Enviado por Accion Proletaria el
Desde finales de 2023 soplan vientos de tensiones bélicas en América del Sur. Venezuela y Guyana asumen medidas en el plano diplomático y militar, debido a la disputa que mantienen durante años por el territorio del Esequiboi.
Aunque el conflicto por ahora se mantiene en “hibernación”, se desarrolla en un contexto mundial propicio a que pueda estallar y escalar a una confrontación mayor. En efecto, a partir de la segunda década del siglo XXI, vemos cómo se han iniciado nuevas guerras y conflictos armados en el mundo: la guerra de Ucrania, que ya entra en su tercer año; la guerra en Gaza entre Israel y Hamas iniciada hace casi 6 meses, que se prolonga y acentúa las confrontaciones armadas en varios países del Medio Oriente; la acentuación de conflictos en el norte de África y la región Subsahariana, etc.
En estos conflictos intervienen grandes potencias, como EE. UU., Rusia, también China, mediante su política de “pacificación” y la “diplomacia del crédito”. De igual manera intervienen países o potencias de segundo orden, como es el caso de países de Europa Occidental (Medio Oriente, África) o Irán con una presencia importante en varios países del Medio Oriente. Cada uno de los países que participa en los conflictos, obviamente incluyendo los países directamente en guerra, interviene en busca de su propio beneficio, principalmente, geopolítico. Esta situación es debido a que, después del derrumbe del bloque ruso en 1989, y el consecuente debilitamiento de EE. UU. como gendarme del mundo, se ha desarrollado un mundo “multipolar”, en el que países de segundo o tercer orden en el plano económico y militar, desarrollan sus propios intereses imperialistas.
En ese sentido, reafirmamos lo que decimos con respecto al conflicto en el Medio Oriente: “El conflicto actual no tiene nada que ver con la vieja “lógica” del enfrentamiento entre la URSS y EE. UU. Al igual que lo que pasa con la actual guerra de Ucrania, esta guerra en Medio Oriente es un paso más en la dinámica del capitalismo mundial hacia el caos, la proliferación de convulsiones incontrolables y la generalización de conflictos cada vez más numerosos…”ii. Por ello el actual escenario de guerras y conflictos armados entre naciones confirman el análisis que Rosa Luxemburgo expusiera en 1916: “La política imperialista no es propia de un país o de un grupo de países. Es el producto de la evolución mundial del capitalismo en un momento dado de su maduración. Es un fenómeno internacional por naturaleza, un todo inseparable que no puede entenderse más que en sus relaciones recíprocas y que ningún Estado puede evitar”iii.
Otra de las macabras características de las guerras de esta década, además de su irracionalidad, es su carácter de “tierra arrasada” con destrucción y muerte por doquier. Lo observamos en la guerra de Ucrania y en la guerra de Gaza. Por ello, afirmamos que estas confrontaciones bélicas, junto con la crisis económica, ecológica, crean un efecto “torbellino” que ocasiona “el riesgo de desestabilizar regiones cada vez más extensas del planeta, con penurias, hambrunas, millones de desplazados, aumento del riesgo de atentados, enfrentamientos entre comunidades...la guerra en Gaza como en Ucrania muestran que la burguesía no tiene solución para la guerra. La burguesía se ha vuelto totalmente impotente para controlar la espiral de caos y barbarie a la que el capitalismo está arrastrando a toda la humanidad”.iv
La confrontación entre Guyana y Venezuela mueve el tablero imperialista en la región
El conflicto entre Venezuela y Guyana contiene los elementos potenciales para el desarrollo de una confrontación mayor. El régimen de Nicolás Maduro, a través de la convocatoria de un Referéndum ha llamado a la unión patriótica por la reclamación del territorio del Esequibo, haciendo referencia a cómo ha sido usurpada históricamente Venezuela, primero por el Imperio Británico y luego por el imperialismo norteamericano. El Referéndum ha servido de base para crear una legislación sobre la zona en disputa: un nuevo mapa de Venezuela con el territorio anexionado, el nombramiento de una autoridad de Estado para la región y la movilización de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) hacia la frontera con Guyana. Por su parte el gobierno de Guyana no se queda de brazos cruzados: el presidente Irfaan Alí iza banderas en la zona, reparte ayudas económicas a la población abandonada por años; y, declara que no sucumbirán a las artimañas de Maduro y que defenderán su país por cualquier medio.
