Enviado por CCI Online el
Un compañero que se reclama de las posiciones de la Izquierda Comunista y que discute con nosotros, nos envía una contribución sobre un importante texto de Marx – Crítica del Programa de Gotha[1]- donde “pone a caldo” a la socialdemocracia alemana que preconizaba la utilización del Estado para “favorecer” al proletariado y a todos los explotados e igualmente para “avanzar” hacia el comunismo.
El comentario que hace el compañero es muy de actualidad. Hoy vemos como los PSOE, IU y grupos “más a la izquierda” pretenden encajonarnos en las patrañas de la “sanidad pública”, la “educación pública”, es decir, hacernos elegir entre ser machacados por tiburones privados o por burócratas “públicos”. PSOE, IU y demás compinches, venden la moto de un “Estado al servicio de los más desfavorecidos” tratando de hacernos olvidar que el Estado es una máquina burocrática al servicio de la minoría explotadora y dominante. Sus instrumentos esenciales son la policía, el ejército, los tribunales, las cárceles, los cuales son disimulados y avalados por una fachada de “derechos democráticos” y por un “Estado del bienestar” hoy en desguace debido a la agudización extrema de la crisis capitalista.
El Estado –órgano de la sociedad de clases–
no puede ser utilizado para acabar con la sociedad de clases
La crítica del Programa de Gotha, de Marx (también conocido como Glosas marginales al programa del Partido Obrero Alemán) es un documento de vital importancia a la hora de entender el fetichismo del Estado y la visión que de éste tienen toda una serie de corrientes hoy ajenas al campo proletario, desde la socialdemocracia hasta el trotskismo, pasando por el estalinismo. Corrientes que bien podrían reproducir, de una forma u otra, el reduccionismo hegeliano del Estado como ''imagen de la razón'', como una especie de ''espada en medio de la arena'' que puede usarse para batir al contrincante si se utiliza de forma eficaz, ya lo haga la burguesía o el proletariado. A continuación analizamos los que pueden ser los fragmentos de la Crítica más certeros al respecto, empezando por la crítica económica.
Primera cita
La emancipación del trabajo exige que los medios de producción se
eleven a patrimonio común de la sociedad y que todo el trabajo sea regulado
colectivamente, con un reparto equitativo del fruto del trabajo
Respuesta de Marx:
''Aquí reina, evidentemente, el mismo principio que regula el intercambio de mercancías, por cuanto éste es intercambio de equivalentes. Han variado la forma y el contenido, porque bajo las condiciones transformadas nadie puede dar sino su trabajo […] Pero, en lo que se refiere a la distribución de éste entre los distintos productores, rige el mismo principio que el intercambio de mercancías equivalentes: se cambia una cantidad de trabajo, bajo una forma, por otra cantidad igual de trabajo, bajo otra forma distinta. […] El derecho de los productores es proporcional al trabajo que han rendido; la igualdad, aquí, consiste en que se mide por el mismo rasero: por el trabajo''
Bien podría valer esta crítica para las muchas organizaciones que comparten la noción de ''reparto equitativo del trabajo'' y su ''regulación colectiva'' a través de la defensa de amplios programas de nacionalización de empresas, que como bien deja claro aquí Marx, acaban siendo simplemente una reproducción de los esquemas más simples de la producción de mercancía, una cantidad de trabajo determinada que se intercambia por otra cantidad de trabajo objetivada en la mercancía y que sigue sin dar a los proletarios más ''derechos'' que los que puedan asegurarse vendiendo su fuerza de trabajo.
Pero Marx prosigue yendo a la esencia de la cuestión, a la noción de ''distribución justa'' tan propia de todos los que tienen un lugar común en el estatismo:
''Aun prescindiendo de lo que queda expuesto, es equivocado, en general, tomar como esencial la llamada distribución y hacer hincapié en ella, como si fuera lo más importante. El socialismo vulgar (y por intermedio suyo, una parte de la democracia) ha aprendido de los economistas burgueses a considerar y tratar la distribución como algo independiente del modo de producción y por tanto, a tratar el socialismo como una doctrina que gira principalmente en torno a la distribución. Una vez que está dilucidada desde hace ya mucho tiempo la verdadera relación de las cosas, ¿por qué dar marcha hacia atrás?''
