Egipto, Túnez, Argelia: El espectro visible de los combates de clase

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Los medios de comunicación y los politicastros burgueses de todo pelaje no cesan de hablar de la "revuelta de los países del Magreb y los Estados árabes"; focalizan así la atención hacia las especificidades regionales, hacia las maneras "muy poco democráticas" de los dirigentes nacionales de la zona, hacia la exasperación de las poblaciones que estás viendo que después de treinta años continúan los mismos en el poder...

 

Evidentemente todo eso que nos cuentan ¡es verdad, sí! Los Ben Alí, Mubarak, Rifai y otros Buteflika, son unos verdaderos gánsteres, auténticas caricaturas de la dictadura burguesa pero lo que, sobre todo, es cierto es que estos movimientos sociales incumben a los explotados de todos los países. Estas explosiones de cólera, hoy ya una mancha de aceite que va anegando amplias zonas, tienen como telón de fondo la aceleración de la crisis económica mundial que desde 2007 está en camino de hundir a la humanidad entera en la más espantosa de las miserias. (1)

 

Tras Túnez llegó a Egipto. La revuelta se ha contagiado a todos los Estados árabes y en particular a los de África del Norte. Con Túnez, aparece claro para la burguesía que ha comenzado ya aquello que más temía. A partir de ahí, a las poblaciones empantanadas en la miseria y la desesperación, golpeadas brutalmente por las consecuencias de la crisis económica mundial, se les somete al horror de la represión sanguinaria. Frente a la cólera de los explotados, los gobiernos y los dirigentes se muestran como lo que son: una clase de acaparadores y asesinos. Las únicas respuestas que son capaces de dar a las demandas de esas gentes son: el terror y las balas de sus fusiles. Y no son únicamente esos "dictadores" de los que nos hablan: los Mubarak, los Ben Alí, los Buteflika, los Saleh del Yemen y sus consortes los actores y ejecutores de tales atrocidades; lo son también nuestros propios dirigentes "demócratas", tanto de izquierdas como de derecha, estos que siempre les han considerado sus "amigos", sus "fieles aliados", cómplices y aliados en la defensa del orden y la explotación capitalista allí y acá. Estos gobernantes han simulado ignorar que la tan alabada estabilidad y capacidad para detener el islamismo radical se apoyaba en el mantenimiento de unos regímenes que han encadenado a las poblaciones al terror policial, durante decenios; han mirado hacia otro lado para "no tener que ver" las torturas, la corrupción, las exacciones, el ambiente de terror y miedo que se imponían a sangre y palo sobre la población. Les han apoyando con tesón durante años para que pudieran mantener esa lápida de plomo; justificándolo en nombre de la estabilidad, la amistad y la paz entre los pueblos, en nombre de la no injerencia,..., cuando en realidad lo que apoyaban es la defensa de sus sórdidos intereses imperialistas nacionales.

 

La revuelta social en Egipto

 

En Egipto, vuelven a verse hoy decenas, centenas de muertos, miles de heridos, decenas de miles de detenidos en un clima de revuelta. Con la caída de Ben Alí en Túnez, que sirvió de detonante, ha saltado el cerrojo; suscitando una inmensa esperanza en la mayoría de la población de los países árabes donde se ha vivido el mismo terror; es decir, el único medio de amordazar a la clase obrera y a las capas explotadas. Aunque hemos presenciado también expresiones de desesperación: una oleada de intentos de suicidio en Argelia, Marruecos, Mauritania, Sahara Occidental, Arabia Saudita, Sudán,..., que ha implicado incluso a jóvenes sin empleo y obreros que ya no podían satisfacer las necesidades de su familia. En Egipto las reivindicaciones van al compás con las de Túnez: "¡Pan, libertad, dignidad, más humanidad!", frente a las mismas calamidades que azotan al mundo, provocadas por la crisis económica mundial en la que nos precipita el capitalismo: el paro (que afecta a más del 20% de la población egipcia), la precariedad (cuatro de cada diez egipcios viven por debajo del umbral de pobreza) -los "famosos" traperos (siffonniers) de El Cairo que son mostrados hasta la saciedad en los reportajes de los Medios de todo el mundo, es una muestra de la atroz escasez), el alza de precios de los productos de primera necesidad y la miseria creciente. La consigna "¡Mubarak vete!" está directamente tomada del modelo de una población tunecina que reclama la marcha de un Ben Alí que ha dirigido el país con mano de hierro durante más de treinta años. Los manifestantes reclaman en El Cairo: "¡Este no es nuestro gobierno, este es nuestro enemigo!". Un periodista egipcio le explica a un corresponsal de Le Figaro: "Ningún movimiento político puede reivindicar estas manifestaciones. Es la calle quien se expresa; la gente que no tiene nada que perder. Esto no puede durar más". Una frase sale de todas las bocas: "Hoy no tengo miedo".

