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La 28ª conferencia anual de las Naciones Unidas sobre el clima, celebrada en Dubái a finales de noviembre de 2023 terminó, tras dos semanas de reuniones, con un nuevo acuerdo que, supuestamente, insta a los países a eliminar (muy) gradualmente los combustibles fósiles, y a acelerar las "acciones en curso" para lograr la "neutralidad de carbono". Y todo ello de forma "justa, ordenada y equitativa"... ¡para 2050! ¡Después de mí, el diluvio! Ese es el cínico eslogan del capitalismo.
El presidente de la COP 28, Sultan Al Jaber, ministro de Industria y Tecnología Avanzada de Emiratos Árabes Unidos y, a la vez, CEO de la petrolera ADNOC, elogió el acuerdo aprobado por las delegaciones de casi 200 países. "Por primera vez, nuestro acuerdo hace referencia a los combustibles fósiles", afirmó. Según él, se trata de un "paquete histórico" de medidas que ofrece un "plan sólido" para siga vigente el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales.
¡Qué farsa más lúgubre! Mientras los líderes mundiales celebran el acuerdo como un paso importante para acabar con el uso de combustibles fósiles, los expertos se muestran, cuando menos, críticos: la resolución contiene lagunas que la industria petrolera aprovechará para eludirla recurriendo a tecnologías experimentales e inseguras. Sería ingenuo esperar otra cosa de los organizadores de la cumbre. Los dirigentes de esta región de Medio Oriente, conocida por ser Eldorado de todas las mafias y del blanqueo masivo de dinero procedente de la droga, las armas y todo lo que se pueda imaginar[1]son, como sus homólogos de todo el mundo, expertos en engañifas y en sacar partido de las "limitaciones legales". Se cumple lo que dice el refrán: “hecha la ley, hecha la trampa”. Se presentan a sí mismos como promotores de la transición energética, preocupados por el clima, pero viven de los combustibles fósiles y, obviamente, no dejan de promoverlos.
Los compromisos de reducción de emisiones que los diferentes Estados “asumieron” en la COP 21 de París (2015) con objeto de limitar el aumento de la temperatura global para 2030, se topa con la deprimente realidad del sistema capitalista. Hoy en día, ¡los combustibles fósiles (carbón, gas natural y petróleo) siguen representando el 82% del suministro total de energía! Y, en lugar de disminuir, las emisiones mundiales están aumentando: un 6% en 2021 y un 0,9% en 2022. [2]
Todo ello demuestra una vez más que estas cumbres internacionales no tienen el menor impacto sobre el calentamiento global y sus catastróficas consecuencias para la humanidad, y que en realidad no son más que tertulias destinadas a tranquilizar a la gente diciéndole que "se está haciendo algo" y que no hay más remedio que acostumbrarse. El año 2023 lo ilustra dramáticamente, con violentas tormentas e inundaciones generalizadas desde China hasta Europa y el norte de África, devastadores incendios forestales en Norteamérica, el sur de Europa y Hawái, y sequía en amplias zonas de Norteamérica, Europa y África.
"El calentamiento global no sólo es real, sino que se está acelerando a un ritmo vertiginoso y catastrófico. Julio de 2023 ha sido el mes más caluroso jamás registrado en el planeta. El mes de agosto ha sido el día más caluroso jamás registrado en este periodo. Los meteorólogos predicen que 2024 podría superar con creces estos lamentables registros".[3] Cunde el temor de que el planeta llegue a una serie de "puntos de inflexión" en los que el daño medioambiental se descontrole y conduzca a mayores niveles de destrucción.
El calentamiento global, combinado con manifestaciones más directas de destrucción medioambiental como la deforestación y la contaminación de la tierra y el mar por residuos químicos, plásticos y de otro tipo, amenaza ya con la extinción de multitud de especies animales y vegetales.
Esa misma burguesía que afirma, en estas conferencias, estar buscando "soluciones globales a problemas globales" está ella misma embarcada en una concurrencia económica despiadada que supone el primer gran obstáculo para cualquier cooperación internacional real contra el cambio climático. Y, en la actual fase de descomposición del capitalismo, esa competencia entre naciones está tomando cada vez más la forma de rivalidades y enfrentamientos militares caóticos, destructivos e hipercontaminantes. Así pues, la crisis ecológica no sólo se acerca a "puntos de inflexión" que exacerbarán y acelerarán sus consecuencias, sino que forma parte de una serie de fenómenos que, interactuando entre ellos, conducen a la humanidad cada vez más rápidamente hacia el abismo.
