Lucha de clases en Bélgica: ¡Una nueva expresión de la combatividad internacional de la clase obrera!

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Lucha de clases en Bélgica: ¡Una nueva expresión de la combatividad internacional de la clase obrera!

Una vez más, el «Basta ya» se convirtió en la consigna de las jornadas de acción en Bruselas el 13 de diciembre y el 13 de enero pasados. Estas movilizaciones que habían sido convocadas contra los planes de austeridad que el nuevo gobierno federal quería llevar a la mesa de negociación y que habían sido «filtrados» a los medios de comunicación; hoy, ya no son un secreto. Los sindicatos hablan de «las medidas más drásticas de los últimos 80 años». Mientras los trabajadores de las empresas privadas serán despedidos en masa (27.000 en 2024) y se pretende revocar la indexación salarial automática, el nuevo gobierno nacional quiere recortar drásticamente los gastos de la seguridad social, las prestaciones por desempleo y las pensiones. Para colmo, quiere reducir drásticamente el número de funcionarios y precarizar aún más el empleo de todos los trabajadores.

En la primera jornada de acción, con unos 10.000 manifestantes, fueron sobre todo los delegados sindicales los que se movilizaron (y principalmente los de la región valona). La situación adquirió una dinámica completamente distinta el 13 de enero. En lugar de los 5 a 10 mil manifestantes previstos inicialmente por los sindicatos, acudieron a la manifestación más de 30.000 trabajadores de diferentes regiones del país, de cada vez más sectores. En la región flamenca también se declararon en huelga 47.000 profesores, una cifra récord. También hubo paros en los ferrocarriles, en los transportes públicos, entre los basureros, en Correos y en muchos otros servicios públicos. Se ha anunciado una nueva jornada de acción para el 13 de febrero, bajo el lema: «En defensa de los servicios públicos y del poder adquisitivo».

Pero antes incluso de estas dos jornadas de acción, otra manifestación ya había movilizado en noviembre a muchos más trabajadores de lo previsto. En esta manifestación de trabajadores de la sanidad y la asistencia social, la participación también fue tres veces superior a la prevista: más de 30.000 trabajadores. El 26 de noviembre, el personal docente francófono organizó una huelga ampliamente secundada bajo el lema «Enseigner oui, saigner non» («Enseñar sí, sangrar no»). Están previstas otras dos jornadas de huelga y manifestaciones los días 27 y 28 de enero. Y el sindicato de la enseñanza se está viendo presionado para anunciar una huelga indefinida.

Estas manifestaciones, huelgas y protestas son una confirmación de la evolución de la combatividad en todo el mundo, de la que hemos informado muchas veces en nuestra prensa en los últimos años. La escalada de las tensiones imperialistas y el caos creciente, la fragmentación del comercio mundial, el aumento de la inflación y de los costes de la energía son signos de una profundización sin precedentes de la crisis. En todos los países, la burguesía intenta trasladar las consecuencias de la crisis económica a los trabajadores. Bélgica no es una excepción.

Los sindicatos quieren impedir que las movilizaciones cobren fuerza.

La burguesía es muy consciente de que estos planes provocarán reacciones en amplios sectores de la clase obrera. Sabe que, a escala internacional, la clase obrera de muchos países ha demostrado haber salido de décadas de luchas en declive. Por eso la burguesía quiere estar bien preparada y poner en marcha las fuerzas necesarias para absorber y desviar la esperada resistencia de los obreros.

Los sindicatos han visto crecer semana tras semana la inquietud y el descontento de los trabajadores y no han permanecido pasivos para evitar que este malestar se manifieste en acciones «incontroladas». El 8 de diciembre, Ann Vermorgen (presidenta del sindicato ACV) declaró en televisión que los sindicatos paritarios habían decidido organizar una jornada de acción los días 13 de los próximos meses. Así tuvieron lugar las jornadas de acción en diciembre y enero, durante las cuales los sindicatos intentaron limitar las movilizaciones a determinados sectores (sobre todo la educación) y determinadas reivindicaciones (reforma de las pensiones en la educación). Los sindicatos utilizaron las consabidas tácticas de aislar y dividir a los distintos sectores y regiones en una serie de días de acción destinados a agotar su espíritu de lucha.

