Publicado en Corriente Comunista Internacional (https://es.internationalism.org)

Inicio > CCI Online - 2020s > CCI Online 2025 > Septiembre 2025

Septiembre 2025

  • 29 lecturas

La importancia de las lecciones de 1905 para las luchas actuales y futuras

  • 141 lecturas

Reunión Pública presencial y en línea de la CCI en español

Domingo 28 de septiembre de 2025

De 10:00 a 13:00, hora de la Ciudad de México

En Argentina y Chile el horario equivalente será de 13:00h a 16:00h, en Perú y Ecuador de 11:00h a 14:00h, y en España de 18:00h a 21:00h

Han pasado 120 años desde que la clase obrera en Rusia se levantó contra el régimen zarista, desarrollando formas de lucha y organización que anunciaron la respuesta del proletariado a la proximidad de una época completamente nueva en la vida del capitalismo mundial: la huelga de masas y los soviets (consejos obreros). Estas formas y métodos de lucha aparecerían una y otra vez durante las décadas siguientes, sobre todo en la oleada revolucionaria internacional de 1917-23, en la que la clase obrera en Rusia, organizada en sus consejos, tomó y mantuvo el poder político durante un breve período.

Por lo tanto, la revolución de 1905 todavía contiene numerosas lecciones para la lucha de clases hoy y en el futuro, y corresponde a todos aquellos que reconocen la necesidad de una lucha revolucionaria contra el capitalismo discutir y aclarar estas lecciones a la luz de la experiencia posterior. Este es el objetivo de la próxima reunión pública, que se celebrará presencial y en línea en español.

Dada la volatilidad de la situación mundial, estaremos dispuestos a dedicar algún tiempo en la reunión a posibles acontecimientos importantes.

A nuestros lectores y contactos en otros países de habla hispana interesados en participar en línea escríbanos a [email protected] [1].

Mientras tanto, recomendamos las siguientes lecturas de nuestro dossier de artículos en nuestro sitio web:

Revolución de 1905: hace 120 años surgieron las huelgas de masas y los consejos obreros [2]

1905: hace 120 años la clase obrera en Rusia mostró su naturaleza revolucionaria [3]

Dirección: Álvaro Obregón 185, 4º piso, Colonia Roma Norte, entre Tonalá y Monterrey (a una cuadra de Avenida Insurgentes), Ciudad de México.

 

Vida de la CCI: 

  • Reuniones públicas [4]

Historia del Movimiento obrero: 

  • 1905 - Revolución en Rusia [5]

Rubric: 

Reuniones Públicas y Permanencias de la CCI

Asesinatos en centros escolares: ¡Detrás de actos monstruosos, una sociedad monstruosa!

  • 13 lecturas

El 10 de junio, en Austria, un antiguo alumno, que vivía “en reclusión extrema”, mató a diez personas e hirió a otras once en una escuela de la ciudad de Graz. El mismo día, un estudiante de secundaria asesinó a una supervisora del colegio de Nogent-sur-Marne, en Francia. ¡Solo tenían 14 años! Ambos llegaron armados: el primero con un arma de fuego, con la que mató a tiros disparando “sin ninguna reflexión”, y el segundo con un cuchillo de cocina en su mochila, con la intención de apuñalar a alguien. Esa persona fue una madre de familia de 31 años que había decidido trabajar en un colegio para ayudar a los jóvenes, para protegerlos. Eso es precisamente lo que estaba haciendo esa mañana, cuando las fuerzas del orden registraban las mochilas a la entrada del establecimiento. En los últimos años, fuera de Estados Unidos, donde el fenómeno se ha convertido en algo casi habitual debido a la gran circulación de armas de fuego, estas atrocidades también se han multiplicado un poco en Europa, en escuelas y universidades, como en Finlandia, la República Checa, Croacia, Serbia, etc.

En todas partes, el mismo no futuro que tortura a la humanidad

¿Por qué tales actos? A veces, el odio hacia la escuela, esa institución del Estado que refleja la imagen de un futuro inexistente, que hace sentir a uno un inútil, que aplasta bajo el peso de la desesperación, el miedo, el retraimiento y las humillaciones; los mismos asesinos son niños destrozados por dentro por una sociedad violenta y sin futuro, una sociedad capitalista que se pudre. A menudo, no pueden expresar con palabras la rabia que les quema y les consume hasta transformar su angustia en venganza ciega y convertirlos en asesinos a sangre fría. Entonces, devuelven a la sociedad golpe por golpe: como reflejo de una sociedad que los aplasta, asesinan a algún hermano o hermana de clase.

La sociedad se fragmenta, se desintegra. Por todas partes, el desempleo, la miseria, las dificultades para encontrar vivienda, trabajo, atención médica. Por todas partes, las guerras se multiplican. Por todas partes, el planeta se desmorona. Por todas partes, el angustiante no futuro. La falta de perspectivas es la causa más profunda del estrés e incluso de profundos trastornos psíquicos. Por ejemplo, en 2025, en Francia, el 25 % de los adolescentes padece trastornos de ansiedad generalizada, el 40 % presenta síntomas depresivos y el 17 % es susceptible de sufrir trastornos psicológicos de gravedad moderada o incluso grave[1]. Y lo mismo ocurre en todos los países del mundo. El capitalismo se descompone y arrastra en su caída todo futuro y toda esperanza. Es el colapso del capitalismo lo que empuja al nihilismo, a todas las generaciones y a todos los países.

En Suecia, el número de denuncias presentadas por profesores por violencia contra ellos se ha duplicado en 10 años[2]. En el Reino Unido, decenas de profesores son agredidos por sus alumnos cada año, una de las tasas más altas de Europa[3]. Y las agresiones con armas blancas se multiplican por todas partes, generando una paranoia creciente, tanto dentro como fuera de la escuela. En 2022, un informe del organismo de investigación del Ministerio de Educación de Estados Unidos anunciaba 93 tiroteos en el año, frente a los 10 de hace diez años. En todo el mundo, la “epidemia” de violencia se extiende y afecta a adolescentes cada vez más jóvenes.

Las mismas respuestas en todas partes

Y para hacer frente a ello, las burguesías no compiten en originalidad: cámaras portátiles y cursos de defensa personal en el Reino Unido, cámaras y arcos de seguridad en Estados Unidos, e incluso el armamento de los profesores. Y los políticos abogan por una mayor “firmeza” judicial. En Francia, justo después de esos minutos de horror, el primer ministro François Bayrou propuso por igual arcos de seguridad, una respuesta penal más dura y un plan de “salud mental”[4]. Marine Le Pen no encontró nada más original que abogar por la condena de los padres.

Aquí y en otros lugares, la única respuesta que el capitalismo es capaz de dar al aumento de la violencia es siempre más violencia y represión. Se encarcela a un niño de 14 años sin ayuda psicológica real, se condena a los padres sin ayuda educativa, se plantea armar a los profesores para responder a los tiroteos, etc.

Sin embargo, para acompañar en su formación a un adulto, se necesitan recursos humanos y financieros, se necesitan profesores y asistentes educativos en número suficiente, se necesitan médicos, enfermeras escolares, psicólogos y psiquiatras, seguimientos individualizados, ayuda a las familias... En lugar de eso, se reprime y, ante la crisis, se reduce el número de profesionales y las estructuras de acogida.

Solo la clase obrera puede invertir este fenómeno

Estos jóvenes asesinos no son monstruos. Son seres humanos que cometen actos monstruosos. Han sido engendrados por una sociedad enferma y agonizante. Su odio y su embriaguez asesina se interiorizaron primero bajo el terror permanente que reina en las relaciones sociales capitalistas, y luego se liberaron bajo la presión de ese mismo sistema, explotando y generando una serie de actos ignominiosos. Tengamos 14, 31 o 70 años, todos sufrimos los efectos de la descomposición de la sociedad capitalista y sus estragos en el mundo. Lo que la juventud necesita no son cámaras de vigilancia, sanciones o reformas legislativas, sino esperanza. Y la esperanza se encuentra en la lucha por un futuro mejor, en primer lugar, contra la miseria, la precariedad y los horrores que nos inflige el capitalismo y, en última instancia, en la lucha por una nueva sociedad, sin explotación, sin crisis ni guerras. Y luchar todos juntos, todas las generaciones, todos los oficios, contra la barbarie del sistema. Solo la lucha de la clase obrera ofrece una perspectiva. “Los proletarios no tienen nada que perder salvo sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar”.

Manon, 10 de julio de 2025.

 

[1] Baromètre du moral des adolescents [6] (Barómetro del estado de ánimo de los adolescentes…, Ipsos BVA)

[2] En Suède, l’inquiétude face à la violence croissante contre les enseignants [7] (En Suecia, preocupación por el aumento de la violencia contra los maestros, Le Monde)

[3] Royaume-Uni : des solutions face aux agressions des professeurs par leurs élèves [8] (Reino Unido: soluciones frente a las agresiones de los alumnos a sus profesores, France Info)

[4] Finalmente, Macron va a ratificar la solución: prohibición de la venta de cuchillos a menores...

