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Acción Proletaria nº 189, 15 Mayo - 15 Julio

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¿De dónde puede surgir una alternativa al capitalismo?

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Aunque los organismos económicos internacionales no reconocen estadísticamente una recesión económica en la mayoría de los países centrales ni cuanto menos un estancamiento, la vida cotidiana se hace cada vez más imposible para millones de jóvenes desempleados sin posibilidad de acceder a su primer empleo, o contratados en precario en condiciones miserables; o para los jubilados con pensiones que apenas permiten sobrevivir dignamente; obreros amenazados de despidos o chantajeados con la exigencia de trabajar más y cobrar menos para evitar las deslocalizaciones o los cierres de empresas… Así se suceden los llamados eufemísticamente “planes de empleo juveniles” (en Francia con el CPE querían instaurar el despido libre los dos primeros años de contrato), o “reformas del mercado de trabajo” (España: abaratamiento del despido), los “acuerdos de salvamento económico” (Alemania: la burguesía tenía “in mente” algo parecido a lo de Francia, más atrasar la jubilación a los 67 años; más aumento 3% IVA), o los recortes del “Estado del bienestar” en todas partes (en Gran Bretaña se anuncia igualmente  en el sector público la obligación de trabajar hasta los 65 años); o los anuncios directos o indirectos de despidos, como en el automóvil en España, o el sector público en Alemania…  Mientras muchos seres humanos se las arreglan para sobrevivir como pueden en medio de una miseria y una barbarie crecientes, no sólo en los países de la periferia, sino en el corazón mismo de las principales metrópolis capitalistas, como París (como han mostrado las revueltas de Otoño 2005 en la periferia de las ciudades francesas) o Nueva Orleáns.

Tampoco resultan tranquilizadores que digamos el «nuevo orden mundial», ni la «libertad duradera»[1], ni los «planes de Paz» en Oriente Medio…, al contrario, el fantasma de una guerra civil se perfila en Irak, y un aumento de las tensiones guerreras entre Israel y los países árabes. El fiasco de la invasión de Irak, ha desencadenado la barbarie más absoluta en el país, con centenares de muertos cada día en atentados y enfrentamientos armados, a los que hay que sumar los enfermos, ancianos y niños carentes de las mínimas condiciones higiénico-sanitarias. El esfuerzo bélico USA para imponer sus dictados en la región (no sólo a Saddam y las fracciones árabes radicales; sino fundamentalmente frente a los intereses de las potencias europeas), que comienza a despertar las protestas contra la guerra de la población americana recordando el «síndrome de Vietnam», está llevando en realidad a un reforzamiento de la fracción chiita[2] apoyada por Irán; el imperialismo iraní, que resulta el beneficiario momentáneo de esta situación de caos en la región, amenaza con su rearme nuclear y su candidatura a potencia regional.

De hecho, bajo la cobertura mediática de una aparente “normalidad”, se está produciendo una verdadera agravación de la crisis, los ataques a nuestras condiciones de vida y las tensiones imperialistas.

Sobrevivir en el capitalismo se hace cada vez más duro para la mayoría de la población mundial no explotadora. A la miseria del desempleo, la pobreza, la guerra y los atentados indiscriminados que amenazan a los obreros de cualquier ciudad del mundo, desde Tel-Aviv a Londres, Moscú o Madrid, se suma el impacto de la degradación social, la violencia, la delincuencia[3]… El capitalismo no ofrece ninguna perspectiva a la humanidad; al contrario, su subsistencia significa cada vez más miseria, barbarie y caos en todo el mundo.

Frente a ello se puede constatar un desarrollo de la combatividad de la clase obrera en todo el mundo, y de la reflexión sobre la perspectiva, sobre si existe una alternativa al capitalismo. Las movilizaciones contra el CPE en Francia, de las que ha sido protagonista una nueva generación de la clase obrera, son un impulso y una confirmación de esta dinámica, por su determinación, pero también por su búsqueda de la solidaridad, su organización en asambleas masivas, y el desarrollo de una conciencia sobre el futuro que el capitalismo ofrece a la clase obrera y a toda la humanidad. Aunque aún estamos lejos de ver un “crescendo” de luchas masivas en todas partes, estos combates no son un trueno en un cielo sereno, sino que expresan un cambio de espíritu en la clase obrera, particularmente en los jóvenes, que no han sufrido el impacto de las campañas sobre la muerte del comunismo. Son una confirmación del giro en la lucha de clases que se viene produciendo desde 2003, y cuyas características habíamos planteado:

«– implican a sectores muy significativos de la clase obrera de los países del centro del capitalismo (por ejemplo en Francia en 2003);

– manifiestan una mayor preocupación por problemas más explícitamente políticos. En particular los ataques a las pensiones de jubilación plantean la cuestión del futuro que la sociedad capitalista puede depararnos a todos;

– la cuestión de la solidaridad de clase se plantea de una forma mucho más amplia y más explícita de lo que se planteó en los años 1980, como hemos visto, sobre todo, en los movimientos más recientes en Alemania;

– se ven acompañadas del surgimiento de una nueva generación de elementos que tratan de encontrar claridad política. Esta nueva generación se expresa tanto en una nueva afluencia de elementos netamente politizados, como en nuevas capas de trabajadores que, por vez primera, se incorporan a las luchas. Como se ha podido comprobar en algunas de las manifestaciones más importantes, se están forjando las bases de una unidad entre esta nueva generación y la llamada “generación de 1968” en la que se incluyen tanto la minoría política que reconstruyó el movimiento comunista en los años 1960 y 1970, como sectores más amplios de trabajadores que vivieron la rica experiencia de luchas de la clase obrera entre 1968 y 1989.» (Resolución sobre la situación internacional del 16º Congreso de la CCI, Revista Internacional nº 122).

Además del movimiento de la primavera francesa, se han desarrollado luchas en el metal de Vigo, donde los obreros han buscado la solidaridad de otros compañeros, y han convocado “asambleas públicas” en la calle, donde pudieran intervenir otros obreros; en el sector postal de Irlanda del Norte, donde se han unido católicos y protestantes, organizando manifestaciones conjuntas en ambas zonas de Belfast; en la administración pública en Gran Bretaña y Alemania, contra las medidas de atraso de la jubilación; en Delhi, India, donde los obreros de Honda han recibido la solidaridad de las fábricas vecinas y de la población, etc. Desde 2003, diferentes luchas obreras han jalonado puntualmente esta dinámica, que lentamente se va a acelerando y consolidando (como la huelga de transportes en Nueva York, en defensa de las pensiones, donde los obreros han luchado para defender las condiciones laborales de sus compañeros más jóvenes; SEAT en España; hospital Garrahan en Argentina; Mercedes Benz en Alemania…)[4].

Al famoso Mayo del 68 francés, siguió rápidamente, como un reguero de pólvora, del “Otoño caliente” italiano en 1969, las luchas de Polonia en 1970, o España en 1976… La clase obrera, que apenas había levantado la voz tras la guerra, emprendía una dinámica de lucha y de búsqueda de una alternativa al capitalismo muy marcada por el entusiasmo y las ilusiones inmediatistas (“la revolución está a la vuelta de la esquina”), y por la dificultad para desarrollar una politización, que no ha llegado a desembocar, como muchos pensaban, en un enfrentamiento revolucionario directo con el Estado burgués; aunque tampoco ha sufrido una derrota que aleje por siempre esa perspectiva, como la burguesía ha pretendido con su campaña sobre “el fin de la lucha de clases”.

Hoy la incorporación de una nueva generación al combate de la clase obrera es la señal para el desencadenamiento de una nueva dinámica de huelga de masas, que no parte de donde se había quedado la dinámica del 68, aunque poco a poco va integrando sus lecciones; que une diferentes generaciones obreras; que se ve obligada a ir al fondo de las cuestiones sobre la perspectiva del capitalismo y la lucha, desarrollando por eso una politización; que avanza más lentamente y no es espectacular, pero va ganando al conjunto de la clase a la lucha y a la reflexión; que se ve obligada a tomar conciencia de su escala internacional y su naturaleza de clase (acallando todas las especulaciones sobre la “recomposición de la clase obrera” y “los nuevos sujetos revolucionarios”).

La burguesía siente la amenaza que este movimiento implica para su dominación de clase, y desde hace años intenta contrarrestarlo. Primero desarrolló el movimiento antiglobalización (donde se refundieron gran parte de los restos de grupos izquierdistas y ex estalinistas con anarquistas y pacifistas) en respuesta al anticapitalismo que iba extendiéndose entre los jóvenes, para mostrar que “otro mundo es posible”…. ¡en el capitalismo! Un capitalismo “solidario” y “de rostro humano”, al estilo del Sr. Presidente Lula, ex sindicalista que no ha tenido ningún reparo, acostumbrado a imponer la austeridad a los obreros con su política sindical, en impulsar las medidas de “contención salarial” y despidos que exige el “saneamiento de la economía nacional”.

Hoy que la dinámica de luchas va desarrollándose y madurando, ganando el terreno de la lucha obrera contra la precariedad, los despidos y el desempleo, y los recortes salariales, la burguesía de entrada niega la mayor, ocultando deliberadamente esa dinámica, como se ha podido ver en  la casi clandestinidad con que los medias han tratado la lucha contra el CPE en Francia, comparándola por ej. con el lujo de detalles con que nos obsequiaron el Otoño de 2005 sobre los altercados en la “banlieue”. Después encargando a sus plumíferos universitarios e intelectuales, sus “expertos analistas”, verdaderas campañas de calumnias para tratar de presentar estas luchas como “fenómenos aislados”, “casos particulares”, o “movimientos estudiantiles retardatarios” (como en el caso de Francia), cuando no como “protestas de privilegiados” (refiriéndose a la defensa de las condiciones de vida obreras y tratando de oponer a fijos y eventuales, jóvenes y mayores)[5].

Pero al mismo tiempo busca a toda prisa, revolviendo en su basura, un “modelo alternativo” al capitalismo para ofrecer a los elementos de este movimiento que se plantean alternativas políticas. De estos lodos del viejo mundo nos quieren vender ahora la alternativa de futuro, el «socialismo del s XXI» del Sr Chávez, que recién estrenado ya huele a bien podrido. ¿Y cómo podía ser de otro modo, si ahora pretenden convencernos de que la perspectiva está en un movimiento “bolivariano” populista, interclasista, que saca su antiimperialismo…USA, del apoyo que le prestan las potencias europeas rivales de éste; que se pone un disfraz “comunista” con las barbas de Fidel, cuya dictadura vitalicia es la caricatura de que el estalinismo tiene algo que ver con el comunismo?

Estos personajes que nos presentan ahora como el núcleo duro del «socialismo del futuro» han sido al contrario en el pasado, el hazmerreír de la campaña anticomunista y “democrática” de la burguesía: un viejo carcamal que ha hecho del «socialismo cubano» la bandera de la explotación salvaje de la población y al mismo tiempo su seguro de vida (después de ver el destino de los antiguos dirigentes del aparato estalinista en diferentes países); y un militar golpista con delirios de grandeza “panamericanos”, que defiende los intereses del capital venezolano a punta de pistola, repartiendo la miseria entre la población; y que saca su “resistencia” frente al imperialismo de las divisas del petróleo que vende a los USA. ¡Tan pocos recursos tiene el capitalismo a la hora de ofrecernos un futuro!

Eso sí, para dar un matiz “étnico” y de “modernidad” a este estalinismo populista trasnochado, la burguesía recurre a la guerrilla zapatista y al gobierno indigenista del Sr. Morales. Pero lo bien cierto es que son más de lo mismo. El “comandante Marcos” y los dirigentes zapatistas han mostrado con creces en las regiones del Estado de Chiapas donde han ejercido su gestión y su gobierno, que no tienen nada que envidiar a cualquier otro gobierno burgués por lo que concierne a la imposición de la austeridad a la población y la defensa de las necesidades de la economía capitalista, que nunca han puesto en cuestión[6]. Por otra parte, en su salto a la política nacional en la campaña electoral, el «delegado “0”» (Marcos) ha dejado bien clara su lealtad al capital nacional, con la que trata de compaginar los intereses de los pequeños propietarios[7].