Sin embargo, la fuerte movilización del 13 de enero evidenció una extensión del descontento en otras regiones y sectores hasta el punto de sorprender a los propios sindicatos. El enfado va más allá de cualquier medida concreta o «reforma» anunciada. Es la expresión de un malestar e indignación más generales y la realidad de un retorno de la combatividad ante el aumento del coste de la vida, el empeoramiento de las condiciones de trabajo, la precariedad laboral y el espectro creciente de la pobreza.

Durante años se nos ha dicho que el capitalismo es el único sistema posible y que la «democracia» burguesa es la mejor y más perfecta institución política imaginable. Estas mistificaciones no tienen otro objetivo que desmovilizar a la clase obrera, reducir a la impotencia a los proletarios aislados, aislarlos de la fuerza y la solidaridad de su clase. Y, sin embargo, a pesar de los incesantes llamamientos a movilizarse en las urnas para, supuestamente, «poder influir y así frenar la austeridad», y de los llamamientos a defender la "democracia" contra la vil retórica de los populistas, los trabajadores retoman la lucha, redescubren la necesidad de luchar juntos en su terreno de clase. También es significativo que esta ruptura con el pasado, esta nueva dinámica en el desarrollo de la lucha de clases se produzca en un contexto de guerra creciente y de aumento drástico de los gastos militares que tiene que pagar la clase obrera.

La solidaridad y la unidad son la fuerza de nuestra lucha

Para contrarrestar realmente los ataques contra nuestras condiciones de vida necesitamos dar a la lucha la base más amplia posible, uniendo a todos los trabajadores independientemente de la empresa, institución, sector o región en la que trabajen. Todos los trabajadores están «en el mismo barco». Todas estas luchas no son movimientos separados, sino un grito colectivo: «somos una ciudad de trabajadores, de cuello azul y de cuello blanco, sindicalizados y no sindicalizados, inmigrantes y nativos», como dijo un profesor en huelga en Los Ángeles en marzo de 2023. Las huelgas en Bélgica apuntan en el mismo sentido que los movimientos que han tenido lugar en los últimos tres años en otros países, como Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia.

Pero es esencial que la clase obrera, en Bélgica como en otros lugares, supere algunas de las debilidades de estas luchas anteriores:

- En 2022-23, en Gran Bretaña, los trabajadores de empresas de diferentes sectores, a veces a menos de 100 metros de distancia, no hicieron ningún intento de romper el riguroso sistema de piquetes, para buscar la solidaridad y unir su lucha.

- En 2023, en Francia, los trabajadores participaron masivamente en 14 «días de acción» contra el plan de reforma de las pensiones del gobierno, sin conseguir extender la lucha a huelgas masivas en las empresas.

En Bélgica, la burguesía y sus sindicatos no dejan de extender el veneno de la división: entre el sector público y el privado, y entre los trabajadores de uno y otro lado de la frontera lingüística. Esto es tradicionalmente un obstáculo difícil de superar[1], pero no imposible, como vimos el 23 de abril de 2023 cuando los profesores francófonos y neerlandófonos se manifestaron al unísono en Bruselas. Las huelgas de 1983 y 1986 también reunieron a cientos de miles de trabajadores de los sectores público y privado y de las regiones valona, bruselense y flamenca.[2] Aprender las lecciones de las luchas pasadas es esencial si queremos armarnos contra las trampas tendidas por la burguesía.

Nuestra fuerza reside en la unidad y la solidaridad en la lucha. No luchando cada uno por su lado sino uniendo la lucha en un solo movimiento: yendo a la huelga y enviando delegaciones masivas para unirse a otros trabajadores en la lucha, luchando juntos, ganando cada vez más trabajadores para la lucha; organizando asambleas generales para deliberar juntos sobre las necesidades de la lucha; uniéndonos en torno a reivindicaciones comunes. Es esta dinámica de solidaridad, expansión y unidad la que siempre ha frenado a la burguesía a lo largo de la historia.

Lac, 21 de enero de 2025

 

[2]  Véase en francés «Hacia la unificación de la lucha», Internationalisme nº 111 (1986).

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Lucha de Clases