Revolución Mundial 126 a 131
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Economía - ¿Por qué la crisis de la deuda?
PRI, PAN, PRD… no nos representan - Democracia Real Ya… ¡tampoco!
La evaluación universal en México - Se agudiza la explotación sobre los maestros
Los “gobiernos de coalición” - Benefician a la burguesía, no al proletariado
Las elecciones - La madre de todos los engaños contra los trabajadores
Nicaragua - La reelección sandinista fortalece la explotación obrera
Represión y muerte en Guerrero - La burguesía es una clase de asesinos sangrientos
Bilan no 42 - Antonio Gramsci
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La vida de los asalariados está marcada por la explotación y la miseria. Y cuando la crisis se acelera la clase dominante degrada aún más las condiciones de vida de los explotados, agrandando los sufrimientos y las penurias. Una muestra descarnada de esto son los ataques dirigidos en contra de los trabajadores de la educación. Se trata de una prueba más de las "respuestas" de la burguesía ante la crisis: los profesores diariamente en las aulas desarrollan duras faenas que consumen sus fuerzas y absorben su vida; y a cambio de ello reciben un salario directo e indirecto cada vez más degradado, una cascada de nuevos e inútiles trámites burocráticos y una escandalosa campaña acusándolos de "ineficientes y flojos". La clase dominante afirma que estas violentas medidas se justifican por el "bien de la educación"... ¡Pero vemos que dichas medidas son similares a las que ya se aplican o se pretenden aplicar a trabajadores de otros sectores e incluso de otros países! Por ejemplo en Grecia se ha anunciado una reducción directa y general del salario en 22 %, y para los jóvenes menores de 25 años en 32 %. En Europa entera se ha impuesto el retraso de la jubilación. En los E.U.A., la tasa oficial de desempleo es de 8.5 %, pero si se añaden los miles de desempleados que no han tenido la oportunidad de encontrar trabajo y por tanto ya no pueden cobrar el seguro de desempleo, la tasa de desocupados se eleva hasta cerca del 20 %.
En México no sólo se agrede a los profesores, a los trabajadores del IMSS se les viene amenazando con "ajustar" el sistema de contratación para facilitar el despido... Cada plan o medida que los Estados aplican, dicen que es para mejorar la vida de los trabajadores... ¡Mentiras! Con desempleo, bajos salarios y altas cargas laborales el único objetivo es mejorar la ganancia capitalista.
Los ataques que se preparan contra los profesores son en realidad una continuación de los golpes dados en 2007 a través de la "Reforma a la Ley del ISSSTE". En ese entonces, los trabajadores buscaron organizarse y expresaron su descontento mediante la movilización. Pero se les desunió y desmovilizó fomentando la esperanza en los amparos jurídicos y en los alegatos y "buenos oficios" de los diputados y abogados de todo tipo. Así, condujeron todo el descontento al impotente camino del amparo ante la ley burguesa donde cada trabajador está solo frente al Estado. ¡Estado que por otra parte no sólo legitima y administra sino que pone en marcha esos mismos ataques!
Si ese golpe logró pasar, fue porque la burguesía, a través de sus acólitos, logró imponer la desarticulación de la combatividad. Esa es una lección que debe estar presente entre los trabajadores que hoy están intentando expresar su descontento: una lucha aislada, donde cada uno se encuentra desnudo ante los ataques, está destinada al fracaso.
La "Evaluación Universal" no es sino un apéndice del proyecto "Alianza por la Calidad de la Educación" (ACE). Este proyecto no sólo pretende imponer un sistema de evaluación que lleva a los docentes a competir entre sí y restringir las plazas. Además busca incrementar cargas de trabajo, aplastar los salarios, adecuar las formas para asegurar despidos rápidos con "bajos costos"y afectar las jubilaciones.
El contenido general de esta medida forma parte del proyecto que se intenta aplicar a todos los asalariados mediante la "Reforma a la ley del trabajo". Por eso no puede ser entendida como un problema gremial, ¡es un ataque general hacia todos los trabajadores y por eso requiere una respuesta de todos! La burguesía se adelanta para impedir esta unidad; por ello ha desatado una campaña de desprestigio en contra de los maestros, para dejarlos aislados e impedir la solidaridad y la unidad de los combates.
