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Ante el callejón sin salida en que se encuentra el capitalismo y la quiebra de todos los «remedios» económicos, la burguesía no tiene más remedio que huir hacia delante por medios militaristas. La agravación de las tensiones bélicas en Ucrania, Oriente Medio y África, así como las crecientes amenazas en Asia (Filipinas, Taiwán, etc.) son el principal vector de una situación global en la que la guerra, la crisis económica y el desastre ecológico se agravan y refuerzan mutuamente. El proletariado mundial está pagando las consecuencias en primera línea en Rusia y Ucrania, en Israel y Gaza, en Yemen, el Sahel, etc. Frente a la multiplicación de las medidas de austeridad para financiar la guerra, se profundizan en todas partes la pobreza, la precariedad laboral y el miedo al mañana. Si el proletariado reacciona cada vez más con su lucha a los ataques económicos insoportables, aún queda mucho camino por recorrer antes de que el desarrollo y la politización de sus luchas permitan desafiar la dominación capitalista.
A pesar de que la polarización y la confrontación entre EEUU y China es el eje central de las tensiones imperialistas y de que los diferentes conflictos guerreros encuentran una referencia directa o indirecta a ese enfrentamiento mayor, la dinámica imperialista no es la de alianzas estables que llevan a la formación de bloques imperialistas en la preparación de una Tercera guerra mundial.
Eso no quiere decir sin embargo que la humanidad pueda dormir tranquila; la tendencia actual de caos imperialista incontrolado significa igualmente una amenaza para su supervivencia.
Desde el hundimiento de los bloques, la tentativa de EEUU de mantenerse como primera potencia mundial, y por tanto de imponer el (su) orden imperialista, es una contribución mayor justamente al desorden imperialista que se desarrolla.
Desde la administración Obama, la burguesía norteamericana ha implementado una política que “pivota” hacia Asia, tejiendo una red de alianzas económicas y militares (AUKUS, Quad) para aislar a China, siguiendo el modelo de cerco a la URSS[1] que contribuyó a provocar el hundimiento del bloque del Este. Socavar la alianza entre Rusia y China es un objetivo importante de esa política y por eso EE.UU. ayudó a provocar la guerra de Ucrania para “desangrar” a Rusia[2]. Otra pata de la estrategia del imperialismo USA era la Pax americana en Oriente Medio, con los acuerdos de Abraham (2020), que trataba de neutralizar a Irán y sus milicias proxy en la región y de bloquear la presencia de China a través de la ruta de la seda. El caos que se apoderó de la región tras el
sangriento ataque de Hamás y la respuesta genocida de Israel, que corre el riesgo de incendiar la región, va en contra de los intereses de Estados Unidos, que ha tenido que movilizar considerables recursos militares para evitar una desestabilización que amenaza la estabilidad «garantizada» por los Acuerdos de Abraham.
Además, para mayor confusión, las fracciones populistas de la burguesía norteamericana, no están de acuerdo con la forma de impulsar esas orientaciones de los demócratas, lo que hace aún más imprevisible las perspectivas en el caso de que Trump gane las próximas elecciones:
«Trump oscila entre el deseo de proyectar el poder de EE.UU. en el extranjero y el aislacionismo; recientemente, ha prometido retirarse de la OTAN, poner fin a las importaciones de productos chinos, desplegar el ejército de EE.UU. en las calles estadounidenses para luchar contra la delincuencia y deportar a los inmigrantes, y "expulsar" a los "belicistas" y "globalistas "del gobierno de EE.UU. Otros líderes conservadores -como el gobernador de Florida, Ron de Santis, y el empresario Vvek Ramaswamy- expresan una hostilidad manifiesta hacia el mantenimiento de los compromisos internacionales de Estados Unidos. La mayoría de los candidatos presidenciales del Partido Republicano ofrecieron un apoyo incondicional a Israel tras el ataque de Hamás... En cuanto a Ucrania, los políticos del partido están divididos, y algo más de la mitad de los republicanos de la Cámara de Representantes votaron en septiembre de 2023 a favor de detener la ayuda estadounidense a la defensa de Kiev contra la invasión rusa»[3]
Impasse de la guerra de Ucrania
Después de dos años y medio la guerra parece estancada. La ofensiva ucraniana fue un fracaso y Rusia apenas avanza sus posiciones. Los dos bandos se confrontan a la necesidad de una mayor movilización de la población y de recursos en el frente; mientras se acumulan las ruinas de las ciudades y las víctimas y las carencias de la población.
