El “pacifismo” - de lo más belicista - del capitalismo español

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El gobierno Sánchez saca pecho para ¡denunciar las atrocidades de Netanyahu! Incluso “se atreve” a ¡reconocer al Estado palestino! En realidad, es el país número 144 que lo hace, pero el gobierno español quiere darse un aura de campeón mundial del pacifismo. En realidad, está propagando la guerra. ¿Cómo? Del mismo modo que la burguesía defiende las guerras como vía para “preparar la paz”; también se llena la boca de paz, de “respeto al derecho internacional humanitario”, etc., para implicarse mejor en la guerra acorde con sus intereses nacionales.

Hacen la guerra para “preparar la paz” y hablan de paz para preparar la guerra

Todos los sectores de la burguesía española – si se exceptúan una parte del PP y Vox – han respaldado los gestos de Pedro Sánchez contra el “genocidio” en Gaza. Esos gestos de simpatía se sitúan, de hecho, en continuidad con la manida “tradicional amistad de los pueblos español y árabe” que viene ¡desde los tiempos de Franco!, y que los gobiernos de la democracia supieron reconducir hasta darle el marco diplomático actual1.

Con la Guerra Fría, el régimen franquista se vio obligado a adherirse al bloque imperialista de los EE. UU., el cual supo aprovechar la posición de España haciendo de ella un peón en su estrategia para frenar la influencia del bloque imperialista ruso en los países árabes. Cuando éste bloque finalmente colapsó, los norteamericanos encargaron entonces al gobierno del PSOE2 organizar la Conferencia de Paz de Madrid en 1991, con la que pretendían cerrar ese foco de conflicto. De hecho, fue la antesala preparatoria de los “acuerdos de Oslo” del año siguiente. Con su implicación en esa Conferencia, la burguesía española buscaba ganar protagonismo y relevancia diplomática en lo que Bush -padre – llamó “el nuevo orden mundial”, pero que en realidad significaría un proceso creciente del “cada uno a la suya".

Es eso mismo – la defensa de los intereses imperialistas de su capital nacional – lo que se esconde hoy tras los melifluos discursos pacifistas del gobierno Sánchez:

  1. Mientras los EE. UU. o Alemania tienen las manos atadas por su apoyo abierto a la burguesía israelí, el gobierno español – junto a otras potencias de segunda como Irlanda, Noruega, Sudáfrica - trata de ganar influencia en una región clave jugando la baza diplomática. Carente de una potencia militar3 con que hacer “valer” sus intereses, confía en obtener protagonismo en la región, y ganar apoyos entre los regímenes de la zona, mediante discursos “por la paz y el derecho humanitario”.

  2. En los países árabes del Magreb (que frecuentemente crean complicaciones al capital español en intereses como exportaciones, suministros energéticos, control de la emigración, etc.), la pose “pro-palestina” del gobierno Sánchez es vista como un nuevo gesto conciliador. Con la misma cara dura con que hoy se llena la boca de “paz” y “derechos humanos”, el gobierno “progresista” de Sánchez se plegó al chantaje marroquí cuando la masacre de la valla de Melilla4. Con el mismo asqueroso cinismo con que hoy aparecen como abanderados de las soluciones “negociadas” de los conflictos, este mismo gobierno “progresista” entregó hace un par de años a los refugiados saharauis a las garras del Estado marroquí.

  3. apareciendo una y otra vez ante los medios de comunicación como un adalid del pacifismo, el gobierno español trata de ocultar su implicación generosa en la guerra de Ucrania, así como su participación en el esfuerzo armamentístico generalizado que exige el cada vez más descontrolado auge militarista actual. En los últimos 5 años, los gastos militares españoles han crecido desde 2020 ¡un 50%, hasta más de 25 mil millones de euros!

La falsa respuesta a la guerra: el falso internacionalismo de los izquierdistas

Prueba del consenso de la burguesía española en la postura del gobierno es el respaldo, la publicidad y la simpatía con las que han contado (menos alguna excepción) las acampadas pro-Palestina levantadas en las universidades. Pero entonces, si su función no podía ser la de presionar a un gobierno que ya se ponía gustosamente el pañuelo palestino ¿para qué le servían al Estado?

