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La CCI celebró su decimosexto congreso la primavera pasada. “El Congreso internacional es el órgano soberano de la CCI”, como se dice en nuestros estatutos (1). Por eso y como siempre después de ese tipo de ocasiones, es responsabilidad nuestra dar cuenta de ellas ante la clase obrera y extraer sus principales orientaciones.
En el artículo publicado tras nuestro congreso precedente, escribíamos:“El XVº congreso tenía para nuestra organización una importancia particular, por dos razones esenciales.
“Por una parte, desde el congreso anterior, en la primavera del 2001, hemos asistido a una agravación muy importante de la situación internacional, en el plano de la crisis económica, y sobre todo en el plano de los conflictos imperialistas. Precisamente este congreso se ha desarrollado mientras ocurría la guerra de Irak, y era responsabilidad de nuestra organización precisar sus análisis, para poder intervenir de la forma más apropiada posible frente a esta situación.
“Por otra parte, este congreso se desarrolló tras haber atravesado la CCI la crisis más peligrosa de su historia. A pesar de que esta crisis se había superado, nuestra organización tenía que sacar el máximo de enseñanzas de las dificultades que había encontrado, sobre sus orígenes y los medios para enfrentarlas” (Revista internacional no 114, “XVo Congreso de la CCI; reforzar la organización frente a los retos del período”).
Los trabajos de este XVIo congreso han tenido un tono muy diferente: han puesto en el centro de sus preocupaciones el examen de la reanudación de los combates de la clase obrera y las responsabilidades que esa reanudación acarrea para nuestra organización, especialmente frente a la aparición de una nueva generación que se está girando hacia una perspectiva política revolucionaria.
La barbarie militarista sigue evidentemente incrementándose en un mundo capitalista enfrentado a una crisis económica insuperable. En el Congreso se presentaron, se discutieron y se adoptaron informes específicos sobre los conflictos imperialistas. Lo esencial de esos informes se recogió en la Resolución sobre la situación internacional que publicamos en esta Revista.
Como se recuerda en esa resolución, la CCI define el período histórico actual como la fase postrera de la decadencia del capitalismo, la fase de descomposición de la sociedad burguesa, la de su putrefacción de raíz. Como ya lo hemos dicho en múltiples ocasiones, la descomposición se debe a que, frente al hundimiento histórico irremediable de la economía capitalista, ninguna de las dos clases antagónicas de la sociedad, la burguesía y el proletariado, logra imponer su respuesta propia: la guerra mundial aquélla y la revolución comunista éste. Esas condiciones históricas determinan las características fundamentales de la vida de la sociedad burguesa actual. Con ese análisis de la descomposición es cómo se puede comprender la permanencia y la agravación de toda una serie de calamidades que abruman hoy a la humanidad, y en primer lugar la barbarie bélica, pero también fenómenos como la destrucción ineluctable del medio ambiente o las terribles consecuencias de las “catástrofes naturales” como la provocada por el tsunami el invierno pasado. Esas condiciones históricas de la descomposición son un enorme peso en los hombros del proletariado y también de sus organizaciones revolucionarias. Son una de las causas más importantes de las dificultades que ha encontrado nuestra clase y nuestra organización desde principios de los años 90, como así lo hemos escrito en artículos anteriores:
“Los diferentes factores que son la fuerza del proletariado chocan directamente con las diferentes facetas de la descomposición ideológica :
“– la acción colectiva, la solidaridad, encuentran frente a ellas la atomización, el “sálvese quién pueda”, el “arreglárselas por su cuenta” ;
“– la necesidad de organización choca contra la descomposición social, la dislocación de las relaciones en que se basa cualquier vida en sociedad ;
“– la confianza en el porvenir y en sus propias fuerzas se ve minada constantemente por la desesperanza general que invade la sociedad, el nihilismo, el “no future” ;
“– la conciencia, la clarividencia, la coherencia y unidad de pensamiento, el gusto por la teoría, deben abrirse un difícil camino en medio de la huida hacia quimeras, drogas, sectas, misticismos, rechazo de la reflexión y destrucción del pensamiento que están definiendo a nuestra época” (“La descomposición, fase última de la decadencia del capitalismo”, Revista internacional no 107).
