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La lucha contra la guerra solo puede ser asumida por la clase obrera mediante la lucha en su propio terreno de clase y su unificación internacional. Las organizaciones revolucionarias no pueden esperar a que se produzca una movilización masiva de la clase obrera contra la guerra: deben actuar como punta de lanza decidida en la defensa del internacionalismo y poner de manifiesto la necesidad del derrocamiento del sistema capitalista. Esto requiere que la clase obrera y sus organizaciones revolucionarias se reapropien de las lecciones y posturas de las luchas anteriores contra la guerra. La experiencia de la conferencia de Zimmerwald es muy ilustrativa en este sentido.
Zimmerwald es una pequeña ciudad de Suiza. En septiembre de 1915 acogió una pequeña conferencia: 38 delegados de 12 países, todos internacionalistas transportados "en dos taxis", como bromeaba Trotsky. Incluso entre ellos, únicamente una pequeña minoría mantenía una posición verdaderamente revolucionaria contra la guerra. Solo los bolcheviques en torno a Lenin y algunos otros grupos alemanes defendían los métodos y objetivos revolucionarios: la transformación de la guerra imperialista en guerra civil, la destrucción del capitalismo como fuente de todas las guerras. Los demás participantes tenían una posición centrista o incluso se inclinaban fuertemente hacia la derecha.
El resultado de los encarnizados debates de Zimmerwald fue un manifiesto a los proletarios del mundo que en muchos aspectos era un compromiso entre la izquierda y el centro, ya que no recogía las consignas revolucionarias de los bolcheviques. Sin embargo, su rotunda denuncia de la guerra y su llamamiento a la acción de clase contra ella le permitieron articular y politizar los sentimientos antibélicos que se estaban desarrollando en la masa de la clase obrera.
La lucha por el internacionalismo necesita una organización política
El ejemplo de Zimmerwald muestra que, para los revolucionarios, la lucha contra la guerra se desarrolla en tres niveles distintos pero interconectados:
- Propaganda y agitación. Los revolucionarios no esperaron a que la clase se pusiera en movimiento: comenzaron la agitación contra la guerra desde el primer día del conflicto, mucho antes de que la clase pudiera reaccionar. La reagrupación de los revolucionarios en organizaciones políticas les permitió desarrollar su propaganda y agitación a través de una prensa regular y de folletos producidos en masa, y hablar en las asambleas y consejos obreros (que surgieron más tarde), no como individuos que se representan a sí mismos, sino en nombre de una tendencia política definida dentro del movimiento de clase.
- Organizativo. La traición de la mayoría de los viejos partidos exigía que la minoría de los internacionalistas trabajaran como una fracción organizada, ya sea para trabajar por la expulsión de los traidores o, cuando esto resultara imposible, como ocurrió en la mayoría de los casos, para luchar por ganar el mayor número posible de elementos sanos y preparar el terreno para un nuevo partido, una nueva Internacional. Esto requería una lucha feroz contra el centrismo y el oportunismo, contra la influencia ideológica de la burguesía y la pequeña burguesía. Así, la Izquierda de Zimmerwald, en particular, fue el motor de la formación de la Tercera Internacional en 1919. En una situación de guerra o revolución inminente, el heroísmo de militantes individuales como Luxemburgo, Liebknecht, John Mclean o Sylvia Pankhurst era ciertamente vital, pero no podía ser suficiente por sí solo. Únicamente podría tener un significado real en el contexto de una organización colectiva en torno a un programa político claro.
- Teórico. La necesidad de comprender las características de la nueva época requiere un paciente trabajo de elaboración teórica, una capacidad de dar un paso atrás y reevaluar toda la situación a la luz de las perspectivas pasadas y futuras. El trabajo de Lenin, Bujarin, Luxemburgo, Pannekoek y otros permitió al renacido movimiento político de clase comprender que se había abierto una nueva época, un periodo en la que la lucha de clases adoptaría nuevas formas y nuevos métodos para alcanzar objetivos directamente revolucionarios. Había diferencias considerables en una serie de cuestiones, por ejemplo, entre Lenin y Luxemburgo sobre la autodeterminación nacional, pero esto no impidió que adoptaran una posición común contra la guerra sin dejar de debatir tan apasionada e intensamente como antes.
No podemos entrar en detalles aquí, pero animamos a nuestros lectores a leer los siguientes artículos:
- “Zimmerwald (1915-1917): de la guerra a la revolución [2]”, Revista Internacional nº 44. https://es.internationalism.org/revista-internacional/200808/2334/zimmerwald-1915-17-de-la-guerra-a-la-revolucion [3]
- “Conferencia de Zimmerwald: Las corrientes centristas en las organizaciones políticas del proletariado [4]”, Revista Internacional nº 155. https://es.internationalism.org/revista-internacional/201509/4115/las-corrientes-centristas-en-las-organizaciones-politicas-del-prol [4]
CCI, 7 de abril de 2022
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Una sola noche fue suficiente para que el trueno de las armas y el aullido de las bombas volvieran a resonar en Ucrania, a las puertas de las regiones que fueron el origen histórico de un capitalismo hoy en putrefacción. En pocas semanas, esta guerra de una escala y brutalidad sin precedentes habrá devastado ciudades enteras, arrojado a millones de mujeres, niños y ancianos a los gélidos caminos del invierno, sacrificando innumerables vidas humanas en aras de la Patria. Járkov, Sumi o Irpin son ya campos de ruinas. En el puerto industrial de Mariúpol, completamente arrasado, el conflicto se ha cobrado ya las vidas de como mínimo 5.000 personas, probablemente más. La devastación y los horrores de esta guerra recuerdan a las aterradoras imágenes de Grozni, Faluya o la devastada Alepo. Pero en otros lugares se necesitaron meses, a veces años, para llegar a tal devastación, en Ucrania, en cambio, no ha habido ninguna "escalada asesina": ¡en apenas un mes, los beligerantes han lanzado todas sus fuerzas en la matanza, asolando uno de los mayores países de Europa! Esta guerra es la aterradora hora de la verdad para el capitalismo decadente: desplegando su mortífera maquinaria, la burguesía se quita de golpe la hipócrita máscara de civilización, paz y compasión que exhibe con esa insoportable arrogancia típica de las clases dominantes que se han vuelto anacrónicas. Ahí la vemos agitándose en un furioso torrente de propaganda para ocultar mejor su repugnante rostro asesino. ¿Cómo no horrorizarse al ver a esos jóvenes rusos, reclutas de 19 o 20 años, de rostro adolescente, acabar en asesinos, como en Bucha y en otras localidades recientemente abandonadas? ¿Cómo no indignarse cuando Zelensky, el "servidor del pueblo", toma descaradamente como rehén a toda una población decretando la "movilización general" de todos los hombres de entre 18 y 60 años, a los que se les prohíbe salir del país? ¿Cómo no horrorizarse ante los hospitales bombardeados, los civiles aterrorizados y hambrientos, las ejecuciones sumarias, los cadáveres enterrados en las guarderías y el grito desgarrador de los huérfanos? La guerra en Ucrania es una manifestación odiosa de la vertiginosa caída del capitalismo en el caos y la barbarie. Un cuadro siniestro se perfila ante nuestros ojos: desde hace dos años, la pandemia de Covid lo ha acelerado considerablemente, del que ella misma es el producto monstruoso1. El IPCC2 está prediciendo cataclismos y un cambio climático irreversible, que amenazan aún más a la humanidad y a la biodiversidad a escala mundial. Las grandes crisis políticas se multiplican, como vimos tras la derrota de Trump en Estados Unidos, el fantasma del terrorismo se cierne sobre la sociedad, así como el riesgo nuclear que la guerra ha vuelto a poner en primera plana. La simultaneidad y la acumulación de todos estos fenómenos no es una desafortunada coincidencia, sino que, por el contrario, es testimonio de la sentencia por asesinato del capitalismo ante el tribunal de la historia. Si el ejército ruso cruzó la frontera, no fue ciertamente para defender al "pueblo ruso" "asediado por Occidente", ni para "ayudar" a los ucranianos de habla rusa, víctimas de la "nazificación" del gobierno de Kiev. La lluvia de bombas que cae sobre Ucrania tampoco es producto del "delirio" de un "autócrata loco", como repite la prensa en todos los tonos cada vez que es necesario justificar una masacre3 y ocultar que este conflicto, como todos los demás, es ante todo la manifestación de una sociedad burguesa decadente y militarizada que ya solo puede ofrecer a la humanidad su propia destrucción.
Nada les importa la muerte y la destrucción, el caos y la inestabilidad en sus fronteras: para Putin y su camarilla, era necesario defender los intereses del capital ruso y su lugar en el mundo, ambos debilitados por el cada vez más fuerte amarre a Occidente de su tradicional esfera de influencia. Podrá la burguesía rusa hacer de "víctima" de la OTAN, pero Putin nunca ha dudado, ante el fracaso de su ofensiva, en llevar a cabo una aterradora campaña de tierra quemada y matanzas a mansalva, exterminando todo lo que encontraba a su paso, ¡incluidas las poblaciones de idioma ruso que supuestamente había venido a proteger! Tampoco hay que esperar nada de Zelensky y su séquito de políticos y oligarcas corruptos. Este antiguo cómico interpreta ahora a la perfección su papel de servidor sin escrúpulos de los intereses de la burguesía ucraniana. Mediante una intensa campaña nacionalista, ha conseguido armar a la población, a veces por la fuerza, y reclutar a toda una jauría de mercenarios y pistoleros a los que ha alzado al rango de "héroes de la nación". Zelensky está ahora de “gira” telemática por las capitales occidentales, dirigiéndose a todos los parlamentos para suplicar que se le entreguen más y más armas y municiones. En cuanto a la "heroica resistencia ucraniana", está haciendo lo que hacen todos los ejércitos del mundo: ¡disparar al montón, masacrar, saquear y no hacer ascos en apalear a muerte o ejecutar a los prisioneros! Todas las potencias democráticas fingen estar indignadas por los "crímenes de guerra" perpetrados por el ejército ruso. ¡Serán hipócritas! A lo largo de la historia, no han dejado de apilar cadáveres y ruinas por todos los rincones del mundo. Mientras lloran por la suerte de la población víctima del "ogro ruso", las potencias occidentales entregan cantidades astronómicas de armas de guerra, proporcionan entrenamiento y toda la inteligencia necesaria para los ataques y bombardeos del ejército ucraniano, ¡incluido el regimiento neonazi Azov! Y sobre todo la burguesía estadounidense, la cual, al multiplicar sus provocaciones, ha hecho todo lo posible para azuzar a Moscú a una guerra perdida de antemano. Para Estados Unidos, lo principal es desangrar a Rusia y tener vía libre para romper las pretensiones hegemónicas de China, objetivo principal de la potencia americana. Esta guerra también permite a Estados Unidos contener y frustrar el gran proyecto imperialista chino de las "Rutas de la Seda". Para lograr sus fines, la “gran democracia” americana no ha dudado en alentar una aventura militar tan brutal como irracional, aumentando la desestabilización mundial y el caos en el entorno de Europa Occidental.
El proletariado no tiene que elegir un bando contra otro. ¡No tiene patria que defender y debe luchar contra el nacionalismo y la histeria chovinista de la burguesía en todas partes! ¡Debe luchar con sus propias armas y sus propios medios contra la guerra!
Hoy, el proletariado de Ucrania, aplastado por más de 60 años de estalinismo, está sufriendo una gran derrota dejándose hechizar por las sirenas del nacionalismo. En Rusia, aunque el proletariado se ha mostrado algo más reticente, su incapacidad para frenar los impulsos bélicos de “su” burguesía, explica por qué la camarilla gobernante ha podido enviar a 200.000 soldados al frente sin temer la menor reacción obrera. En las principales potencias capitalistas, en Europa Occidental y en EEUU, el proletariado no tiene hoy ni la fuerza ni la capacidad política para oponerse directamente a este conflicto mediante su solidaridad internacional y su lucha contra la burguesía en todos los países. Por el momento no está en condiciones de confraternizar y entrar en una lucha masiva para detener la masacre. Sin embargo, aunque los peligros de la propaganda y las manifestaciones de todo tipo podrían arrastrarlo al callejón sin salida de la defensa del nacionalismo pro- ucraniano o a la falsa alternativa del pacifismo, el viejo proletariado de los países occidentales, con su experiencia en lucha de clases y en patrañas de la burguesía, sigue siendo el principal antídoto contra la espiral destructiva y mortífera del sistema capitalista. La burguesía occidental se ha precavido de no intervenir directamente en Ucrania porque sabe que la clase obrera no aceptará el sacrificio diario de miles de soldados alistados en enfrentamientos bélicos. Aunque desorientada y aún debilitada por esta guerra, la clase obrera de los países occidentales mantiene intactas sus potencialidades y su capacidad de desarrollar sus luchas en su resistencia a los nuevos sacrificios generados por las sanciones contra la economía rusa y por el colosal aumento de los presupuestos militares: la inflación galopante, el alza de la mayoría de los productos de la vida cotidiana que ello acarrea y la aceleración de los ataques contra sus condiciones de vida y de explotación. Desde ya, los proletarios pueden y deben oponerse a todos los sacrificios que exige la burguesía. ¡Solo mediante sus luchas podrá el proletariado entablar una relación de fuerza con la clase dominante para frenar su brazo asesino!, pues la clase obrera, productora de toda la riqueza, es, al fin y al cabo, la única fuerza de la sociedad capaz de poner fin a la guerra si iniciara el camino de echar abajo el capitalismo. Eso es lo que nos demostró la historia cuando el proletariado se levantó en Rusia en 1917 y en Alemania al año siguiente, ¡poniendo fin a la guerra con aquel tan formidable estallido revolucionario! A la vez que la Guerra Mundial iba acrecentando su barbarie, los revolucionarios mantenían el rumbo defendiendo intransigentemente el principio elemental del internacionalismo proletario. Les incumbe hoy a los revolucionarios transmitir la experiencia del movimiento obrero. Ante la guerra, su primera responsabilidad es hablar con una sola voz izando con firmeza la bandera del internacionalismo, ¡la única que puede hacer temblar de nuevo a la burguesía!
