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La primavera pasada, la CCI celebró su 25º Congreso Internacional. Verdadera asamblea general, el Congreso es un momento privilegiado en la vida de nuestra organización; es la máxima expresión del carácter centralizado e internacional de la CCI. El Congreso permite a toda nuestra organización, en su conjunto, debatir, clarificar y desarrollar orientaciones. Es nuestro órgano soberano. Como tal, sus tareas son:
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elaborar análisis y orientaciones generales para la organización, especialmente en lo que respecta a la situación internacional;
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examinar y hacer balance de las actividades de la organización desde el Congreso anterior;
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definir sus perspectivas de trabajo para el futuro.
Las organizaciones revolucionarias no existen por sí mismas. Son a la vez la expresión de la lucha histórica del proletariado y la parte más decidida de esa misma lucha. Es la clase obrera la que confía sus organizaciones a los revolucionarios, para que puedan desempeñar su papel: ser un factor activo en el desarrollo de la conciencia proletaria y en la lucha hacia la revolución.
Por lo tanto, corresponde a los revolucionarios dar cuenta de su trabajo al conjunto de la clase. Publicar una gran parte de los documentos adoptados en nuestro último congreso es la misión que se ha fijado este número de nuestra Revista Internacional.
La primera tarea de este Congreso fue tomar la medida de la gravedad de la situación histórica.
Como indica el informe sobre la Lucha de Clases, con el Covid 19, el conflicto en Ucrania y el crecimiento de la economía de guerra en todas partes, con la crisis económica y su inflación galopante, con el calentamiento global y la devastación de la naturaleza, con el auge del sálvese quien pueda, de la irracionalidad y el oscurantismo, y la descomposición de todo el tejido social, la década de 2020 no sólo está siendo testigo de una acumulación de flagelos asesinas. Todas estas plagas convergen, se combinan y se alimentan mutuamente en una especie de "efecto torbellino". La dinámica catastrófica del capitalismo global significa mucho más que un empeoramiento de la situación internacional. Está en juego la propia supervivencia de la humanidad.
El efecto "torbellino" de la descomposición
El 25º Congreso Internacional aprobó como primer informe una "Actualización de las tesis sobre la descomposición".
En mayo de 1990, la CCI había adoptado unas tesis tituladas "La descomposición, fase última de la decadencia capitalista"1, que presentaban nuestro análisis global de la situación mundial en el momento y tras el hundimiento del bloque imperialista del Este a finales de 1989. La idea central de estas tesis era que la decadencia del modo de producción capitalista, que había comenzado durante la Primera Guerra Mundial, había entrado en una nueva fase de su evolución, dominada por la descomposición general de la sociedad. 27 años más tarde, en su XXII Congreso de 2017, nuestra organización consideró necesario actualizar por primera vez estas tesis adoptando un texto titulado "Informe sobre la descomposición hoy (mayo de 2017)"2. Este texto destacaba el hecho de que no sólo el análisis adoptado en 1990 había sido ampliamente verificado por la evolución de la situación, sino también que ciertos aspectos habían adquirido una nueva importancia: la explosión del flujo de refugiados que huyen de las guerras, el hambre y la persecución, el auge del populismo xenófobo que tiene un impacto cada vez mayor en la vida política de la clase dirigente...
Ahora, sólo 6 años después, la CCI ha decidido que es necesario actualizar los textos de 1990 y 2017. ¿Por qué tan rápidamente? Porque asistimos a un aumento espectacular de las manifestaciones de la descomposición general de la sociedad capitalista.
Ante la evidencia de los hechos, la propia burguesía se ve obligada a reconocer este vertiginoso hundimiento del capitalismo en el caos y la decadencia. Nuestro informe cita ampliamente textos destinados a los dirigentes políticos y económicos del mundo, como el Global Risks Report (GRR), que se basa en los análisis de una multitud de "expertos" y se presenta cada año en el Foro Económico Mundial (FEM) de Davos. La CCI adopta un método utilizado por el movimiento obrero, que consiste en basarse en el trabajo de expertos burgueses para poner de relieve las estadísticas y los hechos que revelan la realidad del mundo capitalista. El mismo método puede encontrarse en clásicos marxistas como La condición de la clase obrera en Inglaterra de Engels y El Capital de Marx. En el GRR, leemos: "Los primeros años de esta década han anunciado un período particularmente perturbador en la historia de la humanidad. ... COVID-19... guerra en Ucrania... crisis alimentaria y energética... inflación... confrontación geopolítica y el espectro de la guerra nuclear... niveles insostenibles de deuda... declive del desarrollo humano... Todo ello confluye para dar forma a una década única, incierta y turbulenta por venir".
