El 20 de enero, Donald Trump asumió oficialmente la presidencia. Esta victoria representa un fracaso estrepitoso para las fracciones más responsables de la burguesía estadounidense que habían intentado impedir el regreso al poder de este patético personaje durante todo el mandato de Joe Biden.
En las primeras elecciones de 2016, la burguesía se vio sorprendida por la victoria de Trump, pero después trató de controlar los humores y las incoherencias del ocupante del Oficina Oval.
Sin embargo, su retórica revanchista y el descrédito de sus rivales demócratas resultaron más poderosos que las condenas y demandas interpuestas contra él por agresión, chantaje o comportamiento sedicioso durante el asalto al Capitolio de enero de 2021. Esta vez, la burguesía estadounidense está claramente desbordada por la situación creada por este alborotador que nunca ha ocultado su deseo de debilitar las instituciones del Estado federal y situarse por encima de ellas. El control de Trump sobre todas las instituciones es más sólido y extenso que en 2017, lo que refleja una mayor pérdida de control sobre el aparato político por parte de las fracciones más lúcidas de la burguesía estadounidense y la exacerbación de las tensiones en su seno para defender mejor los intereses del capital nacional. El programa de Trump, más brutal y escandaloso que entre 2017 y 2021, refleja claramente el afianzamiento y la expansión del populismo que recorre el mundo[1].
Las manifestaciones de la irresponsabilidad de Trump residen tanto en sus tropelías y su programa como en la promoción de los nuevos ejecutivos de su gobierno, de los que el inefable Elon Musk es el símbolo. Pete Hegseth, un antiguo presentador de Fox News, acusado de agresión sexual, sin experiencia en altos mandos, se encuentra de secretario de Defensa. Robert Kennedy Jr, un conspiranoico que lucha contra las vacunas, se convierte en secretario de Sanidad. El escéptico climático Chris Wright ha sido nombrado secretario de Energía... En resumen, un equipo de la peor chusma, que revela una fase histórica en la que la burguesía estadounidense, a la vanguardia de todas las burguesías de las grandes potencias occidentales, tiende a perder la brújula, con la perspectiva de crisis políticas cada vez más profundas y caóticas.
En resumen, lo que prefigura este nuevo mandato no es otra cosa que una acentuación del desorden mundial. Las políticas aplicadas por el nuevo equipo no pueden sino alimentar el torbellino destructor de crisis que se autoalimentan e interactúan a escala mundial: crisis económicas, guerras, degradación acelerada del clima y colapso de los ecosistemas, crisis sociales, oleadas migratorias incontroladas...
Utilizando el miasma de la descomposición de su moribundo sistema, la burguesía sabe perfectamente cómo volverlo contra la conciencia de la clase obrera, tanto para llevar a los proletarios a la desesperación como para sembrar la ilusión de un futuro “más justo” y más “democrático”. Si bien el gobierno de Trump es un actor y agente clave en el desorden global, no es la causa del mismo, contrariamente a lo que gran parte de la burguesía y sus medios de comunicación intentan vender, para mejor ocultar el impasse histórico del sistema detrás de la “locura” de un hombre.
Esta campaña ideológica global es la continuación de una vasta ofensiva política, iniciada en el momento de la campaña electoral, destinada por supuesto a confundir a los trabajadores tras la bandera del antifascismo y a promover “la defensa de la fachada gubernamental democrática del dominio capitalista. Una fachada diseñada para ocultar la realidad de la guerra imperialista, la pauperización de la clase obrera, la destrucción del medio ambiente, la persecución de los refugiados. Es la hoja de parra democrática que oculta la dictadura del capital cualquiera que sea el partido -derecha, izquierda o centro- que llegue al poder político en el Estado burgués”[2]. Es esta campaña ideológica democrática la que continúa, con cada partido aportando su piedra al edificio mistificador, como Macron en Francia denunciando una “internacional reaccionaria” o las burguesías alemana y británica denunciando la “injerencia” de Musk. Pero son sobre todo las fracciones más izquierdistas de la burguesía las que consiguen, en realidad, mistificar más eficazmente a la clase obrera, en nombre de la defensa de la “democracia” contra el “fascismo”. Los partidos de izquierda prestan así su apoyo “radical” y su credibilidad a la idea de una “internacional reaccionaria”.
El proletariado debe permanecer sordo a esta intensa propaganda que continúa y se intensificará, a riesgo de encontrarse aún más débil frente a las fuerzas del capital. Debe comprender que el Estado democrático es la herramienta del capital, su peor enemigo. Hoy, el único medio de lucha para la clase obrera es llevar el combate por sus intereses de clase y defender sus condiciones de vida frente a los ataques de todos los Estados, incluso los más “democráticos”, y de todos los gobiernos, sean de derecha o de izquierda.
Este combate debe librarse también contra los sindicatos, falsos amigos de la clase obrera. En Bélgica, a pesar del frente común sindical que pretende encuadrar y esterilizar la lucha organizando una jornada de acción cada mes, acompañada de otras huelgas, como en la enseñanza francófona y en los ferrocarriles, la clase tiende a superar la camisa de fuerza sindical y cada vez más trabajadores se suman a las jornadas de acción. Los proletarios de Bélgica no están solos. Desde 2022, en todo el mundo, en el Reino Unido, Francia, Canadá y Estados Unidos, la clase obrera levanta la cabeza, se niega a doblegarse ante la crisis, los despidos, la inflación y las “reformas”. En todas partes empiezan a reconocerse poco a poco como fuerza social. En todas partes surgen pequeñas minorías que cuestionan los orígenes de la crisis, la guerra y el caos en que nos sumerge el capitalismo. Un tal combate contiene en germen la perspectiva de una politización, y contiene la perspectiva, para el futuro, del derrocamiento del capitalismo y de la construcción de otra sociedad, sin explotación y sin la barbarie de la guerra.
WH, 22 de enero de 2025
[1] Cf. “Ni populismo ni democracia burguesa... la única alternativa real es el desarrollo mundial de la lucha de clases contra todas las fracciones de la burguesía”, A publicado en el sitio web de la CCI (febrero de 2025).
[2] Extracto de nuestra propuesta de Por un llamamiento de la Izquierda Comunista a la clase obrera contra la campaña internacional de movilización a favor de la democracia burguesa [2] Publicado en CCI online octubre 2024
Sin duda, la TCI publicará en su sitio web un informe de esta reunión.[1]
No pretendemos ser exhaustivos aquí, simplemente queremos enfatizar los puntos cruciales que, para nosotros, han surgido de esta discusión.
La presencia de un público relativamente numeroso en esta reunión pública, caracterizada en parte por su juventud, es un dato muy significativo de la dinámica actual de nuestra clase. El “verano de la ira” de 2022 en el Reino Unido, esta serie de huelgas que afectaron a casi todos los sectores durante varios meses, fue una señal de que el proletariado volvía a la senda de la lucha después de más de veinte años de pasividad. Frente a los golpes de la crisis económica, frente a los incesantes ataques del capital y sus gobiernos, los trabajadores están una vez más dispuestos a ir a la huelga, a manifestarse, a luchar.
Esta dinámica también está marcada por un proceso global invisible: el considerable esfuerzo de reflexión que nuestra clase está produciendo. Frente al callejón sin salida del sistema, todo un cuestionamiento germina en la mente de los trabajadores. Así es como aparecen las minorías en los cuatro rincones del globo que buscan posiciones revolucionarias, que vienen al encuentro de los grupos del campo proletario, los que defienden la autonomía de clase y el internacionalismo. Más allá de la mayor participación en las reuniones de las organizaciones de la Izquierda Comunista, hay muchos otros signos, como el surgimiento de conferencias en torno al internacionalismo (en Arezzo, Praga, Bruselas...).
Pero lo más significativo es, sin duda, la actitud de la propia burguesía. Deseosa de enmarcar esta reflexión y de conducirla a callejones sin salida, su extrema izquierda radicaliza cada vez más su lenguaje, ya no duda en plantear la necesidad de la revolución, sus sindicatos muestran cada vez más combatividad y unidad abogando por un “sindicalismo de clase”. Se trata de que la izquierda del capital juegue su papel, el de atraer hacia sí a los jóvenes, cada vez más numerosos que quieren luchar.
Pesa, por tanto, sobre los hombros de la Izquierda Comunista una responsabilidad histórica, la de transmitir a la nueva generación que está surgiendo lentamente, las posiciones, el método, los principios que ella misma ha heredado del movimiento obrero. Estas lecciones, adquiridas a lo largo de múltiples luchas durante los últimos dos siglos son absolutamente vitales para el futuro; no puede haber una revolución proletaria internacional victoriosa si éstas se olvidan. La reunión de la TCI celebrada en París debe ser evaluada a la luz de esta exigencia que se impone a todos los grupos de la Izquierda Comunista:
1. Debatir para clarificar. En la presentación realizada por la TCI para abrir los debates se expusieron claramente los siguientes puntos:
– En el siglo XIX, ciertas luchas de liberación nacional podían ser apoyadas por los revolucionarios, cuando permitían barrer los últimos grilletes feudales y acelerar así el desarrollo del capitalismo. Pero desde principios del siglo XX, en este sistema en decadencia, ya no es la formación de naciones capitalistas lo que está a la orden del día, sino la revolución proletaria internacional.
– El actual desarrollo del caos bélico en Ucrania, Gaza o en cualquier otro lugar, es producto del sistema capitalista.
– Frente a esta situación, sólo la clase obrera está en condiciones de oponerse al sistema que engendra esta situación cada vez más bárbara: el capitalismo.
– Contra las campañas nacionalistas en las que la burguesía intenta movilizar a la clase obrera para la defensa de un campo contra otro, los revolucionarios deben defender el internacionalismo proletario en el seno de la clase.
La CCI intervino desde el principio para apoyar las grandes líneas de la presentación. En particular, subrayamos el esfuerzo realizado para adoptar un enfoque histórico con el fin de comprender estas diferentes cuestiones que son tan cruciales para el desarrollo de la conciencia de clase y el futuro de la lucha proletaria. Es por esta razón que hemos creído necesario insistir en los profundos cambios provocados por la entrada del capitalismo en su fase de decadencia. Como proclamó la Internacional Comunista desde su fundación en marzo de 1919: la experiencia de la carnicería de la guerra de 1914 y la oleada revolucionaria internacional que le siguió demostraron que el mundo había entrado en la “era de las guerras y las revoluciones”: el capitalismo que se había vuelto decadente ya no tenía nada que ofrecer a la humanidad, la única alternativa consiste en su destrucción por la revolución proletaria mundial. La guerra se convierte entonces en el modo de vida del capitalismo, cada nación, cada burguesía, pequeña o grande, es imperialista y contribuye a la guerra y a la fiebre nacionalista. En esta nueva configuración, las luchas por la liberación nacional, el llamado de los pueblos a la autodeterminación, apoyados por los revolucionarios en ciertas circunstancias durante el período de ascendencia, se convierten en orientaciones y consignas obsoletas y reaccionarias.
El PCI, por su parte, defendió un enfoque completamente diferente: fiel a su teoría de la invariancia, a la idea de que el programa se había establecido de una vez por todas en 1848 y que no había nada más que añadir o modificar desde entonces, sostuvo que aún hoy las luchas de liberación nacional eran posibles. Consecuente con este enfoque, el PCI y su simpatizante han defendido la legitimidad de la lucha del “pueblo palestino” contra la “opresión israelí” (sin apoyar en ningún momento a Hamás ni a ninguna facción burguesa local). Un simpatizante del PCI llegó a afirmar que, para él, no apoyar al pueblo palestino mientras es masacrado, torturado y sometido a la barbarie más espantosa, es una forma de indiferentismo con respecto a todos sus sufrimientos.
En respuesta, varias intervenciones trataron de demostrar que las luchas de liberación nacional son una trampa que consiste en encadenar a una parte de la clase obrera a la dominación de su propia burguesía. Frente a esto, debemos blandir la consigna ya contenida en el Manifiesto Comunista: “¡Los proletarios no tienen patria! “
Si en esta primera parte del debate la TCI y la CCI defendieron conjuntamente la misma posición política general, también surgieron dos matices:
– A diferencia de la CCI, los militantes de la TCI nunca pronunciaron las palabras “ascendencia” y “decadencia” para definir las dos grandes fases de la vida del capitalismo. Sin embargo, en nuestra opinión, estos términos reflejan la visión más exacta y precisa de un balance profundo e histórico del sistema.
– La TCI dijo que reconoce la existencia de naciones oprimidas y naciones opresoras, lo cual, para la CCI, es un error porque mantiene la ambigüedad a la hora de defender con firmeza que todas las naciones, pequeñas o grandes, bien o mal armadas, son imperialistas.
La segunda parte de la discusión se consagró a los retos históricos que se plantean hoy: la guerra y la lucha de clases.
En muchas intervenciones, sobre todo las de la TCI y del PCI, la visión defendida fue la de un cuerso hacia la Tercera Guerra Mundial (o hacia la “generalización de la guerra”. Admitimos que no necesariamente entendimos si había una diferencia entre estos dos términos para ellos). En esta posición hay una valoración pesimista de la situación de la clase obrera y de sus luchas.
A continuación, la CCI elaboró otra evaluación de la situación: el capitalismo no se dirige a una Tercera Guerra Mundial en un futuro previsible, sino que se hunde en la descomposición. En concreto, esto significa un aumento de los conflictos militares (como en Ucrania, Palestina, Siria, etc.), una desintegración del tejido social (atomización, aumento de la violencia, racismo y pérdida de la identidad de clase, gangrena de las drogas y del narcotráfico, etc.), una erosión del pensamiento coherente y racional... Esto no indica que se trata de un peligro menor en relación a la posibilidad de una guerra mundial, estos dos caminos conducen a la desaparición de la civilización humana. Por otro lado, este último enfoque nos permite comprender la realidad que se desarrolla ante nuestros ojos en toda su complejidad y caos, para vincular fenómenos que pueden parecer independientes entre sí, o incluso contradictorios.
En cuanto a la lucha de clases, para la CCI, el proletariado no está hoy derrotado. Fue esta fuerza del proletariado, particularmente en Europa y América del Norte, la que impidió que la Guerra Fría durante cuarenta años se convirtiera en una Tercera Guerra Mundial. El proletariado ha comenzado incluso a volver al camino de la lucha hoy y está tratando de desarrollar aún más su reflexión y su conciencia. Como dijimos en la introducción, desde 2022 y la serie de huelgas llamada “El verano de la ira” en el Reino Unido, la CCI ha destacado el regreso de la combatividad obrera.[2]
Todos estos desacuerdos, en el marco de la asamblea, se expresaron en un ambiente muy cálido y abierto, donde todos estaban ansiosos por comprender y responder de manera argumentada a las posiciones de los demás. Este momento positivo debe servir de referencia: los grupos de la Izquierda Comunista deben desarrollar mucho más el debate entre ellos, la confrontación de sus posiciones políticas, la participación mutua en reuniones públicas. Nuestros periódicos y revistas también deben participar en este proceso de clarificación; hay muy pocas polémicas públicas entre nuestros grupos. Si bien hay artículos del PCI y de la CCI que se responden mutuamente, esfuerzo que debemos continuar y amplificar juntos, la TCI se niega casi sistemáticamente a este debate público, quedando nuestras cartas y artículos en letra muerta.
