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Introducción
El texto que publicamos aquí forma parte de la introducción al compendio de artículos de “Bilan” sobre la guerra de España, publicado por la sección de la CCI en Italia (“Bilan 1933-1938: Articoli sulla guerra dei Spagna”. –Rivista Internazionale n° 1. Noviembre 1976)[1] Por esta razón, no se trata ahora tanto de exponer las posiciones de la Izquierda Italiana (que los artículos de Bilan ya desarrollan) como de recordar el marco histórico en que se desenvolvieron.
Si recogemos aquí este texto no es sólo por ser la introducción de los artículos aparecidos en los números 4, 6 (en francés e inglés) y en los 1 y 7 (en español)[2], de nuestra Revista Internacional sino porque además da una idea de lo que fueron las principales etapas del combate de la Izquierda comunista italiana, entre ambas guerras, para mantener vivo el esfuerzo teórico de la clase revolucionaria en medio de la tormenta contrarrevolucionaria que anegó el movimiento obrero tras la derrota de la gran oleada proletaria que puso fin a la primera guerra mundial. Este texto también da cuenta del ejemplo imperecedero de una cualidad indispensable en los revolucionarios proletarios, la de saber mantener, sacar y profundizar las experiencias históricas de la clase proletaria sin ceder terreno a las presiones de las distintas corrientes de la ideología burguesa dominante.
Apuntes para una historia de la Izquierda Comunista (1926-1939)
“Voy a hablar brevemente y con plena conciencia de mis responsabilidades. Lo que voy a decir es grave para todos nosotros y para el partido, pero algunos han creado una situación tan penosa en nuestra organización que me veo obligado a hablar. Independientemente de cualquier consideración de mayor o menor sinceridad y honradez, de los individuos que la formamos, debo declarar, en nombre de la Izquierda, que los procedimientos que se están utilizando aquí no sólo no han hecho vacilar nuestras opiniones, sino que son, junto con la organización y la preparación del Congreso y el programa que exponemos, el mejor argumento para reforzar la serenidad de nuestro juicio. He de deciros que el método aquí utilizado nos parece ser, desgraciadamente, pero con seguridad, un método dañino para los intereses de nuestra causa y del proletariado. (...). Creemos que es nuestro deber decir sin vacilaciones y con completa conciencia de nuestras responsabilidades el grave hecho siguiente: que ningún tipo de solidaridad podrá unirnos a hombres a quienes, independientemente de sus intenciones y sus características psicológicas, nosotros juzgamos como los representantes de la perspectiva, desde ahora inevitable, de la evolución oportunista de nuestro partido. (...). Si al valorar de esta manera lo que va a ocurrir yo soy víctima, todos somos víctimas de un terrible error, entonces debería y deberíamos ser considerados indignos de estar en el partido y por lo tanto desaparecer ante la clase obrera. Pero si esta despiadada antítesis que vemos perfilarse es verdadera y portadora en el porvenir de dolorosas consecuencias, podremos al menos decir entonces, que hemos luchado hasta el final contra los perniciosos métodos con que se nos ataca, y que hemos traído, al resistir a cada amenaza, un poco de claridad a la oscura confusión que se quiere crear aquí. Ahora que ya he hablado, porque debía hacerlo, podéis juzgarme como os parezca”.
Esta “Declaración de Bordiga” en el Congreso de Lyon de 1926 (citada en la revista Prometeo del 1 de junio de 1928) firmó la exclusión definitiva de la Izquierda por el Partido Comunista de Italia. Izquierda que había fundado y dirigido el Partido durante sus primeros años y que después llevó a cabo un duro trabajo de oposición en su seno, precisamente hasta el Congreso de Lyon. El VI Ejecutivo ampliado de la Internacional Comunista, en febrero de 1926, sancionaba definitivamente también, en el plano internacional, la derrota de la Izquierda Italiana, en un enfrentamiento directo entre Bordiga y Stalin.
Nos ha parecido necesario exponer algunas “fechas” y referencias del proceso de degeneración de la Internacional Comunista, aun siendo conscientes de lo limitadas e insuficientes que son, para ofrecer una imagen, aunque sea pálida, de los trastornos y cambios que conoció el movimiento proletario durante aquellos años.
