La Corriente Comunista Internacional cumple diez años, pues fue en enero de 1975 cuando se constituyó formalmente nuestra organización internacional. Esta experiencia de 10 años de existencia pertenece a la clase obrera mundial, clase de la que la CCI, al igual que todas las organizaciones revolucionarias, es una parte, un factor activo en su seno, en la lucha histórica hacia la emancipación. Por eso, con ocasión del décimo aniversario de la fundación de nuestra organización, queremos sacar, para el conjunto de nuestra clase,
La Corriente Comunista Internacional cumple diez años, pues fue en enero de 1975 cuando se constituyó formalmente nuestra organización internacional. Esta experiencia de 10 años de existencia pertenece a la clase obrera mundial, clase de la que la CCI, al igual que todas las organizaciones revolucionarias, es una parte, un factor activo en su seno, en la lucha histórica hacia la emancipación. Por eso, con ocasión del décimo aniversario de la fundación de nuestra organización, queremos sacar, para el conjunto de nuestra clase, algunas de las enseñanzas de nuestra experiencia que nos parecen más importantes y, particularmente, aquellas que han ido dando respuestas a la pregunta: cómo construir una organización revolucionaria, cómo preparar la constitución del partido comunista mundial del mañana, instrumento indispensable de la revolución proletaria.
Pero antes de poder contestar a esas preguntas, hay que hacer una corta reseña histórica de nuestra organización y sobre todo del período que precedió a su constitución formalizada precisamente porque en ese período fue cuando se construyeron los cimientos de lo que iba a ser el conjunto de nuestra actividad.
La primera expresión organizada de nuestra Corriente se produjo en Venezuela en 1964. Era un pequeño núcleo de personas muy jóvenes que empezaron a evolucionar hacia posiciones de clase en discusiones con un camarada de más edad que llevaba consigo una gran experiencia militante en la Internacional Comunista, en las Fracciones de izquierda que de ella habían sido excluidas a finales de los años 20, y, sobre todo, en la Fracción de izquierda del Partido comunista de Italia; un militante que había formado parte de la Izquierda comunista de Francia hasta su disolución en 1952[1]
Ya de entrada, aquél pequeño grupo de Venezuela, que publicó unos 10 números de la revista Internacionalismo, se situó en la continuidad política de posiciones que habían sido las de la Izquierda comunista y, más en particular, de la Izquierda comunista de Francia. Esto quedó muy especialmente plasmado en el rechazo rotundo de todo tipo de política de apoyo a las pretendidas "luchas de liberación nacional", cuya mitología era un enorme lastre en Latinoamérica para quienes intentaban acercarse a las posiciones de clase. También quede plasmado en la actitud abierta al contacto con los demás grupos comunistas, actitud muy propia de la Izquierda comunista internacional de antes de la segunda guerra mundial y de la Izquierda comunista de Francia en la posguerra.
Y fue así como el grupo Internacionalismo estableció o procuró establecer contactos y discusiones con el grupo norteamericano News and Letters[2], a cuyo Congreso de 1965 mandó a tres representantes y ante el cual sometió unas Tesis sobre la liberación nacional ; y; en Europa, con toda una serie de grupos que se basaban en posiciones de clase tales como Fomento Obrero Revolucionario de España, el Partito Comunista Internazionalista - Battaglia Comunista- y el PCI - Programa Comunista - de Italia, y el Groupe de Liaison tour l' Action des Travailieurs (GLAT), Informations et Correspondances Ouvrieres (ICO), Pouvoir Ouvrier de Francia y también con algunos elementos de la Izquierda holandesa.
Tras la marcha a Francia de algunos de sus componentes en 1967-68, Internacionalismo interrumpió durante algunos años su publicación hasta el año 1974 en que volvió a aparecer Internacionalismo Nueva serie, reorganizándose el grupo que acabó siendo una de las partes constitutivas de la CCI en 1975. La segunda expresión organizada de nuestra Corriente apareció en Francia, con el ímpetu que dio la huelga general de mayo del 68, hito que señaló el resurgir histórico del proletariado tras más de 40 años de contrarrevolución. Se forma entonces un pequeño núcleo en Toulouse en torno a un militante de Internacionalismo, núcleo que participa activamente en las animadas y vivas discusiones de la primavera del 68, adopta una Declaración de Principios[3] en Junio y publica el primer número de la revista Revolution Internationale a finales de aquél año.
De entrada, el grupo reanuda con la política de Internacionalismo, de establecer contactos y discusiones con otros grupos del medio proletario tanto nacional como internacionalmente. Participa en Conferencias nacionales organizadas por ICO en 1969 y 70, así como en la Conferencia internacional organizada en Bruselas en 1969. A partir del 70, establecerá lazos más estrechos con dos grupos que van consiguiendo sobrevivir a la descomposición general de la corriente consejista que siguió a mayo del 68: la Organisation Conseilliste de Clermont-Ferrand y los Cahiers du Communisme de Conseil (Cuadernos del comunismo de consejos) de Marsella, tras un intento de discusión con el GLAT que demostró que este grupo se alejaba cada vez mas del marxismo. La discusión con aquellos dos grupos será, en cambio, de lo más fructífera y, al cabo de una serie de encuentros en los que se examinaron sistemáticamente las posiciones de base de la Izquierda comunista, dará lugar a la unificación en 1972 de Revolution Internationale, de la Organisation Conseilliste de Clermont y de los Cahiers du Commuunisme de Conseils de Marsella en torno a una Plataforma[4] que recoge de manera mas precisa y detallada la Declaración de Principios de RI de 1968. El nuevo grupo publicará Revolution Internationale (nueva serie) y un Boletín de Estudio y Discusión y además va a ser el animador de la labor de contactos y discusiones internacionales en Europa hasta la fundación de la CCI dos años y medio después.
En cuanto a las Américas, las discusiones de Internacionalismo con News and Letters dejaron huellas en los EEUU, de modo que en 1970, en Nueva York, se forma un grupo en torno a un texto de orientación[5] que recoge las orientaciones fundamentales de Internacionalismo y RI. De él forman parte antiguos militantes de News and Letters a quienes esta organización no había contestado mas que con el insulto y medidas disciplinarias y no con un debate serio, cuando aquéllos intentaron plantear discusiones sobre sus confusiones políticas. El grupo así formado inicia la publicación de la revista Internationalism y se compromete con la misma orientación de sus predecesores de establecer discusiones con otros grupos comunistas. Mantiene contactos y discusiones con Root and Branch de Boston (inspirado en las posiciones consejistas de Paul Mattick), que resultan infructuosas al evolucionar cada vez mas ese grupo hacia una especie de tertulia de marxología. Pero también y sobre todo, en 1972, Internationalism manda a unos 20 grupos una propuesta de correspondencia internacional en los términos siguientes[6]:
"Durante los cinco últimos años, hemos conocido un auge en la combatividad de la clase obrera nunca visto desde la segunda guerra. Algunas de esas luchas han tenido la forma de huelgas salvajes e ilegales, con la creación de comités de base...
"Esas luchas han alcanzado gran intensidad y, debido a la amplitud de la crisis mundial del capitalismo, han cobrado un carácter internacional...
"Con el despertar de la clase obrera ha habido un desarrollo importante de los grupos revolucionarios que se reivindican de una perspectiva comunista internacionalista. Sin embargo, los contactos y correspondencia mutua han sido, por desgracia, dejados de lado o al azar.
"Por lo tanto, Internationalism propone, con vistas a una regularización y ampliación de los contactos, que se mantenga una correspondencia seguida entre grupos que se reivindican de una perspectiva comunista internacionalista...
"La elección de los grupos convocados a participar en esta correspondencia internacional se basa, claro está, en criterios políticos: Los grupos citados, aunque tienen divergencias en algunos puntos fundamentales, en general:
En su respuesta positiva, RI precisa: "Como vosotros, nosotros sentimos la necesidad de que las actividades y la vida de nuestros grupos tengan un carácter tan internacional como las luchas actuales de la clase obrera. Por eso hemos emprendido contactos por carta o directos con cierta cantidad de grupos europeos a los que se les ha mandado vuestra propuesta. Se trata de los grupos Workers Voice y Solidarity en Gran Bretaña, Sociale Revolution y Revolution Kampf en Alemania, Spartacus de Holanda, Lutte de Classe y Bilan en Bélgica.
"Pensarnos que vuestra iniciativa permitirá que se amplíe el campo de los contactos o, por lo menos, se conozcan mejor nuestras respectivas posiciones. Pensamos también que la perspectiva de una posible conferencia internacional es la consecuencia lógica del establecimiento de esa correspondencia sin que por ello creamos que haya que precipitar las cosas. Una Conferencia así tendría que tener lugar después de un período de correspondencia política seguida que permitiera el pleno conocimiento de las posiciones de los demás grupos y la decantación de los puntos de acuerdo y de divergencias."
RI insistía en su respuesta en la necesidad de organizar en el futuro conferencias internacionales de la Izquierda comunista. Esa propuesta estaba en la continuidad de las repetidas propuestas (1968, 69 y 71) hechas al PCInt {Battaglia) de que convocara a Conferencias de ese tipo, pues Battaglia era, en aquél entonces en Europa, la organización mas importante y seria del campo de la izquierda comunista (junto al PCInt (Programa) el cual se complacía en su espléndido aislamiento). Sin embargo, esas propuestas, a pesar de la actitud abierta y fraterna de Battaglia, hablan sido rechazadas cada vez (léase artículo "La constitución del BIPR: un 'bluff' oportunista", en la Revista Internacional n° 40, edición en francés e inglés).
Al fin y al cabo, la iniciativa de Internationalism y la propuesta de RI iban a desembocar en la celebración de una serie de conferencias y encuentros en Inglaterra y Francia en 1973 y 74, durante los cuales se fueron esclareciendo y decantando las cosas plasmándose en particular en la evolución hacia las posiciones de RI-Internationalism del grupo británico World Revolution (procedente de una escisión en Solidarity-London), grupo que publicaría el primer número de la revista del mismo nombre en mayo del 74. Además y sobre todo, aquellos esclarecimientos y decantaciones habían creado las bases que iban a permitir le constitución de la Corriente Comunista Internacional en enero de 1975.
Durante aquel mismo período, efectivamente, RI había proseguido su labor de contactos y discusiones a nivel internacional, no sólo con grupos organizados sino también con individuos aislados, lectores de su prensa y simpatizantes de sus posiciones. Esa labor había llevado a la formación de pequeños núcleos en España e Italia, en torno a las mismas posiciones, núcleos que en 1974 iniciaron la publicación de Acción Proletaria y Rivoluzione Internazionale.
Así pues, en la conferencia de enero de 1975 estaban presentes Internacionalismo, Revolution Internationale, Internationalism,World Revolution, Acción Proletaria y Revoluzione Internazionale, que compartían las orientaciones políticas que había desarrollado Internacionalismo a partir de 1964.
Estaban también presentes Revolutionary Perspectives (que había participado en las Conferencias del 73-74), el Revolutionary Workers Group de Chicago (con quien RI-Internationalism había iniciado discusiones en el 74) y Pour une Intervention Communiste (PIC), que publicaba la revista Jeune Taupe (Joven topo) y se había formado en torno a camaradas que se habían ido de RI en 1973, porque estimaban "no intervenía suficientemente en las luchas obreras". En cuanto a Workers' Voice que había participado activamente en las conferencias de años anteriores, esta vez rehusó la invitación porque opinaba que RI y WR etc. eran ya y en adelante grupos burgueses (!), a causa de la posición de la mayoría de sus militantes sobre la cuestión del Estado en el período de transición del capitalismo al comunismo, posición que, sin embargo, no seria la oficial de la CCI hasta su adopción cuatro años mas tarde[7].
Esa cuestión estaba en el orden del día de la conferencia de Enero del 75 y para ella se habían preparado bastantes contribuciones, como puede comprobarse en el n° 1 de esta Revista Internacional. Sin embargo, no se discutió, pues la Conferencia prefirió dedicar el máximo de tiempo y atención a cuestiones mucho más cruciales entonces:
Finalmente, los seis grupos cuyas plataformas se basaban en las mismas orientaciones decidieron unificarse en una sola organización dotada con un órgano central internacional, que publicaría una revista trimestral[8] en tres lenguas (inglés, francés y español; la publicación de textos escogidos de la revista en italiano, alemán y holandés se empezaría mas tarde); la revista tomaba el relevo del Bulletin d'Etudes et de Discussion de RI. Así quedó fundada la CCI.
«Acabamos de dar un gran paso», decía la presentación del n° 1 de la Revista Internacional. Y así era, pues la fundación de la CCI era la conclusión de un trabajo considerable de contactos, discusiones, confrontaciones entre los diferentes grupos que la reanudación histórica de los combates de clase había hecho surgir; era testimonio de la realidad de esa reanudación que muchos grupos comunistas seguían cuestionando en aquella época ; pero, sobre todo, ponía las bases para un labor mucho mas considerable todavía, labor que los lectores de esta Revista Internacional (al igual que de nuestra prensa territorial) han podido comprobar desde hace diez años y que confirma lo que escribíamos en la presentación del n° 1 de la Revista:
«Algunos pensarán que (la constitución de la CCI y la publicación de la Revista) es una acción precipitada. Ni mucho menos. Se nos conoce lo suficiente para saber que no tenemos nada que ver con esos activistas vocingleros cuya actividad no se basa mas que en un voluntarismo tan desenfrenado cono efímero»
Puede uno hacerse una idea de esa labor sabiendo que la CCI, desde su fundación hace 10 años, ha publicado (sin contar los folletos) mas de 600 números de sus diferentes publicaciones regulares, mientras que durante los 10 años anteriores los seis grupos fundadores no habían publicado más de 50 números en total. Eso no es nada, claro está, si se lo compara con la prensa del movimiento obrero del pasado antes de la primera guerra mundial y en los años de la Internacional Comunista. En cambio, la comparación con lo que desde los años 30 hasta finales de los 60 publicaron los diferentes grupos de la Izquierda Comunista es buen testimonio de la vitalidad de nuestra organización.
Las publicaciones no son, sin embargo, más que un aspecto de las actividades de la CCI. Desde su fundación, la CCI ha sido partícipe de las luchas de la clase obrera, de sus esfuerzos hacia su toma de conciencia. Eso se ha plasmado en una intervención, lo mas amplia que sus débiles fuerzas permitan, en los combates de la clase (difusión de la prensa, octavillas, intervenciones en las asambleas, mítines, ante las fábricas...) y también en la participación activa en el esfuerzo internacional de discusión y agrupamiento de revolucionarios; y, condición indispensable del conjunto de las demás actividades; en la continuación del trabajo de recuperación y desarrollo de las enseñanzas de la izquierda comunista y del trabajo de reforzamiento político de la organización.
En sus diez años de existencia, la CCI ha tropezado, claro está, con cantidad de dificultades, ha tenido que superar cantidad de debilidades, debidas en su mayoría a la ruptura de la continuidad orgánica con las organizaciones comunistas del pasado, a la desaparición o a la esclerosis de las fracciones de izquierda que se habían separado de la Internacional Comunista cuando la degeneración de ésta. Y ha tenido también que combatir contra la viciada influencia debida a la descomposición y a la rebelión de las capas de la pequeña burguesía intelectual, influencia muy sensible después de 1968 y sus movimientos estudiantiles. Estas dificultades y debilidades se han ido plasmando en escisiones (de las que hemos dado cuenta en nuestra prensa) y en la importante crisis de 1981 que se produjo en todo el medio revolucionario[9] y que en nosotros acarreó, entre otras cosas, la pérdida de la mitad de nuestra sección en GB. Frente a estas dificultades, la CCI tuvo que organizar incluso una Conferencia Extraordinaria en enero del 82 para reafirmar y precisar sus bases programáticas y, más especialmente, la función y la estructura de la organización revolucionaria[10].
Además, algunos de los objetivos que se había propuesto la CCI no han podido ser alcanzados. La difusión de nuestra prensa, por ejemplo, está muy por debajo de nuestras esperanzas, lo que nos ha obligado a reducir el ritmo de aparición de esta Revista Internacional en español (véase contra-portada del n° 34-35, 1983) y cerrar la edición en holandés (compensada en parte por la revista Wereld Revolutie).
Sin embargo, sí hacemos un balance global de estos diez últimos años, debemos afirmar que es claramente positivo. Y es especialmente positivo si se le compara con el de otras organizaciones comunistas que existían en los años 68-69. Los grupos, por ejemplo, de la corriente consejista, incluso los que habían hecho el esfuerzo de abrirse al trabajo internacional como ICI, o desaparecieron o han caído en letargo: GLAT, ICO, Internacional Situacionista, Spartacusbond, Root and Branch, PIC, los grupos consejistas del medio escandinavo... la lista es larga. En cuanto a las organizaciones que se reivindican de la Izquierda Italiana, autoproclamadas todas sin excepción EL PARTIDO, o no han salido de su provincialismo, o se han dislocado o han degenerado en la extrema izquierda del capital, como le ha ocurrido a Programa Comunista, o también se dedican hoy a imitar lo que la CCI realizó hace 10 años, pero esta vez en la confusión y con miras cortas, como han hecho Battaglia Comunista y la CWO. Hoy, tras el hundimiento cual castillo de naipes del (pretendido) Partido Comunista Internacional, tras los fracasos del FOR (Fomento Obrero Revolucionario) en EEUU (Focus), la CCI se mantiene como la única organización comunista con verdadera implantación internacional. Desde su fundación en 1975, la CCI no sólo ha reforzado sus secciones territoriales de origen sino que se han implantado en otros países. La continuación del trabajo de contactos y discusiones a escala internacional, el esfuerzo de agrupamiento de los revolucionarios ha permitido que se constituyan nuevas secciones de la CCI:
Ahora, la CCI tiene diez secciones territoriales implantadas en unos países donde viven más de 500 millones de seres y en lo que trabajan más de 100 millones de obreros. Publica su prensa en siete lenguas, habladas por más de la cuarta parte de la humanidad. Y, lo que es mas importante, la CCI está presente en las mayores concentraciones obreras del mundo (Europa occidental, EEUU), que tendrán un papel decisivo en la revolución. Y aunque nuestras fuerzas en esos países son todavía muy exiguas, son ya una primera roca, un punto de apoyo para una presencia mucho más amplios e influyentes en la lucha de clases cuando ésta se desarrolle ante la agravación inevitable de la crisis del capitalismo.
Al dar esos datos, al sacar ese balance positivo de la labor de la CCI, comparándolo con la quiebra de las demás organizaciones: comunistas, no es, ni mucho menos, por gusto de autosatisfacciones estúpidas. En realidad, no estamos en absoluto satisfechos de la debilidad actual del conjunto del medio comunista. Nosotros hemos afirmado siempre que cualquier desaparición, cualquier degeneración o fracaso de los grupos comunistas es un debilitamiento del conjunto de la clase obrera de la que forman parte, es un despilfarro y una dispersión de energías militantes que dejan de actuar en pro de la emancipación del proletariado. Esa es la razón por la que nuestro objetivo principal en los debates con los demás grupos comunistas nunca han sido el debilitarlos, menos aun el destruirlos para "recuperar" a sus militantes, sino, al contrario, animarlos a superar lo que a nosotros nos parecen ser sus debilidades y confusiones para que así puedan asumir plenamente sus responsabilidades en nuestra clase. Lo que queremos hacer, al contrastar el tan relativo éxito en la actividad de nuestra Corriente y el fracaso de otras organizaciones, es poner en evidencia la validez de unas orientaciones, que desde 20 años son las nuestras, en la labor de reagrupamiento de los revolucionarios, de construcción de una organización comunista, orientaciones que nuestra responsabilidad nos obliga a definir para el conjunto del medio comunista.
Las bases en que se ha apoyado nuestra Corriente ya desde antes de su constitución formalizada, en su trabajo de reagrupamiento, no son nuevas. Han sido siempre los pilares de este tipo de tarea. Pueden resumirse así:
Enlazarse con las adquisiciones del pasado
"La CCI se reivindica de los aportes sucesivos de Liga de los Comunistas, de la 1ª, 2ª y 3ª Internacionales, de las Fracciones de Izquierda que de esta última se separaron y en particular, de las Izquierdas alemana, holandesa e italiana. Estos son aportes esenciales que permiten integrar en una visión coherente y general el conjunto de las fronteras de clase que son presentadas en esta plataforma." (Plataforma de la CCI, "Preámbulo")
De ese modo, en la plataforma adoptada en su primer congreso de 1976, la CCI reafirmaba lo que ya haba sido una adquisición en la constitución de Internacionalismo en el 64. Mientras que en la época posterior a 1968, como ya habla ocurrido antes con la degeneración de la IC (sobre todo por parte de la Izquierda Holandesa), haba una fuerte tendencia "a tirar al crío con el agua sucia", a poner en entredicho no sólo las organizaciones degeneradas que se habían pasado al campo de la burguesía, no solo las posiciones erróneas de las organizaciones revolucionarias del pasado, sino también las adquisiciones esenciales de aquellas organizaciones. De igual manera que la corriente consejista de los años 30 había acabado por poner al partido bolchevique, y por lo tanto a toda la Internacional Comunista, en el campo de la burguesía y eso ya desde su constitución la corriente "modernista" de la que "Invariance " y "Le mouvement communiste", entre otros, fueron los mentores, puso su empeño en crear cosas novísimas, apartando de un manotazo y con el atrevimiento típico de los ignorantes, a las organizaciones anteriores del proletariado, a las que sin embargo debían lo poco que sabían sobre posiciones de clase. La incapacidad para reconocer los aportes de esas organizaciones, y sobre todo de la Internacional Comunista, incapacidad que afectó tanto a toda la corriente procedente de "Socialisme ou Barbarie" como Pouvoir Ouvrier y a los grupos del ámbito consejista desde Spartacusbond hasta el PIC, y originó, junto a otras cosas, la desaparición de eses organizaciones. Al negar el pasado, esas organizaciones perdían el futuro.
No existe un "nuevo" movimiento obrero que se opondría al "viejo" movimiento obrero. El movimiento obrero es UNO al igual que la clase obrera misma, ser histórico desde su aparición hace casi dos siglos hasta que desaparezca en la sociedad comunista. Toda organización que no comprenda algo tan elemental como esto, que rechace las adquisiciones de las organizaciones del pasado, que se niegue a concebirse como continuidad de ellas acaba poniéndose, fuera del movimiento histórico de la clase, fuera de la clase misma. Y sobre todo, al ser "el marxismo la adquisición teórica fundamental de la lucha proletarias se integran en un todo coherente" (Plataforma de la CCI, punto I); cualquier actividad revolucionaria de hoy debe basarse necesariamente en las posiciones y análisis marxistas. Todo rechazo del marxismo, explícito como en el caso de Socialismo ou Barbarie y tras éste Solidarity, o implícito como con el GLAT y Pouvoir Ouvrier que procedían también de S o B, condena el grupo en caso de que se mantenga, a ser vehículo de ideologías ajenas al proletariado y en particular de la ideología pequeña burguesa.
"...aunque ni es un sistema ni un cuerpo de doctrina cerrado, sino, al contrario, una teoría en constante elaboración, en enlace directo y vivo con la lucha de clases, aunque se benefició de las expresiones teóricas de la vida de la clase que lo precedieron, (el marxismo) es, desde el momento en que se construyeron sus bases, el único marco dentro del cual se puede desarrollar la teoría revolucionaria." (Plataforma de la 'CCI, punto I)
Si bien la reapropiación de las enseñanzas del movimiento obrero y sobre todo, de la teoría marxista es, pues, el punto de partida indispensable de cualquier actividad revolucionaria hoy, también hay que comprender lo que es el marxismo, saber que no es una especie de dogma inmutable, "invariante" como dirían los bordiguistas, sino que es, al contrario, el arma de combate de una clase revolucionaria para la cual "la autocrítica decidida no es solo un derecho vital", sino también "el deber supremo" (Rosa Luxemburgo). La fidelidad al marxismo propia de los grandes revolucionarios como Rosa Luxemburgo o Lenin no ha sido nunca fidelidad "a la letra" sino fidelidad al espíritu, al método. Por eso, Rosa, en la Acumulación del Capital, critica ciertos textos de Marx (del libro II del Capital), empleando el enfoque marxista, método que había empleado en Huelgas de masas, partido y sindicatos para combatir contra los dirigentes sindicales que calcaban a Marx y Engels para negar las huelgas de masas; método que empleará cuando la fundación del Partido Comunista de Alemania al criticar las ilusiones parlamentaristas de Engels (las de su "Prefacio" de 1895 a Las luchas de clase en Francia). Y fue así como Lenin, para demostrar la posibilidad y la necesidad de la revolución proletaria en Rusia, tuvo que combatir centra el "marxismo ortodoxo" de los mencheviques y de Kautsky para quienes la única revolución, posible en Rusia era la burguesa.
Y fue con ese método con el que Bilan, en su número 1 (noviembre de 1933) animaba a llevar a cabo "el conocimiento profundo de las causas de las derrotas", exigencia que "no puede soportar la más mínima prohibición ni ostracismo". Todo el enfoque de Bilan estuvo determinado por esas dos preocupaciones:
Fue el método de Bilan lo que le permitió contribuir con aportes fundamentales a las posiciones revolucionarias, construyendo las bases del Programa revolucionario de hoy, gracias a la crítica de los errores de la IC que fueron en parte responsables de su degeneración.
La corriente bordiguista, en cambio, al querer quedarse apegada a la totalidad de las posiciones del II° Congreso de la IC (de igual modo que los trotskistas, que se reivindican de los 4 primeros), negándose así a seguir el método de Bilan, lo único que en realidad ha hecho es retroceder con relación a aquellas mismas posiciones. Pues un mismo error sobre una posición no tiene el mismo valor cuarenta años después. Lo que pudo ser un error de juventud, debido a la inmadurez, se transforma con la experiencia de la clase, en una trampa burguesa.
Si hoy una organización recoge al pie de la letra las posiciones del 2° Congreso de la IC sobre la cuestión nacional, el "parlamentarismo revolucionario", los sindicatos, una de dos: o acaba en el izquierdismo o se desmorona: y ambas cosas le han ocurrido a la corriente bordiguista.
En cambio, el método que siempre ha inspirado a nuestra Corriente ha sido el de Bilan y, tras él, el de la Izquierda Comunista de Francia. La CCI concibe el marxismo como teoría viva y por eso pone su empeño en profundizar al máximo las enseñanzas del pasado. Y eso se ha plasmado en particular en que siempre se han puesto en los órdenes del día de cada uno de sus cinco Congresos, junto a los análisis de la situación internacional y sus actividades, cuestiones a profundizar:
Los textos de profundización y de desarrollo de nuestras posiciones no sólo han sido presentados y discutidos en los Congresos. Así fue con textos sobre "La lucha del proletariado en la decadencia del capitalismo" (Revista Internacional n° 23) y sobre "la crítica de la teoría del eslabón más débil" (Revista Internacional n° 23), que precisaban y calaban más hondo en nuestro análisis sobre las condiciones actuales y futuras de la lucha proletaria hacia la revolución.
Hay que subrayar también las profundizaciones que constituyen nuestros folletos: Los sindicatos contra la clase obrera, La decadencia del capitalismo, Nación o Clase, Organizaciones comunistas y conciencia de clase, El período de transición del capitalismo al comunismo.
Ha sido la capacidad de nuestra Corriente para no quedarse encerrada en esquemas del pasado lo que le permitió comprender, desde antes de 1968, lo que estaba en juego y la perspectiva de la situación mundial actual. En efecto, mientras que la Izquierda Comunista de Francia no concebía la posibilidad del resurgir del proletariado mas que durante una tercera guerra mundial[11], Internacionalismo se vio en la obligación de revisar esa idea y esbozar nuestro análisis sobre el curso histórico hacia enfrentamientos de clase originados por la crisis económica y que impiden que la burguesía ponga en práctica su respuesta a sus contradicciones insolubles: la guerra generalizada. Por eso Internacionalismo fue capaz de escribir ya en enero de 1968, o sea antes del estallido del Mayo del 68, cuando casi nadie podía imaginarse una posible crisis: "El año 67 trajo la caída de la libra esterlina y el 68 nos ha traído las medidas de Johnson ... todo eso deja al descubierto la descomposición del sistema capitalista que durante algunos años ha estado tapada por la borrachera del "progreso" que había sucedido a la segunda guerra mundial...
"En esta situación, con lentitud y a la vez con repentinos sobresaltos, la clase obrera se está abriendo un camino en un movimiento subterráneo que a veces parece no existir, otras veces estalla con luz cegadora que se apaga de repente para volver a encenderse mas lejos, es el despertar de, la clase obrera, los inicios de la lucha abierta...