2. Unirnos en torno a las posiciones fundamentales del campo proletario. Un momento de la reunión de la TCI debe ser de particular interés para nosotros: si bien todas las intervenciones señalaron los puntos de desacuerdo, algunos jóvenes participantes intervinieron para decir que no entendían realmente qué distinguía las posiciones de las diferentes organizaciones presentes. Estas observaciones revelan un punto esencial: las organizaciones de la Izquierda Comunista, por importantes que sean sus diferencias, tienen en común una historia, una herencia y posiciones fundamentales.
El título de la reunión resumía esta unidad: “Frente al aumento de las guerras y enfrentamientos nacionalistas, la única perspectiva es la lucha de clases internacionalista”. Por lo tanto, todos los participantes en este debate estaban dispuestos a oponerse a las guerras imperialistas, a defender el internacionalismo proletario, a reflexionar sobre el desarrollo de la lucha y la conciencia de los trabajadores.
La dinámica de este encuentro es una prueba concreta de que los diferentes grupos de la Izquierda Comunista tienen una doble responsabilidad: enfrentar sus diferencias en un proceso colectivo de clarificación y unirse para defender juntos, con una voz más fuerte, lo que es esencial en común.
Es por eso que, en cada una de sus intervenciones, la CCI ha recordado sistemáticamente que juntos debemos ser capaces de defender con una sola voz la posición internacionalista de la Izquierda Comunista frente a los conflictos bélicos que se están desarrollando en todo el planeta. También hemos recordado que este llamamiento común podría permitir a las nuevas generaciones contar con esta experiencia de la misma manera que nosotros mismos podemos contar con la experiencia de Zimmerwald. Eso sería un hito para el futuro.
Pero una vez más, tanto la TCI como el PCI rechazaron esta participación conjunta.
Por lo tanto, la nueva generación tendrá un papel importante que desempeñar aquí, para empujar a los grupos de la Izquierda Comunista a polemizar entre sí y a unirse en los puntos cardinales que tienen en común, para presionar a los grupos de la Izquierda Comunista para que asuman su responsabilidad histórica.
3. Defender los principios del movimiento obrero y de la solidaridad proletaria. Los lectores atentos se habrán dado cuenta de que mencionamos en la introducción la participación en esta reunión de un representante del GIGC, el individuo Juan, sin decir nunca nada sobre su papel en los debates.
Ciertamente, en la superficie, a los ojos de los participantes, Juan tenía una actitud fraterna hacia la reunión, que participaba en el debate de manera clara y dinámica, que hacía muy buenas intervenciones permitiendo que la reflexión colectiva avanzara.
Es muy cierto que Juan era elocuente, que sus intervenciones eran incluso brillantes, que siempre mostraba una sonrisa y buen humor. En la primera parte del debate, defendió las mismas posiciones que la CCI sobre la trampa de las luchas de liberación nacional en el período de la decadencia y, por lo tanto, contra la invariancia del PCI. En la segunda parte, retomó las posiciones de la TCI para decir que se acerca la Tercera Guerra Mundial. Sobre todo, subrayó insistentemente su acuerdo con la lucha que la CCI está librando para que los grupos de la Izquierda Comunista produzcan un llamamiento común para defender el internacionalismo, afirmando que estaba dispuesto a firmarlo.
Pero las apariencias a menudo engañan. Por lo tanto, debemos recordar aquí algunos hechos para desenmascarar el nivel de hipocresía y maniobra de este individuo: Juan golpeó a uno de nuestros compañeros en la calle, obligándolo a ir al hospital debido a la hinchazón de su rostro. Uno de sus acólitos, en presencia de Juan, amenazó a otro militante de la CCI con cortarle la garganta (sabiendo que este caballero siempre traía una navaja en el bolsillo). Durante una fiesta de Lutte Ouvrière en la que interveníamos, Juan se echó a reír de un compañero al enterarse que éste acababa de morir de un infarto, regocijándose con su desgracia. ¡Hasta aquí la realidad de la fraternidad cuando faltan testigos!
Obviamente, el apoyo mostrado en esta reunión a las posiciones de la CCI adolece de la misma duplicidad. No hay más que leer los artículos del GIGC para darse cuenta de que la columna vertebral de este grupo es su odio hacia nuestra organización. En su texto fundacional, el GIGC lanzó “la Corriente Comunista Internacional se está desintegrando ante nuestros ojos en el plano teórico, político y organizativo, liquidando su prensa regular, abandonando sus reuniones públicas, después de haber abandonado la mayor parte de sus principios”. Sus boletines están salpicados de chismes contra la CCI. Por ejemplo, bajo su antiguo nombre de FICCI, decía en 2014 en un artículo titulado “Una nueva (¿última?) ¡Crisis interna en la CCI!”: “La CCI está experimentando una vez más – según documentos internos recientes – una nueva crisis interna (…). Las energías militantes derrochadas en la introspección psicológica y la autocrítica cubren decenas de páginas de boletines informativos, incluso cuando las secciones de esta organización reducen la frecuencia de sus publicaciones -si no las detienen sin más- o deciden no celebrar más reuniones públicas y asegurar la intervención en las calles y las luchas. Si no se tratara de un intento deliberado de destruir una organización que se ha convertido en una verdadera secta y que ataca a la Izquierda Comunista a todos los niveles, (…) No habríamos intervenido públicamente en este caso, que aún no ha sido revelado por la organización en crisis. ¡Pero aquí, hay una emergencia! (…) Para nosotros, está claro que existe una voluntad y una empresa consciente de destrucción de los militantes de la CCI, de su convicción comunista y de su compromiso comunista, que se ha iniciado, es cierto, desde hace ya veinte años. Ciertamente, con motivo de esta crisis, se está pasando a una etapa final”. Estamos a finales de 2024, diez años después de esta oración fúnebre un tanto prematura.[3]
Pero detengámonos unos instantes en algunas de las palabras: “De acuerdo con documentos internos recientes”; “No habríamos intervenido públicamente en este asunto que aún no ha sido revelado por la organización en crisis…” Aquí tocamos la esencia profunda del GIGC, la verdadera naturaleza de Juan, cuando se quita la máscara: ¡el soplón! Desde su nacimiento, este grupo (llámese GIGC o FICCI) no ha dejado de publicar en Internet información que afecta a la vida interna y a la seguridad de la CCI y de sus militantes: citas de boletines internos, denuncia de las iniciales reales de los militantes, revelación de quién escribe tal o cual artículo,[4] fechas de nuestras reuniones internas...[5]¡Todo se vale![6]
En cuanto a la declaración de Juan sobre su acuerdo con un conjunto de posiciones políticas de la CCI, es un señuelo destinado a engañar a los participantes en la reunión pública de la TCI, así lo demuestran los numerosos textos que ha escrito tergiversando nuestras posiciones para poder calumniarlas.[7]
En la reunión de la TCI, recordamos muy brevemente quién es realmente Juan y dijimos: “No discutimos con los soplones”. La reacción de Juan fue burlarse de nuestra acusación, añadiendo: “¡Sí, yo soy el soplón, el policía!”, lo que hizo reír al público. El arma de la burla es efectiva y astuta, desvía y distrae, pero también es la admisión de que Juan no puede contradecir nuestra acusación, porque sabe que todas las pruebas son accesibles, todos sus actos de soplón están en Internet.
A todos aquellos que consideran que el comportamiento proletario es una cuestión crucial, que los revolucionarios no pueden aceptar el robo, el chantaje, la mentira y la manipulación, las amenazas de muerte y a los soplones, les aconsejamos que no se dejen engañar por el sentido de la burla de Juan, ni por su adulación dirigida a la CCI en esta reunión. La realidad de sus políticas, de sus acciones, de su odio contra la CCI, de sus delaciones, las encontrarán ampliamente difundidas en su propio sitio. Los revolucionarios siempre han tratado de manera extremadamente seria e intransigente estos combates por principios, por la defensa de las organizaciones revolucionarias, empezando por Marx[8] contra Bakunin o Vogt.
Es por esto que lamentamos que otras organizaciones hayan guardado silencio sobre esta cuestión cuando Juan la ridiculizaba, así como lamentamos que la TCI siga aceptando en sus reuniones a un individuo portador de tales comportamientos tan destructivos. Esta tolerancia da la espalda a toda la tradición del movimiento obrero y mancilla a la Izquierda Comunista. Es también una violación de la solidaridad más elemental que los revolucionarios se deben a sí mismos.
Esta aceptación de la soplonería es una debilidad terrible, pero no debe borrar el aspecto positivo de este encuentro organizado por la TCI: ¡la confirmación de la aparición de una nueva generación en busca de posiciones revolucionarias y una necesaria confrontación de las posiciones de tres organizaciones de la Izquierda Comunista!
Corresponde a nuestras organizaciones estar a la altura de sus responsabilidades, de lo que debemos transmitir a la nueva generación, para el futuro de la revolución, fundamentalmente en el plano de los principios proletarios.
Terminaremos este balance como terminamos la reunión de la TCI: saludando a la TCI y a todos los participantes por celebrar este debate e invitando a la TCI, PCI y a todos los presentes a venir y participar en nuestras próximas reuniones públicas.
Pawel, 9 de diciembre de 2024
[1] En el momento de la publicación de este artículo, la TCI ha publicado en su sitio web su informe sobre la reunión: “Informe sobre la reunión pública del 23/11/24”. Invitamos a nuestros lectores a leerlo.
[2] Cf. “Después de la ruptura de la lucha de clases, la necesidad de la politización de las luchas” Revista Internacional Núm. 171 (2023).
[3] En su momento, respondimos con humor a este ataque en nuestro artículo: “Conferencia Internacional Extraordinaria de la CCI: ¡la 'noticia' de nuestra desaparición es muy exagerada!” Revista Internacional Núm. 153 (2014).
[4] “Este texto está escrito por CG, alias Peter, lo que se demuestra por el estilo y sobre todo por la referencia” Boletín FICCI No. 14.
[5] ¡Incluyendo las fechas de nuestras reuniones internas en México, un país donde nuestros camaradas están amenazados de muerte!
[6] Para obtener una lista no exhaustiva de las irregularidades cometidas regularmente por el GIGC, leer nuestro artículo: “Atacar a la CCI: la razón de ser del GIGC”, publicado en nuestro sitio web (2023).
[7] Cf. los siguientes artículos: “El parasitismo político no es un mito, el GIGC es una expresión peligrosa del mismo” y “El GIGC intenta desacreditar la plataforma de la CCI”.
[8] Al ver a Juan sonreír y ser fraterno, algunos pueden dudar de que exista tal duplicidad. Recordemos, pues, estas palabras de Marx y Engels cuando, en La Sagrada Familia, (Capítulo VIII) describen con precisión cómo suele presentarse un soplón: “De oficio, el Chourineur (asesino) era carnicero. (…) Rodolfo lo tomó bajo su protección. Sigamos la nueva educación del Chourineur, guiado por Rodolfo. (…) Para empezar, el Chourineur recibe lecciones de hipocresía, perfidia, traición y disimulo, (…) es decir, lo convierte en un soplón (…). Él le aconseja que mire (…). El Chourineur, jugando con la camaradería e inspirando confianza, lleva a su antiguo compañero a su perdición”.
De las inundaciones en Alemania (2021) a las destructivas inundaciones en España (2024): el callejón sin salida de un sistema capitalista moribundo
En un artículo anterior[1] condenamos las recientes inundaciones catastróficas en Valencia y pusimos en evidencia la creciente incompetencia de la burguesía tanto para prevenir como para reaccionar eficazmente frente a un desastre que nos presenta como el resultado de “una naturaleza imprevisible” y “la culpa de una gestión incompetente”. Las cifras son espantosas: más de 200 muertos, más de 850.000 personas directamente afectadas, decenas de miles de viviendas y vehículos dañados, colapso de transportes, centros de trabajo y de estudio, secuelas psicológicas traumáticas, etc. En 2021 presenciamos algo muy parecido en Alemania y otros países de Europa central[2], con más de 240 muertos y miles de heridos, y billones de euros en daños materiales.
La magnitud de estas dos catástrofes despertó la desesperación y la ira de la población indignada. Ya en Alemania, los medios de comunicación destacaban la falta de preparación ante el cambio climático: “Inundaciones fatales exponen lagunas en la preparación alemana frente a desastres”; “mientras las fuertes lluvias estaban previstas, a muchos residentes no llegó el aviso”; “las inundaciones mortíferas en Alemania eran hasta 9 veces más probables debido al cambio climático, y el riesgo continuará aumentando” (noticias CNN). Pero más allá de las resignadas observaciones de la burguesía, de la búsqueda de culpables, de la ilusión de una reconstrucción “solidaria” y de las solemnes promesas de los gobiernos de implicarse en la lucha contra el cambio climático, es necesario identificar las causas y consecuencias subyacentes de estas catástrofes, las que se ocultan tras el horror de las imágenes y la negligencia de las autoridades.
La descomposición del capitalismo conduce al aumento de las catástrofes
Estas terribles inundaciones no son una anécdota más en las listas de catástrofes en la historia de la humanidad. A finales de los años 1980 era ya posible empezar a observar una tendencia a la acumulación de toda una serie de catástrofes naturales y desastres de todo tipo en la vida cotidiana de los países centrales de la sociedad capitalista: los accidentes químicos de Seveso, Three Mile Island, Chernobyl, los efectos mortíferos de las olas de calor, el resurgir de epidemias, los accidentes en el tráfico aéreo y terrestre, el auge de la drogadicción, etc. Hasta entonces, el sistema capitalista había logrado limitar la proliferación de estos fenómenos a los países periféricos, pero mientras seguían multiplicándose allí, también tendían a extenderse a todo el planeta, afectando de lleno, como un boomerang, a las grandes metrópolis en el corazón del sistema.
El gráfico muestra los desastres naturales en Europa desde 1980 a 2007
(Agencia Europea de Medio Ambiente)
A finales de los años 80, tras años de capitalismo en decadencia, la situación histórica llegó a un callejón sin salida: ante el recrudecimiento de la crisis económica, la burguesía fue incapaz de aplicar su «solución» de movilizarse para una nueva guerra mundial apocalíptica, debido al desarrollo de las luchas obreras. El proletariado, por su parte, se movilizó en una serie de grandes luchas abiertas a partir de finales de los años 60, pero fue incapaz de avanzar hacia la politización de su lucha y de enfrentarse decisivamente a la burguesía. La consecuencia de este impasse en la relación de fuerzas entre las dos clases antagónicas fue una intensificación del proceso de putrefacción social, ilustrado en particular por el colapso del bloque capitalista del Este y la entrada en un Nuevo Desorden Mundial[3], una dinámica aterradora, aparentemente menos directa, pero en última instancia tan destructiva como la propia guerra mundial.
