Los años 30 estaban marcados, como en la actualidad, por la agravación de la crisis histórica del capitalismo (depresión de 1929, escalada fulminante del paro, descomposición del aparato económico en el caso de España, etc.) planeando sobre la sociedad la amenaza de una nueva guerra imperialista mundial, al igual que actualmente.
Sin embargo, entonces la relación de fuerzas entre la burguesía y el proletariado se orientaba indefectiblemente hacia el aplastamiento de los obreros y su alistamiento en la carnicería imperialista de 1939-45.
Hoy, en cambio, pese a que el proletariado se mueve todavía en un terreno de luchas defensivas y estamos aún lejos de una situación revolucionaria, que se caracterizaría por una ofensiva proletaria internacional contra el poder burgués, los condiciones son completamente diferentes: la combatividad de los obreros, su defensa intransigente de sus intereses de clase, su desconfianza creciente frente a las mentiras de la burguesía, cierran la ruta de momento a la generalización de los conflictos interimperialistas, sí bien no pueden detener su constante agravación