"No somos profetas; no pretendemos adivinar cuando y cómo van a desarrollarse los acontecimientos. De lo que sí estamos seguros y conscientes es de que el proceso en el que se está hundiendo el capitalismo no hay quien lo pare y que lleva directamente a la crisis. Y también estamos seguros de que el proceso contrario, o sea el del desarrollo de la combatividad obrera, que ya empezamos a vivir de manera general, va a llevar a la clase a la lucha sin cuartel y directa por la destrucción del Estado burgués" (Internacionalismo nº 8, "1968 comienza una nueva convulsión del capitalismo).
Es así como toda la labor, todos los esfuerzos de nuestra Corriente por un reagrupamiento de revolucionarios se apoyaban en granito y no en arenas movedizas como ocurre con Battaglia Comunista, para quien los revolucionarios deben organizar Conferencias a causa... ¡de la "socialdemocratización" de los PC!. Esa base de granito es el haber reconocido el final del periodo de contrarrevolución, el nuevo resurgir histórico de la lucha proletaria que impone a los revolucionarios que orienten su trabajo hacia la reconstitución del partido mundial.
Y para que los revolucionarios puedan obrar con eficacia en ese sentido, ante todo deben tener las ideas claras sobre su función en la clase y sobre su modo de funcionamiento.
Estar armados con una sólida y clara concepción de la organización revolucionaria.
La primera necesidad para una organización revolucionaria es comprender cual es su función en la clase. Y eso presupone que sea consciente de que tiene una función. Y por eso, la desaparición casi total de la corriente consejista verificada desde los años 68 era lógica y previsible: cuando uno pasa el tiempo teorizando su no existencia es muy probable que deje de existir.
Sin embargo, reconocer que se tiene una función en la clase, un rol fundamental que hacer en la revolución, no quiere decir que haya que concebirse ni como "el organizador de la clase", ni como su "estado mayor" ni su "representante" en la toma del poder. Esas ideas heredadas de la Tercera Internacional y recogidas caricaturescamente por la corriente bordiguista no pueden desembocar más que:
Ésa es la puerta abierta al oportunismo que acabó arrastrando y desmoronando al Partido Comunista Internacional (Programa); y, en fin de cuentas, en el descrédito de la idea misma de partido revolucionario, transformándola en un espantajo que favorece las tesis consejistas.
Una clara definición de la función de la organización supone concebirla como parte integrante y comprometida de la lucha de clases; por eso desde Internacionalismo hasta la CCI de hoy siempre hemos afirmado la necesidad de la intervención política en la clase contra todas las tendencias a transformar la organización en una tertulia de marxólogos, grupo de trabajo, o de "reflexión". Por eso también la CCI peleó para que las tres conferencias internacionales habidas entre 1977 y 1980 no se quedaran "mudas", o sea, que tomaran postura como tales sobre lo que se está planteando en este período.
Intervenir en la clase no quiere decir ni mucho menos, dejar de lado la labor de clarificación y profundización político-teórica. Muy al contrario, la función fundamental de las organizaciones comunistas, contribuir activamente al proceso de toma de conciencia de la clase, supone que se doten de las posiciones más claras y coherentes. Por eso todos los grupos que más tarde formarían la CCI se dotaron de una Plataforma y la CCI hizo otro tanto en su primer Congreso. Por eso hemos luchado nosotros siempre contra todo tipo de "reclutamiento" de elementos confusos, contra los agrupamientos hechos en la confusión y precipitadamente y a favor de la mayor claridad en los debates. Por eso hemos defendido siempre, desde el principio, y en particular en el Llamamiento de Internationalism de 1972 como en la respuesta a la iniciativa de BC de 1976 la necesidad de criterios políticos para las conferencias internacionales.
No tenemos la pretensión megalómana de ser los únicos que defienden posiciones comunistas; quienes nos acusan de sectarismo no saben de qué hablan, nuestra historia les demuestra lo contrario. En cambio, lo que sí hemos afirmado siempre, es que el reagrupamiento de revolucionarios, la creación del futuro partido solo pueden llevarse a cabo con la mayor claridad y coherencia programáticas. Por eso, en 1975, nos negamos a que Revolutionary Perspectives se integrara en la CCI como "minoría" como lo proponían ellos antes de unirse con Worker's Voice, unión efímera para formar la CWO. Por eso, no concebíamos las conferencias de 1977 a 1980 como algo que debía desembocar en agrupamiento inmediato contrariamente a la visión que hoy defiende BC, aunque tampoco nos hemos opuesto a la unión entre participantes a esas conferencias que tenían las mismas posiciones políticas. Y por eso pensamos que el intento actual de BC y de la CWO de formar una organización internacional híbrida, a medio camino entre una organización política centralizada y una federación de grupos autónomos según las modas anarquistas, en vez de ser un polo de clarificación política, acabará siendo un polo de confusión.
Una de las condiciones esenciales para que una organización comunista esté capacitada para asumir su función es, en efecto, la claridad de su estructura. Desde el principio, nuestra Corriente ha defendido la necesidad de una organización internacional y centralizada. Naturalmente, que eso no era una idea "novísima", sino que se basaba en la naturaleza misma de la clase obrera, la cual debe asumir su unidad a escala internacional para poder llevar a cabo la revolución; se apoyaba en toda la experiencia de las organizaciones proletarias desde la Liga de los Comunistas y la AIT hasta la Internacional Comunista y la Izquierda Comunista Internacional. Esa necesidad quedó claramente afirmada en la Conferencia constitutiva de la CCI en 1975 (véase el "Informe sobre la cuestión de la organización en nuestra corriente internacional", en la Revista Internacional n° 1) y desde siempre fue la base de nuestra actitud de favorecer los contactos y las discusiones a nivel internacional, como ha quedado patente a lo largo de nuestra historia. E igualmente hemos afirmado esa necesidad en toda nuestra labor de plena participación en los ciclos de conferencias internacionales: 73-74, 77-80, conferencias del medio escandinavo a finales de los 70, para las que nosotros insistimos que fueran invitados los grupos que se reivindican de la izquierda italiana como BC. En todas las conferencias, hemos combatido la idea de una organización internacional basada en una especie de federación de grupos nacionales cada uno con su propia plataforma como así lo defendía BC en 1977 y que hay reactualiza en la práctica constitutiva del BIPR[12].
Otra enseñanza que hay que sacar de la experiencia de la CCI, es que una organización de combate, como debe serlo una organización comunista, se construye por y en el combate. Y tampoco esta enseñanza es nueva. El partido bolchevique, por ejemplo, si logró hacer su papel en la revolución de octubre y en la fundación de la IC fue porque se había templado en una serie de combates sucesivos contra el populismo y el socialismo agrario, contra el "marxismo legal", contra el terrorismo, contra el economicismo obrerista, contra el intelectualismo negador de la noción de compromiso militante, contra el menchevismo, contra los liquidacionistas, contra la defensa nacional y el pacifismo, contra todo tipo de apoyo al gobierno provisional de 1917. De igual modo, nuestra organización se ha basado y se ha ido templando en una serie de combates contra toda clase de desviaciones incluso en su seno:
La última enseñanza que hay que sacar de nuestra experiencia es que no, se puede ir hacia la constitución del futuro partido sin saber en qué momentos de la historia puede surgir, o sea, en los períodos de desarrollo histórico de la lucha de clases. Esta es la visión que defendió la izquierda comunista de Italia contra la constitución de la IV Internacional trotskista; esa fue la visión que defendió la izquierda comunista de Francia contra la fundación del PCInt de Italia después de la guerra. Las organizaciones que hoy se autoproclaman "partido" no son partidos, no pueden asumir esa función, pero por eso mismo tampoco pueden asumir la función que ahora les incumbe, la función que Bilan asignaba a las fracciones: la de preparar las bases programáticas y organizativas del futuro partido mundial.
Esas han sido algunas de las enseñanzas, digamos "clásicas", del movimiento obrero que los 10 años de experiencia de la CCI han vuelto a confirmar y que son condiciones indispensables para contribuir de verdad a la constitución del partido revolucionario y a la revolución comunista misma.
F. M.
[1] Sobre la historia de la izquierda comunista italiana, hemos publicado un libro en francés, inglés y español que se puede pedir a nuestra dirección mail o postal.
[2] News and Letters: grupo procedente del trotskismo, animado por una antigua secretaria de Trotski, y que, a pesar de muchas confusiones sobre las luchas de "liberación nacional", sobre el problema negro, el feminismo, etc., defendía posiciones de clase sobre una cuestión fundamental como la naturaleza capitalista e imperialista de la URSS
[3] Véase RI n° 2 (antigua serie)
[4] Véase RI n° 1, (nueva serie)
[5] Vease RI n° 2 e Internationalism n° 4
[6] Ibidem.
[7] Pueden leerse los artículos "Sectarismo ilimitado" en WR n° 3 y "Respuesta a Workers' Voice" en la Revista Internacional n° 2
[8] El que estemos hoy en el número 40-41 en español y 41 en inglés-francés demuestra que la regularidad de esta Revista Internacional se ha mantenido sin desmayo
[9] Cf articulo "Las convulsiones actuales en el medio revolucionario", en la Revista Internacional n° 28
[10] Los informes de esta Conferencia están publicados en las Revista Internacional n° 29 y 33
[11] Véase artículo en el n° 46 de Internationalisme del verano de 1952: "L'évolution du capitalísme et la nouvelle perspective", reproducido en el Bd'Eet D., n° 8
[12] Buró Internacional para el partido revolucionario (BIPR), formado últimamente por BC y la CWO. Una crítica nuestra a la creación de ese "buró puede leerse en la Revista Internacional n° 40 *edición francés e inglés).
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En los números 40, 41 y 42 de la Revista Internacional publicamos artículos sobre un debate que lleva más de dos años en la CCI. En el primero de estos artículos, “El peligro del consejismo” (nº 40)1, explicábamos la importancia de dar a conocer al exterior las discusiones políticas que tienen lugar en el seno de las organizaciones revolucionarias, en la medida en que estas organizaciones no son cenáculos para “discutir por discutir”, sino que debaten cuestiones de interés para el conjunto de la clase obrera, ya que su razón de ser es participar activamente en el proceso de concienciación de la clase obrera con vistas a sus tareas revolucionarias. En este artículo, así como en el publicado en el n°42, “Los deslizamientos centristas hacia el consejismo”2, dimos elementos sobre cómo se desarrolló el debate (incluso citando largos extractos de los textos del debate interno). No volveremos sobre ello, salvo para recordar que las principales cuestiones que oponen a la minoría (constituida como “tendencia” desde enero de 1985) a las orientaciones de la CCI son:
el punto 7 de la resolución adoptada en enero de 1984 por el órgano central de la CCI (reproducido en el artículo del nº 42 antes mencionado) sobre la conciencia de clase;
la apreciación del peligro que el consejismo representa para la clase y sus organizaciones revolucionarias hoy y en el futuro;
el análisis de los fenómenos de oportunismo y centrismo en la clase obrera y sus organizaciones. Los tres primeros artículos tratan principalmente de la cuestión del peligro del consejismo:
el de la Revista n°40 que establece las posiciones de la organización,
el de la Revista n°41 (“La CCI y la política del mal menor”3) que expone las posiciones de la minoría,
el de la Revista nº 42 que responde en nombre de la CCI al artículo anterior.
Este número aborda la cuestión del oportunismo y del centrismo en forma de un artículo que representa las posiciones de la “tendencia” (“El concepto de 'centrismo': el camino hacia el abandono de las posiciones de clase”) y un artículo de respuesta que defiende las posiciones de la CCI. Empezamos por el primero.
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Este artículo se propone presentar las posiciones de la tendencia surgida en la CCI en enero de 1985 sobre la cuestión del centrismo. Frente a la utilización del término “centrismo” por la mayoría de la CCI para caracterizar el proceso de penetración de la ideología burguesa en las organizaciones revolucionarias del proletariado, queremos en este artículo:
dar una definición clara y marxista del centrismo como corriente o tendencia política que existió en el movimiento obrero;
demostrar que el centrismo no puede existir en el período de decadencia del capitalismo;
para subrayar el gravísimo peligro de utilizar el concepto de centrismo para una organización revolucionaria en nuestro tiempo.
La “definición” de centrismo dada por la mayoría de la CCI se limita a la enumeración de toda una serie de actitudes y comportamientos (conciliación, vacilación, “no ir hasta el final”). Si estas actitudes y comportamientos son indiscutiblemente de carácter político, característicos de las tendencias centristas que existieron en el pasado (cf. Rosa Luxemburgo sobre el carácter “repugnante” de Kautsky), son claramente insuficientes como definición de una corriente política. El centrismo siempre ha tenido un programa político preciso y una base material específica. Los revolucionarios marxistas (Luxemburgo, Pannekoek, Bordiga, Lenin) que lucharon contra el peligro centrista responsable de la corrupción y degeneración de la Internacional, siempre buscaron la base real de la conciliación y la vacilación del centrismo en sus posiciones políticas y en la base material de esta enfermedad del movimiento obrero antes de 1914.
Si en la Segunda Internacional hubo diversas variedades de centrismo: el menchevismo en Rusia, los maximalistas en Italia, el austromarxismo en el Imperio de los Habsburgo, el ejemplo clásico de centrismo es el kautskismo en Alemania. Un breve examen de las posiciones políticas del centro kautskista mostrará que la lucha entre marxistas revolucionarios y centristas no puede reducirse a un conflicto entre “los duros” y “los blandos”. Es una lucha entre dos programas políticos completamente diferentes.
La base teórica y metodológica del kautskismo es un materialismo mecanicista, un vulgar determinismo económico que conduce a un fatalismo sobre el proceso histórico. Partiendo no de Marx, sino de lo que él creía que era la revolución darwiniana en la ciencia, Kautsky confunde sociedad y naturaleza y construye una teoría basada en leyes universales de la naturaleza que se realizarían ineludiblemente a lo largo de la historia.
Para Kautsky, la conciencia -que se ha convertido en un mero epifenómeno- debe ser traída “desde fuera” por los intelectuales, siendo el proletariado un ejército “disciplinado” por su “Estado Mayor”: la dirección del partido. Kautsky rechaza inequívocamente cualquier idea de que la acción de masas constituya un crisol para el desarrollo de la conciencia de clase, al igual que insiste en que las únicas formas de organización proletaria son el partido socialdemócrata de masas y los sindicatos, cada uno de ellos dirigido por un aparato burocrático profesional.
El objetivo de la lucha proletaria es, según Kautsky:
“...la conquista del poder del Estado a través de la conquista de una mayoría en el Parlamento y la elevación del Parlamento a una posición de mando en el Estado, ciertamente no la destrucción del poder del Estado”. (Die neue Taktik, 1911-12). Tomar el aparato estatal existente, pero no destruirlo, realizar una transición pacífica al socialismo mediante el sufragio universal, utilizar el parlamento como instrumento de transformación social: éste es el programa político del centrismo kautskiano. En oposición a una política de lucha hasta el final que quiere batallas decisivas con el enemigo de clase, Kautsky, en su polémica con Rosa Luxemburgo, a propósito de la huelga de masas, aboga por una estrategia de desgaste basada en “el derecho de voto, el derecho de reunión, la libertad de prensa, la libertad de asociación” concedidos al proletariado occidental (Was nun?, 1909-10). Dentro de esta estrategia de desgaste, Kautsky otorga un papel extremadamente limitado y subordinado a la acción de masas: el objetivo de la acción de masas “no puede ser destruir el poder del Estado, sino solo obligar al gobierno a ceder en una determinada posición, o sustituir un gobierno hostil al proletariado por otro favorable a éste”. (Die neue Taktik). Además, según Kautsky, el propio socialismo requiere “especialistas formados” para dirigir el aparato estatal: “el gobierno para el pueblo y por el pueblo, en el sentido de que los asuntos públicos no serían gestionados por funcionarios, sino por las masas populares que trabajan sin salario en su tiempo libre, es una utopía, una utopía reaccionaria y antidemocrática” ("Die Agrarfrage” - 1899). Un examen del menchevismo o del austromarxismo revelaría lo mismo, es decir, que el centrismo -como cualquier tendencia política del movimiento obrero- debe definirse principalmente por sus posiciones políticas y su programa. Aquí es importante subrayar la distinción marxista fundamental entre apariencia y esencia en la realidad objetiva, siendo la primera tan “real” como la segunda4. La apariencia del centrismo es, en efecto, hesitación, vacilación, etc. Pero la esencia del centrismo -políticamente- es su constante e inquebrantable apego al legalismo, al gradualismo, al parlamentarismo y a la “democracia” en la lucha por el socialismo. Nunca ha vacilado ni un ápice en esta orientación.
La base material del centrismo en las sociedades capitalistas avanzadas de Europa era la maquinaria electoral de los partidos socialdemócratas de masas (y sobre todo sus funcionarios asalariados, burócratas profesionales y representantes parlamentarios), así como el creciente aparato sindical. Es en estas capas, que minaron el impulso revolucionario de los partidos obreros, y no en una supuesta “aristocracia obrera” creada, como creía Lenin, en las masas proletarias por las migajas de las superganancias capitalistas, donde encontramos la base material del centrismo. Pero tanto si miramos a la maquinaria electoral socialdemócrata y al aparato sindical como a una aristocracia obrera ficticia, está claro que los marxistas revolucionarios siempre han tratado de entender la realidad del centrismo en relación con una base material concreta. Además, es esencial recordar que aquellas capas e instituciones del movimiento obrero que dieron al centrismo una base social -la maquinaria electoral y el aparato sindical- estaban en proceso de ser arrastradas a la maquinaria del Estado capitalista, aunque esta integración solo alcanzó su punto álgido en la Primera Guerra Mundial.
Cualquier definición que ignore que el centrismo siempre implica posiciones políticas específicas y que siempre ha tenido una base material determinada, cualquier definición que se limite a actitudes y comportamientos (como la definición de la actual mayoría de la CCI) es totalmente incapaz de comprender un fenómeno tan complejo e históricamente específico como el centrismo y no puede pretender basarse en el método marxista.
Ahora es la especificidad histórica del centrismo lo que queremos abordar. Antes de considerar si el centrismo como tendencia dentro del movimiento obrero puede seguir existiendo en la era de la decadencia capitalista, es necesario entender primero cómo se han formado y transformado los límites políticos del movimiento obrero en el curso de la historia. Lo que constituye los límites políticos en un período dado está determinado por la naturaleza del período de desarrollo del capitalismo, por las tareas objetivas a las que se enfrenta el proletariado y por la organización del capital y su Estado. Desde el inicio del movimiento proletario, ha habido un proceso de decantación histórica que ha ido estrechando y delimitando los parámetros del terreno político de la clase obrera.
En la época de la Internacional, el desarrollo del capitalismo, incluso en el corazón de Europa, se caracteriza todavía por la introducción de la producción industrial a gran escala y la formación de un verdadero proletariado a partir del artesanado en declive y del campesinado desposeído. Entre las tareas históricas objetivas a las que se enfrentaba el joven movimiento proletario en ese momento estaban el triunfo de la revolución democrática antifeudal y la culminación del proceso de unificación nacional en países como Italia y Alemania. En consecuencia, los límites del movimiento obrero podrían incluir a los bakuninistas y proudhonianos con programas políticos enraizados en el pasado artesanal y campesino pequeñoburgués; a los blanquistas con su base en la intelectualidad jacobina; e incluso a los mazzinianos con su programa de nacionalismo radical y republicanismo, así como a los marxistas, expresión específica del proletariado como clase que sufre “cadenas radicales”.
En la época de la Segunda Internacional, el desarrollo del capitalismo obligó al proletariado a constituirse en un partido político distinto, en oposición a todas las corrientes burguesas y pequeñoburguesas. La tarea de la clase obrera era tanto la preparación organizativa e ideológica de la revolución socialista como la lucha por las reformas duraderas en el marco del capitalismo ascendente. El fin del período de las revoluciones nacionales y antifeudales y el fin de la infancia del proletariado industrial como clase habían reducido considerablemente la delimitación del movimiento obrero. Pero la tensión constante entre el programa máximo y el mínimo, entre la lucha por el socialismo y la lucha por las reformas, hizo que en el terreno político de la clase obrera pudieran existir tendencias tan diferentes como el marxismo revolucionario, el anarcosindicalismo, el centrismo y el “revisionismo”.
En la época de la decadencia del capitalismo, en la era del capitalismo de Estado, con la integración de los partidos políticos y los sindicatos de masas en el funcionamiento del Estado totalitario del capital, época abierta por la Primera Guerra Mundial, la revolución proletaria internacional se convierte en la única tarea objetiva de la clase obrera. El fin de cualquier distinción entre programa máximo y mínimo, la imposibilidad de reformas en la época de crisis permanente significa que el terreno político de la clase obrera y el marxismo revolucionario se vuelven idénticos. Las diversas tendencias centristas, con su programa político de parlamentarismo y legalismo, con su estrategia de desgaste, con su base material en los partidos de masas parlamentarios y los sindicatos socialdemócratas, han pasado irremediablemente al campo del capitalismo. Debe quedar absolutamente claro cuáles son las implicaciones del cambio fundamental en la naturaleza del período, en las tareas que enfrenta la clase obrera y en la organización del capital: el espacio político que antes ocupaba el centrismo está ahora definitivamente ocupado por el Estado capitalista y su aparato político de izquierda.
Los camaradas de la mayoría de la CCI dirán que si las posiciones políticas clásicas del centrismo son hoy las del enemigo capitalista (lo que nadie en la CCI niega), habría otras posiciones políticas que caracterizan al centrismo en la época de la decadencia. Aparte del hecho de que esta forma de plantear el problema ignora el fundamento y la especificidad histórica del centrismo, la verdadera cuestión sigue siendo la siguiente: ¿quién puede decir qué son precisamente estas posiciones “centristas” de nuevo cuño? ¿Existe una posición “centrista” sobre los sindicatos o sobre el electoralismo, por ejemplo? ¿La defensa del sindicalismo de base o del “parlamentarismo revolucionario” se convierte ahora en “centrista” y no -como siempre hemos dicho- en contrarrevolucionario? Ningún compañero de la mayoría se ha molestado en definir esta falsa versión moderna del centrismo en posiciones políticas precisas. Estos compañeros se limitan a repetir que el centrismo es “conciliación”, “vacilación”, etc. Tal “definición” no solo es políticamente imprecisa en relación con las clases5, sino que, como veremos a continuación, solo con Trotsky y la ya degenerada Oposición de Izquierda de los años 30’s, cualquier marxista se atreve a plantear una definición del centrismo basada en actitudes y comportamientos.
Veremos cómo el concepto de centrismo fue utilizado por los revolucionarios en el periodo de decadencia capitalista, cómo esta noción siempre acabó borrando las fronteras de clase y cómo se convirtió en un síntoma importante de corrupción ideológica y política por parte de los marxistas que la emplearon.
En la Tercera Internacional durante la formación de los partidos comunistas nacionales en Europa Occidental y Central (1919-1922) y con Trotsky y la Oposición de Izquierda antes de su paso definitivo al campo enemigo durante la Segunda Guerra Mundial, vemos dos intentos de trasladar el concepto de centrismo empleado por Luxemburgo, Lenin y otros en el período anterior a 1914 ("centrismo” para designar las tendencias políticas corruptas pero todavía en el terreno de clase del proletariado) a la época de la decadencia, la época de las guerras y las revoluciones abierta por la Primera Guerra Mundial.
El proceso de formación de los partidos comunistas en Europa occidental y central después de 1919 no siguió en absoluto el camino de los bolcheviques en Rusia, es decir, el camino de una lucha teórica y política intransigente dirigida por una facción marxista revolucionaria para lograr la claridad programática. Esta opinión ya está en las páginas de Bilan, claramente expuesta por los camaradas de la fracción italiana de la izquierda comunista en los años 30’s. La estrategia y la táctica de la I.C. están, por el contrario, animadas por la idea de la necesidad de la formación inmediata de partidos de masas, dada la inminencia de la revolución mundial. Esto lleva a la I.C. a una política de compromiso con las tendencias corruptas e incluso abiertamente contrarrevolucionarias integradas en los PC’s de Europa Occidental y Central. La influencia de estas tendencias debería haber sido contrarrestada por una situación prerrevolucionaria que empujara a la mayoría del proletariado hacia la izquierda. Además, en opinión de la I.C., el peligro de tales compromisos se minimizaba por el hecho de que los nuevos PC’s estarían sujetos a la dirección del partido bolchevique en Rusia, ideológicamente más avanzado y programáticamente más claro. En realidad, ni la esperada situación prerrevolucionaria ni la dirección del partido bolchevique pudieron contrarrestar las desastrosas consecuencias de la política de la I.C., las concesiones y compromisos con las tendencias que participaron en la guerra imperialista. De hecho, la política sin principios de la I.C. en la formación de los PC’s en Europa se convierte en sí misma en un factor adicional que conduce a la derrota del proletariado. Si el partido bolchevique no tenía una teoría adecuada ni sobre la relación partido/clase ni sobre el desarrollo de la conciencia de clase, éste era el precio para pagar por años de esclerosis de la teoría y el método marxistas dentro de la Internacional, pero también se explica por el hecho de que muchos aspectos de estas cuestiones decisivas solo podían encontrar un principio de respuesta en el crisol de la práctica revolucionaria del proletariado. Pero la política de la III Internacional en Europa Occidental condujo al abandono de la claridad y los principios revolucionarios ya adquiridos por los bolcheviques en el curso de su larga lucha teórica y política dentro de la socialdemocracia rusa, en la lucha por el internacionalismo proletario durante la guerra imperialista y en la revolución en Rusia. El caso más flagrante de este abandono de los principios revolucionarios por parte de la I.C. es la formación del PC checo, basado en elementos abiertamente contrarrevolucionarios. El PC checo se formó únicamente en torno a la tendencia ¡Smeral que apoyó fielmente a la monarquía de los Habsburgo durante toda la guerra imperialista!
En el partido socialista francés (el S.F.I.O.), aparte de una pequeña tendencia internacionalista de izquierda, el “comité para la Tercera Internacional” que quería la adhesión incondicional a la I.C.6, dos tendencias políticas se enfrentaron en 1920 en vísperas del congreso de Tours en el que la adhesión a la I.C. iba a estar en el orden del día. En primer lugar, el “comité de resistencia socialista a la adhesión a la Tercera Internacional”, el ala derecha, en torno a Léon Blum, Renaudel y Albert Thomas. A continuación, el “comité para la reconstrucción de la Internacional”, los “reconstructores” o el centro, en torno a Longuet, Faure, Cachin y Frossard. Esta tendencia “centrista” quería unirse a la I.C., pero con condiciones muy estrictas para salvaguardar la autonomía, el programa y las tradiciones del “socialismo” francés. La opinión de A. Bordiga sobre estas dos tendencias en su libro “Storia delia Sinistra Comunista” es particularmente precisa: “En cuestiones fundamentales, en cualquier caso, las dos alas se distinguen solo por simples matices. Son, en realidad, dos caras de la misma moneda”.
Los longuetistas participaron en la Unión Sagrada en defensa de la guerra imperialista hasta que el creciente descontento de las masas y la necesidad del capitalismo de enmarcarlo y desbaratarlo les llevó a pedir una paz “sin vencedores ni vencidos”. Para comprender la complicidad de los longuetistas en la carnicería imperialista, basta con citar el discurso de Longuet del 2 de agosto de 1914, preparando el terreno para la unión sagrada: “Pero si mañana Francia es invadida, ¿cómo no van a ser los socialistas los primeros en defender la Francia de la revolución y de la democracia, la Francia de la Enciclopedia, de 1789, de junio de 1848 (...)”. Cuando la I.C., en contra del consejo de Zinoviev, se negó a aceptar la adhesión del notorio chovinista Longuet, Cachin y Frossard se separaron de su antiguo líder, creando así la base para una mayoría en Tours que se uniría -con condiciones- a la I.C. Pero siguieron defendiendo y justificando su apoyo a la guerra imperialista. Así, Cachin insistió en que “la responsabilidad de la guerra no fue solo de nuestra burguesía, sino del imperialismo alemán; por lo tanto, nuestra política de defensa nacional encuentra, en lo que respecta al pasado, su plena justificación”. Las implicaciones de esta afirmación para el futuro pueden verse en la insistencia en que hay que distinguir entre la “defensa nacional honesta” y la llamada falsa defensa nacional de la burguesía.
