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Julio 2025

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Revolución de 1905: hace 120 años surgieron las huelgas de masas y los consejos obreros

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Hace 120 años, una oleada de huelgas espontáneas, de una magnitud sin precedentes, surgieron en Rusia con un espectacular estallido de cólera obrera y una conciencia de clase aguda que inauguró una nueva forma de lucha para el proletariado: la huelga de masas. Este estallido de las masas fue una fuente de inspiración para los revolucionarios de la época, que extrajeron las lecciones esenciales para la lucha de clases, como lo hicieron Rosa Luxemburgo, Trotski y Lenin, que en aquel momento combatían ferozmente a los reformistas.

La revolución de 1905 testifica hoy, en un momento en que la clase obrera aún no ha recuperado la conciencia de su fuerza, en tanto carece lamentablemente de confianza en sus capacidades y potencialidades políticas, en su poder histórico real y en toda la creatividad de su ser: «esta primera acción general directa en enero detonó, como una corriente eléctrica, una poderosa reacción interna, ya que por primera vez se despertaron en millones de personas los sentimientos y la conciencia de clase. Y ese despertar del sentimiento de clase se expresó luego en el hecho de que la masa de millones de proletarios tomó conciencia, rápida y agudamente, de lo intolerable de esa existencia económica y social a la que la condenaba el capitalismo, existencia que había sobrellevado pacientemente durante décadas. Acto seguido comenzó un espontáneo movimiento general sacudiendo y rompiendo esas cadenas». (Rosa Luxemburgo, «Huelga de masas, partido y sindicatos»).

Esta experiencia histórica, aunque olvidada, sigue siendo una referencia de primer orden para el proletariado mundial, para sus luchas y su futuro revolucionario. Y esto es lo que Lenin ya identificaba en aquella ocasión, cuando fue una de las raras personas en haber captado el sentido y el significado de la aparición de los primeros consejos obreros de la historia, como la «forma finalmente encontrada de la dictadura del proletariado». Se trataba, ni más ni menos, que de un modus operandi del combate de clase iniciado en el apogeo del capitalismo y que continúa siéndolo en toda su fase declinante, hasta la futura revolución proletaria. La comprensión profunda del significado de los acontecimientos de 1905, preludio del Octubre Rojo de 1917, fue, en efecto, una de las condiciones para la toma del poder en Rusia.

Hoy, la falta de perspectiva de la gran masa de trabajadores que retoma la lucha después de más de tres décadas de atonía, tiende a reducir su acción a las contingencias inmediatas. En este sentido, poner de relieve la experiencia de las grandes luchas del movimiento obrero, como los acontecimientos de 1905 en Rusia, sigue siendo vital para alimentar la reflexión en curso, para alimentar el proceso de maduración subterránea de su conciencia, con el fin de vincularla de nuevo a toda una memoria histórica. ¡Porque 1905 no fue el simple producto de una tormenta aislada que estalló en un cielo despejado! El acontecimiento sólo pudo surgir como resultado de todo un conjunto de experiencias previas, en particular de todo un proceso de maduración subterránea, de digestión política, de una lenta y larga reflexión que siguió a las grandes luchas, en particular en San Petersburgo y en otros lugares durante la década de 1890.

Hoy, aunque el contexto sea radicalmente diferente, también tiende a desarrollarse una reflexión profunda en el seno de la clase obrera. Después de 1968 y durante las distintas oleadas de luchas que siguieron, en particular las de los años 80, era necesario dar un paso decisivo, que desgraciadamente no se dio: la politización de las luchas. Hoy, es en el contexto terriblemente más difícil de la descomposición en el que el proletariado vuelve a emprender la reflexión y debe conseguir llevarla a cabo, elevar su nivel de conciencia y su determinación, sin las cuales el capitalismo arrastrará a toda la humanidad a la barbarie y la destrucción.

La huelga de masas de 1905 no fue un fenómeno aislado. Fue acompañada de luchas en toda Europa. Hoy en día, una nueva generación de proletarios también está retomando la lucha en todo el mundo, en particular desde las huelgas del «verano de la cólera» en Gran Bretaña en 2022. Esta generación pertenece a toda la cadena de combatientes que nos une a las primeras luchas de nuestra clase, capaz de desarrollar su conciencia para elevarla a un nivel superior. Este proceso no lineal, con fases de desarrollo, flujos y reflujos, ha caracterizado la lucha desde los albores del movimiento obrero. Al reeditar la serie de artículos de la Revista Internacional sobre la revolución de 1905, esperamos contribuir a estos esfuerzos, que actualmente dirige la clase obrera. Alentar un proceso de maduración en profundidad, difícil, lento y lleno de baches, en un intento de volver a conectar con la perspectiva comunista, con la lucha revolucionaria contra un mundo capitalista condenado por la historia.

- Hace 100 años, la revolución de 1905 en Rusia (I) [1], publicado en Revista Internacional número 120.

- Hace 100 años, la revolución de 1905 en Rusia (II [2]. El surgimiento de los soviets abre un periodo histórico nuevo para la lucha de clases), publicado en Revista Internacional número 122.

- Hace 100 años, la revolución de 1905 en Rusia (III [3] - El surgimiento de los soviets abre un período histórico nuevo para la lucha de clases), publicado en Revista Internacional número 123.

- Hace 100 años, la revolución de 1905 en Rusia (IV. [4] El debate de la vanguardia sobre el significado de la revolución de 1905), publicado en Revista Internacional número 125.

Personalidades: 

  • Rosa Luxemburgo [5]
  • Lenin [6]

desarrollo de la conciencia y la organización proletaria: 

  • Segunda Internacional [7]

Acontecimientos históricos: 

  • Revolucion de 1905 [8]

Rubric: 

Historia del Movimiento Obrero

Gaza, ¡el infierno de un capitalismo en descomposición!

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Cuanto más tiempo pasa, más atrocidades se acumulan, más insuficientes son las palabras para describir el hospicio a cielo abierto de Gaza. Tras la matanza perpetrada por Hamás el 7 de octubre de 2023, la respuesta israelí supera todos los niveles de barbarie. La mayoría de las más de 50 000 muertes causadas por los bombardeos y las incursiones del ejército israelí son civiles, niños y proletarios indefensos. El ejército israelí ataca deliberadamente a grupos de civiles y a infraestructuras vitales y sanitarias, empujando voluntariamente a la población a migrar de un extremo a otro del territorio de la gigantesca prisión que es Gaza y a abandonar todo lo que poseen para intentar desesperadamente mantenerse con vida. Como dueña de las fronteras del enclave, hambrea cínicamente a la población limitando el suministro de agua y alimentos, impide la entrada de medicamentos y material médico indispensable para atender a las decenas de miles de heridos y destruye metódicamente, en una orgía de violencia, todo lo que se ha construido allí.