Ambos países, cada uno con los medios a su alcance, desarrollan su propia política imperialista. En el caso de Venezuela, Chávez desarrolló una política imperialista hacia la región, utilizando la venta de petróleo barato como artillería; inclusive, retando a los propios EE. UU. Así mismo, estableció alianzas en el plano económico, político y militar con potencias y países enemigos de EE. UU.: China, quien le ha brindado un importante apoyo en el plano económico, sustentado en el suministro de petróleo; Rusia, como suplidor de armamentos, con una presencia militar en el país; Irán, junto con los movimientos radicales del Medio Oriente como Hamas y Hezbolá; Cuba, quien tiene una presencia militar y de inteligencia en el país; con sectores de las guerrillas izquierdistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia, quienes actúan abiertamente en territorio venezolano. Este espectro de fuerzas “anti imperialistas” las estableció el chavismo con el objetivo de desarrollar una “guerra asimétrica”, previendo una confrontación abierta con EE. UU. Hoy, el gobierno de Maduro se propone abiertamente la anexión del territorio del Esequibo en disputa.
Por su parte Guyana, quien juega a ser el país más débil, ha avanzado en la explotación de los recursos petroleros de la zona en litigio, estableciendo alianzas en el plano económico y militar con EE. UU. y países europeos que explotan dichos recursos; así mismo, con China en el plano económico, a través de consorcios de ese país que también explotan los recursos de la zona en disputa.
Una muestra de la posible escalada de las tensiones en la región, luego de conocida la decisión del gobierno venezolano de anexar la zona del Esequibo en reclamación se produce cuando el Secretario de Estado de EE.UU. Antony Blinken, aseguró el “apoyo incondicional” de Washington al gobierno de Guyana e inmediatamente tropas del Comando Sur iniciaron ejercicios con las fuerzas militares de Guyana, con la posibilidad de tener una presencia permanente en este país. Luego, a inicios de este año, arribó a las costas de Guyana el buque militar británico HMS Trent, con el fin de realizar también maniobras militares con las fuerzas armadas de su socio de la Commonwealth. Los gobiernos del Caribe agrupados en el CARICOMv le han dado su apoyo a Guyana, aun teniendo acuerdos con el gobierno venezolano para el suministro de petróleo.
Por otra parte, Lula intervino colocando a Brasil como “mediador” en el conflicto, declarando que "No queremos guerras ni conflictos, necesitamos construir paz”. Sin embargo, ordena el despliegue de un contingente militar en el estado brasileño de Roraima, en la frontera con Guyana y Venezuela. De esta manera, no solo intenta mantener su estatus de potencia imperialista regional, sino que se sirve de la alianza con el chavismo, la cual ha utilizado en su confrontación contra los EE. UU. desde que asumió su primer gobierno. Por su parte, Cuba y Colombia no se pronuncian sobre el conflicto, pues, el colocarse en contra de Maduro, podría tener repercusiones negativas para el régimen cubano debido a los acuerdos económicos y militares que existen entre los dos países; y en el caso de Colombia, se podrían afectar los acuerdos establecidos con el gobierno de izquierda de Gustavo Petro, es decir, puros cálculos geopolíticos de naturaleza imperialista.
El régimen de Maduro está sometido a una fuerte presión, a nivel interno, debido al avance de los sectores de oposición, a nivel internacional, principalmente debido a las sanciones impuestas por EE. UU. y la Unión Europea. Por este motivo, no es descartable que la cúpula chavista se lance a la aventura de una acción bélica contra Guyana; lo que abriría otro frente de guerra para EE. UU., esta vez en su propio “patio trasero”.
Ante este conflicto, el proletariado y el conjunto de la población en Venezuela y Guyana se topan con una situación inédita: la posibilidad de que sean arrastrados a una guerra, que no sólo tendría repercusiones en estos países, sino a nivel regional.
Los partidos de izquierda e izquierdistas: falsos internacionalistas
Como en toda situación de conflicto entre naciones, los gobiernos de turno convocan a los trabajadores y las masas explotadas a apoyar y movilizarse contra el gobierno contrario, acusándolo como el agresor. Los trabajadores de Guyana y Venezuela deben rechazar participar en estas campañas, que solo benefician a los gobiernos que los explotan y los someten a la miseria. Lo mismo deben hacer los trabajadores de la región, ya que de desencadenarse un conflicto serán llamados a apoyar a uno u otro bando.