La burguesía siempre apuesta a dividir, siempre presenta un problema como exclusivo de una parte de los trabajadores. Recordemos cómo el golpe a los trabajadores de Luz y Fuerza lo justificó diciendo que estos eran "ineficientes y privilegiados". Ahora esa campaña se repite diciendo lo mismo de los maestros. Y pronto esa cantaleta se reciclará y se usará contra otros sectores de la clase trabajadora. Así, la burguesía va atacando sector por sector para aislar, confundir y dividir, nulificando todo combate.
El sector de los maestros es de los primeros en ser atacado. Pero la crisis es tan severa que exige a la burguesía implantar simultáneamente las mismas medidas en el sector privado o público; como ya lo está intentando con los trabajadores del IMSS. Y para enfrentar estos ataques requerimos de una respuesta unida. Dicha unidad sólo será posible si los trabajadores logran auto-organizarse y extender su lucha. El descontento y la lucha no deben quedarse en un solo sector, como el problema individual de un gremio. Si eso ocurre, los ataques pasarán, sector por sector.
Por eso es vital crear un solo movimiento en el que estén integrados todos los trabajadores sin importar el sector en el que laboren, sin importar si son jubilados o desempleados. De esa manera la masividad y la extensión harán que el descontento se unifique en una misma lucha. Los maestros o cualquier otro sector en lucha, deben dirigirse a sus hermanos de clase de otros sectores para discutir, reflexionar y organizar respuestas conjuntas. De esa manera el combate se extiende y no queda ahogado entre las paredes del gremio. No se trata sólo de sumar a "padres de familia" y quedarse encerrados en la estrechez de la escuela. Se trata de buscar la solidaridad y la unidad de todos los explotados para extender la lucha.
Las condiciones de miseria de los trabajadores son cada día mayores y el descontento va en aumento. Frente a eso el Estado y su aparato harán todo lo posible por crear la división. Su trampa más usada es imponer la separación en gremios, secciones o en siglas sindicales. Intentarán desviar el combate hacia senderos falsos, como "el juicio a Gordillo", "la democracia sindical", la "defensa de la economía nacional" o el apoyo a algún "candidato redentor". La clase dominante buscará imponer estas consignas para desviar el descontento y hacer que pasen los golpes. Así mismo imponen voceros y negociadores que dicen hablar en nombre de los trabajadores, pero que sólo buscan colocar su punto de vista que es el de la burguesía y su Estado, impidiendo la solidaridad entre los explotados.
Para agrupar el descontento e impulsar nuestra lucha como trabajadores, requerimos ante todo un lugar de reflexión abierta y colectiva. Donde asistamos no para escuchar los discursos de los de siempre que al final imponen decisiones, impidiendo la discusión de todos. Se requieren Asambleas Generales abiertas a todos, en los centros de trabajo, en las plazas públicas. Asambleas en las que los trabajadores podamos hablar, debatir libremente y definir las orientaciones de nuestra lucha. Además, estas mismas Asambleas deben romper el aislamiento e informar sus resolutivos, buscando fomentar la extensión y articulación de las luchas y del descontento general.
Debemos reconocer y enfrentar como una trampa todo aquello que nos divida o nos lleve al alejamiento de los demás explotados. La unidad y solidaridad son la gran fuerza de los trabajadores, por eso la burguesía busca impedir que éstas se desarrollen.
Lo que permitirá la solidaridad y unidad de clase es el debate sobre los problemas que viven todos los trabajadores y la integración de sus diversos sectores en un mismo combate. La fuerza proletaria, sustentada en su unidad y solidaridad, nos recuerda que el futuro pertenece a la clase trabajadora. Pero no se trata del futuro ilusorio de las elecciones, de las mentiras del capitalismo que nos dice que su crisis tiene solución. Se trata de un futuro de lucha contra esta sociedad de explotación que si no es combatida, nos arrastrará a todos a una barbarie sin precedente.
¡A crear las Asambleas Generales para reflexionar colectivamente y preparar la lucha!
¡Qué todo el descontento se unifique
y que la lucha se extienda!
