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Revolución Mundial - 2005

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Revolucion Mundial nº 84, Enero - Febrero 2005

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Ante los ataques de la burguesía, los trabajadores no tienen otro camino: ¡La lucha masiva y consciente!

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Por todos lados del planeta, la agravación de la crisis viene haciendo que los programas de los Estados sean más agresivos, arreciando los ataques contra los trabajadores, y la estrategia que se aplica es la misma para regiones industrializadas que para la periferia, siguiendo el mismo mandato tanto los gobiernos de izquierda como de derecha. Así en 2003 en Francia, Austria y Brasil se modifican las condiciones de pensión. Para 2004, en Alemania, Holanda y México las condiciones de vida de los trabajadores se afectan gravemente con los planes de austeridad aplicados contra la salud y pensiones y para 2005, ya se anuncian mayores ataques. Es en ese marco que, para México se establece la llamada “Ley del ISSSTE”, que no tiene otro objetivo que completar la agresión iniciada contra los trabajadores del IMSS, y así poder profundizar y extender los niveles de explotación…

Pero estos golpes contra los asalariados no son vistos ya con pasividad, la miseria que acarrea no es sólo miseria, es también un factor de reflexión que desenmascara al capitalismo y muestra que no hay un futuro prometedor en el capitalismo y que lo único que puede ofrecer es más explotación, desempleo y mayor miseria. Las movilizaciones que los trabajadores de la industria automotriz llevaron a cabo en Alemania en julio y octubre, aún cuando expresan muchas dificultades para manifestar su fuerza, son ya ejemplos claros de que la solidaridad en el interior de la clase y la manifestación masiva y conciente, son las armas principales que los trabajadores tienen para enfrentar las agresiones de la burguesía.

Las “Reformas a la seguridad social”, ataques directos contra los trabajadores

Luego de imponer una modificación a las condiciones de pensión y jubilación contra los trabajadores del IMSS, la burguesía se prepara para generalizar el ataque hacia los trabajadores que laboran para el Estado, imponiendo una pretendida reforma al ISSSTE.

Estos ataques son presentados como reformas, pero es preciso señalar que la época en que era posible la aplicación de reformas que ofrecieran una mejora al conjunto de la población, corresponde a la fase de desarrollo del capitalismo. Actualmente, en la fase de decadencia (abierta desde las primeras décadas del siglo XX) no hay posibilidad alguna de la aplicación de reformas, si se les denomina de esta forma es con el fin de hacerlas aparecer como medidas de beneficio social, que combatirán la actitud egoísta y de privilegiados de algunos sectores de los trabajadores (como lo sugería la campaña desatada contra los trabajadores del IMSS). Sin embargo. estas acciones no expresan un mejoramiento colectivo, sino la quiebra del capitalismo, que no tiene más camino que comprimir aún más las condiciones de vida de los asalariados. Por eso la “Ley del ISSSTE” no es una medida que beneficiará a los trabajadores, sino es un programa que busca reducir la parte del salario que los trabajadores reciben de forma indirecta (en servicios médicos, así como de pensión); es un mecanismo desesperado de la burguesía para proteger su ganancia incrementando la miseria de los trabajadores.

La burguesía de la región, anuncia para el 2005 el avance de la agresión por medio de sus “reformas”(al ISSSTE y la laboral), para lo cual viene ya preparando el accionar de su principal arma de ataque: el sindicato. El sindicato oficialista o “independiente”, “charro” o democrático, cumple siempre el papel de saboteador, por ello los trabajadores para poder enfrentar las seudo reformas del Estado, requieren ante todo reflexionar sobre las trampas que el sindicato prepara para maniatar el descontento. El ejemplo más cercano es la acción del SNTSS, que con su actuación hipócrita haciéndose pasar como combativo, logró enredar a los trabajadores del IMSS en una dinámica de desgaste y desmoralización, para, al final dejar pasar la agresión, presentándose incluso como una víctima. Es este ejemplo el que los trabajadores deben de tomar en cuenta en su proceso de reflexión para asegurar que las movilizaciones logren exponer su verdadera potencialidad e impongan su fuerza y sometan a estos saboteadores de las luchas.

La agudización que se presenta en la crisis es ya anunciada con el incremento de los niveles de inflación en cerca del 6%, pero sobre todo con el ridículo aumento al salario mínimo de 1.7 pesos (aproximadamente ¡14 centavos de dólar!) y las llamadas reformas a la seguridad social que se buscan imponer; ante ello el único camino para los trabajadores es el de la lucha, pero para que ésta sea un verdadero combate que enfrente la degradación de sus condiciones de vida y sea preparación de los que serán los enfrentamientos decisivos que pongan fin a este sistema de explotación, es necesario, ante todo, que reflexionen sobre el significado de la solidaridad proletaria, de la potencia que significa y de cómo el sindicato trata de eliminarla o falsificarla para evitar que la fuerza organizada y expresada masivamente de la clase actúe como un solo puño.

Tatlin / diciembre-2004

Situación nacional: 

  • Mexico [1]
  • Situación económica [2]

Victoria electoral de Bush. Una situación difícil para la burguesía norteamericana

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Jamás una elección presidencial americana había sido puesta en la escena por los medios de información burgueses como la que se desarrolló en los entre el candidato demócrata J. Kerry y el del partido republicano G. W. Bush.

La victoria de Bush relanza la campaña antinorteamericana

Todos los días, los periódicos, las pantallas de televisión estuvieron invadidas de reportajes y de comentarios destinados a persuadirnos de la importancia vital de esta elección, para nuestro porvenir y el del mundo. En las potencias imperialistas, como Francia, el mismo Estado orquesta toda una campaña ideológica, presentando a J. Kerry, como alternativa, ciertamente un poco inexperto y falto de envergadura, pero más honesto y sobre todo menos belicista y guerrero que G. Bush. Esta propaganda tenía por objetivo, a partir de las elecciones en EUA, involucrar a los trabajadores en un ambiente chauvinista, al alimenta la propaganda anti-norteamericana. Por eso, la reelección de Bush, a pesar de la campaña de repudio orquestada por las mismas fuerzas imperialistas opositoras a los EUA, es recibido con satisfacción. Desde la invasión de Irak, la propaganda ideológica de estos Estados no ha cesado de hacer responsable a G. Bush y a los halcones de la administración norteamericana del estado de guerra en Irak, así como del desarrollo del terrorismo en dirección a los países occidentales. G. Bush ha sido presentado como irresponsable, extremista y peligroso. Todo esta justo para poner por delante la irracionalidad de la política de la administración Bush. Así, no es el capitalismo en quiebra el que se ha convertido irracional y radicalmente mortal para la supervivencia de la humanidad, sino solamente la actual administración Bush. La reelección de Bush, el mantenimiento en el poder de los sectores más arcaicos del partido republicano van a permitir, de este modo, a la burguesía continuar orquestando de mejor modo, con aún más amplitud, su confusa campaña antiyanqui. Así, no podrán más que reforzarse las campañas ideológicas de mistificación nacionalista contra la clase obrera mediante la utilización cada vez más importante de la fuerza militar por parte de los EUA, que se encuentra atrapado en el lodazal iraquí y confrontado a un proceso irreversible de debilitamiento de su liderazgo mundial. Esas campañas ideológicas, producto de tensiones interimperialistas, permiten al mismo tiempo a las potencias imperialistas, criticas de las acciones militares de la mancuerna EUA-GB, esconder sus propios intereses guerreros en el mundo.

La reelección de Bush: expresión del debilitamiento en curso de la primera potencia mundial

Todos los comentaristas y otros politólogos burgueses norteamericanos habían analizado que, dada la ausencia total de envergadura de los dos candidatos, y la poca diferencia entre sus programas respectivos, incluso sobre los planes económicos y sociales, J. Kerry habría ganado las elecciones presidenciales si hubiera asegurado la victoria en el Estado de Ohio. Hace poco tiempo aún, este estado norteamericano poseía la más grande concentración de actividad industrial por habitante de los EUA, por el contrario, al curso de los últimos años la desindustrialización cada vez más rápida y brutal ha dejado sin recursos y sin empleo a una gran parte de la población. A pesar de una movilización muy grande del electorado demócrata, Ohio ha finalmente votado mayoritariamente por el partido conservador, constituyéndose verdaderamente en un microcosmos electoral diferente de lo que ha pasado a nivel nacional. La carta electoral de esas elecciones en los EUA muestran una vasta extensión dominada por el voto republicano, y algunas zonas demócratas reagrupadas sobre las franjas litorales del Atlántico y del Pacífico, en las grandes ciudades portuarias como Nueva York, Boston, Baltimore y San Francisco. En lo que es nombrada “La América Profunda”, los llamados de J. Kerry a votar por el partido demócrata no han encontrado eco favorable. Como lo afirman los propios comentaristas burgueses, los dos candidatos han mentido en sus campañas de una manera caricatural, sin que esto haya tenido ninguna incidencia sobre la movilización electoral relativamente más fuerte que durante el escrutinio presidencial precedente. Las motivaciones electorales de una mayoría de los electores norteamericanos se encontraron determinadas por factores que hacían llamado a todo, menos a la razón y a la lucidez. G. Bush se ha presentado como el defensor intransigente de la moral cristiana, de la fuerza y de la grandeza del pueblo americano. El New York Times revela que “numerosos norteamericanos afirman no haber votado en función de cuestiones políticas, sino en función de valores. Han votado por el que comparte su creencia y su modo de vida. Las palabras que salen a colación regularmente en las encuestas realizadas en todo el país a los electores son de este tipo: fe, familia, integridad y confianza”. La “América Profunda”, los sectores rurales sumidos por los efectos de la crisis en una miseria creciente y en la desmoralización, en ausencia total de perspectiva han sido particularmente permeables a estos temas místicos, permitiendo satanizar al extranjero (al musulmán fanático) como el responsable de todos los males. Además, la mediocridad del conjunto de la campaña electoral, la ausencia de luchas de envergadura del proletariado, y la falta de una alternativa visible de frente a la descomposición de la sociedad, ha llevado al repliegue sobre sí o sobre la comunidad. La irracionalidad, producto del miedo y de la impotencia, ha dominado esas elecciones.

El debilitamiento de la coherencia del conjunto de la burguesía norteamericana a fin de defender de mejor manera el interés nacional se ha expresado igualmente en el contenido programático electoral del candidato demócrata: “A todo lo largo de la campaña, los electores no han sabido por qué se presentaba J. Kerry. Ellos querían conocer la forma en que veía al mundo y jamás lo dijo”. (New York Times). “Los republicanos han utilizado el argumento que Kerry sería un presidente muy indeciso para proteger al país”, estima Los Angeles Times. Si J. Kerry no ha expresado una visión del mundo diferente de la tristemente achacada a la persona de G. Bush, es que simplemente J. Kerry y los demócratas no la tenían. Sobre la cuestión iraquí, que es actualmente la más espectacularmente dramática, planteaban lo mismo: el reforzamiento ineluctable del imperialismo norteamericano en el lodazal iraquí. La ausencia de toda solución alternativa a la huída guerrera, han hecho necesariamente imposible al candidato demócrata proponer otra política diferente a la de Bush. Le era igualmente imposible, en efecto, prever un retiro de las fuerzas armadas norteamericanas en Irak, así como de atraer a las potencias rivales, como Francia o Alemania, a ese lodazal aún a través de la ONU. Aún si una mayoría de la burguesía norteamericana había escogido apoyar al candidato Kerry, lo que se traducía, entre otras cosas, en ataques contra Bush provenientes del propio partido republicano, tal ausencia total de una política alternativa real no podía más que dejar el camino libre a la montaña de los reflejos más arcaicos y abrir así la vía a la victoria de G. Bush.

Como lo dijimos en RM 83, la elección de uno u otro candidato no constituía el mayor reto para la burguesía americana. Sin embargo, el hecho que el candidato de su elección no haya sido electo a causa de una dificultad para canalizar a esta parte del electorado particularmente permeable a los temas más arcaicos y obscurantistas, constituye una expresión del debilitamiento de la potencia norteamericana. En efecto, el impasse frente al cual está confrontado el liderazgo norteamericano sobre la escena mundial lleva a una cierta dificultad de la burguesía de esta región para controlar su juego político.

De frente a la política imperialista de los EUA que no puede de todas maneras expresar y desarrollar sino una dirección militar y guerrera, la permanencia del equipo Bush por los cuatro años que vienen prevé una evolución de la situación mundial aún más dramática y bárbara. De frente a esta realidad, las fuerzas imperialistas opositoras a EUA (principalmente Francia y Alemania), seguirán refugiándose detrás de la campaña antinorteamericana que será orquestada cada vez con mayor amplitud. Pero la clase trabajadora no tiene nada que esperar de las elecciones burguesas en los Estados Unidos como no tiene nada que esperar en las elecciones de ningún país del mundo. Por el contrario tiene que tomar conciencia que el capitalismo se hunde aún más en el caos y en la barbarie.

Tino / 18 de noviembre

Geografía: 

  • Estados Unidos [3]

Asesinato político: Un medio de la burguesía para dirimir sus conflictos internos

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En efecto, se trata de un crimen perpetrado en la elite del poder económico y político de la burguesía y, por ende, tiene como telón de fondo la disputa por el poder político estatal. Ya en RM 83 (nov-dic 2004) alertábamos sobre el hecho de que “la burguesía no llegará fácilmente a un acuerdo y no se descarta que se repitan los escenarios en los que están presentes ajusticiamientos y detenciones”. Este argumento no es producto de una “adivinación”, es una percepción basada en un seguimiento puntual de la vida de la burguesía y sus pugnas, que como nunca en varios años han alcanzado cuotas de polarización tan altas como cuando se sucedieron los crímenes de Posadas, Colosio y Ruiz Massieu. Desde el 2000, la CCI ha venido analizando estas pugnas de los capitalistas precisamente en su curso hacia la disputa por el control del Estado burgués. Para comprender el desarrollo de la historia desde una visión materialista, como lo hace el marxismo, se requiere tener una claridad de la actuación de la clase dominante y poder así desmitificar el significado de la democracia, de sus personalidades y el momento particular que vive el sistema. Este seguimiento nos permite entender que este crimen es parte de ese proceso de desgarre que vive la burguesía y que la lleva a romper al conjunto de sus partidos políticos, y a que cada una de sus fracciones en su desesperación por apuntalarse, se asocie cada vez más abiertamente con grupos del narcotráfico. Es ese mismo seguimiento que permite comprender cómo a pesar de que la burguesía comprende la necesidad de un “respiro” para dar un poco de cohesión a su interior, se ve imposibilitada de parar su disputa sobre quién será su representante en el gobierno…

De esta manera, son evidentes las tendencias profundas de la descomposición dentro de las filas del capital donde la dinámica que se enseñorea es cada vez más la del “cada uno por sí mismo”, una posición que ha estado dificultando desde hace mucho el accionar unido de la burguesía en su conjunto.

En este caso, el asesinato E. Salinas, es un crimen de Estado que se inscribe directamente en el curso del conflicto cupular de la burguesía dentro del cual la fracción a la que pertenece la familia Salinas ha tenido en los últimos años un protagonismo central.

El escenario que la burguesía enfrenta es un verdadero terreno minado en el que por todas partes hay explosiones de conflictos: No sólo son los escándalos de corrupción respaldados con videos, ni las disputas legaloides entre diputados del PRI y PRD con Fox; son la cantidad diversa de pugnas que se presentan en cada elección de los Estados, y por cada coto de poder, son las amenazas continuas que se arrojan cada fracción, involucrando incluso a sus sectores más duros como el ejército; es a fin de cuentas la imposibilidad que presenta la clase dominante para cohesionarse.

Es evidente que no es posible saber todo lo que hay detrás de las pugnas de la burguesía, no obstante con los pocos elementos que deja escapar es posible percibir un escenario de ataques, que tienden, a agudizarse cada vez más, y este crimen es muestra evidente de esto. De manera que, como decíamos arriba, no se trata de “descubrir” quienes son los asesinos directos, al proletariado de nada le sirve “descubrir” qué grupo en particular llevó este ajustes de cuentas, más bien de lo que se trata es de que sepa clarificar hasta qué punto las pugnas dentro de su enemigo de clase pueden afectarle directamente ya sea viéndose enrolado para apoyar a tal o cual fracción burguesa, o bien, resintiendo una parálisis política con el impacto social de este tipo de crímenes que tanto amplifican los medios de divulgación del capital. En efecto, los capitalistas saben cómo utilizar este tipo de casos , y revertir los efectos negativos de su descomposición contra el proletariado, de tal manera que si la clase obrera está operando en este momento un esfuerzo importante de retoma de la reflexión sobre la naturaleza del sistema de explotación y sobre las perspectivas de la lucha, este tipo de conmociones pueden significar un trastorno que por lo menos interrumpe momentáneamente el proceso.

A pesar de la fractura notoria de la burguesía, ésta se preocupa por mantener el control ideológico de los asalariados, integrándolo como carne de cañón de las rivalidades, y la mejor forma de hacerlo es encajándolo en la trampa democrática, así este crimen puede ser usado para empujar a los trabajadores a tomar partido por alguna fracción, induciendo a establece su elección para el proceso electoral, por eso, como hemos venido insistiendo, los trabajadores deben evitar caer en la trampa que le tienden, llamándolos a “cerrar filas” para defender un nuevo proyecto de nación del color que sea (PRI, PAN, PRD) con el pretexto de que de otra manera el país se hará pedazos en medio del tipo de conflictos como el que nos ocupa. ¡Ningún apoyo a la burguesía!, la clase obrera tiene otros intereses y otro proyecto histórico.

RR / diciembre-04

Situación nacional: 

  • Mexico [1]
  • Conflictos interburgueses [4]

Linchamientos en Tláhuac: La burguesía aprovecha la desesperación y la violencia ciega

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Esta dinámica no proviene sólo de la ignorancia y del atraso de las regiones, es en realidad una expresión de la dinámica del capitalismo agonizante. Este tipo de violencia irracional no es propio de los países periféricos, apenas en el año 2000, habitantes de El Ejido, en Almería, España, llenos de fiebre xenófoba, intentaron linchar a un grupo de inmigrantes, y con similares características actúan los “cabezas rapadas” y los hooligans de los países industrializados.

En el linchamiento de Tlahuac, lo que subyace en el fondo, más allá de si fue inducido por la guerrilla, el narco o una provocación gubernamental, es la expresión de la desesperanza, la actuación inmediatista, sin perspectiva de futuro, es la práctica de una masa que al reconocer que las instituciones burguesas no ofrecen seguridad de ninguna índole, toman justicia por su propia mano, pensando que esto soluciona un problema, pero que no ve que el verdadero problema es el sistema que crea la violencia, no sólo por la inseguridad que viene de su actitud corrupta y de complicidad, sino fundamentalmente de la que ejerce cotidianamente en el sometimiento y la explotación. ¿Qué mayor violencia puede haber que la explotación y la miseria a la que el capitalismo condena a los trabajadores?

El caso Tláhuac, no es un hecho aislado y se perfila como un acto típico, producto de la descomposición capitalista, pero que además no hay que perder de vista que esto es utilizado por la clase en el poder: la burguesía, ya por incapacidad o por efecto del enfrentamiento entre sus fracciones, decidió no rescatar a sus perros guardianes, no obstante ahora lo usan como elemento para avivar el enfrentamiento y ejercer presión entre los gobiernos de Fox y de López Obrador. Este enfrentamiento, además, lo extienden para atacar la conciencia de los trabajadores, al inducirlos a tomar partido por alguna de las fracciones en disputa.

Los trabajadores no deben dejarse engañar, deben tener claro que este no es un problema de la llamada sociedad civil, es un problema ante el que deben reflexionar y sacar las lecciones, comprender que la turba, a pesar de su accionar aparentemente masivo, es desesperado y ciego, que rompe con cualquier posibilidad de un accionar solidario y consciente. La vigilancia a cargo de la propia población que ya no confía en la policía, desarrollado bajo los marcos del capitalismo, lejos de ser una alternativa, es una peligrosa arma utilizable por el propio Estado. Los trabajadores deben tener claro que sólo la revolución proletaria acabará con la inseguridad que nos ofrece el capitalismo.

Vania / diciembre 2004

Situación nacional: 

  • Mexico [1]

Irak : El capitalismo se hunde en la barbarie guerrera

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Ninguno de estos conflictos encuentra solución durable, como revela por ejemplo, la situación en el Cáucaso o en los Balcanes (donde ya no se habla de guerra) una zona en gran parte destrozada y destruida que conoce cada día enfrentamientos interétnicos directamente atizados por la presencia en el lugar de las grandes potencias imperialistas. Por su parte, no faltan factores de agravación del caos. Así, la muerte de Arafat abre un periodo de guerra civil en Palestina que, de aumentar, no va a atenuar los antagonismos y las rivalidades con Israel. Un nuevo foco de tensiones guerreras probablemente se va a encender en Costa de Marfil, esta vez con Francia en primera línea, el campeón de la paz en Irak...para contrarrestar las ambiciones americanas.

Un intento desesperado para estabilizar la situación en Irak

Es un hecho innegable de que Faluya va a ser necesariamente reconquistada por el ejército americano. En un primer momento la ciudad ha sido tomada bajo un diluvio de bombas y obuses. Luego el asalto se llevó a cabo. El 8 de noviembre se desencadenó esta operación denominada “furia fantasma” para cercar a Faluya. Esta ofensiva contra la ciudad rebelde comenzó después de que el mismo primer ministro irakí Iyad Allaoui atizara el fuego, ministro de un gobierno interino instalado en el poder y apoyado por Estados Unidos. La ciudad de Faluya está hoy reducida a ruinas, pero al parecer la población civil (según los medios de comunicación burgueses) salió totalmente ilesa de todos los bombardeos intensivos y el asalto progresivo de casa en casa. Es verdad que la mayor parte de la población, aterrorizada con justa razón por los anuncios de la ofensiva de la armada americana sobre la ciudad, había huido masivamente hacia los campos de los alrededores. A la vuelta de su éxodo, cuando la ofensiva terminó, esta población civil no encontró más que una ciudad totalmente destruida, donde el caos y la guerra continuarán desarrollándose. Este asalto de la armada americana garantizada ideológicamente por la participación de algunos miles de soldados irakies reclutados a cambio de unos cuantos dólares, ha necesitado el cierre de las fronteras con Siria y Jordania. En un editorial de Los Angeles Times se afirma que “peor hubiera sido no hacer nada, y entregar la ciudad a la guerrilla que la habría erigido en ejemplo para las otras ciudades irakies”. Así el estado mayor de la armada americana habría tomado la opción menos mala al atacar la ciudad sabiendo que “esta operación originaría victimas, tanto entre civiles como entre los combatientes, y podría levantar las reacciones apasionadas e inflamadas con los árabes más allá de Faluya y de Irak” (Ibid).

Las raíces profundas de esta ofensiva aparecen claramente en la carta del primer ministro irakí enviada a Kofi Annan, secretario general de la ONU, en la cual afirma que su ”gobierno no tiene otra opción que la de tomar medidas firmes y radicales para terminar con la violencia que arriesga con llevar al país hacia confrontaciones que comprometan la celebración de las próximas elecciones”. En efecto, es de una extrema importancia para el imperialismo americano que las elecciones que se celebrarán en unas semanas puedan desarrollarse en una aparente serenidad y seguridad permitiéndolas aparecer junto al gobierno elegido como legítimos. Eso permitiría a Estados Unidos dar toda la credibilidad ideológica posible a su intervención militar. De hecho, la perspectiva de la evolución de la situación en este país es completamente opuesta a la pacificación y estabilización. La guerra civil permanente que reina en el triángulo sunita, la repetición de las ofensivas militares como las que se han visto estos últimos meses, la ofensiva sobre Samara en el mes de octubre, no han aportado alguna tregua durable. La invasión de Faluya ha provocado por otra parte inmediatamente una respuesta violenta con escaramuzas militares en Mosul así como atentados terroristas y tomas de rehenes. El Heralde Tribune no esconde la realidad: “La celebración de elecciones es cada vez más incierta...Los insurgentes se hacen cada vez más fuertes y audaces. Si esta dinámica no puede ser revertida, Washington tendrá que dar marcha atrás y reexaminar completamente sus objetivos de fondo”.

Contrariamente a lo que afirma la prensa burguesa, es más que probable que el hundimiento del imperialismo americano en el lodazal irakí y su debilitamiento irreversible en tanto que primer potencia mundial le empujen hacia una huida militar hacia adelante más incontrolable. Es de prever que la Conferencia Internacional sobre Irak en Egipto, que debe celebrarse el 25 de noviembre próximo y reunirá a todos los actores regionales, los representantes de la organización de la conferencia islámica, Rusia, los estados europeos así como Estados Unidos, no será más que una engañifa, tras los discursos diplomáticos oficiales se expresarán los apetitos feroces y divergentes de cada uno de los participantes. El Estado irakí está inmerso en un proceso de descomposición irreversible, reflejo del caos que gana al conjunto de la región. La ejecución macabra de 49 reclutas del pseudo “nuevo ejército iraki” el 29 de octubre es una dramática concretización de esto. El capitalismo en su conjunto, en Costa de Marfil, en Irak y en un número creciente de regiones del mundo es el único responsable de este hundimiento de partes enteras del planeta en un caos más y más sangriento.

Ante el desencadenamiento de un caos sangriento, el futuro está en la lucha de la clase obrera

El fracaso histórico de este sistema moribundo no puede más que producir situaciones como en Irak, en Costa de Marfil o Medio Oriente. Este proceso dejado a su dinámica no puede más que continuar sumergiendo a otros países de la región, tales como Siria o Irán. La clase obrera y el conjunto de la humanidad no tienen nada que esperar de parte de este sistema en plena putrefacción. El único futuro que nos han reservado, es de una barbarie creciente. No existe más que una sola perspectiva que puede poner definitivamente un término a la locura mortal del capitalismo: la destrucción de este sistema decadente y la construcción de otra sociedad, sin clases y sin explotación. Una sociedad que, aboliendo las fronteras nacionales, pondrá fin a la guerra y a las masacres. Una sociedad que sólo el proletariado mundial está obligado a edificar. Porque es una clase explotada e internacional, una clase que no tiene patria y que sufre todos los efectos de la crisis insoluble del capitalismo, el proletariado tiene entre sus manos el futuro de la humanidad. No es más que unificando sus luchas, desarrollando su solidaridad sobre su propio terreno de clase que el proletariado podrá cumplir su tarea histórica de enterrador del capitalismo.

El infierno cotidiano en el cual se hunde a las poblaciones en Irak como en Medio Oriente constituye un llamado a los obreros de los países de Europa occidental. Es con el desarrollo de sus combates, en estos países situados en el corazón del capitalismo, que puede surgir una dinámica de luchas revolucionarias hacia el derrocamiento del capitalismo. En este sentido, la única solidaridad que los proletarios del mundo entero podrán aportar a sus hermanos de clase de los países azotados por la guerra, es llevar el combate contra los ataques que les inflige su propia burguesía nacional, contra la explotación , el desempleo y la miseria.

Ante la guerra y la crisis del capitalismo, más que nunca, la clase obrera debe hacer vivir su grito de combate: “¡Proletarios de todos los países, uníos!“.

Tino, 19 de noviembre

Noticias y actualidad: 

  • Irak [5]

II Conferencia Panamericana de la CCI: Las responsabilidades de los revolucionarios hoy

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La CCI realiza este tipo de reuniones regionales en el sentido de concretar la vida internacional de la CCI. No somos partidarios de la visión federalista donde cada parte de una organización sería “independiente” del resto y donde el total sería una suma aritmética de las partes; la CCI concibe la unidad de la organización en un solo programa internacional y donde cada sección territorial es una delegación del conjunto de la organización, en ese sentido, no somos “mexicanos”, “norteamericanos” o “europeos”, somos militantes de la clase obrera y defendemos el mismo programa de la revolución comunista mundial. Es con ese espíritu que realizamos nuestras conferencias y congresos.

Los retos actuales para las organizaciones revolucionarias

En la historia del movimiento obrero la honestidad y la probidad de los militantes han sido un aprendizaje y un terreno de defensa de los medios de lucha de la clase obrera. El marxismo tuvo que luchar contra las teorizaciones de Bakunin, que veían en el bandido un “modelo de revolucionario”. Carlos Marx dedicó tiempo y esfuerzo para responder a las calumnias del bonapartista Vogt; los revolucionarios han creado la práctica de los “jurados de honor” para defender la honorabilidad de un militante que ha sido calumniado, Trotsky mismo llamó a un tal jurado para defenderse de las mentiras vertidas por el estalinismo. El robo, la mentira y la calumnia no son parte de los métodos de la clase obrera, al contrario, son su antítesis. La clase obrera en su lucha por liberar a la humanidad de siglos de explotación no puede hacer uso de medios que van en contradicción con los fines que persigue, no luchará contra las mentiras propagadas por la ideología burguesa a través de “nuevas mentiras”, tampoco aspira a suprimir las relaciones de explotación capitalista por una “nueva forma de explotación”, lo que distingue la conciencia de la clase obrera es justamente su esencia desmitificadora de la ideología burguesa como premisa para avanzar hacia sus objetivos revolucionarios. El proletariado revolucionario no obra según la divisa jesuita de “el fin justifica los medios”. Es por ello que el movimiento obrero debe recuperar y defender, con la misma fuerza que se defiende el programa, los comportamientos proletarios.

Esta Panamericana ha tenido que discutir y pronunciarse sobre este punto en relación a los recientes acontecimientos en el medio político internacional([1] [6]). En particular, hemos confirmado dramáticamente que el BIPR se está metiendo en camino peligroso al justificar el robo y las mentiras de la FICCI. Tenemos que subrayar que los militantes no hacen una “inversión personal” al entrar a una organización revolucionaria y que los materiales y fondos de ésta no pertenecen a los individuos sino a la organización como un todo, “justificar” que unos individuos partan de la organización llevándose lo que puedan (materiales, dinero, archivos, etc.,), bajo el pretexto que sea, es pasar de contrabando al campo proletario actitudes típicas del izquierdismo y el lumpenproletariado. Haremos lo que esté de nuestra parte para hacer entender al BIPR de su camino suicida al lado de la FICCI.

La lucha actual de la CCI en el Medio revolucionario internacional pasa por la defensa de:

-el método de la clarificación de las posiciones políticas, del debate, antes de emprender cualquier reagrupamiento sin principios. Es la clarificación de las posiciones políticas del medio para acceder a un futuro reagrupamiento;

-el método para analizar la lucha de clases como un movimiento mundial e histórico. La clase obrera de los países “subdesarrollados” no tiene metas diferentes a las de sus hermanos de los países industrializados;

-el método para analizar el curso de la historia. No podemos decir que las revueltas en Argentina 2001 eran una “insurrección” o que las luchas contra la “privatización del gas” de los indígenas de Bolivia eran casi “revolucionarias”, aunque sea potencialmente. El curso de la historia sitúa cada expresión en su real contexto, no es una lucha por si misma la que determina un periodo histórico;

-el método de la defensa de la organización, es también la defensa de un comportamiento proletario. La revolución social no puede sustentarse en el robo, el pillaje y la calumnia. Esos métodos no pertenecen a la clase obrera y las organizaciones comunistas deben combatirlos y, sobre todo, excluirlos de sus propias filas.

La clase obrera inicia el camino de la recuperación de su identidad

Otro aspecto de la Panamericana que fue objeto de profundas discusiones es la situación histórica actual. Por una lado la crisis económica empieza a hacer estragos aún en las economías del “primer mundo”, los despidos se suceden, la pobreza aumenta sin freno, la mendicidad va en aumento, la mitad de la población infantil mundial está siendo víctimas de conflictos guerreros, crisis, hambrunas, abandono, marginación… ¡Y la burguesía nos habla de progreso y un mundo mejor!

No obstante la profundización de la crisis capitalista, nuestra conferencia ha decidido centrar sus esfuerzos en un aspecto de la situación internacional: el “giro” en la lucha de clases([2] [7]). Cuando hablamos de un cambio en la situación de la lucha de clases no se trata de esperar movimientos masivos espectaculares, se trata más bien del inicio de un tortuoso camino que comienza a andar el proletariado y que implica la recuperación de su identidad como clase portadora del futuro. La caída del bloque del Este, falsamente llamado comunista, produjo un retroceso en la confianza y perspectiva de cambio, después vinieron acontecimientos que acentuaron la desorientación y provocaron una desmoralización e impotencia que redujeron al proletariado a un estado de confusión y postración profundas como, la guerra del Golfo en el 91, la desintegración de Yugoslavia, la guerra en el Kosovo y como remate la nueva “cruzada contra el terrorismo”… Sin embargo, el retorno profundo de la crisis con los ataques contra la clase obrera desde principios de este nuevo siglo ha empezado a despertar la combatividad de la clase obrera. Las luchas en Europa, están expresando un renovado intento de la clase por recuperar su unidad, su solidaridad y su identidad de clase. Este cambio en la situación mundial es lento y ninguna impaciencia activista aportará una aceleración voluntarista. Los sindicatos están fácilmente retomando y conduciendo las luchas a callejones sin salida, el desempleo está jugando en lo inmediato como un factor de temor e inhibición de las luchas...

Es una responsabilidad de las fuerzas revolucionarias el formar parte activa de esta recuperación del proletariado. Sería sumamente irresponsable el engañar a los obreros mostrando luchas “ejemplares” ahí donde el descontento obrero fue ahogado en el interclasismo (como Argentina en 2001), tampoco estamos para “regañar” al proletariado en espera de luchas “puras”, nuestra responsabilidad es denunciar ante los ojos de la clase los obstáculos que ésta encuentra en su combate y colaborar para hacer avanzar lo más lejos posible la reflexión y empujar hacia la conciencia de la necesidad de destruir al capitalismo.

Finalmente, la Panamericana ha concluido que existe un momento histórico particular, por un lado una crisis que está empujando la combatividad obrera y que pone las condiciones para una recuperación del proletariado, la emergencia de una minoría internacional que busca acercarse a las posiciones de la Izquierda Comunista (no se trata sólo del NCI de Argentina, son diversas expresiones en el resto del mundo), de una nueva generación que promete reforzar el combate actual y contribuir a la construcción del futuro partido mundial.

Si pudiéramos resumir esta Panamericana, diríamos que ha sido una reunión de la convicción, de la convicción militante de luchar en todos los planos para hacer avanzar la causa del comunismo.

Revolución Mundial / diciembre-04.

1 [8]Ver la Revista Internacional No. 119 y el artículo sobre el NCI en este RM.

2 [9]Ver Revista Internacional No. 119.

Vida de la CCI: 

  • resoluciones de Congresos [10]

2ª Conferencia Panamericana : Resolución sobre la situación nacional en México

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El avance de la crisis

1. Desde la reaparición de la crisis capitalista a finales de la década de los 60, las medidas que la burguesía, a nivel planetario ha puesto en práctica, desde las monetaristas, hasta sus variantes diversas de políticas liberales, han sido presentadas como “hallazgos científicos” que solucionaran la crisis. Envueltos en sus marasmos “teóricos”, presentan pretendidas evidencias de como el sistema encuentra la solución a sus contradicciones; así, con todo un lenguaje doctoral anunciaban en los ochenta a las economías asiáticas, tanto “tigres” como “dragones”, como la muestra de la renovación de la capacidad expansiva del sistema, luego trasladarían su esperanza a los “mercados emergentes” latinoamericanos y a los “nuevos mercados” que representaban las regiones en proceso de apertura ante la implosión del bloque del Este. En los noventa era la “nueva economía”, la “globalización” y el crecimiento “imparable” de la economía norteamericana el argumento usado para declarar la inmortalidad del capitalismo… ahora, el sueño del arrastre económico de China y la renovación de sus políticas económicas por la vía de las instituciones, es lo que la clase dominante usa para sostener el mito de la fortaleza del capitalismo y de su capacidad para ofrecer mejoras al conjunto de la humanidad, deduciendo con ello que la crisis es solo una expresión aislada, temporal y particular de algunas regiones. Empero, más allá de los discursos la realidad expone la imposibilidad de que el capitalismo encuentre una salida duradera a su crisis, porque no es la manifestación de una crisis más, su profundidad y duración expone de manera abierta y clara el carácter de la decadencia capitalista, que los revolucionarios de inicios del siglo XX reconocieron se abría desde la I Guerra Mundial, y con ello marcando la necesidad objetiva para la transformación radical de la sociedad.

2. A lo largo del planeta la crisis viene tomado mayor peso; esta realidad pretende esconderse en el repunte de algunas las cifras contables de algunas regiones, es el caso de la economía mexicana que al anunciar tasas de crecimiento del PIB alrededor del 5% para el período que viene, permite a la burguesía afirmar que la “crisis ha pasado”. Pero la crisis que viene sometiendo al capitalismo al asumir una forma crónica y permanente, hace posible, incluso, la manifestación de procesos de crecimiento relativo de corto plazo, pero ello no implica su salida, es evidente que las medidas de Capitalismo de Estado, han permitido a la burguesía llevar una “administración de la crisis” que suaviza la caída general, evitando desplomes escandalosos como en 1929.

En México, aunque se pregona una estabilidad, la burguesía ha tenido que abandonar sus proyectos más importantes: ante la nulidad de resultados, a olvidado su sueño de expandir la agricultura de exportación promovida a través de la modificación a la propiedad ejidal en los años 90, y ni siquiera ha podido echar a andar el proyecto del corredor industrial maquilador y agroindustrial, llamado Plan-Puebla-Panamá. De manera que en contraste con las “cifras alegres” que certifican la “buena salud de la economía, es notoria la quiebra casi total en que se haya el campo, así como las crecientes dificultades de sectores industriales, como el del acero, que requieren de forma continua del apoyo estatal para poder sobrevivir.

3. Un hecho evidente de la agudización de la crisis económica es la acentuación de la miseria y el crecimiento de los niveles de explotación a los que condena a la clase obrera. Por un lado gran cantidad de trabajadores son lanzados al desempleo (incluso tomando la cifra oficial del desempleo, se indica que se ha llegado a los niveles más altos: 4.35%), y por otro, aquellos que permanecen laborando lo hacen con ritmos de trabajo intensivos o en condiciones sumamente precarias, lo que se expresa claramente en el crecimiento del empleo denominado por la misma burguesía como “informal”. Estos ataques aunque son dinámicas históricas tendenciales del capitalismo, en tanto es una respuesta de la burguesía a la afectación que sufren sus ganancias y que define el proceso de pauperización de los asalariados, se han acelerado en la región desde fines de los setenta y hoy toman una mayor profundidad a partir de la afectación de las condiciones de jubilación y pensiones, que implica una reducción indirecta del salario.

La aceleración de las pugnas burguesas

4. El creciente peso de la crisis y la dificultad presente en la burguesía para poder establecer un marco que defina sus relaciones y les de forma duradera es lo que a nivel mundial marca la dinámica del sistema. Este perfil general, al que reconocemos como un fenómeno peculiar que expone la fase de descomposición del sistema, es una fase histórica del capitalismo que no deja de definirse con características específicas en la región. Desde la pasada Conferencia Panamericana, se reconocía una dificultad de la burguesía de la región para poder establecer una cohesión, lo cual no sólo se ha venido confirmando en los dos últimos años, sino además ha tomado un proceso de agudización, que se acelerarse en la medida que se acerca el 2006, año en que la burguesía ha de decidir que individuo y cual de sus fracciones es la que se colocará a la cabeza del gobierno. Esta disputa ha venido ocupando una dimensión tal, que en ella toman presencia sectores que mantenían una actuación escondida o silenciosa. Ahora vemos actuar de forma muy abierta a grupos del narcotráfico en alianza con personajes de la política nacional (lo mismo en Sinaloa, Tijuana, Oaxaca o Veracruz) e incluso el clero y el ejército tienen una abierta y permanente actuación.

5. El conjunto de partidos con que la burguesía cuenta para llevar a cabo su circo electoral y apuntalar la mistificación democrática, se encuentran atravesados por pugnas, en tanto suelen ser los principales terrenos que la clase dominante usa en sus disputas:

- Por un lado en el PRI actúan diversos grupos que se disputan canonjías de poder, que hace esté presente una lucha feroz en donde incluso los viejos grupos, como el Atlacomulco, se fracturan para hacer alianzas lo mismo con el núcleo dominante de Madrazo, que con los sectores comandados por Esther Gordillo, de manera que ahora no es ya una separación, como lo era hace unos años, entre “modernizadores” y “dinosaurios”, es una fractura mayor que anuncia nuevos ajustes de cuentas muy al estilo de los ocurridos durante la segunda mitad de los 90.

- Aun cuando sectores del PAN marcaron acuerdos para presentar al gobierno de Fox como una especie de tregua para homogeneizar a la clase dominante, no logra establecer la cohesión, ni siquiera al interno de su propio partido, que desde la misma campaña se ensanchan las diferencias. El grado de fractura es tan notorio, que incluso ha hecho salir a la luz la presencia de grupos de accionar secreto como el “Yunque”, y cada vez son más abiertas las alianzas del gobierno con núcleos del PRI (como el de Gordillo).

- El PRD, que se formó de los desechos del PRI y agrupaciones del aparato de izquierda del capital (entre otros los estalinistas del PSUM y del PMT), fue un logro de la burguesía al crear su organización de izquierda más importante, sin embargo fue un poco “tardía” en tanto que el paso de la historia, con la caída del bloque estalinista y la aceleración de la descomposición fragilizaba esta estructura, notándose inmediatamente una lucha, entre lo que ellos mismos nombran como “las tribus”. Esta lucha se ha acelerado en los últimos dos años, en la medida que sectores de la burguesía empezaban a reconocer como posible candidato a la presidencia para el 2006 a López Obrador (jefe de gobierno del DF), lo cual ha llevado a que como parte de esta tensión permanente en las filas de la burguesía se instrumenten campañas (como la de los videos del caso Bejarano) con las que cada fracción busca ganar presencia o por lo menos disminuir la de su oponente.

Bajo esta fractura de la burguesía, sus instrumentos de intervención y dominio ideológico son poco efectivos, por lo que incluso puede recurrir al uso de “candidatos ciudadanos” con la finalidad de lograr acuerdos de corto plazo entre los sectores de la burguesía y por otro avivar la campaña sobre la democracia, que la misma división de la clase dominante ha fragilizado, como se percibe en la poca atención que han engendrado en la población algunos de los procesos electorales del período pasado.

6. A diferencia de lo que ocurría en los gobiernos priístas, done había un “calendario político” para marcar los tiempos de la designación de los “presidenciables”, ahora, la pugna para definirlo ha iniciado en 2003, justo a la mitad del gobierno de Fox. Esta pugna que se establecía en los gobiernos priístas en el último año del sexenio, se ha visto adelantada no por la ruptura de las tradiciones “presidencialistas”, como indican los voceros del gobierno, sino por la extensión de las pugnas de la burguesía, que no logra estructurar una disputa dentro de reglas aceptadas por todos. Si en los gobiernos priístas se definía al sucesor presidencial por el llamado “dedazo”, es decir por decisión directa del presidente saliente, era esto posible dado que existía un marco de cohesión de la burguesía, y el hecho de que una decisión de la sucesión se dejará a un individuo era un aspecto secundario que la clase dominante podía aceptar en tanto los proyectos que se seguían estaban definidos, el problema se presenta justamente cuando no hay acuerdo, por eso, es posible reconocer ya el ambiente de confrontación que con pretexto de la sucesión presidencial tomará lugar, lo cual representa una carga para el proceso de reflexión de los trabajadores: en lo general se avizora una campaña que buscará envolver a los trabajadores en la ilusión de la democracia, pero por otro, cada bando de la burguesía intentará hacer que los asalariados tomen partido por ellos.

Por ello, la responsabilidad que los revolucionarios tienen ante el proletariado de frente a los próximos procesos electorales, no es de especular quien será el nuevo presidente, la responsabilidad vital es la denuncia clara y contundente de la mistificación electoral y democrática, pero sobre todo la denuncia de que ninguna de las fracciones de la burguesía es “progresista”, ni puede ofrecer verdaderas mejoras.

7. Las pasadas elecciones de los EUA marcaron una cierta heterogeneidad en la burguesía de México, sin embargo no creó graves fisuras en cuanto a su disciplina de frente a EUA. Aún cuando puede haber diferencias en las campañas guerreras impulsadas por Washington y crear discrepancias en la forma en que debe de actuarse, el conjunto de los grupos de la clase dominante se pliegan esos mandatos políticos. No es por ello cierta esa imagen que hacen aparecer la relación entre los gobiernos de México y EUA como “tensa”. Esa pretendida tensión o frialdad del gobierno de Bush hacia el mexicano, no expresa una ruptura, es más bien un llamado de atención, con lo que lo obliga a radicalizar su postura sobre otras vertientes de sus relaciones y que lo hace, por ejemplo, promoviéndose como interlocutor con el ELN de Colombia, procurando aislar a las FARC, a las que las fuerzas imperialistas de la Unión Europea le han mostrado su “simpatía”.

El giro que ha dado la lucha de clases

8. En la totalidad del planeta, dada la evidente agudización de la crisis capitalista, la clase obrera viene recibiendo feroces ataques en contra de sus niveles de vida. Lo mismo en las regiones gobernadas por partidos de derecha o de izquierda, no importa si se trata de un país industrializado o de la periferia, por todos lados es notorio el despido masivo, la intensificación de las jornadas de labor y la afectación a las prestaciones que forman parte del salario (servicios médicos, jubilaciones...), ninguna región se encuentra librada de esta dinámica. Ante tales ataques, ha habido un incipiente proceso reflexivo, que aún cuando muestra grandes dificultades, evidencia un proceso hacia la maduración de la confianza de clase en sus fuerzas, este proceso reflexivo no se expresa ya solamente en la definición de minorías que avanzan clarificándose sobre el significado de la guerra y acercándose a la Izquierda Comunista –y que exponía el evidente desgaste de la campaña sobre la “muerte del comunismo”–, sino además, aunque de manera lenta, en las luchas reivindicativas, en la manifestación masiva, como, desde 2003 se han visto en algunas regiones del mundo. Este proceso, nos permite, sin caer en esquematismos mecánicos, reconocer un viraje importante en la lucha de clases. Es notorio que aún cuando es un proceso incipiente en el que el sindicato ha logrado encuadrar las luchas, se han podido observar manifestaciones de descontento acompañadas de expresiones reales de solidaridad clasista, como se ha notado en las recientes movilizaciones de Alemania. Como es obvio, esta dinámica no tiene una tendencia lineal, en tanto que la burguesía no puede permitir que un proceso reflexivo se lleve pacíficamente; en ese plano está el impulso que ésta hace por colocar a la cabeza de las movilizaciones al sindicato, principal instrumento de la clase dominante para sabotear la combatividad, pero además se encuentra la creación misma de expresiones alienantes, como el “altermundismo” (y sus combinaciones, desde el zapatismo y el chavismo-bolivariano, hasta los promotores del “impuesto Tobin”), pero también las campañas sobre la democracia y los procesos electorales son trampas que el proletariado ha de enfrentar en su avance reflexivo.