No es el objeto de esta introducción tratar exhaustivamente ese período, a pesar de lo rico y fecundo en enseñanzas que fue y sobre el cual existe ya (en gran parte bajo la égida de la propaganda contrarrevolucionaria) cierto material documental, sino ver de cerca la actividad organizada de aquellos núcleos comunistas durante los años que siguieron a 1926; núcleos que, a pesar de las condiciones prácticamente imposibles, supieron aguantar y continuar (acosados como estaban en toda Europa por el fascismo nazi y los matones estalinistas; considerados por unos y otros como los peores enemigos, como gente a eliminar) una lucha desesperada y desigual, una actividad y una acción desconocidas e ignoradas incluso por aquéllos que querían unirse a ella, en número a decir verdad cada vez más reducido.
1921: III Congreso de la Internacional Comunista. Se presenta la teoría del “Frente Único”. Se discute la validez de la escisión de Livorno. De entre los alemanes, el KAPD, ya marginado, rompe con la Internacional Comunista.
La Izquierda Comunista parecía vencida.
Como consecuencia de la labor de la Tendencia de Essen en el KAPD, se funda el efímero KAI cuyo manifiesto constitutivo dice, entre otras cosas: “Nada puede parar la progresión de los acontecimientos, ni oscurecer la verdad. Nosotros decimos sin reticencias inútiles y sin sentimentalismos: La Rusia proletaria del Octubre rojo se está volviendo un Estado burgués”.
1922: II Congreso del Partido Comunista de Italia. Tesis de Roma. IV Congreso de la Internacional Comunista. La Izquierda Italiana se opone a la fusión con los socialistas. Análisis del fascismo por la Izquierda.
1923: Arresto de Bordiga y de otros dirigentes del Partido comunista en Italia. Bolchevización de los Partidos Comunistas. La oposición entre la Izquierda Italiana y la Internacional Comunista sigue aumentando de día en día.
1924: Aparece en Italia la revista Prometeo. Bordiga se niega a presentarse a las elecciones y declara: “No seré diputado jamás y cuantos más proyectos vuestros hagáis sin mí, menos tiempo perderéis”. Conferencia de Como. V Congreso de la I.C.
1925: Bordiga escribe “La cuestión Trotsky” y “El peligro oportunista y la Internacional”. Se funda el “Comité de Alianza”; después disuelto.
1926: La Izquierda es excluida del Partido y de la Internacional. Empieza el periodo de emigración. Carta de Bordiga a Korsch.
La carta que Bordiga envía desde Nápoles el 28 de octubre de 1926 a Karl Korsch en respuesta al propósito de este último de promover un proyecto de unificación con lo que quedaba de la Izquierda Comunista a escala internacional, nos parece particularmente interesante (éste es el único documento que queda de la correspondencia de Bordiga, durante aquellos años, con otros revolucionarios cuyos rastros parecen haber desaparecido). Citamos, algunos de los, a nuestro entender, pasajes fundamentales: “...Su “manera de expresarse” (Bordiga se refiere a Korsch) no me parece buena. No se puede decir que la revolución rusa es una revolución burguesa. La revolución de 1917 ha sido una revolución proletaria aunque sea un error el generalizar sus lecciones tácticas. Ahora se plantea el problema de lo que ocurre con la dictadura del proletariado en un país, si la revolución no continúa en otros países. Puede haber una contrarrevolución, un curso degenerativo del que hay que definir y descubrir los síntomas y su reflejo en el seno del Partido comunista. No se puede decir simplemente que Rusia es un país en donde el capitalismo está en expansión” (…) “Nosotros estamos intentando construir una línea de izquierda verdaderamente amplia, general y no circunstancial: que se constituya a través de fases diversas y del desarrollo de situaciones distantes en el tiempo; confrontándolas todas en un terreno verdaderamente revolucionario y no ignorando sus distintas características objetivas” (…) “De manera general, creo que hoy, más que la organización y la acción, lo que hay que poner en primer plano es el trabajo de elaboración de una ideología política de la Izquierda Internacional, basada en las elocuentes experiencia por las que ha pasado el Komintern. Por debajo de eso, toda iniciativa internacional seguirá siendo difícil” (…) “No es necesario insistir en el deseo de que se escindan los Partidos o la Internacional. Hay que convivir con la experiencia de la disciplina artificial y mecánica de la internacional, siguiéndola mientras sea posible en sus absurdas maneras de proceder sin renunciar nunca a las posiciones de crítica ideológica y política y sin solidarizarse jamás con la dirección” (…) “Creo que uno de los defectos de la actual Internacional ha sido el de formar un “bloque de oposiciones” locales y nacionales. Hay que reflexionar sobre esto, sin caer en exageraciones, acumulando enseñanzas. Lenin hizo mucho trabajo de elaboración “espontánea” contando con que si primero se reagrupaban materialmente los diferentes grupos, más tarde se fundirían al calor de la revolución rusa. Aunque en la mayoría de los casos eso no se logró.”
