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La ola de rebelión en el Norte de África y en Oriente Medio no parece debilitarse. Estamos viendo nuevos desarrollos:
- Demostraciones y choques con la policía en la ciudad libia de Benghasi a consecuencia del arresto de un abogado comprometido en una campaña que pedía una investigación de la salvaje masacre de cientos de presos tras una protesta en 1996. El régimen de Gadafi muestra una brutalidad despiadada -hay informaciones de francotiradores y helicópteros disparando contra las multitudes- que lleva la muerte a muchos
- En Bahrain, miles de manifestantes ocupan la Plaza de la Perla en Manama con la esperanza de emular la ocupación de la Plaza de Tahrir en El Cairo. Levantan eslóganes contra las divisiones sectarias ("Ni chiitas ni sunitas, bahreiníes") y contra los líderes que se auto-proclaman ("No tenemos líderes"). Según las últimas informaciones la policía antidisturbios ha limpiado la plaza con una considerable violencia provocando nuevas muertes y muchos heridos.
- En Irak se han producido nuevas manifestaciones contra el aumento de precios y frente a la falta de electricidad.
Sin embargo, lo que parece ser el desarrollo más importante de la última semana es la manifestación explícita de luchas masivas de trabajadores en Egipto. Como Hossam-El-Hamalawy[1] explica en un artículo publicado en The Guardian[2] el pasado 14 de febrero, el surgimiento de la lucha obrera con sus propias demandas influyó poderosamente en la decisión del Ejército de librarse de Mubarak:
«Todas las clases sociales de Egipto han participado en el levantamiento. En la Plaza de Tahrir tú podías encontrar los hijos y las hijas de la élite egipcia junto con los trabajadores, los ciudadanos de clase media y los pobres urbanos. Pero el régimen empezó a tambalearse definitivamente cuando las huelgas masivas estallaron el miércoles 9[3] lo que obligó a los militares a forzar a Mubarak a dimitir porque ello puso al régimen al borde del colapso... Desde el primer día del levantamiento el 25 de enero, la clase trabajadora había participado en las protestas. Sin embargo, los trabajadores habían tomado parte como "manifestantes" pero no necesariamente como "trabajadores"- es decir, que no habían actuado de manera independiente. No habían sido los manifestantes quienes habían paralizado la economía sino el propio gobierno con los continuos toques de queda y el cierre decretado de bancos y centros de negocios. Se trataba de una especie de huelga capitalista que pretendía aterrorizar al pueblo egipcio. Pero cuando el gobierno quiso devolver la normalidad al país a partir del 8 de febrero, los trabajadores no se mostraron de acuerdo, discutieron sobre la situación en curso y comenzaron a organizarse masivamente como un bloque independiente»
Un artículo de David McNally[4] nos da una idea de la amplitud que ha tenido el movimiento:
«En el curso de los pocos días que transcurren a partir del 7 de febrero decenas de miles de trabajadores se lanzan a la acción. Miles de trabajadores ferroviarios se declaran en huelga y bloquean las líneas de trenes. 6000 trabajadores de la Autoridad del Canal de Suez abandonan el trabajo organizándose en asamblea masiva en Suez y en otras ciudades. En Mahalla, 1500 trabajadores de Abul Sbae Textil paran y bloquean la autopista. En el Hospital de Kafr-al-Zayyat cientos de enfermeras hacen una sentada y otros cientos de empleados del hospital se les unen.