9. En los últimos tiempos la burguesía de la región ha venido aplicando programas de una gran severidad, centrándose en el ataque a los servicios de pensión y jubilación, lo que implica una afectación al salario y un incremento de los niveles de explotación, es esto lo que ha empujando a respuestas importantes por la clase, como la llevada a cabo por los trabajadores del IMSS. Hemos visto durante los últimos meses de 2003 y durante algunas semanas del mes de marzo del 2004, como las expresiones de descontento de los trabajadores han llegado a cuestionar seriamente al sindicato, aunque es evidente que el aislamiento de estas movilizaciones y la manipulación y chantaje realizado por el sindicato y las Cámaras de diputados y senadores, logró recuperar el control y no sólo hacer pasar el golpe, sino además agotar y esterilizar la combatividad.

Esta afectación a las condiciones de jubilación y pensión ha iniciado con los trabajadores del IMSS, sin embargo es apenas el anuncio del proyecto que busca establecerse en el conjunto de los asalariados, de manera que ahora el golpe se dirige hacia los afiliados al ISSSTE. Por eso para evitar que el descontento explote y se extienda, la burguesía viene preparando sus armas: partidos de izquierda y derecha, sindicatos y medios de divulgación, los cuales ya desde ahora vienen trabajando para llevar el golpe sector por sector, y todo indica que busca iniciarlo con el magisterio, que cuenta con cierta tradición de lucha, pero también con una sólida estructura sindical (SNTE-CNTE), con la que buscará aislar y provocar un desgaste que le permita generar una “lección” para el conjunto de la clase y hacer pasar así las medidas. No es raro que este ataque se acompañe de una propuesta para modificar la “ley laboral”; esto se acopla adecuadamente a la trampa sindical, en tanto podrán usar, como ilusión, la contención momentánea de estas leyes y en cambio dejar pasar la afectación a pensiones y jubilaciones.

10. La dinámica que sigue la clase obrera en el ámbito internacional, defendiendo sus condiciones de vida y profundizando en su proceso de reflexión, se encuentra con un peso adicional no menos importante, que tiene que ver con las dificultades presentes al interno del Medio Político Proletario, expresado no sólo por el abandono por parte del BIPR de argumentos programáticos, como el concepto de decadencia, sino fundamentalmente por el avance peligroso de su oportunismo organizativo. Esta deriva de uno de los principales grupos de la Izquierda Comunista es una debilidad para la clase obrera. Por otra parte, hay que reconocer que una carga más que el proletariado enfrenta en su difícil proceso de reflexión, es el accionar oscuro de aventureros y grupos parásitos (como la “FICCI”) contra las organizaciones revolucionarias. Los ataques de estos aventureros y parásitos, que se exponen ya por medio de calumnias e insultos, con la finalidad de desprestigiar el honor, o bien con hipócritas acercamientos de seducción, hacen un verdadero trabajo de destructivo que la burguesía ve con agrado, lo cual obliga a los revolucionarios a un mayor esfuerzo por la defensa de las experiencias históricas de los combates proletarios, de los comportamientos comunistas y de la tradición teórica del marxismo.

RM, diciembre-2004

Situación nacional: 

  • Mexico [1]

Vida de la CCI: 

  • resoluciones de Congresos [10]

Después de Arafat: Hacia nuevas masacres en Medio Oriente

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Con la muerte de Arafat la burguesía ha perdido a uno de los suyos. Es por eso que los medios de divulgación y los dirigentes no solamente árabes sino también occidentales, se han movilizado para rendirle un último y vibrante homenaje, como la ceremonia de sus funerales en El Cairo y sobre todo después, en Ramallah, la cual se transmitió por las cadenas de televisión del mundo entero, cuando sólo se trataba de un jefe de Estado más.

Arafat: un feroz enemigo del proletariado

Tenía otros títulos de “gloria” otorgados por sus congéneres. Ese que nos han presentado como un “gran hombre”, una gran figura de estos últimos cincuenta años, que se ha convertido, después de su muerte, en un héroe legendario del mundo árabe, era ante todo un gran proveedor de carne de cañón, un enemigo feroz del proletariado.

Detrás del mito de la creación de un Estado palestino, Arafat condujo y envió, durante treinta años, a generaciones de obreros a hacerse masacrar fanáticamente en la arena de las guerras imperialistas, por la “causa incondicional” más típicamente burguesa, el nacionalismo. Ha sido uno de los pioneros del reclutamiento masivo de niños de apenas una decena de años o de adolescentes para enviarlos a masacrar tanto en las filas de los “fedayines” como en las fuerzas armadas de Fatah o como mártires kamicazes portadores de bombas mortales. Ha animado a los niños aún muy jóvenes a participar activamente en la Intifada. La defensa de la “causa palestina” a la cual habría consagrado su existencia permitió a Arafat recibir el apoyo de una gran parte de la burguesía, en el marco de los enfrentamientos imperialistas, simbolizado por la admisión oficial de la OLP a la ONU en 1974, bajo nutridos aplausos de la concurrencia, aún cuando todavía estaba bajo la protección de la URSS. Tuvo derecho a honores oficiales en su vida, esta vez bajo el alto patrocinio directo de la burguesía norteamericana con la atribución del premio Nóbel de la Paz en 1994, compartido con el primer ministro israelí, Isaac Rabin, por los acuerdos de Oslo en septiembre del 93. Recibió el apoyo y la admiración de hombres de derecha como de izquierda y particularmente, de todas las organizaciones izquierdistas por haber sido un indefectible campeón de la mistificación de las “luchas de liberación nacional”, bajo la divisa de la “defensa heroica del pueblo palestino”.

Su pasado es como el de cualquier jefe de banda que ha cumplido la mayor parte de su “carrera” comandando atentados terroristas ciegos y particularmente sanguinarios contra el “enemigo israelí”. Se ha impuesto como jefe de guerra a la cabeza de la OLP a punta de pistoleros, chantajes y arreglos de cuentas. Adquirió su estatus político de la misma manera, eliminando sin piedad y frecuentemente de manera sangrienta a sus principales competidores. Déspota, devorado por la ambición, imbuido de poder, atascado en un medio corrupto hasta la médula, rodeado de cortesanos que rápidamente se convirtieron en títeres o rivales potenciales, su conducta mafiosa de pequeño cabecilla, era el producto del capitalismo decadente que lo engendró. Acumuló las funciones de líder político, jefe del ejército y de las fuerzas de represión en el seno de la Autoridad palestina, no vaciló jamás en presionar, matar y hacer presa a su “pueblo palestino” que pretendía “defender”. Es así que nunca dejó de reforzar todos los medios de opresión y explotación de las masas palestinas. Su función esencial también fue la de contener implacablemente, en nombre del mantenimiento del orden y codo a codo con el ejército israelí, toda tentativa de rebelión y las protestas desesperadas de una población amordazada, golpeada, reventando de hambre, que se hunde en una miseria cada vez más atroz mientras sigue siendo diezmada, enlutada y aterrorizada por los bombardeos, por las masacres y por el pesado tributo pagado cotidianamente por la Intifada.

Hacia un nuevo desencadenamiento del caos y de la barbarie guerrera

La muerte de Arafat representa igualmente para la burguesía un verdadero terremoto no solamente por la situación de Palestina, del Cercano y Medio Oriente, sino que va a modificar la situación para el conjunto de estados árabes y va a tener repercusiones en la evolución del conjunto de las relaciones internacionales.

Así, en ese nido de bandoleros imperialistas, bajo el pretexto de la defensa de la causa palestina y del reforzamiento de la amistad con los diferentes Estados árabes, Francia se ha frotado las manos para de nuevo “echar el resto” con el fin de allegarse los favores de dirigentes árabes y palestinos, una manera de meter cada vez más la nariz imperialista en el Medio Oriente. Por lo pronto ha logrado un primer gran golpe diplomático haciendo hospitalizar a Arafat en el hospital militar de la región parisina donde finalmente murió. No contento con precipitarse sobre la cabecera de la cama de Arafat, Chirac ha podido también llevar a una nube de dirigentes de la OLP y de la Autoridad palestina, multiplicando los tratos con ellos y con otros líderes árabes. En exclusiva, el gobierno francés fletó un avión y le rindió honores militares en una ceremonia digna de los homenajes de un verdadero jefe de Estado, antes de transferir sus restos a El Cairo y después a Ramalah. En Palestina, durante los funerales, el mundo ha podido ver flotar en concierto desde las ventanas la bandera palestina y francesa, mientras que la masa mostraba las fotos de Chirac al lado de su líder. Francia, que pretende actuar en nombre de la paz, no ha hecho otra cosa sino echar gasolina al fuego al intentar poner obstáculos a los intereses de los EUA.

Por otro lado, este acontecimiento favorece ante todo considerablemente al régimen de Sharon en Israel cuyo primer objetivo, proclamado en los últimos meses, era el de eliminar, incluso físicamente al líder palestino. No es sorprendente que los rumores sobre el envenenamiento de Arafat difundidos por los servicios secretos de Israel, el Mossad, hayan circulado con insistencia entre varios dirigentes palestinos y que sean compartidos por el 80% de la opinión pública de Gaza y Ramallah. La eliminación de Arafat que divide y debilita al campo palestino no puede sino reforzar al equipo de Sharon en su política de acelerar el retiro de las fuerzas israelíes de la franja de Gaza para mejor cercar a Cisjordania y aislarla totalmente a través de la continuación de la construcción de un muro a su alrededor. La burguesía israelí sabe desde ahora que se encuentra en una situación de fuerza para imponer sus dictados. Es un acontecimiento que anima a una huida acelerada de la peor política, agresiva y belicista de Sharon, que tiende al estallamiento completo de los palestinos por parte del estado israelí.

Pero, la desaparición de Arafat arregla igualmente los asuntos de la burguesía norteamericana ya que hacía algunos meses, a través de las exigencias israelíes que reclamaban su partida como preámbulo para la reanudación de cualquier negociación, el personaje Arafat se había convertido en un obstáculo, sinónimo de bloqueo en la situación del Cercano Oriente. La Casa Blanca también apuesta a la desorientación, el riesgo de caos y a las divisiones entre los palestinos para tratar de meter la mano en su beneficio.

Sin embargo, las declaraciones optimistas sobre el “desbloqueo” de las negociaciones avanzadas conjuntamente por Israel y EUA, así como por una gran parte de la prensa europea, no deben generar ilusiones. La perspectiva abierta por la muerte de Arafat no es en ningún caso un paso hacia la paz sino que va a provocar una nueva acentuación de las tensiones imperialistas. No hay ninguna duda de que Israel y los EUA van a acentuar al máximo las presiones sobre los palestinos, desorientados y divididos.

Se trata de un debilitamiento considerable del campo palestino. Con el entierro de Arafat, se asiste de hecho al entierro definitivo de los acuerdos de Oslo de 1993. Es el fin de la esperanza de construcción de un Estado palestino en el futuro que esos acuerdos habían destellado durante diez años.

La procesión de los dirigentes palestinos a la cama de Arafat en Paris mientras éste agonizaba lentamente, no ha arreglado el espinoso problema de su sucesión. Es claro que a pesar de las divisiones y las rivalidades en el campo palestino, la corrupción, la represión y el descrédito que pesaba sobre Arafat, era un “jefe” histórico que concentraba todas las llaves del “poder” de ese mini Estado (de la Autoridad palestina, de la OLP, del brazo armado del Fatah) y era un símbolo de unidad. Su desaparición abre una caja de Pandora y da entrada a una ávida guerra entre las diferentes fracciones palestinas. Entre todos los múltiples clanes, ninguno parece estar en condiciones de imponerse. Aún si la “vieja guardia” ha acallado momentáneamente sus divisiones para nombrar a un director provisional y decidir elecciones en enero para darse un “jefe”, todos esos hombres de aparato, reducidos al estado de simples burócratas arribistas, están ausentes en el terreno y son incapaces de controlar tanto a la población como a una organización militar totalmente dividida y amordazada, cuya cohesión sólo pudo ser mantenida por la autoridad y la personalidad de Arafat. En cuanto a los pequeños mafiosos jefes de guerra, su autoridad no supera la de un barrio o una pequeña ciudad. Tres ejemplos bastan para mostrar el carácter difícil de la situación: a menos de 48 horas de la muerte de Arafat y de la nominación de Mahmoud Abbas (conocido también con el nombre de guerra de Abou Ammar) como nuevo jefe de la OLP, este último sufrió un atentado que se saldó con dos muertos en una ceremonia de condolencias en Gaza que congregaba a dirigentes palestinos. Otra ilustración, el primer discurso del nuevo presidente de la Autoridad palestina, Rawhi Fatuo, era inaudible, mostraba una inexperiencia y la mayor parte de sus comentarios eran “¿quién es y de dónde sale eso?”. En fin y sobre todo, dos de los principales brazos militares de los más influyentes, el Hamas y el Djihad islámico, han anunciado, de entrada, que boicotearán las elecciones para jefe de la Autoridad palestina en enero. Estos aparatos militares están totalmente divididos como lo atestiguan las luchas y rivalidades imperialistas latentes entre el Hamas, el Hezbollah, el Djihad islámico, las Brigadas de Mártires de Al-Aqsa (ahora rebautizada como Brigada Yasser Arafat), el Fatah (apoyados por tal o cual Estado), al igual que las rivalidades entre los dirigentes políticos Mahmoud Abbas, actual primer ministro de la Autoridad, Ahmed Qorei, que controla las fuerzas de seguridad, el más “popular” jefe del Fatah en Cisjordania, Marwan Barghouti, el jefe del Fatah Farouk Kaddoumi y no hay que descartar al antiguo ministro del Interior Mohamed Dhalan.

No sólo la situación es portadora de un sangriento arreglo de cuentas por la sucesión de Arafat, sino que también engendra un recrudecimiento de los atentados suicidas mortales en una población palestina reducida a la desesperanza y fanatizada por el odio y por una histeria nacionalista en la cual ha abrevado durante años. Esta espiral de violencia cada vez más incontrolada peligra con echar fuego en la pólvora abarcando una parte aún más amplia del Medio Oriente.

Win / 18-11-04

Noticias y actualidad: 

  • Israel/Palestina [11]

Revolución Mundial nº 85, Marzo - Abril 2005

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Pugnas entre narcos = pugnas interburguesas

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La burguesía nos vende la idea de que se trata de un problema de corrupción del narcotráfico contra las instituciones estatales encargadas de combatirlo, tanto que, nos dicen, las mismas cárceles están controladas por los capos y la propia policía está al servicio de los poderosos capos. La solución entonces, nos dice, hay que buscarla en una “lucha a fondo y sin cuartel” contra la delincuencia castigando al mismo tiempo a los malos funcionarios públicos que se dejan corromper. Sin embargo, conviene recordar algunos elementos de nuestro análisis.

La fábula del “Estado contra el narcotráfico”

La fábula de “policías y ladrones”, de “los malos contra los buenos”, es un falso enfoque pues no se trata de una relación de corrupción ya que el narcotráfico no es un fenómeno marginal. 10 años atrás ya decíamos: “Hace ya mucho tiempo que el capitalismo ha integrado a su mecanismo económico y político esta actividad tan jugosa (…) El capitalismo de Estado ha acabado por asimilar completamente toda su infraestructura, accionar y métodos (…) Las organizaciones de narcotraficantes son poderosas entidades económicas ensambladas incluso perfectamente a la ‘internacionalización y liberalización’… realizan operaciones cotidianas en los mercados financieros y sus capitales se confunden hasta volverse indefinidos en las operaciones mercantiles de todo tipo.” (RM N° 29, nov-dic 1995). Integrado como está al mecanismo del capitalismo, las pugnas entre cárteles expresan efectivamente la continuación y agudización de las pugnas interburguesas en sentido amplio. El seguimiento que la CCI ha hecho de la aceleración de las pugnas entre los distintos grupos de la burguesía al interior del Estado capitalista es un antecedente valioso para explicar la situación actual del narcotráfico. Hemos dicho que el peso de la crisis, que todo lo constriñe, hace cada vez más difícil establecer un acuerdo para mantener un cierto equilibrio en las relaciones entre las diferentes fracciones burguesas; una situación que está determinada directamente por la agudización de la descomposición del sistema burgués cuyo eje fundamental del “cada quien a lo suyo” se ha estado manifestando de manera abierta sobre todo en los últimos años en México.

Esta situación se ve potenciada por la carrera desenfrenada de las fracciones de la burguesía hacia el recambio de gobierno en el 2006, año en que se decidirá qué personaje y qué fracción capitalista habrá de encabezar el poder estatal. “Esta disputa ha venido ocupando una dimensión tal, que en ella toman presencia sectores que mantenían una actividad escondida o silenciosa. Ahora vemos actuar de forma muy abierta a grupos del narcotráfico en alianza con personajes de la política nacional (lo mismo en Sinaloa, Tijuana, Oaxaca o Veracruz) e incluso el clero y el ejército tienen una abierta y permanente actuación”. (RM N° 84, enero/febrero 2005). Efectivamente, la ausencia de una cohesión que discipline a los diferentes grupos que actúan en el interior del Estado, está provocando la explosión actual de la guerra entre los cárteles los cuales son verdaderas prolongaciones de aquellos mismos grupos en pugna. Por si hubiera alguna duda todavía, nada más hay que poner atención a las “campañas contra el narco” que despliega el ejército o la PGR y que “casualmente” atacan a ciertos cárteles beneficiando así a otros; la revista Proceso N° 1476 (13-02-2005) evidenciaba, por ejemplo, al grupo del Chapo Guzmán como el narco del sexenio, dados los privilegios y la manga ancha con la que se ha fortalecido. En el mismo tenor, se encuentran los ajustes de cuentas, por ejemplo, los protagonizados en lo mismos Pinos donde se “descubrió” a un “infiltrado” del narcotráfico; hecho que en realidad expresa un golpe a un determinado grupo dentro de la estructura del gobierno y a cierta parte del PAN. Como si el narcotráfico necesitara de un soplón para obtener información privilegiada, cuando más bien, de las mismas entrañas del Estado capitalista provienen los hilos que dirigen el gran negocio y ahí dentro es donde se están librando actualmente las batallas decisivas para lograr los mejores posicionamientos.

El manotazo sobre la mesa del Gran Padrino

La llamada de atención del gobierno de los EU hacia la administración de Fox no es motivada, claro está, por una preocupación por la delincuencia y la degradación social que generan las drogas, sino por el grado que ha alcanzado la tendencia a la pérdida del control de la situación. La demanda urgente es que se meta orden y disciplina mediante un nuevo equilibrio entre los diferentes grupos; una necesidad manifiesta para garantizar una frontera sur menos inestable y por lo tanto menos vulnerable; y particularmente le advierte de los riesgos de una desestabilización hacia su territorio. El capo mayor no puede menos de exigir orden en su traspatio presionando sobremanera para que este negocio capitalista vuelva en la medida de lo posible a sus cauces y se evite una mayor exposición del funcionamiento real de la actividad del narcotráfico.

En adelante, entonces, las llamadas eufemísticamente “instituciones de orden y disciplina”, es decir la Procuraduría General de Justicia, la Secretaría de Seguridad Pública, el mismo ejército, tendrán que emplearse a fondo para restituir un cierto equilibrio que sustituya al anterior. Pero esta solución, aunque momentánea y a muy corto plazo dada la profundidad y extensión de los efectos de la descomposición capitalista, dependerá en gran medida de la resolución del conflicto principal: la sucesión presidencial; aunque será, claro está, un arreglo relativo pues las diversas fracciones de la burguesía difícilmente podrán alcanzar un acuerdo duradero por las razones antes mencionadas.

RR/febrero-2005

Situación nacional: 

  • Mexico [1]
  • Conflictos interburgueses [4]

Irak, Palestina y Ucrania. Las elecciones no anuncian la paz sino más caos y barbarie

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A pesar de la cooperación entre los gobiernos palestino e israelí, la ayuda de Estados Unidos y observadores de la ONU para atraer a la población hacia las urnas, el circo electoral no ha tenido un éxito real. Mahmoud Abbas fue elegido con 62% de votos “o sea ·30 % de palestinos residentes en los territorios y solamente 15 % del conjunto de palestinos en edad de votar (incluyendo los refugiados y expatriados)” (Revista joven África del 15 de enero ,05).

Si bien el llamado al boicot de la consulta por Hamas y el Jihad islámico tuvo cierto impacto, la débil participación ilustra sobre todo la desesperanza, el desconcierto de una población diezmada, aterrorizada por los bombardeos, las masacres, y el pesado tributo pagado cotidianamente a la intifada. Para el proletariado y la población palestina, rehenes de la OLP en su guerra nacionalista contra el Estado de Israel, la miseria no deja de agravarse. La mitad de la población vive con menos de dos dólares diarios. En el sur de la franja de Gaza, la desnutrición también ha hecho su aparición. ¡He aquí la realidad espantosa de la defensa chauvinista de la “causa palestina”!

En cuanto a las declaraciones sobre la posibilidad de nuevas negociaciones, estas son de la misma índole que los discursos de paz que los diferentes protagonistas nos han servido por decenas de años y el frágil cese al fuego no es más que el preludio de nuevos enfrentamientoss y masacres. El nuevo equipo Sharón aliado a la izquierda trabajan hoy la misma política que consiste en acelerar el retiro de fuerzas israelíes de la franja de Gaza para rodear mejor a Cisjordania y aislarla totalmente con la construcción de un muro a su alrededor. Para quitar toda legitimidad a la demanda de la autoridad palestina de mantener Jerusalén como capital del Estado palestino, Israel ha reactivado discretamente un texto de ley de confiscación de bienes palestinos sin ofrecerles la menor indemnización que data de 1950. Esta política no puede más que hacer explotar a corto plazo la frágil unidad de los gángsteres palestinos y engendrar un recrudecimiento de atentados suicidas contra la población israelí y a su vez una represión sangrienta a la población palestina por el clan Sharon/Peres.

Las elecciones en Irak no resolverán nada

Mientras los atentados se suceden, los medios de comunicación burgueses y las grandes potencias presentan las elecciones del 30 de enero en Irak como un acontecimiento histórico. Dicho de otra forma, si se llegara a impedir los actos terroristas, particularmente de la nebulosa Al Qaeda, todo iría como en el mejor de los mundos. ¡La realidad es otra! Los atentados terroristas son directamente producto de la segunda guerra del golfo, de la ofensiva americana en esta región del mundo que condujo a la implosión de Irak y a abrir la caja de Pandora de los enfrentamientos entre clanes islámicos, chiítas, sunnitas y kurdos. De forma más general, Irak constituye, hoy, el punto neurálgico de las rivalidades entre potencias capitalistas en competencia por la defensa de su rango imperialista en el mundo. Mientras el ejército americano comete masacres y bombardeos sistemáticos de ciudades controladas por los rebeldes, el caos no deja de desarrollarse en todo el país. Es necesario que la consulta electoral se realice ya que en ello va su credibilidad política, tanto más que la justificación de su intervención militar, a saber las armas de destrucción masiva ha sido desgastada una vez que se ha reconocido oficialmente que estas no existían. Es por ello que estas elecciones se desarrollaron bajo la más alta vigilancia. Cientos de miles de soldados americanos e ingleses vigilaron las 7000 casillas, apoyados por 100 000 agentes del orden irakí, con retenes y cierre de fronteras. ¿Y después de las elecciones? El riesgo de un caos en todo el país con repercusiones sobre los países vecinos es real, particularmente para Turquía e Irán. Además de los llamados sunnitas al boicot electoral, los chiítas están divididos entre pro y anti-iraníes, existen “nuevos problemas en perspectiva: los kurdos quieren a cualquier precio agregar la región de Kirkouk y sus inmensas riquezas petroleras a su zona autónoma, lo que ni los sunnitas ni los chiítas parecen aceptar. Habrá fricciones, puede haber enfrentamientos. La hipótesis de una partición del país en principio rechazado por Estados Unidos como por todos los vecinos de Irak, o sea una guerra civil, no está excluida” (Le Monde del 5 de enero).

¿Después de la destrucción de Irak, la guerra con Irán?

Mientras nuevas masacres se preparan tras las negociaciones de paz en Palestina, y que las elecciones irakíes van a “dar a luz” un nuevo hundimiento en la barbarie, Estados Unidos acaba de poner a la cabeza de la lista de los países potencialmente peligrosos a Irán, en razón de su programa nuclear y su apoyo al terrorismo.

Ello significa que nuevas intervenciones militares están a la orden del día. “En cuanto a Irán, por el momento, hay incompatibilidad entre las posiciones americana y europea. Para Washington, es inaceptable que Irán se convierta en una potencia nuclear, y si es necesario para impedirlo puede recurrir a la fuerza. Para los europeos, lo que es inaceptable, es el uso de la fuerza militar”. (ibid)

Como en el conflicto irakí y el conjunto de conflictos en curso sobre el planeta, las divergencias sobre Irán entre las grandes potencias reflejan los diferentes intereses de cada uno. Todos son pillos imperialistas, su preocupación es la defensa de su nación, de sus intereses capitalistas. La estabilidad y la paz no son posibles en esta sociedad “Cualquiera que sea el motivo ideológico avanzado por la burguesía para afirmar sus pretensiones imperialistas, este siempre es un pretexto, la única explicación a la agravación de las tensiones y a la multiplicación de los conflictos es el reforzamiento irremediable del capitalismo en una crisis sin fin. La solución a ésta no es ni la instauración de la democracia, ni la búsqueda de la independencia nacional, ni el abandono por ËU de su voluntad hegemónica, ni alguna reforma del capitalismo cualquiera que esta sea, sino su destrucción a escala mundial (extracto de la Revista Internacional 120).

Ucrania: una lucha imperialista entre las grandes potencias

Celebrada en Ucrania y las potencias occidentales como el triunfo de la legalidad democrática concluyen el proceso de democratización abierto en 1991 con el desprendimiento de este país de la URSS.

En el contexto desastroso de Ucrania que, después de la independencia en 1991, ha perdido más de 60% de su producto nacional bruto y donde los ingresos por habitante han caído a 42%, el llamado del nuevo presidente Iouchtchenko a todos los ucranianos “a arremangarse la camisa para servir a su país” va a repercutir en nuevos sacrificios y una caída aún más catastrófica en la miseria para la población donde más de la mitad vive ya por debajo del umbral de la pobreza. Nada diferencia a Iouchtchenko y Ianoukovitch; “la diferencia de programa entre los dos protagonistas es mínima”([1] [12])ambos salieron de las esferas estalinistas después de 1991 e igualmente responsables de numerosos ataques contra la clase obrera.

El proletariado no tiene nada que ganar en esta llamada llegada de la democracia. Para este, como para todos en el mundo, las elecciones capitalistas, “truqueadas” o celebradas según los “standars occidentales”, no son hoy más que un engaño. Es siempre la burguesía la que gana; para la clase obrera no pueden significar más que sumisión a los intereses del capital, reforzamiento de su explotación, pauperización acrecentada y guerra imperialista.

Un momento en el enfrentamiento entre potencias imperialistas

El apoyo aportado “al proceso de democratización” en Ucrania no es en realidad más que una cobertura a la ofensiva americana para hacer caer a Ucrania en su esfera de influencia y la máscara del enfrentamiento entre las grandes potencias occidentales por los despojos del ex bloque del Este desmoronado en 1989. Esta gigantesca conmoción histórica ha relanzado la lucha por la hegemonía mundial y la redistribución de cartas en Europa. El fuerte empuje de Alemania que se levanta como rival de Estados Unidos y la voluntad de estos últimos de mantener a todo precio su supremacía sobre el mundo hacen de Europa una lucha crucial el los enfrentamientos imperialistas.

“La elección presidencial en Ucrania jamás ha sido un asunto interior. Se ha hablado mucho de la intervención de los rusos. Pero en 2004, La agencia americana para el desarrollo internacional (USAID) consagró 55 millones de dólares al desarrollo de la democracia en Ucrania. Treinta medios de oposición han recibido un apoyo organizacional y financiero. En todo el país, los americanos han supervisado con la ayuda de asociaciones locales, la formación de asistentes y observadores electorales. El secretariado de Estado ha vertido 10 millones de dólares adicionales en tanto que la ayuda directa al proceso electoral. Los dos grandes partidos americanos se han comprometido y han enviado dos consultores. (...) Washington quería ver en los ucranianos “nuevos europeos”, susceptibles de servir a la OTAN y debilitar a la UE. En el marco de la estrategia de seguridad nacional americana, todo se debe hacer para impedir la emergencia de rivales regionales.”([2] [13])

Estados Unidos dan un golpe de avanzada sobre Alemania al colocar primero a sus hombres sobre terrenos que constituyen zona de expansión del imperialismo alemán. Sin embargo, es completamente imposible para Berlín acomodarse a la presencia americana, obstáculo al desarrollo de su “espacio vital” y aceptar verse presionado sobre sus fronteras por un collar de hierro de naciones que no le son favorables: Alemania no puede más que responder para hacer saltar este cerrojo que quiere imponerle EU, como lo ha hecho en los años 90 ante el cerrojo serbio en los Balcanes, provocando el retorno de la guerra sobre el continente europeo por primera vez desde 1945.

Por otra parte, arrancando Ucrania de Rusia, EU la reduce brutalmente a un rango de potencia secundaria. Habiendo sufrido un retroceso marcado de su influencia después de quince años con la adhesión de sus ex satélites a la OTAN y la instalación de tropas americanas en varios países de Asia central, Rusia había puesto sus ojos sobre las elecciones en Ucrania para que ese país no sea el próximo en darle la espalda. Perder toda influencia sobre Ucrania, zona estratégica de primera importancia (a la vez acceso marítimo al Mediterráneo y lugar de estacionamiento de su flota), significa el fin de sus sueños de gran potencia. Por tanto es imposible aceptar dejarse expulsar de los límites de la Rusia del siglo XVIII sin reaccionar con todas sus fuerzas.

Hacia la aceleración del caos

Las declaraciones del presidente ruso llaman a Ucrania “al pragmatismo en sus relaciones con la Rusia” así como las del ministro de asuntos exteriores Labrov reconocía “el derecho de cada Estado –comprendiendo nuestros vecinos- a escoger por sí mismos sus socios, a decidir a que organización se quieren adherir” no llevan a un apaciguamiento. Al contrario, cuando Rusia se declara “lista para cooperar con la nueva dirección de Ucrania”, ejerce una presión máxima sobre Ucrania a fin de no dejarle algún margen de maniobra.

Así, la “victoria naranja” augura serias confusiones, tanto son vivas las tensiones entre las diferentes bandas mafiosas que forman la clase dominante ucraniana, ellas mismas divididas sobre la alternativa de alineamiento imperialista.

El clan Ianouckovitch, que maneja los medios del Estado y que detenta el poder económico, rechaza dejarse eliminar y promete una “oposición dura”. Las tendencias a la dislocación de Ucrania, encarnadas por las amenazas separatistas de parte de los responsables políticos de las regiones rusófonas constituyen un potente medio de chantaje al servicio del Kremlin.

Por otra parte, Moscú se apoya sobre “las capitales rusas que se apoderaron recientemente de partes importantes de la economía ucraniana” para tratar de imponerse de nuevo.

Para Ucrania que depende en 85% de las importaciones para su energía, la interrupción, a principios de enero, por Turkmenistán (proruso) de entrega de gas con el pretexto de desacuerdos sobre las tarifas, constituye un recuerdo de Moscú que sobre este plano está sometida a su deseo.

Iouchtchenko ha tenido que dar garantías a Moscú de comprometerse a retirar los 1600 soldados ucranianos de Irak y a respetar el acuerdo cuatripartita de cooperación económica con Rusia, Bielorrusia y Kazajastán, que ponía en cuestión.

La bofetada magistral administrada por Estados Unidos a Rusia no puede más que conducir al desarrollo de la inestabilidad sobre el territorio ruso, inestabilidad que a su vez no puede más que agudizar los apetitos imperialistas de las potencias vecinas como de Irán y Turquía. El clan Putin, fuertemente estremecido por el fiasco ucraniano, con la amenaza de ver repetirse el mismo escenario en todos los países de la CEI y en Rusia misma, no puede más que ser obligada a usar todos los medios a su disposición.

Bloqueados al Oeste por potencias actualmente imposible de someter, las tentativas del imperialismo alemán para adquirir una estatura mundial pasan por su afirmación hegemónica en Europa del Este. Así, el “empuje hacia el Este” de Alemania no puede más que provocar la respuesta rusa como americana en Ucrania.

El enfrentamiento entre las diferentes imperialismos en Ucrania donde los protagonistas disponen del arma atómica, transforma esta región en verdadero polvorín a las puertas de Europa occidental.

Donald / Scott, enero de 2005

1 [14]Le Nouvel Observateur, 02.12.04

2 [15]Die Ziet, citado por Courrier International no 736.

Geografía: 

  • Oriente Medio [16]
  • Rusia, Caúcaso, Asia Central [17]

Comentarios en torno a un texto de un grupo 'autonomista'

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En este texto se presenta al inicio una defensa de la revolución rusa contra los argumentos anarquistas, así dicen: “...tampoco nos interesa sumarnos a las versiones caricaturizantes que plantean la degeneración estatista <de la revolución rusa> como resultado de un plan orquestado maquiavélicamente por los ‘malignos’ Lenin y Trotsky, y ejecutado por ‘su alumno’ Stalin.” No obstante renglones más abajo, deja pasar visiones parecidas a las que decían combatir, y que se han repetido incesantemente por sociólogos anti marxistas adoradores de la guerrilla de Marcos: “Los marxistas a partir de Lenin, asumieron como La Concepción Marxista, la idea de un Estado instrumental...” y más abajo completa su idea, repitiendo el mismo tono que hemos visto en Holloway y demás “intelectuales filozapatistas”([1] [18]): “La concepción bolchevique de la revolución, como toma del poder político del estado por un partido de vanguardia, es resultado de la herencia socialdemócrata de C. Kautsky, el principal maestro de Lenin... de él retoma la desconfianza en la clase obrera...”, así es que concluye: “no es posible hacer una revolución centrándonos en la toma del poder estatal”. (En negritas en el original).

Las ideas que el CAIA hace, a pesar de repetir “clichés” de moda en los antiglobalización y neozapatistas, guarda una diferencia de las afirmaciones izquierdistas; expone más bien una necesidad por clarificar, como se puede muy bien interpretar de su declaratoria: “Es necesario abrir de nuevo la discusión”... Por nuestra parte acordamos con ese llamado y en este sentido expondremos de forma general algunas apreciaciones, con la idea de que ese llamado que hace se concrete.

La “moda” anti Lenin, invención de la burguesía y pequeño burguesía contra el proletariado

Es evidente que, como lo señala el CAIA, la revolución rusa de 1917, es una experiencia de la que el proletariado debe sacar aún muchas enseñanzas, no es raro por ello que la clase dominante se empeña en desacreditar los acontecimientos históricos y denigrar las actuaciones de Lenin y los bolcheviques.

Desde que la fuerza del proletariado expone su potencialidad revolucionaria, la burguesía busca desprestigiar a los revolucionarios, recordemos la campaña desatada por Vogt en contra de Marx y las acusaciones en contra Lenin de ser un agente del imperialismo alemán... no hace muchos años, luego de la implosión del bloque imperialista comandado por la URSS, se desató la campaña sobre la “muerte del comunismo”, de manera que declaraciones y publicaciones se encargaban de ensuciar el nombre de Lenin y de los bolcheviques, al presentarlos como antecedentes originales de la contrarrevolución estalinista. Incluso el anarquismo se incrustó en esa campaña al repetir (y aún lo siguen haciendo) las calumnias cocinadas por la burguesía. Por nuestra parte no creemos que la actuación de Lenin y la de los bolcheviques estén exentas de errores, la tradición de la Izquierda Comunista justamente se caracteriza por asumir una actitud critica ante la historia, sacando balances de los combates pasados, reconociendo los errores y resaltando las enseñanzas programáticas y de actitud, que el proletariado debe tomar para sus próximos combates.

En esa lógica es que ante la campaña contra el proletariado que se ha visto animada por el EZLN y los intelectuales “antiglobalización”, presentando como anticuado al marxismo y proclamando la posibilidad del cambio del mundo sin la destrucción del capitalismo, es necesario dar una respuesta.

Haciendo un esfuerzo de resumen, y tomando las confusiones que se resaltan en el texto de CAIA, señalamos los dos ejes en los que la “moda” anti Lenin ajusta su ataque: 1. En el uso de los errores de Lenin planteados en “¿Qué hacer?”. 2. En suponer que el marxismo plantea que el Estado siendo un órgano de opresión puede transformarse en instrumento de emancipación.

- El proletariado, la única clase que avanza autocriticándose

Es de uso común, para descalificar a Lenin, traer a cuenta el argumento erróneo que en 1902 plantea sobre la concepción de la conciencia “inyectada” desde “el exterior” por el partido. Efectivamente esta idea es una apreciación incorrecta, pero el mismo Lenin y el partido bolchevique en su intervención revolucionaria tienen que corregir es visión. Lenin en un proceso reflexivo reconoce que: “Ante el proletariado y su vanguardia la socialdemocracia, se plantearon prácticamente nuevas tareas para cuya solución surgieron, como si brotasen de la tierra, nuevas fuerzas…” (Nuevas tareas y nuevas fuerzas. Febrero-1905). De manera que muchos de los problemas van definiéndose de forma clara a medida que hay un avance en el mismo proceso revolucionario. En el caso de la aseveración del ¿Qué hacer?, en la que se afirma que la conciencia no surge mecánicamente es correcta, no así esa visión sustitucionistas y que otorga al partido un alo místico. No obstante hay que entender que la percepción de los acontecimientos, hasta ese momento, le impidió entender que el partido no actúa como una entidad externa al proletariado, sino como una fuerza viva y activa de la propia clase. Es el desarrollo de la historia y la misma práctica de los bolcheviques la que hará de estos la expresión más acabada de esa unidad viva y actuante del proletariado, criticando en los hechos lo sostenido en 1902. Es su accionar en unidad con el proletariado con el que mostrarán que no eran algo ajeno o externo al conjunto de los explotados lo que define la conciencia obrera, sino es su dinámica revolucionaria, y en la que el partido juega un papel importante, después de todo, como lo señalaran Marx y Engels, “<los comunistas> teóricamente, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario.” (Manifiesto del Partido Comunista).

Bastaría acercarse a las “Tesis de Abril” escritas en 1917 para notar que esa visión de 1902 se encuentra desterrada de la práctica bolchevique. De manera que no hay en Lenin ninguna desconfianza hacia las masas de trabajadores, hay por el contrario el reconocimiento de que es la clase obrera la única capaz de construir la historia, en tanto fuerza activa, y transformadora. Muy lejos está de las proclamas pequeñoburguesas de altermundistas e intelectuales “filozapatistas” que en su desconfianza y desesperación se empeñan en borrar del escenario social al proletariado decretando su desaparición y encontrando la presencia de “nuevas fuerzas sociales” en las clase y estamentos medios, reivindicando como “sujetos de la transformación” lo mismo a los campesinos depauperados (a los que denominan por su condición étnica: “indios”, y que se hayan atados al anhelo de propiedad y las formas de producción anticuadas), que a la pequeñaburguesía corroída y al lumpen.

- La lucha del marxismo es contra todo Estado

Otro de los puntos de ataque al marxismo es que proclama al Estado como centro del cambio. Este aspecto es evidentemente un problema no del todo zanjado, no obstante ello no implica que los ataques lanzados, en particular contra Lenin, sean ciertos. Es evidente que el marxismo reconoce como una necesidad la destrucción del capitalismo y la toma del poder político por parte del proletariado como la tarea histórica. Aunque los revolucionarios de inicios del siglo XX (entre ellos Lenin por supuesto) no tenían en claro la manera en que la clase obrera mediante los Soviets ejercerían su poder, reconocen sin embargo que la Dictadura del proletariado expresa un cuerpo que, como dijera Engels, “ya no es un Estado en el sentido propio de la palabra”. Hay efectivamente un problema de comprensión de este asunto por el conjunto del movimiento obrero, sin embargo ello no valida las mentiras que se lanza contra el marxismo, y menos aún que dado que hay un problema a resolver lo mejor es no tomar el poder político por parte de la clase obrera, y soñar que es posible crear un mundo nuevo sin antes haber destruido al capital y a su Estado.

La Izquierda Comunista, en particular la Izquierda Italiana y Francesa, han legado un proceso de reflexión importante, que recobra la profundidad de los análisis de Marx en torno a la Comuna de París y las experiencias de la revolución rusa, definiendo que la toma del poder por parte del proletariado implica forzosamente establecer un período de transición en el que la clase obrera conserva su independencia ante el Estado, y la manera en que lo puede asegurar es marcar la diferencia entre Dictadura del Proletariado y el Estado. Mientras que la primera es formada por los Soviets de trabajadores, unificados y armados, el Estado estará formado por Soviets territoriales en los que se representan el conjunto de la población no explotadora, de forma tal que la clase no se confunde y asegura su hegemonía sobre todas las estructuras de la sociedad durante el período de transición, que ha de conducir a la desaparición de clases y con ella de todo Estado ([2] [19]).

No es posible en esta ocasión abundar más, sin embargo establecemos los elementos base para poder, como lo plantean los compañeros de CAIA: “abrir de nuevo la discusión”.

Tatlin/febrero-05

1 [20]En RM 74, hemos abordado la crítica a los argumentos, que de manera similar lanza el zapatismo, y sus seguidores “altermundistas” en contra de los bolcheviques y Lenin, colocando como “nuevo paradigma social alternativo” la construcción de una sociedad diferente, que ha de nacer sin necesidad de destruir al capitalismo.

2 [21]Para ampliar sobre esta discusión recomendamos nuestro folleto: “El período de transición del capitalismo al socialismo. La desaparición del Estado en la teoría marxista”, disponible solo en francés.

Vida de la CCI: 

  • Correspondencia con otros grupos [22]

Desafuero de AMLO: un asunto de la burguesía, no del proletariado

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Esta pugna, que es presentada por unos como complot y otros más como una lucha personal entre Fox y López Obrador, es simplemente una de las diversas maneras en que se exteriorizan las dificultades al interno de la burguesía y por tanto es sólo una estrategia con la que un sector de la clase dominante pretende debilitar a otra.

La decisión que la clase dominante tomó hace 5 años de colocar al PAN con la Fox en la presidencia, tenía por objeto establecer un marco que ayudara a definir un período de tregua para que unificara y orientara a la renovación de su aparato político de actuación, que se veía ampliamente fracturado por los efectos de la agudización de la crisis, que exacerba la competencia, así como por la reconfiguración de las alianzas internacionales que desde fines de los años 80 se vieron modificadas por la desaparición del “orden mundial” definido en la posguerra.

El anuncio de la necesidad de la renovación del aparato de poder significaba una nueva distribución de las prebendas y zonas de control político entre las diferentes pandillas de la burguesía, por lo que condujo a asesinatos como el de Colosio, Ruiz Massiew y Posadas Ocampo… Esta dinámica de enfrentamiento no pudo ser contenida, por el contrario se ha agudizado, como es notoria en las disputas al interno de los partidos de la burguesía, tanto los de derecha como los de izquierda, y toda institución de gobierno no deja de ser usado como campo de batalla. No es excepcional, por ello, que a medida que se aproxima el circo electoral para la presidencia, los choques entre los grupos de la burguesía tomen mayor magnitud.

Así pues, la clase trabajadora ante el enfrentamiento entre fracciones de la burguesía no puede tomar partido por alguna de ellas, las diferencias que existen entre los sectores representados Fox y López Obrador, expresan disputas que son ajenas a los trabajadores, en tanto éstos no tienen ningún interés que los una con sus explotadores. Por el contrario, si la burguesía se interesa en que la clase obrera sea arrastrada a esta pelea, es porque con ello asegura un fortalecimiento del control y evita que el conjunto de los asalariados dirijan su reflexión y su descontento hacia el verdadero problema, que no es otro que el capitalismo.

Koker/23-febrero-2005

Situación nacional: 

  • Mexico [1]
  • Conflictos interburgueses [4]

Endeudamiento, bajada del dólar, alza del petróleo... La agravación de la crisis económica

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¿Cómo interpretar estos resultados? ¿Es verdad que la economía mundial iría mejor? ¿Es que los Estados Unidos, y sobre todo China, ese nuevo “El dorado” del que habla la burguesía, podrían ser las locomotoras que relanzaran la economía mundial, incluyendo la europea?

Para responder a esta pregunta, es necesario antes que nada analizar la situación de la primera potencia mundial, para comprender que lo que persigue en realidad la propaganda burguesa es ocultar, sobre todo al proletariado, la creciente quiebra de su economía.

El endeudamiento colosal de la economía americana no puede seguir creciendo

Si hay una cosa en la que coincide el conjunto de especialistas de la economía mundial es en la gravedad del endeudamiento de la primera potencia mundial. Para dar la apariencia de bonanza económica de los últimos años, la administración norteamericana ha tenido que dejar crecer desaforadamente tanto el déficit público como el comercial. Con ello ha financiado de forma artificial el consumo de los hogares que representa más de las dos terceras partes del PIB americano y que tiene una influencia determinante sobre la actividad económica, a través de las sucesivas rebajas de impuestos que han tenido lugar tras la recesión de 2.001 (desde 1994 la recaudación fiscal se ha mermado en 1’9 billones de dólares) y de un abaratamiento de los tipos de interés de los préstamos bancarios que están en su nivel más bajo desde  1945 (la FED, el banco central americano, ha bajado los tipos de préstamo al 1%, por debajo incluso de la inflación). Y, sin embargo, el crecimiento económico ha caído al 3,5% frente al 5% de hace algunos meses, y la confianza de los consumidores incluso ha bajado en octubre de 2.004 a su nivel más bajo de los últimos 7 meses.