Vemos en su Carta en primer lugar, la defensa del carácter proletario de la Revolución rusa contra las afirmaciones simplistas sobre la “naturaleza burguesa” de ésta, por parte de todos aquellos que de repente descubrían que en Rusia “algo no funcionaba”. En segundo lugar, la definición del verdadero problema que se plantea: “qué ocurre con la dictadura del proletariado en un país, si la revolución no continúa en otros”; “cómo” encarar el problema fuera de cualquier propuesta organizativa, al margen de alianzas o bloques de cualquier tipo y, además, en el contexto de un período histórico en marcha reconocido como la más terrible contrarrevolución. Con el elemento añadido de que se enfrentaban a grandes dificultades para el trabajo de análisis, de estudio y de comprensión de los errores que debían ser útiles en una futura reactivación.
Una frase de la carta de Bordiga destaca de entre esas posiciones intransigentes: “No hay por qué querer que haya escisiones o rupturas en los partidos y en la Internacional”; cuando ya, de hecho, la Izquierda había sido expulsada. Lo que con esto defendía la Izquierda era permanecer ligada a lo que había sido, hasta sólo cinco años antes, la vanguardia del proletariado mundial; a la esperanza de que para la revolución no todo estuviese terminado, por decenios y decenios. Quería mantenerse unida a la esperanza de que, en la crisis mortal del capital, la clase obrera, aplastada por el terrible tornado de la crisis, pudiera todavía levantar cabeza y que, con el empuje de la “base”, las posiciones que la Izquierda defendía pudieran aún triunfar en el Partido y en la Internacional. Pero la clase había sido decapitada. La derrota física del proletariado, en las batallas que había entablado, se reflejaba en la degeneración de los partidos comunistas y de la Internacional. La reanudación no podía verificarse sin que la clase obrera fuese capaz de generar la vanguardia, el partido que ya no existía.
Bordiga expresa también en ella su punto de vista sobre la Internacional. Para él, ésta era el partido mundial del proletariado. En el V Congreso de la Internacional Comunista (Julio de 1924) diría: “Quisiera decir sinceramente que, en la presente situación, es la Internacional del proletariado revolucionario quien tiene que devolver al Partido Comunista ruso una parte de los numerosos servicios que de él ha recibido”. La Internacional tenía que oponerse pues a la regresión del partido ruso y no convertirse en instrumento de éste; si no, no cabría más esperanza... En realidad, eso fue lo que ocurrió.
Pero sobre esas bases y con esas preocupaciones, la Izquierda Italiana comienza y continuará su trabajo en la emigración.
“De alguna manera; nosotros desempeñamos un papel internacional, porque el pueblo italiano es un pueblo de emigrantes, en el sentido económico y social de la palabra y, tras el advenimiento del fascismo, también en el político... Nos está ocurriendo algo así como a los hebreos. Aunque hemos sido derrotados en Italia, podemos consolarnos pensando como los hebreos que también son fuertes porque están no sólo en Palestina, sino en otras muchas partes”. (Intervención de Bordiga en el VI Ejecutivo ampliado de la I.C.)
Toda la emigración de militantes comunistas de Italia no sigue el mismo camino. Si bien la mayor parte de entre ellos tuvo que irse de Italia en 1925-26, a resultas de la persecución despiadada de los fascistas y de su exclusión del Partido comunista en el Congreso de Lyon, lo cual los privó de toda una red de socorros y lugares de refugio, algunos se habían asentado ya, en 1923, primero en Austria y luego en Alemania, en donde los combatientes revolucionarios vivieron trágicos sucesos. Estos, que se opusieron a las decisiones de la I.C. y abandonaron el Partido Comunista de Italia, en la práctica son la primera oposición de izquierdas que se organiza en la emigración. En Alemania, mantienen contacto con los Entschiedene Linke[3] y con Karl Korsh, así como con los camaradas de la Izquierda que, en Italia, habían formado el “Comité de entendimiento”. Después de esto hubo intentos de contacto entre Korsch y Bordiga y la carta de que hemos hablado. El grupo se va de Alemania y travesando Suiza llegan a Francia donde, sin abandonar aun el contacto con los alemanes, se adhieren a un Comité de oposiciones comunistas (que no tiene nada que ver con la oposición trotskista), conservando su plena autonomía como grupo.