Proletarios de todos los países, ¡uníos!
Marzo de 2012
Revolución Mundial
Sección en México
de la Corriente Comunista Internacional
Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que los revolucionarios solo encontraban escepticismo o eran ridiculizados cuando afirmaban que el sistema capitalista iba al desastre. Hoy, son los más fervientes partidarios del capitalismo los que dicen: “el caos está ahí, justo delante de nosotros” ([1]) (Jacques Attali, ex colaborador muy cercano del Presidente Mitterrand, ex Director del BERD ([2]) y ahora asesor del Presidente Sarkozy). “Yo creo que no se da cuenta que dentro de dos días o una semana, nuestro mundo podría desaparecer. Es el Armagedón… Estamos muy acerca de una gran revolución social” (Jean-Pierre Mustier, director de banco, anteriormente en la Société générale) ([3]). No es con regocijo que estos defensores del capitalismo admiten que su ídolo está moribundo. Están, evidentemente, inconsolables, especialmente cuando descubren que las soluciones que se están considerando para salvarlo son poco realistas. Como lo observó el periodista que informó de los comentarios de Jean-Pierre Mustier: “es peor el remedio que la enfermedad”. ¡Y con razón!
Esto aplica ciertamente para aquéllos que, a pesar de su lucidez sobre la perspectiva del capitalismo, consideran que no hay otro sistema posible para la humanidad que pueda proponer soluciones a la catástrofe que se abate hoy sobre la humanidad. Porque no hay solución a las contradicciones del capitalismo DENTRO del mismo sistema. Las contradicciones que enfrenta son insuperables porque no provienen de su “mala gestión” por tal o cual gobierno o por las “finanzas internacionales”, sino simplemente de las leyes sobre las cuales fue fundado. Es únicamente saliendo de estas leyes, reemplazando al capitalismo por otra sociedad, que la humanidad podrá superar el desastre en que ella se hunde inexorablemente. Y es solamente dándose esta perspectiva como realmente se puede comprender la naturaleza y los retos de la crisis del capitalismo.
En nuestro artículo “ La crisis de la deuda: ¿por qué?”, damos elementos para comprender las verdaderas raíces de la crisis histórica del sistema capitalista.
Se puede resumir como sigue:
La característica principal de este sistema es la producción de mercancías para la obtención de ganancias. La producción de mercancías ya existía en las sociedades que le precedieron, pero ésta tenía un peso secundario en relación al conjunto de toda la vida económica. En el capitalismo, la primera preocupación de cualquier patrón es: “que puedo producir y a qué precio para que pueda venderse en un mercado para que saque una ganancia?” En la lógica capitalista, una mercancía es producida para un mercado y que debe satisfacer, directa o indirectamente, una necesidad es solo secundaria. Esta lógica ha permitido al capitalismo impulsar progresos significativos en la productividad del trabajo, para reducir considerablemente el precio de las mercancías y, gracias a esto, conquistar el mundo entero. Pero es ahí donde está el meollo del asunto: el capitalismo solo puede continuar su expansión vendiendo parte de las mercancías producidas fuera de su propia esfera. Es por ello que, desde sus inicios, se lanzó a las conquistas coloniales, y que han conocido su mayor escalada en el siglo XIX, “época dorada” del capitalismo. Con sus armas, los propios países capitalistas han abierto mercados en todo el planeta y se los han repartido y cuando ese reparto se acabó, entraron en guerra unos contra otros para ampliar o mantener sus conquistas. Es la causa última de las dos guerras mundiales atroces que ha conocido el siglo XX. Hoy en día, si el capitalismo se hunde bajo una montaña de deudas, es porque por más de cuatro décadas vendió su producción a crédito en la ausencia de suficientes mercados solventes. El endeudamiento generalizado no es la causa de las convulsiones actuales del capitalismo, al contrario, fue una manera de evitar que estas convulsiones se dieran con anterioridad. Pero este medio solo podía posponer el plazo fatal y nunca inyectar una nueva juventud a este sistema moribundo. La humanidad no puede salir del atolladero en el que se hunde día tras día, no puede evitar la atroz barbarie que el capitalismo le ofrece mas que liberándose de este sistema y reemplazándolo con un tipo de sociedad que funcionará de acuerdo con leyes radicalmente diferentes.