Y todo ello a costa de un tremebundo crecimiento de los déficits. La propia administración norteamericana, para calificar su alcance casi catastrófico, habla incluso de “twin déficits”, es decir déficits gemelos, en un macabro pero muy significativo juego de palabras con las “twin towers” (las Torres Gemelas). El déficit presupuestario se elevara en 2004 a 413 mil millones de dólares (frente a los 377 mil millones de 2003), y los expertos creen que de aquí a 2011 deberán añadirse 3 billones de dólares más de deudas suplementarias. La situación es tal que: “El gobierno debe pedir prestado actualmente 1100 millones de dólares diarios, y se gasta aún más en pagar los intereses de la deuda (159 mil millones) que corresponde a los presupuestos acumulados de educación, seguridad interior, justicia, policía, ex combatientes, exploración espacial y ayuda internacional” (Le Monde del 4 de noviembre). En cuanto al déficit comercial, éste rebasa ya los 650 mil millones de dólares, es decir el 5,7% del PIB. La situación no es mucho mejor para los otros estados capitalistas. La escalada del precio del petróleo y la revalorización del euro frenarán las tasas de crecimiento en Europa a cotas en torno al 2%, en un contexto marcado además por un aumento de las deudas públicas hasta el extremo de que casi ningún estado europeo puede cumplir el tope del 3% de déficit presupuestario fijado en el tratado de Maastricht. En Francia se alcanza el 4,1%, en Alemania el 3,9%, en Gran Bretaña el 3’2% (el doble que el pasado año), en Italia más del 4%, etc.

La bajada del dólar: una manifestación de la agravación de la crisis

Las reuniones del G-7 se suceden, y en ellas abundan los discursos plagados de llamamientos a mantener políticas comunes. Pero en realidad lo que se produce cada vez más es todo lo contrario. La agravación de la crisis y sobre todo del endeudamiento norteamericano con los riesgos inflacionistas que ellos supone, empujan más bien a incrementar la concurrencia sobre la basa el propio sistema capitalista. Cuando la administración norteamericana mantiene bajos sus tipos de interés, propicia con ello un descenso de la cotización del dólar frente al euro, la principal moneda concurrente, para poder así ganar partes del mercado para la exportación y hacer bajar el nivel de su deuda financiera. Esta política de “devaluación competitiva” ya fue utilizada por Estados Unidos en los años 1.980 y en 1.995, pero el contexto es hoy muy diferente pues tiene lugar en un momento de endeudamiento sin precedentes de su economía. Por ello, a pesar de la presión que esa devaluación representa sobre sus economías rivales, las exportaciones americanas no representan actualmente más que el 75% de sus importaciones, lo que hace todavía más clamorosa la insolvencia de la deuda americana. En esta guerra económica que causa estragos y aunque el dólar ha perdido el 25% de su valor, el déficit exterior USA está a punto de alcanzar valores del 6% de su PIB. “Rebajarlo en torno del 3,5% del PIB, que parece ser el objetivo, necesita sin duda una depreciación suplementaria del dólar del 35% contra las demás monedas. La bajada del billete verde es la tentativa de reconducir a la economía americana hacia una mejora de los equilibrios. El euro debería subir hasta valer 1,70 dólares, penalizando fuertemente las exportaciones europeas” (Les Echos del 6 de noviembre). Frente a esta perspectiva de una bajada sin precedentes del dólar, los principales países europeos y Japón (donde la discreta recuperación económica se basa en un relanzamiento de sus exportaciones) amenazan abiertamente a Estados Unidos con una intervención directa de sus bancos centrales con objeto de subir la cotización de la divisa americana. La gravedad de la situación actual no reside tanto en la concurrencia entre los países industrializados, que es la esencia misma del capitalismo, sino en la tendencia a que esta concurrencia en el corazón mismo del capitalismo (Estados Unidos, Canadá, Europa, Japón) tiende a poner en entredicho el mínimo de entendimiento que existía hasta ahora entre las grandes potencias para rechazar los efectos de la crisis sobre el resto del mundo.

El alza del petróleo, un factor agravante de la crisis

En este contexto de endeudamiento monstruoso de los principales países desarrollados y de bajada del dólar, la subida del precio de las materias primas, y sobre todo del petróleo, está reactivando el fantasma de la inflación, un fenómeno que hizo grandes estragos en la economía mundial en los años 70. Esta perspectiva alerta al propio FMI que advierte que: “Esperar demasiado sin reaccionar ante los primeros signos de la inflación podría costar caro, restando a los bancos centrales una parte de la credibilidad que tanto les costó conseguir en los años 1980 y 1990” (Le Monde 1-09-2004). Y sin embargo, los “especialistas” de la burguesía quieren hacernos creer que las causas del aumento del precio del petróleo no hay que buscarlas más allá del tirón de la “demanda” (sobre todo por parte de China y Estados Unidos), o una cierta inestabilidad, pasajera por supuesto, del aprovisionamiento.

El método marxista, por el contrario, sitúa este fenómeno del alza del precio del petróleo en un análisis más global. A diferencia de lo que sucedió en las subidas precedentes (las de 1973, 1979, 1997 o incluso la más reciente del año 2000) que fueron básicamente empleadas por Estados Unidos en la guerra comercial contra los otros estados capitalistas, sobre todo Europa y Japón (Ver “La subida del precio del petróleo: una consecuencia y no la causa de la crisis” en nuestra Revista Internacional nº 19), la actual subida del precio del petróleo está penalizando fuertemente a la economía en general y sobre todo al consumo de las familias americanas, ya que hoy, a diferencia de lo que sucediera en el pasado, los Estados Unidos deben importar una parte muy importante del petróleo que consumen. Por eso, hoy, el elevado precio del petróleo repercute inmediatamente en una agravación del déficit presupuestario americano. Además y dado que gran parte del comercio de esta materia prima se paga en dólares, la devaluación de la divisa norteamericana, lo hace comparativamente más costoso para los propios EUA que para sus rivales europeos, que pagan el barril con una moneda, el dólar, más barata que el euro. Así el alza del petróleo muestra no sólo la gravedad de la crisis económica sino también su relación con las guerras actuales. Aún considerando el paso que en el alza del precio del petróleo puedan tener factores especulativos (los expertos estiman que puede estar entre 4 y 8 dólares), gran parte del incremento del precio de esta materia prima esencial se debe al aumento del caos y la barbarie a escala mundial, sobre todo a la incapacidad de Estados Unidos para poner en marcha la producción iraquí, al propio hecho del lodazal militar en el que se encuentran hundidos allí, al riesgo de atentados contra las instalaciones del primer productor mundial que es Arabia Saudita, a las turbulencias sociales en Venezuela y en Nigeria, etc. Esta situación demuestra que no es posible deslindar los aspectos económicos de los aspectos militares o imperialistas, sino al contrario una interpenetración cada vez más grande del conjunto de estos factores que se alimentan los unos a los otros para llevar a una situación cada vez menos controlable por la burguesía. La inestabilidad y el desorden crecientes del mundo capitalista alimentan la inestabilidad económica que, a su vez, no puede producir más que más inestabilidad militar.

El aumento de los presupuestos militares

En este contexto de endeudamiento astronómico de la economía mundial y en especial de la primera potencia, es necesario denunciar el aumento de los gastos militares que constituyen un factor suplementario de agravación de los déficits presupuestarios, devorando cada vez más y más porciones de los presupuestos “asistenciales” para la población. Todos los Estados se ven obligados a reforzar sus presupuestos militares ante la escalada de conflictos y barbarie que se extiende sobre el planeta.

Así por ejemplo, desde que se desencadenara la guerra de Irak hasta la ocupación actual del país, los Estados Unidos se han gastado 140 mil millones de dólares, y eso no basta ya que “el Pentágono reclamó a principios de noviembre un fondo adicional de 70 mil millones de dólares para financiar las operaciones militares durante 2005” (Le Monde, 9-11-2004). El presupuesto del Pentágono sobrepasará en el 2005, y sin contar el coste de las guerras de Irak y Afganistán, los 400 mil millones de dólares, es decir casi la mitad (el 45% exactamente) de todos los gastos militares mundiales.

Si lo comparamos con las guerras precedentes nos daremos cuenta del coste exorbitante de los gastos actuales. Mientras que la Primera Guerra Mundial costó 190 mil millones de dólares, y la Segunda alcanzó un monto aproximado de 2’9 billones para la economía norteamericana, sólo la primera guerra del Golfo en 1991, una operación que apenas duró unos meses, supuso un gasto para USA de 76 mil millones de dólares. (fuentes: “Problèmes économiques”, 1-09-2004).

Pero es que los demás Estados, incluso los que se presentan como “abanderados de la paz mundial” no se quedan de brazos cruzados. Si tomamos como indicativo el caso de Francia vemos que a pesar de que el presupuesto del ejército francés ha crecido notablemente, el gobierno ha decidido concederle “550 millones de euros suplementarios para financiar la operación abierta en Costa de Marfil y 100 millones más para otras operaciones exteriores. Estos gastos se detraerán del presupuesto de ministerios civiles” (Les Echos, 10-11-2004).

Desde finales de los años 1990, el conjunto de los gastos militares va al alza en todo el mundo. Y contrariamente a lo que nos cuenta la burguesía, el dinero que se inyecta en la esfera militar no va destinado a la reproducción del capital productivo sino que supone destrucción pura y simple del capital invertido. Esto significa que el desarrollo del militarismo y el aumento de los gastos que comporta son cargas suplementarias que no hacen sino acentuar el marasmo económico. Detrás de las cifras del llamado crecimiento capitalista para 2004 se esconde en realidad una nueva etapa dramática de la agravación de la crisis que ilustra la quiebra del modo de producción capitalista.

Donald / Diciembre-2004

Noticias y actualidad: 

  • Crisis económica [23]

Suscripción de solidaridad con los camaradas del NCI

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Después de la publicación de nuestro artículo ¡“El NCI no ha roto con la CCI”! (ver RM 84), varios de nuestros simpatizantes han propuesto aportar su solidaridad con los militantes del NCI que, a pesar de las terribles condiciones de miseria en las cuales viven, quieren continuar llevando una actividad política al lado de la CCI. Queremos agradecer aquí calurosamente a todos los camaradas que nos han hecho llegar una suscripción financiera para el NCI. Este testimonio de solidaridad no puede más que contribuir a animar a los camaradas de Argentina en su voluntad militante y mostrarles que a pesar de su aislamiento geográfico, no están solos. Este gesto es una ilustración del carácter internacional, unido y solidario de la clase portadora del comunismo.

CCI

Corrientes políticas y referencias: 

  • Area de influencia de la Izquierda Comunista [24]

FMS: el 'movimiento altermundista' se reúne en Porto Alegre para destilar veneno contra la clase obrera

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En los últimos días de enero, se tuvo lugar el Foro Social Mundial (FSM) en Porto Alegre. Este Foro “alternativo” se ha convertido en el punto de encuentro de la izquierda del aparato del capital, presentado ahora con su maquillaje “altermundista”. Las temáticas que abordaron fueron de toda índole: Luchas “alternativas” democráticas contra el neoliberalismo, por un comercio justo digno e igualitario (sic), por un impuesto de solidaridad contra el hambre y la miseria; por la supresión de paraísos fiscales y la condonación de la deuda externa a los países pobres, el acceso al agua como derecho humano básico y no como mercancía posible de privatizarse, por el fin de la guerra en Irak y la no agresión a Corea del Norte, Irán, Venezuela y Cuba, así como apoyo a Palestina por un Estado autónomo... es decir es una lista de discursos tramposos para hacer creer a los trabajadores que es posible embellecer y hacer humanitario al capitalismo.

“Altermundistas”, Lula y Chávez defensores del Capitalismo

Este Foro resaltó por la presencia de Hugo Chávez, al que la izquierda del capital de todas las regiones del mundo lo viene presentando como el representante de una alternativa a seguir por los trabajadores, animado por esa propaganda, su demagogia patriotera la ha pintado de rojo al invocar una pretendida simpatía con el socialismo. De esta declaración la burguesía saca buen provecho, en tanto la usa para reforzar su presencia ante los trabajadores y fortalecer su capacidad de engaño. Es evidente que la burguesía al poner en la boca de Chávez la palabra socialismo, lo hace para seguir igualando socialismo con los regímenes estalinistas, como el de Cuba, personificado en Fidel Castro, y que nada tienen que ver con el proyecto forjado por Marx, Engels... Así, Chávez era aclamado como el representante del “altermundismo”, y ejemplo claro de que el mundo que pregonan es el de la continuación de la explotación, la miseria y la represión, pero disfrazado con frases “radicales”, mentirosas e hipócritas.

Pero mientras eso sucedía, a Lula, el otrora soñado personaje del movimiento altermundista, le gritaban traidor. Esas expresiones “anti Lula”, aunque expone un cierto desencanto de algunos elementos sumidos en movimientos de este tipo, no es en realidad un proceso de clarificación, es más amargura ciega, la muestra es que lo pintado en las bardas: “con Bush y con Lula otro mundo es imposible” no hace sino continuar, en otro sentido, la mistificación orquestada por la propia burguesía alrededor de Lula, en donde lo presentaban como una alternativa validada para la clase obrera. No ha habido ni el menor asomo del reconocimiento que Lula, lo mismo que Chávez, Castro o López Obrador son un producto natural de la izquierda del capital, son personalidades requeridas por la clase dominante para –según los momentos– contener o desviar el descontento de la clase obrera, o como en el caso de Brasil, hacer pasar medidas económicas que un gobierno de derecha hubiera tenido más conflictos sociales para poder implementarlas.

“Altemundialismo” arma de la burguesía, no del proletariado.

Las loas y cánticos que lanzan hacia el FMS de Porto Alegre los Saramago, los Galeano, los Ramonet, y demás fauna izquierdista (de la denominada “nueva izquierda”, como los estalinistas “arrepentidos” de Italia como Refundazione Comunista y los “Monos Blancos”, intentan colocarse aún más a la izquierda de esta intelectualidad, trotskistas, maoístas o el anarquismo oficial) contra el “neoliberalismo” no son, a fin de cuentas, sino lloriqueos que no buscan destruir el capitalismo sino solo suavizarlo, son gimoteos con los que quiere hacer creer a los trabajadores que el capitalismo, y los ataques contra la clase obrera pueden dar marcha atrás con tan solo “flexibilizar” las políticas neoliberales y aplicar impuestos como el planteado por Tobin. Como podemos apreciar el FMS de Porto Alegre una vez más cumple su función de golpeador de la conciencia obrera. Los argumentos presentados en el FMS, están llenos de una mezcolanza de ideologías interclasistas que lejos de profundizar la reflexión lo único que hacen es oscurecerla. Por ello aún si los problemas planteados son reales, al esconder que el CAPITALISMO es el verdadero enemigo que hay que vencer, y más aún su discurso con el que decreta la muerte de la clase obrera y descubre el “nuevo sujeto del cambio” en la “sociedad civil”, es un claro ataque contra el marxismo y contra el proletariado, son por ello una expresión concreta de la continuación de la campaña sobre la muerte del comunismo.

Esta necesidad de la burguesía de obstaculizar el desarrollo de la conciencia es con mucho un objetivo primordial en un momento en que los trabajadores empiezan a reflexionar sobre su situación de explotados, y comienza a retomar el camino de la lucha (véase Revista Internacional n° 119).

De esta manera, los discursos y actos que se dieron en torno a Porto Alegre no hace sino confirmar aquello que hemos reiterado en torno al llamado “movimiento altermundista”, en particular la necesidad de la denuncia de su esencia burguesa, ante lo que se exige una intervención, en que se defina claramente que: : “...el único mundo hoy posible es el comunismo, y que este solo podrá construirse resueltamente contra la burguesía y todas sus ideologías mistificadoras.” (Revista Internacional 116).

Vania/febrero-2005

Noticias y actualidad: 

  • Foros sociales [25]

El concepto marxista de decadencia del capitalismo

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Ante esta paradoja, se plantean forzosamente las preguntas: ¿Porqué una sociedad que se considera progresar, aportar cada vez más bienestar y seguridad, vierta todo lo contrario sobre la humanidad? ¿De dónde proviene esto? ¿Es ello una fatalidad? La burguesía tiene sus respuestas. Nos asegura que se trata de la “maldad” humana, de la falta de democracia, de dificultades económicas pasajeras debidas a una mala regulación de los flujos financieros, al alza del precio de las materias primas en el mercado, al apetito inmoral de los especuladores en los mismos mercados, etc.

Y escuchamos estos argumentos durante tanto tiempo sin que por algún momento la situación mejore, sino al contrario. Además, ¿porqué tal desastre luego de todos los progresos que la humanidad ha podido conocer? ¿Porqué tanta miseria cuando parece haber tanta riqueza que explotar? De hecho, estas explicaciones pasan por alto, evidentemente de manera voluntaria, la única realidad que nos permite comprenderla. Esta realidad, es la de la crisis económica mundial. Y cuando nosotros, revolucionarios marxistas, actualmente hablamos de crisis, no es sobre las mismas bases de la burguesía. Hablamos de una crisis insuperable, que marca la derrota del sistema capitalista.

Para decirlo, no nos apoyamos en la simple observación “fotográfica” sino sobre todo el análisis marxista del desarrollo del capitalismo. Afirmamos sobre esta base que el capitalismo ha entrado desde hace casi un siglo en su fase de decadencia, y en esta fase, al contrario de la fase ascendente, la crisis capitalista se convierte en elemento insuperable donde la salida no puede ser más que: ya sea la destrucción de la humanidad y de todas las realizaciones de su desarrollo a través de la historia, o ya sea la superación de las contradicciones mortales del capitalismo por la clase obrera en su combate con la construcción de una nueva sociedad.

Es en este sentido que la decadencia es para nosotros marxistas, el marco de análisis fundamental de la situación y que, sin este marco, no es solamente imposible comprender la realidad del mundo actual, sino es también imposible desprender una perspectiva realista. Lejos de llevarnos a la desmoralización, al “no futuro”, la teoría marxista de la decadencia funda la perspectiva comunista, que no proviene de la voluntad de los hombres, sino que responde sobre todo al análisis del desarrollo de las sociedades humanas; del materialismo histórico.

El desarrollo de las sociedades en la historia

La decadencia no es una invención de la CCI. Es un concepto que al contrario, está en el centro del análisis marxista del desarrollo de las sociedades humanas, el centro del materialismo histórico. Desde el principio, Marx y Engels establecieron como método de trabajo analizar primero el desarrollo social de la humanidad como clave de la comprensión del desarrollo de la sociedad contemporánea. En esta búsqueda, los dos fundadores del marxismo descubrieron que la sociedad humana se organizaba alrededor de la producción, actividad primera y central del hombre. Es por tanto en la organización de los medios de producción que se delineaban las relaciones sociales.

Al abordar inmediatamente la cuestión sobre el plano histórico, llegaron a analizar como la evolución de los medios de producción y de su organización influían sobre la organización social. Y, para resumir lo más posible, el desarrollo de los medios de producción, necesario ante la cantidad de necesidades a satisfacer, alcanzaba tal nivel que la organización de estos medios de producción resultaba inadaptada, y finalmente una traba. Había que modificar profundamente la organización de la producción para que los medios de producción pudieran ser utilizados al máximo y continuar su desarrollo.([1] [26])

Sin embargo, esta modificación no se realiza con calma: La organización social se concreta alrededor de la producción. De allí nació necesariamente la posesión, la propiedad, la explotación... Alrededor de la producción se cristalizaron intereses y poderes. La puesta en causa de la organización de la producción venia a poner en causa posiciones económicas, políticas y sociales de las clases dominantes. Este cambio podía tener lugar a través de una ruptura más o menos violenta.

He aquí porqué la evolución de los medios de producción no se desarrollan de una manera lineal y sin ruptura, en una continua ascendencia. He aquí porqué cada sistema de producción pasó por una fase de decadencia, ante la cual la evolución de los medios de producción chocan inevitablemente contra su propia organización, mientras de la sociedad se desprenden fuerzas revolucionarias frente a las fuerzas reaccionarias ligadas a sus privilegios.

En la sociedad romana, la producción estaba organizada entre esclavos, que trabajaban, y maestros que les hacían trabajar. Este modo de producción permitió el desarrollo de la producción hasta el nivel que ella llegó a plantear un problema: para continuar produciendo eran necesarios más esclavos, que eran prisioneros obtenidos durante las guerras, y los límites geográficos de la guerra con los medios de la época comenzaban a ser alcanzados. Además, el desarrollo de las técnicas de producción exigía mano de obra más perfeccionada, que el esclavo no podía alcanzar... Se ve en este ejemplo que la forma en que la producción está organizada se hacía cada vez menos adaptada a la producción, y que para continuar desarrollando la producción, la organización que hasta entonces había permitido el desarrollo en lo sucesivo lo impediría: se convertía en una traba.

Es por ello que los esclavos fueron liberados y convertidos en siervos. A su vez el sistema feudal permitió el desarrollo de la producción hasta que esta llegó a tal nivel que de nuevo se encontró con un obstáculo. Son las relaciones capitalistas que transformaron al productor de la edad media en hombre libre vendiendo su fuerza de trabajo al capitalista. De nuevo, la producción encontró una organización capaz de permitir su desarrollo. Un desarrollo muy rápido, jamás visto anteriormente y que permitió a la humanidad salir de la penuria por primera vez.

Si el paso de un modo de producción no se hace de forma lineal y sin tropiezos, es porque este modo de producción se traduce en relaciones sociales y una organización social particular en el seno de la cual la clase dominante defiende con uñas y dientes sus intereses contra la perspectiva de un derribamiento del orden establecido. En estos tiempos, la incompatibilidad creciente entre el nivel alcanzado por la producción y la forma en que ella está organizada se traduce en convulsiones cada vez más fuertes. La decadencia comienza por tanto cuando las relaciones de producción se convierten en una traba para el desarrollo de la producción. Esta continúa en tanto que nuevas relaciones de producción no han podido ser establecidas. La decadencia es el periodo de quiebra de la vieja sociedad en tanto que la nueva no ha podido ser fundada aún.

El capitalismo, se ha visto, no ha sido excepción a la regla. Pero la decadencia del capitalismo se diferencia de las decadencias del pasado por el hecho de que en las sociedades del pasado, los gérmenes de la nueva sociedad existían ya y se desarrollaban en el seno mismo de la antigua sociedad. En el seno de la sociedad feudal, la burguesía conquistó el poder económico poco a poco y transformó al mismo tiempo una buena parte de la producción antes de llegar a tomar el poder político. En el capitalismo, no hay nada de eso. La clase revolucionaria, el proletariado, no puede instaurar nuevas relaciones de producción sin destruir lo que existe actualmente. He allí toda la gravedad de la decadencia capitalista.

Vemos así que para los marxistas, la decadencia no es un concepto moral. Los marxistas desarrollan el concepto de decadencia como un concepto científico, materialista, es decir, fundado sobre el desarrollo material de las sociedades humanas. El hecho de que esos periodos se manifiesten por la codicia y por las costumbres disolutas de las clases dominantes, no lo negamos: sabemos pertinentemente que el bloqueo histórico del desarrollo de las fuerzas productivas encuentra su reflejo en la sociedad humana a todos los niveles. La decadencia no es una teoría económica, Marx hizo la crítica de la economía:

Las especificidades de la decadencia del capitalismo

Cuando la Internacional Comunista (IC) hablaba de “la era de guerras y revoluciones”, no hacía más que resumir lo que el capitalismo decadente habría de ofrecer a la humanidad. En efecto, el capitalismo creó en el curso de su ascendencia el marco ideal de su desarrollo, el de la nación. Es alrededor de estas naciones que el capitalismo aseguró su desarrollo, es a partir de este marco que parte al asalto de colonias, es a partir de ésta, que hoy establece sus relaciones de competencia exacerbadas por la crisis. La única solución para la burguesía a su crisis de sobreproducción es la guerra. La cual desemboca en un periodo de reconstrucción que se ahoga en una nueva crisis de sobreproducción.

Podemos fácilmente situar la entrada del capitalismo en su periodo de decadencia a principios del siglo XX: La Primera Guerra Mundial, primera en toda la historia de la humanidad, manifiesta claramente el nuevo orden internacional. La reconstrucción que siguió desembocará rápidamente en una crisis sin precedentes en los años 30 y después en una segunda guerra mundial. Vemos dibujarse el ciclo “crisis-guerra-reconstrucción-nueva crisis”, pero no es un ciclo que se podrá repetir indefinidamente. Al contrario, es una espiral infernal que arrastra todo a su paso. Si el capitalismo podía superar las crisis de sobreproducción en su fase de ascendencia, a través de su expansión y proletarización creciente de la población, hoy, los límites han sido alcanzados y la crisis es permanente. La única “salida” es la guerra.

Se trata de una era de guerras. Pero como anunciaba la IC en su fundación en 1919, se trata también de una era de revoluciones. En efecto, el capitalismo en su desarrollo ha dado nacimiento a su enterrador: el proletariado, única fuerza social capaz de derribar el capitalismo y de construir una nueva sociedad. Al alcanzar sus límites, el capitalismo abre la puerta a su superación. Para el proletariado, en lo sucesivo corresponde la tarea inmensa de fundar sobre las ruinas del capitalismo destruido por su combate una nueva sociedad capaz de repartir la abundancia y ofrecer a las fuerzas productivas un marco adaptado a su desarrollo.

La perspectiva comunista no es nueva. La idea de construir una sociedad libre de la opresión y la injusticia se encuentra en la antigüedad y en la edad media. Pero no basta querer una sociedad mejor para poder instaurarla. Es necesario que las condiciones materiales lo permitan. De igual manera, la revuelta de los oprimidos no es nueva: los esclavos escribieron grandes páginas de la historia humana para superar su condición. Pero de la misma forma, estas revueltas estaban condenadas al fracaso por la situación material, el nivel de producción no permitía a la humanidad salir de un esquema de sociedad de clases y de explotación: en tanto que la humanidad no podía superar la penuria, no podía construir una sociedad justa. Es el capitalismo que permite a la humanidad vislumbrar esta perspectiva. Es cuando la producción alcanza un nivel que permite superar la penuria que la prehistoria puede terminar. La perspectiva comunista no es ya un ideal o una utopía, es una posibilidad material y además es una necesidad para la supervivencia de la especie humana. Es una necesidad para detener al capitalismo en su espiral destructiva que amenaza con regresar a la humanidad a la edad de piedra.

He aquí lo que hace de la decadencia capitalista una decadencia particular: esta marca el fin de la prehistoria, el fin de la larga marcha de la humanidad de la penuria a la abundancia. Pero esto no está escrito en mármol; el fin de la prehistoria bien podría ser el fin de la historia si nada puede detener la barbarie que azota el planeta. El comunismo no es una certeza; es a través de un duro combate que la clase obrera podrá instaurarlo, y el resultado de este combate es desconocido. Es por lo que los revolucionarios deben estar bien armados para poder armar a la clase obrera en su lucha contra la burguesía y para la construcción de una nueva sociedad.

La comprensión del análisis de la decadencia hace parte de este armamento político. Este es un marco fundamental desarrollado por el marxismo desde sus orígenes. Se habla en efecto de la decadencia en La Ideología Alemana de Marx y Engels, escrita antes del Manifiesto Comunista. La decadencia impregna todo el análisis marxista de la evolución de las sociedades humanas. Poniendo a la luz la sucesión de periodos de ascendencia y decadencia en la historia, el marxismo permite comprender como y porqué el mundo es como hoy lo vemos, y en fin, el marxismo permite comprender que es posible superar esta situación y construir otro mundo.

G / diciembre-2004

1 [27]Es lo que Marx y Engels resumían al hablar del capitalismo en Principios de una crítica de la economía política con esta frase: “Hasta cierto punto, el desarrollo de las fuerzas productivas se convierte en una barrera para el capital; en otros términos, el sistema capitalista se convierte en un obstáculo para la expansión de las fuerzas productivas de trabajo. Llegando a este punto, el capital, o más exactamente el trabajo asalariado, entra en la misma relación con el desarrollo de la riqueza social y de fuerzas productivas que el sistema de corporaciones, el vasallaje, el esclavismo, y se convierte en una traba. La última forma de servidumbre que toma la actividad humana –trabajo asalariado por un lado y capital por otro- es ya despojado, y este despojo mismo es el resultado del modo de producción que corresponde al capital. Las mismas son negación de formas anteriores de la producción social sojuzgadas, el trabajo asalariado y el capital son a su vez negadas por las condiciones materiales y espirituales resultado de su propio proceso de producción. Es por conflictos agudos, de crisis, de convulsiones que se traduce la incompatibilidad creciente entre el desarrollo creador de la sociedad y las relaciones de producción establecidas.”

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • La decadencia del capitalismo [28]

Revolución Mundial 86, mayo - junio 2005

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América Latina: Gobiernos de derecha o de izquierda, enemigos de la clase obrera

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Desde finales de los 90, con la llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela, se abre una etapa en América Latina donde cada vez más gobiernos de «izquierda» o coaliciones muy heterogéneas están ocupando los gobiernos de esta parte del mundo: Lula en Brasil con su Partido del Trabajo (PT), el excoronel Lucio Gutiérrez en Ecuador, y ahora Uruguay se suma a la izquierda en Latinoamérica con el Frente Amplio de Tabaré Vázquez que ha sido electo a la presidencia a fines del 2004. En el mismo nivel está el «gobierno de todas las sangres» de Toledo en Perú y las posibilidades de Evo Morales en Bolivia. Algunos analistas burgueses hablan de un «giro a la izquierda» en América Latina, otros más trasnochados ven el resurgir «revolucionario de las masas contra el imperialismo norteamericano», en fin, los ideólogos de la burguesía, de todos los matices, sólo ven la superficie del fenómeno.


La dinámica política de la burguesía en América Latina

La situación que vive América Latina desde finales de los 90 con coaliciones de «centro –izquierda» en el poder en varios países no es un hecho aislado o casual, responde a aspectos del momento:

- la necesidad de la burguesía de enfrentar la crisis económica,

-los imperativos imperialistas de cada burguesía nacional,

-la política hacia el proletariado.

Y además, «... es importante subrayar el nuevo factor que influye en la vida de la sociedad de hoy y que no existía en los años 70: la entrada en la fase de descomposición del periodo de decadencia del capitalismo. (…)La descomposición afecta a toda la sociedad y en primer lugar a la clase dominante. Este fenómeno es especialmente espectacular en los países de la periferia y constituye en factor de inestabilidad creciente que frecuentemente alimenta enfrentamientos imperialistas» (Revista Internacional 98).


El fenómeno de la izquierda al poder conoció un auge en Europa a finales de los 90, sin embargo, no podemos hacer una copia mecánica y hacer abstracción de importantes particularidades del aparato político de la burguesía en esta región del mundo.


Un aparato político limitado y débil

La burguesía de la región no tiene opciones en su alineación imperialista, por eso el caso de Chávez y Castro son, como la misma administración Bush los define: «fuerzas negativas en la región» que difícilmente pueden ser secundados. Por eso, la presencia de gobiernos de «izquierda» no equivale inmediatamente a una ruptura de su alineación política hacia EUA; su presencia se debe en parte importante a la necesidad de los gobiernos, para hacer frente, desde los 90, a la aceleración del desempleo y la miseria. Cabe aquí aclarar que si bien la crisis del capitalismo no es un asunto de buena o mala gestión de tal o cual gobierno en turno, la responsabilidad y la flexibilidad de esas fracciones cuentan a la hora de tomar medidas que afectan al capital nacional y a la clase obrera.


Debemos destacar que después de años de dictaduras militares, la región carece de las estructuras de partidos y cohesión de la burguesía. Por ejemplo, Chávez llega al poder para «transformar toda la estructura de partidos», apoyado por la «izquierda revolucionaria» (MIR) y los estalinistas del Partido Comunista Venezolano (PCV). En Paraguay el Partido Colorado (ANR) estuvo en el poder desde 1947 rompiendo incluso el récord del PRI en México, en Paraguay el General ha creado su organización (UNACE) para seguir influyendo en las decisiones, aspecto que los inversionistas lo ven como un «riesgo». Lagos, el «presidente socialista» de concertación en Chile, esta sometido al desgaste provocado por la crisis económica. En Colombia, Álvaro Uribe ha sido electo en medio de una situación donde el país está dividido entre la guerrilla (ELN y las FARC) y las Autodefensas, el Partido Liberal controla y la Unión Patriótica es un ejemplo de un fallido intento por convertir las fuerzas guerrilleras en fuerzas políticas electorales. Después de la sustitución de Bucaram en Ecuador por «incapacidad mental» ha habido seis presidentes hasta el 2002 en ese país, sin contar el efímero triunvirato encabezado por el general Carlos Mendoza después de protestas indígenas a las que se sumó Lucio Gutiérrez en el 2000. Los partidos políticos en Perú están sumamente desprestigiados por la corrupción y las divisiones internas (Izquierda Unida), es por ello que la candidatura de Toledo no se basó en las estructuras ya existentes, sino que trató de configurar una nueva «fuerza política» a través de Perú Posible, sin embargo ya a fines del 2002 esta estructura sólo se impone en una elección regional sobre 25. Bolivia presenta un proceso caótico: desde la renuncia de Sánchez de Lozada, hasta las pugnas de la burguesía interna por el asunto del gas. Por cierto en este panorama se destaca como representante principal del aparato de izquierda del capital a Evo Morales, dirigente del MAS, al grado que se habla de él como un candidato con posibilidades reales para las elecciones extraordinarias de este año, no obstante, es posible adelantar que dado que el lenguaje de Evo Morales es de la izquierda de los 70, de un «antiimperialismo yanqui», no parece que la burguesía boliviana lo vea como apto para cumplir sus planes. En cuanto a Centro América las burguesías tienen que avivar sus elecciones con los antiguos representantes de la «vía armada«: los sandinistas (FS); el Frente Farabundo Martí (FMLN)... República Dominicana después del dictador Trujillo ha tenido que vivir bajo el dominio de Balguer, siete veces presidente de la república…


Este rápido repaso de algunos ejemplos de la estructura del aparato político da cuenta que las alianzas y coaliciones son el resultado de un fragmentado aparato electoral con fronteras ideológicas entre partidos muy borrosas. Son por eso gobiernos producto de una debilidad del aparato político, que desesperadamente busca unificar a la burguesía y fortalecer el control de los asalariados ante una posible respuesta dada la agudización de la crisis. Por eso es que tanto derecha como izquierda aplican las mismas políticas. El ex presidente Uruguayo Julio Sanguinetti, exponía esta preocupación así: «el verdadero dilema de la región hoy no es elegir entre izquierda y derecha, sino entre populismo irresponsable o política democrática». Recientemente Condoliza Rice en su visita a México, puntualizó que los EUA trabajarán con un gobierno sin importar que sea de derecha o de izquierda, eso sí, debe ser una emanación democrática y legal. Por eso, en el momento actual, la burguesía de la región tiene necesidad de fortalecer su débil estructura democrática, de crear una real alternancia en el poder sin crear huidas de capitales e inversiones, de recuperar la mistificación democrática que está cada vez más desprestigiada. No obstante, dado que la actuación de la izquierda en el poder expresa una actuación idéntica a la derecha, el desprestigio del aparato de izquierda llega pronto (como en el caso de Lula), obligando a la burguesía a crear opciones más radicales para asegurar el control del descontento de los trabajadores.


Necesidad de darle brillo a la democracia

Una necesidad vital de la burguesía es el fortalecimiento de la mistificación electoral, generar ilusiones en un «cambio«. Un ejemplo de ellos, es la forma en que se usó el triunfo de Lula en Brasil. Logró someter el descontento social conduciéndolo a las urnas. El mecanismo en lo general es el mismo: ofrecer a los trabajadores la ilusión de que la izquierda van a «cambiar las cosas», y que basta con atarse a la cola de un «Mesías», para solucionar los problemas sociales. Las campañas electorales buscan que los trabajadores sepulten sus métodos de lucha, las huelgas y las asambleas autónomas para refugiarse en los «canales de la democracia» y de sus elecciones, retrasando así su identificación como clase para perderse en los laberintos del «ciudadano votante».


La experiencia de Lula en Brasil, debe ser reflexionada por el conjunto de la clase obrera. La ilusión que los trabajadores tuvieron en Lula, dio un margen de maniobra a la burguesía en términos económicos y políticos para hacer pasar las medidas más duras. Pero este accionar no es una «traición», es la continuidad de la política antiobrera que destilaba con sus invocaciones a la democracia y sus seducciones para entrampar a los trabajadores en las urnas.

Por otra parte, la burguesía de la región además de poner un freno al desmoronamiento de su juego electoral, tiene que asumir la tarea de evitar que la descomposición socave sus estructuras de dominación por lo que cuida de hacer proyectos «plurales» que suavicen las divisiones al interno de la burguesía. No obstante la burguesía puede lograr una cohesión momentánea pero le es cada vez más difícil conservarla, Bolivia es un ejemplo de ese atolladero, y el caso de México no deja de ser relevante, en tanto la burguesía, a pesar de sus dificultades, es capaz de aprovechar sus divisiones para amordazar y engañar al proletariado. Primero lo hizo con la ilusión del gobierno del cambio de Vicente Fox, ahora es la posible candidatura de López Obrador, el «honesto», lo que empieza a despertar renovadas ilusiones en un sistema que sólo da miseria, desempleo y hambre.


Los obreros tendrán que voltear los ojos hacia la situación de sus hermanos de clase en otros países para darse cuenta que los gobiernos de «izquierda», son tan capitalistas como los de derecha, que la democracia está diseñada para disfrazar la dictadura de la burguesía sobre el proletariado. Las elecciones o los cambios de equipos de gobierno no van a terminar con el capitalismo, esa tarea incumbe sólo al proletariado mundial.

DAN/marzo, 2005.

Temporal: 

  • Other [29]

Cooperativa Euzkady: Autogestión = autoexplotación

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El pasado 25 de febrero reabrió sus puertas la planta llantera de Euzkady en El Salto Jalisco. Después de una derrota de la huelga estallada el 16 de diciembre de 2001, el sindicato ha pactado un “solución”: transformar la empresa en una cooperativa (Cooperativa Democrática de Occidente). Ahora los trabajadores participan, junto a la empresa Llanti System con el 50% de las acciones respectivamente. La burguesía ha expresado su beneplácito, el Centro Nacional para el Desarrollo con sede en Bélgica declaró: “fue ejemplar en la cuestión de la relación entre Europa y México” (La Jornada, 26-02-05). De los 1,164 obreros que trabajaban en el 2001, sólo 594 han entrado a la “cooperativa”, de manera que no son una alternativa verdadera contra el desempleo ni contra el capitalismo. Estas “soluciones” no son nuevas en el movimiento obrero, ya hemos denunciado que las cooperativas y todos los intentos obreros de autogestión de las empresas son un rotundo fracaso para el proletariado. Además, la trayectoria de la huelga en Euzkadi muestra como el aislamiento y la derrota se remacha con el sabotaje sindical y la puesta en marcha de esta cooperativa. El izquierdismo, los medios y hasta “defensores de derechos humanos” no dejan de mostrar a esta cooperativa como una “victoria” para la clase obrera. Los revolucionarios tenemos que advertir y denunciar que la autogestión eso un peligro para el proletariado ya que:

  • compromete a fracciones de la clase obrera en la defensa del régimen capitalista;
  • desorienta al proletariado ya que siembra ilusiones en “perfeccionar” un sistema de explotación que tiene que destruir;
  • crea la ilusión de “ser dueños” de la empresa, es decir, ata a la clase a las preocupaciones por “salvar” la economía capitalista;
  • y en fin, divide a los obreros entre aquéllos que evolucionan hacia la necesidad de destruir la explotación capitalista y los “cooperativistas” que se comprometen en una misión de “salvamento” de ésta.

En próximos números abordaremos de fondo esta cuestión, recordaremos el fracaso de los trabajadores de la Refresquera Pascual y la experiencia de las colectividades anarquistas en España. La historia ya ha sancionado estas experiencias y el proletariado debe estar conciente que representan un terreno minado y peligroso.

RM. /17-04-05

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Desafuero: ningún apoyo del proletariado a las fracciones burguesas en pugna

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En los centros de trabajo, en los hogares, en el transporte, en la ciudad, en el campo… el tema omnipresente es el desafuero de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), jefe del Gobierno del Distrito Federal, un paso más en la pugnas internas de la burguesía para decidir qué equipo y qué personaje político van a poner a la cabeza del gobierno federal en el 2006. En esta ocasión dejamos para otra ocasión el análisis del momento actual de esas pugnas, pues es necesario alertar contra la política criminal de la burguesía que está intentando enrolar al proletariado como carne de cañón mediante una campaña mediática sin precedentes.

Ya en RM85 (mar-abr 2005) en una nota de última hora fuimos categóricos al afirmar que el desafuero era un asunto de la burguesía y no del proletariado. Después de recordar que “Esta dinámica de enfrentamiento no pudo ser contenida, por el contrario se ha agudizado, como es notoria en las disputas al interno de los partidos de la burguesía, tanto los de derecha como los de izquierda, y toda institución de gobierno no deja de ser usada como campo de batalla. No es excepcional, por ello, que a medida que se aproxima el circo electoral para la presidencia, los choques entre los grupos de la burguesía tomen mayor magnitud” (Op. Cit.); el artículo llama a los trabajadores a no dejarse embarcar en este terreno burgués, pues “la clase trabajadora ante el enfrentamiento entre fracciones de la burguesía no puede tomar partido por alguna de ellas, las diferencias que existen entre Fox y López Obrador, expresan disputas ajenas a los trabajadores, en tanto éstos no tienen ningún interés que los una con sus explotadores. Por el contrario, si la burguesía se interesa en que la clase obrera sea arrastrada a esta pelea, es porque con ello asegura un fortalecimiento del control y evita que el conjunto de los asalariados dirijan su reflexión y su descontento hacia el verdadero problema, que no es otro que el capitalismo” (Ídem). Esta debe ser la principal ancla de los trabajadores para evitar que sus explotadores logren desarraigarlo de su propio terreno de clase que no es otro que la lucha por mejores condiciones de trabajo y de vida en general: aumento salarial, oposición a los despidos, aposición a la intensificación de la explotación, y, más allá, el combate unido y centralizado a nivel internacional por la destrucción revolucionaria del capitalismo y la instauración del comunismo.

La campaña mistificadora sobre la democracia burguesa

La vertiente central del ataque a la conciencia proletaria viene dado por el mensaje de que cualquier conflicto de envergadura debe sujetarse a la jurisdicción de las instituciones de la nación: la Suprema Corte de Justicia, El Congreso Legislativo, la PGR… Los Poderes de la nación tienen independencia y por lo tanto salvaguardan efectivamente las leyes y además tienen la encomienda de actuar de manera imparcial ante todos los ciudadanos; a propósito, el “Subcomandante Marcos”, el autollamado “insurgente” no se ha cansado de decir que no importa quien sea el personaje desaforado, incluso Martha Sahagún, el pugnaría por su defensa, una posición que coincide en toda la línea con la asumida también nada más y nada menos que por EU; es decir, una defensa llana y simple de la sacrosanta ley burguesa.

Esta ideología sobre la legalidad y la democracia burguesa se encuentra tanto en las peroratas de la administración federal como en los alegatos leguleyos de la fracción capitalista que está tras AMLO, argumentando sobre la necesidad de que el conflicto se sujete a “reglas civilizadas” en el marco de la Constitución Política. Sobre todo, hay que poner una atención especial en el discurso de la izquierda e izquierdistas del capital quienes están saturando hasta la nausea con toda suerte de llamados a resistir el “despojo ilegal de la derecha”, “la defensa de la opción de los pobres”, “el rescate de la legalidad de las elecciones”, en fin, otra vez… “los valores de la democracia parlamentaria”. Es decir, simple y llanamente, la ideología y los mecanismos del funcionamiento de la sociedad burguesa. Y aquí la clase obrera no tiene nada que ganar y en cambio tiene todo que perder si se enrola en la defensa de uno u otro de los bandos en disputa y sobre todo si es engañado con el camelo de que esos valores de la burguesía también lo benefician.

El riesgo de enfrentamientos

Siempre que la burguesía entra en la ruta de los enfrentamientos internos invariablemente utiliza a la clase trabajadora como carne de cañón y no sólo como medio de presión sino también como medida preventiva pues aprovecha para mandar el mensaje de que el poder omnipotente del aparato estatal es incuestionable y que más vale adoptar una actitud sumisa y resignada ante el orden burgués. “La polarización actual encierra un peligro de enfrentamiento político ‘a favor o en contra de la opción democrática para el 2006’, una idea que los medios de difusión de la burguesía ya han logrado fijar en la mente de millones de radioescuchas, telespectadores y lectores de prensa escrita. Frente a esta estrategia triunfante hasta ahora, el proletariado requiere fundamentalmente desmarcarse de este terreno burgués recuperando las lecciones históricas similares donde ha sido arrastrado por los capitalistas a defender a uno u otro verdugo. AMLO no pertenece a la clase obrera, él es un acérrimo defensor de los intereses nacionales de la burguesía mexicana, el proletariado tiene unos intereses y un proyecto histórico diferente.” (RM 81 jul-ago 2004). La burguesía al final de cuentas tendrá que decidir qué cuadro político, de la baraja de opciones partidistas (PAN, PRI, PRD) con las que cuenta, poner a la cabeza del gobierno federal en el 2006 para que se encargue de aplicar sus planes económicos, políticos y sociales; sin embargo, mientras tanto, al mismo tiempo que gestiona sus propios conflictos internos mantiene una capacidad enorme para apuntalar la campaña mistificadora sobre las elecciones pues es uno de sus mecanismos estrella de control de la clase trabajadora pues por este medio alimenta su ilusión de que por medio del voto es posible revertir la situación de miseria y explotación cada vez más acentuada.

¿Qué alternativa?

