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En el contexto histórico de reanudación de combates de clase que se inició en 1968, es evidente que estamos asistiendo hoy a una tercera oleada de luchas obreras, después de las de 1974-78 y las de 1978-80. La sucesión de luchas obreras que, desde mediados de 1983, ha afectado prácticamente a la totalidad de los países avanzados -particularmente los de Europa occidental- y cuya más alta expresión hasta el momento es la huelga actual de los mineros de Gran Bretaña, ha venido a demostrar claramente que la clase obrera mundial se ha sacudido la apatía que había sido causa y consecuencia de la dolorosa derrota sufrida en Polonia en diciembre de 1981. Esto es lo que desarrollaremos aquí, en continuación (aunque empezamos a tratarlo en artículos anteriores de nuestra Revista Internacional) con la primera parte de este artículo. Todos los grupos revolucionarios reconocen ahora, aunque con retraso, la existencia de una nueva oleada de luchas. Sin embargo, ese retraso manifiesto de muchos revolucionarios para llegar a comprender la situación presente plantea el problema del método con el cual hay que analizarla. Es ese método, condición de la capacidad de los comunistas para ser un factor activo en el desarrollo de las luchas de la clase proletaria, lo que examinamos en esta segunda parte del artículo.
¿en qué momento está la presente oleada de la lucha de clases?
El proletariado necesitó dos años para sacar las lecciones y reponerse, una vez acabada la oleada de luchas de los años 1978-80; oleada cuyos combates más importantes fueron: la lucha de los siderúrgicos en Francia y en Gran Bretaña, la de los portuarios de Rotterdam -con su propio Comité de huelga- y, sobre todo, la huelga de masas de Polonia en agosto de 1980. Fueron necesarios dos años para que el proletariado internacional pudiera digerir y comprender la derrota sufrida en Polonia; derrota que culminó en el Golpe del 13 de diciembre de 1981, seguida de una feroz represión. El retroceso de las luchas que acarreó esa derrota iba durar poco tiempo. Antes incluso de que tuviéramos que reconocer claramente el nuevo auge en la combatividad del proletariado, que se había de expresar: primero, en los EE.UU en julio de 1983 (huelga en teléfonos) y después en Bélgica en septiembre (huelga del sector público), afirmábamos en el V° Congreso de la CCI, en julio de 1983, que:
"Si hasta ahora el proletariado de los países centrales había padecido, con menos brutalidad que sus hermanos de clase de la periferia, los rigores de la austeridad; el hundimiento del capitalismo en la crisis obliga a la burguesía a un ataque despiadado contra el nivel de vida de la clase obrera en la concentración industrial más importante del mundo: Europa occidental (...) Esta crisis, vivida por el proletariado como una imposición, lo empuja a generalizar sus luchas y su conciencia, proponiendo en la práctica su perspectiva revolucionaria." (Revista Internacional, n° 34-35: "Informe sobre la situación internacional").
El periodo 1983-84 ha confirmado ampliamente este análisis. Sin entrar en detalles (para profundizar, lean nuestra Revista Internacional, n° 36-37; y las publicaciones territoriales de la CCI), recordaremos que esta oleada de luchas se ha manifestado por todos los continentes: en Japón, India, Túnez y Marruecos -revueltas del hambre del invierno pasado-, Brasil, Argentina, Chile, Santo Domingo, EEUU y Europa occidental. En Europa, donde ha habido revueltas obreras en todos los países, se encuentra el corazón económico y sobre todo histórico del capitalismo; ahí está también la concentración obrera más grande, más antigua y más experimentada del mundo. Tras un verano en el que la combatividad obrera ni se ha desmentido ni ralentizado (Inglaterra), nos encontramos al comienzo de un otoño durante el cual los acontecimientos se van a acelerar.
Con la acentuación de la crisis la burguesía necesita atacar aún más a la clase obrera; la táctica que tiene que mantener y reforzar sigue siendo la de la "izquierda en la oposición". Los partidos de izquierda, "oponiéndose" a los partidos gubernamentales -de derecha-, se encargarán especialmente de sabotear las reacciones obreras a las medidas de austeridad y a los despidos que se están aplicando y deberán incrementarse en todos los países.