La causa de este punto muerto no es que se habría subestimado la resistencia de Rusia al “sangrado”, su capacidad de mantenerse como una potencia mundial; al contrario, podría decirse que se han sobreestimado. La verdadera causa es la espiral de caos que ha desatado la guerra de Ucrania.
En primer lugar en Rusia mismo, donde el crecimiento económico es en realidad el resultado de la economía de guerra, que engulle el conjunto de recursos y anuncia “pan para hoy y hambre para mañana”:
«Más de un tercio del crecimiento de Rusia se debe a la guerra, con las industrias relacionadas con la defensa floreciendo a tasas de crecimiento de dos dígitos […] El sector militar está recibiendo una cantidad desproporcionadamente alta de gasto público, y también está desviando mano de obra de la población activa civil, lo que lleva a una tasa de desempleo anormalmente baja del 2,9% [...] La interacción entre el gasto militar, la escasez de mano de obra y el aumento de los salarios ha creado una ilusión de prosperidad que probablemente no durará […] Putin se enfrenta a un trilema imposible. Sus retos son tres: debe financiar su guerra contra Ucrania, mantener el nivel de vida de su población y salvaguardar la estabilidad macroeconómica. Lograr el primer y el segundo objetivo exigirá un mayor gasto, lo que alimentará la inflación e impedirá así la consecución del tercer objetivo»[4]
Ese panorama de inflación, deterioro de los servicios públicos (sanidad, enseñanza) y endeudamiento de las familias, va a cambiar sin duda la forma en que hasta ahora las principales concentraciones obreras en Rusia viven la guerra.
Además, la productividad de la economía rusa y su nivel de tecnología ocupan los últimos lugares del ranking mundial[5] hasta el extremo de que Rusia está teniendo que comprar armas a Corea del Norte. A eso se suma un problema demográfico[6] y una carencia de mano de obra cualificada que se ha agravado con la huida del alistamiento de los jóvenes trabajadores tecnológicos[7].
Sin embargo no son solo los problemas de la economía los que enfrenta Putin. La federación rusa alberga 24 repúblicas (incluyendo los territorios ocupados de Ucrania) a las que el gobierno de Putin retiró (con la excepción de Chechenia), sus prerrogativas de autonomía, no sin una resistencia por su parte (Chechenia, Ingusetia, Daguestan, Asia central –ver reciente atentado de Jorasán en Moscú-). La distribución desigual del esfuerzo de guerra, con el alistamiento selectivo en las regiones periféricas, la retirada de recursos para concentrarlos en Moscú, todo eso aumenta las tensiones, y en el caso de un hundimiento de Rusia, plantearía una situación de posible estallido de la Federación con un panorama de diferentes Señores de la guerra armados con ojivas nucleares, lo que significa una visión de pesadilla que el resto de potencias, incluyendo a EEUU, declaran como algo absolutamente a evitar, pero que en realidad contribuyen a provocar. Otro elemento que tensa la cohesión de la burguesía en Rusia son las pugnas entre sus diferentes fracciones. A pesar de la férrea dictadura de Putin, es evidente que la rebelión de Wagner y la muerte “accidental” de Prigozhin, y la de Navalny, así como los sucesivos relevos en el Alto mando militar, muestran ese mar de fondo de opciones enfrentadas en el seno del Estado.
Geoestratégicamente, de hecho Rusia ha perdido ya su órdago de impedir la extensión de la OTAN hacia el Este, con la integración de Polonia, o los tres países Bálticos. Es más, como consecuencia de la guerra de Ucrania, Finlandia y Suecia han planteado su candidatura. Por otra parte, el aislamiento internacional de Rusia la empuja a una mayor dependencia de China,
No hay ninguna garantía de que en este caos, Putin (o cualquier otro) recurran en una situación desesperada a la utilización de armas de destrucción masiva.
Impasse en Estados Unidos
EE.UU. auspició el inicio de la guerra de Ucrania, pero la prolongación de la guerra y el estancamiento en que se encuentra se vuelve contra sus propios intereses. Por una parte porque consume recursos económicos, militares y diplomáticos que podría emplear en reforzar su presencia en el continente asiático.