En Pantin, suburbio de París, refugio de los sintecho, de los desesperados y de los expulsados de la sociedad civil, forman en 1927 la “Fracción de Izquierda del Partido Comunista de Italia” con la ausencia de Vercesi (Ottorino Perrone), más tarde uno de los mejores artífices de Bilan, que había sido expulsado de la “democrática” Francia. Por cuantas vicisitudes hubieron de pasar aquellos compañeros, a la búsqueda de techo y trabajo, perseguidos y desechados en las democracias, acosados por los estalinistas y el fascismo, pero que supieron mantener por todas partes una lucha intransigente, defender y difundir, sin compromisos y sin miedo, las posiciones comunistas. Para dejar claro el tipo de “relaciones” que tenían con los estalinistas, vamos a citar algunos pasajes de una carta de un tal Togliatti a Iaroslavsky, fechada el 19 de Abril de 1929: “La lucha que nuestro partido tiene que mantener contra la oposición bordiguista, que intenta organizar en fracción a todos los descontentos, resulta muy difícil. Tenemos que luchar contra esa gente en todos los países en donde hay emigración italiana (Francia, Suiza, América del Norte, Sudamérica, etc.). Nos será muy difícil llevar esta lucha si no nos ayudan los partidos hermanos. El PC de Italia pide al PC de la URRS ayuda de manera que pueda continuar esta lucha ya difícil y que puede serlo más si manifestamos debilidad. Nuestro partido no tiene otra cosa que decir. Pide únicamente que se utilice el mayor rigor”.
No sabemos si la escisión que da lugar a dos formaciones en la emigración en Francia, una minoría muy reducida y una mayoría, ocurrió antes o después de lo de Pantin, aunque tenemos datos que parecen confirmar la segunda alternativa. El primer grupo, que representa la continuidad de aquel pequeño grupo de emigrantes en Alemania del que hemos hablado, daría vida a “Le Reveil Communiste” que surge entre 1928 y 1929. La revista abrirá sus columnas a los grupos de la Izquierda en Alemania (a Korsch del Kommunistische Politik y a los que quedaban del KAPD en aquellos años) y también a la Izquierda Rusa en la persona de Miasnikov.
El punto central que caracterizaba las posiciones de “Réveil Communiste” era el de negar todo carácter proletario al Estado Ruso (punto sobre el que los elementos que más tarde formarían Bilan eran más prudentes) y un apoyo abierto y manifiesto a las posiciones del KAPD. A “Réveil Communiste” le sucederá, al comienzo de los años treinta, “L’ Ouvrier Communiste”, con posiciones claramente consejistas.
El otro grupo, al que se conoce propiamente como “Fracción de Izquierda del Partido Comunista de Italia”, publicará Prometeo, periódico en lengua italiana, desde Junio de 1928 hasta 1938, a veces quincenal y otras mensualmente, y Bilan desde 1933 a 1938. Los primeros años de vida de la Fracción conocen el debate con Trotsky, exilado ya entonces en Prinkipo, y con las formaciones que se adhieren a él y se organizan en torno a sus posiciones, sobre todo en Francia.
En Noviembre de 1927 aparece en París “Contre le Courant » (Contra la Corriente) Órgano de la Oposición Comunista, que intenta plantearse como catalizador de los diversos grupúsculos trotskistas y favorecer, o al menos iniciar, un proceso de reagrupamiento de toda la oposición de izquierdas. En el número 12, de junio de 1928, envían una “Carta abierta a los comunista de la Oposición” a las organizaciones siguientes:
- “Circulo Marx-Lenin” que publica Bulletin Communiste (Boletin Comunista).
- “Fracción de la Izquierda Italiana”.
- “Barré-Treint” que publica Redressement Communiste (Enderezamiento Comunista).
- “La lutte de classe” (la lucha de clases) cuyo dirigente es Naville.
- “Le Réveil Communiste” (El Despertar Comunista) del que ya hemos hablado.