La escisión del S.F.I.O. en Tours y la formación del P.C.F. siguieron las directrices de la I.C. y supusieron que el PCF en su inmensa mayoría, así como su dirección, estuviera formado por la sufrida fracción contrarrevolucionaria y que las 21 condiciones -insuficientes en sí mismas- se interpretaran para incluir elementos abiertamente chovinistas. ¿Cómo fue posible constituir el PCF con una mayoría dirigida por Cachin-Frossard, una mayoría esencialmente longuetista?7 Esta capitulación, este cuchillo clavado en el corazón del proletariado, esta semilla de decadencia que iba a dar lugar al Frente Popular y a la Unión Sagrada, fue ocultada y posibilitada por... ¡el concepto de centrismo! Al nombrar a los longuetistas “centristas”, esta tendencia se lavaba de sus pecados capitales, se sacaba del terreno político del capitalismo donde su práctica la había puesto, para ser reemplazada en el terreno político del proletariado (aunque un poco manchado ideológicamente).
En Alemania, donde el KPD (Partido Comunista Alemán) ya había excluido a sus tendencias de izquierda (en contra del espíritu y la letra de sus propios estatutos), las mismas tendencias de izquierda que adoptaron una inequívoca posición de clase contra la guerra imperialista y que tenían la visión más clara de la naturaleza del nuevo período, la I.C. ordena al KPD que se fusione con el USPD para crear una base de masas. El USPD, con Bernstein, Hilferding y Kautsky a la cabeza, con su manifiesto fundacional escrito por el propio renegado Kautsky, nació de la exclusión del grupo parlamentario de la oposición, el Arbeitsgemeinschaft, del SPD en 1917. La posición de la Arbeitsgemeinschaft ante la guerra imperialista8 (y que se convirtió en la posición del USPD) fue la de exigir una paz sin anexiones, una posición casi idéntica a la de un partidario acérrimo del nacionalismo alemán como Max Weber y otros portavoces del capital financiero alemán ante el peligro -principalmente social- de una larga guerra que Alemania no podría ganar. En la agitación de la revolución alemana de noviembre de 1918, el USPD participó en el gobierno de coalición, creado para frenar el estallido revolucionario, junto a los socialdemócratas de “línea dura”, el SPD de Noske y Scheidemann. Cuando, ante la masacre de Navidad, la radicalización de las masas amenazó con superar al USPD, dejando a los representantes del capital alemán sin influencia sobre las masas, el USPD se puso “en la oposición”. Desde esta oposición, el USPD trabaja para integrar los consejos obreros -donde tiene mayorías- en la constitución de Weimar, es decir, en el edificio institucional a través del cual el capitalismo alemán pretendía reconstituir su poder. En el momento del 2º Congreso de la I.C., cuando la fusión del KPD y el USPD es objeto de un intenso debate, Winjkoop, en nombre del PC holandés, declara: “Mi partido es de la opinión de que no es en absoluto necesario negociar con el USPD, con un partido que hoy se sienta incluso en el presidium del Reichstag, con un partido gubernamental”.
Para comprender plenamente la naturaleza contrarrevolucionaria del USPD, hay que mirar más allá de las declaraciones públicas -llenas de alabanzas al legalismo, al parlamentarismo y a la “democracia"- a lo que sus dirigentes dijeron, más libremente, en privado. A este respecto, la carta de Kautsky del 7 de agosto de 1916 al austromarxista Victor Adler en la que explica las verdaderas razones de la formación de la Arbeitsgemeinschaft, embrión del USPD, es un documento de la mayor importancia: “El peligro del grupo Spartakus es grande. Su radicalidad corresponde a las necesidades inmediatas de las grandes masas indisciplinadas. Liebknecht es hoy el hombre más popular de las trincheras. Si no se hubiera formado la Arbeitsgemeinschaft, Berlín estaría en manos de los «espartaquistas» y fuera del partido. Pero si hubiéramos formado el grupo parlamentario de la izquierda cuando yo quería, hace un año, el grupo Espartaco no habría adquirido ningún peso.” ¿Es realmente necesario, tras esta aclaración de Kautsky, decir explícitamente que la función -objetiva- e incluso consciente de la Arbeitsgemeinschaft y de su sucesor, el USPD, era impedir la radicalización de las masas y preservar el orden capitalista?
Para que la decisión de la I.C. de fusionar el KPD y el USPD fuera tomada y aceptada -un error monumental con consecuencias desastrosas para la revolución en Alemania-, era necesario empezar por designar al USPD como un partido “centrista” (empujado a la izquierda por los acontecimientos...) transformando, pero solo de palabra su naturaleza de clase capitalista en proletaria.
Lo que nos interesa aquí no es volver a todo el razonamiento que lleva a la I.C. a dar la espalda a los principios revolucionarios en la formación de los PC europeos, sino insistir en el hecho de que el concepto de centrismo ha dado cobertura ideológica a una política de compromiso con elementos contrarrevolucionarios.
Simultáneamente y en relación con la desastrosa política de la I.C. en la formación del PCF, del VKPD, etc., se inició el retorno al método y a la filosofía del materialismo mecanicista de la II Internacional, que dará la base al “DIAMAT”, la visión estalinista (capitalista) del mundo, institucionalizada en la “Comintern” de los años 30. El abandono de los principios revolucionarios proletarios va siempre acompañado de la incoherencia metodológica y teórica.
En el caso de Trotsky y la Oposición de Izquierda, es a través de la alianza con la socialdemocracia (el frente único, el frente popular, el antifascismo) y la defensa del “estado obrero” en Rusia que esta corriente traiciona definitivamente al proletariado para pasarse al campo del capitalismo durante la Segunda Guerra Mundial. Sus posiciones están indisolublemente ligadas a la utilización por Trotsky del concepto de centrismo para caracterizar la dinámica de la socialdemocracia y analizar la naturaleza del estalinismo. De hecho, la teoría de los “grupos centristas que cristalizan de la socialdemocracia” la incapacidad de trazar la frontera de clase que para Trotsky está completamente oscurecida por esta noción de centrismo, proporciona la base para el “giro francés” en 1934 cuando Trotsky ordena a secciones de la Oposición de Izquierda internacional que entren en los partidos socialdemócratas contrarrevolucionarios.
La diferencia del centrismo en términos de actitudes y comportamientos, el retrato de un centrista (incoherente, vacilante, conciliador, etc.) en el que la mayoría de la CCI basa hoy su concepción del centrismo, vio por primera vez la luz en el movimiento obrero durante los años 30 en las filas de la Oposición Trotskista, que ya abandonaba posición de clase sobre posición de clase en su caída hacia el campo de la contrarrevolución. En “El centrismo y la Cuarta Internacional” en The Militant del 17 de marzo de 1934, donde se abandona cualquier atisbo de definir el centrismo en términos de posiciones políticas, Trotsky pinta un retrato verbal de un centrista que se encuentra casi palabra por palabra en los textos de la mayoría de la CCI hoy9.
En el crepúsculo del capitalismo ascendente, el centrismo como tendencia política dentro de la Segunda Internacional condujo a la corrupción y a la degeneración que llevó a la traición de 1914. En el capitalismo decadente, es el concepto de centrismo -que todavía utilizan los revolucionarios incapaces de sacudirse el peso muerto del pasado- el que cada vez abre la puerta al compromiso y a la sumisión a la ideología del capitalismo dentro del movimiento obrero.
La mayoría de la CCI suele decir que los revolucionarios no deben rechazar una herramienta política -en este caso el concepto de centrismo- simplemente porque se ha utilizado mal. A esto queremos responder. En primer lugar, los camaradas de la mayoría utilizan hoy el concepto de centrismo para rechazar los mismos errores cometidos por la I.C. en los años 20. Así, la mayoría considera que el USPD, a pesar de sus impecables credenciales socialdemócratas y de su papel en la derrota de la revolución en Alemania, seguía siendo en el terreno proletario un partido “centrista”. En las páginas de Révolution Internationale, los chovinistas Cachin y Frossard se convierten en “centristas” y “oportunistas” en un artículo que da la versión de la CCI de la constitución del PCF. En segundo lugar, hay que subrayar que no hay ningún ejemplo en el que el uso del concepto de centrismo por parte de los revolucionarios en el período de decadencia no se haya convertido en sí mismo en el instrumento de compromisos y conciliación con la ideología del enemigo de clase capitalista, de un borrado de las fronteras de clase y, finalmente, de un retroceso de las posiciones de clase. En tercer lugar, el concepto de centrismo en manos de los revolucionarios de la época actual está fundamentalmente ligado a una profunda incomprensión de la naturaleza de nuestra época histórica, a la incapacidad de entender el verdadero significado y las profundas implicaciones de la tendencia universal hacia el capitalismo de Estado.
Hasta ahora estamos hablando de revolucionarios que han utilizado el término centrismo para caracterizar un fenómeno que, según ellos, está siempre en el terreno político de la clase obrera. Así es precisamente como la mayoría actual de la CCI utiliza el término. Pero otros revolucionarios con más claridad programática que la I.C. de los años 20 o Trotsky de los años 30 han utilizado el “centrismo” para caracterizar tendencias políticas activas en las filas de la clase obrera, pero que en realidad son contrarrevolucionarias, al otro lado de la línea de clase. Por ejemplo, Goldenberg, delegado francés en el II Congreso de la I.C., hablando en nombre de la izquierda internacionalista, dijo: “Las tesis propuestas por el camarada Zinóviev dan toda una serie de condiciones para que los partidos socialistas, los llamados “centristas”, entren en la I.C.. No puedo estar de acuerdo con este procedimiento. Estos dirigentes del PSF utilizan la fraseología revolucionaria para engañar a las masas. El Partido Socialista francés es un partido podrido de reformistas pequeñoburgueses. Simplemente quiero afirmar que las personas que, a pesar de su verborrea revolucionaria, han demostrado ser decididamente contrarrevolucionarias, no pueden transformarse en comunistas en unas semanas”. Goldenberg, la fracción abstencionista de Bordiga del PSI y los demás representantes de la izquierda en el 2º congreso, comprenden por una parte el carácter contrarrevolucionario de Cachin, Frossard, Daumig, Dittman, etc., de los que exigían la integración en la I.C. en nombre de las tendencias que dirigían para encuadrar y desviar mejor al proletariado. Pero, por otro lado, la izquierda sigue utilizando la terminología de “reformistas”, “centristas”, etc. para caracterizar a los elementos que se han puesto al servicio del capitalismo. Si la izquierda de la I.C. tiene claro el carácter contrarrevolucionario del “centrismo”, el hecho de que persista en utilizar este término muestra una verdadera confusión e incoherencia ante el nuevo fenómeno del capitalismo de Estado que la guerra imperialista y la crisis permanente han producido. Se trata de una confusión sobre el hecho de que estas tendencias “centristas” no solo han traicionado definitivamente al proletariado sin vuelta atrás, sino que de hecho se han convertido en parte integrante del aparato estatal del capitalismo sin ninguna diferencia de clase con los partidos burgueses tradicionales, aunque asuman una función capitalista particular con la clase obrera. En este sentido, la izquierda se vio muy perjudicada en su lucha contra la degeneración de la I.C..
La coexistencia de los términos “centrista”, “social-patriota” y “contrarrevolucionario” para caracterizar a elementos como Cachin y Frossard, el uso del concepto de centrismo con el que se pretendía entender el estalinismo desarmó a la fracción italiana de la izquierda comunista en los años 30 cuando analizó la degeneración de la I.C. y la triunfante contrarrevolución estalinista. Aunque la fracción italiana, a diferencia de Trotsky, tenía clara la naturaleza contrarrevolucionaria del estalinismo y su alineación con el terreno del capitalismo mundial, su análisis del estalinismo en términos de “centrismo"10 era una fuente de confusión constante. Una consecuencia de esta confusión fue su política incoherente en relación con el PC italiano; la fracción solo se separó formalmente del PC italiano totalmente estalinista en 1933. El hecho de que los camaradas de las fracciones italiana y belga de la Izquierda Comunista fueran capaces de hablar de Rusia como un “Estado obrero” hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, y a pesar de su posición de que Rusia se había alineado con el terreno imperialista del capitalismo mundial, atestigua la incoherencia política que resultó del uso del concepto de centrismo en la fase del capitalismo de Estado.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el PCI bordiguiano también utilizó el concepto de centrismo para designar a los traidores socialistas que radicalizan su lenguaje para encuadrar mejor a la clase obrera en los intereses del capital y para caracterizar a los partidos estalinistas claramente reconocidos como contrarrevolucionarios en otros lugares11. Por ejemplo, hablando de la tendencia longista del SFIO, que iba a constituir la mayoría del PCF, los bordiguistas afirman con razón que “la contrarrevolución no necesitaba romper el partido (el PCF) sino que, por el contrario, se apoyaba en él”. Pero, más adelante, en relación con Cachin/Frossard: “Para evitar que el proletariado se constituya en partido revolucionario, como la situación objetiva le empuja irresistiblemente a hacerlo, para desviar su energía hacia las elecciones o hacia consignas sindicales compatibles con el capitalismo (...) el 'centrismo' debía adoptar 'un lenguaje más radical” (Programa Comunista nº 55, pp.82 y 91). En este caso, los bordiguistas comprenden el papel que desempeñan objetivamente estas tendencias contrarrevolucionarias, pero vuelven a caer en la confusión al caracterizarlas como “centristas”.
En el caso de la Facción Italiana y aún más grave en el caso de los Bordigistas de hoy (más grave por los cuarenta años más durante los cuales han seguido aferrados a esta noción de centrismo y, además de su osificación y esterilidad política) el uso del concepto de centrismo es el precio que se paga por la incapacidad de comprender la realidad del capitalismo de Estado y por tanto de una de las características fundamentales de la época actual.
Es increíble que el concepto de centrismo utilizado hoy por la mayoría de la CCI (fenómeno que sigue considerando en terreno proletario) esté por debajo de las confusiones de la izquierda de la I.C., de la fracción italiana y, en relación con la historia de los inicios de la I.C. y de las luchas en las que participó Bordiga, ¡incluso por debajo de los bordiguistas! El recurso al concepto de centrismo por parte de la CCI es extremadamente peligroso para la organización, en la medida en que pone en tela de juicio los logros de la Izquierda Comunista y da la espalda a las lecciones fundamentales de la lucha de la izquierda en el seno de la I.C.. No es que estos logros sean actualmente suficientes para alcanzar la claridad programática necesaria para la clase obrera de hoy y para la formación del partido mundial de mañana. Pero al abandonar estas lecciones y no alcanzar la claridad teórica del pasado, incluso la posibilidad de avanzar en el desarrollo del programa comunista (que en la situación actual es absolutamente necesario) se ve seriamente comprometida.
Por estas razones, la tendencia que se formó en el seno de la CCI en enero de 1983, sobre la base de una “Declaración”, rechaza el concepto de centrismo y advierte a la CCI de los graves peligros que su política actual representa para la teoría y la práctica de la organización.
Por la tendencia: Mc Intosh.
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El artículo de “Mac Intosh para la Tendencia” publicado en este número de la Revista Internacional tiene una gran ventaja sobre el anterior artículo minoritario, “La CCI y la política del mal menor” de JA, publicado en el nº 41: trata una cuestión precisa y se ciñe a ella hasta el final, mientras que el otro, junto al peligro consejista, habla un poco de todo, ...incluso de la cuestión del centrismo. Sin embargo, si el eclecticismo que tendía a confundir al lector era un defecto del artículo de JA (un defecto desde el punto de vista de la claridad del debate, pero quizás una cualidad desde el punto de vista del planteamiento confusionista de la “tendencia”), la unidad temática del artículo de Mac Intosh, al tiempo que facilita la orientación de las posiciones de la tendencia, puede considerarse no solo un factor de claridad. El artículo de Mac Intosh está bien construido, se basa en un plan sencillo y lógico, y tiene una apariencia de rigor y preocupación por apoyar los argumentos con ejemplos históricos precisos, todo lo cual lo convierte en el documento más sólido de la tendencia hasta la fecha y que puede impresionar si se lee superficialmente. Sin embargo, el artículo de Mac Intosh no escapa al defecto que ya hemos señalado en la Revista n°42 en relación con el artículo de JA (y que es una de las principales características del enfoque de la tendencia): la ocultación de las verdaderas cuestiones en debate, de los verdaderos problemas del proletariado. La diferencia entre ambos artículos radica principalmente en el grado de dominio de esta técnica de evasión.
Así, mientras que JA necesita hacer mucho ruido, hablar un poco fuera de tono, producir varias cortinas de humo para lograr su juego de manos, es con mucha más sobriedad que Mac Intosh lleva a cabo el suyo. Esta misma sobriedad es un elemento de la eficacia de su técnica. Al tratar en su artículo únicamente el problema del centrismo en general y en la historia del movimiento obrero, sin referirse en ningún momento a la forma en que se planteó la cuestión en la CCI, evita llamar la atención del lector sobre el hecho de que este descubrimiento (del que es autor) de la inexistencia del centrismo en el periodo de decadencia fue bien recibido por los camaradas “de reserva” (que se habían abstenido o expresado “reservas” durante la votación de la resolución de enero del 84). La tesis de Mac Intosh, a la que se adhirieron cuando se formó la tendencia, les permitió recuperar fuerzas frente al análisis de la CCI sobre los giros centristas hacia el consejismo de los que eran víctimas y contra los que se habían agotado tratando de demostrar en vano (alternativa o simultáneamente) que “el centrismo es la burguesía”, “existe el peligro del centrismo en las organizaciones revolucionarias pero no en la CCI”, “el peligro centrista existe en la CCI pero no con respecto al consejismo”. Los compañeros “de reserva” demostraban así que, al menos, conocían el adagio “quien puede más, puede menos”. Asimismo, en su artículo, Mac Intosh se muestra como un conocedor de la sabiduría popular de que “no se habla de la cuerda en casa de un ahorcado”.
En resumen, si se puede utilizar la imagen de un mago para mostrar la diferencia entre las técnicas empleadas por JA y Mac Intosh en sus respectivos artículos, podría ilustrarse como sigue:
el torpe prestidigitador JA, después de mucho enredar, anuncia: “¡se acabó el conejo del “peligro del consejismo”!”, mientras la mitad del público aún puede ver su cola y la punta de sus orejas;
El inteligente prestidigitador Mac Intosh, en cambio, se limita a decir: “¡abracadabra, se acabó la paloma del 'centrismo'!”, y hay que tener cierta perspicacia para saber que la ha escondido en las medias de su frac.
Por nuestra parte, es recurriendo al marxismo y a las lecciones de la experiencia histórica que intentaremos poner de relieve los “trucos” que permiten a Mac Intosh y a la tendencia ocultar sus diversas artimañas12. Pero primero es importante recordar cómo el marxismo revolucionario siempre ha caracterizado al centrismo.
El camarada Mac Intosh nos dice: “La 'definición' de centrismo dada por la mayoría de la CCI se limita a la enumeración de toda una serie de actitudes y comportamientos (conciliación, hesitación, vacilación, 'no seguir con una posición'). Si estas actitudes y comportamientos son indiscutiblemente de naturaleza política, característicos de las tendencias centristas que existieron en el pasado (cf. R. Luxemburgo sobre el carácter “repugnante” de Kautsky), son claramente insuficientes como definición de una corriente política."
Para que el lector se haga una idea más clara de la validez del reproche de Mac Intosh a las posiciones del CCPE, daremos una serie de extractos de textos de discusión interna que expresan estas posiciones.
“El oportunismo se caracteriza no solo por lo que dice, sino también, y tal vez aún más, por lo que no dice, por lo que dirá mañana, por lo que calla hoy para poder decirlo mejor mañana cuando las circunstancias le parezcan más favorables, más propicias. La oportunidad que explora a menudo le dicta que guarde silencio hoy. Y si actúa así, no es tanto por una voluntad consciente, por un espíritu maquiavélico, sino porque ese comportamiento forma parte de su naturaleza, o mejor dicho, constituye la esencia misma de su naturaleza.
El oportunismo, decía Lenin, es difícil de entender por lo que dice, pero se ve claramente por lo que hace. Por eso no le gusta declarar su identidad. Nada le resulta más desagradable que ser llamado por su nombre. Odia mostrar su rostro desnudo, a plena luz. La oscuridad le sienta perfectamente. Las posturas francas e intransigentes, que van hasta el final de su razonamiento, lo marean. Demasiado “educado”, tiene poca tolerancia a la controversia. Demasiado “caballero”, solo le gusta el lenguaje cortés y le gustaría que los protagonistas de posiciones radicalmente antagónicas comenzaran llamando a sus oponentes “honorable señor”, o “mi honorable colega”, siguiendo el modelo del Parlamento inglés. Con su gusto por la “exquisitez”, el tacto y la moderación, la cortesía y el “juego limpio”, los que se inclinan por el oportunismo pierden completamente de vista que el escenario trágico y vivo de la lucha de clases y revolucionaria no se parece en nada al viejo edificio polvoriento y muerto que es la “honorable Cámara de los Comunes”.
El centrismo es una de las muchas formas en que se manifiesta el oportunismo, una de sus facetas. Expresa el rasgo característico del oportunismo de estar siempre en el centro, es decir, entre las fuerzas y posiciones antagónicas que se oponen y enfrentan, entre las fuerzas sociales francamente reaccionarias y las fuerzas radicales que luchan contra el orden de cosas existente para cambiar los fundamentos de la sociedad actual.
Es en la medida en que aborrece todo cambio o trastorno radical que el “centrismo” se ve abocado a encontrarse necesaria y abiertamente del lado de la reacción, es decir, del lado del capital, cuando la lucha de clases llega al punto de una confrontación decisiva que no deja más espacio para la dilación, como es el caso del momento del salto revolucionario del proletariado.
El centrismo es una especie de “pacifismo” a su manera. Aborrece todo extremismo. Los revolucionarios consecuentes dentro del proletariado le parecen siempre, por definición, demasiado “extremistas”. Les sermonea, les amonesta contra cualquier cosa que le parezca excesiva, y cualquier intransigencia le parece una agresión innecesaria.
El centrismo no es un método, es la ausencia de un método. No le gusta la idea de un marco; lo que prefiere y donde se siente completamente a gusto es la ronda, donde uno puede girar y girar sin parar, decir y contradecirse a voluntad, ir de derecha a izquierda y de izquierda a derecha sin que nunca le estorben las esquinas, donde uno puede evolucionar con mayor ligereza porque no tiene que soportar el peso ni sufrir la coacción de la memoria, la continuidad, los logros y la coherencia, todo lo cual obstaculiza su “libertad”.
La enfermedad congénita del centrismo es su gusto, sincero o no, por la reconciliación. Nada la perturba más que el combate franco de ideas. La confrontación de posiciones siempre le parece demasiado exagerada. Cualquier discusión le parece una polémica inútil. Uno entiende y respeta la preocupación de cada parte por no ofender a nadie, porque la prioridad, de las prioridades, la primera razón es salvar la unidad y mantener el orden. Para esto siempre está dispuesto a vender la primogenitura por un plato de lentejas. Los revolucionarios, al igual que la clase, también aspiran a la mayor unidad y a la acción más ordenada, pero nunca al precio de la confusión, de las concesiones sobre los principios, de oscurecer el programa y las posiciones, de relajar la firmeza en su defensa. El programa revolucionario del proletariado es a sus ojos innegociable. Por eso, para el centrismo, aparecen como alborotadores, extremistas, personas imposibles, incorregibles y eternos alborotadores. “¿Hay una tendencia centrista en la organización? Una tendencia formalmente organizada, no. Pero no se puede negar que existen tendencias al centrismo en nuestra organización, que aparecen siempre que se producen situaciones de crisis o diferencias de opinión sobre cuestiones fundamentales. El centrismo, básicamente, es una debilidad crónica, siempre presente de forma patente o latente en el movimiento obrero, manifestándose de forma diferente según las circunstancias. Lo que más la caracteriza es que no solo está en el medio, entre los extremos, sino que quiere conciliarlos en una unidad de la que sería el centro conciliador, tomando un poco de uno y un poco de otro. (...)
Hoy en día, este centrismo se sitúa entre el planteamiento del consejismo y el de la CCI. Lo que nos interesa como grupo político es estudiar el fenómeno político de la existencia y aparición de tendencias hacia el centrismo, la razón y el fundamento de este fenómeno. Por lo tanto, la tendencia o el giro hacia el centrismo debe estudiarse independientemente de las personalidades que lo componen en un momento dado. (…)” (Extractos de un texto del 17/2/84).
“El centrismo es un planteamiento erróneo, pero no está fuera del proletariado, sino dentro del movimiento obrero y expresa, la mayoría de las veces, la influencia de un planteamiento político procedente de la pequeña burguesía. De lo contrario, es difícil entender cómo los revolucionarios pudieron cohabitar a lo largo de la historia con tendencias centristas en los mismos partidos e internacionales del proletariado. El centrismo no se presenta con un programa claramente definido; lo que le caracteriza es precisamente la vaguedad, la imprecisión, y por eso es tanto más peligroso, como una enfermedad perniciosa, que amenaza siempre, desde dentro, al ser revolucionario del proletariado.”
(Extractos de un texto de mayo del 84).
“¿Pero ¿cuáles son las fuentes del oportunismo y del centrismo en la clase obrera? Para los marxistas revolucionarios, se reducen esencialmente a dos:
1) La penetración en el proletariado de la ideología burguesa y pequeñoburguesa dominante en la sociedad y que envuelve al proletariado (teniendo en cuenta además el proceso de proletarización que se está produciendo en la sociedad, haciendo que capas procedentes de la pequeña burguesía, el campesinado e incluso la burguesía caigan constantemente en el proletariado, y que lleven consigo las ideas pequeñoburguesas). (...)” (Extractos de un texto del 24/11/84).
Podríamos haber dado muchos más extractos que ilustran el esfuerzo de reflexión realizado por la CCI sobre la cuestión del centrismo, pero no tenemos espacio aquí. Sin embargo, estas citas, aunque incompletas, permiten hacer justicia a la acusación de que: “La 'definición' de centrismo dada por la mayoría de la CCI se limita a la enumeración de toda una serie de actitudes y comportamientos”. Esta secuencia de citas también tiene el mérito de poner de manifiesto uno de los principales trucos de Mac Intosh: la identificación del “centrismo” con el “oportunismo”. En efecto, su texto logra la rara proeza de no mencionar ni una sola vez el fenómeno del oportunismo, aunque la definición del centrismo se basa necesariamente en la del oportunismo, del que constituye una variedad, una manifestación, situada y oscilante entre el oportunismo abierto y franco y las posiciones revolucionarias. La línea de Mac Intosh es a la vez muy gruesa y bastante sutil. Sabe muy bien que en muchas ocasiones hemos utilizado en nuestras columnas (incluso en las resoluciones del Congreso, como se recuerda en la Revista n°42, p.29) el término oportunismo aplicado al período de decadencia del capitalismo. En este sentido, afirmar hoy que la noción de oportunismo ya no es válida en este período llevaría a preguntarse por qué es precisamente ahora cuando Mac Intosh descubre que lo que había votado (con todos los miembros de la “tendencia”) en 1978 (en el II Congreso de la CCI) es falso. En la medida en que la noción de centrismo -que sin embargo es inseparable de la de oportunismo- ha sido mucho menos utilizada por la CCI hasta ahora (y no ha sido objeto de una votación en el Congreso), da menos impresión de autoengaño afirmar hoy que no es válida en el período actual. Al pasar por alto la noción de oportunismo y hablar solo de centrismo, los camaradas de la “tendencia” tratan de ocultar que son ellos los que han dado un giro en esta cuestión y no la CCI, como les gusta repetir.
Evidentemente, la “tendencia” no plantea así el problema, ya que para ella no puede haber centrismo en el periodo de decadencia. Por otro lado, a través de la pluma de Mac Intosh, acusa a la CCI de comprometerse con el trotskismo, de “caer en posiciones trotskistas”, lo que apoya con el siguiente argumento:
“La definición del centrismo en términos de actitudes y comportamientos, el retrato de un centrista (vacilante incoherente, conciliador, etc.) en el que la mayoría de la CCI basa hoy su concepción del centrismo, ve por primera vez la luz en el movimiento obrero durante los años 30’s, en las filas de la oposición trotskista, que ya entonces abandonaba posición de clase sobre posición de clase en su caída hacia el campo de la contrarrevolución. En “El centrismo y la Cuarta Internacional” en The Militant del 17 de marzo de 1934, donde se abandona cualquier atisbo de definición del centrismo en términos de posiciones políticas, Trotsky pinta un retrato verbal de un centrista que se encuentra casi textualmente en los textos de la mayoría de la CCI hoy.”
Aquí, Mac Intosh hace uno de sus característicos chascarrillos. Tras admitir al principio del texto el “carácter político” de las cuestiones de comportamiento, su validez (aunque las considera “insuficientes”) para participar en la caracterización de una corriente política, ahora acusa a este tipo de caracterización de todos los males de la creación.