Aquí los expertos de la burguesía ponen el dedo en una dinámica que fundamentalmente no pueden comprender. Sí, en efecto, todos estos elementos "están convergiendo para dar forma a una década única, incierta y turbulenta". Pero sólo pueden detenerse ahí. De hecho, describen esta dinámica como una "policrisis", como si se tratara de diferentes crisis que se suman. En realidad -y sólo nuestra teoría de la descomposición nos permite comprenderlo- detrás de esta explosión de las peores lacras del capitalismo se esconde una misma dinámica: el pudrimiento en la raíz de este sistema decadente. El modo de producción capitalista ya no tiene ninguna perspectiva que ofrecer, y dada la incapacidad del proletariado hasta ahora para desarrollar su proyecto revolucionario, es la humanidad entera la que se hunde en el "no futuro" y sus consecuencias: irracionalidad, repliegue, atomización... En esta ausencia de perspectiva podemos encontrar las raíces más profundas de la putrefacción de la sociedad, a todos los niveles.
Incluso en el campo proletario, existe la tendencia a plantear una causa específica y aislada para cada una de las manifestaciones catastróficas de la historia actual; a no ver la coherencia de todo el proceso en curso. Existe entonces un gran peligro de:
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encontrarnos desorientados, perdidos, zarandeados por un acontecimiento tras otro;
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centrarse en un solo aspecto, por espectacular y devastador que sea (como la guerra de Ucrania, por ejemplo), y caer luego en una especie de catastrofismo inmediato ("Rápido, hay que actuar absolutamente porque la tercera guerra mundial está a punto de estallar");
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subestimar el peligro, al no comprender que la dinámica mundial es en realidad una espiral en la que todas las crisis se entrecruzan, interrelacionan y multiplican.
Debemos detenernos un poco en este riesgo de subestimar el peligro de la situación histórica de descomposición. A primera vista, cuando alguien grita a los cuatro vientos sobre el inminente estallido de la Tercera Guerra Mundial, puede decirse que está previendo lo peor. En realidad, y la guerra de Ucrania lo confirma una vez más, el verdadero proceso que podría conducir a la barbarie generalizada, o incluso a la destrucción de la humanidad, es una combinación de factores: la guerra que se extiende a través de una multiplicación de conflictos (en Oriente Medio, los Balcanes, Europa del Este, etc.), conflictos cada vez más imprevisibles e irracionales; un clima que se calienta, con su parte de catástrofe; el gansterismo y la sensación de no futuro que invaden a sectores cada vez más amplios de la población mundial... este proceso de descomposición es tanto más peligroso cuanto que es tan escurridizo e insidioso, que se filtra poco a poco por todos los poros de la sociedad.
Y entre los diversos factores que alimentan la caída en la descomposición, la guerra (y el desarrollo generalizado del militarismo) constituye el factor central, como acto deliberado de la clase dominante.
Por eso la situación imperialista fue el segundo informe debatido en nuestro congreso: "En particular, la fase de descomposición acentúa uno de los aspectos más perniciosos de la guerra en decadencia: su irracionalidad. Desde la apertura de esta fase, los efectos del militarismo se vuelven cada vez más imprevisibles y desastrosos. Nuestros materialistas vulgares no comprenden este aspecto y objetan que las guerras tienen siempre una motivación económica, y por tanto una racionalidad. No ven que las guerras de hoy no tienen fundamentalmente una motivación económica, sino geoestratégica, y aun así ya no alcanzan sus objetivos originales, sino que conducen al resultado contrario. (...) La guerra de Ucrania es una confirmación ejemplar de esto: sean cuales sean los objetivos geoestratégicos del imperialismo ruso o estadounidense, el resultado será un país en ruinas (Ucrania), un país arruinado económica y militarmente (Rusia), una situación imperialista aún más tensa y caótica desde Europa hasta Asia Central y millones de refugiados en Europa."
