Mayo del 68 y la perspectiva revolucionaria (2a parte) - Fin de la contrarrevolución, reanudación histórica del proletariado

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Mayo del 68 y la perspectiva revolucionaria (2a parte)

Fin de la contrarrevolución,
reanudación histórica del proletariado mundial

Frente a todas las mentiras que se han extendido recientemente por varios países sobre Mayo del 68, es necesario que los revolucionarios restablezcan la verdad, que den las claves para que se entienda el significado y las lecciones de aquellos acontecimientos, que impidan, en particular, su entierro de primera clase bajo una montaña de flores y coronas.

Es lo que hemos empezado a hacer en nuestra Revista al publicar un artículo que analiza el primer componente de los "acontecimientos de Mayo del 68", la revuelta estudiantil, tanto a nivel internacional como más particularmente en Francia. Aquí nos dedicaremos a analizar el componente esencial de esos acontecimientos, el movimiento de la clase obrera.

En el primer artículo, así concluíamos el relato de los acontecimientos en Francia: "El 14 de mayo, los debates siguen en muchas empresas. Después de las inmensas manifestaciones del día anterior, con todo el entusiasmo y el sentimiento de fuerza que habían permitido, era difícil reanudar el trabajo como si no hubiera pasado nada. En Nantes, los obreros de Sud-Aviation, animados por los más jóvenes, lanzan una huelga espontánea y deciden ocupar la fábrica. La clase obrera comienza a tomar el relevo..."

Ese relato es lo que vamos a proseguir aquí.

La huelga generalizada en Francia

La extensión de la huelga

En Nantes, son los jóvenes obreros, de la misma edad que los estudiantes, quienes lanzan el movimiento; su razonamiento es simple: "si los estudiantes, que no pueden ejercer presión con la huelga, han tenido fuerzas para hacer retroceder al Gobierno, los obreros también podrán hacerlo retroceder". Por su parte, los estudiantes de la ciudad acuden a manifestar su solidaridad con los obreros, mezclándose a sus piquetes: es la confraternización. Ahí queda claro que las campañas del PCF ([1]) y de la CGT ([2]), que denuncian a los "izquierdistas provocadores a sueldo de la patronal y del ministerio de Interior", que habrían infiltrado el medio estudiantil, tienen un impacto muy escaso.

En total, hay 3100 huelguistas el 14 de mayo.

El 15 de mayo, el movimiento alcanza la fábrica Renault de Cléon, en Normandía, así como otras dos fábricas de la región: huelga total, ocupación ilimitada, secuestro de la Dirección, bandera roja en las verjas. Al final de la jornada, hay 11 000 huelguistas.

El 16 de mayo, las demás fábricas Renault entran en el movimiento: bandera roja en Flins, Sandouville, Le Mans y Billancourt (en las afueras de París). Esa noche, sólo hay 75 000 huelguistas en total, pero la entrada en lucha de Renault-Billancourt suena como una señal: es la mayor fábrica de Francia (35 000 trabajadores) y desde hace mucho tiempo hay un refrán que dice: "Cuando Renault estornuda, Francia se resfría".

El 17 de mayo se cuentan 215 000 huelguistas: la huelga co­mienza a afectar a toda Francia, sobre todo en provincias. Es un movimiento completamente espontáneo; los sindicatos no hacen más que seguir la corriente. Por todas partes, son los jóvenes obreros los que van por delante. Se asiste a numerosas confraternizaciones entre estudiantes y jóvenes obreros: éstos vienen a las universidades ocupadas e invitan a los estudiantes a venir a comer a sus comedores.

No hay reivindicaciones precisas, lo que se expresa es el "hastío": en la pared de una fábrica de Normandía está escrito "¡Tiempo para vivir y con más dignidad!". Ese día, temiendo "ser desbordados por la base" y también por la CFDT ([3]) mucho más presente en las movilizaciones de los primeros días, la CGT llama a la extensión de la huelga: "subió al tren en marcha" como entonces se decía. Su comunicado sólo se conocerá al día siguiente.

El 18 de mayo, hay 1 millón de trabajadores en huelga a mediodía, incluso antes de que se conozcan las consignas de la CGT. Por la noche ya son 2 millones.

Serán 4 millones el lunes 20 de mayo y 6 millones y medio al día siguiente.

El 22 de mayo, hay 8 millones de trabajadores en huelga ilimitada. Es la mayor huelga de la historia del movimiento obrero internacional. Es mucho más masiva que las dos referencias anteriores: la "huelga general" de mayo de 1926 en Gran Bretaña (que duró una semana) y las huelgas de mayo-junio de 1936 en Francia.

Todos los sectores están afectados: industria, transportes, energía, correos y telecomunicaciones, enseñanza, administraciones (varios ministerios están completamente paralizados), medios de comunicación (la televisión nacional está en huelga, los trabajadores denuncian en particular la censura que se les impone), laboratorios de investigación, etc. Incluso las funerarias se paralizan (muy mala idea la de morir en Mayo del 68). Hasta se puede ver a los deportistas profesionales entrar en el movimiento: la bandera roja flota en el edificio de la Federación francesa de fútbol. Incluso los artistas  se ponen en movimiento, interrumpiéndose el Festival de Cannes a instigación de los realizadores de cine.

Mientras tanto, las universidades ocupadas (así como otros edificios públicos, como el Teatro del Odeón en París) se convierten en lugares de debate político permanente. Muchos obreros, en particular los jóvenes pero también mayores, participan en los debates. Algunos obreros les piden a los que defienden la idea de revolución que vengan a defender sus ideas en su fábrica ocupada. Y fue así como, en Toulouse, el pequeño núcleo que más tarde fundaría la sección de la CCI en Francia fue invitado a exponer la idea de los consejos obreros en la fábrica Job (papel y cartón) ocupada. Y lo más significativo, es que esta invitación procedía de militantes... de la CGT  y  del PCF. Éstos tendrán que parlamentar durante una hora con permanentes de la CGT de la gran fábrica Sud-Aviation venidos a "reforzar" el piquete de huelga de Job para obtener la autorización de dejar entrar a los "izquierdistas" en la fábrica. Durante más de seis horas, obreros y revolucionarios, sentados en rodillos de cartón, discutirán de la revolución, de la historia del movimiento obrero, de los soviets así como de las traiciones... ¡del PCF y de la CGT!

Muchos debates también se hacen en la calle, en las aceras (¡el tiempo fue benevolente en toda Francia en mayo de 68!). Surgen espontáneamente, cada uno tiene algo que decir ("Hablarse y escucharse" es el lema). Por todos los sitios reina un ambiente de fiesta, excepto en los "barrios burgueses" en los que se va acumulando el miedo y el odio.

Por todas partes en Francia, en los barrios, en algunas grandes empresas o en sus alrededores surgen "Comités de acción": se discute de cómo llevar la lucha, de la perspectiva revolucionaria. Están animados en general por grupos izquierdistas o anarquistas, pero reúnen mucha más gente que los miembros de esas organizaciones. Incluso en la ORTF, la radiotelevisión de Estado, se crea un Comité de acción animado, en particular, por Michel Drucker ([4]) y en el que participa incluso el inefable Thierry Rolland ([5]).

La reacción de la burguesía

Ante tal situación, la clase dominante tiene un período de desasosiego que se plasma en iniciativas desordenadas e ineficaces.