En perspectiva, como ya lo dijimos, la burguesía está utilizando a fondo toda esta alharaca sobre la democracia, la legalidad, etc., para recalentar el ambiente político y así rescatar un poco el juego político electoral sobre todo para el recambio de gobierno federal a mediados del 2006. El proletariado debe recordar que las elecciones no lo fortalecen sino que al contrario lo desarman en el momento en que es ganado por las ilusiones de que es participando con su voto como va a mejorarse la situación desesperante que vive en el plano laboral y en general en sus niveles de vida tan precarios. Sobre todo, ahora que se le está ofreciendo la oferta de la izquierda de la burguesía, debe recordar, por ejemplo, casos como el de Hugo Chávez en Venezuela el cual siendo un ejemplar de la llamada “izquierda radical” no ha vacilado en imponer los planes anticrisis del capital nacional venezolano y ha atacado a la clase trabajadora como nunca antes; o como el caso de Lula Da Silva en Brasil, representante, por su parte, de la etiquetada “izquierda moderada” y quien ha provocado en las grandes masas de explotados una gran repulsión también por la aplicación de uno de los planes anticrisis más draconianos que se hayan conocido hasta ahora. En fin, debe reflexionar sobre la función que cumplen el conjunto de los partidos políticos de cualquier color, de derecha o de izquierda, que actúan en el circo electoral: mantener el control de las grandes masas de explotados inculcando la ideología de que el capitalismo es inmortal y que sólo a través de sus instituciones y en especial de las elecciones se puede alcanzar el “bienestar de todos los ciudadanos”.

El proletariado (obreros industriales, empleados de oficinas, trabajadores de la educación, desempleados…) no debe apoyar a ningún bando en pugna, al contrario, haciendo un pequeño esfuerzo de memoria histórica debe recordar que cuando en otros países los trabajadores han sido convocados a defender equis o ye proyecto de tal o cual personero de la burguesía, invariablemente han resultado timados: los casos más cercanos, Brasil, Venezuela, Argentina... (Ver artículo en este mismo número sobre América Latina: gobiernos de derecha o izquierda, enemigos de la clase obrera). “En este tipo de situaciones la clase obrera requiere recuperar su identidad política como una clase independiente totalmente diferente a la burguesía y a la pequeñaburguesía, con intereses y medios de lucha propios y, por supuesto, con organizaciones que representan sus intereses como clase, las organizaciones comunistas que existen actualmente en varios países, incluido México.” (RM 84 nov-dic 2004). Esta constatación es más vigente hoy dada la situación actual de la lucha de clases: ahora que se avisoran densos nubarrones producto de la recesión económica capitalista que ensombrecerán los cánticos de prosperidad capitalista, el Estado burgués, claro está, tiene que ocuparse sobremanera del flanco social para tratar de descarrilar cualquier expresión de lucha obrera genuina y, ¿qué mejor que empleándose a fondo en su campaña democrática? Por consiguiente, los trabajadores no deben apoyar a ninguna fracción burguesa del color o ideología que sea pues en cualquier caso sería un suicidio político de clase; como ya lo hemos demostrado en las publicaciones de la CCI, el proletariado tiene un proyecto político de clase propio.

RR / abril - 2005

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El desmantelamiento del estado benefactor sella la bancarrota del capitalismo

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A principios del año, cientos de miles de personas se manifestaron en Rusia contra las medidas gubernamentales que suprimen las “ventajas” que beneficiaban a pensionados, inválidos y algunos funcionarios. El estado no asegurará más la gratuidad de los medicamentos básicos, transportes colectivos, algunos servicios médicos, descuentos en el precio de las comunicaciones telefónicas o renta del servicio. En Alemania, el periodo para obtener seguro de desempleo ha sido reducido de 36 meses a 18 para mayores de 55 años y a 12 para el resto; todo esto cuando el desempleo alcanza los 5 millones.

Encima de esto, después de la sexta semana de enfermedad en un año, la seguridad social ya no pagará y se tendrá que cubrir con un seguro privado. Al mismo tiempo, las contribuciones a los costos médicos se van a reducir. En Holanda y Polonia los gobiernos están tomando medidas similares, siguiendo a los gobiernos de Francia y Austria que, en 2003, “reformaron” el sistema de pago de pensiones, agregando varios años de trabajo de los obreros. El gobierno francés continúa con sus ataques sobre la protección social, mientras el gobierno británico también intenta forzar más y más las categorías de trabajadores hasta la edad de 65 y aún 70 años. En EU, la administración Bush elabora una ley que va a transformar el sistema de pensiones actual, como ha sido declarado, es tiempo de dar vuelta definitivamente a la página del Estado benefactor. Ya se han tomado medidas: extendiendo la edad de trabajo, bajando las pensiones, desviando una parte de las cotizaciones salariales a una cuenta bloqueada que, manejada por el Estado, será invertida en bonos del tesoro o en acciones, sumas que podrían evaporarse dado el riesgo importante de los cracks bursátiles o quiebras de empresas.

Jamás el proletariado ha tenido que hacer frente a ataques de tal brutalidad, masividad y amplitud, tocando a millones de proletarios. En el conjunto de naciones industrializadas, todo el edificio del estado benefactor está a punto del colapso. Ya no es posible mantener la fuerza de trabajo. Esta es una clara expresión de la bancarrota del sistema.

La crisis económica en que se debate el capitalismo pone al desnudo todas sus contradicciones, y más aún su imposibilidad de encontrarle una solución. Se producen demasiadas mercancías, el mercado mundial está saturado. La obsesión de la burguesía de obtener ganancias para evitar la bancarrota, exacerba la rivalidad entre las grandes naciones industrializadas. Enseguida hay una guerra económica abierta donde el premio es arrancar a sus competidores partes del mercado. Esto lleva a la burguesía a la búsqueda desesperada para hacer bajar sus costos de producción. Se impone una única “solución”, producir al más bajo precio y para ello se ataca a la clase obrera. Para hacerlo, la burguesía debe por un lado aumentar la productividad, lo que implica el aumento de los ritmos de trabajo y la flexibilidad de la mano de obra a fin de no emplear más que el mínimo necesario de obreros, y por otra parte, desplegando y endureciendo un amplio programa de “reformas”, que son de hecho medidas que va a atacar el salario social de los obreros, las pensiones, las indemnizaciones de desempleo, el reembolso de gastos médicos, los días de enfermedad o las pensiones de invalidez. La burguesía no perdona ninguna fracción de la clase obrera, ya sean de la vieja o nueva generación, activos o desempleados, del sector público o privado. Las consecuencias concretas de estos ataques son una degradación general de las condiciones de vida y trabajo del conjunto de la clase obrera mundial. La explotación feroz que sufren los trabajadores se traducen en un deterioro acrecentado de su salud cuando se hace más difícil obtener servicios médicos; para otros, aspirando a un descanso después de años de salarios miserables, ven amenazada su jubilación por un aumento en la edad para la misma y una reducción de sus pensiones; para los jóvenes, sometidos a la precarización, pasando de un trabajo a otro con salarios tendiendo siempre hacia la baja, entre cortos periodos de desempleo mal indemnizados, les será más difícil encontrar vivienda conveniente y preparar una jubilación decente. Los ataques no pararán, al contrario van a redoblarse en intensidad. La clase obrera debe tomar conciencia de la quiebra de este sistema. La única solución que se impone es su destrucción para establecer las bases de una nueva sociedad.

André / abril de 2005

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Mayor explotación, desempleo y miseria, lo único que ofrece el capitalismo

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Cuando terminaba el pasado año la burguesía no dejaba de señalar que el 2004 había sido un buen año, dado que las economías de diferentes regiones habían obtenidos «logros», sin embargo, desde el mes de febrero de este año, los «especialistas» exponen su sus preocupaciones porque la realidad dice lo contrario, sacando a la luz las dificultades en las principales economías: EUA, Alemania y Japón.

Es indudable que la crisis expone su fuerza afectando al capital y su ganancia, por ello, la burguesía, buscando remediarlo acelera los ritmos de explotación y extiende la miseria. Marx, en sus Manuscritos económicos-filosóficos de 1844, expresaba claramente que «El obrero no tiene necesariamente por qué ganar con la ganancia capitalista, pero pierde necesariamente al perder él». Un ejemplo claro del peso de la crisis lo da la situación que guarda una empresa como General Motors, considerada como símbolo del poderío económico de EUA durante la posguerra. Esta empresa hoy se encuentra en una fragilidad tal, que la «calificadora» Standard & Poor’s caracteriza a sus papeles bursátiles como «bonos chatarra»… Y la situación en otras regiones centrales del capitalismo no es mejor, ya se presentan afirmaciones de que «Japón y Alemania entraron a finales de 2004 en ‘territorio de la recesión’» (Stephen Roach, de Morgan Stanley, citado por La Jornada, 27-02-05)… Y en una magnitud infinitamente superior esa misma agravación de la crisis se expresa en los múltiples ataques en contra de los trabajadores, afectando en una escandalosa forma sus condiciones de vida.

Ha llegado el grado que las condiciones actuales de miseria hacen recordar los niveles tan graves que se presentaban en las primeras décadas del siglo XIX. Aunque esto no sólo es un simple espejo del pasado, es un problema con una mayor agravación cualitativa que expone una aberración histórica, en tanto que, aquellos beneficios sociales que el desarrollo capitalista pudo engendrar, mejorando en términos relativos los niveles de vida, se esfuman día con día. Lo que muestra que el capitalismo expresa con mayor claridad su DECADENCIA, y por ello, manifiesta con mayor fuerza la necesidad social y la posibilidad material de la transformación radical de este sistema, es decir, de la destrucción del capitalismo, de ese sistema que lo único que puede ofrecer es mayor explotación, desempleo y miseria.

La acelerada pauperización de la clase obrera: expresión de la decadencia capitalista

Es indudable que la burguesía y su sistema representaron en sus orígenes una expresión revolucionaria que eliminaba las viejas formas de producción, y construía un sistema generador de altos niveles de riqueza, que le permitía incluso ofrecer reformas que representaban verdaderamente mejoras sociales, no como un hecho generoso de la burguesía, sino como mejoras necesarias para el propio sistema y como logros arrancados por las luchas de trabajadores, posibles de concretarse por la propia fuerza del avance capitalista. Engels mismo notaba en 1892, cómo las condiciones que él había descrito 47 años atrás en La situación de la clase obrera en Inglaterra, se transformaba, mostrando un progreso relativo que ayudaba a disimular un poco la infelicidad de la clase obrera: «Las repetidas visitas del cólera, el tifus, la viruela y otras epidemias, han impuesto al burgués británico, la urgente necesidad de sanear la ciudad, si él mismo no quería ser víctima, con su familia, de esas epidemias. En consecuencia, los males más agudos (…) hoy se han subsanado o se han hecho menos graves…». Sin embargo este avance progresista del capitalismo encuentra un límite cuando alcanza su decadencia como sistema, cumpliéndose así la tarea histórica de la burguesía, es decir, la extensión por el planeta de las relaciones de producción capitalista.

Este proceso de maduración, de decadencia capitalista, se presenta como condición concreta que posibilita y hace más necesaria la transformación social, en tanto ahora no sólo es imposible que el capitalismo pueda ofrecer una mejoría de las condiciones de vida de los trabajadores y del resto de la humanidad, sino además, las mejoras relativas obtenidas en el pasado son destruidas, incluso la afectación de las condiciones de vida a la que obliga a soportar a los asalariados, parece que empuja a un retorno al pasado, al grado que muchos de los pasajes descriptivos presentados por Engels en 1845, sobre los barrios obreros de Inglaterra, pareciera que refieren a las actuales villas miseria de muchas zonas del planeta.

En México como en el resto del planeta la miseria se extiende corroyendo la vida de los trabajadores

En el Informe de la CEPAL, Pobreza y precariedad del hábitat en América Latina (2004) reconoce que en América Latina el 44% de la población vive en villas miseria, donde es asunto común el hambre y la insalubridad. En el caso de México se considera que 12 millones de personas (es decir cerca del 10% de la población total) no cuenten con agua corriente y 24 millones no tienen sistema de drenaje, lo cual hace que crezca y se esparza la enfermedad, acabando fundamentalmente a niños, afectados ya de por si por la desnutrición. Y se hace necesario precisar que tal degradación se vive no sólo en las poblaciones rurales y con los grupos indígenas, como suele difundirlo la pequeñaburguesía [1], es cierto que esta población se encuentra sumida en niveles de miseria, en tanto el capitalismo no logró asimilarlas productivamente, pero las mismas cifras oficiales muestran que el monto mayor de población que sufre el peso de la pauperización se encuentra en las ciudades. Sólo habría que referir lo que sucede en los barrios miserables de Tijuana, donde los trabajadores comparten el espacio con una creciente población desclazada, que forma la masa del lumpenproletariado, y que sirve de carne de cañón en los ejércitos del narcotráfico; y no puede dejar de señalarse las condiciones que los trabajadores tienen que soportar en los barrios de Ciudad Juárez, Chihuahua, donde habitan los obreros de la maquila, y donde lumpenes, policías, narcotraficantes y militares, en complicidad con funcionarios de todos los niveles, aprovechan tal hacinamiento para desencadenar una grotesca cacería en contra de jóvenes obreras, a las que secuestran, violan y asesinan.

Así describía Engels una villa miseria de Inglaterra del siglo XIX: «… En general, las calles están sin empedrar, son desiguales sucias, llenas de restos de animales y vegetales sin canales de desagüe y, por eso, siempre llenas de fétidos cenagales…» Un obrero mexicano, argentino, brasileño o colombiano, bien podría pensar que hablan del barrio en que habita, pero no sólo ellos, en la actualidad las villas miseria de la Inglaterra, parece que retornan en cierta medida al siglo XIX. El mismo EUA, considerado el corazón económico del mundo, es señalado por las cifras oficiales como el país que cuenta con el mayor número de «pobres». De manera que la pauperización de las masas de trabajadores, aunque se acentúa dramáticamente en regiones como Latinoamérica, no puede ya considerarse como un fenómeno propio del «tercer mundo», la magnitud de la crisis que azota al sistema desde fines de los años 60, degrada la vida de los trabajadores de todo el mundo.

Ante la miseria y la explotación capitalista, la única solución es la lucha masiva y conciente de los trabajadores

Los ataques en contra de las condiciones de vida de los trabajadores exponen, cada vez con mayor fuerza el salvajismo del capitalismo, y sin duda la afectación a la jubilación y servicios médicos ha sido uno de los mayores golpes recibidos por los asalariados. Pero la clase dominante sabe que su riqueza está fundada en la explotación y la miseria de los millones de asalariados, por eso vive con el temor continuo de que se genere un descontento entre los creadores de la riqueza, es por ello que no deja de presentarse como preocupado de la pobreza.

La fingida aflicción de la burguesía por los trabajadores no es sino demagogia que le permite tomar una hipócrita mascara de benefactor con la que adquiere prestigio y se le facilita el trabajo para colar mejor sus medidas. Por eso los programas de Fox, orientados pretendidamente a «combatir la pobreza», o las acciones de López Obrador llevadas a cabo bajo el eslogan «primero los pobres», son expresiones hipócritas que tienen como fin diluir el coraje de clase que amenaza con crecer ante la agudización de la crisis y aprisionar así a los asalariados en la ideología de la clase dominante. Por esto, los trabajadores deben comprender que ninguno de estos programas puede dar solución a la aceleración de la explotación y la extensión de la miseria, la verdadera raíz del problema se encuentra en el capitalismo, mientras exista este sistema la condición de vida de los trabajadores está condenada a una mayor degradación.

El gobierno de Fox ha tenido el descaro de anunciar la disminución de los niveles de pobreza y tiene la «sospecha» (¡sic!) de que hay menor desempleo, sin embargo, en contraste a esto la revista FORBES presenta datos en los que afirma que en México 11 familias concentran el monto de 35 mil 500 millones de dólares, lo que equivale al 64.8% del ingreso disponible nacional, y unido a esto coloca al empresario mexicano Carlos Slim en la lista de los mas grandes millonarios del mundo. Estas informaciones contrastantes pueden ayudarnos a comprender el grado de pauperización que se lleva en la región, lanzando a la basura los anuncios y sospechas del gobierno.

Rosa Luxemburgo (en Introducción a la economía política) explicaba: “… los obreros pueden, por ejemplo tener en un caso dado más medios de vida, alimentación más abundante, mejores ropas que antes, mientras que la riqueza de las otras clases ha crecido muchos más rápidamente aún…” Por lo que añade, “El nivel de vida de cada persona y de cada clase sólo puede juzgarse correctamente si se lo evalúa en el marco de las condiciones de reinantes en la época y en comparación con los restantes estratos de la misma sociedad.” (subrayado por RM). En esa vertiente, podemos comprender que no es un contrasentido que mientras la riqueza de la burguesía se acrecienta y concentra, miles de trabajadores viven en el desempleo o se ven arrojados a trabajos de condiciones precarias, a fin de cuentas esto seguirá pasando y seguirá agudizándose mientras el capitalismo se mantenga en pie, esta es la esencia normal del capitalismo.

 

Tan sólo tomando la información de los salarios mínimos, representada en el gráfico, podemos notar la compresión que estos han tenido en los pasados 16 años, y si a esto añadimos la afectación a las pensiones y jubilaciones, y la consideración que la misma OIT hace: de cada 100 empleos creados en América Latina 85 son de los considerados «informales»… entonces ya se puede ver lo que significa el capitalismo y lo que, más allá de los torpes discursos, ofrece verdaderamente a los trabajadores.

Pero, como bien señalaba Marx, no podemos ver en la miseria sólo miseria; esta degradación constante a la vida de los asalariados, debe ser motivo de la reflexión colectiva, debe comprenderse por los trabajadores que la única forma que tienen para enfrentarla es a través de la lucha masiva y conciente, tomando en manos su combate, pasando por encima de partidos y sindicatos, que no son sino instrumentos del capital. El proletariado debe de estar claro que el capitalismo no puede ofrecer un mundo mejor, no se trata, por tanto, de buscar una mejor política, cualquier medida implementada por la burguesía conduce a la explotación y miseria, no hay salida dentro del capitalismo, por ello cada día que pasa se hace más urgente aplastar este reino de la necesidad... porque la verdadera alternativa a la pauperización se encuentra en la Revolución Comunista.

Tatlin / abril, 2004

1La clasificación de moda que toma los aspectos étnicos para el estudio de la sociedad, expone que los indios son los grandes marginados del presente, lo cual aunque resulta cierto, guarda la idea de presentar los males sociales no en el sistema capitalista, sino en el olvido en que se deja a estos grupos, deduciendo que para solucionar su miseria bastaría con ayudarlos, y dejar que sobrevivan con sus anticuadas formas de producción.

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Hace 100 años... La revolución de 1905 en Rusia

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Publicamos a continuación un extracto de la presentación y el primer artículo (La naturaleza revolucionaria de la clase obrera) de una nueva serie de nuestra REVISTA INTERNACIONAL dedicada, esta vez, a la Revolución de 1905 en Rusia. Invitamos a nuestros simpatizantes y lectores a leer y estudiar el contenido de esta serie y enviarnos los comentarios, notas o críticas que estimen oportunos.

Hace 100 años, el proletariado desarrolla en Rusia el primer movimiento revolucionario del siglo XX, conocido con el nombre de Revolución Rusa de 1905. Por no haber salido victorioso como sí ocurriría 12 años más tarde con la revolución de Octubre, aquel movimiento ha caído prácticamente en el olvido. Por eso no ha sido objeto de las campañas de denigración y de calumnias como sí lo fue la Revolución Rusa de 1917, especialmente tras el hundimiento del muro de Berlín, en el otoño de 1989. Sin embargo, la Revolución de 1905 aportó toda una serie de lecciones, clarificó y dio respuesta a las cuestiones que se planteaban al movimiento obrero en aquel entonces y sin las cuales la Revolución de 1917 no hubiera podido, sin duda, salir triunfante. Y aunque esos acontecimientos hayan ocurrido hace un siglo, 1905 está mucho más cerca de nosotros políticamente que lo que podría pensarse. Es necesario, para las generaciones de revolucionarios de hoy y de mañana volver a hacer suyas las enseñanzas fundamentales de aquella primera revolución en Rusia (….) Muchos elementos de lo que iban a ser las posiciones decisivas del movimiento obrero en la fase de decadencia del capitalismo estaban ya presentes en 1905.

La Revolución de 1905 fue objeto de numerosos escritos en el movimiento obrero de entonces. Las cuestiones planteadas fueron debatidas a fondo. Nos vamos a concentrar, en una corta serie de tres artículos, en algunas lecciones que nos parecen hoy centrales para el movimiento obrero y que siguen siendo actuales: la naturaleza revolucionaria de la clase obrera y su capacidad histórica intrínseca para enfrentarse al capitalismo y dar una nueva perspectiva a la sociedad; la naturaleza de los soviets, “la forma por fin encontrada de la dictadura del proletariado” como los definió Lenin y, la capacidad de la clase obrera para aprender de sus experiencias, para sacar lecciones de sus derrotas, la continuidad de su combate histórico y la maduración de las condiciones de la Revolución (…).

La revolución rusa de 1905 fue una ilustración de lo más esclarecedora de lo que el marxismo entiende por carácter fundamentalmente revolucionario de la clase obrera. La capacidad del proletariado ruso para pasar de una situación en la que está ideológicamente dominado por los valores de la sociedad a una posición en la que, por medio de un movimiento masivo de luchas, va tomando confianza en sí mismo, desarrolla su solidaridad, va descubriendo su fuerza histórica hasta crear los órganos que le permitan apropiarse de su porvenir, es un ejemplo vivo de la fuerza material que es la conciencia de clase del proletariado cuando se pone en movimiento (...) No obstante, los acontecimientos de 1905 no surgen de la nada, sino que son el producto de una acumulación de experiencias sucesivas que agitaron a Rusia desde finales del siglo XIX. Como dice Rosa Luxemburg: “… esta huelga de Enero en San Petersburgo fue la consecuencia inmediata de la gigantesca huelga general que había estallado antes, en Diciembre de 1904, en el Cáucaso, en Bakú y que mantuvo a toda Rusia pendiente de ella. Y lo ocurrido en Diciembre en Bakú no fue sino el último y poderoso eco de las grandes huelgas que, entre 1903 y 1904, como terremotos periódicos, habían sacudido todo el sur de Rusia, y cuyo prólogo había sido la huelga de Batúm en el Cáucaso en Marzo de 1902. En realidad, esta primera serie de huelgas, inscrita en la cadena continua de erupciones revolucionarias actuales, solo dista cinco o seis años de la huelga general de los obreros textiles de San Petersburgo en 1896 y 1897”(1).

El 9 (22) de Enero de 1905 conocido como el “domingo sangriento”, marcó el inicio de una serie de acontecimientos en la vieja Rusia zarista que se desarrollaron durante todo el año 1905 y que terminaron con la represión sangrienta de la insurrección de Moscú en Diciembre. La actividad de la clase fue constante durante todo un año, aunque las formas de lucha no fueran siempre las mismas y no tuvieran todas la misma intensidad (….) Estos acontecimientos tuvieron un protagonista fundamental, el proletariado ruso, y toda la dinámica de la revolución sigue estrictamente la lógica de la clase proletaria. Aún cuando el movimiento obrero internacional esperaba una revolución burguesa en Rusia, estimando que la tarea central de la clase obrera –como así había ocurrido en las revoluciones de 1789 y 1848– era participar en el derrocamiento del Estado feudal y estimular a la instauración de las libertades burguesas, no sólo es la huelga de masas de la clase obrera la que vivifica todo el año 1905, sino que además es su dinámica la que lleva a la creación de los órganos del poder obrero. Lenin mismo lo deja claro cuando recuerda que aparte de su carácter “democrático burgués” debido a su “contenido social”: “...La revolución rusa fue a la vez una revolución proletaria, no solo por ser el proletariado su fuerza dirigente, la vanguardia del movimiento, sino también porque el medio específicamente proletario de lucha, la huelga, fue el medio principal para poner en movimiento a las masas y el fenómeno más característico del desarrollo, en oleadas sucesivas, de los acontecimientos decisivos”(2).

Pero cuando Lenin habla de huelga, no debemos imaginarnos acciones de 4, 8 o 24 horas como las que hoy proponen los sindicatos en todos los países del mundo. En realidad, en 1905, se desarrolla lo que luego habrá de llamarse huelga de masas, ese “océano de fenómenos” –como la definió Rosa Luxemburg– o sea la extensión y la autoorganización espontáneas de la lucha del proletariado que van a ser características de los grandes momentos de lucha del siglo XX (....): “La huelga de masas aparece no como un producto específicamente ruso del absolutismo, sino como una forma universal de la lucha de la clase proletaria, determinada por la fase actual del desarrollo capitalista y las relaciones de clase (...) la revolución rusa actual ha estallado en un momento de la evolución histórica que ya está en la otra vertiente de la montaña, más allá del apogeo de la sociedad capitalista” (...) (3). La huelga de masas no es un simple movimiento de las masas, una especie de revuelta popular que engloba a “todos los oprimidos” y que sería, por esencia, algo positivo como las ideologías izquierdistas y anarquistas de hoy quieren hacer creer. En 1905, Pannekoek escribía: “...Si se considera la masa en su sentido general, el conjunto del pueblo, lo que aparece es que, al neutralizarse mutuamente las ideas y las voluntades divergentes de unos y de otros, no emerge aparentemente otra cosa sino una masa sin voluntad, antojadiza, entregada al desorden, versátil, pasiva, oscilando de acá para allá según los impulsos, entre movimientos incontrolados e indeferencia apática –resumiendo, como ya sabemos, el retrato del pueblo que tanto gusta pintar a los escritores liberales (...) Ellos no conocen las clases. En el extremo opuesto, ha sido la fuerza de la doctrina socialista la que ha dado un principio de orden y un sistema de interpretación de la infinita variedad de individualidades humanas, al haber introducido el principio de la división de la sociedad en clases (...) En cuanto se identifican las diferentes clases en los movimientos de masas históricos, inmediatamente surge de la espesa niebla la imagen clara del combate entre las clases, con sus fases sucesivas de ataque, de retirada, de defensa, de victoria y de derrota”(....) (4). Como concluyó Rosa Luxemburgo: “...En una palabra: la huelga de masas cuyo modelo nos ofrece la revolución rusa no es un medio ingenioso, inventado para reforzar el efecto de la lucha proletaria sino que es el movimiento mismo de las masas proletarias, la expresión de la lucha proletaria en la revolución”, (.....) “los obreros bruscamente electrizados por la acción política reaccionan inmediatamente en el dominio que les es más próximo: se rebelan contra su condición de esclavitud económica. El gesto de revuelta que la lucha política es les hace sentir con una intensidad insospechada el peso de sus cadenas económicas”(5).

(.....) Un aspecto muy importante en el proceso revolucionario en la Rusia de 1905, fue su carácter marcadamente espontáneo. Las luchas surgen, se desarrollan y se refuerzan, haciendo surgir nuevos instrumentos de lucha como la huelga de masas y los soviets, sin que los partidos revolucionarios de entonces consigan enterarse de cómo va la cosa, ni siquiera comprender enteramente, en aquel momento, las implicaciones de lo que está sucediendo. La fuerza del proletariado en el movimiento, en el terreno de sus propios intereses de clase, es asombrosa y posee en sí misma una creatividad inimaginable. Lenin mismo lo reconocería un año después al hacer balance de la Revolución de 1905: “.....De la huelga y de las manifestaciones se pasa a la construcción de barricadas aisladas. De las barricadas aisladas a la construcción de barricadas en masa y a las batallas callejeras contra las tropas. Pasando por encima de la cabeza de las organizaciones, la lucha proletaria de masas fue de la huelga a la insurrección. Esa es la gran adquisición de la Revolución rusa, adquisición debida a los acontecimientos de diciembre 1905 y realizada, como las anteriores, a costa de sacrificios enormes. De la huelga política general, el movimiento se alzó a un nivel superior. Forzó a la reacción a ir hasta el final de su resistencia: y ha sido así como el movimiento ha acercado extraordinariamente el momento en que la revolución, ella también, irá hasta el final en el empleo de sus medios ofensivos. La reacción no puede ir más allá del bombardeo de las barricadas, de las casas, de la muchedumbre. La Revolución, en cambio, puede ir más allá de los grupos de combate de Moscú, tiene campo abierto y ¡qué campo en extensión y profundidad! (…) El cambio de las condiciones objetivas de la lucha que imponía la necesidad de pasar de la huelga a la insurrección, fue percibido por el proletariado mucho antes que por sus dirigentes. La práctica, como siempre, se adelantó a la teoría”(6).

Este pasaje de Lenin es especialmente importante hoy, pues muchas dudas en los elementos politizados y, hasta cierto punto, también en las organizaciones proletarias, se arraigan en la idea de que al proletariado no logrará jamás salir de la apatía en la que a veces parece haber caído. Lo ocurrido en 1905 es el desmentido más patente de todo eso. La fuerte impresión que produce comprobar ese carácter espontáneo de la lucha de la clase se debe, a veces, a la subestimación de los procesos que se desarrollan en lo profundo de nuestra clase, de esa maduración subterránea de la conciencia de la que ya hablaba Marx, cuando la comparaba al “viejo topo”. La confianza en la clase obrera, en su capacidad para dar una respuesta política a los problemas que afectan a la sociedad, es algo de primera importancia hoy en día. Después del desmoronamiento del muro de Berlín y la campaña de la burguesía que vino después sobre la quiebra del comunismo y su falaz identificación con el infame régimen estalinista, la clase obrera ha encontrado muchas dificultades para reconocerse como tal clase y, por consiguiente, reconocerse en un proyecto, en una perspectiva, en un ideal por el que combatir. La falta de perspectiva produce automáticamente una caída de la combatividad, un debilitamiento de la convicción de que es necesario batirse, porque no se lucha por algo sino cuando hay un objetivo que alcanzar. Por eso es por lo que hoy, la ausencia de claridad sobre la perspectiva y la falta de confianza en sí misma por parte de la clase obrera están fuertemente relacionadas (.....), Pero sobre todo, es en la práctica donde puede superarse una situación así, a través de la experiencia directa que la clase obrera realizará de sus posibilidades y de la necesidad de luchar por una perspectiva. Esto es lo que se produjo precisamente en Rusia en 1905 cuando: “en unos cuantos meses cambiaron las cosas de arriba abajo. Las pocas centenas de socialdemócratas revolucionarios fueron “de repente” miles y esos miles se volvieron dirigentes de dos o tres millones de proletarios. La lucha proletaria suscitó una gran efervescencia e incluso, en parte, un movimiento revolucionario, en lo más profundo de la masa de los cincuenta a cien millones de campesinos; el movimiento campesino tuvo repercusiones en los ejércitos, lo cual llevó a revueltas militares y oposiciones armadas entre las tropas”(7).

(.....) Esta confianza en la clase obrera que hoy expresamos no es un acto de fe, ni procede de una especia de ceguera mística, sino que se basa precisamente en la historia de nuestra clase y en su capacidad de reanudación, a veces sorprendente, en medio de un aparente letargo. La dinámica con la que se produce la maduración de la conciencia proletaria es a veces oscura y difícil de comprender. Pero también es cierto que la clase obrera estará históricamente obligada, por el lugar que ocupa en la sociedad de clase explotada y a la vez revolucionaria, a levantarse contra la clase que la oprime, la burguesía, y en la experiencia de ese combate volverá a encontrar esa confianza en sí misma que hoy le falta: “...Antes, teníamos una masa impotente, dócil, inerte como un cadáver, frente a la fuerza dominante, la cual sí está bien organizada sí sabe lo que quiere, y manipula a la masa a su conveniencia; y resulta que esa masa se transforma en humanidad organizada, capaz de decidir su propio destino ejerciendo su voluntad consciente, capaz de hacer frente con empecinamiento al viejo poder dominante. Era pasiva y se vuelve masa activa, organismo dotado de vida propia, cimentado y estructurado Para sí mismo, dotado de su propia conciencia, de sus propios órganos...”(8).

Paralelamente a la confianza de la clase obrera en sí misma, aparece necesariamente otro factor crucial de la lucha del proletariado: la solidaridad en sus filas (.....). La solidaridad proletaria es un arma fundamental de la lucha del proletariado; fue una de las bases del impresionante cambio que se produjo en 1905 en Rusia: “...la chispa que provocó el incendio fue un conflicto corriente entre capital y trabajo: la huelga en una fábrica. Pero cabe señalar que la huelga de los 12 000 obreros de Putilov, desencadenada el lunes 3 enero, fue ante todo una huelga proclamada en nombre de la solidaridad proletaria. La causa de ella fue el despido de 4 obreros. ‘Cuando fue rechazada la petición de readmisión –escribe un camarada de Petersburgo el 7 enero– la factoría se paró de inmediato, por unanimidad total....”(9).

(....) Si la clase obrera en su conjunto no es hoy todavía consciente de la fuerza de la solidaridad, la burguesía, en cambio, no ha olvidado las lecciones que el proletariado le ha infligido en la historia, 1905 fue un magnífico acontecimiento del movimiento obrero, surgido de las entrañas revolucionarias del proletariado, que demostró la potencia creadora de la clase revolucionaria. Hoy, a pesar de todos los golpes que la burguesía agonizante le ha asestado, el proletariado sigue conservando, intactas, sus capacidades. Les incumbe a los revolucionarios hacer que su clase pueda volver a apropiarse de las grandes experiencias de su historia pasada y preparar sin descanso el terreno teórico y político del desarrollo de la lucha y de la conciencia de clase hoy y mañana (....).

Ezechiele/diciembre, 2004

1Rosa Luxemburg: Huelga de masas, Partido y Sindicatos, 1906.

2Lenin: Informe sobre la Revolución de 1905.

3Rosa Luxemburg: Huelga de masas, Partido y Sindicatos.

4“Marxismo y teleología”, publicado en Neue Zeit en 1905, citado en “Acción de masas y revolución”, 1912.

5Rosa Luxemburg: Huelga de masas, Partido y sindicatos.

6Lenin: Las enseñanzas de la insurrección de Moscú, 1906.

7Lenin, Informe sobre la Revolución de 1905.

8Rosa Luxemburg, Huelga de masad, partido y sindicatos.

9Lenin: Huelga económica y huelga política.

Historia del Movimiento obrero: 

  • 1905 - Revolución en Rusia [33]

Cuestiones teóricas: 

  • Descomposición [32]

Las condiciones de la clase trabajadora: Inglaterra 1844, China 2005

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De acuerdo con Engels, los mineros del carbón soportaron un exceso inimaginable de males. “En todo el imperio británico no hay ocupación en la cual un hombre pueda encontrar su fin en tantas formas diferentes como en ésta. La mina de carbón es el escenario de un sin fin de las más aterradoras calamidades, y éstas vienen directamente del egoísmo de la burguesía.” (La Condición de la Clase trabajadora en Inglaterra, ‘El proletariado minero’). Se producían explosiones de gas “en una u otra mina, casi todos los días”. La acumulación de “gas de ácido carbónico” sofocaba a “todo el que entrara allí”. La adecuada ventilación de las minas podría haber mejorado la seguridad, “pero la burguesía no tenía dinero para gastar con este propósito”. Los colapsos de la parte superior del interior de las minas eran comunes porque, dada la sed creciente del ahorro de energía , el interés de la burguesía era “tener las vetas explotadas tan completamente como fuera posible, y de allí los accidentes de este tipo”. El empleo de niños y jóvenes en estas minas fue común, y todos se quejaban de estar excesivamente cansados: “Los niños se tendían cerca de la chimenea en el suelo tan pronto como llegaban a casa, y se quedaban dormidos inmediatamente sin ser capaces de tomar algo de comida, y tenían que ser lavados y colocados sobre sus camas mientras estaban dormidos; con frecuencia sucedía que se recostaban camino a casa y eran encontrados por sus padres ya tarde en la noche dormidos en el camino.” Y cuando los trabajadores trataban de recurrir a la ley, eran confrontados por el hecho de que “En casi todos los distritos mineros toda la gente que compone el presidium de los jurados son, en casi todos los casos, dependientes de los dueños de la mina y donde éste no era el caso, la costumbre desde tiempos inmemoriales asegura que el veredicto era: ‘Muerte accidental’” (Engels, ibid.)

La clase trabajadora en China está pagando un terrible tributo al ‘milagro económico del capitalismo Rojo’ en términos de desempleo, pobreza, falta de educación, destrucción del medio ambiente. Nadie sufre más que el proletariado minero. En el peor desastre minero de 1949, al menos 203 mineros fueron asesinados cuando ocurrió una explosión de gas en la mina de Sunjiawan, cerca de Fuxin, una ciudad situada al noreste del país. Éste no fue un incidente aislado. De Acuerdo a la BBC, “más de ,5,000 personas murieron en explosiones, derrumbes e incendios en las minas de China en el 2004. China produjo el año pasado el 35% del carbón de todo el mundo, pero reportó el 80% de las muertes en el globo de los accidentes de las minas de carbón. La industria cobró diariamente la vida de 15 mineros durante los primeros nueve meses de 2004”. (‘Chinese mine explosion kills 203’, BBC Online, 15/2/05).

Algunas personas argumentan que el problema es causado por los gobiernos locales que venden licencias de operación a pequeñas minas ‘privadas’ que muestran poco interés por la seguridad. Dichas mines “florecen donde el carbón parece estar demasiado angosto para ser cortado por la maquinaria, pero la insaciable demanda de China por el carbón crea un mercado para cada consorcio. Los gobiernos locales con frecuencia prefieren vender licencias y obtener ganancias basadas en las utilidades o en los impuestos, que explotar las minas por ellos mismos” (‘China's miners pay for growth’, BBC Online, 8/12/04). Hay llamados por parte del Estado para que se compren las minas pequeñas porque la seguridad es supuestamente mejor en las minas del Estado. Sin embargo, la mayoría de los ‘accidentes’ del año pasado han ocurrido precisamente en las minas a cargo del Estado, tales como la situada en Fuxin. Los llamados por el Estado central para avanzar en el aumento de las regulaciones también se evaporan de frente a la política oficial del Estado Chino para desregular y clausurar las actividades que no producen ganancia.

No sólo son los mineros los que mueren, sino también sus hijos e hijas. Al principio de marzo, dinamita para minas almacenada en la casa de un operador de minas en la provincia de Shanxi, explotó destruyendo una escuela primaria adyacente a la casa y matando a 20 personas incluyendo niños, varios maestros y al propio trabajador. (‘China blast kills schoolchildren’, BBC Online, 3/3/05). También la juventud sufre en la industria textil. De acuerdo a un informe del New-York basado en la organización no gubernamental Human Rights in China, el dueño de una compañía textil en la provincia de Hebei empleó ilegalmente a cierto número de muchachas jóvenes como obreras. El pasado diciembre estaban durmiendo en un dormitorio compartido que medía menos de 10 metros cuadrados cuando fueron alcanzadas por humo de carbón y más tarde fueron encontradas inconscientes por el dueño. El informe indica que sin revisar si las jóvenes ya estaban muertas, el dueño las puso en cajas para ser cremadas. Cuando a las familias de las chicas muertas se les permitió finalmente ver sus cuerpos, “se aterrorizaron al descubrir que al menos dos de las muchachas …parecían haber estado vivas cuando fueron colocadas en las cajas. Sus caras estaban cubiertas con vómito y lágrimas, sus narices habían sangrado y sus cuellos estaban hinchados. Se encontró que una de ellas había pateado a través de la tapa de cartón amarrada de su caja y su cuerpo estaba retorcido como si hubiera luchado” (‘Cover-up of Child Labor Deaths in Hebei’, https://gb.hrichina.org [34], 2/3/05).

En la época en que Engels escribió su estudio, en 1844, el capitalismo estaba en su fase inicial, en su ascendencia. La indignación del proletariado contra dichas condiciones de trabajo inhumanas tomó la forma de combinaciones entre sindicatos y luchas por reformas que el capitalismo podía realmente permitir. Sin embargo, la historia no se está repitiendo en China, ni siquiera como farsa. “Un verdadero desastre está emergiendo en China. Lo que está pasando hoy en China no es el presagio de una nueva fase de desarrollo de las fuerzas productivas, sino un nuevo hundimiento hacia el colapso económico… No pasará mucho antes de que el fallecimiento del dragón chino muestre las mentiras que están detrás milagros- la sombra de la realidad de la bancarrota del sistema capitalista.” (‘China: economic miracle or capitalist mirage?’, WR 278, October 2004).

Trevor 5 de marzo de 2005

Geografía: 

  • China [35]

Cuestiones teóricas: 

  • Descomposición [32]

Reformas a la seguridad social en EUA.Un ataque frontal contra la clase obrera

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El actual bombardeo de los medios de comunicación en EU sobre la “reforma” a la seguridad social es el último capítulo en un cuarto de siglo de ataques contra la clase obrera estadounidense. La burguesía de EUA ha estado implementando medidas de austeridad desde que el presidente Carter comenzó a hablar sobre el “malestar económico” durante el periodo de inflación de dos dígitos a fines de los años 70. La crisis económica ha empujado a la burguesía a un cambio cualitativo en la ferocidad de la austeridad. Hasta ahora, una de las fuerzas del capitalismo de estado norteamericano era su capacidad de usar el tamaño relativo de la economía del sector privado en EU y la falta de la propiedad directa del Estado para imponer la austeridad de una manera difusa.

Por ejemplo, la falta de un control estatal centralizado sobre el sistema de salud significa que los recortes a la atención medica no fueran anunciados e implementados nacionalmente sobre una base centralizada sino fueron introducidos en diferentes momentos, en diferentes lugares, en diferentes formas y apariencias a través de miles de programas de beneficios médicos, en diferentes compañías e instituciones económicas. De igual forma, en vez de anunciar una reducción generalizada en los salarios los salarios fueron atacados a nivel de empresas individuales, haciendo más difícil para el proletariado responder de forma unificada y simultánea. Hoy, para la burguesía es imposible seguir evitando un asalto frontal sobre el salario social. Es en este contexto que se debe ver la actual “reforma” a la seguridad social propuesta por la administración Bush.

La propuesta de presupuesto fiscal planteada por la administración Bush pide la abolición de unos 150 programas. La última administración Bush propuso recortar 100 programas, aunque solamente 4 cayeron –teniendo un insignificante impacto sobre el déficit presupuestal. Los mayores gastos del Estado son sobre dos aspectos: seguridad social, atención médica, y militar. Ante las necesidades enfrentadas por el gobierno de EUA en este periodo, es inconcebible que los gastos militares sean susceptibles de recorte, ello significa que la burguesía debe moverse a atacar directamente el salario social, lo cual había tratado de evitar en el pasado.

La función económica y social de la seguridad social en EUA

La seguridad social es parte del salario, pagados a la clase obrera por el Estado para asegurar la reproducción social de la clase obrera, en este caso para apoyar las condiciones de vida de los discapacitados, los ancianos, los trabajadores retirados, y los sobrevivientes de los trabajadores que han muerto, sería incorrecto asumir que esto es dinero que proviene del Estado, realmente es dinero confiscado a los salarios de los obreros, recolectado, administrado y distribuido como parte del mecanismo del capitalismo de Estado, que centraliza la vida económica y ata al proletariado al aparato de Estado.

Históricamente los trabajadores siempre tuvieron la responsabilidad de apoyarse entre sí y a sus familias, usando parte de su salario. Sin embargo, durante la crisis en los años 30, el desempleo en EU alcanzó 30% y millones de trabajadores fueron incapaces de apoyarse entre sí. Las instituciones de beneficencia privada fueron totalmente incapaces de controlar esta crisis social, y las medidas de capitalismo de Estado fueron introducidas a través del Estado benefactor para estabilizar la situación social y prevenir potenciales futuros desastres.

De los fondos de seguridad social, 50% son percibidos por impuestos sobre los salarios de los obreros. El otro 50% proviene de una combinación de impuesto de los patrones, a los cuales, económicamente el impuesto es calculado como un costo de trabajo, ellos lo pagan como parte del salario. Bajo la seguridad social el Estado confisca una parte de los salarios y en su nombre distribuye este dinero a los trabajadores retirados.

La supuesta crisis financiera de la seguridad social

El dinero pagado en el sistema de seguridad social nunca ha ido hacia las cuentas de retiro individuales, aún si el gobierno anualmente envía a los trabajadores cerca de la edad de retiro un récord financiero de la cantidad de dinero que han pagado al sistema por años. Los cheques de seguridad social de los actuales jubilados son pagados de los impuestos percibidos de los primeros 90 mil dólares de salarios de los obreros y exenta a la burguesía de tener que contribuir significativamente al sistema. La mayoría de los impuestos colectados van hacia el Fondo de seguridad federal para el retiro (comúnmente llamado fondo de seguridad social). Los cheques de seguridad social distribuidos a los retirados y discapacitados cada año provienen de estos fondos. Al fin de año ningún dinero dejado es requerido. De acuerdo al New York Times, “… el gobierno gasta inmediatamente el dinero para otras cuestiones” (8-03-05). Estos bonos supuestamente deben ser regresados cuando los fondos de seguridad social no tienen suficiente dinero para pagar los cheques de la seguridad social.

Hasta los años 80, los impuestos de seguridad social eran bajos y generalmente muy poco dinero era dejado al fin del año. Para resolver una supuesta crisis financiera de la seguridad social durante la administración Reagan, Alan Greenspan, posteriormente jefe de la reserva Federal, propuso “salvar” la seguridad social cortando beneficios y elevando impuestos. Esto llevó a un gran superávit en los fondos, alcanzando miles de billones de dólares cada año, las personas pagaban mucho más dinero de lo que era necesario para pagar su vejez. Estos superávit eran cada año vaciados al gobierno federal y fueron usados por la administración Reagan, y la primera administración Bush para reducir el déficit presupuestal, alcanzando con la administración Clinton un superávit. Este dinero ayudó a Reagan a la aceleración de la carrera armamentista en los 80 que ayudó a la bancarrota del imperialismo ruso, a fundar guerras y aventuras militares en las pasadas dos décadas, y a compensar los recortes de impuestos para los ricos.

Hoy se estima que hay aproximadamente 1.7 trillones de dólares en los fondos, y esta suma alcanzará 6 trillones para el 2018, cuando el fondo tenga que comenzar a recuperar los billetes del tesoro (IOU) para cubrir completamente los cheques de seguridad social para los jóvenes retirados. En otras palabras, mientras la burguesía está divagando y delirando sobre la bancarrota de la seguridad social, el sistema está ya hoy en un increíble superávit. Sólo que ese superávit está siendo desviado para financiar la guerra imperialista y los gastos militares. La administración Bush predice que el sistema será insolvente para 2042, pero la predicción menos políticamente motivada por la oficina de presupuesto del congreso es que la insolvencia ocurriría 10 años después, en 2052 –cuando los trabajadores más viejos tendrían 106 años de edad y los más jóvenes 88, cuando muchos de ellos hayan muerto y sean sus hijos quienes estarían recibiendo sus pensiones. Aunque se estima que esta caída en 2052 podría ser fácilmente compensada por algún ajuste en el gasto federal de alrededor del 3%.