Es atacando las leyes que están en el corazón del funcionamiento del capitalismo y de sus contradicciones como la humanidad podrá salir del impasse. En primer lugar deberá abolir la producción para el mercado y reemplazarla por una producción cuyo único objetivo sea la satisfacción de las necesidades humanas. Hoy estamos ante un verdadero absurdo: en todos los países la pobreza avanza, la mayoría de la población se ve obligada a privarse cada vez más de lo necesario, no porque el sistema no produzca lo suficiente, sino porque produce demasiado. Se paga a los agricultores que reduzcan su producción, se cierran empresas, se despiden empleados en masa, se condena al desempleo a proporciones considerables de trabajadores jóvenes, incluso a los que han hecho largos años de estudios y, junto a esto, se obliga a los explotados a apretarse más el cinturón. La miseria y la pobreza no son el resultado de la falta de mano de obra capaz de producir, de una falta de medios de producción. Son las consecuencias de un modo de producción que se ha convertido en una calamidad para la especie humana. Será solo rechazando radicalmente la producción para el mercado, mediante la supresión de todos los mercados, como el sistema que deberá reemplazar al capitalismo podrá realizar el lema: “de cada cual según capacidad, a cada cual según su necesidad”.
La pregunta que surge es: “¿Cómo lograr tal sociedad?” “¿Qué fuerza en el mundo es capaz de tomar a cargo tal trastrocamiento de toda la vida de la humanidad?” Está claro que tal transformación no puede venir de los capitalistas o de los gobiernos existentes, los cuales, TODOS, independientemente de su color político, defienden el sistema y los privilegios que éste les ofrece. Sólo la clase explotada del capitalismo, la clase de los asalariados, el proletariado, puede realizar tal transformación. Esta clase no es la única que sufre la pobreza, la explotación y la opresión. Hay por todo el mundo multitudes de campesinos pobres que también son explotados y viven en la extrema pobreza a menudo mucho más cruel que la de los proletarios de su país. Pero su lugar en la sociedad no les permite asumir la construcción de una nueva sociedad, aunque podrían obviamente también estar interesados en ese cambio. Cada vez más arruinados por el sistema capitalista, estos pequeños productores aspiran a dar vuelta atrás a la rueda de la historia, para volver a la época bendita donde podían vivir de su trabajo y cuando las grandes empresas agroalimentarias no les quitaban el pan de la boca. Otra cosa son los productores asalariados del capitalismo moderno. Lo que está a la base de su explotación y de su miseria es el salario, es el hecho de que los medios de producción están en manos de la clase capitalista (bajo la forma de capitales privados o capitales del Estado) y que la única manera de ganar su pan y su techo es vendiendo su fuerza de trabajo a los poseedores del capital. Por lo tanto, la abolición de su explotación es la eliminación del trabajo asalariado, es decir, la compra y venta de la fuerza de trabajo. En otras palabras, la aspiración profunda de la clase de productores asalariados, aunque la mayoría de sus miembros no es todavía consciente, es abolir la separación entre productores y medios de producción que caracteriza al capitalismo y de abolir las relaciones mercantiles a través de las cuales son explotados y que justifican permanentemente los ataques contra sus ingresos ya que, como dice el patrón (y todos los gobiernos) “debemos ser competitivos”. Por lo tanto se trata para el proletariado de expropiar a los capitalistas, de tomar control colectivamente del conjunto de la producción mundial para hacerla un medio para satisfacer realmente las necesidades de la especie humana. Esta revolución, ya que es de esto de lo que se trata, necesariamente afectará todos los órganos que el capitalismo se ha dado para establecer y preservar su dominación en la sociedad, en primer lugar sus Estados, sus fuerzas de represión, pero también todo el aparato ideológico diseñado para convencer a los explotados, día tras día, que no hay otro sistema posible que el capitalismo. La clase dominante está bien decidida a impedir por todos los medios la “gran revolución social” que se cierne sobre el banquero que hemos citado arriba y muchos de sus compañeros.