El Sr. Morales (otro sindicalista promocionado a jefe de Estado), ha llegado al gobierno con un programa puro y duro de defensa del capital nacional, basado en la nacionalización de los hidrocarburos (que además ha sido un arma de engaño contra las luchas obreras que se desencadenaron hace dos años y que han sido enterradas en el movimiento “indigenista”), que no tiene nada que ver con la defensa de los obreros ni con no se qué «socialismo». Pero además (para que pueda verse el lado mediático de la propaganda de la burguesía sobre estos «revolucionarios»), sus recientes nacionalizaciones son de chicha y nabo, pactadas con el capital extranjero que explota la extracción del gas boliviano (por ej el capital español) y fundamentalmente al servicio de la mistificación de la población.

El verdadero movimiento revolucionario del s XXI son las luchas de la clase obrera; es el movimiento de huelga de masas que avanza lentamente; que va a estallar (como en Francia) en movilizaciones masivas en diferentes países, pero que también puede manifestarse en luchas puntuales que expresan las preocupaciones de la clase, y también madura en profundidad, en la reflexión de los elementos de la clase que buscan posiciones revolucionarias, en la intervención y el trabajo de los grupos revolucionarios. Ese movimiento que la burguesía quiere ocultar y difamar a toda costa,

 

15.05.2006

 

 

 


[1] Tras el hundimiento del estalinismo y el bloque del Este en 1989, y la primera del Golfo, desencadenada por USA para afirmar su liderazgo mundial en solitario frente a las otras potencias (principalmente europeas), Bush padre anunció un «nuevo orden mundial» de «paz y prosperidad» que sucedería a la «guerra fría»; ya hemos visto en qué ha quedado este pronóstico, con un aumento de las tensiones imperialistas en todo el mundo y del cada uno a la suya. Por otra parte, «libertad duradera» es el nombre de la operación militar de invasión de Irak, de la 2ª guerra del Golfo desencadenada por Bush hijo.

[2] «Será una pesadilla si nuestro país acaba siendo la guardia pretoriana de los chiies en Irak», ha dicho Anthony Lake, exconsejero de seguridad con Clinton

[3] En el Estado de Sao Paulo (Brasil) por ej., la amenaza de traslado de algunos “capos” mafiosos a otras cárceles, ha desencadenado una auténtica guerra en la que la población se toma como rehén y que ya lleva 82 muertos y muchos más heridos

 

[4] Ver Acción Proletaria noº 187, 184, y 178

[5] Ver en este mismo AP nuestra denuncia de una de estas “contribuciones” del Sr. Amorós: «La Primavera francesa explicada a los ibéricos»

[6] Ver Revolución Mundial, publicación de la CCI en Mexico, nº 87,88 y 89

[7] Ver «correo del lector» en Revolución mundial nº 92

Situación nacional: 

  • Zapatismo [1]

Corrientes políticas y referencias: 

  • Castrismo [2]
  • Chavismo [3]

Noticias y actualidad: 

  • Lucha de clases [4]

Movilizaciones contra el CPE en Francia: una rica experiencia para las luchas futuras

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El movimiento de los estudiantes  en Francia contra el “CPE” (Contrato Primer Empleo) ha hecho retroceder a la burguesía, obligándola a retirarlo el día 10 de abril pasado. Pero si el gobierno ha tenido que dar marcha atrás se ha debido también, y sobre todo, a que los trabajadores se han movilizado en solidaridad con los hijos más jóvenes de la clase obrera. Lo hemos visto en las manifestaciones del 18 de marzo, del 28 de marzo y del 4 de abril.

 

A pesar de la “estrategia de pudrimiento” del movimiento decidida por el Gobierno para poder clavar el CPE (“Contrato Para dejarse Estafar”) a la fuerza, los estudiantes no se han dejado impresionar por la orden de intimidación capitalista acompañada de sus policías, sus chivatos y sus “pelotilleros”.

Los universitarios en lucha (y los estudiantes de institutos más maduros y conscientes) han conseguido, con su determinación, su coraje ejemplar, su profundo sentido de la solidaridad y su confianza en la clase obrera, convencer a los trabajadores y sacarlos a la calle con ellos. De  hecho en las manifestaciones se notaba la presencia de numerosos asalariados de todos los sectores, tanto del público como del privado.

Este movimiento de solidaridad de toda la clase obrera ha alarmado a la burguesía mundial. Por eso los medios de “informativos” se han dedicado a deformar sistemáticamente la realidad, al mismo tiempo que, por ejemplo, la burguesía alemana retiraba preventivamente la aplicación de un plan gemelo al CPE francés. En ese sentido puede decirse que uno de los principales logros de este movimiento ha sido precisamente su repercusión internacional.

Los mediocres “junta letras” al servicio del orden capitalista (como los de “Libération” que en sus páginas de “crónica social” se burlaban de que la «gran noche» de «los hijos de la clase media», iba a acabar en simple «madrugón») pueden seguir, si así les place, cantando misa o La Marsellesa, para aliviar la “depresión” que les produce que el movimiento contra el CPE no haya sido una “fronda de guillotinadotes” dirigida por modernos jacobinos, ni una “revolución naranja” orquestada por fans de la “música yé-yé”.

Y aunque, debido a su falta de experiencia, a su ingenuidad y a su ignorancia de la historia del movimiento obrero, la gran mayoría de los estudiantes en lucha no tienen aún una conciencia clara del alcance histórico de su combate, lo cierto es que han abierto las puertas del porvenir. Han retomado el testigo de generaciones pasadas, la de quienes pusieron fin a la a la guerra de 1914-18 desarrollando la solidaridad internacional de la clase obrera en los campos de batalla,  la de quienes continuaron defendiendo, en la clandestinidad, los principios del internacionalismo proletario durante el Segundo Holocausto Mundial, y la de quienes a partir de Mayo del 1968 pusieron fin al largo periodo de contrarrevolución estalinista (ver artículos sobre Mayo 68, el “Cordobazo” argentino, el Otoño italiano de 1969, Polonia,… en nuestras publicaciones) impidiendo así el desencadenamiento de una Tercera Guerra Mundial..

 

Los sindicatos al rescate del gobierno… y a la recíproca

 

Si la burguesía ha retrocedido ha sido también para salvarles el tipo a sus sindicatos. La clase dominante (que se ha beneficiado de la “solidaridad” de toda la clase capitalista de las grandes potencias europeas y americana) ha acabado comprendiendo que es mejor quedar desacreditada un tiempo antes que lastrar a su aparato de encuadramiento sindical. Para salvar los muebles, la capitoste de los patronos, Laurence Parisot (que dada las circunstancias ha desempeñado brillantemente su papel de “mediadora” y de “partenaire” de la paz social), no tuvo más remedio que ir a “negociar” con la Intersindical.

Si el gobierno ha acabado cediendo a las presiones de la calle es porque en la mayor parte de las empresas, los obreros han empezado a cuestionarse sobre porqué los sindicatos no estaban haciendo absolutamente nada para favorecer las expresiones de solidaridad de los trabajadores con los estudiantes. Todo lo contrario. En la gran mayoría de empresas públicas – y en las privadas -, no apareció ninguna hoja sindical llamando a la manifestación del 18 de marzo. También los preavisos de huelga para la “jornadas de acción y movilización” del 28 de marzo y del 4 de abril, fueron depositados por las direcciones sindicales en el último minuto y en la más completa confusión. Los sindicatos hicieron todo lo posible por evitar la realización de asambleas generales soberanas en las fábricas, justificándolo con el argumento de que los asalariados no tienen «los mismos métodos de lucha que los estudiantes» (declaraciones de Bernard Thibault, en el programa de RTL: “Le grand jury” – “el gran jurado”-, del 26 de marzo). En cuanto a su amenaza de desencadenar un “huelga general prorrogable”, al final del movimiento, le pareció a un gran número de trabajadores como la fanfarronada de un cantamañanas.

Sólo en el sector de los transportes se empeñaron los sindicatos en llamar a los trabajadores a la huelga en las jornadas de lucha del 28 de marzo y del 4 de abril. Pero esos llamamientos tenían más bien la intención de sabotear el movimiento de solidaridad de toda la clase obrera contra el CPE. En efecto, el bloqueo total de los transportes es una maniobra clásica de los sindicatos (y en especial de la CGT) para hacer impopular la huelga y enfrentar unos trabajadores con otros. Precisamente el escaso seguimiento que tuvieron esos llamamientos sindicales a bloquear el transporte es lo que permitió que gran número de trabajadores acudiese a las manifestaciones. Es igualmente revelador de la pérdida de credibilidad de los sindicatos dentro de las empresas, el hecho de que en las manifestaciones un número muy alto de asalariados se reagrupasen en las aceras, lo más lejos posible de las pancartas sindicales.

El hecho de que trabajadores del sector privado (por ejemplo los de la SNECMA y los de Citroën en la región de París) comenzaran a movilizarse en solidaridad con los estudiantes, forzando a los sindicatos “a sumarse” para no perder el control, persuadió definitivamente a la propia patronal de que debía presionar al gobierno para que éste diese marcha atrás, antes de que en empresas importantes del sector privado empezasen a estallar huelgas espontáneas.

Para evitar que los sindicatos no quedasen completamente desacreditados y desbordados por un movimiento incontrolable de los asalariados, a la burguesía francesa no le quedaba más salida que echarles una mano retirando el CPE lo más rápidamente posible tras la manifestación del 4 de abril. Los analistas más inteligentes de la burguesía empezaban a comprobar la veracidad de las negras previsiones que ellos mismos habían anunciado a principios de Marzo: «Hay polvorines por todas partes» (declaraciones en la TV, el 4 de Marzo, de Nicolas Domenach).

En este sentido las declaraciones de Monsieur Villepin ante sus cofrades de la Asamblea Nacional tras las “jornada de acción”, contienen algo de verdad, cuando dijo que su principal preocupación no era la defensa de su orgullo personal, sino el  «interés general» (es decir, el del capital nacional).

Frente a esta situación los sectores menos estúpidos de la clase dominante hicieron saltar las alarmas y promovieron una “salida rápida” de la crisis, tras de que en la jornada de lucha del 4 de abril, varios millones de manifestantes (muchos del sector privado) salieron a la calle.

Pero esta conmovedora demostración de “solidaridad” del Estado capitalista con sus sindicatos, no evita que estos se hayan dejado muchos pelos en la gatera para poder mistificar a la clase obrera con sus discursos “radicales”. Por eso, para poder controlar el terreno social, la burguesía ha vuelto a recurrir al final del movimiento, a la consabida “división sindical” – o sea al reparto de papeles -  entre las viejas centrales sindicales (CGT, CFDT, FO, CGT, UNEF) y por los sindicatos “radicales” SUD y la CNT.

Y respecto a la “Coordinadora Nacional” de los estudiantes, también hemos visto con claridad en el final del movimiento, que su objetivo primordial era el de agotar y desmoralizar a los estudiantes, e incluso a ridiculizarlos ante las cámaras de la TV. Así por ejemplo, el fin de semana del 8-9 de Abril en Lyon, delegados de universidades de toda Francia se han pasado, ¡dos días!, votando….¡sobre lo que había o no que votar!.