Pero este no es el fallo más grave de este pasaje. El fallo más grave es que falsea completamente la realidad. Las formulaciones del artículo de Trotsky13 son, en efecto, sorprendentes por su parecido con las del texto del 17/2/84 citado anteriormente (aunque el camarada que escribió este texto nunca había leído este artículo concreto de Trotsky). Por otra parte, es una mentira (¿deliberada o por ignorancia?) afirmar que este tipo de caracterización del centrismo fue inventado por Trotsky en 1934.
Veamos lo que el mismo Trotsky escribió ya en 1903 sobre el oportunismo (en una época en la que el término centrismo aún no se utilizaba en el movimiento obrero):
“Se puede tomar como una paradoja decir que lo que caracteriza al oportunismo es que no sabe esperar. Y sin embargo, eso es lo que es. En los periodos [de calma total], el oportunismo, consumido por la impaciencia, busca a su alrededor “nuevos” caminos, “nuevos” medios de acción. Se agota en quejas sobre la insuficiencia e incertidumbre de su propia fuerza y busca “aliados” ... Corre a la derecha y a la izquierda y trata de retenerlos por la solapa de sus prendas en cada cruce. Se dirige a sus “seguidores” y les insta a mostrar la máxima consideración con cualquier posible aliado. '¡Tacto, más tacto y siempre tacto!' Padece cierta enfermedad que es la manía de la prudencia con respecto al liberalismo, la rabia del tacto, y en su furia abofetea y hiere a la gente de su propio partido.” (Trotsky, Nuestras disputas, Ed.de Minuit.p.376).
"Impaciencia”, “reflexión”, “rabia de tacto”, “manía de prudencia”: ¿por qué diablos, Trotsky no se rompió la mano el día que escribió este artículo, por qué no tuvo la buena idea de esperar 30 años para publicarlo? Eso hubiera sido bueno para la argumentación de la “tendencia”.
En cuanto a Lenin, que en sus escritos probablemente utilizó el término centrismo más que cualquier otro gran revolucionario de su tiempo, ¿por qué no consultó la opinión de Mac Intosh antes de escribir lo siguiente?:
"¿Los de la Nueva Iskra (los mencheviques) están traicionando la causa del proletariado? No, pero son defensores inconsistentes, irresolutos y oportunistas de la misma (y en el terreno de los principios de organización y táctica que informan esa causa)”. (Obras, T8, p.221).
"Tres tendencias han surgido en todos los países, dentro del movimiento socialista e internacional, en los más de dos años de guerra... Estas tres tendencias son las siguientes:
Los socialchovinistas, socialistas de palabra, chovinistas de hecho (...) Son nuestros adversarios de clase. Se han pasado a la burguesía (...)
La segunda tendencia es el llamado “centro”, que vacila entre los socialchovinistas y los verdaderos internacionalistas (...) El “centro” es el reino de la frase pequeñoburguesa rellena de buenas intenciones, del internacionalismo de palabra, del oportunismo pusilánime y de la complacencia para los socialchovinistas de hecho. La conclusión es que el “centro” no está convencido de la necesidad de una revolución contra su propio gobierno, no persigue una lucha revolucionaria intransigente, e inventa las más planas, aunque suenen archi-marxistas, pistas falsas para evitarla (. ...) El principal dirigente y representante del “centro” es Karl Kautsky, que gozaba de la máxima autoridad en la II Internacional (1889-1914) y que desde agosto de 1914 ofrece el ejemplo de una completa renuncia al marxismo, de una cobardía inaudita, de vacilaciones y traiciones lamentables,
La tercera tendencia es la de los verdaderos internacionalistas, que es la que mejor representa a la “izquierda de Zimmerwald”. (Las tareas del proletariado en nuestra revolución, Obras T.24. págs 68-69).
Se podrían citar muchos otros extractos de los textos de Lenin sobre el centrismo en los que se repiten los términos “inconsistente”, “irresoluto”, “oportunismo camuflado, vacilante, hipócrita, aburrido”, “vacilante”, “indecisión” y que demuestran lo falso de la afirmación de Mac Intosh.
Al afirmar que “sólo con Trotsky y la ya degenerada Oposición de Izquierda de los años 30’s un marxista se atreve a plantear una definición de centrismo basada en actitudes y comportamientos”, Mac Intosh no demuestra en absoluto la invalidez de los análisis de la CCI. solo demuestra una cosa: que no conoce la historia del movimiento obrero. La seguridad con la que se refiere a ella, los hechos precisos que evoca, las citas que da no tienen otra función que enmascarar las libertades que se toma con la historia real para oponerla a la que existe en su imaginación.
El camarada Mac Intosh propone, en nombre de la “tendencia”, “dar una definición clara y marxista del centrismo como corriente o tendencia política que existió en el movimiento obrero”. Para ello apela al método marxista y escribe con razón que “... es importante subrayar la distinción marxista fundamental entre apariencia y esencia en la realidad objetiva, ... siendo la tarea del método marxista [penetrar] más allá de las apariencias de un fenómeno para captar su esencia”.
El problema de Mac Intosh es que su adhesión al método marxista es solo formal y que es incapaz de aplicarlo (al menos en la cuestión del centrismo). Podría decirse que Mac Intosh solo ve la “apariencia” del método marxista sin poder “captar su esencia”. Así, afirma que “los revolucionarios marxistas... siempre han buscado la base real de la conciliación y la vacilación del centrismo en sus posiciones políticas...”
El problema es que una de las características esenciales del centrismo es precisamente (como hemos visto anteriormente) que no tiene una posición política propia precisa y definida. Veamos, pues, cuál sería ese “programa político preciso” que “siempre ha tenido el centrismo”, según Mac Intosh. Para definirlo, el ilusionista Mac Intosh comienza utilizando algunos de sus trucos favoritos:
identifica el centrismo con el kautskismo, del que este último es sin duda uno de los representantes más típicos, pero que está lejos de cubrir por completo (esta identificación se hace de forma inteligente: después de “examinar” el kautskismo como “ejemplo clásico de centrismo” afirma sin pruebas que el examen de otras corrientes centristas “revelaría lo mismo");
identifica el kautskismo como corriente con lo que Kautsky pudo haber escrito, incluso cuando no estaba bajo el título de esa corriente.
hace de Kautsky un centrista nato que nunca habría cambiado su posición en el espectro político de la socialdemocracia ni un cuarto de paso, mientras que, si terminó su carrera política en la “vieja casa” de la socialdemocracia que se había pasado al enemigo de clase, la comenzó como representante del ala izquierda radical de ésta y fue durante muchos años el más estrecho camarada de combate (y amigo personal) de Rosa Luxemburgo en su lucha contra el oportunismo.
Habiendo distorsionado las cosas de esta manera desde el principio, Mac Intosh está dispuesto a llevarnos a la búsqueda del Santo Grial de las “posiciones específicas del centrismo”. “La base teórica y metodológica del kautskismo es el materialismo mecanicista, un determinismo vulgar que conduce a un fatalismo en relación con el proceso histórico”.
Debe quedar claro que lo que menos nos importa es defender a Kautsky como corriente o como persona. Lo que nos interesa es la forma de argumentar de Mac Intosh y la “tendencia”. Por el momento, lo que está sirviendo no es un argumento demostrado sino una simple afirmación. Curiosamente, ¿cómo es posible que nadie en la 2ª Internacional se haya dado cuenta de lo que dice Mac Intosh? En esta Internacional había algunos marxistas e incluso reconocidos teóricos de la izquierda como A. Labriola, Plekhanov, Parvus, Lenin, Luxemburgo, Pannekoek (por nombrar solo algunos). ¿Estaban todos tan cegados por la personalidad de Kautsky como para olvidar la diferencia entre el marxismo y el “materialismo mecanicista... un vulgar determinismo económico... un fatalismo...”, etc.? Recordemos que esta misma crítica, de deslizamiento hacia un materialismo mecanicista, fue formulada, con razón, contra Lenin por Pannekoek (véase “Lenin el filósofo")14. ¿Cuándo se convirtió el materialismo mecanicista, etc., en el programa del centrismo en general y de Kautsky en particular? ¿Cuándo Kautsky combatió el revisionismo de Bernstein o cuando defendió la huelga de masas con Rosa en 1905-1907, o en 1914, o en 1919? Cuando, en 1910, Rosa entabla su famosa y violenta polémica contra Kautsky, a propósito de la huelga de masas, no es un “programa preciso” basado en el “materialismo mecanicista” lo que denuncia, sino el hecho de que Kautsky retome los argumentos de los revisionistas, el hecho de que con sus prevaricaciones pretendiendo un marxismo “radical”, Kautsky no hace más que encubrir la política oportunista y electoralista de la dirección de la socialdemocracia (recordemos de paso que, aparte de Parvus y Pannekoek, todos los grandes nombres de la izquierda radical desaprobaban la crítica de Rosa en aquella época).
Continuando su búsqueda del “programa preciso” del centrismo, Mac Intosh descubre que “para Kautsky, la conciencia debe ser llevada a los trabajadores 'desde fuera' por los intelectuales”. Esta es otra banalidad que ha “redescubierto” como demostración de la existencia de un “programa preciso” del centrismo. La falsedad de esta denuncia, escrita por Kautsky al mismo tiempo que luchaba contra el revisionismo, no tiene nada que ver con un “programa preciso” y, de hecho, nunca se ha escrito en ningún programa socialista. Y si esta idea fue retomada por Lenin en “¿Qué hacer?”, nunca apareció en el programa bolchevique, y fue repudiada públicamente por el propio Lenin ya en 1907. El hecho de que una idea semejante pueda figurar en la literatura del movimiento marxista no demuestra la existencia de un “programa preciso” del centrismo, sino que muestra hasta qué punto el movimiento revolucionario no es impermeable a todo tipo de aberraciones procedentes de la ideología burguesa.
Lo mismo ocurre cuando Mac Intosh, en su obstinada búsqueda de artículos del “programa centrista preciso”, escribe: “... él [Kautsky] insiste en que las únicas formas de organización proletaria son el partido socialdemócrata de masas y los sindicatos”. Esto no es en absoluto propio de Kautsky, sino que es la opinión común de toda la socialdemocracia antes de la Primera Guerra Mundial, incluidos Pannekoek y Rosa. Es un hecho fácil de comprobar que, aparte de Lenin y Trotsky, muy pocos en la izquierda marxista comprendieron el significado de la aparición de los soviets en la revolución de 1905 en Rusia. Así, Rosa Luxemburgo ignora totalmente los soviets en su libro sobre esta revolución, cuyo título (y esto no es lo menos significativo) es precisamente “Huelgas de masas, partidos y sindicatos”. Finalmente, cuando Mac Intosh descubre el pasaje de Kautsky “... La conquista del poder del Estado a través de la conquista de una mayoría en el parlamento...”, escribe triunfante: “He aquí el programa político del centrismo kautskiano”. Pero ¿por qué olvidar decir que se trata de un “préstamo” (en parte de Engels) que Kautsky hace del programa del revisionismo de Bernstein?
Mac Intosh descubrió así, “más allá de las apariencias”, “la esencia política del centrismo”: es su apego constante e inquebrantable al legalismo, al gradualismo, al parlamentarismo y a la 'democracia' en la lucha por el socialismo. Nunca ha vacilado ni un ápice en esta orientación. Por desgracia para él, Mac Intosh no se da cuenta de que lo que acaba de definir en su “esencia” no es centrismo, ni siquiera oportunismo, sino reformismo. Uno se pregunta por qué los revolucionarios sintieron la necesidad de utilizar términos separados si, al final, el reformismo, el centrismo y el oportunismo son una misma cosa. De hecho, nuestro experto en el “método marxista” sufre repentinamente un lapsus de memoria. Acaba de olvidar la distinción que hacen Marx y el marxismo entre “unidad” e “identidad”. En la historia del movimiento obrero anterior a la Primera Guerra Mundial, el oportunismo (mucho más que el centrismo, por cierto) adoptó frecuentemente la forma de reformismo (es el caso particular de Bernstein). Había unidad entre los dos. Pero esto no significa que el reformismo cubriera todo el oportunismo (o el centrismo), que hubiera identidad entre ellos. De lo contrario, no se entendería por qué Lenin luchó tanto a partir de 1903 contra el oportunismo de los mencheviques cuando bolcheviques y mencheviques acababan de adoptar (contra los elementos reformistas de la socialdemocracia rusa) el mismo programa15 en el II Congreso del POSDR y que, en consecuencia, tenían las mismas posiciones sobre el “legalismo”, el “gradualismo”, el “parlamentarismo” y la democracia. Debemos recordar a Mac Intosh que la separación entre bolcheviques y mencheviques se hizo en torno al punto 1 de los estatutos del partido y que el oportunismo de los mencheviques (como Mártov y Trotsky), contra el que Lenin emprendió la lucha, se refería a cuestiones de organización (sólo en 1905, sobre la cuestión del lugar que debía ocupar el proletariado en la revolución, la división entre bolcheviques y mencheviques se extendió a otras cuestiones)16.
También se puede preguntar a Mac Intosh y a la “tendencia”, si piensan seriamente que fue porque Trotsky era un “legalista”, un “gradualista”, un “imbécil parlamentario”, un “demócrata”, que Lenin lo colocó entre los “centristas” en los primeros años de la guerra mundial.
En realidad, lo que Mac Intosh nos demuestra una vez más es que detrás de la “apariencia” de rigor y de conocimiento de la historia de la que hace gala, se encuentra la “esencia” del planteamiento de la “tendencia”: la ausencia de rigor, una ignorancia angustiosa de la historia real del movimiento obrero. Esto también lo ilustra la búsqueda de Mac Intosh de las “bases materiales y sociales” del centrismo.
Tras la búsqueda del Grial inencontrable de las “posiciones políticas precisas” del centrismo, Mc Intosh nos lleva a la búsqueda de las “bases sociales y materiales”. Aquí podemos tranquilizarle inmediatamente: existen. Residen (tanto para el centrismo como para el oportunismo, del que es una de las expresiones) en el particular lugar que ocupa el proletariado en la historia como clase explotada y revolucionaria. Como clase explotada, privada de todo control sobre los medios de producción (que constituyen la base material de la sociedad), el proletariado debe sufrir constantemente la presión de la ideología de la clase que los posee y controla, la burguesía, así como los apéndices de esta ideología que emanan de las capas sociales pequeñoburguesas. Esta presión se traduce en la constante infiltración de estas ideologías -con las diferentes formas y enfoques de pensamiento que comprenden- dentro de la clase y sus organizaciones. Esta penetración se ve notablemente facilitada por la constante proletarización de elementos de la pequeña burguesía que llevan a la clase las ideas y prejuicios de sus estratos originales.
Este primer elemento ya explica la dificultad con la que la clase desarrolla la conciencia de sus propios intereses, tanto inmediatos como históricos, y los obstáculos que encuentra constantemente en este esfuerzo. Pero no es el único. También hay que tener en cuenta que su lucha como clase explotada, la defensa de sus intereses materiales cotidianos, no es idéntica a su lucha como clase revolucionaria. Ambas están vinculadas, al igual que si el proletariado es la clase revolucionaria es precisamente porque es la clase explotada específica del sistema capitalista. Es en gran medida a través de sus luchas como clase explotada que el proletariado toma conciencia de la necesidad de dirigir la lucha revolucionaria, así como estas luchas no adquieren su verdadera magnitud, no expresan todas sus potencialidades si no son fecundadas por la perspectiva de la lucha revolucionaria. Pero, una vez más, esta unidad (que no vio Proudhon, que rechazó el arma de la huelga, y que hoy no entienden los “modernistas") no es la identidad. La lucha revolucionaria no se desprende automáticamente de las luchas por la preservación de las condiciones de vida, la conciencia comunista no surge mecánicamente de cada una de las luchas libradas por el proletariado frente a los ataques capitalistas. Del mismo modo, la comprensión de la meta comunista no determina necesaria e inmediatamente la comprensión del camino que conduce a ella, de los medios para alcanzarla.
Es en esta dificultad para que una clase explotada llegue a tomar conciencia de los objetivos y los medios de la tarea histórica más importante, con mucho, que una clase social ha tenido que realizar, en el “escepticismo”, las “vacilaciones”, los “temores” que el proletariado experimenta “ante la infinita inmensidad de [su] propio objetivo” tan bien destacados por Marx en “El 18 Brumario”, en el problema que plantea a la clase -y a los revolucionarios- la asunción de la unidad dialéctica entre sus luchas inmediatas y sus luchas últimas, es en este conjunto de dificultades, expresión de la inmadurez del proletariado, donde el oportunismo y el centrismo hacen permanentemente su nido.
Aquí es donde se encuentran las bases “materiales”, “sociales” -y podríamos añadir históricas- del oportunismo y del centrismo. Rosa Luxemburgo no dice nada más en su texto más importante contra el oportunismo:
“La doctrina marxista no solo es capaz de refutarlo teóricamente, sino que es la única capaz de explicar el fenómeno histórico del oportunismo dentro de la evolución del partido. La progresión histórica del proletariado hacia la victoria no es, en efecto, algo tan sencillo. La originalidad de este movimiento reside en esto: por primera vez en la historia, las masas populares han decidido realizar su propia voluntad oponiéndose a todas las clases dominantes; además, la realización de esta voluntad se sitúa más allá de la sociedad actual, en una superación de esta sociedad. La educación de esta voluntad solo puede tener lugar en la lucha permanente contra el orden establecido y dentro de este orden. Agrupar a la gran masa del pueblo en torno a objetivos que van más allá del orden establecido; combinar la lucha diaria con el grandioso proyecto de una reforma del mundo, tal es el problema al que se enfrenta el movimiento socialista.”(¿Reforma o revolución?, Rosa Luxemburgo)
Todo esto lo sabía Mc Intosh por la CCI y por la lectura de los clásicos del marxismo. Pero aparentemente se ha vuelto amnésico: ahora, para él, la sociedad burguesa y su ideología, las condiciones que históricamente se dan al proletariado para la realización de su revolución, todo esto deja de ser “material” y se convierte en “espíritu” que navega en el trajín del universo del que nos habla la Biblia.
Al igual que Karl Grùn era un “verdadero socialista” (burlado por el manifiesto comunista), Mac Intosh es un “verdadero materialista”. Al supuesto “idealismo” y “subjetivismo” del que se dice que es víctima la CCI (en las palabras que suele utilizar la “tendencia en el debate interno”) opone la “verdadera” base material del centrismo: “en las sociedades capitalistas avanzadas de Europa la maquinaria electoral de los partidos socialdemócratas de masas (y sobre todo sus funcionarios asalariados, burócratas profesionales y representantes parlamentarios), así como el creciente aparato sindical”.
Mac Intosh tiene razón al especificar que esto se refiere a las “sociedades capitalistas avanzadas de Europa”, porque habría sido difícil encontrar “máquinas electorales” y “aparatos sindicales” en un país como la Rusia zarista, donde el oportunismo floreció como en otros lugares. ¿Cuál era entonces la “base material del centrismo” en ese país? ¿Es necesario recordar a Mac Intosh que en el partido bolchevique había al menos tanto personal permanente y “revolucionarios profesionales” como en los mencheviques o los socialistas revolucionarios? ¿Por qué milagro el oportunismo que envolvió a estas dos últimas organizaciones salvó a los bolcheviques? Esto es lo que la tesis de Mac Intosh no explica.
Pero esa no es su mayor debilidad. En realidad, esta tesis no es más que un avatar de un enfoque que, si bien es nuevo en la CCI, ya era bien conocido anteriormente. Este enfoque, que explica la degeneración de las organizaciones proletarias por la existencia de un “aparato”, de “líderes” y de “dirigentes”, es propiedad común de los anarquistas del pasado, de los libertarios y del consejismo degenerado de hoy. Tiende a unirse a la visión de “Socialismo o Barbarie” de los años 50, que “teorizaba” la división de la sociedad en “dirigentes” y “dirigidos” en lugar de la división en clases. (Oeuvres, vol. 24, p. 69). Es cierto que la burocracia de los aparatos, así como las fracciones parlamentarias, sirvieron frecuentemente de apoyo a las direcciones oportunistas y centristas, los diputados del Parlamento y los “permanentes” de las organizaciones proletarias constituyeron a menudo un “terreno” de elección para la penetración del virus oportunista. Pero explicar el oportunismo y el centrismo en base a esta burocracia no es más que una estupidez simplista del más vulgar determinismo. Mac Intosh rechaza con razón la concepción de Lenin del oportunismo como basado en la “aristocracia obrera”. Pero en lugar de ver que esta concepción era errónea al basar las divisiones políticas dentro de la clase obrera en las diferencias económicas (como la burguesía, donde las divisiones políticas se basan en las diferencias entre los grupos de interés económico) mientras que el interés “económico” es fundamentalmente el mismo para toda la clase, Mac Intosh retrocede aún más que Lenin. Es de los “aparatos” y “permanentes” de donde vendría un problema que afecta a toda la clase obrera. Esto es lo mismo que la tesis trotskista de que “si los sindicatos no defienden los intereses de los trabajadores es por culpa de los malos dirigentes” sin preguntarse nunca por qué siempre han tenido esos dirigentes durante más de 70 años.
En realidad, si Lenin fue a buscar su tesis de la aristocracia obrera como base del oportunismo en un análisis erróneo, no marxista y reduccionista de Engels, no es ni siquiera en el “materialismo mecanicista” y el “determinismo económico vulgar” de los que acusa a Kautsky, que Mac Intosh fue a buscar el suyo, es en la sociología académica que no conoce las clases sociales sino solo una multitud de categorías “socio profesionales”.
Esto es lo que se llama “penetrar más allá de las apariencias de un fenómeno para captar su esencia”.
Y cuando Mac Intosh quiere cubrir sus proezas con la autoridad de los marxistas revolucionarios escribiendo: “...tanto si se mira del lado de la maquinaria electoral socialdemócrata y del aparato sindical como del lado de una aristocracia obrera ficticia, es obvio que los marxistas revolucionarios siempre han tratado de entender la realidad del centrismo en relación con una base material concreta” demuestra o bien mala fe o bien ignorancia. Por ejemplo, en ningún momento de su estudio básico sobre el oportunismo ("Reforma o Revolución"), R. Luxemburgo le atribuye esa “base material específica”. Pero quizá Mac Intosh se refiera exclusivamente al centrismo (y no al oportunismo, que nunca menciona). Luego tiene aún menos suerte: “Los socialchovinistas son nuestros adversarios de clase, burgueses dentro del movimiento obrero. Representan una capa, grupos, círculos obreros objetivamente comprados por la burguesía (mejores salarios, cargos honoríficos, etc.) [...] Histórica y económicamente hablando, ellos [los hombres del “centro"] no representan una capa social distinta. Representan simplemente la transición entre una fase pasada del movimiento obrero, la de 1871-1914, que dio mucho, sobre todo en el arte, necesario para el proletariado, de la organización lenta, sostenida y sistemática a gran y muy gran escala, -y una nueva fase, objetivamente necesaria desde la primera guerra mundial imperialista, que ha inaugurado la era de la revolución social”. (Lenin)
Al igual que la tesis sobre la aristocracia obrera, se puede impugnar la limitación del fenómeno del centrismo a una expresión de la transición entre las dos fases del movimiento obrero y la vida del capitalismo, tal como aparece en esta cita. Pero tiene el mérito de rebatir de forma contundente la perentoria afirmación de Mac Intosh sobre los “marxistas revolucionarios [que] siempre”, etc.
Mac Intosh quería hacer malabares con trozos de historia con el oportunismo y el centrismo, pero todo le cae en la cabeza y se queda con un ojo morado.
Mac Intosh y la “tendencia” no tienen ninguna posibilidad con la historia. Se proponen demostrar que “el centrismo no puede existir en el periodo de decadencia del capitalismo” y no se dan cuenta de que el término “centrismo” solo se utilizó como tal y de forma sistemática tras el inicio de la Primera Guerra Mundial, es decir, tras la entrada del capitalismo en su periodo de decadencia. Es cierto que el fenómeno del centrismo ya se había manifestado en numerosas ocasiones en el movimiento obrero, donde, por ejemplo, se había calificado de “ciénaga”. Pero es con el inicio de la decadencia cuando este fenómeno no solo no desaparece, sino que, por el contrario, adquiere toda su amplitud, y es por ello por lo que los revolucionarios lo identifican claramente, analizan todas sus características y sacan sus especificidades. Por eso también le dan un nombre específico.
Es cierto que los revolucionarios a veces van por detrás de la realidad, que “la conciencia puede ir por detrás de la existencia”. Pero creer que Lenin, que solo empezó a utilizar el término centrismo en 1914, era tan retrógrado que escribió decenas y decenas de páginas sobre un fenómeno que había dejado de existir, no solo es insultar a este gran revolucionario, es burlarse del mundo. En particular, es ignorar el hecho de que, durante todo el período de la guerra mundial, Lenin y los bolcheviques estaban, como se puede ver por ejemplo en Zimmerwald, en la extrema vanguardia del movimiento obrero. ¿Qué podemos decir entonces del atraso de R. Luxemburgo, Trotsky (a quienes Lenin consideraba centristas en aquella época) y otros grandes nombres del marxismo? ¿Qué podemos pensar de las corrientes comunistas de izquierda que surgieron de la Tercera Internacional y que siguen utilizando los términos oportunismo y centrismo durante décadas? ¿Qué ceguera han demostrado? ¡Qué retraso en su conciencia de la existencia! Afortunadamente, Mac Intosh y la “tendencia” llegaron para ponerse al día, para descubrir, setenta años después, que todos estos revolucionarios marxistas se habían equivocado en todo. Y esto en el mismo momento en que la CCI identifica en sus filas los virajes centristas hacia el consejismo de los que los camaradas de la “tendencia” (pero no los únicos) son más particularmente las víctimas.
No vamos a examinar en el marco de este ya larguísimo artículo la forma en que se manifestó el fenómeno del centrismo en la clase obrera durante el período de la decadencia. Volveremos a hablar de esto en otro artículo. Pero solo señalaremos el hecho de que el artículo de Mac Intosh está construido como un silogismo:
1ª premisa: el centrismo se caracteriza por posiciones políticas precisas que son las del reformismo;
2ª premisa: el reformismo no puede seguir existiendo en la clase obrera en el periodo de decadencia como siempre ha dicho la CCI;
conclusión: por tanto, el centrismo ya no existe, “el espacio político que antes ocupaba el centrismo está hoy definitivamente ocupado por el Estado capitalista y su aparato político de izquierdas”.
Esto parece inatacable. Incluso se podría añadir que Mac Intosh ni siquiera necesitó que apareciera su tonta tesis sobre la “base material” del centrismo. El problema de la lógica aristotélica es que cuando una premisa es falsa, en este caso la primera, como hemos demostrado, la conclusión no tiene ningún valor. Al camarada Mac Intosh y a la “tendencia” solo les queda reiniciar su manifestación (y aprender un poco más sobre la verdadera historia del movimiento obrero). En cuanto a su reto: “que alguien nos diga cuáles son precisamente esas posiciones “centristas” de nuevo cuño”. Responderemos que existe, efectivamente, una posición “centrista” sobre los sindicatos (e incluso varias), la que consiste, por ejemplo, en identificarlos como órganos del Estado capitalista y abogar por el trabajo en su seno, al igual que existe una posición centrista sobre el electoralismo: la de Battaglia Comunista expuesta en su plataforma: “De acuerdo con su tradición de clase, el partido decidirá cada vez el problema de su participación en función del interés político de la lucha revolucionaria” (cf. Revista Internacional nº 41, p.17).
¿Mac Intosh y la “tendencia”, que son tan “lógicos”, llegarán a afirmar que Battaglia Comunista es un grupo burgués, que, aparte de la CCI, no hay ninguna otra organización revolucionaria en el mundo, ninguna otra corriente en un terreno de clase? ¿Cuándo se cumplirá la afirmación bordiguista de que en la revolución solo puede haber un partido único y monolítico? Sin darse cuenta, los camaradas de la “tendencia” están cuestionando por completo la resolución adoptada (también por ellos) en el II Congreso de la CCI sobre los “grupos políticos proletarios” (Revista Internacional nº 1117) que mostraba claramente lo absurdo de tales tesis.
Fue mostrando todos los peligros que el centrismo representaba para la clase obrera como Lenin dirigió durante la Primera Guerra Mundial la lucha por un internacionalismo consecuente, que él, con los bolcheviques, preparó la victoria del 17 de octubre. Al plantear el peligro del oportunismo, las izquierdas comunistas emprendieron la lucha contra la orientación centrista de la Internacional Comunista que se negaba a ver o minimizaba este peligro:
“¡Es absurdo, estéril y extremadamente peligroso pretender que el partido y la Internacional estén misteriosamente asegurados contra cualquier recaída en el oportunismo o cualquier tendencia a volver a él!”(Bordiga, “Projet de Thèses de la Gauche au Congrès de Lyon, 1926).