Las «grandes democracias occidentales» multiplican las declaraciones de horror ante las atrocidades. Sus palabras son cada vez más duras con el Gobierno israelí, pero no toman ninguna medida, como detener el suministro de armas y municiones, para poner fin al baño de sangre. ¡No son más que gritos de indignación, y con razón! Desde las masacres en Irak, Afganistán o Vietnam hasta los bombardeos con fósforo de las ciudades alemanas de Dresde y Hamburgo o las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, los países occidentales, como todos los países del mundo, nunca han retrocedido ante las masacres más atroces para imponer sus sórdidos intereses. El aniversario del 8 de mayo de 1945, celebrado con gran pompa como la «victoria sobre la barbarie nazi», expresa toda la hipocresía de los dirigentes de estas potencias democráticas que se acomodan al genocidio en curso, siempre dispuestos a recurrir a todas las mentiras y amnesias posibles para ocultar que ellos mismos tienen las manos manchadas con la sangre de las víctimas de las masacres coloniales y de las dos guerras mundiales.

Detrás del genocidio en Gaza: la barbarie del capitalismo

Esta barbarie desatada por ambos bandos, aunque sean asimétricos, la vemos en acción en todo el mundo: en Siria y Líbano, en Sudán y Yemen, en India y Pakistán, en Ucrania o en el Congo. Es cierto que las masacres en Gaza tienen su origen en 75 años de enfrentamientos entre las burguesías israelí y palestina y de intrigas imperialistas en Oriente Próximo, pero se basan en un origen común a todos los conflictos, claramente planteado por Rosa Luxemburgo y Lenin a principios del siglo XX: con la entrada del capitalismo en su fase de declive histórico, se abrió la era del «imperialismo, fase suprema del capitalismo». Todos los Estados capitalistas deben ahora defender sus intereses en detrimento directo de sus competidores internacionales. Ningún Estado puede sustraerse a esta lógica. Como ningún Estado puede renunciar a defender su lugar en el mercado mundial, todos los golpes, incluso los más ignominiosos, los más bárbaros, los más repugnantes, están permitidos.

El período actual, el de la fase última de descomposición del sistema, no hace más que acentuar la escalada de la barbarie. Hace 35 años, en nuestras Tesis sobre la descomposición, ya escribíamos: «Así [vemos] el desarrollo del terrorismo y los secuestros como medios de guerra entre Estados, en detrimento de las «leyes» que el capitalismo se había dado en el pasado para «regular» los conflictos entre fracciones de la clase dominante». En Gaza, Hamás utiliza rehenes como escudo humano para intentar contener la respuesta militar israelí, al tiempo que el ejército israelí utiliza a los dos millones de habitantes de la Franja de Gaza como moneda de cambio con su enemigo palestino. Cada bando utiliza la amenaza contra los civiles en su lucha contra el enemigo.

Debido a la creciente fragmentación política de las facciones burguesas, una política orientada a la defensa coherente de los intereses del Estado parece cada vez más difícil, si no imposible. Este fenómeno, que existe en todos los países, se traduce en una política general de «sálvese quien pueda» llevada a cabo por gran parte del aparato político burgués.[1]  Este «cada uno por su cuenta» se traduce en Israel en el hecho de que, en su desesperada lucha por la supervivencia política, Netanyahu se ha convertido en un proyectil incontrolado para el padrino estadounidense, al frente de un gobierno que integra facciones sionistas de extrema derecha irresponsables que ya no ocultan su intención de aplicar una «solución final» al problema palestino, un gobierno que ya ni siquiera finge tener en cuenta la vida de los rehenes retenidos por Hamás o la de los civiles palestinos, tanto en Cisjordania como en Gaza. Ya solo queda una huida hacia adelante nihilista hacia la barbarie, cuya conclusión solo puede ser la eliminación física, mediante la masacre o el exilio, de todos los palestinos de Cisjordania y Gaza. Se trata fundamentalmente de la misma lógica que la de Hamás, la de las clases dominantes que encarnan la lógica represiva y militarista hasta el extremo: los rehenes, vivos o muertos, nunca han impedido que la población de Gaza sufra represalias atroces, ni que Hamás cometa crímenes y ejerza su propia represión contra los palestinos que se manifiestan para detener la matanza.

Este es claramente el futuro que nos depara el capitalismo: la masacre masiva de civiles a través de guerras que no perdonan a nadie, el apetito de venganza pura, el exterminio de los opositores políticos y las facciones enemigas, la destrucción total de ciudades enteras, hospitales y escuelas, el desarrollo de ideologías totalmente irracionales basadas en la religión, en visiones conspirativas, en la desconfianza hacia todos y hacia todo. El resultado es la destrucción de toda vida organizada para la humanidad entera y ya se puede ver que este cáncer que carcome al capitalismo tiene metástasis en todo el planeta.

La única perspectiva alternativa frente a esta dinámica destructiva es el desarrollo de la lucha proletaria contra los sacrificios humanos, económicos, sociales y culturales que impone esta sociedad en descomposición. El proletariado es la única clase cuya perspectiva se opone frontalmente a la de la burguesía. Más que nunca, el único futuro de la humanidad está en manos de la clase obrera, la única clase revolucionaria en el capitalismo. Solo ella, con su lucha sin fronteras, es capaz de defender un principio potencialmente salvador: el del internacionalismo proletario. En Gaza, como en otros lugares, ante los enfrentamientos imperialistas cada vez más numerosos y sangrientos, no hay ningún bando, ningún beligerante al que apoyar.

HD, 25 de mayo de 2025

 

[1] La llegada al poder de la banda de Trump en Estados Unidos es una expresión de ello, pero encontramos más o menos la misma situación en Corea del Sur, en Argentina y en casi todos los países europeos.

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Conflictos Imperialistas

1905: hace 120 años la clase obrera en Rusia demostró su naturaleza revolucionaria

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Para la clase obrera, una clase cuya conciencia es el arma más preciada[1], aprender de su propia experiencia tiene una importancia fundamental. Cada vez que actúa en su propio terreno, de forma masiva, unida y solidaria y, sobre todo, con un ímpetu revolucionario, deja importantes lecciones para el futuro, lecciones que la clase debe aprehender y utilizar para sus futuras acciones.