A la ola huelguística se suman otros muchos miles por todo Egipto: los conductores de autobús de El Cairo, los empleados de Telecom Egypt, periodistas, obreros de las plantas farmacéuticas y siderúrgicas. Piden mejores salarios, el despido de los jefes más despiadados, mejores condiciones de trabajo y sindicatos independientes. En muchos casos exigen la dimisión de Mubarak. En algunos casos, como los 2000 obreros de la fábrica de seda de Helwan, piden la expulsión de todo el Consejo de Administración. Miles de empleados de la Universidad de El Cairo se unen a la protesta, se enfrentan a las fuerzas de seguridad e impiden al primer ministro, Ahmed Shariq, entrar en su oficina»
Podríamos añadir otros numerosos ejemplos: cerca de 20000 obreros de Al-Mahalla Al-Kobra, a unos 100 kilómetros al norte de El Cairo, que tras 3 días de calma, relanzaron la huelga en la mayor factoría textil del país. 150 guías turísticas que hicieron una protesta sobre sus miserables sueldos a la sombra de la Gran Pirámide. Los trabajadores bancarios que exigieron la partida de sus corruptos jefes; los conductores de ambulancia que bloquearon las calles para exigir mejoras salariales. Miles de trabajadores se concentraron alrededor de la sede de la ETUF (Egyptian Trade Union Federation, Sindicato oficialista) calificándolo de "cueva de ladrones" y pidiendo su disolución a lo que los matones del sindicato respondieron con palos y disparos. Hasta hubo policías que protestaron por lo que les estaban obligando a hacer contra los manifestantes, mostrando el hundimiento de la moral en los escalones más bajos de esta fuerza represiva. Sin duda, otros muchos ejemplos podrían añadirse.
Llama la atención la observación de McNally que dice que este movimiento muestra muchas de las características de la huelga de masas que Rosa Luxemburgo había analizado:
«Lo que, con otras palabras, estamos viendo es el surgimiento de la clase obrera egipcia. Habiendo estado en el corazón del levantamiento popular callejero, ahora decenas de miles de trabajadores están trasladando la lucha revolucionaria a los centros de trabajo, extendiendo y profundizando el movimiento en curso. Al comportarse de esta manera están probando la relevancia del análisis expuesto por la gran socialista germano-polaca Rosa Luxemburgo. En su libro, La huelga de masas[5], basado en la experiencia de las huelgas de masas de 1905 en Rusia contra la dictadura zarista, Luxemburgo argumenta que los verdaderos movimientos revolucionarios se desarrollan por medio de oleadas interactivas de luchas económicas y políticas, enriqueciéndose unas a otras. En este pasaje que podría haberse inspirado en lo que está sucediendo en Egipto, ella explica "Cada nueva arremetida y cada nueva victoria de la lucha política se transforman en un poderoso estímulo a la lucha económica, extendiendo al mismo tiempo sus posibilidades externas e intensificando el anhelo interior de los trabajadores por mejorar su posición y su deseo de lucha. Cuando se retira la marea burbujeante de la acción política, deja tras de sí un fructífero depósito en el cual florecen millares de brotes de lucha económica. Y al revés. La situación de los obreros de lucha económica incesante con el capitalismo mantiene viva su energía en todos los interregnos políticos»
Como subrayan tanto McNally como Hossam el-Hamalawy, la fuerza del movimiento no se adquirió de la noche a la mañana. En los últimos 7 años, los trabajadores habían estado en primera línea, en la resistencia contra la pobreza y la represión, impuesta a toda la población. Hubo una serie de movimientos huelguísticos en 2004, 2006-7 y 2007-8 con los trabajadores de la industria textil de Mahalla jugando un destacado y significativo papel al que se fueron uniendo otros sectores. Ya en 2007 publicamos un artículo donde veíamos gérmenes de huelgas de masas en esas luchas por el alto grado que expresaron de auto-organización y solidaridad[6]. Como subraya Rosa Luxemburgo, la huelga de masas es algo que madura en un periodo de años, así las huelgas de 1905 sobre las que habla habían fermentado en sucesivas oleadas durante las dos décadas anteriores y a su vez, 1905 constituyó un puente hacia la revolución de 1917.