Por otra parte porque eso refuerza las divisiones en el seno de la burguesía USA. Los Republicanos han estado bloqueando un paquete de 60 mil millones de dólares de apoyo a Ucrania. Trump por su parte ha declarado que si gana las elecciones no continuará apoyando la guerra de Ucrania. En su línea de provocación ha llegado a decir que dejaría que Rusia “hiciera lo que quisiere” para llevar a cabo sus amenazas frente a Europa, si los países europeos no cumplían con el aumento de sus gastos militares, amenazando incluso con la salida de EE.UU. de la OTAN.
La guerra también es una fuente de tensiones con sus aliados europeos, a los que EE.UU. ha impuesto la política de sanciones a Rusia y de aumento del gasto en armamento.
Sin embargo abandonar el apoyo a Ucrania no puede ser una opción para la burguesía USA. Y en primer lugar porque eso debilitaría su credibilidad de padrino imperialista y su capacidad de disuasión. Como ha recordado el ministro de Asuntos Exteriores de Taiwan, «el apoyo a Ucrania es crítico para disuadir a Xi de invadir la isla»[8].
Igual que Rusia, China ( y también India) y la UE, están pendientes de lo que va a hacer EEUU y de lo que puede suponer un nuevo gobierno Trump. Ante el riesgo de que hiciera efectiva la retirada del apoyo militar y financiero a Ucrania, la diplomacia del gobierno Biden ha desarrollado una intensa actividad los últimos meses. Empezando por el proyecto de un Pacto de Seguridad con Ucrania que debería aprobarse en la próxima cumbre de Washington de la OTAN «que no sería del tipo del que obliga a los miembros de la OTAN a una mutua defensa, pero que probablemente reafirmaría un apoyo a largo plazo a Ucrania»[9]. Y que se suma a la decisión de la cumbre del 75 aniversario de la OTAN, en abril pasado, de acelerar el aumento del gasto militar[10] e integrar a Finlandia y Suecia.
Por otra parte, Blinken ha presionado en el mismo sentido a la UE en París, el pasado 2 de abril, a «aumentar su producción de armas y municiones para producir más, más rápido y apoyar a Ucrania frente a Rusia… los desafíos a los que se enfrenta Ucrania no desaparecerán mañana»[11]. La Cámara de Representantes presidida por Mike Johnson (Republicano trumpista) ha aceptado la votación para desbloquear los fondos de ayuda a Ucrania cediendo a las presiones del gobierno Biden.
Mención aparte merece la reciente (15-16 Junio) cumbre de Bürgenstock (Suiza) para la paz en Ucrania. Zelensky ha reunido 100 delegaciones, pero desde la primavera, las delegaciones francesa, alemana, británica y norteamericana, habían redactado un Zero draft que reducía a 4 puntos los 10 que había propuesto inicialmente Ucrania y que particularmente excluía los que se referían a la retirada de tropas y a la integridad territorial de Ucrania, limitándose a señalar el riesgo nuclear y la necesidad de evitar el bloqueo del comercio de alimentos.
Le Monde Diplomatique de Julio publica un artículo basado en un informe de Foreign Affairs, que informa de que recién comenzada la guerra en marzo de 2022, los países occidentales habrían evitado un acuerdo de paz empujando a Ucrania a continuar la guerra hasta la derrota de Rusia. Según este artículo, Putin habría dicho que Boris Johnson (entonces primer ministro británico), «en nombre del mundo anglo-sajón», llamó a los ucranianos «a combatir hasta conquistar la victoria y que Rusia sufra una derrota estratégica»[12]
Impasse en Europa
Washington ha impuesto su disciplina a las potencias europeas con la aplicación de las sanciones a Rusia, la financiación de la guerra de Ucrania y el aumento de los gastos militares de la OTAN; pero los países de la UE tratan de resistirse y el envío de armamento y apoyo a Ucrania llega lento y limitado, lo que no niega sin embargo un esfuerzo armamentístico notable en beneficio de aumentar la potencia militar de cada cual. La primera potencia de la UE, Alemania, es un concentrado explosivo de todas las contradicciones de la situación inédita abierta por la guerra de Ucrania. Amenazada por el caos en el Este, el fin del multilateralismo
afecta a su pujanza económica dependiente de las exportaciones, le obliga a un esfuerzo de gasto militar de rearme y, finalmente, tras haber asestado un duro golpe a sus suministros de gas ruso, se ve obligada a encontrar fuentes alternativas de energía. En la situación actual, Alemania se ve obligada a someterse a la tutela militar americana, por lo que, por el momento
es uno de los principales partidarios de la política imperialista americana.