Así es como el 22 de mayo, la Asamblea nacional, dominada por las derechas, discute (para acabar rechazándola) una moción de censura presentada por las izquierdas... ¡dos semanas antes!: las instituciones oficiales de la República francesa parecen vivir en otro mundo. Y lo mismo ocurre con el Gobierno, el cual toma ese mismo día la decisión de prohibir la vuelta a Francia de Cohn-Bendit que había ido a Alemania. Esta decisión no hace sino aumentar el descontento: el 24 de mayo se asiste a varias manifestaciones, para denunciar en particular la prohibición de residencia a Cohn-Bendit: "¡Las fronteras nos importan un carajo!", "¡Todos somos judíos alemanes!" A pesar del cordón sanitario de la CGT contra los "aventureros" y los "provocadores" (o sea los estudiantes "radicales"), muchos jóvenes obreros se unen a esas manifestaciones.

El Presidente de la República, el general De Gaulle, pronuncia un discurso esa misma tarde: propone un referéndum para que los franceses se pronuncien sobre la "participación" (una especie de asociación capital-trabajo). Resulta imposible estar tan lejos de la realidad. Este discurso es un fracaso total que revela el desasosiego del Gobierno y de la burguesía en general ([6]).

En la calle, los manifestantes escuchan el discurso en transistores, incrementándose más todavía su rabia: "¡Nos importa un rábano su discurso!". Hay enfrentamientos y barricadas durante toda la noche en París y varias ciudades de provincias. Hay escaparates rotos y coches incendiados, lo que provoca un vuelco de parte de la opinión contra los estudiantes, en adelante considerados como "rompedores". Es por otra parte probable que se hubieran mezclado miembros de las milicias gaullistas o policías de paisano entre los manifestantes para "atizar el fuego" y dar miedo a la población. Es también evidente que muchos estudiantes se imaginan "hacer la revolución" construyendo barricadas o quemando coches, símbolos de la "sociedad de consumo". Pero esos actos expresan sobre todo la rabia de los manifestantes, estudiantes y jóvenes obreros, ante las respuestas risibles y provocantes de las autoridades a la mayor huelga de la historia. Ilustración de esta cólera contra el sistema: se prende fuego al símbolo del capitalismo, la Bolsa de París.

Por último, sólo al día siguiente la burguesía comenzará tomar iniciativas eficaces: el sábado 25 de mayo, en el ministerio de Trabajo (sito en la calle de Grenelle) se abren las negociaciones entre sindicatos, patronato y Gobierno.

Inmediatamente, los patronos están dispuestos a ceder mucho más de lo que pensaban los sindicatos: queda claro que la burguesía tiene miedo. Preside el Primer ministro, Pompidou. El domingo por la mañana, se reúne a solas durante una hora con Séguy, patrón de la CGT ([7]): los dos principales responsables del mantenimiento del orden social en Francia tienen que discutir sin testigos de los medios para restablecerlo ([8]).

En el noche del 26 al 27 de mayo se celebran los "acuerdos de Grenelle":
- aumentos de salarios para todos de 7 % el 1º de junio, más 3 % el 1º de octubre;
- aumento del salario mínimo en torno a 25 %;
- reducción del "cupo moderador" del 30 % al 25 % (montante de los gastos médicos no asumidos por la Seguridad social) ;
- reconocimiento de la sección sindical en la empresa;
- se añaden una serie de promesas vagas de apertura de negociaciones, en particular sobre el tiempo de trabajo (que es aproximadamente entonces de 47 horas por semana por término medio).

Si se considera la importancia y la fuerza del movimiento, es una verdadera provocación:
- el 10 % quedará anulado por la inflación (muy importante en aquel período) ;
- nada sobre la compensación salarial por la inflación;
- nada de concreto sobre la reducción del tiempo de trabajo; se limita a indicar el objetivo de la "vuelta progresiva a las 40 horas" (ya obtenidas oficialmente... ¡en 1936!) ; con el ritmo propuesto por el Gobierno, se llegaría a ese objetivo... ¡en 2008!;
- los únicos que ganan algo significativo son los obreros más pobres (se quiere dividir a la clase obrera impulsándoles a volver al trabajo) y los sindicatos (se les remunera por su papel de saboteadores).

El lunes 27 de mayo las asambleas de trabajadores rechazan los "acuerdos de Grenelle" de manera unánime.

En Renault-Billancourt, los sindicatos organizaron un gran "show" ampliamente cubierto por la televisión y las radios: al término de las negociaciones, Séguy había dicho a los periodistas: "La reanudación no tardará" y esperaba que los obreros de Billancourt diesen el ejemplo. Sin embargo, 10 000 de ellos, reunidos desde la mañana, decidieron proseguir el movimiento antes incluso de que llegaran los dirigentes sindicales.

Benoît Frachon, dirigente "histórico" de la CGT (ya presente en las negociaciones de 1936) declara: "Los acuerdos de Grenelle van a aportar a millones de trabajadores un bienestar que no se esperaban": ¡silencio de muerte!

André Jeanson, de la CFDT, se congratula por el voto inicial a favor de la continuación de la huelga y habla de la solidaridad de los obreros con los estudiantes y los alumnos de secundaria en lucha: aplausos ruidosos.

Séguy, por fin, presenta "una reseña objetiva" de lo que "se ha adquirido en Grenelle": silbidos seguidos de un abucheo general de varios minutos. Séguy hace entonces una pirueta: "Si juzgo por lo que oigo, no os vais a dejar engañar": aplausos pero en la muchedumbre se oye: "¡Nos está tomando el pelo!".

La mejor prueba del rechazo de los "acuerdos de Grenelle": el número de huelguistas sigue aumentando el 27 de mayo hasta alcanzar 9 millones.

Este mismo día se celebra en el estadio Charléty de París una gran reunión convocada por el sindicato estudiantil UNEF, la CFDT (que ejerce una puja con la CGT) y los grupos izquierdistas. El ambiente es muy revolucionario: se trata en realidad de proporcionar un desahogo al descontento creciente hacia la CGT y al PCF. Junto a los izquierdistas, están presentes políticos socialdemócratas como Mendès-France (antiguo jefe de Gobierno en los años 50). Cohn-Bendit, con el pelo teñido de negro, hace una aparición (ya se le había visto el día anterior en la Sorbona).

El día de 28 de mayo fue el de los chanchullos de los partidos de izquierda.

Por la mañana, François Mitterrand, presidente de la Federación de la izquierda demócrata y socialista (que reúne el Partido socialista, el Partido radical y otros pequeños grupos de izquierda) celebra una conferencia de prensa: considerando que está vacante el poder, anuncia su candidatura a la Presidencia de la República. Por la tarde, Waldeck-Rochet, patrón del PCF, propone un Gobierno "con participación comunista": se trata de evitar que los socialdemócratas exploten la situación en beneficio propio. Al día siguiente, 29 de mayo, la CGT convoca a una gran manifestación que exige un "Gobierno popular". La derecha pone el grito en el cielo denunciando la "conspiración comunista".

Este mismo día se constata la "desaparición" del general de Gaulle. Hacen correr el rumor de que se retira cuando en realidad se ha ido a Alemania para cerciorarse de la fidelidad del ejército ante el general Massu, comandante de las tropas francesas de ocupación.

El 30 de mayo es un día decisivo en el control de la situación por la burguesía. De Gaulle echa un nuevo discurso: "En las circunstancias actuales, no me retiraré. (...) Disuelvo hoy mismo la Asamblea nacional...".