El trabajo será enorme. Las luchas que ya se han emprendido contra el agravamiento de la pobreza en países como Grecia y España son solo un primer paso necesario, preparativos del proletariado para derrocar al capitalismo. Es en estas luchas, en la solidaridad y la unión que permiten para desarrollar, es en la toma de conciencia que éstas favorecerán la necesidad y la posibilidad de derrocar un sistema cuya quiebra será cada día más evidentes, es en estos combates donde los explotados forjarán las armas necesarias para la abolición del capitalismo y el establecimiento de una sociedad libre finalmente de la explotación, la miseria, las hambrunas y las guerras.
El camino es largo y difícil, pero no hay ningún otro. La catástrofe económica que se avecina y despierta tanta preocupación en los medios de comunicación de la burguesía significará para el conjunto de los explotados de la tierra un terrible deterioro de sus condiciones de existencia. Pero también esto va a permitir que se impliquen en el camino de la revolución y de la liberación de la humanidad.
Fabienne, 7 de diciembre 2011
La economía mundial está al borde del precipicio. La amenaza de una gran depresión, incluso peor que la de 1929, se vuelve cada vez más apremiante, incluso opresiva. Bancos, empresas, municipios, regiones, incluso los Estados ahora son empujados hacia la quiebra, la bancarrota. Los medios de comunicación no hablan más que de “la crisis de la deuda”.
El siguiente gráfico representa la evolución de la deuda mundial desde 1960 (1) hasta nuestros días. Esta deuda se expresa como un porcentaje del PIB mundial.
Según este gráfico, en 1960, la deuda era igual al PIB (100 %). En 2008, es 2,5 veces superior (250 %). En otras palabras, hoy, un reembolso completo de la deuda global contratada desde 1960 ¡sería toda la riqueza producida en año y medio de la economía mundial!
Esta evolución es espectacular en los llamados países “desarrollados”, como se muestra en el gráfico siguiente que representa la deuda pública de los Estados Unidos.
En los últimos años, ¡la acumulación de la deuda pública es tal que la curva de su evolución, visible en el gráfico anterior, es vertical! Esto es lo que los economistas llaman el “muro de la deuda”. Y es por este muro que el capitalismo ha sido duramente golpeado. ([1])
Era fácil ver que la economía mundial terminaría golpeando finalmente este muro. Entonces, ¿Por qué todos los gobiernos del planeta, ya sean de derecha o izquierda, extrema izquierda o extrema derecha, supuestamente “liberales” o “estatista”, no hicieron más que facilitar el crédito, ahondar los déficits, pugnar activamente por el aumento de la deuda de los Estados, empresas y hogares desde hace más de medio siglo? La respuesta es simple: no tenían otra opción. Si no lo hubieran hecho, la terrible recesión a la que entramos hoy habría comenzado a principios de la década de 1960. En realidad, hace décadas que el capitalismo vive, o mejor dicho sobrevive gracias al crédito. Para comprender el origen de este fenómeno, hay que penetrar, como Marx, “el gran secreto de la sociedad moderna: la producción de la plusvalía”. Aquí, se impone un pequeño viaje teórico.
El capitalismo lleva en sí, desde siempre, una especie de enfermedad congénita: produce una toxina en abundancia que su cuerpo no puede eliminar, la sobreproducción. Produce más mercancías de las que el mercado puede absorber. ¿Por qué? Tomemos sólo un ejemplo didáctico: un trabajador que trabaja en una cadena de montaje o detrás de una microcomputadora y, al final del mes cobra 800 €. De hecho, lo que ha producido no es el equivalente de 800 euros que recibe, sino el valor de 1600 euros. Ha realizado trabajos no pagados o, en otras palabras, un plus valor. ¿Qué hace el capitalista con los 800 euros que ha robado a los obreros (siempre que sea capaz de vender la mercancía)? Una parte es para su consumo personal, digamos 150 euros. Los 650 euros restantes, los reinvierte en el capital de su empresa, la mayoría de las veces bajo la forma de compra de máquinas más modernas, etc. Pero ¿por qué el capitalista procede así? Porque económicamente está obligado a hacerlo. El capitalismo es un sistema competitivo, debe vender productos más baratos que el vecino que produce el mismo tipo de productos.