“Camarada, gracias a la creación de la Tercera Internacional, el oportunismo no ha muerto, ni siquiera entre nosotros. Esto es lo que ya vemos en todos los partidos comunistas de todos los países. De hecho, sería un milagro y una contradicción con todas las leyes de la evolución, si lo que murió en la Primera Internacional no sobreviviera en la Tercera.” (Gorter, “Respuesta a Lenin”, sobre “La enfermedad infantil...")
Para la “tendencia” que logra la notable hazaña de triunfar donde aquellas izquierdas habían fracasado: eliminar el centrismo y el oportunismo del seno de la CCI, es por otro lado el uso de la noción de centrismo lo que “siempre ha terminado por borrar las fronteras de clase” y “se convierte en un síntoma importante de corrupción ideológica y política por parte de los marxistas que la emplearon”.
No tiene sentido, como hace Mac Intosh, describir extensamente los errores fatales de la I.C. en la constitución de los partidos comunistas. La CCI siempre ha defendido, y sigue defendiendo, la posición de la izquierda comunista en Italia, considerando que la red de seguridad (las 21 condiciones) de la que se ha rodeado la I.C. contra la entrada de corrientes oportunistas y centristas era demasiado amplia. Por otra parte, es una falsificación pura y dura de la historia afirmar que la I.C. llamó “centristas” a los longuetistas y al USPD para poder integrarlos en sus filas, cuando es así como Lenin caracterizó a estas corrientes desde el principio de la guerra. Además, Mac Intosh, en esta parte de su artículo, hace una nueva prueba de su ignorancia al afirmar que Longuet y Frossard habían sido, al igual que Cachin, “socialchovinistas” durante la guerra; le aconsejamos que lea lo que Lenin dijo al respecto (en particular en su “Carta abierta a Boris Souvarine” -Obras, vol. 23, pp. 215-216)18
De hecho, la “tendencia” adopta un enfoque puramente supersticioso: al igual que algunos campesinos atrasados no se atreven a pronunciar el nombre de las calamidades que les amenazan por miedo a provocarlas, ve el peligro para las organizaciones revolucionarias no donde está realmente -el centrismo- sino en el uso del término que permite identificar este peligro para poder combatirlo.
Debemos señalar a estos camaradas que fue en gran medida porque negaron o no comprendieron suficientemente el peligro del oportunismo (tan acertadamente subrayado por la izquierda) que la dirección de la I.C. (Lenin y Trotsky a la cabeza) abrió las puertas al oportunismo que iba a engullir a esta organización. Para ocultar su propio deslizamiento centrista hacia el consejismo, estos camaradas adoptan a su vez esta política del avestruz: “no hay peligro centrista”, “el peligro es el uso de esta noción que lleva a la complacencia hacia la negación de las posiciones de clase”. Lo contrario es cierto. Si destacamos el peligro permanente del centrismo en la clase y sus organizaciones, no es en absoluto para coronarlo, es por el contrario para poder combatirlo enérgicamente, cada vez que se presenta y, con él, todo el abandono de posiciones de clase que implica. Por el contrario, es al negar este peligro cuando desarmamos la organización y abrimos la puerta a estas negaciones.
Hay que señalar también a estos camaradas que el centrismo no ha perdonado a los más grandes revolucionarios como Marx (cuando en 1872, después de la Comuna, defendió para ciertos países la conquista del poder por el parlamento), Engels (cuando en 1894 cayó en el “cretinismo parlamentario” contra el que antes había luchado tan enérgicamente), Lenin (cuando al frente de la I.C. luchó con más energía contra la izquierda intransigente que contra la derecha oportunista), Trotsky (cuando se hizo portavoz del “centro” en Zimmerwald). Pero lo que hace la fuerza de los grandes revolucionarios es precisamente su capacidad de corregir sus errores, incluidos los del centro. Y solo si son capaces de identificar el peligro que les amenaza podrán tener éxito. Esto es lo que esperamos que comprendan los camaradas de la “tendencia” antes de que les aplasten los engranajes del enfoque centrista que han adoptado y del que el texto de Mac Intosh, con sus libertades en relación con la historia y el pensamiento riguroso, con sus pistas falsas y sus trucos de prestidigitador, constituye una ilustración.
F.M.
1 Este artículo solo está disponible en nuestra Web en francés e inglés.
2 Igualmente, solo está disponible en nuestra Web en francés e inglés.
3 Solo disponible en nuestra Web en francés e inglés.
4La tarea del método marxista es penetrar más allá de las apariencias de un fenómeno para captar su esencia.
5Esta definición es vaga e imprecisa en términos de clase porque no es específica del proletariado y para la mayoría de la CCI el centrismo solo puede existir dentro del proletariado. Por otra parte, la conciliación, la vacilación, etc. son también características de la burguesía en determinados momentos en los que las tareas de la revolución democrático-burguesa aún no se han cumplido: Marx lo subrayó en relación con la burguesía alemana en 1848 y Lenin en relación con la burguesía rusa en 1905
6Una tendencia a su vez dividida entre marxistas, anarcosindicalistas y libertarios.
7En Tours, Cachin y Frossard apelan a su antiguo líder para que permanezca con ellos en el nuevo partido.
8Sus futuros miembros justificaron su voto a favor de los créditos de guerra durante dos años por el hecho de que la Kultur alemana estaba amenazada por las hordas eslavas
9Es en este sentido que la tendencia actual de la CCI dice que la mayoría de la organización está cayendo en posiciones trotskistas. Esto no significa que la organización haya adoptado de golpe todas las posiciones de Trotsky sobre la defensa de la URSS, las cuestiones sindicales y nacionales, el electoralismo, etc.
10A menudo los términos “centrista” y “contrarrevolucionario” se utilizan en la misma frase para caracterizar al estalinismo en las páginas de Bilan.
11El PCI sigue utilizando esta terminología grotesca en relación con el estalinismo en la actualidad.
12No afirmamos que sea deliberado y consciente que los camaradas de la “tendencia” realicen estos trucos y evadan las verdaderas cuestiones. Pero si son sinceros o tienen mala fe, si se engañan o no por sus propias contorsiones intelectuales, es de poca importancia. Lo que importa es que engañan y desconciertan a sus lectores y, por tanto, a la clase trabajadora. Es en esta calidad que denunciamos sus contorsiones.
13Que no podemos reproducir aquí por falta de espacio pero que animamos a nuestros lectores a leer.
14Es interesante observar que en este libro -y como se señaló en las columnas de nuestra reseña por la respuesta dada por “Internacionalismo” a este libro (Revista Internacional nº 25 a 30)- el propio Pannekoek se toma curiosas libertades con el marxismo al hacer de las concepciones filosóficas de Lenin una pista importante de la naturaleza burguesa capitalista de Estado del partido bolchevique y de la revolución rusa del 17 de octubre. ¿No es de extrañar que los camaradas que hoy se deslizan hacia el consejismo retomen el mismo tipo de argumentos que el principal teórico de esta corriente?. Ver https://es.internationalism.org/revista-internacional/200808/2326/critica-de-lenin-filosofo-de-pannekoek-2-parte [5]
15Un programa que será común a ambas fracciones hasta la revolución de 1917.
16 Ver nuestra Serie El nacimiento del bolchevismo https://es.internationalism.org/revista-internacional/200401/1875/el-nacimiento-del-bolchevismo-i-1903-1904 [6] , https://es.internationalism.org/revista-internacional/200404/166/el-nacimiento-del-bolchevismo-ii-trotsky-contra-lenin [7] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/172/el-nacimiento-del-bolchevismo-iii-la-polemica-entre-lenin-y-rosa-lu [8]
17 https://es.internationalism.org/revista-internacional/201510/4120/resolucion-sobre-los-grupos-politicos-proletarios-1977 [9]
18También volveremos en otro artículo al problema de la naturaleza de clase del USPD y la formación de partidos comunistas.
continuamos la publicación de números antiguos de nuestra Revista Internacional. En este caso se trata de la 3ª parte de un Serie que estudia la corriente comunista de los consejos y concretamente uno de sus grupos más representativos: la ComunistenBund Spartacus
En el espacio de dos años -de 1945 a 1947- la concepción teórica de la Comunistenbond Spartacus se acercaba cada vez más a las teorías consejistas del GIC y de Pannehoek, aunque este último no fuese militante de la Comunistenbond[1].
Muchos factores entraban en juego en la explicación del contraste brutal entre la Comunistenbond de 1945 y la de 1947. En un primer momento, la afluencia de militantes después de mayo 1945 había dado la impresión de que se abría un período de curso revolucionario y la Comunistenbond creía que la revolución surgiría inevitablemente de la guerra. El estallido de huelgas salvajes en Rótterdam, en junio de 1945, dirigidas contra los sindicatos, confortaba a la Comunistenbond en sus esperanzas. Además la organización no creía en la posibilidad de reconstrucción de la economía mundial; pensaba que «el período capitalista de la historia de la humanidad toca a su fin», Pannehoek escribía: «Somos testigos hoy del comienzo del hundimiento del capitalismo como sistema económico»[2].
El comienzo de la "guerra fría" dejaba a la Comunistenbond indecisa sobre el curso histórico de la posguerra. Por un lado pensaba -como Pannehoek- que la posguerra abría nuevos mercados para el capital americano con la reconstrucción y la descolonización, incluso manteniéndose la economía armamentística; por otro lado le parecía que cada huelga era como "una revolución en pequeño". Aunque las huelgas se desarrollasen cada vez más en el contexto del enfrentamiento entre los bloques imperialistas, Spartacus pensaba que en ese período «la lucha de clases frena los preparativos de una 3ª. Guerra mundial»[3].
La revolución tan esperada no venía en un curso profundamente depresivo para los revolucionarios de la época. La autoridad moral de Pannehoek y Canne Meijer se inclinaba cada vez más en el sentido de regreso al modo de funcionamiento que prevaleció en el GIC. En la primavera de 1947 empezaron a surgir las primeras críticas sobre la concepción del Partido. Los ex miembros del GIC preconizaban una vuelta a la estructura de los "grupos de estudio" y los "grupos de trabajo". Ello se había preparado de hecho cuando la Comunistenbond pidió a Canne Meijer[4] que asumiese la responsabilidad de editar una revista en esperanto y que formase un grupo esperantista. Se crearon otros grupos dentro de Spartacus. En su intervención, los militantes de Spartacus se concebían cada vez más como una suma de individuos al servicio de la clase obrera.
Sin embargo, la Comunistenbond no estaba aislada a pesar del curso no revolucionario que finalmente reconoció[5]. En Holanda se había constituido el grupo Socialism von Onderop (Socialismo por la Base) de tendencia consejista. Pero era sobre todo en la Bélgica de habla holandesa donde Spartacus mantenía contactos más estrechos. En 1945 se había constituido un grupo muy próximo que editaba la revista Arbeiderswill (Voluntad Obrera) que a continuación adoptó el nombre de Vereniging van Radensoncialisten (Asociación de socialistas de Consejos) declarándose partidario del poder de los Consejos Obreros y antimilitarista. Por su principio federativo se aproximaba mucho al anarquismo[6].
Tal entorno político de grupos localistas empujaba a la Comunistenbond a replegarse sobre Holanda. No obstante, en 1946 Spartacus había traducido la declaración de Principios de la Fracción Belga de la Izquierda Comunista[7]. En julio de 1946 Canne Meijer se había desplazado a París para ponerse en contacto con varios grupos entre ellos Internacionalisme[8]. Después, Theo Maassen había hecho un nuevo viaje a Francia. Hay que señalar que los más activos en estos contactos fueron siempre los antiguos miembros del GIC, grupo que en los años 30 había discutido con Bilan.
En 1947 la Comunistenbond estaba muy abierta a la discusión internacional y deseaba romper las fronteras nacionales y lingüísticas en las que estaba cerrada: «la Comunistenbond no quiere ser una organización específicamente holandesa. Las fronteras estatales no son para ella más que obstáculos para la unidad de la clase obrera internacional»[9].
Con ese ánimo la Comunistenbond tomó la iniciativa de convocar una conferencia internacional de grupos revolucionarios. La conferencia debía celebrarse el 25 y el 26 de mayo en Bruselas. Como documento de discusión Spartacus había escrito el folleto "De nieuwe wereid" (El Nuevo Mundo) que tradujo al francés.
La celebración de la conferencia debía fundarse sobre unos criterios de selección. Sin afirmarlo explícitamente, Spartacus eliminaba a los grupos trotskistas por su defensa de la URSS y su participación en la IIª. Guerra Imperialista. No obstante, había escogido unos criterios de selección muy amplios, más bien vagos: «Consideramos esencia: el rechazo de toda forma de parlamentarismo; la concepción de que las masas deben organizarse a sí mismas en la acción, dirigiéndose así ellas mismas sus propias luchas. En el centro de la discusión se encuentra también la cuestión del movimiento de masas, mientras que las cuestiones de la nueva economía comunista (o comunitaria), de la formación de partidos o grupos, de la dictadura del proletariado etc., solo pueden ser consideradas como consecuencias del punto precedente, pues el comunismo no es una cuestión de partido sino de la creación de un movimiento de masas autónomo»[10].
Por consiguiente, la Comunistenbond eliminaba al Partido Comunista Internacionalista de Italia que participaba en las elecciones, sin embargo invitaba a la Federación Autónoma de Turín, que había abandonado el PC Int[11]., en razón a sus divergencias sobre la cuestión parlamentaria y al grupo francés Internacionalisme que se había separado del bordiguismo, igualmente los grupos bordiguistas de Francia e Italia que estaban en divergencias con el PC Int., sobre las cuestiones parlamentaria y colonial.
Fuera de esos grupos de Comunistenbond había invitado a grupos informales o a individuos que solo se representaban a sí mismos, de tendencia anarco-consejista: Socialisme van Onderop (Holanda), Klassenkampf (Suiza) y los Comunistas-Revolucionarios (Francia).
La invitación hecha a la Federación Anarquista Francesa fue vivamente criticada por Internationalisme que exigía que los criterios de invitación fueran rigurosos. Para dejar claro el carácter internacionalista de la Conferencia, los movimientos anarquistas oficiales que habían participado en la guerra de España y en la Resistencia debían ser eliminados. Internationalisme determinaba cuatro criterios de selección:
Estos 4 criterios «solo marcaban las fronteras de clase que separan al proletariado del capitalismo". Sin embargo, Spartacus no retiró su invitación a la Federación Anarquista que anunció su participación pero no acudió. Spartacus tuvo que reconocer de hecho que el antiparlamentarismo y el reconocimiento de la auto-organización de las masas eran criterios de selección vagos.
Por tal razón, la conferencia internacional solo podía ser una conferencia de toma de contacto entre grupos nuevos surgidos después de 1945 y las organizaciones internacionalistas de antes de la guerra a las que el conflicto mundial había condenado a permanecer aisladas en sus propios países. En modo alguno podía ser un nuevo Zimmerwald como proponía el grupo de los Comunistas Revolucionarios, sino que era un lugar de confrontación política y teórica que permitiría su existencia orgánica y su desarrollo ideológico.
Como señalaba Internacionalisme, que participó muy activamente en la Conferencia, el contexto internacional no abría la posibilidad de un curso revolucionario, la conferencia internacional se situaba en un período en el que «el proletariado había sufrido una desastrosa derrota que abrió un curso reaccionario en el mundo». Se trataba pues de estrechar las filas y de trabajar por la creación de un lugar político de discusión que permitiese a los débiles grupos escapar a los efectos devastadores de ese curso reaccionario.
Tal era también la teoría de los miembros del ex GIC de la Comunistenbond y no fue producto del azar que solo dos ex miembros del GIC (Canne-Meijer y Willem) y ninguno de la dirección de Spartacus participarán en la Conferencia. En efecto, los ex RSAP seguían siendo muy localistas a pesar de que la Comunistenbond había creado una Comisión Internacional de Contacto.
De modo general reinaba una gran desconfianza entre los grupos invitados, muchos de los cuales temían la confrontación política. Así, ni la Fracción Francesa ni Socialisme van Onderop participaron en la Conferencia. Lucain, de la Fracción Belga, solo se dejó convencer para asistir a los debates a petición expresa de Marco, de Internationalisme. Al final, solo Internationalisme y la Federación Autónoma de Turín enviaron una delegación. En cuanto a los elementos del ex GÏC, en desacuerdo con su propia organización solo se representaban a sí mismos. Alimentaban cierta desconfianza hacia Internacionalisme a quien acusaban de «perderse en interminables discusiones sobre la revolución rusa»[12].
Presidida por Willen de Spartacus, Marco de Internationalisme y un viejo anarco comunista que militaba desde 1890, la Conferencia reveló una comunión de ideas mayor de la que podía esperarse:
Es significativo que esta Conferencia -la más importante de la inmediata posguerra- hubiese reunido a grupos de las dos corrientes, consejista y "bordiguista". Fue el primer y último intento de confrontación política de posguerra. En los años 30 tal intento había sido imposible, debido principalmente al máximo aislamiento de estas corrientes y a las divergencias sobre la cuestión española. La Conferencia de 1947 permitió esencialmente realizar una delimitación -sobre las cuestiones de la guerra imperialista y el antifascismo- frente a las corrientes trotskistas y anarquistas. Traducía de manera confusa el sentimiento común de que el contexto de la guerra fría clausuraba un período muy breve de dos años que había visto desarrollarse nuevas organizaciones y abría un curso de desagregación las fuerzas militantes si estas no mantenían conscientemente un mínimo de contactos políticos.
Esta conciencia general estaba ausente en la Conferencia que fue clausurada sin decisiones prácticas ni resoluciones comunes. Solo los ex miembros del GIC e Internationalisme se pronunciaron por la celebración de nuevas Conferencias. Tal proyecto no pudo llevarse a cabo debido al abandono -el 3 de agosto de 1947- de Spartacus de la mayoría de los antiguos miembros del GIC[14], salvo Theo Maassen que juzgaba injustificada la escisión. La Comunistenbond había creado -artificialmente- una "Federación Internacional de Núcleos de Empresa" (la FBK) a imagen de los Betriebsorganisationen del KAPD, lo que fue tomado como justificación por los elementos del ex GIC para abandonar la organización. Sin embargo la causa profunda de la escisión giraba sobre la continuidad de una actividad militante organizada en las luchas obreras. Los antiguos miembros del GIC eran acusados por Spartacus de querer transformar la organización en un "club de estudios teóricos" y renegar de las luchas obreras inmediatas: «El punto de vista de estos antiguos camaradas era que al continuar la propaganda por "la producción en las manos de las organizaciones de fábrica", ‘todo el poder a los consejos obreros' y ‘por una producción comunista sobre la base del cálculo de los precios en función del trabajo medio', Spartacus no tenía que intervenir en la lucha de los obreros tal y como se presenta hoy. La propaganda de Spartacus debe ser pura en sus principios y si las masas no están interesadas hoy, eso cambiará cuando los movimientos de masas vuelvan a ser revolucionarias»[15].
Por una ironía de la historia, los antiguos miembros del GIC retomaban los mismos argumentos que la tendencia de Gorter, allá por los años 20, mientras que el GIC se había constituido precisamente contra ella. Al defender la intervención activa en las luchas económicas, el GIC había evitado el rápido proceso de desagregación que había afectado a los partidarios de Gorter. Estos, o bien habían desaparecido políticamente o bien habían evolucionado como organización hacia posiciones trotskistas y socialistas de izquierda "antifascistas" para acabar participando en la resistencia holandesa: Frits Kief, Bram Karper y Barend Luteraan, jefes de la tendencia "gorteriana", siguieron esa trayectoria[16].
Constituidos en el otoño de 1947 en el Groep van Raden Comunisten (Grupo de Comunistas de Consejos) Canne Meijer, B.A. Sijes y sus partidarios realizaron durante algún tiempo actividades políticas. Querían mantener a pesar de todo los contactos internacionales, especialmente con Internationalisme. Con vistas a una Conferencia -que nunca se hizo- editaron un Boletín de Información y Discusiones Internacionales del que solo salió un número[17]. Tras haber editado 2 números de Radencomunismen en 1948 el grupo desapareció. Canne Meijer se hundió en el mayor pesimismo respecto a la naturaleza revolucionaria del proletariado y comenzó a dudar del valor teórico del marxismo[18]. B.A. Sijes se consagró por entero a su trabajo de historiador de la huelga de febrero de 1941 y acabó adhiriéndose a un "Comité Internacional de búsqueda de los criminales de guerra nazis" que le llevó a declarar en el proceso contra Elchmann en Jerusalén[19]. Bruñí van Albada, que no había seguido en la escisión a los antiguos miembros del GIC dejó de militar en 1948 al ser nombrado director del Observatorio Astronómico de Bandung en Indonesia, no tardando en declarar que no confiaba en la clase obrera[20].
Así, fuera de toda actividad militante organizada, la mayoría de militantes del GIC acabarían por rechazar todo compromiso marxista revolucionario. Solo Theo Maassen, que permaneció en Spartacus, mantuvo ese compromiso.
Que la escisión era injustificada es algo que sería demostrado por la evolución de Spartacus desde finales de 1947 en su conferencia de Navidad. Esta marcaba una etapa decisiva en la historia de Spartacus al triunfar completamente la concepción de la organizaciones de 1945 sobre el Partido. Era el comienzo de una evolución hacia un consejismo acabado que acabaría llevando al grupo a la desaparición.
La afirmación de la participación de Spartacus en las luchas económicas le llevaba a una desaparición del grupo en la organización de la lucha. Spartacus ya no se concebía como una parte crítica y activa del proletariado sino como un organismo al servicio de las luchas obreras: «La Comunistenbond y sus miembros quieren servir a la clase obrera en lucha»[21]. La teoría obrerista triunfaba y los comunistas de Spartacus se confundían con la masa de obreros en lucha. La distinción hecha por Marx entre comunistas y proletarios, distinción retomada por las Tesis sobre el Partido de 1945, desaparecía: «la Comunistenbond debe ser una organización de obreros que piensan por sí mismos, hacen huelga por sí mismos, se organiza por sí mismos y se administran por sí mismos».
Sin embargo esta evolución hacia el obrerismo no era total y Spartacus aún no temía presentarse como una organización cuya función era indispensable para la clase «Spartacus aporta una contribución indispensable a la lucha, es una organización de comunistas conscientes de que la historia de toda sociedad hasta hoy es la historia de la lucha de clases, basada en el desarrollo de las fuerzas productivas». Sin utilizar el término de Partido, la Comunistenbond se pronunciaba por un reagrupamiento de las fuerzas revolucionarias a nivel internacional: «Spartacus estima deseable que la vanguardia que tiene una misma orientación en el mundo entero se reagrupe en una organización internacional».
Las medidas organizativas tomadas en la conferencia se oponían a este principio de reagrupamiento que sólo podría realizarse si el centralismo político y organizativo de Spartacus era mantenido. Sin embargo, Spartacus dejaba de ser una organización centralizada con estatutos y órganos ejecutivos, convirtiéndose en una federación de grupos de trabajo, estudio y propaganda. Las secciones locales (o núcleos) eran autónomas sin más lazo entre sí que un grupo de trabajo especializado en las relaciones intergrupales locales y en el boletín interno UIT Eigen Kring (En nuestro círculo). Había tantos grupos de trabajo autónomos como funciones a cumplir: redacción, correspondencia, casa editora, contactos internaciones, actividades económicas, ligadas a la fundación de la Internacional de Núcleos de Empresa (IFBK).
Este retorno al principio federalista del GIC traía consigo una evolución cada vez más consejista en el terreno teórico. El consejismo tiene dos características: la caracterización del período histórico posterior a 1914 como una era de revoluciones burguesas en los países subdesarrollados y el rechazo de toda organización política revolucionaria. Esta evolución fue particularmente rápida en los años 50. La afirmación de una continuidad con el GIC -marcada por la reedición en 1950 de los "Principios fundamentales de la producción y la distribución comunista"[22] -significaba la ruptura con los principios originales de la Comunistenbond de 1945.
En los años 50, Spartacus hizo un gran esfuerzo teórico publicando la revista Daad en Gedachte (Acto y Pensamiento) cuya responsabilidad de redacción incumbía ante todo a Cajo Brandel que entró en la organización en 1952. Con Theo Maassen contribuyó enormemente a la publicación de folletos: sobre la insurrección de los obreros germano-orientales en 1953[23], sobre las huelgas del personal municipal de Ámsterdam en 1955, sobre la huelga de Bélgica en 1961..., junto a folletos de actualidad Spartacus publicaba ensayos teóricos que mostraban una influencia creciente de las teorías de Socialismo o Barbarie[24].
La influencia de este último grupo -con el cual se habían establecido contactos desde 1953 cuyos textos eran publicados en Daad en Gedachte- no era producto del azar. Spartacus había sido el precursor inconsciente de la teoría de Castorladis sobre el capitalismo "moderno" y la oposición dominantes/dominados. Sin embargo, Spartacus tan pronto permanecía fiel al marxismo reafirmando la oposición proletariado-burguesía como hacía concesiones teóricas a Socialismo o Barbarie al definir la burocracia rusa como una nueva clase. Pero para Spartacus esta clase era "nueva" sobre todo por sus orígenes: tomaba la forma de burocracia que formaba parte de la burguesía[25]. No obstante, al asimilarla a una capa de "gestores" que no serían propietarios de los medios de producción, Spartacus hacía suya la teoría de Burham que había rechazado en la Conferencia de 1947. Una vez más Spartacus había sido el precursor inconsciente de esa teoría que nunca había desarrollado plenamente hasta entonces. El maestro se convertía en alumno de su discípulo, Socialismo o Barbarie, como este último se deslizaba por una pendiente que habría de llevarle a la disolución.
Esta disolución tiene dos causas profundas: 1) el rechazo de toda la experiencia proletaria del pasado, en especial la experiencia rusa. 2) el abandono de toda idea de organización política.
Tras haber intentado comprender las causas de la degeneración de la Revolución rusa, Spartacus dejaba de considerarla como una revolución proletaria para no ver en ella -como el GIC- más que una revolución "burguesa". En una carta a Castoriadis del 8 de noviembre de 1953 -que fue publicada por Spartacus[26] -Pannehoek consideraba que esta «última revolución burguesa» había sido «la obra de la clase obrera rusa». Así, era negada la naturaleza proletaria de la revolución (consejos obreros, toma del poder en Octubre 1917). Al no querer ver el proceso de contra-revolución en Rusia (sumisión de los Consejos al Estado, Kronstradt) Pannekoek y la Comunistenbond llegaban a la idea de que los obreros rusos habían luchado por la revolución "burguesa" y por tanto por su auto-explotación. Si Octubre 1917 no significaba nada para el movimiento revolucionario era lógico que Pannehoek afirmarse que «la revolución proletaria pertenece al futuro». Por ello, toda la historia del movimiento obrero dejaba de aparecer como una fuente de experiencias del proletariado y el punto de partida de toda reflexión teórica. El conjunto del movimiento obrero, desde el siglo XIX pasaba a ser "burgués" y sólo se situaba en el terreno de la "revolución burguesa".
Esta evolución teórica iba acompañada de un inmediatismo cada vez mayor frente a todas las huelgas obreras. Spartacus consideraba que su trabajo era hacerse eco de todas las huelgas obreras. La lucha de clases se convertía en un eterno presente, sin pasado, pues ya no había historia del movimiento obrero, y sin futuro, pues la Comunistenbond se negaba a aparecer como un factor activo que podía influir positivamente en la maduración de la conciencia obrera.
En la discusión con Socialismo o Barbarie, Spartacus no había renunciado al concepto de organización y de partido. Como escribía Theo Maassen «la vanguardia es una parte de la clase militante que se compone de los obreros más militantes de todas las direcciones políticas». La organización era concebida como el conjunto de los grupos del medio revolucionario. Esta vaga definición de la vanguardia que disolvía a Spartacus dentro del conjunto de los grupos era, no obstante, el último sobresalto de vida de los principios originales de 1945. Aunque el Partido le pareciese peligroso, pues «tenían vida propia y se desarrollaba según sus propias leyes», Spartacus seguía reconociendo su papel necesario[27].
Sin embargo, para Spartacus el Partido debía desaparecer en la lucha de los obreros para no romper "su unidad", lo que equivalía a decir que el partido, y la propia organización de Spartacus, era un organismo invertebrado que debía «disolverse en la lucha».