Al mismo tiempo se celebra en París, en los Campos Elíseos, una enorme manifestación de apoyo a De Gaulle. Procedentes de los barrios burgueses, de los suburbios ricos y también de la "Francia profunda" gracias a los camiones del ejército, el "pueblo" del miedo y de la plata, de los burgueses y de las instituciones religiosas de sus hijos, de los ejecutivos imbuidos de su "superioridad", de los pequeños comerciantes que tiemblan por sus escaparates, de los excombatientes ultrajados por los ataques a la bandera tricolor, de los "agentes secretos" conchabados con el hampa, y también de los viejos partidarios de la Argelia francesa y del OAS ([9]), de los jóvenes miembros del grupo fascistoide Occident, de los viejos nostálgicos de Vichy (que, por cierto, todos odiaban a De Gaulle); toda esa gentuza viene a clamar su odio a la clase obrera y su "amor por el orden". En la muchedumbre, al lado de excombatientes de la "Francia libre", se puede oír el grito de "¡Cohn-Bendit a Dachau!".

Pero el "Partido del orden" no se limita a los que manifiestan por los Campos Elíseos. El mismo día, la CGT convoca a negociaciones ramo por ramo "para mejorar los acuerdos de Grenelle": no es sino el medio para dividir el movimiento con el fin de liquidarlo.

La reanudación del trabajo

Por otra parte, a partir de esta fecha (es un jueves), hay trabajadores que empiezan a volver al trabajo, pero lentamente: el 6 de junio, todavía hay 6 millones de huelguistas. La reanudación del trabajo se hace en la dispersión:
- 31 de mayo: siderurgia de Lorena, industrias textiles del Norte;
- 4 de junio: arsenales, seguros;
- 5 de junio: EDF ([10]), minas de carbón;
- 6 de junio: correos, telecomunicaciones, transportes (en París, la CGT lo hace todo para que cese la huelga: en cada depósito los dirigentes sindicales se dedican a propagar la mentira de que los demás han reanudado el trabajo, para que así cese la lucha);
- 7 de junio: enseñanza primaria;
- 10 de junio: ocupación de la fábrica Renault de Flins por la policía; un alumno de secundaria de 17 años, Gilles Tautin, que allí acudió para aportar su solidaridad a los obreros, cae en el Sena perseguido por los gendarmes y se ahoga;
- 11 de junio: intervención de los CRS ([11]) en la fábrica Peugeot de Sochaux (2ª fábrica de Francia): 2 obreros son asesinados, uno de ellos a tiros.

Se asiste entonces a nuevas manifestaciones violentas en toda Francia: "¡Han matado a nuestros camaradas!" En Sochaux, ante la resistencia determinada de los obreros, los CRS evacuan la fábrica: el trabajo no se reanudará sino 10 días más tarde.

Temiendo que la indignación reactive la huelga (sigue habiendo aún 3 millones de huelguistas), los sindicatos (CGT en cabeza) y los partidos de izquierda con el PCF en primera fila llaman con insistencia a la reanudación del trabajo "para que las elecciones puedan realizarse y se remate así la victoria de la clase obrera". El diario del PCF, l'Humanité, titula: "Fuertes de su victoria, millones de trabajadores vuelven al trabajo".

Ahora encuentra su explicación el llamamiento sistemático a la huelga por parte de los sindicatos a partir del 20 de mayo: no sólo era necesario evitar ser desbordados por la "base" sino que también era necesario controlar el movimiento con el fin de poder, en el momento oportuno, provocar la reanudación de los sectores menos combativos y desmoralizar a los demás sectores.

Waldeck-Rochet, en sus discursos de campaña electoral, declara que "El Partido comunista es un partido de orden". Y "el orden" burgués se impone de nuevo poco a poco:
- 12 de junio: vuelta al trabajo en la enseñanza secundaria;
- 14 de junio: vuelta al trabajo en Air France y Marina mercante;
- 16 de junio: la policía ocupa la Sorbona;
- 17 de junio: vuelta al trabajo caótica en Renault-Billancourt;
- 18 de junio: de Gaulle hace liberar a los dirigentes de la OAS que todavía estaban en la cárcel;
- 23 de junio: 1ª vuelta de las elecciones legislativas, con una muy fuerte progresión de las derechas;
- 24 de junio: vuelta al trabajo en la fábrica Citroën-Javel, en París (Krasucki, número 2 de la CGT, interviene con insistencia en la asamblea general para llamar a que acabe la huelga);
- 26 de junio: vuelta al trabajo en Usinor Dunkerque;
- 30 de junio: 2ª vuelta de las elecciones, con una victoria histórica de la derecha.

Una de las últimas empresas que vuelven al trabajo, el 12 de julio, es la ORTF: muchos periodistas no quieren volver a vivir el sometimiento, la tutela y la censura que sufrían antes por parte del Gobierno. Después del "restablecimiento de la situación", muchos serán despedidos. El orden se ha impuesto por todas partes, incluso en las informaciones que se considera útil difundir a la población.

Así pues, la mayor huelga de la historia se terminó en derrota, contrariamente a las afirmaciones de la CGT y del PCF. Una derrota punzante, sancionada por el poderoso retorno de partidos y "autoridades" tan denigradas durante el movimiento. Pero el movimiento obrero sabe desde hace mucho tiempo que "... el resultado verdadero de sus luchas es menos el éxito inmediato que la unión creciente de los trabajadores" (Manifiesto comunista). Por ello, a pesar de su derrota inmediata, los obreros lograron en 1968 en Francia una gran victoria, no para sí mismos sino para el conjunto del proletariado mundial. Es lo que vamos a ver ahora, intentando también de poner en evidencia las causas profundas así como lo retos a nivel histórico y mundial del "hermoso mes de Mayo" francés.

El alcance internacional de la huelga de Mayo del 68

En la mayoría de los muchos libros y emisiones de televisión sobre Mayo de 1968 que han ocupado los espacios informativos de muchos países en estos últimos tiempos, se destaca el carácter internacional del movimiento estudiantil que afectó a Francia. Todos están de acuerdo para constatar, como lo destacamos también en nuestro anterior artículo, que los estudiantes franceses no fueron los primeros en movilizarse masivamente; se puede decir, hasta cierto punto, que "subieron al tren en marcha" de un movimiento que empezó en las universidades norteamericanas en el otoño de 1964. A partir de Estados Unidos, ese movimiento afectó a la mayoría de los países occidentales y a partir de 1967, conoció su evolución más espectacular en Alemania, haciendo de los estudiantes de este país la "referencia" para los de los demás países europeos. Sin embargo, los mismos periodistas o "historiadores" que se complacen en destacar la amplitud internacional del conflicto estudiantil de los años 60 no dicen en general ni una palabra de las luchas de los trabajadores que se desarrollaron en el mundo durante aquel período. Obviamente, no pueden callar totalmente la inmensa huelga que es el otro aspecto, mucho más importante, de los "acontecimientos" de 1968 en Francia: les es difícil esconder la mayor huelga de la historia del movimiento obrero. Pero, si se siguen sus análisis, ese movimiento del proletariado fue una especie "de excepción francesa", una más.

Porque la verdad, del mismo modo que el movimiento estudiantil y quizá más todavía, es que el movimiento de la clase obrera en Francia fue parte íntegra de un movimiento internacional y no se puede entender realmente sin ese contexto internacional.