 

La contribución de los izquierdistas a la “estrategia del pudrimiento”

 

Ante el descrédito creciente de los sindicatos, tuvo que llamarse a escena a esos “meritorios” del espectáculo de esta comedia francesa: los “colegas” y las “colegas” de Arlette Laguiller que estrenaron un fingido tono incordiante en la manifestación del 11 de Abril, cuando en la del 18 de Marzo, los militantes de “Lutte Ouvriére” se dedicaban a inflar globitos en las aceras y a empapelar con pegatinas “LO” a quien se acercaba a ellos.

El 11 de Abril, cuando el día anterior ya se había retirado el CPE y el gobierno y sus “aliados sociales” negociaban una salida “honorable” a la crisis, LO adoptó la más radical de sus poses para lo que, en realidad, era una manifestación-entierro de la lucha. Para ella se había convocado a los estudiantes dispuestos a ir más lejos, para que salieran a la calle a “radicalizar” el movimiento, tras las banderas rojas de LO junto al paño azul y blanco de SUD y el textil rojinegro de la CNT. Muy multicolor. De hecho ese día toda la diversidad de la fauna izquierdista y anarcoide se habían citado para recorrer juntos las calles las calles, coreando juntos la misma consigna: “¡Retirada del CPE, del CNE y de la ley de “igualdad de oportunidades”! e incluso: “¡Villepin, dimisión!”.

Los obreros más experimentados conocen bien el objetivo de tamaña algarabía. Se trata de engañar a los estudiantes en búsqueda de una perspectiva política, disimulando con radicalismos de fachada el carácter profundamente capitalista de su política. Otro tanto sucede con el “sindicalismo de base” o “radical” que se disfraza de “revolucionario” (cuando en realidad son reputados saboteadores de la lucha) para tratar de rematar la “estrategia del   pudrimiento” de la lucha. A estos izquierdistas y anarcos más excitados les hemos visto, en Rennes, Nantes, Aix y en Toulouse, empujar a los estudiantes más radicalizados a que se enfrentasen, grupo por grupo, a sus camaradas que comenzaban a votar a favor del levantamiento del bloqueo en las facultades. Sacar a la palestra al sindicalismo “de base” o “radical”, es una pura maniobra bien organizada por ciertas fracciones del Estado, encaminada a llevar a los estudiantes y los trabajadores más combativos a encadenarse a la ideología reformista.

El terreno de la reflexión tropieza hoy con el encuadramiento que ejercen estos saboteadores profesionales de LO, de SUD (nacido de una escisión de la CFDT en el sector de correos en 1988) y sobre todo por la LCR que siempre ha considerado las universidades como “su coto de caza” y que no ha dejado nunca de avalar a los sindicatos llamando a los estudiantes a que “presionaran” a las direcciones sindicales para que éstas convocaran a los trabajadores a las luchas. Todas estas fracciones “radicales” del aparato de encuadramiento de la clase obrera no han cejado en su empeño de “colgarse” del movimiento estudiantil para desnaturalizarlo o recuperarlo, desviándolo hacia el terreno electoral, el circo actual de los “candidatables”, es decir la defensa de la “legalidad” y de la “democracia” burguesa.

Por otro lado, precisamente por que el CPE simboliza claramente el fracaso histórico del modo de producción capitalista, toda la izquierda “radical” (rosa caramelo, rojo y verde) se camufla ahora detrás de ese escaparate camaleónico que es ATTAC, para hacernos creer que puede edificarse ese “otro mundo mejor” en el seno de un sistema basado en las aberrantes leyes del capitalismo: la explotación y la búsqueda de beneficios.

Cuando los trabajadores han comenzado a manifestar su solidaridad con los estudiantes se ha visto como los sindicatos, los partidos de izquierda y a los izquierdistas de todo pelaje, trataban de ocupar todo el terreno para intentar arrastrar a los estudiantes al regazo de la ideología interclasista de la pequeña burguesía bienpensante. El gran hipermercado reformista ha sido abierto en los foros de discusión, para que cada uno pudiera elegir entre las diferentes mercancías fraudulentas de una variada oferta que va desde José Bové a Chávez (coronel, presidente de Venezuela e ídolo especialmente de la LCR), pasando por Bernard Kouchner y otros “médicos sin fronteras” que regresan regularmente para chantajear y culpabilizar a los proletarios haciéndoles creer que si fueran menos egoístas y aportaran más ayuda “humanitaria”,… ¡podrían resolverse las hambres y las epidemias en África!.

Y a los trabajadores asalariados que se movilizaron contra la CPE, ahora les llaman a que confíen en los sindicatos que son quienes detentan el monopolio de la huelga (y sobre todo de la negociación secreta con el gobierno, la patronal y el ministerio del Interior).

 

Tras la retirada del CPE ¿Cuáles son las perspectivas?

 

En las asambleas celebradas a la vuelta de vacaciones, los estudiantes han demostrado tener una gran madurez votando mayoritariamente por el levantamiento del bloqueo y el reinicio del curso y manifestando su voluntad de mantenerse unidos para continuar reflexionando sobre el formidable movimiento de solidaridad que han vivido. Es cierto que muchos de los que querían mantener el bloqueo de las universidades están frustrados porque el gobierno no ha dado más que un pequeño paso atrás, reformulado solamente un artículo de su ley de “igualdad de oportunidades”.  Pero el principal éxito de la lucha se sitúa en el plano político puesto que los estudiantes han logrado llevar a los trabajadores a un amplio movimiento de solidaridad entre todas las generaciones.

También es verdad que numerosos estudiantes, favorables a la continuación del bloqueo, tienen nostalgia de la movilización en la que “estábamos todos juntos, unidos y solidarios en la acción”. Pero la unidad y la solidaridad en la lucha pueden construirse también en la reflexión colectiva ya que en todas las universidades y en las empresas se han establecido lazos de unión entre los estudiantes, entre los trabajadores. Los estudiantes y los trabajadores más conscientes saben muy bien que “si nos quedamos solos, mañana se nos comerán crudos”, y eso sea cual sea el color del futuro gobierno. ¿No fue acaso el ministro “socialista” Allègre, el primero que habló de la necesidad de adelgazar el mastodonte de la Educación Nacional?.

Precisamente por esto, los estudiantes y toda la clase obrera, deben entender la necesidad de sacar un balance del combate que acaban de librar contra el CPE, sobre todo sobre las siguientes cuestiones: ¿Dónde ha residido la fuerza del movimiento? ¿Cuáles ha sido las trampas que debíamos evitar? ¿Por qué los sindicatos han frenado el movimiento y cómo han conseguido recuperarlo? ¿Qué papel ha jugado la Coordinadora?

Para llevar a cabo esa reflexión y preparar los futuros combates, los estudiantes y los trabajadores deben reagruparse para reflexionar colectivamente, rechazando cualquier intento de dejarse arrastrar por quienes quieren aprovecharse de su lucha para instalarse en el palacio Matignon o en el Elíseo el año 2007 (o simplemente apuntarse un éxito en esas elecciones). No deben olvidar que aquellos que hoy se presentan como sus defensores, intentaron antes sabotear la solidaridad de la clase obrera, “arreglando” a sus espaldas la famosa “estrategia de pudrimiento” mediante la violencia (¿No fue acaso la Intersindical quien condujo repetidas veces a los manifestantes a la Sorbona permitiendo así a las bandas de “provocadores” manipulados atacar a los estudiantes?).

El movimiento anti-CPE ha puesto de manifiesto la necesidad de politización de las jóvenes generaciones de la clase obrera para hacer frente al cinismo de la burguesía y su ley sobre la “igualdad de oportunidades”. No hay que estudiarse El Capital de Karl Marx para darse cuenta de que la “igualdad”, en la sociedad capitalista, es un engañabobos. Hace falta estar completamente atontado para creerse ni por un solo instante que los hijos de los obreros en paro que viven en los barrios marginales pueden seguir estudios superiores en la ENA o en la Facultad de Ciencias Políticas. En cuanto a la “igualdad de oportunidades” la clase obrera sabe de sobra que sólo existe en la lotería y en  las quinielas. Por eso esta canallesca es una  tremenda “cornada” de la clase dominante, y no podía ser percibida por la juventud más que como una provocación pura y dura del gobierno.

La dinámica de politización de las nuevas generaciones proletarias no podrá desarrollarse plenamente sin una visión más global, histórica e internacional de los ataques de la burguesía. Para poder acabar con el capitalismo, para construir una nueva sociedad las nuevas generaciones de la clase obrera deberán enfrentarse necesariamente a todas las trampas que los perros guardianes del capital, tanto en la universidad como en las empresas, les ponen constantemente para sabotear su toma de conciencia sobre la quiebra del capitalismo.

Ha llegado el momento de cerrar el catálogo de movilizaciones-trampa de sindicatos, izquierdistas y anarcos, para reabrir los “buzones de ideas” en los que la clase obrera pueda reflexionar y discutir colectivamente sobre el futuro que el capitalismo puede ofrecer a las nuevas generaciones. Únicamente esta reflexión permitirá a las nuevas generaciones retomar mañana, el camino de la lucha con más fuerza y más unidos, frente a los incesante ataques de la burguesía.

Corriente Comunista Internacional.

(23 abril 2006)

Geografía: 

  • Francia [5]

Noticias y actualidad: 

  • Lucha de clases [4]

Tregua de ETA: para eliminar el terror, la clase obrera debe erradicar el capitalismo

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Cuando el pasado 22 de Marzo, ETA anunció un “alto el fuego permanente”, se desató una abrumadora campaña propagandística de intoxicación, en la que participaron desde los sindicatos ¡hasta los equipos de fútbol!, y especialmente los medios de comunicación que realizaron un espectacular despliegue (ahí está el Estado capitalista para sufragar los gastos) de “especiales informativos”, “dossier” escritos, programas monográficos en radios y TV, etc., todo ello para transmitir a la población que «se abre una puerta a la esperanza» de «una sociedad sin violencia», de «una convivencia pacífica». En definitiva que se abre una oportunidad para la paz[1]. Pero la historia demuestra que,…

 

La paz es imposible en el capitalismo

 

La burguesía es la clase más cínica de la Historia. Si, en su etapa revolucionaria, sus pensadores fueron capaces de desmontar el mito del “mandato divino” como explicación de la organización social, lo hicieron para reemplazar el viejo sistema de explotación por el suyo propio al que justifican con otras tantas patrañas, aún más hipócritas: ¿la explotación?... “se trata en realidad de un favor de los patronos a los obreros para crear riqueza y que estos puedan ganarse la vida”; ¿la guerra?... “una cruzada de la civilización contra la barbarie, y poco importa que cada uno de los bandos se atribuya a si mismo el papel de ‘civilización’”; ¿la destrucción del planeta?... “es el resultado del carácter depredador de la especie humana y de su irrefrenable consumismo”; ¿el hambre, las epidemias,…?... “fruto del egoísmo y la insolidaridad del hombre”, etc., etc. Como se ve toda una serie de cortinas de humo para ocultar a la población en general, y en particular a la única clase que puede poner en cuestión el vigente orden social – el proletariado –, que la causa de verdadera de la miseria, las masacres, la devastación de la naturaleza, es el orden social capitalista.

Este cinismo alcanza cotas verdaderamente repugnantes cuando se habla de la paz. Todos los gobernantes capitalistas se llenan la boca de “paz”, de “propuestas para la paz”, de “masacres para acabar consiguiendo la paz”,… Pero la realidad es que el capitalismo que, como decía Marx, «nació en la sangre y en el lodo», ha elevado la violencia a su potencia más elevada, el  terror[2], haciendo de éste, en sus distintas variantes (la intimidación y el chantaje, la represión y la guerra), su auténtico modo de vida. El capitalismo no puede acabar con el terror, porque ambos son sinónimos, porque éste es la base misma de la dominación de los intereses del capital contra el interés del género humano.