Esta concepción era la consecuencia de una visión obrerista e inmediatista. El proletariado le parecía en conjunto la única vanguardia política, el "educador" de los militantes, que por ello eran definidos como retaguardia. La identificación entre comunista consciente y obrero combativo llevaba a una identificación con la conciencia inmediata de los obreros. El militante obrero de una organización política ya no tenía que elevar el nivel de conciencia de los obreros en lucha sino negarse a si mismo poniéndose al nivel de una conciencia inmediata y todavía confusa en la masa de los obreros: «Se desprende de ello que el socialista o comunista de nuestra época debería adaptarse e identificarse al obrero en lucha»[28].
Esta concepción era particularmente defendida por Theo Maassen, Cajo Brandel y Jaap Meulenkamp, lo que llevaría a la escisión en diciembre de 1964. La tendencia que defendía hasta las últimas consecuencias la concepción anti-organización del GIC se convertía en revista: Daad en Gedachte. Esta dislocación[29] de la Comunistenbond era el resultado del abandono de todo lo que podía significar la existencia de una organización política. A finales de 1950 la Comunistenbond Spartacus se convertía en Spartacusbond, el rechazo del término comunista significaba el abandono de una continuidad política con el antiguo movimiento comunista de los consejos. La atmósfera cada vez más familiar de la Comunistenbond, donde se había sustituido la palabra "camarada" por la de "amigo" no era ya la de un cuerpo político que reunía a individuos sobre la base de la aceptación común de una misma visión y de una misma disciplina colectiva.
Ahora existían dos organizaciones consejistas en Holanda. Una -Spartacus- tras recibir un cierto soplo de vida después de mayo 1968 y abrirse a la discusión internacional con otros grupos, acabaría por desaparecer a finales de los años 70. Abriéndose a elementos más jóvenes e impacientes, inmersos en las luchas de los squatters de Ámsterdam, se disolvió progresivamente en un populismo izquierdista para acabar dejando de publicar la revista Spartacus[30].
Daad en Gedachte subsiste, por el contrario, bajo la forma de una revista mensual. Dominada por la personalidad de Cajo Brandel, tras la muerte de Theo Maassen, la revista es el punto de convergencia de elementos anarquizantes. Daad en Gedachte ha ido hasta el fin de la lógica consejista rechazando el movimiento obrero del siglo XIX como "burgués" y desmarcándose de la tradición del KAPD, tradición que le parece "demasiado marxista" por el "espíritu de partido".
Pero sobre todo Daad en Gedachte se ha separado progresivamente de la tradición del GIC en el plano teórico. Es ante todo un boletín de información sobre huelgas, mientras que las revistas del GIC eran verdaderos órganos teóricos y políticos.
Esta ruptura con la verdadera tradición del comunismo de los consejos le ha llevado progresivamente al terreno del tercermundismo, propio de los grupos izquierdistas: «Las luchas de los pueblos coloniales han aportado algo al movimiento revolucionario. El hecho de que poblaciones campesinas mal armadas hayan podido hacer frente a las fuerzas enormes del imperialismo moderno ha roto el mito de la invencibilidad del poder tecnológico, militar y científico de Occidente. Su lucha ha revelado también a millones de personas la brutalidad y el racismo del capitalismo y ha conducido a mucha gente -sobre todo entre los jóvenes y los estudiantes- a entrar en lucha contra sus propios regímenes»[31].
Es chocante señalar aquí que, como ocurrió con la IVª. Internacional trotskista y con el bordiguismo, las luchas que han surgido del proletariado industrial de Europa son comprendidas como un producto de las "luchas de liberación nacional", aparecen como un subproducto de las luchas estudiantiles, incluso son negadas como tales.
Tal evolución no es sorprendente. Retomando la teoría de Socialismo o Barbarie de una sociedad atravesada no por los antagonismos de clase sino por las revueltas de los dominados contra los dominantes, la corriente consejista solo pueda concebir la historia como una serie de revueltas de categorías sociales y de generaciones. La historia deja de ser la de la lucha de clases, la teoría marxista del comunismo de los consejos en los años 30 y luego de la Comunistenbond de los años 40, cede el terreno a la concepción anarquista[32].
Hoy en los Países Bajos el comunismo de los consejos ha desaparecido como verdadera corriente, ha dejado subsistir tendencias consejistas muy débiles numéricamente, como Daad en Gedachte, que se han unido progresivamente a la corriente libertaria antipartido.
A nivel internacional, tras la 2ª guerra mundial, la corriente del comunismo de los consejos sólo se ha mantenido a través de personalidades como Mattick, que ha permanecido fiel al marxismo revolucionario. Si han surgido grupos -reivindicándose del Ratekommunismus- en otros países, como en Alemania o en Francia, ha sido sobre bases muy diferentes a las de la Comunistenbond Spartacus.
Chardin
[1] Pannehoek solo tenía contactos individuales con los antiguos miembros del GIC: B.A. Sijes, Canne Meijer
[2] Maandbad Spartacus nº 8 agosto 1945: "Hetzieke Kapitalisme" ("El capitalismo enfermo"). Ver también Los Consejos Obreros, pg. 419. Esta afirmación de un hundimiento del capitalismo estaba en contradicción con la otra tesis de Los Consejos Obreros de que el capitalismo conocía una nueva expansión con la colonización: "Una vez que haya hecho entrar en su dominio a los centenares de millones de personas que se apiñan en las tierras fértiles de China e India, el trabajo esencial del capitalismo s habrá cumplido" (pg. 194). Esta última idea recuerda las tesis de Bordiga sobre el capitalismo juvenil
[3] Maandbad Spartacus nº 22, 8, agosto 1945, "Nog twe jaren" (Todavía dos años)
[4] Spartacus Weekblad nº 22, 31 mayo 1947. La Comunistenbond había pedido a Canne Meijer que asegurase la salida de una revista esperantista: Klasbnatalo
[5] El prefacio de 1950 a los "Grondbeginselen der communistiche productie en distributie" (Principios para una producción y distribución comunista) habla de una "situación ciertamente no revolucionaria" aunque no la reconoce como claramente contrarrevolucionaria. Este prefacio presenta un doble interés: a) porque examina la tendencia al capitalismo de estado y sus diferencias: en Rusia el Estado impone su ley al conjunto de la economía; en USA los monopolios se apoderan del Estado; b) afirma la necesidad de luchas económicas inmediatas como bases de nuevas experiencias portadoras de un nuevo período
[6] El Estatuto provisional del Vereniging van Raden-Socialisten fue publicado en abril de 1947 en UIT Eigen Kring nº 5
[7] La traducción y los comentarios del núcleo de Leiden sobre el Proyecto de Programa de la Fracción Belga se encuentran en el boletín-circular del 27 de agosto de 1946
[8] Órgano de la Izquierda Comunista de Francia, grupo predecesor de la CCI que existió entre 1945 y 1953.
[9] UIT Eigen Kring, boletín de la conferencia de Navidad de 1947
[10] Citado por Spartacus nº 1: "Die Internationale Versammlung in Brussel" (Reunión Internacional de Bruselas)
[11] Ver nuestro libro Contribución a una historia de la izquierda comunista de Italia.
[12] Informes de la Conferencia en el nº de Spartacus ya citado y en Internationalisme nº 23 ("Carta de la Gauche Communiste de France a la Comunistenbond Spartacus" y "Una Conferencia Internacional de agrupaciones revolucionarias") y nº 24 ("Rectificación")
[13] Informe de un viaje de contacto con los grupos franceses Comunistas Revolucionarios (RKD) e Internationalisme publicado en UIT Eigen Kring nº 4, abril 1947
[14]Carta circular de 10 de agosto de 1947: "De splijting in de Comunistenbond Spartacus op zontag 3 augustus 1947" citada por Fritz Kool en "La Izquierda contra el dominio del Partido" pag. 626.
[15] UIT Eigen Kring nº especial, diciembre 1947: "De platas van Spartacus in de Klassentrijd" (El lugar de Spartacus en la lucha de clases)
[16] Frits Kief, tras haber sido secretario del KAPN de 1930 a 1932, había fundado con los Karper el grupo De Arbeidersrad (El Consejo Obrero) que evolucionó progresivamente hacia posiciones troskistizantes y antifascistas. Durante la guerra Frits participó en la resistencia holandesa, después de la guerra fue miembro del Partido del Trabajo, para terminar haciéndose predicador del "socialismo yugoslavo". Bram Korper y su sobrino volvieron al PC. En cuanto a Barend Luteraan (1978-1970) siguió el mismo itinerario que Kief
[17] La preparación técnica de esta conferencia (edición de boletines) debía haber corrido a cargo del Groep van Raden-Comunisten. En una carta escrita en octubre 1947 Internatianalisme precisaba que una futura conferencia no podía hacerse a partir de una simple base afectiva y debía rechazar el diletantismo en la discusión
[18] Sobre la evolución de Canne Meijer ver su texto de los años 50 "El socialismo perdido", publicado en la Revista Internacional nº 37 (en francés)
[19] B.A. Sijes (1908-81) contribuyó, sin embargo, al movimiento comunista de os consejos en los años 60 y 70 redactando Prefacios a la reedición de las obras de Pannehoek. La edición de las Memorias de este último fue su último trabajo
[20] B. van Albada (1912-72) aunque dejó de militar tradujo con su mujer el "Lenin filósofo" de Pannehoek
[21] Esta cita y las siguientes han sido extraídas de UIT Eigen Kring, nº especial diciembre 1947
[22] Los Principios fueron escritos en la cárcel por Jan Appel y revisados y retocados por Canne Meijer. Jan Appel escribió -según Spartacusbond en su prefacio en 1972- con Sijes y Canne Meijer el estudio "De economische grondslagen van de radenmaatqchappij" (Los fundamentos económicos de la sociedad de los consejos). Sin embargo, no parece que Jan Appel se hiciera miembro de la Comunistenbond y con los exmiembros del GIC que se negaban a hacer un trabajo revolucionario de cara al ejército alemán. Otras razones, tensiones personales, lo han mantenido alejado de un trabajo militante que habría deseado realizar (Jan Appel falleció recientemente, ver Acción Proletaria nº 62)
[23] Ver en Revista Internacional nº 27 el primer artículo sobre la Serie Lucha de clases en Europa del Este, https://es.internationalism.org/node/2321 [11]
[24] Los folletos citados y la revista Daad en Gedachte están disponibles en la siguiente dirección: Schouw 48-11 Lelystad (Holanda)
[25] Folleto escrito por Theo Maassen en 1961 "Van Beria tot Zjoekof social-economische achter grond van destalinisatie", traducido al francés en los Cuadernos del Comunismo de los Consejos nº 5, marzo 1970
[26] Ver "Una correspondencia entre Pannehoek y P. Chanlieu" con una introducción de Cajo Brandel en Cuaernos del Comunismo de los Consejos nº 8, mayo 1971
[27] Citas de una carta de Theo Maassen a Socialismo o Barbarie publicada en el nº 18, enero-marzo 1956 bajo el título "Más sobre la cuestión del Partido"
[28] Citas del folleto "Van Beria..." ya mencionado
[29] Meulenkamp abandonó la Comunistenbond en septiembre, Cajo Brandel y Theo Maassen fueron excluidos en diciembre de 1964. la escisión no se hizo "a las buenas", la Comunistenbond recuperó las máquinas y los folletos que le pertenecían, aunque estos últimos habían sido escritos por Brandel y Maassen. Ver el testimonio de Jan Meulenkamp que habla de "métodos stalinistas": "Brief van Jaap aan Radencommunisme" en "Initiatief tot een bijeenkomst van revolutionaire groepen", boletín del 20 de enero de 1981. Después Daad en Gedachte se negó a sentarse en la misma mesa, a pesar de las invitaciones de la Comunistenbond, en conferencias y reuniones como la de enero 1981
[30] Ver artículos de la CCI en la Revista Internacional nos. 2 ("los epígonos del consejismo en acción": "Spartacusbond obsesionado por los fantasmas del bolchevismo [12]" y "El consejismo viene en ayuda del tercermundismo [13]"), 9 ("Ruptura con Spartacusbond") y 16-17 ("La Izquierda Comunista Holandesa")
[31] Cajo Brandel: "Tesis sobre la revolución china" en Liaisons nº 27, Lieja (Bélgica), enero 1975
[32] Un resumen de las concepciones anarquizantes de Daad en Gedachte se encuentra en el Boletín del 20 de enero de 1981 con vistas a la Conferencia de diversos grupos en la que participaron la CCI y varios individuos que solo se representaban a sí mismos. Daad en Gedachte participó no como grupo sino a título individual
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Con la publicación en inglés y francés del primer número de la Communist Review (abril de 1984), el Buró Internacional del Partido Revolucionario, recientemente formado por el Partito Comunista Internazionalista (Battaglia Comunista) de Italia y la Communist Workers' Organisation de Gran Bretaña, ha encontrado por fin una voz. Este acontecimiento es tanto más importante cuanto que el hundimiento del PCI (Programma Comunista) privó de toda expresión a nivel internacional a las organizaciones surgidas de la tradición "bordiguista" del PCInt fundado en 1943. El reagrupamiento de Battaglia Communista con la Communist Workers Organization es el resultado de un proceso anunciado por el CWO (en Perspectivas Revolucionarias nº 18) después de la 3ª Conferencia Internacional que se celebró en 19801. El medio proletario tenía derecho a esperar, como mínimo, un relato de los debates que permitieron superar sus divergencias programáticas hasta fundar una organización común. Lamentablemente, la fundación del BIRP desciende directamente de las maniobras que sabotearon las Conferencias Internacionales; está hecha del bluff y el oportunismo político, lo que sólo puede desacreditar a las organizaciones revolucionarias, su importancia y el papel que deben desempeñar en la lucha de clases.
Los pueblos primitivos, incapaces de comprender sus orígenes científica e históricamente, inventaron explicaciones míticas de la creación del mundo y de la humanidad. BC y la CWO, que apenas comprenden los orígenes y la función de la organización revolucionaria, han inventado una historia mítica de las Conferencias Internacionales para explicar la creación del BIPR. Aunque no es nuestro objetivo defender aquí nuestra concepción de las Conferencias Internacionales, es necesario hacer una rectificación histórica:
"Ante la necesidad de cerrar filas y relanzar, de forma sistemática y organizada, el trabajo político revolucionario en el seno del proletariado mundial, los revolucionarios se encontraron con una multiplicidad de grupos y organizaciones inconexas. Estos grupos y organizaciones estaban divididos por diferencias teóricas y políticas pero, al mismo tiempo, a menudo ignoraban la existencia y la naturaleza de estas diferencias. Concentrándose en el "localismo" o en abstracciones teóricas, eran por tanto incapaces de desarrollar un papel en los acontecimientos que entonces comenzaban, y que ahora están teniendo lugar... había que arreglar esta situación, y por tanto era necesario hacer todo lo posible para cambiarla... El PCInt respondió a esta necesidad convocando la Primera Conferencia Internacional de grupos que reconoció los siguientes criterios
* aceptación de la revolución de octubre como proletaria
* el reconocimiento de la ruptura con la socialdemocracia que supusieron el primer y el segundo Congreso de la Internacional Comunista,
* rechazo sin reservas del capitalismo de Estado y de la autogestión,
* el reconocimiento de los partidos socialista y comunista como partidos burgueses,
* el rechazo de toda política que someta al proletariado a la burguesía nacional,
* una orientación hacia la organización de los revolucionarios reconociendo la doctrina y la metodología marxista como ciencia proletaria".
(Revista Comunista, nº 1, p. 1)
¡Bravo Battaglia! Pero, ¿por qué era necesario, en 1976, "cerrar filas"? ¿Qué había cambiado desde 1968, cuando el pequeño grupo que se convertiría en Revolution Internationale le pidió que convocara una conferencia, para afrontar la nueva situación creada por las huelgas de 1968? ¿Qué había cambiado desde noviembre de 1972, cuando nuestros compañeros de Internationalism (que más tarde se convertiría en nuestra sección en los Estados Unidos), lanzaron un llamamiento para una "red de correspondencia internacional" con la perspectiva de una conferencia internacional? En aquel momento, ustedes respondieron:
"- que no se puede considerar que exista un desarrollo real de la conciencia de clase,
- que incluso el florecimiento de grupos no expresa otra cosa que un malestar y una revuelta de la pequeña burguesía,
- que hay que admitir que el mundo sigue bajo el talón del imperialismo".
Además, "después de las experiencias que nuestro partido ha tenido en el pasado, no creemos en la seriedad y continuidad de los vínculos internacionales establecidos sobre una base meramente cognitiva (correspondencia, intercambio de prensa, contactos personales y debates entre grupos sobre problemas de teoría y praxis política)". (Carta de BC a RI, 5.12.72, citada en la carta de RI a BC, 9.6.80: véanse las Actas de la 3ª Conferencia Internacional).
¿Qué había cambiado en 1976? ¿La lucha de clases? ¿Las tensiones entre las potencias imperialistas? En vano buscamos una respuesta en los textos del BIPR.
Por el contrario, si releemos el texto de convocatoria de la 1ª Conferencia, descubrimos que el llamamiento de Battaglia no estaba motivado ni por el desarrollo de la lucha de clases (ya que BC ve las oleadas de luchas de 1968 a 1974 como un asunto meramente estudiantil y pequeñoburgués), ni por el desarrollo de las tensiones interimperialistas, sino... por la "socialdemocratización de los partidos comunistas". Desde entonces, este famoso "eurocomunismo" ha resultado ser puramente coyuntural, ligado al periodo de la izquierda en el poder para afrontar la lucha de clases. BC, por su parte, sigue siendo incapaz de comprender el significado de la ruptura con la contrarrevolución constituida por las luchas de 1968-1974.
En cuanto a los criterios de adhesión a las Conferencias, no se encuentra ni rastro de ellos en los textos de BC. Por el contrario, es la CCI la que responde:
"Para que esta iniciativa tenga éxito, para que sea un paso real hacia el acercamiento de los revolucionarios, es vital establecer claramente los criterios políticos fundamentales que deben servir de base y marco, para que la discusión y la confrontación de ideas sean fructíferas y constructivas... Los criterios políticos para participar en dicha conferencia deben estar estrictamente limitados por
1) el rechazo de cualquier mistificación sobre la existencia de países socialistas o en vías de socialismo,
2) el rechazo de cualquier idea de que los PC, PS y otros son organizaciones obreras,
3) el rechazo de cualquier alianza y acción común, incluso temporal, con estas organizaciones, así como con quienes defienden la posibilidad de tales alianzas
4) la denuncia de todas las guerras de supuesta liberación e independencia nacional
5) la afirmación de que la revolución comunista es una revolución de clase y que la clase obrera es la única clase revolucionaria en esta época
6) la afirmación de que 'la emancipación de la clase obrera es la tarea de la propia clase' y que esto implica la necesidad de una organización de revolucionarios dentro de la clase" (2ª carta de la CCI al PCInt, 15.7.76, en las Actas de la 1ª Conferencia Internacional).
Estos son los criterios que propusimos y defendimos incluso antes de las Conferencias. Pero Battaglia Communista puede presumir al menos de una originalidad: la propuesta de un criterio suplementario, el reconocimiento de la Conferencia como parte del "proceso que conduce al Partido Internacional del proletariado, órgano político indispensable para la dirección política del movimiento revolucionario de clase y del propio poder proletario" (Revista Comunista, nº 1, p. 2).
Este criterio fue introducido con el objetivo totalmente "serio" de excluir a la CCI de las Conferencias, y abrir así el camino "a la constitución del partido internacional": "La conclusión de la 3ª Conferencia es el reconocimiento necesario de una situación en fase de degeneración; es el fin de una fase de los trabajos de las Conferencias; es la realización de la primera selección seria de fuerzas... Hemos asumido la responsabilidad que se tiene derecho a esperar de una fuerza dirigente seria". (Respuesta de BC a nuestro "llamamiento al Medio Proletario").
No juzgamos a un individuo por la opinión que tiene de sí mismo, sino por sus actos; del mismo modo, una posición política abstracta y platónica carece de valor: lo importante es su aplicación y su práctica. Por ello, no carece de interés examinar las Actas de la 4ª "Conferencia Internacional", cuyo discurso de apertura anuncia de entrada:
"ahora existen las bases para iniciar el proceso de clarificación sobre las verdaderas tareas del partido... Aunque hoy tenemos un número menor de participantes que en la 2ª y 3ª Conferencia, partimos de una base más clara y seria" (Actas de la 4ª Conferencia Internacional, pp. 1-2).
Ya podemos juzgar la gran "seriedad" de esta Conferencia por el hecho:
-- que el "Comité Técnico" (BC/CWO) es incapaz de publicar el más mínimo boletín preparatorio de la Conferencia, lo cual es tanto más molesto cuanto que la Conferencia se celebra en inglés, mientras que los textos de referencia de BC se publican todos... en italiano;
-- que el grupo organizador de la "Conferencia" es incapaz de traducir la mitad de las intervenciones;
-- que la "Conferencia" se celebre en 1982, y tengamos que esperar... dos años (!) para las Actas. A este paso, ¡tendremos que esperar el periodo de transición antes de que el IBRP decida tomar el poder!
Pero sería mezquino por nuestra parte detenernos en detalles "prácticos" tan poco importantes. Pasemos pues revista a las "fuerzas" que BC y el CWO han "seleccionado seriamente" para "iniciar el proceso de clarificación de las tareas del partido":
-- está 'Marxist Worker' de los EE.UU;
-- está 'Wildcat', también de EE.UU.: no sabemos qué hace Wildcat -una organización de tradición consejista- aquí, pero de todos modos esto no importa, ya que para cuando se reúna la "Conferencia", este grupo ya no existe, ni tampoco Marxist Worker; por lo tanto, es poco probable que sea llamado a contribuir "seriamente" a la construcción del partido;
-- luego está 'L'Eveil Internationaliste' de Francia "que aceptó asistir, pero lamentablemente no pudo hacerlo". (Apertura de la 4ª Conferencia); francamente, no tenemos idea de por qué se invitó a L'Eveil, ya que en la 3ª Conferencia se habían negado a tomar posición sobre el criterio de BC, diciendo que "BC y la CCI siempre han querido ver estas Conferencias como un paso hacia el Partido. Este no es el caso... No se pueden esconder las divergencias detrás de resoluciones maniobristas, ni de criterios discriminatorios... Reafirmamos que hoy no podemos llegar a una aclaración que sea un paso hacia la constitución del Partido." (Actas de la 3ª Conferencia, pp. 48-52);
-- el Gruppe Kommunistische Politik (Kompol) de Austria fue invitado, pero no acudió, por razones que no están claras; en cambio, la correspondencia entre Kompol y BC es muy instructiva. Kompol pide que se amplíe la invitación para incluir a los grupos italianos "Lega Leninista" e "il Circolo Lenin".
A esta última propuesta BC responde:
"El último documento que hemos recibido entre ustedes y estas organizaciones no añade nada sobre Polonia a lo dicho por otras formaciones que se remontan, de forma más o menos correcta, a la Izquierda Comunista de Italia... Considerados en su conjunto, pensamos que somos los únicos, al menos en Italia, que hemos realizado un examen profundo, preciso y actualizado de las tendencias recientes y que hemos sacado conclusiones y orientaciones de carácter revolucionario que todavía esperan una respuesta de los numerosos "revolucionarios" que pueblan la escena italiana" (Carta del CE del PCInt a Kompol, Actas de la IV Conferencia Internacional, pp. 40-41).
He aquí que BC introduce, por debajo de la mesa, un criterio suplementario para la participación en las Conferencias: si eres italiano, ¡debes estar de acuerdo con el análisis de BC sobre Polonia! La lección es clara: al menos en Italia, BC pretende seguir siendo "amo en su propia casa";
-- al final, la única fuerza "seria" en la 4ª Conferencia es el SUCM de Irán, al que volveremos en un artículo posterior. Por el momento, basta con decir que, si el SUCM está efectivamente "a favor" del Partido, es por la simple razón de que forma parte de la corriente maoísta, lo que lo sitúa irremediablemente fuera del campo proletario.
¡Con esta "seria selección" BC y el CWO pretenden avanzar hacia "la constitución del Partido Internacional"!
Todos los antiguos mitos de la creación ponen en escena tres elementos: El Bien, el Mal y los simples mortales. En la mitología de BC-CWO, en las conferencias, estaba el Bien (BC-CWO), el Mal (la CCI) y los simples mortales, formados por "Diversos grupos (que) se mostraron no sólo desarmados en el plano teórico y político, sino también, por su propia naturaleza, incapaces de extraer elementos positivos de la polémica en curso para favorecer su propio crecimiento y maduración política" (Revista Comunista nº 1)
Aquí, al igual que en la Biblia, la historia se "reordena" un poco, por las necesidades de la mitología. Así, se "olvida" que durante las conferencias, y en parte gracias a ellas, el grupo For Kommunismen pudo "impulsar su propio crecimiento y maduración política" convirtiéndose en la sección de la CCI en Suecia.
Y por último, el Mal también está presente. La Serpiente ha tomado la forma de la CCI, los "traficantes de resoluciones" (CWO), que "quieren presentar las divergencias como meros problemas de formulación" (BC, Actas de la 2ª Conferencia Internacional). Es la CCI la que "quería que las Conferencias imitaran a mayor escala su propio método interno de tratar las diferencias políticas -es decir, minimizarlas- para mantener la organización unida" (RP 18, p. 29).
Es la CCI "cuyos motivos (al rechazar la oposición a la liberación nacional como criterio de participación en las Conferencias Internacionales) eran marxistas en la forma, pero oportunistas en el contenido, ya que el objetivo era conseguir la adhesión a las futuras reuniones de su sátrapa Núcleo Comunista, grupo bordiguista con el que la CCI maniobraba de forma oportunista contra el PCInt" (RP 21, p. 8).
Es la CCI quien "hizo todo lo posible para sabotear cualquier debate significativo en la 3ª Conferencia al negarse a aceptar una resolución directa sobre el papel fundamental del partido revolucionario presentada por Battaglia... A la hora de la verdad, la CCI es siempre la primera en sabotear el debate en una nube de palabrería" (Workers Voice nº 16, p. 6).
Lejos de nosotros jugar al abogado del diablo. Lo único que nos interesa, como marxistas revolucionarios, es la realidad histórica del proletariado y de sus organizaciones políticas. Por lo tanto, recordamos a BC y al CWO que no es ciertamente la CCI la que "quiere presentar las divergencias como meros problemas de formulación"; incluso antes de la 1ª Conferencia, es BC la que propone para el orden del día:
"Formas de discutir y trascender esas diferencias técnicas y prácticas entre los grupos (como partido y sindicatos, partido y consejos, imperialismo y guerras coloniales y semicoloniales)" (3ª Circular del PCInt, Actas de la 1ª Conf. Int., p. 12). A lo que respondimos:
"Debemos tener cuidado de no precipitarnos y encubrir nuestras diferencias, manteniendo al mismo tiempo un compromiso firme y consciente con la clarificación y el reagrupamiento de los revolucionarios. Así, aunque estamos de acuerdo con el programa propuesto, no entendemos por qué cuestiones "como el partido y los sindicatos, el partido y los consejos, el imperialismo y las guerras coloniales y semicoloniales" se consideran "diferencias técnicas y prácticas"" (Respuesta de la CCI, Actas de la 1ª Conf. Int. p. 13).
En cuanto a las resoluciones que presentamos a las Conferencias, basta con una lectura rápida de la primera de ellas para demostrar que su objetivo es exponer con la mayor claridad posible lo que une a la CCI y al PCInt, y lo que los divide, como base para la clarificación y el debate. Por otra parte, el BIPR está singularmente mal situado para hablar de "minimizar las divergencias", como veremos más adelante.
En cuanto a nuestros "esbirros", si nuestro objetivo en las Conferencias hubiera sido maniobrar de forma oportunista, para "controlarlas", no teníamos necesidad de "esbirros". Sólo teníamos que aceptar la invitación original de BC, dirigida no a la CCI como tal, sino a nuestras distintas secciones territoriales. El cálculo aritmético es bastante sencillo: nueve secciones territoriales equivalen a nueve votos en las Conferencias, lo que es ampliamente suficiente para "controlar" las Conferencias de principio a fin, para votar todas las resoluciones que quisiéramos y para hacer que las Conferencias se posicionen tantas veces como nos pareciera. En lugar de ello, respondimos: "Como no somos una federación de grupos nacionales, sino una Corriente internacional con expresiones locales, nuestra respuesta aquí es la de toda la Corriente". (Primera carta de la CCI, Actas de la 1ª Conf. Int., p. 7). En realidad, la principal crítica que hay que hacer a la conducta de la CCI en las Conferencias no es de oportunismo, sino de ingenuidad. Nuestra concepción de la acción revolucionaria excluye las mayorías falsas, los trucos solapados y las maniobras dignas sólo del cretinismo parlamentario, y fuimos lo suficientemente ingenuos como para pensar que lo mismo ocurría con la BC y la CWO; que se tranquilicen: no cometeremos el mismo error dos veces.