Especialmente, la crisis de la CCI que mencionábamos antes solo podría comprenderse gracias a un análisis de la descomposición que permite sobre todo explicar cómo es posible que unos militantes con muchos años en nuestra organización, los que formaron la pretendida Fracción interna de la CCI (FICCI), se pusieran a portarse como unos fanáticos histéricos en busca de chivos expiatorios, como unos hampones y, al cabo, como soplones (2).
La reanudación de los combates de clase
El XVo congreso verificó entonces que la CCI había superado su crisis de 2001, sobre todo porque comprendió por qué había sido una expresión en nuestro seno de los efectos de la descomposición. También constató las dificultades que seguía teniendo la clase obrera en sus luchas contra los ataques capitalistas, y en especial, su falta de confianza en sí misma.
Sin embargo, desde ese congreso celebrado en la primavera de 2003, como lo señalaba la reunión plenaria del órgano central de la CCI del otoño de ese año:
“Las movilizaciones a gran escala en la primavera de 2003 en Francia y Austria han significado un giro en la lucha de clases desde 1989. Son el primer paso significativo en la recuperación de la combatividad obrera tras el período más largo de reflujo desde 1968” (Revista internacional n° 119).
Un giro así en la lucha de clases no fue una sorpresa para la CCI pues ya su XVº lo anunciaba en perspectiva. En el artículo de presentación de dicho Congreso escribimos lo siguiente:
“La CCI ya ha puesto en evidencia, muchas veces, que la descomposición de la sociedad capitalista ejerce un peso negativo en la conciencia del proletariado. Igualmente, desde el otoño de 1989, la CCI subrayó que el hundimiento de los regímenes estalinistas iba a provocar “dificultades crecientes para el proletariado” (título de un artículo de la Revista internacional nº 60). Desde entonces, la lucha de clases ha confirmado con creces esa previsión.
“Frente a esta situación, el congreso ha reafirmado que la clase conserva todas sus potencialidades para llegar a asumir sus responsabilidades históricas. Es verdad que aún está hoy en una situación de retroceso importante de su conciencia, tras las campañas burguesas que asimilan marxismo y comunismo a estalinismo, y establecen una continuidad entre Lenin y Stalin. También, la situación actual se caracteriza por la notable pérdida de confianza del proletariado en sus propias fuerzas, y en su capacidad para entablar incluso luchas defensivas contra los ataques de sus explotadores, que puede conducirle a perder de vista su identidad de clase. Y hay que destacar que esa tendencia a la pérdida de confianza en la clase se expresa incluso en las organizaciones revolucionarias, particularmente en forma de arrebatos súbitos de euforia frente a movimientos como el de finales de 2001 en Argentina (presentado como un formidable empuje del proletariado, cuando estaba empapado de interclasismo). Pero una visión materialista, histórica, a largo plazo, nos enseña, parafraseando a Marx, “que no se trata de considerar lo que tal o cual proletario, o incluso el conjunto del proletariado, toma hoy por la verdad, sino de considerar lo que es el proletariado, y lo que históricamente se verá conducido a hacer conforme a su ser” (la Sagrada familia). Esa visión nos muestra particularmente que, frente a los golpes más y más fuertes de la crisis del capitalismo, que se traducen por ataques cada vez más feroces, la clase reacciona, y reaccionará necesariamente desarrollando su combate” (“15º congreso de la CCI”, Revista internacional no 114).
