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Hace ochenta años se ponía fin a uno de los hechos más importantes del siglo XX: la guerra de España. Este acontecimiento, de gran relevancia, estuvo en el centro de la situación mundial en la década de 1930. Y se mantuvo en el centro de la actualidad política internacional durante muchos años. Constituyó una prueba decisiva para todas las tendencias políticas que se presentaban a sí mismas como proletarias y revolucionarias. Por ejemplo, fue en España donde se pudo ver al estalinismo en acción, por primera vez fuera de la URSS, en su papel de verdugo del proletariado. Fue también en torno a la cuestión española donde se produjo una decantación entre las corrientes que habían luchado contra la degeneración y la traición de los partidos comunistas en la década de 1920: por un lado, quienes se mantendrían en una posición internacionalista durante la Segunda Guerra Mundial; por otro, los que apoyaron esta carnicería, como por ejemplo la corriente trotskista[1]. Y aún hoy, los acontecimientos de 1936-1939 en España siguen estando presentes en las tomas de posición y la propaganda de las corrientes que dicen ser parte de la revolución proletaria. Es el caso, en particular, de las diferentes tendencias del anarquismo y del trotskismo que, más allá de sus diferencias, coinciden en que hubo una "revolución" en España en 1936. Una revolución que, según los anarquistas, habría ido mucho más lejos que la de 1917 en Rusia debido a la constitución de las "colectivizaciones" promovidas por la CNT, la central sindical anarcosindicalista. Un análisis que en su momento fue rechazado por las distintas corrientes de la izquierda comunista, por la izquierda italiana y también por la izquierda germano-holandesa.
La primera pregunta a la que debemos responder pues es la siguiente: ¿hubo una revolución en España en 1936?
Antes de contestar a esta pregunta tenemos, obviamente, que ponernos de acuerdo en que entendemos por "revolución". Es éste un término del que se abusa pues es utilizado tanto por la extrema izquierda (por ejemplo, Mélenchon con su "Revolución Ciudadana"), como por la extrema derecha (la "Revolución Nacional"). Hasta el mismo Macron tituló así el libro en que dio a conocer su programa. “Revolución”.
Lo cierto es que más allá de todas sus interpretaciones fantasiosas, este término "Revolución" califica en la historia un cambio violento de régimen político que expresa un trastocamiento de la relación de fuerzas entre las clases sociales que beneficia a aquellas que representan un progreso para la sociedad. Tal fueron los casos de la Revolución Inglesa de los años 1640, y de la Revolución Francesa de 1789. Ambas significaron un ataque al poder político de la aristocracia en favor de la burguesía.
A lo largo del siglo XIX, los avances políticos de la burguesía en prejuicio de la nobleza representaban un progreso para la sociedad. Y esto se debe a que en ese momento el capitalismo era un sistema en plena prosperidad, lanzado a la conquista del mundo. Pero esta situación cambió radicalmente en el siglo XX. Las potencias burguesas acabaron de repartirse el mundo. Cualquier nueva conquista, fuera colonial o comercial, debía hacerse asaltando los dominios de una potencia rival. Vimos entonces un auge del militarismo y a un estallido de tensiones imperialistas que desembocaron en la Primera Guerra Mundial. Esto fue la señal de que el capitalismo se había convertido ya en un sistema decadente y obsoleto. Las revoluciones burguesas ya no tienen vigencia. La única revolución que está al orden del día es la que debe derrocar el sistema capitalista y establecer una nueva sociedad liberada de la explotación y la guerra, el comunismo. El sujeto histórico de esta revolución es la clase de los trabajadores asalariados que produce la mayor parte de la riqueza social, el proletariado.
Hay diferencias fundamentales entre las revoluciones burguesas y la revolución proletaria. Una revolución burguesa, es decir, la toma del poder político por parte de los representantes de la clase burguesa de un país es el resultado de todo un período histórico durante el cual la burguesía ha ido adquiriendo un peso decisivo en la esfera económica mediante el desarrollo del comercio y las técnicas productivas. La revolución política, o sea la abolición de los privilegios de la nobleza, constituye un paso importante (aunque no indispensable) en el creciente control de la burguesía sobre la sociedad que le permite facilitar y acelerar este proceso de control.
La revolución proletaria no se sitúa en absoluto al final del proceso de transformación económica de la sociedad, sino por el contrario al principio. La burguesía sí pudo constituir islotes de economía burguesa en medio de la sociedad feudal, ciudades que actuaban como mercados, redes comerciales. Tales islotes se fueron expandiendo y fortaleciendo gradualmente. Pero esto no es así para el proletariado. No pueden existir islotes de comunismo en una economía mundial dominada por el capitalismo y las relaciones mercantiles. Este fue el sueño de socialistas utópicos como Fourier, Saint-Simón u Owen. Pero, pese a su buena voluntad y sus análisis frecuentemente muy sesudos de las contradicciones del capitalismo, sus sueños chocaron y se desvanecieron ante la realidad de la sociedad capitalista. Lo cierto es que la primera etapa de la revolución comunista consiste en la toma del poder político por el proletariado a escala mundial. Gracias a este poder político es como la clase revolucionaria podrá transformar gradualmente toda la economía socializándola, aboliendo la propiedad privada de los medios de producción y el intercambio de mercancías.
Y hay otras dos diferencias fundamentales entre las revoluciones burguesas y la revolución proletaria:
- Primeramente, que mientras las revoluciones burguesas han podido darse en momentos distintos dependiendo del desarrollo económico de cada país (hay, por ejemplo, más de un siglo entre las revoluciones inglesa y francesa); la revolución proletaria debe darse en un mismo momento histórico. Si queda aislada en un solo país o en un puñado de estos, se ve condenada a la derrota. Esto es lo que vimos con el ejemplo de la revolución rusa de 1917[2].
- En segundo lugar, las revoluciones burguesas, aun cuando fueran extremadamente violentas, conservaron lo esencial del aparato de Estado de la sociedad feudal (el ejército, la policía, justicia, burocracia). De hecho, las revoluciones burguesas consistieron en modernizar, perfeccionar el aparato estatal existente. Esto fue posible y necesario porque en este tipo de revolución eran dos clases explotadoras, la nobleza y la burguesía, las que se sucedían en la dominación sobre la sociedad. Nada de eso sucede en la revolución proletaria. El proletariado, la clase explotada en la sociedad capitalista, no puede en modo alguno utilizar en su beneficio un aparato de Estado concebido y organizado para garantizar esa explotación, para reprimir las luchas contra esa explotación. La primera de las tareas del proletariado en la revolución consiste en armarse para destruir de arriba abajo el aparato estatal, y a poner en marcha sus propios órganos de poder basados en sus organizaciones unitarias de masas, con delegados elegidos y revocables por las asambleas generales: los Consejos Obreros[3].
El 18 de julio de 1936, ante el golpe militar perpetrado contra el gobierno del Frente Popular, el proletariado tomó las armas. Consiguió que en la mayoría de las grandes ciudades fracasara la empresa criminal dirigida por Franco y sus acólitos. Pero ¿Aprovechó el proletariado esta situación, su posición de fuerza, para atacar al Estado burgués? Un Estado burgués que, desde el establecimiento de la República en 1931, ya se había distinguido en la sangrienta represión de la clase obrera, particularmente en Asturias en 1934 con 3.000 muertos. ¡Absolutamente no!
La respuesta de los trabajadores fue, sin duda, inicialmente, una acción de clase, que impidió que triunfase el golpe de Estado. Pero, desafortunadamente, la energía de los trabajadores fue rápidamente canalizada y recuperada ideológicamente para la defensa del Estado, gracias a la fuerza mistificadora del "antifascismo" del Frente Popular. En vez de atacar y destruir el Estado burgués como ocurrió en octubre de 1917 en Rusia, los trabajadores fueron desviados y reclutados para la defensa del Estado republicano. En esta tragedia, la CNT anarquista, la central sindical más poderosa, desempeñó un papel capital, desarmando a los trabajadores, empujándolos a abandonar el terreno de la lucha de clases para, en vez de eso, capitular y engañarlos entregándoles atados de pies y manos al Estado burgués. En lugar de atacar al Estado para destruirlo, como siempre habían prometido hacer, los anarquistas ocuparon ministerios declarando, por boca de Federica Montseny, ministra anarquista del gobierno republicano: «Hoy en día, el gobierno, como instrumento de control de los órganos del Estado, ha dejado de ser una fuerza de opresión contra la clase obrera, al igual que el Estado ya no representa una organización que divide a la sociedad en clases. Ambos oprimirán aún menos al pueblo ahora que los miembros de la CNT participan en ellos». Los anarquistas, que presumían de ser los mayores "enemigos del Estado" pudieron así, empleando este tipo de retórica, arrastrar a los trabajadores españoles a la defensa pura y simple del Estado democrático. La clase obrera fue desviada de sus propios objetivos políticos para, en cambio, dedicarse a apoyar la fracción "democrática" contra la fracción "fascista" de la burguesía. Esto da la medida de la amplitud de la bancarrota política, moral, histórica, del anarquismo. Siendo la fuerza políticamente dominante en la Península Ibérica, el anarquismo mostró su total incapacidad para llevar a cabo una política de clase, de emancipación de la clase obrera. En vez de ello, empujo a ésta a la defensa de la burguesía democrática, del Estado capitalista. Pero la bancarrota del anarquismo no se detiene ahí. Cuando afirmaba que estaba llevando a cabo la revolución privilegiando las “acciones locales” como las "colectivizaciones" de 1936, en realidad estaba prestando un valioso servicio al Estado burgués:
- por un lado, permitiendo la reorganización de la economía española a favor del esfuerzo de guerra del Estado republicano, es decir, del representante de la burguesía democrática, contra la fracción "fascista" de la misma burguesía;
- por otro lado, desviando al proletariado de una acción política de conjunto, privilegiando en cambio la gestión inmediata de las unidades de producción, siempre en beneficio del Estado y, por lo tanto, de la burguesía. Obligados a ocuparse del control en el día a día de la producción, los trabajadores encuadrados en las "colectividades" se vieron obligados a abandonar cualquier actividad política global en favor de la gestión de las empresas locales, sin vínculos de unas con otras, ni con las necesidades reales de la clase obrera.
Y si el proletariado se adueñó de las calles en julio de 1936, menos de un año más tarde se encontraba ya sometido por la coalición de fuerzas políticas republicanas. El 3 de mayo de 1937 hizo un último intento de oponerse a esta sumisión. Ese día, los "guardias de Asalto", unidades policiales del Gobierno republicano del que se habían adueñado ya los estalinistas, quisieron ocupar el edificio de la Telefónica en Barcelona que se encontraba en manos de la CNT. La parte más combativa del proletariado respondió a esta provocación lanzándose a la calle, levantando barricadas y declarando una huelga que casi fue general. El proletariado estaba bien movilizado, disponía de armas, pero carecía de perspectiva. ciertamente tenía armas, pero seguía sin perspectiva. El Estado democrático había permanecido intacto. Siempre había estado presente y a la ofensiva y, contrariamente a lo que habían querido hacer creer los anarquistas, en manera alguna había renunciado a reprimir los intentos de resistencia proletaria. Y así, mientras las tropas franquistas detenían voluntariamente su ofensiva en el Frente, los estalinistas y el gobierno republicano aplastaban a esos mismos trabajadores que, en julio de 1936, habían derrotado el golpe de estado fascista. Fue en ese momento cuando Federica Montseny, la ministra anarquista más prominente, llamó a los trabajadores a detener la lucha, ¡a deponer las armas!, perpetrando una auténtica puñalada por la espalda a la clase obrera, una verdadera traición y una derrota aplastante. Esto es lo que Bilan, la publicación de la Izquierda Comunista italiana escribió en esta ocasión: «El 19 de julio de 1936 los proletarios de Barcelona, con puño desarmado, aplastaron batallones de Franco ARMADOS HASTA LOS DIENTES. El 4 de mayo de 1937, estos mismos proletarios, ARMADOS, dejan en la calle muchas más víctimas que en Julio cuando tuvieron que repeler a Franco, y es el gobierno antifascista –incluidos la CNT-FAI y del que el POUM es indirectamente solidario- quien da suelta a la gentuza de las fuerzas represivas contras los obreros».
En la represión general que siguió a la derrota del levantamiento de mayo de 1937, los estalinistas se esmeraron en proceder a la eliminación física de los "elementos perturbadores". Este fue el caso, por ejemplo, del militante anarquista italiano Camilo Berneri, que tuvo la lucidez y el coraje de hacer una crítica en toda regla de la política de la CNT y de la acción de los ministros anarquistas en una "Carta Abierta a la camarada Federica Montseny".
Decir que lo que ocurrió en España en 1936 fue una revolución de un nivel "superior" a la que tuvo lugar en Rusia en 1917 no sólo le da la espalda a la realidad, sino que constituye un importante ataque contra la conciencia del proletariado al orillar y rechazar las experiencias más preciosas de la revolución rusa: sobre todo la creación de los Consejos Obreros (Soviets); la destrucción del Estado burgués y el internacionalismo proletario, ya que esta revolución fue concebida como la primera etapa de la revolución mundial e impulsó la constitución de la Internacional Comunista. Un internacionalismo proletario que, pese a sus afirmaciones, le resulta extraño al movimiento anarquista, como veremos más adelante[4].
El primer elemento que nos permite afirmar que la Guerra de España fue sólo un preludio de la Segunda Guerra Mundial, y no una revolución social, es la propia naturaleza de la lucha entre las distintas fracciones burguesas del Estado - republicanos y fascistas -, y entre las naciones. El nacionalismo de la CNT la llevó a llamar explícitamente a una guerra mundial para salvar a la "nación española": «La España libre cumplirá con su deber. Y frente a esta actitud heroica, ¿qué harán las democracias? Es de esperar que lo inevitable no tardará en llegar. La actitud provocadora y grosera de Alemania ya se está volviendo insoportable. (...) Todo el mundo sabe que, en última instancia, las democracias tendrán que intervenir con sus escuadrones y ejércitos para cerrarle el paso de estas hordas de enloquecidos...». (Solidaridad obrera, periódico de la CNT, 6 de enero de 1937, citado por Revolución Proletaria No. 238, enero de 1937). Las dos facciones burguesas en lucha buscaron inmediatamente apoyo externo: no sólo hubo una intervención militar masiva por parte de los Estados fascistas que aportaron aviación y un ejército blindado moderno a los franquistas, pero también la URSS se involucró muy activamente en el conflicto mediante sus envíos de armamento y sus "asesores militares". Se produjo un apoyo político y mediático en todo el mundo a favor de uno u otro bando de la burguesía. ¡Todo lo contrario de lo que sucedió en la Revolución Rusa en 1917 cuando no sólo ninguna de las naciones capitalistas la apoyó, sino que todas ellas se aprestaron a aislarla y a combatirla militarmente, tratando de ahogarla en sangre![5]
Una de las ilustraciones más evidentes del papel jugado por la guerra de España en la preparación de la Segunda Guerra Mundial es la actitud que tuvieron muchos militantes anarquistas hacia ésta. Así, muchos de ellos se involucraron en la Resistencia, es decir, en la organización que representaba al campo imperialista angloamericano en el territorio francés ocupado por Alemania. Algunos incluso se alistaron en el ejército regular francés, en particular en la Legión Extranjera o en la 2ª División Blindada del general Leclerc, el mismo Leclerc que continuaría su carrera en la guerra colonial de Indochina. Por ello los primeros carros de combate que entraron en París el 24 de agosto de 1944 estaban dirigidos por tanquistas españoles y enarbolaban el retrato de Durruti, el líder anarquista que dirigió la famosa "columna Durruti", y que murió en las afueras de Madrid en noviembre de 1936.
Todos aquellos que, aun reivindicando la revolución proletaria, han tomado partido por la República, por el “bando democrático”, lo han hecho en general invocando el "mal menor" y contra el "peligro fascista". Los anarquistas han sido los promotores de esta ideología democrática en nombre de sus principios "antiautoritarios". Según ellos, aunque admiten que la "democracia" es una de las expresiones del capital, consideran que constituye un "mal menor" en comparación con el fascismo porque, obviamente, es menos autoritaria. ¡Pero eso es de una ceguera total! La democracia no es un "mal menor". ¡Al contrario! Precisamente porque es capaz de crear más ilusiones que los regímenes fascistas o autoritarios, constituye el arma predilecta de la burguesía contra el proletariado.
Además, la democracia no se queda atrás cuando se trata de reprimir a la clase obrera. Fueron los "demócratas", es más los "socialdemócratas", Ebert y Noske, quienes asesinaron a Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg, así como a miles de trabajadores, durante la revolución alemana de 1919, frenando así la propagación de la revolución mundial. En cuanto a la Segunda Guerra Mundial, las atrocidades cometidas por el "campo fascista" son bien conocidas y difundidas, pero las del "bando democrático” no le van a la zaga: no fue Hitler quien envió dos bombas atómicas contra la población civil, sino el "demócrata" Truman, presidente de la gran "democracia" estadounidense.
