La alternativa es guerra imperialista o guerra de clases

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Los países de África del Norte y de Oriente Medio, ya duramente afectados por los efectos de la crisis económica mundial, fueron también zarandeados por la agitación social durante todo el año 2011. Lo ocurrido tras la inmolación de Mohamed Bouazizi no se ha borrado de las memorias todavía hoy. Tras esos acontecimientos, algunos gobiernos de los países del sur mediterráneo tuvieron que retroceder y otros fueron derribados. Esos movimientos han pasado a la historia con el nombre de “Primavera árabe”, y han cambiado la configuración política de África del Norte y de Oriente Medio. Ante tal situación, les burguesías regionales o mundiales, intentan restablecer los equilibrios políticos.

Es importante analizar la situación en Egipto y Siria, dos países donde perduran la agitación social y los conflictos integrando los acontecimientos recientes: en Egipto, la exacerbación de la agitación en la calle como consecuencia de la provocación tras un partido de fútbol en la ciudad de Port-Said así como también las manifestaciones contra el régimen de los Hermanos Musulmanes; y en Siria, la guerra plenamente enraizada. También hay que tomar en cuenta las tensiones imperialistas que se agudizan y preocupan al mundo entero tanto como la imparable crisis económica en Estados Unidos y la Unión Europea, unas tensiones sobre todo debidas a la política agresiva de Irán, así como a los esfuerzos de Turquía por convertirse en protagonista en la región tras haber optado por apoyar a la oposición en la guerra de Siria. Irán, Turquía e Israel pueden definirse como les principales potencias regionales, pero la situación en Oriente Medio está también determinada por la política de Estados imperialistas más poderosos: Estados Unidos evidentemente y además China y Rusia, debido a las relaciones que estos dos países mantienen con Siria y su influencia en Egipto.

Cuando se analizan los hechos, es conveniente, claro está, situarlos en el marco internacional, tomando en cuenta la política de la burguesía y el nivel de la lucha de clases. Habrá que aclarar también la naturaleza de lo acontecido en esta región que se ha presentado falsamente como revoluciones, analizando cuál ha sido el papel de la clase obrera y lo que dicho rol ha significado para las perspectivas de desarrollo de la lucha de clases a nivel internacional. Para ello, el tema de la revolución requiere ser esclarecido y eso haremos en este artículo aunque sin poder entrar en detalles.

Se impone un hecho: cuando estallaron los acontecimientos en Túnez y se extendieron a Egipto, los obreros participaron en ellos aunque fuera de manera limitada. La sección en Turquía de la CCI publicó un artículo en el período de esos acontecimientos ([1]) que contenía un análisis sobre la importancia numérica y la forma de participación de los obreros en ese movimiento. Sabemos muy bien que la clase obrera no fue capaz de ponerse a la cabeza del movimiento y llevar a cabo una lucha decidida por sus propias reivindicaciones.

Ennahda (Partido del Renacimiento), dirigido por Rached Ghannouchi, ganó las elecciones a la Asamblea Constituyente Nacional habidas el 23 de octubre de 2011 en Túnez. Ese partido se arraiga en la misma tradición que la de los Hermanos Musulmanes en Egipto. Tras los acontecimientos de enero de 2011, la esperanza de un cambio para la clase obrera en Túnez se frustró con la llegada al gobierno de ese partido, continuándose una explotación de la fuerza de trabajo de los obreros tan feroz como la precedente. Y podemos observar un proceso similar en Egipto bajo el gobierno de Morsi.

Para poder percibir mejor esos acontecimientos y comprender sus fundamentos, es necesario analizar las posiciones de los Estados imperialistas más poderosos así como los imperialismos de la región. Países como Irán, Turquía e Israel pueden definirse como las principales potencias regionales; les Estados imperialistas más fuertes que deben tenerse en cuenta, junto con los Estados Unidos evidentemente, son China y Rusia, sobre todo en lo que se refiere a sus relaciones con Siria y los acontecimientos en Egipto.

Las tendencias imperialistas de Irán y Turquía

Irán

Irán construye su política exterior en función de que se considera como una potencia regional en Oriente Medio. El factor más determinante de esta situación es que es el adversario de Israel más poderoso de la región. Para dar más peso a sus reivindicaciones, se esfuerza por establecer una unidad política, económica e incluso militar basada en la identidad chií (chiíta). Entre los factores más importantes de la influencia chií en la región, está el hecho de que el primer ministro de Irak, Nuri al-Maliki, es chií y que la mayor fracción que ocupa el poder iraquí post-Saddam está compuesta por chiíes. Existen otros factores que explican esta influencia: Hizbulá en Líbano y el partido Baaz ([2]), dominado por los nusairíes ([3]), que llevan gobernando Siria desde 1963. Irán ambiciona con aprovecharse de esa unidad construida sobre la identidad sectaria chií para dirigirla contra Israel y Estados Unidos.

La economía de Irán se basa en el petróleo y el gas natural, de los que posee respectivamente el 10 % y el 17 % de las reservas mundiales. El Estado posee el 80 % de las inversiones. Unas reservas petroleras así, dan a Irán un margen de maniobra mucho más importante que otras economías en desarrollo de la región.