La magnitud de la descomposición queda perfectamente ilustrada, en el plano estrictamente ecológico[4], por manifestaciones que van desde la expansión de las megalópolis asfixiantes y la contaminación de todos los tipos imaginables, hasta fenómenos globales como el efecto invernadero y el cambio climático, a su vez exacerbados por la multiplicación de los efectos interconectados de la guerra y la crisis económica. La burguesía es cada vez más incapaz de ocultar su impotencia ante la perspectiva de una cadena de catástrofes por venir.
Mientras el sistema capitalista explota la tecnología y los recursos más avanzados para armarse hasta los dientes, establecer comunicaciones transatlánticas instantáneas y llevar a cabo las investigaciones científicas y técnicas más complejas, al mismo tiempo sufre la profundización de sus contradicciones internas y, por tanto, es cada vez menos capaz de aplazar sus peores consecuencias para el futuro y no puede evitar que los efectos de décadas de decadencia se vuelvan en su contra.
Refiriéndose a las inundaciones de 2021, el Instituto de Cambio Ambiental de Oxford señalaba que “esto muestra cómo incluso los países desarrollados no están a salvo del impacto del clima extremo que sabemos será cada vez peor con el cambio climático”. Los fenómenos extremos serán cada vez más frecuentes, como demuestra la reciente sucesión de sequías e inundaciones extremas en el Mediterráneo. Tras las secuelas de lo sucedido en 2021 una serie de investigaciones científicas fue fomentada para supuestamente intentar impedir este tipo de catástrofes inesperadas, y la Agencia Europea de Medio Ambiente alertaba …“inundaciones en 2021, ¿atenderá Europa a las advertencias?” La respuesta es claramente negativa, como hemos visto en Valencia. En realidad, el capitalismo se muestra cada vez más incapaz de responder a las recomendaciones científicas sobre el futuro de la humanidad y del planeta.
Al contrario, existe incluso una tendencia al abandono de la población por parte del Estado, no sólo por la falta de preparación, el caos o el deterioro de los sistemas de alerta, sino fundamentalmente por la falta de recursos y la forma en que la burguesía esquiva el problema, pasándose la patata caliente de la responsabilidad entre sus distintas facciones regionales o centrales. Ya en Alemania en 2021 se criticaba que “las comunidades locales deberían decidir cómo responder. Bajo el sistema político alemán, los estados regionales son responsables de los esfuerzos de emergencia” (BBC News). En España hemos visto un espectáculo similar, si no es que peor. Frente a esta tendencia creciente al abandono, según DW News, “lo que devolvió la esperanza fue la llegada de voluntarios de toda Alemania a los lugares de la tragedia, retirando el barro, hablando con los afectados…y las donaciones alcanzaron niveles récord”. Del mismo modo, la catástrofe de España generó una oleada similar de solidaridad popular, reflejo de la naturaleza social del ser humano. Pero, ¿representa este tipo de impulso social una esperanza para el futuro, constituye la base de la lucha por una sociedad que supere el capitalismo?
Antes de profundizar en esta cuestión, conviene señalar que, además de la banalización de estas catástrofes y de su normalización, se propaga cada vez más la idea de “la necesidad de adaptarse a los cambios inevitables” para inculcar la idea de que es imposible anticiparse y que, por tanto, habrá que “arreglárselas”, con la esperanza de contener los efectos más destructivos, estimulando así el fatalismo y la desesperación, el sálvese quien pueda y la inventiva e ingenio individual frente a un sistema que se declara incapaz de invertir la tendencia. De hecho, las cumbres mundiales sobre el clima han pasado de ser compromisos totalmente vacíos a ¡farsas abiertas! La última COP 29, marcada por la ausencia de un gran número de dirigentes mundiales, arrojó unos resultados calificados de decepcionantes por la propia prensa burguesa: “un acuerdo vergonzoso” (Greenpeace); “una completa pérdida de tiempo” (EuroNews). Para la revista Nature, los fondos asignados no convencerán a nadie, y el acuerdo ni siquiera prevé el impacto del próximo “escenario Trump”[5]; según algunos investigadores de Cambridge presentes, la COP fue “decepcionante…no hablé con ningún científico que pensara que el límite de 1,5ºC fuera todavía alcanzable con los medios actuales”.
¿Dónde está la esperanza de futuro?
En España, la reacción espontánea de la población ante la catástrofe ha dado lugar a una oleada de voluntarios y a un aluvión de generosidad para ayudar a los afectados que, ante la inacción e incompetencia del Estado, ha generado incluso lemas como “solo el pueblo salva al pueblo”. Esta reacción ha sido descaradamente aprovechada por distintas facciones de la burguesía desde su extrema derecha a su extrema izquierda. Los grupos de extrema izquierda han compartido el trabajo con los partidos de izquierda reorientando sutilmente el pensamiento de los trabajadores hacia el terreno burgués. Estos grupos nunca nos presentan un análisis serio de la evolución y la naturaleza del capitalismo, sino que ofrecen a los trabajadores todo tipo de falsas alternativas basadas en la “gestión popular” del sistema. Grupos como 'Izquierda Revolucionaria' en España o la rama alemana del “Comité por una Internacional de los Trabajadores” (CWI), o la “Web Socialista Mundial” (WSWS), escupen fuego contra la “irresponsabilidad e inacción criminal de los políticos y las autoridades” y primero nos dicen que “el capitalismo es el responsable” sólo para afirmar que “no fue el establishment, sino la gente misma quien organizó la solidaridad y la hospitalidad e incluso una parte de las donaciones, el pueblo, los trabajadores de servicios y emergencias…una solidaridad esperanzadora ‘desde abajo’ que debe ser democratizada y coordinada eficazmente”. Una caricatura de la ideología según la cual la solidaridad espontánea ante la catástrofe es una alternativa proletaria a la negligencia del capitalismo es defendida, por ejemplo, por los trotskistas de “Left Voice” (Révolution Permanente en Francia) que afirman que puede provocar una especie de “comunismo del desastre”, donde “el pueblo se libra de los capitalistas y empieza a reconstruir la sociedad de forma colaborativa (…) cuando siento desesperación climática, pienso en esa perspectiva de juntarse a otra gente de todo el mundo para luchar contra la catástrofe”.
En Valencia hemos visto cómo toda la solidaridad, rabia, indignación y desesperación que ha suscitado el desastre ha sido canalizada hacia las campañas de unión nacional como las concentraciones conjuntas de luto con los empresarios a las puertas de las empresas en “apoyo a Valencia” o “al pueblo valenciano, orgulloso de su solidaridad”. Los sectores del anarquismo que normalmente apelan a las “alternativas de barrio” y la autogestión se han lanzado a la aventura de las “redes locales de solidaridad, para la autoorganización y el empoderamiento del pueblo”. Y la provocación de la llegada de las autoridades fue recibida con una lluvia de barro e insultos.
Sin embargo, no hubo ningún atisbo de planteamiento en un terreno de clase, ninguna protesta contra la presión ejercida sobre los trabajadores para que siguieran trabajando, ni contra la pérdida de salarios, subsidios de desempleo o ayudas a la vivienda. Como no hubo asambleas ni debates para reflexionar sobre las causas profundas del desastre, los izquierdistas y los sindicatos no tuvieron problemas para canalizar parte de la ira, mientras que algunos de los habitantes se perdieron en la pura desorientación, en los conflictos entre partidos burgueses, o incluso en el populismo contra las ineptas élites políticas, “insensibles al sufrimiento del pueblo”.
¡No debemos hacernos ilusiones sobre el impacto de estas reacciones inmediatas! Cuando los reflejos de supervivencia social no encuentran expresión en un terreno de clase, ¡son inmediatamente aprovechados por la burguesía para desarmar al proletariado, impidiéndole desarrollar su propia respuesta de clase! Este tipo de indignación espontánea, de desesperación y de rabia en el seno de la sociedad frente a la destrucción, expresa fundamentalmente la impotencia, la frustración y la falta de perspectiva frente a la putrefacción de la sociedad. Los efectos de la descomposición del capitalismo, en sí mismos, no constituyen una base favorable para una reacción del proletariado como clase contra el capitalismo, como quieren hacernos creer los izquierdistas. Oponen y sustituyen la lucha de clase del proletariado por el magma informe que es el “pueblo”, condenando así a los trabajadores a diluirse en la masa dominada e impotente de “los de abajo”.
La aceleración de la descomposición del capitalismo conducirá inevitablemente a una multiplicación de catástrofes cada vez más terribles, ante las cuales los Estados se mostrarán cada vez más incompetentes e indiferentes. La burguesía explotará ideológicamente tanto los efectos de la descomposición de su sistema como las “reacciones espontáneas de solidaridad” para aglutinar a la población en torno a la defensa del Estado, con supuestas purgas de corruptos o promesas de mayor eficacia en su gestión. Pero la explotación de la solidaridad humana por parte de la clase dominante (desde los sacrificios voluntarios en el trabajo hasta las campañas humanitarias para dar credibilidad al sistema) no prende una llama de esperanza para el futuro. Sólo la clase obrera, a través de su lucha contra los ataques a sus condiciones de vida, y la búsqueda de su extensión y unidad, su politización, representa la esperanza de derrocar esta sociedad podrida.
Opero. 12 de enero de 2025
[1] Inundaciones en Valencia. El capitalismo es una catástrofe asegurada [5], CCI online, noviembre 2024. En el momento de escribir estas líneas, gigantescos incendios arrasan la región de Los Ángeles, en Estados Unidos. La negligencia y la creciente incapacidad de la burguesía para hacer frente a los desastres provocados por su sistema se ha confirmado una vez más.
[2] En 2021 escribimos un artículo abordando también esto: “Capitalism is dragging humanity towards a planet-wide catastrophe [6]” CCI online, julio 2021.
[3] El “Nuevo Orden Mundial” era una expresión acuñada por Bush padre durante la invasión de Kuwait, para referirse a una nueva época en el que los EE. UU. pretendidamente asegurarían el orden como gendarme mundial.
[4] Ver “Sequía en España: el capitalismo no puede mitigar, ni adaptarse, solo destruir [7]”, CCI online marzo 2024
[5] El “escenario Trump”: la nueva administración Trump pretende desestimar cualquier discurso sobre el cambio climático, aplicando una política de “drill baby drill” (“perfora nena, perfora”) al tiempo que se retira de todos los tratados internacionales de lucha contra el calentamiento global. La respuesta de Trump a los catastróficos incendios de Los Ángeles marca la pauta: Trump no culpó a la desecación de los bosques debida al cambio climático, sino a la supuesta negativa del gobernador de California a liberar reservas de agua en la región que estarían sin embargo destinadas a proteger lo que Trump llama un “pez inservible”, el eperlano.
Una vez más, el «Basta ya» se convirtió en la consigna de las jornadas de acción en Bruselas el 13 de diciembre y el 13 de enero pasados. Estas movilizaciones que habían sido convocadas contra los planes de austeridad que el nuevo gobierno federal quería llevar a la mesa de negociación y que habían sido «filtrados» a los medios de comunicación; hoy, ya no son un secreto. Los sindicatos hablan de «las medidas más drásticas de los últimos 80 años». Mientras los trabajadores de las empresas privadas serán despedidos en masa (27.000 en 2024) y se pretende revocar la indexación salarial automática, el nuevo gobierno nacional quiere recortar drásticamente los gastos de la seguridad social, las prestaciones por desempleo y las pensiones. Para colmo, quiere reducir drásticamente el número de funcionarios y precarizar aún más el empleo de todos los trabajadores.
En la primera jornada de acción, con unos 10.000 manifestantes, fueron sobre todo los delegados sindicales los que se movilizaron (y principalmente los de la región valona). La situación adquirió una dinámica completamente distinta el 13 de enero. En lugar de los 5 a 10 mil manifestantes previstos inicialmente por los sindicatos, acudieron a la manifestación más de 30.000 trabajadores de diferentes regiones del país, de cada vez más sectores. En la región flamenca también se declararon en huelga 47.000 profesores, una cifra récord. También hubo paros en los ferrocarriles, en los transportes públicos, entre los basureros, en Correos y en muchos otros servicios públicos. Se ha anunciado una nueva jornada de acción para el 13 de febrero, bajo el lema: «En defensa de los servicios públicos y del poder adquisitivo».
Pero antes incluso de estas dos jornadas de acción, otra manifestación ya había movilizado en noviembre a muchos más trabajadores de lo previsto. En esta manifestación de trabajadores de la sanidad y la asistencia social, la participación también fue tres veces superior a la prevista: más de 30.000 trabajadores. El 26 de noviembre, el personal docente francófono organizó una huelga ampliamente secundada bajo el lema «Enseigner oui, saigner non» («Enseñar sí, sangrar no»). Están previstas otras dos jornadas de huelga y manifestaciones los días 27 y 28 de enero. Y el sindicato de la enseñanza se está viendo presionado para anunciar una huelga indefinida.
Estas manifestaciones, huelgas y protestas son una confirmación de la evolución de la combatividad en todo el mundo, de la que hemos informado muchas veces en nuestra prensa en los últimos años. La escalada de las tensiones imperialistas y el caos creciente, la fragmentación del comercio mundial, el aumento de la inflación y de los costes de la energía son signos de una profundización sin precedentes de la crisis. En todos los países, la burguesía intenta trasladar las consecuencias de la crisis económica a los trabajadores. Bélgica no es una excepción.
La burguesía es muy consciente de que estos planes provocarán reacciones en amplios sectores de la clase obrera. Sabe que, a escala internacional, la clase obrera de muchos países ha demostrado haber salido de décadas de luchas en declive. Por eso la burguesía quiere estar bien preparada y poner en marcha las fuerzas necesarias para absorber y desviar la esperada resistencia de los obreros.
Los sindicatos han visto crecer semana tras semana la inquietud y el descontento de los trabajadores y no han permanecido pasivos para evitar que este malestar se manifieste en acciones «incontroladas». El 8 de diciembre, Ann Vermorgen (presidenta del sindicato ACV) declaró en televisión que los sindicatos paritarios habían decidido organizar una jornada de acción los días 13 de los próximos meses. Así tuvieron lugar las jornadas de acción en diciembre y enero, durante las cuales los sindicatos intentaron limitar las movilizaciones a determinados sectores (sobre todo la educación) y determinadas reivindicaciones (reforma de las pensiones en la educación). Los sindicatos utilizaron las consabidas tácticas de aislar y dividir a los distintos sectores y regiones en una serie de días de acción destinados a agotar su espíritu de lucha.