Dentro de la organización, algunos camaradas no están de acuerdo con este análisis de la dinámica imperialista actual. Para ellos, la guerra de Ucrania no es sólo el resultado de una tendencia a la bipolarización del mundo. Alrededor de China, por un lado, y de Estados Unidos, por otro, se están configurando dos campos cada vez más claramente definidos, dos campos que, con el tiempo, podrían formar bloques y enfrentarse en una tercera guerra mundial.
El Congreso fue otra oportunidad para responder: "Las consecuencias del conflicto en Ucrania no conducen a una 'racionalización' de las tensiones a través de un alineamiento 'bipolar' de los imperialismos detrás de dos 'padrinos' dominantes, sino por el contrario a la explosión de una multiplicidad de ambiciones imperialistas, que no se limitan a las de los grandes imperialismos (que se examinarán en la próxima sección), ni a las de Europa del Este y Asia Central, acentuando así el carácter caótico e irracional de los enfrentamientos".
Para estar a la altura de sus responsabilidades e identificar todos los peligros que se ciernen sobre la humanidad, y especialmente sobre la clase obrera, los revolucionarios deben comprender la coherencia del conjunto de la situación y su gravedad real. Nuestro informe muestra que sólo el método marxista y el materialismo permiten tal comprensión, pero un materialismo que no sea vulgar, un materialismo dialéctico e histórico capaz de abarcar todos los factores en su relación y su movimiento, un materialismo que integre la fuerza del pensamiento en su relación y su influencia sobre el conjunto del mundo material porque el pensamiento es una de las fuerzas motrices de la historia. Nuestro informe destaca cuatro puntos centrales que pertenecen a este método:
1. La transformación de la cantidad en calidad
Aplicada a la situación histórica abierta en 1989/90, se traduce así: las manifestaciones de descomposición pueden haber existido en la decadencia del capitalismo, pero hoy la acumulación de estas manifestaciones es la prueba de una transformación, de una ruptura en la vida de la sociedad, que señala la entrada en una nueva época de la decadencia capitalista en la que la descomposición se convierte en el elemento decisivo.
2. El todo no es la suma de las partes
Este es uno de los principales fenómenos de la situación actual. Las diversas manifestaciones de la descomposición, que al principio podían parecer independientes pero cuya acumulación ya indicaba que habíamos entrado en una nueva época de la decadencia capitalista, reverberan ahora cada vez más unas sobre otras en una especie de "reacción en cadena" cada vez más fuerte, un "torbellino" que impulsa la aceleración histórica a la que estamos asistiendo. Estos efectos acumulativos superan ahora con creces su mera suma.
3. El enfoque histórico de la actualidad
En este enfoque histórico se trata de tener en cuenta que las realidades que examinamos no son cosas estáticas e intangibles que existen desde tiempos inmemoriales, sino que corresponden a procesos en constante evolución con elementos de continuidad, pero también, y sobre todo, de transformación e incluso de ruptura.
4. La importancia del futuro en la vida de las sociedades humanas
La dialéctica marxista atribuye al futuro un lugar fundamental en la evolución y el movimiento de la sociedad. De los tres momentos de un proceso histórico -pasado, presente y futuro- es el futuro el que constituye el factor fundamental de su dinámica. Y es precisamente porque la sociedad actual está privada de este elemento fundamental, el futuro, la perspectiva (que sienten cada vez más personas, en particular los jóvenes), una perspectiva que sólo puede ofrecer el proletariado, por lo que se hunde en la desesperación y se pudre en la raíz.
Este método permite que nuestra resolución sobre la situación internacional eleve nuestro análisis de lo abstracto a lo concreto: "... asistimos ahora a este "efecto torbellino" en el que todas las diferentes expresiones de una sociedad en descomposición interactúan entre sí y aceleran el descenso hacia la barbarie. Así, la crisis económica se ha visto palpablemente agravada por la pandemia y la paralización de la economía, la guerra de Ucrania y el creciente coste de los desastres ecológicos; mientras tanto, la guerra de Ucrania tendrá graves implicaciones a nivel ecológico y en todo el planeta; la competencia por los menguantes recursos naturales exacerbará aún más las rivalidades militares y las revueltas sociales."