Les contradicciones internas del régimen iraní siguen siendo insolubles, sin la menor solución en el horizonte. La razón más fundamental de tales contradicciones tiene su origen en la presión económica y política cada día mayor que la burguesía ejerce sobre la clase obrera para poder realizar sus objetivos imperialistas. El movimiento que hubo en 2009 tras las elecciones iraníes puede sin duda definirse como el inicio de los acontecimientos sociales que iban a configurar lo que se llama Primavera árabe. Se ha procurado hacer pasar a quienes se echaron a la calle y llenaron la avenida Valiasr de Teherán por partidarios de Mir-Husein Musaví, cuando era en realidad la juventud obrera o desempleada la que se enfrentó a las fuerzas represivas de la burguesía (a los llamados Guardianes de la Revolución) por las calles de la ciudad. Lo ocurrido tras las últimas elecciones presidenciales bien pudo haberse iniciado por las protestas contra el pucherazo en las elecciones realizado por el presidente saliente Ahmadinejad, pero eso no quita que el descontento sobre muchas cuestiones, era mucho más profundo y empezó a tomar rápidamente un carácter de clase. Después, cuando Mir-Hosein Musaví, un reformista burgués, llamó a retirarse de las calles, las masas no se lo tomaron nada en serio, contestándole incluso con consignas como “¡Muerte a quienes hacen compromisos!” La mayor debilidad de ese movimiento espontáneo fue que le faltaron reivindicaciones de clase y que los obreros, en su mayoría, participaron en él en tanto que individuos. Les trabajadores que llenaban las calles no hicieron surgir los órganos que habrían podido dar forma a su identidad de clase, permitiéndoles así expresarse políticamente. De hecho sólo hubo huelga en una sola fábrica ([4]). El movimiento obrero tiene sin embargo en Irán un potencial importante todavía y puede volver a surgir en un periodo de inestabilidad o en condiciones económicas más difíciles. La experiencia de las luchas obreras de 1979 en Irán cuando el Shah fue derrocado, contiene lecciones importantes para la clase obrera iraní.

Hay que analizar también las relaciones entre Irán y el capitalismo mundial y el papel que desempeña en él. Se puede decir que el socio más cercano a Irán es Rusia. Hay entre ambos países una asociación estratégica, basada en primer término en el armamento y la energía nuclear. A diferencia de China, Rusia es productora de energía y se beneficia hasta cierto punto de las tensiones en Oriente Medio que hacen subir los precios del crudo. La construcción de centrales nucleares en Irán hizo surgir en muchos la idea de la posibilidad para el régimen de fabricar armas nucleares y no sólo producir energía. Este problema de la energía nuclear produjo cierta distanciación entre Rusia e Irán. Sin embargo, Irán sigue siendo su mayor comprador de armas y un socio estratégico. Irán firmó un acuerdo sobre energía para 20 años con su otro socio, China. Las relaciones entre estos dos se basan únicamente en lo económico. China compra el 22 % de petróleo iraní ([5]), o sea una fuente de energía estratégica importante. Con la ventaja para la economía china, además, de que Irán le otorga unos precios muy interesantes comparados con los del mercado mundial.

Las inversiones en lo nuclear, sus esfuerzos por crear su propia tecnología armamentística y las recientes maniobras militares en el estrecho de Ormuz, todo ello muestra que Irán quiere compaginar su poderío militar con su fuerza económica. O sea que está listo para una guerra regional o internacional, queriendo decir con ello que hay que contar con Irán en Oriente Medio gracias a su fuerza militar. Las maniobras en el estrecho de Ormuz pueden considerarse como un ejercicio de afirmación frente Estados Unidos, Israel y ciertos países árabes, como una demonstración de la potencia de los ejércitos iraníes en un estrecho como el de Ormuz, estratégicamente tan importante pues por él pasa el 40 % del petróleo mundial. A pesar de las sanciones de Estados Unidos y de la Unión Europea (UE) sobre el petróleo iraní, Irán se ha dedicado a reavivar otras rivalidades inter-imperialistas amenazando con cerrar el estrecho de Ormuz. El petróleo que transita por esa vía es una alternativa al petróleo iraní y ruso, o sea que es un producto en competencia. De ahí la importancia estratégica de los oleoductos rusos al norte del mar Negro. La carrera por la dominación estratégica basada en el transporte de petróleo tiene un papel clave en lo que está ocurriendo en Oriente Medio.

El que Irán posea reservas significativas de petróleo y disponga de medios de crear problemas importantes para el paso del petróleo por Ormuz le permite encontrar aliados a nivel internacional. Irán parece ser pues un Estado que refuerza su influencia, pero la amenaza interior de movimientos sociales ha provocado muchos quebraderos de cabeza a la burguesía iraní y los seguirá provocando.

Turquía

Turquía guardó silencio cuando se iniciaron los movimientos sociales en el mundo árabe. Pero después lo ha hecho todo para sacar el máximo provecho del período de instabilidad causado por los acontecimientos en África del Norte.

Un examen de las relaciones pasadas entre Turquía y Siria permite entender mejor sus relaciones actuales. Con su política de “cero conflictos” en política exterior iniciada en 2005, Turquía quería incrementar su influencia política y económica en la zona y, en ese marco, procuró mejorar sus relaciones con Siria, tradicionalmente limitadas. Esos dos Estados burgueses, cuya historia común está plagada de antagonismos, habían tomado, en los últimos diez años, una serie de dispositivos para resolverlos. Entre dichos contenciosos está la anexión por parte de Turquía de la provincia de Hatay ([6]), el hecho de que el abastecimiento de aguas en Siria es hoy más difícil a causa de la construcción de embalses en el Tigris y el Éufrates y que, desde hace tiempo, el PKK ([7]) tiene campamentos militares en Siria.