CCI, 4 de abril de 2022
1 La pandemia ha vuelto a China, (Shanghái reconfinado, entre otros). Y desde luego, dista mucho de estar controlada en el resto del mundo.
2 Siglas inglesas del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático
3 De Hitler hasta El Asad, pasando por Husein, Milosevic, Gadafi o Kim Jong-un…, el enemigo siempre parece sufrir de graves trastornos psíquicos.
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Desde su paso al campo burgués, el trotskismo no ha desaprovechado la oportunidad de atacar la conciencia de la clase obrera empujando a los proletarios a tomar partido por un bando imperialista contra otro durante los conflictos que se han sucedido desde la Segunda Guerra Mundial. Su posición ante el caos bélico en Ucrania lo confirma una vez más. Estos guardianes del capitalismo oscilan entre posiciones abiertamente belicistas, llamando a apoyar a uno de los bandos en guerra, y otras, aparentemente más "sutiles" y "radicales" pero que justifican la continuación de la barbarie bélica. ¡Las mentiras y mistificaciones del trotskismo son un verdadero veneno para la clase obrera, destinado a desorientarla afectando las posturas de un marxismo que sólo es de nombre!
La posición del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) en Francia pertenece a la categoría de belicistas patentes: "¡No a la guerra! ¡Solidaridad con la resistencia del pueblo ucraniano! [...] En situaciones como la que se vive actualmente en Ucrania, mientras continúen los bombardeos y mientras las tropas rusas estén allí, cualquier posición "pacifista" abstracta, como el llamamiento a la "calma", el "alto al fuego" o al "cese de hostilidades", remite de facto a las partes y equivale a una negación de los derechos de los ucranianos a defenderse, incluso militarmente”.
¡No puede ser más claro! Esta oficina burguesa llama abiertamente a los proletarios a servir como mártires para la defensa de la Patria. Es decir, para la defensa del capital nacional que a su vez se alimenta de su explotación.
Otro grupo trotskista, Lutte Ouvrière (LO), es más sutil y pérfido, con su típico doble lenguaje, agita la bandera del "internacionalismo" y pretende condenar una guerra que "se haría sobre las espaldas de los pueblos" para, al final, llamar a los proletarios a ser machacados y utilizados como carne de cañón en nombre de la "resistencia al imperialismo" y del "derecho de los pueblos a la autodeterminación"... detrás de su burguesía nacional. Su candidata a las elecciones presidenciales francesas, Nathalie Arthaud, no dudó en exhortar a "los trabajadores" a defender al pequeño y pobre Estado ucraniano contra la Rusia "burocrática" y los Estados Unidos "imperialistas": "Putin, Biden y los demás dirigentes de los países de la OTAN están librando una guerra con la piel de los pueblos por los que comparten el mismo desprecio”.
¡Como si Zelensky y su camarilla de oligarcas corruptos no fueran ellos mismos responsables del desmembramiento de la población ucraniana y, en particular, de la clase obrera, cuyos hombres se ven obligados a ir a la batalla por intereses que no son los suyos!
El Movimiento Socialista de los Trabajadores (MS), miembro sudamericano de la llamada Cuarta Internacional, denuncia tanto la invasión rusa a Ucrania como la injerencia de la OTAN. Pero detrás de esta postura supuestamente internacionalista, encontramos esta vez el reconocimiento del "derecho a la autodeterminación del pueblo de Donbass",
Este “derecho” es precisamente ¡ la coartada esgrimida por Putin para invadir Ucrania!
En Gran Bretaña y Estados Unidos, la Tendencia Bolchevique Internacionalista (TBI) desarrolla una posición aún más astuta: en un artículo titulado "El derrotismo revolucionario y el internacionalismo proletario", después de recordar la ya ambigua posición de Lenin de que "en todos los países imperialistas el proletariado debe desear ahora la derrota de su propio gobierno" (lo que él llama "doble derrotismo"), la TBI añade: "El doble derrotismo no se aplica cuando un país imperialista ataca a un país no imperialista en lo que es efectivamente una guerra de conquista. En estos casos, los marxistas no sólo desean la derrota de su propio gobierno imperialista, sino que promueven activamente la victoria militar del Estado no imperialista" (traducido del inglés por nosotros).
¡Así que basta con definir a Ucrania como un estado no imperialista para empujar a los proletarios a la masacre! Es cierto que la TBI explota hasta el absurdo una debilidad en la posición de Lenin sobre el imperialismo1 Es comprensible el error de los bolcheviques y de la Internacional Comunista, que vivieron directamente la transición del período ascendente del capitalismo al decadente, sin haber sacado todas las consecuencias. Pero, después de un siglo de guerras de agresión de cualquier país contra otro (Irak contra Kuwait, Irán contra Irak, etc.), ¡vender la misma posición es pura mistificación!
Toda la mistificación se basa en el lema burgués del "derecho de los pueblos a la autodeterminación", haciendo del imperialismo una lucha entre las "grandes potencias" únicamente. Pero, como afirmó Rosa Luxemburgo en La crisis de la socialdemocracia en 1916: "La política imperialista no es obra de un país o grupo de países. Es el producto de la evolución mundial del capitalismo en un momento determinado de su maduración. Es un fenómeno internacional por naturaleza, un conjunto inseparable que sólo puede entenderse en sus relaciones mutuas y del que ningún Estado puede escapar". Las llamadas luchas de defensa nacional ya no pueden formar parte de las reivindicaciones de la clase obrera y constituyen, por el contrario, un verdadero veneno para su lucha revolucionaria, una mistificación que pretende, bajo una verborrea revolucionaria, enrolar a los proletarios bajo las banderas del imperialismo, ¡sea cual sea el bando que decidan apoyar!
H., 27 de marzo de 2022
1Considerando el imperialismo como la política de las grandes potencias capitalistas, Lenin no siempre fue claro en la cuestión del imperialismo, a diferencia de Rosa Luxemburgo. Ver dos artículos donde profundizamos en lo que es el imperialismo: Acerca del imperialismo https://es.internationalism.org/revista-internacional/200602/778/acerca-del-imperialismo [16] y ¿Qué es el imperialismo? https://es.internationalism.org/cci-online/200610/1102/que-es-el-imperialismo [17]
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La sociedad burguesa, podrida hasta los huesos, enferma de sí misma, vuelve a escupir su asqueroso torrente de hierro y fuego. Cada día, la carnicería ucraniana extiende su procesión de bombardeos masivos, emboscadas, asedios y columnas de refugiados que huyen por millones del fuego masivo de los beligerantes.
En medio de la avalancha de propaganda vertida por los gobiernos de todos los países, destacan dos mentiras: la primera presenta a Putin como un "autócrata loco" dispuesto a todo para convertirse en el nuevo zar de un Imperio reconstituido y hacerse con las "riquezas" de Ucrania; la otra atribuye la responsabilidad esencial del conflicto a los "genocidas" de las poblaciones rusoparlantes del Donbass, a las que los "heroicos" soldados rusos tuvieron que proteger arriesgando sus vidas. La burguesía siempre ha tenido especial cuidado en ocultar las verdaderas causas de la guerra cubriéndolas con el velo ideológico de la "civilización", la "democracia", los "derechos humanos" y el "derecho internacional". Pero la verdadera causa de la guerra es el capitalismo.
Desde que Putin llegó al poder en el año 2000, Rusia ha hecho grandes esfuerzos para construir un ejército más moderno y recuperar su influencia en Oriente Medio, sobre todo en Siria, pero también en África con el envío de mercenarios a Libia, África Central y Mali, sembrando cada vez más el caos. En los últimos años, tampoco ha dudado en lanzar ofensivas directas, en Georgia en 2008, y luego ocupando Crimea y Donbass en 2014, en un intento de frenar el declive de su esfera de influencia, a riesgo de crear una gran inestabilidad en sus propias fronteras. Tras la retirada de Estados Unidos de Afganistán, Rusia creyó que podía aprovechar el debilitamiento de Estados Unidos para intentar devolver a Ucrania a su esfera de influencia, un territorio esencial para su posición en Europa y en el mundo, especialmente cuando Kiev amenazaba con entrar en la OTAN.
Desde el colapso del bloque del Este, no es ciertamente la primera vez que la guerra hace estragos en el continente europeo. Las guerras de los Balcanes en la década de 1990 y el conflicto de Donbass en 2014 ya habían traído miseria y desolación al continente. Pero la guerra en Ucrania tiene implicaciones mucho más graves que los conflictos anteriores, ilustrando cómo el caos se acerca cada vez más a los principales centros del capitalismo.
Rusia, una de las principales potencias militares, participa directa y masivamente en la invasión de un país que ocupa una posición estratégica en Europa, en las fronteras de la Unión Europea. En el momento de escribir estas líneas, Rusia habría perdido ya 10.000 soldados y muchos más heridos y desertores. Ciudades enteras han sido bombardeadas. El número de víctimas civiles es probablemente considerable. ¡Y todo esto en apenas un mes de guerra!1
La región asiste ahora a una enorme concentración de tropas y equipos militares avanzados, no sólo en Ucrania, con armas, soldados y mercenarios traídos de todas partes, sino también en toda Europa del Este con el despliegue de miles de tropas de la OTAN y la movilización del único aliado de Putin, Bielorrusia. Varios Estados europeos también han decidido aumentar considerablemente sus esfuerzos en materia de armamento, en primer lugar, los Estados bálticos, pero también Alemania, que ha anunciado recientemente la duplicación de su presupuesto dedicado a su "defensa".
Rusia, por el contrario, amenaza regularmente al mundo entero con represalias militares y blande descaradamente su arsenal nuclear. El ministro de Defensa francés también recordó a Putin que se enfrentaba a "potencias nucleares", antes de adoptar un tono más "diplomático". Sin mencionar siquiera un conflicto nuclear, es de temer el riesgo de un gran accidente industrial en alguna de las centrales nucleares ucranianas. Ya se produjeron duros combates en las instalaciones nucleares de Chernóbil y Zaporijia, donde se incendiaron locales (afortunadamente administrativos) tras un bombardeo.
A esto se añade una importante crisis migratoria en la propia Europa. Millones de ucranianos huyen a los países vecinos para escapar de la guerra y del reclutamiento forzoso en el ejército de Zelensky. Pero dado el peso del populismo en Europa y la voluntad a veces explícita de varios Estados de instrumentalizar cínicamente a los migrantes con fines imperialistas (como hemos visto recientemente en la frontera bielorrusa o a través de las amenazas periódicas de Turquía a la Unión Europea), a largo plazo este éxodo masivo podría crear graves tensiones e inestabilidad.
En resumen, la guerra en Ucrania conlleva un gran riesgo de caos, desestabilización y destrucción a escala internacional. Si este conflicto no conduce por sí mismo a una conflagración aún más mortífera, no hace más que aumentar considerablemente esos peligros, con tensiones y riesgos de "escaladas" incontroladas que llevan a consecuencias inimaginables.
Si la burguesía rusa abrió las hostilidades para defender sus sórdidos intereses imperialistas, la propaganda que presenta a Ucrania y a los países occidentales como víctimas de un "dictador loco" es una hipócrita mascarada. Durante meses, el gobierno estadounidense ha estado advirtiendo provocativamente de un inminente ataque ruso, mientras proclamaba que no pondría un pie en suelo ucraniano.
