Manifestaciones pro-palestinas en todo el mundo: ¡Elegir un bando contra otro, siempre significa elegir la barbarie capitalista!

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En el espacio de unos pocos meses, la espantosa ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza se ha cobrado decenas de miles de vidas en un furioso torrente de barbarie. Civiles inocentes, niños y ancianos mueren por miles, aplastados bajo las bombas o fríamente abatidos por la soldadesca israelí. Al horror de las balas hay que añadir las víctimas del hambre, de la sed, de las enfermedades y los traumatismos... La Franja de Gaza es una fosa común a cielo abierto, una inmensa ruina que simboliza todo lo que el capitalismo puede ofrecer ahora a la humanidad. ¡Lo que ocurre en Gaza es una monstruosidad!

¿Cómo no asquearse ante el cinismo de Netanyahu y su camarilla de fanáticos religiosos, por el frío nihilismo de los asesinos de las Fuerzas de Defensa de Israel? ¿Cómo no enfurecerse cuando la menor expresión de indignación es tachada inmediatamente de “antisemitismo” por editorialistas de baja estofa y propagandistas de Tel Aviv? Forzosamente, las imágenes del horror y los testimonios de los supervivientes hielan la sangre. Incluso entre la población israelí, traumatizada por los despreciables crímenes del 7 de octubre y sometida a la apisonadora de la propaganda belicista, la indignación es palpable. Las concentraciones de apoyo a los palestinos se multiplican en todo el mundo: en París, Londres y, sobre todo, en Estados Unidos, donde los campus universitarios son el teatro de movilizaciones particularmente multitudinarias.

La indignación no puede ser más sincera, pero los revolucionarios tienen la responsabilidad de decirlo alto y fuerte: estas manifestaciones no se sitúan, ni de lejos, en el terreno de la clase obrera. Al contrario, ¡representan una trampa mortal para el proletariado!

¡El capitalismo, es la guerra!

Alto el fuego inmediato”, “Paz en Palestina”, “¡Acuerdo internacional!”, “¡Dos naciones en paz!” ... Los llamados a la “paz” se han multiplicado en las últimas semanas en las manifestaciones y en los foros de discusión. Una parte de las organizaciones de la izquierda del capital (los trotskistas, los estalinistas y todas las variantes de la izquierda “radical” como LFI en Francia) sólo tienen la palabra “paz” en la boca.

¡Es pura mistificación! Los trabajadores no deben hacerse ninguna ilusión sobre una pretendida paz, ni en Oriente Medio ni en cualquier otro lugar, ni en ninguna solución de la “comunidad internacional”, de la ONU, del Tribunal Internacional o cualquier otra guarida de bandidos capitalistas. A pesar de todos los acuerdos y todas las conferencias de paz, todas las promesas y todas las resoluciones de la ONU, el conflicto palestino-israelí dura ya más de 70 años y no está cercano a terminar. En los últimos años, como todas las guerras imperialistas, este conflicto no ha hecho más que amplificarse, ganar en violencia y en atrocidades. Con las recientes atrocidades de Hamás y las Fuerzas de Defensa de Israel, la barbarie ha adquirido un rostro aún más monstruoso y delirante, con una lógica de tierra quemada que llega al extremo y demuestra que el capitalismo no puede ofrecer más que muerte y destrucción.

Así pues, a la pregunta: “¿Puede haber paz en una sociedad capitalista?”, nuestra respuesta categórica es: ¡no! Los revolucionarios de principios del siglo XX ya habían dejado claro que, desde 1914, la guerra imperialista se ha convertido en el modo de vida del capitalismo decadente, el resultado ineludible de su crisis histórica. Y como la burguesía no tiene solución para la espiral infernal de la crisis, tenemos que decirlo muy claramente: ¡el caos y la destrucción sólo pueden extenderse y aumentar en Gaza como en Kiev y en cualquier otra parte del mundo! La guerra en Gaza amenaza con incendiar toda la región.

El pacifismo, un compás de espera para preparar mejor… ¡la guerra!

Pero más allá del impasse que representan los llamamientos a la paz bajo el yugo del capitalismo, el pacifismo sigue siendo una peligrosa mistificación para la clase obrera. Esta ideología no sólo nunca ha evitado la guerra, sino que, por el contrario, siempre la ha preparado. Ya en 1914, la socialdemocracia, al plantear el problema de la guerra desde el ángulo del pacifismo, había justificado su participación en el conflicto en nombre de la lucha contra los “promotores de la guerra” del otro bando y de la elección del “mal menor”. Gracias a que la sociedad se había impregnado de la idea de que el capitalismo podía existir sin guerra, la burguesía pudo asimilar el “militarismo alemán”, para unos, y el “imperialismo ruso”, para otros, al bando de los que querían socavar la “paz” y a los que “había que combatir”. Desde entonces, el pacifismo, desde la Segunda Guerra Mundial hasta la guerra de Irak, pasando por los innumerables conflictos de la Guerra Fría, no ha sido más que una sucesión de complicidades desvergonzadas con tal o cual imperialismo contra los “promotores de la guerra” con la finalidad de blanquear el sistema capitalista.