El socialismo científico no es un método racionalista, si por algo se diferencia de la ciencia política burguesa es porque es materialista, porque concibe la superestructura política de las sociedades como una expresión del modo de producción por el que se erigen esas sociedades. Aun siendo cierto que ambos pueden influenciarse recíproca y dialécticamente (la influencia de las condiciones materiales en el hombre, pero también la de éste en las condiciones materiales) el proletariado no es una clase poseedora, al contrario que la burguesía, que disfruta de toda una serie de medios culturales con los que de hecho puede (mejor dicho: podía) influir en una orientación u otra del modo de producción en el que es la clase dominante. Al proletariado esto le es ajeno por completo. La dictadura proletaria, si de su carácter transicional y revolucionario se ha de extraer algo, es dos cosas: por un lado, la ruptura con todo el orden burgués, incluida la estructura política salvaguarda de la producción de mercancías: es decir, el Estado moderno. Y por otro lado, su necesidad de concretarse en la revolución mundial, sin la cual el débil equilibrio en el que conviven la dictadura proletaria y el capital nacional todavía presente, se romperá en favor de la regeneración completa del Estado y con él el de la dominación de las formas políticas del capital y de una burguesía que lo gestione nacionalmente y que lo proyecte internacionalmente.
Aquí tendemos un puente entre la cuestión económica y la política, en concreto la del carácter internacional de la revolución proletaria, del cual se sirve Marx para criticar el siguiente punto del programa del Partido Obrero Alemán, situándose en confrontación directa con su inter-nacionalismo burgués populista y que bien podría relacionarse con el ''antiimperialismo'' socialpatriota de las anteriormente nombradas tendencias. Y esto es así, precisamente por la visión que se tiene del Estado, que acaba extendiendo esa ruptura con el materialismo dialéctico, en fin, a todas las demás cuestiones: la de la nación, la del capital, la de la dictadura proletaria:
Segunda cita
«5. La clase obrera procura, en primer término, su emancipación dentro del marco del actual Estado nacional, consciente de que el resultado necesario de sus aspiraciones, comunes a los obreros de todos los países civilizados, será la fraternización internacional de los pueblos»
Respuesta de Marx:
''Naturalmente, la clase obrera, para poder luchar, tiene que organizarse como clase en su propio país y ésta es la palestra inmediata de sus luchas. En este sentido, su lucha de clase es nacional, no por su contenido, sino, como dice el Manifiesto Comunista, 'por su forma' […] ¿Y a qué reduce su internacionalismo el Partido Obrero Alemán? A la conciencia de que el resultado de sus aspiraciones 'será la fraternización internacional de los pueblos’, una frase tomada de la Liga burguesa por la Paz y la Libertad[2] […] ¡De las funciones internacionales de la clase obrera alemana no se dice, por tanto, ni una palabra!''
Tercera cita
Pero el ataque al prejuicio estatista del socialismo como tal, en su esencia política no acaba ahí, sino que los argumentos de mayor peso dados al respecto son ofrecidos con claridad en la crítica de la 1ª tesis del capítulo III del Programa:
«Para preparar el camino a la solución de la cuestión social, el Partido Obrero Alemán exige que se creen cooperativas de producción, con la ayuda del Estado y bajo control democrático del pueblo trabajador. En la industria y en la agricultura, las cooperativas de producción deberán crearse en proporciones tales que de ellas surja la organización socialista del trabajo»
Respuesta de Marx
''La lucha de clases existente es sustituida por una frase de periodista, 'la cuestión social', para cuya 'solución' se 'prepara el camino'. La 'organización socialista de todo el trabajo' no resulta del proceso revolucionario de transformación de la sociedad, sino que 'surge' de la 'ayuda del Estado', ayuda que el Estado presta a cooperativas de producción 'creadas' por él y no por los obreros. ¡Esta fantasía de que con empréstitos del Estado se puede construir una nueva sociedad como se construye un nuevo ferrocarril es digna de Lasalle[3]!
Ya en el capítulo IV, encontramos los siguientes argumentos con respecto a la consigna del Partido Obrero de ''Base libre del Estado'':
''El Partido Obrero Alemán demuestra cómo las ideas del socialismo no le calan siquiera la piel; ya que, en vez de tomar a la sociedad existente (y lo mismo podemos decir de cualquier sociedad en el futuro) como base del Estado existente (o del futuro, para una sociedad futura) considera más bien al Estado como un ser independiente, que posee sus propios 'fundamentos espirituales, morales y liberales' […] los distintos Estados de los distintos países civilizados, pese a la abigarrada diversidad de sus formas, tienen en común que todos ellos se asientan sobre las bases de la moderna sociedad burguesa
[…] Cabe entonces preguntarse: ¿qué transformación sufriría el Estado en la sociedad comunista? […] Esta pregunta sólo puede contestarse científicamente, y por mucho que acoplemos de mil maneras la palabra 'pueblo' y la palabra 'Estado', no nos acercamos ni un pelo a la solución del problema.''