Por la amenaza de morirte de una condena a muerte por hambre el capital consigue sus esclavos asalariados. Coaccionándonos con la pérdida de ese medio de subsistencia que es el alienante trabajo asalariado, los explotadores nos hacen tragar las peores canalladas y humillaciones. La brutal dictadura de sus leyes económicas del beneficio hacen que cuando ese trabajo no sirva para acumular capital, los obreros se vean arrojados al «desierto del desempleo» como nos escribía hace poco el familiar de un despedido de SEAT, y como nos lo podrían decir los de ONO, RTVE,... ¿De qué respeto a la vida pueden hablar la Patronal, el Gobierno “socialista” y los Sindicatos cuando imponen el abaratamiento del despido y la precariedad, la subcontratación (y su criminal consecuencia de miles de accidentes laborales)?

Y cuando el proletariado se lanza a defender sus condiciones de vida contra los dictados de los capitalistas, la respuesta de estos que se llenan la boca de “convivencia pacífica”, es enviar a su violencia legalizada, y brear a palos a los trabajadores como hemos visto hace poco en Francia o en Vigo, con el objetivo de intimidar para que abandonen la lucha, y para que otros trabajadores no se sumen a ella.

El terror no es un instrumento particular de tal o cual fracción del capital. Es la esencia del sistema mismo. Por ello no se aplica únicamente contra los explotados. Es también el “modus operandi” entre las diferentes fracciones de la clase explotadora. A diferencia de los explotados - los productores sociales de la mayoría de las riquezas -, que compartimos un interés común; los explotadores, - es decir los que se apropian de esas riquezas -, tienen intereses contradictorios entre ellos mismos, que se solventan por la intimidación, la fuerza, y, llegado el caso, la matanza. Baste ver las dos guerras imperialistas mundiales o los conflictos que han proliferado desde el final de la IIª Guerra Mundial, y sobre todo en la etapa actual de caos imperialista tras el hundimiento del bloque del Este (una etapa que la burguesía predijo que sería de “paz”), para ver como la guerra y la barbarie no cesan de extenderse por todo el planeta, anunciando que, si la clase obrera no derriba antes al capitalismo, este terminará con la humanidad, en un escenario de guerras, atentados, degradación del planeta,… ¿Dónde está “la esperanza de paz”?

 

La amenaza de atentados terroristas no desaparece sino que se acrecienta

 

Ahora nos dicen que esa esperanza se cifra en que ETA podría abandonar los atentados. No vamos a discutir aquí si eso puede o no ser viable. Pero aunque el terrorismo etarra (que los trabajadores hemos sufrido en carne propia: Hipercor, trabajadores de la Marina en Vallecas) desapareciera, eso no significaría ni el fin de la violencia en general, por lo que antes hemos explicado, ni siquiera un respiro en cuanto a la amenaza de nuevos y más brutales atentados. El tipo de terrorismo sufrido por  la población de los países más desarrollados desde los años 60 hasta el final del siglo, se ha ido agotando como puede verse con el fin de los atentados del IRA, y ahora el “alto el fuego” de ETA. Pero a esa manifestación del terror capitalista[3], le sucede un nuevo terrorismo aún más brutal y sanguinario que se va extendiendo desde el Tercer Mundo (es el día a día que sufre la población iraquí en estos momentos) hasta las principales metrópolis capitalistas: 11-S en Nueva York, 11-M en Madrid, o el 7-J del pasado año contra los trabajadores ingleses, a los que también se les había dicho que el final del terrorismo del IRA les abría las puertas para vivir en paz.

Si fuese cierto el cese de la actividad terrorista de ETA, estaríamos hablando en todo caso del fin de una banda muy debilitada desde los años 90, que está más o menos bajo control (a distancia o desde dentro, eso quizás lo sepamos algún día) por los propios servicios de inteligencia del Estado español, que desde hace más de dos años no comete atentados con víctimas, y que desde pocos meses después del triunfo electoral del PSOE, mantiene discretas negociaciones con este partido. En cambio, el terrorismo que “viene” está más fuera de todo control y supone, como decíamos, un paso más en la espiral de irracionalidad y de brutalidad sanguinaria de la violencia capitalista. Engendrado esencialmente por la guerra imperialista, al igual que ésta va saltando progresivamente los mecanismos de contención con que la propia burguesía trató “reglar” sus conflictos. Si el terrorismo de finales del siglo pasado se basaba en organizaciones de carácter político, y por lo tanto atentas a obtener rentabilidad política de sus atentados, lo que hasta cierto punto les hacía previsibles, el terrorismo de este siglo XXI, de esta etapa final de descomposición del capitalismo,  obedece en muchos casos al dictado de “señores de la guerra” totalmente fuera de control, y su “justificación” es cada vez más irracional (fundamentalmente religiosa). ¿Dónde está, entonces, ese fin del terrorismo que nos anuncian?

 

El trasunto político de la tregua de ETA

 

Al Gobierno Zapatero le interesa presentar la declaración de “alto el fuego” de ETA como una demostración de que el “talante”, el “diálogo”, la “búsqueda de la concordia” pueden servir para eliminar los conflictos. Eso también es pura propaganda. Precisamente lo que hay detrás de la mencionada tregua es una puñalada trapera del PSOE al PNV, para impedir que éste aprovechara la anunciada “tregua” de ETA (hacía meses que los dirigentes más políticos de la banda la venían reclamando, y que los medios de comunicación de la burguesía española lo venían anticipando),  para formar un nuevo frente de Lizarra (como el que se constituyó tras la tregua etarra de 1999), con el que reforzar aún más su sobrepuja soberanista. Desde hace años, la propia burguesía española es consciente que el principal peligro para la cohesión territorial no es ETA, sino el sector de la burguesía vasca nucleado en torno al PNV, y ha sido a este sector contra el que han dirigido sus principales actuaciones: desde el Pacto Antiterrorista (que esencialmente trataba de hacer que el Gobierno Vasco se encargará de aplicar la legislación española contra Batasuna), hasta la componenda de dejar presentarse a un sucedáneo de Batasuna (el fantasmagórico Partido Comunista de las Tierras Vascas) a las elecciones autonómicas del año pasado para impedir que el tripartito gobernante en el País Vasco (PNV, EA, IU) refrendase electoralmente el Plan Ibarretxe.

En este juego de pillos que es la vida política de la democracia española, lo que prima sobre todo es el engaño, la añagaza, la trampa y la maniobra, para tratar de hacer frente a las tendencias centrífugas que la descomposición capitalista acentúa en todas las burguesías del mundo, y sobre todo en aquellas que arrastran problemas de mala cohesión nacional como es el caso de España. Lo que sucede es que, puesto que la burguesía es hoy incapaz de hacer frente de manera efectiva a esas tendencias dislocadoras dada su incapacidad de ofrecer una perspectiva a la sociedad, sus maniobras y sus trampas deben ser cada vez más arriesgadas. Si la apuesta inmovilista de Aznar (y también de una buena parte del PSOE) entrañaba ya el riesgo de reforzar el soberanismo en el PNV, como así sucedió, la apuesta de Zapatero de poner en juego a Batasuna para atenazar al PNV, supone igualmente una huída hacia delante. Su esperanza de éxito reside precisamente en la “responsabilidad” de Batasuna, y en que esta desoiga los cantos de sirena que le va a lanzar un PNV, probablemente aún más radicalizado en sus pretensiones, para forzar al PSOE a desenmascararse, por ejemplo en la pretendida Mesa de Partidos que debe negociar el “nuevo marco político” para el País Vasco, tras “el final de la violencia”.

La monumental chapuza en que ha acabado todo el politiqueo en torno al nuevo Estatuto de autonomía en Cataluña, es una demostración palpable de como las “mentiras arriesgadas” de Zapatero pueden hacer que les “salga el tiro por la culata”. Concebido inicialmente como un medio de limitar las tendencias soberanistas del PNV ofreciendo el cuadro de máximos que estaba dispuesto a ceder el Estado español, el nuevo “Estatut” ha tenido que ser finalmente pactado con la oposición al gobierno de la Generalitat de Cataluña (en este caso Convergencia y Unión), mediante, esencialmente, una generosa entrega de recursos fiscales[4]. Semejante esperpento no sólo no ha ayudado a calmar las ansias de “mayor autogobierno” de sectores nacionalistas más radicales como Esquerra Republicana de Catalunya sino que en realidad las alienta y les fortalece, al mismo tiempo que desacredita a partidos responsables como el propio PSOE e incluso Izquierda Unida, que quedan, tanto frente a “españolistas” como frente a “nacionalistas”, como un manojo de contradicciones, querellas internas, incoherencias y ridículos.

 

El mundo que anuncia el proletariado es un mundo sin patrias ni fronteras, sin clases y sin guerras

 

La clase explotadora no puede ofrecer otra cosa que ese avispero de querellas y conflictos, y no tiene otra forma de enfrentarlos que el chantaje, la violencia y el terror. El proletariado no puede caer en la trampa de secundar a una u otra fracción de la clase explotadora - a los centralistas contra los nacionalistas, a los vascos o a los catalanes contra los españoles -, porque todas ellas son hijas - putativas - del mundo de miseria, terror y barbarie que representa el capitalismo.

Para eliminar el terror, la clase obrera debe erradicar el capitalismo que lo fundamenta. Para eliminar las guerras debe abolir las naciones. Para edificar una verdadera sociedad humana debe acabar con la división de la sociedad en clases. No hay otro camino. Cualquier ilusión, incluso bienintencionada, en conseguir la paz o la verdadera armonía de los seres humanos en esta sociedad, es una criminal falsedad.

 

Etsoem. 14/05/2006.


[1] En lo sustancial de esa campaña han participado tanto los partidos politicos, sindicatos y medios de comunicación que dan credibilidad al mensaje etarra como los que creen que le están tomando el pelo a Zapatero y que ETA volverá a las armas como sucedió en 2001. Estos últimos también nos quieren hacer creer que la paz es posible, aunque la vía que defiendan sea la del hostigamiento a quien no se rinda ante la “rojigualda” que propugnaba el anterior presidente del Gobierno. 

[2] Ver en nuestra Revista Internacional nº 15: “Resolución sobre el Terror, el Terrorismo y la Violencia de Clase.

[3] Hemos demostrado la naturaleza capitalista de ese terrorismo de ETA en numerosos artículos (ver p. ej. nuestro  suplemento “La alternativa no es democracia o terrorismo, sino comunismo o barbarie”, que editamos en 1997), no sólo por su programa político, que por muy socialista que se diga aspira a construir un nuevo Estado, sino por su forma de actuación terrorista, es decir típicamente capitalista: tomar a la población de rehén en sus conflictos con otra fracción burguesa, en este caso el Estado español.

[4] Tal botín ha suscitado lógicamente el interés de otras autonomías, que en sus reformas de sus Estatutos, no quieren ser menos que Cataluña, aunque para eso tengan que descubrir, como en el caso de Andalucía, que ellos también son una nación.

Situación nacional: 

  • Conflictos nacionalistas [6]

El profesor Amorós «da clase»: La primavera francesa explicada por ideologías otoñales

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Un cadáver con muchas ganas de vivir

En “La primavera francesa explicada para ibéricos”, Miquel Amorós da su explicación del movimiento vivido en marzo-abril 2006 en las tierras galas. Como es habitual en sus textos, comienza proclamando la muerte, por los siglos de los siglos, de la clase obrera: «Los trabajadores hace mucho que dejaron de existir como clase, como sujeto activo, aunque no como esclavos (…) No existe entre ellos el sentimiento de unidad o de fraternidad, ni la conciencia de pertenecer a una comunidad de explotados. Están desunidos, desarmados y sin perspectiva común de lucha (…) El proletariado no tiene forma de proletariado. El capitalismo ha evolucionado hasta volver esta situación irreversible. Ha deslocalizado no sólo la industria, sino la misma clase obrera».

