Los epígonos del consejismo (I): Spartacusbond obsesionado por los fantasmas del bolchevismo

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El “Spartacusbond”, grupo holandés de la tradición del Comunismo de Consejos, ha publicado recientemente dos números de un “Boletín de Discusión  Internacional” en ingles. Es ciertamente estimulante que el “Spartacusbond” haga sus ideas más accesibles para quienes no puedan leer el holandés y que están interesados en participar activamente en discusiones y debates internacionales.

Los dos números del Boletín  de Discusión Internacional de Spartacusbond han sido dedicados a una crítica de nuestra Corriente Internacional (CCI):  el primero es una respuesta a un articulo sobre el reagrupamiento internacional aparecido en Internationalism  N° 5 (USA); el segundo aplaude el alejamiento de “Worker´s Voice” de nuestra corriente  y critica un artículo sobre el KAPD aparecido en Revolution Internationale N° 6 e Internationalism N° 5

 EL artículo de Internationalism N° 5 sobre la conferencia Internacional de 1974, hace hincapié en la necesidad de un reagrupamiento de los revolucionarios en este periodo de lucha creciente de la clase obrera. En el pasado, cincuenta años de contrarrevolución , la derrota de los esfuerzos revolucionarios de la clase obrera, la movilización para la guerra mundial y el letargo debido  a los años de la reconstrucción, han hecho sentir sus efectos en los grupos revolucionarios que trataron de mantener viva la llama de la teoría revolucionaria  como una contribución  a las luchas futuras. La inevitable consecuencia de este largo periodo de derrotas y caos fue la pulverización y aislamiento de los grupos revolucionarios. Pero una necesidad no es una virtud. La fragmentación, el aislamiento de los revolucionarios, a nivel internacional son inevitables en la derrota, pero hoy, cuando la perspectiva de la revolución  resurge en las luchas de la clase obrera en el mundo entero, este aislamiento de los  revolucionarios deja de ser inevitable. Al contrario, nuestro nuevo periodo de lucha de clases ha reanimado –y reanimará- la consciencia de la clase obrera que se ha manifestado ya con la aparición de grupos y círculos revolucionarios en el mundo entero.

             El propósito del artículo de Internationalism fue el de poner en claro la idea de que:

  • los grupos revolucionarios deben hacer  el esfuerzo de entender y defender los principios de una orientación revolucionaria hoy en día; ellos deben basar sus actividades sobre posiciones  de clase claras y definidas.
  • Que esto puede ser factible solamente entendiendo la dinámica histórica de la lucha de clases hoy en día y las lecciones de las luchas de los obreros en el pasado por la discusión y la confrontación internacional de las ideas.
  • La discusión internacional debe situarse en el marco de una eventual unificación de nuestros esfuerzos, si un acuerdo sobre los principios fundamentales es alcanzado, para poder contribuir al desarrollo de la consciencia de la clase en el seno del proletariado, mediante la participación  activa en las luchas de la clase.

Pero allí donde escribimos “reagrupamiento de los revolucionarios” el Spartacusbond ve solamente al partido bolchevique mostrando su cabeza una vez más. “Nos preguntamos si los grupos presentes en la conferencia internacional querían realmente formar un partido bolchevique” (Boletín N° 1, pág. ). Para Spartacusbond, aparentemente toda organización es un partido, y todo partido es bolchevique. Este silogismo encierra en efecto una condena a todo trabajo revolucionario hoy... por temor que los demonios del pasado no hayan sido exorcizados.

En primer lugar, es sorprendente que Spartacusbond considere necesario preguntarnos si estamos tomando o no el camino de un partido bolchevique.  Si ellos han leído nuestra prensa, seguramente se deben haber dado cuenta de que la plataforma política sobre la cual está fundamentada nuestra actividad en varios países, es clara e inequívoca sobre el rechazo a la concepción Bolchevique del partido, tanto en las relaciones partido-clase  como en su estructura interna. Una de las premisas de base para cualquier  trabajo revolucionario  hoy en día es el rechazo de la concepción Bolchevique sobre el partido; sin esta base, ningún progreso es posible en la discusión. Desde sus comienzos, nuestra corriente ha defendido la idea  de que:

I. la concepción leninista de la conciencia de clase, según la cual esta procede  ”del exterior”, de los elementos “intelectuales”, es completamente falsa. No puede haber separación entre el ser y la consciencia, entre el proletariado como clase económica y su tarea histórica de realizar el socialismo, entre la clase y sus luchas. Las organizaciones políticas de los revolucionarios  son una manifestación del desarrollo de la consciencia en la clase; ellas son una emanación de la clase obrera.

