Enviado por Revolucion Mundial el
Ante esta paradoja, se plantean forzosamente las preguntas: ¿Porqué una sociedad que se considera progresar, aportar cada vez más bienestar y seguridad, vierta todo lo contrario sobre la humanidad? ¿De dónde proviene esto? ¿Es ello una fatalidad? La burguesía tiene sus respuestas. Nos asegura que se trata de la “maldad” humana, de la falta de democracia, de dificultades económicas pasajeras debidas a una mala regulación de los flujos financieros, al alza del precio de las materias primas en el mercado, al apetito inmoral de los especuladores en los mismos mercados, etc.
Y escuchamos estos argumentos durante tanto tiempo sin que por algún momento la situación mejore, sino al contrario. Además, ¿porqué tal desastre luego de todos los progresos que la humanidad ha podido conocer? ¿Porqué tanta miseria cuando parece haber tanta riqueza que explotar? De hecho, estas explicaciones pasan por alto, evidentemente de manera voluntaria, la única realidad que nos permite comprenderla. Esta realidad, es la de la crisis económica mundial. Y cuando nosotros, revolucionarios marxistas, actualmente hablamos de crisis, no es sobre las mismas bases de la burguesía. Hablamos de una crisis insuperable, que marca la derrota del sistema capitalista.
Para decirlo, no nos apoyamos en la simple observación “fotográfica” sino sobre todo el análisis marxista del desarrollo del capitalismo. Afirmamos sobre esta base que el capitalismo ha entrado desde hace casi un siglo en su fase de decadencia, y en esta fase, al contrario de la fase ascendente, la crisis capitalista se convierte en elemento insuperable donde la salida no puede ser más que: ya sea la destrucción de la humanidad y de todas las realizaciones de su desarrollo a través de la historia, o ya sea la superación de las contradicciones mortales del capitalismo por la clase obrera en su combate con la construcción de una nueva sociedad.
Es en este sentido que la decadencia es para nosotros marxistas, el marco de análisis fundamental de la situación y que, sin este marco, no es solamente imposible comprender la realidad del mundo actual, sino es también imposible desprender una perspectiva realista. Lejos de llevarnos a la desmoralización, al “no futuro”, la teoría marxista de la decadencia funda la perspectiva comunista, que no proviene de la voluntad de los hombres, sino que responde sobre todo al análisis del desarrollo de las sociedades humanas; del materialismo histórico.
El desarrollo de las sociedades en la historia
La decadencia no es una invención de la CCI. Es un concepto que al contrario, está en el centro del análisis marxista del desarrollo de las sociedades humanas, el centro del materialismo histórico. Desde el principio, Marx y Engels establecieron como método de trabajo analizar primero el desarrollo social de la humanidad como clave de la comprensión del desarrollo de la sociedad contemporánea. En esta búsqueda, los dos fundadores del marxismo descubrieron que la sociedad humana se organizaba alrededor de la producción, actividad primera y central del hombre. Es por tanto en la organización de los medios de producción que se delineaban las relaciones sociales.
Al abordar inmediatamente la cuestión sobre el plano histórico, llegaron a analizar como la evolución de los medios de producción y de su organización influían sobre la organización social. Y, para resumir lo más posible, el desarrollo de los medios de producción, necesario ante la cantidad de necesidades a satisfacer, alcanzaba tal nivel que la organización de estos medios de producción resultaba inadaptada, y finalmente una traba. Había que modificar profundamente la organización de la producción para que los medios de producción pudieran ser utilizados al máximo y continuar su desarrollo.([1])
Sin embargo, esta modificación no se realiza con calma: La organización social se concreta alrededor de la producción. De allí nació necesariamente la posesión, la propiedad, la explotación... Alrededor de la producción se cristalizaron intereses y poderes. La puesta en causa de la organización de la producción venia a poner en causa posiciones económicas, políticas y sociales de las clases dominantes. Este cambio podía tener lugar a través de una ruptura más o menos violenta.
He aquí porqué la evolución de los medios de producción no se desarrollan de una manera lineal y sin ruptura, en una continua ascendencia. He aquí porqué cada sistema de producción pasó por una fase de decadencia, ante la cual la evolución de los medios de producción chocan inevitablemente contra su propia organización, mientras de la sociedad se desprenden fuerzas revolucionarias frente a las fuerzas reaccionarias ligadas a sus privilegios.