Desde la desintegración de la URSS, Rusia se ha visto continuamente amenazada en sus fronteras, tanto en Europa del Este como en el Cáucaso y Asia Central. Estados Unidos y las potencias europeas han hecho retroceder metódicamente la esfera de influencia rusa mediante la integración de muchos países del Este en la Unión Europea y la OTAN. Este es también el significado del derrocamiento del expresidente georgiano Shevardnadze en 2003 durante la "Revolución de las Rosas" que llevó al poder a una camarilla pro - USA, así como la "Revolución Naranja" de 2004 en Ucrania y todos los conflictos subsiguientes entre las diferentes facciones de la burguesía local. El apoyo activo de las potencias occidentales a la oposición pro -europea en Bielorrusia, la guerra de Nagorno-Karabaj bajo la presión de Turquía (miembro de la OTAN) y el ajuste de cuentas al más alto nivel del Estado kazajo no han hecho más que acentuar la sensación de urgencia en la burguesía rusa.
Tanto para la Rusia zarista como para la "soviética", Ucrania siempre ha representado una cuestión central en su política exterior. De hecho, Ucrania es para Moscú la única y última vía de acceso directo al Mediterráneo. La anexión de Crimea en 2014 ya obedecía a este imperativo del imperialismo ruso directamente amenazado de cerco por regímenes mayoritariamente proamericanos. El deseo declarado de Estados Unidos de vincular a Kiev con Occidente es, por tanto, vivido por Putin y su camarilla como una auténtica provocación. En este sentido, aunque la ofensiva del ejército ruso parece totalmente irracional y condenada al fracaso desde el principio, para Moscú es un "golpe de fuerza" desesperado que pretende mantener su rango de potencia mundial.
La burguesía estadounidense, aunque dividida en el tema, es perfectamente consciente de la situación de Rusia y no ha dejado de llevar a Putin al límite multiplicando las provocaciones. Cuando Biden aseguró explícitamente que no intervendría directamente en Ucrania, dejó deliberadamente un vacío que Rusia aprovechó inmediatamente con la esperanza de frenar su declive en la escena internacional. No es la primera vez que Estados Unidos utiliza el maquiavelismo frío para conseguir sus fines: ya en 1990, Bush padre había empujado a Sadam Husein a una trampa fingiendo que no quería intervenir para defender Kuwait. Cuando Sadam mordió el anzuelo invadiendo Kuwait Estados Unidos desencadenó la primera guerra del Golfo.
Todavía es demasiado pronto para predecir la duración y la escala de la ya considerable destrucción en Ucrania, pero desde la década de 1990 hemos visto las masacres de Srebrenica, Grozny, Sarajevo, Faluya y Alepo. Quien inicia una guerra suele estar condenado a empantanarse. En la década de 1980, Rusia pagó un alto precio por la invasión de Afganistán que llevó a la implosión de la URSS. Estados Unidos ha tenido sus propios fiascos, debilitándolo tanto militar como económicamente. Todas estas aventuras acabaron, a pesar de las aparentes victorias iniciales, en importantes reveses y debilitaron considerablemente a los beligerantes. La Rusia de Putin, si no se retira tras una humillante derrota, no se librará de quedar empantanada, aunque consiga tomar las principales ciudades ucranianas.
"Un nuevo imperialismo amenaza la paz mundial"2, "Los ucranianos llevan cientos de años luchando contra el imperialismo ruso"3...
"El imperialismo ruso", la burguesía sólo tiene estas palabras en la boca, como si Rusia fuera la quintaesencia del imperialismo frente al "pollito indefenso" ucraniano. En realidad, desde que el capitalismo entró en su periodo de decadencia, la guerra y el militarismo se han convertido en características fundamentales de este sistema. Todos los Estados, grandes o pequeños, son imperialistas; todas las guerras, ya sea que pretendan ser "humanitarias", "liberadoras" o "democráticas", son guerras imperialistas. Esto ya fue identificado por los revolucionarios durante la Primera Guerra Mundial: a principios del siglo XX, el mercado mundial estaba totalmente dividido en cotos de caza por las principales naciones capitalistas. Ante el aumento de la competencia y la imposibilidad de liberarse de las contradicciones del capitalismo mediante nuevas conquistas coloniales o comerciales, los Estados construyeron gigantescos arsenales y sometieron toda la vida económica y social a los imperativos de la guerra. En este contexto estalló la Guerra Mundial en agosto de 1914, una matanza sin parangón en la historia de la humanidad, expresión fulgurante de una nueva "era de guerras y revoluciones".
Frente a la competencia feroz y la omnipresencia de la guerra, en todas las naciones, grandes o pequeñas, se desarrollaron dos fenómenos que constituyen las principales características del periodo de decadencia: el capitalismo de Estado y los bloques imperialistas. "El capitalismo de Estado [...] responde a la necesidad de que cada país, con vistas a la confrontación con otras naciones, obtenga el máximo de disciplina en su seno por parte de los distintos sectores de la sociedad, para reducir al mínimo los enfrentamientos entre clases, pero también entre facciones rivales de la clase dominante, con el fin, en particular, de movilizar y controlar todo su potencial económico. Del mismo modo, la constitución de bloques imperialistas corresponde a la necesidad de imponer una disciplina similar entre las diferentes burguesías nacionales para limitar sus antagonismos mutuos y reunirlas para la confrontación suprema entre los dos campos militares.4 El mundo capitalista se dividió así, a lo largo del siglo XX, en bloques rivales: Aliados contra potencias del Eje, bloque occidental contra bloque oriental.
Pero con el colapso de la URSS, a finales de los años 80, comenzó la última fase de la decadencia del capitalismo: el período de su descomposición generalizada5, marcado por la desaparición, durante más de 30 años, de los bloques imperialistas. La relegación del "gendarme" ruso y, de facto, la dislocación del bloque estadounidense abrió el camino a toda una serie de rivalidades y conflictos locales que habían sido sofocados por la férrea disciplina de los bloques. Esta tendencia al sálvese quien pueda y al aumento del caos se ha confirmado plenamente desde entonces.
Ya en 1990, la única "superpotencia" estadounidense intentó poner un mínimo de orden en el mundo y frenar el inevitable declive de su propio liderazgo... recurriendo a la guerra. Como el mundo ya no está dividido en dos campos imperialistas disciplinados, un país como Irak creyó posible apoderarse de un antiguo aliado del mismo bloque, Kuwait. Estados Unidos, al frente de una coalición de 35 países, lanzó una ofensiva asesina que debía desalentar cualquier tentación futura de emular las acciones de Saddam Hussein.
Pero la operación no pudo acabar con el sálvese quien pueda imperialista, manifestación típica del proceso de descomposición de la sociedad. En las guerras de los Balcanes ya se pusieron de manifiesto las peores rivalidades entre las potencias del antiguo bloque occidental, especialmente Francia, Reino Unido y Alemania, que, además de las mortíferas intervenciones estadounidenses y rusas, prácticamente se hacían la guerra entre sí a través de los distintos beligerantes de la antigua Yugoslavia. El ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001 supuso un paso más hacia el caos, golpeando el corazón del capitalismo global. Lejos de las teorías izquierdistas sobre las supuestas apetencias petroleras estadounidenses, cuyo abismal coste de la guerra reveló su ineptitud, fue básicamente en este contexto en el que Estados Unidos tuvo que lanzar las invasiones de Afganistán en 2001 y de Irak, de nuevo, en 2003, en nombre de la "guerra contra el terrorismo".
En la segunda guerra del Golfo, Alemania, Francia y Rusia no sólo arrastraron los pies detrás del Tío Sam, sino que se negaron a comprometer a sus soldados. Sobre todo, cada una de estas operaciones no hizo más que generar tal caos e inestabilidad que Estados Unidos acabó empantanado, hasta el punto de tener que abandonar humillantemente Afganistán 20 años después, dejando un campo de ruinas en manos de los talibanes a los que habían venido a combatir, al igual que ya habían tenido que abandonar Irak, sumido en una inmensa anarquía, desestabilizando toda la región, especialmente la vecina Siria. Para defender su posición de primera potencia mundial, Estados Unidos se convirtió así en el principal propagador del caos en el periodo de decadencia.
Hoy en día, Estados Unidos se ha anotado innegablemente puntos imperialistas, sin siquiera tener que intervenir directamente. Rusia, adversario desde hace mucho tiempo, está inmersa en una guerra imposible de ganar que provocará, sea cual sea el resultado, un gran debilitamiento militar y económico. La Unión Europea y Estados Unidos ya han anunciado el color: según el jefe de la diplomacia europea, se trata de "devastar la economía rusa"... ¡y tanto peor para el proletariado de Rusia que pagará todas estas represalias, como para el proletariado ucraniano que es la primera víctima y rehén del desencadenamiento de la barbarie bélica!
Además, los estadounidenses han tomado el control de la OTAN, que el presidente francés anunció que estaba "en muerte cerebral", reforzando considerablemente su presencia en el Este y obligando a las principales potencias europeas (Alemania, Francia y Reino Unido) a asumir más la carga económica del militarismo para la defensa de las fronteras orientales de Europa, una política que Estados Unidos intenta aplicar desde hace varios años, especialmente bajo la presidencia de Trump y continuada por Biden, para concentrar su fuerza contra su principal enemigo: China.
Para los europeos, la situación representa una derrota diplomática de primer orden y una considerable pérdida de influencia. El conflicto alimentado por EE.UU. no conviene a Francia y Alemania, que, debido a su dependencia del gas ruso y del mercado que representa para sus propias mercancías, no tienen absolutamente nada que ganar con este conflicto. Por el contrario, Europa sufrirá una nueva aceleración de la crisis económica bajo el impacto de la guerra y las sanciones impuestas. Así, los europeos han tenido que replegarse tras el escudo estadounidense, mientras que el debilitamiento diplomático provocado por la chulería de Trump les había hecho albergar la esperanza de un fuerte retorno del viejo continente en la escena internacional.
¿El hecho de que las principales potencias europeas se vean obligadas a alinearse detrás de Estados Unidos constituye el inicio de la formación de un nuevo bloque imperialista? El periodo de descomposición no impide por sí mismo la formación de nuevos bloques, aunque el peso del sálvese quien pueda dificultar considerablemente esta posibilidad. Sin embargo, en esta situación, la voluntad de cada Estado de defender sus propios intereses imperialistas se ve ampliamente reforzada. Alemania se ha demorado un poco en la aplicación de las sanciones y sigue andando con pies de plomo para no sancionar las exportaciones de gas ruso de las que depende en gran medida. Por otra parte, Alemania, junto con Francia, ha intervenido constantemente para ofrecer a Rusia una salida diplomática que, por supuesto, Washington intenta retrasar. Incluso Turquía e Israel intentan ofrecer sus "buenos servicios" como intermediarios. A largo plazo, con el aumento de sus gastos militares, las grandes potencias europeas podrían incluso tratar de emanciparse de la tutela estadounidense, una ambición que Macron defiende regularmente a través de su proyecto de "defensa europea". Si bien es innegable que Estados Unidos ha ganado puntos en lo inmediato, cada país intenta también jugar su propia carta, lo que compromete la constitución de un bloque con mayor facilidad, ya que China, por su parte, es incapaz de federar a ninguna gran potencia detrás de ella e incluso se ve frenada y debilitada en la defensa de sus propios objetivos.
Sin embargo, la burguesía estadounidense no tenía como objetivo principal y único a Rusia con esta maniobra. El enfrentamiento entre EE.UU. y China determina la relación imperialista mundial actual. Al crear una situación de caos en Ucrania, Washington buscaba sobre todo obstaculizar el avance de China hacia Europa, bloqueando, por un período aún indeterminado, las "rutas de la seda" que debían pasar por los países de Europa del Este. Después de amenazar las vías marítimas de China en la región Indo-Pacífica con, entre otras cosas, la creación de la alianza AUKUS en 2021, Biden acaba de crear una enorme brecha en Europa, impidiendo a China el tránsito de sus mercancías por tierra.
Estados Unidos también ha conseguido demostrar la incapacidad de China para desempeñar un papel de socio fiable en la escena internacional, ya que no tiene más remedio que dar un apoyo muy débil a Rusia. En este sentido, la ofensiva estadounidense que estamos presenciando forma parte de una estrategia más global para contener a China.
Desde las guerras en la antigua Yugoslavia, Afganistán y Oriente Medio, Estados Unidos se ha convertido, como hemos visto, en el principal factor de caos en el mundo. Hasta ahora, esta tendencia se ha dado principalmente en los países periféricos del capitalismo, aunque los países centrales también han sufrido las consecuencias (terrorismo, crisis migratorias, etc.). Pero hoy, la primera potencia mundial está creando el caos a las puertas de uno de los principales centros del capitalismo. Esta estrategia criminal está dirigida por el "demócrata" y "moderado" Joe Biden. Su predecesor, Donald Trump, tenía una merecida fama de exaltado, pero ahora está claro que para neutralizar a China sólo difiere la estrategia: Trump quería negociar acuerdos con Rusia, Biden y la mayoría de la burguesía estadounidense quieren desangrarla. Putin y su camarilla de asesinos no son mejores, al igual que Zelensky que no duda en tomar como rehén a toda una población y sacrificarla como carne de cañón en nombre de la defensa de la patria. ¿Y qué decir de las hipócritas democracias europeas que, mientras lloran lágrimas de cocodrilo por las víctimas de la guerra, entregan cantidades fenomenales de material militar?