En consecuencia, el patrón no solo debe reducir sus costos de producción, es decir, los sueldos, sino también usar una proporción cada vez mayor del trabajo sin pago al trabajador para la prioritaria reinversión en máquinas más eficientes para aumentar la productividad. Si no es así, no se puede modernizar y tarde o temprano su competidor, que lo hará, podrá vender más barato y va a ganar el mercado. El sistema capitalista es así afectado por un fenómeno contradictorio: a no pagar a los trabajadores el equivalente de lo que realmente aportaron como trabajo y los patrones a renunciar a consumir una gran parte de la ganancia extraída, el sistema produce más valor del que se puede distribuir. Nunca, ni los trabajadores ni los capitalistas juntos pueden por lo tanto absorber solos todos los bienes producidos. El capitalismo debe vender este excedente de mercancías fuera de la esfera de su producción a los mercados aún no conquistados por las relaciones capitalistas de producción, los mercados llamados extra capitalistas. Si no lo logra, hay una crisis de sobreproducción.
Se encuentra aquí resumida en algunas líneas una parte de las conclusiones a las cuales arribaron los trabajos de Karl Marx en El Capital y Rosa Luxemburgo en La acumulación del capital. Para ser más concisos aún, he aquí sintetizados algunos puntos de esta teoría de la sobreproducción:
• El capital explota a los obreros (en otras palabras sus salarios son menos importantes que el valor real que ellos crean por su trabajo).
• El capital puede vender sus productos con ganancias, a un precio que, más allá del salario del trabajador y el plus valor, incluirá también la amortización de los medios de producción. ¿Pero la pregunta es: a quién?
• Por supuesto, los trabajadores compran estas mercancías… con sus salarios. Por lo tanto, queda aún una buena parte por vender. Su valor es equivalente al trabajo de los trabajadores que no les ha sido pagado. Esta tiene el poder mágico para el capital de generar ganancias.
• Los capitalistas también consumen… y por lo general no son infelices. Pero ellos solos no pueden comprar todas las mercancías portadoras de valor. Esto no tendría sentido. El capital no puede comprarse a sí mismo sus mercancías para hacer ganancias. Sería como si tomara dinero de su bolsillo izquierdo para meterlo en el derecho. Nadie se enriquece así, dirán los pobres.
• Para acumular, para desarrollarse, el capital debe encontrar compradores distintos de los trabajadores y capitalistas. En otras palabras, debe encontrar oportunidades fuera de su sistema, bajo pena de encontrarse con mercancías sin vender en los brazos y solo saturan el mercado: ¡es la “crisis de sobreproducción”!
Esta “contradicción interna” (esta tendencia natural a la sobreproducción y esta obligación a buscar constantemente oportunidades externas) es una de las raíces del dinamismo increíble de este sistema los primeros días de su existencia. Desde su nacimiento en el siglo XVI, el capitalismo tuvo que vincular el comercio con todas las esferas económicas alrededor de él: la antigua clase dirigente, los campesinos y artesanos de todo el mundo. En los siglos XVIII y XIX, las principales potencias capitalistas participan así en una verdadera carrera para conquistar el mundo; gradualmente comparten el planeta en colonias y forman verdaderos imperios. De vez en cuando, se encuentran codiciando el mismo territorio. Los menos poderosos deben retirarse a buscar otro rincón de la tierra para obligar a su población a comprar sus mercancías. Es así que las economías arcaicas se transforman y son integradas poco a poco al capitalismo. No sólo las economías de las colonias son cada vez menos susceptibles de representar una salida para las mercancías procedentes de Europa y los Estados Unidos, sino a su vez, generan incluso una sobreproducción.
Esta dinámica del capital en los siglos XVIII y XIX, esta alternancia de las crisis de sobreproducción y períodos de prosperidad y expansión, así como la progresión inexorable del capitalismo en su decadencia, Marx y Engels la han descrito magistralmente: “una epidemia que, en cualquier otro momento, habría parecido un absurdo, se abate sobre la sociedad, la epidemia de la superproducción”. La sociedad repentinamente se encuentra reducida a un estado de barbarie momentánea; parece que una hambruna, una guerra de exterminio le hubiese cortado todos sus medios de subsistencia; la industria y el comercio parecen aniquilados. ¿Y por qué? “Porque la sociedad tiene demasiada civilización, demasiados medios de subsistencia, demasiada industria, demasiado comercio” ([2]).