Pero la guerra ha provocado divisiones en el seno de la UE y de la OTAN, entre los que defienden una política abiertamente Pro-Putin, como Hungría y Eslovaquia, y los que, como Francia, tienen veleidades de una mayor independencia respecto a EE.UU. Las recientes elecciones europeas además han puesto de manifiesto que en diferentes capitales nacionales, las fracciones populistas defienden orientaciones contrarias a las de los intereses del conjunto de la burguesía nacional, como en el caso del RN de Le Pen en Francia, partidario de un mayor entendimiento con Moscú, igual que La Lega de Salvini en Italia.
El imperialismo chino trata de profundizar en esa división, ofreciéndose como apoyo a los disidentes de EEUU, y Xi Jing Pin ha organizado viajes selectivos a Europa, evitando las capitales más proamericanas como Berlín; pero visitando París.
Sea como sea, la guerra de Ucrania impone a las potencias europeas una política de rearme y de austeridad y sacrificios para la clase obrera. En la UE se agita el fantasma de la amenaza de Rusia para hablar de una economía de guerra, Von der Lyden, recién reelegida presidenta de la Comisión europea ha declarado que «aunque la amenaza de guerra no es inminente, debemos prepararnos para ella».
Pero la clase obrera en los países centrales ha mostrado que no está dispuesta a aceptar más sacrificios sin presentar batalla. Como se vio en “el verano del descontento” de 2022 en Gran Bretaña, con la consigna de “enough is enough”, o la lucha contra los recortes de las pensiones en Francia, asistimos a una recuperación de la combatividad que va a ir desarrollándose frente a los ataques a nuestras condiciones de vida.
De la Pax Americana a la política de «tierra quemada»
«El esfuerzo de Biden por lograr un acuerdo de normalización israelo-saudí fue el componente más reciente de una larga campaña estadounidense para reforzar la cooperación entre los actores regionales autodenominados moderados. Las conversaciones de normalización se basaron en el éxito de los Acuerdos de Abraham de 2020, que allanaron el camino para el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Israel y Bahréin, Marruecos, Sudán y los Emiratos Árabes Unidos y abrieron oportunidades sin precedentes para el comercio bilateral, la cooperación militar y el compromiso interpersonal. La apertura con Riad habría impulsado esta tendencia, poniendo a Irán en una situación de desventaja incluso mientras se esforzaba por garantizar su propio acercamiento a Riad»[13].
Esta Pax americana trataba de inmovilizar a Irán y sus milicias proxy[14], así como de implementar una ruta comercial desde India que impediría desplegar el proyecto chino de la ruta de la seda en la región; por las mismas, permitiría desviar recursos militares hacia Asia y los mares de China, donde se juega hoy la partida geoestratégica. Todo el plan se hacía a espaldas del reconocimiento del Estado Palestino que hasta ahora había sido una condición de los países árabes en general y de Arabia Saudí en particular, para establecer relaciones con Israel. De hecho la Autoridad Palestina en Gaza había perdido toda credibilidad a favor de Hamas, y en Cisjordania era impotente para frenar la ocupación de los colonos israelís impulsada por el gobierno de ultraderecha y apoyada por el ejército.
Esa estrategia obviaba la presencia de cualquier fuerza palestina en la región y trataba de neutralizar los intereses de Irán. De hecho el anterior gobierno Trump no tuvo ningún escrúpulo en reconocer la anexión de los Altos del Golán, o en trasladar la embajada americana de Tel-Aviv a Jerusalén, lo que no podía recibirse sino como una provocación. Todo esto no dejaba margen mas que para una reacción a la desesperada del bando iraní/palestino.