La ocupación por Estados Unidos, primero de Afganistán y luego de Irak, cambió toda la política de la región. Como Estados Unidos deseaba que Turquía fuera más activa en la región, se tomaron una serie de medidas para mejorar sus relaciones con Siria. Se organizaron numerosas visitas entre Estados, incluso una justo después del asesinato del Primer ministro libanés, Rafic Hariri, un adversario de Siria. La burguesía turca fue la primera en dar su apoyo al régimen del Baaz en un momento en que estuvo aislado y en situación delicada en la región. Analizando la situación como una ocasión de incrementar su influencia en la zona, la burguesía turca apoyó el régimen de Assad ([8]) en aquella etapa difícil para él. Después, las relaciones entre ambos países incluso mejoraron con una serie de visitas y gestos diplomáticos. Ese período fue testigo de la mayor actividad diplomática entre ambos países desde siempre. Y más tarde, el “Consejo de cooperación estratégica de alto nivel”, fundado en 2009, concluyó una serie de inversiones comunes y de acuerdos económicos, políticos y militares. Ese Consejo, que abolió la obligación de visado entre ambos países y decidió organizar maniobras militares conjuntas, y establecer una unión aduanera y un mercado libre, fue el súmmum histórico de las relaciones entre Siria y Turquía. Esos acuerdos daban a Turquía la posibilidad de abrirse al mundo árabe, y a Siria la de abrirse hacia Europa. Siria, vieja enemiga de Turquía, se había vuelto una amiga. Tal acercamiento se pretendía basado en “una historia común, una religión común y un destino común”. Esa relación duró hasta que empezó la rebelión contra Assad. Y entonces, de repente, la burguesía turca le dio la espalda a Assad.

Cuando los acontecimientos que sacudieron el mundo árabe alcanzaron Siria, se organizó la unión árabe suní contra Assad. Al apoyar directamente ese movimiento, Turquía puso fin a los “felices días” durante los cuales el primer ministro turco Erdogan y Assad pasaban sus vacaciones familiares juntos. La formación del Consejo Nacional Sirio en Estambul y la recepción en Turquía de los oficiales que formaron el Ejército Libre Sirio muestran claramente que los adversarios de Assad estaban abiertamente apoyados por Turquía. La razón de esta nueva política es la voluntad de Turquía de mantener su posición como potencia “que cuenta” en la región apoyando a los disidentes que, por lo que parece, acabarán llegando al poder, para así mantener con el nuevo poder el nivel de relaciones alcanzado bajo la era Assad. Pronto apareció, sin embargo, que con Rusia y China que defienden abiertamente el régimen sirio, Assad no iba a marcharse fácilmente. Entonces Turquía cambió de tercio y empezó a moverse para que se incrementara la presión internacional más que atacar el régimen de Assad directamente. Para facilitar una posible operación de la OTAN, Turquía se ha hecho partícipe activa de la Conferencia de Amigos de Siria ([9]), actuando en común acuerdo con la Liga Árabe. Todos esos hechos demuestran que aunque Turquía suele llevar a cabo una política extranjera como aliada de Estados Unidos en Oriente Medio, también es capaz de intervenir por su cuenta en la política de las potencias regionales.

Por otra parte, en conformidad con sus planes sobre el futuro de Siria, ha reforzado sus lazos con los Hermanos Musulmanes ([10]), que representan una buena parte de la oposición a Assad. Turquía también está reforzando sus vínculos con partidos pertenecientes o relacionados con los Hermanos Musulmanes en Egipto y en Túnez, formando todos ellos parte de la misma red.

Además, tras la caída de Mubarak, Turquía ha hecho esfuerzos por mejorar sus relaciones con Egipto. Se ha afanado por desempeñar un papel en la estructuración del nuevo régimen. Deseando exportar tanto su régimen como su capital, la burguesía turca procura tejer lazos con el Partido de la Justicia y la Libertad o sea los Hermanos Musulmanes de Egipto por medio del Partido de la Justicia y del Desarrollo ([11]) en el poder en Turquía.

El primer ministro turco Erdogan adoptó una actitud antisraelí durante la crisis llamada “un minuto” ([12]) y del raid israelí contra el Mavi Marmara, un barco turco que formaba parte de la flotilla que transportaba suministros de ayuda a Gaza, granjeándose así cierta popularidad en el mundo árabe. Siguiendo los pasos en esas iniciativas proárabes, Erdogan efectuó una gira por Egipto, Túnez y Libia, acompañado de 7 ministros y 300 hombres de negocios. Esas visitas se hicieron presentando el modelo islámico laico del AKP y el mensaje más destacado de Tayyip Erdogan en Egipto y Túnez fue ése, el de un Islam laico, o de un Estado islámico, pero laico. La prensa mundial, que seguía esas visitas, presentó el modelo de Erdogan como una alternativa a los regímenes wahabí saudí o chií iraní. No es casualidad: Tayyip Erdogan había insistido en el Islam laico en su discurso de Túnez diciendo: “una persona no es laica, un Estado sí”. Estados Unidos ha afirmado que un país musulmán como Turquía tiene un régimen también laico y parlamentario. Según ya hemos analizado en nuestra prensa en lengua turca ([13]), todos esos acontecimientos muestran bien que Turquía está intentando incrementar su influencia en Oriente Medio y en Egipto exportando su propio régimen contra el wahabismo saudí y el régimen chií de Irán.