No resulta nada original este entierro ritual de la clase obrera. Muchos lo han intentado desde los años 50. Primero fueron los ideólogos de la Escuela de Frankfurt, después en los años 60, un tal Marcuse tuvo un éxito efímero predicando esa doctrina. Después, en los años 90, il Signore Negri hizo de tal cantinela su imagen de marca. Cada vez que la clase obrera pasa por dificultades aparecen como hongos los intelectuales que la dan por muerta y enterrada[1]. No obstante, quisiéramos dedicar unos pocos párrafos a una de sus frases, la que proclama que «no existe entre ellos (los obreros) el sentimiento de unidad o de fraternidad, ni la conciencia de pertenecer a una comunidad de explotados».

El propio movimiento de Francia es desmentido rotundo a tales afirmaciones. Los estudiantes, en su inmensa mayoría futuros precarios o parados, se han concebido como pertenecientes a “una comunidad de explotados” y lo primero que han buscado ha sido dirigirse al conjunto de la clase obrera (a quien llamaban “los asalariados”). En ésta se ha desarrollado un sentimiento de solidaridad que se ha expresado en la asistencia cada vez más masiva a las manifestaciones convocadas por los estudiantes y, tras la jornada de 4 de abril, con el comienzo de huelgas espontáneas de apoyo (Snecma, Citroen). Han sido precisamente estos hechos los que han  forzado a la burguesía francesa a retirar precipitadamente el CPE para evitar lo que todos temían: un nuevo Mayo 68, es decir, la repetición de la huelga masiva durante casi 2 meses de más de 9 millones de obreros como aconteció entonces.

Pero esos intentos de solidaridad no son una “excepción francesa”. En realidad,  la Primavera gala no es una tempestad en un cielo azul, sino que forma parte del proceso de desarrollo de una oleada internacional de luchas de la clase obrera. Le han precedido una serie de luchas: Alemania octubre 2004: ante un plan de despidos que afecta a diferentes factorías de la empresa OPEL en Alemania, los obreros de la fábrica de Bremen –los únicos no afectados por despidos y supuestos beneficiados de la “reestructuración”- se ponen en huelga en solidaridad con sus compañeros. Argentina agosto de 2005: en el Sur se producen huelgas y manifestaciones masivas en solidaridad con los obreros del petróleo y, del mismo modo, con la lucha de los trabajadores del hospital Garrahan de la capital. España diciembre 2005: toda la plantilla de SEAT para espontáneamente el 23 de diciembre en lucha contra los 660 despidos en contra de los sindicatos[2]. Estados Unidos, diciembre 2005, los trabajadores del metro de Nueva York se declaran en huelga por la preservación de las pensiones no sólo para ellos sino para los futuros trabajadores que vayan a ser contratados. Gran Bretaña, febrero 2006: los obreros del correo de Belfast en Irlanda del Norte luchan juntos, católicos y protestantes, y llevan sus manifestaciones tanto a la principal calle del barrio católico como a la principal del barrio protestante. En ese mismo momento, en la Central Eléctrica de Cottam, este de Inglaterra, los obreros emigrados húngaros que luchan por aumento de sueldo –cobran la mitad que sus compañeros ingleses- reciben la solidaridad activa de estos últimos.

Pero, al mismo tiempo que se producía el movimiento en Francia un buen número de luchas tenían lugar en otros países[3]: Suiza marzo 2006: huelga en Swissmetal contra 120 despidos que despierta una fuerte solidaridad de trabajadores no afectados. Gran Bretaña, 28-03-06: millón y medio de trabajadores van a la huelga contra el recorte de las pensiones. Estados Unidos, desde mediados de abril: numerosas manifestaciones de trabajadores emigrantes contra la nueva Ley que impulsa el Estado americano, en las que no están solos, se les unen trabajadores blancos, negros, amarillos…Vietnam, abril 2006: huelga de 40000 obreras y obreros del ramo textil; Irak, abril 2006: en Kirkuk (norte) miles de trabajadores junto con sus familias realizan una manifestación contra la carestía de la vida; Irán, abril 2006: fuerte oleada de huelgas en diferentes sectores: conductores de autobús, trabajadores textiles, mineros y obreros de una factoría de automóviles[4].

Se trata todavía de ejemplos modestos, de luchas aún limitadas, pero que manifiestan claramente dinámicas de solidaridad, de unidad, de búsqueda de su identidad de clase, que tienen que abrirse un difícil camino en medio de una fuerte presión de la ideología que destila por todos sus poros la sociedad burguesa –individualismo, “cada uno a la suya”- y de la labor de sabotaje de todos los organismos del Estado burgués (Gobierno, Oposición, Patronal, Sindicatos). Para comprenderlas y contribuir a su desarrollo se requiere desprenderse de ideologías otoñales que, como las que defiende Miquel Amorós, se emperran dogmáticamente en liquidar a la clase obrera diciendo por ejemplo que « el trabajo tiene poco que ver con la producción, por eso los lugares de trabajo han dejado de ser los espacios privilegiados del combate social»[5]. Para sorpresa de escépticos el cadáver tantas veces enterrado tiene muchas ganas de vivir.

Francia no es diferente

El movimiento de Francia no se podía ocultar dada su gran amplitud. Por eso, los llamados “medios de comunicación” han informado con profusión de lo que allí pasaba pero, como corresponde a los métodos democráticos de manipulación, lo han presentado como un movimiento sindical salpicado de acciones violentas de estudiantes “radicales” y, sobre todo, han insistido hasta la náusea en que “Francia es diferente”, que lo que allí pasaba no puede repetirse ni por asomo en ningún otro país. A los alemanes les dicen que “la juventud jamás protagonizará una lucha como la francesa”; a los ingleses les proclaman que “Gran Bretaña es una tierra de oportunidades para los jóvenes de todos los continentes y que éstos están muy contentos”; en España, nos hemos hartado de oír el tópico machacón de  “en Francia hay movilización en España hay botellón”[6], que Amorós también repite por su cuenta.

¿Por qué tan masivo interés en repetir que “Francia is different”? Es fácil comprenderlo: la burguesía quiere establecer un nuevo Muro de Berlín alrededor de la juventud obrera francesa pues trata de impedir que sus hermanos de los demás países sigan su “mal ejemplo”. Y este cordón sanitario es tanto más necesario por cuanto, como hemos visto antes, la combatividad y el esfuerzo de toma de conciencia también maduran en los demás países.

Miquel Amorós sigue la misma tónica buscando todo tipo de particularidades franco-francesas.«Para comprender la revuelta de marzo y abril hay que prestar atención a las condiciones especiales francesas, principalmente a dos, el estatismo y la frustración juvenil», proclama de entrada, para desarrollar a continuación que Francia, no solo se caracteriza por el croissant, el foie-gras y los quesos malolientes sino que también tendría como singularidad que «la burocracia administrativa tiene un peso y una tradición mucho mayores en Francia que en ninguna otra parte, por lo que la desregulación del mercado del trabajo ha debido realizarse a través del Estado», «En Francia, en cambio, el desmantelamiento del estado de bienestar tropezó con los intereses de la burocracia administrativa y sindical. De ahí la resistencia a la reforma del sistema de pensiones, el excesivo déficit presupuestario y la salida de tono del No a la constitución europea, reacciones ante una modernización de la economía demasiado rápida».

Estas “explicaciones para ibéricos” no son más que una repetición, aderezada con frases “radicales”, de la “tesis” que nos han repetidos hasta la náusea “expertos” y tertulianos para “explicar” el movimiento francés: los franceses, demasiado apegados a las ubres del Estado se resistirían a la “modernización globalizadora”. ¡Sin embargo, esa es la misma “explicación” que se expone aquí en España cuando el Gobierno de Zapatero lanzó los despidos contra los trabajadores de Astilleros (“serían privilegiados que viven de las subvenciones estatales”) o cuando el ministro Sevilla quiere reducir el salario de los funcionarios pretextando que son unos mantas que se escaquean del trabajo y viven de los fondos públicos! ¡Y es la misma “explicación” que han lanzado los medios de “comunicación” contra los trabajadores del sector público en lucha recientemente en Alemania! ¡Y es la misma cantinela que han propagado en Gran Bretaña cuando Mister Blair ha intentado lanzar el hachazo a las pensiones!

Frente a estos tópicos estúpidos debemos aclarar que el famoso “Estado del Bienestar” no es ningún “privilegio” que crearía unos trabajadores con conducta de “estómagos agradecidos” al Papá Estado. El “Estado del Bienestar” no es un regalo sino una parte del salario que en lugar de entregarse en metálico se proporciona mediante un conjunto de prestaciones sanitarias, educacionales etc., así como de subsidios de desempleo, pensiones etc. Esta porción del salario está siendo reducida, en todos los países, mediante una política de recortes sistemáticos que lleva a los trabajadores a un nivel de indigencia[7].

La ficción estatal, sindical y mediática nos habla de una lucha de los “conservadores apalancados en los privilegios estatales” contra la “modernización liberal”. La realidad es muy diferente: consiste en un combate creciente de la clase obrera contra el ataque en todos los planos a sus condiciones de existencia de un capitalismo agonizante.

La otra “gran diferencia” que apostilla Miquel Amorós sería la “frustración juvenil”. Según él, «La universidad española es bastante cara, y aunque mucho menos que antes, el diploma, ayudado con doctorados y másters, marca la diferencia. En Francia el acceso a la universidad es más fácil, muchos estudiantes trabajan para pagarse los estudios, cosa rara en España, y la desvalorización de los títulos es mayor». ¡La realidad es justo la contraria: España es el país donde un diploma, aunque se adorne de masters y doctorados, menos garantiza un empleo!

Dice también que «Aunque los universitarios crean en la sociedad francesa, ésta no contempla en ellos a sus futuros cuadros como pasaba en 1968, sino a una reserva de mano de obra diplomada, provocando una sensación de abandono y una vaga conciencia de la miseria inexistente en la península»[8]. Habla también de un precio de la vivienda más económico en Francia (reconoce que excepto en París ¡donde viven un sexto de los franceses!) que en España[9]

Pero la “diferencia” más extravagante que encuentra Amorós consistiría en que «En España el paro, la precariedad laboral (un 35%, casi el triple de la francesa) y sobre todo el precio prohibitivo de la vivienda (el endeudamiento familiar se acerca al 80% del PIB) han bloqueado la proletarización de la juventud, que permanece en un estado de adolescencia prolongado, hedonista e indiferente»

¡Es indignante que se califique de “adolescentes prolongados” a jóvenes obligados a continuar en casa de sus padres forzados por la precariedad o que tengan que hacinarse en “pisos de estudiantes” durante muchos años como alquilados o realquilados!.

Según la visión mecánica aquí en España con casi un 35% de precariedad laboral “la juventud tendría que haber estallado mucho antes que la francesa”. Como no lo hace inmediatamente hay que caer en todo tipo de especulaciones “sociológicas”. Sin embargo, el camino hacia la lucha masiva y la unificación del proletariado de los diferentes países es todavía muy largo. Pero lo que es evidente –y al principio de esta respuesta hemos expuesto una serie de argumentos- es que lo que ha pasado en Francia anuncia lo que pasará, antes o después, bajo diferentes formas, en los demás países, incluida España. Lo que debemos hacer no es culpabilizar a los jóvenes en España por no haber imitado inmediatamente el ejemplo francés sino extender las lecciones, las experiencias, de sus hermanos franceses para fertilizar sus luchas futuras.

¿Qué tiene que hacer una lucha para ser aprobada como “revolucionaria”?