Lo que permitió que nuestra organización no cayera en el escepticismo, la desmoralización incluso, ha sido el método marxista, cuando, durante una década, el proletariado mundial quedó dañado en su combatividad y en su conciencia del contragolpe provocado por el desmoronamiento de los regímenes a los que todos los sectores de la clase burguesa presentaban como regímenes “socialistas” u “obreros”. Ese mismo método, que exige estar siempre alerta ante las nuevas situaciones, nos permitió afirmar que quedaba cerrado el largo período de retroceso de la clase obrera, tras su derrota ideológica de 1989. Esto lo hemos plasmado en nuestra resolución sobre la situación internacional adoptada por el reciente XVIº congreso:
“Pero a pesar de todas estas dificultades, este período de retroceso no ha significado, ni mucho menos, el "fin de la lucha de clases". Incluso en los años 1990 hemos visto algunos movimientos (como los de 1992 y de 1997) que ponían de manifiesto que la clase obrera conservaba aún intactas reservas de combatividad. Ninguno de esos movimientos supuso, no obstante, un verdadero cambio en cuanto a la conciencia en la clase. De ahí la importancia de los movimientos que han aparecido más recientemente, que aún careciendo de la espectacularidad y notoriedad ("le Grand soir") de los que tuvieron lugar por ejemplo en Francia en Mayo de 1968, sí representan, en cambio, un giro en la relación de fuerzas entre las clases. Las luchas de 2003-2005 se han caracterizado porque:
“- implican a sectores muy significativos de la clase obrera de los países del centro del capitalismo (por ejemplo en Francia en 2003);
“- manifiestan una mayor preocupación por problemas más explícitamente políticos. En particular los ataques a las pensiones de jubilación plantean la cuestión del futuro que la sociedad capitalista puede depararnos a todos;
“- Alemania reaparece como foco central de las luchas obreras, lo que no sucedía desde la oleada revolucionaria de 1917-23;
“- la cuestión de la solidaridad de clase se plantea de una forma mucho más amplia y más explícita de lo que se planteó en los años 1980, como hemos visto, sobre todo, en los movimientos más recientes en Alemania” (Resolución publicada en esta misma Revista).
Esa evolución de las luchas del proletariado nos ha permitido comprender plenamente las campañas sobre el llamado “altermundialismo”, promovidas por amplios sectores de la burguesía desde principios del siglo xxi, campañas que se han concretado en particular en la celebración de “foros sociales” mundiales y europeos altamente mediatizados. La clase capitalista era consciente de que el retroceso que logró imponer a su enemigo mortal gracias a las campañas sobre la “muerte del comunismo”, el “fin de la lucha de clases”, “la desaparición de la clase obrera” incluso, no iba a ser algo definitivo y era necesario promover otros temas para tomar la delantera ante el inevitable despertar de las luchas y de la conciencia proletarias.
Esas campañas burguesas no solo van dirigidas a las grandes masas obreras. Su objetivo es también alistar y desviar hacia un atolladero a los elementos más politizados que miran hacia la perspectiva de otra sociedad librada de las calamidades que el capitalismo engendra. Y así la Resolución adoptada por el XVIo congreso deja constancia de que las diferentes expresiones del viraje en la relación de fuerzas entre las clases
“... se ven acompañadas del surgimiento de una nueva generación de elementos que tratan de encontrar claridad política. Esta nueva generación se expresa tanto en una nueva afluencia de elementos netamente politizados, como en nuevas capas de trabajadores que, por vez primera, se incorporan a las luchas. Como se ha podido comprobar en algunas de las manifestaciones más importantes, se están forjando las bases de una unidad entre esta nueva generación y la llamada "generación de 1968" en la que se incluyen tanto la minoría política que reconstruyó el movimiento comunista en los años 1960 y 1970, como sectores más amplios de trabajadores que vivieron la rica experiencia de luchas de la clase obrera entre 1968 y 1989”.
