Enviado por Revolucion Mundial el
Con la llegada al poder de Evo Morales en Bolivia y Michelle Bachelet en Chile, en enero y febrero, respectivamente, los ideólogos de la burguesía vuelven a la carga regando el veneno ideológico según el cual las elecciones democráticas han abierto las posibilidades de mejora para los desprotegidos en algunos países de América Latina pues están venciendo candidatos pertenecientes a partidos de Izquierda o a coaliciones de centro-izquierda. Personajes como Carlos Fuentes, presentan a la llegada de Morales a la presidencia como un hecho positivo que fortalece la democracia, dado que antes: “La izquierda no tenía más recurso que la insurrección armada.” (Reforma, 1-02-06)
Primero fue Hugo Chávez en Venezuela, luego le siguieron Lula, en Brasil, Lucio Gutiérrez en Ecuador, Kirchner en Argentina, Tavaré Vázques en Uruguay y Toledo en Perú. ¿Será que la democracia está dando por fin sus frutos? ¿Los votos de los desposeídos por fin han logrado el triunfo en las elecciones y ahora tienen a partidos que representarán sus intereses? ¿En realidad se estará haciendo realidad el sueño bolivariano de una América unida? ¿Será capaz esta América, o por lo menos parte de ella, de contrarrestar al imperialismo de los EUA y mejorar así la situación de los países pobres? Deberíamos preguntarnos por qué la propia burguesía saluda los triunfos de los partidos de “izquierda” en América Latina como lo hizo en el Foro Parlamentario Mundial: “Reivindicamos la poderosa presencia de los movimientos populares, uno de los sujetos importantes en la construcción de alternativas que impugnan fuertemente al modelo capitalista en su fase de globalización neoliberal. Presencia en la que destacan los movimientos sociales, los pueblos y comunidades indígenas y originarios. En especial destacamos la victoria de los sectores populares en Bolivia y la elección a la presidencia de su líder indígena Evo Morales...” (Declaración Final del FPM , 16 de feb 2006).
Los partidos de derecha o izquierda tienen el mismo objetivo: la perpetuación de la explotación
Para quienes tienen ilusiones en la democracia, son las cualidades del candidato lo que determinará su política. Por ello los medios de difusión burgueses exaltan la extracción social de los presidentes, su lenguaje “revolucionario” y especialmente el que un indígena llegara al poder, con ello dan garantía de que en su gobierno defenderán a los explotados oponiéndose a los intereses de la burguesía.
Sin embargo, hay que tenerlo muy claro, no es el origen, el partido al que pertenezcan, ni siquiera sus intenciones u origen étnico lo que determina el tipo de política que aplicará, son las necesidades del sistema capitalista lo que define la actuación de los gobiernos, por eso es que hoy ya no es posible diferencia entre los programas de los partidos de derecha y de izquierda.
La decadencia del sistema capitalista ha hecho que las estructuras parlamentarias y por tanto los procesos electorales no sean sino circos que la clase dominante usa para hacer caer a los trabajadores en la trampa de la democracia. Por eso los partidos de izquierda que participan en estos, haciéndose pasar como “defensores” de los explotados, no hacen sino reforzar las cadenas de opresión, son en realidad agentes del capital infiltrados en las filas de los trabajadores. Al conservar el nombre y el lenguaje obrero o “revolucionario”, lo hacen para mantener a los explotados sumidos en la ilusión de que su voto a un candidato “que luche por ellos” puede hacerlos ganar y mejorar.
En RM 86 (mayo-junio 2005) decíamos que la llegada de gobiernos de izquierda en América Latina, reflejaba en rigor “... una debilidad del aparato político, que desesperadamente busca unificar a la burguesía y fortalecer el control de los asalariados ante una posible respuesta dada a la agudización de la crisis.” Siguiendo esa idea es que podemos entender que la presencia de estos gobiernos de izquierda, que renuevan el discurso populista, se debe fundamentalmente a:
* La necesidad de las burguesías nacionales de enfrentar los efectos de la crisis económica que son lanzados primeramente hacia los países periféricos.
* La debilidad y descomposición política de las burguesías en los países “tercermundistas”.
* Los imperativos imperialistas de cada burguesía nacional.
* La urgencia de poner (o adelantar) un freno al descontento social.
Por eso las elecciones y el posterior griterío por los “triunfos de los oprimidos”, son circos para desviar la combatividad y la conciencia de la clase.
En el caso particular de AL, el ascenso de gobierno de izquierda, ha permitido hace creíble a la democracia, la cual había perdido crédito ante la agravación de las condiciones de vida de la gran mayoría de la población. Por eso, aunque estos “nuevos” gobiernos son expresión de la debilidad de la burguesía para unificarse y presentar un candidato que logre imponer la disciplina entre las diferentes fracciones, también son una gran oportunidad para fortalecer su dominio ideológico. Por ejemplo, con Evo Morales, la burguesía logró lo que en Bolivia no ocurría desde hace 40 años: el respaldo mayoritario de 54 por ciento en las votaciones, situación similar se presento en Brasil, con Lula, en Argentina con Kirchner, o como lo espera en México con López Obrador.
“El mecanismo en general es el mismo: ofrecer a los trabajadores la ilusión de que la izquierda va a ‘cambiar las cosas’, y que basta con atarse a la cola de un ‘Mesías’, para solucionar los problemas sociales. Las campañas electorales buscan que los trabajadores sepulten sus métodos de lucha, las huelgas y las asambleas autónomas para refugiarse en los ‘canales de la democracia’ y de sus elecciones, retrasando así su identificación como clase para perderse en los laberintos del ‘ciudadano votante… La experiencia de Lula debe ser reflexionada por el conjunto de la clase obrera. La ilusión que los trabajadores tuvieron en Lula, dio margen de maniobra a la burguesía en términos económicos y políticos para hacer pasar las medidas más duras. Pero este accionar no es una ‘traición”, es la continuidad de la política antiobrera que destilaba con sus invocaciones a la democracia y sus seducciones para entrampar a los trabajadores en las urnas’”. (RM 86).