La salvación del planeta y de la humanidad no vendrá de una clase explotadora que, por su propia naturaleza, está atrapada en una lógica que descarta cualquier cuestionamiento de la acumulación capitalista, de su ansia de beneficios y de su dinámica apocalíptica. Pues el capitalismo es el responsable de estas perturbaciones; son sus leyes las que obligan a cada capitalista a producir cada vez más a menor costo. En el capitalismo, todo tiene que poder venderse. ¡Y no hay más! Un enfoque anárquico y a corto plazo que de hecho, ¡es suicida!
Louis, 29 de Diciembre de 2023
1] Como revelaron los Papeles de Panamá en 2018, los Papeles de Pandora en 2021 y más recientemente Dubái uncovered (Dubái al Descubierto).
2] Véase el informe Emisiones de CO2 en 2022 [2].
3] Lee nuestro artículo "La burguesía es incapaz de frenar el cambio climático [3]", World Revolution nº 398 (otoño 2023).
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Ciudades completamente devastadas, hospitales completamente destrozados, multitudes de civiles deambulando bajo las bombas, sin agua, alimentos ni electricidad, familias llorando por doquier a sus muertos, niños demacrados buscando a sus madres, otros despedazados sin piedad, inocentes ejecutados a sangre fría ante los ojos de sus familias... Este aterrador paisaje apocalíptico no es el de Varsovia o Hiroshima tras seis años de guerra mundial, ni el de Sarajevo tras cuatro años de asedio. Este es el paisaje del “capitalismo del siglo XXI”, el de las calles de Gaza, de Rafah y de Khan Yunis después de solo tres meses de conflicto.
¡Tres meses! ¡Bastaron unas pocas semanas para arrasar Gaza, para cobrar decenas de miles de vidas y arrojar a millones más a carreteras que no llevan a ninguna parte! ¡Y no por cualquiera! Por “la única democracia del Cercano Oriente y Oriente Medio”, por el Estado de Israel, aliado de las grandes “democracias” occidentales, que pretende ser el único depositario de la memoria del Holocausto.
Desde hace décadas, los revolucionarios gritan: “¡El capitalismo hunde poco a poco a la humanidad en la barbarie y el caos!” Nuevamente proclamamos... ¡Abajo las máscaras! ¡El capitalismo está mostrando su verdadero rostro y el futuro que tiene reservado para toda la humanidad!
Lo que está ocurriendo hoy en Oriente Próximo no es un episodio más de la larga serie de estallidos de violencia que han salpicado trágicamente el conflicto palestino-israelí durante décadas. El conflicto actual no tiene nada que ver con la vieja “lógica” del enfrentamiento entre la URSS y EEUU. Al igual que lo que pasa con la actual guerra de Ucrania, esta guerra en Medio Oriente es un paso más en la dinámica del capitalismo mundial hacia el caos, la proliferación de convulsiones incontrolables y la generalización de conflictos cada vez más numerosos.
El nivel de barbarie, a la escala que se produce en Gaza es quizás incluso peor que la extraordinaria violencia del conflicto ucraniano. Todas las guerras de la decadencia se han saldado con masacres masivas y destrucciones gigantescas. Pero incluso los mayores asesinos del siglo XX, los Hitler, los Stalin, los Churchill y los Eisenhower, no cometieron los peores horrores tras varios años de guerra, sin multiplicar las “justificaciones” para convertir ciudades enteras en montones de cenizas. Sin embargo, es sorprendente constatar hasta qué punto las calles de Gaza ya guardan un parecido asombroso con los paisajes en ruinas del final de la Segunda Guerra Mundial; los mismos paisajes de destrucción aparecieron tras sólo unas semanas de conflicto en Ucrania. Toda esta camarilla de bárbaros se ha dejado arrastrar por la “lógica” de tierra quemada que domina ahora los conflictos imperialistas.
¿Qué ventaja estratégica podría obtener Hamas enviando a mil asesinos a masacrar civiles, si no es encender la mecha y exponerse a su propia destrucción? ¿Qué esperan conseguir Irán o Israel, entonces, si no es sembrar el caos entre sus rivales, un caos que inevitablemente volverá para golpearles como un boomerang? Ninguno de los dos Estados tiene nada que ganar con este conflicto sin salida. La sociedad israelí podría verse profundamente desestabilizada por la guerra, amenazada durante décadas por una generación de palestinos empeñados en vengarse. En cuanto a Irán, si es el país que más se beneficia de la situación, ¡para él es una victoria pírrica! Ya que, si Estados Unidos no logran poner freno al desencadenamiento indiscriminado de la barbarie militar, Irán se expone a duras represalias contra sus posiciones en el Líbano y Siria e incluso a ataques destructivos en su territorio. Y todo ello con el riesgo de desestabilizar regiones cada vez más extensas del planeta, con penurias, hambrunas, millones de desplazados, aumento del riesgo de atentados, enfrentamientos entre comunidades...