En cuanto a nuestras "maniobras oportunistas", no podemos dejar de señalar que el CWO es incapaz de dar el más mínimo ejemplo concreto, y aún menos documentado, y esto no por falta de ganas. Después de todo, no fue la CCI, sino el BC y el CWO quienes celebraron reuniones clandestinas entre grupos en los pasillos de la 3ª Conferencia. No fue la CCI, sino el BC quien, después de negar cualquier voluntad de excluir a la CCI hasta la víspera de la 3ª Conferencia, lanzó su criterio excluyente al final de esta misma Conferencia. ¿Por qué? Para someter su maniobra a votación tras la salida de la delegación de la NCI, cuyas intervenciones habían apoyado nuestro rechazo a este criterio (véanse las Actas de la 3ª Conferencia, y la carta de la CCI al PCInt tras su operación de sabotaje). Este tipo de maniobra, bien conocida en el Congreso estadounidense bajo el nombre de "filibusterismo", es digna de demócratas burgueses, no de revolucionarios proletarios.
¡Es con estos métodos parlamentarios burgueses con los que BC y el CWO pretenden construir el Partido de clase, quien defenderá los principios del comunismo en el seno del movimiento proletario!
Para BC y el CWO, el fin justifica aparentemente los medios; y el fin, provisionalmente al menos, es el famoso BIPR El Buró es un animal verdaderamente extraño, que nos hace pensar en esa criatura mítica que es el Grifón, que se compone de varios animales reales: la cabeza y las alas de un águila, las patas delanteras de un león y la cola de un delfín. Para determinar la verdadera naturaleza del Buró, nos parece necesario proceder por eliminación, y decidir en primer lugar lo que el Buró no es.
En primer lugar, el Buró no es un simple comité de enlace, como por ejemplo el antiguo Comité Técnico de las Conferencias Internacionales. La función del CT era coordinar un trabajo realizado en común por varias organizaciones distintas, sin que ello supusiera ningún reagrupamiento, ni identidad de posiciones políticas. El CT realizaba tareas tanto "técnicas" (publicación de boletines, etc.) como "políticas" (decisiones sobre el orden del día de las Conferencias, sobre los grupos a participar, etc.); todo ello en el marco de los criterios de adhesión aceptados por sus miembros. Por el contrario, el Buró, que se define como "producto de un proceso de decantación y homogeneización en el marco de las cuatro primeras Conferencias Internacionales de la Izquierda Comunista" (Revista Comunista nº 1, p. 12), se parece más a una verdadera organización política, en la que la adhesión se basa en una plataforma de posiciones políticas y cuyo funcionamiento está determinado por sus Estatutos. Al parecer, se considera que la plataforma constituye una unidad política, ya que:
"Salvo en casos excepcionales, y sólo a corto plazo, no se permite la admisión de más de una organización del mismo país". (Ibid).
Desde el principio, el Buró está infectado por una fuerte dosis de federalismo: las organizaciones adheridas en diferentes países mantienen su propia identidad separada, y "el Buró sólo mantiene relaciones con sus comités dirigentes" (Ibid). Una muestra más del deseo, tan querido por los pequeñoburgueses, de seguir siendocada cual "dueño de su propia casa".
Sin embargo, el BIRP tampoco es una organización política, al menos, no en el sentido en que entendemos el término. La CCI es una organización internacional única, basada en una plataforma única, en unos estatutos únicos, y cuyas secciones en cada país no son más que expresiones locales del conjunto. Fiel al principio comunista de centralización, la CCI en su conjunto está representada por su Buró Internacional, elegido en su Congreso Internacional; las posiciones del BI tienen siempre prioridad en todos los niveles de la organización, al igual que el conjunto es más importante que cualquiera de sus partes2.
El BIPR, por el contrario, no es una organización única, sino que debe "organizar y coordinar la intervención de estas organizaciones y promover su homogeneización política con el objetivo de su eventual centralización organizativa" (Ibid). Tampoco tiene una única plataforma, sino tres: la del Buró, la de BC y la de la CWO (por no hablar de las plataformas de los "grupos de fábrica", de los "grupos de parados", etc.: ¡una verdadera riqueza!). Al ver el contenido de la plataforma del BIPR, tenemos derecho a preguntarnos cuál es el "método para resolver las divergencias políticas... para mantener la unidad de la organización" si no es para "minimizarlas"; ¿qué posición, por ejemplo, van a defender los desdichados "camaradas franceses", "considerados como militantes del Buró" (Estatutos del BIPR), sobre la cuestión del parlamentarismo revolucionario?, dado que la BC está a favor, la CWO prácticamente en contra, mientras que la plataforma del BIPR... ¡no tiene ni una palabra que decir sobre el tema! Ciertamente, no podemos acusar a BC y a la CWO de "minimizar" sus divergencias: ¡simplemente las hacen desaparecer!
"El Buró no es el Partido, es para el Partido: (Revista Comunista nº 1). ¿Pero para qué partido es?
No es éste el lugar para volver a nuestras concepciones básicas sobre la constitución y la función del partido de clase: remitimos a los lectores a nuestros textos, en particular al texto "Sobre el Partido" adoptado en el V Congreso de la CCI3. Sin embargo, es necesario insistir en que el concepto de partido no puede abarcarlo todo, y un aspecto esencial de este concepto es el estrecho vínculo entre la existencia del partido y el desarrollo de la lucha de clases. El partido es, pues, necesariamente una organización política con una amplia influencia en la clase obrera, que reconoce al partido como una de sus expresiones. Esta influencia no puede reducirse a una cuestión más de la acción mecánica del partido, donde las "ideas revolucionarias" ganan una "audiencia en la clase" cada vez mayor. Al final, esto vuelve a la visión idealista, para la que las 'ideas' del partido se convierten en la fuerza motriz de la 'masa' inerte del proletariado. En realidad, existe una relación dialéctica entre el partido y la clase, en la que la creciente influencia del partido depende de la capacidad organizativa del proletariado -en las asambleas y los soviets- para adoptar y poner en práctica la orientación política del partido. El programa revolucionario no es una mera cuestión de "ideas", sino una "práctica crítica", según la expresión de Marx. Sólo a través de la acción revolucionaria de la clase obrera pueden verificarse concretamente las posiciones del partido: "La cuestión de si la verdad objetiva puede ser atribuida al pensamiento humano no es una cuestión de teoría, sino una cuestión práctica" (Tesis sobre Feuerbach). Por lo tanto, en el período del capitalismo decadente, no podemos hablar de que el partido exista fuera de los períodos revolucionarios o prerrevolucionarios -lo que obviamente no significa que el partido pueda crearse de la noche a la mañana, como Atenea que brotó completamente de la cabeza de Zeus-. Nacerá después de un largo trabajo preliminar de clarificación y organización entre las minorías revolucionarias o no lo hará.
Nuestra concepción del partido es, por tanto, radicalmente opuesta a la del Bordigismo puro del PCI (Programma Comunista), para quien es el partido el que define a la clase. Por el contrario, BC y la CWO ocupan una posición centrista entre las aberraciones del bordigismo y la posición del marxismo.
La definición del partido dada por los bordistas de Programma tiene al menos la virtud de la simplicidad: existe un único Partido Comunista Internacional, basado en un programa que no sólo es único, sino que ha permanecido inalterado desde 1848. También para el BIPR, la existencia del partido no tiene nada que ver con su "influencia" en la clase, sino que depende del programa, aunque el contenido del programa evoluciona históricamente:
"Las soluciones teóricas y políticas a los problemas relacionados con el marchitamiento de la gran experiencia bolchevique en el suelo del capitalismo de Estado permitieron la reorganización de pequeñas minorías en torno a la teoría y el programa del comunismo. Incluso durante el torbellino de la segunda guerra imperialista surgió un partido que se oponía en el plano político, teórico y organizativo a todos los partidos burgueses que actuaban tanto dentro como fuera de la clase obrera" (Plataforma del BIPR, Revista Comunista nº 1, p.8).
El BIPR reconoce también que las condiciones objetivas de existencia del proletariado hacen que el mismo programa sea válido para todos los países; por lo tanto, para el Buró,
"El órgano político rector del asalto revolucionario debe ser centralizado e internacional". (Ibid).
Un único programa internacional, pues, defendido por un único partido a nivel internacional. Pero entonces, ¿para qué sirve el BIPR? Si BC y la CWO están realmente convencidos de que "los problemas ligados al retroceso de la gran experiencia bolchevique" han sido "resueltos" de tal manera que permiten la "erección" de un partido -es decir, el PCInt de 1943 (¿o 1945? ¿1952?)-, entonces ¿por qué un Buró para crear otro? ¿Por qué el CWO no se ha convertido en la sección del PCInt en GB? Si hemos de creer al PCInt, queda otro paso por dar:
"La formación del Partido Internacional del Proletariado se producirá mediante la disolución de diversas organizaciones que han trabajado a nivel nacional de acuerdo con su plataforma y programa de acción". (Ibid).
He aquí el Partido Internacional, que se fundará sobre la base de las organizaciones nacionales, algunas de las cuales ya son partidos, sobre un programa que está por definir, a pesar de que ya ha sido realizada "la resolución teórica y política de los problemas ligados a la gran experiencia bolchevique". Desgraciadamente, debemos hacer gala de una gran paciencia revolucionaria, ya que las pruebas de BC y del CWO no dan la menor indicación de lo que queda por "definir" en sus plataformas. Al menos no tendremos que esperar demasiado. "¿Dónde reside la conciencia comunista hoy en día al comienzo del proceso revolucionario?", se pregunta el CWO ("La conciencia y el papel de los revolucionarios", Workers Voice, nº 16); y responden: "Reside en el partido de clase... (El Partido) está dentro de la lucha diaria de la clase desempeñando un papel dirigente en cada momento para devolver a la masa proletaria de hoy las lecciones políticas de sus luchas de ayer" (WV 16). ¡Espléndido! ¡El "partido de clase" ya existe! La "conciencia comunista" "reside en el partido de clase. Reside en los que debaten, definen y promueven los objetivos basados en los últimos 150 años de lucha proletaria" (Ibid.).
Con este tipo de definición, ¡incluso la CCI podría ser el Partido!
Pues no, no es tan sencillo, porque unos párrafos más adelante, en el mismo artículo de Workers' Voice, leemos
"Por eso afirmamos la necesidad de un partido que esté activo en todo momento hasta el límite de sus fuerzas dentro de la clase obrera y que se una internacionalmente para coordinar el movimiento de clase más allá de las fronteras nacionales. La existencia de tal partido a escala internacional depende tanto del aumento de la conciencia de clase entre los trabajadores en su conjunto como de la creciente actividad dentro de la lucha diaria de las propias minorías comunistas" (Ibid).
He aquí, pues, la situación: el partido existe e interviene hoy, y es el que posee la conciencia de clase; pero el partido de mañana está por construir, gracias al "crecimiento de la conciencia entre los trabajadores". Es por esta razón que la CWO y el Partido Comunista Internacionalista han creado un Buró "para el Partido".
En cuanto a lo que va a hacer este partido, de nuevo echamos de menos la claridad del bordiguismo, que declara sin rodeos que el partido gobierna para la clase, y que la dictadura del proletariado es la dictadura del partido. La plataforma de Battaglia, en cambio, es menos clara: por un lado, "En ningún momento y por ningún motivo el proletariado abandona su papel combativo. No delega en otros su misión histórica y no cede su poder 'por delegación', ni siquiera a su partido político" (Plataforma de BC, p. 6); pero, por otro lado, el partido debe "dirigir políticamente la dictadura proletaria", mientras que "el estado obrero (es) mantenido en el camino de la revolución por los cuadros del partido que nunca deben confundirse con el estado ni mendigar con él" (Ibid, p. 4).
Por su parte, la CWO no es más clara: por un lado, "el comunismo necesita la participación activa de la masa de trabajadores que debe ser totalmente consciente de los objetivos revolucionarios propios del proletariado, y que debe participar en su conjunto en la elaboración y puesta en marcha de la política comunista a través de sus órganos de masas cuyos delegados controlan" (Plataforma de la CWO: nuestra traducción de la versión francesa); pero, por otra parte, como ha declarado la CWO en varias ocasiones, es el partido el que toma el poder, y es "el partido comunista, la vanguardia de la clase, el que organiza y dirige el levantamiento revolucionario y todas las acciones importantes del proletariado durante el período de transición, y el partido no abandonará este papel mientras sea necesario un programa político" (CWO, El período de transición: nuestra traducción del francés)
Esperamos con impaciencia que los camaradas de BC y del CWO, tan aficionados a lo "concreto", nos expliquen "concretamente" cómo el partido va a "tomar" el poder que la clase obrera "no delega". En todo caso, no es ciertamente al BIPR al que debemos buscar una respuesta, ya que su plataforma no tiene ni una palabra que decir sobre el tema.
A fin de cuentas, el BIPR no es ni un simple comité de enlace, ni una verdadera organización política revolucionaria. No es el partido, es "para" el partido, pero no sabe realmente para qué partido es. Es un animal aún más monstruoso que el Grifón y, hay que decirlo, aún menos viable.
Si se tratara simplemente de payasos de salón de música, podríamos reírnos de ellos. Pero BC y la CWO forman parte de esas escasas fuerzas revolucionarias que tienen la responsabilidad de defender las posiciones de clase dentro de la lucha proletaria; sus fallos, sus concesiones a la ideología burguesa en la defensa de los principios comunistas, debilitan al movimiento revolucionario y a la clase en su conjunto. Por tanto es un problema muy serio que debemos abordar a fondo.
Por ser una clase explotada, la clase obrera sólo puede desarrollar su conciencia a través de una lucha permanente y encarnizada. El más mínimo fallo teórico se convierte en una brecha por la que el enemigo de clase inyecta su veneno mortal. Por eso el marxismo es una verdadera arma de combate, indispensable en la lucha; también explica por qué los revolucionarios marxistas siempre han dado tanta importancia a las cuestiones teóricas generales que a primera vista pueden parecer alejadas de los problemas "prácticos" de la lucha de clases. Al igual que un defecto en los cimientos de un edificio afecta a la estabilidad de toda la estructura, un defecto en las concepciones básicas de una organización revolucionaria debilita inevitablemente el conjunto de su actividad.
Las declaraciones generales preliminares del BC y del CWO parecen irreprochablemente claras:
"El Partido afirma categóricamente que, en la etapa actual de dominación totalitaria del imperialismo, los sindicatos son una parte absolutamente necesaria de esta dominación, ya que sus objetivos corresponden a las exigencias contrarrevolucionarias de la burguesía. Por lo tanto, rechazamos como falsa la perspectiva de que en el futuro tales organizaciones puedan tener una función proletaria y que, por lo tanto, el Partido debe invertir su punto de vista y reconsiderar la posibilidad de conquistar los sindicatos desde dentro" (Plataforma de BC, p. 7)
"Al igual que la socialdemocracia, los sindicatos demostraron que se habían pasado al capitalismo en 1914 cuando defendieron la guerra imperialista y apoyaron el "interés nacional" en contra de los intereses de la clase obrera... Siempre la actividad de los sindicatos se basa en contener y desbaratar la lucha de clases..." Plataforma de la CWO, pp. 22-23).
Pero la explicación del porqué de esta situación es fundamentalmente errónea. Para BC y la CWO, los sindicatos, tanto en el capitalismo ascendente como en el decadente, fueron y siguen siendo los "mediadores" entre el capital y el trabajo. Su "función histórica (es la de) mediadores entre el capital y el trabajo"; son los "mediadores con los empresarios para negociar las condiciones de venta de la fuerza de trabajo de los trabajadores" ("El marxismo y la cuestión sindical", RP 20, pp. 19, 24).
Es imposible que "el capitalismo realice sus objetivos de transformación monopolística de su economía sin la colaboración de los sindicatos con una política salarial que concilie las necesidades de los trabajadores con las del gran capital" (BC, Piattaforma dei Gruppi Sindicali Comunisti Internazionalisti).
"Los sindicatos son los órganos de mediación entre el trabajo y el capital" (Plataforma del BIPR). Y el CWO incluso termina afirmando que, al principio de la decadencia capitalista, "fue el capitalismo el que cambió, no los sindicatos" ("Los sindicatos y las luchas obreras", VM 16).
Por el contrario, el paso del capitalismo a su fase decadente e imperialista cambió a los sindicatos de arriba abajo al transformarlos en parte integrante del Estado burgués. Obviamente, esta transformación no se llevó a cabo de la noche a la mañana: los sindicatos británicos, por ejemplo, ya estaban asociados a las primeras medidas de la Seguridad Social en 1911. Tampoco el proceso fue inmediatamente claro para los revolucionarios, como puede verse en las posiciones a menudo contradictorias de la Internacional Comunista sobre la cuestión sindical. Pero dicho esto, rechazamos absolutamente cualquier idea de "mediación" que, al introducir una visión perfectamente interclasista del sindicalismo, oculta la realidad de que los sindicatos, de ser órganos de la lucha obrera contra el capital, se han convertido en engranajes del aparato policial del Estado capitalista. BC y la CWO aún no han entendido esta realidad, porque no han comprendido que el capitalismo de Estado no es sólo una cuestión de gestión de una economía decadente, sino también -e incluso esencialmente- una cuestión de control incesante de toda la sociedad civil4.
Por lo tanto, no nos sorprende ver que la noción de que los sindicatos "pertenecen" a los trabajadores, que BC y la CWO acaban de arrojar por la puerta, vuelva a entrar por la ventana:
"La naturaleza objetiva, irreversiblemente contrarrevolucionaria y antiobrera de los sindicatos en el periodo imperialista no altera su composición obrera, ni el hecho de que sean organizaciones en las que el proletariado presiona para su inmediata autodefensa" (Tesis del V Congreso del PCInt, traducidas en VM 16).
Inevitablemente, las debilidades teóricas han traído consigo concesiones al sindicalismo en la práctica. Ya en 1952, el PCInt estaba lejos de ser tan claro como le gusta afirmar al CWO. A pesar de su denuncia del carácter burgués de los sindicatos, "el Partido considera que sus militantes deben participar, en interés general del proletariado, en todas las expresiones internas de la vida sindical, criticando y denunciando la política de los dirigentes sindicales... el Partido no subestima la importancia de estar presente, donde la relación de fuerzas lo permita en las elecciones a los órganos de representación sindical o de fábrica" (BC, Plataforma de 1952). Esta ambigüedad es aún más marcada en un texto titulado "Formación y deberes de los grupos de fábrica" : "En la vida del "grupo de fábrica" participan tanto los sindicalistas como los no sindicalistas; el deber del grupo es sobre todo dirigir la lucha contra el uso y el abuso de las delegaciones impuestas por la dirección del sindicato, que limita y obstaculiza la libre participación en el sindicato, adoptando hacia los trabajadores una discriminación policial destinada a eliminar a todos los sospechosos de tener una línea sindical opuesta a la línea dominante". Esto, en una palabra, es la lucha por la democracia sindical...
La plataforma de BC adoptada en 1982 no es más clara, pero es más discreta: ya no se habla de elecciones sindicales, sino sólo de "la actividad del Partido (que) se llevará a cabo desde dentro o desde fuera de las organizaciones sindicales, en función de las condiciones materiales en las que los comunistas se encuentren trabajando" (Plataforma de BC, p. 8).
Por el contrario, la CWO, en sus últimos textos, está abandonando la claridad (muy relativa) de su propia plataforma. Según la Plataforma (adoptada en julio de 1982), "En contra de los que sostienen que los revolucionarios deben trabajar dentro del marco sindical (por ejemplo, en los comités de delegados sindicales, en las reuniones de las ramas sindicales, etc.) para aumentar su influencia en la clase obrera, sostenemos que tales actividades sólo siembran ilusiones sobre la naturaleza de clase de los sindicatos y la posibilidad de su reforma... La única forma en que la clase puede empezar a librar una lucha por sus propios intereses en una época en la que el reformismo es imposible es saliendo y superando el marco de la organización sindical". Nueve meses después (en RP 20) leemos:
"Si ser sindicalistas permite a los comunistas acceder a las asambleas de masas, a los comités de huelga, incluso a las reuniones de rama (aunque en la actualidad esto último no tendría sentido en Gran Bretaña) para denunciar las maniobras de los sindicatos ante la mayoría de la mano de obra y para plantear una alternativa revolucionaria práctica, entonces no nos abstendremos" ("El marxismo y la cuestión sindical", RP 20, p. 25, énfasis nuestro).
Un año después, es el viejo estribillo izquierdista:
"A menudo los que permanecen en los sindicatos se encuentran entre los trabajadores más militantes... Ser miembros ordinarios de los sindicatos puede permitir a los revolucionarios luchar más eficazmente contra las maniobras de los sindicatos". (WV 16, p. 4).
BC y el CWO nos han acusado de "sabotear la discusión". ¿Cómo podemos discutir algo seriamente con gente que cambia de posición sobre principios básicos, líneas de clase, de un mes a otro y sin una palabra de explicación?
Lo peor de todo es que la vaguedad y el equívoco de BC y la CWO sobre el trabajo sindical de base se ha vuelto doblemente peligroso en el período actual. El CWO declara que no entiende nada de nuestro análisis de "la izquierda en la oposición" porque supuestamente no tiene impacto en nuestra intervención. Lo que no han entendido, camaradas, es que su objetivo no es tanto modificar nuestra intervención como mantenerla frente a la táctica de la izquierda burguesa. Este análisis da un marco teórico a un proceso que cualquiera con un mínimo de experiencia en la lucha diaria ya puede ver: ante el creciente asco por los partidos de izquierda, son cada vez más los sindicatos los que deben controlar a los trabajadores, y ante la progresiva deserción de los sindicatos, es cada vez más el sindicalismo de base el que debe devolver a los trabajadores al "buen camino".
Con este marco, podemos entender la creciente implicación de los izquierdistas en los sindicatos, la aparición de "sindicatos autónomos" (Francia) o del "sindicalismo de lucha" (Italia), la radicalización y politización del sindicalismo de base en general.
Y como no entienden nada ni del periodo, ni del desarrollo de la conciencia de clase que implica, ni de la naturaleza del ataque de la burguesía, BC y la CWO se lanzan de cabeza a una práctica sindical radical de base.
En la huelga de los mineros en Gran Bretaña, toda la intervención de la CWO gira en torno a la consigna "victoria de los mineros". La frenética denuncia de los esquiroles, la insistencia en la necesidad de bloquear el transporte de carbón, se reduce simplemente a una táctica sindical radicalizada. Ciertamente, las decenas de miles de mineros que se negaron a seguir la línea sindical, los estibadores que hicieron lo mismo durante las últimas huelgas, no son una clara expresión de una conciencia antisindical; pero la imbécil reacción de la CWO, que no encuentra nada mejor que superar al sindicato en sus ataques a "los esquiroles", ignora totalmente el desarrollo en los últimos años de una enorme masa de desconfianza de los trabajadores hacia todo lo que tenga que ver con los sindicatos. La burguesía es consciente de ello; está dispuesta a hacer cualquier cosa para impedir la confluencia de estas dos masas de desconfianza y combatividad, por miedo a que se conviertan en una masa crítica.
Recordamos las anteriores reivindicaciones "prácticas" de la CWO: éstas iban desde el aventurerismo ridículo (el llamamiento a la "revolución ahora" en Polonia 1980) hasta el izquierdismo banal (las consignas contra los aumentos porcentuales y a favor de los aumentos salariales a tanto alzado). Está claro que no han aprendido nada de estos deslizamientos hacia el izquierdismo, ya que hoy, una vez más, la CWO llama a los mineros de Gran Bretaña a establecer "demandas precisas" aunque sin decir cuáles, esta vez ("La huelga de los mineros debe ganarse", WV 16). Este tipo de actitud hacia la lucha pone en evidencia la intervención comunista. En realidad, todas las luchas de gran envergadura tienen una dinámica propia, que muy pronto tiende a ir más allá de las "reivindicaciones específicas" con las que se iniciaron. El ejemplo de Polonia 1980 es llamativo en este sentido: la reivindicación inicial de los obreros de los Astilleros Lenin por la reincorporación de un compañero despedido se convirtió en algo perfectamente secundario en cuanto la lucha se extendió a otros sectores. La huelga de los mineros muestra la misma tendencia: habiendo comenzado con la cuestión de los despidos, desde entonces ha planteado demandas de reducción de la jornada laboral, aumentos salariales, etc.
En cambio, los verdaderos especialistas de la "reivindicación específica" son los sindicatos y los sindicalistas de base. Para los sindicatos, las "reivindicaciones específicas" son un arma inestimable para frenar la lucha, para fijarla en su punto de partida, para desviarla hacia las perspectivas burguesas, para aislarla en su especificidad en lugar de generalizarla al resto de la clase. También en este caso, Polonia 1980 y Gran Bretaña 1984 ofrecen ejemplos sorprendentes. No es casualidad que el sindicato Solidarnosc se fundara sobre la base de los acuerdos de Gdansk. En cuanto a la huelga de los mineros, todo el juego de las llamadas "negociaciones" entre el NUM y el Consejo del Carbón sobre la definición exacta de un pozo "antieconómico" sólo sirve para ocultar la profunda identidad de la huelga de los mineros con la lucha del proletariado en su conjunto contra un ataque general de la burguesía.
Del mismo modo, a nivel de la extensión de la lucha, la CWO sigue siendo prisionera de sus "precisiones". En el artículo sobre la huelga de los mineros citado anteriormente, la solidaridad obrera se considera únicamente en términos de la huelga de los mineros y de la necesidad de impedir el transporte del carbón. Aparte del hecho de que este tipo de acción es muy fácilmente recuperable por los sindicatos (recordemos las campañas nacionalistas de la CGT contra el "mineral de hierro alemán" durante las recientes luchas en la Lorena, Francia5), esta visión "economicista" de la lucha ignora su desarrollo político real; sobre todo, pierde por completo el sentido de lo que debe ser la intervención específica de una organización comunista : disipar las cortinas de humo del carbón británico, de la economía nacional, de la política de la derecha, etc., para sacar a la luz la necesidad de la solidaridad obrera y cómo construirla. Por poner un ejemplo, la participación de los mineros en la ocupación de los astilleros Cammell Laird no tenía nada que ver con el transporte del carbón; tenía todo que ver con la creciente conciencia dentro del proletariado de que su lucha es una lucha general y política contra el capitalismo. Los comunistas tienen el deber de impulsar esta conciencia, de desarrollarla, atacando incansablemente todo lo que pueda empantanarla en las "especificidades" y las "precisiones" de cada lucha.
Mientras que la CWO está cayendo en el fango de la práctica sindicalista de base, la BC nunca se ha librado de ella. Un artículo de Battaglia Comunista traducido en Workers' Voice no. 17 ("La intervención comunista en Italia"; por el estilo, suponemos que este artículo está escrito por BC, aunque no hay ninguna indicación de ello en WV) nos muestra de lo que son realmente capaces los "grupos de fábrica", y sólo podemos lamentar que este significativo artículo sea tan escaso en detalles. Después del nuevo "Decreto sobre los salarios" del gobierno de Craxi, "Nuestros compañeros tuvieron que trabajar mucho para conseguir simplemente que la primera asamblea en la estación Farini de Milán se pusiera en marcha. Sólo lo consiguieron reuniendo, junto con los delegados más combativos (de los cuales sólo uno era miembro del PCI (es decir, del PC italiano), las firmas de todos los trabajadores del sector del tráfico de mercancías". El artículo no aclara de dónde proceden estos "delegados": ¿de los sindicatos? ¿De los "comités de lucha" de las bases? Tampoco se explica por qué era necesario "recoger firmas" para convocar una asamblea general, a no ser, claro está, que se tratara de una asamblea convocada según las normas sindicales. En cualquier caso, el resultado de esta asamblea es: ¡una huelga de 24 horas! Tampoco en este caso queda claro cuál fue la actitud de Battaglia ante esta propuesta, absolutamente típica de los trucos utilizados por el sindicalismo de base para que los trabajadores se "desahoguen".
Peor aún, "La asamblea... decidió no fijar la fecha de la huelga de inmediato, ya que había noticias de que se estaban convocando asambleas en otras plantas y entre los trabajadores de Milán Central". Aquí, una vez más, no hay ninguna indicación de la posición de BC sobre esta maniobra clásica de los sindicalistas de base: al amparo de la "solidaridad", hacer que los trabajadores se queden en una actitud debilitante de "espera" para romper la dinámica hacia la extensión y la radicalización de la lucha.