Al mismo tiempo, las potencias imperialistas occidentales quieren que la región vuelva a la estabilidad cuanto antes, así como también desean que se instalen regímenes que mantengan abiertos los mercados regionales, y el modelo más idóneo de esos regímenes es el de Turquía.

Siria se hunde en la guerra

Cuando la agitación social de Túnez alcanzó Egipto, los comentaristas pensaron que para los regímenes de tipo Baaz como el de Siria, les iba a ser difícil resistir. De hecho, en ese país, la población sublevada y desesperada ha acabado por dejarse arrastrar por los campos opuestos, pro o anti Assad. Podría haberse esperado que Assad se retirara cuando de verdad se encontrase ante tal oposición, pero no ha sido así. Assad intentó prohibir las manifestaciones que irrumpieron en la ciudad de Daraa y que se extendieron a otras ciudades como Hama y Homs; el régimen sirio ha hecho correr ríos de sangre y sigue haciéndolo. Esta situación que empezó con lo ocurrido el 15 de marzo de 2011 sigue hoy y aunque pueda suponerse que Assad acabará siendo derrocado, no puede decirse cuándo y cómo acabará.

Los grupos que defienden el régimen de Assad al igual que sus adversarios se definen a sí mismos por su identidad étnica o religiosa. El 55 % de la población es musulmana árabe suní, mientras que los árabes alauitas (o alauíes) chiíes son 15 % y los cristianos árabes 15 % también. El 10 % de la población son kurdos sunníes y el 5 % restante drusos, circasianos y kurdos yazidíes. Además, en Siria viven más de dos millones de refugiados palestinos e iraquíes ([14]). La mayor parte de la oposición al régimen de Assad está formada por árabes suníes. En cuanto a los kurdos, que ocupan una posición clave en el equilibrio político de Siria, hay una parte que apoya a Assad mientras que otra forma parte del Consejo Nacional Sirio anti-Assad. Los demás grupos étnicos apoyan el régimen actual pues temen por su futuro bajo un régimen diferente. Los árabes nusairíes (alauíes), otro grupo importante, han apoyado el régimen del Baaz desde hace años.

La primera iniciativa contra el régimen del partido Baaz se formó con el nombre de Consejo Nacional Sirio. Este organismo, fundado en Estambul el 23 de agosto de 2011, incluye a todos los enemigos del régimen de Assad, excepto una fracción kurda ([15]). Como consecuencia de una división entre los kurdos que se encuentran en la región de Siria más estratégica para Turquía, Irán y el Kurdistán meridional, una parte de los kurdos se unió al Consejo. La mayoría del Consejo está formada por árabes suníes que son, como hemos dicho, la mayoría de la oposición a Assad. Recordemos que Siria es el país donde los Hermanos Musulmanes son más fuertes después de Egipto, de modo que podemos decir que son ellos los que dirigen el movimiento contra el régimen en este momento. En realidad, no es su primer levantamiento contra el régimen. En 1982, los Hermanos Musulmanes se alzaron contra Hafez al-Assad (padre de Bashar al-Assad) en una rebelión aplastada en sangre y en la que hubo entre 17 mil y 40 mil muertos ([16]). Es más que probable que esa organización, central en la oposición al régimen baazista, llegue al poder tras el derrocamiento de Assad. El que los partidos que reivindican la misma filiación de los Hermanos Musulmanes hayan ganado las elecciones en Túnez y Egipto favorecerá esa llegada.

El secretario general de los Hermanos Musulmanes en Siria, Mohammad Riad al-Shafka, dijo en una entrevista que podrían cooperar con fuerzas regionales y globales en el marco de intereses mutuos, explicando el punto de vista de su organización sobre lo que había que hacer tras la caída de Assad. En la misma entrevista, Shafka dijo que no podían establecer el menor compromiso con Assad y que había que derrocar el régimen, indicando así que la guerra va a volverse cada día más violenta.

El régimen del Baaz, como ya dijimos, está apoyado por grupos étnicos y religiosos a un nivel bastante importante aún comparándolo con los grupos de oposición. El más importante es el de los nusairíes. El régimen de Assad está constituido socialmente por esa secta. Toda la minoría dirigente, la estructura militar, la burocracia del régimen está en manos de árabes nusairíes. Los nusairíes disponen así de una posición privilegiada en Siria. El fin del régimen del Baaz los pondría en una situación difícil pues los miembros de esa secta han ocupado el poder político durante tanto tiempo, y con unos métodos tan brutales, que ha generado odios intensos y acarrearía una ola de persecuciones espoleadas por la venganza. Por eso intentan impedir que Assad dimita incluso si éste lo quisiera. Los cristianos, drusos, circasianos y yazidíes, por su parte, apoyan el régimen del Baas por miedo al fundamentalismo islámico de los candidatos mejor situados para sustituir a Assad. Todo puede cambiar sin embargo de un día para otro.

