Enviado por CCI Online el
Revuelta social en Israel
Las últimas 3 semanas cientos de miles de personas en Israel han tomado las calles para protestar contra el altísimo coste de la vida, la creciente imposibilidad para una persona media de acceder a la vivienda y el desmantelamiento del Estado de bienestar. Los manifestantes piden "justicia social", pero muchos también hablan de "revolución". No ocultan el hecho de estar inspirados por la oleada de revueltas en el mundo árabe, extendidas a España y Grecia. El primer ministro Netanyahu, cuyas políticas descaradamente derechistas parecían haber obtenido respaldo popular, de repente es comparado con dictadores como el de Egipto (Mubarak, en la actualidad siendo juzgado por el tiroteo a manifestantes) y Siria (Assad, que está ordenando espantosas masacres contra una población cada vez más exasperada con su régimen).
Al igual que los movimientos en el mundo árabe y Europa, las manifestaciones y acampadas que han surgido en numerosas ciudades, salvo las de Tel Aviv, parecen haber surgido de la nada: mensajes en facebook, gente acampando en las plazas de las ciudades..., y de ahí en un fin de semana ha habido entre 50.000 y 150.000 manifestantes en Tel Aviv (más de 200.000 el sábado pasado) y puede que haya 3 o 4 veces más participantes en todo el país, la mayoría jóvenes.
Como en otros países, ha habido enfrentamientos con la policía. Y también como en otros países, los partidos y sindicatos oficiales no han jugado un papel destacado en el movimiento, aunque sí hayan estado presentes. Ideas a favor de la democracia directa e incluso del anarquismo son comunes entre los participantes. Uno de ellos al ser preguntado de si las protestas estaban inspiradas por los acontecimientos en los países árabes, contestó: "Hay mucha influencia con lo que pasó en la Plaza Tahrir... Hay mucha por supuesto. Cuando la gente comprende que tiene el poder, que se pueden organizar por sí mismos, que no necesitan ya que el gobierno les diga lo que tienen que hacer, pueden empezar a decirle al gobierno lo que quieren". Estas opiniones, incluso si sólo expresan la visión de una minoría, reflejan bastante bien el sentimiento general de desencanto con todo el aparato político burgués, tanto dictatorial como democrático.
Como ha pasado en los demás sitios, el movimiento tiene un significado histórico, como apuntaba el periodista israelí Noam Sheizaf: "A diferencia de Siria o Libia, donde dictadores masacran a sus propios ciudadanos por centenares, no ha sido la opresión lo que ha mantenido el orden social en Israel, al menos por lo que respecta a la comunidad judía. Ha sido el adoctrinamiento -la existencia de una ideología dominante, para usar un término preferido por los teóricos. Y ha sido este orden cultural lo que se ha visto erosionado en estas protestas. Por primera vez, una parte importante de la clase media judía - es demasiado pronto para valorar el tamaño- vincula su problema no con otros israelíes, o con los árabes, o con un político concreto, sino con todo el orden social, con todo el sistema. Es en este sentido que se trata de un acontecimiento único en la historia de Israel".
Por esto las protestas tienen un gran potencial. No deberíamos fijarnos en los efectos inmediatos a nivel político -no veremos caer a ningún gobierno a corto plazo- sino en el trasfondo y en las consecuencias a largo plazo, que seguro llegarán
Minimizando el significado de los acontecimientos
Hay algunos encantados en minimizar el significado de las protestas. La prensa oficial en general ha ignorado el movimiento. Hay de 800 a 1000 organismos de prensa internacional en Jerusalén (sólo superada por Washington) que únicamente empezaron a mostrar algún interés por los acontecimientos cuando ya llevaban 2 semanas teniendo lugar. Habría que buscar largo y tendido para encontrar la mínima mención del movimiento en periódicos "progresistas" en Reino Unido como The Guardian o el Socialist Worker.
Otro elemento es el de etiquetar al movimiento como de "clase media". Es cierto que, como ha pasado en otros sitios, se observa una amplia revuelta social que puede expresar la insatisfacción de diferentes capas de la sociedad, del pequeño empresario al obrero, todos afectados por la crisis mundial, la creciente brecha entre ricos y pobres, y, en un país como Israel, el empeoramiento de las condiciones de vida por la insaciable demanda de la economía de guerra. Pero "clase media" se ha convertido en un término inconcreto, que se puede referir a cualquiera con estudios o un empleo, y en Israel, el norte de África, España o Grecia, crecientes sectores de jóvenes que ha estudiado se ven empujados a las filas del proletariado, trabajando en empleos precarios, si es que encuentran trabajo. En cualquier caso, sectores más "clásicos" de la clase obrera también han participado en las manifestaciones: trabajadores de la industria y el sector público, los elementos más castigados entre los parados, algunos inmigrantes no judíos procedentes de África y otros países del tercer mundo. Tuvo lugar también una huelga general de 24 horas convocada por el sindicato Histradut con el fin de apaciguar el descontento entre sus afiliados.