Este fue el caso de la Comuna de París de 1871, que hizo comprender a Marx y Engels que la clase obrera, al tomar el poder, no puede utilizar el Estado burgués para transformar la sociedad hacia el comunismo. Tenía que destruirlo para construir una nueva manera de dirigir la sociedad, con funcionarios electos, revocables en cualquier momento.

Ese fue el caso también con la revolución rusa de 1905, cuyo 120 aniversario se celebra este año. En este caso, la lección fue aún más rica: vimos la aparición de la huelga de masas y la creación de los órganos de su poder: los consejos obreros (soviets en ruso), la «forma al fin encontrada de la dictadura del proletariado», como dijo Lenin.

Es a esta experiencia a la que queremos consagrar este artículo, para ver cómo puede ayudarnos a comprender la dinámica actual de la lucha de clases, que la CCI ha definido como una «ruptura» histórica en relación con las décadas anteriores.

Enero de 1905

Antes de examinar la dinámica de la Revolución Rusa de 1905, debemos recordar brevemente el contexto internacional e histórico en el que se desarrolló esta revolución. Las últimas décadas del siglo XIX se caracterizaron por un desarrollo económico especialmente pronunciado en toda Europa. Es en este contexto que la Rusia zarista, cuya economía estaba aún muy atrasada, se convirtió en el lugar ideal para la exportación de grandes capitales destinados a la creación de industrias medianas y grandes. En el espacio de unas pocas décadas, la economía experimentó una profunda transformación. En la Rusia de finales del siglo XIX, el crecimiento del capitalismo dio lugar a una gran concentración de trabajadores. El rasgo característico del proletariado en Rusia era su concentración en unas pocas grandes zonas industriales, lo que favoreció enormemente la búsqueda de solidaridad y la extensión de su lucha. Son estos rasgos estructurales de la economía los que explican la vitalidad revolucionaria de un joven proletariado ahogado en un país profundamente atrasado donde predominaba la economía campesina.

En enero de 1905, dos obreros de las fábricas Putilov de Petersburgo son despedidos. Se puso en marcha un movimiento de huelga solidaria y se redactó una petición por las libertades políticas, el derecho a la educación, la jornada de 8 horas, contra los impuestos, etc., para llevarla al zar en una manifestación masiva. «Miles de trabajadores, no socialdemócratas, sino creyentes, fieles súbditos del zar, encabezados por el Papa Gapone, marcharon desde todos los puntos de la ciudad hasta el centro de la capital, a la plaza del Palacio de Invierno, para entregar una petición al zar. Los obreros marcharon con iconos y Gapone, su líder en aquel momento, había escrito al zar para asegurarle que respondería por su seguridad personal y pedirle que compareciera ante el pueblo»[2].

Todo llegó a un punto crítico cuando, al llegar al Palacio de Invierno para presentar su petición al zar, los trabajadores fueron atacados por las tropas que «cargaron contra la multitud con espadas; dispararon contra los trabajadores desarmados que suplicaban de rodillas a los cosacos que les permitieran acercarse al zar. Según los informes policiales, ese día murieron más de mil personas y dos mil resultaron heridas. La indignación de los trabajadores era indescriptible»[3]. Fue esta profunda indignación de los obreros de Petersburgo hacia el hombre al que llamaban «Padrecito», que había respondido a su súplica con las armas, lo que desencadenó las luchas revolucionarias de enero. En este periodo se produjo un cambio muy rápido en el estado de espíritu del proletariado: «De un extremo a otro del país pasó una grandiosa avalancha de huelgas que sacudió el cuerpo de la nación [...] El movimiento involucró a cerca de un millón de almas. Sin plan definido, a menudo sin siquiera formular reivindicaciones, se interrumpía y reanudaba, guiada por el único instinto de solidaridad, la huelga reinó en el país durante cerca de dos meses»[4]. Este acto de ir a la huelga sin reivindicaciones específicas, por solidaridad, fue a la vez una expresión y un factor activo de la maduración, en el seno del proletariado ruso de la época, de la conciencia de ser una clase y de la necesidad de enfrentarse a su enemigo de clase como tal. A la huelga general de enero siguió un periodo de luchas constantes, que aparecían y desaparecían en todo el país, por reivindicaciones económicas. Este periodo fue menos espectacular pero igual de importante. Se producen sangrientos enfrentamientos en Varsovia. En Lodz se levantan barricadas. Los marineros del acorazado Potemkin en el Mar Negro se sublevan. Todo este periodo allanó el camino para el segundo gran periodo de la revolución.

Octubre de 1905

«Esta segunda gran acción revolucionaria del proletariado tuvo un carácter muy diferente de la primera huelga de enero. La conciencia política desempeñó un papel mucho más importante. Es cierto que la ocasión que desencadenó la huelga de masas fue de nuevo incidental y aparentemente fortuita: fue el conflicto entre los ferroviarios y la administración por la Caja de Pensiones. Pero el levantamiento general del proletariado industrial que se produjo a continuación se apoyaba en un pensamiento político claro. El prólogo de la huelga de enero había sido una petición de libertad política al zar; la consigna de la huelga de octubre fue: “¡Acabemos con la comedia constitucional del zarismo!” Y gracias al éxito inmediato de la huelga general, que desembocó en el manifiesto zarista del 30 de octubre, el movimiento no retrocedió por sí mismo, como en enero, para volver al principio de la lucha económica, sino que se desbordó hacia el exterior, ejerciendo con ardor la libertad política recién conquistada. Manifestaciones, reuniones, una prensa todavía joven, discusiones públicas»[5]. En octubre se produjo un cambio cualitativo con la formación del soviet de Petersburgo, que se convertiría en un hito en la historia del movimiento obrero internacional. Tras la extensión de la huelga de tipógrafos a los ferrocarriles y telégrafos, los obreros decidieron en asamblea general formar el soviet que se convertiría en el centro neurálgico de la revolución: «El Consejo de Diputados Obreros se constituyó en respuesta a una necesidad práctica derivada de las circunstancias de la época: hacía falta una organización de autoridad incuestionable, libre de toda tradición, que reuniera de una vez a las multitudes diseminadas y desprovistas de ligazón»[6].