Dos acontecimientos son particularmente significativos de esta táctica de "izquierda en la oposición" de la burguesía:
- La elección presidencial en los EE.UU. Para estas elecciones, que tendrán lugar en noviembre, la burguesía americana tiene en Reagan, quien ha demostrado ya ampliamente que lo sabe hacer, al "número ganador" apto para interpretar el papel que les toca a los gobiernos de derecha. Para quienes todavía tuvieran dudas del "maquiavelismo" de la burguesía (ver Revista Internacional, n° 31), sobre la aplicación consciente de la táctica de la "izquierda en la oposición" o sobre la voluntad de la burguesía americana de evitar cualquier mala sorpresa, hay que recordarles que todo el escándalo montado acerca de los impuestos de la candidata demócrata a la vicepresidencia, no es sino un ejemplo más de los escándalos que la burguesía occidental sabe manipular con notable maestría para organizar las elecciones y... su resultado final. Se trata de que el Partido demócrata se quede en la oposición, donde desarrollará un lenguaje más "popular", más de "izquierda" y reforzará sus tradicionales relaciones con la gran central sindical americana, la AFL-CIO;
- La salida del gobierno del partido Comunista francés (PCF). El objetivo de esta decisión del PCF, así como la de su oposición cada vez más marcada al presidente socialista Mitterrand, es volver a ocuparse del frente social, que se le había quedado peligrosamente desguarnecido. La llegada accidental al gobierno, en 1981, del PS y del PCF (tradicionalmente, la principal fuerza burguesa para el encuadramiento y el control de la clase obrera en Francia) había puesto el aparato político de la clase dominante en situación de extrema debilidad ante el proletariado. Se había convertido en el único país de Europa occidental que no disponía de ningún partido de izquierda importante en la oposición para sabotear las luchas obreras "desde adentro". La burguesía todavía está pagando ese desliz de mayo de 1981, es decir, tres años de gobierno de "unión de la izquierda" que ha puesto en práctica el ataque más violento contra la clase obrera en Francia desde la Segunda guerra mundial, incluido el período de reconstrucción. Esta salida y su paso a la oposición, que va a ser cada vez más explícita y "radical", es una de las primeras medidas de la burguesía francesa para corregir esa situación de debilidad.
Estos dos acontecimientos, el paso del PCF a la oposición y, sobre todo, la futura elección presidencial en los EEUU, se sitúan en el marco del reforzamiento del aparato político de la burguesía para enfrentar al proletariado a nivel internacional. Significan que la burguesía sabe que la crisis económica del capital va a seguir acentuándose y que va a tener que atacar aún más a la clase obrera; que la burguesía internacional ha sabido reconocer, a su manera, la reanudación internacional de las luchas obreras.
A. Los obreros en Gran Bretaña en primera fila de la oleada de luchas internacional.
En esa situación general hay que enmarcar el movimiento de luchas obreras en Gran Bretaña: la huelga de los mineros, que dura desde hace nada menos que siete meses, se ha convertido en la punta de lanza del proletariado mundial y representa el nivel de lucha más elevado desde la huelga de masas de agosto de 1980 en Polonia.
Sin embargo, el proletariado en Gran Bretaña se enfrenta a una burguesía políticamente muy fuerte y que se había preparado desde hace tiempo para enfrentarse con la clase obrera. Éste es el país capitalista más antiguo. La burguesía británica dominó el mundo durante todo el siglo pasado. Tiene una experiencia de dominación política -especialmente mediante su juego democrático y parlamentario- envidiada por la burguesía de los demás países.
Es esa experiencia política sin igual lo que le ha permitido ser el primer país que puso en práctica la táctica de "la izquierda en la oposición". Consciente de la peligrosidad de las reacciones obreras, que los ataques económicos, debidos a la crisis, iban a provocar obligatoriamente, y del desgaste del Partido laborista en el poder, la burguesía, en mayo de 1979, mandó a este partido a la oposición y encontró en M. Thatcher, a la "Dama de Hierro" que le sustituyera. Supo dividir (creando el partido socialdemócrata) y debilitar electoralmente al Partido laborista, dejándolo sin embargo suficientemente fuerte para impedir - con su organización sindical el TUC - el surgimiento de luchas obreras o, al menos, sabotearlas.
La huelga de los mineros, así como la reanudación internacional de las luchas, nos enseñan que la táctica de la burguesía de la "izquierda en la oposición" ya no basta para impedir o asfixiar el surgimiento de reacciones obreras; aunque logre todavía sabotearlas, y bastante bien. En ese sabotaje, la burguesía británica dispone de un arma que le envidian igualmente las otras burguesías: sus sindicatos. Como en el juego parlamentario y electoral, la clase dominante inglesa es experta en el arte de presentarle falsas opciones al proletariado: a un lado la dirección nacional del TUC laborista, a otro Scargill (jefe del sindicato de los mineros) con los shop-stewards (instituciones que tienen más de 60 años y que hacen el papel de sindicatos de base, los de talante más "radical") último bastión del sindicalismo contra la lucha de los obreros. Aunque si la burguesía es antigua y experimentada, el proletariado es también antiguo, experimentado y muy concentrado. Esto es lo que da un significado particular al movimiento de huelgas actual.