¡Izquierda o derecha, democrática o dictatorial, todos los países, todas las burguesías nos conducen hacia el caos y la barbarie a marchas forzadas! Más que nunca, la única alternativa que se ofrece a la humanidad es: ¡socialismo o barbarie!
EG, 21 de marzo de 2022
1 A modo de comparación, la URSS perdió 25.000 soldados durante los 9 años de la terrible guerra que asoló Afganistán
2 "Contra el imperialismo ruso, por una oleada internacionalista", Mediapart (2 de marzo de 2022). Este artículo, de título evocador, roza la farsa, especialmente por parte de su autor, Edwy Plenel, belicista patentado y gran defensor del imperialismo francés
3 "Para entender el conflicto entre Ucrania y Rusia, hay que mirar al colonialismo", The Washington Post (24 de febrero de 2022)
4 "Militarismo y descomposición [1]", Revista Internacional nº 64 (primer trimestre de 1991) https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [21]
5 Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-desc... [22]
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Después de un serio retroceso en la lucha durante el primer año de la pandemia de Covid, los trabajadores de Europa, Estados Unidos y otros lugares1, están empezando a reaccionar a los ataques contra los salarios y las condiciones de trabajo. Mientras la pandemia alcanza nuevas cotas con la aparición de la variante Ómicron, los trabajadores se enfrentan a ataques aún más severos a su nivel de vida a través del aumento de la inflación y del costo de la energía.
En el Reino Unido, hemos visto brotes de huelgas pequeñas pero significativas durante el otoño. Comenzando en septiembre con las huelgas de los repartidores de Uber, las huelgas han continuado en diferentes sectores: los trabajadores sanitarios de las residencias de ancianos de SAGE, los trabajadores de la basura en Glasgow, el personal universitario a nivel nacional. Y las huelgas continúan: trabajadores de la distribución, trabajadores del metro en Londres, trabajadores del transporte en el noroeste y en Yorkshire, trabajadores de la industria del automóvil, de los supermercados, de la producción y distribución de alimentos.
Hoy en día todos los sectores de la clase trabajadora del Reino Unido -desde los sectores tradicionales como los trabajadores del automóvil hasta los funcionarios públicos y los empleados universitarios- se enfrentan a los mismos ataques a su nivel de vida. Como hemos señalado en nuestra Resolución sobre la Situación Internacional del verano pasado "La clase obrera está pagando un duro tributo a la crisis. En primer lugar, porque es la más directamente expuesta a la pandemia y es la principal víctima de la propagación de la infección, y en segundo lugar porque la caída en picado de la economía está desencadenando los ataques más graves desde la Gran Depresión, en todos los niveles de las condiciones de trabajo y de vida, aunque no todos se verán afectados de la misma manera."2
La pandemia ha creado, tanto directa como indirectamente, una situación aparentemente paradójica: el desempleo en algunos sectores junto con la escasez de mano de obra en otros, combinado con el aumento de la pobreza debido a la subida de los precios. El resultado de dos años de paquetes de rescate, de "dinero helicóptero" repartido por todas las burguesías nacionales, tratando desesperadamente de salvar la economía de los peores efectos de la pandemia -principalmente a través de la impresión de dinero- ha llevado a un aumento drástico de la inflación en todo el mundo, y a un aumento de los costos de las necesidades básicas como los alimentos y la electricidad. Además, los trabajadores se enfrentan a una continua reducción de sus ingresos, mediante la reestructuración y el aumento de la precariedad.
Las primeras recientes expresiones de combatividad de la clase trabajadora, como hemos visto en varias partes del mundo, se ilustran claramente con lo que está ocurriendo en el Reino Unido. En un número creciente de sectores, el descontento de los trabajadores se ve alimentado por los recortes salariales y el empeoramiento de las condiciones de vida. Esto demuestra que la clase empieza a afirmarse en su propio terreno de clase, sin estar inmersa en el caos general de la pandemia, el comportamiento cada vez más errático de la clase dominante y el terreno burgués de las protestas "populares" contra las medidas de encierro.
Los sindicatos han saboteado sistemáticamente las protestas y otras acciones de los trabajadores, ya sea dispersándolas en el tiempo, ya sea concluyendo acuerdos con los patrones incluso antes de que se produzcan las huelgas. Los sindicatos han obligado sistemáticamente a los trabajadores en huelga a volver al trabajo con recortes salariales y peores condiciones laborales.
Ya lo vimos en abril de 2021, cuando los sindicatos pusieron fin a una huelga de seis semanas en British Gas, donde los trabajadores tuvieron que aceptar un recorte salarial del 15% o ser despedidos. En mayo, los sindicatos pusieron fin a una huelga de once semanas en los talleres de autobuses de Manchester, tras un acuerdo que implicaba descansos para comer no pagados y una reducción de la paga por enfermedad. Los trabajadores de Douwe Egberts, en Oxford, tuvieron que aceptar un recorte salarial anual de 9.000 libras, después de que los sindicatos declararan que esto impediría el traslado de la fábrica a otro país. En British Telecom, en julio, el Sindicato de Trabajadores de la Comunicación aceptó un recorte de 13.000 puestos de trabajo.
Durante el otoño, el Sindicato Unison convocó huelgas para defender el sector sanitario financiado por el Estado, el NHS, en lugar de luchar por las reivindicaciones de los trabajadores. Los sindicatos se apresuraron a frenar las posibles huelgas y paros, cerrando acuerdos que suponen francos recortes salariales. En el transporte público, el sindicato Unite ha resuelto veinte conflictos diferentes en toda Gran Bretaña en la empresa Stagecoach, llegando a acuerdos salariales que no eran suficientes para compensar la inflación. Lo mismo ocurrió con los trabajadores de la distribución antes de Navidad, donde los sindicatos bloquearon la huelga de miles de trabajadores de los grandes centros de distribución de las grandes cadenas de supermercados, para llegar a un acuerdo salarial por debajo de la tasa de inflación. Por el momento, el sindicato RMT, que organiza a los trabajadores del metro de Londres, es el único ejemplo en el que el sindicato ha llegado a un acuerdo que se ajusta a la inflación prevista, tras amenazar con el caos en el metro de Londres en diciembre.
El aumento de la actividad sindical, cuyo papel es agotar la combatividad de los trabajadores a través de acciones separadas y aisladas, es una señal de que la clase dominante está teniendo en cuenta el aumento de la combatividad de la clase obrera, sabiendo que los ataques de hoy son sólo el presagio de ataques sin precedentes en los próximos años. Hasta ahora, la burguesía de los principales países no ha lanzado programas masivos de austeridad, pero sin duda tendrá que hacerlo.
Los sindicatos son los perros guardianes de la clase dominante en el espacio proletario y lo han sido desde principios del siglo XX. La verdadera naturaleza de los sindicatos se muestra tanto en sus intentos de dividir a la clase trabajadora como en sus intentos de detener las huelgas y las movilizaciones mediante acuerdos rápidos con los patrones. Esta es su función básica, y todos los diversos argumentos izquierdistas que culpan a tal o cual dirigente sindical traidor no son más que una forma de fortalecer la ideología sindical, una verdadera trampa para el proletariado. Estos argumentos intentan radicalizar y al final fortalecer la ideología sindical criticando a la dirección del sindicato o llamando a los trabajadores a formar sindicatos de base, una estrategia clásica de movilización de los trabajadores radicalizados amordazados tras las banderas sindicales, desplegada desde los años 80.
"Incluso antes de que se produjera la pandemia, los trabajadores británicos habían sufrido los más bajos aumentos en los salarios reales desde las guerras napoleónicas en 1810-15. Mientras que 2022 se distingue por un golpe especialmente fuerte en el nivel de vida, el Instituto de Estudios Fiscales calcula que los ingresos apenas se moverán hasta 2026. Esto significa un golpe sin precedentes a los ingresos que abarca dos décadas, y dejará los ingresos de los hogares un 42% más bajos de lo que habría sido el caso si los salarios hubieran aumentado a las tasas de la crisis financiera de antes de 2008"3.
El periódico The Observer (8/1/22), citó a un empleado universitario que participó en la acción de tres días a principios de diciembre, diciendo que "no ha habido una subida salarial por encima de la inflación desde que Gordon Brown era primer ministro". Esta es la realidad, desde hace más de una década, para todos los sectores de la clase trabajadora.
Con un 5,4%, el nivel oficial de inflación en el Reino Unido está en su nivel más alto en casi 30 años. El Banco de Inglaterra espera que aumente hasta el 6% en abril, y algunos analistas prevén un 7% si no se invierten miles de millones en el sector energético para frenar el aumento de los costos de calefacción. El Índice de Precios al por menor ya se sitúa con un aumento del 7,5%.
El artículo del The Observer también cita a un economista: "Hasta hace unas semanas, el experto en ingresos Ken Mulkearn estaba convencido de que un pico de inflación pasaría sin mucha reacción por parte de los 32 millones de trabajadores británicos. (...) 'Ahora no estoy tan seguro. Hay señales de que el aumento de los precios está teniendo un impacto". Los representantes de la clase dominante también se han dado cuenta del creciente descontento de la clase trabajadora. Conocen los efectos del aumento de la inflación en el polvorín social.
Las acciones más destacadas de los sindicatos son una clara señal de que la clase dominante es consciente del peligro potencial de la lucha de la clase obrera. Los sindicatos están presentes en todas partes para evitar que las luchas se desarrollen y se extiendan a otros trabajadores. La tarea real de los sindicatos se centra en el aislamiento y el descarrilamiento de las luchas en callejones sin salida.
¡Pero las luchas no deben permanecer aisladas, sector por sector! ¡Todas las partes de la clase trabajadora están bajo ataque, y esto exige una respuesta unificada! La lucha que tuvo lugar en Cádiz en España es un ejemplo importante para todos los trabajadores: un intento de extender su huelga a otros sectores e industrias4. La única manera de que la clase obrera luche en su propio terreno es combatir el aislamiento, que los sindicatos están imponiendo.
A pesar de que los sindicatos siguen teniendo un férreo control de la situación, las recientes luchas en el Reino Unido son una señal de que la clase obrera aún mantiene reservas de combatividad. Como en otras partes del mundo, su lucha defensiva de hoy contiene las semillas de la lucha revolucionaria de mañana contra el capitalismo.
Edvin, 25/1/22
1 Ver: Luchas obreras en Estados Unidos, Irán, Italia, Corea... ¡Ni la pandemia ni la crisis económica han roto la combatividad del proletariado! | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [29]
2 Resolución sobre la situación internacional XXIV Congreso de la CCI (2021) https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-xxiv-congreso-de-la-cci-2021 [30]
3 Free market, tax-cutting economics will not ease the UKs cost of living squeeze [31], The Guardian, 9 de enero de 2022 (La economía de libre mercado, la reducción de impuestos no aliviará la presión del coste de la vida en el Reino Unido, artículo sólo en inglés)
4 https://es.internationalism.org/content/4738/huelga-del-metal-en-cadiz-nuestra-fuerza-es-luchar-como-clase-obrera [32]
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Ante la barbarie de la guerra, la burguesía siempre ha tratado de ocultar su responsabilidad asesina y la de su sistema tras cínicas mentiras. La guerra de Ucrania no ha escapado al torrente de propaganda y a la sucia instrumentalización del sufrimiento que genera. No pasa un día sin que el éxodo masivo y la angustia de las familias ucranianas que huyen de los bombardeos aparezcan en todos los canales de televisión y en las portadas de todos los periódicos, que suelen ser tan discretos con las desgracias que el capitalismo inflige a la humanidad. Los medios de comunicación han mostrado imágenes de niños ucranianos traumatizados y víctimas de la guerra.
Con la explotación propagandística de la legítima conmoción provocada por la difusión de imágenes atroces de exacciones, éxodo, horror y bombardeos la guerra en Ucrania ha permitido a la burguesía de los países democráticos recuperar una oleada espontánea de simpatía y compasión para orquestar una gigantesca campaña "humanitaria" en torno a las "iniciativas ciudadanas" hacia los refugiados ucranianos (e incluso en torno a la feroz represión de los manifestantes y opositores rusos a la guerra) e instrumentalizar cínicamente la angustia y la desesperación de las víctimas del mayor éxodo de poblaciones desde el final de la Segunda Guerra Mundial En todas partes se organizan "corredores humanitarios" y "redes de ciudadanos" para ayudar a los refugiados ucranianos, con el fin de justificar la provisión de un enorme arsenal de armas mortíferas destinadas a "defender a un pueblo martirizado" por el "ogro ruso". Incluso en los pequeños pueblos se organizan colectas, donaciones y todo tipo de "iniciativas" o actuaciones que las autoridades fomentan en solidaridad con los refugiados ucranianos.