Sin embargo, la fuerte movilización del 13 de enero evidenció una extensión del descontento en otras regiones y sectores hasta el punto de sorprender a los propios sindicatos. El enfado va más allá de cualquier medida concreta o «reforma» anunciada. Es la expresión de un malestar e indignación más generales y la realidad de un retorno de la combatividad ante el aumento del coste de la vida, el empeoramiento de las condiciones de trabajo, la precariedad laboral y el espectro creciente de la pobreza.
Durante años se nos ha dicho que el capitalismo es el único sistema posible y que la «democracia» burguesa es la mejor y más perfecta institución política imaginable. Estas mistificaciones no tienen otro objetivo que desmovilizar a la clase obrera, reducir a la impotencia a los proletarios aislados, aislarlos de la fuerza y la solidaridad de su clase. Y, sin embargo, a pesar de los incesantes llamamientos a movilizarse en las urnas para, supuestamente, «poder influir y así frenar la austeridad», y de los llamamientos a defender la "democracia" contra la vil retórica de los populistas, los trabajadores retoman la lucha, redescubren la necesidad de luchar juntos en su terreno de clase. También es significativo que esta ruptura con el pasado, esta nueva dinámica en el desarrollo de la lucha de clases se produzca en un contexto de guerra creciente y de aumento drástico de los gastos militares que tiene que pagar la clase obrera.
Para contrarrestar realmente los ataques contra nuestras condiciones de vida necesitamos dar a la lucha la base más amplia posible, uniendo a todos los trabajadores independientemente de la empresa, institución, sector o región en la que trabajen. Todos los trabajadores están «en el mismo barco». Todas estas luchas no son movimientos separados, sino un grito colectivo: «somos una ciudad de trabajadores, de cuello azul y de cuello blanco, sindicalizados y no sindicalizados, inmigrantes y nativos», como dijo un profesor en huelga en Los Ángeles en marzo de 2023. Las huelgas en Bélgica apuntan en el mismo sentido que los movimientos que han tenido lugar en los últimos tres años en otros países, como Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia.
Pero es esencial que la clase obrera, en Bélgica como en otros lugares, supere algunas de las debilidades de estas luchas anteriores:
- En 2022-23, en Gran Bretaña, los trabajadores de empresas de diferentes sectores, a veces a menos de 100 metros de distancia, no hicieron ningún intento de romper el riguroso sistema de piquetes, para buscar la solidaridad y unir su lucha.
- En 2023, en Francia, los trabajadores participaron masivamente en 14 «días de acción» contra el plan de reforma de las pensiones del gobierno, sin conseguir extender la lucha a huelgas masivas en las empresas.
En Bélgica, la burguesía y sus sindicatos no dejan de extender el veneno de la división: entre el sector público y el privado, y entre los trabajadores de uno y otro lado de la frontera lingüística. Esto es tradicionalmente un obstáculo difícil de superar[1], pero no imposible, como vimos el 23 de abril de 2023 cuando los profesores francófonos y neerlandófonos se manifestaron al unísono en Bruselas. Las huelgas de 1983 y 1986 también reunieron a cientos de miles de trabajadores de los sectores público y privado y de las regiones valona, bruselense y flamenca.[2] Aprender las lecciones de las luchas pasadas es esencial si queremos armarnos contra las trampas tendidas por la burguesía.
Nuestra fuerza reside en la unidad y la solidaridad en la lucha. No luchando cada uno por su lado sino uniendo la lucha en un solo movimiento: yendo a la huelga y enviando delegaciones masivas para unirse a otros trabajadores en la lucha, luchando juntos, ganando cada vez más trabajadores para la lucha; organizando asambleas generales para deliberar juntos sobre las necesidades de la lucha; uniéndonos en torno a reivindicaciones comunes. Es esta dinámica de solidaridad, expansión y unidad la que siempre ha frenado a la burguesía a lo largo de la historia.
Lac, 21 de enero de 2025
[1] Véase. En francés «La coalición «Arizona» prepara un ataque frontal contra las condiciones de trabajo y de vida» [11], Internationalisme n° 381
[2] Véase en francés «Hacia la unificación de la lucha», Internationalisme nº 111 (1986).
Los estragos de tres años de guerra en Ucrania, al igual que la indecible barbarie de los quince meses del conflicto israelí-palestino que ha incendiado todo Oriente Medio, son una terrible ilustración de las guerras engendradas por el período de descomposición del capitalismo.
Cualesquiera que sean las treguas o los alto el fuego que se concluyan en el contexto de las futuras maniobras imperialistas, sólo puede ser temporal y sólo representarán pausas momentáneas en el refuerzo del militarismo bárbaro que caracteriza al modo de producción capitalista.
En febrero de 2022, Putin declaró que el ejército ruso avanzaría rápidamente en Ucrania mediante una “operación militar especial” de corta duración. Han pasado tres años y, aunque los misiles y la artillería siguen destruyendo ciudades enteras y cobrándose miles de vidas, la guerra ha llegado a un punto en el que ninguna de las partes está logrando avances significativos, lo que hace que las operaciones militares sean aún más desesperadas y destructivas. Es difícil saber con certeza cuántas personas han muerto o han resultado heridas en la guerra, pero los medios de comunicación hablan ya de más de un millón de muertos o heridos, y a los protagonistas les resulta cada vez más difícil reclutar carne de cañón para cubrir los “huecos” en el frente.
En el Medio Oriente, tras el bárbaro ataque de Hamás, las represalias del Estado de Israel están provocando destrucciones y masacres que han alcanzado un nivel de salvajismo inimaginable. Al igual que Putin, Netanyahu, tras el sangriento ataque del 7 de octubre de 2023, prometió que en tres meses acabaría con Hamás, pero esto ya lleva más de un año y la barbarie que ha desatado no ha dejado de crecer. Israel ha lanzado indiscriminadamente 85,000 toneladas de explosivos, ¡el equivalente a tres veces la cantidad de material explosivo que contenían las bombas lanzadas sobre Londres, Hamburgo y Dresde durante la Segunda Guerra Mundial! Estos feroces ataques dejaron casi 45,000 muertos, más de 10,000 desaparecidos y casi 90,000 heridos, muchos de ellos mutilados, entre ellos miles de niños. Según Save the Children, cada día, desde el comienzo de la guerra en Gaza, alrededor de diez niños han perdido las piernas. Al horror de los bombardeos se suman el hambre y enfermedades como la polio y la hepatitis, que se propagan debido a las inhumanas condiciones sanitarias.
Toda esta locura bélica que se vive desde hace tanto tiempo en Ucrania y la Franja de Gaza se extiende ahora a otros países, ampliando la espiral de caos y barbarie. Tras los combates en el sur del Líbano y el bombardeo de Beirut, la reanudación de los combates en Siria, que condujeron al rápido derrocamiento de Bashar Al Assad, es una buena ilustración de cómo se extiende la inestabilidad. El importante apoyo militar de Rusia e Irán había permitido a Al Assad imponerse al final de la guerra civil siria de 2011 a 2020, aunque la situación fuera precaria. Con el debilitamiento militar de los aliados de Assad, en particular con Rusia atrapada en Ucrania y Hezbolá ocupado en Líbano, su apoyo militar se ha reducido considerablemente, lo que ha provocado una pérdida de control de la situación por parte del régimen. Esto fue aprovechado por el grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS) para atacar y derrocar al gobierno. Sin embargo, la huida de Al Assad no significa en absoluto que el nuevo régimen que ha tomado el poder en Damasco tenga un proyecto coherente y unificado. Por el contrario, una multitud de grupos más o menos radicales “democráticos” o “islamistas”, cristianos, chiitas o suniitas, kurdos, árabes o drusos, participan más que nunca en los enfrentamientos por el control del territorio o de partes de él, con la mafia de patrocinadores imperialistas detrás de ellos: Turquía, Israel, Qatar, Arabia Saudí, Estados Unidos, Irán, los países europeos y puede que incluso Rusia, cada uno con su propia agenda y sus propios intereses imperialistas. Más que nunca, Siria, y el Medio Oriente en general, representan un hervidero de múltiples tensiones que empujan hacia la guerra y el militarismo.
Nuevas y sofisticadas armas se han desplegado lo mismo en Ucrania que en el Medio Oriente: escudos de defensa, drones de ataque, manipulación de sistemas de comunicación para transformarlos en artefactos explosivos, etc. También se disparan los presupuestos que los distintos Estados destinan a la compra de armas convencionales y a la modernización o ampliación del arsenal atómico. Según datos del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), el gasto militar mundial en 2023 ascendió a 2 mil 443 millones de dólares, un aumento del 7% respecto al 2022 (la mayor tasa de crecimiento desde 2009). Y tanto las órdenes como las declaraciones de los jefes de Estado de todos los continentes no nos dan motivos para esperar otra cosa que una impresionante expansión general de la militarización, que al mismo tiempo está dando lugar a un notable aumento de las ganancias de las empresas armamentísticas.
Pero, ¿significa esto que la guerra tiene un efecto positivo en la economía capitalista? El capitalismo nació en el lodo y la sangre de la guerra y el saqueo, pero su papel y función han cambiado con el tiempo. En el período ascendente del capitalismo, los gastos militares y la guerra misma eran un medio de ampliar el mercado y estimular el desarrollo de las fuerzas productivas, porque las nuevas regiones conquistadas requerían de nuevos medios de producción y subsistencia. Por el contrario, la entrada en el periodo de decadencia (que comenzó con la Primera Guerra Mundial) indica que los mercados solventes se han distribuido mundialmente y que las relaciones de producción capitalistas se han convertido en un obstáculo para el desarrollo de las fuerzas productivas. En este contexto, el sistema capitalista encuentra ciertamente en la guerra (y en su preparación) un impulso para la producción de armamentos, pero como se trata de medios de destrucción, no benefician a la acumulación de capital. La guerra representa, en realidad, una esterilización del capital. Sin embargo, esto no significa, como ya explicó la Gauche Communiste de France, “que la guerra se haya convertido en el objetivo de la producción capitalista, ya que ésta sigue siendo la producción de plusvalía, sino que la guerra se convierte en el modo de vida permanente del capitalismo decadente”[1]. En el período de descomposición del capitalismo, que constituye la última fase de la decadencia irreversible de este modo de producción, las características de la decadencia no sólo se mantienen, sino que se acentúan, de modo que la guerra no sólo sigue sin tener una función económica positiva, sino que ahora se presenta como desencadenante del caos económico y político cada vez mayor, perdiendo así su finalidad estratégica. El objetivo de la guerra se reduce cada vez más a la destrucción masiva irracional, lo que la convierte en uno de los principales factores que amenazan a la humanidad con la aniquilación total. La amenaza de una confrontación nuclear es un trágico testimonio de ello.
Esta dinámica se ilustra claramente en guerras como las que se llevan a cabo en Ucrania y Gaza. Rusia e Israel han arrasado o aniquilado ciudades enteras y contaminado permanentemente tierras de cultivo con sus bombas, de modo que el beneficio que obtendrán de un hipotético fin de la guerra se limitará a campos de ruinas. Las repugnantes masacres de civiles y niños, como el bombardeo de centrales nucleares en Ucrania, ponen de relieve el cambio cualitativo que experimenta la guerra en la descomposición, que se vuelve cada vez más irracional, ya que el único objetivo es desestabilizar o destruir al adversario practicando sistemáticamente una política de “tierra quemada”. En este sentido, si “la fabricación de sistemas de destrucción sofisticados se ha convertido en emblema de una economía moderna y capaz… esas ‘maravillas’ tecnológicas que están hoy demostrando su eficacia asesina en el Medio Oriente, no son, desde el punto de vista de la producción, de la economía, sino un inmenso despilfarro”[2].
El creciente desarrollo de la militarización ha llevado recientemente a algunos países que habían abandonado el servicio militar obligatorio a reintroducirlo, como en Letonia y Suecia, e incluso el partido CDU lo ha propuesto en Alemania. Pero, sobre todo, esto se refleja en la presión generalizada para aumentar el gasto militar, varios portavoces burgueses hacen campaña, por ejemplo, sobre la necesidad de que los países de la OTAN vayan mucho más allá del 2% del PIB acordado para el gasto en defensa. En un escenario en el que los Estados Unidos de Trump jugará más que nunca la carta de America First, incluso hacia países “amigos” que pensaban que estaban a salvo bajo el paraguas nuclear estadounidense, los países europeos buscan urgentemente reforzar sus infraestructuras militares y están aumentando fuertemente su gasto militar para defender mejor sus propias ambiciones imperialistas. Cuando la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dice: “Tenemos que gastar más, tenemos que gastar mejor, tenemos que gastar europeo”, resume la estrategia de expansión de la infraestructura militar europea y de una industria armamentística europea autónoma.
En realidad, la tendencia a la explosión del gasto armamentístico es mundial, estimulada por un avance sin freno del militarismo. Todos los Estados se ven presionados para reforzar su poder militar. Esto refleja básicamente la presión de la creciente inestabilidad de las relaciones imperialistas en el mundo.
Tatlin, 14 de enero de 2025
[1] “Las verdaderas causas de la Segunda Guerra Mundial [14]”. Informe sobre la situación internacional”, GCF, julio de 1945. Revista Internacional 59, 4º trimestre 1989.
[2] “Crisis y militarismo [15]”. Revista Internacional núm. 65, 2º trimestre de 1991
Las instituciones económicas más respetadas de la burguesía se jactan de una evaluación bastante positiva del estado actual de la economía mundial, que “ha demostrado una notable resistencia frente a la pandemia, la guerra en Ucrania y un aumento de la inflación”[1]. El FMI, el Banco Mundial y otras instituciones prevén un crecimiento ligeramente mayor en 2025 que en 2024, a pesar de sus preocupaciones sobre grandes incertidumbres y riesgos, en particular debido al aumento de las tensiones geopolíticas. Pero la realidad es muy diferente: el sistema capitalista continúa su trayectoria hacia el abismo de una crisis económica crónica, hundiendo al mundo aún más en el estancamiento y la pobreza.
En 2024, la economía mundial no se ha recuperado de la pandemia del Covid-19 y de sus estrictos confinamientos, lo que se traduce en una economía mundial más débil que nunca. ¿Cómo podría ser de otra manera? Antes de la aparición del Covid-19, el capitalismo ya contaba con un sistema monetario y financiero muy frágil y una deuda nacional masiva, lo que presagiaba un período de graves convulsiones[2]. La pandemia que se desarrolló en 2020 no hizo más que acentuar estas tendencias, en particular al perturbar aún más las cadenas de producción y el comercio mundial.