En el fondo, Amorós no está únicamente decepcionado con la juventud de más acá de los Pirineos, lo está también con la de más allá: « Dicho esto, los trazos de ambas se asemejan: el gusto por convertir las manifestaciones en guateques, el pacifismo patológico y el amor por los artefactos electrónicos son los mismos a un lado y al otro de los Pirineos[10] (…) La radicalización estudiantil es dudosa; casi todos se han batido por un trabajo y un estilo de vida que son la base de esta sociedad frustrante e indigna»[11].

Nuestro catedrático en “explicaciones para ibéricos” le ha propinado un rotundo suspenso al movimiento de los estudiantes en Francia aduciendo dos razones: por una parte, su “pacifismo patológico”, por otro lado, que “se haya quedado limitado a la reivindicación del CPE”.

Examinemos la primera de ellas: la cuestión de la violencia. La lucha de clase del proletariado lleva necesariamente al enfrentamiento violento con el Estado burgués, la revolución proletaria exige el derrocamiento violento del Estado burgués. De este principio elemental de la lucha de clases se saca una conclusión abusiva y falsificadora según la cual todo movimiento ha de librar choques sangrientos con la policía, asaltos a comercios y escaparates, barricadas, piquetes que imponen por la fuerza la incorporación al movimiento etc. Se establece una tautología absurda: revolucionario y radical es forzosamente igual a desórdenes y choques violentos. Hablando de la gigantesca de huelga de masas de 1905 en Rusia, Rosa Luxemburgo señala con razón que «a diferencia de la policía que entiende por revolución simplemente la batalla callejera y la pelea, es decir, el “desorden”, el socialismo científico ve en la revolución antes que nada una transformación profunda de las relaciones de clase»[12].

La mayor violencia que el proletariado puede ejercer sobre el Estado burgués es un movimiento cada vez más amplio y masivo, que se controla a sí mismo, que sabe lo que quiere y que mide cada paso que quiere dar. Esto puede parecer “pacífico” a quienes no comprenden la naturaleza de la violencia que el proletariado ha de ejercer contra el Estado burgués que se basa fundamentalmente en establecer contra él la relación de fuerzas más favorable. «Contrariamente a las clases explotadoras, la clase portadora del comunismo no lleva en sí la violencia, y aunque no podrá evitar utilizarla, nunca se identificará con ella. La violencia que deberá usar para echar abajo el capitalismo y que deberá usar con determinación, es necesariamente una violencia consciente y organizada y deberá por lo tanto estar precedida por todo un desarrollo de su conciencia y de su organización a través de las diferentes luchas contra la explotación» (ver nuestras Tesis sobre el movimiento de los estudiantes de la primavera de 2006 en Francia, ver: ccionline/2006_tesis [7] ).

Lo que Amorós ve como un “pacifismo patológico” es en realidad una prueba de la fuerza y la madurez del movimiento de los estudiantes que « se expresa en su capacidad para no caer en la trampa de la violencia que la burguesía le ha tendido en varias ocasiones, incluido el uso de “reventadores”: ocupación policíaca de la Sorbona, ratonera al final de la manifestación del 16 de marzo, cargas policiales al final de la del 18 de marzo, violencias de los “reventadores” contra los manifestantes del 23 de marzo. Aunque una pequeña minoría de estudiantes, sobre todo los influidos por ideologías anarquizantes, se dejaron llevar a enfrentamientos con la policía, la gran mayoría lo hizo todo por evitar que se pudriera el movimiento en enfrentamientos repetitivos con las fuerzas represivas » (Tesis). Por eso, «Hoy, incluso cuando se plantea la cuestión de las perspectivas generales del movimiento, y por lo tanto, la necesidad de la revolución, los estudiantes son muy conscientes de que no son los enfrentamientos con las fuerzas de policía lo que da fuerza al movimiento. De hecho, aunque quede mucho trecho antes de plantearse la revolución, y por lo tanto de reflexionar sobre el problema de la violencia de clase del proletariado en su lucha por echar abajo el capitalismo, el movimiento ha encarado implícitamente ese problema y ha sabido darle una respuesta en el sentido de la lucha y del ser mismo del proletariado».

El otro reproche que Amorós dirige al movimiento es una supuesta pusilanimidad en las reivindicaciones y en lugar de “ir hasta el final”, se habría echado para atrás una vez retirado el CPE: «Los estudiantes han vuelto a clase, que es como volver a la inconsciencia, sin preocuparse por las reivindicaciones que acompañaban al rechazo del CPE. De hecho el CNE no se ha tocado, ni tampoco el resto de la ley de oportunidades, particularmente lo concerniente al trabajo nocturno de menores. Además, quedaron unas docenas de procesados, algunos ya condenados».

Todos los críticos “radicales” de la clase obrera le hacen siempre ese reproche: la modestia de sus reivindicaciones inmediatas. Sin embargo, «Lo más importante en las luchas que lleva a cabo la clase en su terreno no estriba tanto en los objetivos contingentes que pueda proponerse en un momento dado y que quedarán superados en las etapas posteriores del movimiento, sino en su capacidad para controlar plenamente esas luchas y, por lo tanto, en los métodos con que se dota para ejercer ese control. Son esos métodos y medios de lucha la mejor garantía de la dinámica y de la capacidad de la clase para avanzar hacia el futuro» (Tesis).

Por otra parte, en las condiciones del capitalismo decadente actual no hay posibilidad para la clase obrera de establecer una especie de cadena de conquistas en el terreno económico y legal del sistema. En Francia es un esquema puramente arbitrario pensar que el movimiento tenía que seguir una serie de escalones: primero el CPE, luego haber seguido por la retirada integral de la Ley de Oportunidades y después con la retirada de otros contratos establecidos legalmente como los CDI o el CNE. Este planteamiento es totalmente reformista pues parte de la ilusión reaccionaria de que bajo el capitalismo actual cabría una mejora gradual de la condición obrera.

En contra de lo que cree Amorós, el carácter prometedor y la dinámica germinal que encierra el movimiento hacia una perspectiva revolucionaria no reside tanto en toda una serie de signos superficiales y externos (violencia en los choques con la policía, sobrepuja en las reivindicaciones) sino en su capacidad para contribuir a la afirmación del proletariado como clase, en la afirmación de su terreno autónomo, en el desarrollo de la solidaridad, la unidad y la experiencia de autoorganización: «La profundidad del movimiento de los estudiantes no se plasma en la “radicalidad” de sus objetivos ni en las discusiones. La profundidad se debe a las cuestiones fundamentales que platea implícitamente la reivindicación de la anulación del CPE: el futuro de precariedad y desempleo que el capitalismo en crisis prepara para las jóvenes generaciones, signo de su quiebra histórica» (Tesis).

El movimiento de estudiantes en Francia anuncia el futuro

Para Miquel Amorós, «la situación continuará pudriéndose desde la mayoría actual o “desde la izquierda”, hasta que la cólera de los oprimidos pase por encima del sindicalismo, de la política, de la asistencia o de la precariedad, al encuentro de su verdad y su auténtica causa».

Tiene toda la razón en la primera parte de su afirmación, la situación continuará pudriéndose. El capitalismo no puede ofrecer otro porvenir que un pudrimiento creciente de todas las relaciones sociales sin que se desgaje la más mínima salida[13].

Para Amorós la “cólera de los oprimidos” se concretaría en desarrollar no tanto el movimiento de los estudiantes de marzo de 2006 sino la revuelta de los suburbios de noviembre 2005: «A esas alturas había centenares de detenidos y se temía una chispa que incendiase nuevamente el extrarradio. Esa chispa hubiera dado una dimensión más real, con más contenido, al movimiento, y posiblemente hubiera proporcionado un sujeto al nivel de la cólera requerida por la Historia».

Sí es verdad que la revuelta de los suburbios de noviembre 2005 y el movimiento de marzo 2006 comparten «una causa común: la crisis insalvable del modo de producción capitalista, el futuro de desempleo y precariedad que ofrece a los hijos de la clase obrera», las diferencias son sin embargo abismales[14].

Francamente: ¿qué impacto puede tener sobre el Estado una violencia consistente en quemar el coche al vecino tan explotado como tú? ¿qué futuro pueden ofrecer esas acciones de violencia ciega y autodestructiva? ¿No es todo esto sino una reproducción desesperada del mundo de de destrucción de los lazos sociales, de nihilismo, que impone la propia sociedad capitalista en descomposición?

Contrariamente a lo que piensa Miquel Amorós la revuelta de los suburbios en Francia no es futuro pero los jóvenes que participaron en ellas sí que pueden tener un futuro sí se unen a la lucha de la clase obrera. Por eso, Asambleas de diferentes lugares (París Censier, Toulouse, Lyon etc.) decidieron enviar Delegaciones de estudiantes a contactos con los jóvenes de los suburbios, a plantearse unirse a la lucha, a explicarle que su combate era también el suya.

Cuando la realidad se mira con los cristales ahumados de ideologías otoñales todo aparece patas arriba: el pasado se toma como futuro y el futuro es visto como una reliquia del pasado.

Acción Proletaria – Corriente Comunista Internacional 8-5-06


[1] En Acción Proletaria nº 181, en el artículo “El timo de autonomía obrera” (reproducido en un Foro de alasbarricadas por un compañero a quien no conocemos) señalábamos: «En las Jornadas de las que estamos hablando nos encontramos con un representante de esas tesis –el Señor Amorós- perteneciente a una movida que gravita en torno a l’Encyclopédie des Nuissances (Enciclopedia de las Nocividades, EdN) cuya mayor originalidad no es la descripción de todas las catástrofes y nocividades que provoca el capitalismo (basta con encender la tele para constatarlo) sino la proclamación dogmática y obsesiva de la desaparición del proletariado y la ausencia definitiva de cualquier posible sujeto revolucionario» y añadíamos que «No vamos a responder nosotros (que somos tildados por estos “modernos” de “fósiles” y de “marxistas polvorientos”) sino que vamos a utilizar argumentos de otros elementos que sin compartir nuestras posiciones, analizan con un mínimo de seriedad y lucidez la situación actual y la posición real del proletariado» y nos basábamos en el folleto “Del situacionismo al abismo” que atacaba con claridad e ingenio esa tesis dogmática desprovista de toda base científica

[2] Miquel Amorós se empeña con un tesón digno de mejor causa en colocar en el mismo campo clase obrera y sindicatos cuando son dos entidades sociales que militan en campos enemigos. Así habla de « una espectral clase obrera representada por un sindicalismo infame». Este experto en “explicaciones para ibéricos” debería informarse de los constantes conflictos entre obreros (por ejemplo en SEAT) y sus supuestos “representantes”.

[3] Ahora mismo, en España, en mayo 2006, en Vigo los obreros de los astilleros –que tienen convenio propio- se ponen en huelga en solidaridad con los trabajadores del metal en lucha desde hace 3 días contra un convenio que refuerza la precariedad.

[4] De estos dos últimos países recogemos la información del grupo turco que defiende posiciones internacionalistas: Enternasyonalist Kömunist Sol: [email protected] [8]

[5] Por muchos “novedades” que se aleguen (deslocalización, automatización, informatización) las mercancías no se crean solas, siguen siendo fruto del  trabajo asociado de millones y millones de obreros. En segundo lugar, y esto es lo más importante, los lugares de trabajo nunca han sido espacios privilegiados del combate social. Las verdaderas luchas obreras no se encierran en el “lugar de trabajo” sino que ganan la calle, se extienden a los demás trabajadores, desarrollan asambleas abiertas etc.

[6] Ver en ccionline/2006/botellon.htm [9] el artículo “¿En Francia movilización y en España botellón?” que responde a esta cantinela.

[7] En realidad, el desmantelamiento de ese sistema de prestaciones llamado “Estado del Bienestar” debilita profundamente el funcionamiento de la economía capitalista y no constituye en manera alguna una forma de “modernizarla” como nos repiten falazmente. Pero precisamente que el capitalismo se vea obligado a privarse de un mecanismo de mantenimiento de la fuerza de trabajo es testimonio del grado de crisis y descomposición en el que se halla.