En abril de 2008, los trabajadores de una fábrica textil de Mahalla el-Kubra -al Norte de El Cairo- se ponen en huelga para reclamar mejoras salarios y condiciones de trabajo. Un grupo de jóvenes se organizó en Facebook y Twitter para apoyar a los obreros y llamar a una huelga general el 6 de abril. Centenares de los manifestantes que acudieron fueron detenidos. Hoy día, al contrario de lo que el gobierno tunecino fue capaz de hacer entonces, el Gobierno egipcio ha interferido la interconexión de estos internautas, cortando inmediatamente las comunicaciones.

El martes 25 de enero -decretado "Día nacional de la policía", decenas de miles de manifestantes protestatarios ocupan las calles de El Cairo, Alejandría, Tanta, Suez, donde se enfrentan a las fuerzas del orden. Son cuatro días de enfrentamientos cotidianos durante los cuales la violencia de la represión alimenta la cólera de los manifestantes: durante estos días, con sus noches, los antidisturbios utilizan hasta el tope los gases lacrimógenos, disparan sin pausa pelotas de goma y balas a discreción. Frente a la explosión de cólera que se había incubado durante semanas la represión es continua y se multiplican los enfrentamientos en El Cairo, Suez, Alejandría, en el Sinaí. Se sabe que, solo en esos primeros días, hay ya una decena de muertos, cientos de heridos, miles de detenidos. Un ejército de medio millón de hombres, fuertemente equipado y bien entrenado, desarrolla un papel central en la fuerza que sostiene al Régimen, contrariamente a lo ocurrido en Túnez. El poder cuenta también con equipos de secuaces armados de bastones, especialistas en reventar manifestaciones, los "baltageyas", y con numerosos policías de paisano -secretas- de la Seguridad del Estado, armados de cadenas metálicas y camuflados entre los manifestantes para controlar tanto las concentraciones como las salidas del Metro en la Capital. El día 28, festivo, al mediodía a la salida de las mezquitas y pese a la prohibición de concentrarse, los manifestantes afluyen de todas partes y se enfrentan con la policía en muchos barrios de la Capital. Este será el "día de la cólera". De madrugada el Gobierno desconectó la red Internet y los teléfonos móviles, impidiendo las comunicaciones telefónicas. Al atardecer el país está al rojo vivo; los manifestantes, cada vez más numerosos, desafían el toque de queda decretado en El Cairo, Alejandría y Suez. Vehículos especiales de la policía utilizan cañones de agua para disolver a una multitud compuesta principalmente por jóvenes. En el Cairo las manifestantes reciben a los carros de combate y a las tropas como héroes libertadores, pudiéndose ver algunos intentos de confraternizar con el ejército (imágenes muy difundidas por la televisión y la radio); intentos que consiguen impedir que un convoy de blindados se una a las fuerzas del orden. Se ve también a algunos policías quitarse los galones y distintivos y pasarse al campo de los manifestantes. Sin embargo, en otros puntos sí que los blindados militares abrieron rápidamente fuego contra los manifestantes que habían salido a su encuentro, masacrándolos allí mismo. Sami Anan, Jefe del Estado mayor egipcio de visita en Estados Unido como jefe de una delegación militar que debía mantener conversaciones con el Pentágono, regresa precipitadamente a Egipto ese mismo viernes. Los manifestantes incendian los coches de la policía, las comisarías y la sede del partido gubernamental; saquean el Ministerio de Información. En los hospitales, abarrotados, se amontonan los heridos. En Alejandría queman la delegación del Gobierno. En Mansoura (en el delta del Nilo) hubo también enfrentamientos y muchos muertos. Algunos asaltantes intentan adueñarse de la sede de la televisión estatal pero son desalojados por el ejército.

Alrededor de las 23h del día 20, Mubarak comparece ante las pantallas de la televisión y toma la palabra para anunciar un cambio en su Gobierno, al día siguiente; a la vez que promete emprender reformas políticas y nuevas y firmes medidas democráticas "con las que garantizar la estabilidad y la seguridad de Egipto" contra los "intentos de desestabilización". Estas declaraciones atizan aun más la cólera, reforzando la determinación de los manifestantes.

 

... los intereses imperialistas entran en la escena...