La consciencia no está circunscrita al partido, ella existe en el conjunto de la clase aunque no se manifieste de manera homogénea o simultánea. La tarea de aquellos que han logrado alcanzar la consciencia más rápidamente es la de organizarse para contribuir a la generalización de la consciencia en el conjunto de la clase. El partido no es el depositario exclusivo de la conciencia tal como la concepción ultra-leninista de los bordiguistas lo afirma; es simplemente una intervención organizada que tiende hacia una mayor claridad y una mayor coherencia de las perspectivas de clase, para contribuir así activamente al proceso  de desarrollo de la consciencia en la clase. El partido no es de ninguna manera un ente absoluto y eterno sino un esfuerzo constante para fortalecer la consciencia del proletariado.

II. La concepción leninista, compartida por casi todos los revolucionarios en uno u otro grado en el comienzo de la gran oleada  revolucionaria de 1917-23, según la cual el partido debía tomar el poder “en nombre de la clase”, debe ser rechazada. La experiencia histórica de la revolución rusa muestra que esta concepción  no conduce más que a un capitalismo de estado, nunca al socialismo.

La clase obrera  EN SU CONJUNTO es el sujeto de la revolución y ninguna minoría de la clase o procedente del exterior –por muy esclarecida que sea o piense que sea- puede “traer” el  socialismo. El socialismo es solamente posible a través de una actividad organizada y consciente propia del proletariado, que aprende por su práctica y su lucha.

El rol del partido no es de ninguna manera el de ejercer el poder por encima de los obreros, ni el de asumir el poder del estado. El rol del partido  es el de contribuir al desarrollo de la consciencia de la clase, a la comprensión de los intereses generales y del objetivo histórico de la lucha. Los consejos obreros son los instrumentos de la dictadura del proletariado y no el partido.

III. Con Marx, rechazando la noción anarquista de “federalismo” en la organización revolucionaria, nuestra  corriente sostiene que la centralización  internacional de las organizaciones revolucionarias no implica de ninguna manera el rechazo de la democracia en el marco de los principios políticos del grupo. Un grupo político no es un monolito como el modelo estalinista y no puede serlo puesto que el debe expresar los debates y discusiones reales del  movimiento obrero. Los militantes no tienen simplemente el “derecho”, ellos tienen el deber de expresar y clarificar todas las divergencia libremente en la organización, dentro del marco de los principios políticos. Los Bolcheviques construyeron el partido como un aparato cuasi-militar por que: se consideraba que el objetivo era la toma del poder por el partido. Esto no es la meta del partido proletario y por consiguiente su estructura interna debe ajustarse a las necesidades de clarificación  política para las cuales ha sido creado en el seno de la clase.

Tales han sido y son, en resumen, los principios sobre los cuales todos los grupos de nuestra corriente están basados. Preguntándose si no vamos a convertirnos en otro partido Bolchevique, nuestra Spartacusbond que aunque conoce nuestras posiciones, presienten que algún “destino fatal” nos transformará en lo contrario de lo que hoy somos, porque a pesar de todo lo que nosotros digamos o hagamos, Spartacusbond ve  en nosotros el estigma  invisible de la muerte. Solamente podemos decir que Spartacusbond no tiene el monopolio de una oposición  sincera a la concepción leninista del partido; ni que tampoco todos los que rechacen esta concepción leninista del partido tienen que terminar compartiendo las ideas de Spartacusbond.

El verdadero problema consiste en que nuestra corriente constituye una organización internacional. No un partido, porque un partido solo puede formarse en un periodo de luchas de clases intensas y generalizadas. Pero nosotros sin embargo, construimos las bases políticas y organizativas para un reagrupamiento internacional. He ahí el hito. En su rechazo a la concepción leninista de la organización, Spartacusbond rechaza también TODAS las formas de organización internacional. “Combatimos toda idea acerca de la necesidad de un partido en la lucha de clases” (Boletín N° 2, pág. 3) y también: “Su presentación (la de la CCI) disipa la diferencia y la oposición entre partido y clase” (Boletín N° 1, pág. 1). Los leninistas ven el partido como exterior  a la clase y por sobre ella, y Spartacusbond admite esta definición como inevitable y justa, y por consiguiente rechazan todo partido. El razonamiento es el mismo, solo las conclusiones cambian.  