El ataque del 7 de Octubre de Hamas, preparado y apoyado por Irán, ha sido un envite a todo eso, que ha puesto patas arriba toda la región
«Varios presidentes de USA esperaban minimizar el rol de Norteamérica en Oriente Medio sin grandes costos –en el caso de Biden para centrarse en el desafío de China y la creciente amenaza de Rusia. Pero Hamas e Irán han traído de vuelta a EEUU»[15]
Y en efecto los grandes portaviones americanos han vuelto a las costas de la región y varias operaciones especiales han castigado selectivamente las milicias proiranís:
«El rápido despliegue por parte de Biden de medios militares estadounidenses en la región, junto con sus gestiones diplomáticas en Líbano y otros actores regionales clave, ayudaron a evitar la guerra más amplia que Hamás podría haber esperado precipitar. Una serie de ataques estadounidenses contra las milicias respaldadas por Irán en Irak, Siria y Yemen degradaron las capacidades de esos grupos y señalaron a los socios de Teherán que pagarían un precio por sus continuas agresiones contra los estadounidenses. Sin embargo, el riesgo de que los estadounidenses cometan errores de cálculo y se confíen aumentará con el tiempo»[16].
Pero lo que Washington no ha podido frenar es la vorágine de venganza de Israel. Hamas ha prendido la mecha de una política de tierra quemada en la región, pero es Israel quien la está llevando a cabo en lo inmediato. El Estado sionista ya hace tiempo que no se limita a acatar las órdenes USA y en realidad este gobierno de ultraderecha no ha hecho sino reforzar esa tendencia a la contestación.
EE.UU. ha apoyado la respuesta del genocidio de Israel en Gaza (más de 38 mil muertos hasta ahora), al mismo tiempo que trataba de contener una escalada de guerra abierta contra Irán. Pero esa situación perjudica su discurso en Ucrania, donde apoya un país invadido por la agresión guerrera de su vecino (Rusia); mientras que en Gaza apoya en la práctica la invasión y el exterminio de palestinos que Israel lleva a cabo; e igualmente debilita su propaganda de líder de la democracia mundial. Además la continuación de la guerra y su extensión en Oriente Medio desanda el camino que EE.UU. había recorrido en la región. Por eso para los expertos asesores de la estrategia imperialista USA, «La tarea más urgente de Washington es terminar la guerra de Gaza»[17]. Otra cosa es si EEUU es capaz de imponer su autoridad en la región, y concretamente de contener el desenfreno belicista de Israel.
El jefe de la diplomacia USA, A. Blinken, ha realizado ya hasta 8 giras por la región desde el inicio de la guerra, con el punto de mira de apoyarse en la alianza con Arabia Saudí. Por primera vez desde el 7 de Octubre EE.UU. no ha vetado en marzo una resolución sobre alto el fuego en la ONU, permitiendo así que se aprobara; aunque con la muletilla de que “no es vinculante”. Por otra parte ha negociado en Quatar y Arabia Saudí un plan para la liberación de prisioneros por parte de Hamas, que ha sido aprobado en el Consejo de Seguridad de la ONU en Junio. Netanyahu ya ha desoído previamente otros llamamientos al alto el fuego, lo que ha provocado en abril la dimisión de Benny Gantz del gabinete de guerra, forzando de hecho su disolución, y su llamamiento a elecciones anticipadas en septiembre.
Frente a las iniciativas de EEUU para tratar de contener las aspiraciones imperialistas independientes de Israel y someterlo a su disciplina de líder mundial, el gobierno sionista abre nuevos frentes de guerra mediante provocaciones como el ataque al consulado de Irán en Damasco que causó la muerte de siete comandantes de la Guardia revolucionaria de Irán, los ataques a Hezbolá en el Sur del Líbano, o recientemente el ataque a Yemen, tratando de forzar el apoyo de Washington a su rol de gendarme de la región; pero al precio de incendiar la región desencadenando una guerra con Irán. De hecho por primera vez el régimen de los Mulás ha lanzado en abril un ataque directo contra Israel.
El gobierno Netanyahu igualmente trata de ganar tiempo esperando la victoria de Trump en las próximas elecciones en EE.UU., quien ha anunciado su apoyo sin fisuras a una guerra de Israel contra Irán. Para el propio Netanyahu, más allá de las pugnas de intereses imperialistas con EE.UU., la continuación de la guerra es además una cuestión personal, de salvar el pellejo frente a las amenazas de ser juzgado por corrupción y a las protestas de la población en su contra.