 

Si para los manifestantes Túnez es un modelo; para la burguesía, lo que allí está en juego, está claro que no tiene la misma consideración. Túnez es un país modesto que, para un país "amigo" de segundo orden, como Francia, podría tener un interés imperialista importante (2). Egipto es otra cosa: se trata de lejos, del Estado más poblado de la región (más de 80 millones de habitantes) y, sobre todo, el que ocupa un lugar estratégico central y fundamental en la relación al Próximo Oriente-Oriente Medio, en particular para la burguesía estadounidense. Lo que aquí se ventila tiene una notable dimensión: la caída del régimen de Mubarak podría provocar un caos regional de grandes consecuencias. El Egipto de Mubarak es el principal aliado de Estados Unidos en el conflicto de Oriente Medio para asegurar la protección del Estado de Israel y desempeñar un papel clave y preponderante en las relaciones entre Israel y Palestina y al mismo tiempo interpalestinas entre Al Fatah de Mahmud Abbas y el movimiento islamista Hamas. Este Estado ha sido considerado hasta ahora como un factor de estabilidad en el Próximo Oriente. Incluso la evolución política de Sudán, que camina hacia la secesión del Sur del país, hace necesario un poder fuerte en Egipto. Es por tanto una pieza clave en la estrategia estadounidense en el conflicto árabe-israelí desde hace cuarenta años y su desestabilización podría acarrear que países como Jordania, Libia, Yemen y Siria cambiaran su alineación. Esto explica la inquietud de EEUU, que por sus lazos tan estrechos con el régimen se encuentra en una posición incómoda; Obama y la diplomacia estadounidense se ven forzadas a movilizarse para ponerse en primera línea de las presiones directas sobre Mubarak, con el objetivo de preservar la estabilidad del país y en primer lugar salvar el régimen. Esta es la razón de que Obama haya declarado públicamente que mantuvo una conversación telefónica de media hora con Mubarak después de la alocución de éste ante el país, en la que le "sugirió" que afloje lo más posible la soga con la que asfixia a su población. Con anterioridad, Hillary Clinton había declarado también que "las fuerzas del orden debían ser invitadas a la moderación" y que el Gobierno debía restablecer rápidamente los servicios de Comunicaciones. Al día siguiente, probablemente bajo presión estadounidense, el general Omar Suleiman, jefe del poderoso servicio de Información militar y encargado de las negociaciones de mediación con Israel en Oriente Medio, fue nombrado vicepresidente. Ciertamente, el ejército ha aprovechado su popularidad entre los manifestantes para contemporizar y mantenerse entre ellos y contener a una muchedumbre, que volvía a desafiar el toque de queda, en el centro de la ciudad a la vez que la animaba a volver a sus casas para que las "protegieran de los salteadores".

 

...Como en otros Estados árabes...

 

Otras expresiones de rebeldía se han sucedido simultáneamente en Argelia, Yemen, Jordania,... En este último país se concentraron en Amman cuatro mil manifestantes, por tercera vez en tres semanas, para protestar contra la carestía de la vida y reclamar reformas económicas y políticas, concretamente el cese del Primer ministro. Las autoridades han hecho algunos gestos, con pequeñas medidas económicas y actuaciones políticas de poco calado, pero las manifestaciones se extienden a Irbid y Kerak. En Argelia, la represión se ha cobrado ya cinco muertos y más de ochocientos heridos en el centro de Argel donde, el 22 de enero, fue duramente reprimida una manifestación. En Túnez lo mismo: la caída de Ben Alí no ha frenado ni la cólera ni la amplitud de la represión: las ejecuciones sumarias en las prisiones, después de la partida de Ben Alí se han llevado la vida de más gente que los anteriores enfrentamientos con la policía. La "Caravana de la liberación", llegada del Centro-Oeste del país -de donde partió el movimiento- desafía el toque de queda y durante días se asientan ante la sede de Palacio, que albergaba un gobierno dominado por viejos caciques y secuaces del régimen, para exigir su dimisión. La cólera perdura puesto que son los hombres del régimen de Ben Alí quienes continúan manteniendo las riendas del país. La remodelación del Gobierno, aplazada muchas veces, se produce el 27 de enero; han descartado a los ministros más comprometidos con el régimen anterior pero continúan manteniendo al mismo Primer ministro; lo que no ha logrado calmar los ánimos. La feroz represión policial continúa y la situación es confusa.