Y si echamos la vista atrás al caso de la Guerra de España, debemos recordar la acogida que dispensó la República Francesa, campeona de los "derechos humanos" y de la "Liberté-Égalité-Fraternité", a los 400 mil refugiados que huyeron de territorio español en el invierno de 1939, al final de la guerra civil. La mayor parte de ellos fueron hacinados como ganado en campo de concentración, rodeados de alambre de púas, bajo la guardia armada de los gendarmes de la democracia francesa[6].
- Contrariamente a quienes quieren enterrar al proletariado y tratan de desacreditar su lucha, a los que piensan que la tradición de la izquierda comunista es "obsoleta" o "anticuada", que sería necesario desprenderse del pasado revolucionario del proletariado, que España sería una experiencia revolucionaria "superior", que finalmente habría que ir olvidando el pasado y “experimentar otras cosas”, nosotros afirmamos que la lucha obrera sigue siendo el único camino hacia el futuro de la humanidad. Y que, por tanto, debemos defender imperativamente la memoria obrera y sus tradiciones de lucha. En particular la necesidad de su autonomía de clase, de una lucha intransigente por sus intereses propios de clase, en su terreno de clase, con su propio método de lucha, sus propios principios.
- Una revolución proletaria no tiene nada que ver con la lucha "antifascista" y los acontecimientos en España en la década de 1930. Por el contrario, debe situarse en el campo político de la lucha obrera consciente, basada en la fuerza política de los Consejos Obreros. El proletariado debe preservar su autoorganización, su independencia política de todas las fracciones de la burguesía, de todas las ideologías que le son ajenas. Esto es lo que el proletariado fue incapaz de hacer en España, ya que, por el contrario, se vio atado, y por lo tanto sometido, a las fuerzas de izquierda del capital.
- La Guerra de España también muestra que no es posible empezar a "construir una nueva sociedad" a través de iniciativas locales en el terreno de la economía, como quieren creer los anarquistas. La lucha de clases revolucionaria es, primeramente y, ante todo, un movimiento político internacional y no se limita a reformas o recetas económicas preparatorias (ni siquiera mediante "experimentos" aparentemente muy radicales). La primera tarea de la Revolución Proletaria, como nos ha mostrado la Revolución Rusa, debe ser política: la destrucción del estado burgués y la toma del poder por la clase obrera a escala internacional. Sin ello es inevitablemente el aislamiento y la derrota.
- Finalmente, la ideología democrática es la más peligrosa de todas las promovidas por el enemigo de clase. Es la más perniciosa, la que hace que el lobo capitalista parezca un cordero protector y "favorable" a los trabajadores. El antifascismo fue pues en España y en otros lugares, al arma perfecta que utilizaron los frentes populares para enviar a los trabajadores a ser masacrados en la guerra imperialista. El Estado y su "democracia", como expresión hipócrita y perniciosa del capital, sigue siendo nuestro enemigo. El mito democrático no es sólo una máscara del Estado y de la burguesía para ocultar su dictadura, su dominación social y su explotación, sino también, y ante todo, el obstáculo más poderoso y difícil de superar para el proletariado. Los acontecimientos de 1936/37 en España lo demuestran profusamente y es una de sus principales enseñanzas.
Corriente Comunista Internacional, junio de 2019
[1] Ver nuestro libro España 1936: Franco y la República masacran al proletariado. https://es.internationalism.org/cci/200602/539/espana-1936-franco-y-la-republica-masacran-al-proletariado [2]
[2] Ver el Manifiesto de nuestro 22º Congreso Internacional sobre la Revolución de 1917: https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201710/4237/manifiesto-de-la-corriente-comunista-internacional-sobre-la-revolucion [3]
[3] Ver la Serie ¿Qué son los Consejos Obreros?: https://es.internationalism.org/revista-internacional/201002/2769/que-son-los-consejos-obreros-i [4] , https://es.internationalism.org/revista-internacional/201005/2865/que-son-los-consejos-obreros-2-parte-de-febrero-a-julio-de-1917-re [5] , https://es.internationalism.org/revista-internacional/201008/2910/que-son-los-consejos-obreros-iii-la-revolucion-de-1917-de-julio-a- [6] , https://es.internationalism.org/revista-internacional/201012/3004/que-son-los-consejos-obreros-iv-1917-21-los-soviets-tratan-de-ejer [7] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/201104/3086/que-son-los-consejos-obreros-v-los-soviets-ante-la-cuestion-del-es [8]
[4] Munis, un revolucionario de origen trotskista que, sin embargo, logró toda su vida permanecer fiel al proletariado, sustentaba esa “teoría”: no solo que hubo una “revolución” en España, sino que esta habría sido “más profunda” que la revolución de 1917 en Rusia. Hemos criticado este análisis en Crítica del libro JALONES DE DERROTA PROMESAS DE VICTORIA https://es.internationalism.org/cci/200602/753/1critica-del-libro-jalones-de-derrota-promesas-de-victoria [9] y en ¿Una revolución más profunda que la revolución rusa de 1917? https://es.internationalism.org/cci/200602/754/2-una-revolucion-mas-profunda-que-la-revolucion-rusa-de-1917 [10]
[5] Ver La burguesía contra la revolución (1ª Parte) https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201806/4309/la-burguesia-mundial-contra-la-revolucion-de-octubre-i [11]
[6] Ver Refugiados de la guerra de España de 1939: el hipócrita "asilo democrático" de los campos de internamiento https://es.internationalism.org/content/4404/refugiados-de-la-guerra-de-espana-de-1939-el-hipocrita-asilo-democratico-de-los-campos [12]
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La presente resolución, adoptada por la conferencia celebrada en enero de 2019, busca extraer las principales perspectivas sobre la situación británica para el período histórico que se avecina. Una de las principales responsabilidades de las organizaciones revolucionarias es presentar la comprensión más coherente de la perspectiva sobre la situación nacional. Esto adquiere aún más importancia cuando toda la situación social está dominada por la crisis política sin precedentes de la clase dominante en torno al Brexit, una crisis que va a seguir empeorando más y más. Sin una comprensión de las raíces y consecuencias de esta gran incertidumbre es imposible sacar las probables implicaciones de esto para el proletariado en Gran Bretaña, y mundial, para los años venideros.
El papel de la resolución no es proporcionar un análisis detallado de la dinámica en el ámbito laboral – este análisis se hizo en el informe sobre la situación nacional de esta misma conferencia-, sino establecer un marco teórico general y extraer sus implicaciones. En el último número de World Revolution publicamos una sección histórica sobre el informe a la que los lectores pueden referirse[1].
En esta introducción queremos examinar si la resolución se corrobora a la luz de los últimos de los acontecimientos.
La resolución argumenta que el Brexit es el producto de la combinación de una serie de factores: la decadencia del imperialismo británico del último siglo, las divisiones dentro de la clase dominante provocada por dicha decadencia, la profundización del impacto de la descomposición del capitalismo desde la crisis financiera de 2008 y el surgimiento del populismo. La resolución demuestra que la burguesía está atrapada en contradicciones irreconciliables. Estas no solo se ponen en evidencia con el ascenso del populismo, sino también por las divisiones internas de los principales partidos políticos europeos, que han sido empujados a un punto en el que podrían destruir el aparato político parlamentario que ha servido tan bien a la burguesía británica los últimos dos siglos.
Esto se ha visto plenamente confirmado por la parálisis de la maquinaria parlamentaria durante los últimos seis meses. Los dos principales partidos políticos se han visto desgarrados por luchas entre facciones por el asunto Brexit. El acuerdo de retirada elaborado por el Gobierno de May y la UE, destinado a impedir que Gran Bretaña se retire de la UE de forma brusca y desordenada, se ha visto socavado por la incapacidad de las principales facciones de ambos partidos para ponerse de acuerdo sobre cómo llevar a cabo este plan. May no pudo llegar a un acuerdo debido a la presión ejercida por los partidarios de la línea dura favorable al Brexit, mientras que Corbyn se vio constreñido por las divisiones en el seno del Partido Laborista, en las que importantes facciones desean una unión aduanera o un segundo referéndum. El último esfuerzo desesperado por conseguir este acuerdo fueron las conversaciones entre ambos partidos, pero éstas estaban condenadas porque era evidente que May iba a ser expulsada del poder por facciones del partido conservador que se oponían a un acuerdo con el Partido Laborista, lo que sucedió el 7 de junio cuando dio su dimisión. Esta parálisis ha producido ahora una contienda de liderazgo en el partido conservador, con las figuras más rabiosamente a favor de Brexit a la cabeza, pero cualquiera que sea el resultado, no resolverá el estancamiento.
Este vacío político ha estimulado un nuevo auge del populismo, alimentado por la ira y la frustración por la incapacidad del Parlamento para avanzar en el asunto Brexit. Farage y sus ricos partidarios burgueses han aprovechado plenamente este vacío al formar el Partido Brexit. Este nuevo partido expresa un grave peligro para los partidos más importantes. Representa una nueva cara del populismo. Desapareció la estridente retórica antiinmigración y los extraños personajes que hicieron que el UKIP fuera inaceptable para muchos. El nuevo partido es muy hábil, tiene una campaña de Internet muy sofisticada y se vende a sí mismo como un partido multicultural y apoyado por los jóvenes. Farage de repente se viste de “dignidad” con su rechazo al creciente racismo y la islamofobia del UKIP.
Esta operación es un serio esfuerzo por incursionar en los partidos más importantes, al ser el único capaz de defender el voto democrático de "el pueblo".
El ascenso del Partido de Brexit introduce un nuevo dilema. Un nuevo líder del partido conservador no querrá convocar a elecciones generales mientras el Brexit no se resuelva, porque como dijo un antiguo ayudante de Cameron, “estarán en graves problemas”. Los laboristas, también, serán reacios a ir a elecciones porque el Partido Brexit está haciendo un esfuerzo para venderse a sí mismo como el partido de los trabajadores.
Esto significa que tres años después de un referéndum que debía hacer retroceder la marea del populismo, la clase dominante se enfrenta ahora a un partido populista revitalizado y más sofisticado que echa carbón al fuego de su crisis política.
Como dice la resolución, esta crisis amenaza la integridad territorial del Estado británico. La elección de un pro-Brexit de línea dura como líder Tory y/o la llegada del partido Brexit al parlamento empeorarían las tensiones con la fracción escocesa proindependentista de la burguesía.
El impacto de esto no se limita a Gran Bretaña. Como explica la resolución, el Brexit contribuyó a reforzar el populismo en Europa y en los Estados Unidos. La UE y las principales potencias europeas han respondido con una línea muy dura hacia la burguesía británica. Esta línea ha dado algunos beneficios, porque el caos político ha producido un verdadero temor incluso entre los partidos populistas y los gobiernos europeos, que ahora han dejado de lado o suavizado la intensión de abandonar la UE. Sin embargo, la extrema derecha populista sigue siendo una grave amenaza para el futuro de la UE.
Las esperanzas de los pro-Brexits de una nueva Gran Bretaña "global" capaz de alcanzar acuerdos de libre comercio ya han empezado a chocar con la dura roca de la realidad. La guerra comercial en desarrollo entre Estados Unidos y China ha dejado claro que Estados Unidos no duda en socavar los intereses de sus antiguos aliados en su lucha cada vez más desesperada contra China. El escándalo de Huawei ha visto a China amenazar su inversión en Gran Bretaña si el gobierno británico cede a la presión de EE.UU. para prohibir a Huawei en su infraestructura.
La lucha con China por el dominio mundial, junto con su intención de socavar a sus rivales europeos, significa que Estados Unidos tiene poco interés en una Gran Bretaña debilitada fuera de la UE. Trump se alegró de animar el Brexit para perjudicar a la UE, pero, una vez que el Brexit tenga lugar, ¿qué papel puede desempeñar el Reino Unido para los Estados Unidos?
La perspectiva de la resolución sobre la profundización de la crisis política ha sido verificada por los acontecimientos. Su advertencia sobre la amenaza del populismo, en esta situación de parálisis, estaba justificada. El surgimiento del Partido Brexit es otro factor de caos e inestabilidad que pone en peligro los esfuerzos del Estado británico por garantizar un Brexit ordenado.
Las implicaciones de esta situación para la clase obrera son sombrías. Más de una década de austeridad ha tenido lugar sin casi ninguna respuesta de la clase. Esto no significa que no haya descontento, pero no se ha expresado a través de la lucha de clases debido a la profunda falta de confianza en sí misma. Esta desorientación y desmoralización se han visto exacerbadas por el Brexit y la crisis política. El apoyo al populismo y su promesa simplista de un mañana mejor entre partes del proletariado es una expresión de esta desesperación. Sin embargo, detrás del anti -populismo y de su defensa de la democracia y del Estado democrático, se está movilizando un peligro aún mayor para el proletariado. En la actualidad y en el período venidero, el proletariado tendrá que hacer todo lo que está en su mano para evitar movilizarse detrás de estas diferentes facciones burguesas.
Pero la crisis económica continuará profundizándose, y no importa qué facción burguesa domine, todos tendrán que atacar al proletariado. Sólo luchando contra estos ataques la clase obrera puede defenderse. Estas luchas tendrán la misma respuesta de los conservadores, los laboristas o los populistas, porque al final todos ellos defienden el capitalismo.
WR, 25.5.19
En realidad, la clase obrera no tiene ningún interés en el embrollo del Brexit, ningún campo para escoger entre las distintas facciones o las innumerables "soluciones". Todos los argumentos del debate del Brexit tienen que ver en última instancia con las mejores condiciones para gestionar la crisis económica capitalista, la mejor manera de competir con otros estafadores capitalistas en el mercado mundial, con el objetivo último de extraer la máxima plusvalía a la clase obrera y decidir entre la burguesía quién obtiene el mayor botín.
La inexorable caída del nivel de vida de los trabajadores -ahora hay 14 millones de pobres en Gran Bretaña, según el último informe de la ONU- comenzó mucho antes del Brexit y continuará con cualquier "solución" que se encuentre en el acertijo de la UE.
Detrás del Brexit está la cuestión del papel imperialista de Gran Bretaña en el mundo y los conflictos militares que el proletariado tendrá que pagar.
Los trabajadores no tienen ningún interés o beneficio en ninguno de estos “intereses nacionales”. Incluso si, en la fantasía de los pro-Brexit, la inmigración se detuviera, la erosión de los medios de vida de los trabajadores continuaría. Asimismo, si Gran Bretaña permaneciera en la UE, los trabajadores seguirían siendo objeto de medidas de austeridad como las impuestas, por ejemplo, al proletariado griego que han sido terribles.
De hecho, el circo mediático en curso sobre el lío del Brexit se utiliza como un medio para oscurecer las cuestiones centrales para la clase obrera y pretender que esta última no tiene intereses ni perspectivas propias.
Las diferentes facciones del Partido Laborista participan plenamente en la creación y el mantenimiento de esta cortina de humo relativa a los intereses reales de la clase obrera, y apenas se distinguen de las facciones conservadoras. Jeremy Corbyn y la "izquierda dura" sólo proporcionan una diversión subsidiaria, con la promesa de "nacionalizaciones", la pretensión de "redistribuir la riqueza" -lo que significa en realidad hacer más equitativa la pobreza- o en el escenario mundial apoyar a un grupo alternativo de gánsteres imperialistas. Los trotskistas y otros izquierdistas tienen variaciones aún más radicales sobre estas ilusiones.
Todos estos juegos políticos de los partidos burgueses ayudan a reforzar la actual desorientación de la clase obrera.
Sin embargo, tarde o temprano, el empeoramiento de la crisis económica obligará a la clase obrera a reavivar la lucha por defender sus condiciones de vida, a reconocerse una vez más como clase autónoma y a exponer más claramente el hecho de que el actual sistema social no tiene otra alternativa a la decadencia de su sistema que no sea una creciente barbarie.
Esta renovada lucha de clases se revelará como una lucha política. Pero la clase obrera no tiene nada que ganar del estado burgués o del juego parlamentario que, como muestra el Brexit, excluye los intereses proletarios y la participación del proletariado. En el futuro, la clase obrera tendrá que recrear sus propias organizaciones de masas de poder político (las Asambleas y los Consejos Obreros) y un partido político revolucionario mundial.
Como 25.5.19
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Publicamos a continuación un intercambio de correspondencia que ha dado lugar a un debate argumentado y detallado sobre qué es el comunismo, como podrá llegar el proletariado a él y qué problemas se presentan en la marcha hacia esa nueva etapa en la historia de la humanidad.
La discusión sobre estas cuestiones es muy necesaria pues el proletariado y las minorías que expresan su toma de conciencia deben tener claridad sobre esta perspectiva. Ella da fuerza a las luchas inmediatas y las orienta frente a la multitud de trampas que opone la burguesía.
Sabemos que esta perspectiva histórica del proletariado es aún muy lejana. También somos conscientes del terrible golpe que sufre debido a la identificación del estalinismo con el comunismo. Esta identificación es posiblemente la mentira más monstruosa que se ha dado en la historia de la humanidad. Los regímenes de capitalismo de estado extremo que reinaron en la antigua URSS y sus satélites y que todavía existen en China, Corea del Norte, Cuba, Vietnam etc., con aspirantes tan brutales como el chavismo en Venezuela, el sandinismo en Nicaragua etc., han rendido el mejor servicio a la propaganda anticomunista del capital pues han falsificado y desnaturalizado el comunismo.