Los kurdos ocupan una posición diferente, que en el contexto actual es una carta importante en manos del régimen de Assad. Hasta mayo de 2012, los kurdos sirios estaban obligados a vivir en condiciones tales que ni siquiera tenían acceso a las clínicas oficiales y sus representantes políticos eran encarcelados por el régimen baazista. Aunque a menudo se rebelaron contra el régimen, sus levantamientos fueron aplastados o se fueron apagando por sí solos; un ejemplo fue lo ocurrido en la ciudad kurda de Qamishli en 2004 ([17]). Por otra parte, las diferentes potencias imperialistas han intentado en varias ocasiones utilizar a los kurdos contra el régimen baazista. Tras el inicio de los acontecimientos, Assad cambió de actitud para con los kurdos liberando a sus presos políticos. Declaró incluso que iba a establecerse en el norte un gobierno autónomo kurdo. Los kurdos son importantes para Assad por varias razones. Once partidos kurdos han constituido la Asamblea Nacional Kurda de Siria con el apoyo de Masud Barzani, presidente del Gobierno de la Región del Kurdistán de Irak ([18]). Eso llevó a Assad a buscar un acuerdo con los kurdos, pero, de rebote, también provocó que algunos kurdos se integraran en la oposición suní árabe. Como respuesta, Assad amnistió al líder del partido nacionalista kurdo de la Unión Democrática (PYD) ([19]), Salih Muslim, permitiéndole organizar manifestaciones progubernamentales y tomar la palabra en ellas. Resumiendo: Assad intentó ganar influencia entre los kurdos y dividir la oposición y en parte lo logró.

Sin embargo, el PYD decidió boicotear las elecciones del 26 de febrero de 2012 anunciando que no había nada para los kurdos en la nueva constitución. Mediante representantes directos o indirectos de la burguesía kurda siria en el exilio, el PDP y el PKK, intentan ganar espacios en la región kurda de Siria. Barzani quiere ejercer su poder sobre los kurdos sirios por medio de la Asamblea nacional kurda de Siria. El PKK determina la política de los kurdos sirios gracias a sus relaciones con el PYD y, al mismo tiempo, gana espacio estratégico a la vez contra la burguesía turca y contra sus propios rivales kurdos, en particular Barzani. Es posible que los kurdos, que han estado oprimidos por el régimen baazista durante años acaben desempeñando un papel en el porvenir del régimen.

Hay que tener también en cuenta las relaciones Siria-Israel. Primero, respecto a los Altos del Golán ([20]), después respecto a la presencia militar y la influencia política de Siria en Líbano, dos causas del estado de guerra entre esos dos Estados burgueses durante años. Al principio, los acontecimientos en Siria complicaron sus relaciones con Israel. Ahora se dice que los israelíes negocian con el régimen del Baaz, al que antes combatían, por temor a que lleguen al poder los Hermanos Musulmanes. Israel se preocupa por la llegada al poder de regímenes islamistas en Oriente Medio, por eso ha cambiado su actitud hacia el régimen de Assad.

Hay que analizar también cómo y hasta qué punto participa la clase obrera en lo acontecido en Siria. Es evidente que la clase obrera es una parte significativa de las masas en la calle. El problema es, sin embargo, que los obreros sirios no han logrado expresar una reacción a la miseria y la opresión, contrariamente a lo que se vio en Túnez o Egipto. Lamentablemente, los obreros sirios se expresan en los acontecimientos según su identidad étnica o de secta. Eso da un enfoque para saber en qué se basa lo que ocurre en Siria. El día en que los observadores de la Liga Árabe iban a Siria, le oposición convocó a la huelga general. Este llamamiento fue ampliamente ignorado y un poco más tarde hubo un día de huelga general, pero también bajo la influencia de la oposición. Esos hechos se describieron como actos de desobediencia o sea que quienes querían que se acabara el régimen de Assad no tenían ninguna reivindicación de clase. Además, la participación de comerciantes en la huelga fue tan importante como la de los obreros, lo que demostró claramente el carácter de esa huelga. Los obreros sirios, en realidad, no se han manifestado como tales, poniéndose del lado de Assad o de la oposición como individuos.

Aunque Bashar al-Assad declarara que habría reformas y elecciones, el nuevo referéndum sobre la constitución fue boicoteado por la oposición, lo cual significa que, una de dos, o se acaba el régimen baazista o la oposición será eliminada tras una guerra feroz. No parece quedar el más mínimo espacio para una reconciliación entre ambas fracciones de la burguesía. Por otra parte, el apoyo de rusos y chinos a Assad parece haber bloqueado la posibilidad de una intervención de la ONU. Es evidente que si Rusia, con sus bases militares y su abastecimiento de armas, y China, con sus inversiones en energía, protegen a Siria en el plano internacional ello se debe a sus intereses. Habida cuenta de esas relaciones, podemos decir que la marcha de Assad no se hará como la de Muamar el Gadafi en Libia. Fijándose, una tras otra, en la caída de regímenes análogos enfrentados a manifestaciones masivas en la región, podría pensarse que el de Assad iba a desmoronarse con celeridad. Parece hoy claro que, siguiendo los deseos de la élite nosairí, Assad no va a dimitir fácilmente de modo que va a incrementarse la intensidad de la guerra civil.

Egipto: un mercado para la fuerza de trabajo a bajo coste

Tras la partida de Mubarak, se anunció que una nueva era empezaba para Egipto. Pero este país, donde la clase obrera es una de las más importantes del norte de África y de Oriente Medio, sigue inestable. La crisis de identidad de la burguesía no se ha resuelto, se ha vuelto incluso más intensa tras la provocación de Port Said y las manifestaciones recientes contra Morsi.