A través de toda la historia del movimiento obrero, se han formado organizaciones políticas en su seno, agrupando a aquellos individuos que defienden una orientación dada en la lucha de clase. Desde  Babeuf,  pasando por las sociedades secretas, la Liga de los Comunistas y la Primera Internacional, los primeros años del movimiento obrero transcurrieron en un torrente de actividad y de debates políticos. Gradualmente, a través de la experiencia alcanzada, la perspectiva y el papel de esas organizaciones fueron confrontados con la realidad y muchos aspectos clarificados o rechazados. Las sectas de conspiradores, las concepciones golpistas, son abandonadas,  y el papel del partido como contribución  al desarrollo de la consciencia de clase se clarifica  mediante las lecciones positivas y negativas tanto de la segunda como de la tercera Internacional. Durante este periodo, los marxistas y Marx mismo combatieron  las negativas de los Proudhonianos de organizarse políticamente así como también la resistencia opuesta por los anarquistas a la centralización, poniendo el acento sobre la necesidad para los revolucionarios de alcanzar una idea clara acerca de los “objetivos finales de la lucha y de los medios para obtenerlos”.

Es inútil argumentar que el desarrollo de la conciencia en la clase obrera no se expresa por sí sola en el desarrollo y unificación de los grupos revolucionarios. El Spartacusbond no toma en consideración esto. Ellos simplemente sostienen que AHORA estas clases de organizaciones no son meramente inútiles sino que también se han transformado en un verdadero obstáculo para el movimiento de la clase trabajadora. ¿Por qué? ¿Tiene el desarrollo de la  conciencia de la clase una importancia tan esencial par la lucha proletaria, milagrosamente devenida en un proceso homogéneo y automático de la clase? ¿No hay más necesidad de elementos que miren estas cosas más claramente desde una perspectiva más avanzada para trabajar juntos en la diseminación de sus análisis y perspectivas?. Claramente  la respuesta a ambas preguntas es no. Hasta el Spartacusbond reconoce esto: “No hay duda que aquellos que advierten esto (dentro de la necesidad de propagar sus experiencias en cada campo de la lucha. Pero apenas intenten iniciar un partido, una agrupación internacional, que se considere que vaya a ser  el líder de la clase, reincidirán en ideas y modelos organizativos del pasado” (Boletín N° 2, pág. 3).

Esta es claramente una contradicción. Sí aquellos que lo vislumbran van a querer, inevitablemente, organizar y propagar sus criterios, ¿estarán ellos haciendo una contribución positiva o no  a las luchas?. La respuesta parece ser que si ellos son simplemente un grupo aislado, ellos pueden decir lo que tengan que decir sin ningún miedo. Pero o si es que tratan de hacer su impacto más amplio y efectivo mediante la formación de una organización internacional, entonces de acuerdo al Spartacusbond ellos serán un obstáculo para la clase. Como grupos son ineficientes, aislados e indefinidos, el Spartacusbond está preparado a darles su sello de aprobación. Pero una vez que ellos tiendan hacia una coherencia política y organizativa, serán considerados nefastos. Nos permitimos entonces preguntar, por qué el spartacusbond existe?. ¿Para organizarse ellos con el fin de decir a otros que no lo hagan? ¿Un grupo anti-grupo?. Para el Spartacusbond una vez que un grupo trata de ejercer cualquier influencia   en favor de sus ideas, convertirá inevitablemente a sus  miembros en “líderes” (Esto es siguiendo el modelo Bolchevique). Si seguimos esta lógica nuestra única esperanza es autocondenarnos a la impotencia.

El Spartacusbond pretende reclamarse de la tradición comunista de los Consejos de Holanda. ¿Tenemos necesidad de recordarles que los comunistas de consejos con Gorter a la cabeza, trataron de formar una Cuarta Internacional en los años veinte?. ¿Significa esto que Gorter se convirtió en el discípulo holandés de Lenin? Un Bolchevique inconsciente?. Un esfuerzo similar fue el hecho por el grupo comunista de consejos holandés (después de la ruptura con Spartacusbond) en 1947. Este grupo animó  la iniciativa de los comunistas de consejos belgas que hicieron un llamado para una conferencia internacional y el grupo holandés participó activamente en esta conferencia de los diferentes grupos de la izquierda comunista, que se realizó en 1948. ¿No está allí la verdadera tradición de los comunistas de consejo, muy contraria a lo no participación y a la condenación por Spartacusbond de los reagrupamientos internacionales de hoy?.