“Anti-imperialismo”, Nacionalismo y latinoamericanismo: veneno para los trabajadores
Otro mito que trae aparejada la subida al poder de los candidatos socialistas es que la economía podría mejorar a través de la protección de la “soberanía nacional” lograda por medio de las nacionalizaciones o el enfrentamiento al “imperialismo yanki”. En esta mentira Hugo Chávez se lleva las palmas y de pasada resana la imagen descascarada de la ‘revolución’ cubana al aliarse con Fidel castro en esta empresa.[1] El ‘anti-imperialismo’ es una trampa tan efectiva como el ‘nacionalismo’ que la izquierda del capital e izquierdistas usan para encadenar al proletariado en la defensa de sus propios explotadores.
La administración Bush define a Chávez y Castro como “fuerzas negativas en la región”, pero no es porque sean fuerzas peligrosos en si mismo, sino porque son cabezas de playa usadas por fuerzas imperialistas opositoras en lo comercial y político del Tío Sam. Y la llegada de la izquierda al gobierno de AL no implicará forzosamente el fortalecimiento de esas cabezas de playa “anti-yanki”, aunque en el discurso lo promuevan en los hechos su alineación política no tiene porque cambiar, el ejemplo más claro es Lula[2].
Cuando un gobierno o grupo de gobiernos (como los reunidos en el Foro Parlamentario Mundial) vocifera en contra un imperialismo, o es porque o está alineado con el grupo enemigo o es porque utilizan esos cacareos sólo como un recurso electoral (como lo hizo Evo Morales).[3]
La fórmula “antimperialista” proclamada por el aparato de izquierda del capital, bien puede resumirse así: los explotados tienen que soportar la enfermedad, la miseria y el hambre para que a los “pobres” burgueses de “su patria” no les vaya tan mal. Y para poder hacer tragar a los trabajadores el veneno nacionalista, la burguesía lo hace pasar a escondidas mediante el empuje a protestas en contra del neoliberalismo, y en la promoción del populismo-nacionalista, que usa medidas como las nacionalizaciones, el cooperativismo, la cogestión o la autogestión, y que hace pasar como remedios que favorecen a los trabajadores, aunque en realidad no hacen sino fortalecer el capitalismo de Estado, procurando así “salvar” un poco la economía.[4]
Todo lo anterior muestra que la propaganda burguesa sobre “el avance de la izquierda en América Latina” es veneno del más puro que pretende apartar al proletariado de su verdadero combate. Ni la derecha ni la izquierda de la burguesía tienen la capacidad de mejorar el estado de la economía; por el contrario, con cualquier partido en el poder aumentarán las penurias para el conjunto de los explotados en los cuales la burguesía carga el peso de la crisis. De frente a los intentos de las fuerzas burguesas que pretenden que los proletarios tomen partido por una u otra fracción de sus explotadores, debemos reafirmar el único camino que lleva a la verdadera emancipación del proletariado: el desarrollo de la lucha de la clase trabajadora por aumento salarial y contra los despidos.
Héctor / febrero - 2006.
[1] “Es evidente que la burguesía al poner en la boca de Chávez la palabra socialismo, lo hace para seguir igualando el socialismo con los regímenes estalinistas, como el de Cuba, personificado en Fidel Castro, y que nada tienen que ver con el proyecto forjado por Marx, Engels…” (RM 85).
[2] “El jefe del Pentágono estadounidense, Donald Rumsfeld, en respuesta a una pregunta sobre la existencia de un giro hacia la izquierda en los gobiernos de Latinoamérica y la posibilidad de que se incremente el antiamericanismo en la región, Rumsfeld señaló que la mayoría de los países latinoamericanos, a excepción de Cuba, están avanzando hacia la democracia”. (EFE, 18 de febrero de 2006).
[3] “Evo Morales invitó a George Bush a Bolivia para conversar “de cerca”, a fin de establecer un diálogo fructífero de cooperación. También le pidió que amplíe la ley estadounidense de preferencias arancelarias para los países andinos que beneficia a Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, y expira en diciembre de este año. De igual manera declara que no expulsará a la DEA de Bolivia (AP, 2 de febrero de 2006) Por otra parte sigue utilizando su verborrea antiimperialista para tratar de conservar su imagen. Acerca de un supuesto eje del mal integrado por Cuba, Venezuela y Bolivia, dijo: ‘¿Qué eje del mal?, Bolivia no pertenece a un eje del mal, pero construye un eje por la humanidad desde Latinoamérica para liberar a los países de la región… no estamos en tiempo en que los pueblos levantan armas de guerra contra el imperio, sino lamento mucho, que es el imperio (que) levanta armas de guerra contra los pueblos’” (16-02-06).
[4] La información que las agencias noticiosas dan sobre sus primeras actuaciones como presidente muestra claramente a que aún cuando se presente como un representante de los explotados, lo es de la burguesía: “El presidente Evo Morales sumó el apoyo de los empresarios de Santa Cruz, que hasta antes de su victoria electoral eran sus severos críticos…. Morales se reunió el jueves con líderes de la influyente Cámara de Industrias, Comercio, Servicios y Turismo (Cainco), la Asociación de Bancos Privados y de las industrias del Azúcar y la Construcción de Santa Cruz, a los que prometió apoyo…. Auguró una nueva era de relaciones entre los capitalistas de Santa Cruz y el gobierno de La Paz”. (AFP Y DPA 4 de febrero de 2006)