La razón más importante por la que lo acontecido en África del Norte se extendió a Egipto fue que la tasa de desempleo y la cantidad de personas que viven bajo el umbral de pobreza son muy altas, como lo son en Túnez. El 20 % de la población egipcia vive en la pobreza, más del 10 % está en paro, pero eso según las cifras oficiales…y más del 90 % de las personas desempleadas son jóvenes. Las cifras oficiales no reflejan, ni mucho menos, la realidad: las tasas de desempleo son mucho más altas debido a que el desempleo no declarado es muy corriente en países como Egipto. La economía egipcia ya ha conocido problemas básicos de acumulación, encontrándose, después de tales problemas, todavía más debilitada a causa del ahondamiento de la crisis mundial, hasta el punto de que fue el desempleo creciente lo que acabó originando la caída de Mubarak. La burguesía egipcia intentó resolver esos problemas estructurales primero con la política económica llamada de “puerta abierta” adoptada en 1974. Optó por compensar los déficits creados por su propio capital con inversiones extranjeras. Sin embargo, a causa, entre otras cosas, de su instabilidad política, no ha sido capaz de mejorar mucho la situación. Hoy las inversiones en capitales extranjeros siguen siendo muy bajas, en torno al 6 % del PIB de Egipto.

La situación de miseria y de desempleo no se ha plasmado en un movimiento de clase generalizado. Aunque las masas obreras se pusieron en movimiento, los trabajadores no bajaron a la calle como clase, con sus propios objetivos. El movimiento se limitó a huelgas de unos 50 mil obreros sin lograr imprimir con una marca de clase indeleble las manifestaciones de la plaza Tahrir. Tampoco consiguió salir de la lógica de la reivindicación económica pura mezclada con reivindicaciones burguesas democráticas.

¿En qué política económica va a basarse la era post-Mubarak? Sin lugar a dudas, la burguesía egipcia va a prometer otro paraíso de explotación a la clase obrera. Como lo dijimos antes, la economía egipcia adolece de problemas estructurales de acumulación de capital. Para una integración completa en la economía mundial, necesita extraer más plusvalía. El proceso de cambio de la producción agrícola a la producción industrial, que se había iniciado en la etapa de Mubarak, va sin duda a seguir cuando la nueva relación de fuerzas se haya establecido en el seno de la burguesía. Gracias a su potencial en fuerza de trabajo muy barata, la burguesía va a intentar construir una economía egipcia sobre la explotación intensificada de la fuerza de trabajo. Las posibilidades para la economía egipcia de atraer inversiones serán mejores si ofrece mano de obra a bajos precios en el mercado mundial. Pero, al mismo tiempo, hay cantidad de otros países capaces de ofrecer mano de obra barata.

El futuro de Egipto también depende de las rivalidades políticas en el seno de las fuerzas burguesas. Cuando los adversarios al régimen de Mubarak se apoderaron de la plaza Tahrir, la mayoría de los movimientos políticos burgueses actuales no existían. Empezaron a aparecer sólo cuando empezó a tambalearse el trono de Mubarak. La mayor estructura política en Egipto post-Mubarak es si la menor duda la de los Hermanos Musulmanes. Otra fuerza significativa es el movimiento salafista radical con una influencia creciente. El ejército conserva todavía un poder muy importante en la vida política de Egipto. En las primeras elecciones tras la caída de Mubarak, el Partido de la Justicia y la Libertad de los Hermanos Musulmanes obtuvo un tercio de votos, y tras él fueron los salafistas los que consiguieron obtener el 25 %. De las dos organizaciones islamistas, los más radicales son los salafistas cuya mayor parte de votos procede del campo. Los Hermanos Musulmanes, por su parte, son más moderados y pragmáticos en materia económica y política. Han formado incluso una alianza con algunos partidos laicos en las elecciones. En eso demuestran que son la fuerza política burguesa más idónea para servir el interés nacional en un contexto económico muy difícil y frente a un proletariado que no dejará que empeoren sus ya tan difíciles condiciones de vida. Los trabajadores son capaces, ya lo hemos visto, de levantar la cabeza aunque sea de manera ambigua y con altibajos. La provocación del Estado, durante un partido de fútbol, causó la muerte de 74 personas. La policía provocó el enfrentamiento entre hinchas de dos equipos para vengarse de un grupo de seguidores del conocido equipo de fútbol cairota al-Ahly, un grupo que había sido muy activo en el movimiento que acabó con la caída de Mubarak y en la etapa siguiente. Para ello, penetraron en el estadio hombres armados de palos y navajas y, después, se cerraron las vallas. Se han propuesto muchas narraciones sobre tal provocación y todas las fuerzas de la burguesía han intentado sacar tajada de la situación. Tras lo ocurrido se oyeron voces para pedir que el ejército entregara totalmente el poder a los civiles. Sería sin embargo una ingenuidad no ver que el motivo real de esa provocación era la lucha por el poder. La consigna de los ultras de al-Ahly, que se pusieron a la cabeza del movimiento de protesta violenta contra la provocación tenía tonalidades muy “antisistema”: “Se ha cometido un crimen contra la revolución y los revolucionarios. Ese crimen no va a parar ni intimidar a los revolucionarios”. Sin embargo, sus reivindicaciones fueron limitadas y no encontraron un verdadero eco en otras partes de la clase obrera ([21]). Hubo llamamientos a la huelga general contra la represión brutal de la manifestación por parte del ejército. Entre las reivindicaciones estaba la siguiente: “El Consejo Militar debe dimitir, justicia para los mártires de Egipto”. Esta situación, que se reflejaba también en las pancartas de la calle, mostraba que nada había cambiado para la clase obrera.

