Como
ya lo hemos puesto de relieve en varias ocasiones en nuestra
prensa (1),
el periodo actual está caracterizado por un viraje en la
relación de fuerzas entre las clases favorable al
proletariado después de todo un periodo de retroceso en la
combatividad y en la conciencia de este último resultante
de las inmensas campañas ideológicas que habían
acompañado el hundimiento de los regímenes llamados
“socialistas” a finales de los años 80. Una de
las manifestaciones de este viraje es “el proceso
existente en la clase, de reflexión profunda, aunque hoy
todavía subterránea, lo cual se plasma, entre otras
cosas, en algo que se confirma más y más: la
aparición de toda una serie de elementos y grupos, jóvenes
muchas veces, que se acercan a posiciones de la Izquierda
comunista” (2).
Esta aparición de elementos que se orientan hacia la
Izquierda comunista es, evidentemente, un fenómeno de una
importancia capital puesto que es una de las condiciones de la
constitución del futuro partido revolucionario mundial.
Incumbe, por consiguiente, a las organizaciones de la Izquierda
comunista aportar la máxima atención al surgimiento
de estas nuevas fuerzas con objeto de fecundarlas y permitirles
beneficiarse de su experiencia e integrarlas en una actividad
revolucionaria organizada. Se trata de una tarea especialmente
difícil y delicada y que ha sido objeto de numerosas
reflexiones y discusiones en el movimiento obrero. Marx y Engels
fueron los primeros en dedicar a esta cuestión numerosos
esfuerzos, especialmente dentro de la primera organización
internacional de la que se dotó la clase obrera, la
Asociación internacional de los trabajadores (AIT o Primera
internacional). Más próximo a nosotros, uno de los
méritos de Lenin y los bolcheviques, a partir del congreso
de 1903 del POSDR (3),
es haber abordado a fondo esa cuestión aportándole
respuestas, lo que permitió a los bolcheviques estar a la
altura de sus responsabilidades en la Revolución de Octubre
1917. Se trata de una tarea que la CCI se ha tomado siempre muy en
serio, particularmente inspirándose en estos grandes
nombres del movimiento obrero y en las organizaciones en las que
militaron. Es una de las razones por las que, frente al
surgimiento de nuevas fuerzas revolucionarias, volvemos sobre este
tema dedicándole una serie de artículos en nuestra
Revista internacional. De forma más precisa,
pensamos que es necesario ilustrar, una vez más, la
diferencia que existe entre “la visión marxista y la
visión oportunista del Partido” (según el
título de un artículo que publicamos en la Revista
internacional 103 y 105). Por ello dedicamos el primer
artículo de esta serie a la más reciente de estas
experiencias, el surgimiento en Argentina de un pequeño
grupo de revolucionarios, el Núcleo comunista internacional
(NCI) donde justamente esas dos visiones se han confrontado una
vez más.