• En esta época sin embargo, debido a que el capitalismo estaba en pleno crecimiento, podía simplemente conquistar nuevos territorios, cada crisis daba lugar a un nuevo período de prosperidad. “Empujado por la necesidad de mercados siempre más amplios para sus productos, la burguesía invade toda la superficie del globo. Debe incrustarse en todo el mundo, construir y establecer relaciones en todas partes. El precio de las mercancías es la artillería pesada con la que derriba todas las murallas de China y obtiene la capitulación de los bárbaros incluso más xenófobos. Obliga a todas las naciones, bajo pena de extinción, a adoptar el modo burgués de producción; Les obliga a importar con ellos lo que llaman civilización, dicho de otra forma, hacen naciones burguesas. En una palabra, crea un mundo a su imagen...” ([3]).
• Pero ya en aquel momento, Marx y Engels percibían en estas crisis periódicas algo más que una simple crisis cíclica eterna que llevaría siempre a la prosperidad. Ellos veían la expresión de contradicciones profundas que minan el capitalismo. Con “la conquista de nuevos mercados, [la burguesía] prepara crisis más amplias y profundas, mientras se reducen los medios para prevenirla” ([4]). O: “en tanto la masa de los productos crece y por lo tanto también la necesidad de mercados más amplios, el mercado mundial se contrae cada vez más; cada vez menos mercados permanecen disponibles para la explotación, ya que cada crisis precedente sometió al mundo comercial a un mercado no conquistado o superficialmente explotado” ([5]).
Pero nuestro planeta es sólo una pequeña pelota redonda. A comienzos del siglo XX, se conquistaron todos los territorios y grandes naciones históricas del capitalismo compartieron el mundo. A partir de este momento no se trata ya de nuevos descubrimientos, sino de tomar por la fuerza militar, los territorios dominados por las naciones competidoras. No se trata ya de una raza en África, Asia o América, sino de entablar una guerra despiadada por defender sus áreas de influencia y capturar a fuerza de cañonazos las de sus competidores imperialistas. Es una verdadera cuestión de supervivencia para las naciones capitalistas. No es una casualidad que Alemania, con muy pocas colonias y dependiente de la buena voluntad del Imperio británico para el comercio en sus territorios (dependencia insostenible para una burguesía nacional), provoca la Primera Guerra Mundial en 1914. Alemania se muestra más agresiva debido a la necesidad de hacer lo que más tarde explícitamente formulará Hitler en la marcha hacia la Segunda Guerra Mundial: “Exportar o morir”. Por lo tanto, el capitalismo, después de cuatro siglos de expansión, se convierte en un sistema decadente. El horror de las dos guerras mundiales y la gran depresión de la década de 1930 será una dramática prueba irrefutable. Sin embargo, incluso después de agotar los mercados extra capitalistas que permanecieron aún en la década de 1950, el capitalismo no se había sumido en una crisis de sobreproducción mortal. Después de más de cien años de agonía lenta, este sistema sigue de pie, titubeante, trastabillando pero de pie. ¿Cómo sobrevive? ¿Por qué su cuerpo aún no está completamente paralizado por la toxina de la sobreproducción? Es aquí que el uso de la deuda entra en juego. La economía mundial ha logrado evitar una dramática caída recurriendo más y más masivamente a la deuda. Así, fue capaz de crear un mercado artificial. Los últimos 40 años se pueden resumir en una serie de recesiones y relanzamientos financiados a golpes de crédito. Y no se trata solamente de apoyar el “consumo doméstico” por la vía de las ayudas estatales…No, los propios Estados también están endeudados para mantener artificialmente la competitividad de su economía frente a otras naciones (directamente mediante el financiamiento de una inversión en infraestructura, préstamos a los bancos a la tasa más baja posible, por lo que estos a su vez pueden prestar a las empresas y a los particulares). Las válvulas del crédito fueron abiertas, el dinero comenzó a fluir y, poco a poco todos los sectores de la economía se encuentran en una situación clásica de endeudamiento: cada día más y más nuevas deudas deben ser contraídas para… pagar las deudas del pasado. Esta dinámica inevitablemente condujo a un callejón sin salida. El capitalismo global está hoy en la parte inferior de este callejón sin salida, frente al “muro de la deuda”.