En realidad, ese movimiento se acabó en medio de la misma confusión que les manifestaciones contra la ley de poderes especiales dictada por Morsi. Las protestas iniciales contra Morsi, localizadas sobre todo en El Cairo, a finales de 2012, eran tanto la expresión de un descontento social muy extendido, como de una desconfianza profunda y creciente hacia las soluciones propuestas por el nuevo gobierno de los Hermanos Musulmanes. Las protestas, sin embargo, parecen estar dominadas por la oposición laica, con el peligro de ver a la clase obrera en medio de un conflicto entre fracciones burguesas rivales. La situación se complicó más todavía con las huelgas en la factoría textil de Mahalla (finales de 2012) y de una asamblea masiva que declaró la “independencia” de Mahalla respecto al régimen de los Hermanos Musulmanes. Algunos informes mencionan incluso un “soviet de Mahalla”. En realidad, aquí también, la influencia de la oposición democrática burguesa podía notarse con el canto del himno nacional al término de la asamblea, a la vez que el llamamiento a una “independencia” simbólica reflejaba la falta de perspectiva: los trabajadores que combaten por sus propias reivindicaciones necesitan ante todo generalizar su lucha hacia los demás obreros en el resto del país y no atrincherarse detrás de las murallas del localismo. La clase obrera en Egipto conserva sin embargo, un gran potencial de lucha y no ha sufrido ninguna gran derrota por parte de sus enemigos de clase. No ha dicho, ni mucho menos, su última palabra en esta situación.

A modo de conclusión…

Aunque decíamos al principio de este artículo que no íbamos a abordar la cuestión de la revolución en profundidad, nos ha parecido necesario hacer unos comentarios sobre el tema. La transformación social que nosotros llamamos revolución no es simplemente un cambio de los gobiernos o de los regímenes actuales, sino que significa un cambio completo a todos los niveles de toda la estructura económica, de los medios de producción, en relación con los cambios en las relaciones de producción y de la forma de propiedad. Eso quiere decir que la clase obrera afirma su poder con la forma de consejos obreros. Una transformación así no se ha verificado ni mucho menos, tras lo ocurrido en África del Norte. O sea que presentar esos movimientos como revoluciones o es por incomprensión de lo que es una lucha proletaria o se trata de un enfoque ideológico burgués.

Eso no quiere decir que esos movimientos no hayan tenido un valor para la lucha de clases. Lo ocurrido en África del Norte inspiró a cientos de miles de proletarios por el mundo, desde España a Estados Unidos, desde Israel a Rusia, desde China a Francia. Además, a pesar de todos sus límites, la experiencia de la lucha ha sido importantísima para la clase obrera en Egipto y Túnez.

Uno de los hechos más significativos de los últimos años ha sido el de los conflictos sociales en Israel y Palestina. Les manifestaciones callejeras masivas del verano de 2011 fueron una respuesta a problemas sociales como la vivienda o las reivindicaciones sobre otros problemas de una vida cotidiana cada día más dura para la mayoría de la población israelí, debido a la economía de guerra y a la crisis económica. Los manifestantes se identificaban explícitamente con los movimientos del mundo árabe, lanzando consignas como “Mubarak, Assad, Netanyahu son todos lo mismo” y exigían viviendas accesibles para judíos y árabes. A pesar de las dificultades para plantear el espinoso tema de la guerra y de la ocupación, ese movimiento contenía indudables semillas de internacionalismo ([22]). Ha habido un eco más reciente con las manifestaciones y las huelgas contra el incremento del coste de vida en la franja de Gaza, donde trabajadores palestinos, desempleados, alumnos y estudiantes criticaron de manera tajante a las autoridades palestinas enfrentándose a la policía. Pese a todas sus dificultades, esos movimientos han reafirmado que luchar en un terreno de clase es la premisa para la unificación del proletariado por encima y en contra de los conflictos imperialistas ([23]).

Es una promesa para el futuro, pues en el presente el peso del nacionalismo sigue siendo muy fuerte y sin duda se reforzará entre la población israelí y palestina a causa de los recientes ataques a Gaza. Así, aunque la inspiración y la experiencia que surgen de esas luchas son ya por sí solas unas pequeñas victorias, la situación concreta e inmediata del proletariado en África del Norte y Oriente Medio puede describirse, cuando menos, como negativa.

En ambos lados del conflicto entre el régimen y la oposición en Siria, hay potencias burguesas locales pero también regionales y mundiales, con sus intereses y sus relaciones políticas. La realidad actual sitúa a Estados Unidos, la Unión Europea, Israel y Turquía en un campo, mientras que Rusia y China parecen tomar posición junto a Irán y el Irak chií. Esa es la perspectiva general pero todas las fuerzas, excepto Irán e Israel pueden cambiar de actitud si sus intereses lo requieren. Por otra parte, las aperturas de Israel respecto al gobierno sirio muestran que incluso esos Estados pueden ser flexibles hasta cierto punto.