No saldrá nada de ese proyecto (fue en 1930 cuando “La vérité" (La verdad), gracias al apoyo directo de Trotsky, aparece como portavoz de toda la oposición trotskista). Vamos a ver, a través de Vercesi, como responde a eso el Buró Político de la “Fracción Italiana”, porque es muy interesante:
“Muchos grupos de oposición creen que tienen que limitarse a desempeñar el papel de cenáculo que registre los progresos de un curso degenerativo y que se limite a presentarle al proletariado lo evidente de la verdad que piensan haber encontrado. Pues bien, nosotros decimos que tendremos el porvenir que hayamos sabido preparar y que lo más importante es fijar los medios con los que trazar la orientación de la acción comunista. Creemos que la crisis de la Internacional tiene su origen en causas muy profundas: en sus cimientos, que parecen uniformes pero que son esencialmente heterogéneos; en la ausencia de una política firme y de una táctica comunista, de todo lo cual resulta una alteración de los principios marxistas que conduce a una serie de desastres revolucionarios.” (…) “Si exceptuamos la oposición rusa, únicamente nuestra fracción ha elaborado una dirección de acción sistemática y le ha dado una plataforma, propuesta por el camarada Bordiga[4]. Hay muchas oposiciones y esto es un mal para el que sólo hay un remedio: que se pongan en confrontación las ideologías respectivas, que se discutan, para llegar después a lo que nos proponéis.” (…) “Si hay tantas oposiciones es porque hay varias ideologías y éstas deben manifestarse con toda su sustancia y no únicamente expresarlas sin más en la discusión en un órgano común. Nuestra consigna es profundizar en nuestro esfuerzo sin dejarse guiar por la posibilidad de un resultado que en realidad no sería más que un nuevo fracaso.”(…) “Nosotros pensamos que si bien es verdad que la Internacional, tras haber alterado oficialmente sus programas, ha incumplido su papel de guía de la revolución, los partidos comunistas han hecho otro tanto. Vista la naturaleza de la situación que estamos viviendo, es en estos órganos en donde tenemos que trabajar para luchar contra el oportunismo y -¿por qué no?- hacer de ellos los guías de la revolución.
La carta (publicada en agosto de 1928 en Contre le Courant, n° 13) termina rehusando la invitación, por las razones expuestas.
Como puede verse, esta respuesta de Vercesi retoma el contenido de la carta de Bordiga a Korsch. De nuevo se afirma la necesidad de examinar de manera crítica el pasado, de sacar las enseñanzas de la degeneración y de la oleada contrarrevolucionaria que se ha abatido sobre el movimiento proletario. De nuevo se asienta la confianza en la lucha autónoma e intransigente, en lo que se refiere a los principios, dentro de los partidos comunistas.
Mucho más importantes serán los contactos epistolares entre Prometeo (que había empezado a aparecer en Junio de 1928) y Trotsky[5]. En la primera carta dirigida a Trotsky el grupo Prometeo explica a grandes rasgos su historia: la ruptura con Le Réveil Communiste, la constitución en “Fracción”, el análisis de la situación internacional -caracterizada como de la ofensiva capitalista-, el análisis de Rusia -que provocará la división en, una mayoría que consideraba a Rusia como Estado proletario y una minoría que se pronuncia por “la negación del carácter proletario del Estado ruso”-, la cuestión italiana -sobre la que la “fracción” se niega a reconocer que la social democracia o las fuerzas de la oposición democrática puedan llevar a cabo la lucha contra el fascismo, afirmando que “la clase obrera tiene únicamente la posibilidad llevar a cabo esa lucha si se basa en el programa comunista”.
A partir de la no asistencia de la “Fracción” a una conferencia de “la Oposición” en París las relaciones con Trotsky se ponen cada vez más tensas, y el revolucionario ruso le plantea a Prometeo, en una carta, los siguientes problemas:
“¿Os consideráis como un movimiento nacional o como parte de un movimiento internacional? ¿Por qué no pensáis crear una fracción internacional de vuestra tendencia? ¿A qué tendencia pertenecéis?”
Prometeo contesta:
“En resumen, nos invitáis a que os digamos si somos o no comunistas. (...) Y ahora, vamos a contestar a vuestras preguntas: Nos consideramos parte de un movimiento internacional. Pertenecemos, desde la fundación de la I.C. e incluso antes, a la tendencia de izquierda. No pensamos crear una fracción internacional de nuestra tendencia, pues creemos haber aprendido del marxismo que la organización internacional del proletariado no es una suma artificial de grupos y personalidades de todos los países en torno a un grupo determinado; al contrario, creemos que la organización tiene que ser el resultado de la experiencia del proletariado en todos los países.”
Problemas de método y problemas de principio oponían pues Prometeo a Trotsky. Los de Prometeo, no aceptaban íntegramente los cuatro primeros Congresos de la IC, criticaban el “Frente Único” que, escribe Prometeo, ha llevado al gobierno obrero y campesino “al comité anglo-ruso, al Kuomintang, a los comités proletarios antifascistas”. Los acontecimientos de 1930-31 en España acabaron llevando a la ruptura y a la interrupción definitiva del contacto entre ambos.