Nuestra Corriente, que se inscribe en la corriente histórica de la Izquierda Comunista, lleva denunciando desde los años 20 esta mentira, esforzándose por clarificar qué es realmente el comunismo y cómo podrá el proletariado llegar a él. En ese esfuerzo se inscriben los textos y correspondencias de compañeros (algunos ya militantes de la CCI y otros simpatizantes) de Chile, Perú y España.
La transformación radical del mundo, es decir, la destrucción de la sociedad capitalista y la construcción del comunismo a nivel mundial es un proceso muy complicado, que puede estar lleno de altas y bajas, de errores y equivocaciones etc. Sin embargo, creo que el proceso revolucionario debería poseer 3 etapas que son cruciales: La formación de los consejos obreros, la destrucción del estado capitalista y el poder a los consejos, la conquista de la producción y la transformación de la economía y las relaciones sociales.
Sin duda esta es la primera y una de las más importantes etapas en la lucha por el comunismo y la revolución, la formación del poder obrero revolucionario y el “poder dual” frente al estado: los consejos obreros, órganos que agrupen a toda la clase obrera junto con otros sectores explotados y que respondan directamente a las asambleas obreras. Sin embargo la creación de estos órganos de poder obrero no aparecen en cualquier momento, la historia nos ha mostrado que sólo en periodos de profunda movilización (más una maduración de conciencia de las masas) se han desarrollado los consejos obreros y soviets, más específicamente son en las huelgas de masas que el proletariado ha desarrollado donde se forjan estos órganos revolucionarios, es por eso, que una posterior huelga de masas es fundamental, porque la huelga de masas permite desarrollar los órganos que tomarán todo el poder político y económico (aparte de que permite desarrollar ampliamente la conciencia de los obreros y adquirir más experiencia) ,la dictadura del proletariado es la dictadura de los consejos obreros.
El segundo paso sería el tema de la insurrección de las masas y la destrucción del viejo estado burgués, puesto que el estado es un instrumento de los capitalistas que valida su poder y es en realidad una gran maquinaria que ayuda a mantener al capital y oprime a los trabajadores. La insurrección militar de los obreros y la abolición de este junto con todas sus instituciones es fundamental para la conquista del poder hacia los consejos obreros, por ende, cuanto se presente un periodo revolucionario a nivel internacional y ya hayan consejos obreros establecidos como poder dual (Como la oleada revolucionaria de 1917-23) es fundamental que creen una sección militar (como el comité militar revolucionario de los soviets) que se encargue precisamente del entrenamiento paramilitar a los trabajadores y el tema de la “insurrección”, la insurgencia y destrucción del estado es fundamental para que luego los consejos obreros tomen el poder y se conviertan en los nuevos organismo de poder político y económico.
Una vez destruido el estado burgués comenzará la conquista de la producción económica por parte del proletariado y el traspaso de todo el poder a los consejos obreros comenzará el “periodo de transición” y la dictadura del proletariado, o sea, el socialismo. Durante este periodo la jornada de trabajo se reducirá considerablemente y la producción será controlada mediante asambleas obreras. Es de suma importancia durante este periodo la área económica, ya que como dijo Marx, todas las sociedades y periodos históricos tienen su propio modo de producción, la producción es la que forja las sociedades, la construcción del comunismo (el verdadero comienzo de la humanidad) depende completamente de las transformaciones radicales económicas durante el periodo de transición, en el comunismo la desmercantilización del mundo se logrará completamente la abolición del capital, de la alienación y la enajenación, de las distintas contradicciones del capital llegarán a su fin en el comunismo, sin embargo, todo eso depende completamente de lo económico. Incluso debemos someter lo político a lo económico, como dijo Jan Appel (dirigente obrero del KAPD) « Lo que los obreros tienen que dirigir es el dominio de la política por la economía ».Ya durante el socialismo se debe reducir la jornada de trabajo y los productores (Mediante el control de la producción) deben recuperar el fruto de su trabajo, poco a poco la transformación radical económica que se hará durante el periodo de transición ira forjando nuevas relaciones sociales y se ira forjando poco a poco la nueva sociedad: la sociedad comunista.
Patrix
Estimado compañero:
Saludamos el esfuerzo que estás haciendo para sistematizar tu comprensión de las posiciones comunistas del proletariado. El texto que nos has enviado sobre las diferentes fases en la lucha por el comunismo nos parece muy positivo.
Señalas algo crucial: “la destrucción de la sociedad capitalista y la construcción del comunismo a nivel mundial es un proceso muy complicado, que puede estar lleno de altas y bajas, de errores y equivocaciones”.
El proletariado es la primera clase revolucionaria y explotada de la historia. Ello hace que el desarrollo de su lucha y de su toma de conciencia constituya un proceso muy complejo, donde sufre numerosas derrotas y contratiempos, confusiones y errores. Dos autores comunistas ponen énfasis en esta cuestión fundamental que jamás debemos olvidar:
Marx en el 18 de Brumario de Luis Bonaparte[1] “Las revoluciones burguesas, como la del siglo XVIII, avanzan arrolladoramente de éxito en éxito, sus efectos dramáticos se atropellan, los hombres y las cosas parecen iluminados por fuegos de artificio, el éxtasis es el espíritu de cada día; pero estas revoluciones son de corta vida, llegan en seguida a su apogeo y una larga depresión se apodera de la sociedad, antes de haber aprendido a asimilarse serenamente los resultados de su período impetuoso y agresivo. En cambio, las revoluciones proletarias como las del siglo XIX, se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás”.
Rosa Luxemburgo quien en La Crisis de la Socialdemocracia[2] considera que para el proletariado “tan gigantescos como sus problemas son sus errores. Ningún plan firmemente elaborado, ningún ritual ortodoxo válido para todos los tiempos le muestra el camino a seguir. La experiencia histórica es su único maestro, su Vía Doloroso hacia la libertad está jalonada no sólo de sufrimientos inenarrables, sino también de incontables errores. La meta del viaje, la liberación definitiva, depende por entero del proletariado, de si éste aprende de sus propios errores. La autocrítica, la crítica cruel e implacable que va hasta la raíz del mal, es vida y aliento para el proletariado”.
Así pues, el proletariado logrará conquistar su meta comunista tras una larga y durísima lucha, donde las derrotas y las desilusiones serán muchísimas más que la victorias y satisfacciones. Los revolucionarios debemos estar preparados para un trabajo a largo plazo donde hay que evitar el inmediatismo, la precipitación y el dejarse llevar por lo superficial o por la primera apariencia.
Estamos de acuerdo en que el proceso hacia el comunismo tendría las 3 etapas que señalas: “La formación de los consejos obreros, la destrucción del estado capitalista y el poder a los consejos, la conquista de la producción y la transformación de la economía y las relaciones sociales”
Lo que queremos añadir es que las tres etapas solo podrán tener lugar a escala mundial, no pueden darse nacionalmente. El siniestro “Socialismo en un solo país” de Stalin fue en realidad el taparrabos de la plena integración del territorio ruso en el concierto imperialista mundial de las naciones capitalistas. De la misma manera el “socialismo en una sola fábrica” que proclama el consejismo es un engaño, como lo es también el “socialismo de aldea” tan querido por los anarquistas.
Contra esas deformaciones escandalosas de las posiciones del proletariado el comunismo solo puede ser mundial, la construcción del comunismo solo puede arrancar realmente a escala mundial y la revolución será mundial o no será. Es algo que subrayó Engels: “¿Es posible esta revolución en un solo país?, No. La gran industria, al crear el mercado mundial, ha unido ya tan estrechamente todos los pueblos del globo terrestre, sobre todo los pueblos civilizados, que cada uno depende de lo que ocurre en la tierra del otro. Además, ha nivelado en todos los países civilizados el desarrollo social a tal punto que en todos estos países la burguesía y el proletariado se han erigido en las dos clases decisivas de la sociedad, y la lucha entre ellas se ha convertido en la principal lucha de nuestros días. Por consecuencia, la revolución comunista no será una revolución puramente nacional, sino que se producirá simultáneamente en todos los países civilizados, es decir, al menos en Inglaterra, en América, en Francia y en Alemania. Ella se desarrollará en cada uno de estos países más rápidamente o más lentamente, dependiendo del grado en que esté en cada uno de ellos más desarrollada la industria, en que se hayan acumulado más riquezas y se disponga de mayores fuerzas productivas. Por eso será más lenta y difícil en Alemania y más rápida y fácil en Inglaterra. Ejercerá igualmente una influencia considerable en los demás países del mundo, modificará de raíz y acelerará extraordinariamente su anterior marcha del desarrollo. Es una revolución universal y tendrá, por eso, un ámbito universal”[3].
Compartimos esta afirmación tuya: “la creación de estos órganos de poder obrero no aparecen en cualquier momento, la historia nos ha mostrado que sólo en periodos de profunda movilización (más una maduración de conciencia de las masas) se han desarrollado los consejos obreros y soviets, más específicamente son en las huelgas de masas que el proletariado ha desarrollado que es en donde se forjan estos órganos revolucionarios, es por eso, que una posterior huelga de masas es fundamental, porque la huelga de masas permite desarrollar los órganos que tomarán todo el poder político y económico (aparte de que permite desarrollar ampliamente la conciencia de los obreros y adquirir más experiencia) ,la dictadura del proletariado es la dictadura de los consejos obreros”
El desarrollo de la lucha revolucionaria del proletariado se acompaña de la constitución de Consejos Obreros. Se tiene que producir un cambio significativo a escala mundial de la relación de fuerzas entre las clases en favor del proletariado. De otra forma, los revolucionarios pueden caer en aventuras que solo conducen a la dislocación y el oportunismo.
Un ejemplo histórico de ese error nos lo da Trotski: a partir de las huelgas en Francia de julio 1936 y de la respuesta de los obreros en España al golpe de Franco, proclama que “se abre una situación revolucionaria”. Este análisis es aberrante pues olvida que el proletariado en Alemania ha sufrido la derrota definitiva con la instauración del nazismo en 1933 y que Stalin está rematando un largo curso contrarrevolucionario en Rusia con los sanguinarios procesos de Moscú. Trotski tampoco tiene en cuenta que en las huelgas francesas los obreros cantan La Marsellesa, el himno nacional, ni que los obreros en España pronto serán desviados por la CNT y el POUM a la participación en la guerra imperialista bajo la bandera del antifascismo.
En España 1936, contrariamente a la imaginación desbocada de un revolucionario prisionero del trotskismo, Munís[4], no hubo Consejos Obreros, todo lo cual muestra la validez global de lo que señalas.
Dicho lo anterior, quisiéramos precisar que el proletariado, una vez los Consejos Obreros hayan derribado el Estado capitalista a escala mundial podrá emprender un largo y difícil proceso de eliminación de la ley del valor: por un lado, desarticulando los mecanismos de la acumulación capitalista; por otra parte, desmontando la estructura orientada a la producción de valores de cambio sustituyéndola por el enfoque hacia la producción de valores de uso.
El proletariado no aspira a un “poder económico”. “Poder económico” significaría que es una nueva clase explotadora. Lo que aspira el proletariado es a liberar la humanidad de las leyes de la economía, en el comunismo no será la economía quien regirá la producción social sino la acción consciente y unificada de la comunidad humana mundial.
Globalmente estamos de acuerdo con lo que dices. Disponemos en positivo de la experiencia en Rusia 1917. El proletariado evitó lanzarse a una insurrección prematura en julio de 1917 pues en ese momento, mientras los obreros de Petrogrado -la capital de entonces- estaban muy avanzados, ni los soldados y campesinos estaban dispuestos a secundarlos, ni tampoco los obreros de otras zonas de Rusia habían madurado lo suficiente en su conciencia y unidad. En tales condiciones, el gobierno de Kerenski lanzó una provocación a los obreros de la capital, pero estos, gracias a la clara percepción de los bolcheviques, evitaron la trampa.
En cambio, a partir de septiembre, reforzado el proletariado porque supo parar el golpe de Kornilov, la relación de fuerzas cambia sustancialmente. Los soldados están hartos, los campesinos se levantan en numerosas poblaciones quemando las propiedades de los terratenientes. Los Soviets de otras concentraciones industriales adoptan resoluciones pidiendo la toma del poder y proponiendo un Congreso de los Soviets de toda Rusia. Los soviets de numerosas ciudades son renovados con delegados claramente partidarios de la toma del poder. En Petrogrado, el soviet constituye un Comité Militar Revolucionario que prepara la insurrección en directa conexión con los consejos de fábrica, de barrio y de los Consejos de Soldados en los cuarteles.
Ahora bien, si todo este proceso significa que el proletariado puede lanzarse a la toma del poder, existe un factor aún más crucial: en Alemania se multiplican las huelgas y las deserciones de soldados; en varios frentes se producen episodios de insubordinación de las tropas y de fraternizaciones entre los soldados de los bandos enemigos; hay igualmente huelgas masivas en Austria, Hungría, España, Gran Bretaña etc. Lenin estima con razón que en tal contexto internacional la acción insurreccional del proletariado en Rusia puede empujar adelante la revolución mundial[5].
Estas son lecciones positivas, debemos examinar igualmente las negativas. En Alemania que es clave para que la Revolución en Rusia pueda seguir adelante -Lenin y Trotski habían insistido sin descanso en esa perspectiva- la burguesía tiende una trampa a los obreros de Berlín -los más avanzados. El resultado, a diferencia de Rusia, es que el proletariado muerde el anzuelo -pese a las advertencias de Rosa Luxemburgo- y, como consecuencia, la insurrección prematura y desorganizada es brutalmente aplastada. Ya sabemos que, a continuación, los esbirros de la Socialdemocracia asesinarán a Rosa y a Karl Liebchneck. La burguesía alemana derrotará el proletariado paquete por paquete: en abril de 1919 en Baviera donde por un mes existirá una República de Consejos; en Bremen; en el Ruhr en 1921; en Hamburgo en 1923. La unidad y la centralización del proletariado es fundamental para el éxito de la insurrección[6].
Otra lección negativa nos la da la experiencia en Italia. En 1920 las huelgas masivas en el norte son encerradas en la ocupación de fábricas. A esta trampa contribuyen tanto el partido socialista como la tendencia derechista de lo que luego sería el partido comunista encabezada por Gramsci. La tarea prioritaria y vital del proletariado es la toma del poder político y no la dispersión y disolución en una ilusoria “toma del poder económico” que dejará intacto el Estado capitalista quien, con sus agentes políticos, su policía, su ejército, su magistratura, sus sindicatos etc., podrá derrotar al proletariado fábrica a fábrica, localidad a localidad. En lugar de unirse y centralizarse en un Consejo General de Consejos Obreros, el proletariado italiano se dispersó y dividió en un mosaico de Consejos de Fábrica[7].
Estamos totalmente de acuerdo en que primero el proletariado deberá tomar el poder político a través de la dictadura de los Consejos Obreros y ello constituirá el punto de partida para el cúmulo de transformaciones económicas que deberán llevar a la abolición de la explotación, la integración de todas las capas de la población no explotadora en las filas del proletariado y, por tanto, a la construcción del comunismo.
Tu formulación es la siguiente: “Una vez destruido el estado burgués comenzará la conquista de la producción económica por parte del proletariado y el traspaso de todo el poder a los consejos obreros comenzará el “periodo de transición” y la dictadura del proletariado”. Aquí se tiene que aclarar: ¿puede emprender el proletariado “la conquista de la producción económica” a escala de un solo país, por ejemplo, en el bastión proletario arrancado al capitalismo como fue el caso de Rusia 1917?
Nosotros pensamos que no, que el proletariado solamente podrá emprender una transformación seria y sistemática de las relaciones de producción cuando haya conquistado el poder en todos los países o, al menos, en los que son determinantes para el funcionamiento de la economía mundial.
Esto fue objeto de debate entre los bolcheviques en 1918-23 enunciándose diferentes posiciones que no podemos analizar aquí. También ha llevado a debates en la Izquierda Comunista o con grupos que no son de ella, pero que tendieron a expresar posiciones proletarias, como es el caso de Munís[8].
¿Quiere eso decir que el proletariado no haría nada en el terreno económico hasta el triunfo global de la revolución a escala mundial? Rotundamente no. El proletariado debe adoptar medidas en ese plano desde el mismo día de la toma del poder por los Consejos Obreros en un bastión proletario. Tú mismo haces hincapié en una medida fundamental “Durante este periodo la jornada de trabajo se reducirá considerablemente y la producción será controlada mediante asambleas obreras”.
En efecto, el proletariado deberá reducir sustancialmente la jornada de trabajo ya desde los primeros días de la toma del poder por los Consejos. Estos se basan en la participación masiva de todos los trabajadores. Si estos se ven agobiados por agotadoras jornadas laborales su capacidad para pensar, discutir y decidir se verá sensiblemente afectada.