Estas acampadas, promovidas esencialmente por todo el aparato izquierdista, desde Podemos a los de Izquierda Revolucionaria-El Militante, querían desviar hacia el terreno podrido del nacionalismo la inquietud que existe en la clase obrera y en particular en los jóvenes hacia la guerra. Desviarla hacia tomar partido por uno de los dos campos imperialistas en conflicto, y en este caso por la llamada “causa palestina”5. Y teniendo además el criminal cinismo de disfrazarlo de ¡internacionalismo proletario! Mediante un habilidoso truco, el internacionalismo de la clase sin patria es convertido en ¡“la solidaridad entre patrias”!

Cuando alguien trataba de denunciar en esas asambleas que tan criminal era Hamás como Netanyahu, era rápidamente estigmatizado como “equidistante”6. ¡Lo que importa es la denuncia del “genocidio” en Gaza!, replicaban, impidiendo así comprender que el genocidio masivo, la utilización de los sufrimientos de la población como moneda de presión sobre la nación rival, no son una particularidad de acción israelí en Gaza, sino una constante de las guerras capitalistas que alcanza en la sociedad actual una magnitud destructora inusitada y aterradora.

Alinearse con uno de los campos en conflicto es todo lo contrario del internacionalismo que propugnaron los revolucionarios desde la 1º Guerra Mundial, como Lenin o Luxemburgo, cuyo verdadero legado falsifican estos canallas izquierdistas que tanto les “homenajean” últimamente. Esos mismos revolucionarios denunciaron también el criminal engaño de un capitalismo “pacífico” protegido de las guerras por el derecho internacional, la ONU, la convención de Ginebra u otras zarandajas. Así lo hicieron por ejemplo en las conferencias de Zimmerwald y Kienthal7. Nosotros, la CCI, seguimos fieles a ese verdadero internacionalismo, ese verdadero combate contra el caos militarista cada vez más irracional en el que nos hunde el capitalismo8.

Valerio 4 de julio de 2024

 

1 Alineado con las potencias del Eje en la 2ª Guerra Mundial, Franco mantuvo la retórica “antijudía” tras el fin de ésta, lo que le llevó a reforzar sus lazos con los países árabes. Recordemos cómo atribuía cualquier contestación a su régimen a la “conspiración judeo-masónica-izquierdista”.

2 Que había reconocido por vez primera al Estado de Israel en 1986.

3 Ver sus fiascos en Irak, Afganistán, o en el propio Líbano donde las fuerzas españolas de la ONU deben mirar para otro lado ante la actual escalada entre Hezbolá e Israel.

4 Ver: “Matanza de emigrantes en Melilla: Genocidio capitalista de los Estados español y marroquí”, Acción Proletaria, junio 2022.

5 Como hemos mostrado en muchos otros artículos, ni Hamás ni la ANP tienen interés en la población palestina más que como masa explotada y carne de cañón en sus conflictos con otros buitres imperialistas.

6 Hipócritamente los que llaman a apoyar a los palestinos contra los judíos, son en muchos casos los mismos (por ejemplo, Sumar, Podemos, etc.) que a la vez defienden la “cultura de la paz” entre Rusia y Ucrania.

7 Ver en nuestra web: “Conferencia de Zimmerwald: una referencia indispensable para la defensa del internacionalismo”, CCI abril 2022

8 Como dijimos en 1991 y repetimos en 2022: “En particular, las organizaciones revolucionarias tendrán el deber de: (a) denunciar con la máxima virulencia la repulsiva hipocresía de los izquierdistas que, en nombre del "internacionalismo" y de la "lucha contra el imperialismo", piden en realidad el apoyo a uno de los campos imperialistas; (b) denunciar las campañas pacifistas que constituyen un medio privilegiado para desmovilizar a la clase obrera en su lucha contra el capitalismo arrastrándola por el terreno podrido del interclasismo; (c) subrayar la gravedad de las cuestiones que están en juego en el período actual, en particular comprendiendo plenamente todas las implicaciones de las considerables conmociones que acaba de sufrir el mundo, y en particular el período de caos en el que ha entrado". Para leer la actualización de 2022 de nuestro artículo “Militarismo y Descomposición” escrito en 1990, consultar la Revista Internacional 168.

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