Pero, a pesar de todo lo que se habla de "revolución" en esos países[7], lo bien cierto es que el movimiento que puede conducir a una futura huelga de masas hace frente a muchos peligros:
- El peligro de la represión. Ahora que las protestas masivas se han ido dispersando y que el ejército ha "asumido el poder"[8] se están lanzando llamamientos insistentes para volver al trabajo porque después de todo ¡la revolución ya tiene su victoria! Se ha insinuado que las asambleas de trabajadores deberían prohibirse. No podemos olvidar que durante el periodo en que el ejército "protegía al pueblo" cientos de activistas fueron arrestados y torturados por esa institución tan "popular" y no hay ninguna razón para pensar que esa "represión tranquila" deje de practicarse aunque lo más espectacular trate de evitarse.
- Las ilusiones de los propios combatientes. La mayor de todas es que "el ejército pertenece al pueblo", esta ilusión es peligrosa porque impide ver quién es el enemigo y por donde vendrá un nuevo golpe. Pero las ilusiones sobre el Ejército forman parte de una ilusión más general en la democracia, la idea según la cual los cambios en la forma del Estado capitalista cambiarían la función de dicho estado y harían que se pusiera al servicio de las necesidades de la mayoría. El llamamiento a la constitución de sindicatos independientes que se ha escuchado en muchas de las huelgas actuales[9] es, visto profundamente, una variante del mito democrático: está basado en la idea que el Estado Capitalista -cuyo rol es proteger a un sistema que nada tiene que ofrecer ni a los trabajadores ni a la humanidad- podría permitir a la clase explotada mantener sus propias organizaciones independientes sobre una base permanente.
El camino hacia la revolución es todavía muy largo y el único sentido que esta puede tener es el de una Revolución Proletaria Internacional. La conciencia revolucionaria requerida para guiar esta revolución hasta la victoria solo puede desarrollarse a una escala internacional y necesita la contribución de los trabajadores de los países capitalistas más avanzados. Pero los proletarios (y otras capas oprimidas) de Oriente Medio y el Norte de África están aprendiendo vitales lecciones a partir de su propia experiencia: tomar a cargo su lucha, como han mostrado las huelgas que han partido desde abajo, también los comités de vecinos para auto-protegerse de los desmanes de los bajos fondos de la sociedad y la policía, lanzados por el régimen; también la "democracia directa" cotidiana que se ha vivido en la Plaza Tahrir. Como dice McNally:
«Estas formas de auto-organización popular constituyen nuevas prácticas de democracia radical. En la Plaza de Tahrir, el centro nervioso de la Revolución, la multitud se compromete en decisiones directas tomadas a veces por cientos de miles. Organizados en pequeños grupos, la gente discute y debate, envía delegados para realizar consultas sobre las reivindicaciones del movimiento. Como explica un periodista[10] "los delegados de estas mini-reuniones van juntos a examinar el ánimo dominante antes de que las reivindicaciones potenciales sean leídas por el sistema de megafonía. La adopción de cada propuesta se hace según los aplausos y gritos de ánimo recibidos de la multitud»
Lecciones sobre cómo defenderse colectivamente de las carnicerías de la policía y los esbirros del régimen; sobre cómo fraternizar con los soldados; sobre cómo superar las divisiones sectarias -entre chiitas y sunitas, entre musulmanes y cristianos, entre religiosos y seglares. Lecciones sobre el internacionalismo puesto que la revuelta se extiende de un país a otro, tomando en sus reivindicaciones y métodos los de los demás. Y cómo en definitiva, los proletarios descubren que en todas partes hacen frente al mismo deterioro de sus vidas, que tienen enfrente el mismo sistema represivo y el mismo sistema de explotación.