Pero, sin embargo, el debate se hace más profundo: ¿Cuál es el papel de los revolucionarios?. Es simplemente “propagar  sus experiencias” actuales en tanto que individuos como se desprende de las frase citaba más arriba, o ¿es el de destilar la experiencia de todas las luchas de la clase obrera en la historia, de enriquecer las luchas del presente mediante las lecciones del pasado?. Para el Spartacusbond, el pasado es barrido por la escoba anti-leninista. La revolución  rusa fue simplemente una revolución burguesa y los Bolcheviques un partido capitalista de Estado “por esencia” desde sus  comienzos. Las  concepciones erróneas de los Bolcheviques fueron tomadas de elementos  de la Social Democracia. Por consiguiente, la II Internacional, por otro tanto, debe ser rechazada. Concluimos así con una mescolanza, con una aproximación incoherente, moralista de la historia. ¿Por qué entonces tomarse la molestia de analizar las luchas pasadas y las derrotas cuando es mucho más simple  desconocer su existencia?.

La revolución rusa, según Spartacusbond, fue una revolución burguesa. Pero en el “Oeste” (Europa Occidental) la revolución estaba al orden del día a causa de los cambios objetivos del sistema capitalista (el periodo de decadencia, el comienzo del ciclo  crisis-guerra-reconstrucción) y esto hizo  surgir los levantamientos revolucionarios en Alemania y en otras partes. El Spartacusbond comprende  que un nuevo periodo de lucha, de lucha revolucionaria, ha comenzado en esta época, porque el sostiene correctamente que los sindicatos han dejado de ser en esta época, las organizaciones adecuadas para la lucha de la clase obrera. Nos  encontramos entonces con la contradicción absurda de que el capitalismo está maduro para la revolución proletaria en “Europa Occidental”, pero no en Rusia, donde la burguesía como clase histórica es todavía capaz de avanzar hacia la revolución burguesa. El capitalismo deja de ser así un sistema que domina al mundo y deviene en una cuestión de regiones  geográficas: aquí la revolución proletaria está al orden del día, allá, la burguesía comienza su tarea. ¿Aquí, los obreros  intentan tomar el poder, mientras que allá, sus camaradas obreros combaten el “feudalismo” ruso?. ¡Y los obreros de Europa Occidental que están impulsando las luchas contra el orden burgués son, al mismo tiempo, tan poco conscientes que se unen a la tercera Internacional y toman la revolución “burguesa”en Rusia por la vanguardia de su propia revolución. Esta es una lógica completamente incoherente, una visión de Alicia en el país de las maravillas de la historia. O el programa  revolucionario socialista es una posibilidad mundial o él es simplemente una aventura utópica de la Europa Occidental. ¿Cómo Spartacusbond explica la existencia de consejos obreros, organización de la clase para el asalto revolucionario contra el orden capitalista, en el seno de una revolución “burguesa” en Rusia?. Los abandonaremos a las contorsiones teóricas de una argumentación ilógica. Pero la revolución rusa permanecerá como un libro cerrado para aquellos que estén obsesionados por la derrota, de tal suerte que ellos simplemente negarán todo carácter proletario de la experiencia rusa. Esto conduce inevitablemente al rechazo de toda raíz proletaria de la Tercera Internacional. La historia se transforma así en un enigma donde cada quien gira en círculos haciendo cosas incomprensibles. Para el Spartacusbond, toda lección del pasado es inútil, puesto que la más importante de la lucha de los obreros es “burguesa”; la historia proletaria se transforma así en un inmenso vacío.

Es comprensible que el Spartacusbond vea la contribución de los revolucionarios como simplemente la propagación de “sus experiencias” de manera inmediatista y sin dimensión histórica. Ellos tienen una dificultad deplorable para contactar con el pasado tal como el fue. En el artículo sobre el KAPD aparecido en Internationalism N° 5, Hembe cita la intervención de Jan Appel (Hempel) en el 3er. Congreso de la Tercera Internacional, para mostrar que el KAPD no era antipartido como lo fueron más tarde algunos comunistas de consejos. El KAPD se oponía a la toma del poder del Estado por el partido “en el nombre de la clase”. Pero no rechazaba al partido como contribución necesaria a la consciencia de clase.