El objetivo real de la “reforma” a la seguridad social

El debate de los medios de difusión burgueses sobre las “reformas” a la seguridad se enfoca sobre la desviación de una porción de las contribuciones de los impuestos de los obreros hacia las cuentas de inversión privada, ligadas al stock del mercado, se habla mucho sobre las ganancias que reciben en Wall Street. Pero este debate obscurece lo que realmente está en el centro. En el corazón del plan Bush no es alterar la fórmula usada para calcular los beneficios para la futura generación “baby boom” retirada que hoy tiene 55 años o menos, la cual reduciría los beneficios garantizados en 25% al 45% en las décadas venideras. El objetivo real de la administración Bush es evitar retornar esos 6 trillones de dólares que habrán sido robados por el fondo para 2018. En 1983, la burguesía usó el ardid de impedir una crisis en la seguridad social elevado los impuestos en la clase obrera y usó ese dinero no para pagar pensiones a los retirados o guardarla para pagar las pensiones de los futuros retirados sino para fundar sus agresivas políticas imperialistas. Ahora quiere completar esta masiva estafa maniobrando para evitar retornar los 6 trillones de dólares confiscados a la clase obrera a través del fondo de seguridad social.

A pesar de los intentos de la burguesía de arrojar una cortina de humo alrededor de la “reforma” de la seguridad social con discurso cuentas de inversión privada, la razón fundamental de ser de las reformas a la seguridad social es cortar el salario social del proletariado. Este ataque frontal, cuando es necesario para la burguesía, está cargado de riesgo de provocar una respuesta proletaria.

Es claro que hay unidad en la burguesía sobre la necesidad de la “reforma” a la seguridad social, pero el peligro de provocar una explosión en la clase obrera es una razón por la que haya tanta duda en la clase dominante sobre exactamente como y qué tan rápido proceder. Pero también hay preocupación de cualquier torpeza orquestada renunciando o repagando los bonos del tesoro al fondo de seguridad social, que se supone estar respaldado por la “completa confianza del crédito de los Estados Unidos”… muchos de estos bonos son sostenidos por inversores japoneses y chinos, quienes transferirían sus fondos a inversiones en Euros. Esto crearía una calamidad económica para EU. Aún en el Partido Republicano hay duda de precipitarse hacia las propuestas de cuentas de inversión, sin embargo es una cuestión abierta para la clase dominante…

J Grevin / abril-2005

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Revolución mundial nº 87, Julio-Agosto 2005

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Correo del lector: la joven generación del proletariado reflexiona sobre el periodo de transición

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En RM 85 presentamos comentarios a un texto titulado: “A 87 años de la revolución de octubre: rescatar al marxismo y destruir al estado”, firmado por el “Comité de Análisis e Ideología Autónomos” (CAIA) y aparecido en “La Trinchera” (nº 10, Nov.-Dic. 2004). Decíamos que el texto resaltaba por la defensa que se hacía del marxismo, nadando a contracorriente del resto de artículos confusos e incluso reaccionarios de esa misma publicación. A raíz de los comentarios que presentamos, el CAIA ha enviado a nuestro buzón electrónico un texto en el que se expresan ideas que resalta su proceso reflexivo, aunque encontramos elementos que consideramos hay que continuar discutiendo, como el papel del partido, al dado que por lo menos no queda claro cuando dicen: en la práctica de los bolcheviques luego de 1905 “la concepción de la conciencia inyectadAa ha desaparecido ¿la idea del partido de vanguardia también?” Más adelante repiten el viejo reproche anarquista, que ve en la consigna bolchevique “¡Todo el poder a los Soviets!” una estrategia desesperada, y por tanto no reflexionada y conciente de lo que significa en términos de acción transformadora, así que, nos dicen: “¿nos encontramos de pronto con un Lenin que se olvida de su Partido para cederle el lugar de este a los Soviets?, ¿o con un Lenin y un Partido bolchevique que se han visto rebasados por las masas y tienen que ‘correr’ detrás de ellas?...” Estas preguntas muestran la dificultad que hay en entender el papel relevante que el Partido guarda en la lucha del proletariado. Pero estos aspectos en esta ocasión no los abordaremos, no por ser de poca importancia, sino tomaremos aquellos en los que los compañeros abundan más, es decir en el problema del periodo de transición, y el papel y naturaleza del Estado.


El marxismo no es defensor del estatismo

La reflexión de los compañeros de CAIA avanza señalando: “… no adjudicamos a Lenin ninguna conciencia estatista… Si criticamos la idea que respecto al Estado reprodujeron muchos marxistas de esos a quienes ustedes llaman ‘izquierdistas’” Y más adelanta marcan mejor su posición: “La concepción del Estado en Marx, como se desprende de la lectura de El dieciocho brumario y de la Guerra Civil en Francia es una concepción negativa… al concebirlo como parte del entramado de las relaciones capitalitas…” bajo ese argumento bien planteado preguntan: “¿no se establece una separación entre el Estado (dominación de la burguesía por el proletariado) y el proletariado mismo cuando se sostiene la idea de ‘tomar el poder del Estado’?... ¿no propone el socialismo estatista un nuevo tipo de enajenación al separar al proletario de su propia acción emancipatoria, poniendo al Estado de por medio?” Y terminan con algunas preguntas importantes: “si Marx, Lenin y el marxismo establecen que su lucha es contra todo Estado ¿entonces porque seguir usando el término? ¿…<es posible hablar de> Dictadura del proletariado, sin referirnos a ello como una lucha por el poder del Estado?... ¿Se puede conservar la independencia de clase del proletariado estableciendo un Estado separado de la dictadura del proletariado y no como expresión de ésta?...”.

Lo primero que hay que señalar es que el marxismo efectivamente no busca su realización a través de un Estado, Engels señalaba que el partido sostenía un programa no “… únicamente socialista en general, sino directamente comunista, es decir un partido cuyo objetivo es la supresión de todo Estado y por consecuencia de la democracia…”, es mentira por ello que la lucha proletaria sea conducida por el marxismo hacia la toma de la vieja estructura del Estado. Lo que el marxismo se propone es la DESTRUCCIÓN de la vieja máquina de dominio. En 1872, luego de la experiencia de la Comuna de Paris, Marx y Engels escribían que “la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal y como está y servirse de ella…” pero al mismo tiempo estaban claros que se requería de un período de transición antes de alcanzar la construcción de la “verdadera comunidad humana”. Es en esa fase histórica que la Dictadura del Proletariado tomará forma, por lo que tal organización revolucionaria suele ser considerada como ese Estado del período de transición, el propio Marx en la Critica al Programa de Gotha, daba a entender que en el período de transición, “el Estado no puede ser otro que la Dictadura del proletariado”, Lenin sobre esta base formuló en el concepto del Estado proletario en Estado y revolución, lo que expone la dificultad existente sobre este asunto, y que sólo la reflexión a partir de la revolución rusa ha dado la posibilidad de tener una mayor comprensión y entonces poder hacer la critica de estas afirmaciones que fueron una primera aproximación.

Justamente porque el ensayo de poder proletario en Rusia enfrentó dificultades enormes (mayoría de campesinos en la sociedad rusa, la necesidad inmediata de terminar con la guerra civil, aislamiento internacional, debilidad del aparato productivo destruido por la Primer Guerra Mundial y luego por la guerra civil...) pudo mostrar de forma cruda, que para construir su proyecto transformador la clase obrera, no basta con bautizar al Estado como “proletario” para que entonces, éste automáticamente sirviera a los intereses revolucionarios de la clase: Más aún, la experiencia de 1917 puso de relieve que no era suficiente con colocar al Partido Proletario a la cabeza del Estado para que sirviera los objetos del proletariado.

Lenin admitió en el X Congreso del Partido (un año después de que la NEP había comenzado) que había una dificultad en la subordinación del partido proletario con el Estado: “El Estado está en nuestras manos, pero ¿ha funcionado la NEP de la manera en que lo deseábamos el año pasado? ¡No! (...) ¿Cómo funcionó? La maquina se negó a obedecer la mano que la guiaba. Fue como un auto que iba no en la dirección que el conductor deseaba, sino en la dirección que nadie deseaba.”

Fue por la presión de hacer sobrevivir al Estado ruso (que era visto por los bolcheviques como la encarnación de la dictadura del proletariado) que el partido terminó subordinando la táctica de la Internacional Comunista a los intereses de Rusia. Por eso afirmamos en nuestro folleto El período de transición del capitalismo al socialismo: “… para la clase obrera la identificación de su partido con el Estado llevó a su vanguardia a separarse de ella precisamente cuando más la necesitaba...”

En este mar de confusión extendido en la experiencia rusa, es Lenin el que comprende más claramente las dificultades. En el X Congreso, cuando se discute la situación de los sindicatos, Lenin expone –contra la idea de Trotsky de integrar cada vez más a los sindicatos obreros dentro del Estado para afrontar las dificultades económicas– la necesidad de salvaguardar la autonomía de las organizaciones proletarias de tal manera que el proletariado pudiera defenderse contra “los abusos nefastos de la burocracia estatal”, incluso va más lejos al decir que no había un tal “Estado obrero”, sino un Estado de obreros y campesinos con numerosas deformaciones burocráticas...

Es la Izquierda Comunista (más en particular la Izquierda Italiana), la que se dedica a sacar las lecciones de la derrota de la revolución rusa, afirmando el carácter nefasto de toda identificación entre la dictadura del proletariado con el Estado del periodo de transición remarcando la importancia que hay en mantener la autonomía de la clase y de su partido con relación al Estado... Estas ideas son continuadas por Internationalisme en 1945 (grupo de la Izquierda Comunista con el que la CCI tiene una conexión directa) que afirmó el carácter no proletario y anti socialista del Estado en el período de transición: “El Estado, en la medida en que es reconstituido después de la revolución, expresa la inmadures de las condiciones para una sociedad comunista. Es la superestructura política de una estructura económica aún no socialista. Su naturaleza permanece extraña y opuesta al socialismo...” (Tesis sobre la naturaleza del Estado y la revolución proletaria. Internationalisme nº 9, abril 1945).

Es claro que el proletariado al tomar el poder político, se afirma como clase dominante políticamente, pero no económicamente, de manera que al ejercer su dictadura no lo hace como lo hacían las otras clases en sociedades pasadas: no explota a otra clase social y hasta cierto punto sigue siendo una clase explotada[1] [36]. Por eso la Dictadura del Proletariado no es un Estado propiamente, es un órgano de poder directo, constituido por organizaciones por unitarias y armadas, es decir, se expresa en los Consejos Obreros, que son las asambleas de delegados elegidos y revocables por los trabajadores, en cambio el Estado se constituye por Consejos que se estructuran no con base a una clase, sino en función de una región, esto es, son Consejos conformados por la población organizada por barrios, ciudades y regiones, que dan forma a un Consejo Central que será el órgano central del Estado.

Al establecer esta dualidad de poder permite al proletariado organizado en los Consejos[2] [37] mantener su autonomía respecto al Estado e imponerle su voluntad, al mismo tiempo que ayuda a ir integrando al proletariado al resto de la población, y que pueda permitir el desarrollo social y económico, que conduzca a la desaparición de funcionarios intermedios del Estado, y así, la “administración de los hombres” cederá el paso a la “administración de las cosas” por los productores mismos.

Así pues, de manera muy resumida centramos algunos argumentos que los camaradas de CAIA preguntan, y que en realidad son aspectos que las nuevas generaciones de la clase obrera vienen discutiendo y reflexionando.

Tatlin / junio-2005



[1] [38] No hay suficiente espacio para abundar, pero podemos dar la idea breve señalando que en el combate del hambre y las penurias humanas luego de la revolución, se hace necesario que la clase obrera siga produciendo un excedente del que saldrán beneficiados incluso aquella masa de la población no proletaria e improductiva.

[2] [39] En cuanto al Partido no se convierte en Partido de Estado, no toma el poder “en nombre del proletariado”, ni se funde en él, continúa siendo, como lo definiera Marx, la parte más clara de la clase, en tanto tiene “... la visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento en su conjunto...” y por tanto lleva a cabo su trabajo al interno de la clase, clarificando y empujando al combate.

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • La dictadura del proletariado [40]

Ecuador, Bolivia..., Convulsiones sociales y falsas alternativas para los explotados

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El 20 de abril pasado Lucio Gutiérrez fue depuesto como presidente de Ecuador (puesto que había asumido el 15 de enero de 2003) en medio de convulsiones sociales y una severa crisis económica, su “relevo”, Alfredo Palacio vive ahora las “amenazas” de un posible retorno del Coronel Gutiérrez después de su reciente visita a Washington a principios de junio. Por su lado, Bolivia esta siendo sacudida por una tremenda inestabilidad social, manifestaciones y bloqueos, en menos de tres años Bolivia ya lleva tres presidentes: Gonzalo Sánchez de Lozada (14 meses), Carlos Mesa (20 meses) y el recién nombrado Eduardo Rodríguez tendrá que llamar a elecciones en 150 días (de por sí este año era ya un año de elecciones “forzadas”). A la situación en Bolivia hay que agregar la fuerte campaña a favor de “la nacionalización de los hidrocarburos” en la cual los mineros, obreros y demás masas explotadas están siendo arrastradas tras una bandera que no es la de ellos.

Los acontecimientos se precipitan con rapidez y no podemos, so pena de ser superficiales y de sólo describir los hechos, correr detrás de cada acontecimiento. Es por ello que volvemos a insistir sobre un cuadro de análisis, unas posiciones de fondo y unas perspectivas que sirvan para orientar la reflexión en la clase obrera.


Los atolladeros de un capitalismo en descomposición

En nuestro número anterior recordábamos el marco político bajo el cual analizamos el supuesto “giro a la izquierda” de América Latina con sus alianzas y coaliciones como el producto “de un fragmentado aparato electoral con fronteras ideológicas entre partidos muy borrosas (…) que busca desesperadamente unificar a la burguesía (…) fortalecer su débil estructura democrática, de crear una real alternancia en el poder sin crear huidas de capitales e inversiones, de recuperar la mistificación democrática que está cada vez más desprestigiada” (RM núm. 86). Así pues, la inestabilidad reinante en la región de Sudamérica no es el producto de la “arremetida” de los explotados (como pretenden algunos trasnochados apologistas de “todo lo que se mueva”), el proletariado está por ahora sumergido en la confusión y mezclado en la masa amorfa de los “movimientos sociales”. Lo que aparece como “luchas” que “derriban y cambian” gobernantes son en realidad masas que son arrastradas por algunas fracciones de la burguesía en su lucha intestina contra sus rivales. Es muy ilustrativa la situación de Bolivia: los “bloqueos” iban en aumento, los mineros fueron presentados como vanguardia para pedir nada menos que una “Asamblea constituyente”, las masas se enfrentaban con las fuerzas del orden capitalista y todo esa enorme “presión del pueblo” se evaporó en cuanto el congreso boliviano nombró un nuevo presidente y se decidió la tregua para “darle tiempo” al nuevo mandatario, Eduardo Rodríguez: “Hay que entender que es un nuevo presidente y que tiene voluntad para atender nuestras demandas. Su elección baja la tensión y vamos a aceptar una tregua” (Infosel Financiero, 10-06-05), estas palabras las dijo Evo Morales, diputado de “Movimiento al Socialismo” y principal promotor de la revuelta contra Mesa. La situación de Bolivia es un claro ejemplo de cómo la clase obrera y demás explotados pueden ser arrastrados y sacrificados en aras de intereses que no son los suyos sino los de su enemigo de clase, la burguesía. Evo Morales no representa al proletariado, representa a la fracción radical nacionalista de la burguesía boliviana que demanda una mayor tajada del pastel y que además no niega sus aspiraciones de pequeño tiburón imperialista al lado de Fidel Castro y Hugo Chávez.

La burguesía de la región, de una región de la periferia del capitalismo, está condenada a sufrir en primera línea los estragos de un capitalismo que se hunde, de un capitalismo que es incapaz de ofrecer la menor perspectiva a la humanidad y ello provoca reyertas y enfrentamientos cada vez más violentos al seno de la misma clase burguesa. Argentina vive una “calma chicha”, la burguesía brasileña a pesar de haber encontrado en Lula un buen respiro y una cohesión no deja de ser una situación sujeta a los avances de la descomposición de la decadencia capitalista (ya van dos escándalos que muestran fracturas en el aparato político brasileño en los últimos meses: acusaciones contra el PT y la renuncia de un miembro del gabinete); Colombia se vuelve a sacudir, Venezuela y su “paladín antiyanqui” no parecen estabilizarse, y Bolivia, Ecuador y Perú vienen a sumarse a las agitadas aguas de la región. Insistimos, esta situación no es el producto de un movimiento proletario que estaría poniendo en jaque a la burguesía, esta inestabilidad es el producto directo del avance de la decadencia del capitalismo, de la acentuación de su descomposición y de la debilidad del aparato político incapaz de enfrentar una tal situación. Consecuencia: un desgarramiento social, un enfrentamiento entre fracciones del capital y el peligro de que la clase obrera tome partido en esas pugnas en detrimento de su independencia de clase, es decir, en detrimento de su proyecto histórico.


Nacionalización: una demanda de la burguesía no del proletariado

La bancarrota del capitalismo deja cada vez menos ganancias a repartirse entre las burguesías de la periferia. Si hoy la burguesía local boliviana demanda la “nacionalización” de los hidrocarburos no se debe al hipócrita deseo de pasar a “manos del pueblo los recursos naturales”, se trata simplemente del terreno donde la burguesía local está dirimiendo sus diputas con la burguesía mundial (Rapsol, por ejemplo), como no pueden hacer la competencia directa, se cobijan en la “nacionalización” para garantizar así una parte segura de las ganancias en una especie de “proteccionismo a ultranza”. Pero para ello, deben arrastrar a las masas trabajadores pintándoles la ilusión de que el gas y el petróleo son de ellos. La clase obrera mexicana sabe muy bien el significado de la nacionalización y del slogan que reza: “el petróleo es nuestro”. Las nacionalizaciones de ramas de la producción se han convertido en un terreno donde la burguesía manipula a los explotados con el cuento de “hacerlos propietarios” de los recursos que ella explotará. Estas demandas son, por tanto, un terreno predilecto de toda clase de izquierdistas a sueldo del capital (como Evo Morales, del PRD en México, de los trostkistas, etc.) ya que no cuestionan en absoluto la dominación del capitalismo y ofrecen en cambio una “noble bandera”.

Los comunistas debemos advertir al proletariado: La nacionalización no es socialismo. “La naturaleza del capitalismo ‘no está determinada por la posesión privada de los medios de producción, sino por la separación existente entre los medios de producción y el productor (…) Para que exista producción capitalista, es completamente indiferente que haya propiedad privada o colectiva de los medios de producción. Lo que determina el carácter capitalista de la producción es la existencia de capital, es decir, de trabajo acumulado en manos de unos, que impone el traspaso de trabajo vivo de otros para la producción de plusvalía’” (RM núm. 10. 1992). Si bien es cierto que ya la burguesía no tiene la arrogancia para equiparar las nacionalizaciones a medidas directamente “socialistas”, sí siguen presentándolas como una “aspiración de los oprimidos” (en Bolivia, México, Venezuela, etc.). Tenemos que recordar que las nacionalizaciones no van en contra de los fundamentos de la existencia del capitalismo, mientras los obreros asalariados sigan siendo explotados, poco importa la “forma jurídica” que asuma la propiedad de los medios de producción. En la antigua URSS, falso ejemplo del comunismo, todas las ramas de la producción estaban nacionalizadas pero los obreros seguían siendo explotados y, por tanto, generando plusvalía y el capitalismo pintado de “rojo” seguía vivito y coleando.

Las estatizaciones son un fenómeno que se manifiesta más en la periferia del capitalismo, los países donde el capitalismo está desarrollado no tienen necesidad de violentas “expropiaciones” de capitalistas privados para pasar a la estatización de rama de la producción, es a través de mecanismos del Estado (como la Reserva Federal en los EUA) como la burguesía controla, dirige y gestiona las relaciones de producción. La estatización (nacionalización) es una expresión de penuria de capital, de un capital que llegó tarde al mercado mundial.

Nacionalizar una rama de la producción no va a traer beneficios a los trabajadores (¡los obreros mexicanos recuerdan la nacionalización de la banca, del petróleo, de la energía eléctrica!). Los explotados seguirán siendo explotados…lo único que “cambia” es el patrón. Es por ello que lo que pasa hoy en Bolivia es ante todo la expresión de las pugnas entre fracciones de la burguesía. Es verdad que siempre que los explotados alzan la cabeza sentimos simpatías por su combatividad, sin embargo, tenemos que ser claros en que no basta con “salir a las calles”, una lucha auténticamente proletaria es aquélla donde los medios y los fines coinciden. Para empezar, el fin de la nacionalización va en contra del programa proletario ya que se trata de una demanda que va en la dirección de fortalecer la economía capitalista, no de destruirla. En segundo lugar, los métodos empleados en la lucha deben apuntar hacia un combate masivo y conciente. En este sentido los “bloqueos” son una expresión de la división geográfica y política de la clase obrera; el proletariado no puede luchar como “un sector” más de la población, debe aglutinar y encabezar la lucha de todos los explotados al plantearles el programa de la revolución comunista mundial como única solución al dilema histórico actual. Nacionalizar los hidrocarburos en Bolivia no hará avanzar un ápice la conciencia de la necesidad de destruir la nación capitalista y menos aún, la necesidad de que el proletariado se ponga a la cabeza de todos los explotados y marginados del planeta.

DAN. /10-06-05

Geografía: 

  • América central y Sudamérica [30]

Entre pugnas y divisiones internas, la burguesía mexicana intenta reforzar el mito democrático y su aparato político

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Después del ruido sobre el desafuero del Jefe del Gobierno del Distrito Federal (AMLO) al que claramente denunciamos como una trampa para involucrar a la clase obrera en la defensa de alguno de los bandos burgueses en disputa, pero que además de la trampa expresaba una pugna real, el repentino giro de timón de Fox a favor de AMLO tiene repercusiones que es necesario analizar para orientarse por dónde van las pugnas internas dentro del Estado.

La “solución” del conflicto AMLO-FOX, fue en realidad un cambio de estrategia inducido por los EUA como fuerza dominante de la región quienes presionaron por varios medios (prensa, actividades diplomáticas como la visita de Condoleza a México), haciendo entrar en “razón” al conjunto de la burguesía sobre algunos puntos. Ante la fractura visible de la burguesía de México, las estructuras mistificadoras de la democracia corren el riesgo de debilitarse, por lo que se acuerda dar marcha atrás, disminuyendo así la división en sus filas y afinando la careta democrática y “civilizada”, se permite así a AMLO competir en las elecciones, pero con un perfil más moderado. Hay hasta el momento, un acuerdo relativo para que el resto de las fracciones burguesas aglutinadas al menos formalmente alrededor de los principales partidos (PRI, PAN) busquen también impulsar sus propias propuestas. El aparente juego equitativo busca limitar lo más posible los efectos de la tendencia a la pérdida de control que hemos evidenciado como parte del fenómeno de la descomposición social generalizada que está afectando al sistema capitalista en su conjunto, aunque también, lleva consigo un objetivo más preciso, es decir, aislar a la fracción menos apta para cumplir con las tareas de la burguesía, y aparentemente hay acuerdo en rechazar a la fracción burguesa que encabeza Roberto Madrazo, en tanto que estos, obnubilados por la búsqueda inmediatista e irracional del beneficio individualista de sus intereses de grupo, están siendo incapaces de apreciar el beneficio estratégico no sólo de mediano plazo (digamos el siguiente sexenio) sino en términos históricos de los intereses de clase de la burguesía a la cual pertenecen.


¿Cuál es el juego de la burguesía mexicana?

La búsqueda del personaje político más idóneo para integrar la próxima administración federal con el propósito de hacer más eficiente el aparato Estatal fundamentalmente en lo que se refiere a los mecanismos de dominación y explotación de la clase trabajadora, se está expresando en los siguientes términos. Para la burguesía mexicana es necesario continuar con el proyecto económico y político marcado desde inicios de los 80, que consiste en consolidar el proceso de adecuación del aparato económico y político, por lo tanto, su apuesta va orientada necesariamente hacia un equipo de gobierno diferente de aquellos sectores más rancios y desacreditados como, por ejemplo, los que en este momento dominan en el PRI (Madrazo y compañía); tampoco le convendría mucho una continuidad del PAN por el desgaste que ha sufrido en estos últimos seis años y sobre todo por las dificultades que ha demostrado este partido para lograr acuerdos mínimos para avanzar aunque sea en los ejes esenciales del proyecto de la burguesía en su conjunto. El PRD, al ser un partido que nació fundamentalmente a finales de la década de los 80 para proporcionar al vetusto sistema político mexicano un elemento nuevo, un partido “creíble” construido con retazos de sectores de la izquierda del capital, aglutinados en torno a la figura mítica del “hijo del General Cárdenas”, este intento de la burguesía hasta ahora ha sido un fracaso. Sin embargo, la burguesía es especialista en lograr la utilidad a toda costa y pareciera que se empeña en sacar el mayor provecho a este partido, por ejemplo, al parecer la burguesía busca aprovechar el activo político de AMLO tratando ahora de consolidar, en su favor, los llamados comités de apoyo en ausencia de una verdadera estructura política nacional del PRD, en suma, crear un “gran frente ciudadano” al estilo de los que se han formado en varios países de América Latina en los últimos años, para poder competir, por ejemplo, con la fuerza del aparato priísta.

Esta situación tiene que ver con lo que pasa en la mayoría de los países de A.L. donde prevalece el escepticismo con relación a los liderazgos políticos de la burguesía; lo que ha llevado a la clase dominante a ofrecer alternativas novedosas a los explotados so pena de correr el riesgo de que estos últimos retomen su propia reflexión política en la búsqueda de una alternativa propia para oponerse al capital. Esta es la principal razón de la llegada al poder de gobiernos de izquierda o de coalición para responder a las frustraciones sociales repetidas por décadas. Estas opciones se han concretado lo mismo de centro moderado (Bolivia), de centro izquierda (Argentina, Chile, Brasil y Uruguay), de centro derecha (Colombia y la mayoría de los países de Centroamérica), de izquierda radical (Venezuela), aunque más bien este caso es disonante en medio del esquema generalizado… En fin, toda una gama de posibilidades que ostentan un lenguaje populista que sirve de imán ante las aspiraciones sociales de la clase obrera quien todavía no distingue precisamente entre la trampa de la burguesía y sus propias formas de organización política. Esta actuación del Estado en A.L. se debe a las condiciones que impone la debilidad política congénita e histórica de la burguesía de la región la cual, a diferencia, de sus congéneres de clase de los países más avanzados, no logró consolidar (y ya no lo hará) un aparato político sólido para su desempeño democrático electoral y ha tenido que arreglárselas, por ejemplo, desde hace ya 25 años que es lo que ha durado la llamada “transición democrática”, y sobre todo en la última década, con formaciones “plurales” y “democráticas”, en una palabra con “coaliciones” o “alianzas” que pretenden ofrecer plataformas más sólidas y responsables frente a las debilidades de los partidos políticos tradicionales ya sea de derecha o de izquierda.


¿Cuál es la opción más viable para la burguesía mexicana?

Aprovechando el capital político de AMLO ha logrado imponer a su grupo al propio PRD por encima incluso de los cardenistas y el resto de grupos que no han podido ofrecer hasta ahora ofertas serias como era de esperarse después de 17 años de haberse creado. El que esta hegemonía se logre amalgamando hasta a salinistas como el grupo de Manuel Camacho Solís no representa ningún problema, lo que cuenta es, en efecto, armar una propuesta fuerte alrededor de la cual se aglutine la burguesía nacional. AMLO ya ha avanzado mucho en este camino, por ejemplo, declarándose abiertamente de “centro” y no de “izquierda”, defendiendo tesis económicas conservadoras y prudentes; sus famosos 20 puntos de su “Programa “Alternativo de Nación” es un catálogo técnico de su propuesta y aunque en nada se diferencia de la política económica en los últimos años, lo que cuenta es además la propuesta política ideológica que trae consigo para lograr la anhelada estabilidad social tan necesaria para hacer pasar entre los explotados las medidas anticrisis que la burguesía está obligada a implementar. Ya desde 1997 AMLO dio a conocer una propuesta muy atractiva a la burguesía en estos términos: “los amarres del sistema político se han desatado, ya no funcionan las alianzas y consensos al interior del régimen, la lucha de facciones por controlar el poder divide y desestabiliza al país; el reformismo tecnocrático no sólo produjo desajustes económicos, sino que desarticuló el aparato de poder y no supo sustiturlo por otro más democrático, más generador de progreso y más equitativo”. Un diagnóstico que remató con una propuesta estratégica, “construir para México un nuevo pacto político, económico y social, y reformar, de fondo, los tres ámbitos para darle nueva viabilidad a la nación. En suma, propuso la renovación republicana que se sustentaría en tres ejes: la reforma democrática, la reforma de la política económica y la reforma social… rechazando tanto los dogmatismos estatistas como los fanatismos neoliberales” (Proceso 1485, 17.04.2005). Sin comentarios.


En cuanto a la llamada “geometría política” de la que tanto se habla ahora hay que volver al esquema con el que se ha jugado en la mayoría de los países de América Latina donde una propuesta de este tipo ha sido llevada al poder. En Brasil, por ejemplo, la burguesía encumbró a Lula pero se cuidó de apuntalar al ala “radical” “crítica” y “contestataria” a la izquierda del PT precisamente para dividir el trabajo: en el gobierno, Lula llamando a mayores sacrificios por la necesidad de implementar los mismos ataques antiobreros que se habían hecho con los anteriores gobiernos y en la “oposición” sus críticos (que ya despuntan) chillando muy fuerte contra él precisamente para administrar el descontento de las masas obreras y, sobre todo, para prever cualquier intento de que los trabajadores busquen sus propias alternativas de lucha. En cuanto a los grandes temas pendientes como las reformas estructurales la burguesía ha venido avanzando en algunas estrategias y no serían impedimento para integrar un tal gobierno. Con este tipo de jugada no sólo apuesta a que sus planes económicos caminen mejor, sino que también la campaña democrática sea renovada como nunca, incluso más que en el 2000, por la llegada al poder de una propuesta de izquierda o de centro izquierda. Es decir, una oportunidad nada desdeñable para aportar al vetusto sistema político mexicano una oxigenación de este calibre donde urge una institucionalidad política de nuevo cuño frente a la rigidez institucional del régimen actual.


Estos parecen ser los planes de la clase dominante, sin embargo, hay que estar muy atentos al comportamiento de sus diferentes fracciones pues el factor de la descomposición social generalizada es un poderoso elemento que frecuentemente trastoca, como lo hemos visto en los últimos años, sus intenciones más “racionales” Para el proletariado es importante reflexionar sobre este tipo de jugadas políticas de su enemigo de clase no por un ejercicio morboso sino para poder clarificar acerca de las condiciones en las que debe desarrollar su lucha de clases.

Junio del 2005/RR


Situación nacional: 

  • Mexico [1]

Hace 100 años, la revolución rusa de 1905, parte II

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En la primera parte de este artículo (RM 86), examinamos el contexto internacional y el marco general de la revolución de 1905 en Rusia. Cuando se delinean las más importantes lecciones de esta experiencia para la clase obrera.

En la segunda parte de este artículo, queremos regresar al carácter proletario de esos acontecimientos y a la dinámica de la huelga de masas que dio origen a nuevas formas de organización de la clase: los soviets. Debemos ver que, al principio del periodo del declive del capitalismo, la inmensa creatividad de la clase obrera debió casi nada a los sindicatos o al parlamento. La capacidad de la clase obrera de tomar el control de su destino, sobre la base de su experiencia acumulada, ya prefiguraba las nuevas responsabilidades y tareas que enfrentaba el proletariado y sus organizaciones políticas en la época de decadencia capitalista.


El carácter proletario de la revolución de 1905 y la dinámica de la huelga de masas

Los principales elementos históricos fueron delineados en la primera parte de este artículo, y solamente queremos enfatizar un punto: la revolución de 1905 tuvo un protagonista fundamental, el proletariado ruso, y toda su dinámica siguió estrictamente a la lógica de la clase proletaria. Lenin mismo fue suficientemente claro sobre esto cuando recuerda que aparte de su carácter “democrático burgués”debido a su “contenido social, la revolución rusa fue también una revolución proletaria, no solamente en el sentido en que el proletariado era la fuerza dirigente, la vanguardia del movimiento, sino también en el sentido de que una arma específicamente proletaria de lucha -la huelga- fue el principal de poner a las masas en movimiento y el fenómeno más característico del desarrollo, en la oleada de eventos decisivos”[1] [41]. Pero cuando Lenin habla de la huelga, no debemos verla como las acciones de 4, 8, o 24 horas propuestas por los sindicatos actuales en cada país en el mundo. En realidad, lo que se desarrolló en 1905 es lo que luego se llamó huelga de masas, este “océano de fenómenos”-como Rosa Luxemburgo la definió- la extensión espontánea y de autoorganización de la lucha proletaria que van a ser características de los grandes momentos de lucha del siglo XX. El ala izquierda que incluía a los bolcheviques, Rosa Luxemburgo y Pannekoek, vieron en Rusia de 1905 la confirmación de sus posiciones (contra el revisionismo de Bernstein[2] [42] y el cretinismo parlamentario), pero tuvo que emprender un profundo trabajo teórico para comprender completamente las cambiantes condiciones en la vida del capitalismo –el nacimiento de la fase del imperialismo y decadencia- que determinaron el cambio en los objetivos y los medios de la lucha de clases. Pero Luxemburgo también delineó las premisas: “La huelga de masas aparece no como un producto específicamente ruso, surgiendo del absolutismo sino una forma universal de lucha de clases del proletariado determinada por la actual fase del desarrollo capitalista y las relaciones de clase (...)la actual revolución rusa permanece en un punto de la evolución histórica que está ya en su cumbre, que es por otro lado la del punto culminante de la sociedad capitalista.”[3] [43].

La huelga de masas no es solamente un movimiento de las masas, una especie de revuelta popular abarcando a “todos los oprimidos” y que como tal sería positivo si tomáramos la palabra de los ideólogos izquierdistas y anarquistas. En 1905 Pannekoek escribía: “si se considera a las masas de una forma completamente general, todo el pueblo, parece que, en tanto que diferentes concepciones y deseos se neutralizan entre sí, lo que queda no es más que una masa sin voluntad, separada, entregada al desorden, versátil, pasiva, oscilando entre diversos impulsos, entre movimientos incontrolados y apática indiferencia- en pocas palabras lo que los escritores liberales describen del pueblo (...) Ellos no saben nada de clases. Por el contrario, la fuerza de la doctrina socialista es que ha traído orden y un marco de interpretación a la infinita variedad de individualidades humanas introduciendo el principio de la división de la sociedad en clases[4] [44]”

Mientras la burguesía y el oportunismo del movimiento obrero, dan la espalda con disgusto al “incomprensible” movimiento de 1905 en Rusia, la izquierda revolucionaria sacaría las lecciones de la nueva situación: “...las acciones de masas son una consecuencia natural del desarrollo del capitalismo moderno hacia el imperialismo, son cada vez más la forma del combate que se impone[5] [45]”.

La huelga general no es tampoco una receta acabada como la “huelga general” propuesta por los anarquistas[6] [46], sino el modo de expresión de la clase obrera, una forma de reagrupar sus fuerzas para desarrollar su lucha revolucionaria. “En una palabra, la huelga de masas, como nos muestra la Revolución rusa, no es un medio ingenioso, inventado para reforzar el efecto de la lucha proletaria, sino el movimiento mismo de las masas proletarias, la fenomenal forma de la lucha proletaria en la revolución[7] [47]”. Hoy no tenemos idea directa o concreta de lo que es la huelga de masas, con la excepción, para quienes no son tan jóvenes, de la lucha de los trabajadores polacos en 1980[8] [48]. Volvamos una vez más a Luxemburgo, quien da un lúcido y sólido marco: ”desde la primera gran huelga reivindicativa de los obreros textiles de San Petersburgo en 1896-97 hasta la última gran huelga de diciembre de 1905,se pasó imperceptiblemente del dominio de las reivindicaciones económicas al de la política, aunque es casi imposible trazar fronteras entre unas y otras. Sin embargo, cada una de las grandes huelgas de masas vuelve a trazar, en miniatura por así decirlo, la historia general de las huelgas en Rusia, comenzando por un conflicto sindical puramente reivindicativo o al menos parcial, recorriendo luego todos los grados hasta la manifestación política (...) La huelga de masas de 1905 se inició con un conflicto en el interior de las fábricas Putilov, la huelga de octubre con reivindicaciones de los ferroviarios por su caja de jubilaciones, la huelga de diciembre, finalmente con la lucha de los empleados de correos y telégrafos para obtener el derecho de asociación. El progreso del movimiento no se manifiesta por el hecho de que el elemento económico desaparece, sino más bien por la rapidez con la que se recorren todas las etapas hasta la manifestación política y por la posición más o menos extrema del punto final alcanzado por la huelga de masas.(...)el factor político y económico en una huelga de masas lejos de separarse o excluirse mutuamente (...) son dos aspectos complementarios en la lucha de clases en Rusia[9] [49]”. Aquí, Rosa Luxemburgo aborda un aspecto central de la lucha revolucionaria del proletariado: la inseparable unidad entre lucha económica y lucha política. En contraste a los que en ese tiempo decían que la lucha política significaba la cumbre, el aspecto noble (por decirlo así) de la confrontación del proletariado con la burguesía, Luxemburgo explica claramente por el contrario como la lucha económica se desarrolla desde el terreno económico al político, regresando después con severidad al terreno de la lucha reivindicativa. Todo esto queda muy claro cuando volvemos a leer los textos sobre la revolución de 1905 y sobre el periodo de la primavera y verano. De hecho vemos como el proletariado comenzó el domingo sangriento con una manifestación política pidiendo humildemente derechos democráticos; y entonces no solamente no retrocedió después de la fuerte represión sino volvió con renovada energía y fuerza, a desarrollar una lucha por la defensa de sus condiciones de vida y de trabajo. Es por lo que en los siguientes meses hubo un incremento en las luchas. Este periodo fue también de gran importancia porque, como Rosa Luxemburgo subraya, dio al proletariado la posibilidad de interiorizar, a prostreori todas las lecciones del prólogo de enero y clarificar sus ideas para el futuro.


La naturaleza espontánea de la revolución y la confianza en la clase obrera

Un aspecto particularmente importante del proceso revolucionario en Rusia en1905 fue su carácter marcadamente espontáneo. Las luchas surgieron, desarrollaron y reforzaron. Dieron nacimiento a nuevos instrumentos de luchas tales como la huelga de masas los soviets sin los partidos revolucionarios del periodo manejando con los eventos o aún al principio, de comprender completamente las implicaciones de lo que estaba sucediendo. La fuerza del proletariado en el movimiento en defensa de sus propios intereses es formidable y contiene en ella una extraordinaria creatividad. Lenin reconoció esto en la evaluación que hace de la revolución de 1905 un año más tarde, “De la huelga y de las manifestaciones se pasa a la construcción de barricadas aisladas. De barricadas aisladas a la construcción de barricadas en masa y luchas callejeras contra las tropas. Pasando por encima de la cabeza de las organizaciones, la lucha proletaria de masas fue de la huelga a la insurrección. Esta es la más grande adquisición histórica de la revolución rusa, adquisición debida a los acontecimientos de diciembre de 1905 y realizada, como todas las precedentes al precio de enormes sacrificios. El movimiento fue elevado de una huelga política general a una etapa más alta. Ello obligó a la reacción a ir al límite en su resistencia, y ha sido así como el movimiento ha acercado extraordinariamente el momento en que la revolución también irá hasta el final en el empleo de sus medios ofensivos. La reacción no puede ir más allá del bombardeo de las barricadas, edificios y multitudes. Pero la revolución puede ir mucho más allá que las unidades de combate voluntarios de Moscú, puede ir mucho, mucho más allá en amplitud y profundidad (...) Le proletariado percibió mucho más rápido que sus líderes el cambio en las condiciones objetivas de la lucha y la necesidad de una transición de la huelga a la insurrección. Como siempre sucede, la práctica marcha delante de la teoría.[10] [50]”

Este pasaje de Lenin es particularmente importante hoy dado que muchas dudas experimentadas por elementos politizados, y hasta cierto punto, en las organizaciones proletarias, están ligadas a la idea de que el proletariado nunca logrará emerger de la apatía en la cual muchas veces parece haber caído. Lo que sucedió en 1905 da la orientación a esta idea en una forma muy sorprendente; y el asombro que sentimos cuando vimos que la lucha de clases fue espontánea simplemente expresa una subestimación del profundo proceso que toma lugar en la clase, la maduración subterránea de la conciencia, de lo que Marx hablaba cuando del “viejo topo”. Confianza en la clase obrera, en su capacidad de dar una respuesta política a los problemas que afligen a la sociedad, es una cuestión primordial en el periodo presente. Luego de la caída del muro de Berlín y la campaña burguesa que le siguió alrededor de la derrota del comunismo, erróneamente asimilada al infame régimen estalinista, la clase obrera está experimentando difícilmente reconocerse así misma como una clase y consecuentemente en identificarse con un objetivo, una perspectiva, un ideal por el cual luchar. Esta falta de perspectiva automáticamente produce un descenso de la combatividad, un debilitamiento de la convicción de que es necesario batirse, porque no se lucha por algo sino cuando hay un objetivo que alcanzar. Por eso es por lo que hoy, la ausencia de claridad sobre la perspectiva y la falta de confianza en sí misma por parte de la clase obrera están fuertemente relacionadas. Pero sobre todo es en la práctica donde puede superarse una situación así, a través de la experiencia directa que la clase obrera realizará de sus posibilidades y de la necesidad de luchar por una perspectiva. Esto es lo que se produjo precisamente en Rusia en 1905 cuando: “En unos cuantos meses cambiaron las cosas de arriba abajo. Los pocos cientos de revolucionarios socialdemócratas fueron “de repente” miles y esos miles se volvieron dirigentes de dos o tres millones de proletarios. La lucha proletaria suscitó una gran efervescencia e incluso, en parte, un movimiento revolucionario en lo más profundo de la masa de los cincuenta a cien millones de campesinos; el movimiento campesino tuvo repercusiones en los ejércitos lo cual llevó a revueltas militares y oposiciones armadas entre las tropas[11] [51]”

Y eso no sólo era una necesidad para el proletariado en Rusia, sino para el proletariado mundial, incluido el más desarrollado, el proletariado alemán:

En la Revolución, en donde la masa misma aparece en el ruedo político, la conciencia de clase se hace concreta y activa. Y es así como un año de revolución ha dado al proletariado ruso esa “educación” que treinta años de luchas parlamentarias y sindicales no han podido dar artificialmente al proletariado alemán (...) Pero, a la inversa, también es cierto que en Alemania, en un periodo de acciones políticas enérgicas, se apoderará de las capas más amplias y profundas del proletariado un vivo instinto de clase revolucionario, deseoso de actuar, y esto se realizará tanto más rápidamente cuanto más fuerte haya sido la influencia educadora de la socialdemocracia[12] [52]”.

Hoy podemos decir, parafraseando a Rosa Luxemburgo, que también es cierto que hoy en el mundo, en un periodo de crisis económica profunda y ante la incapacidad patente de la burguesía para hacer frente a la quiebra de todo el sistema capitalista, un sentimiento revolucionario activo y vivo se apoderará de los sectores más maduros del proletariado mundial. Y así será sobre todo en los países de capitalismo avanzado, en los cuales la experiencia de la clase ha sido más rica y arraigada y en las que están más presentes unas fuerzas revolucionarias, eso sí, todavía débiles. Esta confianza en la clase obrera que hoy expresamos no es un acto de fe, ni procede de una especie de ceguera mística, sino que se basa precisamente en la historia de nuestra clase y en su capacidad de reanudación, a veces sorprendente, en medio de un aparente letargo. La dinámica con la que se produce la maduración de la conciencia proletaria es a veces oscura y difícil de comprender. Pero también es cierto que la clase obrera estará históricamente obligada, por el lugar que ocupa en la sociedad de clase explotada y a la vez revolucionaria a levantarse contra la clase que la oprime, la burguesía, y en la experiencia de ese combate volverá a encontrar esa confianza en sí misma que hoy le falta:

“antes, teníamos una masa impotente, dócil, inerte como un cadáver, frente a la fuerza dominante, la cual sí está bien organizada, sabe lo que quiere, y manipula a la masa a su conveniencia; y resulta que esa masa se transforma en humanidad organizada, capaz de decidir su propio destino ejerciendo su voluntad conciente, capaz de hacer frente con empecinamiento al viejo poder dominante. Era pasiva y se vuelve masa activa, organismo dotado de vida propia, cimentado y estructurado para sí mismo, dotado de su propia conciencia, de sus propios órganos[13] [53]”

Paralelamente a la confianza de la clase obrera en sí misma, aparece necesariamente otro factor crucial de la lucha del proletariado: la solidaridad en sus filas. La clase obrera es la única clase verdaderamente solidaria por su propia esencia, porque en su seno no hay intereses económicos divergentes, contrariamente a la burguesía, clase de la competencia y cuya solidaridad sólo llega hasta los límites nacionales o, también, contra su enemigo histórico, el proletariado. La competencia en el seno del proletariado le viene impuesta por el capitalismo, pero la sociedad de la que es portador es una sociedad que acabará con todas las divisiones, una verdadera comunidad humana. La solidaridad proletaria es un arma fundamental de la lucha del proletariado; fue una de las bases del impresionante cambio que se produjo en 1905 en Rusia: “la chispa que provocó el incendio fue un conflicto corriente entre capital y trabajo: la huelga en una fábrica. Pero cabe señalar que la huelga de los 12 000 obreros de Putilov, desencadenada el lunes 3 de enero, fue ante todo una huelga proclamada en nombre de la solidaridad proletaria. La causa de ella fue el despido de 4 obreros. “Cuando fue rechazada la petición de readmisión –escribe un camarada de Petesburgo el 7 de enero- la fábrica se paró de inmediato, por unanimidad total[14] [54]”.