El contexto de la huelga obrera en Francia...

Es verdad que existió en Francia en Mayo del 68 una situación que no se ha repetido en ningún otro país, sino de manera muy marginal: un movimiento masivo de la clase obrera que se pone en marcha partiendo de la movilización estudiantil. Queda claro que la movilización estudiantil, la represión que sufrió - y que la alimentó - así como retroceso final del Gobierno tras la "noche de las barricadas" del 10-11 de mayo, desem­peñaron un papel, no sólo en el inicio, sino también en la amplitud de la huelga obrera. Dicho esto, si el proletariado de Francia se comprometió en tal movimiento, no es, claro está, solamente "para hacer como los estudiantes", sino porque había un descontento profundo, generalizado, y también la fuerza política para entablar el combate.

Este hecho no es ocultado, en general, por los libros y programas de televisión que tratan de Mayo de 68: recuerdan a menudo que, a partir de 1967, los obreros ya habían realizado luchas importantes cuyas características rompían con las del período anterior. Mientras que, por ejemplo, las "huelguitas" y jornadas de acción sindicales no suscitaban gran entusiasmo, se asistió entonces a conflictos muy duros, muy determinados ante una violenta represión patronal y policial, en los que los sindicatos fueron desbordados en varias ocasiones. Desde principios del 67, se suceden enfrentamientos importantes en Burdeos (en la fábrica de aviones Dassault), en Besançon y en la región de Lyón (huelga con ocupación en Rhodia, huelga en Berliet, que acarrea el lock-out del patrón y la ocupación de la fábrica por los CRS), en las minas de Lorena, en los astilleros de Saint-Nazaire (paralizados por una huelga general el 11 de abril)...

Es en Caen, en Normandía, donde la clase obrera antes de mayo de 68 va a librar una de sus luchas más importantes. El 20 de enero de 1968, los sindicatos de la Saviem (camiones) habían lanzado una consigna de huelga de hora y media pero la base, juzgando esa acción insuficiente, se lanzó espontáneamente a la huelga el día 23. A los dos días, a las 4 de la mañana, los CRS desmantelan el piquete de huelga, permitiendo a ejecutivos y "esquiroles" entrar en la fábrica. Los huelguistas deciden ir al centro de la ciudad en donde se unen con obreros de otras fábricas que también estaban en huelga. A las 8 de la mañana, 5000 personas convergen pacíficamente hacia la plaza central: los guardias móviles ([12]) cargan, a culatazos, contra ellos. El 26 de enero, los trabajadores de todos los sectores de la ciudad (entre ellos los maestros) así como muchos estudiantes manifiestan su solidaridad: una reunión en la plaza central reúne a 7000 personas a las 6 de la tarde. Cuando acabó el mitin, los guardias móviles cargaron para evacuar la plaza pero fueron sorprendidos por la resistencia de los trabajadores. Los enfrentamientos durarán toda la noche; habrá 200 heridos y decenas de detenciones. Se condena a seis jóvenes manifestantes, todos obreros, a penas de cárcel de 15 días a tres meses. Pero lejos de hacer retroceder a la clase obrera, lo único que provoca la represión es la extensión de la lucha: el 30 de enero, hay 15 000 huelguistas en Caen. El 2 de febrero, las autoridades y la patronal han de retroceder: abandono de las penas de cárcel contra los manifestantes, aumentos de sueldo de 3 a 4 %. El trabajo se reanuda al día siguiente, pero el impulso de los jóvenes obreros hace que se reanuden los paros durante un mes en la Saviem.

Saint-Nazaire en abril de 67 y Caen en enero de 68 no son las únicas ciudades en verse afectadas por huelgas generales de toda la población obrera. También ocurre en otras ciudades de menor importancia como Redon en marzo y Honfleur en abril. Esas huelgas masivas de todos los explotados de una ciudad prefiguran lo que pasará a partir de la mitad del mes de mayo en todo el país.

Así pues, no se puede decir que la tormenta de Mayo del 68 estallara en un cielo de azul. El movimiento de los estudiantes "encendió la mecha", pero ésta estaba lista para prenderse.

Obviamente, los "especialistas", en particular los sociólogos, han intentado poner en evidencia las causas de esa "excepción" francesa. En particular la explican por el ritmo muy elevado del desarrollo industrial de Francia durante los años sesenta, que transformó a ese viejo país agrícola en potencia industrial moderna. Este hecho explica, en particular, la presencia y el papel de un gran número de jóvenes obreros en fábricas que, a menudo, se habían construido poco antes. Éstos, recién llegados frecuentemente del medio rural, no están sindicados y aguantan muy difícilmente la disciplina de cuartel de la fábrica y cobran en su mayoría salarios ridículos, incluso cuando poseen un Certificado de aptitud profesional. Esta situación permite entender por qué son los sectores más jóvenes de la clase obrera los primeros que se lanzaron a la lucha, y también por qué la mayoría de los movimientos importantes que precedieron mayo de 68 surgieron en el Oeste de Francia, una región esencialmente rural y recientemente industrializada. Sin embargo, las explicaciones de los sociólogos fallan cuando se ha de explicar por qué no son solamente los jóvenes trabajadores quienes entraron en huelga en 1968, sino la gran mayoría de la clase obrera, sin distinción de edades.

... e internacionalmente

En realidad, detrás de un movimiento de la amplitud y profundidad como el de Mayo del 68 había necesariamente causas mucho más profundas, causas que sobrepasaban, de muy lejos, el marco francés. Si el conjunto de la clase obrera de este país se lanzó a una huelga casi general, es que todos sus sectores comenzaban a estar afectados por la crisis económica que, en 1968, sólo estaba en sus inicios, una crisis que no era "francesa" sino que afectaba al capitalismo mundial. Son los efectos en Francia de la crisis económica mundial (subida del desempleo, congelación salarial, intensificación de los ritmos de producción, ataques contra la Seguridad social) lo que explica en gran parte la subida de la combatividad obrera en ese país a partir de 1967:
"En todos los países industriales, en Europa y EE.UU., el desempleo se desarrolla y las perspectivas económicas se ensombrecen. Inglaterra, a pesar de una multiplicación de medidas para salvaguardar el equilibrio, está finalmente obligada a finales de 1967 a devaluar la Libra Esterlina, acarreando devaluaciones en toda una serie de países. El Gobierno de Wilson impone un programa excepcional de austeridad: reducción masiva de los gastos públicos..., bloqueo de los salarios, reducción del consumo interno y de las importaciones, esfuerzo para aumentar las exportaciones. El 1º de enero de 1968, es Johnson [Presidente de Estados Unidos] el que da la alarma y anuncia medidas severas indispensables para salvaguardar el equilibrio económico. En marzo estalla la crisis financiera del dólar. La prensa económica, cada día más pesimista, menciona cada vez más el espectro de la crisis de 1929 (...) Mayo de 1968 aparece con todo su significado por haber sido una de las primeras y más importantes reacciones de la masa de los trabajadores contra una situación económica mundial que va deteriorándose" (Révolution internationale (antigua serie) n° 2, primavera de 1969).

En realidad, unas circunstancias particulares permitieron que fuera en Francia donde el proletariado mundial llevara a cabo su primera lucha de amplitud contra unos ataques crecientes que el capitalismo en crisis iba necesariamente a multiplicar. Pero bastante rápidamente, otros sectores nacionales de la clase obrera iban a entrar a su vez en lucha. Las mismas causas no podían sino provocar los mismos efectos.