La responsabilidad de la CCI ante el resurgir de nuevas fuerzas revolucionarias
Otra preocupación esencial del XVIo congreso ha sido la de poner a nuestra organización a la altura de sus responsabilidades ante el surgimiento de esos nuevos elementos que se están orientando hacia las posiciones de clase de la Izquierda comunista. Así aparece claramente en la Resolución de actividades adoptada por el Congreso:
“El combate para ganarse a la nueva generación para las posiciones de clase y el militantismo es hoy central en todas nuestras actividades. Esto no sólo en la intervención, sino en toda nuestra reflexión política, nuestras discusiones y preocupaciones militantes. (…)
“La labor actual de agrupamiento de las fuerzas revolucionarias es antes que nada la del fortalecimiento político, geográfico y numérico de la CCI. Sigue el crecimiento de las secciones, incapaces durante años algunas de ellas de integrar a nuevos miembros, la concreción de una verdadera sección en India, la preparación de las bases para una sección en Argentina. Todo ello es central en nuestras perspectivas”
Esa labor de agrupamiento de las nuevas fuerzas militantes exige en particular que se las defienda contra todos los intentos de destruirlas o llevarlas hacia atolladeros. Y esta defensa solo podrá realizarse si la propia CCI sabe defenderse contra los ataques de que es objeto. El congreso anterior ya constató que nuestra organización fue capaz de repeler los ataques inicuos de la FICCI, impidiéndole que lograra el objetivo abiertamente declarado de ésta, o sea, la destrucción de la CCI, o, al menos, la mayor cantidad de secciones posible. En octubre de 2004, la FICCI montó una nueva ofensiva contra nuestra organización apoyándose en una serie de posiciones calumniosas de un “Círculo de comunistas internacionalistas” basado en Argentina y que se presentaba como el continuador del “Núcleo comunista internacional” (NCI) con el que la CCI había desarrollado discusiones y contactos desde finales de 2003. Lamentablemente, el BIPR hizo su contribución en esta maniobra vergonzosa publicando, en varias lenguas y dejándola durante varios meses en su página Web, una declaración de lo más mentiroso e histérico contra nuestra organización. Actuamos con rapidez publicando una serie de documentos en nuestra página Web para rechazar ese ataque de modo que nuestros agresores acabaron dando la callada por respuesta. Al “Círculo” se le cayó la careta, apareciendo como lo que es, una ficción inventada por el ciudadano B., un aventurerillo del hemisferio austral, de poca monta pero con un morro descomunal y una pretensión sin límites: su página Web, que no había parado un instante con una actividad frenética durante las tres primeras semanas de octubre de 2004, desde el 23 de ese mes es un desierto. La FICCI, tras haberse creído (o hacer creer) durante varios meses la realidad de ese “Círculo”, ahora ya no dice nada sobre el tema. El BIPR, por su parte, ha quitado de su página Web el comunicado de B., pero sin más explicaciones y negándose a publicar el aviso del verdadero NCI sobre las actuaciones de B.
Porque el combate contra esa ofensiva de la “triple alianza” entre el aventurerismo (B.), el parasitismo (FICCI) y el oportunismo (BIPR) ha sido también un combate por la defensa del NCI, que representa un esfuerzo de un pequeño núcleo de camaradas para desarrollar una compresión de posiciones de la Izquierda comunista en relación con la CCI (3).
“La defensa del NCI frente a los ataques conjuntos del “Círculo”, de la “Ficci” y del BIPR muestra el camino a toda la CCI para desarrollar la organización. Esta defensa se basa en:
“- una profunda confianza en la nueva generación, confianza basada en una visión histórica, a largo plazo; (...)
“- ser capaces de trasmitir, con convicción y entusiasmo, nuestras posiciones y nuestra visión del militantismo, de desarrollar la solidaridad proletaria como herramienta básica para la unificación de las fuerzas de clase; (...)