La víctima de estas maniobras imperialistas es la población de toda la región, exterminada bajo el fuego de la pugna entre bandos imperialistas, en Gaza entre Israel y Hamas, en Yemen entre Irán y Arabia Saudí (y ahora Israel), en Líbano entre Hezbolá e Israel.
África: eslabón débil del imperialismo USA[18]
El caos imperialista mundial se concreta en África por la intensificación de los conflictos imperialistas , que significa decenas de miles de muertos, millones de refugiados y hambrunas sin precedentes. Los conflictos implican a 31 países y 295 enfrentamientos entre milicias y guerrillas[19] y Washington y las potencias occidentales tienen cada vez más difícil contrarrestar la creciente influencia económica y militar de China y Rusia en el continente. El ejemplo más paradigmático es la pérdida de posiciones de Francia.
África es fundamental para la economía china desde el punto de vista de aprovisionamiento de materias primas básicas para el desarrollo tecnológico y de petróleo; pero más importante aún, a través del proyecto de la Ruta de la Seda, China ha reforzado su presencia militar y geoestratégica en el Norte y el cuerno de África, a pesar de que por el momento únicamente cuenta con una base militar en Yibuti.
Respecto a Rusia, sus tropas mercenarias (Wagner) han participado en los golpes de Mali, Burkina Faso, Niger y recientemente en el conflicto entre el Congo y Rwanda.
Pero el centro de las tensiones imperialistas actualmente es la región del cuerno de África, directamente vinculada al conflicto de Oriente Medio y donde se juega el control del Mar Rojo, por donde trascurre aproximadamente el 15% del comercio mundial. Irán trata de controlar la región a través de los Hutíes, China por su presencia en Yibuti y Rusia por medio de su intervención en Sudán. Precisamente la hambruna en este país (el 3º de África), donde 25 millones de personas (el 15% de la población) precisa asistencia humanitaria y se ha producido un éxodo de más de 7 millones de personas, es una confirmación del efecto torbellino de interacción de la guerra, la crisis y el desastre ecológico.
Las repercusiones para el proletariado
En EE.UU., las divisiones de la burguesía proporcionan al mismo tiempo un falso terreno de reflexión y oposición a la guerra para los obreros. Trump se presenta como el partisano de la población trabajadora que no quiere inmiscuirse en guerras que no le conciernen y donde mueren sus hijos, en un extraño terreno en que el rechazo a la guerra se mezcla con la defensa de la patria (EEUU), los sacrificios económicos para reconstruir la economía y el rechazo de la inmigración y la xenofobia. Biden y los Demócratas por su parte, se presentan como los defensores de la Paz y la “Solidaridad Internacional” cuando su gobierno es responsable en primer plano del caos actual.
Esa falsa opción conduce al proletariado en EE.UU. al terreno burgués del racismo/antiracismo, los enfrentamientos populistas/antipopulistas y la defensa de la democracia, como lo vimos en el Black Live Matters o en las movilizaciones pro y contra en torno al asalto al Capitolio.
Solo en el terreno de la lucha por sus condiciones de vida, por sus reivindicaciones, como en la huelga de los Big Three (automoción), o las luchas de la educación y la sanidad en California, el proletariado es capaz de luchar al margen de las falsas alternativas que le plantea la burguesía.
Igualmente en Oriente Medio, la guerra impide que pueda expresarse una lucha proletaria internacionalista contra ambos bandos, desviando la solidaridad con las víctimas al terreno del apoyo al bando palestino e iraní.
En cuanto al proletariado de Europa, en la región del conflicto Rusia/Ucrania, no cabe esperar una respuesta masiva del proletariado en su terreno. Incluso en Rusia, aunque la continuación de la guerra significa una mayor implicación de los batallones centrales de esta parte del proletariado. En el futuro, el agravamiento de la crisis económica y financiera creará, más en Rusia que en Ucrania, las condiciones de una movilización del proletariado para defender sus condiciones de vida.
La lucha de los trabajadores en Gran Bretaña con la consigna de “enough is enough” y su continuidad en Otras partes como EEUU o Francia, muestra que el proletariado no está dispuesto a sacrificarse por la guerra, estimulando una reflexión que relaciona crisis y guerra y que concierne al futuro que el capitalismo nos tiene reservado.