Bilan, sacando lecciones de los errores cometidos en la Revolución rusa (por ejemplo, Lenin preconizaba los “sábados comunistas” para aumentar la producción y Trotski cayó en un error delirante proponiendo “la militarización del trabajo”), insistió en que se debía reducir la jornada de trabajo de forma sistemática[9].
Otro error grave que se cometió respecto a la política económica del bastión proletario es la idea de una “acumulación socialista primitiva” que teorizaron tanto Bujarin como Preobrazhensky. Pese a todas las dificultades de la economía de un bastión proletario, el proletariado debe ir desmantelando gradualmente la acumulación de capital.
Mientras en el capitalismo el desarrollo de las fuerzas productivas está encadenado a la acumulación del capital, la marcha hacia el comunismo en el periodo de transición está ligada al combate del poder mundial de los Consejos Obreros para ir liberando al proletariado y a las fuerzas naturales de los imperativos de la acumulación de capital.
Mitchell en Bilan señala que “Si el programa económico elaborado se mantiene en el marco de la construcción de la economía socialista mundial, se mantiene pues conectado a la lucha de clases internacional, el Estado proletario podrá tanto más dedicarse a su tarea de desarrollar el consumo. Por el contrario, si ese programa adquiere un carácter autónomo dedicado directa o indirectamente al "socialismo nacional", una parte creciente del plus trabajo se dedicará a construir empresas que, en el futuro, no se justificarán en la división internacional del trabajo; por el contrario, esas empresas deberán inevitablemente producir medios defensivos para "la sociedad socialista" en construcción. Veremos que ése ha sido precisamente el destino que esperaba a la Rusia soviética”[10]
Así pues, el proletariado deberá desplegar una política económica en los bastiones proletarios conquistados destinada a:
En tu texto insistes mucho sobre el papel de la acción económica del proletariado. Así dices “Es de suma importancia durante este periodo el área económica, ya que como dijo Marx, todas las sociedades y periodos históricos tienen su propio modo de producción, la producción es la que forja las sociedades”. Más adelante subrayas que “la construcción del comunismo (el verdadero comienzo de la humanidad) depende completamente de las transformaciones radicales económicas durante el periodo de transición, en el comunismo la desmercantilización del mundo se lograra completamente, la abolición del capital, de la alienación y la enajenación, de las distintas contradicciones del capital llegaran a su fin en el comunismo, sin embargo, todo eso depende completamente de lo económico” y rematas con el siguiente aserto: “Incluso debemos someter lo político a lo económico, como dijo Jan Appel (dirigente obrero del KAPD) « Lo que los obreros tienen que dirigir es el dominio de la política por la economía »
En efecto, sin desmercantilización del mundo, sin abolición del capital, sin eliminación de la alienación y la enajenación, sin superación de las contradicciones del capitalismo, no se podrá construir el comunismo. Ya hemos explicado también las medidas económicas que el proletariado debe adoptar en los bastiones proletarios. Existe pues un vasto campo de acción de los Consejos Obreros en el terreno económico. Los obreros deberán dar primacía a sus reivindicaciones como clase frente a los intentos del estado del bastión proletario o del estado del periodo de transición para imponer medidas que suponen un ataque a sus condiciones de vida. Así Lenin, en 1920-21, insistió en que el proletariado no podía renunciar al derecho de huelga frente al estado “proletario”.
Ahora bien, es importante comprender que la naturaleza central de esa acción masiva del proletariado es política y no económica. ¿Qué quiere decir “economía”? Economía quiere decir sumisión a leyes ciegas que regulan la producción y que operan a espaldas de los hombres. ¿Habría una liberación comunista si el proletariado se dejara llevar por esas leyes ciegas de naturaleza económica? Una cosa es que el proletariado analice cuidadosamente las condiciones generales de la producción y tenga en cuenta la situación económica para articular su lucha y otra muy diferente es que se deja llevar por la economía. En contra de las posturas de bordiguistas, consejistas etc., no existe ningún automatismo económico que lleve al comunismo. Al contrario, comunismo es la liberación de las leyes económicas propias del capitalismo y de todas las sociedades basadas en la explotación. Esa liberación no podrá venir de “someter lo político a lo económico” sino del sometimiento de lo económico a la acción política del proletariado organizado en Consejos Obreros.
En el movimiento obrero ha existido y todavía existe una confusión sobre la relación entre economía y política. Marx señaló en el prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política[11] que “en la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual”.
De este pasaje la socialdemocracia primero, el estalinismo después y, dentro del campo proletario, bordiguistas y consejistas, sacaron la conclusión de que la economía lo determina todo y que la acción social del proletariado debe subordinarse al mecanismo económico.
Pero este no es el pensamiento de Marx puesto que si se sigue leyendo en ese famoso pasaje insiste en que “las fuerzas productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana”.
Esta parte se olvida y sin embargo contiene elementos muy importantes:
1º El proletariado es la primera clase de la historia que, naciendo de una situación económica, puede tomar conciencia de la realidad social y emprender una acción política para transformarla. Conciencia no es lo mismo que ideología. Hasta la llegada del proletariado, las clases sociales que lo han precedido comprendían las cosas de forma ideológica, mistificada, siendo pues juguete de leyes económicas que escapaban a su control y que no quedaba más remedio que someterse a ellas y dejarse llevar por ellas.
2º El comunismo es la sociedad que cierra la prehistoria de la sociedad humana. La prehistoria de la sociedad humana es la del sometimiento económico a las relaciones de producción y a sus contradicciones con el desarrollo de las fuerzas productivas, mientras que la historia es el comienzo de la acción social colectiva y unificada de los hombres sobre sus necesidades y sobre la evolución natural. El comunismo es la primera sociedad donde la humanidad ya no está sometida a leyes económicas ciegas, sino que actúa conscientemente para transformarse y transformar el mundo.
Por esta razón, Marx llevó un combate a muerte contra el economicismo determinista de Proudhon que proclamaba que los obreros no debían unirse ni hacer huelga porque las leyes económicas destruirían todo lo que lograran. Abordando globalmente la postura de Proudhon, Marx denunciaba en La miseria de la filosofía[12] que “Los socialistas dicen a los obreros: No os unáis en coaliciones, porque, a fin, de cuentas, ¿qué saldríais ganando? ¿Un aumento de salarios? Los economistas os demostrarán hasta la evidencia que los pocos céntimos que podríais ganar por unos momentos en caso de éxito serían seguidos de un descenso del salario para siempre. Expertos calculadores os demostrarán que serían precisos muchos años para que el aumento de los salarios pudiese compensar, aunque sólo fuera los gastos necesarios para organizar y mantener las coaliciones. Y nosotros, como socialistas, os diremos que, independientemente de esta cuestión de dinero, con las coaliciones no dejaréis de ser obreros, y los patronos serán siempre patronos. Por tanto, nada de coaliciones, nada de política, pues organizar coaliciones ¿no significa acaso hacer política?”
Explicaba a continuación que “La gran industria concentra en un mismo sitio a una masa de personas que no se conocen entre sí. La competencia divide sus intereses. Pero la defensa del salario, este interés común a todos ellos frente a su patrono los une en una idea común de resistencia: la coalición. Por tanto, la coalición persigue siempre una doble finalidad: acabar con la competencia entre los obreros para poder hacer una competencia general a los capitalistas. Si el primer fin de la resistencia se reducía a la defensa del salario, después, a medida que los capitalistas se asocian a su vez movidos par la idea de la represión, las coaliciones, en un principio aisladas, forman grupos, y la defensa por los obreros de sus asociaciones frente al capital, acaba siendo para ellos más necesario que la defensa del salario. Hasta tal punto esto es cierto, que los economistas ingleses no salían de su asombro al ver que los obreros sacrificaban una buena parte del salario en favor de asociaciones que, a juicio de estos economistas, se habían fundado exclusivamente para luchar en pro del salario. En esta lucha —verdadera guerra civil— se van uniendo y desarrollando todos los elementos para la batalla futura. Al llegar a este punto, la coalición toma carácter político”
De este desarrollo sacaba la conclusión que “No digáis que el movimiento social excluye el movimiento político. No hay jamás movimiento político que, al mismo tiempo, no sea social. Sólo en un orden de cosas en el que ya no existan clases y antagonismo de clases, las evoluciones sociales dejaran de ser revoluciones políticas. Hasta que ese momento llegue, en vísperas de toda reorganización general de la sociedad, la última palabra de la ciencia social será siempre: “Luchar o morir; la lucha sangrienta o la nada. Es el dilema inexorable”.
Por esa misma razón, ante el renacimiento de un economicismo fatalista y determinista en las filas de la socialdemocracia, Engels se veía obligado a aclarar que[13] “Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda (…), poniendo en guardia contra una vulgarización economicista de las posiciones del marxismo y reconociendo que el combate que habían tenido que llevar contra las visiones idealistas había podido dar lugar a un “exceso” de economicismo: “el que los discípulos hagan a veces más hincapié del debido en el aspecto económico, es cosa de la que, en parte, tenemos la culpa Marx y yo mismo. Frente a los adversarios, teníamos que subrayar este principio cardinal que se negaba, y no siempre disponíamos de tiempo, espacio y ocasión para dar la debida importancia a los demás factores que intervienen en el juego de las acciones y reacciones. Pero, tan pronto como se trataba de exponer una época histórica y, por tanto, de aplicar prácticamente el principio, cambiaba la cosa, y ya no había posibilidad de error”.
CCI 18-3-1
A propósito de la discusión con un compañero de Chile, planteas dos cuestiones que te suscitan dudas:
- sobre la dualidad de poder
- sobre la formación de un Ejército Rojo
La revolución de 1917 planteó la cuestión. Los soviets formados en febrero llegaron a ser un poder alternativo capaz de desafiar el poder del Estado Capitalista. Es una situación que Trotski caracterizó como de “doble poder” y que es altamente inestable y no puede alargarse demasiado pues tiene que decantarse bien hacia el aplastamiento de los Soviets -como lo intentó el golpe de Kornilov en agosto de 1917- o bien hacia la insurrección proletaria y la toma de poder por los Soviets como logró con éxito el movimiento de octubre 1917.
En Alemania empezaron a formarse Consejos Obreros en noviembre de 1918, más aún que en Rusia, dada la fuerza potencial del proletariado en Alemania, esta red de Consejos Obreros amenazaba directamente el Estado burgués, sin embargo, este reaccionó rápidamente. El proletariado más avanzado, el de Berlín, fue empujado a una insurrección prematura y con ello en enero 1919 fue aplastado y Rosa Luxemburgo y Karl Liebchneck, asesinados. La posibilidad de una dualidad de poder fue rápidamente cortocircuitada por la burguesía alemana.
El proletariado debe reforzar el poder de sus Consejos Obreros, renovarlos constantemente con delegados capaces de expresar y desarrollar el impulso hacia la toma del poder y debe acometer esta en las mejores condiciones no solamente a nivel del país sino sobre todo a nivel internacional. Uno de los argumentos que Lenin empleó para señalar que la insurrección era urgente fue precisamente que la situación internacional estaba madurando y la toma del poder en Rusia podría acelerar la movilización internacional del proletariado.
La toma del poder en un país, lo que se llama el bastión proletario, desata como demuestra la experiencia de la Rusia soviética entre 1917-23, una conspiración permanente y generalizada de la burguesía para aplastar el bastión proletario. Esto no solamente se vio en Rusia sino igualmente en los momentos muy breves donde el proletariado logró tomó el poder muy frágilmente en Baviera (abril 1919, que duró apenas un mes) y Hungría entre el 19 de marzo y el primero de agosto de 1919[14].
El bastión proletario tiene necesidad de defenderse y ello le obliga a formar órganos propios del Estado, concretamente una Checa y un Ejército Rojo. El Ejército Rojo fue formado para hacer frente a la guerra civil que desde abril de 1918 desencadenan ejércitos checos, franceses, ingleses, japoneses, norteamericanos, apoyando a una jauría de ejércitos blancos que alistaba a los perdedores de la revolución en Rusia. Fue una de las guerras más crueles y devastadoras que se conocen, provocó más de 6 millones de muertos en el corto lapso de 3 años.
Formar pues un Ejército Rojo es una necesidad imprescindible que, a la vez, entraña graves peligros para el proletariado. Como señalamos en 4º artículo de la Serie ¿Qué son los Consejos Obreros?[15] “Ambos órganos - la Checa y el Ejército Rojo - no son una simple herramienta que se puede usar a conveniencia, son estructuras estatales y por tanto constituyen desde el punto de vista del proletariado armas de doble filo; es obligatorio usarlos mientras la burguesía no haya sido definitivamente derrotada a nivel mundial, pero su uso entraña graves peligros pues ellos tienden a hacerse autónomos respecto al poder proletario”.
Preguntándose el artículo “¿Por qué un órgano creado para defender a los soviets se vuelve contra ellos?”, su respuesta es que “El ejército es un órgano estatal cuya existencia y funcionamiento tienen necesariamente consecuencias sociales, ya que requieren de una disciplina ciega, una jerarquía rígida en su cúpula, con un cuerpo de oficiales que sólo obedecen al mando gubernamental. Esto intentó paliarse con la creación de una red de comisarios políticos, formada por obreros de confianza, destinada a controlar a los oficiales. Pero los efectos de tal medida fueron muy limitados y hasta resultaron contraproducentes - los comisarios políticos también se transformaron en una estructura burocrática más”. El resultado fue que “Las necesidades imperiosas de la guerra y la sumisión ciega a las exigencias del Ejército Rojo llevaron al gobierno, en el verano de 1918, a formar un Comité Militar Revolucionario, que no se parecía en nada al que condujo la insurrección de octubre, pues lo primero que hizo fue nombrar Comités Revolucionarios locales que fueron imponiendo su autoridad a los soviets. Progresivamente, tanto el Ejército Rojo como la Checa, armas en principio destinadas a defender el poder de los soviets, se independizaron, se hicieron autónomos, y acabaron volviéndose contra ellos”
No podemos desarrollar aquí qué puede hacer el proletariado ante esa contradicción -necesidad del ejército rojo y a la vez el grave peligro que entraña-. Es un problema que se plantea a lo largo de todo el período de transición del capitalismo al comunismo y que globalmente se resume en que el proletariado necesita un semi estado de transición y a la vez debe protegerse contra él y debe llevar un combate incansable para extinguirlo definitivamente. De ahí que la CCI haya sacado lecciones que se condensan en los documentos que adoptó nuestro Tercer Congreso Internacional (1979)[16]. El eje central de sus análisis está en continuidad con los estudios sobre el tema de Bilan y de Internationalisme y puede sintetizarse así:
“El Estado, en la medida en que se reconstituye después de la revolución, expresa la inmadurez de las condiciones de la sociedad comunista. Es la superestructura política de una estructura económica que no es todavía socialista. Permanece como algo extraño y opuesto al socialismo. Del mismo modo que la fase transitoria es algo inevitable histórica y objetivamente y por la que tiene que pasar el proletariado, el Estado es un instrumento de violencia inevitable para el proletariado, quien lo utiliza contra las clases que ha expropiado, pero con el cual no puede identificarse (...). La experiencia rusa puso particularmente en evidencia el error teórico de la noción de estado obrero y de la identificación de la dictadura del proletariado con la utilización, por el proletariado, del instrumento de coerción que es el Estado. Internationalisme saca de la experiencia de la revolución rusa la necesidad vital para el proletariado de aprender a ejercer un control estricto y permanente sobre el aparato de Estado siempre listo para convertirse, al menor retroceso, en la fuerza principal de la contrarrevolución”.
Se trata de la presentación realizada para una discusión sobre la Transición del Capitalismo al Comunismo en la sección de la CCI INTERNACIONALISMO Perú.
La presentación se basa en los siguientes documentos:
La teoría para el proletariado es un arma de conocimiento científico de la realidad evolutiva del mundo. La teoría revolucionaria no se concibe nunca como una especulación abstracta, aunque durante mucho tiempo las reflexiones y conclusiones que saca no tengan una consecuencia práctica inmediata o un resultado tangible. Sin embargo, en determinadas situaciones donde la evolución histórica culmina una serie de tendencias largo tiempo maduradas, la teoría revolucionaria se convierte en un arma decisiva para la vida de millones de personas y para el futuro de la humanidad.
Es lo que pasó con la cuestión del Estado. En los primeros años 40 del siglo XIX, las reflexiones de Marx sobre el Estado podían parecer un asunto estrictamente filosófico de crítica a la idealización que Hegel hacía de éste. Sin embargo, en los años 70 de dicho siglo, las conclusiones que Marx y Engels sacaron sobre la necesidad de destruir el Estado burgués y la de abrir un proceso de extinción del nuevo Estado que nace como una lapa pegada a la revolución proletaria, fueron el producto de una reflexión profunda sobre una experiencia concreta vivida por el proletariado: la Comuna de París[17].
Pero estas lecciones quedaron enterradas en el olvido durante el periodo de la 2ª Internacional. ¿Por qué?