“- acoger a la nueva generación, ni con escepticismo ni “miedo al éxito”, sino con los brazos abiertos, construyendo sobre lo que es positivo en ella para así poder superar sus debilidades;
“- concretar las lecciones aprendidas en la organización, para, con determinación y tras una reflexión de fondo, proteger a los elementos en búsqueda de los peligros del espíritu de círculo, del clanismo, de los gurús y del aventurerismo;
“- usar al máximo todos los medios a nuestra disposición, en acuerdo con las necesidades de la situación, como partes de una estrategia global, desde la correspondencia a las visitas, pasando por Internet, nuestra prensa y nuestras reuniones públicas; combinar la rapidez de nuestras reacciones y el trabajo a largo plazo, un trabajo decidido incluso ante derrotas inmediatas” (Resolución de actividades)
Ante esa labor hacia las personas en búsqueda, la CCI debe poner en práctica una política decidida de intervención. Pero también debe poner el mayor cuidado tanto en la pertinencia de los argumentos en las discusiones como a la cuestión del comportamiento político:
“Siguiendo ese esfuerzo, debemos procurar:
“- establecer o aumentar el impacto de la CCI en todos los países en los que tenemos secciones, pero también en zonas como Rusia o Latinoamérica, estimulando debates (reuniones, foros en Internet), polémicas, correspondencias, revista de prensa, favoreciendo la formación de círculos de discusión y promoviendo su trabajo;
“- atraer a las gentes proletarias hacia nosotros, gracias a la profundidad de nuestros argumentos, pero también a nuestra capacidad para hacernos respetar. La determinación de la CCI en la defensa de los principios, nuestra capacidad para reaccionar contra las maniobras destinadas a sabotear el agrupamiento, eso es lo que hará que ganemos la confianza de las expresiones proletarias, y amedrentar o inhibir a los elementos destructores
“- promover los métodos proletarios de clarificación, de agrupamiento y de comportamiento; (…)
“- intensificar nuestra ofensiva contra el parasitismo, no solo contra la “Ficci”, sino también contra grupos que tienen un impacto internacional como el GCI.”
Por otro lado, el surgimiento de nuevas fuerzas comunistas debe ser un poderoso aguijón que estimule la reflexión y las energías, no solo de los militantes sino también de elementos que fueron afectados por el retroceso de la clase obrera a partir de 1989:
“Los efectos de los acontecimientos históricos contemporáneos en las capas más politizadas de la clase son muy profundos. Estos hechos ya han empezado a despertar la conciencia de una nueva generación para la que el atolladero del capitalismo es una realidad en la que han nacido los elementos de esas nuevas generaciones, pero carecen de formación política o de experiencia de clase. Van a despertar a quienes, en los años 1980 o 90, bajo los primeros efectos de la descomposición, permanecían escépticos sobre una posible política proletaria. Los efectos del actual desarrollo histórico van a hacer volver a la política a una parte de la generación de 1968, que fue entonces desviada y emponzoñada por el izquierdismo. De hecho ya han comenzado a reactivarse antiguos militantes, no sólo de la CCI, sino también de otras organizaciones proletarias. Cada una de las expresiones de esa fermentación representa un valiosísimo potencial para la recuperación de la identidad de clase, de la experiencia de lucha, y de la perspectiva histórica del proletariado. Pero esos potenciales sólo llegarán a materializarse si son agrupados por una organización que representa la conciencia histórica, un método marxista y una experiencia organizativa que, actualmente, sólo la CCI puede ofrecer. Esto hace que el desarrollo continuo y a largo plazo de las capacidades teóricas, la comprensión militante y la centralización de la organización, resulten cruciales para la perspectiva histórica.”