El retorno de la lucha de la clase obrera
Del otro lado de este polo de destrucción está el polo de la perspectiva revolucionaria del proletariado.
Los últimos meses han demostrado que el proletariado no sólo no está derrotado, sino que incluso empieza a levantar cabeza, a encontrar de nuevo el camino de la lucha. Ya en el verano de 2022, la CCI reconoció en las huelgas del Reino Unido un cambio en la situación de la clase obrera. En nuestro volante internacional publicado el 31 de agosto, "La burguesía impone nuevos sacrificios, la clase obrera responde con la lucha", escribimos: "Basta ya". Este grito ha resonado de huelga en huelga durante las últimas semanas en el Reino Unido. Este movimiento masivo, bautizado como "El verano del descontento" (...), ha implicado cada día a trabajadores de más sectores (...) sólo las enormes huelgas de 1979 produjeron un movimiento mayor y más extendido. Una acción de esta envergadura en un país tan grande como Gran Bretaña no sólo es significativa a nivel local, sino que es un acontecimiento de importancia internacional, un mensaje para los explotados de todos los países (...) el regreso de las huelgas generalizadas en el Reino Unido marca el retorno de la combatividad del proletariado mundial".
Teóricamente armada para comprender las huelgas y manifestaciones que surgieron en muchos países, la CCI pudo intervenir, en la medida de sus posibilidades, distribuyendo ocho volantes diferentes, con el fin de seguir la evolución del movimiento y la reflexión en curso en la clase obrera. Lo que todos estos volantes tienen en común es que ponen de relieve:
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el retorno de la combatividad de la clase obrera,
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la dimensión histórica e internacional del movimiento,
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el sentimiento creciente en las filas de los trabajadores de que todos están "en el mismo barco", caldo de cultivo para la reconquista de la identidad de clase,
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la necesidad de tomar la lucha en nuestras manos y, para ello, de reapropiarnos de las lecciones de las luchas pasadas.
También en este caso, como en el de la guerra de Ucrania, hay desacuerdos y debates en el seno de la organización. Los mismos camaradas que creen ver en la guerra de Ucrania un paso hacia la constitución de bloques y la tercera guerra mundial, plantean la idea de que las luchas y la combatividad obreras actuales no constituyen una ruptura de una dinámica negativa desde los años 80, con una larga serie de derrotas que no son definitivas pero que han conducido a una debilidad particularmente grave, sobre todo a nivel de la conciencia. En esta visión, "en un mundo capitalista que, más que nunca desde 1989, avanza caótica y 'naturalmente' hacia la guerra, la respuesta del proletariado a nivel político sigue estando muy por debajo de lo que la situación le exige" (una de las enmiendas de los camaradas, rechazada por el Congreso, a la resolución sobre la situación internacional). Para ellos, la situación actual, sin ser idéntica, es una evolución que recuerda a la de los años 30, con un proletariado combativo en muchos países centrales, pero incapaz de evitar la guerra. "Por el momento, aún no se ha producido el necesario desarrollo de asambleas de masas y de una auténtica cultura del debate. Tampoco ha surgido una nueva generación de militantes proletarios politizados". (ibid.) Se esgrimió otro argumento para explicar la magnitud de los movimientos sociales y la proliferación de huelgas en muchos países: la escasez de mano de obra en muchos sectores y la necesidad de mantener la economía de guerra funcionando a pleno rendimiento hicieron que la situación fuera favorable para que la clase obrera exigiera salarios más altos. Para el Congreso, la realidad que se despliega ante nuestros ojos, a saber, la ola de empobrecimiento en curso, con los precios disparados mientras los salarios se estancan y llueven los ataques gubernamentales, desmiente esta teoría.
Para los camaradas, las hojas volantes distribuidas por la CCI, unos 150,000, durante los diversos movimientos sociales de los últimos meses, no corresponden a las necesidades de la situación. De acuerdo con su análisis de un proletariado casi derrotado y de una dinámica hacia la constitución de dos bloques y la guerra mundial, la primera tarea de los revolucionarios no es la intervención sino la implicación en la profundización teórica.