Podemos aducir varias razones:
1ª Mientras en la etapa histórica que va de 1848 a 1871 en los revolucionarios –incluso en el sector marxista que era el más lúcido- existía la idea de una especie de “revolución permanente e ininterrumpida” fundada en aprovechar las convulsiones enormes de las revoluciones burguesas y el protagonismo indudable que en ellas tuvo el proletariado para “continuar la marcha hacia el comunismo”, la derrota de la Comuna de París permite comprender que se abría un largo periodo donde lo prioritario era la organización del proletariado para la lucha por mejoras y reformas dentro de los límites de la sociedad capitalista –el programa mínimo- desde luego en la perspectiva de crear las condiciones para la revolución, el programa máximo.
En semejante contexto, las importantes y lúcidas conclusiones extraídas por Marx y Engels sobre la Comuna fueron gradualmente relegadas como algo referido a un futuro muy lejano que no cabía abordar. Aunque hubo algunos debates sobre la “futura sociedad” (la Serie sobre el Comunismo hace referencia a ellos) la tónica general fue el olvido de la cuestión del Estado.
2ª Este olvido se hizo cada vez más intenso en la medida en que se trataba de utilizar los cauces del Estado Capitalista (parlamento, elecciones, administración municipal etc.) como palancas para reforzar las posiciones del proletariado en el contexto histórico de la época de apogeo del capitalismo (1871-1914). Aunque, siempre prevaleció la idea de no asociarse al ejercicio del gobierno[18], la contaminación del movimiento obrero por ideas propias de la lógica estatal –delegación del ejercicio del poder; el Estado como órgano que estaría por encima de las clases (o podría llegar a serlo); afición a los métodos burocráticos y administrativos; desconfianza de la acción de masas etc.- se hizo cada vez más evidente a medida que el oportunismo iba carcomiendo a la socialdemocracia[19].
3ª En este olvido de las lecciones de la Comuna interviene indudablemente la presión de la ideología burguesa. Esta es fundamentalmente pragmática e inmediatista, alienta la búsqueda de resultados al precio que sea y estimula las tendencias a verlo todo en el corto plazo. El tema del Estado quedaba como una cuestión para las calendas griegas…
4ª Sin embargo, la principal consecuencia de la presión de la ideología dominante es lo que Engels estigmatizaba como “la veneración supersticiosa del Estado”. Esta veneración fue penetrando hasta la médula en los rangos de la socialdemocracia. Las sociedades de clase nos acostumbran a creer que el Estado es imprescindible, a confundir la administración de las cosas con la administración de los hombres, a identificar falsamente Estado como comunidad o con la sociedad civil misma etc.
En estas condiciones generales, a pesar de que, en la segunda década del siglo XX, en la socialdemocracia se atisbaban los nubarrones conducentes a crisis revolucionarias, la reflexión sobre la cuestión del Estado, la repesca al menos de las enseñanzas de Marx y Engels sobre la Comuna fue prácticamente inexistente con la única excepción de unas reflexiones muy generales y aproximativas de Pannekoek en 1912.
Solamente, al calor de los acontecimientos revolucionarios de 1917, empezó a abordarse la cuestión del Estado. Lenin rescató ese inmenso caudal teórico con el libro El Estado y la Revolución[20] convirtiéndolo en una cuestión candente: «Los inauditos horrores y calamidades de esta guerra interminable hacen insoportable la situación de las masas, aumentando su indignación. Va fermentando a todas luces la revolución proletaria internacional. La cuestión de la actitud de ésta hacia el Estado adquiere una importancia práctica»[21]
Pero es preciso ver las terribles limitaciones que tuvo ese esfuerzo. En primer lugar, Lenin no pudo acabar su obra. Su proyecto de actualizar las enseñanzas de la Comuna a la luz de la experiencia de los Consejos no se realizó. Su libro ¡no apareció hasta el verano de 1918 cuando se empezaban a hacer evidentes los signos negativos del cáncer estatal sobre el régimen soviético! Por último, no hubo un debate de masas sobre el tema ni tampoco la obra de Lenin suscitó un debate a escala internacional.
Una vez tomado el poder, los Consejos Obreros, los Soviets, se toparon de frente con la cuestión del Estado. El Estado burgués había sido destruido en Rusia con la insurrección de octubre, pero el nuevo Estado que surgía inevitablemente ¿qué características tenía? ¿Qué clases sociales lo respaldaban? ¿Los Soviets debían supeditarse a él e identificarse sin reservas con él? Los obreros rusos se enfrentaban sin apenas referencias teóricas generales a la cuestión del Estado, en un contexto donde el reformismo y el oportunismo socialdemócrata habían viciado largamente las conciencias con “una veneración supersticiosa del Estado”. Todo esto iba a pagarse muy caro.
En El Estado y la Revolución, Lenin formuló con toda claridad los dos ejes que los revolucionarios debían afirmar en torno a la cuestión del Estado:
1º Frente a las confusiones de la socialdemocracia que proponía tomar el poder del Estado capitalista por la vía parlamentaria, la necesidad de destruir el Estado Capitalista en todos los países
2º Frente a la “veneración supersticiosa del Estado”, dominante en la socialdemocracia, la necesidad de abrir desde “el día siguiente de la revolución” un proceso de extinción de nuevo Estado que surge inevitablemente con ella.
Sobre este segundo punto la reflexión en el movimiento obrero e incluso en las filas de la Izquierda de la socialdemocracia, estaba muy atrasada. El libro de Lenin era algo desgraciadamente aislado y no hubo apenas un debate a escala internacional. Existía un fuerte retraso, consecuencia del peso que el conservadurismo y el dejarse mecer en el sueño dorado de la “conquista pacífica del Estado” habían tenido en la gran mayoría del movimiento obrero. La guerra del 14 provocó un terrible despertar, del sueño de un progreso gradual e ininterrumpido se pasó directamente a la peor de las pesadillas. En esas condiciones el movimiento obrero sufrió un grave retraso en su conciencia, de la noche a la mañana tenía que examinar críticamente las posiciones hasta ese momento predominantes, adoptar nuevas posiciones que permitieran comprender la guerra y lo que ella comportaba: la entrada del capitalismo en el periodo de decadencia y por tanto de la necesidad imperiosa de la revolución proletaria mundial.
Era inevitable que, ante las nuevas condiciones, ante las nuevas tareas, en particular ante la tarea titánica de la revolución mundial, se cometieran errores. El proletariado padecía un importante retraso en el desarrollo de su conciencia, la dinámica objetiva se desenvolvía a una velocidad muy superior a la que seguía la conciencia subjetiva. Como dijo Rosa Luxemburgo, “la lógica del proceso histórico se imponía a la lógica subjetiva de sus protagonistas”.
Este retraso afectó sobre todo a la 2ª posición enunciada por Lenin: la extinción del Estado del periodo de transición.
La posición del proletariado ante el Estado no es abstracta sino concreta. Frente al Estado burgués su postura es destruirlo hasta que no quede de él piedra sobre piedra. Su postura sobre el Estado que surge con la Revolución es la de su extinción progresiva, proceso que camina en reciprocidad y concomitancia con el avance hacia el comunismo.
Sin embargo, en el proletariado hay una postura general e histórica: todo Estado –incluido por tanto el “estado comuna” del periodo de transición- encierra peligros graves para la lucha proletaria por el comunismo pues todo Estado está vinculado a la existencia de clases y rechazará el proceso de desaparición de las clases sociales y manifestará una virulenta resistencia conservadora frente a la marcha hacia el comunismo.
El Estado es un órgano con fecha de caducidad. Ni ha existido siempre ni existirá siempre. Su existencia está indisolublemente ligada a la sociedad dividida en clases. Surgió con el final del comunismo primitivo y el desarrollo de las clases sociales y morirá con la desaparición de las clases. «El Estado no ha existido eternamente. Ha habido sociedades que se las arreglaron sin él, que no tuvieron la menor noción del Estado ni del Poder estatal. Al llegar a una determinada fase del desarrollo económico, que estaba ligada necesariamente a la división de la sociedad en clases, esta división hizo que el Estado se convirtiese en una necesidad. Ahora nos acercamos con paso veloz a una fase de desarrollo de la producción en que la existencia de estas clases no sólo deja de ser una necesidad, sino que se convierte en un obstáculo directo para la producción. Las clases desaparecerán de un modo tan inevitable como surgieron en su día. Con la desaparición de las clases, desaparecerá inevitablemente el Estado. La sociedad, reorganizando de un modo nuevo la producción sobre la base de una asociación libre e igual de productores, enviará toda la máquina del Estado al lugar que entonces le ha de corresponder: al museo de antigüedades, junto a la rueca y al hacha de bronce» (citado por Lenin pag 307 de la edición española de sus Obras Escogidas capítulo I parágrafo 3: El estado, instrumento de explotación de la clase oprimida).
En El Estado y la Revolución, Lenin había señalado que, tras destruir el Estado burgués, se hace inevitable el surgimiento de un nuevo Estado. Pero Lenin no considera que el Estado le pertenezca sin reservas al proletariado, ni tampoco piensa que puede utilizarse sin ningún problema ni contradicción con los fines comunistas. Al contrario, Lenin fustiga “la veneración supersticiosa del Estado” que había dominado a la socialdemocracia y, siguiendo a Engels, plantea la necesidad de limitar sus efectos negativos, de acometer “desde el día siguiente de la revolución” la extinción del Estado[22].
Aquí había que recoger una preocupación justa expresada por el anarquismo más allá de las formulaciones erróneas de éste en la mayoría de sus tendencias. El anarquismo pone el énfasis en los peligros de la utilización del Estado y en que el comunismo es una sociedad sin Estado. En ambas cuestiones hay plena coincidencia entre los marxistas y los anarquistas. Como dice Lenin «Nosotros no discrepamos en modo alguno de los anarquistas en cuanto al problema de la abolición del Estado, como meta final. Lo que afirmamos es que, para alcanzar esta meta, es necesario el empleo temporal de las armas, de los medios, de los métodos del Poder del Estado contra los explotadores, como para destruir las clases es necesaria la dictadura temporal de la clase oprimida. Marx elige contra los anarquistas el planteamiento más tajante y claro del problema: después de derrocar el yugo de los capitalistas, ¿deberán los obreros "deponer las armas" o emplearlas contra los capitalistas para vencer su resistencia? Y el empleo sistemático de las armas por una clase contra otra clase, ¿qué es sino una "forma transitoria" de Estado?» (Capítulo IV: Polémica con los anarquistas, pag 344)
El proletariado es partidario de la centralización. Para él la centralización no es burocrática y jerárquica, sino que se basa en una unidad profunda y solidaria de todas sus partes. Es una unidad que integra las iniciativas, la creatividad, el tratamiento de los problemas más locales o específicos desde un prisma unitario y general y simultáneamente el tratamiento por todas las partes de los problemas generales. En el periodo de transición del capitalismo al comunismo existen dos candidatos a la centralización de las fuerzas productivas y las actividades sociales. De un lado, el semi- estado, de otro lado, la red de los Consejos Obreros.
«El análisis de los internacionalistas holandeses se aleja del marxismo, porque no pone en evidencia una verdad de base: el proletariado estará obligado a soportar la "plaga" del Estado hasta la desaparición de las clases, o sea hasta la abolición del capitalismo mundial. Pero subrayar esa necesidad histórica es admitir que las funciones estatales se confunden todavía temporalmente con la centralización, aunque ésta, gracias a la destrucción de la máquina opresiva del capitalismo, ya no se opone al desarrollo de la cultura y de la capacidad de gestión de las masas obreras»[23].
Podemos presumir que habrá una disputa por la centralización entre el Estado y los consejos. Estos deben arrebatarle funciones de centralización hasta desposeerlo de ellas. Son pasos necesarios hacia una plena unidad social que va en concomitancia con la desaparición de las diferencias de clase que todavía persisten. En primer lugar, el proletariado debe mantener y desarrollar a toda costa una centralización internacional de los consejos obreros y oponerla a la tendencia irresistiblemente nacional que tendrá el Estado de transición. En segundo lugar, a medida que se desarrolla el avance hacia el comunismo, la centralización de la producción social debe tener un carácter cada vez más internacional y esto tenderá a escapar de las manos del Estado para trasladarse a la del proletariado organizado.
Lenin recoge una cita de Engels donde se exponen las dos funciones del Estado:
«El Estado -- dice Engels, resumiendo su análisis histórico -- no es, en modo alguno, un Poder impuesto desde fuera a la sociedad; ni es tampoco 'la realidad de la idea moral', 'la imagen y la realidad de la razón', como afirma Hegel. El Estado es, más bien, un producto de la sociedad al llegar a una determinada fase de desarrollo; es la confesión de que esta sociedad se ha enredado consigo misma en una contradicción insoluble, se ha dividido en antagonismos irreconciliables, que ella es impotente para conjurar. Y para que estos antagonismos, estas clases con intereses económicos en pugna, no se devoren a sí mismas y no devoren a la sociedad en una lucha estéril, para eso se hizo necesario un Poder situado, aparentemente, por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el conflicto, a mantenerlo dentro de los límites del 'orden'. Y este Poder, que brota de la sociedad, pero que se coloca por encima de ella y que se divorcia cada vez más de ella, es el Estado» (págs. 177 y 178 de la sexta edición alemana).
El Estado es un órgano de la clase dominante, pero es a su vez un órgano encargado de evitar que los conflictos de clase destruyan la sociedad. Esas son las dos funciones que tiene el Estado. La primera significa que la clase dominante utiliza el Estado para aplastar a las clases dominadas. La segunda que esto debe hacerlo con inteligencia política, velando por que los conflictos de clase no desemboquen en la destrucción de la sociedad.
¿Cuál es la actitud del proletariado ante esas dos funciones del Estado? ¿Puede ser la misma que la de la burguesía? Ya sabemos cómo utiliza la burguesía el Estado: cómo órgano propio machaca y aplasta cualquier intento de lucha proletaria. Respecto a la segunda función procura darle un carácter democrático-representativo para evitar que los conflictos sociales se le escapen de las manos. Las dos funciones de represión y representación se combinan para hacer del Estado el órgano exclusivo de la minoría explotadora que vela por una mínima cohesión social para mantener su dominación.
Pero en el proletariado las cosas no se plantean de manera tan simple. Como dice Marx en El 18 de Brumario de Luis Bonaparte, todas las revoluciones anteriores a la revolución proletaria perfeccionaron la máquina del Estado mientras que lo que ésta necesita es romperlo, destruirlo. Sin embargo, necesita mantenerlo todavía para dos funciones:
La primera función exige plenamente la utilización del Estado como órgano de opresión de una clase sobre otra. «El Estado es un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra es la creación del "orden" que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando los choques entre las clases» (pag. 301).
Es un Estado que tiene como fin «someter por la violencia a sus adversarios, es un absurdo hablar de un Estado libre del pueblo: mientras el proletariado necesite todavía del Estado, no lo necesitará en interés de la libertad, sino para someter a sus adversarios, y tan pronto como pueda hablarse de libertad, el Estado como tal dejará de existir» (Engels, carta a Bebel).
El proletariado en ese periodo de transición hasta la plena entrada en el comunismo requiere del Estado para reprimir a la burguesía y para enfrentar las acciones armadas del capital mundial contra los bastiones proletarios. Esto debe hacerlo de forma enérgica sin que le tiemble la mano. «Dos de las críticas más severas que Marx hizo a la Comuna fueron que no usó esa fuerza como era necesario, deteniéndose, presos de “un temor reverencial” a las puertas del Banco de Francia, en vez de ocuparlo y utilizarlo como medio de presión contra la burguesía; y, por otro lado, que no consiguiera lanzar una ofensiva contra Versalles, cuando estos todavía carecían de los recursos necesarios para ejecutar su ataque contrarrevolucionario contra la capital» (Revista Internacional nº 77, Serie El Comunismo, 1871, "la primera dictadura del proletariado [22]").
Dicho de forma simple: el proletariado necesita un ejército, una fuerza armada, es decir, el principal de los órganos del Estado. «Tenemos derecho a hablar de destacamentos especiales de hombres armados, pues el Poder público propio de todo Estado "no coincide directamente" con la población armada, con su "organización armada espontánea"» (pag.- 302).
¿Puede el proletariado una vez tomado el poder pasar a realizar inmediatamente su “organización armada espontánea”? Así lo pensó Marx que destaca que «el primer decreto de la Comuna de París fue la abolición del ejército permanente para sustituirlo por el pueblo armado» (citado por Lenin).
Sin embargo, se ve claramente que en Rusia eso no pudo ser: es cierto que la insurrección fue llevada a cabo por “el proletariado en armas” expresado a través del órgano soviético del Comité Militar Revolucionario. Pero una vez tomado el poder, se produjo una enorme descompresión: el ejército se disolvió sometido a enormes fuerzas centrífugas y cayó en un avanzado estado de descomposición. Por otro lado, se produjo una desmovilización de las milicias obreras y llegó un momento –enero 1918- precisamente con las negociaciones de Brest Litovks con el ejército alemán donde Rusia estaba completamente indefensa, si el ejército alemán hubiera seguido adelante el poder soviético habría sido aplastado.
Se vio claramente que no se podía hacer frente con simples guerrillas o con milicias armadas más o menos espontáneamente a la máquina gigantesca del ejército alemán y después a los múltiples ejércitos blancos y de las distintas potencias imperialistas que desde mediados de 1918 asediaron al poder soviético. Para salir victorioso de esa terrible prueba hacía falta la organización del ejército rojo con todos los riesgos que ello conllevaba para el futuro de la propia revolución.