El congreso ha señalado, en efecto, la enorme importancia del trabajo teórico en la situación actual:
“La organización no puede cumplir sus responsabilidades ni hacia las minorías revolucionarias ni hacia la clase en su conjunto, si no es capaz de comprender el proceso de preparación del partido en el contexto más amplio de la evolución general de la lucha de clases. La capacidad de la CCI para analizar los cambios en la relación de fuerzas entre las clases, y para intervenir en las luchas y en la reflexión política que se da en el seno de la clase obrera, tiene una gran importancia a largo plazo en la evolución de la lucha de clases. Pero incluso ahora, es decir a corto plazo, resulta crucial para conquistar nuestro papel dirigente frente a la nueva generación politizada. El que la CCI haya sido capaz de reconocer con rapidez el final cercano del largo retroceso de la combatividad, y sobre todo de la conciencia del proletariado, que se produjo después de 1989, es una primera prueba de la necesaria renovación teórico-política. En estos dos últimos años, hemos comenzado también a adaptar nuestra intervención a las condiciones actuales, a la realidad de la reflexión subterránea, a lo enorme de lo que está en juego, al nivel político tan bajo en la clase y a las grandes dificultades en las luchas inmediatas. La organización debe continuar esta reflexión teórica, sacando un máximo de lecciones concretas de su intervención, abandonando los esquemas del pasado.”
Al mismo tiempo, esa reflexión debe hacerse de carne y hueso, concretándose eficazmente en nuestra propaganda, y para ello, es necesario que la organización dé el mayor apoyo al principal medio de difusión de sus posiciones, o sea, la prensa:
“La evolución de la situación mundial plantea exigencias nuevas y mayores en la calidad de nuestra prensa y su distribución. Por Internet, la organización se ha abierto a una dimensión cuantitativa y cualitativamente nueva de su intervención por vía de prensa. Durante el reciente combate contra la alianza entre el oportunismo y el parasitismo, y gracias a ese medio, la CCI ha podido desarrollar, por vez primera desde la época en que existía una prensa revolucionaria diaria, una intervención en la que fue decisiva la capacidad de replicar inmediatamente. De igual modo, la rapidez con la que la organización ha sido capaz de publicar en su página Web en alemán sus panfletos y análisis sobre las luchas de los obreros de Mercedes y Opel, nos muestra el camino que seguir. El uso creciente de nuestra prensa para organizar y sintetizar debates, para hacer propuestas y lanzar iniciativas hacia las personas en búsqueda, subraya su importancia cada vez mayor como instrumento privilegiado para el agrupamiento, el desarrollo político y numérico de la organización.”
En fin, el congreso ha dedicado una muy particular atención a la cuestión que figura al final de la plataforma de nuestra organización:
“Las relaciones que se establecen entre las diferentes partes y militantes de la organización llevan necesariamente los estigmas de la sociedad capitalista y no pueden, pues, constituir un islote de relaciones comunistas dentro de ella. Sin embargo no pueden estar en contradicción flagrante con los objetivos perseguidos por los revolucionarios, por lo que se apoyan necesariamente en una solidaridad y confianza mutuas, que son signos de pertenencia de la organización a la clase portadora del comunismo”.
Por eso, la Resolución de actividades pone de relieve que:
“La fraternidad, la solidaridad y el sentido de la comunidad forman parte de los instrumentos más importantes en la construcción de la organización, de la capacidad para ganar a nuevos militantes y conservar la convicción militante”.
Esta exigencia, como todas a las que debe hacer frente una organización marxista, requiere una reflexión teórica:
“En la medida que las cuestiones de organización y de comportamiento están hoy en el centro de los debates tanto en el interior como en el exterior de la organización, un eje central de nuestro trabajo teórico en los dos próximos años será la discusión de los diferentes textos de orientación (…), especialmente el texto sobre la ética. Estas cuestiones nos llevan a las raíces de las recientes crisis de la organización, van a las bases fundamentales de nuestro compromiso militante, y son cuestiones centrales para la revolución en esta época de la descomposición. Estas cuestiones están llamadas a desempeñar un papel crucial en la renovación de la convicción militante y en la renovación del gusto por la teoría y por el método marxista que aborda cada cuestión desde un planteamiento histórico y teórico”.