No es por casualidad si hoy la burguesía hace todo por degradar la noción de solidaridad presentándola como “humanitaria” o con los adornos de “la economía solidaria”, última moda del “nuevo movimiento” altermundista, que hace todo por desviar la toma de conciencia que se está fraguando en las entrañas de la sociedad sobre el callejón sin salida que es el capitalismo para la humanidad. Si la clase obrera en su conjunto no es hoy todavía conciente de la fuerza de la solidaridad, la burguesía, en cambio, no ha olvidado las lecciones que el proletariado le ha infligido en la historia.

“En la tempestad revolucionaria, el proletario, el padre de familia prudente, preocupado por asegura su asistencia, se transforma en “revolucionario romántico” para el que el bien supremo mismo –la vida- y menos todavía el bienestar material tienen poco valor en comparación con el ideal de la lucha. Si es pues verdad que la dirección de la huelga le corresponde al periodo revolucionario en el sentido de la iniciativa de su desencadenamiento y de los problemas de mantenimiento, también es cierto que en un sentido muy diferente, la dirección en las huelgas de masas le incumbe a la socialdemocracia y a sus órganos directivos.(...)La socialdemocracia está llamada, en un periodo revolucionario, a tomar la dirección política. La tarea más importante de “dirección” en el periodo de huelga de masas, consiste en dar la consigna de la lucha, orientarla, ajustar la táctica de la lucha política de manera que en cada fase, en cada instante del combate se haga realidad y se ponga en actividad la potencia total del proletariado ya comprometido y lanzado a la batalla[15] [55]”. Durante 1905, los revolucionarios a menudo (llamados en aquella época socialdemócratas) fueron sorprendidos, rebasados, superados por el ímpetu del movimiento, su novedad, su imaginación creativa y no siempre supieron darle consignas de las que habla Luxemburgo, “en cada fase, en cada instante”, e incluso cometieron errores importantes.

Sin embargo, la labor revolucionaria de fondo que llevaron a cabo antes y durante el movimiento, la agitación socialista, la participación activa en la lucha de su clase fueron factores indispensables en la Revolución de 1905; su capacidad, después, para sacar las lecciones de esos acontecimientos preparó el terreno de la victoria de 1917.


Ezechiele, 5 de dic, 2004.



[1] [56]V. I. Lenin: “Las lecciones sobre la revolución de 1905”.

[2] [57]En la Socialdemocracia alemana, Bernstein promovió la idea de una transición pacífica al socialismo. Su corriente fue calificada de revisionista. Rosa Luxemburgo luchó contra esta como expresión de una peligrosa desviación oportunista afectando al partido en su folleto Reforma o Revolución.

[3] [58]Rosa Luxemburgo: “Huelga de masas, partido y sindicatos”.

[4] [59]Marxismo y Teología, publicado en la Neue Zeit en 1912.

[5] [60]A. Pannekoek: “Acción de masas y Revolución”, en Neue Zeit, 1912.

[6] [61]Ver nuestro artículo: “Las condiciones para la generalización de la lucha de la clase obrera” en la Revista Internacional No. 26, tercer trimestre de 1981.

[7] [62]R. Luxemburgo: “Huelga de masas...”

[8] [63]Ver nuestro artículo sobre Polonia en 1980 en la Revista Internacional.

[9] [64]R. Luxemburgo: Huelga de masas...”

[10] [65]V: I. Lenin: “Lecciones sobre la insurrección de Moscú”. 1906.

[11] [66]V. I. Lenin: “Balance sobre la revolución de 1905”.

[12] [67]R. Luxemburgo: “Huelga de masas...”

[13] [68]A. Pannekoek: “Acción de masas y Revolución”.

[14] [69]V. I. Lenin: “Huelga económica y huelga política”.

[15] [70]R. Luxemburgo: “Huelga de masas...”

Historia del Movimiento obrero: 

  • 1905 - Revolución en Rusia [33]

Inicio de un debate: cooperativas y autogestión, falsos métodos de lucha

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En RM 86, ante la conformación de la cooperativa llantera de Euzkady, y los gritos del izquierdismo anunciando un “gran triunfo” de los trabajadores, hacíamos una toma de posición rápida, denunciando la maniobra, no obstante, como lo decíamos, es necesario profundizar sobre ello, lo cual rápidamente se confirmaba por las preguntas que sobre este asunto ha hecho un joven lector a nuestro correo electrónico, y la interesante toma de posición que el circulo “Comunismo o Barbarie” hace al respecto, y que reproduciremos más abajo, como una contribución a esto que ya de hecho se ha tornado en un debate más amplio. Así pues, de manera inicial presentamos algunos elementos que ayuden a ese proceso de reflexión.


De frente a los resultados de la crisis capitalista, traducidos en más penurias a todos los niveles para la clase trabajadora: desde el desempleo hasta la guerra, los ideólogos de la izquierda de la burguesía e izquierdistas se lanzan a proponer “formas de resistencia o de lucha” que muestran el intento deliberado de ignorar o de modificar la historia, al producir una cortina de humo que trata de ocultar la necesidad de destruir al capitalismo. Entre esas formas falsas de “resistencia” se encuentra la propuesta de la Autogestión, la cual, no es sino una variante de la ideología que valida, abierta o veladamente, la existencia de este sistema de explotación. La Autogestión se erigen como alternativa que según los anarquistas y sus apologistas puede llevarse a cabo en los marcos democráticos, en tanto que, al igual que en el feudalismo se construyó la estructura económica del capitalismo, así pretenden que las “comunidades libertarias” o las cooperativas, irán extendiéndose gradualmente hasta transformar el mundo. Esta idea es muy socorrida y fomentada porque no representa ningún peligro para la clase dominante, por el contrario, es otro pozo sin fondo al que pueden ir a parar las aspiraciones, las energías y las ansias de luchar de varias generaciones.


Colectividades anarquistas de 1936: ejemplos de explotación, no de lucha

La idea de la Autogestión no es original, ni es nueva. Ya la historia ha recorrido sus caminos y mostrado sus resultados de manera práctica, ejemplo de ello es España 1936, que se busca presentar como argumento que valida los mecanismos autogestionarios, sin embargo, la realidad es otra: las colectividades del 36 no fueron un medio de la revolución proletaria, sino un instrumento de la contrarrevolución burguesa; no fueron la organización de la nueva sociedad, sino la tabla de salvación de la vieja que se mantuvo con todo su salvajismo; esta reflexión expone la solidez teórica y la fuerza para defender los principios de clase por parte de la Izquierda Comunista: “... la clave del fracaso proletario y de su aislamiento y alistamiento a la barbarie de la guerra civil estuvo en que las fuerzas republicanas –Catalanistas, Frente Popular y sobre todo la CNT y POUM- consiguieron impedir a los obreros dar el paso decisivo –DESTRUIR EL ESTADO CAPITALISTA- encerrando a los obreros en la simple expropiación de las empresas convirtiéndolas en ‘COLECTIVIDADES REVOLUCIONARIAS’ las cuales al mantenerse dentro del Estado Capitalista, dejándolo intacto, no sólo se vuelven inútiles para los obreros sino que se convierten en un medio de sobreexplotación y control por el capital...

Por ello las expropiaciones obreras quedaban integradas en el marco del capitalismo de estado” (Bilan)

Los “logros” que esas colectividades alcanzaron no fueron otros que la disminución de los salarios, aumento de los precios, desempleo, incremento de la jornada laboral y aceleración de los ritmos de trabajo, en suma, aumento brutal de la explotación, que además era reconocido y avalado por el mismo Estado capitalista, mediante el Decreto de colectivizaciones (24/10/36).


La emancipación de la clase obrera, no pasa por la autogestión

En la actualidad, esos llamados a la “autogestión” como una vía al cambio revolucionario, son veneno potenciado por las condiciones actuales del capitalismo. La falta de esperanza ante un futuro desolador hace víctimas de este discurso a jóvenes y trabajadores de todas las edades que esperan aún tener una respuesta inmediata en estas formas de “organización” que se concretan en dos vertientes fundamentales: las empresas capitalistas disfrazadas de colectividades o cooperativas, como las que han surgido en Argentina (y son pintadas como grandes logros), y las comunidades anarquistas o anarquizantes, que son formaciones anacrónicas que pretenden evadir las leyes del capital, tal como lo pregona el EZLN en sus “zonas productoras” (o en su “plan” Tijuana-realidad, en el que promueven la “resistencia” mediante el consumo).

Es indudable que cualquier manera en que se exprese, tales formas de producción no son sino empresas capitalistas disfrazadas. Estas formas de producción de mercancías reproducen el mismo principio de la explotación capitalista...

Por eso insistimos, no basta con cambiar la forma de producción, hay que transformar las relaciones sociales de producción. Por ello en nuestra Plataforma afirmamos: “... la autogestión o sea la gestión de la empresa por los obreros en el seno de una sociedad que continúa siendo capitalista, si en el siglo pasado era ya una utopía pequeño burguesa, hoy constituye una mistificación claramente capitalista... tiene como fin hacer aceptar a los obreros las dificultades de las empresas golpeadas por la crisis y hacerles organizar las modalidades de su propia explotación”. Pero además, tal autogestión conduce a la división de la clase obrera, “... encerrándola y aislándola fábrica a fábrica, barrio a barrio, ramo a ramo, ata a los obreros a las preocupaciones por la economía capitalista que ellos tienen como tarea destruir, desvía al proletariado de la primera tarea que hace posible su emancipación: la destrucción del aparato político del capital y la implantación de la dictadura a escala mundial”.

Cualquier experiencia que cooperativista que analicemos, desde Euskal Herria de España, de Pascual y Euskady en México, de Venepal en Venezuela, hasta Zanon en Argentina, no deja de expresar un proceso de explotación, y por tanto la manifestación de las leyes capitalistas.

Pero aún si suponemos que al inicio de la formación de una estructura autegestionaria es motivada por “buenos deseos” por dar una respuesta a la explotación capitalista, estas se engranan a un sistema que es movido por la competencia, que les exige cumplir las exigencias del mercado, lo cual hace que abandonen pronto sus utópicos sueños de construir una forma de producción diferente... Por eso los promotores de estas pretendidas formas de resistencia lo único que buscan esos sirvientes fieles al capital es desviar la combatividad de los trabajadores a terrenos estériles y atarlos nuevamente a la cadena de la defensa de la empresa, es decir, de su propia explotación. Lo que buscan, es desviar el camino de jóvenes que están en la búsqueda de una alternativa a la destrucción de la humanidad hacia pozos sin fondo impidiendo así que se unan a la única clase y perspectiva revolucionaria.

RM, junio-2005


Como parte de esta discusión reproducimos extractos muy grandes de una toma de posición del Circulo “Comunismo o Barbarie”:


Ni cooperativas, ni autogestión, ni coparticipación empresarial

La tarea de los explotados es destruir el capitalismo

El cooperativismo es una falsa alternativa frente a la explotación capitalista.


Frente al aparente triunfo de los trabajadores de Euzkadi, nos atrevemos a afirmar que el resultado obtenido está lejos de ser un triunfo, pues persiste la idea de que la coparticipación en la empresa ha solucionado el problema que persiste sobre los trabajadores: el empeoramiento de sus condiciones de vida.


La planta ha sido reabierta, solo la mitad de los trabajadores despedidos ha vuelto a la planta (...) 50 % de las acciones quedarán en manos de los trabajadores y la otra mitad tendrán que compartirla con la empresa Llanti Systems (...) El negocio contará con la asistencia técnica de Continental Tire y además se convertirán en compradores de materias primas de esta empresa. Estas son las medidas que el sindicato e izquierdistas pregonan como “solución”. Pero tal negociación no es un triunfo. Puede paliar momentáneamente los efectos de más de dos años sin salario, pero como ya se intuye “habrá que trabajar el doble”, es decir, la explotación que pesa sobre los trabajadores se tendrá que intensificar para salvar la empresa en la que hoy se presentan como co-accionistas (...)

No deba extrañar que empresas cooperativas como Boing, sean hoy en día verdaderas copias en escala menor de las empresas refresqueras con las que compite. Es notoria la gran desigualdad que hay entre los “socios” y los “empleados” de esta empresa, donde existe en realidad una relación de patronos y explotados, y donde muchos de los “no socios” son echados a la calle, despedidos, como en cualquier otra empresa capitalista.


Las cooperativas y empresas “autogestionadas” se someten, aun contra su voluntad, a las leyes del capital

No basta la buena disposición de los trabajadores para que desaparezca la explotación dentro de las nuevas condiciones de la empresa. Las empresas, aún bajo “control obrero” dentro del capitalismo, se ven obligadas a someterse a las leyes económicas, esto es, a las leyes del capitalismo, a la ley del salario y al resto de los males que pesan sobre los trabajadores.

En 1900, Rosa Luxemburgo advertía que: “en la economía capitalista la producción depende en una gran extensión de las posibilidades del mercado. Como resultado de la competencia, el control completo del proceso de producción por los intereses del capital, es decir, la explotación despiadada, llega a ser una condición para la supervivencia de cada empresa. El dominio del capital sobre el proceso de la producción se expresa de las siguiente maneras. El trabajo es intensificado. La jornada diaria se prolonga o acorta según la situación del mercado. Y dependiendo el mismo trabajo de las exigencias de éste, en ocasiones se le emplea y en otras se le arroja a la calle. Dicho de otro modo, todos los métodos se ponen en práctica para capacitar a una empresa en la lucha contra sus competidores en el mercado. Los trabajadores organizados en cooperativas en el campo de la producción se enfrentan así con la necesidad contradictoria de gobernarse a sí mismos con el mayor absolutismo. Están obligados a tomar para sí el papel de empresarios capitalistas, contradicción que ocasiona el fracaso de las cooperativas de producción, las cuales devienen en empresas capitalistas puras o terminan por disolverse, si sigue el predominio de los intereses de los trabajadores.” (Rosa Luxemburgo, Reforma o revolución. Subrayado nuestro).

Hay además un sector fuertemente interesado en presentar a las cooperativas como alternativa: la burguesía. Nos parece que no es gratuito que haya sido un funcionario de la Secretaría del Trabajo, Mario Rechy, quien haya propuesto esta vía como “solución”, y que a través de los intelectuales se generen tantas expectativas a esta vía como medida para ocultar la causa de que haya millones de trabajadores echados a la calle y que, a través de esta mistificación se presente al capitalismo como alternativa a la miseria creciente a la que nos hunde el capitalismo: “el cooperativismo no está muerto en México y [...] mediante él, el país puede intentar atender con energía la tarea de crear empleos, que es uno de los lastres del proceso actual de la economía [...] Sólo por el hecho de que el cooperativismo puede sostener el empleo actual, aunque nada indica que no pueda crear nuevos empleos, vale la pena incurrir en este tipo de soluciones. Con lo ocurrido en la llantera Euzkadi se demuestra que la cooperativa es viable en México, como modelo de empresa social, incluso aliado a la empresa privada, pese a los ramalazos que en su contra le han atizado las fuerzas del capitalismo salvaje y el "mercado libre", así como la desatención y el olvido oficiales (...)

(...) Palabras más, palabras menos, lo que buscan es el sostenimiento del capitalismo, su supuesta “humanización”, pero ante todo, evitar que se vea que el problema fundamental está en la explotación capitalista.


¡Desmitificar los falsos triunfos!

El avance más inmediato está en la continuidad, extensión y generalización de las luchas obreras y su convergencia en un objetivo: la destrucción del capitalismo.

Comunismo o Barbarie

Junio-2005



Geografía: 

  • Mexico [31]

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • "La Autogestión" [71]

Movilizaciones magisteriales: la CNTE sigue fiel a su tradición de sabotaje y división de la lucha proletaria

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A fuerza de repetirlas año con año, pareciera que son ya intrascendentes las movilizaciones de la CNTE tanto en los estados como en la capital, pero no por ello dejaremos en esta enésima ocasión la oportunidad vital de denunciar la maniobra que la CNTE ha realizado en el movimiento magisterial.

Sin duda para los maestros honestos que participan en estas movilizaciones anuales de la CNTE con el deseo real de intentar expresar su coraje, su indignación hacia un sistema que los condena a la miseria, y por ello pretendiendo luchar por algunas ventajas para todos los maestros, resultará doloroso constatar en estas líneas que una vez más la CNTE los ha “movilizado” sólo para desfogar su coraje y desgastar su combatividad, tal como lo ha hecho desde que surgió en diciembre de 1979, montándose en las movilizaciones masivas del magisterio. Al igual que entonces, hoy continúa jugando con provocaciones que terminan en la represión física, con detenciones, despidos y con acuerdos parciales que los líderes seccionales de la CNTE nos las quieren vender como victorias.

Este año en que con toda claridad se intenta avanzar en los ataques de la burguesía a las condiciones de vida y de trabajo de los asalariados y después de golpear a los trabajadores del IMSS, Estado y sindicatos ponene ahora la mira en la reforma a la ley del ISSSTE, ahí la CNTE asumirá el papel para el cual el capital la ha creado: un saboteador radical de las luchas con un lenguaje de “izquierda”.


La CNTE sabotea y divide las luchas magisteriales

La táctica actual fue un poco diferente pero no menos nefasta, las movilizaciones en la capital disminuyeron pero se concentraron en los diferentes estados siguiendo la misma estrategia de “radicalización- desgaste- aislamiento”. La CNTE provocó un paro de labores que se inició en Chiapas y Yucatán el 2 de mayo; después de marchas, mítines, bloqueos de carreteras, amenazas de despidos etc., el paro se levanta después de 20 días y las movilizaciones se suspenden cuando aún no iniciaba las movilizaciones en otros estados importantes. Así, cuando éstas últimas se realizan es a destiempo, Oaxaca y Michoacán se enfrascan en la misma táctica, levantando el paro a principios de junio. En Guerrero, parte de Hidalgo Tabasco, Tlaxcala, Zacatecas y Jalisco, se mantienen en realidad separadas, sin relación una con otra. Es así como la CNTE sabotea la lucha a dos niveles: primero aisla a los mismos maestros espaciando sus luchas en el tiempo y en el espacio y, segundo, aisla al conjunto de este sector del resto del proletariado, como si los maestros tuvieran intereses “exclusivos” e inculcándoles la venenosa ideología de que son “clase media” y por tanto “no proletaria”.

El esquema en esta ocasión es claro: un sector magisterial de tradición de lucha tenía que ser provocado para que reaccionase, radicalizarlo y poder llevarlo a movilizaciones que aparentemente fueran muy combativas. Así fue como los mentores de Chiapas principalmente se enfrentaron al gobierno estatal de Mendiguchia (gobernador de coalición donde participa el PRD) soportando los ataques y amenazas de toda índole, luego de una gran desgaste el sindicato (CNTE) les conduce al levantamiento del paro, una vez “aplacado” este sector dejaron a que otros estados iniciaran sus movilizaciones. El objetivo es por un lado crear un sentimiento de euforia en algunos sectores haciéndoles creer que son lo suficientemente fuertes para detener las reformas al ISSSTE, y por otro, desmoralizar a otros sectores para hacerles creer que toda lucha es en vano, que “no sirve luchar”. En el periodo actual cuando la clase obrera a nivel mundial empieza a desarrollar su combatividad y a tratar de reencontrarse con su identidad de clase, con la confianza en sí misma, es decir, reencontrarse con un proletariado que es capaz de enfrentar la quiebra del capitalismo en tanto que clase unida en y por la lucha. Es por ello que la burguesía está tratando de desmoralizar a la clase obrera sector por sector.


La historia demuestra el carácter antiproletario de la CNTE


Sin entrar en detalles, diremos que la naturaleza real de la CNTE se ha mostrado constantemente. Por ejemplo, en las luchas de finales de los 80 cuando los maestros desarrollaron importantes luchas intentando expresar una tendencia a la autoorganización; allí donde surgieron comités sin relación con la CNTE inmediatamente estos comités eran cercados por los efectivos de la “coordinadora”, supuestamente para aportar las lecciones del pasado pero en realidad asfixiaban a estos comités a tal grado que muchos maestros abandonaban el esfuerzo por tomar en sus propias manos la dirección de la lucha y mañosamente los de la CNTE se montaban en la lucha. Luego, en su plan antiproletario nos venden derrotas como si fuesen victorias, recordemos que después reunidos en la UNAM en abril de 1989 al conocer la caída de Jongitud, gritaron: “lo quiera o no lo quiera vanguardia va pa’ fuera”, con lo cual la CNTE manifiesta que uno de los mayores logros fue… ¡la caída de Jongitud! a sabiendas de que esta caída fue una estrategia del propio sistema encumbrando a Elba Esther Gordillo y desplazando a la vieja nomenclatura sindical como parte de las reformas que la burguesía introducía para flexibilizar y adaptar todas sus estructuras políticas (la destitución de “La Quina”, Jongitud y después la creación de la UNT en contrapeso al Congreso del Trabajo, eran expresiones de esas “reformas del Estado”).

Hasta la fecha hemos constatado como, «...la CNTE como parte de una estrategia estatal para mantener el control del sector de maestros (...) cumple su papel radical para encuadrar a miles de maestros que se oponen abiertamente al SNTE (...) y encuentran en la CNTE los espacios para desfogar su descontento. Sin embargo, en lugar de encontrar un marco organizativo para encausar una lucha verdadera en el terreno de los intereses salariales en general, lo que encuentran es el complemento del sindicato oficial, que los entrampa en acciones que desde el principio los ata de manos para evitar que destaquen sus propias formas de lucha obrera.» (RM 57 julio agosto de 2000). En efecto, la CNTE año con año , amontona a los maestros en el centro del DF y los lanza a movilizaciones y escaramuzas estériles, para luego regresarlos a sus lugares de origen sin haber obtenido nada, «en lugar de desplegar su potencial combativo planteándose la extensión y unidad con otros trabajadores, los maestros son llevados desde el principio al terreno de la burguesía para desgastar su potencial y desmoralizarlos previniendo intentos propios e independientes para luchar por sus intereses.»(ídem). Un ejemplo claro fue la “toma” del Palacio Legislativo a principios de 1999 (véase RM 49), en donde son detenidos 5 líderes y son amenazados con 50 años de prisión, de inmediato la CNTE “olvidó” (sic) el aumento salarial, y desarrolló una campaña mediatizadora por la liberación de los detenidos, y cuando son liberados (líderes que a la burguesía le conviene más que estén libres) se presentó esto como una “gran victoria”.


Otro aspecto a través del cual la CNTE ha desplegado su labor antiobrera lo encontramos en que «la CNTE llegó al extremo de realizar una encuesta por la “defensa de la educación Publica” a través de la cual supuestamente recogería el sentir del pueblo para proseguir su movilización» (ídem). Haciendo aparecer sus luchas como “expresión de la voluntad popular”, la CNTE nos muestra que su naturaleza no difiere en nada del conjunto de la democracia burguesa que pretende hacer pasar la dictadura del capital sobre el trabajo asalariado como “una expresión de la voluntad del pueblo”. En cuanto a la defensa de la “educación pública” sabemos de lo estéril de esta consigna que no ataca, ni siquiera tangencialmente, los fundamentos de la explotación capitalista.

Por otra parte, el pretendido juicio a Elba Esther Gordillo «es una nueva consigna que va a ser un excelente terreno para dar brillo a la combatividad de la CNTE para desviar el descontento de los maestros» (RM 72 ene- feb. 2003), en consecuencia, la CNTE debe presentar una careta de incorruptible. Es evidente que la CNTE va a explotar este aspecto en el futuro inmediato. “oponiéndose”, “criticando” y “saboteando” las campañas del SNTE y de la “profesora”; así, no hará otra cosa que complementar la tarea de engañar a los proletarios al “engordar el caldo” de un terreno donde los obreros nada tienen que ganar y sí todo que perder.

Los ataques que el capital a nivel internacional está llevando a acabo contra los trabajadores, necesitan de las maniobras del Estado capitalista y de sus mejores armas antiobreras. Por ello se pretende que la CNTE pueda lavar sus ropajes para continuar representando el papel de “luchadora social” y para conseguirlo, se esgrimen esquemas contestatarios y patrioteros; “castigo a los culpables”, “defensa de la educación pública”, contra la municipalización, contra los “neoliberales” planes de estudio que eliminan “nuestra historia patria”, etc., etc.


Así pues, el papel de saboteador que la CNTE ya esta desplegando está y estará a la misma altura de la gravedad de los ataques presentes y futuros. El Estado necesita de un aparato mistificador y en la CNTE tiene un fiel guardián que ya se ha mostrado ser bastante efectivo. Una lucha que realmente enfrente los ataques actuales y que esté en condiciones de detenerlos será el resultado de un largo combate contra todas las estructuras sindicales, sean éstas oficiales o disidentes, de izquierda o de derecha.

Vania, 11 junio de 2005.



Situación nacional: 

  • Mexico [1]

Revolución Mundial nº 88, septiembre-Octubre 2005

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Ejecución sumaria en el metro de Londres, la burguesía democrática prepara sus escuadrones de la muerte

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Viernes 22 de julio, los policías han abatido con 5 balas de revólver, disparadas a bocajarro, a Jean Charles de Menezes, un electricista brasileño de 27 años. El “crimen” de este joven obrero consiste en que estuvo en un lugar inoportuno en un momento inoportuno y, quizá –pues hay razones para dudar de la versión oficial- el haberse dado a la fuga ante un grupo de policías que lo habían tomado por un “peligroso terrorista”. Todo esto no ocurre en una favela de Río de Janeiro y los pistoleros no pertenecen a un Escuadrón de la Muerte, que, en Brasil y en otros países del Tercer Mundo, gozan de carta blanca de las autoridades para “limpiar” los “asociales” (pequeños delincuentes u opositores políticos). Esto ocurre en Londres, la capital del país “más democrático del mundo”, cuyos policías son los famosos “bobbis”, reputados por su bonhomía, funcionarios de la policía más prestigiosa del mundo, Scotland Yard.

Evidentemente, este crimen ha provocado una cierta emoción entre los portavoces de la clase burguesa: el Financial Times habla de «un viraje potencialmente peligroso tomado por las fuerzas de seguridad»; desde luego, el jefe de la policía londinense, Sir Ian Blair, ha lamentado esta “torpeza” y ha presentado sus condolencias a la familia de la víctima. En fin, una encuesta ha sido abierta para “establecer la verdad”, incluso es posible que uno o dos policías sean sancionados por no saber distinguir entre un brasileño católico y un pakistaní musulmán. Sin embargo, los verdaderos responsables del crimen no son los pistoleros que han apretado el gatillo. Si han podido asesinar al joven Jean Charles es porque habían recibido la orden de “tirar a matar”.

Las explicaciones no faltarán, marcadas por la sutil hipocresía que caracteriza a la clase dominante británica. Según Sir Ian Blair, «no hay nada gratuito, no ha habido la menor ligereza. No hay una política de “tirar a matar”, lo que hay es “una política de tirar a matar para proteger [1] [72]. Su predecesor, John Stevens, que no tiene ninguna necesidad de utilizar eufemismos, había dado la pauta hace unos meses: «no hay más que un medio seguro para detener a un kamikaze decidido a cumplir su misión: hay que quemarle la cabeza directamente y de forma total. Esto significa apuntar a la cabeza con una potencia devastadora, matarlo en el acto»[2] [73]. Pero este discurso no es privativo de los policías, tenemos al “ultra-izquierdista” alcalde de Londres, Ken Livingstone, que justifica el asesinato en estos términos: «Si tenemos delante un kamikaze potencial que puede activar una carga de explosivos, la política que se aplica es la de tirar a matar»[3] [74]

El argumento del “kamikaze decidido a cumplir su misión” es un pretexto falaz. Cuando las tropas británicas disparaban a irlandeses inocentes que habían tomado por terroristas, no era porque los verdaderos terroristas del IRA fueran kamikazes (la religión católica reprueba el suicidio). En realidad, para el Estado capitalista, en Gran Bretaña y en todos los países llamados “democráticos”, los actos terroristas, como los del 7 y 21 de julio, sirven siempre para reforzar las medidas de represión, para avanzar en la puesta en marcha de métodos que son propios de regímenes “totalitarios” y sobre todo para habituar a la población a tales métodos. Es lo que ha pasado en Estados Unidos después del 11-S del 2001. Y también en Francia en 1995 tras los atentados atribuidos a los “Grupos Islámicos Armados” procedentes de Argelia. Para la propaganda oficial de la clase dominante es preciso elegir: bien aceptar una presencia cada vez más agobiante de la policía en todos los momentos y en todos los lugares de nuestra vida, bien “hacerle el juego al terrorismo”.

Hoy, en Gran Bretaña, esta omnipotencia de la policía alcanza una de sus cotas más extremas: los agentes no solamente tienen el derecho sino la orden de matar a cualquiera que les parezca sospechoso a poco que no obedezca inmediatamente sus requerimientos. Y esto sucede en el país que ha inventado desde 1679 el “habeas corpus”, es decir, la prohibición de toda detención arbitraria.

Tradicionalmente, en Gran Bretaña, de la misma manera que en los países “democráticos”, no se podía meter en prisión a una persona sin antes haberla presentado ante un juez. Hoy, en este país, hay personas detenidas en la cárcel de Berlmash –cerca de Londres- y que han sido encarceladas sin proceso. Hoy, las personas pueden ser asesinadas directamente en la calle sin proceso alguno[4] [75]

Por el momento, el blanco oficial de estas medidas son los “terroristas kamikazes”. Pero sería un terrible error creer que la burguesía, la clase que dirige la sociedad, se va a limitar a ellos. La historia ha demostrado repetidas veces que esta clase social cuando se siente amenazada no vacila en saltarse a la torera sus grandes principios “democráticos”. En el pasado, estos principios fueron el instrumento de su combate contra la arbitrariedad de la clase aristocrática. Después, cuando dominó la sociedad completamente sin verse amenazada, supo conservarlos como ornamentos para engañar a las masas explotadas y hacerles aceptar la explotación. Así, en el siglo XIX, la burguesía inglesa pudo pagarse el lujo de dejar entrar en Gran Bretaña a los refugiados de las revoluciones vencidas en el continente, como ocurrió con los obreros franceses víctimas del aplastamiento de la Comuna de París en 1871.

Hoy, no son los terroristas islámicos los que representan una amenaza para la burguesía. Las principales víctimas de este terrorismo criminal son los obreros y los empleados que toman el metro para dirigirse a sus trabajos o los que trabajaban en las oficinas de las Torres Gemelas. Además, el terrorismo, gracias al horror legítimo que inspira en la población, ha constituido un excelente pretexto para toda una serie de Estados para justificar aventuras imperialistas en Afganistán o Irak.

La única fuerza de la sociedad que puede amenazar a la burguesía es la clase obrera. Por el momento, los combates obreros están muy lejos de amenazar el orden burgués. Pero la clase dominante sabe que la crisis sin solución de su sistema y los cada vez más violentos ataques que esta última le obligará a adoptar contra los proletarios empujará a estos a llevar combates de cada vez mayor amplitud hasta el extremo de amenazar su dominación. Entonces no serán los “terroristas” los que serán tiroteados como conejos sino los obreros más combativos y los elementos revolucionarios, los comunistas (que serán tratados de “terroristas”) [5] [76]. ¡Y todo esto se hará sin Habeas Corpus!

No estamos haciendo especulaciones o predicciones sacadas de una bola de cristal. Es la respuesta que siempre ha empleado la burguesía cada vez que ha sentido que sus intereses vitales estaban amenazados. El tratamiento que habitualmente reserva la burguesía de TODOS LOS PAISES “DEMOCRATICOS” a las poblaciones de las colonias o del llamado Tercer Mundo es aplicado también a los proletarios de esos países “privilegiados” cada vez que se levantan contra la explotación. Así, en Alemania 1919, en un país gobernado por el Partido Socialdemócrata, es decir, el partido de Gerhard Schröeder, primo hermano del de Tony Blair, fueron masacrados miles de obreros, que siguiendo la estela de la revolución de 1917 en Rusia, se habían levantado contra el orden burgués. Y los revolucionarios como Rosa Luxemburgo o Kart Liebchneck fueron asesinados por militares que los habían arrestado con el pretexto de que pretendían huir.

No podemos limitarnos a denunciar el repugnante asesinato del 22 de julio en Stockwell. Esto pueden hacerlo igualmente las numerosas plañideras que gimotean lamentando “los atentados a los derechos democráticos”. Deben servir a los proletarios de Gran Bretaña y de todos los países para comprender la verdadera naturaleza y los verdaderos métodos, de su enemigo de clase, la burguesía. Desde hoy, la burguesía prepara en todas partes auténticos escuadrones de la muerte que los proletarios deberán enfrentar mañana.

Corriente Comunista Internacional 24 de julio 2005



Notas:

[1] [77] Guardian.co.uk 24 de julio

[2] [78] News of the World, domingo 6 de marzo, página 13, artículo titulado “Olvidar los derechos humanos, acabar con los fanáticos”.

[3] [79] News24.com 22 de julio

[4] [80] Esto está autorizado por las “leyes especiales” como las que se aplicaron en Irlanda del Norte durante años.

[5] [81] En Francia, en el momento de las grandes huelgas de otoño 1995, el ministro del interior Pasqua comenzó a comparar a los obreros en huelga con los “terroristas” que habían hecho estallar una bomba en el metro unos meses antes.


Geografía: 

  • Gran Bretaña [82]

Cuestiones teóricas: 

  • Terrorismo [83]

Elecciones presidenciales del 2006: NO al voto, SI a la lucha de clases (I)

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Frente a la ensordecedora campaña ideológica de la burguesía para enganchar a los trabajadores en el circo electoral sexenal, iniciamos esta serie con el propósito de hacer un seguimiento regular de esta campaña para brindar elementos de reflexión al proletariado que es el destinatario central de toda esta ofensiva. En esta ocasión tratamos acerca de la posición marxista sobre la cuestión parlamentaria y electoral que es una de las fronteras de clase que delimitan al campo proletario del terreno burgués.


¿Por qué la burguesía gasta millones en el mantenimiento y perfeccionamiento del sistema parlamentario de partidos?

Sin duda, porque es la forma más apropiada de organización de la vida política de la burguesía y de su dictadura contra la clase trabajadora. Esta hoja de parra le permite al capital presumir una vida “civilizada” donde los diferentes partidos actúan en igualdad de condiciones para hacer valer sus proyectos de gobierno ante el “pueblo” (concepto interclasista que abarca por igual a la burguesía, a la pequeña burguesía, a lo que queda de los campesinos, y... al proletariado); es decir, un verdadero circo que esconde la realidad de que todos los partidos políticos que actúan en él pertenecen al capital y que sus pretendidas “diferencias” no son, al fin de cuentas, más que matices que complementan el amplio arco iris de las fuerzas del Estado capitalista que actúan contra el proletariado concertando una división del trabajo cuidadosamente diseñada para hacerle aceptar los designios de sus explotadores.

Con respecto al parlamentarismo el proletariado cuenta ya con una posición ampliamente fundamentada, la CCI resumiendo esa experiencia señala en sus Posiciones (ver contraportadas de nuestras publicaciones):

“En el capitalismo decadente, las elecciones son una máscara. Todo llamamiento a participar en el circo parlamentario no hace sino reforzar la mentira de presentar las elecciones como si fueran, para los explotados, una verdadera posibilidad de escoger. La “democracia”, forma particularmente hipócrita de la dominación de la burguesía, no se diferencia en el fondo de las demás formas de la dictadura capitalista como el estalinismo y el fascismo”.

De la misma forma organizaciones revolucionarias como el Partido Comunista Obrero Alemán (KAPD), en su programa de mayo de 1920 dice: “Exhortar al proletariado a participar en las elecciones parlamentarias, significa despertar y alimentar en él la ilusión de que la crisis podría ser superada mediante recursos parlamentarios; esto supone utilizar un medio que la burguesía utilizó en su propia lucha de clase; mientras que en la situación actual, sólo los medios de lucha de clase proletarios, aplicados de forma resuelta y sin contemplaciones, pueden tener una eficacia decisiva”…. Por eso añade, “Para los comunistas, el parlamento no puede ser actualmente, en ningún caso, el teatro de una lucha por reformas y por el mejoramiento de la situación de la clase obrera, como sucedió en ciertos momentos en la época anterior.”[1] [84]

Siguiendo ese principio la Internacional Comunista en su primer Congreso define: “El parlamentarismo de gobierno se ha convertido en la forma ‘democrática’ de la dominación de la burguesía, a la que le es necesaria, en un momento dado de su desarrollo, una ficción de representación popular que exprese en apariencia ‘la voluntad del pueblo’ y no la de las clases, pero en realidad, constituye en manos del capital reinante, un instrumento de coerción y opresión.”[2] [85]

Estas adquisiciones del movimiento obrero hunden sus raíces en la convicción profunda de que la participación en el parlamento así como en los sindicatos había sido una táctica correcta cuando el capitalismo podía ofrecer algunas reformas a la clase obrera pero que se trastocó en caduca con su declinación histórica. Hoy la única función que tiene el parlamento y que explica su supervivencia, es la mistificación. Hay que insistir en dos cosas para ejemplificar esto: por un lado, en el hecho de que la clase obrera cuenta ya con casi cien años de experiencia para clarificar que con la participación parlamentaria y electoral no hay posibilidad de un cambio social y, por lo tanto, que la participación en este circo no hace sino apuntalar la ilusión de que votando o apoyando a los legisladores en el “congreso” (cámaras de senadores y diputados) los trabajadores podrán lograr beneficios reales en sus condiciones de vida y de trabajo; por el otro, no hay que olvidar que la llamada ‘voluntad del pueblo’ no es sino uno de los tantos cuentos con los que la burguesía embarca a los trabajadores para legitimar socialmente sus regímenes de gobierno escondiendo, que se trata pura y simplemente de una estrategia de su clase, para perpetuar su sistema de opresión y explotación.


¿Fueron en algún momento el parlamentarismo y las elecciones formas de lucha propias de los trabajadores?

Las elecciones y el parlamento son y han sido instrumentos de la burguesía y jamás un terreno confiable para la lucha obrera. Pero, en un periodo donde la revolución no estaba aún a la orden del día y donde el proletariado podía arrancar reformas favorables dentro del sistema tal participación permitía, a la vez, hacer presión a favor de estas reformas, utilizar las campañas electorales como medio de propaganda y agitación alrededor del programa proletario y emplear el parlamento como tribuna de denuncia de la ignominia de la política burguesa. Esta fue la razón que motivó la lucha por el sufragio universal a lo largo del siglo XIX en una gran cantidad de países de Europa donde los partidos socialistas de la época utilizaban los parlamentos burgueses para impulsar el desarrollo de la conciencia y el despertar político que fomentara la identidad del proletariado como una clase enfrentada al capital.

La aparición del parlamento en la historia del capitalismo, se dio, cuando el empuje revolucionario de la burguesía en el siglo XIX destinado a barrer las formas de dominio de las antiguas clases explotadoras. Este proceso da como resultado que la nueva clase explotada, el proletariado, comparta el interés por este avance progresista del capital pues la destrucción de los resabios feudales favorece históricamente el desarrollo de la nueva clase revolucionaria, la clase obrera; es esta la fuente no sólo del uso que hace el proletariado de los instrumentos de la clase burguesa como el sufragio, la acción parlamentaria y, en general, la democracia, sino también del apoyo, por ejemplo, a las guerras nacionalistas (formación de naciones contra la dispersión y el atraso feudal), siempre en la perspectiva de acercar el momento de la lucha decisiva y revolucionaria contra la burguesía, es decir cuando hubiera alcanzado su dominación política histórica.

No obstante, los comunistas jamás dejaron de advertir contra los peligros de una tal situación: por un lado, la plena vigencia de un colosal desarrollo económico que ofrecía no sólo una prosperidad social sino también un pretendido mentís a la perspectiva revolucionaria y, por el otro, la ruptura del lazo entre el combate por reformas inmediatas (sindicalismo, parlamentarismo) y la lucha revolucionaria final por el comunismo, lo cual degeneró en la ideología del reformismo (la limitación a la defensa inmediata y la mejora de las condiciones de vida del proletariado) y del gradualismo (la noción de que el capitalismo podría abolirse por un proceso completamente pacífico de evolución social).


¿Cuál es la estrategia electoral de la burguesía actualmente?

No basta con recordar las adquisiciones políticas del movimiento obrero para entender la utilización que hace la burguesía del circo electoral, es necesario además denunciar las trampas concretas de moda en determinado momento. En el contexto actual, cuando la crisis económica que se extiende y profundiza desde hace por lo menos cuatro décadas, amenaza con volcar sus consecuencias devastadoras de manera más acuciante sobre los trabajadores, resurge la cuestión social y tiende a colocarse cada vez más en el centro de la vida de la sociedad; una cuestión que había quedado marginada después de la campaña contra el comunismo propiciada por la muerte del estalinismo que la burguesía igualó a muerte del comunismo y del marxismo y que se desató tras la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989, este retorno es producto del desgaste de esa campaña después de dieciséis años de evidencias de que el pretendido “triunfo del capitalismo” no es más que una patraña: el fracaso de los “nuevos mercados”, el bluf de la “nueva economía” y de la “revolución informática”, pero, sobre todo el dominio del desempleo masivo y la pauperización de los obreros. Una situación que contiene la potencialidad de la toma de conciencia de los trabajadores acerca de la quiebra del capitalismo y más allá acerca de la perspectiva comunista y de que ellos son la única fuerza social actualmente capaz de realizarla.

Previniendo este peligro mortal para su dominación, la burguesía está aplicando en todos los países una estrategia muy bien diseñada contra el desarrollo de la conciencia, la combatividad, la identidad y la confianza en sí de la clase obrera:

- Poniendo en práctica una campaña de fomento a la ideología democrática, cuya fórmula pretendidamente poderosa para decidir soberanamente no es más que el acto más impotente de un miembro de la clase obrera que está llamada a hacer nada más y nada menos que la revolución comunista mundial.

- Ante el descontento que se generaliza entre los explotados acompañado, se ofrecen las elecciones como la única alternativa para manifestar la indignación y la insatisfacción crecientes ante la degradación acelerada de las condiciones de vida;

- Luego, para desvirtuar la solidaridad obrera llama a los trabajadores a “vengarse haciendo pagar al culpable”, enfocándose sobre tal o cual personaje, o partido político, descargando así el descontento social del proletariado en un “voto de castigo” tan estéril para este último pero tan productivo para la burguesía pues le permite renovar la vieja mentira de que el problema de la miseria en el capitalismo se debe a la mala gestión, por ineptitud o por corrupción, de determinado personaje o partido, escondiendo que en realidad el responsable es el capitalismo.

- La burguesía esconde que su juego democrático electoral le sirve para hacer una alternancia en el gobierno para garantizar la salud de sus mecanismos de gobierno como clase, pues los partidos sólo son la expresión orgánica del control estatal de la burguesía, los cuales se reparten las tareas para encuadrar a los trabajadores usando diferentes ideologías y mecanismos de control.

- El complemento de esta campaña está en llamar a defender el voto y a vigilar que las elecciones sean limpias. Como ya lo demostramos hace seis años, esta campaña crea la ilusión de que su opinión se respeta y que por ese medio puede cambiar las cosas. Después de todo el proceso electoral es orientado según las necesidades y los acuerdos de la clase dominante. Esta siempre tendrá en sus manos la fuerza de los medios de difusión para manipular e inducir el voto.

- Pero además puede decirse que se requiere elegir al más progresista entre los personeros de la burguesía. ¿Quiénes serían estos? Hoy cualquier llamado a apoyar a unas pretendidas fracciones progresistas de la burguesía y aprovechar las supuestas “divisiones” entre los partidos del Estado capitalista no es más que una trampa criminal contra la clase obrera. Ya desde principios de siglo una parte importante de los revolucionarios desmentían que hubiera esas divisiones y demostraban que todos los partidos de la burguesía han estado unidos siempre contra el proletariado. “Las diferencias entre liberal y clerical, entre conservador y progresista, entre burgués y pequeñoburgués, puede decirse que han desaparecido. Todo lo que los socialpatriotas y los reformistas propugnaban acerca de los desacuerdos entre los partidos y de las ‘divisiones’ utilizables (…) era ya entonces una patraña.”[3] [86]


¿Qué hacer?

La burguesía gasta una fortuna para impedir el desarrollo de la conciencia obrera a través de las campañas electorales y la práctica parlamentaria, ante la intensificación de los ataques a las condiciones de vida de los explotados que destaca la necesidad de defenderse desarrollando asambleas masivas, manifestaciones en las calles y zonas fabriles, huelgas de masas, los capitalistas ofrecen la alternativa de… ¡votar para “cambiar” el gobierno, apoyar a los diputados y senadores pues estos sabrán velar por sus intereses!

¡NO! No es el terreno del parlamento ni las elecciones las opciones para los trabajadores. La emancipación de la clase obrera deberá ser obra de ella misma, es ella quien debe asumir en sus propias manos la lucha contra la causa de su miseria que no es otra que la explotación capitalista. Aunque, hay que decir, tampoco la solución se encuentra en los actos “anti-elección” como los que alienta el EZLN (vea en este mismo número el artículo dedicado a la “6ª declaración”). Así pues, el capitalismo no deja otra alternativa a la clase obrera: la revolución proletaria.

RR/27-agosto-2005



[1] [87]Publicado en la Revista Internacional 97, 2° trimestre de 1999.

[2] [88]Los 4 primeros congresos de la Internacional Comunista /1, Cuadernos de P y P.

[3] [89]H. Gorter. Jefes, partido y masas

Situación nacional: 

  • Mexico [1]

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • El engaño del parlamentarismo [90]

IMSS, SICARTSA, VW..., Descontento aplastado por los sindicatos

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Pese a los discursos de la burguesía sobre el “privilegiado” lugar que ocupa México en la economía mundial y más allá de los “alegres pronósticos” sobre un crecimiento de la economía por encima de los 3 puntos, detrás de esta cortina de humo está la cruda realidad del desempleo en aumento, la desesperanza laboral para millones de jóvenes, ataque a las pensiones y jubilaciones, contención salarial dando ridículos aumentos, de apenas 4 o 5%... sumado a todo esto, tenemos los incrementos en los ritmos de explotación en medio de amenazas y chantajes de la burguesía de “llevarse las empresas” a otros países o de que en “otros países los trabajadores exigen menos”.