En la sociedad romana, la producción estaba organizada entre esclavos, que trabajaban, y maestros que les hacían trabajar. Este modo de producción permitió el desarrollo de la producción hasta el nivel que ella llegó a plantear un problema: para continuar produciendo eran necesarios más esclavos, que eran prisioneros obtenidos durante las guerras, y los límites geográficos de la guerra con los medios de la época comenzaban a ser alcanzados. Además, el desarrollo de las técnicas de producción exigía mano de obra más perfeccionada, que el esclavo no podía alcanzar... Se ve en este ejemplo que la forma en que la producción está organizada se hacía cada vez menos adaptada a la producción, y que para continuar desarrollando la producción, la organización que hasta entonces había permitido el desarrollo en lo sucesivo lo impediría: se convertía en una traba.
Es por ello que los esclavos fueron liberados y convertidos en siervos. A su vez el sistema feudal permitió el desarrollo de la producción hasta que esta llegó a tal nivel que de nuevo se encontró con un obstáculo. Son las relaciones capitalistas que transformaron al productor de la edad media en hombre libre vendiendo su fuerza de trabajo al capitalista. De nuevo, la producción encontró una organización capaz de permitir su desarrollo. Un desarrollo muy rápido, jamás visto anteriormente y que permitió a la humanidad salir de la penuria por primera vez.
Si el paso de un modo de producción no se hace de forma lineal y sin tropiezos, es porque este modo de producción se traduce en relaciones sociales y una organización social particular en el seno de la cual la clase dominante defiende con uñas y dientes sus intereses contra la perspectiva de un derribamiento del orden establecido. En estos tiempos, la incompatibilidad creciente entre el nivel alcanzado por la producción y la forma en que ella está organizada se traduce en convulsiones cada vez más fuertes. La decadencia comienza por tanto cuando las relaciones de producción se convierten en una traba para el desarrollo de la producción. Esta continúa en tanto que nuevas relaciones de producción no han podido ser establecidas. La decadencia es el periodo de quiebra de la vieja sociedad en tanto que la nueva no ha podido ser fundada aún.
El capitalismo, se ha visto, no ha sido excepción a la regla. Pero la decadencia del capitalismo se diferencia de las decadencias del pasado por el hecho de que en las sociedades del pasado, los gérmenes de la nueva sociedad existían ya y se desarrollaban en el seno mismo de la antigua sociedad. En el seno de la sociedad feudal, la burguesía conquistó el poder económico poco a poco y transformó al mismo tiempo una buena parte de la producción antes de llegar a tomar el poder político. En el capitalismo, no hay nada de eso. La clase revolucionaria, el proletariado, no puede instaurar nuevas relaciones de producción sin destruir lo que existe actualmente. He allí toda la gravedad de la decadencia capitalista.
Vemos así que para los marxistas, la decadencia no es un concepto moral. Los marxistas desarrollan el concepto de decadencia como un concepto científico, materialista, es decir, fundado sobre el desarrollo material de las sociedades humanas. El hecho de que esos periodos se manifiesten por la codicia y por las costumbres disolutas de las clases dominantes, no lo negamos: sabemos pertinentemente que el bloqueo histórico del desarrollo de las fuerzas productivas encuentra su reflejo en la sociedad humana a todos los niveles. La decadencia no es una teoría económica, Marx hizo la crítica de la economía:
Las especificidades de la decadencia del capitalismo
Cuando la Internacional Comunista (IC) hablaba de “la era de guerras y revoluciones”, no hacía más que resumir lo que el capitalismo decadente habría de ofrecer a la humanidad. En efecto, el capitalismo creó en el curso de su ascendencia el marco ideal de su desarrollo, el de la nación. Es alrededor de estas naciones que el capitalismo aseguró su desarrollo, es a partir de este marco que parte al asalto de colonias, es a partir de ésta, que hoy establece sus relaciones de competencia exacerbadas por la crisis. La única solución para la burguesía a su crisis de sobreproducción es la guerra. La cual desemboca en un periodo de reconstrucción que se ahoga en una nueva crisis de sobreproducción.
Podemos fácilmente situar la entrada del capitalismo en su periodo de decadencia a principios del siglo XX: La Primera Guerra Mundial, primera en toda la historia de la humanidad, manifiesta claramente el nuevo orden internacional. La reconstrucción que siguió desembocará rápidamente en una crisis sin precedentes en los años 30 y después en una segunda guerra mundial. Vemos dibujarse el ciclo “crisis-guerra-reconstrucción-nueva crisis”, pero no es un ciclo que se podrá repetir indefinidamente. Al contrario, es una espiral infernal que arrastra todo a su paso. Si el capitalismo podía superar las crisis de sobreproducción en su fase de ascendencia, a través de su expansión y proletarización creciente de la población, hoy, los límites han sido alcanzados y la crisis es permanente. La única “salida” es la guerra.