Cuestiones teóricas: 

  • Descomposición [9]

Rubric: 

Barbarie del Capitalismo

Informe sobre la lucha de clases (mayo de 2025)

  • 29 lecturas

La resolución sobre la situación internacional adoptada en el 25º Congreso Internacional analizaba la dinámica de la lucha de clases de la siguiente manera: «El resurgimiento de la combatividad obrera en varios países es un acontecimiento histórico importante que no es solo resultado de circunstancias locales y no puede explicarse por condiciones puramente nacionales. […] Impulsados por una nueva generación de trabajadores, la amplitud y la simultaneidad de estos movimientos dan testimonio de un verdadero cambio de espíritu en la clase y rompen con la pasividad y la desorientación que han prevalecido desde finales de los años 80 hasta hoy». El verano de la ira en el Reino Unido en 2022, el movimiento contra la reforma de las pensiones en Francia en el invierno de 2023 y las huelgas en Estados Unidos, especialmente en el sector automovilístico, a finales del verano de 2023, siguen siendo las manifestaciones más espectaculares de la dimensión histórica e internacional del desarrollo de las luchas obreras. Las huelgas de casi siete semanas de los empleados de Boeing, así como la de 45 mil estibadores en Estados Unidos, sin precedentes en medio siglo, y ello en plena campaña presidencial, encarnan los últimos episodios de la verdadera ruptura en la dinámica de la lucha de clases con respecto a la situación de las décadas anteriores. Además, al momento en que redactamos este informe, la clase trabajadora de las grandes potencias económicas se prepara para sufrir ataques sin precedentes como consecuencia de la aceleración de la crisis económica, haciendo presagiar importantes reacciones de luchas en los próximos meses. Pero este movimiento de recuperación de la combatividad y de desarrollo de la maduración subterránea de la conciencia de clase se desarrolla en un contexto de agravamiento de la descomposición, en el que los efectos simultáneos de la crisis económica, el caos guerrero y el desastre ecológico alimentan un torbellino infernal de destrucción. El regreso de Trump a la Casa Blanca, que significa un aumento real del poder de la corriente populista en la sociedad estadounidense, constituirá un gran obstáculo adicional al que deberá enfrentarse la lucha de clases, no solo en Estados Unidos, sino también a escala internacional. El presente informe tiene por objeto proporcionar una base de reflexión que permita profundizar y evaluar la dinámica actual de la lucha de clases y sus implicaciones históricas. Pero también evaluar con más detalle los obstáculos que se interponen ante el proletariado, en particular el impacto de los efectos y las manifestaciones ideológicas de la descomposición.

I - La realidad de una ruptura en la dinámica de la lucha de clases

El análisis de la ruptura en la dinámica de la lucha de clases a partir del verano de 2022 fue recibido con escepticismo, incluso con sarcasmo, en el medio político proletario, en particular por parte de las organizaciones históricas de la Izquierda Comunista, como la Tendencia Comunista Internacionalista (TCI) o los grupos bordiguistas. Del mismo modo, se expresaron dudas y desacuerdos en las reuniones públicas de la CCI, incluso por parte de compañeros de ruta acostumbrados al método y al marco de análisis de la CCI. Una situación aprovechada por el medio parasitario[1], como el sitio web Controverses, que no ha dudado en utilizar nuestros errores de análisis pasados para burlarse de nuestro análisis actual («Han sobreestimado la lucha de clases en el pasado, ¿qué ha cambiado hoy?»).

a - Defender el método de análisis marxista

Estas reacciones de rechazo hacia nuestro análisis eran, en realidad, la expresión de un enfoque puramente empirista e inmediatista. Por el contrario, si la CCI fue capaz, casi de inmediato, de reconocer un profundo cambio en la serie de huelgas de los trabajadores británicos, fue porque supimos apoyarnos en nuestra experiencia, en particular en el método que había permitido a Marc Chirik comprender el movimiento de Mayo del 68, no como un simple acontecimiento momentáneo de la clase trabajadora en Francia, sino como la expresión de un movimiento histórico e internacional, mientras que los grupos históricos de la Izquierda Comunista pasaban por alto totalmente su significado.

Por lo tanto, hoy, al igual que a finales de los años 1960, la CCI es la única organización capaz de comprender el alcance histórico de una dinámica internacional de desarrollo de las luchas obreras en el mundo desde 2022, que incluye la comprensión:

  • del marco de análisis de la decadencia del capitalismo y la salida de la contrarrevolución desde finales de los años 1960, a diferencia de la corriente bordiguista o del análisis del curso hacia una tercera guerra generalizada defendido por la TCI, que implica una clase obrera políticamente derrotada;
  • que la agudización de la crisis económica a escala mundial constituye el terreno más fértil para el desarrollo de la combatividad obrera a escala internacional;
  • que el desarrollo y la magnitud de esta combatividad obrera a partir del verano de 2022 en el Reino Unido, sin precedentes desde los años 1980, en el proletariado más antiguo de la historia, tenía necesariamente un alcance histórico e internacional;
  • que este cambio de espíritu dentro de la clase es el producto del desarrollo de la maduración subterránea de la conciencia que se produce dentro de la clase desde principios de los años 2000;
  • que la ruptura no se reduce a la magnitud y la multiplicación de las luchas en todo el mundo, sino que va acompañada del desarrollo de la reflexión a escala internacional en los diferentes estratos de la clase trabajadora y, en particular, de una reflexión profunda en el seno de las minorías politizadas;
  • que esta dinámica se inscribe en el largo plazo y, por lo tanto, contiene el potencial para la recuperación de la identidad de clase y la politización de las luchas (hitos indispensables para que la clase obrera tenga la capacidad de enfrentarse directamente al Estado burgués), tras décadas de reflujo de la conciencia dentro de la clase.

Aquí reside toda la fuerza del método marxista heredado de la Izquierda Comunista: la capacidad de discernir los cambios importantes en la dinámica de la sociedad capitalista, mucho antes de que se vuelvan demasiado evidentes como para poder negarlos.

b - La necesidad de superar las confusiones sobre la cuestión

Por tanto, es indispensable comprender plenamente las consecuencias y las implicaciones de nuestro análisis y de combatir los enfoques superficiales que puede engendrar. Entre los principales:

  • Reducir la ruptura únicamente a la magnitud de la expresión de la combatividad y al desarrollo de las luchas, descuidando la dimensión primordial de la maduración subterránea de la conciencia dentro de la clase.
  • Pensar que el desarrollo de las luchas puede permitir a la clase obrera contrarrestar los efectos de la descomposición o que el populismo fragiliza la capacidad del Estado burgués para hacer frente a la reacción de la clase.
  • Considerar el efecto torbellino [los efectos simultáneos de la crisis económica, el caos bélico, el desastre ecológico...] y la ruptura como dos dimensiones paralelas, herméticas una frente a la otra.

Fundamentalmente, estas interpretaciones erróneas expresan una dificultad para analizar la dinámica de la lucha de clases en el contexto histórico de la descomposición. Entre las razones fundamentales que se pueden invocar:

  • Una tendencia general a subestimar la fase de descomposición y, por lo tanto, a no tener en cuenta la verdadera magnitud de su impacto negativo en la lucha de clases.
  • Una dificultad para asimilar el carácter ahora inadecuado del concepto de curso histórico. Esto ha contribuido, en particular, a distorsionar el prisma a través del cual se observa la lucha de clases: «Así, 1989 marca un cambio fundamental en la dinámica general de la sociedad capitalista en decadencia. Antes de esa fecha, la relación de fuerzas entre las clases era el factor determinante de esta dinámica: es de esta relación de fuerzas entre las clases que dependía del resultado de la exacerbación capitalista: o bien el estallido de la guerra mundial, o bien el desarrollo de la lucha de clases con, en perspectiva, el derrocamiento del capitalismo. Después de esa fecha, esta dinámica general de decadencia capitalista ya no está determinada directamente por la relación de fuerzas entre las clases. Sea cual sea la relación de fuerzas entre las clases, mientras ninguna clase sea capaz de imponer su solución, el capitalismo seguirá hundiéndose en la decadencia, porque la descomposición social tiende a escapar al control de las clases contendientes».[2]

Por lo tanto, el análisis de dos polos opuestos y contradictorios que se desarrollan de forma concomitante se inscribe en el marco expuesto anteriormente. Sin embargo, estas dos dimensiones de la situación, aparentemente paralelas, se entrelazan entre sí. Es precisamente en un mundo alimentado por el «cada uno para sí», la atomización social, la irracionalidad del pensamiento, el nihilismo, el todos contra todos, el caos guerrero y medioambiental y las políticas cada vez más incoherentes y destructivas de las burguesías nacionales, que la clase trabajadora se ve obligada a desarrollar su combate y a madurar su reflexión y su conciencia. Por lo tanto, y como hemos repetido muy a menudo, el período de descomposición no es una necesidad para el avance hacia la revolución, y mucho menos favorece a la clase obrera.[3] Sin embargo, los considerables peligros que la descomposición supone para la clase obrera y la humanidad en su conjunto no deben llevar a la clase obrera y a sus minorías revolucionarias a adoptar una actitud fatalista y darse por vencidos. ¡La perspectiva histórica de la revolución proletaria sigue abierta!