En los últimos 25 años, la economía mundial se ha mantenido a flote principalmente gracias a la administración de una dosis masiva de crédito, lo que ha provocado un aumento vertiginoso de la deuda pública. “La deuda pública mundial se ha más que quintuplicado desde 2000, superando claramente el PIB mundial, que se ha triplicado en el mismo período”[3]. La ONU habla de un aumento alarmante de la deuda pública mundial (es decir, principalmente la acumulada durante varios años por los organismos gubernamentales), que debería alcanzar una cifra récord de 97 billones de dólares en 2023, mientras que la deuda mundial total (una deuda total que también incluye la de las empresas y los hogares) iba camino de alcanzar la delirante cifra de 300 mil millones de dólares, para un PIB mundial de solo 105 mil millones de dólares.
En los últimos años, la economía mundial se ha visto golpeada por el estallido de guerras extremadamente violentas en Oriente Medio y Ucrania. Esta última ha provocado un aumento de la inflación en los dos países en guerra, con un fenómeno de contagio en varios países vecinos, como los Estados bálticos, donde la inflación superó el 20% en 2022. Las sanciones contra Rusia han tenido un impacto negativo tanto en la economía rusa como en los países situados cerca de la zona de guerra. El impacto más notable ha sido en la economía alemana, que ha roto las relaciones comerciales con Rusia y ha perdido suministros de gas barato.
El período 2020-2024 fue el quinquenio de crecimiento del PIB más débil de los últimos treinta años. En 2024-25, se espera que el crecimiento sea inferior al crecimiento medio de la década de 2010 en casi el 60% de las economías del mundo. Esta deplorable situación plantea la posibilidad real de que las grandes economías como Estados Unidos, Europa y China se vean afectadas por la estanflación.
La economía europea, ya de por sí frágil, se ve sometida a una dura prueba por los precios relativamente altos de la energía y las colosales deudas nacionales. La economía alemana está al borde de la recesión. Su sector manufacturero (automóvil y productos químicos), antaño renombrado, se ve afectado por los altos costes de la energía y la feroz competencia internacional. También sufre una importante caída de la demanda externa. En 2024, la producción industrial fue un 15% inferior al pico de 2016 y decenas de miles de trabajadores están al borde del despido. Francia ha perdido el control de sus finanzas públicas, con niveles de deuda que superan con creces el 100% del PIB, un problema que también enfrentan Grecia, Italia, Portugal, España y Bélgica. Por lo tanto, una de las principales economías de Europa se encuentra en una trayectoria económica insostenible. El sector manufacturero francés también está en crisis y no hay señales de recuperación en el horizonte. La escalada de las tensiones imperialistas y el creciente caos, la fragmentación del comercio mundial, el aumento de la inflación y los costos de la energía apuntan a una profundización sin precedentes de la crisis en la economía europea.
En China, el impacto de las sanciones estadounidenses y las medidas de contención adoptadas durante la Covid-19 ya habían debilitado gravemente la economía china. Pero el estallido de la burbuja inmobiliaria empeoró aún más la crisis, ya que el valor total de las viviendas inacabadas y sin vender asciende a alrededor de 4.1 billones de dólares. El estallido de la burbuja también ha provocado la quiebra de 40 pequeños bancos, y alrededor de otros 3800 bancos se encuentran ahora en graves dificultades. Por último, ha eliminado alrededor de 18 mil millones de dólares de ahorros de los hogares, lo que ha afectado gravemente la confianza de los consumidores y ha frenado el gasto de los mismos. Combinada con una disminución constante de los ingresos por exportaciones, esta situación está provocando una desaceleración sin precedentes en décadas. Hoy, la economía china no está en condiciones de funcionar como motor de la economía global[4], como lo hizo después de la crisis financiera de 2008.
Trump ha anunciado una política proteccionista agresiva, con la intención de imponer barreras arancelarias a todos sus competidores, incluidos sus “socios”. Esta política provocará una amarga guerra comercial, en la que los demás países establecerán sus propios aranceles. Esto probablemente alimentará la inflación y frenará aún más el crecimiento mundial, en particular en China y probablemente también en Europa. Los aranceles anunciados representan una nueva etapa de una política que está sumiendo a la economía mundial en un agitado desorden, exacerbando su fragmentación y presagiando un mayor desmantelamiento de la globalización. Su aplicación dará un impulso considerable a la crisis mundial, que no perdonará a ninguna potencia, ni siquiera a Estados Unidos.
La guerra es el modo de vida del capitalismo en su fase decadente, por lo que la economía sigue naturalmente el camino del militarismo que domina la mayoría de las economías nacionales. Con la proliferación de conflictos armados en todo el mundo, esta tendencia se está volviendo mucho más pronunciada. Por ejemplo, el gasto militar mundial aumentó por noveno año consecutivo en 2023, alcanzando un total de 2 mil 443 millones de dólares, el nivel más alto jamás registrado. Alemania ha duplicado su presupuesto militar, mientras que el de Estados Unidos se acerca a mil millones de dólares. Los gastos improductivos suponen una pérdida neta para la economía nacional y pueden incluso llevarla a la quiebra. Recordemos que estos gastos cuantiosos llevaron a la quiebra a la economía “soviética”, lo que contribuyó al hundimiento del bloque del Este.
A día de hoy, la sociedad capitalista se encuentra en tal estado de descomposición que, más allá de su superestructura ideológica, sus propios cimientos económicos se ven afectados por los efectos destructivos de esta descomposición social. La acumulación del efecto combinado de estos factores (crisis, guerra, calentamiento global, el cada uno para sí) está produciendo “una espiral devastadora de consecuencias incalculables para el capitalismo, golpeando y desestabilizando cada vez más severamente la economía capitalista y su infraestructura de producción. Aunque cada uno de los factores que alimentan este efecto “torbellino” de descomposición representa en sí mismo y por sí solo un grave factor de riesgo de colapso para los Estados, sus efectos combinados superan con creces la mera suma de cada uno de ellos tomados aisladamente.”. [5]
Por lo tanto, las dos guerras en Ucrania y Oriente Medio no sólo están causando una destrucción catastrófica de la infraestructura de los países involucrados, sino que también están fragmentando y desestabilizando sectores enteros de la economía mundial. Las “Nuevas Rutas de la Seda”, por ejemplo, la conexión terrestre y marítima entre China y Europa, una de las cuales pasaba por el territorio de Rusia y Bielorrusia, está completamente paralizada desde el comienzo de la guerra. Los aviones de América del Norte y Europa ya no pueden volar sobre Siberia, y estos desvíos han provocado un aumento dramático en el costo de los vuelos correspondientes. Varias rutas comerciales marítimas, como los mares Rojo y Negro, son peligrosas para el tráfico debido a las amenazas que plantean las guerras en curso. Estos graves impedimentos al comercio mundial están aumentando los costos del transporte marítimo, con la amenaza de una crisis alimentaria en algunas partes del mundo.
Los choques climáticos recurrentes, aleatorios y potencialmente severos provocan la destrucción de infraestructuras, la degradación del suelo, el colapso de los ecosistemas y de las poblaciones humanas, mientras que la naturaleza es cada vez menos capaz de recuperarse de estos eventos catastróficos, lo que lleva a una pérdida permanente de la capacidad de producción. Entre 2014 y 2023, alrededor de 4 mil eventos relacionados con el clima parecen haber provocado pérdidas económicas estimadas en 2 mil millones de dólares. Y como el capitalismo, debido a la feroz competencia mundial, es incapaz de frenar el calentamiento global, estas pérdidas aumentarán a un ritmo acelerado.
Bajo la creciente influencia del populismo, las medidas burguesas se están volviendo cada vez más irracionales, a veces en detrimento de los intereses económicos nacionales. Tomemos, por ejemplo, el sabotaje durante la primera presidencia de Trump a los trabajos de la Organización Mundial del Comercio, una institución diseñada para mantener un mínimo de estabilidad en la economía mundial, dando rienda suelta al desarrollo internacional del cada uno para sí. De la misma manera, la decisión de la burguesía británica de retirarse de la UE ha creado importantes obstáculos al comercio con el continente, con un impacto negativo significativo en su economía. Finalmente, la gestión totalmente irracional de la crisis de Covid-19 por parte de Bolsonaro y Modi ha provocado muchas más víctimas en estos dos países que la media general, lo que se ha sumado a la crisis económica.
En los últimos años, la crisis ya ha provocado un empobrecimiento significativo en las regiones económicas más importantes del mundo capitalista. Según Eurostat, en 2023 el 16,2% de los ciudadanos europeos estaban en riesgo de pobreza, lo que significa que alrededor de 71,7 millones de personas sufren privaciones materiales y sociales y no tienen ingresos suficientes para llevar una vida digna. Estados Unidos tiene una de las tasas de pobreza más altas del mundo occidental. Según el Brookings Institute, el 43% de todas las familias estadounidenses son incapaces de satisfacer sus necesidades básicas [6]. En China, oficialmente no hay pobreza, pero en 2020, 600 millones de chinos seguían subsistiendo con el equivalente a 137 dólares al mes, luchando por satisfacer sus necesidades[7].
A medida que la situación económica se deteriore, esta tendencia continuará en los próximos años, como lo demuestra la serie de despidos ya anunciados. Según Layoffs.fyi, 384 empresas tecnológicas estadounidenses, por ejemplo, ya habían despedido a más de 150 mil trabajadores en 2024, lo que se suma a los 428 mil 449 trabajadores del mismo sector que perdieron su empleo en los dos años anteriores. En Europa, se han anunciado despidos masivos en Bosch (5 mil puestos de trabajo), Volkswagen (35 mil puestos de trabajo), Schaeffler AG (4 mil 700 puestos de trabajo), Ford (4 mil puestos de trabajo), Airbus (2 mil 43 puestos de trabajo) y Air France KLM (mil 500 puestos de trabajo). Las mayores empresas privadas de China han suprimido 300 mil puestos de trabajo. El desempleo juvenil en China ha alcanzado el 20%. Estas cifras ilustran cómo la desaceleración de la economía china está afectando a la fuerza de trabajo. Los planes desconcertantes del segundo mandato de Trump seguramente asestarán otro golpe a las condiciones de vida de los trabajadores.
Ante el empeoramiento de la economía mundial y el deterioro de las condiciones de vida, la clase obrera debe prepararse para la lucha, como lo han hecho los trabajadores de diferentes países desde 2022[8], cuando demostraron claramente que no aceptarían los ataques económicos sin luchar y se lanzaron a la lucha con más confianza. Esto debe animar a todos los trabajadores a superar sus vacilaciones y a seguir el ejemplo de sus hermanos y hermanas de clase y unirse a su lucha.
Dennis, 15 de enero de 2025
[1] “Aprovechar el poder de la integración: un camino hacia la prosperidad en Asia central”, Informe del FMI (2024).
[2] “Resolución sobre la situación internacional (2019): los conflictos imperialistas, la vida de la burguesía, la crisis económica”. [17] Revista Internacional 164.
[3] ‘Un mundo de deuda: una carga creciente para la prosperidad mundial’, Informe de la ONU (2023)
[4] “China: Economic crisis exacerbates social and political tensions [18]”, ICC online October 2023 (artículo en inglés)
[5] “Esta crisis se convertirá en la más grave de todo el periodo de decadencia [19]”, Revista Internacional nº 172
[6] ibíd.
[7] “La pobreza china es una maldición impuesta por el PCCh”, Yibao.net
[8] “Balance de nuestras Reuniones Públicas: ¿Por qué la CCI habla de "ruptura" en la dinámica de la lucha de clases?” [20], CCI Online, septiembre 2023
Como si tratara de mostrar que es más represor que el expresidente demócrata Barak Obama, que en sus 8 años de gobierno expulsó a cerca de 3 millones de trabajadores migrantes, Donald Trump ha amenazado con deportar, en los próximos 4 años, a 10 millones. Para cumplir su amenaza, desde los primeros días en que se instaló en la presidencia, ha acelerado las persecuciones y deportaciones. Se han divulgado las imágenes de los migrantes detenidos, conducidos a la deportación encadenados de pies y manos, justificando ese trato por ser calificados de “invasores” que están “envenenando la sangre” de los estadounidenses. Esta política, aunque expone la ideología racista y xenófoba, propia de la burguesía, dificulta la gestión de los intereses del propio capital en Estados Unidos.
Actualmente, en el territorio estadounidense, hay aproximadamente 12 millones de trabajadores migrantes “ilegales”, que equivalen a más del 5% de la población asalariada de ese país. Esta masa de trabajadores permite que en diversas ramas económicas se obtengan ganancias extraordinarias, dado que, por no contar con una estancia legal, reciben salarios más bajos. Mientras que el pago de un obrero estadounidense oscila entre 1,740 y 5,437 dólares por mes[1], el salario de un trabajador sin documentos está entre 1,600 y 3,000 dólares por mes, con jornadas de 12 horas y sin seguridad social. Por esa razón es que empresarios de algunas ramas productivas de EE. UU., hacen ver que la deportación masiva, les genera problemas. Rebecca Shi, directora de la Coalición Estadounidense de Inmigración Empresarial, ha declarado que la deportación generará escasez de mano de obra, lo que elevará los costos laborales, llevando al “aumento de los precios de alimentos para los estadounidenses comunes”. En ese mismo sentido la Asociación de Restaurantes de Illinois[2], aunque apoya la política de Trump de imponer “la seguridad de la frontera con México”, mediante persecuciones y deportaciones, llama a mantener “un equilibrio”, de tal forma que no se corte el flujo de la fuerza de trabajo barata.
Para algunos sectores de la burguesía estadounidense, queda claro que la deportación masiva y la aplicación de aranceles a sus socios comerciales, Canadá y México, desarticularán los encadenamientos productivos y comerciales, fragilizarán aún más a su propia economía, e incluso abre la posibilidad de extender los problemas a la economía mundial y desatar secuelas que pueden profundizar la crisis; no obstante, con Trump se impone la irracionalidad.
Pero todo este conflicto no es solamente el producto de un desquiciado y malévolo individuo. El avance de la descomposición del capitalismo es lo que engendra expresiones políticas irresponsables e irracionales, que avanzan sin control, acelerando el caos y la inestabilidad mundial. Por eso, no perdamos de vista que Trump y su camarilla, solo son expresiones aberrantes del pudrimiento del capitalismo, ante la que ninguna fracción o proyecto de la burguesía es una alternativa y menos aún la solución. La única alternativa a este pudrimiento del sistema se encuentra en la lucha del proletariado… Esto es así, aun cuando en todo este torbellino destructivo de guerras comerciales y disputas burguesas, los trabajadores tanto de Estados Unidos, como de México, han quedado en medio, recibiendo los golpes que los bandos involucrados dirigen a sus condiciones de vida y a su conciencia.
Los lemas que Trump ha usado en su primer gobierno: “Primero América” y, el actual, “Hacer a América otra vez grande”, han sido la base para el impulso de escandalosas campañas nacionalistas. Primero, presenta a los Estados Unidos como víctima, lo mismo de la élite, de sus socios comerciales o de los migrantes, para luego pasar a exponer sus decisiones como actos de defensa de los intereses nacionales, inflando el orgullo patriótico, como lo hizo en su discurso de toma de posesión: “nuestro país florecerá y volverá a ser respetado en todo el mundo. Seremos la envidia de todas las naciones, y no permitiremos que se sigan aprovechando de nosotros.”