Por el contrario, el Congreso hizo un balance muy positivo de la intervención internacional de la organización en las luchas. La CCI sabía que no podría influir en la clase y en el movimiento en su conjunto: las organizaciones revolucionarias no pueden tener tal impacto en el periodo histórico actual Este papel de guía de las masas sólo es posible cuando la clase ha desarrollado su conciencia y su lucha histórica a un nivel muy superior. Esta intervención iba dirigida a una parte de la clase obrera, la minoría que hoy busca posiciones de clase. El importante número de discusiones que provocó la distribución de estos volantes en las manifestaciones, las cartas recibidas, los recién llegados a nuestras diversas reuniones públicas demuestran que nuestra intervención cumplió su papel: estimular la reflexión en una parte de la minoría, provocar el debate y fomentar el reagrupamiento de las fuerzas revolucionarias.
Detrás del reconocimiento inmediato de la importancia histórica del retorno de la lucha de clases en el Reino Unido y de sus implicaciones para nuestra intervención en la lucha, está el mismo método que nos permitió aprehender la novedad en la aceleración actual de la descomposición, con su "efecto torbellino": la transformación de la cantidad en calidad, el enfoque histórico... Pero una faceta de este método reviste aquí una importancia particular: la aproximación a los acontecimientos a través de su dimensión internacional.
Fue ya este reconocimiento de la dimensión necesariamente internacional de la lucha de clases lo que, en 1968, permitió a los que iban a fundar la CCI captar inmediatamente el significado real y profundo de los acontecimientos de mayo. Mientras que todo el medio político proletario de la época no veía en ello más que una revuelta estudiantil, y afirmaba que no había "nada nuevo bajo el sol", nuestro camarada Marc Chirik y los militantes que empezaban a unirse veían que este movimiento anunciaba el fin de la contrarrevolución y la apertura de un nuevo periodo de lucha de clases a escala internacional.
Esta es la razón por la que el punto 7 de la resolución internacional que adoptamos explícitamente afirma "La recuperación de la combatividad obrera en varios países es un acontecimiento histórico importante que no sólo resulta de circunstancias locales y no puede explicarse por condiciones puramente nacionales. (...) El hecho de que las luchas actuales hayan sido iniciadas por una fracción del proletariado que más ha sufrido el retroceso general de la lucha de clases desde finales de los años 80 es profundamente significativo: así como la derrota en Gran Bretaña en 1985 anunció el retroceso general a finales de los años 80, el retorno de las huelgas y de la combatividad obrera en Gran Bretaña revela la existencia de una corriente profunda en el seno del proletariado de todo el mundo."
De hecho, ¡nos veníamos preparando para esta eventualidad desde principios de 2022! En enero, publicamos un volante internacional anunciando "Hacia un deterioro brutal de las condiciones de vida y de trabajo". Basándonos en los indicios de que la lucha empezaba a desarrollarse, anunciábamos la posibilidad de una respuesta de nuestra clase. El retorno de la inflación era un terreno fértil para la combatividad obrera.
Un mes después, el estallido de la guerra en Ucrania agravó considerablemente los efectos de la crisis económica, disparando los precios de la energía y los alimentos.
Consciente de las profundas dificultades de nuestra clase, pero también conocedora de la historia de sus luchas, la CCI sabía que no habría una reacción directa y a gran escala de nuestra clase a la barbarie de la guerra, pero que existía, en cambio, la posibilidad de una reacción a los efectos de la guerra "en la retaguardia", en Europa y en Estados Unidos3: huelgas frente a los sacrificios exigidos en nombre de la economía de guerra. Y eso fue exactamente lo que ocurrió.
Sobre estas bases teóricas e históricas, la CCI no se engañó sobre la posibilidad de una reacción de clase a la guerra, no creyó que los comités internacionalistas surgirían por todas partes, y menos aún trató de crearlos artificialmente. Nuestra respuesta fue, ante todo, tratar de defender lo más firmemente posible la tradición internacionalista de la izquierda comunista, llamando a todas las fuerzas del medio político proletario a agruparse en torno a una declaración común. Mientras que una gran parte del medio ignoró o incluso rechazó4 nuestro llamado, tres grupos (Voz Internacionalista, Istituo Onorato Damen y Perspectiva Comunista Internacionalista) respondieron para mantener vivo el método de lucha y reagrupamiento de las fuerzas internacionales iniciado por las conferencias de Zimmerwald y Kienthal en septiembre de 1915 y abril de 1916 frente a la Primera Guerra Mundial5.