II - Las luchas contra los ataques económicos constituyen el terreno privilegiado para la recuperación de la identidad de clase

Las repercusiones de la crisis actual serán las más profundas y brutales de todo el período de decadencia, debido a los efectos acumulados de la inflación, los recortes presupuestarios[4], los planes de despido (agravados, en particular, por la introducción de la inteligencia artificial en el aparato productivo)[5] y la drástica reducción de los salarios. Esta situación significa que la burguesía tendrá cada vez menos margen de maniobra en su capacidad para enfrentar los efectos de la crisis económica, como fue el caso en décadas anteriores, y las políticas económicas planificadas por la administración Trump solo pueden tener como efecto el agravar aún más el atolladero económico mundial. Por lo tanto, ante la creciente pauperización y la degradación considerable de las condiciones de trabajo que sufrirá la clase trabajadora como consecuencia de la intensificación de la explotación de la fuerza de trabajo, se darán las condiciones para que la clase obrera responda. Pero en esta situación general, debemos tener en cuenta sobre todo que todos estos ataques afectan simultáneamente a las tres principales zonas del capitalismo (Estados Unidos, China y Alemania). Europa va a experimentar un desmantelamiento sin precedentes de la industria automotriz, sin duda de la misma magnitud que la del del carbón y del acero en los años 1970 y 1980. Por lo tanto, debemos prepararnos a ver el surgimiento de luchas a gran escala en los próximos años, especialmente en los principales centros del capitalismo, y desde ahora examinar profundamente las importantes implicaciones de esta nueva situación.

Por citar solo algunos ejemplos: el proletariado alemán, que hasta ahora se ha encontrado a la zaga de la lucha de clases, va a desempeñar un papel mucho más central en la lucha de la clase contra el capital. En China, el aumento vertiginoso del desempleo, especialmente entre los jóvenes (25 %), erosionará cada vez más el mito de una China moderna y próspera y provocará reacciones por parte de un proletariado inexperto, aún muy influido por la doctrina maoísta, el arma ideológica del capitalismo de Estado en ese país. Del mismo modo, la magnitud de la crisis no ha perdonado al proletariado de Rusia, que ha sufrido de lleno las consecuencias de la economía de guerra. Esto nos lleva a esperar reacciones de esta fracción de nuestra clase, sin por ello descuidar las profundas debilidades causadas por la contrarrevolución y agravadas por la descomposición.

También hay que prestar más atención a la lucha de clases en la región indo pacífica. El año 2024 se caracterizó por huelgas en numerosos sectores (automóvil, construcción, educación...) en varios países de la región (India, China, Corea del Sur, Japón, Taiwán, Indonesia) contra la reducción de salarios, los cierres de fábricas y el deterioro de las condiciones de trabajo.

Sin embargo, si efectivamente los ataques económicos constituyen el terreno más propicio para el desarrollo de la lucha de clases -no solo en el plano defensivo inmediato (un elemento vital para la recuperación de la identidad de clase), sino también en el surgimiento de una comprensión consciente de que el modo de producción en su conjunto está totalmente en bancarrota y debe dar paso a una nueva sociedad-, debemos evaluar con mayor precisión los tipos de ataques más propicios para el desarrollo de la solidaridad y la unidad dentro de la clase, tanto a corto como a largo plazo.

La multiplicidad de ataques, como los cierres de empresas y las supresiones de puestos de trabajo que los acompañan, dan lugar por el momento a múltiples luchas en varios países. Pero éstas siguen estando muy aisladas y desembocan en una especie de callejón sin salida. Es muy difícil para los trabajadores luchar contra los cierres de fábricas, ya que la huelga no bastará para presionar a los patrones que ya tienen la intención de cerrar las empresas. Un ejemplo es la dificultad de los trabajadores de Port Talbot, en Gales, para desarrollar una lucha contra el cierre de esta fábrica siderúrgica clave. De hecho, de manera más general, habrá que examinar de cerca el impacto del desempleo masivo en el desarrollo de la conciencia del proletariado. Porque si bien esta consecuencia directa de la crisis económica «puede contribuir en general a desenmascarar la incapacidad del capitalismo para garantizar un futuro a los proletarios, también constituye un poderoso factor de “lumpenización” de ciertos sectores de la clase, especialmente entre los jóvenes obreros, lo que debilita en igual medida las capacidades políticas presentes y futuras de ésta»[6]. Por lo tanto, solo cuando el proletariado haya superado un nuevo escalón en el desarrollo de su conciencia, cuando particularmente sea capaz de concebirse a sí mismo como una clase con un papel que desempeñar en el futuro de la sociedad, será cuando la cuestión de los despidos masivos y el desempleo masivo constituirán verdaderamente elementos que permitan a la clase dar una respuesta unida y solidaria contra los ataques del Estado burgués, así como una reflexión más profunda sobre la quiebra del capitalismo.

Los ataques a los salarios, por el contrario, pueden generar una relación de fuerzas más favorable. De hecho, las luchas que iniciaron la ruptura de 2022 se centraron esencialmente en la cuestión salarial. Esto es lo que parece haber demostrado también el último episodio de luchas en Estados Unidos durante los últimos meses. Dado que el salario constituye la base de la relación entre el capital y el trabajo, la cuestión de la defensa de los salarios constituye el «interés común» de todos los trabajadores contra sus explotadores. Esta lucha «los une en un mismo pensamiento de resistencia (coalición). Así, la coalición siempre tiene un doble objetivo: poner fin a la competencia entre ellos para poder competir de forma general contra el capitalista. Si el primer objetivo de la resistencia fue solo el mantenimiento de los salarios, a medida que los capitalistas se unen a su vez en un pensamiento de represión, las coaliciones, al principio aisladas, se agrupan y, frente al capital siempre unido, el mantenimiento de la asociación se vuelve más necesario para ellos que el del salario. […] Así, esta masa ya es una clase frente al capital, pero aún no lo es para sí misma. En la lucha, […] esta masa se une, se constituye en clase para sí misma. Los intereses que defiende se convierten en intereses de clase. Pero la lucha de clase contra clase es una lucha política».[7]

III - Guerra, descomposición y conciencia de clase

En el periodo de luchas obreras masivas entre 1968 y 1975, cuando los países centrales del capitalismo habían experimentado un periodo de prosperidad, aún existían fuertes ilusiones sobre la posibilidad de restaurar los «años gloriosos», en particular mediante la elección de gobiernos de izquierda. Así, aunque estos movimientos dieron lugar a una cierta politización de las minorías[8], en particular con la reactivación de la tradición de la Izquierda Comunista, el potencial de las luchas para dar lugar a una politización más generalizada de la clase era limitado. Incluso en las luchas de los años 1980, aún era mucho menos evidente que el sistema capitalista estuviera llegando al final de su recorrido, y las luchas de los trabajadores, aunque fueron masivas y capaces de impedir la guerra mundial, no lograron generalizar una perspectiva política para la superación del capitalismo.

El resultado fundamental del estancamiento entre las clases en la década de 1980 fue el desarrollo de la nueva fase de descomposición, que se convirtió en un obstáculo adicional para la capacidad de la clase obrera de reconstituirse como fuerza revolucionaria. Pero la aceleración de la descomposición también ha permitido comprender mejor que el largo declive del capitalismo ha llegado a una fase terminal en la que la elección entre el socialismo y la barbarie se ha vuelto cada vez más evidente. Aunque la sensación de que nos dirigimos hacia la barbarie está mucho más extendida que la convicción de que el socialismo ofrece una alternativa realista, el creciente reconocimiento de que el capitalismo no tiene nada que ofrecer a la humanidad más que una espiral de destrucción sienta ahora las bases para una futura politización de la lucha de clases.

Además de la crisis económica, que sigue siendo la base esencial para el desarrollo de las luchas abiertas de la clase y de la toma de conciencia del fracaso del sistema, los dos elementos que más claramente subrayan la realidad del callejón sin salida del capitalismo son la proliferación e intensificación de las guerras imperialistas y el avance inexorable de la catástrofe ecológica, simbolizada recientemente por las inundaciones masivas de Valencia, que demuestran que esta catástrofe ya no se limitará a las regiones «periféricas» del sistema. Sin embargo, en tanto que factores del surgimiento de una conciencia política dentro de la clase, estos dos elementos no son iguales.