Diciembre de 1905

«Al sueño de la Constitución siguió un brusco despertar. Y la silenciada agitación acaba desencadenando en diciembre la tercera huelga general de masas, que se extiende por todo el Imperio. Esta vez, el curso y el resultado fueron completamente diferentes a los de las dos huelgas anteriores. La acción política no dio paso a la acción económica, como en enero, pero tampoco logró una rápida victoria, como en octubre. La camarilla zarista no renovó sus intentos de establecer una auténtica libertad política, y la acción revolucionaria se topó así por primera vez en su totalidad con ese muro inquebrantable: la fuerza material del absolutismo»[7]. La burguesía capitalista, atemorizada por el movimiento del proletariado, se alineó detrás del zar. El gobierno no aplicó las leyes liberales que acababa de conceder. Los dirigentes del soviet de Petrogrado fueron arrestados. Pero la lucha continúa en Moscú: «La revolución de 1905 culmina con la insurrección de diciembre en Moscú. Un pequeño número de insurrectos, trabajadores organizados y armados (apenas eran más de ocho mil) resistieron al gobierno del zar durante nueve días. El zar no pudo contar con la guarnición de Moscú, sino que tuvo que mantenerla encerrada, y sólo con la llegada del regimiento de Semiónovski, llamado desde Petersburgo, pudo sofocar la sublevación»[8].

¿Cuál era, pues, la dinámica de 1905? La de la huelga de masas, la de ese «océano de fenómenos» (Luxemburgo) compuesto de huelgas, manifestaciones, solidaridad, discusiones, reivindicaciones económicas y reivindicaciones políticas, en una palabra, todas las expresiones que caracterizan la lucha de la clase obrera, manifestándose al mismo tiempo como el producto de una maduración de la conciencia de los obreros, maduración que tuvo lugar durante los propios acontecimientos, pero también y sobre todo el fruto de una maduración subterránea, de una acumulación de experiencias y de una reflexión en profundidad que en un momento dado salieron a la luz. De hecho, los acontecimientos de 1905 no surgieron de la nada, sino que fueron el producto de la acumulación de sucesivas experiencias y reflexiones que habían sacudido a Rusia desde finales del siglo XIX. Como lo expone Rosa Luxemburgo, «la huelga de enero en San Petersburgo fue la consecuencia inmediata de la gigantesca huelga general que había estallado poco antes, en diciembre de 1904, en el Cáucaso, en Bakú, y que mantuvo en vilo a toda Rusia durante mucho tiempo. Los acontecimientos de diciembre en Bakú no fueron más que un eco final y poderoso de las grandes huelgas que en 1903 y 1904, como terremotos periódicos, sacudieron todo el sur de Rusia, y cuyo prólogo fue la huelga de Batum, en el Cáucaso, en marzo de 1902. En el fondo, esta primera serie de huelgas, en la cadena continua de erupciones revolucionarias actuales, está a su vez a sólo cinco o seis años de distancia de la huelga general de los obreros textiles en San Petersburgo en 1896 y 1897».

La «ruptura», producto de la maduración subterránea

Este concepto de maduración subterránea de la conciencia es difícil de aceptar por una buena parte de los grupos del medio político proletario, pero también por un cierto número de nuestros contactos o simpatizantes. Sin embargo, tiene sus raíces en los escritos de Marx[9], mientras que Luxemburgo retoma la idea del «viejo topo», y Lenin hace lo mismo[10], Trotsky, aunque no utiliza exactamente el mismo vocabulario que la CCI para describir el fenómeno de la «maduración subterránea» de la conciencia en el seno del proletariado, lo menciona muy claramente en su Historia de la Revolución Rusa. El siguiente pasaje lo confirma perfectamente: «Las causas inmediatas de los acontecimientos de una revolución son las modificaciones en la conciencia de las clases en lucha. [...] Los cambios en la conciencia colectiva tienen un carácter semi oculto; en cuanto alcanzan cierta tensión, los nuevos estados de ánimo e ideas irrumpen en el mundo exterior en forma de acciones de masas».

Pero, sobre todo, la realidad de los procesos de maduración subterránea se confirma en cada momento importante de la lucha del proletariado: lo hemos visto en 1905, y lo volvimos a ver en 1917 en Rusia, donde la Revolución de Octubre fue precedida por huelgas contra la guerra en los años precedentes. Y lo hemos visto también en momentos históricos más cercanos a nosotros. Lo vimos en 1980 en Polonia con el movimiento huelguístico que hizo reaparecer «en la superficie» la huelga en el escenario de la historia: los obreros polacos ya habían generado importantes momentos de lucha en 1970 y 1976, luchas que habían sufrido una dura y sangrienta represión a manos del régimen estalinista. Armados con estas experiencias, que habían sido llevados a «digerir» a través de una verdadera maduración subterránea de su conciencia, los trabajadores fueron capaces de lanzarse en 1980 a una lucha intensa y repentina, con una organización que tuvo ramificaciones en todo el país, con grupos de coordinación que fueron capaces a su vez de organizar una huelga de masas ante la cual las autoridades, paralizadas, se vieron obligadas a negociar y a hacer concesiones antes de responder con la represión cuando la lucha amainó[11].

Es en la tradición de todas estas experiencias del movimiento obrero que interpretamos las huelgas en Gran Bretaña en 2022 como el resultado de una nueva maduración de la conciencia de clase, no como un destello fortuito, sino como el producto de una reflexión profunda que continúa, con el retorno de la lucha de la clase obrera tras décadas de apatía y atonía. Hemos calificado a estos movimientos de «ruptura», a fin de subrayar que se trataba de un fenómeno de importancia histórica e internacional. Las luchas importantes que siguieron a esta primera manifestación y resurgimiento de la combatividad obrera, en Francia, Estados Unidos, en otras partes del mundo y más recientemente en Bélgica, confirman que las huelgas en Gran Bretaña no eran un fenómeno local y pasajero, sino el resultado de esta maduración subterránea que por fin salía a la superficie. Diferentes características de los movimientos que han tenido lugar en los últimos tres años dan fundamento a nuestro análisis:

- La consigna generalizada de «basta ya» expresaba el sentimiento largamente arraigado de que todas las promesas hechas tras la «crisis financiera» de 2008 habían resultado ser mentiras, y que ya era hora de que los trabajadores empezaran a hacer valer sus propias reivindicaciones;

- Las consignas «todos estamos en el mismo barco» y «la clase obrera ha vuelto» expresaban una tendencia por parte de la clase obrera (aún embrionaria pero real) a redescubrir el sentimiento de ser una clase con existencia colectiva propia e intereses diferenciados, a pesar de décadas de atomización impuesta por la descomposición general de la sociedad capitalista, a la que contribuyó el desmantelamiento deliberado de muchos centros industriales tradicionales con una clase obrera experimentada (minas, siderurgia, etc.).