Aunque EEUU intente evitar que la situación se salga de control, el riesgo de una conflagración generalizada en Oriente Medio no es desdeñable. Porque, lejos de la disciplina de bloque que prevaleció hasta el colapso de la URSS, todos los actores locales están dispuestos a apretar el gatillo por su cuenta.
Lo primero que llama la atención es que Israel ha actuado en solitario, despertando la ira y la crítica abierta de la administración Biden. En efecto, Netanyahu ha aprovechado el debilitamiento del liderazgo estadounidense para intentar aplastar a la burguesía palestina y destruir a los aliados de Irán, oponiéndose así a la “solución de dos Estados” promovida por Estados Unidos. La indisciplina de Israel, más preocupado por sus propios intereses inmediatos, es un duro golpe para los esfuerzos de Washington por evitar la desestabilización de la región.
Después de tres meses de atrocidades, cada vez está más claro que la guerra entre Israel y Hamas tendrá consecuencias dramáticas a escala mundial: en el plano económico, con el cierre virtual del estrecho de Bab-el-Mandeb, eje comercial mundial golpeado por las milicias hutíes, y en el plano humanitario, con varios millones de personas que se ven ahora obligadas a tomar las rutas del exilio.
Sobre todo, las recientes escaramuzas entre Israel y Hezbolá, al igual que los bombardeos estadounidenses en Yemen, ya han hecho temer lo peor, con el aumento del riesgo de que se abra un nuevo frente contra Irán y sus aliados. Tal extensión del conflicto representaría un paso más en la pérdida de control de Washington sobre la situación mundial: obligado a apoyar a su aliado israelí, supondría un enorme golpe a su política de contención de China y de apoyo a Ucrania, con todos los riesgos de conflagración que ello conlleva en estas regiones.
La guerra en Gaza como en Ucrania muestran que la burguesía no tiene solución para la guerra. La burguesía se ha vuelto totalmente impotente para controlar la espiral de caos y barbarie a la que el capitalismo está arrastrando a toda la humanidad.
El proletariado de Gaza ha sido aplastado. El proletariado de Israel, aturdido por el ataque de Hamas, se ha dejado embaucar por la propaganda nacionalista y guerrera. En los principales bastiones del proletariado, sobre todo en Europa, si la clase obrera no está dispuesta a sacrificarse directamente en las trincheras, sigue siendo incapaz de levantarse directamente contra la guerra imperialista en el terreno del internacionalismo proletario.
Entonces, ¿está todo perdido?... ¡No! La burguesía ha exigido enormes sacrificios para alimentar la máquina de guerra en Ucrania. Frente a la crisis y a pesar de la propaganda, el proletariado se levantó contra las consecuencias económicas de este conflicto, contra la inflación y la austeridad. Es cierto que a la clase obrera todavía le cuesta establecer el vínculo entre militarismo y crisis económica, pero sí que se ha negado a hacer sacrificios: en el Reino Unido con un año de movilizaciones, en Francia contra la reforma de las pensiones, en Estados Unidos contra la inflación y la precariedad laboral...
Mientras el conflicto ucraniano se prolonga, mientras que la guerra israelí-palestina hace estragos y la burguesía redobla sus esfuerzos para llenar la cabeza de los explotados con su despreciable propaganda nacionalista, ¡la clase obrera sigue luchando! Recientemente, Canadá ha sido testigo de un movimiento histórico de lucha proletaria. En los países escandinavos se están produciendo luchas sin precedentes, con expresiones de solidaridad. ¡La clase obrera no ha muerto!
A través de sus luchas, el proletariado se enfrenta también a lo que es la solidaridad de clase. Frente a la guerra, la solidaridad obrera no es con los palestinos ni con los israelíes. Es con los trabajadores de Palestina e Israel, como lo es con los trabajadores de todo el mundo. La solidaridad con las víctimas de las masacres no significa, ciertamente, mantener las mistificaciones nacionalistas que han llevado a los trabajadores a situarse detrás de un arma para defender una camarilla burguesa. La solidaridad obrera significa ante todo desarrollar la lucha contra el sistema capitalista responsable de todas las guerras.
La lucha revolucionaria no puede surgir con un chasquido de dedos. Hoy sólo puede surgir mediante el desarrollo de las luchas obreras contra los ataques económicos cada vez más duros de la burguesía. ¡Las luchas de hoy preparan el camino para la revolución de mañana!