Hace tiempo que rechazamos la idea -a la que aún se aferran la mayoría de los grupos del medio político proletario- de que la guerra, en particular la guerra mundial, ofrece un terreno favorable para el estallido de las luchas revolucionarias. En artículos de la Revista Internacional de los años 1980[9], mostramos que, si bien esta concepción se basaba en la experiencia real de las revoluciones pasadas (1871, 1905, 1917), y si toda lucha de clases en tiempos de movilización para la guerra plantea inevitablemente cuestiones políticas de manera muy rápida, las desventajas a las que se enfrentan los movimientos revolucionarios que surgen como respuesta directa a la guerra superan con creces las «ventajas». Así:

  • La experiencia de la Primera Guerra Mundial dio a la clase dominante una lección muy importante que debía aplicar de manera muy sistemática antes y al final de la Segunda Guerra Mundial: antes de lanzar una guerra mundial, primero hay que infligir una profunda derrota física e ideológica al proletariado, y cuando las miserias y los horrores de la guerra provocan signos de reacción proletaria, hay que aplastarlas inmediatamente (cf. la colaboración objetiva de las fuerzas aliadas y nazis en la aniquilación de las revueltas obreras en Italia en 1943, los bombardeos de terror sobre Alemania, etc.).
  • El viejo esquema del derrotismo revolucionario, según el cual la derrota del propio gobierno favorece el desarrollo de la revolución, ha sido refutado por el hecho de que la división entre naciones vencedoras y naciones vencidas crea profundas divisiones en el proletariado mundial, como se vio más claramente tras la guerra de 1914-18.
  • La tecnología militar del capitalismo ha «progresado» hasta tal punto que la fraternización entre las trincheras es cada vez menos posible, y también ha hecho mucho más probable que una futura guerra mundial conduzca rápidamente a una escalada nuclear y a la «destrucción mutua asegurada».

Las guerras actuales en Ucrania y Medio Oriente han confirmado que los principales obstáculos para la guerra capitalista son mucho menos susceptibles de provenir de revueltas en los países directamente involucrados en la guerra, que si surgen de las fracciones centrales del proletariado que sólo se ven indirectamente afectadas por la guerra imperialista a través de las crecientes exigencias de la economía de guerra.

Esto no significa, sin embargo, que la guerra haya dejado de ser un factor en el desarrollo de la conciencia de clase y el proceso de politización. Al contrario, hemos visto:

  • que la omnipresencia de la guerra, especialmente desde la invasión rusa de Ucrania, sigue siendo un factor importante en el surgimiento de minorías que cuestionan todo el sistema capitalista;
  • que la capacidad de los trabajadores para defender sus propios intereses de clase a pesar del llamamiento al sacrificio en nombre de la «defensa de la libertad» ha sido un elemento clave de la ruptura de 2022. Además, el reconocimiento del hecho de que se pide a los trabajadores que paguen por la expansión de la economía de guerra ha sido planteado explícitamente por algunos de los trabajadores más combativos que participaron en las luchas después de 2022, especialmente en Francia[10].

Es cierto que, en estos dos ejemplos, se trata más de la politización de las minorías que de la politización de las luchas. Esto no es sorprendente, dado el número de trampas ideológicas a las que se enfrentan quienes comienzan a establecer vínculos entre el capitalismo y la guerra: por un lado, tenemos el ejemplo de cómo los populistas en Europa y, sobre todo, en Estados Unidos han recuperado algún embrión de sentimiento antibélico en la clase, transformándolo incluso, en el caso de la guerra en Ucrania, en una orientación prorrusa apenas disimulada. Por otro lado, tenemos a una multitud de izquierdistas que esgrimen una versión del internacionalismo que puede incluso parecer que denuncia a los dos bandos beligerantes en Ucrania, pero que, en última instancia, siempre acaba defendiendo a uno u otro bando. Y esos mismos izquierdistas, generalmente mucho más partidarios en su apoyo al «Eje de la Resistencia» contra Israel, son un factor importante en la exacerbación de las divisiones religiosas y étnicas avivadas por la guerra en Medio Oriente. No es para nada sorprendente que una verdadera respuesta internacionalista a las guerras actuales se limite a una minoría de elementos en búsqueda. E incluso dentro de esta minoría, o incluso dentro de los grupos de la Izquierda Comunista, las confusiones e incoherencias son más que evidentes.

En la sección final de las Tesis sobre la descomposición, exponemos las razones por las que la crisis económica, a diferencia de los principales fenómenos de descomposición, sigue siendo el principal vector de la capacidad de la clase obrera para redescubrir su identidad de clase y constituirse en una clase abiertamente opuesta a la sociedad capitalista: «mientras que los efectos de la descomposición (contaminación, drogas, inseguridad, etc.) afectan por igual a los diferentes estratos de la sociedad y constituyen un terreno fértil para las campañas y las mistificaciones aclasistas (ecología, movimientos antinucleares, movilizaciones antirracistas, etc.), los ataques económicos (descenso de los salarios reales, despidos, aumento de la productividad, etc.) –--que son resultado directo de la crisis- afectan directa y específicamente al proletariado (es decir, a la clase que produce la plusvalía y se enfrenta al capitalismo en este terreno); a diferencia de la descomposición social que afecta esencialmente a la superestructura, la crisis económica ataca directamente los cimientos sobre los que se sustenta dicha superestructura; en este sentido, pone al descubierto toda la barbarie que se cierne sobre la sociedad, permitiendo así al proletariado tomar conciencia de la necesidad de cambiar radicalmente el sistema, en lugar de intentar mejorar algunos aspectos»[11].

Estas formulaciones siguen siendo válidas en lo esencial, aunque no sea estrictamente cierto que la destrucción de la naturaleza sea sólo un aspecto de la superestructura, ya que es un producto directo de la acumulación capitalista y amenaza con socavar las condiciones mismas de la supervivencia de la sociedad humana y la continuación de la producción. Si bien el agravamiento de la crisis ecológica puede ser un factor potencial para que pequeñas minorías[12] cuestionen los fundamentos mismos de la producción capitalista, sigue siendo un factor de miedo y desesperación para gran parte de la clase. El desastre ecológico tiende a afectar a todos los estratos de la sociedad por igual, aunque sus efectos más devastadores suelen recaer sobre la clase obrera y otros explotados, por lo que sigue siendo «un terreno fértil para las campañas y las mistificaciones aclasistas». Esto tiende a limitar la capacidad de los elementos perturbados por el desastre ecológico para comprender que la única solución pasa por la lucha de clases.

Además, las «soluciones» inmediatas que proponen los Estados capitalistas al deterioro del medio ambiente implican frecuentemente ataques directos al nivel de vida de una parte de la clase obrera, en particular despidos masivos para sustituir la producción basada en combustibles fósiles por tecnologías más «limpias». En este sentido, las reivindicaciones para salvar el medio ambiente suelen ser más un factor de división que de unificación entre las filas de la clase obrera, a diferencia de la crisis económica, que tiende a «nivelar por debajo» a todo el proletariado.

La conclusión de las Tesis no incluye el impacto de la guerra en el desarrollo de la conciencia de clase, pero lo que sí se puede decir es que:

  • la cuestión de la guerra imperialista (como la crisis económica prolongada e insoluble que la origina) no es un producto específico de la descomposición capitalista, sino un elemento central de toda la época de decadencia.
  • existe un vínculo mucho más estrecho entre la crisis económica y la guerra: en particular, el desarrollo de una economía de guerra va acompañado de un ataque muy evidente y bastante generalizado contra el nivel de vida de los trabajadores a través de la inflación, la intensificación del ritmo de trabajo, etc. La resistencia a esta agresión en el terreno de clase, aunque solo se base en una visión internacional clara en una ínfima minoría, no puede dejar de plantear cuestiones profundamente políticas sobre la relación entre el capitalismo y la guerra, y sobre los intereses internacionales comunes del proletariado. Esta es la razón principal por la que la politización de las minorías en el sentido proletario se basa más en una reacción a la cuestión de la guerra que en fenómenos más específicos de la descomposición, incluida la aceleración de la crisis ecológica. Y a más largo plazo, la creciente amenaza y la total irracionalidad de la guerra serán un factor real en la futura politización de las luchas. Pero debemos subrayar que solo en una etapa más avanzada del desarrollo de la identidad de clase y de la lucha de clases, estos pasos hacia la politización (ya sea en torno a la cuestión de la guerra o a expresiones más características de la descomposición, como la crisis ecológica) pueden pasar del nivel de pequeñas minorías a movimientos mucho más amplios y abiertos de la clase obrera.