Los pueblos de Zimmerwald y Kienthal, en Suiza, se hicieron famosos por ser los lugares donde los socialistas de ambos bandos se reunieron durante la Primera Guerra Mundial para lanzar una lucha internacional que pusiera fin a la matanza y denunciar a los dirigentes patrioteros de los partidos socialdemócratas. Fue en estas reuniones donde los bolcheviques, apoyados por la Izquierda de Bremen y la Izquierda Holandesa, plantearon los principios esenciales del internacionalismo contra la guerra imperialista que siguen siendo válidos hoy en día: ningún apoyo a ninguno de los dos bandos imperialistas, el rechazo de todas las ilusiones pacifistas y el reconocimiento de que sólo la clase obrera y su lucha revolucionaria pueden poner fin al sistema que se basa en la explotación de la fuerza de trabajo y que produce constantemente la guerra imperialista. Hoy, ante la aceleración del conflicto imperialista en Europa, las organizaciones políticas basadas en la herencia de la izquierda comunista tienen el deber de seguir levantando la bandera de un internacionalismo proletario consecuente y de constituir un punto de referencia para quienes defienden los principios de la clase obrera. Esta es, al menos, la opción de las organizaciones y grupos de la Izquierda Comunista que han decidido publicar esta declaración común para difundir lo más ampliamente posible los principios internacionalistas que se forjaron contra la barbarie de la guerra mundial.
Esta forma de unir las fuerzas revolucionarias en torno a los principios fundamentales de la izquierda comunista es una lección histórica para el futuro. Zimmerwald ayer y la declaración conjunta hoy son pequeños hitos que señalarán el camino hacia el mañana.
La responsabilidad de los revolucionarios
Los debates preparatorios y el propio Congreso se ocuparon de la cuestión esencial de la construcción de la organización. Aunque ésta es claramente la dimensión central de las actividades de la CCI, esta preocupación por el futuro va mucho más allá de nuestra organización.
"Frente al choque creciente de los dos polos de la alternativa -destrucción de la humanidad o revolución comunista-, las organizaciones revolucionarias de la izquierda comunista, y la CCI en particular, tienen un papel insustituible que desempeñar en el desarrollo de la conciencia de clase, y deben consagrar sus energías a la tarea permanente de profundización teórica, a plantear un análisis claro de la situación mundial, y a intervenir en las luchas de nuestra clase para defender la necesidad de la autonomía, la autoorganización y la unificación de clase, y del desarrollo de la perspectiva revolucionaria. Esta labor sólo puede llevarse a cabo sobre la base de un paciente trabajo de construcción de la organización, sentando las bases del partido mundial del futuro. Todas estas tareas exigen una lucha militante contra todas las influencias de la ideología burguesa y pequeñoburguesa en el seno de la izquierda comunista y de la propia CCI. En la coyuntura actual, los grupos de la izquierda comunista se enfrentan al peligro de una crisis real: con algunas excepciones, han sido incapaces de unirse en defensa del internacionalismo frente a la guerra imperialista en Ucrania, y están cada vez más abiertos a la penetración del oportunismo y el parasitismo. Una adhesión rigurosa al método marxista y a los principios proletarios es la única respuesta a estos peligros". (punto 8 de la resolución sobre la situación internacional).
Para que la revolución sea posible a largo plazo, el proletariado debe tener en sus manos el arma del Partido. Es esta futura construcción del Partido la que hay que preparar hoy. En otras palabras, una minoría de revolucionarios organizados lleva sobre sus hombros la responsabilidad de mantener vivas las organizaciones actuales, de mantener vivos los principios históricos del movimiento obrero y en particular de la Izquierda Comunista, y de transmitir estos principios y posiciones a la nueva generación que se unirá gradualmente al campo revolucionario.
Cualquier espíritu de competición, cualquier oportunismo, cualquier concesión a la ideología burguesa y al parasitismo en el seno del medio político proletario son puñaladas en la espalda de la revolución. En el contexto muy difícil de la aceleración de la descomposición, que desorienta, que la empuja a actuar de manera individualista, que mina la confianza en la capacidad de la clase y de sus minorías para organizarse y unirse, es responsabilidad de los revolucionarios no ceder y seguir manteniendo en alto la bandera de los principios de la Izquierda comunista.