Detrás de los vibrantes homenajes al martirio del "pueblo ucraniano", se esconde la sórdida realidad de una desvergonzada explotación de las oleadas de generosidad, explotadas por los Estados, todos ellos belicistas, que no se preocupan por el trágico destino de una población que se encuentra secuestrada entre los bombardeos rusos y la "movilización general" forzada del gobierno de Zelensky. A los ojos de la burguesía, el "pueblo ucraniano" sirve sobre todo como carne de cañón en una "lucha patriótica" contra el "invasor". El mismo cinismo explica que la burguesía occidental haya echado un pudoroso velo sobre las masacres perpetradas por el gobierno ucraniano, desde 2014, en las regiones ruso parlantes de Lugansk y Donetsk, que sin embargo han dejado casi 14.000 muertos en 8 años.
El llamado humanismo de los estados europeos es una gran mentira y una pura mistificación. El esfuerzo por acoger y ayudar a los refugiados se debe, en su mayor parte, a la iniciativa de los ciudadanos y en ningún caso a los Estados. Es innegable que, desde el estallido de la guerra y desde el inicio del éxodo de las familias, se ha producido una enorme oleada de solidaridad espontánea. Esta reacción inmediata y profundamente humana de llevar ayuda y asistencia a todos, ofreciendo refugio y proporcionando comidas a los que se ven repentinamente sumidos en la angustia y la desesperación, es reconfortante.
Pero esta solidaridad básica no es suficiente. No es el producto de una movilización colectiva de los proletarios en su terreno de clase. Proviene de una suma de iniciativas individuales que la burguesía RECUPERA, EXPLOTA E INSTRUMENTALIZA en su propio beneficio. Además, estas reacciones fueron inmediatamente desviadas al campo de la propaganda burguesa para justificar la guerra, exaltar el veneno mortal del nacionalismo y tratar de recrear un clima de UNION SAGRADA contra el "infame invasor ruso".
Las potencias democráticas de Europa Occidental no tuvieron más remedio que abrir sus fronteras a los refugiados ucranianos, a menos que bloquearan a cientos de miles de ellos dentro de las fronteras ucranianas por la fuerza. Toda su propaganda de guerra anti rusa se derrumbaría entonces. De hecho, si se declaran dispuestos a acoger a los ucranianos, es para justificar ideológicamente una movilización y sobre todo el envío de armas a Ucrania contra las "monstruosidades" de Putin y para defender sus propios intereses nacionales imperialistas.
Al mismo tiempo, estas campañas sirven para ocultar que la responsabilidad de esta dramática situación recae en todos los Estados, en la lógica de la competencia y de las rivalidades imperialistas del propio sistema, que genera la multiplicación de los focos de guerra, la generalización de la miseria, el éxodo masivo de poblaciones, el caos y la barbarie.
Todos los Estados carroñeros derraman ahora lágrimas de cocodrilo por los refugiados ucranianos que dicen acoger con los brazos abiertos en nombre del llamado "derecho de asilo". Estas bonitas promesas de acoger a los refugiados no son más que humo. En todas partes, los Estados de Europa Occidental han introducido cuotas de acogida para los migrantes que huyen de la miseria, el caos y la guerra. Estos refugiados descalzos no son como la mayoría de los ucranianos, europeos rubios y de ojos azules; no son de fe cristiana, sino a menudo musulmana. Se les clasifica como ganado entre "refugiados económicos", que son totalmente indeseables, y "refugiados de guerra" o "refugiados políticos". Por lo tanto, es necesario clasificar a los refugiados "buenos" y "malos"... Todo ello con el cheque en blanco de la Unión Europea y sus principales democracias. Tal clasificación, tal diferencia de trato es totalmente abyecta. En Francia, por ejemplo, hace menos de dos años, el gobierno de Macron envió a sus policías a desalojar a las familias migrantes que habían instalado sus tiendas de campaña en la Plaza de la República de París; los policías golpearon a estos “indeseables” y rajaron sus tiendas con cuchillos. Hace poco, cuando los refugiados iraquíes llamaban a la puerta de Europa, utilizados como medio de presión por el Estado bielorruso, se estrellaron contra la alambrada de la frontera polaca, enfrentándose a los robocops armados de la Unión Europea1. Las "grandes democracias" eran entonces mucho menos "acogedoras", a pesar del sufrimiento muy visible de las personas que morían de frío y hambre.
¿Cuál es la realidad que se esconde detrás de la geometría variable de esta falsa compasión, de esta supuesta solidaridad de los Estados? La burguesía se ha encargado en la mayoría de los países "de acogida" de crear un "estatus especial" para los ucranianos, totalmente distinto al de los demás refugiados, con el fin de crear oposición y divisiones entre la población y la clase obrera. En Bélgica, por ejemplo, el gobierno decidió otorgar a los ucranianos un estatus muy distinto al de otros refugiados de guerra. Mientras que estos últimos suelen tener que someterse primero a un severo examen y control para recibir una posible autorización para trabajar en el país "de acogida", a los nacionales ucranianos se les concede dicha autorización de inmediato y, además, reciben una subvención mucho mayor que los demás. Incluso el importe de su subsidio es superior al salario mínimo de los empleados "locales"... Esta sucia maniobra al servicio de la propaganda imperialista permite al gobierno crear no sólo el antagonismo entre los ucranianos y los demás refugiados, sino también crear un factor adicional de división y un clima de competencia dentro de la clase obrera.
Una minoría de los refugiados ucranianos, altamente cualificados, se integrará para deleite de la burguesía en ciertos países, como Alemania, que tienen una importante escasez de este tipo de mano de obra. Para los demás, la gran mayoría, su afluencia masiva planteará grandes problemas a la burguesía europea, que es incapaz de absorberlos. Tarde o temprano, en el período que viene, estarán de todos modos en su gran mayoría, expuestos al nauseabundo aliento de la ideología populista, sirviendo como chivos expiatorios de los problemas sociales y económicos que toda la burguesía tendrá entonces interés en resaltar2.
Sobre todo, los proletarios no deben ceder a los cantos de sirena de estas campañas humanitarias y rechazar sus trampas ideológicas rechazando categóricamente cualquier unión sagrada con sus explotadores ante la guerra. Pero al mismo tiempo deben luchar para defender sus propios intereses de clase ante la intensificación de la crisis y los ataques de la guerra. Sólo mediante el desarrollo internacional de esta lucha, más allá de las fronteras y los conflictos establecidos por la clase dominante, podrán expresar plenamente su solidaridad de clase con los refugiados y todas las víctimas de la creciente barbarie del capitalismo, ofreciéndoles una perspectiva: la de una sociedad liberada de la ley del beneficio y de la dinámica mortífera del sistema.
Wim, 3 abril 2022
1 Ver Calais, Bielorrusia: la barbarie del capitalismo con los emigrantes expresa su barbarie con todo el proletariado mundial https://es.internationalism.org/content/4757/calais-bielorrusia-la-barbarie-del-capitalismo-con-los-emigrantes-expresa-su-barbarie [37]
2 Hace dos años, las burguesías democráticas de Europa y América Latina acogieron con “banda de música” a los emigrantes venezolanos por razones de conveniencia imperialista frente al régimen venezolano. Meses después ese “entusiasmo acogedor” fue olvidado y dejaron que las jaurías populistas se lanzaran contra los emigrantes venezolanos. Ver Crisis emigratoria en Chile: la inmigración un producto de la barbarie y la crisis del capitalismo https://es.internationalism.org/content/4798/crisis-emigratoria-en-chile-la-inmigracion-un-producto-de-la-barbarie-y-la-crisis-del [38]
Engels dijo en 1890 que la alternativa histórica era BARBARIE o COMUNISMO. La primera guerra mundial en 1914 confirmó dramáticamente el primer polo de la alternativa. Pero, la revolución proletaria en Rusia (1917) y las tentativas revolucionarias en Alemania, Hungría y otros países fueron el segundo polo de la alternativa, la respuesta proletaria organizada en Consejos Obreros. El libro que presentamos recoge artículos de la CCI sobre la experiencia de Alemania y Hungría. Hoy con la guerra en Ucrania hay que comprender y asumir críticamente estas experiencias revolucionarias del proletariado pues son la UNICA RESPUESTA POSIBLE contra la guerra. Contra la guerra imperialista, contra la barbarie del capitalismo REVOLUCION PROLETARIA MUNDIAL. La alternativa hoy es aún mucho más grave que en 1890, hoy es REVOLUCION PROLETARIA o DESTRUCCION DE LA HUMANIDAD
Reunión presencial y por Internet de presentación del libro POR LA REVOLUCION INTERNACIONAL: LOS CONSEJOS OBREROS EN ALEMANIA Y EN HUNGRIA (1918-23):
* Concepción - CHILE: Sábado 12 de noviembre a las 10 de la mañana en Centro Petrox calle Jaqueneo 486
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Los interesados en participar por Internet pueden escribirnos para confirmar su asistencia a [email protected] [39]
LOS INTERESADOS EN ADQUIRIR EL LIBRO PUEDEN ESCRIBIR A [email protected] [40] o [email protected] [39]
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Con la invasión rusa a Ucrania, la reacción de los EEUU y sus aliados de la OTAN ha sido de imponer durísimas sanciones económicas a Rusia consistentes en:
1) Excluir a determinados bancos rusos del sistema financiero SWIFT. El sistema SWIFT posibilita las transacciones financieras, pagos y cobros, a diferentes entidades públicas como privadas en más de 200 países. Esto implica que las instituciones financieras rusas quedaron aisladas. Pero esta medida también golpea a los países o empresas proveedoras de alimentos, metales, tecnologías, etc., ya que Rusia se ve imposibilitada en pagar sus compras efectuadas antes del conflicto. De esta exclusión se salvan dos instituciones financieras que guardan relación directa con las transacciones en materia de energía: Sberbank y Gazprombank, ya que Europa debe asegurarse el flujo en materia energética en su provecho.
2) Se han congelado los activos del Banco Central de Rusia.
3) Los países occidentales también impusieron prohibiciones a la exportación de bienes, tecnología y servicios para la industria aeroespacial, que se suman a otras tantas acciones contra el estado ruso y sus jerarcas del Kremlin como también a las familias adineradas de Rusia.
4) Los operadores de los estados occidentales y de algunos aliados de los EEUU en otras partes como Japón, Australia y Corea del Sur, han presionado para que muchas empresas emblemáticas del capitalismo opten por apartarse de Rusia, por tanto, nada se vende, ni se compra a Rusia.
Dicho esto, este cordón sanitario impuesto por “el mundo libre y democrático” del capitalismo junto con las destrucciones y perturbaciones ocasionadas por la propia guerra, afecta de manera directa a aquellos países que tienen intercambios comerciales con Rusia. Por esta razón los trabajadores en América Latina se ven afectados drásticamente, precarizándose cada vez más sus condiciones de vida, la crisis económica que se aceleró con la pandemia, ahora encuentra un nuevo factor de aceleración con la guerra de Ucrania.
En los últimos años la cuenca del Mar Negro, que está limitado por Rumania, Bulgaria, Turquía, Georgia, Ucrania y Rusia, ha aumentado su producción de trigo y también de girasol. En el año 2019, Rusia era el mayor productor y exportador global del trigo. Ucrania es el quinto país productor y exportador de esta gramínea1. Argentina ocupa el séptimo lugar, y según la Bolsa de Comercio de Rosario, Argentina, es uno de los centros más importantes del comercio de granos en el mundo, al ser un alimento básico, el resto de Latinoamérica (Latam) está obligado a importarlo. Al estar bloqueada la cadena de suministros, y por efecto directo de las sanciones y la guerra, los precios de los commodities están creciendo, no solo el trigo sufre esta presión alcista, sino también el cobre y el petróleo.
Esta alza en los precios de los commodities, tendrá implicaciones en las economías de la región dependiendo de cuánto están sujetas a las exportaciones hacia Rusia o a las importaciones desde Rusia. El caso del trigo es ejemplificador, si solo Argentina es un importante productor y exportador del Trigo, el cierre del mercado ruso lo beneficia enormemente, pero hoy por hoy, Argentina está sufriendo una de las peores sequías que se haya vivido en el país austral. Por tanto, no podrá suplir al gigante ruso y, es más, se verá en la necesidad de importar la gramínea como el resto de Latam. Otro tanto, podemos hablar del petróleo, en el caso del Ecuador, por ejemplo, el precio referencial para el petróleo ecuatoriano WTI llegó a un tope promedio de $ 94 dólares el barril, esto beneficia a las arcas fiscales ecuatorianas, pero perjudica a los países que se ven en la necesidad de importar combustible.
En lo económico debemos señalar que Latam, desde el 2014 ya venía sufriendo la desaceleración de su economía, según la Cepal para el 2019 solo iba a crecer 0,1 % y para el 2020 llegaría a 1,3 %. La región muestra una desaceleración económica generalizada y sincronizada a nivel de países y de sectores, completando seis años consecutivos de bajo crecimiento, señaló la CEPAL en su informe presentado en diciembre del 2019.