El rechazo no solo debe ser contra los llamados de los dirigentes y partidos de los gobiernos respectivos, sino también contra los opositores a esos gobiernos. Todos ellos quieren llevar a las masas trabajadoras y explotadas como carne de cañón a un conflicto que no es de su incumbencia, sino del interés de la clase dominante de las naciones en pugna. En el caso de Venezuela, se deben rechazar los llamados de Maduro y dirigentes del PSUVvi a la "unidad nacional en defensa de la patria". También a los llamados de los partidos de oposición al chavismo, tanto en el país como en el exilio, a “la defensa de Venezuela y nuestro territorio”. En el caso de Guyana igualmente, los trabajadores y explotados de ese país deben oponerse a los llamados de defensa de la patria, que les hace el gobierno de Irfaan Alí y toda la clase dominante guyanesa.
Más importante aún es el rechazo a los llamados y consignas de otros partidos y grupos de la izquierda del capital, tales como el Partido Comunista de Venezuela (PCV), así como los grupos y organizaciones trotskistas. El PCV critica al gobierno de Maduro por llevar al país hacia “una derrota estratégica de las legítimas aspiraciones de Venezuela sobre el territorio Esequibo y un avance en el posicionamiento de los capitales transnacionales y los intereses de las potencias imperialistas en la región”vii. Los trotskistas, como la Liga de Trabajadores por el Socialismo, hacen lo propio pues “Ha sido este gobierno el que lleva adelante una política que facilita brutalmente el saqueo de nuestros recursos y que es una verdadera humillación y subordinación del país ante los capitales extranjeros”viii. Dicen defender posiciones internacionalistas, pero vemos como unos y otros se presentan como los mejores defensores de los intereses de cada capital nacional; tanto unos como otros desde la II Guerra Mundial movilizaron a los trabajadores como carne de cañón, defendieron el campo del imperialismo democrático y del estalinismo contra los imperialistas fascistas y, durante la Guerra Fría, han convocado a los trabajadores a apoyar y luchar a favor de los países bajo la órbita de la ex URSS. Chavistas, estalinistas y trotskistas son de la misma estirpe, todos son defensores del sistema capitalista.
La consigna a defender: “El proletariado no tiene patria”
La exacerbación de las tensiones entre Venezuela y Guyana representa un peligro real para el proletariado de estos países y de toda América Latina. De estallar un conflicto, habrá una mayor desestabilización en la región, con su secuela de penurias, hambrunas, millones de desplazados que se sumarán a los 8 millones de venezolanos que han emigrado debido a la crisis económica y la exacerbación de las tensiones entre Venezuela y EE. UU. desde la presidencia de Obama. En ese sentido, la región ya padece desde hace años los efectos de la crisis económica y de la descomposición del sistema capitalista en todos los órdenes: político, económico, social y ambiental.
Toda lucha que se ubique en el campo de defensa de un Estado solo puede significar la derrota política del proletariado como hoy ocurre en Ucrania y Rusia, como también en Gaza e Israel; es decir, proletarios entrampados en la defensa de la patria. Ante este panorama de vientos de guerra, el proletariado deberá hacer suya la consigna de las organizaciones revolucionarias de ayer y de hoy: “El proletariado no tiene patria”.
LB 29/3/24
i Esequibo es el nombre del río que recorre de norte a sur el territorio de Guyana, país ubicado al norte del subcontinente de Sur América, fronterizo con Venezuela hacia el Oeste y con Brasil hacia el sur. Venezuela reclama como suyo el territorio ubicado al oeste del río Esequibo, el cual abarca las tres cuartas partes del territorio de Guyana, al que llama Guayana Esequiba.
ii Después de Ucrania, el Oriente Medio... El capitalismo solo tiene un futuro: ¡la barbarie y el caos!
iii “La crisis de la socialdemocracia”, conocido también como “Folleto de Junius” Rosa Luxemburgo.
iv Idem.
v La Comunidad del Caribe.
vi Partido Socialista Unido de Venezuela, fundado por el chavismo.
vii https://www.aporrea.org/actualidad/n388252.html#google_vignette
viii https://www.laizquierdadiario.com.ve/Unidad-de-los-trabajadores-y-pueblos-de-Venezuela-y-Guyana-no-a-la-confrontacion-tras-intereses-que