A Trotsky, que escribía en su “La revolución española y el deber de los comunistas”: “La consigna por la república es naturalmente también una consigna del proletariado. Pero para éste, no se trata únicamente de cambiar un rey por un presidente, sino de una depuración radical en toda la sociedad de las inmundicias del feudalismo”; y también: “Las tendencias separatistas plantean a la revolución el deber democrático de la autodeterminación nacional... El separatismo de los obreros y de los campesinos es la exteriorización de su indignación social”, Prometeo no podía sino contestarle que: “Está claro que nosotros no podemos seguirle por ese camino, y a él y a los dirigentes anarcosindicalistas de la CNT, les respondemos que negamos de la manera más explícita que los comunistas tengan que ponerse en primera fila de la defensa de la república y mucho menos de la república española.” (Prometeo. 23 agosto de 1931)
Una ruptura definitiva que se acentuaría al tratar el problema de la naturaleza social de la URSS, del análisis de Trotsky sobre la dirección burocrática en Rusia y sobre la defensa de Rusia en caso de guerra imperialista.
En noviembre de 1933, aparece el primer número de Bilan (Balance) “Boletín teórico mensual de la Fracción de Izquierda del PC de Italia”. En la “Introducción” queda ya delimitado el marco histórico en que se inscriben el trabajo de la revista y las tareas que este grupo de revolucionarios se propone asumir: “No ha sido un cambio de situación histórica lo que ha permitido al capitalismo atravesar la tormenta de los acontecimientos de la posguerra: En 1933, como en 1917, el capitalismo está definitivamente condenado en tanto que sistema de organización social. Lo que ha cambiado de 1917 a 1933 es la relación de fuerzas entre las dos clases fundamentales de la sociedad, las dos fuerzas históricas que actúan en el período actual: La burguesía y el proletariado. Estamos hoy en el tramo final de ese período. El proletariado quizás ya no sea capaz de oponer el triunfo de la revolución a la explosión de una nueva guerra imperialista. Sin embargo, si aún hay posibilidades de reanudación revolucionaria inmediata sólo será con la comprensión de las derrotas pasadas. Los que se oponen al imprescindible trabajo de análisis histórico con el manoseado cuento de la movilización inmediata de los trabajadores no hacen otra cosa que aumentar la confusión e impedir la verdadera reanudación de las luchas proletarias. Los cuadros de los nuevos partidos del proletariado no podrán surgir si no es con el conocimiento profundo de las causas de la derrota. Y este conocimiento no podrá soportar ni prohibiciones ni ostracismos. Hacer balance de los acontecimientos de la posguerra es, por lo tanto, poner las bases y las condiciones para la victoria del proletariado en todos los países”.
Fue siguiendo esta línea cómo Bilan avanzó y trabajó siempre, tratando los problemas fundamentales del movimiento revolucionario. Y así fueron precisando los análisis sobre: la crisis del capitalismo (decadencia), la crítica de los movimientos de liberación nacional, los momentos que harían de nuevo posible la reanudación del proletariado como clase; pasando por la crítica sin concesiones a los partidos “comunistas” y a Rusia, cuya naturaleza social no estaba aún clara pero sí su papel político de potencia imperialista, a la que la clase obrera debería negar todo apoyo en vista de la proximidad de la guerra mundial. Considerándolo como algo fundamental en el trabajo revolucionario, Bilan incitaba al debate con otras formaciones políticas y publicaba los textos de otros compañeros.
En 1935, Bilan pasa de ser el “Boletín teórico mensual de la Fracción de Izquierda del Partido Comunista de Italia” a ser el “Boletín teórico mensual de la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista”, lo cual marca su ruptura definitiva con un partido que ya era un eslabón de la contrarrevolución capitalista, y la confirmación del carácter internacional de su tarea.
En 1936 empiezan en la Fracción las divergencias sobre la guerra de España. Acabarían provocando una escisión en Bilan. Paralelamente se produce también la ruptura de los lazos que se habían establecido, a finales del 1932, con la “Liga de los Comunistas Internacionalistas de Bélgica”, grupo que procedía del trotskismo y que después fue fuertemente influenciado por el consejismo. En 1932, Bilan y la Liga coincidieron en su crítica de la “Oposición Internacional de Izquierda” (trotskista) la cual, frente al ataque fascista, había difundido en Alemania un llamamiento a formar un frente único para la defensa de las “reivindicaciones democráticas”; defensa a la que consideraban una etapa más de la lucha por la revolución mundial.