Al otro lado del mundo, en Argentina, mayo de 1969 iba a señalarse por lo que quedó desde entonces en las memorias como "el cordobazo". El 29 de mayo, tras toda una serie de movilizaciones en las ciudades obreras contra los violentos ataques económicos y la represión de la junta militar, los obreros de Córdoba desbordaron completamente las fuerzas de policía y el ejército (a pesar de haber sacado los tanques) y se habían hecho dueños de la ciudad (la segunda del país). El Gobierno sólo pudo "restablecer el orden" al día siguiente gracias al recurso masivo de tropas.

En Italia, al mismo tiempo, comienza el movimiento de luchas obreras más importante desde la Segunda Guerra mundial. Las huelgas empiezan a multiplicarse en la Fiat de Turín, empezando por la principal fábrica de la ciudad, Fiat Mirafiori, para extenderse a continuación a las demás fábricas del grupo en Turín y los alrededores. El 3 de julio de 1969, en una jornada de acción sindical contra la subida de los alquileres, las manifestaciones de obreros, manifestándose junto a los estudiantes, convergen hacia la fábrica de Mirafiori. Frente a ésta, estallan violentas escaramuzas con la policía. Duran prácticamente toda la noche y se extienden a otros barrios de la ciudad. A partir de finales del mes de agosto, cuando los obreros vuelven de las vacaciones de verano, se reanudan las huelgas en Fiat y también en Pirelli (neumáticos) en Milán y varias otras empresas.

Sin embargo, la burguesía italiana, instruida por la experiencia de Mayo de 68, no se deja sorprender como le ocurrió a la burguesía francesa el año anterior. Necesita absolutamente impedir que el naciente y profundo descontento social desemboque en una llamarada general. Por eso su aparato sindical se va a aprovechar de que los convenios colectivos están llegando a vencimiento, en particular en la metalurgia, la química y la construcción, para desarrollar sus maniobras de dispersión de las luchas proponiendo a los obreros el objetivo de un "buen convenio" en sus sectores respectivos. Los sindicatos dan el último toque a la táctica llamada de las huelgas "articuladas": tal día los metalúrgicos hacen huelga, al siguiente los trabajadores de la química, otro día los de la construcción. Se convocan huelgas "generales" contra el aumento del coste de la vida o la subida de los alquileres, pero por provincias o incluso por ciudad. En las fábricas, los sindicatos preconizan las huelgas por turnos, taller por taller, so pretexto de causar el mayor daño posible a los patronos a menor coste para los obreros. Al mismo tiempo, los sindicatos hacen lo necesario para recuperar el control de una base que tiende a escapárseles: en muchas empresas, mientras que los obreros, descontentos de las estructuras sindicales tradicionales, eligen delegados de taller, éstos son institucionalizados en forma de "consejos de fábrica" presentados como "órganos de base" del sindicato unitario que las tres confederaciones, CGIL, CISL y UIL afirman querer construir juntas. Tras varios meses durante los cuales la combatividad trabajadora se agota en una sucesión de "días de acción" por sector y de "huelgas generales" por provincia o ciudad, los convenios colectivos de sector se firman sucesivamente entre primeros de noviembre y finales de diciembre. Y no será sino poco antes de que se firme el último convenio, el más importante al ser el del sector de vanguardia del movimiento, la metalurgia privada, cuando estalle una bomba el 12 de diciembre en un banco de Milán, matando a 16 personas. El atentado se imputa a anarquistas (uno, Giuseppe Pinelli, fallece en manos de la policía milanesa) pero más tarde se sabrá que fue perpetrado por ciertos sectores del aparato estatal. Las estructuras secretas del Estado burgués vinieron a echarles una mano a los sindicatos para sembrar la confusión en las filas de la clase obrera reforzando de paso los medios de la represión.

El proletariado de Italia no fue el único en movilizarse durante aquel otoño de 1969. A un nivel menor pero muy significativo, el de Alemania también entró en la lucha: en septiembre estallaron huelgas "salvajes" en contra de la firma por los sindicatos de convenios de "moderación salarial". Éstos eran supuestamente "realistas" ante la degradación de la situación de la economía alemana que, a pesar del "milagro" de posguerra, no se salvaba de las dificultades del capitalismo mundial que se fueron acumulando a partir de 1967 (Alemania tuvo ese mismo año su primera recesión desde la guerra).

Ese despertar del proletariado de Alemania, aún tímido, tiene un significado muy particular. Por un lado, se trata del proletariado más importante y concentrado de Europa. Pero sobre todo, este proletariado ocupó en la historia, y ocupará en el futuro, un lugar de primer plano en la clase obrera mundial. Es en Alemania donde se dirimió el futuro de la ola revolucionaria internacional que, a partir de Octubre de 1917 en Rusia, amenazó la dominación capitalista sobre el mundo. La derrota sufrida por los obreros alemanes durante sus tentativas revolucionarias entre 1918 y 1923 abrió las puertas a la más terrible contrarrevolución que haya sufrido el proletariado mundial en toda su historia. Fue allí donde la revolución había ido más lejos, en Rusia y Alemania, donde la contrarrevolución fue más profunda, brutal y cruel, adoptando la forma del estalinismo y del nazismo. La contrarrevolución duró cerca de medio siglo, teniendo su punto álgido en la Segunda Guerra mundial que, contrariamente a la primera, no permitió al proletariado levantarse sino que lo aplastó más aún, gracias en particular a las ilusiones creadas por la victoria de los campos de la "democracia" y del "socialismo".

La inmensa huelga de mayo de 1968 en Francia seguida por "el otoño caliente" italiano, demostraron que el proletariado mundial había salido del período de contrarrevolución, que contrariamente a la crisis de 1929, la que estaba desarrollándose no iba a desembocar en guerra mundial sino en un desarrollo de los combates de clase que impedirían a la clase dominante dar su inhumana respuesta a las convulsiones de su economía. Las luchas de los obreros alemanes de septiembre de 1969 lo confirmaron, así como lo confirmaron, y a escala aún más significativa, las luchas de los obreros polacos durante el invierno de 1970-71.

En diciembre de 1970, la clase obrera de Polonia reaccionó espontánea y masivamente a un alza de los precios de más de 30 %. Los obreros destruyen las sedes del partido estalinista en Gdansk, Gdynia y Elbląg. El movimiento de huelga se extiende por la costa báltica a Poznań, Katowice, Wrocław y Cracovia. El 17 de diciembre, Gomulka, Secretario general del partido estalinista en el poder, envía sus tanques a los puertos del Báltico. Mueren varios centenares de obreros. Hay batallas callejeras en Szczecin y en Gdańsk. La represión no consigue acabar con el movimiento. El 21 de diciembre, una ola de huelgas estalla en Varsovia. Gomulka es despedido. Su sucesor, Gierek, va inmediatamente a negociar personalmente con los obreros de los astilleros de Szczecin. Gierek hace algunas concesiones pero se niega a anular el aumento de los precios. El 11 de febrero estalla una huelga de masas en Łódź, fomentada por 10 000 obreros del textil. Gierek acaba por ceder: se anulan las subidas de precios.