[8]La multitud de jóvenes “mileuristas” que, cargados de títulos, masters y erasmus, malviven con sueldos que no llegan a 1000 € podrían aclarar a Amorós sus dificultades para “explicar” las realidades ibéricas

[9] La carestía de la vivienda se ha generalizado en todos los países europeos. En Gran Bretaña, por ejemplo, está cada vez más extendido el fenómeno de jóvenes obreros con buenos sueldos que se ven obligados a vivir realquilados en habitaciones en las que apenas cabe una cama.

[10] El tema del “pacifismo patológico” lo trataremos después. Lo del “amor por los artefactos electrónicos” no sabemos qué puede tener de “contrarrevolucionarios”. Respecto a lo de “convertir las manifestaciones en guateques”, Amorós tendría que aclarar qué entiende por “guateque”. Nosotros por nuestra parte, nos quedamos con las manifestaciones de los estudiantes en Francia adonde el ambiente dominante era de solidaridad, fraternidad, espíritu de debate, una atmósfera de alegría y confianza muy estimulantes.

[11] Esta frasecita no va más allá de una pedantería radicaloide. Cuando los obreros, o en este caso los estudiantes –futuros obreros, se pelean contra un ataque a sus condiciones de vida (el CPE por ejemplo) están luchando contra la explotación en la perspectiva de abolirla.

[12] Huelga de masas, partido y sindicatos, página 343 edición española.

[13] Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición en rint/2001/107_descomposicion.htm [10]

[14] Ver nuestro análisis de las revueltas francesas en  ccionline/2005/debatefrancia.htm [11] y en ccionline/2005/debaterevueltas.htm [12]

Geografía: 

  • Francia [5]

Noticias y actualidad: 

  • Lucha de clases [4]

Luchas contra el CPE en Francia: El G«CI» ataca las asambleas y defiende propuestas sindicales

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En la web del GCI, en la rúbrica de «novedades», con fecha de Marzo 2006 (firmado el día 21), puede encontrarse en francés e inglés, una hoja sobre el movimiento de luchas en Francia contra el CPE[1]. En esta hoja, el GCI, que habitualmente presume de desarrollar un análisis detallado de las fuerzas sobre el terreno…. ¡En Irak, o Bolivia, etc.! no solamente no suelta prenda sobre el desarrollo de los acontecimientos, sino que MIENTE canallescamente sobre las luchas, y ATACA y DENUNCIA lo que ha sido la fuerza del movimiento: la organización en asambleas masivas. Todo ello envuelto en un lenguaje super-radical de denuncia del CPE y de los sindicatos; sin embargo, cuando se ven sus propuestas para desarrollar las luchas, no son otra cosa que la «huelga general» y las «acciones violentas para bloquear la circulación de mercancías» (o sea, los bloqueos de carreteras, vías de tren, etc.)… ¡Métodos sindicalistas donde los haya! A la dinámica de huelga de masas que ha impulsado la lucha contra el CPE, el GCI opone la dinámica sindical de lucha ¡Y aún tiene la cara dura de (faltando a la verdad) criticar a los estudiantes por «desfilar tras los sindicatos»!

 

El GCI trata de culpabilizar a los estudiantes y obreros en lucha contra el CPE

 

Para empezar, la hoja confunde deliberadamente las tentativas de la burguesía para confrontar las luchas, con las iniciativas de los combatientes, y así atribuye a los estudiantes las convocatorias sindicales, o la confianza en las promesas electorales, y hasta el haberse dejado entrampar en enfrentamientos estériles con la policía: «¿Cómo se ha reaccionado? (contra el ataque del CPE –NdR-)… Desfilando como corderos tras los que rompen nuestras luchas, negocian nuestra miseria con nuestros explotadores y nos envían de nuevo al trabajo o a la escuela : ¡LOS SINDICATOS!... Acreditando las promesas de los políticos de todo pelaje que nos revenden el milagro de la alternancia para enterrar nuestras luchas en las urnas… Dejándose entrampar en enfrentamientos estériles en los que las fuerzas del orden burgués nos están esperando y por tanto son más fuertes» (Hoja del GCI).

Este movimiento de luchas ha pillado a contrapie a la burguesía francesa. El gobierno del Sr. Villepin, no había previsto el impacto que podía tener en las nuevas generaciones de proletarios el ataque del CPE, y por tanto, no se había tomado el tiempo de prepararlo políticamente, organizando una estrategia sindical y “de izquierdas” de acompañamiento[2]. Por esta razón, las diferentes fuerzas del Estado burgués, sindicatos a la cabeza, han tenido que reaccionar sobre la marcha, lo que ha dejado un margen de maniobra a la iniciativa de los estudiantes. De esta forma, de entrada hay que decir que no son los estudiantes los que han desfilado tras los sindicatos, sino éstos los que han tenido que acudir para tratar de encabalgar y encuadrar la lucha.

Prácticamente hasta las manifestaciones del día 18, los sindicatos no consiguen hacerse presentes en el movimiento imponiendo sus convocatorias. El día 7 de Marzo en París, cuando los estudiantes de la Facultad de Censier se concentran para acudir a una manifestación masiva, la CGT[3] trata de encabezar el cortejo son sus huestes y pancartas; la reacción de los estudiantes, que no quieren permitir que el sindicato tome la cabeza de la manifestación, es adelantarse por diferentes medios para desalojarlo, tomando la dirección de la manifestación e imponiendo consignas unitarias. El día siguiente, el líder de la CGT. Bernard Thibault, declaraba en TV : «nos enfrentamos a hechos desconocidos», y diferentes periodistas de los medios burgueses “analizan” que «la CGT ha sido humillada». Así pues, no son los estudiantes los que desfilan tras los sindicatos, sino literalmente éstos últimos los que se ven obligados a desfilar tras los primeros. Aún una semana después, el día 14, la principal manifestación en París es espontánea y no sigue ninguna convocatoria sindical.

Pero no es únicamente en la convocatoria de las manifestaciones donde se ha expresado una confrontación con los sindicatos. En primer lugar, en las propias facultades, se ha desarrollado un combate por asumir el control de las asambleas y la dirección del movimiento. El sindicato estudiante, UNEF, junto a los militantes de las organizaciones izquierdistas (principalmente trotskistas), han tratado de copar el presidium de las asambleas y las comisiones que surgían de ellas; no obstante en la mayoría de facultades ha acabado imponiéndose una mesa elegida cada día, en la que los estudiantes han desalojado a los sindicalistas.

También en el combate por la extensión de la lucha se ha producido una confrontación con los sindicatos. Las asambleas de las facultades enviaron delegaciones a los polígonos obreros, pero los sindicatos de los diferentes centros de trabajo evitaron cualquier contacto directo entre estas delegaciones y los trabajadores, ocupándose ellos mismos de recibir a los estudiantes y tratar de “torearlos”. Dándose cuenta de la maniobra, al menos las asambleas de las facultades más combativas, no renunciaron a la discusión directa con los obreros y enviaron sus piquetes a las estaciones de Metro y las paradas de autobuses donde los trabajadores acuden para ir al trabajo.

Otro tanto puede decirse de la afirmación del GCI de que el movimiento de luchas confía en las promesas de los políticos y se ha canalizado por la vía electoral. De hecho, la lucha misma es ya en sí un desmentido de que haya confianza en las promesas de la burguesía, puesto que el CPE forma parte de la llamada “Ley de igualdad de oportunidades”, que la misma burguesía ha presentado ante los estudiantes como una iniciativa para “mejorar el empleo”. No ha sido votando como los jóvenes han impuesto la retirada del CPE, sino luchando. Pero además, en todo el curso del movimiento de luchas, hasta que claramente se ha impuesto la retirada del CPE, ninguna fuerza política de la burguesía ha podido abanderar el movimiento, que ha permanecido autónomo en un terreno de clase. Únicamente con la desmovilización la burguesía se plantea recuperar el terreno perdido, lanzando una campaña ideológica que intente evitar que se saquen las lecciones de que sólo la lucha autónoma paga, desplegando en su contra el terreno electoral y democrático, tratando de llevar a los jóvenes individualmente a votar a la Izquierda del capital. Y es desde luego posible que, uno a uno, muchos jóvenes se dejen arrastrar a ese terreno, y que la burguesía francesa consiga canalizar el voto una parte de ellos hacia sus tentativas de recambio de la derecha en el gobierno. Pero lo fundamental, lo que tiene un calado histórico, lo que quedará de estos combates, son las lecciones de cómo luchar, cómo organizar las asambleas y manifestaciones, cómo discutir, cómo buscar la solidaridad, etc que ha ganado la nueva generación obrera. En ese sentido, la experiencia de estas luchas es comparable de todo punto a la incorporación de una nueva generación a la lucha que significaron las luchas de Mayo 68 en Francia, o 69 en Italia, o los años 70 en España[4].

Pero lo que ya resulta el colmo del cinismo es que sea el GCI quien achaque a las luchas «haberse dejado entrampar en enfrentamientos estériles con las fuerzas del orden»; precisamente este grupo, que no cesa de deslumbrarse con “enfrentamientos estériles” en Bolivia, Argentina o Irak, en los que la clase obrera es arrastrada a movimientos interclasistas o, en el peor de los casos, a enfrentamientos imperialistas[5]. Efectivamente los medias han estado insistiendo desde principios de Marzo en la violencia de las manifestaciones y sirviendo imágenes de choques con la policía, heridos, etc. El objetivo de esta verdadera campaña ha sido tratar de desmotivar a los indecisos para que no acudieran a las manifestaciones ni a las discusiones en las facultades.

Desde el principio del movimiento, el terreno de la violencia ha sido el terreno de la burguesía. Fue la burguesía quien organizó la provocación (con elementos ajenos al movimiento que entraron en la facultad y rompieron mobiliario, libros, etc) y el asalto a la Sorbona , ha sido ella, por medio de los sindicatos (que han retirado a tiempo sus servicios de orden) la que ha organizado los enfrentamientos al final de las manifestaciones, y también ha organizado y permitido que se desencadenaran los ataques de los banlieusards[6] contra los estudiantes. Pero es falso que los estudiantes se hayan dejado llevar a este terreno. Al contrario, una de las cuestiones que mejor expresa la conciencia del movimiento, su voluntad de unificación, su madurez, y su naturaleza obrera, es cómo se ha confrontado a esta maniobra de la burguesía y cómo ha abordado la cuestión de la violencia.

La noche del 10 al 11 de Marzo, durante el asalto a la Sorbona, los estudiantes más a la vanguardia en París, a pesar de que acudieron a llevar comida y solidaridad a sus compañeros encerrados en la Sorbona, denunciaron que se estaba gestando una trampa, y por eso se dirigieron a los CRS y trataron por todos los medios de impedir la represión y en enfrentamiento estéril; cosa que consiguieron sólo en parte, hasta la actuación de los provocadores, que fue la señal para el asalto a la Sorbona.

También el movimiento ha dado una respuesta a los enfrentamientos azuzados por la policía con los banlieusards. En muchos lugares, las asambleas de las facultades enviaron delegaciones a discutir a los barrios para plantear que la lucha era igualmente por la defensa de las condiciones de vida de los habitantes de los suburbios hundidos en el desempleo masivo y la exclusión.