“El proletariado necesita un partido fuertemente formado. Cada comunista debe ser individualmente un comunista irrecusable....y debe poder ser un dirigente en su medio. En sus relaciones, en las luchas donde el esté comprometido, él debe ser consistente y lo que le permite a él actuar así es  su programa. El actúa de acuerdo a las decisiones tomadas por los comunistas. Aquí reina la más estricta disciplina. Aquí nada puede ser cambiado a riesgo de ser excluido  o sancionado....” Jan Appel.

 “El Spartacusbond” quiere expresar su indignación acerca del hecho de que Internationalism está abusando del nombre de Jan Appel para intentar encadenar de nuevo a la clase obrera” (Boletín N° 2, pág. 5).

Antes que nada, Spartacusbond considera necesario probar que el KAPD es “su” tradición y que nuestra Corriente no tiene porque citarlo para fortalecer sus ideas. Ellos se han limitado a “dudar de la autenticidad de la cita”, lo que constituye una táctica pueril ya que ni el KAPD ni el mismo Jan Appel, en ese tiempo o después, han protestado porque estos discursos hayan sido falsificados. Los lectores pueden buscar referencias en el texto La  Izquierda Alemana (suplemento de Invariance N° 2 París 1974) para comprobar si Internationalism ha transcrito correctamente esta cita de las intervenciones del KAPD.

Pero Spartacusbond va más lejos: “El hecho es que él (Appel) dejó la Internacional comunista y después como miembro del KAPD retoma la lucha práctica y teórica de la clase obrera alemana” (Boletín N° 2 pág. 5). Esta frase implica que después  de formular  su discurso Appel se dio cuenta de su error y se unió al KAPD.  De hecho Appel en el momento del discurso hablaba como delegado del KAPD a la Internacional Comunista y expresaba las posiciones de su organización que, por otra parte en las luchas de la clase obrera alemana: el tomó parte en ellas desde la primera guerra mundial en adelante. El es todavía activo en el movimiento revolucionario, participa en nuestra conferencia internacional y ha aportado contribuciones valiosas a nuestra organización. Difícilmente hubiéramos sacado esta cuestión a la luz,  de no ser por el hecho de que Spartacusbond quiso manifestar ruidosamente su “indignación”  y acusarnos públicamente de falsificación. Esta es ciertamente una acusación que puede ser devuelta contra los acusadores. Dejando a un lado las polémicas, es claro que aquellos para quienes la visión histórica está limitada a una obsesión con el partido leninista, tienen dificultades par comprender  el contenido de las lecciones del pasado.

Pero ¿qué le da a Spartacusbond el derecho de acusar a nuestra Corriente de querer “encadenar nuevamente a la clase obrera”?. Además de los principios a los que hemos hecho alusión, el Spartacusbond nos reprocha el hecho de que tratemos de comprender las contribuciones positivas de los Bolcheviques. Nuestra Corriente, en  efecto, ha sostenido que las posiciones claras e inequívocas de los Bolcheviques contra la Primera Guerra imperialista mundial fueron un fuerte llamado a la clase  obrera y cohesionó a la izquierda internacional que mantenía una posición internacionalista en la época. Las posiciones del Partido Bolchevique sobre esta cuestión y sobre la necesidad de romper con la Segunda Internacional influenciaron profundamente el movimiento de la izquierda comunista alemana entre otros. La posición Bolchevique contra todo compromiso con el gobierno democrático burgués de Kerensky y el llamado de “todo el poder a los soviets” constituyen contribuciones positivas, a la práctica revolucionaria. Aunque no es nuestro propósito profundizar sobre la experiencia rusa en este artículo, queremos sin embargo puntualizar que estas posiciones merecen la atención y el estudio de los revolucionarios y no pueden ser simplemente  eliminadas por la idea de Spartacusbond de la “esencia” del Bolchevismo o pretendiendo que todo esto era una maniobra maquiavélica para hundir a los obreros.