Así pues, el proletariado en Rusia se encontró de bruces, a partir de abril 1918, con un problema enorme, con una contradicción de gran envergadura: por un lado, necesitaba formar a toda prisa un Ejército Rojo si quería salir victorioso de la brutal guerra militar que le impuso todo el imperialismo mundial. Pero ese Ejército Rojo era el órgano estatal por excelencia y se podía volver fácilmente contra el propio poder proletario pues llevaba en su seno una tendencia difícilmente resistible de reforzamiento y autonomización del Estado. Hay un dicho que reza: “es peor el remedio que la enfermedad”. En realidad, la revolución rusa se topó con la realidad de que enfermedad y remedio se reforzaban mutuamente siempre en el sentido de la primera.
¡Y el proletariado en Rusia no podía proceder de otra manera! Este problema reflejaba la relación de fuerzas desfavorable con la burguesía mundial. Expresaba el hecho de que el resto del proletariado internacional no estaba en condiciones de realizar el proceso que había ocurrido en Rusia de manera muy avanzada de descomposición del ejército. En Alemania este fenómeno tardó en darse y solo estalló a plena luz a partir del otoño de 1918 conduciendo a la revolución de noviembre. En Gran Bretaña y Francia hubo diferentes conatos de sublevación de soldados, pero globalmente sus Estados respectivos pudieron salir del paso licenciando a las tropas de reemplazo y sustituyéndolas por fuerzas coloniales. En los ejércitos de Estados Unidos y Japón apenas hubo tímidos movimientos de protesta.
[2] https://www.marxists.org/espanol/luxem/09El%20folletoJuniusLacrisisdelasocialdemocraciaalemana_0.pdf [24]
[3] Principios del Comunismo, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/47-princi.htm [25]
[4] Ver en nuestro libro 1936: Franco y la República masacran al proletariado, el capítulo dedicada a la crítica del libro de Munís Jalones de derrota, promesas de victoria, https://es.internationalism.org/cci/200602/753/1critica-del-libro-jalones-de-derrota-promesas-de-victoria [9]
[5] Sobre la revolución en Rusia puedes consultar: el Manifiesto de nuestro 22º Congreso Internacional: https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201710/4237/manifiesto-de-la-corriente-comunista-internacional-sobre-la-revolucion [3] ; el folleto que hemos escrito: https://es.internationalism.org/series/529 [26] , y también la lista de artículos que hemos publicado: https://es.internationalism.org/cci-online/200805/2245/lista-de-articulos-sobre-la-revolucion-rusa [27]
[6] Para un estudio de la experiencia alemana puedes consultar nuestro folleto sobre ella, https://es.internationalism.org/files/es/pdf/folleto_revolucion_en_alemania_1918-23_2.pdf [28] y también la lista de artículos que hemos escrito sobre la tentativa revolucionaria en Alemania de 1918-23: https://es.internationalism.org/content/4373/lista-de-articulos-sobre-la-tentativa-revolucionaria-en-alemania-1918-23 [29]
[7] Sobre la experiencia de Italia 1920 ver Revolución y contrarrevolución en Italia, https://es.internationalism.org/revista-internacional/197504/1941/revolucion-y-contrarrevolucion-en-italia-i [30] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/197508/2009/revolucion-y-contra-revolucion-en-italia-ii-frente-al-fascismo-el- [31]
[8] Nos parece llena de enseñanzas a este respecto la polémica con FOR sobre Rusia 1917 y España 1936, ver Las confusiones del FOR sobre Octubre 1917 y España 1936 en https://es.internationalism.org/content/4388/las-confusiones-del-sobre-octubre-1917-y-espana-1936 [32]
[9] Ver nuestro artículo Problemas del Periodo de Transición (8) https://es.internationalism.org/revista-internacional/200911/2712/x-los-problemas-del-periodo-de-transicion-8 [33]
[10] El subrayado es nuestro. Queremos precisar que nosotros no compartimos la visión que tenía Bilan de un “estado proletario”. Para nosotros el Estado es un mal inevitable del periodo de transición que la dictadura del proletariado organizada en el poder mundial de los Consejos Obreros (¡y no en el poder de un pretendido “estado proletario”!) debe ir extinguiendo hasta su desaparición definitiva.
[13] Carta a Joseph Bloch, https://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/e21-9-90.htm [36]
[14] Ver https://es.internationalism.org/revista-internacional/200910/2678/i-1919-el-ejemplo-de-rusia-1917-inspira-a-los-obreros-hungaros [37] y https://es.internationalism.org/content/4379/1919-el-ejemplo-ruso-inspira-los-obreros-hungaros-ii-el-abrazo-del-oso-de-la [38]
[15] Ver https://es.internationalism.org/revista-internacional/201012/3004/que-son-los-consejos-obreros-iv-1917-21-los-soviets-tratan-de-ejer#_ftnref15 [39]
[16] Ver https://es.internationalism.org/revista-internacional/197710/1075/estado-y-dictadura-del-proletariado [40]
[17] “En Marx no hay ni rastro de utopismo, pues no inventa ni saca de su fantasía una ‘nueva’ sociedad. No, Marx estudia cómo un proceso histórico-natural, como nace la nueva sociedad de la vieja, estudia las formas de transición de la segunda a la primera. Toma la experiencia real del movimiento proletario de masas y se esfuerza por sacar las enseñanzas prácticas de ella. ‘Aprende’ de la Comuna como no temieron aprender todos los grandes pensadores revolucionarios de la experiencia de los grandes movimientos de la clase oprimida...» Lenin: El Estado y la Revolución
[18] Millerand, socialista francés que aceptó un puesto en el gobierno fue condenado tajantemente.
[19]Marx y Engels se dieron cuenta del problema cuando en 1875 criticaron el Programa de Ghota adoptado por el partido socialdemócrata alemán al fusionarse con los lassallianos. En el capítulo IV, Marx critica las ideas sobre el Estado y por ende sobre el papel de éste en el periodo de transición. Hay que decir sin embargo que su crítica solo circuló privadamente y no fue publicada hasta 1891
[21] Prólogo a la primera edición, agosto 1917. Ver https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/estyrev/hoja1.htm [42]
[22] No podemos analizar aquí estas cuestiones. Ver "Estado y dictadura del proletariado [40]" en Revista Internacional nº 11.
[23] Ver Los Problemas del Periodo de Transición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200802/2190/viii-los-problemas-del-periodo-de-transicion-6 [43]
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La multiplicación de los desastres climáticos, de las zonas contaminadas, de la destrucción de los bosques, de las mareas de lodo rojo, la contaminación atmosférica, la desaparición masiva de especies.... Todos los días, los desastres medioambientales ocupan los titulares. Cada uno de estos artículos termina invariablemente con un llamamiento a la "determinación" de los gobiernos para salvar el planeta o a la responsabilidad individual de los "ciudadanos del mundo" para que utilicen correctamente sus votos. O sea, nos piden que ¡salvemos el planeta mano a mano con el Estado burgués! Las recientes Marchas por el Clima, y las numerosas movilizaciones de jóvenes no se han apartado de esta regla: si la indignación de los jóvenes es palpable, también lo es la falta total de una solución real a los problemas ambientales[1].
Hace 170 años, Friedrich Engels ya señalaba que la industria inglesa hacía insalubre el medio ambiente para los trabajadores: "La alta tasa de mortalidad entre los hijos de los trabajadores, y en particular entre los trabajadores de las fábricas, es prueba suficiente de la insalubridad a la que están expuestos durante sus primeros años de vida. Estas causas también afectan a los niños que logran sobrevivir, pero sus efectos son, obviamente, un poco más atenuados. En el caso más benigno, conducen a una predisposición a la enfermedad o al retraso del desarrollo y, en consecuencia, a un vigor físico inferior al normal”[2].
Aun cuando permitiera el desarrollo de las fuerzas productivas, la industria generalizaba allá donde aparecía una contaminación cada vez más tóxica y peligrosa para la salud: "En estas cuencas industriales, las humaredas de carbón se convierten en una fuente importante de contaminación. (...) Muchos viajeros, investigadores sociales y novelistas describen el alcance de la contaminación causada por las chimeneas de las fábricas. Entre ellos Charles Dickens, en su célebre novela “Hard Times", que evocaba en 1854 el cielo de hollín de Coketown, una ciudad ficticia calcada de Manchester, donde todo lo que se ve son ‘monstruosas serpientes de humo’ que se arrastran sobre la ciudad"[3].
El principal responsable de una contaminación, que no ha aparecido ayer, es un sistema social que produce para acumular capital sin preocuparse por las consecuencias ni sobre el medio ambiente ni sobre las personas: el capitalismo.
El episodio de esmog que tuvo lugar en Londres en 1952[4] mostró hasta dónde podía llegar la contaminación atmosférica causada por la industria y la calefacción doméstica, pero hoy en día, todas las grandes ciudades del mundo se ven amenazadas por estos fenómenos que son cada vez más permanentes, y en primer lugar Nueva Delhi y Pekín[5]. Uno de los sectores más contaminantes es el transporte marítimo, cuya actividad y cuyos costes irrisorios son dos condiciones vitales para el funcionamiento de toda la economía mundial. La destrucción del medio ambiente, desde los bosques hasta los fondos marinos, así como las catástrofes industriales, responde a la misma lógica de rentabilidad y sobreexplotación a bajo costo.
No es un sector particular de la actividad humana, sino la sociedad capitalista en su conjunto la que contamina sin preocuparse por las consecuencias para el futuro.
Muy a pesar de los estragos ocasionados durante dos siglos por una explotación irresponsable de los recursos naturales que había de engendrar la destrucción de los entornos naturales y una creciente desaparición de especies y ecosistemas, los dictados de la economía capitalista y la ley del mercado siguen empujando al planeta a su agotamiento y a la atmósfera a plagarse de partículas nocivas convirtiéndose en irrespirable.
La contaminación del aire por sus efectos acumulativos alcanza hoy, según confiesan los propios científicos, niveles apocalípticos. Digan lo que digan los "escépticos sobre el cambio climático”, apoyados por toda la industria química y petrolera del planeta, las mediciones científicas del retroceso de los glaciares y los casquetes polares y del aumento del nivel del mar, apuntan en la misma dirección y no dejan lugar a dudas sobre la realidad del fenómeno: debido al aumento de la tasa de CO2 en la atmósfera, la temperatura promedio de la Tierra está aumentando de forma inexorable, dando lugar a una serie de fenómenos climáticos imprevisibles y cuyas consecuencias sobre las poblaciones humanas ya son dramáticas en algunas regiones.
En otras palabras: la era industrial del sistema capitalista amenaza hoy a la civilización con una lenta pero inevitable caída en la destrucción y el caos. Ya en la actualidad algunas zonas del mundo son inhabitables para comunidades humanas debido a los efectos del calentamiento global y la destrucción del medio ambiente. Según un estudio del Banco Mundial, la agravación de los efectos del cambio climático podría empujar a más de 140 millones de personas a emigrar dentro de sus propios países desde ahora hasta 2050.
Esta siniestra realidad, enmascarada en gran parte por el hecho de que se dice que el problema está ligado a una simple "falta de voluntad política" y al "egoísmo de los consumidores”, insuficientemente "concienciados", está generando una preocupación generalizada y perfectamente comprensible. A la pregunta: "¿qué mundo dejaremos a nuestros hijos?”, no hay respuesta optimista. Es lógico pues que los principales afectados (niños y jóvenes) sean los primeros en preocuparse por haber de vivir toda su existencia en un medio ambiente cada vez más degradado, con consecuencias climáticas que se vislumbran aterradoras.
En este contexto, las "marchas por el clima", organizadas con una fuerte publicidad y una amplia cobertura mediática, han tratado de responder a esta inquietud. Cuando una joven estudiante de secundaria sueca dejó su escuela para manifestarse ante el Parlamento de Estocolmo, demostró la preocupación por la falta de futuro que le invadía. Invitada a la Cumbre por el Clima, en las Naciones Unidas, para que explicase su acción, Greta Thunberg es ahora la abanderada de una generación que está tomando conciencia de que su futuro está siendo gravemente dañado por la contaminación y el cambio climático resultante.
De entrada, podríamos haber acogido con agrado una movilización internacional que se plantease cuestiones sobre el futuro que esta sociedad puede depararnos. Pero, en realidad, se trata de todo lo contrario. Observamos, en efecto, que esta movilización está impulsada y encuadrada por un amplio sector de la clase dominante: desde antiguos ministros ecologistas franceses como Cécile Duflot y Nicolas Hulot hasta L'Humanité y Lutte Ouvrière; de Greenpeace a Secours catholique[6], etc. En definitiva: en toda Europa, toda la burguesía, desde la derecha hasta la extrema izquierda, ha apoyado o llamado a participar en la "Marcha del Siglo", como ocurrió el 16 de marzo en París y casi en todas partes en otras capitales o grandes metrópolis. En Francia, el sindicato SUD ya había convocado a la Marcha del 8 de diciembre de 2018, insistiendo en la relación entre clima y empleo: "luchar por el clima es luchar por el empleo", vinculando dos preocupaciones muy reales de los jóvenes y llamando a una "huelga en las escuelas" (inspirados por Greta Thunberg) por la "emergencia climática".
Pero donde este sindicato revela su habitual juego de división es en su comunicado de prensa ("Por un clima y una primavera social"), cuando nos explica que "ante la inacción de sus mayores, los/las escolares, los/las estudiantes de secundaria y estudiantes han lanzado para el viernes 15 de marzo un llamamiento a una huelga internacional por el clima". En otras palabras, reproduce, como la mayoría de las organizaciones burguesas, la patraña de que si el planeta se está calentando es porque los "viejos" no han "hecho nada" para impedirlo. La generación más joven sería pues mucho más "responsable", porque "actúa": ¡hace huelgas por el clima!
En realidad, no se trata de una responsabilidad particular de las "generaciones precedentes”, ni comportamientos individuales "irresponsables" en materia medioambiental, ni siquiera la "falta de voluntad" de los políticos ni la influencia de los grandes “grupos de presión", los que generan la catástrofe medioambiental que vemos emerger. Es el producto del capitalismo minado por sus propias contradicciones internas. El hecho de que este sistema esté basado en una brutal competitividad, en el cada uno a la suya, y el beneficio, obsesionado por la reducción de costes sin que esta lógica se cuestione abiertamente, empuja tanto a la vieja como a la nueva generación a sufrir las implacables leyes de este mismo sistema bárbaro. En otras palabras, que la clase dominante, en todas sus edades y generaciones, trata de blanquear el podrido sistema capitalista, levantando una cortina de humo con la que enmascarar su responsabilidad directa.
El objetivo es, por tanto, empujar a la población en brazos del guardián del orden dominante, el Estado capitalista, que debería escuchar a los ciudadanos y poner en marcha una política ecológica, "responsable", e incluso "anticapitalista".
En última instancia, este ataque ideológico, aunque global, se dirige, sobre todo, contra la generación más joven, ya que el objetivo es impedir toda solidaridad entre generaciones y, sobre todo, ocultar a sus ojos la verdadera causa de las catástrofes. Oponiendo “viejos” y "jóvenes" mediante el eslogan “nos están robando nuestro futuro", la propaganda capitalista opera subrepticiamente con el “dividir para ganar”.
Pero el sindicato SUD no se detiene ahí. El propósito de esta movilización estaría, nos dicen, muy claro: "Llamados por más de 140 organizaciones, el 16 de marzo, nos manifestaremos juntos para exigir un cambio en el sistema de producción y de consumo que limite el calentamiento global a 1,5°C". Para ello, son necesarias otras políticas públicas que involucren a los trabajadores en la construcción de una sociedad justa, solidaria y ecológica que responda a las necesidades sociales y preserve los límites del planeta”. El SUD nos pide, por tanto, que exijamos "otras políticas públicas" y, por supuesto, se dirige aquí al Estado para pedirle que escuche las quejas de los jóvenes en favor de "una sociedad justa, solidaria y ecológica".
Para este sindicato, como para todos los organizadores de la "Marcha del Siglo", la solución sólo puede encontrarse en el Estado. Bastaría con que éste escuchase a los ciudadanos. El llamamiento de Generaciones Futuras es aún más elocuente: "Debemos renovar la democracia y obligar a los/las decisores/as a proteger los intereses de todos/as y no sólo de unos pocos/as. Debemos distribuir la riqueza para lograr la justicia social, a fin de garantizar una existencia digna para cada uno/a”[7]. Cuando Greta Thunberg se manifiesta ante el Parlamento de Estocolmo, en realidad está pidiendo a los representantes electos del Estado capitalista sueco que hagan "su trabajo" pensando en la juventud y en su futuro. Se apela pues, en general, a votar. Cuando se pide la "renovación de la democracia" y "otras políticas públicas", no queda más salida que elegir a los "buenos" candidatos, los que se tomasen en serio las aspiraciones de la "juventud". Esto significa olvidar que los Estados son los defensores de su capital nacional, cuya frenética búsqueda de acumulación le convierte en absolutamente indiferente a las catastróficas consecuencias que ello supone para la naturaleza. ¡Acabáramos! Resulta que lo que está tratando la burguesía internacional es de instrumentalizar la legítima preocupación generada por el cambio climático para abocar a los jóvenes al callejón sin salida electoral. Cuando se ve como crece la abstención entre las generaciones más jóvenes, como resultado del creciente descrédito de las instituciones democrático-burguesas, se comprende fácilmente que la clase dominante está buscando una manera de revertir esta tendencia. Utiliza para ello la oportunidad que le brinda el temor al cambio climático.