Ese acuerdo, así como el rechazo común de la solución propuesta por la oposición trotskista para la reconstrucción del partido comunista hacían posible la discusión y el contacto entre ambas organizaciones; discusión cuya objetivo sería la reconstrucción del patrimonio histórico del proletariado, basándose en el análisis de los acontecimientos que ocurrían durante aquellos años y la respuesta política que se les iba a dar.
La guerra de España marcó la ruptura de una discusión que había durado seis años y que Bilan había alimentado ampliamente.
La mayoría de la “Liga de los Comunistas Internacionalistas de Bélgica” decidió apoyar a la fracción antifascista en la guerra, lo mismo que hicieron la minoría de Bilan y el grupo francés “La Unión Comunista”. Hennaut, un importante representante de la “Liga”, escribe en un documento (que confirmaba la ruptura) fechado en febrero de 1937: “Sabemos que la defensa de la democracia no es más que el aspecto formal de la lucha; el antagonismo entre capitalismo y proletariado es la esencia real. A condición de no abandonar en ninguna circunstancia la lucha de clases, el deber de los revolucionarios es participar en la lucha”.
Así pues, lo que es uno de los FUNDAMENTOS de la lucha del capitalismo contra el proletariado, la mistificación democrática, es considerado una expresión formal de la lucha proletaria contra el capitalismo.
Pero no toda la “Liga” adoptará esa posición. Una minoría, mayoría en Bruselas, que se mantiene en las posiciones de Bilan fue expulsada de la organización; constituyéndose más tarde como “Fracción Belga de la Izquierda Comunista” y publicando, entre 1937 y 1939, Communisme, revista mensual multicopiada.
En 1938, Bilan deja de publicarse y lo sustituye Octobre (Octubre) con el subtítulo de “Órgano mensual del Buró Internacional de las fracciones de la Izquierda Comunista”. Publicaron cinco números de Octobre, el último en Agosto de 1939. Un mes más tarde empezaba la segunda carnicería mundial.
¿Qué es lo que une a estos grupos, que se ven a sí mismos como “continuidad” (más o menos orgánica) de la Izquierda Italiana, con el trabajo de la “Fracción” en el extranjero?
Examinemos la posición del “Partido Comunista Internacional” (Programa Comunista) sobre este punto. Programa Comunista ha reivindicado siempre, de palabra, el trabajo de Bilan y de Prometeo, quizás para rellenar el hueco que hay entre 1926 y la segunda Guerra mundial. En realidad, nunca ha intentado clarificar, para sus militantes y lectores, ni las posiciones ni el trabajo de Bilan (excepto con algunos artículos cortos en un número de su publicación en 1957, a la muerte de Ottorino Perrone (Vercesi)); dejándolo así reducido a poco más que a un nombre. ¡Quizás obraron así por pudor!
La lectura de Bilan hubiera sido traumática para quienes ya habían tomado un camino diametralmente opuesto al que había señalado la “Fracción Italiana” en la emigración. Hoy, parece que ya no les queda ni rastro de aquel falso pudor. No es que digan abiertamente que ya no hay nada que sacar de Bilan, pero se deduce claramente leyendo algunos de sus artículos que se refieren al movimiento obrero de los años treinta. En un artículo de 1971 (Programma Comunista, n° 21. 1971) criticaban aun el trabajo de Trotsky al que atribuyen “toda una serie de coaliciones híbridas en la arena de la oposición internacional”; señalando a renglón seguido que “ulteriormente esta heterogénea oposición se encontraría en la 4ª Internacional, nacida ya cadáver”. Sin embargo, en 1973 (Programa Comunista, n° 19) llegaba a escribir lo siguiente: “Cuando Trotsky afirmaba la necesidad prioritaria de formar un núcleo sólido, basado en las posiciones revolucionarias, como la condición indispensable, aunque no exclusiva ni suficiente, de una reanudación revolucionaria más o menos cercana y como la manera de fructificar en un sentido revolucionario el próximo conflicto, no hacía sino enunciar una verdad fundamental del marxismo. Verdad tanto más importante como poco evidente, hasta el punto de ser ignorada e incluso tomada a burla por la derecha, por el centro, por la “izquierda” y hasta por la extrema izquierda”.