Así, en nombre de la defensa de la nación, se alienta el odio a los migrantes, justifica su deportación masiva y da sustento ideológico a su política proteccionista, pero también, cuando despide a miles de empleados federales, lo justifica diciendo que es porque la nación lo requiere.
Es evidente que los intereses de la nación no son los intereses de los trabajadores, pues la nación es la unidad en torno a la que se organiza la clase dominante. Por eso, cuando se convoca a los trabajadores a defender a la nación, se les llama a defender los intereses de la burguesía.
Pero, el uso de la manipulación y el control ideológico mediante campañas nacionalistas, no son exclusivas de Trump, también, desde el gobierno mexicano, envuelto en la disputa política y comercial, se despliega toda una campaña patriotera para responder a las amenazas y bravuconadas de Trump.
Ante los reclamos por los migrantes, la amenaza de romper los tratados comerciales e imponer una cascada de aranceles, así como el amago de intervenir militarmente para enfrentar a los cárteles de la droga, Sheinbaum ha procurado tomar medidas que muestren su disposición a colaborar con el gobierno de Trump, pero al mismo tiempo se presenta como defensora de la soberanía, que significa la defensa de los intereses de la burguesía mexicana.
Para dar mayor fortaleza a sus acciones de gobierno, Sheinbaum ha llamado a la unidad nacional. Mientras que los partidos de la derecha, el PRI y el PAN, han declarado que no apoyarán a un gobierno ineficiente y aliado de los cárteles de la droga[3], los empresarios, agrupados en el Consejo Coordinador Empresarial (CCE[4]), han expuesto su respaldo a la actuación del gobierno federal. Incluso empresarios que abiertamente se declaraban opositores a los gobiernos de Morena, cierran filas y se integran en la campaña nacionalista, enfatizando su llamado a la defensa de la economía nacional, que ven amenazada por el proteccionismo estadounidense y la posible eliminación del T-MEC. Así, reforzando la campaña del gobierno, exponen su acuerdo en mantener la unidad nacional, para que, cohesionados, se logre “el diálogo frente a los desafíos que nos presenta la relación bilateral con nuestro principal socio comercial…”[5]
Siendo los sindicatos el principal instrumento del Estado para intervenir directamente en el control de los trabajadores, también preparan su colaboración en este tinglado patriotero. El 15 de febrero diversos sindicatos llamaron a un encuentro, con el objetivo central, según expuso el mafioso Napoleón Gómez, líder del sindicato minero, de exponer el “respaldo absoluto al Gobierno de la presidenta en defensa de la soberanía y el respeto a México”.
La semejanza de preocupaciones entre sindicatos, empresarios y gobierno, no son simples coincidencias, es la expresión de que se opera un ataque unificado en contra de los trabajadores, buscando golpear su conciencia y atarlos a los intereses de la burguesía.
La clase dominante en México, aprovechando las presiones ejercidas por el gobierno de Trump, busca exaltar, desde diferentes frentes y con diferentes tonos, sentimientos patrióticos, imponiendo así, como principio supremo, la defensa de los “intereses nacionales”, lo que significa defender a la economía nacional y a las ganancias capitalistas. Esta campaña patriotera se impulsa usando promociones simplonas, como el fomento al “orgullo nacional” por producir o consumir lo “Hecho en México”, pero también utilizando trampas más complejas, en las que se invoca a la ideología “antiyanqui” o “anti-Trump”, para crear el engaño de que dentro de la burguesía nacional pueden existir sectores “progresistas”, definidos así por tener una postura de “oposición” a los Estados Unidos o a Trump.
El nacionalismo es un veneno para los trabajadores, justamente porque impide que se reconozcan como una clase que, sin importar el país en que viva, es explotada, por lo que sus preocupaciones y sus intereses son los mismos, por ello explicaba Marx: “La nacionalidad del trabajador no es francesa, ni inglesa, ni alemana; es el trabajo […] Su gobierno no es francés, ni alemán, ni inglés, es el capital…”[6] Se trata, por tanto, de una clase internacional e internacionalista.
Con el ascenso de Trump, el ambiente para el desarrollo de la lucha de los trabajadores de México no es el más favorable, ni para los trabajadores de los Estados Unidos y Canadá, que en 2024 han llevado a cabo importantes huelgas. Las campañas nacionalistas y la presencia de expresiones burguesas que se presentan como alternativas a Trump y a las políticas populistas y proteccionistas, no dejan de causar confusión en el proletariado del norte de América, sin embargo, la clase obrera no está derrotada. Aunque puede haber una dificultad para que desarrollen su combate los explotados en este continente, la clase obrera mantiene su dinámica de ruptura de la pasividad que se abrió en 2022 con las manifestaciones en Gran Bretaña, como lo confirman las recientes movilizaciones en Bélgica (ver en este mismo RM). En México, esta ratificación ha venido de parte de los trabajadores del sector educativo quienes desde el 7 de febrero de este año se han movilizado en varias entidades en contra de la iniciativa de reforma a la ley de seguridad social y de retiro, que propone cuotas adicionales al trabajador; además, retoman sus demandas en contra de la última reforma a las pensiones que los obliga a trabajar más años y con salarios más precarios. La indignación es tal que ha obligado al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) a proponer cambios a esa iniciativa intentando que la situación no se le salga de control al Estado. Por su parte, la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), intenta desviar esta lucha genuina hacia el terreno burgués de la “defensa del sistema educativo” y, en esa lógica, no es de extrañar que terminen llamando a la unidad nacional en el contexto de las disputas del Estado burgués mexicano con el de los EE. UU. La lucha solo puede prosperar fuera y en contra del grillete sindical.
De manera que los golpes a las condiciones de vida de los trabajadores y la fuerza de las movilizaciones que la clase obrera continúa expresando a lo largo del planeta, son detonantes que han de empujar a la reflexión, mostrando que ante el pudrimiento capitalista el único camino que tienen los trabajadores es el de la lucha.
T, 18 de febrero de 2025
[1] El hecho que el salario de los trabajadores estadounidenses sea mayor que el de los migrantes, no significa que no vivan un proceso de pauperización. Solo para tener un referente: en 2025 el salario mínimo no se incrementó, se mantuvo en 7.25 dólares por hora, mientras la inflación creció en 3%, lo que ilustra la caída de la capacidad de compra de los trabajadores. Precisamente la degradación del salario fue el motivo de las huelgas en los puertos en los Estados Unidos en 2024.
[2] Cfr. “Empresas de EE. UU. pronostican problemas en su producción por deportaciones de migrantes”. https://oem.com.mx/elsoldepuebla [21], 28-enero-2025
[3] Este tipo de declaraciones las ha aprovechado el aparato de izquierda del capital y los llamados “medios alternativos”, para declarar a los partidos de la derecha como “traidores a la patria” y animar la ideología “antiyanqui”, que refuerza el chauvinismo impulsado por el gobierno. Así, derecha e izquierda conjugan y complementan su actuación en la creación de confusión y la búsqueda de control ideológico.
[4] El CCE agrupa a 13 organizaciones de empresarios, dueños del 80% de la producción interna.
[5] Francisco Cervantes, presidente del CCE, discurso en el encuentro de gobierno y empresarios, 4-febrero-2025 (https://www.gob.mx [22])
[6] Karl Marx. Crítica a Friedrich List, 1845.
Homenaje a nuestro compañero Laurie
Con gran pesar debemos informar a nuestros lectores de la muerte de nuestro camarada Laurie, en un hospital de Birkenhead donde había sido paciente durante casi un año.
Laurie fue un verdadero militante de la clase obrera, tanto en el sentido más inmediato como producto de las luchas obreras en Merseyside a principios de la década de 1970, como en un sentido más histórico, como una expresión del resurgimiento de la lucha de clases que se extendió por todo el mundo después de los acontecimientos de mayo del 68 en Francia. Así es como, en una entrevista con otros camaradas de la CCI, recordó su “iniciación” en la política:
“Me politicé por primera vez cuando tenía 23 años, era una trabajador desempleado en Birkenhead, despedido de los astilleros. Asistí a reuniones de solicitantes de empleo, y fui a un mitin en Liverpool donde miles de trabajadores desempleados escucharon a los oradores de los sindicatos y el Partido Laborista; estaba el entonces líder del TUC (Trade Union Congres), Vic Feather, quien fue abucheado en el estrado, creo que fue en el 72, había mucha conmoción. Los sindicatos eran muy impopulares. En cuanto a la reacción de la prensa burguesa y la prensa local: el Birkenhead News escribió un editorial sobre los abucheos a Vic Feather. Escribí a este periódico explicando por qué los trabajadores desempleados estaban tan enojados...”
Debido a la publicación de esta carta fue contactado por el grupo Workers’ Voice (WV), otro producto más directamente político del resurgimiento de la lucha de clases. Laurie describió los orígenes del grupo de la siguiente manera: “Los militantes de WV estaban tratando de apropiarse de las lecciones del pasado, apasionadamente interesados en los Consejos Obreros, la Revolución Alemana y el KAPD. Compartía la misma posición que el KAPD de que los sindicatos fueron incorporados al Estado. Y lo que es más importante, que el Movimiento de los Delegados Sindicales estaba umbilicalmente vinculado a los sindicatos ‘oficiales’. Además, reeditó muchos artículos de The Workers Dreadnought, el periódico de Sylvia Pankhurst con sede en el East End [Barrio marginal] de Londres desde 1916 en adelante.”
Workers' Voice se unió a la Red Internacional de Correspondencia iniciada por el grupo Internationalism en los EE.UU., y en 1973 organizó una conferencia internacional de grupos que incluía al Groupe de Liaison pour L'Action des Travailleurs, un grupo consejista de Francia, y ex miembros del grupo Solidarity en Gran Bretaña, que más tarde se constituyeron en World Revolution y Revolutionary Perspectives, este último precursor de la actual Communist Workers’ Organisation (CWO). Pero la fuerza más dinámica de la conferencia fueron los camaradas de Révolution Internationale de Francia, que defendieron más claramente el marco de la decadencia del modo de producción capitalista como base para comprender la tendencia universal hacia el capitalismo de Estado y la integración de los sindicatos en el Estado. También insistieron en que el objetivo de la Red Internacional de Correspondencia debía ser proporcionar el punto de partida para el reagrupamiento de los revolucionarios a escala internacional. La capacidad de RI para convencer a los camaradas de WR, y a los de otros países, de la validez de esta perspectiva sentó las bases para la formación de la CCI en 1975.
Esta fue la primera vez que los camaradas de la futura WR/CCI se encontraron con Laurie, e inicialmente las relaciones con Workers' Voice fueron muy cordiales. Se llevaron a cabo otras conferencias y las lecciones extraídas por los camaradas de WV sobre el papel de los delegados sindicales -algunos de ellos mismos había sido delegados sindicales- fueron un factor clave para ayudar a los camaradas de WR a completar su crítica del aparato sindical de arriba a abajo.
Sin embargo, el desafío de ir más allá de una actividad esencialmente local y formar una organización internacional unificada resultó demasiado grande para Workers Voice, algunos de los cuales habían quedado marcados por su experiencia en la trotskista Socialist Labour League (SLL, más tarde convertida en el Workers’ Revolutionary Party y habían desarrollado un recelo respecto a la noción de una organización política centralizada, junto con un “obrerismo” muy fuerte que también era una herencia de la SLL. En lugar de continuar el debate para aclarar nuestras divergencias, rompieron todas las relaciones con la CCI, citando una descripción totalmente distorsionada de nuestra posición sobre el Estado en el período de transición como prueba de nuestra supuesta naturaleza contrarrevolucionaria. Escribimos sobre este retroceso hacia el aislamiento sectario en ese momento[1], [25] pero el punto que queremos destacar aquí es que Laurie se resistió a este proceso y estaba a favor de mantener relaciones con la CCI, lo cual lo llevó a entrar en conflicto con los otros miembros del grupo, y eventualmnete (aunque esto se mezcló en parte con problemas personales dado que este era un momento muy difícil en la vida de Laurie) a su expulsión del grupo. Poco después, Laurie se mudó a Londres y finalmente llegó a ser miembro de la CCI.
Cualquiera que fueran los errores que cometiera en ese momento, esto fue una señal del coraje político del camarada: la voluntad de defender sus posiciones incluso al precio de estar solo o en minoría.
Una prueba más de ello fue aportada por la crisis de la CCI a principios de los años 80, que se centró en la sección de Gran Bretaña. WR había sido dividida entre dos clanes, en parte basados en gustos y disgustos personales[2], [26] y estas divisiones fueron explotadas por un elemento dudoso en la sección francesa, Chenier, especialmente cuando se volvieron más abiertamente políticas a raíz de la huelga del acero en Gran Bretaña. Laurie había sido arrastrado al clan más directamente influenciado por Chenier, y durante la huelga siderúrgica en Gran Bretaña, estos camaradas, en palabras de Laurie, “se enredaron totalmente en el apoyo a los comités de delegados sindicales en la huelga siderúrgica. De hecho, estaban apoyando a los comités sindicales de delegados sindicales. Pensaron que era importante mirar al movimiento como un todo y afirmaron que era una ruptura con los sindicatos, lo cual no era así. La huelga terminó y los antagonismos entre clanes se hicieron más intensos”. Fue en ese momento cuando Chenier dijo que dejaba la CCI y la mayoría de sus seguidores se fueron con él, robando máquinas de escribir de la casa de un camarada con la excusa de que harían un mejor uso de ellas que la CCI. Chénier pronto dejó a estos elementos al lado del camino y más tarde se le vio portando una pancarta del Partido Socialista Francés, confirmando la justeza de la decisión de la CCI de expulsarlo y lanzar una advertencia al medio político proletario. Los esfuerzos de los elementos restantes para construir algo a partir de un ambiente anarquista muy confuso quedaron en nada, y casi todos ellos abandonaron la vida política poco después. Pero Laurie relata cómo había sido condenado al ostracismo por los ex miembros de la tendencia Chenier por el delito de intentar mantener un canal de comunicación con la CCI. A raíz de los robos, “hubo una reunión de emergencia de la sección WR en una taberna donde nos reunimos. Pedí hablar con los camaradas y Krespel y MC (Mark Chirik[3]) bajaron a hablar conmigo, el camarada Krespel tradujo y ambos camaradas tenían mucho que decir. Ellos dijeron ‘no hacemos concesiones, queremos que nos devuelvan todo nuestro material antes de hablar’. Yo estaba descontento, pensé que podía ser un intermediario. Pero MC insistió: ‘este es un punto de principio proletario’; ‘El robo a una organización revolucionaria proletaria no es la base de una tendencia’. Regresé e informé (a los otros de la 'tendencia') que había ido a hablar con los camaradas de WR y MC. Entonces el destino estaba definido, yo estaba muerto para ellos”. El camarada entró en otro período difícil en su vida personal, con la ruptura con su pareja que se había quedado con la “tendencia”. “Eché de menos la vida política, me di cuenta de que tenía que volver a la CCI, escribí una carta a MC. Le pedí consejo porque confiaba en él y admiraba sus largos años de militancia, su firmeza. MC respondió: ‘No te rindas, discute tu situación con los camaradas de WR, confía en ellos’”.