Pero la historia fue otra, sobrevino la pandemia y la región cayó a un nivel inimaginable, a -6,722 % de su PIB en el 2020, es decir, sufrió una contracción fortísima.
Según la CEPAL Latam creció en el 2021 alrededor de 5 % del PIB. Pero la misma CEPAL indica que esta cifra es engañosa debido a un efecto rebote en las economías altamente interrelacionadas y por tanto tiene efectos pasajeros (esto se comprende por el resultado del confinamiento y las restricciones del comercio que provocó una drástica contracción de la demanda aparejada con el cierre de las cadenas de suministros y de los sectores de producción, al abrirse los mercados los sectores se vuelcan a realizar compras masivas e incrementa los valores macroeconómicos) 2.
Se prevé que la economía latinoamericana se situará en el 2022 a un 2 % de crecimiento económico y que de manera histórica es muy pero muy abajo comparado con la década de los 70s del siglo pasado. Ahora bien, visto así la cosa, América Latina le agarra la guerra en medio de una situación muy delicada en términos económicos, es decir, en una situación difícil en su proceso de recuperación del cataclismo de la pandemia. Dicho de otra forma, sufrirá un hundimiento aún mayor a los niveles prepandemia de la economía regional y mundial, por lo cual no podrá recuperarse o volver a los niveles iniciales. Con la guerra desatada en Ucrania, solo hace tirar más peso al naufrago, generar más presión al deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores, precarizando más su condición no solo de la clase obrera, sino también de las capas no explotadoras del resto de la sociedad.
Las repercusiones a nivel político en relación con la guerra en Ucrania se manifiestan en los diversos estados burgueses de la región y sus políticos de turno. Por tanto, se comprendería muy bien que países como México tenga una postura medio ambigua, que Venezuela al igual que Nicaragua y Cuba se alineen a Rusia, o que Argentina tenga la misma postura. Pero el panorama más extraño lo brindó Brasil, donde Bolsonaro se declaró "neutral" y su vicepresidente, el general Hamilton Mourao, lo puso en vereda. Mourao condenó la invasión y pidió apoyo militar para Ucrania. Entretanto, el embajador de Brasil ante la ONU dijo que Rusia había "cruzado la línea roja". Finalmente, acercaron sus posiciones3.
Pocas semanas antes de las acciones rusas sobre Ucrania, el presidente de Argentina, Fernández y su homólogo de Brasil, Bolsonaro, viajaron a Moscú. No para mediar en el conflicto ucraniano, sino para congraciarse con Putin: Fernández ofreció su país a Rusia como portal hacia Latinoamérica; Bolsonaro declaró su solidaridad con Rusia. Ambos hicieron oídos sordos a las advertencias desde Washington en vista del despliegue de tropas rusas en la frontera con Ucrania.
La burguesía en la región juega sus fichas de cierto modo, tratan de ajustarse a la situación que ofrece el panorama internacional que se abre ante la guerra de Ucrania y vemos como los diferentes lideres de la región toman posición como Bolsonaro que de ser un fanático de Trump ha pasado a ser un fanático de Putin. Esto se ha visto con mayor claridad el pasado 2 de marzo, cuando la Asamblea General de la ONU votó sobre una resolución que llama a Rusia a detener su ataque a Ucrania y a abstenerse de ejercer todo tipo de amenaza similar contra cualquier país miembro de esa organización. Se ve una clara injerencia de la OTAN y EE. UU sobre la ONU por supuesto. La mayoría de los países latinoamericanos votó a favor. Bolivia, Cuba, El Salvador y Nicaragua se abstuvieron. Venezuela criticó la resolución.
Son claras las relaciones de Rusia con Nicaragua, Cuba y Venezuela, eso explica el comportamiento de estos países frente al conflicto, que dependen mucho de Moscú. Esto muestra a la región dividida en cuanto a la imposición de sanciones. Colombia socio de la OTAN aprueba las sanciones, mientras México y Brasil las rechaza. Aparte de la Burguesía brasilera que vive de la producción agrícola no les conviene. Este país importa el 69% de sus fertilizantes de Rusia; la izquierda mexicana con López Obrador tiene sus propios argumentos disidentes a las sanciones, sin embargo, sigue teniendo como socio a EE. UU, su socio del libre comercio, con el que desarrolla casi el 90% de su comercio exterior. La burguesía sea del país que sea, ve por sus propios intereses y corre en el sentido del cada uno a la suya y el sálvese quien pueda, con la guerra en Ucrania este aspecto se pronuncia cada vez más.
Venezuela apoya abiertamente a Rusia en el conflicto. Sin embargo, la reunión del 5 de marzo entre los representantes del gobierno norteamericano con sus homólogos venezolanos sorprendió a todo el mundo. Es indudable que Washington este buscando alternativas al petróleo ruso.4
Por otro lado, en Perú Pedro Castillo ha sido muy tibio en manifestarse en relación con la Guerra en Ucrania haciendo un llamado para que los países del mundo “resuelvan sus conflictos a nivel diplomático y no con las armas”, este señalamiento lo ha hecho en medio de un clima de inestabilidad política en Perú, con solicitudes de vacancia en su contra y escándalos de corrupción.
Colombia está en plena campaña electoral. Entre los candidatos está el dirigente izquierdista Gustavo Petro, él se pronunció sobre la guerra señalando “Qué Ucrania ni qué ocho cuartos...". El Burgués izquierdista señaló además “Colombia tiene muchos problemas internos como para inmiscuirse de cualquier manera en el conflicto europeo”. Guillermo Lasso de Ecuador condenó a Rusia. Del mismo modo, Uruguay estuvo entre los primeros en condenar la agresión en Ucrania. Y para sorpresa de algunos, el izquierdista chileno Gabriel Boric, ha estado entre los que expresan rechazo a la posición de Moscú, sin embargo, algunos miembros de su coalición izquierdista tienen cercanías y simpatías por Washington.
La guerra ha venido a ser un bombero que intenta apagar el fuego echándole más fuego a la situación. La guerra es una manifestación de la decadencia capitalista, reflejada en su crisis económica histórica, pero también una muestra del alcance y la profundidad al que nos está llevando la fase final del capitalismo, la fase de su descomposición5. Esta situación monstruosa desarrollada por la guerra imperialista es la manifestación más extrema de la barbarie capitalista que echa más leña al fuego destructor de la pandemia, la crisis económica, la catástrofe ecológica… 6 .
La guerra empeora las condiciones de vida de los trabajadores y como ya lo hemos señalado antes Si la pandemia marcó una aceleración de la descomposición capitalista a varios niveles (social, sanitario, ecológico, etc.), la guerra en Ucrania es un duro recordatorio de que la guerra se ha convertido en el modo de vida del capitalismo en su época de decadencia, y que las tensiones y los conflictos militares se están extendiendo e intensificando a escala mundial7.
El proletariado será el que va a pagar los platos rotos una vez más, en medio de este caos, en medio de esta aceleración de crisis económica agravada por la guerra, desplazando a la pandemia como factor acelerador de la crisis económica que ha venido golpeando desde la aparición del Covid-19. El alza fortísima de los precios de los productos de la canasta básica, como es el pan, los costes del pasaje de la transportación, incremento en los precios de los aceites, y demás productos necesarios para la higiene, como los desinfectantes, entre otros, son una muestra del terrible golpe a los miseros salarios de los trabajadores.
Esta alza no se debe solo por las dificultades que enfrentan algunos sectores de las economías de la región Latam, por las sanciones sobre Rusia, sino por las presiones inflacionarias que vienen dándose desde mucho antes del conflicto ruso-ucraniano, como lo señalamos antes, ocasionados por la Pandemia del Covid.
El incremento de la presión sobre la inflación desatada por la guerra en Ucrania pauperiza cada vez más las condiciones de vida de los trabajadores en la región con el incremento del coste de vida, de los alimentos y el transporte básicamente.
Así pues, la guerra que acaba de empezar es un acontecimiento dramático de la máxima importancia, en primer lugar, para Europa, pero también para el mundo entero. Ya se ha cobrado miles de vidas entre los soldados de ambos bandos y entre los civiles. Ha arrojado a cientos de miles de refugiados a las carreteras. Provocará nuevas subidas del precio de la energía y de los cereales, sinónimo de frío y de hambre, mientras que, en la mayoría de los países del mundo, los explotados, los más pobres, ya han visto cómo se hunden sus condiciones de vida a causa de la inflación. Como siempre, es la clase que produce la mayor parte de la riqueza social, la clase trabajadora, la que pagará el precio más alto por las acciones bélicas de los amos del mundo.
Esta tragedia bélica no puede separarse del conjunto de la situación mundial de los dos últimos años: la pandemia, el agravamiento de la crisis económica, la multiplicación de las catástrofes ecológicas. Es una clara manifestación del hundimiento del mundo en la barbarie 8.
La burguesía en la región está claramente dividida como en el resto del mundo. No encuentra norte. Sus respuestas son tan inmediatistas que dejan agujeros negros en su caminar. La burguesía tiene muy estrecho el margen de maniobra. Ella sabe de su gran limitación. Por ello no debemos de sorprendernos de los giros bruscos de algunas figuras políticas que hacen un recorrido de izquierda a derecha en un abrir y cerrar de ojos. Lo que motiva sus gesticulaciones y cambios de chaqueta es la mejor defensa del interés nacional de su capital y, desde el punto de vista histórico, la respuesta de la clase obrera.
Por eso el terror y el desplazamiento militar en torno a la guerra de Ucrania, por los dos bandos (Rusia-Ucrania) los presupuestos millonarios aprobados en los países centrales de Europa para armamentos y otras situaciones vistas en este conflicto bélico, no es más que un anuncio que hace la burguesía internacional, una señal que manda a todo el mundo y a los trabajadores en particular. Ellos promueven y repiten constantemente que todos debemos de asumir los sacrificios que nos impondrá la guerra y sus consecuencias, y es indudable que serán todos los trabajadores del mundo los que pagarán la mayor cuota, como ya lo estamos viendo actualmente en todo el mundo y en particular en América Latina.
La crisis económica será un enorme peso político sobre la burguesía, sus posibilidades de moverse se restringen mucho más. El proletariado será el que lleve la peor parte y no tiene un norte tampoco de momento. Lo que ocurre en Ucrania lo va a comprender más cuando pague más por el pan, el aceite o el transporte público.
Sin embargo, la única fuerza capaz de parar todo este caos y barbarie en el planeta: es la clase obrera. Con su unidad, su solidaridad mundial desarrollándola como clase, es la única capaz de parar toda esta locura capitalista de destrucción. Las luchas obreras masivas y conscientes en todo el mundo deben mostrar el camino e ir preparando la destrucción de este sistema responsable de todas las guerras y barbarie que amenaza a la humanidad: el SISTEMA CAPITALISTA.
No queremos la paz que ofrecen los estados asesinos, no debemos tomar posición por ningún bando, por ningún país, debemos denunciar a todos los estados capitalistas, a todos los partidos que llamen al nacionalismo o a apoyar alguna bandera nacional. Solo debemos retomar las viejas consignas del movimiento obrero histórico internacional, que están más vigentes que nunca hoy en día:
¡Los proletarios no tienen patria!
¡Proletarios de todos los países, ¡uníos!
Secciones y núcleos en Centro y Sudamérica de la Corriente Comunista Internacional 24042022
1. Dato obtenido del Observatorio de Complejidad Económica (OEC) del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
2Datos según Cepal.
3 https://www.msn.com/es-us/noticias/mundo/el-conflicto-en-ucrania-divide-... [44]
4https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-60657073 [45]
5https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-desc... [22]
6https://es.internationalism.org/content/4793/conflicto-imperialista-en-u... [46]
7https://es.internationalism.org/content/4795/guerra-imperialista-en-ucra... [47]
8https://es.internationalism.org/content/4793/conflicto-imperialista-en-u... [46]
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Junto a las amenazas de posibles ataques nucleares por parte de Rusia y el riesgo de que nubes radiactivas se escapen de las centrales nucleares ucranianas dañadas por los combates, las medidas adoptadas o planificadas por varios países, para poner de rodillas a la economía rusa, conllevan el riesgo de desestabilizar la economía mundial. La trágica constatación de la actual escalada de la guerra y la fuerte tendencia en el aumento de los presupuestos militares (puesta en marcha con la repentina decisión de duplicarlo en Alemania) constituirá un factor adicional para debilitar la situación económica de los países afectados.
Las medidas de represalia económica contra Rusia conllevarán escasez de materias primas en gran parte de los países europeos y la pérdida del mercado ruso para todos. Los precios de las materias primas aumentarán y en consecuencia los de muchos productos básicos. La recesión extenderá a todo el mundo la miseria y en la misma medida aumentará la explotación y el sufrimiento de la clase trabajadora.