La lucha de los mineros, cuya fama y experiencia han atravesado ya el Canal de la Mancha y llegado al Continente, ha contribuido a destruir una mistificación importante tanto en Gran Bretaña como en los otros países: el mito de la democracia británica y del policía inglés desarmado (Bobby). La violenta represión de que han sido víctimas los mineros tiene poco que envidiar a la de cualquier dictadura sudamericana: 5000 detenciones, 2000 heridos y 2 muertos. Las ciudades y los pueblos mineros ocupados por la policía antidisturbios, obreros atacados en las calles, en los pubs, en su casa, embargo del abastecimiento de comida destinado a las familias, etc. La dictadura del estado burgués se ha quitado su máscara democrática.
¿Por qué ha empleado la burguesía tanta violencia? Para desmoralizar a los mineros; para desanimar a los otros sectores de la clase obrera que pudieran tener la tentación de unírseles; cierto, pero sobre todo para impedir que los piquetes extiendan la huelga a otros pozos, a otras fábricas; para impedir una extensión general del movimiento. Porque la burguesía tiene miedo. Tiene miedo de las huelgas espontáneas que hubo en los ferrocarriles (Paddington), en la British Leyland, de las ocupaciones en los astilleros (Birkenhead) o en la Aerospace (cerca de Bristol).
Fue ese mismo miedo a la extensión lo que le impidió utilizar la misma violencia estatal una vez que los estibadores se pusieron en huelga de solidaridad, el mes de julio. El uso de la represión en tales circunstancias acarreaba el riesgo de hacer saltar el polvorín, de acelerar la extensión de la huelga a toda la clase obrera. Gracias a las maniobras de los sindicatos (lean World Revolution, n° 75. Mensual de la CCI en Gran Bretaña) y a los "media", esta primera huelga se terminó al cabo de diez días.
En el movimiento de luchas en Gran Bretaña se verifican todas las características de las luchas internacionales actuales que evidenciamos en el artículo "La nueva oleada de luchas de la clase obrera", en el número 36-37 de la Revista Internacional. Hay que resaltar la extraordinaria combatividad que está demostrando el proletariado en Gran Bretaña: después de 7 meses, a pesar de una violenta represión y de presiones por todas partes, los mineros siguen en huelga. En el momento en que escribimos esto gran parte de los trabajadores portuarios están de nuevo en huelga, en solidaridad con los mineros; a pesar del fracaso de la primera tentativa del mes de julio tienen conciencia de que su interés de clase inmediato es el mismo que el de los mineros y demás sectores de la clase obrera.,
Poco a poco, es el conjunto de la clase obrera el que está tomando conciencia de sus intereses de clase, es quien se está expresando en las minas. A través de ese combate, la cuestión que se plantea claramente es la de la extensión real de las luchas. Hay que subrayar que, además de los estibadores, los desempleados y las mujeres de los obreros luchan con los mineros y, junto a ellos, pelean contra la policía. Con la solidaridad se está afirmando hoy abiertamente en Gran Bretaña, para el proletariado mundial y sobre todo el europeo, la perspectiva de la extensión consciente. A través de esa extensión y del enfrentamiento con los sindicatos y los partidos de izquierda, lo que está desarrollando el movimiento de luchas obreras son las condiciones de la huelga de masas en las metrópolis del capitalismo.
B. El significado de las huelgas en Alemania central
Además de los combates en GB, uno de los aspectos más convincentes de que asistimos a un oleada internacional de luchas de la clase obrera, ha sido el regreso del proletariado alemán al terreno de los enfrentamientos de clase, como lo atestiguan las ocupaciones de los astilleros en Hamburgo y en Bremen en septiembre de 1983 y la huelga de los metalúrgicos y de los impresores en la primavera de 1984. Es la fracción más numerosa, más concentrada y también más central de la clase obrera de Europa del Oeste. Este auge de luchas obreras en el corazón de la Europa industrial tiene un significado histórico que va mucho más lejos que la importancia inmediata de las huelgas mismas. Significa el agotamiento del margen de maniobra de la burguesía contra la clase obrera en Europa, margen que le permitió preservar una relativa paz social en RFA en los años 70.
