El sistema capitalista manifiesta su caducidad histórica mediante una dinámica guerrera que se extiende gradualmente por todas partes. La burguesía ya no encuentra en las guerras medio alguno de soliviantar su crisis. En su locura destructiva acaba por enfrentar a proletarios de diferentes países. Este no puede apoyar ningún bando burgués. La manera que tiene el proletariado para oponerse a las guerras es negarse a cualquier sacrificio.

En la Revista Internacional número 155 publicamos un muy interesante artículo titulado “La propaganda durante la Primera Guerra Mundial” donde analizábamos los métodos de propaganda utilizados por la burguesía de todos los bandos para enrolar al proletariado para matarse entre ellos defendiendo los intereses de sus reclutadores. En la reciente guerra de Israel y Palestina vemos la misma técnica que siempre ha utilizado, para engañar al proletariado de ambos bandos.

Ciudades completamente devastadas, hospitales en total colapso, multitudes de civiles deambulando bajo las bombas, sin agua, comida ni electricidad, familias llorando por todas partes por sus muertos, niños demacrados buscando a sus madres bajo las ruinas, otros despedazados sin piedad... Este aterrador paisaje apocalíptico no es el de Varsovia o Hiroshima tras seis años de guerra mundial, ni el de Sarajevo tras cuatro años de asedio.

El verano de este año sería, según la prensa toda del mundo capitalista, el verano de la paz en el mundo, o, cuando menos, el de las mayores esperanzas de paz. Serían las paces entre Irán e Irak, en Angola y en Camboya y pronto en Afganistán. También sería el principio de un proceso de desarme de misiles nucleares entre los dos jefes de bloque, EE. UU. y la URSS, proceso garantizador de la voluntad real de paz por parte de los dirigentes de esas dos principales potencias capitalistas del mundo. O sea, el futuro de paz le estaría ganando terreno a su supuesto contrario, el futuro de una 3ª guerra mundial.