- En el movimiento francés, la consigna masiva «Si tú nos das 64, nosotros te damos mayo 68» expresaba la reactivación de una memoria colectiva, el recuerdo de la importancia de las huelgas de masas de 1968.

- El desarrollo internacional de minorías que tienden hacia posiciones internacionalistas y comunistas; la mayoría de estos elementos y sus esfuerzos por unirse son el producto menos de la lucha de clases inmediata que de un cuestionamiento de la problemática de la guerra, lo que demuestra que los movimientos de clase actuales expresan algo más que preocupaciones inmediatas por el deterioro del nivel de vida. Expresan, la mayoría de las veces de forma aún confusa, la preocupación por el futuro que nos ofrece este sistema de producción: el capitalismo.

- Por último, otro signo del proceso de maduración puede verse en los esfuerzos del aparato político de la burguesía por reforzar las fuerzas de encuadramiento y mistificación contra los trabajadores, como son los sindicatos y las organizaciones izquierdistas. El objetivo es radicalizar los mensajes dirigidos a la clase obrera para sabotear la reflexión y de esta manera mantenerla bajo su control.

Estamos sólo al principio de esta reanudación de la combatividad, de la reanudación de las luchas de la clase en su propio terreno, de una acumulación de nuevas experiencias que podrían llevar a la clase a radicalizar sus luchas, hasta darles un carácter más político, que podrían cuestionar el sistema como tal, y no sólo la constatación de sus ataques y sus efectos inmediatos.

Será un proceso largo, difícil y lleno de obstáculos, porque ya no estamos en la misma situación que en 1905 en Rusia, cuando en el espacio de un año la clase podía pasar de una simple súplica al zar a una fase abiertamente insurreccional. La situación actual es la de la descomposición del capitalismo, la última fase histórica del capitalismo que se manifiesta no sólo en la putrefacción de toda la vida política de la burguesía, sino que pesa también sobre la clase obrera a través de fenómenos cuyos efectos, explotados ideológicamente por la clase dominante, obstaculizan fuerte e insidiosamente la toma de conciencia de los trabajadores:

«- la acción colectiva, la solidaridad, se enfrentan a la atomización, al “cada uno para sí”, al “cada uno se las arregla de forma individual”;

- la necesidad de organización se enfrenta a la descomposición social, a la desestructuración de las relaciones que constituyen la base de toda la vida en sociedad;

- la confianza en el futuro y en las propias fuerzas se ve constantemente minada por la desesperación general que invade la sociedad, por el nihilismo, por el “no futuro”;

- la conciencia, la lucidez, la coherencia y la unidad de pensamiento, el gusto por la teoría, deben encontrar un camino difícil en medio de la huida hacia las quimeras, las drogas, las sectas, el misticismo, el rechazo de la reflexión, la destrucción del pensamiento que caracteriza a nuestra época»[12].

Así pues, no debemos impacientarnos, esperando a cada momento la confirmación de este proceso. El papel de los revolucionarios es intervenir con claridad en la clase, tener una visión a largo plazo de la lucha y, sobre todo, ayudar a las minorías a comprender las implicaciones últimas de lo que está en juego, la amenaza de destrucción de la humanidad y, al mismo tiempo, la posibilidad para la clase obrera de abrir otra perspectiva, la de una sociedad sin clases, sin explotación, sin guerra, sin destrucción del planeta, en resumen, la de una sociedad verdaderamente comunista.

Helis, 22 de junio de 2025

 

[1] La clase obrera es la primera clase en la historia capaz de desarrollar una conciencia revolucionaria de su propio ser, a diferencia de la burguesía revolucionaria cuya conciencia estaba limitada por su posición como nueva clase explotadora.

[2] Lenin, Informe sobre la revolución de 1905 (1917).

[3] Ibid.

[4] Trotsky, 1905 (1909)

[5] Luxemburgo, Huelga de masas, partido y sindicatos (1906).

[6] Trotski, 1905 (1909).

[7] Luxemburgo, Huelga de masas, partido y sindicatos (1906).

[8] Lenin, Informe sobre la revolución de 1905 (1917).

[9] Para Marx, la revolución es un viejo topo «que sabe trabajar tan bien en la clandestinidad como aparecer de repente».

[10] Cf. su polémica contra el economismo en ¿Qué hacer?

[11] La historia recordará la escena de esta negociación entre huelguistas y ministros, en la que las conversaciones entre los delegados de los trabajadores y los ministros se retransmitieron en directo por altavoces a los trabajadores concentrados frente al palacio del gobierno. Para comprender mejor este movimiento, véase nuestro folleto: Polonia 1980.

[12] «Tesis sobre la descomposición [9]», Revista Internacional nº 107 (2001).

Personalidades: 

  • Lenin [6]
  • Rosa Luxemburgo [5]
  • Trotski [10]

Historia del Movimiento obrero: 

  • 1905 - Revolución en Rusia [11]

Acontecimientos históricos: 

  • Revolucion de 1905 [8]

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Historia del Movimiento Obrero

Represión migrante en Estados Unidos: ¡Ante las redadas, nuestra solidaridad, que es lucha de clase!

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Desde el 6 de junio, la administración Trump decidió intensificar drásticamente las políticas anti migrantes de la burguesía estadounidense organizando verdaderas cacerías humanas contra inmigrantes indocumentados, concentradas en particular en California, en la región de Los Ángeles, la segunda ciudad más grande del país, donde viven muchos trabajadores de origen latinoamericano.

Redadas de migrantes: un ataque a toda la clase obrera

Como señalamos en un volante escrito por un simpatizante cercano a la CCI[1], esta provocación, llevada a cabo con extrema brutalidad, constituye un ataque contra todo el proletariado. Son nuestros hermanos de clase, la mayoría de las veces explotados en condiciones difíciles, a quienes la policía persigue y reprime. Estas redadas de la policía federal de inmigración (ICE) para rastrear, arrestar y expulsar a los migrantes «manu militari», atrapándolos en sus lugares de trabajo (obras de construcción, fábricas, comercios...), evocaron en gran medida las escenas de las redadas en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, llevadas a cabo contra poblaciones de origen judío o romaní para deportarlas.