Las organizaciones revolucionarias se enfrentan a un enorme reto: ser capaces de transmitir la experiencia acumulada por la generación surgida de la oleada de Mayo del 68.
Desde finales de los años de 1960, durante casi sesenta años, el capitalismo mundial decadente se ha ido hundiendo lentamente en una crisis económica sin fin y en una barbarie creciente. De 1968 a mediados de los años ochenta, el proletariado libró toda una serie de luchas y acumuló una gran experiencia, sobre todo en su enfrentamiento con los sindicatos, pero la lucha de clases decayó bruscamente a partir de 1985/1986 y casi se ha extinguido hasta nuestros días. En este contexto tan difícil, muy pocos militantes se unieron a las organizaciones revolucionarias. Toda una generación se perdió por la falsa propaganda de la "muerte del comunismo" en 1989/1990. Desde entonces, con el desarrollo de la descomposición, que ataca de manera insidiosa la convicción militante favoreciendo el no futuro, el individualismo, la pérdida de confianza en la organización colectiva y en la lucha histórica de la clase obrera, muchas fuerzas militantes han abandonado progresivamente la lucha y han desaparecido.
Entonces sí, hoy el futuro de la humanidad descansa sobre un número muy reducido de hombros, repartidos por todo el mundo. Sí, el estado desastroso del medio político proletario, gangrenado por el espíritu de competición y el oportunismo, hace que las posibilidades de éxito de la revolución sean aún más escasas. Y sí, el papel de las organizaciones revolucionarias en general, y de la CCI en particular, es aún más vital. Transmitir a las nuevas generaciones de militantes revolucionarios que empiezan a llegar las lecciones de nuestra historia, la historia de las organizaciones motivadas por el espíritu revolucionario de las generaciones militantes del pasado es la clave del futuro.
CCI, 11 de junio de 2023
1 TESIS SOBRE LA DESCOMPOSICION: La descomposición, fase última de la decadencia del capitalismo | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
2 Informe sobre la descomposición hoy (mayo de 2017) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
3 Nuestro informe sobre la lucha de clases y el debate en el Congreso nos recordaron una vez más el papel crucial del proletariado de los países occidentales que, a través de su historia y su experiencia, tendrá la responsabilidad de mostrar al proletariado mundial el camino hacia la revolución. Nuestro informe también recuerda ampliamente nuestra posición sobre "la crítica del eslabón más débil". Es también este enfoque el que nos ha permitido ser conscientes de la heterogeneidad del proletariado en las diferentes partes del planeta, de la inmensa debilidad del proletariado en los países de Europa del Este, y anticipar la posibilidad de un conflicto en los Balcanes. Así, ya esta primavera, nuestro informe extraía lecciones de la guerra en Ucrania y predecía que: "La incapacidad de la clase obrera de este país para oponerse a la guerra y a su movilización, incapacidad que abrió la posibilidad de esta carnicería imperialista, indica hasta qué punto la barbarie y la descomposición capitalistas están ganando terreno en partes cada vez más amplias del planeta. Después de África, Oriente Medio y Asia Central, ahora es parte de Europa Central la que se ve amenazada por el riesgo de sumirse en el caos imperialista; Ucrania ha demostrado que existe, en algunos países satélites de la ex URSS, en Bielorrusia, en Moldavia, en la ex Yugoslavia, un proletariado muy debilitado por décadas de explotación forzada por el estalinismo en nombre del comunismo, décadas en las que soportó el peso de las ilusiones democráticas y fue gangrenado por el nacionalismo. En Kosovo, Serbia y Montenegro, las tensiones van en aumento".
4 La Tendencia Comunista Internacionalista ha preferido así comprometerse en la aventura de No War But the Class War. Leer nuestro artículo "Un comité que lleva a sus participantes a un callejón sin salida" en https://es.internationalism.org/content/4911/un-comite-que-lleva-los-participantes-un-callejon-sin-salida
5 Ver "Declaración conjunta de los grupos de la izquierda comunista internacional sobre la guerra en Ucrania" en https://es.internationalism.org/content/4807/declaracion-conjunta-de-grupos-de-la-izquierda-comunista-internacional-sobre-la-guerra