IV - La capacidad de la clase dominante para hacer frente al resurgimiento de la lucha de clases

Por muy fragmentada y debilitada que esté por el avance de la descomposición de su propio modo de producción, la burguesía nunca perderá la capacidad de responder al desarrollo de la lucha de clases. En respuesta al resurgimiento de las luchas desde 2022 y, en particular, al desarrollo de la maduración subterránea de la conciencia, hemos visto cómo la clase dominante ha utilizado ampliamente sus instrumentos «clásicos» de control del proletariado:

  • Los sindicatos, que han radicalizado su lenguaje en anticipación o en respuesta al estallido de las luchas obreras. Esto quedó muy claro en las luchas en Gran Bretaña, por ejemplo, donde la dirección de los sindicatos más directamente implicados en las luchas estaba en manos de elementos muy de izquierda, como Mick Lynch, del sindicato de trabajadores ferroviarios, el RMT.
  • Los grupos de izquierda, en particular los trotskistas, algunos de los cuales («Revolutionary Communist Party», «Révolution Permanente», etc.) han vuelto a hablar de comunismo y, como ya hemos mencionado, pueden parecer defender posiciones internacionalistas, especialmente en respuesta a la guerra en Ucrania. Muchos de estos grupos han reclutado con éxito entre los jóvenes, un eco atenuado de lo que ocurrió tras los combates de mayo-junio de 1968 en Francia.

No hay duda de que el papel de los sindicatos y de la izquierda del capital continuará en el período venidero.

V - El peso de la descomposición y la instrumentalización de sus principales manifestaciones por parte de la burguesía

Como hemos mencionado anteriormente, en los debates ha surgido la idea de que las luchas actuales de la clase podrían permitir retrasar los efectos de la descomposición, o que la descomposición debilita la capacidad de la burguesía para contraatacar a la clase obrera. Tales argumentos cuestionan la idea de que la descomposición no favorece la lucha de la clase obrera. El miedo, el repliegue y la desesperación provocados por la generalización de la barbarie bélica; el nihilismo, la atomización, la irracionalidad del pensamiento generados por la ausencia de futuro y la destrucción de las relaciones sociales, son numerosos obstáculos para el desarrollo de una lucha colectiva, unida y solidaria, y para la maduración del pensamiento.

Pero también vemos cómo la burguesía utiliza los productos de su propia descomposición contra el desarrollo de las luchas obreras, en particular:

  • Las campañas contra el populismo y la extrema derecha, el producto más «químicamente puro» de la descomposición, reviven la ideología ancestral del antifascismo y la defensa de la democracia. Estas campañas, que sin duda se intensificarán tras la victoria de Trump en las elecciones estadounidenses, tienen la doble ventaja de persuadir a los trabajadores de que antepongan la defensa de la ilusión democrática a la lucha por sus propios intereses de clase «egoístas», y de contrarrestar la amenaza de la unidad de clase al arrastrar a diferentes sectores de la clase obrera detrás de los bandos capitalistas rivales.
  • Esta estrategia de división también se encuentra en las diferentes formas de «guerras culturales», que aprovechan el conflicto entre los «woke» y los «anti woke» en torno a numerosas cuestiones (género, migración, medio ambiente, etc.), así como en torno a los conflictos cada vez más violentos entre los partidos políticos.
  • El desarrollo de campañas antiinmigración por parte de los partidos de derecha y extrema derecha tiene como objetivo instigar un ambiente de pogromo, convirtiendo a los migrantes y extranjeros en chivos expiatorios y haciéndolos responsables del descenso del nivel de vida. Este tipo de veneno ideológico solo puede contrarrestarse con la capacidad de la clase para forjar su unidad y solidaridad frente a los ataques materiales a los que se enfrentan todos los proletarios. La situación también estará marcada por revueltas de las capas intermedias y por movimientos interclasistas, que la burguesía utilizará para desnaturalizar las luchas y el proceso de reflexión.

VI - La necesidad de que el proletariado reaccione en su propio terreno de clase

Ante este enorme asalto ideológico, la única respuesta posible desde el punto de vista del proletariado debe ser:

  • La recuperación de las lecciones de las luchas pasadas que puedan poner de manifiesto el papel saboteador de los sindicatos y de la izquierda y preparar el terreno para las luchas autoorganizadas y unificadas de una fase superior de la ruptura.
  • El desarrollo, en el marco de las luchas abiertas y en torno a ellas, de la toma de conciencia del proletariado como clase opuesta al capital, lo cual es indispensable tanto para la capacidad de la clase de defender sus reivindicaciones inmediatas como para el desarrollo de una comprensión de su misión histórica como sepulturero del capital.

No hace falta decir que la organización revolucionaria tiene un papel insustituible que desempeñar en la evolución de la conciencia en esta dirección. La capacidad de la CCI para asumir su papel depende precisamente de su capacidad para evaluar los inmensos retos a los que se enfrentará la clase obrera en las próximas décadas.

CCI, 31 de diciembre de 2024

 

[1] Se trata de pequeños grupos o individuos, animados por el resentimiento, cuya vida «militante» consiste en desacreditar e intentar destruir las organizaciones revolucionarias. Las organizaciones revolucionarias siempre han tenido que defenderse de esta verdadera lacra y la Izquierda Comunista no se libra de ello hoy en día. Cf. «Los fundamentos marxistas del concepto de parasitismo político y la lucha contra esta lacra [10]», publicado en la página web de la CCI.

[2] «Informe sobre la cuestión del curso histórico», Revista Internacional n.º 164.

[3] «Durante este período, su objetivo será resistir a los efectos nocivos de la descomposición en su propio seno, contando únicamente con sus propias fuerzas, con su capacidad para luchar de forma colectiva y solidaria en defensa de sus intereses como clase explotada (aunque la propaganda de los revolucionarios debe subrayar constantemente los peligros de la descomposición). Solo en el período prerrevolucionario, cuando el proletariado esté a la ofensiva, cuando emprenda directa y abiertamente la lucha por su propia perspectiva histórica, podrá utilizar ciertos efectos de la descomposición -en particular la descomposición de la ideología burguesa y de las fuerzas del poder capitalista- como puntos de apoyo y será capaz de volcarlos contra el capital». Tesis sobre la descomposición.

[4] El Estado francés prevé ahorros de varias decenas de miles de millones, mientras que Elon Musk ha prometido recortar cerca de 2 billones de dólares en los gastos del presupuesto federal.

[5] Decenas de miles, incluso cientos de miles de puestos de trabajo están amenazados en los principales países centrales del capitalismo (Francia, Alemania, Reino Unido, Estados Unidos...) en los próximos meses y años.

[6] «TESIS: la descomposición, fase última de la decadencia capitalista [11]», Revista Internacional n.º 107.

[7] Karl Marx, Miseria de la filosofía, capítulo II, «Sección V. Las huelgas y las coaliciones de los obreros».

[8] Para la distinción entre la politización de las minorías y la politización de las luchas, véase el «Informe sobre la lucha de clases internacional en el 24º Congreso de la CCI [12]», Revista Internacional n.º 167. El artículo titulado «Tras la ruptura en la lucha de clases, la necesidad de la politización de las luchas [13]», publicado en la Revista Internacional n.º 171, ofrece una base para profundizar en la cuestión de la politización con el fin de comprender su significado profundo en la fase de descomposición.

[9] «¿Por qué la alternativa guerra o revolución? ¿Es la guerra una condición favorable para la revolución comunista? [14]», Revista Internacional n.º 30 (disponible solo en francés); «El proletariado ante a la guerra [15]», Revista Internacional n.º 65.

[10] En Irán, durante las recientes huelgas y manifestaciones [en el verano de 2024] entre los trabajadores de los sectores de la salud, la educación, el transporte y el petróleo, así como entre los jubilados de la industria siderúrgica que se enfrentaron a un fuerte aumento de los precios, la comprensión de que el aumento de la inflación es producto de la economía de guerra se expresó en la consigna lanzada en las ciudades de Ahvaz y Shush: «Basta de belicismo, nuestras mesas están vacías».

[11] «TESIS: la descomposición, fase última de la decadencia capitalista [11]», Revista Internacional n.º 107.

[12] El desarrollo de estas minorías, o más bien la necesidad objetiva de impedir que alcancen una crítica coherente del capital, explica la aparición de un ala radical del movimiento de protesta ecológica, en particular los partidarios del «decrecimiento».

Vida de la CCI: 

  • Congresos de la CCI [16]

Rubric: 

26º Congreso de la CCI

Jornada de Acción del 10 de septiembre: ¿Podemos cambiar el mundo «bloqueándolo todo»?

  • 35 lecturas

Los ataques contra nuestras condiciones de vida son de una brutalidad extrema. Hay que remontarse a los años 1930 para encontrar medidas tan violentas.

Frente a esta situación insoportable, la cólera se está apoderando de toda la sociedad. Este creciente descontento se está transformando cada vez más en voluntad de lucha en todos los países. En el Reino Unido, en 2022, los trabajadores ingleses se movilizaron masivamente coreando «¡Basta ya!».