Cuando alguien quiera saber lo que Programma Comunista entiende por: “con bases sólidas en las posiciones revolucionarias” ¿Le remitirá quizás al entrismo en los partidos socialdemócratas o bien a la defensa de Rusia durante la segunda Guerra mundial? ¿Qué es, si no, eso de “fructificar en un sentido revolucionario el próximo conflicto”, si tenemos en cuenta la tradición trotskista?
Más adelante, puede también leerse: “Si Trotsky se equivocó, no fue por haber defendido la necesidad de la IV Internacional, ni por haber concebido esa necesidad como un objetivo a realizar; contrariamente a quienes la reconocían en abstracto en la atmósfera tranquila de las bibliotecas en que se refugiaron, como los Korsch y los Pannekoek”, vanagloriándose de ello”.
¿Por qué no escriben también: “Y los Vercesi, y los Bordiga, etc...?
El artículo sigue: “Únicamente los sectarios sin cerebro pueden disfrutar con una tragedia como la de la pretendida IV Internacional, que fue víctima de las formas más heterogéneas de oportunismo”.
Y alcanza su cenit con: “La 4ª Internacional está por construir”.
¡Por fin lo dicen!
¿Qué tiene que ver con la Izquierda Comunista y con Bilan un grupo que quiere? : “Trabajar hoy con paciencia, tenacidad, modestia, para que pueda llegar el día en que el grito de la vanguardia revolucionaria del mundo entero sea: ¡viva la IV Internacional!”.
Señores de Programa Comunista, seguro que habéis tenido que esperar a que muchos estuvieran ya sepultados para escribir cosas semejantes, cosas que no se deben a la locura de algún perturbado que hubiera escrito bajo anonimato de vuestro periódico, sino que son la obra “colectiva” del “partido”.
El “Partido Comunista Internacionalista” (Battaglia Communista) también se reclama de Bilan. El número 10 de Prometeo (serie II. Marzo de 1958), revista teórica de Battaglia, estuvo dedicado enteramente a la obra teórico-política de 0ttorino Perrone (Vercesi). Vamos a citar algunos trozos de la presentación:
“Los acontecimientos de la revolución española, por el hecho de haber superado a sus propios protagonistas, han puesto en evidencia tanto los puntos fuertes como las debilidades de nuestra propia visión: la formulación de la mayoría de Bilan nos parece impecable, desde el punto de vista teórico, pero tiene el defecto de quedarse en simple abstracción; la minoría, nos parece estar interesada en una participación que no siempre puede evitar los virajes del jacobinismo burgués, incluso cuando se están levantando las barricadas”…“Dadas las condiciones objetivas, nuestros compañeros de Bilan tendrían que haber planteado el problema, el mismo problema que nuestro partido tendría que plantearse más tarde frente al llamamiento “partisano”, incitando a los obreros que luchaban a que no cayeran en la trampa de la estrategia de la guerra imperialista”.
Precisamente Battaglia Communista defiende al principio de la posguerra -tras la segunda G. M.- (sin hablar de la participación electoral en 1948), la misma posición que la minoría de Bilan durante la guerra de España. La minoría de Bilan, como se decía en los textos de Bilan que hemos publicado, no fue a España a defender la república contra el fascismo sino, era su pretensión, a defender entre los milicianos los principios y la táctica comunista.
Pero no es éste el único problema. La cuestión central es que Battaglia denomina “formalismo”, “abstracciones” …, a lo que para nosotros son principios proletarios, fronteras de clase.
S.
[1] En español ver nuestro libro 1936: FRANCO Y LA REPUBLICA MASACRAN A LOS TRABAJADORES https://es.internationalism.org/cci/200602/539/espana-1936-franco-y-la-republica-masacran-al-proletariado
[2] https://es.internationalism.org/revista-internacional/197609/2061/bilan-lecciones-de-espana-1936-y-crisis-en-la-fraccion
[3] Entschiedene Linke: grupo formado por los expulsados del KPD (con Schwarz a su cabeza) cercano del KAPD (de Berlín), en cuya actividad participa también Korsch. Poco tiempo antes, se había constituido, frente a la disolución del KPD, una “Liga de Spartacus n° 2”, la cual reunía a la AAUE, al grupo de Iwan Katz y a otros elementos. Korsch, por sus divergencias con el KAPD, acabaría separándose de esas organizaciones para dar vida a “Kommunistische Politik”
[4] Probablemente se hace referencia aquí a las tesis presentadas por la Izquierda al Congreso de Lyon
[5] Hay una buena documentación sobre el tema en el libro de Corvisieri: “Trotsky y el comunismo italiano”