De hecho, Laurie no se rindió y pudo discutir y entender los errores políticos que cometió al involucrarse con la tendencia Chenier. A partir de ese momento, nunca dudó de su lealtad a la CCI y siempre estuvo profundamente involucrado en sus actividades, tanto internas como externas. Estaba en su elemento discutiendo con nuevos contactos, distribuyendo nuestro periódico y folletos en manifestaciones y piquetes, así como interviniendo en su propio lugar de trabajo. En las luchas, a finales de los 80, por ejemplo, fue fundamental para que sus compañeros trabajadores de autobuses se unieran a un piquete de enfermeras, incluso cuando estaba enfermo en el hospital pidió que lo bajaran para estar con el piquete de enfermeras de quirófano en huelga. También estuvo particularmente comprometido en viajar a otras secciones de la CCI para participar en sus conferencias y, de esta manera, contribuir a las discusiones internacionales dentro de la CCI. Estaba muy lejos de las ideas localistas que habían contribuido a la desaparición del grupo Workers’ Voice. Hasta sus últimas semanas, hospitalizado, siempre subrayó que estaba impaciente por volver a la actividad militante en el seno de la CCI.
Hay mucho más que decir sobre la calidez personal de Laurie, su evidente disfrute de las relaciones sociales que desarrolló con los camaradas de la CCI y sus familias. Y sobre el interés permanente de Laurie por la literatura y la cultura en general. Como escribimos en un homenaje escrito para su familia en el momento de su funeral, “era característico de él que, mientras estaba en el hospital, comenzara a escribir sobre uno de sus autores favoritos, Varlam Shalamov, un disidente ruso que escribía historias conmovedoras sobre la vida en el gulag de Stalin. Aunque no pudo llegar muy lejos con este proyecto, demostró tanto su determinación como su permanente amor por la literatura. Laurie nunca se adhirió a la idea de que el arte, la música clásica o la gran literatura fueran algo para la élite, lejano a la comprensión de las masas incultas, como tampoco pensaba que la clase obrera fuera incapaz de comprender las ideas revolucionarias que, en última instancia, surgían de sus propias luchas por la emancipación. Laurie era verdaderamente un hombre de cultura. Y parte de eso era su amor por la buena comida y su habilidad como cocinero...” Nada de eso significó que perdiera el contacto con sus raíces: nunca se cansó de contar historias, transmitidas por sus padres, de la vida en los muelles de Liverpool y los distritos circundantes; y uno de los platillos que más le gustaba cocinar y servir no era otro que el “Scouse”[4].
En los últimos dos años hemos publicado homenajes a otros tres camaradas de la CCI que ya no están con nosotros, Antonio, Miguel y Enrique[5] La generación que surgió del resurgimiento histórico de la lucha de clases a finales de los años 60 está ahora en gran parte en sus 70 años. Tienen una tarea primordial en la transmisión de las lecciones políticas y organizativas que han aprendido a lo largo de sus largos años de actividad militante; es tarea de las generaciones más jóvenes de revolucionarios asimilar y desarrollar esas lecciones para construir la organización revolucionaria del futuro. La dedicación inquebrantable de Laurie para mantener y construir a la CCI, su vida como militante de nuestra clase, es un ejemplo a seguir para ellos.
CCI, 25 de enero de 2025
[1] Véase Respuesta Workers’ Voice [27] en la Revista Internacional nº 2 (solo en inglés), y también “Sectarismo ilimitado” en Revolución Mundial nº 3.
[2] Para más información sobre el problema de los clanes en las organizaciones políticas, véase nuestro texto La cuestión del funcionamiento organizativo en la CCI [28], Revista internacional 10
[3] Miembro fundador de la CCI que había desempeñado un papel importante en el desarrollo de la izquierda comunista en los años 30, 40 y 50. Véanse nuestros artículos en Revistas Internacionales 65 y 66, Marc, Parte 1: De la Revolución de Octubre de 1917 a la Segunda Guerra Mundial [29]; Marc, Parte 2: De la Segunda Guerra Mundial a nuestros días [30]
[4] Definición de Wikipedia: "Scouse es un tipo de guiso típicamente hecho de trozos de carne (generalmente de res o cordero) con papas, zanahorias y cebolla. Se asocia particularmente con el puerto de Liverpool, por lo tanto, a los habitantes de esa ciudad a menudo se les conoce como 'scousers'. La palabra 'scouse' proviene de lobscouse, un guiso comúnmente comido por los marineros en todo el norte de Europa en el pasado, y que sobrevive en diferentes formas allí hoy en día. Sin embargo, al redactor actual, poco después de visitar a Laurie en el hospital de Birkenhead, se sintió angustiado al enterarse por dos jóvenes de Liverpool de que los de Birkenhead, al otro lado del Mersey, no eran considerados verdaderos scousers, una opinión que el propio Laurie confirmó.
A fines de 2024 la sección en México de la Corriente Comunista Internacional celebró su XXI Conferencia territorial, una reunión general celebrada al menos cada dos años y que concretizan las orientaciones del Congreso internacional relacionadas con las actividades de nuestra organización y particularmente con el análisis de la situación internacional. Además, en este tipo de conferencias se analiza, la evolución de la situación nacional pues junto con la situación general, es muy importante para que el proletariado logre una comprensión de la dinámica económica, social y política, de la vida del capitalismo, es decir de las condiciones en las que desarrolla su lucha como clase. En consecuencia, las orientaciones adoptadas en la “Resolución sobre la situación nacional”, que son ideas condensadas del informe presentado, así como del debate desarrollado, deben ser públicas para contribuir a la clarificación de los problemas a los que se enfrenta la clase obrera. A continuación, la resolución completa que, por razones de espacio, presentamos mediante extractos en nuestro periódico impreso RM150 1er semestre 2025.
1. A finales de la década de los 80 del pasado siglo, la caída del sistema de bloques, reveló la entrada del capitalismo en su fase final de descomposición. Luego de casi tres décadas, este proceso se ha acelerado y complejizado. Si al inicio de este proceso las manifestaciones se presentaban de forma independiente, ahora éstas se encadenan y retroalimentan formando un efecto torbellino, marcando el carácter destructivo del capitalismo, que amenaza con terminar con la especie humana. Los conflictos que se extienden por el planeta, nos permiten ver esa conexión destructiva:
-las guerras entre Rusia y Ucrania o en el Medio Oriente, que avanzan sembrando la muerte y el caos, van a acelerar también la tendencia hacia la pérdida de control sobre el aparato político de cada burguesía. Al prolongarse en el tiempo, se complejizan y van abriendo la posibilidad de incorporar a más Estados en la disputa imperialista, lo cual provocará mayores gastos militares, que la clase trabajadora termina pagando, pero también al afectar los circuitos de producción y circulación de mercancías, se condena a la población trabajadora a sufrir el desabasto y sus consecuencias;
-por otra parte, la degradación ambiental que el sistema genera con su aparato productivo, ha provocado el cambio climático y alteraciones en la naturaleza, que ya vienen engendrando fenómenos impredecibles, que potencian su efecto destructivo por el abandono de los Estados al mantenimiento de las estructuras urbanas y la falta de proyectos preventivos. La destrucción provocada por estos fenómenos y el posterior abandono a la población afectada, se puso en evidencia con el huracán Katrina en 2005 en los Estados Unidos y se repite en cada fenómeno, lo mismo en Acapulco, por el huracán Otis, que en las inundaciones que se están presentando en España.
En este momento la clase obrera no puede detener la guerra, ni la destrucción que provoca el cambio climático, sin embargo, en la medida que estas expresiones de la descomposición profundizan la crisis económica, que hace que se acentúen los golpes a las condiciones de vida de los explotados, se abren las condiciones para que el proletariado responda, oponiendo al polo destructivo de la burguesía, la alternativa de la lucha, que de lograr su desarrollo político y generalizarse internacionalmente puede abrir la vía a la destrucción del capitalismo, única alternativa de la humanidad.
2. Aunque el asesinato sistematizado por la guerra y sus efectos desestabilizadores se han concentrado en Europa y el Medio Oriente, no significa que el continente americano y particularmente América Latina, se encuentre ajeno al crecimiento de las pugnas imperialistas. La pérdida relativa de la hegemonía de los Estados Unidos, ha alentado a que algunos de los Estados latinoamericanos busquen alejarse de la disciplina que ha dominado el continente desde el siglo XIX, pero al hacerlo, tienden a buscar respaldo político y económico con potencias rivales a los EE.UU. (sobre todo de China o Rusia). En el caso de los gobiernos de México, tradicionalmente se han mantenido disciplinados a los dictados políticos de los Estados Unidos; los gobiernos encabezados por el partido Morena, aunque no asumen un enfrentamiento abierto, han presentado una moderada actitud de contestación buscando un mejor posicionamiento político en sus relaciones con Washington.
Hasta ahora, las tensiones de la burguesía mexicana con el gobierno de la mayor potencia, se han mantenido en un tono relativamente suave, sin embargo, con el retorno de Trump a la Casa Blanca, por la irracionalidad, impredecibilidad e irresponsabilidad de sus políticas populistano puede esperarse otra cosa, sino que las tensiones se amplíen y se aceleren.
3. Desde el primer gobierno de Donald Trump se presentó a los migrantes como una carga para la economía y la seguridad estadounidense. Por eso, aun cuando la expansión del muro y la expulsión de trabajadores migrantes fue menor a la llevada por el gobierno de Obama (que entre 2009 y 2015 deportó a 3 millones), con Trump, se acrecentó el mal trato en contra de los trabajadores (y sus familias) que fueron capturados y deportados, así como en contra de aquellos que intentaron cruzar la frontera. Con el retorno de Trump a la presidencia, la persecución en contra de los migrantes, no solo se mantendrá sino se acentuará; voceros de su equipo y él mismo, han descrito a los trabajadores “ilegales” como “una invasión”, de esta forma justifican su amenaza de lanzar la jauría de policías e incluso de tropas militares, para lograr en su primer año de gobierno, la captura y deportación de 1 millón de indocumentados. De esa forma, siguiendo el “modelo de Eisenhower”, se propone llevar a cabo “la operación de deportación nacional más grande en la historia de Estados Unidos…” Por otra parte, el proteccionismo, sustentado con aranceles e incluso con la anulación del T-MEC, podrían representar un duro golpe a las exportaciones mexicanas (84% de todas las exportaciones mexicanas tienen como destino Estados Unidos), provocando despidos, desabasto, etc. Todo ello, además, va acompañado de amenazas de llevar incursiones militares con el argumento de detener la actividad de los cárteles de la droga.
De manera que el proyecto de contención comercial de China, que tuvo su inicio en la administración Obama, al cruzarse con las medidas arancelarias que aplicará a las mercancías salidas de las fábricas instaladas en México, extenderá la guerra comercial, impactando la actividad económica en el mundo y abriendo la posibilidad de que las tensiones imperialistas se acrecienten, alimentando un mayor desorden y el impulso a la tendencia del cada uno para sí.
4. El desarrollo de la descomposición en México se expone con el derrumbe de la vieja estructura política sostenida sobre un partido de Estado: el PRI. Este partido, en el pasado, permitió la cohesión y disciplina de la burguesía, pero los efectos de la profundización de la crisis en los años 80 y la caída del ordenamiento mundial en bloques, condujo a que el PRI perdiera su fuerza de cohesión y entrara en una degradación, que la burguesía buscó detener alternando el poder con el PAN. Así el siglo XXI abrió con dos gobiernos panistas, regresando en 2012 la dirección al viejo partido, que retorna presentándose como el “nuevo PRI”. No obstante, en esos 18 años la burguesía no logró cohesionarse, por el contrario, como efecto del avance de cada facción burguesa por su lado, creció la corrupción, se extendió la violencia y el desorden, acentuándose el descrédito no solo del PRI, sino también del PAN.
Teniendo como marco el resquebrajamiento de las viejas estructuras y el desorden político, se agrupan ex priistas y viejos estalinistas para dar forma a Morena (Movimiento de Regeneración Nacional). Esta agrupación, aun cuando es engendrada por la burguesía, no logró cohesionar a su clase, por lo que, al mantenerse fragmentada la clase dominante e ir perdiendo el control de su aparato político, permitió que López Obrador asumiera la presidencia en 2018, pero sin lograr cohesionar y unificar a toda la burguesía en torno a su gobierno. Tampoco el resto de esa clase encontró un referente que le permitiera unificarse, por el contrario, se acentuó el avance desordenado del cada uno para sí, al grado que tanto el PRI como el PAN presentaron más rupturas en su interior, saliendo grupos, que para sobrevivir políticamente buscaron refugio en Morena.
De manera que Claudia Sheinbaum y su partido Morena, aprovecharon el descrédito del PRI y el PAN, pero además establecieron alianzas con los grupos salidos de esos mismos partidos. Esa misma estrategia de alianzas la ha mantenido ya instalada en el gobierno, lo cual, en el corto plazo les ha permitido acercar a grupos de empresarios, que han ofrecido millonarias inversiones, de la misma forma le ha permitido aprobar la reforma judicial y devolver al Estado el control de la generación de energía eléctrica y del petróleo. Sin embargo, esas alianzas son frágiles y solo aseguran una cohesión de corto plazo, porque aquellos grupos que se presentaron como “arrepentidos” para unirse a la “4ª T”, lo hicieron esperando que pronto cobrarían por los favores prestados, de tal manera que aumenta la posibilidad de rupturas y más pugnas.
Este fenómeno de inestabilidad del aparato político, de alianzas inestables, no es un fenómeno específico de México. Es algo que vemos en muchos países como Gran Bretaña, Francia y por supuesto Estados Unidos. El marco histórico para entenderlo es el de la etapa de descomposición social capitalista como lo mostramos en nuestras Tesis sobre la descomposición.
5. Otro de los escenarios que expone la fractura política y el pudrimiento del capitalismo es el narcotráfico, que se ha convertido en un negocio que toca e involucra a empresarios, a la estructura militar y de gobierno e incluso a la iglesia. Pero, aunque su presencia es cada vez más relevante en la vida de la burguesía, no tiene control absoluto de su dinámica, porque son cerca de 150 agrupaciones que operan alrededor de la droga y aunque hay carteles con mayor capacidad de dominio, la disputa por el mercado, por el control de un área del Estado o de una empresa, hace que se mantenga una guerra abierta de todos contra todos.