No es ninguna exageración, como lo demuestran las declaraciones de expertos alemanes dirigidas a un "público informado" y ansioso por predecir el futuro para poder defender, de la mejor manera, los intereses de la burguesía: "Estamos hablando de una grave crisis económica en Alemania y, por lo tanto, en Europa". "Hundimiento de empresas y desempleo" se ven por el horizonte y para mucho tiempo: "No estamos hablando aquí de tres días o tres semanas", sino quizás de "tres años".1 En este contexto, los precios de la energía siguen aumentando a niveles históricos y sus consecuencias se extenderán mucho más allá de Alemania y Europa y afectarían principalmente a los países pobres. En última instancia, tal aumento en los precios de la energía podría, como se dijo ayer, "conducir al colapso de Estados enteros en Asia, África y América del Sur"2.
La dimensión y la profundidad de las medidas adoptadas contra Rusia, a pesar de su innegable severidad, no explican por sí solas el tsunami económico que azotará al mundo. Aquí debemos incluir el actual nivel de deterioro de la economía mundial, que es producto de un largo proceso de agravamiento de la crisis mundial del capitalismo. Pero sobre esta cuestión, los "expertos" permanecieron en silencio, para no tener que admitir que la causa de la decadencia del capitalismo mundial radica en su crisis histórica e insuperable, de la misma manera que tienen cuidado de no identificar esta guerra, al igual que todas las que han ocurrido desde la Primera Guerra Mundial, como un producto del capitalismo decadente. Tampoco evocan ciertas consecuencias de una nueva caída de la economía en la crisis y en la acentuación de la guerra comercial que es inseparable de ella: un nuevo agravamiento de las tensiones imperialistas y una nueva aceleración, de manera precipitada, en la carrera armamentística.3 Como parte de un enfoque similar para defender el capitalismo, algunos están preocupados por las muy probables consecuencias de la escasez de alimentos básicos que hasta ahora eran producidos en Ucrania, en vista del malestar social mostrado en varios países, sin una preocupación real por el sufrimiento de las poblaciones hambrientas.
La pandemia de Covid ya había mostrado una creciente vulnerabilidad de la economía por la convergencia de una serie de factores específicos del período de vida del capitalismo desde el colapso del bloque del Este y la posterior disolución de los bloques.
Una visión cada vez más a corto plazo ha llevado de hecho al capitalismo a sacrificar, en el altar de las demandas de la crisis global y la competencia económica mundial, cierto número de necesidades imperativas de cualquier sistema de explotación, como es la necesidad de mantener a sus explotados en buen estado de salud. El capitalismo no ha hecho nada para evitar el estallido de la pandemia de Covid-19, que es en sí misma un producto social puro, por lo que respecta a su transmisión de animales a humanos y su propagación en el mundo, a pesar de que los científicos ya habían advertido de su peligro. Además, el deterioro del sistema de salud en los últimos treinta años ha contribuido a que la pandemia sea mucho más mortal. Del mismo modo, la magnitud del desastre y sus repercusiones en la economía han sido fomentadas por la exacerbación del “cada uno a la suya” en todos los niveles de la vida de la sociedad (que es una característica de la fase actual de descomposición del capitalismo) agravando así las manifestaciones clásicas de la competencia, y dando lugar a episodios inverosímiles como la guerra entre pises, por las mascarillas, los respiradores, o las vacunas..., pero también entre servicios estatales o privados dentro del mismo país. Millones de personas han muerto en todo el mundo, y la parálisis parcial de la actividad económica y su desorganización han llevado en 2020, a la peor depresión desde la Segunda Guerra Mundial.
Al afectar a la economía en todo el mundo, era de esperar que la pandemia también revelara nuevos obstáculos a la producción capitalista, como la mayor vulnerabilidad de las cadenas de suministro a diferentes factores. De hecho, basta con que un único eslabón de la cadena sea defectuoso o inoperante, debido a enfermedades, inestabilidad política o catástrofes climáticas, para que el producto final sea en ocasiones a destiempo o muy tardío, lo que resulta incompatible con los requisitos para su comercialización en el mercado. Como consecuencia, en algunos países, un número considerable de automóviles no pudieron ponerse a la venta porque estaban inmovilizados en líneas de montaje, a la espera de piezas que no llegaban, que debían ser entregadas en particular por Rusia. El capitalismo se encuentra así sometido al efecto “boomerang” de la excesiva "globalización" de la economía que la burguesía había desarrollado gradualmente a partir de la década de 1980 para mejorar la rentabilidad del capital a través de la externalización de parte de la producción llevada a cabo por una mano de obra mucho más barata.
Además, el capitalismo se enfrenta cada vez más a los desastres resultantes de los efectos del calentamiento global (incendios monstruosos, ríos que emergen violentamente de sus lechos, inundaciones generalizadas...) que afectan cada vez más significativamente, no solo a la producción agrícola sino también a toda la producción. El capitalismo rinde así su tributo a la frenética explotación y destrucción de la naturaleza desde 1945 (y cuyo impacto se hizo más ampliamente perceptible a partir de la década de 1970) por los diversos capitales que compiten entre sí por la búsqueda de nuevas y cada vez más restringidas fuentes de ganancia.
La imagen que acabamos de esbozar no cae del cielo, sino que es la culminación de más de cien años de decadencia del capitalismo, iniciada por la Primera Guerra Mundial, durante la cual este sistema tuvo que enfrentar constantemente los efectos de la crisis de la sobreproducción, situada en el corazón de todas las contradicciones del capitalismo. Esta cuestión estuvo en el origen de todas las recesiones de este período: la Gran Depresión de la década de 1930 y, después de una apariencia de mejora económica durante el período 1950/60, que algunos han llamado "Gloriosos Treinta", la crisis abierta del capitalismo reapareció a fines de la década de 1960. Cada una de sus expresiones resulta en una recesión más severa que la anterior: 1967, 1970, 1975, 1982, 1991, 2001, 2009. En todas estas ocasiones de crisis, la maquinaria económica tuvo que reactivarse mediante deudas que, en una proporción cada vez mayor, sólo se pagarán por medio de nuevas deudas, y así sucesivamente... Como resultado, cada nueva manifestación abierta de la crisis es más devastadora, mientras que los medios utilizados para hacerle frente, como la deuda, constituyen ellos mismos una amenaza creciente para la estabilidad económica.
La ralentización del crecimiento diez años después del crack financiero de 2008 exigió de nuevo un aumento de la deuda; dos años más tarde, la caída de la producción en 2020 exigió a su vez un apoyo récord a la economía frente a una serie de "nuevos" factores (pandemias, calentamiento global, vulnerabilidad de las cadenas de suministro, etc.). Récord tras récord, la deuda mundial se desconectó más de la economía real, saltando al 256% del valor del PIB mundial. Esta situación no es trivial. Es un factor en la depreciación de las monedas y, por lo tanto, en el desarrollo de la inflación. Un aumento sostenido de los precios conlleva el riesgo de disturbios sociales de diversos tipos (movimientos interclasistas, lucha de clases) y constituye un obstáculo para el comercio mundial. Esta es la razón por la que la burguesía se verá cada vez más obligada a intentar el equilibrio –que, aunque le es familiar, se está volviendo cada vez más peligroso– para poder hacer frente a dos necesidades antagónicas:
Elevar las tasas de interés para frenar el alza de la inflación, pero con la consecuencia de reducir el flujo del grifo del crédito;
Sostener la economía, incapaz de sostenerse sin una inyección permanente de crédito.
Y esto en un contexto tendente al estancamiento de la economía combinado con una inflación significativa.
Además, tal situación es propicia para el estallido de burbujas especulativas que pueden contribuir a desestabilizar la actividad y el comercio global (como en bienes raíces en los Estados Unidos en 2008, en China en 2021).
Frente a cada una de las calamidades que soporta la humanidad, ya sea la cuestión de guerra o las manifestaciones de la crisis económica, la burguesía tiene siempre una panoplia de explicaciones falsas que, a pesar de su gran diversidad, todas tienen en común el exonerar al capitalismo de los males que abruman al planeta.
En 1973 (año que fue un momento en la profundización de la crisis abierta y que desde entonces se ha vuelto prácticamente permanente) el desarrollo del desempleo y la inflación se explicó por el aumento del precio del petróleo. Sin embargo, el auge del petróleo es un hecho propio de la competencia capitalista y no una entidad que sería externa a este sistema4 y que se impondría sin remedio.
La situación actual es otro ejemplo de esta norma. La guerra en Ucrania se convierte en culpa de la Rusia totalitaria y no del capitalismo en crisis, como si este país no fuera por completo parte del capitalismo mundial.
Ante las perspectivas de un empeoramiento considerable de la crisis económica, la burguesía está preparando el terreno para hacer que los proletarios acepten los terribles sacrificios que se le impondrán y que se le presentarán como consecuencia de las medidas de represalia contra Rusia. Su discurso ya es el siguiente: "la población debe aceptar el calentarse, o alimentarse, un poco menos, en solidaridad con el pueblo ucraniano, porque este es el costo del esfuerzo necesario para debilitar a Rusia".
Desde 1914, la clase obrera ha vivido en un infierno: a veces carne de cañón en las dos guerras mundiales y conflictos regionales incesantes y asesinos; otras veces víctima del desempleo masivo durante la Gran Depresión de la década de 1930; en ocasiones obligado a arremangarse para la reconstrucción de países y economías devastados por dos guerras mundiales; y en otras, arrojados a la precariedad o la pobreza con cada nueva recesión desde el regreso de la crisis económica mundial, a fines de la década de 1960.
Ante una nueva caída en la crisis económica, ante las amenazas de guerras, cada vez más insistentes, supondría su perdición si escuchara a la burguesía pidiéndole que se sacrificara. Por el contrario, debe saber aprovechar las contradicciones del capitalismo, expresadas en la guerra y en los ataques económicos, para impulsar conscientemente su lucha de clases lo más lejos posible y derrocar al capitalismo.
Silvio (26 de marzo de 2022)
1"Habeck: examinando formas de moderar los precios de la energía", Sueddeutsche (8 de marzo de 2022)
2"Estados Unidos pone un embargo petrolero en la agenda", Frankfurter Allgemeine Zeitung (8 de marzo de 2022).
3"Resolución sobre la situación internacional [50]", Revista Internacional N.º 63 (junio de 1990).
4Lea nuestro artículo, El aumento del precio del petróleo: una consecuencia y no la causa de la crisis [51], Revista Internacional N.º 19.
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Estamos viviendo la campaña de propaganda bélica más intensa desde la Segunda Guerra Mundial, no sólo en Rusia y Ucrania, sino en todo el mundo. Por lo tanto, es esencial que todos los que tratan de defender el internacionalismo proletario frente a los tambores de guerra aprovechen todas las oportunidades para reunirse para discutir y aclarar, para apoyarse y solidarizarse, y para definir mejor el método de los revolucionarios contra la campaña militarista de la burguesía. Por ello, la CCI ha organizado una serie de reuniones públicas en línea y presenciales en varios idiomas (inglés, francés, español, neerlandés, italiano, alemán, portugués y turco) y seguirá organizando más en un futuro próximo.
En el espacio de este breve artículo no podemos resumir todos los debates que tuvieron lugar, que estuvieron marcados por un ambiente serio y fraternal, un verdadero deseo de entender lo que está pasando. En cambio, nos gustaría centrarnos en algunas de las principales cuestiones y temas que surgieron. También publicaremos en nuestro sitio web las contribuciones de los partidarios que aportan su propia visión de los debates y su dinámica.
El primer tema, y probablemente el más vital, fue un amplio acuerdo en que los principios básicos del internacionalismo (no apoyar a ninguno de los dos bandos imperialistas, rechazar todas las ilusiones pacifistas, afirmar la lucha de clases internacional como la única fuerza que puede oponerse realmente a la guerra) siguen siendo tan válidos como siempre, a pesar de la enorme presión ideológica, especialmente en los países occidentales, para unirse a la defensa de la "pequeña y valiente Ucrania" contra el oso ruso. Algunos podrían replicar que se trata de generalizaciones banales que no deberían tomarse al pie de la letra., Ciertamente no es fácil plantearlas en el clima actual, donde hay pocas señales de oposición de clase a la guerra. Los internacionalistas deben reconocer que, por el momento, están nadando a contracorriente. En este sentido, se encuentran en una situación similar a la de los revolucionarios que, en 1914, tuvieron que mantener sus principios frente a la histeria bélica que acompañó los primeros días y meses de la guerra. Pero también podemos inspirarnos en la posterior reacción de la clase obrera a la guerra, que convirtió las consignas generales de los internacionalistas en una guía de acción para derrocar el orden mundial capitalista.
