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Volante difundido por la sección de la CCI en Francia ante las luchas que se han producido
En los EHPAD, los hospitales, Air France, Carrefour, los basureros, las universidades, los ferroviarios ...los días de huelga han aumentado desde hace varias semanas. Debe decirse que el presidente Macron y su gobierno golpean duro. Ayer la "ley laboral", hoy la reforma de la SNCF, mañana un nuevo ataque generalizado contra el sistema de pensiones. En todas partes y para todos los trabajadores y sus familias: baja de salarios y de los beneficios sociales, recortes de empleos y aumento de las jornadas, flexibilidad y precariedad, pauperización de los jubilados y la cacería a los desempleados.
¡TODA LA CLASE DE OBRERA ESTÁ SIENDO ATACADA!
¿Cómo lidiar con esta nueva degradación de nuestras condiciones de vida? ¿Cómo organizarnos? ¿Cómo desarrollar nuestra unidad y nuestra solidaridad?
¿Podemos hacer retroceder al gobierno?
En los últimos 15 años, la única vez que la clase gobernante, su gobierno y su Estado democrático retrocedieron realmente, fue durante el movimiento CPE[1] en la primavera de 2006. ¿Por qué? Este movimiento social, iniciado por estudiantes conscientes de ser futuros trabajadores precarios, se desarrolló espontáneamente al colocar la solidaridad entre las generaciones de la clase trabajadora en el centro de sus movilizaciones. La juventud precarizada redescubrió la importancia vital de las Asambleas Generales (AG) soberanas y autónomas. Gracias a los animados debates, se dieron cuenta de que su pelea no era una pelea particular, sino que pertenecía a toda la clase trabajadora. Por ello los estudiantes en lucha abrieron las AG a los estudiantes de secundaria, desempleados, trabajadores y jubilados. En cada manifestación, las comitivas eran cada vez más imponentes. En cada manifestación, otros sectores de la clase trabajadora se unieron a la lucha. Los eslóganes que florecieron entonces fueron indicativos de esta búsqueda de unidad: "tocino joven, pan viejo, la misma ensalada"[2]; "Estudiantes, parados, trabajadores precarizados, del sector público y privado, la misma lucha contra el paro y la precariedad". El movimiento estudiantil contra la precariedad comenzaba a ganar trabajadores del sector privado, lo que obligó al gobierno de Villepin a retirar el CPE.
Esto es lo que asustó a la burguesía en 2006: la extensión de la lucha y la solidaridad de toda la clase trabajadora, todas las generaciones juntas. Esta dinámica de tomar el control de la lucha por los estudiantes (en su mayoría obligados a hacer trabajos ocasionales para sobrevivir y financiar sus estudios), el desarrollo de la solidaridad, las asambleas generales masivas, las consignas que proponen la unidad de toda la clase trabajadora, el desafío de los sindicatos ... esto es lo que hace la fuerza de la clase explotada.
Una gran ofensiva de la clase dominante para canalizar el descontento social a un punto muerto
¿Acaso el movimiento social actual estará inspirado por esta victoria de 2006, de lo que hizo nuestra fuerza, nuestra unidad en la lucha? En apariencia, queremos creerlo. Se mediatizan asambleas generales de trabajadores ferroviarios en las estaciones de ferrocarril. Los sindicatos se presentan "unidos", "combativos" e incluso "imaginativos" (¡el hallazgo de la huelga "en cadena"!). ¡Se nos promete la victoria, incluso un nuevo "Mayo 68"!
¿Es esta la realidad? ¡No! Porque detrás de la fachada de la "unidad sindical" se esconden las peores divisiones corporativas y sectoriales: las huelgas están aisladas unas de otras; cada sector presenta "sus" propuestas particulares, sus propias jornadas de acción.
Porque detrás del "ingenio sindical" de la huelga "en cadena" se esconde el veneno de la división: el objetivo de los sindicatos es hacer impopular esta huelga ferroviaria, es enfrentar a los trabajadores unos contra otros, de exasperar a la larga a quienes no pueden ir al trabajo, o volver a casa, "a causa de la huelga de los ferroviarios". Esta es una vieja táctica que conocemos bien y que solo pretende evitar cualquier expresión de solidaridad con los huelguistas que "hacen el desmadre" (como dijo muy bien el presidente Macron poco después de asumir el cargo, y que sigue defendiendo, y afirma diciendo hoy "¡Debemos dejar de tomar como rehenes a las personas!").
Porque detrás de los "fondos de solidaridad" puestos en marcha por los sindicatos se esconde un ataque contra la solidaridad real de los trabajadores: la solidaridad activa en la lucha es reemplazada por un apoyo platónico "por delegación" para una huelga "en cadena" de larga duración.
Finalmente, porque detrás de "la combatividad sindical" se oculta un movimiento impotente y agotador: completamente aislados del resto de su clase, es probable que los ferroviarios sufran una pérdida significativa de salarios y especialmente, una desmoralización ligada a la derrota.
Una estrategia clásica: lanzar a una lucha solitaria a un sector clave para llevarlo a la derrota
Frente al creciente descontento social, la burguesía ha aislado una industria simbólica y clave, la de los ferroviarios, para imponerle una vez más una derrota visible por todos y así difundir su mensaje: la lucha no sirve para nada. La lucha no paga.
Esto es una trampa muchas veces utilizada para dividir a los trabajadores por sector, por corporaciones, y agotar su espíritu de lucha para conseguir hacer colar ataques y otras "reformas" del gobierno y de la patronal.