«…De hecho, aunque quede mucho trecho antes de plantearse la revolución, y por lo tanto de reflexionar sobre el problema de la violencia de clase del proletariado en su lucha por echar abajo el capitalismo, el movimiento ha encarado implícitamente ese problema y ha sabido darle una respuesta en el sentido de la lucha y del ser mismo del proletariado. Este está enfrentado desde el principio a la violencia extrema de la clase explotadora, a la represión cuando intenta defender sus intereses, a la guerra imperialista y a la violencia cotidiana de la explotación. Contrariamente a las clases explotadoras, la clase portadora del comunismo no lleva en sí la violencia, y aunque no podrá evitar utilizarla, nunca se identificará con ella. La violencia que deberá usar para echar abajo el capitalismo y que deberá usar con determinación, es necesariamente una violencia consciente y organizada y deberá por lo tanto estar precedida por todo un desarrollo de su conciencia y de su organización a través de las diferentes luchas contra la explotación. La movilización actual de los estudiantes, especialmente por ser capaces de organizarse y abordar de manera reflexiva los problemas que se le plantean, incluida la violencia, está, por eso mismo, más cerca de la revolución, del derrocamiento violento del orden burgués, que pudieron estarlo las barricadas de Mayo del 68.»[7]

 

El GCI ataca las asambleas generales, el pulmón del movimiento

 

Pero donde la intervención del GCI resulta más canallesca es en su ataque a las asambleas. De una manera absolutamente injustificada y sin ninguna argumentación, su hoja dice: «ROMPAMOS el democretinismo de las AG (asambleas generales, NdR) “soberanas y masivas”, escupamos a los “delegados elegidos y revocables en permanencia”».

Sin embargo, precisamente han sido las asambleas generales (AG) las que confirman la naturaleza de clase de este movimiento, su apertura al conjunto de la clase obrera, su búsqueda de la extensión, su desarrollo de la discusión y la toma de conciencia. Son las AG lo que prueba que este movimiento de luchas se inscribe en el desarrollo de la huelga de masas que conducirá a enfrentamientos decisivos entre la burguesía y el proletariado.

En las AG, que no tienen nada que ver con las parodias de asambleas que convocan los sindicatos (aunque en algunas facultades o ciudades y al principio del movimiento puntualmente pudiera ser así), el movimiento ha tomado la lucha a cargo, responsabilizándose de las decisiones y las movilizaciones que decidía y discutiendo sobre todas las cuestiones. En las AG se ha confirmado en la práctica la búsqueda de la unidad de la clase obrera, unificándose en una sola asamblea las reuniones que al principio eran separadas del personal de servicios de las facultades (limpieza, administración, cocina), los profesores y los estudiantes. Y no solamente esto, sino que se han abierto igualmente a la intervención de padres de alumnos que han transmitido la experiencia de las luchas en las que habían participado en los años 60-70. Incluso jubilados han participado en las AG de los estudiantes, mostrando así en la práctica la unidad de diferentes generaciones de la clase obrera y la transmisión de experiencias.

En las AG se ha tomado conciencia de la naturaleza obrera del movimiento, llegando incluso a formar comisiones en las que se ha planteado discutir sobre la historia del movimiento obrero, y pidiendo igualmente a los mayores que contaran su experiencia para organizar las luchas.

En las AG se ha organizado la búsqueda de la extensión del movimiento, organizando manifestaciones y delegaciones a los polígonos y los barrios obreros.

Pero fundamentalmente las AG han permitido la participación y la implicación de todos y cada uno en el movimiento de luchas, interviniendo en las discusiones y haciendo proposiciones, participando en piquetes y delegaciones… Las AG son una experiencia política enorme para toda una nueva generación de proletarios que entra por primera vez en lucha de cómo tomar las iniciativas a cargo, de cómo centralizar el movimiento.

Y frente a todo esto, el GCI apunta como todo argumento que «La AG de Dijon se reunió 17 HORAS para decidir dos días de movilización».

No sabemos exactamente qué ocurrió en esta AG de Dijon, que en cualquier caso no puede considerarse el epicentro del movimiento; pero aún así y todo, la duración de una AG no resulta ningún argumento en su contra, de hecho mientras dura un movimiento de luchas, la única forma de tomarlo a cargo es mantener una AG permanente a través de la cual todos los obreros puedan responsabilizarse de la lucha. Por otra parte tampoco resulta ninguna crítica fulminante que se decidieran dos, tres o ningún día de movilización.

Así que la pregunta queda en el aire: ¿Qué tiene el GCI contra las AG?

Ya sabíamos por sus tomas de posición anteriores, que este grupo “prefiere” organizaciones minoritarias que preparen las luchas, como… ¡las Madres de Mayo! En Argentina, «verdaderas expresiones de asociacionismo obrero» según dicen[8]. Pero ahora en su hoja vemos una oposición frontal a las AG, y sus delegados elegidos y revocables como expresión de la lucha obrera.

Sin embargo, la lucha obrera en el s XX siempre se ha desarrollado por medio de AG y delegados elegidos y revocables, comenzando por las huelgas de masas de 1902, 1903, o 1905 y 1917 en Rusia. De hecho los Consejos obreros no son otra cosa que la unificación y la politización de las AG en un periodo revolucionario. E igualmente en nuestra época, ¿Cómo se organizaron las luchas en Polonia en 1976 o 1980, o en España –Vitoria 76-, etc? La huelga de masas, las AG y sus delegados elegidos y revocables es la forma que toma la lucha obrera en el periodo de decadencia del capitalismo, es la forma que garantiza la participación directa masiva y unificada de la clase obrera en sus luchas.

¿Qué alternativa plantea el GCI frente al rechazo de la huelga de masas, de las AG, de la participación directa de las masas en el curso histórico?

 

La alternativa sindical del GCI

 

Después de toda esa sarta de ataques y calumnias contra el movimiento de luchas en Francia, se apuntan tres propuestas “en positivo” para, como dice la hoja, «salir a la calle “de otra forma” (comillas nuestras) para conseguir la victoria»:

-          «estrangular la dictadura de la economía como en Bolivia, Argelia, Argentina, Irak, etc»;

-          «huelga general fuera y contra la mascarada sindical»;

-          «organizar piquetes volantes para bloquear la circulación de mercancías en supermercados, estaciones, aeropuertos…».

Vamos a dejar de lado la alternativa de «estrangular la dictadura de la economía como en Bolivia, Argelia, Argentina o Irak…», sobre la que ya hemos expresado nuestra posición recientemente[9].

Si consideramos las otras dos propuestas, lo primero que hay que decir es que, efectivamente, como dice la hoja del GCI, significan salir a la calle “de otra forma” a cómo se ha desarrollado la lucha contra el CPE en Francia[10]. ¿De qué forma?

Mientras que la lucha contra el CPE en Francia ha surgido espontáneamente y ha ido creciendo y afirmándose a medida que se extendía y se ampliaba la participación directa de los estudiantes y obreros, a medida que tomaba conciencia de sí mismo y de sus objetivos, contando con la intervención de obreros de diferentes generaciones y de los revolucionarios, la huelga general se convoca para un día determinado y no requiere la implicación y el compromiso y la conciencia de los trabajadores sino como masa de maniobra a las órdenes de la convocatoria de una dirección política, de una minoría. Mientras en las luchas en Francia las minorías forman parte del movimiento, en el que confluyen con el conjunto de trabajadores como parte de una unidad, en la “huelga general” las minorías están separadas de la clase.

Mientras las delegaciones y los piquetes en la lucha contra el CPE emanaban de las AG y eran responsables ante ellas, y por tanto estaban respaldados y expresaban la fuerza de todo el movimiento, los piquetes para bloquear carreteras y estaciones que propone la hoja del GCI, o son minorías actuando cada una por su cuenta, o son, como en el caso anterior, decisiones impuestas por una minoría.

En pocas palabras, “la forma” de la lucha contra el CPE en Francia es la dinámica de la huelga de masas, mientras que “la forma” que propone el GCI es la lucha sindical.

Cualquiera que repase la experiencia de la lucha obrera los últimos 20-30 años, sin necesidad de ir más lejos, puede comprobar que las diferentes huelgas generales que por ej se han convocado en España (14D,20J, etc.), o los bloqueos de carreteras en el Naval o antes en la siderurgia son métodos de lucha sindicales.

Justamente la importancia del movimiento de luchas en Francia es que permite a la nueva generación de proletarios hacer una experiencia sobre cómo organizar y tomar las luchas a cargo, sobre cómo es la lucha del proletariado en el periodo actual.
Y eso es precisamente lo que ataca el GCI.

 


[1] GCI: «Grupo Comunista Internacionalista». Hemos tomado posición recientemente sobre su naturaleza parasitaria en la Revista Internacional nº 124: ¿Para qué sirve el GCI? (Rint124/GCI.htm [13]); puedes encontrar su hoja: « CPE-CNE, CDI-CDD, RMI-RMA… Derrière ces sigles la même et innoble réalité capitalista: des conditions Pires d’exploitation!» (NdR: CPE-CNE, CDI-CDD, etc son las siglas de distintas formas de contratos y subsidios de precariedad) en: www.geocities.com/icgcikg/leaflets/cpe_tract.htm; [14] desconocemos si, además de su publicación en Internet, esta hoja se ha distribuido en las manifestaciones o las asambleas en Francia; por nuestra parte no hemos visto ningún ejemplar en las diferentes ciudades y movilizaciones en las que hemos intervenido, ni hemos tenido ningún “feed-back” de ningún posible lector ¡Y no nos extraña! A la vista de las calumnias de su hoja, y su desprecio por las luchas, es muy posible que hayan barruntado que no tendría muy buena acogida entre los estudiantes, lo que no ha impedido sin embargo que hagan un llamamiento a que otros la reproduzcan y la distribuyan,

[2] Ver nuestro artículo: Tesis sobre el movimiento de estudiantes en Francia de abril de 2006 (ccionline/2006_tesis [7])

[3] Sindicato estalinista

[4] (ccionline/2006_tesis [7])

[5] No vamos a argumentar aquí sobre las posiciones del GCI a este respecto. Ver nuestro artículo reciente: «¿Para qué sirve el Grupo Comunista Internacionalista?» (Rint124/GCI.htm [13])

[6] Habitantes de los suburbios, que en Otoño de 2005 protagonizaron el movimiento que se hizo famoso por la quema de los coches

[7] Tesis sobre el movimiento de estudiantes en Francia de abril de 2006, pto 14. (ccionline/2006_tesis [7])

 

[8] «¿Para qué sirve el Grupo Comunista Internacionalista?» (Rint124/GCI.htm [13])

 

[9] «¿Para qué sirve el Grupo Comunista Internacionalista?» (Rint124/GCI.htm [13])

 

 

[10] No estamos de acuerdo sin embargo en que “de esta otra forma” que propone el GCI se consiga ninguna victoria, sobre todo teniendo en cuenta que las luchas en Francia han conseguido una victoria, con la retirada del CPE y la experiencia de lucha para la nueva generación.

Corrientes políticas y referencias: 

  • Parasitismo [15]

URL de origen:https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200605/929/accion-proletaria-n-189-15-mayo-15-julio

Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/zapatismo [2] https://es.internationalism.org/tag/corrientes-politicas-y-referencias/castrismo [3] https://es.internationalism.org/tag/corrientes-politicas-y-referencias/chavismo [4] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/lucha-de-clases [5] https://es.internationalism.org/tag/geografia/francia [6] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/conflictos-nacionalistas [7] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200 [8] mailto:[email protected] [9] https://es.internationalism.org/cci-online/200604/856/en-francia-movilizacion-y-en-espana-botellon [10] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [11] https://es.internationalism.org/cci-online/200512/362/reflexion-sobre-las-revueltas-en-francia [12] https://es.internationalism.org/cci-online/200511/262/debate-sobre-las-revueltas-en-francia [13] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200602/516/para-que-sirve-el-grupo-comunista-internacionalista-gci [14] http://www.geocities.com/icgcikg/leaflets/cpe_tract.htm; [15] https://es.internationalism.org/tag/corrientes-politicas-y-referencias/parasitismo