Lo descrito aquí quiere demostrar que las potencias regionales y mundiales se preparan para un conflicto imperialista cruel. Lo que está ocurriendo hoy en Siria ha alcanzado una situación en la que los proletarios se lanzan a mutuo degüello divididos como están en sectas y etnias. No cabe la menor duda de que ese es el cariz que van a tomar todas las guerras en la región. Por otra parte, la formación de un régimen con fuerte coloración islamista es más que probable en Egipto de modo que puede seguir soliviantándose la situación en la región y podría haber otro giro en las fuerzas burguesas en conflicto. Y sin embargo, aunque todos esos conflictos que están ocurriendo o que van a ocurrir, significan destrucción para la clase obrera, las potencialidades de ésta permanecen intactas para acabar con este sistema parásito que se nutre de la explotación de la fuerza de trabajo. La clase obrera necesita una lucha internacional. Es eso precisamente, como contribución a la lucha de clases, lo que nos ha animado a expresarnos.

Ekrem, 7 de enero de 2013


[1]) Ver el artículo escrito en aquel entonces por la sección de la CCI en Turquía. https://en.internationalism.org/icconline/2011/04/middle-east-libya-egypt-class-struggle-and-civil-war

[2]) El Partido del Renacimiento Árabe Socialista “Baaz”, el partido del poder en Siria, posee muchas secciones en diferentes regiones del mundo árabe, y tiene sus raíces en la escisión ocurrida en 1966 en el movimiento Baaz que originó una facción dirigida por Siria y otra por Irak.

[3]) También conocidos por el nombre de alauíes (o alauitas) o chiíes alauíes, una secta no muy ortodoxa derivada del Islam chií. Los chiíes se reivindican de los árabes seguidores de Alí, primo y yerno del profeta Mahoma, cuarto califa del Islam. La división principal en el Islam es la que separa a los discípulos de Alí (el chiismo) y la mayoría de los des musulmanes que siguieron a Muawiya (los suníes), primer califa de la dinastía de los Omeyas.

[4]) Les tres turnos de la mayor factoría iraní, la fábrica de automóviles Khodro, hicieron una hora de huelga en protesta contra la represión del Estado.

[5]) En 2011, el petróleo iraní representó en torno al 11 % de las necesidades energéticas de China, cantidad nada desdeñable (también era el 9 % de las de Japón. Corea del Sur y Europa son también grandes importadores de crudo iraní) Ver https://www.energybulletin.net/stories/2012-01-19/sanctioning-iranian-oi....

[6]) Turquía anexionó, tras una serie de maniobras, la provincia de Hatay, con las ciudades de Antakya (Antioquía) y Iskanderun (Alejandreta) en 1938, que antes pertenecía a Siria.

[7]) Partiya Karkeren Kurdistan, o Partido Obrero de Kurdistán, un partido nacionalista kurdo estalinista en su origen y activo sobre todo en Turquía pero también activo en Irak y en el Kurdistán iraní.

[8]) Les dirigentes dinásticos del régimen del Baaz en Siria, la familia Assad, están en el poder en Siria desde 1970. Hafez al-Assad estuvo en el poder hasta su muerte en 2000. Le sucedió su hijo, Bashar al-Assad, que sigue en el poder.

[9]) Reunión de apoyo a la oposición siria habida en Túnez en febrero de 2012.

[10]) Uno de los más antiguos e importantes movimientos políticos islamistas suní del mundo: los Hermanos Musulmanes se fundó en Egipto en 1928 como partido de corte fascista. Hoy, los Hermanos Musulmanes es una parte moderada y liberal del movimiento islámico que no está prohibido ni en Estados Unidos ni en Gran Bretaña. La organización ha sido muy popular con su mezcla de caridad y de activismo populista, existe en todo el mundo árabe, en varios países occidentales y en África.

[11]) Adalet ve Kalkinma Partisi, en turco (AKP), actuablemente en el poder en Turquía, es un partido “musulmán democrático” populista de centro-derecha, algo equivalente a los partidos democristianos de Europa.

[12]) El Primer ministro turco Erdogan abandonó el Foro de Davos en 2009, tras haber interrumpido al moderador repitiendo sin cesar: “un minuto”, para poder expresarse contra el israelí Shimon Peres.

[17]) Durante un partido de fútbol caótico, se desató una revuelta cuando algunas personas se pusieron a enarbolar las banderas del separatismo kurdo, lanzando vítores a Barzani y a Talabani, transformando así el encuentro en conflicto político. La revuelta se expandió más allá de las vallas del estadio y se usaron armas contra la policía y los civiles no kurdos. Más tarde, mataron a 30 kurdos y los servicios de seguridad reocuparon la ciudad.

[18]) Es además el jefe del Partido Demócrata de Kurdistán (PDK), hijo de Mustafá Barzani, líder de la guerrilla peshmerga nacionalista kurda y presidente anterior del PDK

[19]) Partiya Yekîtiya Demokrat, o Partido de la Unión Democrática, partido político sirio kurdo afiliado al Partido Obrero Kurdo (PKK)

[20]) Aunque esté reconocido internacionalmente como territorio sirio, los Altos del Golán está ocupado y administrado por Israel desde la guerra árabe-israelí de 1967.

[22]) Protestas en Israel: “¡Mubarak, Assad, Netanyahu son lo mismo!. Revuelta social en Israel” https://es.internationalism.org/node/3185

[23]) Protestas masivas en Cisjordania contra el coste de la vida, el paro y la Autoridad Palestina https://es.internationalism.org/node/3484.

 

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Oriente Medio y África del Norte