De manera que el negocio de la droga representa una fuente de millonarias ganancias, pero también es una actividad difusora de la descomposición: lumpenizando a amplias capas de la población (sobre todo juvenil), profundizando las divisiones de la misma burguesía y expandiendo el caos en la sociedad con sus actos criminales y sus mercancías destructoras…
Los grupos mafiosos utilizan en sus campos de cultivo y talleres de producción, como en la elaboración de cualquier mercancía, la explotación del trabajo asalariado, pero también el trabajo forzado, esclavizando sobre todo a migrantes de Centroamérica. Además, con la extorción y el despojo crean un ambiente de temor que provoca continuamente el desplazamiento de poblaciones rurales. Así, el narcotráfico es una barrera más de la descomposición, que dificulta la toma de conciencia de los trabajadores.
6. Aun encontrándose dividida políticamente la burguesía, hay un punto en el que coinciden todas sus partes: la necesidad de asegurar el control de los trabajadores. En ese sentido, toda la burguesía coincide en orientar sus fuerzas para aprovechar el ambiente de intoxicación y mistificación ideológica causado por el reciente circo electoral, y lanzar una campaña nacionalista y de promoción de la democracia, presentando a esta última, como el mejor instrumento para la organización de la sociedad, buscando con ello, integrar a los trabajadores en la defensa del capitalismo.
Al ser Morena el partido a la cabeza del gobierno, es el que más comprometido está en esta mistificación de la democracia, presentando al voto como la fuerza del individuo capaz de cambiar las estructuras sociales. Por ello, no es extraño que la llamada reforma judicial, plantea como principal mecanismo para cambiar la práctica de corrupción del poder judicial, su democratización, lo que implica que la determinación de los jueces y magistrados será a través del voto.
El argumento de la democracia, en el que cada voto tiene el mismo peso sin importar a que clase pertenece quien lo emite, es una gran mistificación, pues las diferencias sociales que dice eliminar, no solo no desaparecen sino se reafirman y ayudan a su reproducción, pues cualquiera que sea el resultado en las urnas, se mantiene la condición de explotado del trabajador, y el burgués, además de mantener la propiedad de los medios de producción, refuerza ideológica y políticamente su dominio.
7. La fractura que está presente al interior de la burguesía, cada vez toma mayor profundidad y complejidad. La disputa que se viene desarrollando entre el gobierno de Sheinbaum y el poder judicial, expone la agudización del proceso de descomposición, pues ha llevado al enfrentamiento de dos estructuras del mismo Estado, pero lo más peligroso es que han involucrado a los trabajadores en esa disputa.
Ante la incertidumbre sobre cómo han de quedar sus condiciones laborales con la reforma, los trabajadores del poder judicial han realizado algunas movilizaciones. Su descontento los ha llevado a enfrentar al sindicato, pero eso no revela un avance en su conciencia, porque representa desorientación, desesperación y sometimiento a las órdenes de sus jefes, los jueces, que son el sector de la burguesía que personifica al poder judicial. Esa trampa contra los trabajadores la complementa Morena, al animar, veladamente, a enfrentarlos. Este escenario es ampliamente peligroso para los trabajadores y se requiere tenerlo presente, pues puede reaparecer en cada uno de los cierres o fusiones de instituciones de Estado que ha anunciado el nuevo gobierno.
8. Los voceros oficiales aseguran que en el último sexenio se ha fortalecido la economía mexicana, en tanto ha pasado del lugar 15 de las economías con mayor crecimiento económico en el mundo, al lugar 12, además de que, aseguran, se ha mantenido la estabilidad interna, lo que implica que la economía mexicana se encuentra en una mejor situación como efecto de la política y el “buen manejo” realizado por el gobierno de izquierda. Sin embargo, en el rango de tiempo que va de 2019 al segundo trimestre de 2024, la economía ha crecido en promedio, 1.1%, lo que resulta muy bajo, aun comparándolo con cifras obtenidas en sexenios priistas y panistas. Con Peña (2013-2018) creció en promedio 2.1% y con Calderón (2007-2012) fue del 1.2%. Lo cierto es que se han presentado situaciones coyunturales, como el crecimiento de remesas, que han dado un soporte de divisas para apuntalar al peso. Sin embargo, la presencia de estas situaciones favorables tiende a diluirse, no solo por las posibles deportaciones masivas que amenaza Trump con llevar a cabo, sino por la dinámica de la misma economía, que en cada paso que da, va provocando una contradicción y acercando el momento de la explosión de la crisis. El “lunes negro” fue un anuncio de la posibilidad y magnitud de la explosión que pueden generar esas contradicciones.
El 5 de agosto, se expuso la dificultad que vive la economía mundial y lo cercano que está la apertura de la recesión en los EE.UU., que por la integración que mantienen, se presenta como una advertencia para la economía mexicana.
La caída de los precios de las acciones de las empresas referenciales del High-Tech de Estados Unidos, es una muestra del ensanchamiento del capital ficticio y el poco soporte que tiene, lo que es una advertencia de la magnitud del desplome que se provocará en el momento en que los precios busquen su referente en el valor creado.
9. A partir del arribo de López Obrador al gobierno, se ha difundido la idea de que los trabajadores se han beneficiado, no solo a través de las medidas asistencialistas (como becas y apoyos) sino principalmente por el incremento de los salarios.
Es cierto que en el año 2019 se elevó el salario mínimo en un 20%, manteniéndose los incrementos salariales en los siguientes años, lo que se resalta luego de una contención por décadas. Era evidente que la degradación de los salarios en México, representaba ya una olla de presión… Pero, además habrá que recordar que una de las condiciones que integró Trump en la renegociación del TLCAN (hoy denominado T-MEC), fue la consideración de los bajos salarios de México como una ventaja tramposa que distorsiona la competencia. Fue sobre esa base que el gobierno de López Obrador, en acuerdo con las asociaciones patronales, empujaron la elevación de los salarios mínimos que, al momento del incremento, lo recibía el 16% de los asalariados en México. En cambio, los salarios contractuales, que lo reciben el 60% de los trabajadores, no han tenido incrementos compensatorios, e incluso a lo largo de las décadas se han colocado por debajo de la inflación, lo que refiere la pérdida continua de la capacidad adquisitiva. De manera que pese al incremento de los salarios mínimos que se ha realizado en los últimos años, la condición precaria de los trabajadores no se ha modificado sustancialmente, en cambio la medida ha servido para hacer una amplia propaganda de los “beneficios” otorgados por el gobierno de la 4T.
10. Para la clase obrera la campaña xenófoba y el ambiente de guerra de aranceles que amenaza Trump con desatar, aun cuando representa un golpe a las condiciones de vida de los trabajadores, no favorece a una toma de consciencia. En términos inmediatos, la deportación masiva significa un golpe directo a la condición de vida de los miles de trabajadores que serán expulsados, pero este ataque se agudiza cuando se combina con los efectos que ha de provocar la cascada de aranceles, por ejemplo la inflación, disminuirá la capacidad de compra de los salarios y, para mantenerse el nivel de las ganancias capitalistas, en ambos lados de la frontera (y particularmente para amplios sectores de la burguesía de los Estados Unidos que necesitarán compensar la pérdida de la fuerza de trabajo barata que le proporcionan los migrantes), incrementarán los ritmos de explotación. Esta escalada de ataques a los trabajadores, aunque genera descontento, dificulta una respuesta por las campañas ideológicas que lleva a cabo, el equipo de Trump (aún antes de asumir la presidencia), así como el gobierno de México. Las campañas, en ambos lados de la frontera se enfocan en exaltar el nacionalismo: Trump, usando el discurso racista, convoca los trabajadores de Estados Unidos (y a los mismos migrantes que ya cuentan con la residencia) a odiar a sus hermanos de clase “extranjeros”, al difundir la idea que los migrantes “roban” las plazas laborales a los trabajadores estadounidenses. Pero al mismo tiempo que inyecta el veneno nacionalista para intentar eliminar que brote alguna expresión de solidaridad entre los trabajadores, prepara golpes en contra de ellos para mejorar su sistema de explotación (entre otros aspectos se habla ya de la aplicación de restricciones a los gastos de salud y de seguridad laboral, así como la flexibilidad en el uso del trabajo infantil). El argumento que Trump tiene para hacer pasar las medidas que la burguesía requiere, es que es un sacrificio necesario para “hacer que América vuelva a ser grande”. Junto al discurso engañoso de Trump, desde la izquierda del capital, se desata una campaña anti-Trump y anti populismo, intentando llevar el descontento hacia la defensa de los “derechos humanos”, de la “legalidad democrática” o al apoyo electoral de opciones que piensen “más en el pueblo”. Pero estos ideales no son más que la cortina de humo de una clase que practica la explotación, la guerra y la destrucción para salvaguardar su verdadera ley: el beneficio y la acumulación.
Por su parte el gobierno mexicano y su partido, aunque tratan de mostrar que cumplen con su tarea de ser muro de contención de los migrantes y son eficaces en su persecución de los productores y traficantes de fentanilo, no dejan de buscar una mejor posición política en su relación con los EE.UU., insistiendo en pedir respeto a la soberanía, de manera que esto les da oportunidad para impulsar el nacionalismo y la ideología anti-Yanqui. De manera que la clase obrera del norte del continente, enfrentará un feroz ataque a sus condiciones de vida y será sometida a una campaña de confusión, que puede disminuir el ánimo combativo que venía exponiendo el proletariado de los Estados Unidos, sin embargo, el proceso de ruptura a la pasividad que desde 2022 a lo largo del planeta se ha expuesto, no se detiene.
11. A partir de 2022, con las movilizaciones de los trabajadores en Gran Bretaña, se hizo evidente que hay un cambio en la dinámica de la lucha de clases, marcando una ruptura en la pasividad de los trabajadores. Esa expresión de lucha se ha ido extendiendo a Francia, Alemania, España, Canadá y particularmente en Estados Unidos, hemos asistido a un movimiento de luchas como no se veía desde hace muchos años.
Una de las características que toman estas expresiones es la masividad, pero, sobre todo, es que las manifestaciones están motivadas por el incremento de sus salarios y el mejoramiento de sus condiciones laborales. Esto es relevante, en tanto expresa que avanza en su identificación como parte de una clase explotada. Y en México también están surgiendo movilizaciones, que, por supuesto tienen grandes dificultades para encontrar su terreno de clase y superar la trampa del corporativismo, ejemplo de esto son las manifestaciones de maestros e incluso con todo el control con el que surgen, las manifestaciones de los trabajadores del poder judicial, que aun cuando exponen dificultades en el desarrollo de su conciencia y definición de sus formas de organización, demuestran que se ha roto el ambiente de resignación.
12. A lo largo del planeta, la descomposición del capitalismo avanza con su accionar guerrero y destructivo, remarcando las contradicciones que amenazan con hacer estallar la crisis económica, que cada vez toma dimensiones más explosivas. En oposición a esa dinámica, se encuentran los esfuerzos de la clase obrera por responder al golpeo continuo que reciben en sus condiciones de vida, rompiendo la pasividad impuesta desde el inicio de la década de los 90 del siglo pasado, manifestándose un desarrollo subterráneo de la consciencia de clase.
De frente a esos dos polos: el destructivo, que impone el desarrollo de la descomposición del sistema, y el de la lucha, que se esfuerza por desarrollar el proletariado, se hace necesaria la presencia de la organización, denunciando el accionar destructivo del capital, orientando e impulsando el desarrollo de la toma de conciencia de la clase obrera y combatiendo el discurso de confusión que desde el gobierno y el aparato de izquierda expande, mistificando la democracia o escondiendo y falsificando el internacionalismo.
15-noviembre-2024
Links
[1] https://es.internationalism.org/files/es/pdf/rm_150_final.pdf
[2] https://es.internationalism.org/content/5130/por-un-llamamiento-de-la-izquierda-comunista-la-clase-obrera-contra-la-campana
[3] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/reuniones-publicas
[4] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/izquierda-comunista
[5] https://es.internationalism.org/content/5163/inundaciones-en-valencia-el-capitalismo-es-una-catastrofe-asegurada
[6] https://en.internationalism.org/content/17047/capitalism-dragging-humanity-towards-planet-wide-catastrophe
[7] https://es.internationalism.org/content/5068/sequia-en-espana-el-capitalismo-no-puede-mitigar-ni-adaptarse-solo-destruir
[8] https://es.internationalism.org/en/tag/3/45/descomposicion
[9] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/trotskismo
[10] https://es.internationalism.org/en/tag/3/49/internacionalismo
[11] https://fr.internationalism.org/content/11455/coalition-arizona-prepare-attaque-frontale-contre-conditions-travail-et-vie
[12] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/belgica
[13] https://es.internationalism.org/en/tag/noticias-y-actualidad/luchas-en-belgica
[14] https://es.internationalism.org/revista-internacional/198910/2140/internationalisme-1945-las-verdaderas-causas-de-la-segunda-guerra-
[15] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200608/1060/crisis-y-militarismo
[16] https://es.internationalism.org/en/tag/3/47/guerra
[17] https://es.internationalism.org/content/4447/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-2019-los-conflictos-imperialistas-la-vida
[18] https://en.internationalism.org/content/17413/china-economic-crisis-exacerbates-social-and-political-tensions
[19] https://es.internationalism.org/content/5132/esta-crisis-se-convertira-en-la-mas-grave-de-todo-el-periodo-de-decadencia
[20] https://es.internationalism.org/content/4997/balance-de-nuestras-reuniones-publicas-por-que-la-cci-habla-de-ruptura-en-la-dinamica
[21] https://oem.com.mx/elsoldepuebla
[22] https://www.gob.mx
[23] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/mexico
[24] https://es.internationalism.org/en/tag/noticias-y-actualidad/ataques-los-emigrantes
[25] https://en.internationalism.org/content/17605/tribute-our-comrade-laurie#_ftn1
[26] https://en.internationalism.org/content/17605/tribute-our-comrade-laurie#_ftn2
[27] https://en.internationalism.org/content/2508/answer-workers-voice
[28] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200204/3283/documentos-de-la-vida-de-la-cci-la-cuestion-del-funcionamiento-org
[29] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200608/1053/marc-de-la-revolucion-de-octubre-1917-a-la-ii-guerra-mundial
[30] https://es.internationalism.org/content/4663/marc-parte-2-de-la-segunda-guerra-mundial-la-actualidad
[31] https://es.internationalism.org/content/4976/homenaje-nuestro-camarada-antonio
[32] https://es.internationalism.org/content/5003/en-memoria-de-nuestro-camarada-miguel
[33] https://es.internationalism.org/content/5106/en-memoria-de-nuestro-camarada-enrique
[34] https://es.internationalism.org/en/tag/situacion-nacional/lucha-de-clases
[35] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/resoluciones-de-congresos