El desarrollo de las luchas en RFA confirma dos aspectos importantes del análisis marxista de la situación mundial que la CCI está realizando:
- la crisis económica, en el contexto histórico de una clase obrera no derrotada, actúa como el principal aliado de los obreros, al empujar progresivamente a luchar a los más importantes batallones del proletariado mundial en un combate de clase y en primera fila de ese combate;
- el resurgimiento histórico de la lucha de clases desde 1968 ha permitido al proletariado deshacerse poco a poco de los efectos terribles de la contrarrevolución más larga y brutal que haya sufrido en su historia; Alemania, al igual que Rusia, fue el centro principal de la contrarrevolución consecutiva a la derrota de la ola revolucionaria de 1917-23.
¿Cuál es el significado de la reanudación de los enfrentamientos de clase en Alemania, que la propaganda burguesa trata de ocultar? Esas luchas demuestran la bancarrota del "milagro económico" de la posguerra, la quiebra de la afirmación según la cual el trabajo duro, la disciplina y la "colaboración capital-trabajo", la "paz social", pueden evitar la crisis económica. Más importante aún: esas luchas demuestran que el proletariado no se ha integrado jamás en el capitalismo (recordemos las teorías estilo Marcuse de 1968), que todos los ataques de la social democracia y del nazismo no lograron destruir el corazón del proletariado europeo. Afirmamos que, a imagen del resto del proletariado internacional, los obreros alemanes sólo están iniciando la vuelta al combate de clase, pero no nos olvidamos de que el regreso del proletariado alemán al lugar que le pertenece, a la cabeza de la lucha de clases internacional, será largo y difícil. Tenemos que recordar especialmente, que:
- las potencialidades a corto plazo de la situación en RFA no son de ningún modo tan prometedoras como en Francia: porque la burguesía alemana es mucho más poderosa y mejor organizada que la francesa (por ejemplo, ha puesto en práctica desde hace ya cierto tiempo la táctica de mandar a la oposición a sus fracciones de izquierda: sindicatos y Partido socialdemócrata. Algo que apenas comienza a hacer la burguesía en Francia) y porque a la generación actual de obreros alemanes le falta la experiencia política que poseen sus hermanos de clase en Francia.
- hasta ahora, la proporción de obreros que ha participado directamente en las luchas es muy inferior a la que hubo en Bélgica y ha afectado a menos sectores que en España, por ejemplo.
Lejos de encontrarse a la cabeza del movimiento, los obreros de RFA a duras penas están recuperando el retraso que llevan con respecto al resto de los obreros de Europa. Esto se verifica a nivel de la combatividad, de la extensión de los movimientos, del grado de politización y de confrontación con la estrategia de la izquierda en la oposición, especialmente la táctica del "sindicalismo de base", arma que la burguesía alemana no ha tenido que emplear mucho todavía. Esa "recuperación" se ha convertido en RFA en uno de los aspectos más importantes del proceso de homogenización de la conciencia de clase en el proletariado europeo y de mejora de las condiciones de lucha en Europa occidental. Es el aliado actual de las luchas obreras, el nuevo paso adelante en el desarrollo histórico de los combates de clase desde 1968; todo lo cual exige a las organizaciones revolucionarias responsabilidades más grandes, y en particular la de intervenir activamente en el proceso de toma de conciencia que se está operando en la clase. Tal intervención se apoya necesariamente en la mayor claridad y comprensión posibles de lo que está en juego verdaderamente en la situación actual. Todo esto resalta la importancia que tiene, para los revolucionarios y para la clase general, el método con el cual se analiza la realidad.
El método de análisis de la realidad social
Para reconocer y comprender la reanudación de las luchas obreras hay que apropiarse del método marxista de análisis de la realidad social.
Ese método no consiste en hacer fenomenología. No se puede comprender ni explicar ningún fenómeno social a partir del fenómeno mismo, por sí mismo y para sí mismo. El fenómeno social, la lucha de clases, sólo se puede comprender si se sitúa en el desarrollo del movimiento social general. El movimiento social no es una suma de fenómenos sino un todo que los contiene a todos y a cada uno.
El movimiento de la lucha proletaria es a la vez internacional e histórico. Desde ésos dos puntos de vista, mundial e histórico, es como los revolucionarios pueden comprender la realidad social, la situación de la lucha de su clase.