Quizá lo más importante es el mismo hecho que la clase obrera se haya afirmado solidariamente en el momento del supuesto "triunfo democrático", tras la salida de Mubarak, lo cual parecía ser el verdadero fin de la revuelta. Ello muestra la capacidad para resistir a los llamamientos al sacrificio y la renuncia por el bien de la "nación" y del "pueblo", todo lo cual es el objetivo central de todas las campañas burguesas de patriotismo y democracia. Entrevistados por la prensa, trabajadores en Egipto han revelado con frecuencia y de la forma más simple lo que motivaba sus huelgas y protestas: no podían alimentar a sus familias porque sus salarios eran demasiado bajos, los precios eran demasiado altos y no habían trabajo ni mucho menos para todos. Los trabajadores enfrentan en todos los países la lucha contra un empeoramiento sin precedentes de sus condiciones de vida y no una "reforma democrática". La clase obrera solo tiene la lucha como defensa y la perspectiva de una nueva sociedad como solución.
Amos, 16.2.11 World Revolution órgano de la CCI en Gran Bretaña
[1] Ver su blog: arabawy.org
[2] "Egypt protests continue in the factories".
[3] Ver "Labour unions boost Egyptian protests".
[4] https://www.davidmcnally.org/?p=354
[5] En realidad el libro se llama Huelga de masas, partido y sindicatos y se puede encontrar en https://www.marxists.org/espanol/luxem/06Huelgademasaspartidoysindicatos_0.pdf
[6] Ver Egipto, el germen de la huelga de masas, en /content/1915/egipto-el-germen-de-la-huelga-de-masas , también /accion-proletaria/200711/2101/luchas-en-egipto-una-expresion-de-la-solidaridad-y-la-combatividad-obr e igualmente: Amenaza de hambrunas por la inflación: crisis capitalista y respuesta obrera, /content/2271/amenaza-de-hambrunas-por-la-inflacion-crisis-capitalista-y-respuesta-obrera ,
[7] lo cual puede ser defendido honestamente aunque de forma equivocada o también formar parte del discurso mistificador del izquierdismo que siempre banaliza el concepto de revolución
[8] En realidad siempre lo ha detentado. En Egipto desde 1952 los presidentes son militares.
[9] Ver el documento https://www.europe-solidaire.org/spip.php?article20203 que parece un ejemplo serio del movimiento obrero en Egipto para desarrollar su auto-organización a través de Asambleas Generales y comités elegidos y revocables, aunque al mismo tiempo expresa una inclinación a las ideas democráticas y sindicalistas. Como ejemplo transcribimos las demandas de los Trabajadores del acero:
1. Dimisión inmediata del Presidente Mubarak y eliminación de los símbolos del régimen
2. Confiscación de todos los fondos y propiedades de los símbolos del régimen y de todo aquel que se demuestre que es un corrupto.
3. Los trabajadores del acero han dado mártires y militantes, llamando a todos los trabajadores de Egipto a desmantelar la Federación vinculada al partido gobernante y a crear su propio sindicato independiente y a celebrar asambleas de manera libre sin ningún permiso previo o consentimiento del régimen que ha perdido toda su legitimidad.
4. Confiscación de las compañías del sector público que habían sido vendidas, cerradas o privatizadas, que como todo el sector público pertenece al pueblo y su nacionalización en el nombre del pueblo y la formación de una nueva dirección con trabajadores y técnicos.
5. Constitución de comités de trabajadores de control en todos los centros de trabajo controlando la producción, los precios, la distribución y los salarios.
6. Llamamiento a una Asamblea Generales de todos los sectores y tendencias políticas pertenecientes al pueblo para desarrollar una nueva constitución y elegir verdaderos comités populares sin esperar al consentimiento o la negociación con el régimen
Una gran manifestación se sumará a la Plaza de Tahrir el 11 de febrero para unirse a la revolución y expresar las reivindicaciones de los trabajadores de Egipto.
¡viva la Revolución!
¡Viva el pueblo de Egipto!
¡Viva la intifada de la juventud egipcia! ¡La revolución del pueblo ha de pertenecer al pueblo!
[10] Jack Shenker, ‘Cairo's biggest protest yet demands Mubarak's immediate departure,' The Guardian, February 5, 2011