La guerra de Gaza no es una excepción a esta lógica. Valiéndose de la legítima repugnancia suscitada por las masacres de Gaza, la izquierda “pacifista” llama directamente a apoyar a un bando contra otro, el de la “nación palestina” víctima del “colonialismo israelí”, afirmando con la mano en el corazón: “Nosotros defendemos los derechos del ‘pueblo palestino’, no a Hamás”. Esto es olvidar rápidamente que “el derecho del pueblo palestino” no es más que una fórmula hipócrita destinada a disimular lo que se requiere llamar el Estado de Gaza, una forma furtiva de defender una nación contra otra. Una Franja de Gaza “liberada” no significaría otra cosa que consolidar el odioso régimen de Hamás o de cualquier otra facción de la burguesía palestina, de todos aquellos que nunca han dudado en sofocar con sangre la más mínima expresión de cólera, como en 2019 cuando Hamás, que vive como un verdadero depredador sobre las espaldas de la población gazatí, reprimió con una brutalidad inaudita a los manifestantes exasperados por la miseria. ¡Los intereses de los proletarios en Palestina, en Israel o cualquier otro país del mundo no se confunden en absoluto con los de su burguesía y el terror de su Estado!

El trotskismo en su papel tradicional de sargento reclutador

Las organizaciones trotskistas, en particular en las universidades, ya ni siquiera se molestan en la verborrea hipócrita del pacifismo para alimentar la sucia propaganda belicista de la burguesía. Sin vergüenza alguna, llaman descaradamente a apoyar a la “resistencia de Hamás”. En nombre de las “luchas de liberación nacional contra el imperialismo” (presentadas fraudulentamente como una posición bolchevique sobre la cuestión nacional), intentan movilizar a los jóvenes en el podrido terreno del apoyo a la burguesía palestina, con alusiones apenas veladas de antisemitismo, como oímos en las universidades: “En la Universidad de Columbia en Nueva York, manifestantes han sido filmados coreando: ‘Quemar a Tel Aviv [...] Sí, Hamás, te queremos. También apoyamos a sus cohetes’. Otro exclamó: ‘No queremos dos Estados, queremos todo el territorio’. En la misma línea, algunos estudiantes ya no se contentan con corearDel río al mar, Palestina será libre, ahora sostienen carteles en árabe. El problema es que dice ‘Del río al mar, Palestina será árabe, lo que significa que no habrá judíos desde el Jordán hasta el Mediterráneo1.

Las organizaciones trotskistas tienen una larga tradición de apoyo al campo burgués en la guerra (Vietnam, Congo, Irak...), primero al servicio de los intereses del bloque del Este durante la guerra fría2, después a favor de cualquier expresión de anti norteamericana.

El conflicto israelí-palestino sigue siendo un leitmotiv de la indignación selectiva del trotskismo. Ayer, la “causa palestina” era un pretexto para apoyar los intereses de la URSS en la región contra Estados Unidos. Hoy, estas organizaciones explotan la guerra en Gaza para apoyar a Irán, del Hezbolá y los “rebeldes” Houthis contra el mismo “imperialismo estadounidense” y su aliado israelí. ¡El internacionalismo reivindicado por el trotskismo es el de la Internacional de los canallas!

Para acabar con la guerra, hay que derrocar al capitalismo

Contrariamente a todas las mentiras de los partidos de izquierda del capital, las guerras son siempre enfrentamientos entre naciones rivales, entre burguesías rivales. ¡Siempre! ¡Nunca las guerras se libran en beneficio de los explotados! Al contrario, ellos son las primeras víctimas.

En todas partes, los trabajadores deben negarse a tomar partido por un bando burgués contra otro. La solidaridad de los trabajadores no es con Palestina ni con Israel, ni con Ucrania ni con Rusia, ¡ni con ninguna otra nación! Su solidaridad está reservada a sus hermanos de clase que viven en Israel y Palestina, en Ucrania y Rusia, ¡a los explotados del mundo entero! La historia ha demostrado que la única respuesta real a las guerras desatadas por el capitalismo es la revolución proletaria internacional. En 1918, gracias a un enorme estallido revolucionario en toda Europa, que había comenzado en Rusia un año antes, la burguesía se vio obligada a detener una de las mayores carnicerías de la historia.

Por supuesto, hoy todavía estamos muy lejos de esa perspectiva. Para la clase obrera es difícil imaginar una solidaridad concreta, por no hablar de una oposición directa a la guerra y sus horrores. Sin embargo, a través de la serie sin precedentes de luchas obreras que han tenido lugar en muchos países durante los dos últimos años, en Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y recientemente en Alemania, el proletariado está demostrando que no está dispuesto a aceptar sacrificios. Es perfectamente capaz de luchar masivamente, si no directamente, contra la guerra y el militarismo, si en contra los ataques brutales que exige la burguesía para alimentar su arsenal de muerte, contra las consecuencias de la guerra sobre nuestras condiciones de vida, contra la inflación y los recortes presupuestarios. Estas luchas son el crisol en el que la clase obrera puede reencontrarse plenamente con sus experiencias pasadas y sus métodos de lucha, redescubrir su identidad y desarrollar su solidaridad internacional. Entonces podrá politizar su lucha y trazar un rumbo ofreciendo la única perspectiva y salida posibles: el derrocamiento del capitalismo mediante la revolución comunista.

EG, 30-abril-2024

 

1La mayoría de los judíos y palestinos quieren la paz. Extremistas, narcisistas y otros 'aliados' sólo bloquean el camino”, The Guadian (26 de abril de 2024).

2 Estiman que sus respectivas naciones (Francia, Reino Unido, Italia...) tenían todo el interés en unirse al bloque liderado por la llamada “patria del socialismo degenerado” ...

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Guerra en Medio Oriente