Por otra parte, el trabajo teórico y de análisis de los revolucionarios no es una reflexión pasiva, un simple reflejo de la realidad social; tiene un papel activo, indispensable en el desarrollo de la lucha proletaria. No es algo exterior al mismo movimiento de la lucha de clases; forma parte integrante de la lucha del proletariado. Siendo los revolucionarios parte, muy precisa y particular, de la clase obrera, su actividad teórica y política son aspectos concretos de la lucha revolucionaria del proletariado.
Los comunistas sólo pueden apropiarse del método marxista situándose como factor activo en el movimiento de la lucha de su clase, y desde un punto de vista mundial e histórico.
Es imposible comprender el significado de las luchas y, especialmente, de la oleada actual de la lucha de clases, si se examina cada una por separado, de manera estática, inmediata o fotográfica. Es muy difícil darse cuenta de que estamos asistiendo a una reanudación de la lucha de clases si uno se pone a estudiar en sí y de manera aislada las principales características de las luchas de hoy (ver Revista Internacional, n° 36-37: "La nueva oleada de luchas de la clase"), como son: la tendencia al surgimiento de movimientos espontáneos, de movimientos de gran amplitud que afectan a sectores enteros de un mismo país, la tendencia hacia la extensión y la autoorganización,... Si se estudian esas características de manera separada y se comparan con lo que fueron las luchas en Polonia en 1980, es efectivamente muy difícil ver una oleada de luchas. Los movimientos espontáneos de solidaridad, de los estibadores y de otros sectores obreros, con los 135.000 mineros en huelga en Gran Bretaña; las manifestaciones violentas y espontáneas que desbordaban a los sindicatos el pasado marzo en Francia; los 700.000 manifestantes obreros en Roma el 24 de marzo; la huelga de los servicios públicos en septiembre de 1983 en Bélgica,... parecen poquita cosa comparados con el nivel de lucha al que llegó la oleada precedente; y sobre todo, parecen muy lejos de la huelga de masas en Polonia. Y sin embargo...
El método marxista no se contenta con comparar dos fotos tomadas con unos años de intervalo. No se contenta con quedarse en la superficie de las cosas. Para los revolucionarios consecuentes, se trata de comprender la dinámica profunda, el movimiento histórico de las luchas obreras.
No solo en África del Norte, en Santo Domingo, en Brasil,..., surgen movimientos espontáneos y de gran amplitud; sino que la oleada de luchas se sitúa sobre todo -no únicamente, ya vemos- en los principales centros industriales del mundo, en Europa occidental, en los EE.UU,... Es en los principales y más antiguos países capitalistas, en los países "más prósperos", en el bastión industrial de Europa, donde el proletariado es más antiguo, más experimentado y está más concentrado, donde éste está reaccionando contra los ataques de la burguesía.
Las dos principales armas que empleó con éxito la burguesía contra el proletariado en la oleada de luchas precedente, y especialmente en Polonia, ya no tienen eficacia suficiente para mantener a los obreros ilusionados o desmoralizados:
- El arma de la especificidad nacional de los países del bloque del Este, que había permitido el aislamiento de Polonia, al presentar la crisis económica que afectaba a ése país como el "resultado de la mala administración de los burócratas locales". Ha perdido su eficacia. Las luchas actuales en Europa occidental destruyen las ilusiones sobre posibles soluciones nacionales, específicas, a la crisis económica. La revuelta obrera no atañe solamente a los países del Este, del Tercer mundo, sino también a los países "democráticos" y "ricos". Es el fin de las ilusiones sobre la necesidad de sacrificios momentáneos para salvar la economía nacional. Con la reaparición de "sopas bobas" en las grandes ciudades de Occidente, que muestra que no son tan diferentes las penurias de los obreros del Oeste a las privaciones y las colas que soportan los obreros en los desprovistos almacenes del Este, la oleada actual de luchas en las metrópolis industriales del Oeste significa la comprensión progresiva por parte del proletariado internacional del carácter irreversible, catastrófico e internacional de la crisis del capital;
- El arma de la "la izquierda en la oposición", que había funcionado tan bien tanto en Europa occidental como en Europa del Este -con el sindicato Solidarnosc en Polonia-. La oleada internacional actual nos enseña que ese arma ya no logra impedir directamente la explosión de huelgas obreras (aunque siga siendo muy eficaz para sabotearlas). Las ilusiones, sobre la "democracia occidental" y sobre los partidos de izquierda y los sindicatos, tienden a desaparecer.