Esta sucesión de revueltas masivas y espontáneas revela el hartazgo de las poblaciones, decididas hoy a acabar con la miseria y la represión de sus regímenes; sin embargo, muestran también el peso de las ilusiones democráticas y el veneno nacionalista: en distintas manifestaciones hondeaban, fieramente enarboladas, banderas nacionales. Tanto en Egipto como en Túnez la cólera de los explotados ha sido desviada inmediata y hábilmente a pedir "más democracia". El odio de la población contra el Régimen y su focalización en Mubarak (como en Túnez en Ben Ali) ha permitido que las reivindicaciones económicas contra la miseria y el paro hayan sido relegadas a un segundo plano por todos los medios de comunicación. Esto, evidentemente, le permite a la burguesía de los países "democráticos" decirle a la clase obrera, en concreto la de los países centrales, que estas "sublevaciones populares" no tienen las mismas causas que las luchas obreras que se desarrollan en ellos: la quiebra del capitalismo mundial.

 

Hacia el desarrollo de los combates de clase

 

La fuerza cada vez mayor con la que irrumpe en la escena social la cólera engendrada por la agravación de la crisis mundial en los estados periféricos, que eran hasta ahora la sede permanente y exclusiva de las tensiones imperialistas y de las intrigas guerreras, constituye un factor político nuevo con el que la burguesía mundial deberá contar de ahora en adelante y cada vez con más frecuencia. En estos países, la emergencia de estas revueltas contra la corrupción de los dirigentes que se llenan los bolsillos mientras que la mayoría de la población muere de hambre, no son en sí mismas la solución. Pero estos movimientos sí que son una señal de que están madurando las futuras luchas sociales que irán surgiendo en los países más industrializados frente a los mismos males: la caída del nivel de vida, la miseria creciente, el paro de los jóvenes,...

Sin duda es la misma revuelta que agita a los jóvenes de Europa contra un sistema mundial en quiebra; como vimos en las luchas de los estudiantes en Francia, Gran Bretaña e Italia. Un ejemplo reciente: en los Países Bajos, estudiantes y profesores (veinte mil) se concentran en la Haya ante la sede del Parlamento y el Ministerio de Enseñanza. Protestan contra el excesivo encarecimiento de las matrículas en la Universidad; subida mayor aun para los "repetidores" (obligados, en su mayoría, a trabajar para pagarse los estudios) que han tenido que pagar tres mil euros suplementarios por año. Además de que los próximos presupuestos prevén la supresión de siete mil plazas en el sector. Esta es una de las mayores manifestaciones de estudiantes en todo el país en veinte años. La policía cargó contra ellos violenta y brutalmente.

Estos movimientos sociales son el síntoma de un avance importante en el desarrollo internacional de la lucha de clases en todos los países; tanto si la clase obrera aparece como tal, una fuerza autónoma o, como en los países árabes, diluida en un movimiento popular de protesta. A lo largo y ancho del mundo se va ahondando el precipicio que separa a la clase dominante, la burguesía -que alardea de sus riquezas con una altanería y una arrogancia de lo más indecente- de la masa de los explotados -que se hunden cada vez más y en mayor número en la miseria y la indigencia. Este abismo tiende a aproximar y unir en un mismo combate contra el capitalismo a los proletarios de todos los países cuando la burguesía no puede responder ya a la indignación de aquellos a quienes explota de otra manera que con nuevas medidas de austeridad, golpes de porra y balas a discreción.

Las revueltas y las luchas sociales tomarán inevitablemente en el futuro formas diferentes, según las regiones del mundo. Las fuerzas y las debilidades de los movimientos sociales no serán idénticas en todas partes. Aquí, la cólera, la combatividad y el coraje serán el ejemplo. Allá, los métodos y la masividad de las luchas permitirán abrir otras perspectivas y establecer una relación de fuerzas a favor de la clase obrera, única fuerza de la sociedad capaz de ofrecer una perspectiva futura a la humanidad. Serán determinantes, en particular, la concentración y la experiencia del proletariado combatiendo en los países situados en el corazón del capitalismo. Sin la movilización masiva de los proletarios de los países centrales del capitalismo, las revueltas sociales en la periferia del capitalismo están condenadas "in fine" (al final) a la impotencia y no podrán librarse del yugo de ninguna de las fracciones de la clase dominante. Solo la lucha internacional de la clase obrera, su solidaridad, su unidad, su organización y su conciencia de los objetivos finales de sus combates podrá arrastrar tras ella a todas las capas de la sociedad para ¡echar abajo el capitalismo agonizante y construir otro mundo!

 

W. (29 de enero 2011)

 

 

Notas:

 

(1) En esto debemos ser prudente por la amplitud del Black-out internacional sobre la situación en Argelia. Nos parece que todavía hay focos de lucha en Kabilia.

(2) Francia, que después de apoyar a Ben Ali entonó su Mea culpa por haber subestimado la situación y avalado a un autócrata, hace de nuevo el ridículo a su vez a Mubarak

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