Tras aclarar que no hay más base material del Estado que las relaciones de producción que le han dado forma, el materialismo dialéctico impone la necesidad de analizar en qué medida puede cambiar la naturaleza de ese Estado si ese modo de producción se ve sacudido de alguna forma, más si lo que toma forma aquí es una revolución. Aquí Marx explica de forma magistral cómo, salvando la distancia histórica, adoptar una actitud fetichista hacia el Estado y hacia las reivindicaciones eclecticistas, democráticas, que no inciden sobre el trasfondo revolucionario esté éste presente o no, acaba redundando en el abandono mismo del campo proletario y el paso a la contrarrevolución:
''Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria […] cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado. […] Sus reivindicaciones políticas no se salen de la vieja y consabida letanía democrática: sufragio universal, legislación directa, derecho popular, milicia del pueblo, etc. Son un simple eco del Partido Popular burgués.''
Por otro lado, si el Estado puede ''alejarse cada vez más y más'' de la sociedad y ''tomar un divorcio con ella'' no es porque sea un organismo independiente de ella, sino porque esto se ajusta consecuentemente, y de una forma totalmente explicable desde el materialismo, por la necesidad cada vez más acuciante del capital de sobrepasar las contradicciones internas del modo de producción en él basado y proyectar la anarquía de la producción nacional hacia afuera, hacia la arena del mercado mundial. Marx vuelve a tomar como base una consigna del Partido Obrero para, quizá adelantándose, explicar uno de los fenómenos más comunes de las relaciones de producción capitalistas en las que se dan formas de capitalismo de Estado (en buena parte dominantes en la etapa decadente del capitalismo, la actual) que ya en la época de esta obra se empiezan a vislumbrar, siendo estos fenómenos algo totalmente común dentro de la lógica capitalista:
''Que por Estado se entiende, en realidad, la máquina de gobierno, o el Estado en cuanto, por efecto de la división del trabajo, forma un organismo propio, separado de la sociedad, lo indican ya estas palabras: 'el Partido Obrero Alemán exige como base económica del Estado: un impuesto único y progresivo sobre la renta'.''
Como colofón de este texto, resumimos la concepción estatista del socialismo en su más amplio y a la vez sintetizado significado en uno de los últimos párrafos de la Crítica, a partir del cual podemos tomar una línea directa de relación con las organizaciones socialpatriotas populistas de hoy, que, creyéndose en la etapa ascendente del capitalismo, creen ver en el Estado, e inevitablemente en el capital del que es expresión a todos los niveles, un elemento que puede ser ''utilizado'' en favor del proletariado. E incluso, aun teniendo el capital en la época de Marx una labor histórica progresista frente a las formas socio-económicas pre-capitalistas y feudales, el autor renano no deja cabo sin atar abogando por que la vanguardia revolucionaria reconozca ya en su programa la necesidad de romper con la democracia, con la consigna democrática, con la reforma estatal:
''Pese a todo su cascabeleo democrático, el programa está todo él infestado hasta el tuétano de la fe servil de la secta lasalleana en el Estado; o –lo que no es mejor ni mucho menos– de la superstición democrática; o es más bien un compromiso entre estas dos supersticiones, ninguna de las cuales tiene nada que ver con el socialismo.''
[2] La liga por la Paz y la Libertad fue una organización que se fundó en 1867 y que se planteaba una acción pacifista frente a la guerra en lugar preconizar una lucha de clase proletaria contra ésta. En su fundación jugó un destacado papel el anarquista Bakunin.
[3] Aventurero político alemán que fundó la Asociación General de Obreros Alemanes en 1863 pero a espaldas de ésta pactó con el gobierno de Bismark para promover una suerte de “socialismo de Estado” lo cual es una completa aberración. Para un denuncia de los engaños defendidos por los “socialistas de Estado” ver “Comunismo contra socialismo de Estado”, Revista Internacional nº 78 /revista-internacional/199412/1845/ix-comunismo-contra-socialismo-de-estado