Esto ha provocado reacciones de solidaridad, indignación y disgusto en una gran parte de la población, pero más particularmente entre los explotados, que se han movilizado, incluso espontáneamente, y han logrado a veces evitar detenciones, como en Paramount, en el suburbio obrero de Los Ángeles.

Movilizarnos como ciudadanos nos deja impotentes

Más aún, estos primeros reflejos de solidaridad son inmediatamente explotados e instrumentalizados por la burguesía, como ya ocurrió en 2020, tras el asesinato de George Floyd en Minneapolis a manos de la policía. La burguesía se apropió por completo de estos reflejos de solidaridad tras las marchas de protesta lideradas por el movimiento antirracista Black Lives Matter para exigir más justicia e igualdad, incluso la abolición de la policía... al Estado capitalista, ¡punta de lanza de la explotación y la defensa del orden burgués!

De igual manera hoy, los «comités de defensa» (en particular, los de la Red de Respuesta Rápida de Los Ángeles), compuestos por sindicatos y diversas organizaciones y asociaciones de la izquierda del capital, lograron canalizar de inmediato los intentos de respuesta hacia el terreno podrido de la «defensa del Estado de derecho», de la «solidaridad ciudadana», del «antitrumpismo»... es decir, las mismas mistificaciones democráticas que inevitablemente conducen al desarme del proletariado, a la desactivación de sus luchas, haciéndole creer que sería posible un capitalismo más justo y humano. En ninguna parte se expresan las movilizaciones en defensa de los intereses de la clase obrera, a diferencia, por ejemplo, de lo que ocurrió en 1917 en Rusia, cuando la violenta represión de las manifestaciones del día internacional de la mujer fue el punto de partida para la extensión de los movimientos huelguísticos que sirvieron de detonador de la oleada revolucionaria. De igual manera, en febrero de 1941, en plena guerra, cuando las condiciones de lucha eran extremadamente difíciles, los trabajadores de Ámsterdam se declararon en huelga contra la deportación de judíos. Entre el 22 de marzo y el 13 de mayo de 1968, la feroz represión estudiantil también movilizó a la clase obrera, impulsada por sus instintivos impulsos de solidaridad.

Hoy, por el contrario, dado que el proletariado aún no es capaz de responder a la represión en su terreno de clase, la burguesía puede fácilmente conducirlo a callejones sin salida y reducirlo a la impotencia. No fue como clase que los proletarios de Los Ángeles se movilizaron, sino como individuos indignados, o incluso como ciudadanos. En este contexto, los trabajadores presentes en estas movilizaciones no podían en modo alguno extender la lucha a todo el proletariado para constituir una auténtica relación de fuerzas de clase contra la represión. Esto solo puede fomentar un clima de terror, exacerbar las tensiones entre comunidades y alimentar las divisiones entre los proletarios al fomentar el estallido de disturbios populares impotentes, como los disturbios raciales del pasado, numerosos en Estados Unidos y como los de 1992 en California tras la absolución de los policías responsables de la violencia infligida al taxista Rodney King el año anterior. Esto solo ha llevado a enfrentamientos y confrontaciones sin perspectivas contra la policía y a bloqueos del tráfico totalmente estériles, o a acciones desesperadas, escenas de saqueos, vandalismo o incendios de coches... En resumen, picaduras de mosquito en el duro cuero de la burguesía que han justificado un enorme despliegue del aparato represivo para garantizar el mantenimiento del orden público. Es precisamente el «mantenimiento del orden» lo que ahora ha servido de pretexto para que el gobierno recurra al ejército, enviando a más de 4,000 reservistas de la Guardia Nacional y 700 marines, acertadamente descritos en el pasado como «perros de guerra» entrenados para matar (y particularmente temidos), para patrullar la ciudad.

La trampa de las campañas democráticas tendidas por la burguesía

Este clima también ha dejado el campo libre a una fracción del aparato del Partido Demócrata para distorsionar estas reacciones básicas de solidaridad y arrastrar al proletariado hacia una vasta campaña ideológica en el terreno totalmente podrido de la defensa de la democracia burguesa y los derechos de los «ciudadanos», de la violación a las leyes y a la Constitución estadounidense. Este caballo de batalla ha sido presentado en particular por el gobernador de California, Gavin Newsom, quien ya se presenta como posible candidato a las próximas elecciones presidenciales al multiplicar las declaraciones de oposición a las políticas de Trump, acusándolo de «abuso de poder», de haber llevado a cabo «secuestros ilegales» sin la aprobación de las autoridades locales, de haber «dado un giro hacia el autoritarismo», de «comportarse como un tirano» para «hacer realidad la loca fantasía de un presidente dictatorial”, añadiendo que «su comportamiento amenaza los cimientos mismos de nuestra democracia»[2]. La alcaldesa demócrata de Los Ángeles, Karen Bass, no se queda atrás en este torrente hipócrita de invectivas[3]. Además, el fiscal general de California anunció que había iniciado un proceso de destitución contra Trump por «violar» la constitución de Estados Unidos. Esta campaña anti-Trump se extendió rápidamente por todo el país, incluyendo otras ciudades importantes: San Francisco y Santa Ana en California, Dallas y Austin en Texas, pero también en Chicago, Minneapolis, Atlanta, Boston, Nueva York, etc.

Esta campaña, ampliamente publicitada, en defensa de la democracia también ha permitido el resurgimiento de la propaganda anti populista, una variante de la falsa oposición fascista/antifascista[4], ya planteada por los sectores más «radicales» del Partido Demócrata, Bernie Sanders y Alejandra Ocasio-Cortez, y por el movimiento «¡Hands off!» («¡Manos fuera!»), hace unos meses. Esta asimilación también se basa en la protesta contra los métodos «dictatoriales» de Trump en Estados Unidos y ha sido ampliamente difundida por una vasta propaganda anti trumpiana a nivel internacional. En realidad, corresponde a una gigantesca intoxicación ideológica al designar a Trump como responsable de todos los males para exonerar mejor al capitalismo y obstaculizar el desarrollo de una conciencia del fracaso irremediable de un sistema de explotación en plena putrefacción, del cual el populismo y Trump son solo una expresión caricaturizada.

