría que acompañarse de un vigoroso apoyo de Estados Unidos a la oposición iraní, con vistas a un cambio de régimen en Teherán»[4]. ¡No se puede reprochar a Bolton que no persevere en sus ideas, ni que sea ningún hipócrita! Ni una sola palabra, ni un gramo de compasión para los que estarán bajo las bombas americanas e iranís.
Pero las ambigüedades y decisiones contradictorias de Trump, más allá de las gesticulaciones irreflexivas del personaje, también se explican porque una parte de la burguesía USA, más consciente del debilitamiento del liderazgo internacional de este país, sigue vinculada al método más hábil de Obama. Tres miembros republicanos del parlamento, entre los cuales se encuentra el jefe de filas del grupo, Kevin McCarthy, han firmado un comunicado que llama al gobierno, a coro con el partido demócrata, a reaccionar de forma más “moderada” frente a Irán. Pero la “moderación” de la que hablan estos políticos burgueses es solo evidentemente un sinónimo de “contorsiones”, ya que USA se encuentra frente a un dilema insoluble: o bien animan la ofensiva de sus rivales al permanecer sin actuar directamente, o bien alimentan aún más la contestación y el caos desplegando sus tropas. Haga lo que haga, USA, como las otras potencias imperialistas, no puede escapar de la lógica y las contradicciones del militarismo.
De las grandes potencias a los grupúsculos fanáticos, de las potencias regionales a las riquísimas Petro monarquías, ¡los buitres están sedientos de sangre! Únicamente preocupados por sus codiciosos intereses imperialistas, no se preocupan de los cadáveres que se amontonan, de los innumerables refugiados arrojados a las carreteras, de las ciudades en ruinas, de las vidas destrozadas por las bombas, la miseria y la desolación. Todos esos criminales de guerra vomitan cada día palabras hipócritas de “paz”, de “negociación” o de “estabilidad”, pero la barbarie extrema que se despliega cada día más es testimonio de la putrefacción de su sistema: el capitalismo.
EG, 1 de Julio 2019
Traducido de Revolution Internationale, órgano de la CCI en Francia
[1] Atraídos por la ganga de un nuevo mercado a explotar, los otros países firmantes del acuerdo, incluyendo a los países europeos, han intentado mantener el acuerdo con Irán. En represalia, Trump ha amenazado con sancionar a las empresas que no respetaran el nuevo embargo norteamericano, lo que ha contenido sensiblemente las veleidades europeas
[2] Cuando escribimos esto, el origen del ataque todavía es materia de investigación. Si Irán ha podido perfectamente intentar enviar un mensaje a Trump, también hay que tener en cuenta que, vista la tradición de manipulación de las grandes democracias (como atestigua por ej. la invención de “las armas de destrucción masiva” iraquís), no se puede excluir que USA o alguno de sus aliados hayan organizado un golpe para aumentar la presión.
[3] Aún ahora las tensiones no dejan de crecer. Teherán acaba de anunciar que ha superado el límite de producción de uranio enriquecido previsto en el acuerdo de 2015, e Israel ha bombardeado de nuevo las posiciones iranís en Siria.
[4] “To stop Iran’s bomb, bomb Iran”, The New York Times, (26 marzo 2015). Traducido por nosotros.