Los regímenes estalinistas son la más pura encarnación de la contrarrevolución: en nombre del "socialismo" y de los "intereses de la clase obrera"  ésta sufría uno de los peores terrores imaginables. El invierno "caliente" de los obreros polacos, así como las huelgas que estallaron al enterarse de las luchas en Polonia del otro lado de la frontera, especialmente en las regiones de Lvov (Ucrania) y Kaliningrado (Rusia del Oeste) demostraron que incluso allí donde la contrarrevolución mantenía su pesada y más terrible losa, en los regímenes "socialistas", dicha contrarrevolución retrocedía.

No se puede enumerar aquí el conjunto de las luchas obreras que, después de 1968, confirmaron esa modificación fundamental de la relación de fuerzas entre burguesía y proletariado a escala mundial. No citaremos más que dos ejemplos, el de España y el de Inglaterra.

En España, a pesar de la feroz represión del régimen franquista, la combatividad obrera se expresa masivamente en 1974. La ciudad de Pamplona, en Navarra, conoce un número de días de huelga por obrero superior al de los obreros franceses de 1968. Todas las regiones industriales están afectadas (Madrid, Asturias, País Vasco) pero es en las inmensas concentraciones obreras de las cercanías de Barcelona donde las huelgas toman su mayor extensión, afectando a todas las empresas de la región con manifestaciones ejemplares de solidaridad obrera (a menudo, se lanzan huelgas en una fábrica únicamente en solidaridad con los obreros de otras fábricas).

El ejemplo del proletariado de Inglaterra también es muy significativo, pues se trata del más viejo del mundo. A lo largo de los años setenta, llevó a cabo combates masivos contra la explotación (con 29 millones de días de huelga en 1979, los obreros ingleses se pusieron en segunda posición de las estadísticas, detrás de los obreros franceses en 1968). Esta combatividad incluso obligó a la burguesía inglesa a cambiar dos veces de Primer ministro: en abril de 1976 (Callaghan sustituye a Wilson) y a principios de 1979 (el Parlamento derriba a Callaghan).

Así pues, el significado histórico fundamental de mayo de 68 no ha de buscarse ni en las "especificidades francesas", ni en la rebelión estudiantil, ni en la "revolución en los  costumbres", de todo eso de lo que hoy tanto nos hablan. Está en la ruptura del proletariado mundial con la contrarrevolución y su entrada en un nuevo período histórico de enfrentamientos contra el orden capitalista. Período que también se ilustró por un nuevo desarrollo de las corrientes políticas proletarias, entre ellas la nuestra, que la contrarrevolución había eliminado prácticamente o reducido al silencio. Estos es lo que vamos a analizar ahora.

El resurgimiento internacional de las fuerzas revolucionarias

Los estragos de la contrarrevolución en las filas comunistas

A principios del siglo xx, durante y después de la Primera Guerra mundial, el proletariado libró batallas titánicas que casi lograron acabar con el capitalismo. En 1917, derrumbó el poder burgués en Rusia. Entre 1918 y 1923, en el principal país europeo, Alemania, llevó múltiples asaltos para intentar alcanzar el mismo objetivo. Esta ola revolucionaria se reflejó en todas las partes del mundo, por todas las partes donde existía una clase obrera desarrollada, desde Italia a Canadá, desde Hungría hasta China. Era la respuesta del proletariado mundial a la entrada del capitalismo en su período de decadencia cuya primera gran expresión fue la guerra mundial.

Pero la burguesía mundial consiguió contener aquel movimiento gigantesco de la clase obrera, y no se detuvo ahí, sino que desencadenó la más terrible contrarrevolución de toda la historia del movimiento obrero. La contrarrevolución tomó las formas de una barbarie inimaginable, de las que el estalinismo y el nazismo fueron los representantes más significativos, precisamente en los países donde la revolución había ido lo más lejos, en Rusia y Alemania.

En ese contexto, los partidos comunistas que habían sido la vanguardia de la ola revolucionaria se convirtieron en partidos de la contrarrevolución.

Obviamente, la traición de los partidos comunistas provocó la aparición en su seno de fracciones de izquierda que defendieron las verdaderas posiciones revolucionarias. Un proceso similar ya había ocurrido en los Partidos socialistas cuando éstos se pasaron al campo burgués en 1914 al haber apoyado la guerra imperialista. Sin embargo, mientras que los que lucharon en los Partidos socialistas contra su deriva oportunista y su traición ganaron fuerzas y una influencia creciente en la clase obrera hasta ser capaces, después de la Revolución rusa, de fundar una nueva Internacional, así no fue con las corrientes de izquierda surgidas en los partidos comunistas, debido al peso enorme y creciente de la contrarrevolución. Aunque en sus inicios agruparon a una mayoría de militantes en los partidos alemán e italiano, esas corrientes perdieron progresivamente influencia en la clase y la mayor parte de sus fuerzas militantes se dispersó en múltiples grupitos, como así ocurrió en Alemania incluso antes de que el régimen hitleriano exterminara u obligara al exilio a sus últimos militantes.

En realidad, durante los años 30, junto a la corriente animada por Trotski cada vez más carcomida por el oportunismo, los grupos que siguieron defendiendo firmemente las posiciones revolucionarias, como el Grupo de los comunistas internacionalistas (GIC) en Holanda (que se reivindicaba del "comunismo de consejos" y rechazaba la necesidad de un partido proletario) y la Fracción de Izquierda del Partido comunista de Italia (que publicaba la revista Bilan) sólo contaban con algunas decenas de militantes y no tenían ya la menor influencia sobre el curso de las luchas obreras.

Contrariamente a la Primera, la Segunda Guerra mundial no permitió la inversión de la relación de fuerzas entre proletariado y burguesía. Muy al contrario. Prevenida por la experiencia histórica y gracias al valiosísimo apoyo de los partidos estalinistas, la clase dominante estaba preparada para cortar de raíz cualquier nueva aparición del proletariado. En la euforia democrática de la "Liberación", los grupos de la Izquierda comunista estaban aún más aislados que en los años treinta. En Holanda, el Communistenbond Spartacus sigue la labor del GIC en la defensa de las posiciones "consejistas", posiciones que también serán defendidas, a partir de 1965, por Daad en Gedachte, una escisión del Bond. Ambos grupos hacen un trabajo importante de publicación, aunque estén dificultados por la posición consejista que niega el papel de una organización de vanguardia para el proletariado. Sin embargo, la mayor desventaja viene del peso ideológico de la contrarrevolución. Así es también en Italia, donde la constitución en 1945, en torno a Damen y Bordiga (dos antiguos fundadores de la Izquierda italiana en los años veinte) del Partito comunista internazionalista (que publica Battaglia comunista y Prometeo), no colma los sueños en los que habían creído sus militantes. Mientras que esta organización contaba con 3000 miembros en su fundación, se fue debilitando progresivamente, víctima de la desmoralización y las escisiones, en particular, la de 1952 animada por Bordiga que va a constituir el Partido comunista internacional (que publica Programma comunista). Una de las causas de esas escisiones también fue, en realidad, la confusión con la que se realizó la agrupación de 1945, basada en el abandono de toda una serie de lecciones elaboradas por Bilan en los años 1930.

En Francia, el grupo que se había constituido en 1945, la Izquierda comunista de Francia (GCF), en ­continuidad con las posiciones de Bilan (pero integrando una serie de posiciones programáticas de la Izquierda germano-holandesa) y que publicó 42 números de Internationalisme, desaparece en 1952.