Sin embargo, esta campaña ideológica parece tener cierta credibilidad porque hay una movilización real de ciertas facciones burguesas estadounidenses contra la política de Trump y que están preocupadas por ella por dos razones esenciales:

– por un lado, estas facciones son conscientes de los peligros de esta política que sólo genera más caos, debilitando la credibilidad y empañando la imagen de Estados Unidos a nivel internacional y, a nivel interno, acentuando las fracturas sociales, incluso con el riesgo de crear a largo plazo un clima de guerra civil;

- por otro lado, están convencidos (y con razón) de que esta política abiertamente xenófoba tendrá repercusiones catastróficas para la economía estadounidense al privarla de mano de obra barata que hasta ahora ha mantenido a flote a muchas empresas y sectores y ha impulsado el crecimiento de la economía nacional. Por ello, empleadores de diversos sectores económicos han expresado su preocupación por estas redadas. El propio Trump finalmente reconoció que sus políticas migratorias perjudicaban a agricultores, hoteles y restaurantes. Poco después, suspendió temporalmente las redadas contra estos negocios.

Trump ha seguido impulsando esta campaña intensificando la seguridad, amenazando con intervenir militarmente en otras partes del país, especialmente en Chicago, y con utilizar los mismos medios que en Los Ángeles. También amenaza con usar la ley de Insurrección, es decir, declarar el estado de emergencia, mientras intensifica la persecución de los migrantes.

Al mismo tiempo, las medidas anti migrantes se están extendiendo a zonas del país dominadas por populistas. Por ejemplo, el gobernador de Texas también ha decretado un toque de queda. Además, la Suprema Corte, dominada por los conservadores, acaba de legalizar la solicitud del gobierno de deportar hacia un tercer país. En este contexto, no se puede descartar una escalada descontrolada de las tensiones, ya que la situación se vuelve cada vez más impredecible e irracional.

La hipocresía sin límites de la burguesía

Por todas partes es evidente la hipocresía total de la clase dominante unida a un profundo cinismo:

– en Estados Unidos, donde la política anti migrante de Trump simplemente sigue el camino ya trazado y desarrollado por sus predecesores demócratas en el gobierno: fue bajo la administración Obama que las medidas para expulsar a los trabajadores indocumentados alcanzaron cifras récord, y fue la administración Biden la que sirvió de modelo por la brutalidad de los métodos de represión, particularmente en 2021 durante las feroces cargas de los guardias fronterizos montados a caballo y de la policía, cerca de la frontera con México;

- en el resto del mundo, especialmente en suelo europeo, adonde masas crecientes de refugiados intentan llegar por todos los medios. Se encontró a algunos perdidos frente a las costas del Mediterráneo, intentando desesperadamente escapar de la pobreza y la guerra tanto en África como en Medio Oriente. Es aquí, nuevamente, en nombre del respeto a la ley y a los acuerdos del espacio Schengen de la Unión Europea, que se practican estas abominaciones, independientemente del gobierno de turno: en Italia, Meloni ha endurecido la legislación anti migrante (multiplicación de centros de detención, retirada de la protección a los solicitantes de asilo, traslado a Albania, incitación a firmar contratos de retorno al país de origen, etc.). En Francia, Macron, quien busca presentarse en el ámbito internacional como un defensor de los derechos democráticos, al mismo tiempo encarga a su ministro del Interior, Retailleau, el trabajo sucio con métodos que rivalizan con los de Trump: así, a mediados de junio, este último movilizó a más de 4,000 hombres (gendarmes, policías, agentes de aduanas y una fuerza armada llamada «Sentinelle») para una vasta operación de control contra la «inmigración ilegal» en nombre de la «tolerancia cero» en la Estación del Norte de París y casi simultáneamente en otros 450 lugares, mientras se congratulaba de haber arrestado y deportado a más de 47,000 «inmigrantes ilegales» desde principios de 2025. Operaciones similares se han lanzado en Alemania. En España, bajo el pretexto de una respetable «política de regularización» del gobierno socialdemócrata de Pedro Sánchez, se registran regularmente actos de barbarie: por ejemplo, recientemente se descubrieron cadáveres de migrantes con las manos y los pies atados en la costa de las Islas Baleares.

La burguesía tampoco ha dejado de explotar a los segmentos migrantes más susceptibles al veneno del nacionalismo. Así, durante las protestas contra las políticas anti migrantes de Trump, los medios de comunicación difundieron con complacencia y amplia difusión imágenes de banderas mexicanas ondeadas por algunos manifestantes.

Todos estos elementos no hacen más que confirmar la trampa tendida por doquier a la clase obrera para alejarla de una respuesta y de una lucha en su propio terreno, utilizando sus debilidades e ilusiones para arrastrarla a un falso dilema entre disturbios populares impotentes y desesperados o unirse a las campañas democráticas de la burguesía.

El proletariado debe por tanto rechazar firmemente los discursos xenófobos y violentos del MAGA, así como los llamados de otras fracciones de la burguesía a defender la democracia bajo pena de sufrir el yugo de la dictadura del capital que sólo puede conducirla hacia cada vez más miseria y barbarie.

¡Sin ilusiones! Defender los intereses de la clase obrera exige rechazar categóricamente ceder ante los cantos de sirena de la burguesía y su defensa de la democracia, que intenta enmascarar tanto el feo rostro de la dictadura del capitalismo como el hedor de su propia podredumbre.

¡A pesar de los obstáculos, el futuro pertenece a la lucha de clases!