EG, 8 de enero de 2024
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El gobierno israelí ha proclamado que el objetivo de su devastadora campaña de bombardeos e invasión terrestre contra Gaza es la destrucción de Hamás y que su objetivo no son los civiles, sino la infraestructura y los centros de mando de Hamás. Sin embargo, masacrar "colateralmente" a miles de civiles, hombres, mujeres y niños, es sin duda la forma más segura de reclutar cada vez más adeptos a la llamada "Resistencia Palestina", aunque esta tal vez tenga que reagruparse y cambiar de nombre, impulsada por una sed de venganza cada vez mayor, ya sea en Gaza, en Cisjordania o en el mismo Israel.
Un portavoz del gobierno israelí, Avi Dichter, ministro de agricultura y antiguo miembro del Shin Beth (servicio de inteligencia), posiblemente en un momento de descuido alumbró más claramente sobre los verdaderos objetivos de la fuerte embestida israelí: "Ahora estamos llevando a cabo la Nakba [éxodo palestino de 1948] de Gaza. Desde un punto de vista operativo, no es posible librar una guerra, como intentan hacer las fuerzas armadas israelíes en Gaza, con masas de civiles en medio de tanques y soldados"[i].
Durante la Nakba, en 1948, más de 700 000 refugiados palestinos huyeron del territorio de Israel, "motivados" a marcharse por las atrocidades perpetradas por las milicias sionistas (la más famosa fue la masacre de Deir Yassin cometida por la banda de Stern) y alentados por la proclama triunfalista de los países árabes, que prometían que los refugiados podrían regresar a sus hogares en cuanto su victoria militar fuera inminente. Los ejércitos árabes fueron derrotados y los refugiados nunca pudieron regresar a sus hogares. Cientos de miles de ellos permanecen desde entonces en las miserables condiciones de los campos de refugiados. En resumen, la Nakba fue la limpieza étnica de Israel y la "Nakba de Gaza" podría dar lugar a la expulsión de la inmensa mayoría de sus habitantes que huyen de la muerte, la destrucción y el bloqueo permanente.
Semejante "solución" sólo refleja la total falta de lucidez y de perspectiva a largo plazo del actual gobierno israelí, ya que sólo puede ser el preludio de una futura inestabilidad y de nuevas guerras. Las atroces políticas del gobierno de Netanyahu no hacen sino reflejar una realidad más profunda: el hecho de que la clase dominante de todos los países, guardiana de un orden capitalista moribundo, no tiene perspectivas que ofrecer a la humanidad y se ve arrastrada cada vez más a una espiral destructiva, irracional y suicida. El intento de la OTAN de desangrar a Rusia en la guerra de Ucrania y los esfuerzos desesperados de la burguesía rusa por anexionarse los confines orientales de ese país, son la prueba de que esta espiral no perdona a los países más poderosos del planeta.
Cientos de miles de manifestantes de todo el mundo han participado en protestas que denuncian la destrucción de Gaza y piden un alto el fuego. No cabe duda de que muchos de ellos estaban motivados por la legítima indignación ante el despiadado bombardeo, que se calcula que ha matado a unas 20 000 personas y ha dejado a muchas más heridas y sin hogar. A pesar de ello, lo cierto es que participan en manifestaciones a favor de la guerra, cuyo lema principal, "Del río al mar, Palestina será libre" sólo puede hacerse realidad mediante la destrucción militar de Israel, la masacre y expulsión en masa de los judíos israelíes, una Nakba a la inversa. ¿Y sobre estas ruinas, una Palestina islámica según el modelo de Irán?[ii] La masacre indiscriminada perpetrada por Hamás el 7 de octubre, prácticamente nunca condenada y a veces incluso celebrada en estas manifestaciones, mostró claramente los verdaderos métodos y objetivos de esta "Resistencia".
La imposibilidad de una "Palestina libre" es sólo el reflejo de una realidad más profunda que muestra una vez más la avanzada decadencia de este sistema: la imposibilidad de que cualquier lucha llamada de "liberación nacional" y de que cualquier movimiento nacionalista sea otra cosa que una pieza más en la sangrienta rivalidad de las potencias imperialistas, grandes y pequeñas. La humanidad sólo será libre cuando se destruya la prisión capitalista del Estado nacional y exista una auténtica comunidad mundial, sin explotación ni fronteras nacionales.