El impacto de la guerra en Oriente Medio es, sin embargo, un obstáculo momentáneo para el desarrollo de la lucha de clases. Favorece los planteamientos de elegir uno de los campos imperialistas, tomando partido por la guerra, lo que el proletariado debe rechazar y combatir con la mayor energía.
H.R. (23 julio 2024)
[1]Ver artículos anteriores: La guerra de Ucrania, un paso de gigante hacia la barbarie y el caos generalizado; Significación e impacto de la guerra en Ucrania
[2] En los inicios de la guerra, en marzo de 2022, el ministro de finanzas francés, Bruno Le Maire, había resumido así las declaraciones en ese sentido de Biden y Von der Lyden: «vamos a provocar el hundimiento económico de Rusia»
[3] «The case of Conservative Internationalism» by Kori Schake, miembro del Consejo de Seguridad y del Departamento de Estado con Bush hijo, Catedrático y Director de los estudios de política exterior y Defensa del American Enterprise Institut, Foreign Affairs January/February 2024
[4] «Putin’s Unsustainable Spending Spree», by Alexandra Prokopenko (exasesora del Banco central ruso hasta 2020, actualmente trabaja en el think tank Carnegie Russia Eurasia Centre) ,Foreign Affairs January 8, 2024
[5]«Rusia ocupa casi el último lugar en el mundo en la escala y velocidad de automatización de la producción: su robotización es sólo una fracción microscópica de la media mundial» «The five Futures of Russia», by Stephen Kotkin, (Kleinheinz Senior Fellow at the Hoover Institution at Stanford University), in Foreign Affairs May/Juin 2024
[6] Desde principios del s. XXI hasta hoy hay una pérdida demográfica de la población en edad de trabajar de más de 10 millones y la población entre 20 y 40 años (considerada la franja más productiva en términos de fuerza de trabajo), continuará disminuyendo la próxima década
[7] «los límites de la disminución de la fuerza de trabajo en el país son cada vez más evidentes incluso en ese sector de alta prioridad –la producción de guerra NdR- que cuenta con unos cinco millones de trabajadores cualificados menos de los que necesita», «The five futures of Russia»
[8] «If he (Trump) wins», Time vol 203, nºs 17-18
[9] «Biden is growing bolder on Ukraine», by Ian Bremmer, in Time vol. 203, nºs 21-22, 2024
[10] «La OTAN prevee, según su portavoz y secretario general, Jens Stoltenberg, desbloquear 10.000 millones de euros en 5 años… “Los ministros han discutido sobre el mejor medio de organizar el apoyo de la OTAN a Ucrania para que sea más fuerte y duradero” ha declarado un alto responsable de la Alianza» (Les pays occidentaux envisagent de débloquer 100 milliards d’euros pour soutenir le régime de Kiev; en Diplomatie International nº 5)
[11] Le Secrétaire d’Etat Antony Blinken s’active sur tous les fronts et multiplie les initiatives, Karin Leiffer en Diplomatie International nº5
[12] «La négociation qui aurait pu mettre fin au conflit en Ukraine», versión abreviada de un artículo de Foreign Affairs de Abril 2024, de Samuel Charap (politólogo) y Sergueï RadchenKo (Prof. De Historia de la Universidad Johns-Hopkins), en Le Monde Diplomatique Julio 2024
[13] «Iran’s Order of Chaos», by Suzanne Maloney (Vicepresidenta de Brookings Institution y Directora de su programa de política exterior, en Foreign Affairs May/Juin 2024
[14] Milicias peones de Irán, como Hebollah, los Huties o la propia Hamas
[15] Ver nota 13
[16] Idem
[17] The war that remade the Middle East, by María Fatappie (responsable del Programa para el Mediterraneo, Oriente Medio y Äfrica del Istituto Affari Internazionali de Roma, and Vali Nasr Profesor Majid Khadduri de Asuntos Internacionales y de Oriente Medio de la Escuela de Estudios Internacionales de la John Hopkins University; fue asesor principal del Representante especial de EEUU para Afganistán y Pakistán de 2009 a 2011; en Foreign Affairs Enero/Febrero 2024
[18] Según Zhang Hongming, director adjunto del Instituto de Estudios de Asia occidental y África de la Academia China de ciencias sociales, África es «el eslabón débil del diseño estratégico global de EEUU»