Si el movimiento contra el calentamiento global se dirige principalmente a los jóvenes estudiantes de secundaria y universitarios, es porque, para la burguesía, la juventud representa un objetivo particular. En todos los regímenes totalitarios, los jóvenes representan un envite fundamental, puesto que se movilizan con facilidad, porque sienten intensamente las amenazas para el futuro, porque carecen de experiencia y, por lo tanto, son más fáciles de manipular que las generaciones mayores.
La juventud representa pues una preocupación central, y por ello, en los países desarrollados trata de hacer de ella la “defensora” de los “principios democráticos". Ya sea en Estados Unidos con el movimiento "contra las armas", en Gran Bretaña con el movimiento "Extinction rebellion", o en Francia con la "Marcha del Siglo", la burguesía busca, sobre todo, movilizar a los jóvenes en torno a objetivos democráticos y separarlos de los viejos. Esta juventud que se alarma, justificadamente, por su futuro, se ve abocada así a la trampa democrática que pretende convertirlos en "ciudadanos responsables" e impedir que los jóvenes proletarios se movilicen en un terreno de clase: ¿para qué defender sus condiciones de vida y trabajo cuando lo que está amenazado es el futuro de la humanidad?
Este llamamiento a apoyar la democracia burguesa es, por supuesto, una completa mistificación. No es a través de una movilización de los "jóvenes" hacia las urnas (especialmente en beneficio de los partidos verdes o de izquierda), ni renovando el edificio del Estado u obligando a los “representantes” a hacer "su trabajo" como lograremos cambiar el futuro que se está configurando hoy.
Si bien es cierto que la burguesía misma está alarmada por el tema del calentamiento global, pero hay que tener en cuenta que su principal preocupación es siempre salvaguardar las condiciones para proseguir la explotación y no la protección del medio ambiente. La preocupación de la burguesía es, en primer lugar y ante todo, producir mercancías extrayendo plusvalía a través de la explotación de la mano de obra asalariada. Ya hemos visto el provecho que le ha sacado del gusto por la comida “bio” o el "veganismo", que contaminaría menos y preservaría mejor el medio ambiente: los precios de estos productos se elevan, y la brecha entre los ricos que comen más sano y los pobres condenados a la "comida basura" no hace más que aumentar. Y, además, se culpabiliza a quienes siguen comprando comida industrial, que es por supuesto la más barata.
Peor aún, la burguesía tiñe, cínicamente, de “verde” su estrategia industrial para justificar los ataques contra la clase obrera y reforzar la guerra económica. Dado que la contaminación atmosférica y el consiguiente calentamiento global son, en gran medida, el resultado del uso de motores de combustión interna, la burguesía europea ha planteado la cuestión de sustituir los coches que utilizan este modo de propulsión por vehículos eléctricos "no contaminantes". Se trata de una nueva estafa, porque la intención oculta tras de todo el escándalo del "diéselgate" no es ni ha sido nunca el futuro de la humanidad. De lo que se trata, más bien, es del beneficio de los fabricantes: según algunos escenarios, por ejemplo, en Alemania, la mano de obra en este sector industrial podría reducirse hasta en un 16%. Con ese capitalismo supuestamente "verde" aumenta la ganancia, aunque recurrir al litio para fabricar baterías tendrá graves consecuencias para el medio ambiente. Los riesgos de contaminación causados por las baterías, si se queman o se encuentran al final de su vida útil, no deben tomarse a la ligera.
Y lo mismo cabe decir de las “tasas ecológicas”, que suponen incrementos de impuestos en todo el mundo sirviendo a la guerra comercial entre Estados, o directamente de ataques directos contra la clase obrera. Ahí, como en otras partes, la ecología sirve para camuflar una pugna por el beneficio o como vía para hacer que los trabajadores acepten ataques en nombre de lucha contra la contaminación. Así, cuando la nueva musa joven del mundo, Greta Thunberg, se hace eco de lo que la propaganda le está machacando, a saber, que debemos abandonar nuestra "zona de confort" y por lo tanto hacer "sacrificios", ya que supuestamente la contaminación proviene de nuestro consumo excesivo, del despilfarro, en definitiva del "comportamiento irresponsable de cada uno de nosotros”, lo que está haciendo en realidad es proporcionar un arsenal suplementario a los discursos ideológicos de los Estados que preparan futuras medidas anti-obreras, fomentando no sólo un sentimiento de culpa, sino también un aislamiento de cada cual en la búsqueda de "soluciones" individuales totalmente estériles. El sistema capitalista produce como si no hubiera límite alguno a las necesidades, produce porque necesita plusvalía para acumular cada vez más capital. Es así como funciona, y pretender que funcione de otra manera es una pura ilusión. La única manera de actuar con eficacia, que también es una necesidad vital, es destruirlo para sentar las bases de una nueva sociedad en la que el trabajo en el seno de la sociedad se oriente hacia las necesidades de la humanidad sin ponerlas en contradicción con la naturaleza nuestro entorno. Esto sólo lograrlo la clase obrera a través de una revolución mundial.
HD, 20 de abril de 2019
[1] Ver nuestra hoja internacional El capitalismo amenaza el planeta y la supervivencia de la humanidad: Sólo la lucha mundial del proletariado puede acabar con la amenaza https://es.internationalism.org/content/4405/el-capitalismo-amenaza-el-planeta-y-la-supervivencia-de-la-humanidad-solo-la-lucha [48]
[2] Friedrich Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra (1844). https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/situacion/index.htm [49]
[3] François Jarrige y Thomas Le Roux, La contamination du monde (2017).
[4] El 5 de diciembre de 1952 y durante cinco días, una niebla causada por un anticiclón sumado a los humos de carbón causó 12.000 muertes.
[5] "De Londres a Delhi, cómo el esmog ha emigrado hacia el Este", Le Monde (17 de noviembre de 2017).
[6] Organización similar a la Cáritas española.
[7] También podemos citar el llamamiento de la red Por la Acción Climática en Francia: "En su llamamiento conjunto, los signatarios piden a los responsables del desarreglo climático que tomen las medidas necesarias para limitar el calentamiento global a 1,5⁰ C, garantizando una justicia social.”
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En el mes pasado cientos de miles, incluso millones de habitantes de Hong Kong han invadido las calles y plazas en protesta contra una enmienda a la Ley de Extradición[1], propuesta por la Gobernadora General de Hong Kong, Carrie Lam. La enmienda permitiría extraditar a ciudadanos de Hong Kong al territorio continental de China. La mayor manifestación contra esta enmienda tuvo lugar el 16 de junio, cuando casi dos millones de personas se reunieron en una protesta callejera.
Las primeras protestas en junio fueron posibles gracias al "Frente Civil de Derechos Humanos" (una coalición de más de cincuenta organizaciones burguesas). Esta organización hizo posible que los mítines del 9 y 12 de junio se realizarán, consiguiendo las autorizaciones para marchar y reunirse. Pero la escala masiva de las movilizaciones fue posible a través de los medios sociales: la gente ha organizado sus propias iniciativas, principalmente a través de Facebook, los grupos de Telegram, y el foro en línea.
Ya el 31 de marzo se había producido una primera protesta. El 28 de abril se celebró una segunda manifestación, que atrajo a más de 100.000 manifestantes. Posteriormente, el movimiento cobró impulso, alcanzando su punto álgido durante tres marchas diferentes los días 9 y 12 y 21 de junio de 2019, cuando millones de personas salieron a la calle. El lunes 1 de julio, cuando Hong Kong conmemoraba el 22º aniversario de su traspaso de soberanía en 1997, la marcha anual a favor de la democracia todavía contaba con una participación récord de medio millón de personas[2].
Las protestas de Hong Kong no sólo estaban dirigidas a la ley de extradición sino también, detrás de esto, a los crecientes intentos del régimen estalinista chino de obtener un control más riguroso sobre esta antigua colonia británica. Para entender estos intentos del Estado chino debemos volver a ciertos aspectos del pasado y del presente de China. Porque China está pasando por una fase más peligrosa, dada la crisis económica en desarrollo en China y en otros lugares y la agudización de las tensiones imperialistas.
Al igual que cualquier otro estado en decadencia del capitalismo, el estado chino está abrumado por crecientes contradicciones. China es un ejemplo típico del capitalismo de estado que "adquiere su forma más completa donde el capitalismo está sometido a las contradicciones más brutales y donde la burguesía clásica está en su punto más débil". Un sistema político tan rígido es incompatible con cualquier oposición democrática legal.
El régimen de China no puede tolerar tales fuerzas de oposición sin ponerse en grave peligro. Los movimientos de Hong Kong del mes pasado han vuelto a enfrentar al gobierno de Pekín con el espectro de la democracia.
En 1997 Hong Kong se convirtió en una región administrativa de China. Bajo el marco de "un país, dos sistemas", el gobierno chino garantizó a Hong Kong el derecho a conservar sus propios sistemas sociales, legales y políticos durante 50 años, hasta 2047.
Pero la existencia de un territorio semindependiente, en el que cualquiera que se oponga a Beijing puede encontrar un santuario, es como un tumor en el cuerpo del estado chino. Aquí la política de "un país, dos sistemas" muestra sus límites, estando en contradicción fundamental con el régimen de partido único. El sistema "dual" es presa de una erosión constante, pero el Estado chino no puede arriesgar un segundo Tiananmen[3].
En el período de descomposición[4], como resultado de un estancamiento en la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado, la tendencia del Cada Uno para si aumenta dramáticamente y las fuerzas centrífugas desgarran los estados-nación. El ejemplo más obvio fue, por supuesto, el colapso del bloque oriental y la fragmentación de la antigua Unión Soviética. Pero China tampoco se libra de esta dinámica centrífuga. La resistencia contra el control de Pekín y el llamado a la autonomía en la periferia continúa e incluso parece que se ha fortalecido en los últimos años: Tíbet, Xinjiang, Hong Kong, Macao, etc.
Después de la caída del Imperio Quing a principios del siglo XX, China se desmoronó en unidades políticas y territoriales más pequeñas. Durante algunas décadas, el país estuvo fragmentado y gobernado por señores de la guerra rivales. Cuando el Partido Comunista Chino tomó el poder en 1949, más o menos restableció la unidad nacional. Y si hay algo que el Partido Estalinista no puede tolerar es el llamado a la autonomía de las regiones periféricas.
Antes de que Xi Jinping asumiera el poder en 2012, los 56 grupos étnicos ubicados en China tenían el mismo estatus y podían practicar sus propias culturas y costumbres. Pero desde entonces, la dicotomía "nosotros contra ellos", definida por el antagonismo nacional y que apunta a los chivos expiatorios, ha ganado fuerza en China. Ni siquiera Taiwán se ha salvado. En enero de 2019, el presidente chino amenazó abiertamente a Taiwán con la anexión si este país no se unía a la República Popular.
China también tiene grandes problemas a nivel económico. Su crecimiento es oficialmente del 6,4 por ciento. Pero con el crecimiento de la población y la movilidad interna de decenas de millones de personas que cada año se trasladan del campo a las ciudades en busca de trabajo, esta cifra es más bien una señal de que la economía está estancada e incluso empeora.
La guerra comercial de Trump también está teniendo un serio efecto en la economía china. En febrero de 2019, las exportaciones de China mostraron el mayor descenso en tres años. Las exportaciones cayeron un 20,7 por ciento en comparación con el año anterior, a pesar de las enormes medidas de estímulo del gobierno. En 2018, un año dramático para las bolsas, los mayores perdedores podrían encontrarse en China. La Bolsa de Shanghái cayó un 24,9 por ciento y el Dow Jones Chino un 24,7 por ciento.
En 2013, China lanzó un proyecto geoestratégico propio que, según espera, contrarrestará el peor efecto de la crisis: la "Nueva Ruta de la Seda"[5]. Pero ahora China está empezando a tener problemas con sus aliados que se han unido a este proyecto en los últimos años. Varios de estos países (Malasia, Pakistán, Myanmar, Sri Lanka, etc.) están endeudados a niveles que ya no son sostenibles.
Dado que el Estado chino, por su propia naturaleza, es incapaz de tolerar la oposición democrática, tiene que recurrir a la represión ante cualquier descontento. Y con el crecimiento de las fuerzas centrífugas y la amenaza de disturbios sociales, esta represión sobre la sociedad no ha hecho más que aumentar. Lo que estamos presenciando es que China en este momento es una especie de terror organizado con el objetivo principal de crear un clima de miedo[6].
Pekín ha desplegado cada vez más sistemas de vigilancia masiva para reforzar el control sobre la sociedad. Recopila, a gran escala, datos biométricos que incluyen muestras de ADN y de voz con fines de vigilancia automatizada; desarrolló un sistema nacional de recompensas y castigos conocido como "sistema de crédito social"; y desarrolló y aplicó programas policiales de Big Data destinados a prevenir las voces de los disidentes.
El gobierno chino ha aplicado una represión generalizada en diferentes regiones, en particular en Xinjiang, hogar de la población musulmana uigur. Desde 2016, las autoridades chinas han multiplicado los centros de detención y las prisiones masivas en esta región. Fuera de estos centros de detención, los residentes de Xinjiang están sujetos a restricciones extremas en su vida personal: si quieren viajar desde una ciudad u otra, tienen que solicitar permiso y pasar por varios puestos de control.
Incluso Hong Kong no se queda atrás en este aspecto y aplica medidas similares para restringir la libertad civil y política. La represión estatal de los últimos cuatro años ha dado lugar a 50 juicios, en los que varios centenares de disidentes y activistas políticos han sido objeto de arrestos y enjuiciamientos seleccionados con diversas acusaciones, mientras que más de un centenar de ellos han sido enviados a la cárcel.
Desde 1997, el partido gobernante de China ha ido ejerciendo gradualmente una mayor influencia sobre Hong Kong. En los últimos veinte años ha cambiado regularmente las reglas en un sentido que responde a la necesidad de la clase dominante china de fortalecer su control sobre la política de Hong Kong. Cada decisión que toma y cada paso que da tiene como objetivo obtener un mejor control sobre esta ciudad.
La primera protesta a gran escala contra la creciente influencia del Partido Estalinista tuvo lugar en 2003. La aplicación del artículo 23 de la Ley Fundamental permitió condenar a personas por traición, actividades separatistas, subversión del poder del Estado y robo de secretos de Estado. La segunda gran protesta fue en 2014, la llamada "Revolución de los Paraguas", contra la decisión unilateral del régimen chino de seleccionar los candidatos para el gobierno de Hong Kong[7].
En 2017 el imperialismo chino subió aún más la apuesta. En vísperas del vigésimo aniversario del traspaso, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino declaró que el Acuerdo chino-británico, que garantiza la independencia de Hong Kong en materia política, jurídica y económica hasta 2047, se ha convertido en "un documento histórico, [que] ya no tiene ningún significado práctico".
La introducción de la nueva legislación (la enmienda al proyecto de ley de extradición existente), en febrero de este año, provocó una gran preocupación y ansiedad entre los ciudadanos de Hong Kong por el aumento del riesgo de ser enviados a la China continental, donde los tribunales están bajo un riguroso control del aparato estatal estalinista
Para entender por qué la protesta adquirió proporciones tan grandes, debemos tener en cuenta que casi la mitad de la población de Hong Kong está formada por la segunda o tercera generación que huyó de China. En el momento en que el Partido Maoísta llegó al poder, en 1949, millones de chinos huyeron. Hasta 100.000 personas huían a Hong Kong cada mes. A mediados de la década de 1950, Hong Kong había aumentado su población de 500.000 a la asombrosa cifra de 2,2 millones.
Por lo tanto, la propuesta del Gobierno de Hong Kong, que pone a los habitantes de Hong Kong en riesgo de ser deportados a China para ser juzgados en un sistema judicial despótico, realmente tocó el nervio de millones de ciudadanos de Hong Kong. Saben que, bajo el gobierno del Partido Estalinista, la gente ciertamente no puede esperar el debido proceso y, por lo general, se enfrentará a falsas acusaciones. Al igual que la Unión Soviética en la década de 1930, China es conocida por sus juicios ficticios contra opositores políticos[8].
Los medios de comunicación tradicionales son rigurosamente censurados por el Estado chino. Sobre todo, desde que el presidente Xi Jinping asumió el poder en 2012, China ha puesto en marcha una campaña sin precedentes contra la libertad en las redes sociales, sumergiendo a Internet en la propaganda y castigando a los periodistas que envían mensajes que van en detrimento del sistema.
