Enviado por Revolucion Mundial el
En RM no 116, para explicar el acomodo de la burguesía mexicana en el contexto de la concurrencia internacional, afirmábamos: "...el proyecto seguido por Díaz, busca integrar a la economía mexicana con una definición productiva muy limitada, pero bien aprovechada por los Estados con los que establece una estrecha relación política, no siendo justamente los EUA los mejores aliados de Día:, sino Estados europeos... " Tal aseveración no es correcta, el camarada F, que es un lector nuestra prensa y un contacto muy cercano a la CCI. nos ha presentado una observación, haciendo notar que en ese momento no hay un cuestionamiento importante hacia los EUA en su dominio de la región, argumento que compartimos y que ya habíamos presentado en el artículo: "América Latina: Desde el siglo XIX, patio trasero del imperialismo norteamericano" donde decimos: "... el desarrollo capitalista de Norteamérica y el retraso del resto del continente posibilita que desde la fase expansiva del capitalismo se afirmen los lazos de dominio del Tío Sam. De esta manera, para fines del siglo XIX, los EUA ya habían ampliado su extensión territorial a través de la invasión militar del territorio mexicano, y afirmado el dominio de Puerto Rico y Cuba con el tratado de París (1898)... sin duda, esta tendencia es reforzada cuando el sistema capitalista entra en su fase de decadencia, la cual va definiéndose en las primeras décadas del siglo XX. Es en esa tendencia que, para justificar su derecho de invadir los territorios latinoamericanos en los que considere esta en peligro la propiedad de ciudadanos norteamericanos, aplica el "corolario Roosevelt" (1904), exponiendo así, deforma cada vez más abierta su actitud amenazadora y belicista... " ([1]). No hay pues en ese entonces un abierto cuestionamiento del poderío de los EUA, lo cual no evita que surjan intentos de algunas fracciones de la burguesía mexicana para acercarse hacia fuerzas opuestas a los EUA, o incluso los mismos capitales de Europa, en el marco de la competencia internacional, no dejan de intentar ampliar su presencia. Es importante recordar la presión que el gobierno norteamericano aplica al gobierno de Díaz al negarse a reconocerlo cuando este, sostenido en el Plan de Tuxtepec (1876) derroca a Lerdo de Tejada. Para reconocerlo, desde Washington se envían condiciones que debe cumplir, al final no se asumen, pero a pesar de ello, dos años después, le ofrece su apoyo, motivado sobre todo por el interés que las fuerzas europeas ya mostraban hacia México, es a partir de ello que la inversión norteamericana va a extenderse, lo cual, en el escenario de la pugna comercial y política de la burguesía, causa malestar a los Estados europeos, que buscan no quedarse atrás, levantando el veto comercial y político que habían impuesto a México desde el derrocamiento del gobierno de Maximiliano (1867).
Aclarar este hecho es relevante en tanto que en la guerra de 1910-1917, no dejarán de estar presentes los intereses de diversos Estados, aunque serán los EUA los que predominen.
Los primeros intentos de organización del proletariado en México
En México, la extensión y dominio del capitalismo en el avance del siglo XIX, implica indudablemente una presencia de la clase obrera como fuerza social, aunque, dada su inmadurez e inexperiencia, avanza con problemas en la creación de sus estructuras de organización. Ejemplo claro de esto se muestra con el Gran Círculo de Obreros (1872) ([2]). No podemos negar que su formación expone un esfuerzo real del proletariado mexicano por reconocerse como parte de una clase internacional, recogiendo la experiencia de la Comuna de París, las reflexiones de los trabajadores emigrantes y ensayando de forma viva la solidaridad, no obstante el peso numérico de artesanos en esa estructura hace que domine una forma de entender al mundo marcada por el individualismo y la esperanza en que el avance del capitalismo les asegure un lugar. El historiador Barry Carr sintetiza esa práctica cuando explica que: "... las peticiones que el Gran Círculo dirigió al presidente Lerdo de Tejada son en realidad súplicas de un grupo de artesanos que piden a las autoridades protección contra la rápida transformación de la sociedad mexicana iniciada en la década 1870-1880" (El movimiento obrero y la política en México. 1910/1929). Y eso en general se puede decir era la práctica común en todas las sociedades mutualistas de ese momento. Nacen como esfuerzos por lograr la unidad de la clase, pero muy rápido dejan de ser un instrumento de combate, transformándose en una traba para la toma de conciencia obrera. Hay organismos como la "Sociedad de socorro mutuo de impresores" (formada en 1872) que proclama la unidad de los explotados con sus explotadores, el patriotismo y el repudio a la huelga. Otras más, como la "Sociedad Esperanza" (1879) es formada directamente por el gobernador de Querétaro (que a su vez es dueño de fábricas)...