Bayrou afirmó durante semanas, en todos los programas de televisión, que la deuda nos conducía a la bancarrota, que vivíamos por encima de nuestras posibilidades, que los «boomers» eran egoístas y privilegiados, que debíamos aceptar por el futuro de nuestros hijos renunciar a nuestros «privilegios». ¡Qué vergüenza! En el mismo momento en que el Estado invierte cientos de miles de millones en sus gastos militares y los «ultrarricos» acumulan dividendos sobre dividendos.

El gobierno de Bayrou cayó, Bayrou organizó su salida antes de la movilización de hoy para evitar dar la impresión de que es la calle la que gobierna. Pero no debemos tener ninguna ilusión, todas estas brutales agresiones el Estado va a intentar seguir infligiéndonoslas, sea cual sea el nuevo gobierno.

SEA CUAL SEA EL COLOR DE SU GOBIERNO, LA BURGUESÍA SEGUIRÁ ATACANDO CADA VEZ MÁS A LA CLASE OBRERA

En Bélgica, en Italia, en España, en Estados Unidos, por todas partes los gobiernos imponen la reducción de los gastos sociales y de los salarios, la disminución de plantillas laborales y el aumento de los ritmos de trabajo. Y todos aumentan los créditos para la guerra, por miles de millones.

Alemania, aunque renombrada por su estabilidad económica, está sufriendo una ola de despidos sin precedentes. Bajo la presión directa de las tensiones comerciales y de la carga de la guerra, se suprimieron 112,000 puestos de trabajo en un año, miles más están amenazados. El gobierno prevé importantes medidas de austeridad para tapar el agujero de más de 30,000 millones de euros previsto a partir de 2027. Y al mismo tiempo, Friedrich Merz promete dotar a Alemania de «el ejército más poderoso de Europa». El presupuesto de defensa debe crecer de 62,000 millones de euros en 2025, hasta 153,000 millones en 2029 (frente a sólo 44,000 millones en 2019).

«Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor», es el discurso de Churchill que corean todos los gobiernos, ya sean de izquierda, de derecha, demócratas, de extrema derecha o populistas. Da igual el color político de quienes gestionan el Estado, todos defienden el «interés nacional», es decir, el interés de la burguesía nacional. En este mismo momento, ¡los mismos ataques están siendo llevados a cabo en Gran Bretaña por un gobierno «laborista»!

La deuda que quieren que paguemos no es el símbolo de nuestros supuestos privilegios, sino el de la crisis histórica del capitalismo. He aquí el único futuro que puede ofrecer este sistema en quiebra: siempre más miseria, siempre más guerra.

¡EL PROLETARIADO LUCHA EN TODAS PARTES DEL MUNDO!

Frente a tal brutalidad, los obreros ya no quieren agachar la cabeza. Desde hace más de tres años, el proletariado en Francia, en Gran Bretaña, en Suecia, en Corea, en Estados Unidos, en Canadá, en Bélgica ha recuperado y desarrollado su capacidad de reacción. Los medios de comunicación hacen muy poco eco de ello, hay un auténtico apagón informativo.

¿Por qué? Porque la burguesía no quiere sobre todo que tomemos conciencia de que el problema es global y de que la respuesta sólo puede ser mundial, no quiere que los explotados tomen conciencia de que tienen en todas partes los mismos intereses, de que libran en todas partes las mismas luchas. Teme aún más que desarrollen su solidaridad y su unidad internacional:

– En Bélgica: desde las «jornadas de acción» de diciembre de 2024 hasta las manifestaciones durante el verano, la combatividad obrera y la voluntad de unificación de la lucha no han flaqueado.

– En Canadá: después de las huelgas en Montreal, hoy son las de Quebec.

– En Estados Unidos: las huelgas en Boeing, en el sector automovilístico o en los puertos se han desarrollado, incluso en plena campaña electoral.

– En China: a pesar del férreo corsé policial, estallaron huelgas en agosto en sectores como la industria farmacéutica, textil, embalajes y refacciones.

¡Todas estas luchas revelan que la clase obrera ya no está dispuesta a aceptar sacrificarse en el altar del interés nacional y de sus explotadores!

¿ES EL MOVIMIENTO «BLOQUÉMOSLO TODO» UNA EXPRESIÓN DE LUCHA DE LA CLASE OBRERA?

«¿Cómo luchar?» es la pregunta que se plantea tanto para hoy como para mañana. El movimiento actual propone para esta lucha «bloquear todo» para «presionar» a Macron, para obtener «una política más equitativa y justa» del nuevo gobierno.

¡Sí, hay que luchar! ¡Sí, hay que luchar masivamente! ¡Sí, hay que salir a la calle! Pero este movimiento «bloquémoslo todo» se concibe como una reunión de los ciudadanos franceses, del «pueblo», donde muchas categorías (pequeños comerciantes, patronos, restauradores...) se movilizan contra las medidas fiscales del gobierno, contra el ataque a su estatus o privilegio corporativista. ¿Qué podemos esperar de un movimiento que quiere boicotear la máquina económica y nos llama a reducir nuestro consumo, a bloquear los transportes, a limitar el uso de nuestra tarjeta bancaria, a dispersarnos en las glorietas? ¿Qué se puede esperar de un movimiento cuyas consignas son la desobediencia civil, el Referéndum de Iniciativa Popular (el de los chalecos amarillos), ¿cuya lógica es focalizarse contra las élites que gobiernan el Estado? ¿A dónde conduce un movimiento así? A sembrar la ilusión de que la solución es presionar a los dirigentes y de que un gobierno mejor para el «pueblo» es posible.

No es porque otras partes de la población también sean víctimas de los ataques por parte del gobierno que la clase obrera debe ponerse a la cola de un movimiento así, donde se pierde como clase. Sólo la clase obrera, clase explotada a escala internacional, no tiene intereses nacionales que defender. Su combate contra los efectos de la explotación y la defensa de sus condiciones de vida no es un combate por la mejora de su estatus social, sino que contiene en germen toda la perspectiva de destrucción del sistema capitalista mismo, la abolición de la explotación, del Estado, de las clases, de las fronteras, de las naciones.

Este movimiento «bloquémoslo todo» no aporta un nuevo aliento al combate contra el capitalismo. La publicidad hecha al movimiento por todos los medios y los partidos de izquierda y extrema izquierda tiene por objetivo atraer a los obreros hacia un movimiento de desahogo, de diluirlos en el «pueblo», como «ciudadanos enfadados». Esta campaña ensordecedora magnifica un movimiento donde se diluyen las reivindicaciones obreras y donde las acciones impotentes no son las nuestras.

Se aprovechan de las dificultades actuales de los trabajadores para reconocerse como clase para llevarlos a un callejón sin salida, por la vía de la ilusión democrática que consiste en decir que la solución reside en un cambio de gobierno, o incluso un cambio de presidente.

TANTO A LA DERECHA COMO A LA IZQUIERDA, UNA CAMPAÑA DE MENTIRAS

Frente a nuestra voluntad de luchar, todas las fuerzas políticas de la burguesía nos atacan ideológicamente, dividiéndonos o alimentando ilusiones sobre el capitalismo. Vil, el discurso de Bayrou culpando a los «boomers» de la deuda. Vil, la voluntad del Estado burgués de jugar a la división entre generaciones, los más jóvenes llamados a desarrollar el combate contra el capitalismo y aquellos que, en mayo del 68, fueron los actores de la mayor huelga de la historia del movimiento obrero, con una experiencia que transmitir a esta nueva generación. Engañosa, la propaganda de la izquierda y la extrema izquierda que quiere hacer creer que la crisis no existe, que bastaría con sacar dinero del bolsillo de los ricos para resolver todos los problemas.

Sí, sus miles de millones dan asco frente a la miseria que se extiende en las filas obreras. Pero es la expresión misma de la lógica de la ganancia de la sociedad capitalista: sistema de explotación de la mayoría por una minoría dominante. Ni en Francia, ni en ningún otro lugar, la lucha obrera puede tener como objetivo una repartición «equitativa» de la riqueza porque no existe una explotación capitalista «equitativa».

El objetivo de la lucha obrera es acabar con la explotación capitalista, con la ley de la ganancia, para conseguir por fin la satisfacción de las necesidades de toda la humanidad.

¿CÓMO LUCHAR?

En Francia, como en todas partes, para construir una relación de fuerzas que nos permita resistir a los ataques incansables contra nuestras condiciones de vida y de trabajo, y que mañana van a agravarse aún más con violencia, debemos, en todos los lugares donde podamos, reunirnos para debatir y poner sobre la mesa los métodos de lucha que han hecho la fuerza de la clase obrera y le han permitido, en ciertos momentos de su historia, hacer vacilar a la burguesía y su sistema:

– la búsqueda de apoyo y solidaridad más allá de su corporación, su empresa, su sector de actividad, de su ciudad, su región, su país;

– la organización autónoma del combate obrero, a través de asambleas generales, especialmente sin dejar su control a los sindicatos, esos supuestos «especialistas» de las luchas y de su organización;

– la discusión más amplia posible sobre las necesidades generales de la lucha, sobre las lecciones a sacar de los combates y también de las derrotas, porque las habrá, pero la mayor derrota es sufrir los ataques sin reaccionar; la incorporación a la lucha es la primera victoria de los explotados.