VW: la burguesía usa el chantaje y un “sindicalismo responsable”


La revisión del contrato colectivo de trabajo en la planta VW de Puebla se hizo bajo la “amenaza” sindical de la huelga, la cual, como siempre que el sindicato controla las acciones, se conjuro justo antes de la hora del entallamiento. Los obreros obtendrán un 4.2 de aumento salarial y un 0.7 a prestaciones. Esto fue presentado por el sindicato como una “victoria”.

Para que esta “victoria” tuviera lugar, la empresa y el sindicado, en complicidad con el Estado, se encargaron de montar una campaña de chantaje, si los obreros se iba a la huelga seguramente se llevarían a otro país la producción de un modelo cuya producción creará “más empleos”. Si los obreros optaban por la huelga se anunciaba un sin fin de calamidades para VW y para Puebla (cuya vida económica gira en gran medida sobre la “salud” de VW). Las pocas voces a favor de la huelga fueron expuestas como “irresponsables” e “ingratas”, así pues, apoyados en un ambiente cargado de chantaje hacia los trabajadores descontentos con la situación, empresa, sindicato y autoridades marcharon a una negociaciones que mantuvieron en “suspenso” hasta el último minuto para rematar en la mencionada “victoria”, el sindicato es presentado ahora como el “defensor del empleo” (el mismo sindicato que hace tres años votó por correr a los eventuales), con “visión de largo plazo”, y en un arrebato de cinismo, se presenta a sí mismo como “sindicalismo de nuevo cuño”. Esta experiencia vuelve a recordar a los obreros que mientras abandonen su suerte a los sindicatos éstos seguirán llevándola a derrotas, aún cuando las disfrazan de “triunfo”.


SICARTSA: Patrones, gobierno y sindicato contra los trabajadores


La huelga estallada desde el 1 de agosto ha sido promovida, dirigida y orquestada de principio a fin por el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana (SNTMMRM). Al inicio se arrastró a los trabajadores detrás del pliego petitorio en la negociación del contrato colectivo de trabajo sin embargo, el sindicato se “focalizó” en la obtención del contrato de Atibsa (donde laboran 15 empleados) y en negociar lo de Apodaca, dejando relegadas las demandas de sus agremiados. Para nadie es secreto que este sindicato goza de una amplia trayectoria en el sindicalismo de viejo estilo, que su preocupación, como la de todos los sindicatos, es aumentar sus “zonas bajo su control”. Empero, ello no explica todo. Al parecer la industria del acero necesita mojar la pólvora de los trabajadores orquestando una acción preventiva para evitar que en el futuro inmediato los obreros, por su cuenta, pongan en riesgo la producción de esta rama industrial. Así, no es muy lógico que el SNTMMRM se aferre a la “lucha” por obtener el contrato de una empresa pequeña arriesgándose a evidenciarse ante sus “representados” (ha habido asambleas donde la división se hizo tan patente que los obreros estaban divididos y a punto para los golpes). Es en ese marco que entra el gobierno al quite y asume su papel en el reparto de tareas atiobreras. Es a través de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, declarando la huelga inexistente (por estallar la huelga un minuto antes de lo previsto), como tanto el sindicato como sus congéneres de la JFCA atrapan a los trabajadores en un callejón sin salida: ninguna fracción sindical, ninguna “institución estatal” ni de derechos humanos va a defender a los trabajadores, todos laboran para contener el descontento del proletariado y para hacer que el capitalismo siga funcionando.

En la huelga de SICARTSA se ve lo que acabamos de afirmas: la empresa amenaza con cerrar miles de empleos, culpabilizando a los huelguistas por atreverse a levantar la mano contra el patrón, el sindicato desatando una lucha entre sus fracciones para impedir que los obreros salgan de su regazo y, por su parte, el gobierno declara inexistente la huelga sumiendo a los trabajadores en la impotencia y la desmoralización. Tardarán en recuperar su combatividad y eso garantiza al capital un cierto periodo de “explotación tranquila”.


IMSS: Luchar sí, pero no con el sindicato


En todo el mundo la burguesía esta desmantelando el famoso “Estado benefactor” que, en pocas palabras, significa una andanada de ataques tremendos a las condiciones de vida de los trabajadores (ataques a pensiones, jubilaciones, servicios médicos, etc.). Alemania, Francia, EUA, México… ¡en todo el mundo esta situación se acelera!. Es por ello que los trabajadores del IMSS son los primeros en alzar la voz ya son ellos los primeros en sentir la dureza del ataque: congelación de plazas (39 mil para fines de 2005), reducción de las pensiones, aumento de los tiempos para la jubilación. Este ataque general provocó y seguirá provocando, un enorme descontento entre los trabajadores, sin embargo, el Sindicato del IMSS, el ala izquierda del capital y el gobierno se están encargando de desviar este descontento hacia caminos al abismo. Por un lado instalan la bandera de la lucha contra “los neoliberales” que quieren privatizar todo, “¡hasta la salud!”. Pero por otro, hacen todo lo posible para hacer pasar los golpes, desviando el descontento hacia una pugna sindical: ya sea por “democratizar el SNTSS” o para crear un “sindicato alternativo”, en ambos casos los trabajadores no tienen nada que ganar.

Los trabajadores deben tener claro que el capitalismo al ser un sistema en decadencia, no puede ofrecer un mejoramiento de la vida de la humanidad, por eso, los trabajadores deben luchar, pero no tras los sindicatos, deben de tomar las experiencias de combate de sus hermanos de clase en otras partes del mundo, deben tomar en consideración que la lucha no es local ni nacional sino tiene una connotación mundial, los obreros de todo el mundo conforman una misma clase que se enfrenta hoy a los mismos retos, Es una lucha donde los trabajadores sólo cuentan con ellos mimos, con su solidaridad y su unidad, para enfrentar todos los ataques a sus condiciones de vida y de trabajo. En ese combate los sindicatos de todos los pelajes son enemigos de los trabajadores, y tiene que enfrentar la lucha bajo el lema que una vez lanzaran Marx y Engels a los obreros de todo el mundo: “La emancipación de la clase trabajadora será obra de ella misma”.

DAN/20-08-05

Situación nacional: 

  • Mexico [1]

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • La cuestión sindical [91]

Trotsky, militante fiel de la clase obrera

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El 20 de agosto de 1940, Trotsky murió asesinado por los agentes de Stalin. A 65 años de su muerte estalinistas, trotskistas y otros izquierdistas vuelven a tomar el nombre del gran revolucionario para remendar sus disfraces proletarios con los que pretenden desviar a los trabajadores de su verdadera lucha. Toman su nombre y lo que de su historia no le hace daño a la burguesía, para en conferencias, mítines y hasta obras de teatro y radionovelas convertir su legado en un cascarón hueco al esconder el arsenal que para el combate revolucionario ha constituido y constituye la vida de este hombre ejemplar. De frente a esta campaña de confusión, los revolucionarios estamos obligados a denunciar a aquellos que se esconden bajo el nombre de Trotsky para jugar el papel de fieles lacayos de la burguesía llevando una política diametralmente opuesta a la desarrollada por este militante a lo largo de toda su vida.


Troskismo: falsificador del legado de Trotsky [1] [92]

Pocos son los revolucionarios que permanecieron fieles durante su vida entera y que murieron de pie, en la lucha, como Rosa Luxemburgo o Carlos Liebknecht. Trotsky fue uno de ellos: tras una apasionada vida de militante enteramente dedicada a la cusa de la clase obrera falleció como revolucionario y luchador. Es cierto que Trotsky, en sus últimos años defendió muchas posiciones oportunistas tales como la política del “entrismo” en la socialdemocracia, el frente obrero, etc.; posiciones criticadas, con toda la razón, por la Izquierda Comunista en los años 30. Sin embargo, nunca se pasó al campo de la burguesía, como sí lo han hecho trotskistas después de su muerte. Sobre la cuestión de la guerra imperialista, muy especialmente, defendió hasta el final la postura tradicional del movimiento revolucionario: transformación de la guerra imperialista en guerra civil por ello cuanto más se iba acercando la guerra imperialista mundial, más crucial era, para la burguesía mundial, eliminar a Trotsky.

El asesinato de los viejos bolcheviques había servido para fortalecer el poder absoluto de Stalin. El de Trotsky vino además a significar que para la burguesía mundial, incluida la rusa, era necesario ir a la guerra generalizada sin estorbos. El camino quedó perfectamente despejado tras la desaparición de la última gran figura de la Revolución de Octubre, del más célebre de los internacionalistas. Ese fue el resultado de la gran eficacia del aparato de la GPU que Stalin utilizó para liquidarlo.

Para la burguesía, el asesinato de Trotsky no era suficiente. Lenin había escrito en El Estado y la Revolución, lo que se ve obligada a hacer la burguesía con los revolucionarios para obstaculizar el movimiento obrero: ...Después de su muerte, se intenta convertirlos en íconos inofensivos, canonizarlos, por decir así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para “consolar” y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando el filo revolucionario de ésta... Olvidan, relegan a un segundo plano, tergiversan el aspecto revolucionario de esta doctrina, su espíritu revolucionario. Hace pasar a primer plano, ensalzan lo que es o parece ser aceptable para la burguesía”.

Son quienes pretenden ser sus continuadores, los trotskistas, los que tras la muerte de este revolucionario han asumido esta sucia labor. Ha sido basándose en sus posiciones oportunistas con lo que han justificado todas las guerras nacionales desde el final de la II Guerra Mundial y con lo que se hicieron defensores de un campo imperialista, el de la URSS. Todos los errores políticos de Trotsky, por muchas consecuencias dramáticas que hayan tenido, no lo convirtieron en enemigo de la clase obrera, mientras que sus “herederos” sí que acabaron siéndolo después de su muerte. Trotsky fue incluso capaz, a la luz de lo ocurrido al iniciarse la guerra, de admitir que tenía que revisar y, sin duda modificar sus análisis políticos, especialmente en lo que se refiere a la URSS como la caracterización de “Estado obrero degenerado”.

Como lo afirmó Natalia, su compañera en la vida y en la lucha por la revolución, los trotskistas ni siguieron a Trotsky ni revisaron sus posiciones políticas tras la victoria de la URSS en el segundo conflicto mundial. Las discusiones que siguen teniendo los trotskistas siguen manteniendo el silencio sobre cuestiones fundamentales como la de la naturaleza de la URSS o la del internacionalismo proletario y del derrotismo revolucionario frente a la guerra. Así, desde que el trotskismo traicionó a la clase obrera y al internacionalismo proletario apoyando un campo imperialista contra otro en la II Guerra Mundial, no ha cesado de apoyar a los pequeños imperialismos contra los grandes en las numerosas luchas llamadas de liberación nacional y otras luchas de los “pueblos oprimidos”.

El trotskismo murió para la clase obrera y no hay para él resurrección posible. Por ello la tradición de la Izquierda Comunista, que no tiene nada que ver con la IV Internacional y todas sus actuales reencarnaciones, reclama: ¡Dejad a Trotsky en paz!, su legado no les pertenece.

RM/agosto-2005


[1] [93]Las ideas expuestas son extractos del artículo A Trotski lo mataron porque era un símbolo para la clase obrera, publicado en la Revista Internacional 103.

Corrientes políticas y referencias: 

  • Trotskismo [94]

desarrollo de la conciencia y la organización proletaria: 

  • La Oposición de izquierdas [95]

«Sexta declaración» del EZLN, un camino falso para el proletariado

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En el marco de una agudización de la pugna de la burguesía, que toma como pretexto la preparación del proceso electoral de 2006, el EZLN ha sacado una declaración con un tono aparentemente crítico del circo electoral en preparación, y aunque ahora por primera vez reconoce que en el centro del sistema capitalista se encuentra la explotación, e invoca a los trabajadores, procura que estos se convenzan que deben de diluir sus fuerzas en lo que llaman “sociedad civil”, es decir en un interclasismo estéril. Esta declaración usada como argumento para convocar a una actuación aparentemente crítica del proceso electoral y del capitalismo es en realidad un llamado que representa en los hechos un complemento de la campaña electorera y un discurso que apuntala la ideología de la clase dominante que hace creer que el capitalismo puede “mejorar” haciendo leyes “buenas”, o rescatando las viejas formas “distributivas” (el “Estado del bienestar”) que durante los años de posguerra formaron parte de las políticas capitalistas que le ayudaron a sostener el proceso de acumulación y por supuesto la explotación. Por esa razón esta sexta declaración (6ª-D) es una confirmación fehaciente del carácter contrarrevolucionario del EZLN.


“La otra campaña” complemento de las campañas electorales


La 6ª-D, y los posteriores comentarios de Marcos, hacen aparentar que ha habido un giro del EZLN, ya que ahora se lanza contra los procesos electorales y declara la guerra al PRD y a López Obrador, sin embargo esos argumentos que la prensa del capital, lo mismo que su aparato de izquierda presentan como “radicales”, no son sino frases huecas y engañosas.

La pretendida denuncia a tales procesos electorales y grupos, no proviene de una reflexión y una denuncia de lo que representan, sino que la repulsión que dice tener hoy Marcos contra los principales partidos existentes (PAN PRI, PRD), es porque descubrieron en “abril del 2001” que “los políticos no tenían nada de decencia...” Es hasta 2001 que se dan cuenta que el PRI, PAN y PRD mentían y por eso, nos dicen: “… ya no hicimos ningún contacto con los poderes federales, porque entendimos que el diálogo y la negociación habían fracasado por causa de esos partidos políticos.”. De manera que no es que consideren que el sistema capitalista con sus instituciones (como los partidos) y sus instrumentos (como los procesos electorales) son elementos que el capital usa para reforzar su sistema, sino que son los partidos, y por tanto los procesos electorales en que estos participan, los que no sirven, es decir que bastaría con poner otros partidos y entonces el instrumento de dominación burgués podría cambiar su esencia… ¿O que tiene que decir el EZLN de la participación del grupo de los “monos blancos” en las elecciones para diputados de hace algunos años en Italia, apoyados por el maquillado partido estalinista “Refundazione Communista”? ¿O que tiene que objetar contra el parlamento europeo al que Elorreaga (ver Reforma, 29-09-1999, p. 14) amenazaba con asistir para “denunciar” al gobierno mexicano?... El mismo EZLN en su segunda declaración (junio 1994) hacía apología de la democracia y las elecciones: “Ahora la posibilidad de tránsito pacífico a la democracia y a la libertad se enfrenta a una nueva prueba: el proceso electoral de agosto de 1994. La CND [Convención Nacional Democrática] debe exigir la realización de elecciones libres y democráticas…” Es esta actitud aparentemente radical y de denuncia a los procesos electorales y al PRD lo que ha animado a sectores de trabajadores para pensar que ahora el EZLN ayudará en el proceso de toma de conciencia, sin embargo su anti electoralismo planteado como una desilusión (ellos se dicen traicionados por el PRD y engañados por el PRI y PAN al no firmar los acuerdos de San Andrés), no hace sino reforzar la idea que el aparato de dominio de la burguesía pude ser utilizado o reformado y entonces servir a los intereses de los explotados.

De manera que el papel que el EZLN tiene al promover “la otra campaña” es el de reforzar la idea de que la democracia es el único camino que se tiene ante el capitalismo... Si bien las criticas del EZLN en contra del PRD y López Obrador lo hace aparecer como un grupo radical, de “la mera izquierda”, dice Marcos, intentando mostrar que hay una diferencia entre el PRD y el EZLN, podemos afirmar que aunque por su forma son diferentes, su esencia mistificadora y defensora del sistema los hace ser instrumentos ajenos al proletariado estructurados orgánicamente al capital, por eso aunque sus discursos difieren en la forma, ambos como los “altermundistas”, sostienen que “otro mundo es posible” pero se esfuerza por convencer que ese otro mundo es el capitalismo con rostro humano…

Sabemos que muchos trabajadores, sobre todo las jóvenes generaciones se ven tocados por este aparente radicalismo del EZLN, y la denuncia del carácter mistificador que lleva la 6ª-D aparece como un acto de soberbia o de sectarismo, sin embargo es obligación de los revolucionarios presentar los argumentos y denunciar a los que presentándose como sus aliados y amigos no hacen sino engordar las viejas estructuras del capital y detener el proceso de clarificación, reflexión y toma de conciencia.


La “sexta declaración” en defensa del capitalismo

Junto al discurso aparentemente anti electoral del EZLN, está su promoción al nacionalismo y a la defensa de la economía capitalista. Pretendiendo criticar al Tratado de Libre Comercio (TLC), terminan defendiendo la economía nacional y a las empresas mexicanas, en tanto concluyen que el problema no es el capitalismo, sino la intromisión del gran capital extranjero, por eso dicen: “… hacen leyes como las del Tratado de Libre Comercio, que pasan a dejar en la miseria a muchos mexicanos, tanto campesinos y pequeños productores, porque son ‘comidos’ por las grandes empresas agroindustriales, tanto como los obreros y pequeños empresarios, porque no pueden competir con las grandes trasnacionales…”. Y si el TLC efectivamente fue construido, en el plano económico y político, para fortalecer a los EUA en la lucha imperialista mundial, no por ello hace que los trabajadores tengan que igualar su condición de oprimido con los capitalistas nacionales que han sido conducidos a la quiebra.

De la misma manera su “gran proyecto radical” sostiene que las empresas en manos del Estado son una forma diferente de propiedad que los trabajadores tendrían que defender, de manera que sin ningún rubor llaman a organizarse para la “… defensa conjunta y coordinada de la soberanía nacional, con oposición intransigente a los intentos de privatización de la energía eléctrica, el petróleo, el agua y los recursos naturales.” De frente a este patrioterismo y los cantos del EZLN alabando a la propiedad estatizada, vale recordar la denuncia que alzó el Grupo de Trabajadores Marxistas [1] [96] contra el discurso venenoso de L. Cárdenas y sus políticas estatizadoras: “...La tarea del proletariado mexicano no es sacrificarse para que la industria petrolera y los ferrocarriles sean lucrativos para los capitalistas... sino conquistarlas, quitarlas a la burguesía por medio de la revolución proletaria...” (Comunismo, 1938). De manera que hoy como ayer llamar a la defensa de las industrias estatales no significa otra cosa sino la defensa del capitalismo.

No sólo lo dicho sobre la defensa que hace el EZLN del marco legal construido por la burguesía para sostener su poder, ilustra el carácter burgués del EZLN, también su critica al “nuevo modelo” económico, añorando las viejas políticas promotoras del “intevencionismo estatal” de corte keynesiano, usadas hasta mediados de los 70: “... el neoliberalismo cambió a la clase política de México, o sea a los políticos, porque los hizo como que son empleados de una tienda, que tienen que hacer todo lo posible por vender todo y bien barato.” Enseguida continuando con su tradición de defensa a la Constitución[2] [97] , agregan: “Ya ven que cambiaron las leyes para quitar el artículo 27 de la Constitución y se pudieran vender las tierras ejidales y comunales... Y también dijeron que van a privatizar, o sea a vender a los extranjeros, las empresas que tenía el Estado para apoyar el bienestar del pueblo. Que porque no funcionan bien... Pero, en lugar de mejorar, los derechos sociales que se conquistaron en la revolución de 1910 son ahora como para dar lástima...”

Las campañas electorales, lo mismo que esa “otra campaña” son terrenos ajenos al proletariado, su proceso de reflexión y el fortalecimiento de su conciencia, exige reconocer que el verdadero terreno de combate está en la defensa de sus condiciones de vida, pero al mismo tiempo debe ubicar a los farsantes que presentándose como amigos complementan el trabajo destructor de la burguesía. En adelante, los comunistas deberán llevar un seguimiento cuidadoso sobre esta campaña del EZLN pues se perfila desde hoy como el catalizador de la reactivación del izquierdismo y el fortalecimiento de la izquierda de la burguesía en general, una necesidad que tiene el capital actualmente frente al desgaste alarmante de su aparato estatal de izquierda ante los ojos de los trabajadores.

Tatlin/14-08-2005


[1] [98]El GTM, grupo de la Izquierda Comunista que estuvo activo en México durante los años 30. Para ver más sobre éste, recomendamos nuestro libro “La Izquierda Comunista de Italia”

[2] [99]Recuérdese que en 1994 el EZLN validaba jurídicamente su alzamiento en un artículo de la misma constitución que la burguesía ha usado para justificar su dominio.

Situación nacional: 

  • Mexico [1]

Revolución Mundial nº 89, Noviembre-Diciembre 2005

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Elecciones 2006 (II): Pugnas interburguesas, búsqueda del mejor modelo de explotación

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En la edición anterior anunciamos el inicio de la serie para denunciar de manera sistemática la trampa electoral, comenzamos recordando la posición marxista sobre el significado histórico del parlamentarismo y las elecciones en la ascendencia y la decadencia del capitalismo, demostrando que la permanencia de estos instrumentos del capital se debe a su función mistificadora contra el proletariado. En esta ocasión, hacemos un breve recuento de la vida política de la burguesía al menos en los últimos veinte años para hacer un balance de la situación que guardan sus esfuerzos para llevar adelante y sostener su proyecto económico y político que se ha dado, tanto para hacer frente a la creciente agudización de la crisis, como a las necesidades sociales y políticas que le reclama su dictadura sobre la clase obrera.


¿Cuál es el proyecto económico y político de la burguesía?

Desde mediados de los 80, cuando la agudización de la crisis económica cuestionó las estructuras de organización rígidas del capitalismo para enfrentar la agudización de la competencia en el mercado internacional, a la burguesía se le impuso un proyecto para adaptarse a las nuevas condiciones en dos planos:

a) Económico: limitar la propiedad estatal, con la idea de animar el mercado, eliminando sectores productivos poco rentables, pero sobre todo pensando que con ello animarían en crecimiento de la inversión y empuje del proceso de acumulación, esto es lo que llamaron la «modernización» del aparato productivo mediante la introducción de las «reformas de primera generación».

b) Político: transformar el esquema político imperante desde 1929 donde el anacrónico régimen de partido único (PNR-PRM-PRI) se sucedió en el gobierno por décadas y ya no podía sostenerse frente a las exigencias de una renovación profunda del juego electoral que diera nuevos bríos al espantajo de la democracia; en este rubro, se inscribe la «reforma política»1 [100], reforzando con ello el juego de partidos, definiendo una mejor geometría política al crear por primera vez, con el PRD, a un partido fuerte de izquierda, y definiendo a instituciones electorales como el IFE.

El arranque de este proceso podemos ubicarlo durante la administración de Miguel de la Madrid (82-88). En él se asestó un primer golpe al equilibrio dentro del partido estatal (PRI) con la introducción de la llamada corriente neoliberal que en adelante encadenaría varias acciones para desmantelar el antiguo régimen político usufructuario de la estatización generalizada de la economía: modificación del marco jurídico burgués, tenencia de la tierra, privatización de servicios públicos, petroquímica, comunicaciones, financiamiento bancario, inversión energética, legislación laboral y sindical, etc., que por décadas había dado un sostén a la ideología de la «revolución mexicana» de la burocracia priísta; los siguientes equipos, también, promovieron la alternancia de los partidos en el gobierno, primero en los estados (Salinas, 88-94) y luego en la presidencia (Zedillo, 94-2000).

Este proyecto, a grandes rasgos enunciado, provocó una resistencia encarnizada y feroz por parte de la burocracia propietaria gobernante (la cual cínicamente se autodenominaba la «familia revolucionaria») que derivó en una serie de pugnas sangrientas al interior de la burguesía a finales del sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994): asesinatos, atentados, escándalos de corrupción, etc., las cuales casi resultan en la pérdida de control del proyecto, debido a que el gobierno de Salinas representó el esfuerzo más audaz de la fracción modernizadora de la burguesía mexicana (que incluso asestó duros golpes a los cacicazgos regionales, sindicales y a la misma estructura corporativa de masas del PRI).

El sexenio de Zedillo, parecía una especie de tregua entre las fracciones de los llamados «tecnócratas» y los «dinosaurios» aunque en realidad la polarización producida en el PRI expresaba la acumulación de las tensiones sobre todo con relación a la sucesión presidencial del 2000. Sabido es que los llamados «modernizadores» del PRI tuvieron éxito en su estrategia de hacer triunfar a un candidato ajeno a su partido (es memorable el mensaje apurado de Zedillo a media noche reconociendo antes del conteo preliminar el triunfo de Fox).


Un sexenio de ajustes

El sexenio de Fox ha visto recrudecer las pugnas interburguesas a niveles que recuerdan las tensiones de hace diez años. Aunque con el «espectacular» cambio de partido en el gobierno federal la burguesía logra oxigenar sus instituciones de dominación y relanzar la campaña democrática, los resultados han sido menores al nivel de lograr la cohesión y disciplina de las diferentes fracciones de la clase dominante. Desde el 2000 hemos notado una agudización de los enfrentamitos, revelando claramente la dinámica que impone el proceso de descomposición del capitalismo. El enfrentamiento se da no solo entre los diferentes partidos políticos sino también al interior de los mismos, y se ha visto integrarse de forma decidida en esta confrontación a sectores de de la misma iglesia, del ejército y, por supuesto, de las mafias del narcotráfico, que dicho sea de paso, se revelan de forma abierta como prolongación directa de los grupos de poder existentes en el interior del Estado.

Estas pugnas interburguesas expresan las resistencias a la cesión de concesiones, impidiendo el avance de una cohesión de la burguesía alrededor del Estado. La burguesía ha visto con preocupación el estancamiento en que se han quedado las acciones económicas y políticas que se suponía iban a ser impuestos por este equipo de gobierno, debido a las divisiones entre las diferentes fracciones que han estado anteponiendo sus conveniencias de grupo a los intereses generales de su clase, ejemplo de ello es la realización de las llamadas reformas estructurales de segunda generación las cuales han sido recurrentemente obstaculizadas sobre todo por la vieja estructura del PRI.

El eje central que cruza este entramado de pugnas es el enfrentamiento entre los «dinosaurios» denominados ahora «nacionalistas» y los «tecnócratas neoliberales» a quienes los enfrenta la sórdida puja por el poder estatal que siempre es sinónimo de beneficios económicos y políticos. Esta ciega e irracional lucha por imponerse políticamente impide que las fracciones logren un acuerdo armonioso para avanzar, como un espejo roto en mil pedazos, cada grupo o capitalista por separado, reflejan un fragmento de apreciación de la situación.

Los últimos acontecimientos (escándalos mediáticos) tienen una relación y están en continuidad con los habidos casi desde el inicio del sexenio de Fox pues la intención era continuar con el golpeteo directo contra el PRI: el escándalo del «Pemexgate» puso al descubierto la forma facciosa de operar del partido de estado con relación a su corporativismo sindical y el manejo patrimonialista de las empresas estatales; la respuesta habida estuvo a la altura del golpe y la contraofensiva del PRI en la forma del escándalo de los «Amigos de Fox» logró emparejar los marcadores. Luego, en la primera mitad del sexenio el PRI tuvo serios reveses en el reparto de gobiernos en municipios y estados, sin embargo, desde el 2003 su recuperación ha sido espectacular no sólo en las elecciones de gobernador sino municipales, diputaciones, senadurías; lo cual planteó a la burguesía una preocupación mayúscula pues su reanimación perfilaba una tendencia muy positiva con vistas a las federales del 2006, y de remate las últimas elecciones de gobernadores en algunos estados como el de México y Nayarit demostraron la maquinaria perfeccionada y lista para lograr a toda costa el triunfo en el 2006.

Los golpes por debajo de la mesa no han cesado, en asunto del desafuero de López Obrador, estuvo comandado por el núcleo duro del PRI y el mismo Fox... Hace apenas unos cuantos meses se produjo un impactó mediático con las declaraciones de la cacique sindical del SNTE, Elba Esther Gordillo, quien reveló en un noticiero de TV que las reformas que permiten cobrar el IVA a medicinas y alimentos se negociaron en la casa de Carlos Salinas con la asistencia Roberto Madrazo. En el mismo tono se encuentra la eliminación en la carrera presidencial de Arturo Montiel. De igual forma a través de la TV se ventila las acciones de corrupción y enriquecimiento de tan «prestigiado» priísta...

Este recuento nos revela que la burguesía no ha podido decidir en orden y en cohesión, quién será su representante, sin embargo se esfuerza por definir un perfil del programa político y económico al que debe de ajustarse la fracción que logre imponerse, en ese nivel se encuentra el llamado «acuerdo de Chapultepec».


¿Cuál es la situación actual?

A nueve meses de las elecciones federales y vista sobre la mesa las estrategias del juego, las tensiones y los ajustes de cuentas se agravarán sobre manera; en realidad, los trabajadores no tienen ninguna opción en este circo, son los grupos de la clase dominante los que están tratando, mediante este mecanismo de imponer su decisión. Usarán todo tipo de recursos y en particular los medios de comunicación (escritos y electrónicos) para orientar e inducir los votos de los ciudadanos para asegurar el resultado deseado. Sin embargo, aún cuando es evidente que las elecciones son medios controlados por la burguesía, la descomposición social generalizada que provoca una tendencia creciente a la pérdida de control y al cada quien a lo suyo, al interno de la clase dominante, impide que se lleve en una forma «armónica», por el contrario la atomización de las facciones, empuja a una mayor agudización de la pugna.

Dentro de este panorama caótico, parece asomarse la intención de desplazar y neutralizar a aquellas fracciones más anquilosadas e incapaces de asumir la modernización y democratización de su aparato económico y político. No nos toca a nosotros adivinar qué facción se impondrá, sino marcar tendencias generales que permitan a la clase obrera orientarse para descubrir las trampas que cada fracción de la burguesía le pone. Lo que es importante remarcar, es que los trabajadores no tienen ningún interés en apoyar a tal o cual fracción de los capitalistas pues sus objetivos les son completamente ajenos.

En los artículos que siguen, trataremos la situación de cada uno de los partidos más importantes, la estrategia general en el país, la estrategia de la burguesía al nivel internacional y latinoamericano, para hacer un seguimiento sistemático de esta mistificación electoral y parlamentaria que, representa para la burguesía, más que nunca, una necesidad vital dado el desgaste de sus instituciones y políticos profesionales, lo cual le exige una renovación de su juego político, so pena de ver mermada la capacidad de su entramado estatal de dominación capitalista.

RR/Octubre del 2005


Notas:


1 [101]Como se ve, este plan tiene muchas semejanzas con los procesos de transformación económica y política en la ex URSS, identificados con los nombres de «perestroika» al nivel económico y «glasnot» en el terreno político.

Situación nacional: 

  • Mexico [1]

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • El engaño del parlamentarismo [90]

Catástrofes «naturales»: el capitalismo en crisis es el verdadero culpable

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Los ejemplos se repiten y no hacen más que confirmar la verdadera causa de las catástrofes sociales que se multiplican en todo el mundo: el terremoto de Bam que mató a decenas de miles en Irán hace dos años, el de Pakistán que produjo más de 40 mil muertos, el Tsunami que dejó cientos de miles de cadáveres en la región del Océano Indico el diciembre pasado, recientemente el huracán Katrina que en Nueva Orleáns, Mississippi y Alabama produjo una masa de flotantes y de personas abandonadas a su suerte en el país más rico del mundo, los huracanes Stan y Wilma que han arrasado literalmente con decenas de comunidades en las costas de México y Centroamérica, todos son ellos desastres naturales convertidos en desastres sociales por el capitalismo.

Si analizáramos de manera aislada, por ejemplo, los daños causados por el huracán Stan, podríamos decir que fue una desgracia causada por la naturaleza, como quieren hacernos creer los medios de información burgueses. Los miles de muertos contados en las costas de México, Guatemala, Haití, etc., la destrucción de comunidades completas, dejando a miles de familias sólo con la ropa sucia y húmeda que llevan puesta y a los trabajadores sin posibilidad de reintegrarse a sus viejos empleos, por haber quedado destruidos, no podría achacarse más que a la mala suerte de la gente que le tocó recibir la fuerza del viento y del agua ante las cuales no se puede hacer nada. Sin embargo, este es un análisis superficial, un análisis de aquellos que se conforman aceptando las palabras de quienes ocultan la responsabilidad de este sistema social del cual son voluntaria, o invo­luntariamente fieles servidores. Ocultan que la miseria a la que es condenada la mayoría de la población ha obligado a gran parte de ésta a asentarse en regiones con alto riesgo de inundaciones, deslaves y hundimientos. Ocultan que la pobreza de esta gente, las obliga a vivir en casuchas que no les ofrecen la mínima protección ante las inclemencias del tiempo. Ocultan que la supuesta ayuda humanitaria sólo ha servido a políticos e instituciones para hacerse propaganda, dejando a la mayoría de las víctimas en total abandono1 [102]. Oculta que la mayoría de los recursos han sido empleados para salvaguardar la vida y las partencias de los burgueses. Ocultan que el paso del huracán Stan es sólo un ejemplo de cómo el capitalismo es el verdadero responsable de las destrucciones que se repiten cada vez con mayor frecuencia y la prueba más palpable de ello es lo ocurrido hace sólo dos meses en Nueva Orleáns.


Desastre en EUA: no es el subdesarrollo el responsable

Cuando el tsunami afectó al continente asiático en diciembre, la burguesía de los países desarrollados echó la culpa de la catástrofe a la incompetencia política de los países pobres por negarse a tomar en cuenta las señales de alarma. La tragedia en Nueva Orleáns y sus alrededores, no se produjo en ningún rincón del tercer mundo azotado por la miseria, sino en el corazón de la primera potencia capitalista mundial, lo que desmiente el discurso sobre el subdesarrollo o la pobreza como causa de este tipo de desgracias. Las escenas de pesadilla que se desarrollaron en EUA, la más rica y poderosa nación de la tierra, aclaran, más que nunca que es el actual orden social, a pesar de todos sus recursos tecnológicos y materiales, lo que está llevando a la humanidad a la destrucción.

El huracán Katrina mostró lo que siempre ha sido verdad, que el contraste no es entre países ricos y pobres, sino entre gente rica y pobre, la clase social contó para la sobrevivencia. Cuando se ordenó la evacuación en Nueva Orleáns, cada familia quedó a su suerte. Quienes pudieron costearse la encarecida salida2 [103], salieron para resguardarse. Pero la mayoría de los pobres, los ancianos, los enfermos, quedaron a merced del huracán, incapaces de escapar. El Superdome y el Centro de convenciones que fueron abiertos como refugios frente a la tormenta, fueron realmente campos de concentración, pues las autoridades no proveyeron ningún tipo de servicio, agua, alimentos, ni asistencia. Cuando miles de personas, la mayoría de raza negra, ocuparon estas instalaciones, fueron abandonados a su suerte. Para los ricos que se quedaron la situación fue totalmente distinta. Los turistas y los VIPS que se alojaban en hoteles de cinco estrellas adyacentes al Superdome nadaban en la abundancia y estaban protegidos por oficiales de policía armados, que mantenían a la «chusma» del Superdome a raya. Desde luego estos personajes tuvieron preferencia durante el rescate, mientras que muchos de los evacuados de los refugios fueron abandonados en la carretera, bajo el sol ardiente, donde algunos murieron.

Las fuerzas de represión llegaron antes que las fuerzas de ayuda. En vez de organizar la distribución de agua y alimentos guardados en los depósitos y almacenes de la ciudad, la policía se empleó a fondo contra la gente pobre que empezó a asaltarlos para distribuir productos de primera necesidad como una tentativa para sobrevivir bajo las condiciones más inhumanas3 [104]. Repentinamente, las víctimas fueron culpadas de su propia desgracia y la clase dominante tuvo el pretexto para enviar armas, vehículos blindados y guardianes en lugar de agua y alimentos.


La culpa es del capitalismo

La incapacidad del capitalismo para evitar y responder a este tipo de catástrofes, demuestra que la clase capitalista no merece seguir gobernando, que su modo de producción se hunde en un proceso de descomposición social, de pudrimiento desde la raíz, y que sólo ofrece a la humanidad un futuro de muerte y destrucción. El caos que ha consumido países enteros uno tras otro en África y en Asia es una muestra del futuro que el capitalismo reserva incluso a los países industrializados, y hoy Nueva Orleáns proporciona un fugaz anticipo de ese futuro desolador.

Como siempre, la burguesía se da prisa en plantear todo tipo de excusa para sus crímenes y fracasos. «Hacemos todo lo que podemos» se está convirtiendo en la canción de moda de la burguesía. Hacen «todo lo que pueden» para terminar la guerra, para mejorar la economía, para acabar con la criminalidad, para terminar con las drogas, etc., etc,... «No se puede hacer más»; ¡Mienten! En realidad siguen la política que han decidido conscientemente y que claramente tiene consecuencias desastrosas para la sociedad.

El huracán Katrina ha sido producto de la naturaleza, pero la escala del desastre natural y social no era inevitable. Se mire como se mire, ha sido el capitalismo, y el Estado que lo representan, quien ha permitido la catástrofe. La nocividad creciente de los desastres naturales que hoy vivimos en todo el mundo es consecuencia de políticas temerarias del capitalismo en busca incesante de ganancias; sea por «ahorrarse» la tecnología disponible para alertar a la población amenazada, o por arrasar los bosques en los países del tercer mundo lo que exacerba el potencial devastador de la contaminación de la atmósfera produciendo incrementos en la temperatura de los océanos y con ello el desarrollo de depresiones tropicales, mareas, tormentas y huracanes que hemos visto los últimos años. 4 [105]

Los izquierdistas citaron las mentiras de Bush y la industria energética y su oposición al protocolo de Kyoto como responsables del desastre del Katrina, como si la burguesía de los países que están a favor de dichos protocolos estuviera de verdad interesada en someter la producción capitalista a la preservación de la naturaleza.

La situación geográfica de Nueva Orleáns tampoco fue la culpable. Desde 1927, el cuerpo de ingenieros del ejército de EUA desarrolló un sistema de diques en Nueva Orleáns para prevenir las inundaciones anuales del río Mississipi, lo que permitió el florecimiento de la industria, la agricultura y la ciudad pero con ello impedían también que las aguas fluviales llevaran el sedimento de los pantanos y las marjales del delta del Mississipi río abajo, hasta el Golfo de México. Debido a esto, las zonas pantanosas que proporcionaban una protección natural a Nueva Orleáns, quedaron peligrosamente erosionadas, y la ciudad fue más vulnerable a las inundaciones marítimas. Esto no fue algo «natural» sino producto de la acción humana.

Tampoco fue la fuerza de la naturaleza quien mermó los efectivos de la guardia nacional de Lousiana. Un gran contingente de ésta había sido movilizado para la guerra de Irak, dejando sólo 250 Guardias Nacionales disponibles para apoyar los esfuerzos de rescate de los departamentos de policía y bomberos los tres primeros días tras la rotura de los diques. Un porcentaje aún mayor de la guardia del Mississipi había sido desplegado igualmente en Irak.

El argumento de que este desastre no podía preverse es igualmente un sinsentido. En 1998 una propuesta llamada Coast 2050 proponía reforzar y rediseñar los diques construyendo un sistema de compuertas, y excavar nuevos canales que aportaran agua con sedimentos fluviales para restaurar la protección que suponen las zonas pantanosas del delta. El coste de este proyecto era de 14 billones de dólares que tendrían que invertirse en un periodo de 10 años. Washington sin embargo no lo aprobó. El año pasado, el ejército pidió 105 millones de dólares para programas contra huracanes e inundaciones en Nueva Orleáns, pero el gobierno sólo aprobó 42 millones.

Otra refutación de la excusa de que «nadie podía haberlo previsto» es que la víspera de la llegada del huracán, el director de la FEMA (Administración Federal para las emergencias) Michel D. Brown, alardeaba en entrevistas en televisión, de que había dado órdenes para la puesta en marcha de un plan de emergencia en caso de que se produjese el peor de los escenarios en Nueva Orleáns.


Sólo la clase obrera puede ofrecer una alternativa

El sufrimiento en la costa del Golfo ha conmovido a millones de trabajadores, que al mismo tiempo se sienten furiosos por la falta de sensibilidad de la respuesta oficial al desastre. Especialmente en las filas de la clase obrera hay un sentimiento de genuina solidaridad humana hacia las víctimas de esta calamidad. Mientras que la burguesía parcela su compasión, dependiendo de criterios económicos, entre ricos y pobres, para la mayoría de trabajadores americanos no existen distinciones. Ha sido la clase obrera y los desposeídos quienes se han solidarizado con los que sufrían, por encima de su propia seguridad. Aunque la burguesía emplea a menudo la carta del racismo para dividir y oponer a los obreros negros y blancos, el sufrimiento de los pobres en Nueva Orleáns repugna a toda la clase obrera. EUA a pesar de ser una superpotencia, está, como todo el mundo, en crisis y gobierna un «orden mundial» que se hunde en el caos. Esta situación refleja un modo de producción cuya continuación amenaza la sobrevivencia de la especia humana. La guerra, el hambre y los desastres «naturales» son el futuro que nos reserva el capitalismo. La esperanza para el futuro de la humanidad, es que la clase obrera desarrolle la conciencia y la comprensión de la verdadera naturaleza de la sociedad de clases, y asuma su responsabilidad histórica de acabar con este anacronismo, de reemplazarlo por una sociedad en la que la genuina solidaridad humana, y la satisfacción de las necesidades humanas sean el principio rector.

CCI / octubre de 2005.


Notas:



1 [106]La ayuda calculada, corresponde a menos de medio kilogramo por habitante afectado, es decir, aproximadamente una comida en una semana.

2 [107]El precio de la gasolina y de los boletos de camión y tren aumentaron haciendo honor a la ley de la oferta y la demanda capitalista.

3 [108]A pesar de que los medios de información se enfocan en denunciar los saqueos de otro tipo de artículos que principalmente el lumpen lleva a cabo, aprovechando la situación.

4 [109]Cuando Katrina llegó a Florida, era sólo un huracán de fuerza 1, pero planeó una semana sobre las aguas del Golfo de México, a casi 50º C y se elevó a la categoría de fuerza 5, con vientos de 270 kilómetros por hora antes de alcanzar la costa del Golfo.


Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • La decadencia del capitalismo [28]

Sindicato: pieza importante de la burguesía para asestar un golpe más a los trabajadoresdel IMSS

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Hoy como nunca la acción coordinada del gobierno, patronal y sindicato en contra de los trabajadores se pone en clara evidencia. La burguesía usó toda una combinación de instrumentos para cubrir todos los flancos sociales y hacer pasar de la mejor manera las medidas de afectación salarial y jubilación.

Primero, se preparó una ensordecedora campaña en prensa, radio y TV, sobre los “privilegios” que gozan los trabajadores del IMSS, haciéndolos ver hacia el resto de los trabajadores como sus enemigos por ser los causantes de la degradación de la economía nacional, dado que generan, según ellos una gran “carga fiscal”. Enseguida se prepara una propuesta “dura” por parte del gobierno para atemorizar a los trabajadores, y poder conducir a una parte a la desmoralización, y a otros (la mayoría) hacer arder su coraje, y así poder poner en práctica su tercer fuerza: la acción del sindicato. La presencia del sindicato era vital para hacer pasar las medidas, pero no sólo de la acción del sindicato oficial, sino también del sector radical, ambos reparten su trabajo de sabotaje y confusión. Mientras la estructura oficial, coordinada por el diputado del PRI: Galina, empujaba a limitar las demandas y ser más conciliador, la estructura sindical radical, hace el teatro de ser una fuerza representativa del coraje de los trabajadores, proponiendo la huelga y acciones de provocación como el cierre de calles.

Esta distribución de tareas al interno del sindicato le permite hacer pasar las medidas de afectación al salario directo y las condiciones de jubilación, pero lo presenta como un logro del sindicato y en particular de la presión de los sectores radicales del sindicato.

Una gran mascarada fue preparada por el sindicato para hacer pasar las medidas y marcar además el parámetro para la continuación del ataque hacia otros sectores de trabajadores (ya se anuncia el seguimiento del mismo esquema de afectación a las pensiones y jubilaciones en el ISSSTE y las Universidades).

Es cierto que pese a la trampa extendida por el sindicato el coraje y descontento de los trabajadores queda en cierto nivel, no obstante para esterilizar y usar esa fuerza el sindicato anuncia ya la necesidad de democratizarse. Así Laura Narváez, dirigente sindical afirma: “... urge una ‘reforma democrática’ para que ‘otra vez la gente retome la confianza que perdió en sus representantes’...” (La Jornada, 17-10-05, el subrayado es nuestro).

De esta derrota que ha encabezado el sindicato, los trabajadores deben sacar la lección, los sindicatos, oficiales o democráticos, “charros” o radicales, son enemigos de los trabajadores, son instrumentos del capital infiltrados en las filas de los trabajadores, por ello para poder llevar un verdadero combate en la defensa de las condiciones de vida, y que representen verdaderas preparaciones de los combates futuros, la clase trabajadora necesita tomar en sus manos la lucha, llevando el combate por encima y en contra del sindicato.


Tatlin, 17-10-05


Situación nacional: 

  • Mexico [1]

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • La cuestión sindical [91]

Debate Sexta declaración del EZLN: la vieja y la «nueva izquierda», instrumentos del capital

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La desgastada campaña de la burguesía sobre la «muerte del comunismo», lanzada luego del derrumbe del bloque estalinista, busca ser reanimada a partir de la insistencia de la formación de la «nueva izquierda». En este «nuevo esquema» se destacan como sus mejores representantes personajes como Negri, Saramago, Holloway, el guerrillero Marcos y el conjunto del «movimiento altermundista». Esta «nueva izquierda» pretende ser la expresión crítica y renovada de lo que consideran los «viejos principios del marxismo», no obstante, lo mismo que el estalinismo, el maoísmo, trotskismo y demás engendros ideológicos, sigue siendo una estructura dominada (e incluso creada) por la misma burguesía, por eso es que a través de un enredo ideológico busca golpear la conciencia de los trabajadores y someterlos en una dinámica interclasista, que desgaste y esterilice el descontento y coraje de clase, conduciéndolos a un callejón donde la única salida que ofrece es la justificación de la existencia del capitalismo.