Se trata de una era de guerras. Pero como anunciaba la IC en su fundación en 1919, se trata también de una era de revoluciones. En efecto, el capitalismo en su desarrollo ha dado nacimiento a su enterrador: el proletariado, única fuerza social capaz de derribar el capitalismo y de construir una nueva sociedad. Al alcanzar sus límites, el capitalismo abre la puerta a su superación. Para el proletariado, en lo sucesivo corresponde la tarea inmensa de fundar sobre las ruinas del capitalismo destruido por su combate una nueva sociedad capaz de repartir la abundancia y ofrecer a las fuerzas productivas un marco adaptado a su desarrollo.
La perspectiva comunista no es nueva. La idea de construir una sociedad libre de la opresión y la injusticia se encuentra en la antigüedad y en la edad media. Pero no basta querer una sociedad mejor para poder instaurarla. Es necesario que las condiciones materiales lo permitan. De igual manera, la revuelta de los oprimidos no es nueva: los esclavos escribieron grandes páginas de la historia humana para superar su condición. Pero de la misma forma, estas revueltas estaban condenadas al fracaso por la situación material, el nivel de producción no permitía a la humanidad salir de un esquema de sociedad de clases y de explotación: en tanto que la humanidad no podía superar la penuria, no podía construir una sociedad justa. Es el capitalismo que permite a la humanidad vislumbrar esta perspectiva. Es cuando la producción alcanza un nivel que permite superar la penuria que la prehistoria puede terminar. La perspectiva comunista no es ya un ideal o una utopía, es una posibilidad material y además es una necesidad para la supervivencia de la especie humana. Es una necesidad para detener al capitalismo en su espiral destructiva que amenaza con regresar a la humanidad a la edad de piedra.
He aquí lo que hace de la decadencia capitalista una decadencia particular: esta marca el fin de la prehistoria, el fin de la larga marcha de la humanidad de la penuria a la abundancia. Pero esto no está escrito en mármol; el fin de la prehistoria bien podría ser el fin de la historia si nada puede detener la barbarie que azota el planeta. El comunismo no es una certeza; es a través de un duro combate que la clase obrera podrá instaurarlo, y el resultado de este combate es desconocido. Es por lo que los revolucionarios deben estar bien armados para poder armar a la clase obrera en su lucha contra la burguesía y para la construcción de una nueva sociedad.
La comprensión del análisis de la decadencia hace parte de este armamento político. Este es un marco fundamental desarrollado por el marxismo desde sus orígenes. Se habla en efecto de la decadencia en La Ideología Alemana de Marx y Engels, escrita antes del Manifiesto Comunista. La decadencia impregna todo el análisis marxista de la evolución de las sociedades humanas. Poniendo a la luz la sucesión de periodos de ascendencia y decadencia en la historia, el marxismo permite comprender como y porqué el mundo es como hoy lo vemos, y en fin, el marxismo permite comprender que es posible superar esta situación y construir otro mundo.
G / diciembre-2004
1Es lo que Marx y Engels resumían al hablar del capitalismo en Principios de una crítica de la economía política con esta frase: “Hasta cierto punto, el desarrollo de las fuerzas productivas se convierte en una barrera para el capital; en otros términos, el sistema capitalista se convierte en un obstáculo para la expansión de las fuerzas productivas de trabajo. Llegando a este punto, el capital, o más exactamente el trabajo asalariado, entra en la misma relación con el desarrollo de la riqueza social y de fuerzas productivas que el sistema de corporaciones, el vasallaje, el esclavismo, y se convierte en una traba. La última forma de servidumbre que toma la actividad humana –trabajo asalariado por un lado y capital por otro- es ya despojado, y este despojo mismo es el resultado del modo de producción que corresponde al capital. Las mismas son negación de formas anteriores de la producción social sojuzgadas, el trabajo asalariado y el capital son a su vez negadas por las condiciones materiales y espirituales resultado de su propio proceso de producción. Es por conflictos agudos, de crisis, de convulsiones que se traduce la incompatibilidad creciente entre el desarrollo creador de la sociedad y las relaciones de producción establecidas.”