Terminaremos con este ejemplo histórico lleno de enseñanzas para el futuro: en 1980, en Polonia, los trabajadores se agruparon en inmensas asambleas generales obreras para tomar en mano su lucha, para decidir juntos las reivindicaciones y los métodos de lucha. No «bloquearon el país», sino que se organizaron en asamblea y en clase y fue así como estuvieron en condiciones de crear una relación de fuerza con el Estado para rechazar las medidas de austeridad. Incluso tomaron a su cargo la organización de la producción y de la vida económica por el interés y la satisfacción de las necesidades de los huelguistas y de toda la población, en un gigantesco impulso de solidaridad y desarrollo de la conciencia. He aquí una de las semillas plantadas por nuestros predecesores en el largo camino hacia la revolución, he aquí una de las semillas que deberemos hacer germinar en el futuro, he aquí lo que debemos preparar reuniéndonos y debatiendo desde hoy para que esta lucha de clases sea posible en el futuro. Porque, a la larga, la única alternativa será:

Revolución mundial o destrucción de la humanidad

Corriente Comunista Internacional (10 de septiembre de 2025)

Vida de la CCI: 

  • Intervenciones [17]

Rubric: 

Volante sobre el 10 de Septiembre en Francia

Ni fascismo, ni populismo, ni democracia

  • 22 lecturas

Publicamos a continuación el intercambio epistolar entre la CCI y un camarada que nos escribió desde los Países Bajos. Agradecemos su correo y, sobre todo, su iniciativa de compartir sus desacuerdos sobre una cuestión política esencial: la relación entre el fascismo, el populismo y la democracia. La importancia de esta cuestión hoy en día radica en el hecho de que la situación internacional se caracteriza por el auge del populismo, por una tendencia generalizada a asimilarlo al fascismo de los años 1930 y por los llamamientos a la defensa de la democracia que esto suscita.

Se trata de una cuestión vital para el proletariado, ya que la burguesía explota plenamente e instrumentaliza ideológicamente esta situación para mistificar a la clase obrera y llevarla por un camino falso que le permita eximir de responsabilidad y proteger a su sistema: el capitalismo. Este es el caso, en particular, de Estados Unidos, donde la política de Trump se presenta como una «amenaza para la democracia», o incluso de Alemania, donde el inexorable ascenso de la AfD (partido Alternativa para Alemania) se presenta como una nueva «amenaza fascista». Ante estos peligros, las fracciones «liberales» de la burguesía y, sobre todo, la izquierda del capital, llaman a movilizaciones importantes para «defender las instituciones democráticas». El enemigo ya no es el capitalismo, sino el populismo o el «nuevo fascismo».

En nuestra respuesta, queremos destacar no solo cuán diferente es el contexto actual del de los años 1930 y la era del fascismo, sino también cuán poderosa ha sido siempre la mistificación de la «defensa de la democracia» como arma de la burguesía para llevar a la clase obrera a la derrota. Nuestra respuesta pretende, ante todo, aportar algunos elementos iniciales, impulsar el debate y la reflexión sobre este tema con el fin de ampliarlo y profundizarlo. Sin embargo, es necesario enriquecerlo con debates y lecturas complementarias. Animamos, así, a todos los compañeros que lo deseen a que nos escriban para abordar ésta y todas las cuestiones que se plantean en el seno del proletariado, como ha hecho este camarada de Holanda.

El correo de nuestro lector

Queridos camaradas:

Aquí tienen una reacción al artículo «La burguesía intenta atraer a la clase obrera a la trampa del antifascismo», publicado en Internationalisme y Wereldrevolutie nº 382.

En general, leo su periódico con gran aprobación. Es sobre todo su internacionalismo lo que me atrae mucho. La solidaridad internacional debería ser muy importante para la izquierda, más que el nacionalismo. El artículo mencionado no me ha gustado mucho.

Esta es mi reacción a su artículo:

Es muy importante constatar que el fascismo moderno no difiere fundamentalmente del fascismo antiguo.

El fascismo difiere fundamentalmente del liberalismo anterior al 11 de septiembre. El fascismo sostiene al capitalismo con gran fanatismo y, además, aspira a un retorno a la época anterior a la Ilustración. La represión de las protestas se intensifica considerablemente. Los derechos adquiridos se suprimen rápidamente. Esto se aplica a los derechos de los trabajadores. También se aplica a los derechos de un gran número de grupos sociales, desde los refugiados hasta las mujeres. En parte, esto tiene como objetivo sembrar la división entre los trabajadores. Por lo tanto, debemos luchar por el mantenimiento y, preferiblemente, por la ampliación de todos los derechos adquiridos. En este sentido, la lucha contra la división entre los trabajadores es un punto importante.

A continuación, algunas observaciones sobre algunas partes del artículo

Ustedes afirman que lo que yo denomino la «izquierda parlamentaria» se opone firmemente al fascismo. Es todo lo contrario. El fascismo se considera inofensivo y, por lo general, no se nombra, sino que se califica de «populismo», como si se tratara de un fenómeno popular. Lamentablemente, esto también ocurre en su artículo.

Ustedes afirman, con razón, que el fascismo fue un medio muy eficaz para aplastar al proletariado. ¿No sigue siendo así hoy en día? El hecho de que haya menos protestas del proletariado que hace 100 años no constituye una diferencia fundamental.

La «izquierda parlamentaria» afirma en efecto que la elección se sitúa entre el fascismo y el sistema parlamentario. Luchar contra el fascismo no significa, desde luego, aprobar el sistema parlamentario. No se detiene el fascismo votando una vez cada cuatro años. Además, la izquierda parlamentaria ha aprobado en repetidas ocasiones en el pasado (reciente) medidas de austeridad severas y/o ha contrarrestado las protestas contra éstas. Las acciones extraparlamentarias son esenciales para luchar contra el fascismo y lograr un cambio social.

Ustedes consideran que «todo tipo de reivindicaciones fragmentadas», desde «el movimiento LGBTQ hasta las organizaciones caritativas», son «de naturaleza ideológica burguesa». Me parece que con ello pasan por alto la diversidad de estos movimientos. Algunos militantes son netamente más radicales que otros. Es importante apoyar la lucha de esos grupos contra la restricción de sus derechos. La forma en que debe hacerse por supuesto debe ser el objeto de un debate.

Espero que consideren esto como una contribución a esta discusión tan necesaria.

Con mis saludos fraternos,

R.V., Ámsterdam.

03/07/2025

------------------------

Nuestra respuesta

Estimado camarada R.:

Gracias por tu entusiasta valoración de la prensa de la CCI. En tu correo abordas varios puntos importantes, pero en esta respuesta queremos centrarnos en la cuestión política del fascismo, el populismo y la democracia. Escribes al respecto: «Es muy importante constatar que el fascismo moderno no difiere fundamentalmente del fascismo antiguo. El fascismo generalmente no es denominado como tal, sino con el nombre de «populismo», como si se tratara de un fenómeno popular».

Es una posición que es importante debatir, ya que se expresa a menudo en debates y textos sobre la marea populista. La CCI no la comparte por dos razones:

-el contexto social actual y, más concretamente, la situación de la clase obrera no es en absoluto comparable a la del advenimiento del fascismo en los años 1930 en Alemania e Italia;

-el fenómeno del populismo actual no es comparable al del fascismo, sino que expresa la putrefacción política e ideológica de una burguesía que ya no tiene perspectivas para orientar a la sociedad.

Expliquémonos[1]:

El fascismo es un producto histórico, una corriente política que surgió durante el periodo de contrarrevolución (los años 1920 y 1930), después de que la clase obrera en Europa fuera derrotada ideológica y físicamente. Primero se produjo el sangriento fracaso de la revolución en Alemania (1919-1923), en particular por la represión del levantamiento del proletariado en Berlín, masacrado por los cuerpos francos bajo el impulso y las órdenes de la traidora socialdemocracia (SPD), partido que, al votar los créditos de guerra y apoyar la Unión Sagrada para la carnicería de la Primera Guerra Mundial, se había pasado al bando de la burguesía. Luego vino el fracaso de la revolución rusa, aislada por el fracaso de la extensión de la revolución mundial, debilitada por una terrible guerra civil y donde la contrarrevolución está encarnada por el propio partido bolchevique bajo la dirección de Stalin (1917-1927). Fue este aplastamiento físico e ideológico de los batallones a la vanguardia del movimiento revolucionario mundial y el asesinato de los mejores miembros del movimiento comunista en estos países (1919-1923) lo que permitió el advenimiento del fascismo. En otras palabras, el fascismo (al igual que el estalinismo, por cierto) no hizo más que consagrar la pesada derrota del proletariado, lo que, por otra parte, volvió a abrir el camino al enfrentamiento bélico entre las potencias imperialistas. Desde este punto de vista, el advenimiento de los regímenes fascistas respondía a las necesidades del capital nacional: era necesario concentrar todos los poderes en el Estado, acelerar la economía de guerra y militarizar el trabajo. En los países de Europa occidental donde la clase obrera no había sido derrotada, fue en nombre del «antifascismo» que el proletariado fue movilizado por la izquierda del capital para defender la democracia y reclutado para la guerra.