Izquierda e izquierdismo armas de la burguesía contra la clase obrera

El la última década el EZLN se ha destacado como ejemplo de la «nueva izquierda», y para atrapar atención de los trabajadores ha recurrido a la apertura de un pretendido debate para definir lo que en los «tiempos modernos» es la izquierda. Así el EZLN y el resto de grupos que lo siguen fielmente, en su afán por desmarcarse del PRD, integrarán un «movimiento nacional de lucha de izquierda». Este movimiento, que resume ya su ideario en la «6ª declaración», no va más allá que hacer la defensa del capital nacional, de la democracia y las instituciones burguesas (como lo es la Constitución). Todo lo que plantea no son sino aspectos que ya hemos visto desatacar por el conjunto de grupúsculos que a lo largo del tiempo se han encargado de sabotear el proceso de reflexión de la clase trabajadora. El mismo argumento del EZLN sobre la defensa de la soberanía y las riquezas, es un argumento reciclado de los discursos lanzados durante los 60 y 70 lo mismo por los grupos estalinistas que los trotskistas; por ejemplo la consigna de nacionalización de la industria químico farmacéutica, la defendía lo mismo los estalinistas de «Punto Critico» (hoy fundido en el PRD) que los trotskistas del PRT. De forma que la defensa de la soberanía, de las empresas estatales y la lucha contra la globalización que el EZLN hoy proclama es el mismo discurso que levantaba el viejo estalinismo, es el mismo estribillo sólo que lo hace novedoso al presentarlo con un lenguaje radicaloide y sentimental. Pero aunque es el EZLN el que más ruido ha hecho respecto a la «nueva izquierda» al involucrar en su lenguaje «novedosas» creaciones «teóricas» de la misma burguesía (como el de la globalización), no es el único representante. En el mismo sentido se mueve el movimiento altermundista y sus «teóricos» que toman esas nuevas interpretaciones para justificar la existencia del capitalismo y la posibilidad de que este mejore, ensanchando así la visión mistificada sobre el mundo, pretendiendo con esto que los trabajadores extravíen el objetivo central de su descontento.

Es característico del movimiento anti globalización al mostrarse como ejemplo de la «nueva izquierda», insistir en su forma no organizada, existente casi de forma virtual, y con una actuación «incluyente» y alejado de «dogmas», lo que es fácil traducir como una proclama interclasista desesperada, que con su pretendida «apertura mental» termina defendiendo la posibilidad de una renovación del capitalismo. Baste citar para ejemplificar a Emir Sader, un conocido «intelectual» altermundista de Brasil, que define así lo que es ser de izquierda: «Definirse de izquierda -un gobierno, un partido, una persona- hoy significa luchar contra la hegemonía del capital financiero sobre la economía... Es luchar por el triunfo del mercado de la producción y del trabajo sobre el mundo de la especulación.» (La Jornada 18-06-03).

Podemos ver que la burguesía requiere para asegurar su dominio presentar no sólo una imagen dura y descarada que se aferre en la defensa del capitalismo, como lo hacen sus partidos (y gobiernos) de derecha, sino además requiere de un aparato de izquierda que de forma sutil e hipócrita se infiltre en el terreno de lucha de los trabajadores para sabotear y apuntalar el poder del capital. En ese sentido es que podemos afirmar que existe una izquierda del capital, que vive incrustada en el aparato de Estado (con curúles e incluso gobiernos), aunque hay otra parte de grupos y partidos más radicales, que no están directamente integrados a las instituciones de gobierno (e incluso pueden presentarse como críticos de los partidos involucrados en el poder) y sin embargo no son expresiones del esfuerzo y la conciencia de los trabajadores. Esa izquierda radical o izquierdistas también se integran al sistema, no de forma directa pero si orgánicamente, defendiendo en su práctica y discurso al sistema, por ejemplo llamando a defender a la propiedad estatal o a gobiernos a los que consideran progresista y que incluso los llaman socialistas.

Por ello es que podemos afirmar que la pretendida «nueva izquierda» (lo mismo que la izquierda y el izquierdismo) no deja de ser una estructura del capital. Por más que el EZLN critique al PRD, y marquen diferencias de forma, la esencia de ambos grupos es la misma, ambos, en su práctica y su discurso se empecinan en defender al sistema de explotación. Por más que el EZLN «critique» las elecciones próximas, no deja de ser una estructura ajena a los intereses de los trabajadores, así -mismo, el altermundismo, y su pregón de que otro mundo es posible encierra en verdad la esperanza que ese otro mundo sea el capitalismo «mejorado», «con rostro humano».


La Izquierda Comunista, verdaderos continuadores de la tradición marxista

Si la necesidad de la burguesía es crear su propia estructura, definiendo sus partidos de derecha y de izquierda, no se puede suponer que la clase trabajadora no es capaz de crear sus propios organismos de combate, los cuales han sido y son verdaderos esfuerzos de la clase para sistematizar su experiencia, construir su programa y dirigir sus combates. Mientras la «nueva izquierda» pretende mostrar su fuerza desechando al marxismo o combinándolo con las teorías sociológicas y económicas que la burguesía ha «descubierto» en los últimos años, la realidad viene a poner al descubierto la fuerza del marxismo, por eso la Izquierda Comunista, no duda en su defensa e insiste en mantener su tradición.

Cuando hablamos de la defensa de la tradición teórica del marxismo, no es una añoranza nostálgica o un aferramiento dogmático, es recobrar la experiencia histórica de la clase obrera, y sintetizar las enseñanzas que sus combates han dejado. Esta sistematización de la experiencia es lo que permite definir un marco de análisis para poder comprender cuando una propuesta, por más radical que se dibuje, se encuentra dentro o fuera de un terreno de clase. Intentando hacer un resumen apretado, delinearemos algunos elementos puntuales que definen los principios proletarios y que marcan la diferencia con el proyecto que defiende el aparato de izquierda del capital:

- Por el lugar que ocupan en el sistema productivo, el proletariado es la única clase con capacidad de transformar radicalmente al capitalismo.

Los regímenes estalinistas, tanto del pasado (como la URSS), o actuales (como Cuba) no son expresiones del comunismo.

- En el actual período de decadencia que vive el capitalismo, no existen ninguna fracción progresista en la burguesía, por tanto el proletariado no puede aceptar por ningún motivo algún tipo de alianza con alguna de ellas.

- El combate de la clase obrera es opuesto a todo tipo de propiedad, por ello los trabajadores no reivindican a la propiedad estatal, ni a la propiedad unida a formas de producción del pasado.

- La revolución proletaria no puede tomar forma sino a través de la revolución mundial, por ello la bandera del internacionalismo proletario es un principio fundamental, y es por tanto diametralmente opuesto al nacionalismo en cualquiera de sus expresiones.

- Los procesos electorales, y las instancias parlamentarias no son mecanismos que los trabajadores puedan usar en su lucha.

- Los sindicatos aún cuando en el siglo XIX fueron creaciones de los trabajadores para organizar sus luchas, desde inicios del siglo XX éstos se transformaron en instrumentos del capital.

- El militarismo y el terrorismo no son métodos de combate del proletariado, por el contrario, son opuestos a su práctica, en tanto su verdadera fuerza se encuentra en su conciencia, su organización y su actuación masiva.

- El marxismo no se desarrolla a partir de elucubraciones individuales de «iluminados» o «genios solitarios» sino a través de colectividades organizadas.

Estos elementos que sintetizan las enseñanzas de los combates pasados de la clase obrera, la «nueva izquierda» se empecina en presentarlos como antiguallas inútiles, con el fin de que extender la confusión y esconder a toda costa a los ojos de los trabajadores la necesidad y posibilidad que existe de la destrucción del capitalismo.


Tatlin, Octubre/2005


Situación nacional: 

  • Mexico [1]

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • Los falsos "partidos obreros" [110]

El «socialismo» chavista: nueva forma de redistribución de la miseria

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En su último periplo que lo llevó por varios países (Brasil, Uruguay, Argentina, India, Qatar y Francia), el presidente Chávez no sólo hizo derroche de antinorteamericanismo, sino que pregonó ante los auditorios previamente montados para su visita, que no se podía superar la pobreza del Tercer Mundo bajo el sistema capitalista de libre empresa, que para lograrlo habría que inventar el «socialismo del siglo XXI».

Este invento no tiene nada de nuevo representa una adaptación del capitalismo de Estado a unas condiciones de mayor agudeza de la crisis y sobre todo de mayores niveles de descomposición del orden capitalista. Esta situación requiere de una readaptación de las políticas económicas, así como de toda la parafernalia ideológica que necesita desarrollar cada burguesía nacional, para confundir e intentar someter al proletariado. A cada burguesía nacional, con mas énfasis en los países de la periferia, no le queda otro camino que redistribuir la miseria, tal como lo pretende este «neo-socialismo» propuesto por Chávez.


El «proyecto» chavista: un proyecto netamente burgués

El proyecto chavista tiene su génesis en el movimiento cívico-militar-bolivariano desarrollado por los ideólogos de la lucha guerrillera de los años 60 que rompieron con el Partido Comunista de Venezuela, y que es retomado en los años 80 por el Movimiento Bolivariano Revolucionario-200; es un proyecto que tiene como objetivo el desarrollo de una «burguesía nacionalista», diametralmente opuesta a la burguesía «oligárquica» que emergió después de la derrota de la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez en 1958. Este movimiento toma influencia de la ideología estalinista, pero tropicalizada con la ideología bolivariana, pugnando por la estatización de la economía.

El vertiginoso ascenso de Chávez, se debe fundamentalmente al alto grado de descomposición que presenta la burguesía venezolana, expresión de la descomposición del sistema capitalista en su conjunto. Los sectores de la burguesía que gobernaron durante las últimas décadas del siglo pasado, enquistados en el poder, amparados en un ambiente de impunidad y corrupción; perdieron la capacidad de crear expectativas hacia los sectores mas empobrecidos, mas bien restringieron progresivamente los planes sociales que le permitieron mantener la «paz social»; situación que incrementó los niveles de pauperización, mientras que a la par se implantaban draconianas medidas de austeridad a través de los planes para enfrentar la crisis económica.

La incapacidad de reacción de estos sectores de la burguesía en el poder quedó al desnudo con las revueltas del hambre de 1989, cuando fueron saqueados y quemados miles de comercios, principalmente en Caracas, dejando un saldo no oficial de más de 10 mil muertos. A pesar de esta desesperación que dieron los sectores depauperados, la burguesía nacional fue incapaz de introducir un mínimo de cambios en sus estructuras de poder para que le permitieran contener el malestar social.

Este contexto preparó el terreno para que se diera el primer paso para la concreción del proyecto chavista: el intento de golpe de Estado de 1992, que aunque fracasó permitió catapultar la figura de Chávez. Después de salir en libertad en 1994, se lanza a la arena electoral, con un discurso demoledor contra las facciones de la burguesía hasta entonces en el poder. Basado en su carisma, fue adaptando el proyecto de la «revolución bolivariana» de los años 60 a los nuevos tiempos de desaparición de los dos grandes bloques imperialistas; arrastrando tras de sí a millones de pobres, al sembrarles la ilusión de que de llegar al poder se superaría su situación de pobreza.

Después del arrollador triunfo de Chávez en las elecciones de 1998, se inicia un proceso que domina el escenario político hasta nuestros días, donde se confrontan dos facciones del capital nacional: la «vieja» burguesía, representada a través de los partidos tradicionales (AD, COPEI, algunos sectores del MAS, etc.); contra la «nueva burguesía», representada por partidos y grupos de izquierda, izquierdistas, militares, etc., excluidos de los factores de poder que habían dominado durante el último medio siglo. En este sentido, cuando el chavismo y sus consortes dicen que el gobierno bolivariano es el gobierno de «los excluidos», no se refieren a la masa de pobres que habitan el país, sino a esos sectores de la burguesía y la pequeña burguesía otrora marginados de las esferas de poder.

Tal como lo hicieron adecos y copeyanos en el pasado, el chavismo arremete contra los trabajadores y contra esa misma masa de pobres que dicen defender, masificando la miseria a través de las llamadas misiones1 [111].


El chavismo: un movimiento nacido descompuesto

Sería un error ver el ascenso del chavismo como un producto «made in Venezuela». El «fenómeno» chavista, es el resultado de las propias contradicciones del sistema capitalista. Por una parte, de la crisis que sacude al capitalismo a nivel mundial desde finales de los años 60, que requiere de cada burguesía nacional un ataque permanente a las condiciones de vida de las masas trabajadoras, y de la población en su conjunto. Pero principalmente, es resultado del período de descomposición que vive el capitalismo desde hace dos décadas, cuya mayor expresión ha sido la desaparición del sistema de bloques que imperó hasta el derrumbe del exbloque «socialista» en 1989.

En el caso particular de Venezuela, el surgimiento del chavismo expresa de manera caricatural la descomposición de la burguesía nacional, ya que su conflicto de intereses creó las condiciones para que surgiera un gobierno liderado por sectores de la pequeña burguesía izquierdista; con claras intenciones de mantenerse en el poder a toda costa. El sector chavista de la burguesía intenta diferenciarse del basamento ideológico democrático de la «vieja oligarquía», adaptando parte del acerbo burgués de la izquierda del

capital venezolano y del izquierdismo a los nuevos tiempos2 [112]:

-al bolivarianismo retomado de la guerrilla izquierdista de los años 60 junto con el pensamiento zamorano y robinsoniano3 [113], se unen el indigenismo y la negritud, para plantear una vuelta al pasado, con una carga de misticismo y religión, que le dan una connotación fundamentalista a la ideología bolivariana. De esta manera, se expresa el carácter ahistórico e irracional de la ideología chavista, que pretende ir hacia adelante pero viendo hacia el pasado, con planteamientos aun más atrasados que los de la burguesía en el siglo XIX cuando ésta aun era una clase revolucionaria.

-a la democracia representativa en la que se sustentaban los viejos partidos, el chavismo opone la democracia «participativa y protagónica», en la que estaría el fundamento del «socialismo» chavista. Esta le permitió al chavismo movilizar a la población para adaptar jurídicamente el modelo democrático-burgués para controlar las instituciones del Estado mediante la aprobación de una nueva constitución. Pero lo «innovador» de este modelo burgués es que permite darle sustentación a la «nueva burguesía» chavista mediante dos vías:

- en lo económico, mediante el llamado «desarrollo endógeno», basado en el cooperativismo, la cogestión y la autogestión,

- en lo político y social, con la asignación de recursos del Estado a través de organizaciones como los Círculos Bolivarianos, misiones, milicias, etc., le permite al chavismo un control político y social de los sectores mas empobrecidos, que son la mayoría de la población (en esto el chavismo no se diferencia de los regímenes estalinistas o fascistas). Pero sobre todo esta asignación de recursos a través de las misiones, le permiten al chavismo repartir las migajas que le dan sustento a toda la ideología de «redistribución de la riqueza» y el «igualitarismo» de la izquierda; lo que según el chavismo y el conjunto de la izquierda abriría el camino al «socialismo del siglo XXI».

Pero este «socialismo», antes que «redistribuir la riqueza», distribuye la miseria, «iguala» a la sociedad pero en la precariedad. Mediante las misiones, «flexibiliza» las condiciones de trabajo y en las cooperativas los trabajadores reciben salarios de hambre (menores que el salario mínimo) sin ningún tipo de cobertura social; por otra parte, por cada área de servicio o producción que se cubre a través de las misiones, se desmejoran las condiciones salariales y sociales de los trabajadores formales que hasta ahora laboran en esas áreas, ya que son violadas las contrataciones colectivas y son chantajeados con el despido, de no acogerse a las condiciones impuestas por el Estado; por último, debido a que las misiones cumplen principalmente una función política de control social, se desmejora la calidad de los servicios públicos prestados, ya que no son la prioridad real. En la medida que crezca la cobertura social de las misiones, en esa misma medida se extenderá la precariedad al conjunto de la clase trabajadora y al conjunto de la sociedad. Por otra parte, el cooperativismo, la cogestión y la autogestión, formas organizativas de producción de bienes o servicios a las que la izquierda y los izquierdistas asignan de manera mágica un carácter «anticapitalista», de ninguna manera eliminan la explotación de los trabajadores por el capital, sea éste de origen privado o estatal: por una parte, no se eliminan las relaciones de jerarquía y explotación propias de toda forma de organización de producción capitalista; por la otra, los bienes y servicios producidos por los trabajadores, deberán someterse tarde o temprano a las leyes del marcado.

La burguesía, aquí y en todas partes, no tiene otra opción que manipular la pobreza; y el chavismo ha resultado ser un maestro en esta materia. Por ello, estas ideologías intentan ser impuestas a sangre y fuego por el chavismo en el conjunto de la sociedad, en un ambiente de represión, persecución, chantaje y ataque despiadado a las condiciones de vida de los trabajadores, a través del desempleo, de salarios de hambre, cargas impositivas; de crecimiento de la pauperización, que se expresa en un crecimiento de la indigencia, la desnutrición, la criminalidad y la prostitución infantil y juvenil; mientras los nuevos ricos chavistas se reparten el botín de los ingresos del Estado, a través de asignaciones financieras y de sueldos decenas de veces mayores a los de un trabajador, promoviendo y permitiendo niveles de corrupción tales, que los corruptos de los gobiernos anteriores quedan como niños de pecho.

En este sentido, el chavismo no sólo es un producto de la descomposición de la burguesía venezolana, sino que es un factor acelerador de la descomposición de la clase burguesa y de la sociedad venezolana en su conjunto. ¿Y quien puede llamar a esta putrefacción «revolución»?


La única revolución posible y verdadera es la revolución proletaria

En su radicalismo pequeño-burgués, los sectores izquierdistas que conforman el chavismo por conveniencia ideológica se empeñan en llamar «revolución» algo que no es mas que una variante de capitalismo, una «nueva» forma jurídica de administración del Estado burgués para proseguir la explotación del trabajo por parte del capital nacional. El hecho de que Chávez y sus discípulos y aduladores llame a esto «socialismo» no representa nada nuevo: la izquierda y los izquierdistas de todo cuño, se han encargado durante todo el siglo XX de calificar de «socialista» a cualquier gobierno donde el Estado asume el control de la vida económica, política y social, tal como sucedió con los países bajo la órbita rusa, o los que aún sobreviven como China, Corea del Norte y Cuba...

Con esta visión del «socialismo del siglo XXI» en mente, el chavismo ofrece erradicar la pobreza para el 2021. Pero la realidad es que el crecimiento de los índices de pobreza es inocultable e indetenible: a pesar de las descaradas manipulaciones de las cifras por parte de los organismos del Estado, el Instituto Nacional de Estadística (INE) informó que el índice de pobreza había crecido en 10 puntos porcentuales durante los 6 años de gobierno chavista4 [114]. Este crecimiento de la pobreza no se debe a un problema de mala gestión del chavismo, como pretenden hacerlo creer los sectores burgueses de la oposición: bajo el capitalismo es imposible eliminar la pobreza... el mismo modo de producción capitalista, no sólo requiere de un ataque incesante al salario y a las condiciones de vida de los trabajadores, sino además en su período de decadencia genera una masa cada vez mayor de proletarios que son lanzados a la calle, sin posibilidad de ser reabsorbidos por el aparato productivo.

Aunque la burguesía venezolana cuenta con importantes ingresos debido al alza histórica de los precios del petróleo, éstos no son eternos y por otra parte son insuficientes para el nivel de gastos que requiere mantener la «revolución». Mas temprano que tarde la profundización de la crisis dará al traste con las misiones y todo el aparataje populista montado por el chavismo; en ese momento las masas volverán a manifestarse, pero si no quieren terminar en el callejón sin salida que ofrece la revuelta, la clase obrera debe tomar el control orientando su coraje hacia combates que tengan en claro la necesidad de la superación del capitalismo. Por ello es de suma importancia que los trabajadores reaccionen con su lucha ante los ataques a sus condiciones de vida, y enfrenten toda esta ideología bolivariana igualitarista. Es fundamental que la clase recupere su identidad, su solidaridad y su moral proletaria. Es fundamental la reflexión y discusión de los elementos mas politizados de la clase, para contrarrestar esta ofensiva ideológica de la burguesía.

En el capitalismo decadente, la burguesía, sea de derecha o izquierda, no tiene otra opción que recurrir a aplicar variantes al capitalismo de Estado, así lo adorne de bolivarianismo o de otro recurso ideológico. Ni las fuerzas de derecha ni de izquierda del capital pueden introducir reformas al sistema capitalista, y mucho menos hacer una revolución: la época en que la burguesía era una clase revolucionaria quedó cerrada cuando el modo de producción capitalista llegó a todos los confines del planeta; así mismo. Desde entonces hasta nuestros días el capitalismo sobrevive gracias a un ataque despiadado a las condiciones de vida de los trabajadores y pauperizando a millones de seres humanos, labor que realiza con el apoyo de sus partidos de derecha e izquierda, y los sindicatos.

P. 01-04-05


Notas:


1 [115]Organizaciones promovidas y financiadas por el Estado, mediante las cuales se prestan servicios públicos de salud, educación, distribución de alimentos, etc. Mediante el cooperativismo se promueve el empleo precario además de que las redes que conforman las Misiones, realizan un control social, ya que se exige un compromiso con la «revolución bolivariana» para poder recibir las ayudas del Estado.

2 [116]Uno de los asesores de Chávez en los años 90 fue el argentino Norberto Ceresole, quien creó un modelo llamado «posdemocracia» que combinaba un espectro de ideologías que van desde el fascismo hasta el bolivarianismo, pasando por el estalinismo.

3 [117]Se refiere al «guerrero» Ezequiel Zamora, líder de insurrecciones campesinas de mediados del siglo XIX; y a Simón Rodríguez, quien vivió entre los siglos XVIII y XIX, fue maestro de Bolívar y cambió su nombre por el de Samuel Robinson; su modelo planteaba que la América Española debía tener gobiernos e instituciones «originales», que no copiara modelos foráneos.

4 [118]El Instituto Nacional de Estadística señaló que la pobreza había crecido de 42,8% en 1999 al 53% en el 2004. Sin embargo, un estudio de la empresa Datos señala que la pobreza abarca a 81% de la población, equivalente a 21 millones de personas (El Nacional, 31-03-05).



Corrientes políticas y referencias: 

  • Chavismo [119]

Correo del lector: Guevarismo, una ideología contra-revolucionaria

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Correo del lector

Guevarismo: Una ideología contrarrevolucionaria


Algunos jóvenes que actualmente discuten posiciones de la izquierda comunista se han planteado una discusión sobre las posiciones políticas de la corriente guerrillera, más particularmente de la representada por Ernesto «Che» Guevara. Esta ideología tuvo su auge en los 60 y 70 sembrando la confusión e inoculando ideología burguesa pura a través del «modelo cubano» con su tristemente famosa máxima de la «vía cubana al socialismo». En este artículo breve trataremos de asumir sólo algunas posiciones políticas típicas del guevarismo para tratar de demostrar que su legado no pertenece al proletariado sino a la burguesía. Aclaramos de antemano que no atacamos a las personas ni podemos cuestionar sus intenciones ni su honestidad, lo que denunciamos son sus posiciones políticas burguesas. Es justamente esto último lo que abordaremos.


Teoría del socialismo en un solo país: Punta de lanza de la contrarrevolución

La revolución rusa de 1917 abrió un periodo insurreccional a nivel mundial que fue seguido por la revolución en Alemania, las huelgas masivas en Gran Bretaña, los Consejos Obreros en Hungría, etc. sin embargo, no se pudo concretar la unificación mundial de estos combates obreros y la revolución rusa quedó aislada y condenada a su estrangulamiento. Ese aislamiento fue el factor decisivo que provocó la degeneración del partido bolchevique y de la misma revolución, el punto clave que mostró a los marxistas que esta revolución dejaba de respirar, lo constituyó la adopción (a mitad de los 20) por parte de la Internacional Comunista, de la consigna de la «construcción del socialismo en un solo país», tal declaración era el acta de defunción de la revolución ya que justificaba el sacrificio por la nación, por la «patria socialista», en detrimento de la revolución mundial. Esta teoría es la antítesis del proletariado, mientras que éste trata de barrer las fronteras y de construir una comunidad humana mundial, el «socialismo en un solo país» genera el mito de que puede haber una isla comunista en un mar capitalista y, lo que es peor, que la nación, el nacionalismo, serían compatibles con el comunismo. Una revolución triunfante en cualquier país tendrá la obligación de extenderse o morir, no se puede «construir» socialismo en un país o región sin destruir al capitalismo a escala mundial.

El guevarismo no sólo defendió la idea de la existencia del socialismo en la URSS o en China, sino que fueron el «modelo» para justificar la «vía cubana al socialismo». Construir el socialismo en un ignoto paraje parece más un producto de la voluntad que una consecuencia arrojada por una revolución que se ha extendido a nivel mundial. El «Che» Guevara afirmaba que «la sociedad socialista se podía desarrollar en un solo país aislado, aún en las condiciones del más terrible cerco imperialista, como fue el que debió enfrentar la Unión Soviética durante los primeros años de la creación del Estado soviético»1 [120]. Habrá que agregar que el «Che» no reparó en elogios para hacer pasar las bondades y cualidades «superiores» del «campo socialista» por encima del «campo capitalista» haciendo alusión a las «tasas de crecimiento superiores»2 [121], tal disparate fue hecho trizas por la historia del derrumbe de la URSS y todo su bloque a principios de los 90 (una enorme miseria de los trabajadores en el Este y sus satélites). Alimentando el mito de la existencia de «socialismo» donde sólo había un capitalismo de estado brutal y una dictadura feroz de una burguesía de ropajes rojos, el guevarismo rindió (y sigue rindiendo en parte) una preciosa contribución a la ideología burguesa.

Para el «Che», tomar el poder político en un país «por el pueblo» (término interclasista tan socorrido por sociólogos y demás ideólogos burgueses) se «habrá cristalizado la primera etapa de la revolución socialista; estarán listos los pueblos para restañar sus heridas e iniciar la construcción del socialismo»3 [122]. En palabras claras, el guevarismo levanta muros alrededor de las fronteras nacionales, condena todo proyecto al mítico concepto de «pueblo» sin superar los límites de la nación. El guevarismo abreva pues en las turbias aguas del estalinismo y del nacionalismo más rancio.


Voluntarismo guevarista, antítesis de la conciencia de clase del proletariado

La revolución comunista se distingue del resto de pasos del asenso de la humanidad en que es, ante todo, una obra conciente y colectiva. La clase revolucionaria, el proletariado, sabrá cómo y porqué es necesario transformar el mundo. Por primera vez en la historia los factores CONCIENCIA y COMBATE COLECTIVO revisten una importancia fundamental para la revolución. Contrariamente a esto, en el guevarismo encontramos un desprecio más o menos explícito por la teoría y un desdén olímpico por la conciencia obrera y, al mismo tiempo, promueve y glorifica la violencia minoritaria. El «Che», refutando el principio marxista de que «sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario» (Lenin), no tiene empacho en afirmar que «la revolución puede hacerse si se interpreta correctamente la realidad histórica y se utilizan correctamente las fuerzas que intervienen en ella, aún sin conocer la teoría»4 [123], basta entonces con un buen «analista» y un buen organizador (Fidel y el «Che»?) para que una revolución proletaria sea posible. Esta visión no es un «desliz» inocente, es una concepción bien estructurada del guevarismo. El «foquismo» es la más pura expresión de ese voluntarismo, donde las condiciones históricas y la comprensión de éstas son suplidas por el deseo y el «heroísmo» de una minoría. Las condiciones subjetivas (la conciencia de la necesidad de la revolución), según el manual guevarista, «se crean mediante la lucha armada que va haciendo más clara la necesidad del cambio (y permite preverlo) y de la derrota del ejército por las fuerzas populares y su posterior aniquilamiento»5 [124], el «foco insurreccional» crea las condiciones. Este simplismo hace eco en la impaciencia pequeño burguesa y en el activismo sin principios que se comen las uñas por «entrar en acción», por «hacer algo», no les importa si ese «algo» ¡va en sentido contrario a sus deseos! Esta desesperación individualista tiene su remate en lo que Guevara consideraba como un motor de la revolución, no se trata de la conciencia sino del odio: «El odio como factor de lucha, el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta y selectiva máquina de matar»6 [125] . Más allá de esta escalofriante imagen, es de por sí evidente que esa visión es completamente ajena al proletariado y al marxismo. El odio al zarismo, por ejemplo, y que bien ganado se lo tenía, no hubiese producido jamás tan formidable revolución como la de 1917 en Rusia. El odio nunca ha sido ni será un fundamento de la revolución comunista, jamás será la base de la organización masiva y conciente del proletariado. Una nueva sociedad será el producto de una comprensión científica de la lucha de clase, del capitalismo y de la necesidad material del comunismo. El odio es enemigo de la conciencia.


Nacionalismo guevarista, enemigo mortal del internacionalismo proletario

El «Che» pronunció varios discursos y escribió varios textos hablando de la necesidad del «internacionalismo proletario». Sin embargo, todo se reduce a un nacionalismo a ultranza. Antes de tocar el punto hay que señalar que el «Che» partía de un concepto falso de imperialismo donde los EUA serían el «enemigo principal a vencer», el guevarismo hizo del «imperialismo» un sinónimo de EUA, cubriendo así las espaldas a la URSS, China, y demás países de todo el mundo. Para el marxismo el imperialismo no es tal o cual país, es el modo de vida del capitalismo decadente donde ninguna nación, grande o pequeña, puede sustraerse a esta dinámica histórica. Así, para el «Che» desprenderse de la tutela americana y caer en los brazos de los rusos sería...¡Internacionalismo»!, en esta lógica la invasión del «ejército rojo» a Europa a fines de la II Guerra Mundial, así como la invasión a Checoslovaquia en los 60 o a Afganistán en los 80 sería unas bellas expresiones de «internacionalismo». El guevarismo ha representado históricamente un aliado indispensable de la URSS y de China en la lucha imperialista desarrollada en el marco de la «guerra fría».

No exageramos, el «Che», conciente o inconscientemente, asumió el papel de reclutador de carne de cañón para alimentar las pugnas imperialistas entre la URSS y los USA. Para muestra basta este botón: «Las armas no pueden ser mercancías en nuestros mundos, deben entregarse sin costo alguno y en las cantidades necesaria y posibles a los pueblos que las demanden, para disparar contra el enemigo común. Este es el espíritu con que la URSS y la república Popular de China nos han brindado su ayuda militar»7 [126] Bajo estos criterios, habría que incluir entre los grandes «internacionalistas proletarios» a Lázaro Cárdenas (que envió armas para apoyar a un bando en la guerra civil española de 1936). El internacionalismo no se puede reducir al «apoyo militar» o «económico», el internacionalismo nada tiene que ver con tomar partido entre bandidos imperialistas (URSS-USA), el internacionalismo es la piedra angular del marxismo que sintetiza la obra mundial de la revolución. El internacionalismo no es la «elección» de una nación o de un grupo de naciones, el internacionalismo pugna por la abolición de todas las naciones. Es por ello que denunciamos la postura guevarista como burguesa ya que desnaturaliza y niega el verdadero sentido del internacionalismo. Para el «Che» sería sinónimo de internacionalismo «morir bajo la enseñas de Viet-Nam, de Venezuela, de Guatemala, de Laos, de Guinea, de Colombia, de Bolivia, de Brasil, para citar sólo los escenarios de la lucha armada, sea igualmente glorioso y apetecible para un americano, un asiático, un africano, y aún, un europeo»8 [127].Esta última frase no deja lugar a equívocos, para el «Che» el internacionalismo no era la abolición de las naciones, sino la abolición de la nacionalidad del individuo para que éste se haga destripar por cualquier burguesía de otro continente, de preferencia, claro, por burguesías que se oponen a los EUA.

A la consigna nacionalista y reaccionaria del «Che» de «¡Patria o muerte!» los comunistas debemos oponer el grito de guerra de «¡Revolución mundial o barbarie capitalista!».

DAN/14-10-05

Notas:


1 [128]«Sobre la construcción del partido», Discurso, marzo de 1963.

2 [129]«Contradicciones en la era del imperialismo», Discurso en Ginebra, mayo de 1964.

3 [130]«Guerra de guerrillas, un método», septiembre 1963.

4 [131]«Notas para el estudio de la revolución cubana», Artículo publicitado en la revista «Verde olivo», octubre 1960

5 [132]«Cuba: ¿excepción histórica o ejemplo de la lucha anticolonialista?», ensayo aparecido en «verde olivo», abril 1961.


6 [133]«Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Continental», Discurso de abril de 1967.

7 [134]«Liberación nacional e internacionalismo proletario». Discurso de Argel, febrero de 1965.

8 [135]«Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Continental», Discurso de abril de 1967.

Corrientes políticas y referencias: 

  • Castrismo [136]

Las deslocalizaciones ilustran la explotación

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Al contrario de las elucubraciones altermundistas «contra la mercantilización del mundo», he aquí que desde hace tiempo que bajo la égida del capitalismo las relaciones mercantiles rigen el conjunto de relaciones sociales y humanas de la sociedad. En la sociedad capitalista, producir y vender una mercancía, constituye, bajo pena de encontrarse privado de todo medio de subsistencia, el único medio de obtener una parte de los bienes producidos. Para los que no poseen ningún medio de producción, los proletarios y encontrándose de hecho en la imposibilidad material de producir mercancías, no le queda más que colocar en el mercado una mercancía particular, su fuerza de trabajo.


La explotación capitalista de la fuerza de trabajo

Como para todas las otras mercancías, el valor de la fuerza de trajo se traduce en el mercado por un precio y en dinero: el salario. La mercancía fuerza de trabajo no se distingue en nada de las otras mercancías en el mercado, salvo que esta es inseparable de su vendedor, el trabajador, y que ella no soporta esperar mucho tiempo al comprador, porque ella perecerá con su portador, el trabajador, por falta de medios de vida.

La fuerza de trabajo constituye para el comprador capitalista, el burgués que la consume, la fuente de su ganancia. Si el capitalista industrial no hace trabajar al obrero más allá del tiempo suficiente para crear el salario que a este le toca, el patrón no lograría ningún beneficio. Es necesario que el asalariado trabaje más de este tiempo. El tiempo de trabajo de todo obrero se compone, sin que este se de cuenta, de dos partes: una parte pagada, donde el obrero no hace más que restituir el valor de su salario, y de una parte no pagada, donde el ejecuta trabajo gratuito o plusvalía para el capitalista que se apropia la totalidad de la producción.

La condición de proletario se resume en la inseguridad de su existencia. «El proletario está desprovisto de todo; no puede vivir un solo día para sí. La burguesía se atribuye el monopolio de todos los medios de existencia en el sentido más amplio de la palabra. El proletario es por tanto, tanto legalmente como de hecho, esclavo de la burguesía; esta puede disponer de su vida y su muerte. Ella le ofrece los medios de vida pero solamente a cambio de un»equivalente», a cambio de su trabajo; hasta llega a concederle la ilusión de que es por su propia voluntad, que hace un contrato con libremente, sin coacción. Bella libertad, que no deja al proletariado otra opción que firmar bajo las condiciones que le impone la burguesía (...)».1 [137]

En el sistema capitalista, la sed de plusvalía no tiene límites. El capitalismo cuanto más obtiene del trabajo no pagado de los trabajadores, es mejor. Arranca plusvalía, y la arranca sin límites, tal es el objetivo, el papel de la compra de la mercancía fuerza de trabajo para el capitalista. «El capitalismo industrial no descansa en el fondo más que en una mercancía. Su actividad como capitalista (...) se reduce a la que ejerce una mercancía sobre el mercado. Su tarea consiste en comprar tan acertadamente y al más bajo precio posible, las materias primas y accesorios, las fuerzas de trabajo, etc, que le son necesarias, y a vender tan caro como sea posible las mercancías fabricadas en su casa. En el dominio de la producción, un solo punto le debe preocupar: debe hacer de tal manera que el obrero ejecute, por el salario más pequeño posible, el mayor trabajo posible, que rinda la mayor plusvalía posible».2 [138]

Esta explotación no encuentra su límite más que en el agotamiento del explotado y en la capacidad de resistencia que la clase obrera opone a su explotador. Para aumentar la parte del tiempo de trabajo gratuito, donde el proletario produce al capitalismo su plusvalía, el capital dispone de diferentes medios: la prolongación de la jornada de trabajo, la intensificación de los ritmos durante la duración del trabajo y la reducción de los salarios, y el mínimo necesario para el simple mantenimiento en vida del obrero.

Como todas las mercancías, la fuerza de trabajo está sometida a la competencia y a los riesgos del mercado capitalista. «Cuando hay más trabajadores que la burguesía no juzga bueno ocupar, cuando por consecuencia al termino de la lucha de los concurrentes, queda aún cierto número de desempleados, los que precisamente, deberán morir de hambree; la burguesía no les dará probablemente trabajo, si el no puede vender con beneficios el producto de su trabajo»3. La competencia, «la expresión más perfecta de la guerra de todos contra todos que hace estragos en la sociedad burguesa moderna» donde «todos los trabajadores compiten como los burgueses» oponen a activos y desempleados, autóctonos e inmigrantes o diferentes fracciones nacionales del proletariado constituyen «el arma más acerada de la burguesía en su lucha contra el proletariado»3 [139].

Las deslocalizaciones, producto de la competencia capitalista

La deslocalización de los sitios de producción de los países industrializados hacia países con mano de obra barata constituye una evidente expresión de las leyes capitalistas y de la búsqueda de una taza máxima de ganancia. Bajo la presión de la competencia entre grandes países industrializados capitalistas por mercados cada vez más limitados, los salarios en promedio por hora de 18 euros en España, 4 en Polonia y República Checa, 2 en Brasil y México, 1 en Rumania, 0.7 en India o China contra 23 en Europa occidental o Estados Unidos, constituyen una infalible ganga para el capitalismo, vampiro de la fuerza de trabajo.

Desde el siglo XIX, la burguesía jamás ha dudado, cuando la técnica de producción lo permitía, en desmontar, por ejemplo, los telares, para ir a buscar en otra región mano de obra más barata o más dócil a la explotación.

Aunque las deslocalizaciones no son una novedad para la clase obrera, sino constituyen un fenómeno viejo e internacional, común a todos los países, después de los años 90, bajo el impulso de la crisis económica que dura más de tres décadas, este fenómeno ha conocido cierta aceleración. En los diversos sectores donde el costo de la mano de obra representa una parte importante del costo global de la producción, se transfiere de países industrializados hacia donde los costos de producción son más bajos.

En el sector del automóvil por ejemplo hace tiempo que los grandes constructores han recurrido a las deslocalizaciones. Renault produce el R12 desde 1968 en Rumania. «Desde los años 70, Renault, al igual que PSA, multiplica sus plantas locales en Brasil, México, Argentina, Colombia y Turquía.(...) Después de las reestructuraciones de los años 80, Renault se lanza en el compra de Samsumg en Corea del Sur y de Dacia en Rumania, en 1999»4 [140]. La burguesía no esperó el hundimiento de los regímenes estalinistas y el fin de una supuesta «economía socialista» para que las potencias occidentales invirtieran y se desplazaran a los países del ex bloque del Este.

Si todos los sectores de la producción capitalista son tocados por las deslocalizaciones, no toda la producción es destinada a ser deslocalizada como da a entender la propaganda de la burguesía. «Los sectores de la industria implicada en las deslocalizaciones son numerosas: cuero, textil, vestido, metalurgia, eléctrico, automóvil, electrónica... Igualmente, toca al sector terciario: centros telefónicos, informática, contabilidad... A decir verdad, toda producción masiva y todo servicio repetitivo es susceptibles de deslocalización hacia territorios donde el costo de la mano de obra es netamente menor»5 [141]. La baja drástica de los precios de transporte en los años 90 (baja de 45 % del costo del flete marítimo y de 35 % del flete aéreo entre 1985-93) ha reducido al mínimo el inconveniente de la distancia de los sitios de producción de mercancías al mercado donde serán consumidas.

La explotación a bajo precio de la fuerza de trabajo intelectual high-tec, muy cara en los países occidentales, es frenéticamente buscado, ahorrándose los gastos de su formación, asegurados en el lugar. En China, organismos públicos occidentales y empresa privadas son cada vez más numerosas para «crear en el lugar, tales como France Telecom en Cantón en junio de 204, centros de investigación a fin de beneficiarse del fantástico vivero de científicos a bajo precio que ofrecen los laboratorios chinos»6 [142]. La India también se ha convertido en unos años en un país de destino de diseño de software.

Por otro lado, las deslocalizaciones son ampliamente utilizadas para reducir los costos no productivos de grandes empresas (gestión computarizada, explotación de redes y mantenimiento, gestión de salarios, servicio a clientes, gestión de pedidos, centros de llamadas telefónicas), hasta un 40 o 60 %. A tal punto que «Todo lo que se puede hacer a larga distancia y transmitir por teléfono o satélite es bueno para deslocalizar». Es así que la India «tiende a convertirse en la boutique de empresas americanas y británicas»7 [143].

En la competencia a muerte que libran las naciones, los Estados de los países desarrollados ponen explícitamente un freno a la partida al extranjero de ciertas actividades. Poseer en su territorio de algunas industrias garantes de una potencia militar capaz de rivalizar con naciones del mismo orden constituyen una necesidad estratégica y una cuestión de sobrevivencia en la arena imperialistas. Más generalmente, en el plano económico, conservar en su suelo la producción central de diferentes sectores clave que constituyen la fuerza de tal capital nacional ante la competencia es también indispensable. En el automóvil, «bajo la presión de la competencia que obliga a producir a costos siempre más bajos se dibuja un movimiento de deslocalización de la producción de pequeños autos destinados al mercado francés en los países que tienen un bajo costo de mano de obra, mientras se queda en Francia la producción de vehículos de alta calidad en fábricas muy automatizadas. (...)»8 [144]. De igual manera en la industria textil donde «solamente los textiles que incorporan tecnología y competencia profesional aún son fabricados en Francia».9 [145]

El número de países beneficiados con las deslocalizaciones es reducido: «La India, Magreb, Turquía, los países de Europa central y oriental (PECO) y Asia (particularmente China)»10 [146]. Si cada capital nacional posee su tierra de elección, cada una responde a una misma serie de criterios imperativos. Estos países deben no solamente poseer cierta estabilidad interna. Lo que es el caso de un número cada vez más reducido de países, en tanto que brotan a la superficie del planeta zonas enteras abandonadas a las devastaciones de la guerra. Pero igualmente deben tener una infraestructura adaptada y disponer de una fuerza de trabajo, acostumbrada a la explotación capitalista, relativamente formada. La mayor parte de los países han conocido un pasado industrial (países del Este) que aparentaba industrialización. Al contrario, los países de África subsahariana, candidatos a recibir deslocalizaciones, no han tomado color.


La crisis de sobreproducción sin salida

La misma definición de deslocalización como «el desplazamiento hacia el extranjero de una actividad económica existente (por ejemplo) en Francia donde la producción es enseguida importada a Francia»7, nos deja ver parte del secreto de las cifras milagrosas desplegadas por la burguesía en relación a los supuestos milagros chino e hindú. Al tomar la totalidad de la producción mundial, las deslocalizaciones forman una operación blanca. Si bien ha creado un polo industrial que no existía antes, en ningún caso hay un desarrollo o nuevo desarrollo de la producción capitalista puesto que la creación de una actividad inexistente anteriormente en el país de recepción ha tenido a su vez por corolario directo la desindustrialización y estancamiento de las economías más avanzadas.

Durante décadas, estos países no han logrado realizar inversiones para la adquisición masiva, de una tecnología moderna, condición indispensable para apoyar la competencia con los países más desarrollados y acceder a una industrialización digna de este nombre, aún con una mano de obra a muy bajo costo. Su subdesarrollo, y mantenimiento en este estado son actualmente condiciones de interés que encuentra el capitalismo a la explotación de la clase obrera del lugar.

La ausencia de perspectivas de mejora de las condiciones de vida del proletariado de los países destinatarios de las deslocalizaciones así como el desarrollo del desempleo en los países occidentales, hacia los cuales se dirige el grueso de la producción deslocalizada, no pueden contribuir a la expansión del mercado mundial, sino a la agravación de la crisis de sobreproducción.

Las deslocalizaciones no constituyen en sí la causa del desempleo y la baja del nivel de vida del proletariado. Ellas no son más que una de las formas que toman los ataques que este sufre, pero todas proceden de la misma raíz: las leyes económicas del sistema capitalista que se impone a cada nación y a cada burgués y que hunden al mundo capitalista en una crisis de sobreproducción sin salida.

Para tomar la plusvalía producida por la clase obrera y encerrada en las mercancías fabricadas, aún es necesario que el capitalista las venda en el mercado.

Las crisis capitalistas de sobreproducción, flagelo del sistema capitalista, encuentran siempre su origen en el subconsumo de las masas a lo cual se obliga a la clase obrera por el sistema capitalista de explotación del trabajo asalariado que disminuye constantemente la parte de la producción social que regresa al proletariado. El capitalismo debe encontrar una parte de sus compradores solventes fuera de los que se encuentran sometidos a la relación trabajo-capital.

Anteriormente, la existencia en el mercado interno, de amplios sectores de producción precapitalistas (artesanales y sobre todo agrícolas) relativamente prósperos, formaban el suelo que nutría la subsistencia indispensable al crecimiento capitalista. En el plano mundial, el vasto mercado extra-capitalista de los países coloniales conquistados, permitía desahogar el excedente de las mercancías producidas en los países industrializados. Desde el inicio del siglo XX, el capitalismo sometió al conjunto del planeta a sus relaciones económicas, no dispone ya de las condiciones históricas que le habían permitido hacer frente a sus contradicciones.

Entra en su fase de decadencia irreversible que condena a la humanidad a las guerras, a convulsiones de crisis y miseria generalizadas, haciendo pesar la amenaza de su destrucción pura y simple.


Scott



1 [147]Engels. La situación de la clase obrera en Inglaterra, (1845).

2 [148]K. Kautsky. El programa socialista, (1892). Capítulo: «El proletariado.»

3 [149]Engels, Ibid.

4 [150]Expansión, 27 de enero de 2004.

5 [151]Viepublique.fr. 12 de enero de 2004.

6 [152]Le Monde.fr. 27 de junio, 2004.

7 [153]Novethics.fr. 10 de enero de 2001.

8 [154]Expansión, 27 de enero de 2004.

9 [155]Expansión, 27 de enero de 2004.

10 [156]Viepublique.fr. 12 de enero de 2004.

Cuestiones teóricas: 

  • Economía [157]

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