¿Y qué sacan BC y CWO de este lamentable episodio? "Queda para nuestros compañeros la difícil tarea de clarificación y organización de la vanguardia más combativa surgida en esta lucha, con el objeto de evitar que sean reabsorbidos por las fuerzas del PCI y la mayoría (?? sic) de la CGIL". Ahí al menos, BC va a "asumir la responsabilidad que se tiene derecho a esperar de una fuerza dirigente seria". BC haría mejor en preguntarse cuál es el sentido de una actividad que consiste:
-- en trabajar con "delegados" y "miembros del PC italiano"
-- en elaborar peticiones para las asambleas generales
-- en apoyar (aparentemente) "acciones" típicamente sindicalistas como la huelga de 24 horas, la huelga en diferido, etc.
En lo que a nosotros respecta, la "estrategia correcta" de BC se reduce a caer de lleno en la trampa del sindicalismo radical.
Antes de concluir con la cuestión sindical, creemos necesario destacar una última "táctica" particularmente repulsiva que la CWO ha descubierto en el arsenal del sindicalismo de base: la denigración de las organizaciones revolucionarias. En Workers' Voice no. 17 ('La huelga de los mineros y la organización comunista') leemos que la CCI "defiende el esquirolaje y contribuye a la desmoralización", que "difundimos el derrotismo así como el aventurerismo", que "socavamos los intentos de la clase de golpear a los patrones bloqueando el transporte del carbón"; y, en conclusión, que la CCI "defiende, junto con Thatcher y la policía, el derecho al esquirolaje".
Especialmente en los últimos meses, nuestros militantes han sido sistemáticamente denunciados a la policía, o amenazados físicamente, por los matones del sindicato. En varias ocasiones, han podido escapar de las narices de los sindicatos únicamente gracias a la protección de los trabajadores. Los sindicatos nos acusan de "romper la unidad de los trabajadores", de ser "demoledores" o "provocadores", de estar "a sueldo de los fascistas" o de la CIA. Estamos acostumbrados a este tipo de calumnias por parte de los sindicatos y los izquierdistas. Ahora la CWO nos ha enseñado que podemos esperar oírlas también de los revolucionarios. Por nuestra parte, seguiremos agitando dentro del proletariado el principio de que sus asambleas, reuniones y comités de huelga deben estar abiertos a todos los trabajadores y organizaciones revolucionarias. Este es el único camino para el desarrollo de la conciencia política de la clase proletaria.
En otro artículo, analizaremos los deslizamientos del BC-CWO sobre el parlamentarismo y las luchas de liberación nacional.
Arnold
1 Para un balance de las Conferencias Internacionales de la Izquierda Comunista (celebradas entre 1977-1980) ver El sectarismo, una herencia de la contrarrevolución que hay que superar https://es.internationalism.org/revista-internacional/201003/2829/el-sectarismo-una-herencia-de-la-contrarrevolucion-que-hay-que-sup [18]
2 Para una explicación de nuestros principios de centralización y funcionamiento ver Estructura y Funcionamiento de la organización revolucionaria https://es.internationalism.org/revista-internacional/198302/2127/estructura-y-funcionamiento-de-la-organizacion-revolucionaria [19]
3 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/892/el-partido-y-sus-lazos-con-la-clase [20]
4 Para conocer nuestra posición sobre los sindicatos referimos los lectores a nuestro folleto LOS SINDICATOS CONTRA LA CLASE OBRERA que estamos publicando en una Serie en nuestra Web: https://es.internationalism.org/content/4575/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-i [21] , https://es.internationalism.org/content/4586/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-en-la-decadencia-capitalista-ii [22] , https://es.internationalism.org/content/4603/los-sindicatos-en-el-periodo-ascendente-del-capitalismo-iii [23] , https://es.internationalism.org/content/4620/los-sindicatos-organos-del-estado-capitalista-iv [24] , https://es.internationalism.org/content/4645/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-v-la-tactica-de-los-izquierdistas-para-hacerlos [25] , https://es.internationalism.org/content/4667/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-vi-contenido-y-formas-de-la-lucha-obrera-en-el [26] y https://es.internationalism.org/content/4706/la-intervencion-de-los-revolucionarios-frente-los-sindicatos-vii [27]
5 Sobre esta lucha ver Francia: Longwy y Denain nos marcan el camino https://es.internationalism.org/revista-internacional/200712/2129/francia-longwy-y-denain-nos-marcan-el-camino [28]
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En la primera parte de este artículo, queríamos demostrar que la formación del Buró Internacional del Partido Revolucionario por el PCInt (Battaglia Comunista) y la Communist Workers' Organisation, no tuvo nada positivo para el movimiento obrero[1]. Esto, no porque nos divirtamos jugando a los detractores, sino por dos razones:
- porque la práctica organizativa del BIPR no tiene una base sólida, como hemos visto durante las Conferencias Internacionales,
- porque BC / CWO están lejos de ser claros sobre las posiciones básicas del programa comunista -sobre la cuestión sindical en particular.
En esta segunda parte, volvemos a los mismos temas. Sobre la cuestión parlamentaria, veremos que el BIPR “resolvió” las diferencias entre BC y la CWO “olvidándolas”. Sobre la cuestión nacional, veremos cómo las confusiones de BC / CWO llevaron a una política de conciliación hacia el izquierdismo nacionalista de la UCM iraní[2].
Al igual que en la cuestión sindical, la plataforma BC de 1982 no representa ni un cambio ni una aclaración sobre la cuestión parlamentaria en comparación con la de 1952: BC simplemente tachó las partes más comprometedoras. En 1982, como en 1952, BC escribió: “Desde el Congreso de Livorno hasta hoy, el Partido nunca ha adoptado el abstencionismo frente a las campañas electorales como principio rector de su propia política, ya que nunca aceptó, ni aceptará hoy, la participación sistemática e indiferenciada. De acuerdo con su tradición de clase, el Partido decidirá cada vez el problema de su participación según el interés político de la lucha revolucionaria”. (Plataforma de BC, 1952 y 1982).
Pero donde en 1952 BC hablaba de “la táctica del Partido (participación en la campaña electoral con propaganda escrita y oral; presentación de candidaturas; intervención al seno de la asamblea)” (Plataforma de 1952), hoy, “dada la línea de desarrollo del régimen capitalista, el Partido reconoce que la tendencia es a que los comunistas tengan cada vez menos oportunidades de utilizar el parlamento como tribuna revolucionaria” (Plataforma de 1982). En el fondo, esta argumentación es tan profunda como el de cualquier partido burgués, que renuncia a presentarse a un escaño por temor a perder su respaldo financiero.
Por una vez, la CWO no está de acuerdo con su “organización hermana”:
“El parlamento es la hoja de parra detrás de la cual se esconde la dictadura de la burguesía. Los verdaderos órganos del poder están de hecho fuera del parlamento ... tanto que el parlamento ya ni siquiera es el consejo ejecutivo de la clase dominante, sino simplemente una sofisticada trampa para bobos ... (...) ... El concepto de elección electoral es hoy el mayor engaño que existe”. (Plataforma de la CWO)[3].
Quizá la CWO toma por incautos a BC. Pero que no hagan lo mismo con el resto del medio revolucionario, ni con la clase obrera en general. Aquí está el BIPR, el autoproclamado pináculo de la claridad programática y la voluntad militante, que contiene en sí dos posiciones que no solo son diferentes, sino perfectamente incompatibles, incluso antagónicas. Y, sin embargo, nunca hemos visto ni la sombra de un enfrentamiento entre estas posiciones.
Como ya pusimos de relieve en el primer artículo de esta Serie, la plataforma del BIPR resuelve la pregunta, no “minimizándola”, sino ... “olvidándola”. Quizás esa sea la “responsabilidad” que tenemos “derecho a esperar de una fuerza dirigente seria”.
Se nos podría decir que el parlamentarismo es un tema secundario. De hecho, es cierto que probablemente nunca tendremos el placer de escuchar los discursos parlamentarios de un “miembro honorable” de BC o de la CWO. Pero aceptar este tipo de argumento sería ignorar una cuestión fundamental. El principio abstencionista fue una de las posiciones centrales que distinguieron al ala izquierda del Partido Socialista Italiano en torno a Bordiga (que con razón se llamó la “Facción abstencionista”), de reformistas y oportunistas de todo tipo. BC hoy ni siquiera defiende esta posición inicial de Bordiga, sino la que adoptó dentro de la IC, “por disciplina” (es decir, abstención de táctica y no de principio).
En cuanto a la CWO, la ligereza con la que niega su propia declaración de que “ningún aspecto teórico debe quedar en la sombra tanto dentro de la misma organización como entre organizaciones” (Plataforma de la CWO) no hace sino confirmar que su posición sobre la cuestión parlamentaria (como en muchos otros casos) surgió de simples observaciones empíricas.
La posición antiparlamentaria debe surgir de una comprensión profunda de la decadencia del capitalismo y sus implicaciones para el modo de organización del Estado burgués -el capitalismo de Estado. No comprender la cuestión parlamentaria es ser incapaz de comprender las maniobras políticas de las distintas fracciones de la burguesía. Para ellos, el poder parlamentario se ha convertido en un problema perfectamente secundario, frente a las necesidades de mistificación y control social. No es de extrañar, entonces, que la CWO siempre haya admitido ser “incapaz de comprender” nuestros análisis de la “izquierda en la oposición”[4].
Pero el hecho de no comprender las implicaciones de la decadencia capitalista y, por tanto, las bases materiales de sus propias posiciones, no excusa la práctica de la CWO en la cuestión parlamentaria. En un artículo aparecido en Workers Voice n° 19 en noviembre de 1984 (“Elecciones capitalistas y comunismo”), la CWO logró la extraordinaria hazaña de publicar un largo artículo sobre el parlamentarismo, citando las posiciones de la Fracción abstencionista (es decir, la izquierda revolucionaria organizado alrededor de Bordiga) del Partido Socialista Italiano, sin decir una palabra sobre las posiciones de la “organización hermana”, Battaglia Comunista. Esta práctica, que consiste en “olvidar” u ocultar diferencias de principio en aras de una unidad de fachada, tiene un nombre en el movimiento obrero: es el oportunismo.
Ya hemos visto que, para el BIPR, la diferencia entre “estrategia” y “táctica” es la misma que entre la puerta cerrada y la ventana abierta. La plataforma del BIPR comienza cerrando la puerta a los movimientos de liberación nacional: “La era de la liberación nacional, como hechos progresivos en la historia, en relación con el mundo del capitalismo, hace mucho que terminó definitivamente. Por lo tanto, debemos rechazar de manera inequívoca todas las tesis que, considerando que el problema nacional aún surge en ciertas regiones del mundo, subordinar los principios, la estrategia y la táctica del proletariado a una política de alianza con la burguesía nacional, o peor con bloques imperialistas rivales” (Revue Communiste n° 1, p. 7, abril de 1984). Inmediatamente abre la ventana a la conciliación en la práctica con el izquierdismo: “Independientemente de la posible reivindicación de ciertas libertades elementales en la agitación política revolucionaria, la táctica del Partido Comunista se orientará hacia la destrucción del Estado para la instauración de la dictadura del proletariado” (ibid., p.8, énfasis añadido).
Esta ambigüedad no nos sorprende, ya que BC en particular nunca ha podido llevar a cabo hasta el final su crítica a la posición de la IC sobre la cuestión nacional. En sus discursos en la 2ª Conferencia Internacional (noviembre de 1978), BC habla “de la necesidad de denunciar el carácter de las llamadas luchas de liberación nacional, como soportes de una política imperialista”, pero inmediatamente prosigue: “si el movimiento nacional no plantea el problema de la revolución comunista, es necesaria e inevitablemente víctima de la dominación imperialista” (2ª Conferencia, vol. 2, p. 62). Con ese pequeño “si”, BC se detiene a mitad de camino. Este “si” refleja la incapacidad de BC para comprender que el “movimiento nacional” nunca podrá plantear “el problema de la revolución comunista”. Sólo la lucha proletaria independiente, en el campo de la defensa de los intereses de clase, puede plantear este problema. Mientras el proletariado luche en el terreno nacional, está condenado al fracaso, ya que, en el período del capitalismo decadente, todas las fracciones de la burguesía están unidas contra la clase obrera, incluidas las que se dicen “antiimperialistas”. Y tan pronto como el proletariado lucha en su terreno, se enfrenta al nacionalismo de la burguesía.
Sólo en su terreno, de la lucha de clases internacional y, por tanto, antinacional, el proletariado puede orientar las luchas de las masas pobres de los países subdesarrollados. Y si el resultado de la lucha de la clase obrera en estos países estará efectivamente determinado por la del corazón industrial del capital[5], esto no le resta responsabilidad como fracción del proletariado mundial, y por tanto de los revolucionarios dentro de esa fracción. Porque BC no entendió esto, porque fue incapaz de llevar hasta el final su crítica a las posiciones de la IC, termina afirmando que es necesario “elevar los movimientos de liberación nacional a la revolución proletaria” (2ª Conferencia, vol. 2, p.62. noviembre 78), que hace falta “trabajar en la dirección de la ruptura de clase en el movimiento y no juzgándolo desde fuera. Esta ruptura, ahora, significa la creación de un polo de referencia en relación con el movimiento” (ibid. p. 63, énfasis añadido). No es de extrañar cuando la UCM afirme: “Rechazamos la idea de que los movimientos (de liberación, nacional, nota del editor) son incapaces de atacar al capitalismo de manera revolucionaria. Decimos que estos movimientos han fracasado porque la burguesía tenía la dirección ... es posible que los comunistas tomen la dirección” (4ª Conferencia, septiembre de 1982, p. 19), añaden: “Estamos de acuerdo con la forma de BC de plantear la cuestión”.
Sin duda es el deseo de “crear un polo de referencia en relación con el movimiento” lo que llevó a BC y a la CWO a invitar a la UCM a la misma Conferencia de Izquierda Comunista. En cuanto a la naturaleza de la UCM, poco tendríamos que añadir a la denuncia del Partido Comunista de Irán (formado por la UCM y Komala) en Revue Communiste n ° 1. Este artículo nos muestra “que el Partido Comunista de Irán tiene las mismas concepciones capitalistas de Estado que la izquierda europea” y que “no tiene de comunista más que el nombre”. Pero que el BIPR escribiera estas palabras en 1984 nos hace pensar en el amante que se da cuenta de que su amada es una monja ... cuando se escapa con el párroco. El BIPR quiere hacernos creer que este Programa data de 1983, y no existía “cuando estábamos discutiendo con ellos” (la UCM); es decir, antes de que la UCM aceptara el Programa del Partido Comunista de Irán (ibid.). Nada es menos cierto. El Programa se publicó en inglés en mayo de 1982, y una “nota” agregada por Komala muestra que las dos organizaciones mantuvieron discusiones de fusión desde 1981. Cinco meses después, la UCM, que se reivindica explícitamente del “Programa PC de Irán”, es “seriamente seleccionado” para “iniciar el proceso de clarificación de las tareas del partido” (4ª Conferencia). Además, ¡con qué amabilidad, con qué prudencia, con qué “comprensión” BC y CWO responden a la UCM!
“Estamos en general de acuerdo con la intervención del SUCM (sobre las" revoluciones democráticas burguesas ", nota del editor)” (BC). “El programa de la UCM parece ser el de la dictadura proletaria” (nuevamente BC). “El término ‘revolución democrática’ se presta a confusión” (CWO); “Creemos que es una idea (la 'revolución ininterrumpida') que se ha pasado” (BC). Incluso en 1984, el BIPR aún no está todavía preparado para denunciar al PC de Irán como lo que es: una fracción ultra radical de la burguesía nacionalista. No, para el BIPR, “el Partido Comunista de Irán y los elementos que gravitan en su órbita” siguen siendo “interlocutores”, mientras que la participación en la guerra imperialista es sólo “los graves errores prácticos a los que puede conducir una línea política carente de coherencia sobre el plan histórico.” (Revista Comunista n° 2).
BC y la CWO harían mejor en reapropiarse en la práctica, y no de manera platónica, las palabras de Lenin: “Quien en el momento actual habla sólo de ‘dictadura democrático-revolucionaria del proletariado y el campesinado’ va a la zaga de la vida, se ha pasado prácticamente, en virtud de ello, a la pequeña burguesía y está en contra de la lucha de clases proletaria…” (Tesis de abril); “Hoy, todo el mundo, a excepción de los que tienen pereza de hacerlo, jura profesar el internacionalismo; hasta los chovinistas, hasta los señores Plejánov y Potrésov, hasta Kerenski, se llaman internacionalistas. Por eso, urge que el partido proletario, cumpliendo con su deber, oponga con toda claridad, con toda precisión y con toda nitidez al internacionalismo palabrero el internacionalismo efectivo.”. (Lenin: Las tareas del proletariado en Nuestra Revolución).
Hasta aquí es donde llega el deseo de BC y la CWO de estar "en conexión con el movimiento": realizar "Conferencias" con una organización burguesa que participa en la guerra imperialista. En vínculo con el movimiento, pero ¿qué movimiento?
La actitud, el comportamiento práctico del CWO y BC, y ahora del BIPR, no son nuevos para el movimiento obrero. Es el del “centro” el que vacila entre los socialchovinistas y los verdaderos internacionalistas ... El “centro” está a favor de la “unidad”, el centro es el adversario de la “escisión” (lo que la CWO “segunda serie”[6] hoy llama a nuestro “sectarismo” hacia la UCM); “El ‘centro’ es el reino de las frases pequeñoburguesas bordada de buenas intenciones (y ¡con resonancia “ultra marxista”! Nota del editor), el internacionalismo de palabra, el oportunismo pusilánime y la complacencia ante los socialchovinistas de hecho” (Lenin, op cit). Si hoy el izquierdismo de todo tipo, con la boca llena de internacionalismo “de palabra”, ha reemplazado al socialchovinismo abierto, el comportamiento centrista denunciado por Lenin sigue siendo el mismo.
Si BC y la CWO tienen tanta dificultad para “oponer el internacionalismo en acción al internacionalismo en palabras”, es también porque están seriamente debilitados por su visión inverosímil del surgimiento de grupos revolucionarios, en particular en los países subdesarrollados. Así, en el RP 21 de 1984 (“La situación en Irán y las tareas de los comunistas”), la CWO nos explica que sólo hay tres posibilidades para “el desarrollo de una clarificación política”:
"1) La formación de una vanguardia comunista es irrelevante en estas regiones ya que sus proletarios son irrelevantes para la revolución. Rechazamos esta concepción por rayar en el chovinismo ... (...) ...
2) ... un partido comunista emergerá espontáneamente de la lucha de clases en estas regiones. Es decir, sin contacto orgánico con la izquierda comunista ... el proletariado creará directamente una vanguardia que formulará una visión global del comunismo a partir de su propia existencia. Tal visión es una locura espontaneísta ...
3) ... algunas corrientes e individuos comienzan a cuestionar las bases del izquierdismo y comienzan a criticar sus propias posiciones” …
La primera “posibilidad” es la llamada posición de la CCI, que permite a la CWO denunciarnos por “eurochauvinismo”. Una vez más, la CWO domina la polémica de la calumnia velada: no se cita ninguno de nuestros textos para apoyar esta ridícula acusación, y las supuestas palabras de uno de nuestros militantes (citadas en el mismo artículo) deben haber sido recogidas un día en que la CWO se olvidó de lavarse las orejas. Nos basta con recordar aquí que, si desde hace diez años realizamos un trabajo de contacto y discusión en América Latina, Australia, India, Japón y los países del Este, no es ciertamente porque consideremos a “los proletarios de estos países” como “poco importantes para la revolución”.
La segunda posición es igualmente considerada como nuestra. Primero digamos que esta visión del partido que surge a nivel nacional, y no internacional desde el principio, no es la de la CCI sino la de BC (¡la contradicción nunca ha molestado a la CWO!). Pero, además, es obvio que el surgimiento de grupos basados en posiciones de clase solo puede ser fruto de una feroz lucha contra la ideología dominante, más en los países subdesarrollados donde los militantes deben enfrentar todo el peso del nacionalismo imperante, y de la propia situación minoritaria del proletariado. La supervivencia de estos grupos depende, por tanto, de su capacidad para llevar las lecciones de la lucha obrera contra “su” burguesía que se dice “antiimperialista” a nivel teórico y militante, forjando vínculos con las organizaciones políticas más avanzadas del proletariado mundial, en el corazón del mundo capitalista en Europa.
La tercera posición -la del BIPR- se reduce a esto: buscar el surgimiento de grupos proletarios dentro de la propia clase enemiga, entre organizaciones de izquierda cuya función es precisamente engañar y masacrar a la clase obrera, en nombre del mismo “socialismo”. El BIPR demuestra así que no entiende nada del movimiento dialéctico de los grupos políticos. Si las organizaciones proletarias están constantemente bajo la influencia de la ideología dominante, que eventualmente puede corromperlas hasta tal punto que pasan al campo de la burguesía, lo contrario no es cierto. Las organizaciones burguesas, por el solo hecho de pertenecer a la clase dominante, no están sometidas a ninguna “presión ideológica” del proletariado y nunca hemos visto una organización de izquierda pasar como tal al lado de la clase obrera.
Además, las perspectivas del BIPR se basan en un supuesto falso: que estos grupos (como la UCM) del movimiento maoísta surgen de forma aislada, cada uno en su propio país. La realidad es bastante diferente y demuestra la ingenuidad del BIPR. De hecho, estos grupos viven tanto en los países de emigración como en su país de “origen”, especialmente en círculos de exiliados muy fuertemente infiltrados por el izquierdismo “europeo” clásico. Una lectura rápida de su prensa revela, por ejemplo, “Bolshevik Message” (de la UCM) que publica una carta de saludo del viejo “El Oumami”[7] en el que el grupo maoísta “Proletarian Enancipation” (de la India) que publica -sin una palabra de crítica- el “Programa del Partido Comunista de Irán”. El combate que estamos librando contra estas organizaciones es la misma que libramos contra el izquierdismo en los países desarrollados y ... muy mal para el “eurochovinismo”.
Es cierto que las organizaciones que han surgido de la clase obrera en Europa, donde la clase es la más experimentada organizativa y políticamente, tienen una enorme responsabilidad hacia los grupos proletarios de los países subdesarrollados, que muchas veces luchan en dolorosas condiciones de represión física y de presión de la ideología nacionalista imperante. Pero no es evadiendo la separación de clase entre izquierdismo y comunismo que la cumplirá; un brillante ejemplo de este tipo de evasión proviene de la publicación de lado a lado (en “Proletarian Emancipation”) de un artículo de la CWO sobre la conciencia de clase, y del “Programa del PC de Irán”.
No estamos en contra de la reagrupación de los revolucionarios: el trabajo que venimos realizando desde el nacimiento de la CCI está ahí para demostrarlo. Pero nos oponemos a los reagrupamientos superficiales que pasan por el oportunismo hacia sus propios desacuerdos, y por el centrismo y la conciliación hacia posiciones burguesas. La historia del “Programma Communista” ha demostrado que tales reagrupamientos terminan inevitablemente perdiendo, y no ganando fuerzas en el campo proletario. Es por eso que pedimos a BC y a la CWO que examinen críticamente sus posiciones y su práctica actuales para que puedan contribuir realmente al trabajo que debe conducir al Partido Mundial del Proletariado.
Arnold
[1] Ver https://es.internationalism.org/content/4748/la-constitucion-del-bipr-un-bluf-oportunista-1 [31]
[2] No es el propósito de este artículo demostrar en detalle la naturaleza burguesa de la “Unity of Communist Militants” o sus grupos simpatizantes en el exterior (SUCM). (Véanse nuestros artículos en WR n° 57 y 60). Baste decir que el programa inicial de la UCM es esencialmente el mismo que el del PC de Irán (que “sólo tiene de comunista el nombre” según el BIPR), y que Komala -con quien la UCM publicó el programa del PC de Irán en mayo de 1982- es una organización maoísta, un aliado militar del Partido Democrático Kurdo, y cuyos campos de entrenamiento están ubicados en Irak. La UCM y Komala son por tanto participantes directos en la guerra imperialista Irán / Irak
[3] Por cierto, compartimos plenamente esta visión del parlamento burgués “democrático”.
[4] Sin entrar en detalles, nuestro análisis de “La izquierda en la oposición” se basa:
- sobre el hecho de que, en el capitalismo decadente, ya no hay una “fracción progresista” de la burguesía -cualesquiera que sean sus disputas internas, toda la clase dominante está unida contra la clase obrera (ver Notas sobre la consciencia de la burguesía decadente https://es.internationalism.org/revista-internacional/201712/4264/notas-sobre-la-consciencia-de-la-burguesia-decadente [32] y Maquiavelismo, consciencia y unidad de la burguesía https://es.internationalism.org/revista-internacional/201710/4239/maquiavelismo-consciencia-y-unidad-de-la-burguesia [33] );
- sobre el hecho de que, dentro del aparato estatal capitalista, la función esencial de sus fracciones de izquierda es desviar la lucha proletaria.
Sobre esta base, consideramos que la burguesía, desde el inicio de la segunda ola de lucha de clases en 1978, ha adoptado conscientemente la política de mantener a sus partidos de izquierda en la oposición, para evitar que sean desacreditados ante los ojos de los trabajadores por la austeridad que estarían obligados a aplicar al gobernar.
[5] Ver El proletariado de Europa Occidental en una posición central de la generalización de la lucha de clases https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/855/el-proletariado-de-europa-occidental-en-una-posicion-central-de-la- [34]
[6] En “Revolutionary Perspectives” n° 20, la CWO está tan inflada por su “método más dialéctico ... que ve los acontecimientos en su contexto histórico, en tanto que proceso lleno de contradicciones, y no de una manera abstracta, formal”, que decidieron llamar a la revista “Revolutionary Perspectives”. Segunda Serie. Con RP 21, la mención “Segunda Serie” ya ha desaparecido de la revista, aparentemente, la dialéctica se ha esfumado en la CWO
[7] “El-Oumami”, anteriormente órgano de Programme Communiste, fue fundado en posiciones francamente árabe nacionalistas después de una escisión del PCI en Francia
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[1] https://es.internationalism.org/en/tag/21/506/construccion-de-la-organizacion-revolucionaria
[2] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/izquierda-comunista
[3] https://es.internationalism.org/en/tag/desarrollo-de-la-conciencia-y-la-organizacion-proletaria/corriente-comunista-internacional
[4] https://es.internationalism.org/files/es/debate_oportunismo_y_centrismo_en_la_clase_obrera_y_sus_organizaciones.pdf
[5] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200808/2326/critica-de-lenin-filosofo-de-pannekoek-2-parte
[6] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200401/1875/el-nacimiento-del-bolchevismo-i-1903-1904
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[8] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/172/el-nacimiento-del-bolchevismo-iii-la-polemica-entre-lenin-y-rosa-lu
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[10] https://es.internationalism.org/en/tag/series/lucha-contra-el-oportunismo
[11] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200808/2321/lucha-de-clases-en-la-europa-del-este-1920-1970
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[18] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201003/2829/el-sectarismo-una-herencia-de-la-contrarrevolucion-que-hay-que-sup
[19] https://es.internationalism.org/revista-internacional/198302/2127/estructura-y-funcionamiento-de-la-organizacion-revolucionaria
[20] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/892/el-partido-y-sus-lazos-con-la-clase
[21] https://es.internationalism.org/content/4575/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-i
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[23] https://es.internationalism.org/content/4603/los-sindicatos-en-el-periodo-ascendente-del-capitalismo-iii
[24] https://es.internationalism.org/content/4620/los-sindicatos-organos-del-estado-capitalista-iv
[25] https://es.internationalism.org/content/4645/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-v-la-tactica-de-los-izquierdistas-para-hacerlos
[26] https://es.internationalism.org/content/4667/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-vi-contenido-y-formas-de-la-lucha-obrera-en-el
[27] https://es.internationalism.org/content/4706/la-intervencion-de-los-revolucionarios-frente-los-sindicatos-vii
[28] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200712/2129/francia-longwy-y-denain-nos-marcan-el-camino
[29] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/tendencia-comunista-internacionalista-antes-bipr
[30] https://es.internationalism.org/files/es/la_constitucion_del_bipr_bluf_oportunista_2aparte.pdf
[31] https://es.internationalism.org/content/4748/la-constitucion-del-bipr-un-bluf-oportunista-1
[32] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201712/4264/notas-sobre-la-consciencia-de-la-burguesia-decadente
[33] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201710/4239/maquiavelismo-consciencia-y-unidad-de-la-burguesia
[34] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/855/el-proletariado-de-europa-occidental-en-una-posicion-central-de-la-