Como las protestas masivas en Hong Kong podrían resonar a través de la frontera y desencadenar una reacción en cadena en el territorio continental de China, el régimen de Pekín ordenó a los censores chinos que eliminaran los mensajes y las fotos de los sitios de medios sociales. Los medios de comunicación han sido silenciados en gran medida, y como resultado no mucha gente en China sabe lo que ha estado sucediendo en Hong Kong.
No importa cuán masivas hayan sido y cuántos trabajadores participaran en ellas, las protestas callejeras actuales no son una manifestación de la lucha de la clase obrera. En Hong Kong el proletariado no está comprometido en una lucha como clase autónoma. Al contrario: los trabajadores de Hong Kong estaban completamente abrumados y ahogados en una masa de ciudadanos.
Muchos manifestantes son jóvenes de la clase obrera. Pero durante las protestas masivas una gran parte de ellos está luchando por las demandas burguesas y los derechos democráticos. Incluso si pudiéramos saludar el valor y la determinación de los participantes, las protestas masivas en Hong Kong son un gran peligro para el proletariado. Completamente situados en el terreno burgués, no pueden sino reforzar las ilusiones de la democracia. Y el hecho de que el movimiento haya obtenido una victoria momentánea -la enmienda ha sido suspendida- no ha hecho sino aumentar las ilusiones entre los manifestantes de Hong Kong y sus partidarios de todo el mundo.
Las organizaciones políticas de izquierda refuerzan estas tendencias e ilusiones fomentando la lucha por los derechos democráticos y la libertad de expresión. En el caso de las protestas en Hong Kong
Aunque los izquierdistas conectan la lucha por los derechos democráticos con la lucha del proletariado por "derribar el poder de los capitalistas" (sin explicar lo que quieren decir), para el proletariado la lucha por la democracia sigue siendo una trampa, que aprieta aún más la soga que los somete a sus explotadores capitalistas. El verdadero antagonismo dentro de la sociedad capitalista no está entre la dictadura y la democracia, sino entre la clase dominante explotadora y la clase obrera explotada. Este último no tiene nada que ganar con la participación en el movimiento por los derechos democráticos burgueses, no importa cuán masiva sea la protesta.
Rechazamos toda consigna de la izquierda capitalista en favor de la autodeterminación, de un gobierno democrático dirigido por los trabajadores, etc.
Lo mismo ocurre con la tentativa de ocupación del Legco (Consejo Legislativo) la noche del lunes 1 de julio. Después de haber forzado la entrada, cientos de manifestantes irrumpieron en el edificio del parlamento, derribando retratos de líderes legislativos y pintando con aerosol eslóganes a favor de la democracia en las paredes de la cámara principal.
No apoyamos tales acciones seudo -radicales. Al contrario: ni un solo objeto aplastado en un parlamento es suficiente para aplastar las ilusiones del sistema parlamentario. Al saquear, al saquear lugares, al quemar edificios del Estado, no destruimos las ilusiones del parlamentarismo. Las acciones motivadas por la ideología democrática sólo sirven a los intereses del estado burgués.
Esto se demostró por el hecho de que los eventos fueron inmediatamente utilizados para poner a todo el movimiento de protesta bajo una mala luz. Los medios de comunicación estatales chinos no transmitieron imágenes de la masiva protesta "pacífica", pero sí de las "graves acciones ilegales" de los "separatistas de Hong Kong", en las que dominó la "arrogancia ciega y la rabia".
La superación de las ilusiones en el parlamento y la democracia sólo puede venir a través de la acción autónoma de la clase obrera, en defensa de sus propias reivindicaciones de clase. La única manera de luchar contra el falso sistema de representación parlamentaria es celebrar asambleas de masas proletarias, animadas por una discusión seria sobre los métodos y objetivos de la lucha.
Los Estados occidentales han expresado su apoyo al pueblo de Hong Kong en su defensa de los derechos democráticos y la libertad de expresión.
El lunes 10 de junio, Morgan Ortagus, portavoz del Departamento de Estado estadounidense, declaró que "Estados Unidos comparte la preocupación de muchos en Hong Kong de que (...) las enmiendas propuestas puedan socavar los derechos humanos, las libertades fundamentales y los valores democráticos de Hong Kong". El lunes 1 de julio, el Ministro de Asuntos Exteriores británico, Jeremy Hunt, afirmó que "es imperativo que se respete plenamente el alto grado de autonomía de Hong Kong y los derechos y libertades del pueblo de Hong Kong".
Estados Unidos y Gran Bretaña son unos redomados hipócritas pues son cómplices de la represión del gobierno chino como muestran los 3 ejemplos siguientes:
(1) En China, las empresas occidentales confían en la represión del Estado chino para someter a los trabajadores a un sistema de explotación extrema.
Cientos de millones de trabajadores chinos deben viajar miles de kilómetros para buscar oportunidades de trabajo, a menudo durmiendo en el lugar de trabajo en un alojamiento básico y visitando a su familia una vez al año y eso por un salario que es menos de una décima parte del salario mensual promedio en Estados Unidos. "En connivencia con el gobierno, los empleadores exprimen de los trabajadores el máximo de mano de obra en el menor tiempo posible." (La era del Acuerdo Post Multifibras y el auge de China, Au Loong-Yu)
Otro factor es la política de disciplinar y reprimir a los trabajadores mediante el llamado "sistema de registro de hogares". Este sistema "actúa como una especie de apartheid social, que discrimina sistemáticamente a los trabajadores migrantes, impidiéndoles disfrutar de los servicios públicos en las ciudades. Fuera de las fábricas y dormitorios, simplemente no pueden sobrevivir en las ciudades. Es una forma efectiva de obligarlos a aceptar salarios de hambre, condiciones de trabajo espantosas y horas extras forzadas". (Idem)
(2) En su propio territorio nacional, los Estados occidentales detienen a los emigrantes en las circunstancias más horribles.
La red británica de centros de expulsión de inmigrantes es una verdadera humillación para los 25.000 inmigrantes que pasan por allí cada año: no hay rehabilitación, ni condenas penales, ni atención sanitaria adecuada, y muy a menudo no hay límite de tiempo para la pérdida de libertad y las celdas están superpobladas. Muchos de los encarcelados dicen que las condiciones son mucho peores que las de la prisión real, ya que son abusados física y verbalmente por miembros del personal, y esto incluye violencia sexual y racista.
En los Estados Unidos, el inspector de Seguridad Nacional ha encontrado "hacinamiento peligroso" y condiciones insalubres en un centro de detención en Texas, donde se alojaba a cientos de migrantes más de los que el centro estaba diseñado para albergar. El inspector dijo que las celdas "olían a lo que podrían haber sido cuerpos/olores corporales no lavados, orina, diarrea no tratada y/o ropa/detalles sucios", ("Encerrados en celdas y obligados a beber del inodoro - así es como los EE.UU. tratan a los migrantes", The Guardian, 3 de julio de 2019).
(3) Al igual que el gobierno chino, las democracias occidentales también utilizan tecnología superinteligente para espiar a los civiles.
En los Estados Unidos, la CIA, a través de sofisticadas herramientas y software de piratería informática, utiliza dispositivos cotidianos -desde el teléfono en el bolsillo hasta el televisor en el dormitorio- para recopilar información sobre los civiles. "Documentos internos de la CIA (...) indicaban que la agencia de espionaje había obtenido acceso a teléfonos inteligentes Android y Apple, televisores inteligentes Samsung y coches con conexión a Internet usando una variedad de herramientas." ("La CIA utiliza dispositivos inteligentes para espiar a los ciudadanos, WikiLeaks revela", Marissa Lang, San Francisco Chronicle, 8 de marzo de 2017)
"Al menos 100 aviones están siendo utilizados por las fuerzas de seguridad de EE.UU. para espiar a los ciudadanos. Estas aeronaves están equipadas con tecnología avanzada de imagen y video de muy alta resolución - específicamente Sting Ray, la tecnología secreta de rastreo celular masivo, y probablemente infrarrojos u otro hardware de visión nocturna. El FBI ha puesto sus ojos en los cielos de la nación para vigilar al público y espiar a los manifestantes". ("Vigilancia masiva y Totalitarismo inteligente'"; Chris Spannos, ROAR Magazine, 18 de febrero de 2017).
Las democracias occidentales son completamente indiferentes ante los derechos humanos y el bienestar de los pueblos del mundo. Lo mismo ocurre con el pueblo de Hong Kong, que una vez fue la colonia más exitosa de Gran Bretaña en el mundo. Pero cuando China se convirtió en el foco principal y más lucrativo para el Reino Unido, Hong Kong fue eliminado, con pleno conocimiento de que quedaría bajo el yugo de un régimen estalinista.
La administración de Trump y otros gobiernos occidentales se contentan con trabajar y llevar a cabo un comercio lucrativo con una multitud de odiosas dictaduras en todo el mundo, incluida China. Al mismo tiempo, están dispuestos a utilizar la defensa de los derechos democráticos y la autonomía del pueblo de Hong Kong como propaganda útil en su guerra comercial contra el mismo régimen chino.
Los manifestantes en Hong Kong, ondeando banderas americanas y británicas, muestran que la lucha contra la dictadura estalinista en el terreno burgués de la libertad democrática, sólo los lleva a abrazar la dictadura democrática. La movilización de los ciudadanos de Hong Kong está siendo utilizada, en particular por los Estados Unidos y Gran Bretaña, para sus sórdidos intereses imperialistas en la confrontación geopolítica contra China.
Para luchar contra la dictadura brutal del estalinismo en China solamente se puede hacer en el terreno de clase del proletariado, luchar en el terreno de la democracia como está pasando en Hong Kong es servir de carne de cañón a los gánsteres rivales de China y verse finalmente engañados, humillados y masacrados por unos y por otros.
Dennis
[1] Actualmente, Hong Kong sólo está obligada a extraditar a 20 países a personas sospechosas de haber cometido un delito caso por caso, en virtud de dos leyes principales: la Ordenanza sobre delincuentes fugitivos y la Ordenanza sobre asistencia judicial recíproca en asuntos penales, que excluyen expresamente "cualquier otra parte de la República Popular China". En febrero de 2019, el gobierno de Hong Kong propuso aprobar una enmienda a la ley para el traslado de personas sospechosas de haber cometido un delito, no sólo para Taiwán y Macao, sino también para la China continental.
[2]En las semanas siguientes la movilización disminuyó: El domingo 7 de julio, los manifestantes salieron a la calle en una movilización de 250.000 personas y de nuevo el 14 de julio en una manifestación de 100.000 personas. Pero se han vuelto más violentos, sobre todo tras la intervención de la tríada de gánsteres contra los manifestantes y el aumento del uso de gases lacrimógenos por parte de la policía y de las palizas sistemáticas.
[3] Brutal represión perpetrada por el régimen en 1989 en la plaza de Tiananmen en Pekín. Ver Comunicado sobre los acontecimientos en China https://es.internationalism.org/revista-internacional/200608/1038/comunicado-sobre-los-acontecimientos-en-china [52]
[4] Ver nuestras "TESIS SOBRE LA DESCOMPOSICION [53]".
[5] Ver La ruta china de la seda hacia la dominación imperialista https://es.internationalism.org/content/4366/la-ruta-china-de-la-seda-hacia-la-dominacion-imperialista [54]
[6] En China, cualquiera que sea visto como una amenaza para el PCCh puede ser "desaparecido". Algunos son recluidos en prisiones secretas, mientras que otros son colocados en centros de detención con nombres falsos. A la familia, a los abogados e incluso a los fiscales de China se les niega el acceso
[7] Ver La “Revolución de los paraguas” mojada por la ideología democrática https://es.internationalism.org/cci-online/201502/4082/la-revolucion-de-los-paraguas-mojada-por-la-ideologia-democratica [55]
[8] Muchos críticos del gobierno de Pekín, después de ser arrestados, aparecen en las cámaras de TV, confiesan haber cometido todos los delitos habidos y por haber y son obligados a la “autocrítica” y a denunciar a los demás. Todo esto está simbolizado por la condena de 11 años de prisión impuesta al Premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo por defender la democracia. Fue detenido en 2009 y condenado a 11 años de prisión
Links
[1] https://es.internationalism.org/files/es/abril_39_espanol.pdf
[2] https://es.internationalism.org/cci/200602/539/espana-1936-franco-y-la-republica-masacran-al-proletariado
[3] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201710/4237/manifiesto-de-la-corriente-comunista-internacional-sobre-la-revolucion
[4] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201002/2769/que-son-los-consejos-obreros-i
[5] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201005/2865/que-son-los-consejos-obreros-2-parte-de-febrero-a-julio-de-1917-re
[6] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201008/2910/que-son-los-consejos-obreros-iii-la-revolucion-de-1917-de-julio-a-
[7] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201012/3004/que-son-los-consejos-obreros-iv-1917-21-los-soviets-tratan-de-ejer
[8] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201104/3086/que-son-los-consejos-obreros-v-los-soviets-ante-la-cuestion-del-es
[9] https://es.internationalism.org/cci/200602/753/1critica-del-libro-jalones-de-derrota-promesas-de-victoria
[10] https://es.internationalism.org/cci/200602/754/2-una-revolucion-mas-profunda-que-la-revolucion-rusa-de-1917
[11] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201806/4309/la-burguesia-mundial-contra-la-revolucion-de-octubre-i
[12] https://es.internationalism.org/content/4404/refugiados-de-la-guerra-de-espana-de-1939-el-hipocrita-asilo-democratico-de-los-campos
[13] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/espana
[14] https://es.internationalism.org/en/tag/2/25/la-decadencia-del-capitalismo
[15] https://es.internationalism.org/en/tag/3/47/guerra
[16] https://es.internationalism.org/files/es/brexit.pdf
[17] https://en.internationalism.org/content/16634/report-national-situation-january-2019
[18] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/gran-bretana
[19] https://es.internationalism.org/en/tag/2/31/el-engano-del-parlamentarismo
[20] https://es.internationalism.org/en/tag/3/45/descomposicion
[21] https://es.internationalism.org/files/es/debate_sobre_el_comunismo_y_el_periodo_de_transicion_del_capitalismo_al_comunismo.pdf
[22] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199407/1852/viii-1871-la-primera-dictadura-del-proletariado
[23] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum1.htm
[24] https://www.marxists.org/espanol/luxem/09El%20folletoJuniusLacrisisdelasocialdemocraciaalemana_0.pdf
[25] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/47-princi.htm
[26] https://es.internationalism.org/series/529
[27] https://es.internationalism.org/cci-online/200805/2245/lista-de-articulos-sobre-la-revolucion-rusa
[28] https://es.internationalism.org/files/es/pdf/folleto_revolucion_en_alemania_1918-23_2.pdf
[29] https://es.internationalism.org/content/4373/lista-de-articulos-sobre-la-tentativa-revolucionaria-en-alemania-1918-23
[30] https://es.internationalism.org/revista-internacional/197504/1941/revolucion-y-contrarrevolucion-en-italia-i
[31] https://es.internationalism.org/revista-internacional/197508/2009/revolucion-y-contra-revolucion-en-italia-ii-frente-al-fascismo-el-
[32] https://es.internationalism.org/content/4388/las-confusiones-del-sobre-octubre-1917-y-espana-1936
[33] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200911/2712/x-los-problemas-del-periodo-de-transicion-8
[34] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/criteconpol.htm
[35] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1847/miseria/005.htm#v
[36] https://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/e21-9-90.htm
[37] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200910/2678/i-1919-el-ejemplo-de-rusia-1917-inspira-a-los-obreros-hungaros
[38] https://es.internationalism.org/content/4379/1919-el-ejemplo-ruso-inspira-los-obreros-hungaros-ii-el-abrazo-del-oso-de-la
[39] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201012/3004/que-son-los-consejos-obreros-iv-1917-21-los-soviets-tratan-de-ejer#_ftnref15
[40] https://es.internationalism.org/revista-internacional/197710/1075/estado-y-dictadura-del-proletariado
[41] https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/estyrev/index.htm
[42] https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/estyrev/hoja1.htm
[43] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200802/2190/viii-los-problemas-del-periodo-de-transicion-6
[44] https://es.internationalism.org/en/tag/historia-del-movimiento-obrero/1917-la-revolucion-rusa
[45] https://es.internationalism.org/en/tag/2/38/la-dictadura-del-proletariado
[46] https://es.internationalism.org/en/tag/3/42/comunismo
[47] https://es.internationalism.org/files/es/ideologia_verde_.pdf
[48] https://es.internationalism.org/content/4405/el-capitalismo-amenaza-el-planeta-y-la-supervivencia-de-la-humanidad-solo-la-lucha
[49] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/situacion/index.htm
[50] https://es.internationalism.org/en/tag/3/50/medio-ambiente
[51] https://es.internationalism.org/files/es/hong_kong.pdf
[52] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200608/1038/comunicado-sobre-los-acontecimientos-en-china
[53] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[54] https://es.internationalism.org/content/4366/la-ruta-china-de-la-seda-hacia-la-dominacion-imperialista
[55] https://es.internationalism.org/cci-online/201502/4082/la-revolucion-de-los-paraguas-mojada-por-la-ideologia-democratica
[56] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/china