Tomar en cuenta la contribución positiva de los Bolcheviques sobre estas cuestiones, no puede de ninguna manera ser interpretado como una apología de la posición Bolchevique sobre el partido o sobre otros aspectos de la lucha de clases. Si los Bordiguistas hacen la apología de cualquier frase o palabra de Lenin, el Spartacusbond hace todo lo contrario y condena todo lo que los Bolcheviques hayan podido decir. Desgraciadamente para el Spartacusbond la historia proletaria no puede ser reducida a las simplificaciones de “todo es bueno o todo es malo”.

Estamos enteramente de acuerdo con Spartacusbond en que los consejos obreros son el instrumento esencial del poder proletario, las organizaciones unitarias de la clase, y de la democracia proletaria para la lucha revolucionaria y la venida del socialismo. Estamos de acuerdo igualmente en que la existencia de partidos es un vestigio de una sociedad dividida en clases. Desafortunadamente, el hecho de que el proletariado sea una clase explotada significa que el poder  de las “ideas dominantes”, la ideología burguesa, retarda y bloquea el desarrollo homogéneo y simultaneo de la consciencia de clase en el proletariado. Por consiguiente, es inevitable y necesario que aquellos que pueden ver las raíces de la lucha más claramente se organicen y  traten de propagar esas ideas en la clase. Este objetivo no puede ser alcanzado en tanto que individuos aislados e ineficaces o de grupos locales, así como tampoco a través de actividades limitadas, a decir a los obreros “formen consejos obreros” o reducirse a la idea ridícula de decir a los otros revolucionarios “no os organicéis”.

La clase obrera tampoco necesita de los revolucionarios para que la empujen a formar consejos obreros. En los períodos revolucionarios los obreros han formado sus consejos obreros sin que se les haya tenido que indicar los pasos a seguir para realizar esta operación. En el pasado, cuando la clase obrera estaba inexperimentada, los revolucionarios jugaron un papel importante al alentar la formación de las organizaciones de lucha económica, los sindicatos. Hoy  en día, el período es diferente y la formación de los consejos obreros no es ya el resultado directo de la agitación revolucionaria, sino un movimiento relativamente espontáneo de la clase en respuesta a las condiciones objetivas.

La tarea de la organización revolucionaria es más bien una cuestión de clarificación de las perspectivas por la lucha, de definición de los objetivos y de denuncia clara y contundente de los peligros de las luchas corporativas y parciales.

No hay oposición entre los consejos obreros y el partido, entre el todo y una de sus partes. Cada uno tiene un papel que jugar en la vida de la clase.

El rechazo por el Spartacusbond del papel de una organización revolucionaria internacional, sin hablar ya de un partido, no es una continuación de las ideas centrales del KAPD; refleja las ideas de la fracción Ruhle que salió de KAPD, y estas ideas fueron parcialmente desarrolladas en los años 30 durante el período de derrota y de desmoralización. A pesar de las numerosas contribuciones del comunismo de los consejos para reforzar la idea de la importancia  de los consejos obreros, las teorías de algunas de sus tendencias y particularmente Spartacusbond permanecen inacabadas y parciales. Ellos permanecen prisioneros de la dinámica leninista, aunque ellos han tomado simplemente la contrapartida: en lugar de decir “el partido es todo”, ellos dicen “el partido no es nada”.

Sin embargo, no hay objeción al estudio y a la cooperación internacional de los grupos que pretendan estimular la lucha autónoma de los obreros. Pero esos grupos no pueden crear un nuevo movimiento internacional de la clase obrera”  (Boletín N° 2, pág. 4).

Esto significa que durante el tiempo que los grupos revolucionarios “estudian” y “cooperan”, están formando parte de la clase. Pero que tan pronto como ellos quieran llevar la “cooperación” de los grupos locales o nacionales al nivel de una organización internacional, con posiciones de principio, teniendo una función activa en la clase, dejan de formar parte de esta última y Spartacusbond condena entonces sus esfuerzos. Cada país por sí mismo, cada grupo por sí mismo – y por encima de todo, no unirse internacionalmente por que el reagrupamiento los convertirá en “líderes” y “leninistas”. Aparentemente no sólo el poder corrompe, sino que también la organización. Esta incoherencia fundamental es teóricamente insostenible. Pero más fundamentalmente, la influencia de este miedo y de esta resistencia al reagrupamiento debilita al movimiento obrero y detiene los esfuerzos de la nueva generación de revolucionarios por crear las respuestas organizativas a las necesidades de la nueva situación revolucionaria de hoy.

 J.A.     

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