Publicamos en los números 111 y 112 de la Revista internacional le esencial de un texto de orientación adoptado por nuestra organización sobre “La confianza y la solidaridad en la lucha del proletariado” que dio lugar a una profunda discusión en la CCI. Hoy, sobre todo tras unos comportamientos de miembros de la “FICCI” en ruptura total con las bases de la moral proletaria, hemos decidido profundizar esa cuestión en torno a un nuevo texto de orientación que trata de la ética del proletariado, texto cuya versión final publicaremos más tarde. Con esta perspectiva, el XIVº congreso, como así ocurre en la mayoría de los congresos de la CCI, dedicó gran parte de su orden del día a un tema teórico general y haciendo balance de las discusiones llevadas ya a cabo sobre la ética.
Perspectivas enardecedoras
Los congresos de la CCI son siempre momentos de entusiasmo para el conjunto de sus miembros. No podía ser de otra forma cuando militantes venidos de tres continentes y de trece países, animados por las mismas convicciones, se encuentran para discutir juntos las perspectivas del movimiento histórico del proletariado. Pero el XVIo congreso resultó aún más estimulante que la mayoría de los que le precedieron.
Durante casi la mitad de sus treinta años de vida, la CCI ha existido (en el próximo número de la Revista publicaremos un artículo sobre su historia) mientras el proletariado sufría un retroceso de su conciencia, una asfixia de sus luchas y un agotamiento de nuevas fuerzas militantes. Durante más de una década una de las consignas centrales de nuestra organización fue “resistir”. Ha sido una prueba difícil y algunos de los “viejos” militantes no han podido aguantarla (sobre todo los que constituyeron la FICCI y los que abandonaron el combate en los momentos de crisis que hemos conocido en este período).
Actualmente que la perspectiva empieza a aclararse, podemos decir que la CCI, como un todo, ha superado esta prueba. Incluso ha salido fortalecida de ella. Un fortalecimiento político, como pueden juzgar los lectores de nuestra prensa (de quienes recibimos un número creciente de cartas de apoyo). Pero también un fortalecimiento numérico ya que, en el momento actual, las nuevas adhesiones son más numerosas que las dimisiones que conocimos en la crisis de 2001. Y lo que es más destacable, es que un número significativo de estas adhesiones es de gente joven, que no ha sufrido ni ha tenido que superar las deformaciones debidas a la militancia en organizaciones izquierdistas. Elementos jóvenes cuyo dinamismo y entusiasmo sustituyen y superan con creces las cansadas y gastadas “fuerzas militantes” que nos han abandonado.
El entusiasmo de los militantes que participaron en el Congreso ha tenido su mejor expresión en los camaradas que hicieron el discurso de apertura y el de las conclusiones. Fueron dos compañeros de la nueva generación, que ni siquiera eran miembros de ella en el congreso anterior. La decisión de confiarles esa tarea no se debió a no se sabe qué demagogia “projuvenil”: todos los delegados saludaron la calidad y la profundidad de sus intervenciones.
El entusiasmo que se ha vivido durante el XVIo congreso ha sido lúcido. No tiene nada que ver con la euforia ilusoria que se vivió en otros congresos de nuestra organización (euforia que a menudo fue propia de quienes después nos han dejado). La CCI, después de 30 años de existencia, ha aprendido (4), a veces dolorosamente, que el camino que conduce a la revolución no es ninguna autopista, que es sinuoso, y está sembrado de trampas que la clase dominante tiende a su enemigo mortal, la clase obrera, para desviarla de su objetivo histórico.
Los miembros de nuestra organización saben bien actualmente que la militancia no es fácil; que hace falta no solamente una sólida convicción, sino además abnegación, tenacidad y paciencia.
Si embargo, hacen suya la frase de Marx en una carta a J. P. Becker:
“He podido comprobar siempre que los caracteres verdaderamente bien forjados, en cuanto se han metido en la vía revolucionaria, sacan constantemente nuevas fuerzas de la derrota, y se vuelven cada día más resueltos a medida que el fluir del río de la historia los lleva más lejos”.