La toma de conciencia del carácter inevitable e irreversible de la crisis del capital en el mundo entero y del carácter burgués de los partidos de izquierda -tengan responsabilidades gubernamentales o no- no podía ni puede desarrollarse más que a partir de las luchas obreras en los países industriales más desarrollados y más antiguos; en los países en donde la burguesía dispone de un aparato de Estado experimentado en el juego democrático y parlamentario; en los países en donde arraigaron y se hicieron fuertes las ilusiones sobre "la sociedad de consumo", sobre "la eterna prosperidad",...
El proletariado reanuda hoy el combate donde lo había dejado en Polonia, respondiendo a ésos dos obstáculos y superándolos. Comprender el significado del período actual de luchas es comprender el movimiento y la dinámica que las animan; es captar y comprender que lo que produce y determina la reanudación internacional de las luchas obreras es la maduración de la conciencia de clase en el proletariado, el desarrollo de la toma de conciencia entre los obreros.
En efecto, aunque es una condición indispensable para el desarrollo de la lucha de la clase obrera, el hundimiento del capitalismo en la crisis no basta para explicar este desarrollo. El ejemplo de la crisis de 1929 y el de los años que preceden a la Segunda guerra mundial nos lo prueban. En los años 30, los terribles ataques de la crisis económica no provocaron más que una gran desmoralización y gran desorientación en el proletariado, que acababa de sufrir la mayor derrota de su historia y tenía que aguantar el peso de las mistificaciones "antifascistas" y de "defensa de la patria socialista" cuya finalidad era amarrarlo al Estado burgués tras los partidos de izquierda y los sindicatos.
La situación es muy diferente hoy en día. El proletariado de hoy no está derrotado y hemos visto más arriba que lo que determina la oleada actual de luchas de la clase es su capacidad de digerir, de madurar sus derrotas parciales, de dar una respuesta a las armas ideológicas que le opone la burguesía. Las condiciones objetivas (la crisis económica, la miseria que se generaliza,...) no son las únicas; se deben añadir condiciones subjetivas favorables: la voluntad consciente de los obreros de no aceptar más sacrificios para salvaguardar la economía nacional, la no adhesión del proletariado a los proyectos burgueses (económicos y políticos), la comprensión cada vez mayor del carácter antiobrero de la izquierda y los sindicatos,...
Y cuanto más importante se hace el factor subjetivo en el desarrollo de las luchas obreras, más fundamental es la intervención de los revolucionarios en ellas. Por ser la expresión más elevada de la conciencia de clase, los comunistas son indispensables, no sólo por su trabajo teórico, político y su propaganda. No solamente serán indispensables mañana en el período revolucionario, sino que ya hoy son indispensables en el proceso actual de reanudación de la lucha de su clase, de maduración de la huelga de masas. Al denunciar las trampas y los callejones sin salida que utiliza el capitalismo contra el proletariado, estimulan, catalizan y aceleran el desarrollo en la clase de una conciencia clara de la naturaleza de esas trampas y del papel verdadero de la izquierda y de los sindicatos. Además, aunque no se hacen ilusiones sobre la importancia de su impacto inmediato, los revolucionarios contribuyen a que las luchas se orienten hacia una autonomía mayor de la clase obrera frente a la burguesía, hacia la extensión y coordinación de las luchas: envío de delegaciones masivas a otras fábricas, piquetes de huelga, manifestaciones,...; en fin, todo lo que refuerce la organización, por los obreros mismos en sus asambleas generales, de esa extensión y de un desarrollo más amplio de la lucha de la clase.
Si no se reconoce o si se subestima la reanudación actual de la lucha de la clase, si se tiene una visión mecánica del desarrollo de la lucha, si no se comprende el papel activo que tiene la conciencia de clase en el desarrollo de la lucha, se llega al rechazo -por lo menos implícito- de la necesidad de la intervención de los revolucionarios hoy y, por lo tanto, del Partido comunista mundial de mañana. No basta con proclamar la necesidad del partido (Gracias, no obstante, a quienes lo hacen) para contribuir eficazmente al proceso que conduce a su futura constitución. En las luchas actuales, desde ahora, es donde se preparan las condiciones de su edificación, se construyen las organizaciones que lo formarán, donde los comunistas dan prueba de su capacidad para comportarse como vanguardia de los combates revolucionarios venideros. Para probar esa capacidad, tienen que mostrarse capaces de defender con rigor el método marxista, cuya ignorancia y olvido desarman políticamente al proletariado y lo conducen a la impotencia y a la derrota.
RL
Septiembre de 1984