De manera que la debilidad numérica del proletariado le impide ampliar su presencia política, no obstante, se destacan pequeños grupos de obreros fuera de esa dinámica, pero sobre todo se resalta un accionar espontáneo de las masas obreras que avanzan por encima de ese control que, a pesar del ambiente represivo, durante las décadas del 80 y 90 del siglo XIX desatan movilizaciones y huelgas destacables, que muestran su odio hacia la brutal explotación y el maltrato. Una muestra de esa combatividad naciente, es la protesta espontánea de los asalariados del Mineral de Pinos Altos, Chihuahua. El 21 de enero de 1883, los mineros cansados de las largas jornadas (16 horas los 7 días de la semana) y el pago miserable (las más de las veces recibido en especie mediante la tienda de raya) paran el trabajo, lo que desata un enfrentamiento con las guardias blancas, que apoyadas por la policía contienen la movilización y fusilan a 4 obreros.
En ese difícil escenario es que las ideas de la burguesía -como las que expusiera el empresario Francisco I. Madero- encuentren una amplia influencia entre los explotados, pero también permiten que surjan movimientos proletarios, como el animado por Ricardo Flores Magón.
Los conflictos del siglo XX y las dificultades del proletariado
El capitalismo al entrar el siglo XX ha impuesto su dominio por casi todo el planeta, sus contradicciones internas se exponen abiertamente y su ferocidad en contra de los explotados se arrecia, pero también las respuestas de los asalariados toman magnitudes importantes. En el primer lustro del siglo, en los principales países Europa se viven importantes huelgas de masas que van preparando la oleada que cruzará al planeta de 1917 a 1929, y que tendrá como puntos más altos a los movimientos revolucionarios en Rusia y Alemania. En América Latina, la clase obrera aunque tiene una menor dinámica, dado que cuenta con menos experiencia de combate, no deja de exponer su combatividad, como lo ejemplifican las huelgas y movilizaciones que llevan a cabo los trabajadores en Argentina (1902), Chile (1905)...
En México también es notorio el accionar proletario. Las movilizaciones que despiertan al siglo son empujadas en gran medida por los diversos problemas económicos ocurridos entre 1905-1908, que van desde la sequía, la caída de los precios de materias primas de exportación, los problemas monetarios y el peso de la recesión de 1907 que tiene su epicentro en los EUA ([3]). Todas estas circunstancias conducen a que se arrecien los ataques en contra de los asalariados. El salario real en la industria manufacturera durante el período de 1897-1910 declina en 14.28%, a lo que hay que agregar el endeudamiento al que se veían obligados mediante la tienda de raya.
Es destacable el despertar de la combatividad obrera de las ciudades donde la industria se concentra, como es el caso de las ciudades mineras del norte del país, en particular Cananea, Sonora. Esta ciudad desde inicios de siglo es escenario de movilizaciones obreras. En 1902, trabadores del área de la fundición, de origen norteamericano, contratados directamente por la Cananea Consolidated Copper Company, realizan una huelga por incremento salarial, un año después otras áreas también laboradas con obreros de origen norteamericano, paralizan nuevamente las actividades y aunque estas expresiones quedan aisladas de sus hermanos de clase de origen mexicano, abren sin duda un ambiente de combate que es además alentado por la férrea explotación a que son sometidos los mineros. Las condiciones de insalubridad y la precariedad del trabajo conducía a accidentes continuos y muertes prematuras (ver: Romero Gil en Imagínales # 35, UNISÓN. 2007). Por otra parte, en esa región desde 1905 está presente la propaganda anarquista del Partido Liberal Mexicano (PLM), que influirán sin duda en la explosión y conducción de la huelga de junio de 1906.
En la región, la fortaleza de la unidad de los obreros no está muy definida, aunque existen sociedades secretas adheridas al PLM, que permiten nuclear a los obreros más combativos e impulsar discusiones masivas, no logran romper la separación existente entre obreros mexicanos y norteamericanos, incluso se llega a mostrar tintes nacionalistas ([4]), no obstante, su decisión al combate y su reconocimiento de explotados es muy clara y queda patente cuando reclama "5 pesos de salario y 8 horas de trabajo", pero sobre todo por su respuesta masiva antes los ataques, convirtiendo la huelga en el eje de una rebelión, que por las condiciones de fuerza de la clase termina con la derrota, pero abre una oleada de movilizaciones obreras que se extiende hasta 1908, y en donde la participación del PLM será importante. Siguiendo esa dinámica, los obreros textiles de Tlaxcala, Puebla, Jalisco, Querétaro, DF y Veracruz presentan una lucha en defensa de sus condiciones de vida entre los meses de diciembre de 1906 y enero de 1907. Al igual que la de los mineros, la huelga de los obreros textiles brota espontáneamente y expande su fuerza, volviéndose detonante de combates, que hace brotar el coraje obrero. Las jornadas de combates más importantes la llevan a cabo los obreros de las fábricas de Río Blanco, en las cercanías de Orizaba. La respuesta del capital en contra de estos asalariados es feroz, logrando sofocar la rebelión, no obstante la fuerza expresada por la clase obrera se extendía por el país. En ese proceso, la presencia del PLM vuelve a ser relevante, en tanto que, a pesar de las dificultades que tiene para la comprensión de la realidad, representan la única voz proletaria que alienta a la reflexión y al accionar de las masas explotadas. No es de extrañar que los gobiernos de México y de EUA se unan para perseguir y reprimir al grupo encabezado por Ricardo Flores Magón ([5]).