La conciencia de la dificultad de nuestra tarea no es para desanimarnos. Al contrario, es un factor suplementario de nuestro entusiasmo
Actualmente, el número de participantes en nuestras reuniones públicas ha aumentado sensiblemente, y nos llegan cada vez más correos de Grecia, Rusia, Moldavia, Portugal, Brasil, Argentina, Argelia, Senegal, Irán, Corea, para solicitar directamente su candidatura a nuestra organización, para proponer y desarrollar discusiones o simplemente pedir las publicaciones, pero siempre con una perspectiva militante. Todas esas personas nos permiten confiar en el desarrollo de la presencia de posiciones comunistas en los países donde la CCI no tiene todavía sección, incluso la creación de nuevas secciones en esos países. Saludamos a estos camaradas que vienen hacia las posiciones comunistas y hacia nuestra organización. Nosotros les decimos:
“Habéis hecho una buena elección, la única elección posible si tenéis la perspectiva de integraros en el combate por la revolución proletaria. Pero no habéis elegido lo más fácil: no vais a ver éxitos rápidos, habréis de tener paciencia y tenacidad y no desmoralizaros cuando los resultados no estén a la altura de vuestras esperanzas. Pero no estaréis solos: los militantes actuales de la CCI estarán a vuestro lado y son conscientes de la responsabilidad que el paso que habéis dado representa para ellos. Su voluntad, tal y como se expresa en el XVIo congreso, es la de estar a la altura de esa responsabilidad”.
Corriente comunista internacional
1 No es ni mucho menos una “originalidad de la CCI”, sino una tradición del movimiento obrero. Pero hay que decir que esa tradición ha sido abandonada por la corriente “bordiguista” (en nombre del rechazo del “democratismo”) y que no está muy viva en el Partito comunista internazionalista (Battaglia comunista) componente principal del Buró internacional para el partido revolucionario (BIPR) el cual, en sesenta años de existencia solo ha celebrado siete congresos.
2 Sobre la crisis de la CCI y las maniobras de la FICCI, puede leerse “Amenazas de muerte contra militantes de la CCI”, “Reuniones públicas de la CCI prohibidas a los soplones”, “Los métodos policíacos de la FICCI” (en nuestra prensa territorial e Internet, especialmente, en los nos 354, 338 y 330 de Révolution internationale) así como “Conferencia extraordinaria de la CCI : el combate por la defensa de los principios organizativos”, Revista internacional n° 110. El artículo de presentación del XVº congreso publicado en la Revista internacional n° 114 trata también más ampliamente sobre este tema: “Pero para estar a la altura de sus responsabilidades, es preciso también que las organizaciones revolucionarias den la talla para enfrentarse, no sólo a los ataques directos que trata de asestarles la clase dominante, sino también a la penetración en su seno del veneno ideológico que ésta difunde en el conjunto de la sociedad. En particular es su deber combatir los efectos más deletéreos de la descomposición que, de la misma forma que afectan la conciencia del conjunto del proletariado, pesan igualmente en el cerebro de sus militantes, destruyendo su convicción y su voluntad de obrar por la causa revolucionaria. La CCI ha tenido que enfrentarse en el último periodo precisamente a ese ataque de la ideología burguesa favorecido por la descomposición. La voluntad de defender la capacidad de la organización para asumir sus responsabilidades ha estado en el centro de las discusiones del congreso sobre las actividades de la CCI”.
3 Ver al respecto nuestro artículo “El Núcleo comunista internacional: una expresión del esfuerzo de toma de conciencia del proletariado en Argentina”, Revista internacional n° 120.
4 En realidad, habría que decir “ha vuelto a aprender”, puesto que de eso eran muy conscientes las organizaciones comunistas del pasado y, particularmente, la Fracción italiana de la Izquierda comunista de la que se reivindica la CCI.