En resumen, el fascismo no es la causa, sino el producto de la aplastante derrota física e ideológica de la clase obrera orquestada por la socialdemocracia, el estalinismo y otras «fuerzas democráticas», unidas fraternalmente en los «frentes populares». Por otra parte, el contexto de la lucha de clases es hoy fundamentalmente diferente al de los años 1930. En la actualidad, la clase obrera en los principales países del mundo no ha sido derrotada ni física ni ideológicamente. Por el contrario, desde 2022, diversas luchas importantes indican que ésta está tratando de recuperar su identidad de clase, y los intentos de movilizar y dividir a los trabajadores detrás de campañas populistas o, por el contrario, detrás de la defensa de las instituciones democráticas, tienen precisamente como objetivo romper esta dinámica proletaria.

Se puede discutir la utilización de la palabra populismo, pero sea cual sea el nombre que se le dé a este fenómeno, difiere fundamentalmente del fascismo. A diferencia de este último, no es producto de una clase obrera derrotada, sino de las crecientes contradicciones de la sociedad capitalista, que hacen que la rivalidad dentro de la burguesía sea cada vez más incontrolable y, en consecuencia, provoquen una pérdida creciente de control sobre el aparato político. El populismo es, por tanto, un producto puro de la profunda desintegración y del pudrimiento de la sociedad capitalista. Debido a la ausencia de perspectiva significativa para la sociedad, «se desarrolla dentro de la clase dominante, y en particular dentro del aparato político, una tendencia a la pérdida de la disciplina política y a una actitud de cada uno para sí» (Tesis sobre la descomposición). El resultado es que, en muchos casos, las elecciones actuales no conducen al nombramiento de una fracción burguesa capaz de representar lo mejor posible los intereses generales del capital nacional, sino al de facciones que defienden sus propios intereses, a menudo en contradicción con los intereses nacionales generales. Los movimientos populistas encuentran su apoyo en el «pueblo», víctima de la crisis económica y financiera, que se siente abandonado por «la élite» política, traicionado por los medios de información de izquierda y amenazado por la avalancha de inmigrantes. A menudo se trata de personas procedentes de la pequeña burguesía, pero también de capas obreras más marginadas, en regiones que antes estaban fuertemente industrializadas. En 2016, la campaña de Trump recibió «el apoyo de los blancos sin título universitario, y en particular de los trabajadores del “Rust Belt” (Cinturón industrial), los nuevos desiertos industriales que votaron por Trump en señal de protesta contra el orden político establecido, encarnado por la llamada “élite liberal de las grandes ciudades”. Su voto fue ante todo un voto en contra: en contra de las crecientes desigualdades de riqueza, en contra de un sistema que, según ellos, les privaba a ellos y a sus hijos de cualquier futuro.» (Presidencia de Trump: símbolo de un sistema social moribundo [18]).

Evidentemente, la burguesía utiliza y explota ideológicamente esta situación intentando arrastrar a la clase obrera a una lucha entre los vándalos populistas y los defensores de los principios democráticos, con el fin de preservar así su sistema capitalista de cualquier cuestionamiento. La izquierda, en particular, reacciona ante el populismo esgrimiendo con gusto el espectro del fascismo y la bandera de la «defensa de la democracia» para atraer al mayor número posible de trabajadores. Sin embargo, esta oposición de la izquierda al populismo forma parte igualmente de la clase burguesa y ataca las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores tanto como todos los demás partidos y, como tú mismo escribes, «ha aprobado en repetidas ocasiones, en un pasado (reciente), medidas de austeridad drásticas». Por lo tanto, los trabajadores deben negarse a seguir este camino y no dejarse dividir en ningún caso entre trabajadores «populistas» y «demócratas».

Ahora bien, si en tu carta pareces rechazar la actividad parlamentaria («luchar contra el fascismo no significa en absoluto aprobar el sistema parlamentario»), al mismo tiempo, nada en tu carta indica que rechaces la democracia que, al igual que la dictadura, el despotismo y la autocracia, es también una expresión política de la dictadura del capital. De hecho, ese es, en esencia, el tema central del artículo que criticas. Hay que ser claros: esta cuestión es vital y fundamental para el proletariado. Son precisamente las campañas por la defensa de la democracia las que desarmarán a la clase obrera y la llevarán a la derrota, preparándola para su movilización hacia a la guerra, si no las combatimos y nos dejamos engañar por el mito democrático. La burguesía está intentando con fuerza atraer a la clase obrera a la trampa del anti populismo. Los trabajadores no deben dejarse arrastrar por las «campañas para la defensa del Estado democrático». Deben llevar a cabo, independientemente de los partidos burgueses, la lucha en su propio terreno de clase.

Por último, en tu carta también señalas un fenómeno que indicaría una similitud con el surgimiento del fascismo en la década de 1930: «La represión de las protestas se está intensificando considerablemente». Es cierto que igual ocurre con otros fenómenos como, por ejemplo, la persecución de los migrantes y su reclusión en los campos, la exclusión de determinados grupos de población, la búsqueda de chivos expiatorios, el recurso al chantaje, las amenazas, los ajustes de cuentas, etc. Pero todos estos fenómenos distan mucho de ser específicos del fascismo: ya se daban en países estalinistas como China, en regímenes «democráticos fuertes» (sic) como Rusia, Turquía o Pakistán, por ejemplo, y se están generalizando cada vez más en los países «campeones de la democracia». Y, sobre todo, la explosión de estos fenómenos es una manifestación característica de la generalización de la barbarie que caracteriza el actual hundimiento de la sociedad en el período de descomposición del capitalismo decadente.

CCI

 

[1] Para una argumentación más completa, véase el artículo de nuestra página web «Alza de la extrema derecha en Europa: ¿Existe hoy un peligro fascista? [19]», así como nuestro folleto «Fascismo y democracia, dos expresiones de la dictadura del capital [20]» (disponible solo en francés).

Vida de la CCI: 

  • Cartas de los lectores [21]

Cuestiones teóricas: 

  • Populismo [22]

Rubric: 

Correo del lector

URL de origen:https://es.internationalism.org/content/5392/septiembre-2025

Enlaces
[1] mailto:[email protected] [2] https://es.internationalism.org/content/5379/revolucion-de-1905-hace-120-anos-surgieron-las-huelgas-de-masas-y-los-consejos-obreros [3] https://es.internationalism.org/content/5382/1905-hace-120-anos-la-clase-obrera-en-rusia-demostro-su-naturaleza-revolucionaria [4] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/reuniones-publicas [5] https://es.internationalism.org/tag/historia-del-movimiento-obrero/1905-revolucion-en-rusia [6] https://www.ipsos.com/fr-fr/barometre-du-moral-des-adolescents-2025 [7] https://www.lemonde.fr/international/article/2024/01/10/en-suede-l-inquietude-face-a-la-violence-croissante-contre-les-enseignants_6209938_3210.html [8] https://www.franceinfo.fr/monde/royaume-uni/royaume-uni-des-solutions-face-aux-agressions-des-professeurs-par-leurs-eleves_4295847.html [9] https://es.internationalism.org/tag/3/45/descomposicion [10] https://es.internationalism.org/content/5002/los-fundamentos-marxistas-del-concepto-de-parasitismo-politico-y-la-lucha-contra-esta [11] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [12] https://es.internationalism.org/content/4719/informe-sobre-la-lucha-de-clases-internacional-para-el-24o-congreso-de-la-cci-2021 [13] https://es.internationalism.org/content/5064/tras-la-ruptura-en-la-lucha-de-clases-la-necesidad-de-politizacion-de-las-luchas [14] https://fr.internationalism.org/rinte30/cours.htm [15] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200608/1054/el-proletariado-ante-la-guerra [16] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/congresos-de-la-cci [17] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/intervenciones [18] https://es.internationalism.org/content/4186/presidencia-de-trump-simbolo-de-un-sistema-social-moribundo [19] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/241/alza-de-la-extrema-derecha-en-europa-existe-hoy-un-peligro-fascista [20] https://fr.internationalism.org/content/fascisme-democratie-deux-expressions-dictature-du-capital [21] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/cartas-de-los-lectores [22] https://es.internationalism.org/tag/cuestiones-teoricas/populismo