Un segundo elemento clave del debate (sobre el que hubo menos acuerdo) fue la necesidad de comprender la gravedad de la guerra actual que, tras la pandemia de Covid, proporciona una prueba más de que el capitalismo en su periodo de decadencia es una amenaza creciente para la propia supervivencia de la humanidad. Incluso si la guerra en Ucrania no prepara el terreno para la formación de nuevos bloques imperialistas que arrastrarían a la humanidad a una tercera (y probablemente definitiva) guerra mundial, expresa sin embargo la intensificación y extensión de la barbarie militar que, combinada con la destrucción de la naturaleza y otras manifestaciones de un sistema moribundo, tendría en última instancia el mismo resultado que una guerra mundial. En nuestra opinión, la guerra actual marca un paso importante en la aceleración de la descomposición del capitalismo, un proceso que contiene la amenaza de abrumar al proletariado antes de que sea capaz de reunir sus fuerzas para una lucha consciente contra el capital1.
No vamos a explicar aquí por qué rechazamos el argumento de que estamos asistiendo a la reconstitución de bloques militares estables. Simplemente diremos que, a pesar de las tendencias reales hacia una "bipolarización" de los antagonismos imperialistas, seguimos considerando que éstas se ven contrarrestadas por la tendencia opuesta de cada potencia imperialista a defender sus intereses particulares y a resistirse a la subordinación a una determinada potencia mundial. Pero esta última tendencia significa una creciente pérdida de control por parte de la clase dominante, un deslizamiento cada vez más irracional e imprevisible hacia el caos, que en muchos aspectos conduce a una situación más peligrosa que aquella en la que el planeta era "gestionado" por los bloques imperialistas rivales durante la "guerra fría".
Varios camaradas en las reuniones hicieron preguntas sobre este análisis; y algunos, por ejemplo, miembros de la CWO (Organización de Trabajadores Comunistas) en las reuniones de habla inglesa, se opusieron claramente a nuestro marco de análisis de la descomposición2. Pero no cabe duda de que la defensa de una posición internacionalista coherente debe basarse fundamentalmente en la capacidad de desarrollar un análisis serio de la situación mundial, pues de lo contrario se corre el peligro de confundirse con la rapidez e imprevisibilidad de los acontecimientos inmediatos. Contrariamente al análisis de la guerra realizado por los camaradas de los Cahiers du Marxisme Vivant en uno de los encuentros en Francia, no creemos que las simples explicaciones económicas, la búsqueda del beneficio a corto plazo, puedan explicar el verdadero origen y la dinámica del conflicto imperialista en una época histórica en la que las motivaciones económicas están cada vez más dominadas por los imperativos militares y estratégicos. Los ruinosos costes de esta guerra serán una prueba más de esta afirmación.
Es tan importante comprender el origen y la dirección del conflicto imperialista como hacer un análisis claro de la situación de la clase obrera mundial y de las perspectivas de la lucha de clases. Aunque había acuerdo general en que la campaña de guerra estaba infligiendo graves golpes a la conciencia de una clase obrera que ya había sufrido una profunda pérdida de confianza y de conciencia de sí misma, algunos participantes en la reunión tendían a pensar que la clase obrera ya no era un obstáculo para la guerra. Respondimos que la clase obrera no puede ser tratada como una masa homogénea. Es evidente que la clase obrera de Ucrania, que fue ahogada por la movilización para la "defensa de la nación", sufrió una verdadera derrota. Pero es diferente en Rusia, donde hay una clara oposición generalizada a la guerra, a pesar de la brutal represión de cualquier disidencia, y en el ejército ruso, donde hay signos de desmoralización e incluso de rebelión. Pero, sobre todo, no se puede contar con el proletariado de Europa Occidental para que se sacrifique, ni económica ni militarmente, y la clase dominante de estos países hace tiempo que no puede utilizar más que soldados profesionales para sus aventuras militares. A raíz de las huelgas masivas en Polonia en 1980, la CCI desarrolló una crítica a la teoría de Lenin de que la cadena del capitalismo mundial se rompería en su "eslabón más débil", es decir, en los países menos desarrollados, siguiendo el ejemplo de Rusia en 1917. En cambio, insistimos en que la clase obrera de Europa Occidental, más experimentada políticamente, sería la clave para la generalización de la lucha de clases3. En un artículo posterior explicaremos por qué creemos que este punto de vista sigue siendo válido hoy en día, a pesar de los cambios en la composición del proletariado mundial que se han producido posteriormente.
Los participantes en la reunión compartían una preocupación legítima sobre la responsabilidad específica de los revolucionarios en esta guerra. En las reuniones de Francia y España, esta cuestión estuvo en el centro de la discusión, pero en nuestra opinión, varios compañeros adoptaron un enfoque activista, sobrestimando la posibilidad de que nuestras consignas internacionalistas pudieran tener un impacto inmediato en el curso de los acontecimientos. Tomando el ejemplo del llamamiento a la confraternización entre proletarios de uniforme: aunque sigue siendo perfectamente válido como perspectiva general, sin el desarrollo de un movimiento de clase más general como el que vimos en las fábricas y calles de Rusia y Alemania en 1917-18, hay pocas posibilidades de que los combatientes de ambos lados de la guerra actual se vean como compañeros de clase. Y, por supuesto, los auténticos internacionalistas son hoy una minoría tan pequeña que no pueden esperar tener un impacto inmediato en el curso de la lucha de clases en general.
Sin embargo, no creemos que esto signifique que los revolucionarios estén condenados a ser una voz en el desierto. De nuevo, debemos inspirarnos en figuras como Lenin y Luxemburgo en 1914, que comprendieron la necesidad de plantar la bandera del internacionalismo incluso cuando estaban aislados de la masa de su clase, de seguir luchando por los principios frente a la traición de las viejas organizaciones obreras, y de desarrollar un análisis profundo de las verdaderas causas de la guerra frente a las coartadas de la clase dominante. Asimismo, debemos seguir el ejemplo de la conferencia de Zimmerwald y de otras conferencias que han expresado la determinación de los internacionalistas de reunirse y emitir un manifiesto común contra la guerra, aunque tengan análisis y perspectivas diferentes4.
En este sentido, celebramos la participación de otras organizaciones revolucionarias en estas reuniones, su contribución al debate y su disposición a considerar nuestra propuesta de una declaración conjunta de la izquierda comunista contra la guerra. No podemos sino lamentar la posterior decisión de la CWO/TCI de rechazar nuestra propuesta, cuestión a la que tendremos que volver en un artículo posterior.
También fue importante que, en respuesta a las preguntas de los camaradas sobre lo que se podía hacer en su localidad o país, la CWO hiciera hincapié en la primacía de establecer y desarrollar contactos y actividades internacionales, de integrar las especificidades locales y nacionales en un marco de análisis más global. Trabajar a escala internacional proporciona a los revolucionarios un medio para luchar contra el aislamiento y la desmoralización que puede derivarse de él.
Una guerra imperialista de gran envergadura sólo puede subrayar la realidad de que la actividad revolucionaria sólo tiene sentido en el marco de las organizaciones políticas revolucionarias. Como escribimos en nuestro informe sobre la estructura y el funcionamiento de la organización revolucionaria, "la clase obrera no da a luz a los militantes revolucionarios, sino a las organizaciones revolucionarias: no hay relación directa entre los militantes y la clase". Esto pone de manifiesto la responsabilidad de las organizaciones de la Izquierda Comunista a la hora de proporcionar un marco, un punto de referencia militante en torno al cual pueden orientarse los camaradas individuales. A su vez, las organizaciones sólo pueden fortalecerse con las aportaciones y el apoyo activo que reciben de estos compañeros.
Amos, 8 de abril de 2022
1 Para un análisis más detallado de la gravedad de la actual situación mundial ver Documentos del 24º Congreso Internacional de la CCI https://es.internationalism.org/content/4765/documentos-del-24o-congreso-internacional-de-la-cci-2021 [53]
2 Sobre la descomposición ver nuestras Tesis https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [22]
3 Ver https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/855/el-proletariado-de-europa-occidental-en-una-posicion-central-de-la- [54]
4 Ver la Declaración común de grupos de la Izquierda Comunista https://es.internationalism.org/content/4807/declaracion-conjunta-de-grupos-de-la-izquierda-comunista-internacional-sobre-la-guerra [55]
Links
[1] https://es.internationalism.org/files/es/conferencia_de_zimmerwald_una_referencia_indispensable_para_la_defensa_del_internacionalismo.pdf
[2] https://fr.internationalism.org/rinte44/zimmer.htm
[3] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200808/2334/zimmerwald-1915-17-de-la-guerra-a-la-revolucion
[4] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201509/4115/las-corrientes-centristas-en-las-organizaciones-politicas-del-prol
[5] https://es.internationalism.org/en/tag/5/685/zimmerwald
[6] https://es.internationalism.org/en/tag/3/47/guerra
[7] https://es.internationalism.org/en/tag/3/48/imperialismo
[8] https://es.internationalism.org/en/tag/3/49/internacionalismo
[9] https://es.internationalism.org/files/es/editorial_frente_a_la_guerra_imperialista_lucha_de_clases.pdf
[10] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/rusia
[11] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/ucrania
[12] https://es.internationalism.org/en/tag/personalidades/zelensky
[13] https://es.internationalism.org/en/tag/personalidades/putin
[14] https://es.internationalism.org/en/tag/personalidades/biden
[15] https://es.internationalism.org/files/es/el_trotskismo_el_gran_mendigo_del_imperialismo_reclutador_de_carne_de_canon.pdf
[16] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200602/778/acerca-del-imperialismo
[17] https://es.internationalism.org/cci-online/200610/1102/que-es-el-imperialismo
[18] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/izquierdismo
[19] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/trotskismo
[20] https://es.internationalism.org/files/es/estados_unidos_rusia_la_ue_ucrania._todos_los_estados_son_responsables_de_la_guerra.pdf
[21] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion
[22] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[23] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/china
[24] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/union-europea
[25] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/estados-unidos
[26] https://es.internationalism.org/en/tag/2/25/la-decadencia-del-capitalismo
[27] https://es.internationalism.org/en/tag/3/45/descomposicion
[28] https://es.internationalism.org/files/es/gran_bretana_la_clase_obrera_empieza_a_responder_a_los_ataques.pdf
[29] https://es.internationalism.org/content/4736/luchas-obreras-en-estados-unidos-iran-italia-corea-ni-la-pandemia-ni-la-crisis
[30] https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-xxiv-congreso-de-la-cci-2021
[31] https://www.theguardian.com/business/2022/jan/09/free-market-tax-cutting-economics-will-not-ease-the-uks-cost-of-living-squeeze
[32] https://es.internationalism.org/content/4738/huelga-del-metal-en-cadiz-nuestra-fuerza-es-luchar-como-clase-obrera
[33] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/gran-bretana
[34] https://es.internationalism.org/en/tag/2/30/la-cuestion-sindical
[35] https://es.internationalism.org/en/tag/2/29/la-lucha-del-proletariado
[36] https://es.internationalism.org/files/es/guerra_en_ucrania_la_propaganda_22humanitaria22_al_servicio_de_la_guerra.pdf
[37] https://es.internationalism.org/content/4757/calais-bielorrusia-la-barbarie-del-capitalismo-con-los-emigrantes-expresa-su-barbarie
[38] https://es.internationalism.org/content/4798/crisis-emigratoria-en-chile-la-inmigracion-un-producto-de-la-barbarie-y-la-crisis-del
[39] mailto:[email protected]
[40] mailto:[email protected]
[41] https://es.internationalism.org/en/tag/4/403/chile
[42] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/reuniones-publicas
[43] https://es.internationalism.org/files/es/la_guerra_en_ucrania_tambien_golpea_a_los_trabajadores_en_america_latina.pdf
[44] https://www.msn.com/es-us/noticias/mundo/el-conflicto-en-ucrania-divide-a-am%C3%A9rica-latina/ar-AAUzdaF/
[45] https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-60657073
[46] https://es.internationalism.org/content/4793/conflicto-imperialista-en-ucrania-el-capitalismo-es-la-guerra-guerra-al-capitalismo
[47] https://es.internationalism.org/content/4795/guerra-imperialista-en-ucrania-la-clase-dominante-exige-sacrificios-en-el-altar-de-la
[48] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/america-central-y-sudamerica
[49] https://es.internationalism.org/files/es/ni_por_la_guerra_ni_por_la_crisis._la_clase_obrera_no_debe_aceptar_ningun_sacrificio.pdf
[50] https://fr.internationalism.org/rinte63/reso.htm
[51] https://fr.internationalism.org/rinte19/crise.htm
[52] https://es.internationalism.org/files/es/reuniones_publicas_de_la_cci_quien_puede_detener_las_guerras_y_la_barbarie_capitalista.pdf
[53] https://es.internationalism.org/content/4765/documentos-del-24o-congreso-internacional-de-la-cci-2021
[54] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/855/el-proletariado-de-europa-occidental-en-una-posicion-central-de-la-
[55] https://es.internationalism.org/content/4807/declaracion-conjunta-de-grupos-de-la-izquierda-comunista-internacional-sobre-la-guerra