Intervención - Sobre la guerra en Cachemira entre India y Pakistán

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Una vez más, ha vuelto a estallar la guerra entre India y Pakistán en Cachemira. Una vez más, la burguesía ha enviado a trabajadores en uniforme a matar a unas alturas y en unas condiciones climáticas en medio de las cuales, los hombres mueren incluso sin guerra. Mientras los soldados se matan, los pobladores que viven en la frontera han tenido que huir, convirtiéndose así en refugiados. Condenados a la pobreza y a la miseria incluso sin guerras, se encuentran ahora en campos al aire libre a temperaturas por debajo de cero grados. Todo eso les trae sin cuidado a las camarillas en el poder, para las cuales la guerra en Cachemira es una nueva ocasión de enfrentar sus ambiciones imperialistas.

Hasta ahora, esta última guerra indo-paquistaní se limita a Cachemira. Pero India y Pakistán han movilizado sus respectivas maquinarias bélicas de ambos lados de una frontera de varios cientos de millas de largo. Ya, detrás de los ejércitos, las poblaciones civiles del Ran of Kuch hasta Chamb-Jammu están siendo «acantonadas» en preparación de la guerra. Teniendo en cuenta el chovinismo que la burguesía ha inoculado y los odios de las cuadrillas que dirigen en ambos países, una guerra abierta podría prender en cualquier momento a todo lo largo de la frontera entre los dos Estados.

No es la primera guerra entre India y Pakistán. Ambos Estados nacieron el 15 de agosto de 1947 cuando, en el mismo momento de la partida del imperialismo británico, éste dividió en dos partes el subcontinente indio, desencadenando una matanza mutua y un genocidio que causó varios millones de muertos y dejó decenas de millones de refugiados. Los dos Estados entraron inmediatamente en guerra en 1948. A pesar de la inmensa pobreza, de las permanentes hambrunas de los habitantes, los dos países volvieron a las andadas en 1965 y 1971. Además de esas guerras abiertas y declaradas, los dos países han estado en guerra permanente, organizando el terrorismo y alimentando el separatismo en el otro. En ese sentido, la guerra actual podría parecer algo así como la «rutina» entre las dos pandillas militaristas que mandan sobre unas poblaciones miserables.

Pero no es así. Esta guerra pone de relieve una agravación del conflicto y unas potencialidades de destrucción a unos niveles sin precedentes. Desde mayo de 1998, India y Pakistán poseen armas nucleares. Un conflicto entre ellos podría acabar en guerra nuclear, destruyendo los dos países y matando a millones de personas. La acentuación de la tendencia a «cada uno para sí» que hoy predomina a escala mundial entre todos los Estados desde la desaparición de los bloques imperialistas, es un factor de primer orden en la nueva dimensión que ha tomado el conflicto en el subcontinente. Ni siquiera la única superpotencia mundial, Estados Unidos, tiene los medios suficientes para contener el conflicto.

En esas condiciones, las tensiones entre los principales Estados que operan en el subcontinente se han agudizado. Ya en mayo y junio de 1998, India y China iniciaron una «guerra verbal» en la que India calificó a China de enemigo número uno. Al mismo tiempo, India y Pakistán se lanzaron a una carrera de explosiones nucleares. Y desde entonces, los conflictos entre ambos Estados se han ido intensificando permanentemente.

La guerra actual expresa la exasperación creciente de Pakistán contra su rival indio. Es también la expresión de la patada de China en el trasero del Estado indio, tras un año de duelo verbal entre ambos. La burguesía india, por su parte, también ha dejado estallar su rabia. La burguesía india está desarrollando una campaña de propaganda sobre la inevitable «guerra final» entre India y Pakistán.

Puede que la guerra actual no se extienda. Los actuales intereses de las grandes potencias podrían obligar a los Estados indio y paquistaní, agarrados por ahora uno al cuello del otro, a separarse. Pero eso solo sería un respiro momentáneo. La virulencia de las dos pandillas que gobiernan, tanto del lado indio como del paquistaní; la dureza del conflicto; la determinación de la burguesía china en hacer fracasar las ambiciones indias; las crecientes rivalidades y el desarrollo de la tendencia a «cada uno para sí» entre las principales potencias mundiales, todo ello estallará en otra guerra en la región, tarde o temprano. Y más bien pronto que tarde. Y con una cantidad de muertos y destrucciones mucho más alta.

La burguesía es incapaz de impedir la guerra. La guerra surge de la naturaleza misma del capitalismo, un sistema de explotación, de competición y de conflictos sin cuartel entre capitalistas y naciones. Las «discusiones de paz» entre pandillas burguesas no son más que subterfugios para preparar otras guerras más exterminadoras. La guerra actual entre India y Pakistán que ocurre tras un «principio» de paz entre los dos países tres meses antes, es ya buen ejemplo de la hipocresía de la propaganda de paz de la burguesía.

Sólo una clase que no tiene ningún interés en estas guerras, la clase obrera, podrá ponerles fin. Es la clase obrera la que paga por esta guerra. Los soldados que mueren en el frente son hijos de obreros, de campesinos pobres y de obreros agrícolas sin tierra. Y es a los obreros de las fábricas, de las minas y de las oficinas a quienes se les va a imponer la austeridad para financiar la guerra en nombre del nacionalismo.

Como en Iraq, como en la guerra de Kosovo, como en todas las guerras entre Estados capitalistas hoy, los obreros de India y de Pakistán no deben elegir campo en esta guerra de Cachemira. Ni nación que defender.

Como internacionalistas que somos, los comunistas afirmamos que esta guerra, como todas las de hoy, es una guerra imperialista. Rechazamos toda la histeria nacionalista que la burguesía inocula. Los internacionalistas llamamos a los obreros a que no se dejen arrastrar por el delirio nacionalista y a que defiendan los intereses de su propia clase; a que forjen sin cesar la unidad de clase más amplia, unidad que se extienda más allá de las fronteras nacionales, contra la burguesía de su propia nación y contra el capital mundial. Sólo desarrollando su lucha de clase, su conciencia de clase, los obreros podrán abrir la vía hacia la destrucción del capitalismo y acabar con todas las guerras.

4 de julio de 1999,
Communist Internationalist,
núcleo de la CCI en India.

De Communist Internationalist (publicación en lengua hindi). Escribir, sin otra mención, a: POB 25, NIT, Faridabad 121 00. HARYANA, INDIA.

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