El gran objetivo de la burguesía tanto de EUA como de México, era evitar la repetición de respuestas obreras, lo cual logran en cierta forma con la represión de las movilizaciones y la persecución de los magonistas, pero sobre todo impulsando proyectos que con una fachada de "alternativo" pudiera desgastar y confundir todo el descontento presente entre los trabajadores. En esa lógica está inscrita la presencia y el impulso que se le da a los movimientos anti-reeleccionistas encabezados por Madero.
1910: desarrollo de movimientos burgueses
A partir de marzo de 1908, con la declaración de Díaz anunciando desde la prensa de EUA las elecciones en 1910, se desata un ambiente electoral con el que la burguesía logra atrapar las esperanzas de los trabajadores (y de los campesinos despojados), sometiendo así el descontento y aislando el desarrollo de la conciencia y organización proletaria. Es evidente que en este proceso impulsado por el viejo dictador no consideró las fracturas políticas existentes al interno de la propia clase dominante y que le acarrearían problemas.
Francisco I. Madero era un acaudalado empresario (considerada su fortuna entre las 10 más grandes de ese tiempo) que como muchos burgueses se sentían a disgusto con las medidas que Díaz aplicaba en tanto impedían la expansión de sus inversiones, pero además sentían que las respuestas represivas hacia los trabajadores exponían una falta de habilidad para "conciliar" entre las clases, poniendo en peligro al sistema. En su libro La sucesión presidencial (1908), Madero no duda en aplaudir a Díaz por el desarrollo industrial y comercial, en tanto, dice, "hace sentir una oleada de bienestar en la república", pero encuentra que la existencia de una dictadura como la de Díaz ya no favorece el desarrollo del capital. Hay por una parte una estructura política cerrada, dominada por los "científicos" que no permite la presencia de núcleos de la misma burguesía en la dirección del país. Por otra parte la cercanía de grupos empresariales de EUA con Díaz, conduce a la limitación de las inversiones de algunos grupos importantes de la burguesía mexicana.
Imponiendo así la declinación de la movilización obrera y el aislamiento de los magonistas, la campaña electoral gana terreno, siendo Madero quien atrae la atención. Otros sectores marginados, como los campesinos desposeídos (que se aglutinarían más adelante en tomo a Zapata) aunque ven con cierta lejanía las ideas de Madero, son también presa fácil de la demagogia y las promesas de los anti-reeleccionistas.
De esta forma, los enfrentamientos que se generalizan a partir de 1910 no expresan un movimiento revolucionario, ni aún siquiera podemos decir que se trata de una revolución burguesa (en tanto las relaciones de producción dominantes son ya las capitalistas), representan fundamentalmente una pugna en la que distintas fuerzas de la clase dominante se enfrentan, involucrando como simple carne de cañón a obreros y campesinos desposeídos. En guerras de este tipo, aunque los sectores de la burguesía están enfrentados, no pierden de vista que su enemigo verdadero es el proletariado. No resulta extraño que el gobierno mexicano encabezado por Díaz, el de los EUA así como los ejércitos comandados por Madero hicieran causa común para perseguir y aplastar al magonismo.
Tatlin, 06-2010
[1]) RM n° 82, sep-oct 2004
[2]) En la formación del Gran Circulo es importante la experiencia que aportan grupos como "La Social", animada por el anarquista griego Rhodakanaty (ver en RM # 35 El anarquismo y sus primeras in fluencias en México), pero también interviene de manera directa la AIT; se debe a esta organización la publicación, por primera vez en México, de "El Manifiesto del PC" de Marx y Engels.
[3]) No abundaremos sobre el llamado "Pánico de Í907", pero vale remarcar que el proceso especulativo y la insolvencia generalizada (que parecía anunciar las secuelas rutinarias del capitalismo en su fase decadente) tienen una afectación directa en la industria de México, que se encuentra ya muy unida a la de EUA,
[4]) El hecho de que los capitalistas norteamericanos pagaran mayores salarios a los obreros traídos de EUA y colocaran capataces déspotas también de origen norteamericano, de la misma forma en que los trabajadores venidos de China tuvieran salarios menores y fueran usados como presión para rebajar salarios, conducía a amplios sectores de trabajadores, incluyendo a los anarquistas del PLM. a asumir posiciones nacionalistas. No obstante, mas adelante el magonismo limitará esas visiones, sobre todo al asumir una postura internacionalista de repudio a la Primera Guerra Mundial y en su apoyo a la revolución Rusa.
[5]) En un intento de extender su presencia, forzar las condiciones y evitar ser aislados, el PLM lleva a cabo levantamientos armados en los que intervienen un número importante de proletarios (de México y EUA. Sobre todo militantes de la IWW) pero actúan en nombre del resto de la clase, no es la clase la que lleva a cabo la violencia revolucionaria. Al final terminan derrotados y dispersos, traicionando unos la causa proletaria, otros adhiriéndose al zapatismo. quedando un núcleo animado por Magón (la mayor parte del tiempo preso en EUA) que continúa la reflexión, desarrollando posturas internacionalistas.
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