Recordemos la huelga de los trabajadores ferroviarios en 1986-87. Después de varias semanas de paralización del transporte, los trabajadores aislados y encerrados en su "sector", por los sindicatos, volvieron al trabajo sin obtener nada.
Recordemos las huelgas y manifestaciones de 2003 en el sector de la Educación Nacional. Durante muchas semanas, los maestros lucharon. Pero esta movilización, en lugar de ser una locomotora para una lucha global, permaneció completamente aislada debido a su fuerte control sindical. Una aplastante derrota se produjo, lo que permitió que el gobierno Raffarin afirmara cínicamente: “¡No es la calle la que gobierna!"
Esta misma estrategia se utilizó en 2010-2011: mientras que el sector público había sido cuidadosamente separado del sector privado, gracias al trabajo sucio de los sindicatos. Durante meses, las comitivas de los sindicatos, acompañados a veces cientos de miles de manifestantes aparecieron en las calles. Verdaderos desfiles estériles e impotentes al que el presidente Sarkozy pudo afirmar que el poder no estaba en la calle (no privándose de recordar también, que se tenía que ¡"poner fin al espíritu del 68"!).
Hoy, es la misma trampa que se ha tendido a nosotros. Lo que quiere la clase dominante es evitar que el fuerte descontento social, en contra de las "reformas" de Macron, explote. A lo que se dirige es a reprimir la ira por poder hacer pasar todas las reformas y ataques planificados, en los planes del presidente Macron.
Debemos discutir, aprender las lecciones del pasado para preparar las luchas futuras
Debe quedar claro que confiar nuestra lucha a los sindicatos solo nos puede llevar a la derrota. Tenemos que discutir y reflexionar sobre el trabajo sucio de los sindicatos, estos divisores profesionales, que se unen contra nosotros utilizando, hoy en día, la cólera legítima de los ferroviarios. Hay que denunciar sus prácticas anti obreras, su duplicidad y complicidad con el gobierno y la patronal.
La huelga “en cadena” que las grandes centrales sindicales, como la CGT, CFDT, FO, han organizado (“negociando” a las espaldas de los trabajadores, en el secreto de las oficinas ministeriales) no permite desarrollar la lucha. Por el contrario, ¡intenta sabotearlo! La huelga "prorrogable", aislada y "sin límites", defendida por SUD-Rail, es igual de dañina. Nos separa de toda solidaridad al impedir la unificación de nuestra lucha. La famosa "convergencia de luchas", del sindicalismo "radical", es solo una variante del corporativismo para mantenernos aislados unos de otros. Esta idea de “convergencia”, puesta en práctica por algunas comitivas que juntan por una simple yuxtaposición, se opone radicalmente a la necesidad de la unificación de las luchas. Unificación significa unidad de combate, más allá de los sectores, rompiendo todas las barreras erigidas por los sindicatos. Esta unificación de las luchas pasa necesariamente las Asambleas Generales masivas en las que todo el mundo puede participar, en los lugares de trabajo, en las calles, en plazas públicas, en los barrios, en las universidades.
Contrariamente a lo que quieren hacer creer los sindicatos y los burgueses, la clase obrera es perfectamente capaz de tomar sus propias luchas en la mano sin tener que confiar la política a los "especialistas". Todas las grandes experiencias del pasado son la prueba ... En mayo de 1968, los trabajadores fueron capaces de luchar masivamente, espontáneamente, oponiéndose a los sindicatos y rompiendo su carné sindical. Los estudiantes que organizaron el movimiento de masas contra el CPE en 2006 no permitieron que los sindicatos les robaran su lucha. En Polonia en agosto de 1980, los trabajadores de los astilleros de Gdansk fueron capaces de desarrollar una huelga de masas que se extendió a todo el país, sin ningún sindicato, con delegados elegidos y revocables en cualquier momento por las Juntas Generales. Solo la clase trabajadora puede defender sus propios intereses contra sus explotadores.
Hoy en día, frente a esta nueva maniobra de la burguesía y de los sindicatos para sabotear cualquier intento de lucha y cualquier reflexión sobre la experiencia del pasado, no solo en Francia, sino también en otros países, los trabajadores más combativos y conscientes deben buscar la unión. Deben discutir, reflexionar juntos sobre la situación cada vez más dramática que nos impone el capitalismo. Esto independientemente de la banda en el poder. ¿Qué futuro puede ofrecer este sistema de explotación a los trabajadores y sus hijos? Nada más que la miseria creciente y la barbarie sin fin. ¿Cómo podemos luchar no solo por nosotros mismos sino también por las generaciones futuras?
Estas son preguntas que solo pueden encontrar una respuesta práctica en la discusión colectiva y la reflexión.
El único futuro posible para la sociedad está en manos de la clase trabajadora, una clase que no tiene nada que perder que sus cadenas y un mundo que ganar.
Revolución Internacional, sección de la CCI en Francia, 19 de abril de 2018
(agradecemos la traducción al español a un compañero muy próximo a la organización)
[1]Contrato de Primer Reclutamiento (CPE por sus siglas en francés “Contrat Première Embauche”), renombrado por algunos estudiantes como "Contrato Basura de Reclutamiento". Para un conocimiento de esta experiencia de la clase obrera en 2006 ver Tesis sobre el movimiento de estudiantes contra el CPE https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200
[2]Expresión en francés que hace analogía de los ingredientes distintos de una misma ensalada para hacer referencia a la unión: “Jeunes lardons, vieux croûtons, la même salade”