Por supuesto, hay quienes condenan tanto la destrucción de Gaza como las atrocidades de Hamás. Algunos apuestan por el diálogo entre israelíes y palestinos a pesar del muro de odio cada vez más espeso creado por esta guerra. Depositan sus esperanzas en una "solución política" en la que las potencias locales y mundiales se sienten a negociar un acuerdo de coexistencia pacífica entre Israel y un Estado palestino de nueva creación.
Pero apelar a la "buena voluntad" de los Estados imperialistas nunca ha detenido las guerras y ni un Israel más "liberal" ni un futuro Estado palestino podrían evitar la tendencia a la guerra y al imperialismo, tendencia de la que, como explicaba Rosa Luxemburgo en 1915, "ninguna nación puede mantenerse al margen". Como decimos en nuestra hoja internacional:
"La historia ha demostrado que la única fuerza que puede poner fin a la guerra capitalista es la clase explotada, el proletariado, enemigo directo de la clase burguesa. Así ocurrió cuando los obreros de Rusia derrocaron al Estado burgués en octubre de 1917 y los obreros y soldados de Alemania se sublevaron en noviembre de 1918: estos grandes movimientos de lucha del proletariado obligaron a los gobiernos a firmar el armisticio. Esto es lo que puso fin a la Primera Guerra Mundial: ¡la fuerza del proletariado revolucionario! La clase obrera debe conquistar la paz real y definitiva en todas partes derrocando al capitalismo a escala mundial"[iii].
Sean cuales sean sus buenas intenciones, todos los que difunden consignas pacifistas propagan ilusiones sobre la naturaleza intrínsecamente violenta del sistema capitalista. El camino hacia una comunidad humana global pasa por la lucha de clases en todos los países y esa lucha implica necesariamente desarrollar los medios para defendernos de los embates de la clase dominante, que luchará hasta la muerte por sus privilegios. Las ilusiones pacifistas desarman ideológica y materialmente a la clase obrera.
Frente a la cacofonía de desilusión y falsas consignas que genera toda guerra capitalista, el principio del internacionalismo proletario, la solidaridad de los explotados en cualquier lugar de la tierra, sigue siendo nuestra única defensa, la única base para comprender cómo responder.
Amos, diciembre de 2023
i Esta declaración, que probablemente sea una crítica a la política oficial, tiene al menos el mérito de "sacar la verdad del armario" en lo que se refiere a los objetivos bélicos del gobierno israelí.
ii De las manifestaciones surgió otra consigna: "Israel es un Estado terrorista". Y esto es indudablemente cierto. Pero encontremos un Estado en el mundo capitalista que no utilice el terror, tanto para aplastar la disidencia interna como para librar sus guerras. El principal apoyo de Hamás, Irán, es un excelente ejemplo: habiendo reprimido salvajemente las manifestaciones "Mujer, Vida, Libertad" en sus propias ciudades, ha ejecutado a 127 personas desde el comienzo de la guerra entre Israel y Palestina, muchas de las cuales habían participado en estas manifestaciones.
iii Véase nuestra hoja internacional: "Guerras y masacres en Israel, Gaza, Ucrania, Azerbaiyán... ¡El capitalismo siembra la muerte en todo el mundo! ¿Cómo impedirlo?", [15] disponible nuestro sitio web.
Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/files/es/cop_28_en_dubai_un_simbolo_del_cinismo_de_la_burguesia.pdf
[2] https://www.iea.org/reports/co2-emissions-in-2022
[3] https://en.internationalism.org/content/17401/bourgeoisie-unable-stem-tide-climate-change
[4] https://es.internationalism.org/tag/2/25/la-decadencia-del-capitalismo
[5] https://es.internationalism.org/tag/3/50/medio-ambiente
[6] https://es.internationalism.org/files/es/despues_de_ucrania_el_oriente_medio._el_capitalismo_solo_tiene_un_futuro_la_barbarie_y_el_caos.pdf
[7] https://es.internationalism.org/tag/geografia/oriente-medio
[8] https://es.internationalism.org/tag/geografia/israel
[9] https://es.internationalism.org/tag/geografia/palestina
[10] https://es.internationalism.org/tag/geografia/rusia
[11] https://es.internationalism.org/tag/geografia/ucrania
[12] https://es.internationalism.org/tag/3/45/descomposicion
[13] https://es.internationalism.org/tag/3/47/guerra
[14] https://es.internationalism.org/files/es/la_realidad_detras_de_los_esloganes_de_la_burguesia.pdf
[15] https://es.internationalism.org/content/5019/guerras-y-masacres-en-israel-gaza-ucrania-azerbaiyan-el-capitalismo-siembra-la-muerte
[16] https://es.internationalism.org/tag/3/48/imperialismo