En Francia también, además de algunos elementos ligados al Partido comunista internacional y que publicaban le Prolétaire, otro grupo defendió hasta principios de los años sesenta las posiciones de clase con la revista Socialisme ou Barbarie (SoB). Pero este grupo, nacido de una escisión del trotskismo inmediatamente después de la Segunda Guerra mundial, abandonó progresiva y explícitamente el marxismo, lo que le llevó a su desaparición en 1966. A finales de los años cincuenta y a principios de los años sesenta, varias escisiones de SoB, en particular ante su abandono del marxismo, favorecieron la formación de pequeños grupos que se habían ido incorporando a la esfera de influencia consejista, en particular ICO (Informations et correspondance ouvrières).

Podríamos también citar la existencia de otros grupos en otros países pero lo que caracteriza la situación de las corrientes que siguieron defendiendo posiciones comunistas durante los años cincuenta y a principios de los años sesenta es su extrema debilidad numérica, el carácter confidencial de sus publicaciones, su aislamiento internacional así como las regresiones, que favorecieron su desaparición pura y simple o el encerramiento sectario como así ocurrió, en particular, con el Partido comunista internacional que se consideraba la única organización comunista en el mundo.

El renacer de las posiciones revolucionarias

La huelga general de 1968 en Francia y los distintos movimientos masivos de la clase obrera que acabamos de citar más arriba volvieron a poner al orden del día la idea de la revolución comunista en varios países. La mentira del estalinismo, que se presentaba como "comunista" y "revolucionario", comenzó a agrietarse por todas las partes. Eso dio obviamente fuerza a las corrientes que denunciaban la URSS como "Patria del socialismo", tales como las organizaciones maoístas y trotskistas. El movimiento trotskista, por su historia de lucha contra el estalinismo, rejuveneció a partir de 1968 saliendo de la sombra de los partidos estalinistas. Sus filas se inflaron de forma a veces espectacular, en particular en países como Francia, Bélgica o Gran Bretaña. Pero esta corriente había dejado desde la Segunda Guerra mundial de pertenecer al campo proletario, debido en particular a su posición de "defensa de las conquistas obreras de la URSS", o sea de defensa del frente imperialista dominado por este país.

En realidad, las huelgas obreras que se desarrollaron a partir del final de los 60 pusieron en evidencia el papel antiobrero de los partidos estalinistas y de los sindicatos, de la función de la farsa electoral y democrática como instrumento del poder burgués, y llevaron a muchos elementos en el mundo a evolucionar hacia las corrientes políticas que, en el pasado, habían denunciado más claramente el papel de los sindicatos y del parlamentarismo, que mejor habían personificado la lucha contra el estalinismo, las corrientes de la Izquierda comunista.

Tras Mayo de 1968, los textos de Trotski tuvieron una difusión masiva, y también los de Pannekoek, Gorter ([13]) y de Rosa Luxemburg quien, una de las primeras, había avisado a sus compañeros bolcheviques, poco antes de su asesinato en enero de 1919, de algunos peligros que amenazaban la revolución en Rusia.

Aparecieron nuevos grupos que se pusieron a estudiar la experiencia de la Izquierda comunista. En realidad, fue mucho más hacia el consejismo que hacia la Izquierda italiana hacia donde se dirigieron los elementos que comprendían que el trotskismo se había vuelto una especie de ala izquierda del estalinismo. Había varias razones. Por un lado, el rechazo a los partidos estalinistas venía a menudo acompañado del rechazo incluso del concepto de partido comunista. En cierto modo, era el tributo que pagaban los nuevos elementos que se orientaban hacia la perspectiva de la revolución proletaria a la mentira estalinista de la continuidad entre bolchevismo y estalinismo, entre Lenin y Stalin. Esta idea falsa, por otro lado, era en parte alimentada por las posiciones de la corriente bordiguista, la única con extensión internacional nacida de la Izquierda italiana, que defendía la idea de la toma del poder por el partido comunista y se reivindicaba del "monolitismo" en sus filas. Por otra parte, era la consecuencia del hecho de que las corrientes que seguían reivindicándose de la Izquierda italiana no fueron capaces de entender Mayo de 1968 ni su significado histórico, no viendo más que su aspecto estudiantil.

A la vez que aparecían nuevos grupos inspirados por el consejismo, los ya existentes conocieron un éxito sin precedentes, viendo sus filas reforzarse de forma espectacular siendo además capaces de servir de polo de referencia. Así fue con ICO que, en 1969, organizó un encuentro internacional en Bruselas en el que participaron, entre otros, Cohn-Bendit, Mattick (antiguo militante de la Izquierda alemana que había emigrado a Estados Unidos donde publicó varios estudios consejistas) y Cajo Brendel, animador de Daad en Gedachte. Los éxitos del consejismo "organizado" fueron sin embargo de corto plazo. ICO, por ejemplo, pronunció su autodisolución en 1974. Los grupos holandeses dejaron de existir cuando fallecieron sus principales animadores.

En Gran Bretaña, después de un éxito parecido al de ICO, el grupo Solidarity, inspirado en las posiciones de Socialisme ou Barbarie, conoció escisión tras escisión hasta estallar en 1981 (aunque el grupo de Londres siguiera publicando su revista hasta 1992).

En Escandinavia, los grupos consejistas que se habían desarrollado tras 1968 fueron capaces de organizar una conferencia en Oslo en septiembre de 1977, pero dicha conferencia no tuvo continuación.

Finalmente, la corriente que más se desarrolló durante los setenta fue la que estaba vinculada a las posiciones de Bordiga (muerto en julio de 1970). Se benefició, en particular, de una "afluencia" de elementos procedentes de las crisis que habían sacudido a algunos grupos izquierdistas (en particular, los grupos maoístas) en aquel entonces. En 1980, el Partido comunista internacional era la organización que se reivindicaba de la Izquierda comunista más importante e influyente a escala internacional. Pero esa "apertura" de la corriente bordiguista a elementos muy quemados por el izquierdismo desembocó en su explosión en 1982, reduciéndola a una multitud de pequeñas sectas confidenciales.

Los inicios de la Corriente ­comunista internacional

En realidad, la manifestación más significativa a largo plazo del renacimiento de las posiciones de la Izquierda comunista fue el desarrollo de nuestra propia organización ([14]).

Nuestra corriente se formó inicialmente hace exactamente 40 años, en julio de 1968 en Toulouse (Francia), con la adopción de una primera Declaración de principios por un pequeño núcleo de elementos que habían formado un círculo de debate el año anterior en torno a un camarada, RV, que había dado sus primeros pasos políticos en el grupo Internacionalismo, en Venezuela. Internacionalismo fue fundado en 1964 por el camarada MC ([15]) que había sido el principal animador de la Izquierda comunista de Francia (1945-52) tras haber sido miembro de la Fracción italiana de la Izquierda comunista a partir de 1938; había entrado en la vida militante a partir de 1919 (con 12 años), primero en el Partido comunista de Palestina, luego en el PCF.

Durante la huelga general de mayo de 1968, los elementos del círculo de debate publicaron varios panfletos firmados "Mouvement pour l'instauration des conseils ouvriers" (Movimiento para la instauración de los consejos obreros - MICO) y emprendieron debates con otros elementos con quienes finalmente se formó el grupo que iba a publicar Révolution internationale a partir de diciembre de 1968. Este grupo había entrado en contacto y mantenido un debate con otros dos grupos que pertenecían al ámbito de influencia consejista, la Organisation conseilliste de Clermont-Ferrand y el que publicaba Cahiers du communisme de conseils, basado en Marsella.