A pesar de todas sus debilidades y dificultades, especialmente en Estados Unidos, y a pesar de todos los obstáculos y trampas tendidas por su enemigo de clase, los proletarios han demostrado en los últimos años su capacidad de reacción ante los incesantes y crecientes ataques de la burguesía. Han expresado así que existe otro polo en la evolución de la situación actual, un polo opuesto al descenso a la miseria, la barbarie bélica y la aniquilación hacia la que este sistema moribundo se encamina inexorablemente. En las entrañas de la sociedad madura el mismo grito de ira: «¡Basta!», que se expresa abiertamente en las luchas obreras, de forma aún confusa y fragmentada, pero que proclama por doquier: «¡Ya no aceptamos someternos pasivamente a los ataques y al acelerado deterioro de nuestras condiciones de vida y de trabajo que se nos infligen a diario!»[5]

Esto es lo que ya ocurrió en Estados Unidos en el otoño de 2023 durante las importantes huelgas, casi simultáneas, de las tres principales automotrices, y luego de Boeing, contra los programas de despido o la austeridad[6]. Pero, con la misma importancia, en plena campaña electoral estadounidense a finales de 2024, los trabajadores pudieron movilizarse por motivos de clase, como en el sector hotelero o durante la huelga de casi 50,000 estibadores que duró varios días antes de que la administración Biden le pusiera fin mediante negociaciones apresuradas. Incluso en los últimos meses, bajo la era de «Trump 2», donde se intensificaron los ataques y los recortes presupuestarios masivos, los trabajadores han demostrado que cuentan con una combatividad intacta, especialmente en el sector sanitario: en enero, más de 5,000 enfermeras, parteras y médicos, iniciaron una huelga de 46 días en la red Providence, en el estado de Oregón (la más larga jamás registrada en el sector sanitario de ese estado). En febrero, les tocó a las enfermeras del Centro Médico Universitario de Nueva Orleans liderar una huelga de 48 horas, seguidas por otras 800 en Pensilvania, esta vez de 5 días. En marzo, California se convirtió en un importante foco de agitación social: los empleados de la compañía del transporte del Valle de Santa Clara se declararon en huelga durante 17 días, interrumpidos únicamente por una orden judicial, y poco después, los trabajadores de los hospitales públicos de la misma región se declararon en huelga durante 4 días. A finales de abril, más de 50,000 trabajadores del distrito de Los Ángeles se declararon en huelga, aglutinando a varios sectores (sanidad, servicios sociales, personal de limpieza o de vigilancia de los locales, laboratoristas...) para protestar contra el nuevo contrato laboral que se les impuso.

Esto demuestra claramente que el auge de la ira y la ruptura con la pasividad a nivel internacional, que hemos destacado repetidamente desde 2022, con el cambio de mentalidad subyacente en el proletariado, no son efímeras y continúan. Estas luchas solo pueden crecer ante los embates de la crisis y los ataques que el capitalismo tiene preparados para el futuro.

De esta situación también debe surgir que, en Estados Unidos, como en otros lugares, las huelgas y las luchas contra los efectos de la crisis constituyen el terreno más propicio para el desarrollo de la lucha de clases y el crecimiento de la conciencia de clase. En este contexto, y con la perspectiva de un futuro, ciertamente aún lejano, donde el proletariado habrá desarrollado aún más su fuerza colectiva y recuperado su identidad de clase, así como su capacidad de politizar sus luchas, no cabe duda de que también será capaz de responder a la represión de los migrantes directamente en su terreno de movilización como clase.

Wim, 26 de junio de 2025

 

[1] “Contra los ataques xenófobos de Trump a la clase obrera y la consigna de «defensa de la democracia» : La clase obrera tiene que desarrollar su propia lucha [12]”, publicado en el sitio web de la CCI (junio de 2025).

[2] Vale la pena destacar la duplicidad de este discurso anti-Trump: no se trata en absoluto de una preocupación por proteger a los trabajadores inmigrantes. Como prueba, es este mismo gobernador quien no dudó en llamar a un contingente aún mayor de la Guardia Nacional (8,000 hombres) a California en 2020 para garantizar el orden público por temor a disturbios en los días posteriores al asesinato de George Floyd.

[3] Cabe señalar que el propio Trump está participando activamente en este enfrentamiento verbal, diciendo que Gavin Newsom está haciendo “un trabajo horrible” e incluso ha amenazado con arrestarlo: “Arrestarlo sería algo bueno”.

[4] Aunque, en realidad, esta asimilación enmascara que la situación y el contexto histórico son totalmente diferentes de un período a otro: el fascismo es consecuencia del aplastamiento físico e ideológico del proletariado en el seno de la contrarrevolución, mientras que el auge del populismo es producto puro del grado de podredumbre de la burguesía durante la descomposición del capitalismo decadente. Sin embargo, la función mistificadora de estas ideologías sigue siendo la misma. Leer nuestro folleto, disponible en francés: “Fascismo y democracia: dos expresiones de la dictadura del capital [13]”

[5] Cf. “Las raíces históricas de la “ruptura” en la dinámica de la lucha de clases a partir de 2022 (Parte 1) [14]”, Revista Internacional nº 173 (marzo de 2025) y más particularmente la parte 1 sobre “la maduración subterránea de la conciencia de clase”.

[6] Cf. “Huelgas en Estados Unidos, Canadá, Italia… ¡Desde hace tres años, la clase obrera lucha contra la austeridad! [15]”

Geografía: 

  • Estados Unidos [16]

Personalidades: 

  • Donald Trump [17]

Rubric: 

Campañas Ideológicas

URL de origen:https://es.internationalism.org/content/5380/julio-2025

Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200501/204/i-hace-100-anos-la-revolucion-de-1905-en-rusia [2] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200507/116/ii-el-surgimiento-de-los-soviets-abre-un-periodo-historico-nuevo-pa [3] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/358/iii-el-surgimiento-de-los-soviets-abre-un-periodo-historico-nuevo-p [4] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200609/1061/iv-el-debate-de-la-vanguardia-sobre-el-significado-de-la-revolucio [5] https://es.internationalism.org/tag/personalidades/rosa-luxemburgo [6] https://es.internationalism.org/tag/personalidades/lenin [7] https://es.internationalism.org/tag/desarrollo-de-la-conciencia-y-la-organizacion-proletaria/segunda-internacional [8] https://es.internationalism.org/tag/acontecimientos-historicos/revolucion-de-1905 [9] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [10] https://es.internationalism.org/tag/20/461/trotski [11] https://es.internationalism.org/tag/historia-del-movimiento-obrero/1905-revolucion-en-rusia [12] https://es.internationalism.org/content/5363/contra-los-ataques-xenofobos-de-trump-la-clase-obrera-y-la-consigna-de-defensa-de-la [13] https://fr.internationalism.org/content/fascisme-democratie-deux-expressions-dictature-du-capital [14] https://es.internationalism.org/content/5312/las-raices-historicas-de-la-ruptura-en-la-dinamica-de-la-lucha-de-clases-partir-de-2022 [15] https://es.internationalism.org/content/5164/huelgas-en-estados-unidos-canada-italia-desde-hace-tres-anos-la-clase-obrera-combate [16] https://es.internationalism.org/tag/geografia/estados-unidos [17] https://es.internationalism.org/tag/personalidades/donald-trump