Sin embargo los mayores detractores del movimiento se encuentran en la extrema izquierda. Un comentario en la web libcom explicaba: "Tuve una discusión con uno de los líderes del SWP dentro de mi sindicato, que decía que en Israel no había clase obrera. Le pregunté que quién conducía los autobuses, construía las carreteras, cuidaba los niños, etc., y se limitó a esquivar la cuestión y despotricar del sionismo y la ocupación".
El mismo argumento se puede encontrar en un link de un blog izquierdista, pero expresado de una forma más sofisticada: "Lo cierto es que cada capa de la sociedad israelí, de los sindicatos al sistema educativo, el ejército y los partidos políticos, son cómplices del sistema de apartheid. Esto ha sido así desde el principio, desde las formas embrionarias del Estado de Israel ya esbozadas durante la época del Mandato Británico. La israelí es una sociedad de colonos, y esto tiene enormes implicaciones para el desarrollo de la conciencia de clase. Mientras se mantenga la construcción de asentamientos, mientras la población siga identificando sus intereses a la expansión de estos asentamientos, existe poco margen para el desarrollo de una política revolucionaria independiente de la clase obrera. No es sólo una sociedad de colonos, sino que también está apoyada por los recursos materiales del imperialismo norteamericano".
La idea de que el caso de la clase trabajadora israelí es especial lleva a muchos izquierdistas a mantener que no se debe apoyar las protestas, o sólo hacerlo si estas se posicionan sobre la cuestión palestina: "Se ha calificado a las protestas como las mayores desde los años 70 y es posible que resulten en reformas o puede que en una autoridad gubernamental reforzada. Pero hasta que las reformas no se dirijan hasta la cuestión central de la política opresora y discriminatoria israelí en materia de vivienda, hasta que los palestinos no tengan los mismos derechos que los israelíes, hasta que las órdenes de desalojo no se sigan aplicando preferentemente a los palestinos, las reformas no tendrán ninguna base y las protestas serán inútiles". Así se expresa Sami Kishawi, Sixteen Minutes to Palestine blog 'El movimiento parcial, "liberal", de protesta por la vivienda en Israel, no merece ser apoyado ni defendido',.
En España, entre los participantes del movimiento 15M, han tenido lugar debates similares, por ejemplo a propósito de la propuesta de "que las protestas israelíes sólo deberían ser apoyadas si toman posición sobre la cuestión palestina, denunciando clara y abiertamente la ocupación, el bloqueo a Gaza y [llamar a] el fin de los asentamientos" (extraído del mismo apartado en libcom).
Estos argumentos izquierdistas están siendo contestados en la práctica por el movimiento en Israel. Para empezar, lo que se está poniendo sobre la mesa en las calles ya supone un cuestionamiento de la división entre judíos y árabes, u otros grupos. Algunos ejemplos: en Jaffa, decenas de manifestantes árabes y judíos llevaban pancartas en hebreo y árabe que decían "Árabes y judíos queremos viviendas asequibles" y "Jaffa no es sólo para los ricos".
Activistas árabes montaron un campamento en el centro de Taibeh y centenares de personas lo visitaron cada noche. "Esta protesta viene de la angustia que hay en la comunidad árabe. Todos los árabes sufren las consecuencias de la carestía de la vivienda y del coste de la vida", afirmaba uno de los organizadores, Dr. Zoher Tibi. Unos cuantos jóvenes de Druze montaron tiendas a las afueras de las localidades de Yarka y Julis en Galilea occidental. "Intentamos que todo el mundo se nos una", comentaba uno de los iniciadores de la protesta, Wajdi Khatar. También se levantó un campamento conjunto judío y palestino en la ciudad de Akko, y en Jerusalén Además se han estado produciendo protestas de judíos y árabes contra los desalojos de estos últimos del barrio Sheikh Jarrah. En Tel Aviv, se establecieron contactos con residentes en campos de refugiados en los territorios ocupados, quienes visitaron las tiendas del movimiento y debatieron con los manifestantes[1].
El lunes 1 de agosto, en el parque Levinsky al sur de Tel Aviv, donde se ha mantenido durante casi una semana el segundo campamento más grande del país, alrededor de cien inmigrantes y refugiados africanos se acercaron con el fin de debatir acerca de las protestas que se estaban produciendo.
No hay razones para aceptar la austeridad
Numerosos manifestantes han expresado su malestar con la forma que continuamente se utiliza la "seguridad" y la "amenaza del terrorismo" para hacer aceptar a la población la creciente miseria social y económica. Algunos han avisado abiertamente del peligro de que el gobierno pueda provocar enfrentamientos armados o incluso una nueva guerra para restaurar la "unidad nacional" y dividir al movimiento[2]. Lo importante es que hay una creciente conciencia de que la situación militar y la social están muy relacionadas.