Por último, en 1972, los tres grupos fusionaron para formar lo que iba a convertirse en la sección en Francia de la Corriente Comunista Internacional (CCI), iniciándose la publicación de Révolution internationale (nueva serie).

Révolution internationale, en continuidad de la política efectuada por Internacionalismo, la GCF y Bilan, entabló debates con varios grupos que también habían surgido después de 1968, en particular en Estados Unidos (Internationalism). En 1972, Internationalism manda una carta a unos veinte grupos que se reivindican de la Izquierda comunista, llamando a la constitución de una red de correspondencia y debate internacional. Révolution internationale contestó calurosamente a esa iniciativa, proponiendo también que se abriera la perspectiva para organizar una conferencia internacional. Los demás grupos que dieron una respuesta positiva pertenecían todos a la esfera de influencia consejista. Los grupos que se reivindicaban de la Izquierda italiana, por su parte, o se hicieron los sordos o juzgaron prematura tal iniciativa.

Esa iniciativa favoreció varios encuentros en 1973 y 1974 en Inglaterra y Francia, en los que participaron en particular para Gran Bretaña, World Revolution, Revolutionary Perspective (escisiones de Solidarity) y Workers'Voice (escisión del trotskismo).

Finalmente, ese ciclo de encuentros consiguió en enero del 75 desem­bocar en una conferencia en la que los grupos que compartían la misma orientación política - Internacionalismo, Révolution internationale, Internationalism, World Revolution, Rivoluzione internazionale (Italia) y Acción proletaria (España) - decidieron unificarse en la Corriente comunista internacional.

Ésta decidió proseguir esa política de contactos y debates con los demás grupos de la Izquierda comunista, lo que la llevó a participar en la conferencia de Oslo de 1977 (con Revolutionary Perspective) y a contestar positivamente a la iniciativa lanzada en 1976 por Battaglia comunista para la celebración de una Conferencia internacional de grupos de la Izquierda comunista.

Las tres conferencias que se celebraron en mayo de 1977 (Milán), noviembre de 1978 (París) y mayo de 1980 (París) sucitaron un interés creciente entre los elementos que se reivindicaban de la Izquierda comunista, pero la decisión de Battaglia comunista y de Communist Workers' Organisation (producto del reagrupamiento de Revolutionary Perspective y de Workers'Voice en Gran Bretaña) de excluir a partir de entonces a la CCI acabó con las esperanzas de tal esfuerzo ([16]). En cierto modo, el repliegue sectario (por lo menos hacia la CCI) de BC y el CWO (que se agruparon en 1984 en un Buró internacional para el Partido revolucionario - BIPR) era un indicio de que se había agotado el impulso inicial dado a la corriente de la Izquierda comunista por la aparición histórica del proletariado mundial en mayo de 1968.

Sin embargo, a pesar de las dificultades de la clase obrera durante las últimas décadas, en particular, las campañas ideológicas sobre el "muerte del comunismo" después del hundimiento de los regímenes estalinistas, la burguesía mundial no por eso ha logrado asestarle una derrota decisiva. Eso se ha plasmado en el hecho de que la corriente de la Izquierda comunista (representada principalmente por el BIPR ([17]) y sobre todo la CCI) ha mantenido sus posiciones, conociendo hoy un interés creciente entre los elementos que, con la lenta reanudación de los combates de clase desde 2003, se están acercando a una perspectiva revolucionaria.

El camino del proletariado hacia la revolución comunista es largo y difícil. Y así ha de ser, puesto que le incumbe a esa clase la inmensa obra de hacer pasar a la humanidad del "reino de la necesidad al reino de la libertad". La burguesía no deja pasar la menor ocasión de declarar que "¡murió el comunismo!", pero la impaciencia que tiene  en enterrarlo es significativa del temor que sigue provocándole esa perspectiva. Cuarenta años después, nos invita "a liquidar" Mayo de 68 (Sarkozy) o "a olvidarlo" (Cohn-Bendit, convertido ahora en una autoridad "verde" del Parlamento europeo y que acaba de publicar un libro con título significativo: Forget 68) y es normal: Mayo del 68 abrió una brecha en su sistema de dominación, una brecha que no ha conseguido colmar y que irá ampliándose a medida que vaya resultando más y más  evidente la quiebra histórica de este sistema.

Fabienne (6/07/2008)



[1]) Partido comunista francés.

[2]) Confederación general del trabajo. la central sindical más potente, en particular entre los obreros de la industria y los transportes así como entre los funcionarios. Estaba controlada por el PCF.

[3]) Confederación francesa democrática del trabajo. Esta central sindical, de inspiración cristiana en sus principios en los años sesenta, acabó rechazando las referencias al cristianismo y fue influenciada por el Partido socialista así como por un pequeño partido socialista de izquierda, el Partido socialista unificado, hoy desaparecido.

[4]) Animador estrella, de entonces y ahora, de emisiones de lo más "consensual".

[5]) Comentarista deportivo, también de entonces y de hoy, conocido por su chauvinismo desenfrenado.

[6]) Al día que sigue este discurso, los empleados municipales anuncian en muchos sitios que se negarán a organizar el referéndum. Del mismo modo, las autoridades no saben cómo imprimir las papeletas de voto: la Imprenta nacional está en huelga y las imprentas privadas que no están en huelga se niegan: sus dueños no quieren tener problemas suplementarios con sus obreros.

[7]) Georges Seguy también era miembro del Comité central del PCF.

[8]) Se sabrá más tarde que Chirac, secretario de Estado de Asuntos sociales, se encontró también (¡en un desván!) con Krasucki, número 2 de la CGT.

[9]) Organización del ejército secreto: grupo clandestino de militares y partidarios del mantenimiento de Francia en Argelia que se ilustró a principios de los años 60 por atentados terroristas, asesinatos e incluso una tentativa de asesinato de De Gaulle.

[10]) Empresa eléctrica nacional de Francia.

[11]) CRS: Compañías republicanas de seguridad: fuerzas de la policía nacional especializadas en la represión de las manifestaciones callejeras.

[12])  Fuerzas de la Gendarmería nacional (es decir el ejército) que tienen el mismo papel que los CRS.

[13]) Los dos principales teóricos de la Izquierda holandesa.

[14])  Para una historia más precisa de la CCI, leer nuestros artículos "Construcción de la organización revolucionaria: 20 años de la Corriente comunista internacional" (Revista internacional no 80) y "Los treinta años del CCI: apropiarse el pasado para construir el futuro" (Revista internacional no 123).

[15]) Sobre la contribución de MC al movimiento revolucionario, ver nuestro artículo "Marc" en los números 65 y 66 de la Revista internacional.

[16]) Sobre estas conferencias, ver nuestro artículo "Las conferencias internacionales de la Izquierda Comunista (1976-1980) - Lecciones de una experiencia para el medio proletario" en la Revista internacional n° 122.

[17]) El desarrollo menor del BIPR comparado al de la CCI se debe principalmente a su sectarismo así como a su política oportunista de agrupamiento (que le ha llevado a menudo a edificar sobre arena). Ver sobre este tema nuestro artículo "Una política oportunista de agrupamiento que sólo conduce a ‘fracasos'" (Revista internacional n° 121).

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