Como siempre, la situación material de la clase trabajadora es la clave para el desarrollo de su conciencia, y el movimiento actual está acelerando la posibilidad de que el conflicto militar se comience a enfocar desde un punto de vista de clase. El proletariado israelí, a menudo retratado por la izquierda del capital como una casta privilegiada que vive de la miseria palestina, en realidad paga muy caro el esfuerzo de guerra en vidas, daño psicológico y empobrecimiento. Un ejemplo concreto relacionado con uno de los asuntos clave detrás de las protestas, la vivienda: el gobierno está desembolsando de forma desproporcionada grandes cantidades de dinero en la construcción de asentamientos en los territorios ocupados en lugar de aumentar el número viviendas disponibles en el resto de Israel.
El significado del movimiento, con todas sus confusiones y dudas, es que ha confirmado claramente la existencia de la explotación y el conflicto de clase dentro del supuesto monolito israelí. La defensa por parte de la clase obrera de sus condiciones de vida necesariamente tendrá que vérselas con los sacrificios requeridos por la guerra;como resultado,todos los asuntos relacionados con la guerra tendrán que tratarse,discutirse y clarificarse:políticas de apartheid en Israel y en los territorios ocupados,la brutalidad de la ocupación,el reclutamiento obligatorio,hasta la misma ideología sionista y el pretendido ideal del Estado judío. Claramente estos son factores de dificultad y potencialmente de división, y el movimiento ha tenido dudas acerca de tratarlos o no. Pero lo político siempre aparece en cualquier conflicto social. Un ejemplo de esto ha sido el creciente conflicto entre manifestantes y representantes de la extrema derecha -Kahanists- que quieren expulsar a los árabes de Israel, y también con los colonos fundamentalistas que los ven como traidores.
Sin embargo no sería un avance si el movimiento rechazara las posiciones derechistas adoptando las de la izquierda del capital: apoyo al nacionalismo palestino, a la solución de los dos Estados o a la constitución de un "Estado democrático secular". La actual oleada internacional de revueltas contra la austeridad capitalista abre las puertas a otra solución: la solidaridad de todos los explotados por encima de divisiones nacionales o religiosas; lucha de clase en todos los países con el fin último de una revolución mundial que sea la negación de cualquier frontera nacional y Estado. Hace uno o dos años este fin aparecía como algo utópico en el mejor de los casos. Hoy, cada vez más gente ve a una revolución global como una alternativa realista a un orden capitalista que se está derrumbando.
World Revolution, sección de la CCI en Gran Bretaña
[1] Uno de los israelíes participantes en estos encuentros describe los efectos positivos que los debates han tenido en el desarrollo de la conciencia y la solidaridad: "Nuestros invitados escuchan atentamente historias sobre jóvenes judíos de clase media sin sitio para vivir, estudiar o trabajar. Asienten asombrados con la cabeza, expresando su simpatía o incluso placer por el potencial de solidaridad existente". Una de las más expresivas sale con algo que no se nos había ocurrido: "Hada Muchayem Lajiyin Israeliyin" - "Un campo de refugiados israelíes", exclama. "Nos reímos con esa ocurrencia. Los jóvenes de Rothschild (que Alá les ayude, que su protesta dé frutos) se supone que se pueden levantar cuando quieran y volver a la siniestra existencia a la que estaban acostumbrados antes de acampar en el candente Boulevard. Sin embargo están condenados a una vida en el escalón más bajo de Israel, sin propiedad, ni tierra, ni techo. Algunas de las mujeres que han estado con nosostros esta noche - exuberantes, llenas de curiosidad y pasión- han vivido en campos de refugiados "reales" la mayor parte de sus vidas. Algunas nacieron allí, otras se casaron y se mudaron para compartir destino con grandes familias amontonadas en tiendas temporales a las afueras de ciudades y pueblos en Cisjordania hace muchos años.
"Los furiosos residentes de los "campos de refugiados" israelíes están abriendo los ojos y están descubriendo la falsa conciencia que los has llevado a esta situación en verano de 2011. No es un proceso fácil, pero merece la pena el esfuerzo el ir a la raíz de nuestros problemas. Aquellos de nosotros que hemos tenido el privilegio el pasado fin de semana en Tel Aviv de bailar, cantar y abrazar a nuestros amigos procedentes de pueblos y campos de refugiados de los territorios ocupados, no volveremos a negar calor humano a quienes una vez consideramos enemigos. Y pensar cuantas viviendas podrían haberse hecho con los recursos desperdiciados en décadas construyendo la idea de que todos los no judíos son un "peligro para nuestra demografía"
[2] Ver por ejemplo la entrevista con Stav Shafir en RT news