Por analogía, la deuda es al capitalismo lo que la morfina es para un enfermo terminal. Al usarla, la crisis es temporalmente superada, el sufrimiento calma momentáneamente. Pero poco a poco, la dependencia a estas dosis cotidianas aumenta. El resultado, inicialmente salvador, comienza a ser nocivo… ¡hasta la sobredosis!
La deuda del mundo es un síntoma de la decadencia histórica del capitalismo. La economía mundial ha sobrevivido con el apoyo de créditos desde la década de 1960, pero hoy las deudas están en todas partes del cuerpo, saturan todas las partes del cuerpo, cada célula del sistema. Más y más bancos, empresas, municipios, Estados están y se declararán insolventes, incapaces de pagar sus préstamos.
El verano de 2007 ha abierto un nuevo capítulo en la historia de la decadencia del capitalismo iniciada en 1914 con la primera guerra mundial. La capacidad de la burguesía para enlentecer el desarrollo de la crisis por el uso del crédito cada vez más masivo ha finalizado. Ahora, los temblores se van a suceder uno a otro sin que exista un estímulo o respiro real. La burguesía será incapaz de encontrar una solución real y duradera a esta crisis, no porque repentinamente se vuelva incompetente sino porque es un problema sin solución. El capitalismo no puede resolver la crisis del capitalismo. Porque, como hemos tratado de demostrar, el problema es el capitalismo, el sistema capitalista como un todo. Y este sistema está ahora en bancarrota.
Pawel, 26 de noviembre 2011
El planeta entero se encuentra sumergido desde hace más de cuatro décadas en una profunda crisis que aplasta cada vez las condiciones de vida de los trabajadores y demás sectores explotados.
Durante cuarenta años la burguesía ha repetido una y otra vez el llamado a tener paciencia y soportar las opresiones que implican las medidas de austeridad, porque son estas, nos dicen, las que han de permitir el mejoramiento de la vida, pero los trabajadores del mundo lo único que ven es que la crisis se agudiza más y su salario se acorta.
Un duro golpe vino en la recesión de 1973-75, y el capital inventaba discursos y apretaba la soga sobre el cuello de los proletarios. Todavía nos reponíamos de las severas medidas cuando una nueva recesión se presenta en 1980-82 y se vuelve a apretar la soga y a estrangular aún más la vida de los explotados. Los discursos entonces son más optimistas y las políticas más severas… y viene una nueva recesión en 1987 y luego todos los noventa son el escenario de una cascada de recesiones, bautizadas como los “efectos” y así llega el “efecto tequila”, el “tango”, el “samba”, el “vodka”, el “dragón”… todo sigue empeorando y el siglo XXI llega con más recesiones que siguen profundizando la crisis y aunque los discursos prometedores de bienestar continúan los trabajadores solo ven avanzar sus penurias.
Esos ataques descritos no son diriguidos solo a algún sector de trabajadores o solo en algún país, todos los explotados del mundo son testigos vivos de ese accionar. En México, indudablemente se ha vivido y se vive esa realidad, de manera que un día se reciben severos golpes y el otro también. Todos estos ataques han llevado a que los trabajadores den respuestas. Desde los 70 y hasta finales de los 80, importantes movilizaciones se desarrollaron, pero la campaña sobre la “muerte del comunismo” y la promoción de la democracia extendieron la confusión, la desesperanza y la desmovilización. Pero la crisis que en vez de ablandarse se agudiza, hace que las palabras y campañas de la clase dominante se desgasten y entonces el descontento y la movilización de los explotados vuelven a ponerse de manifiesto, aunque encontrándose con grandes dificultades.
Por un lado el trabajo de control del descontento llevado por la estructura sindical se ha cumplido puntualmente, pero por otro, la repetición monótona de que la democracia es el único camino viable, o la inyección del veneno nacionalista han servido para extender la confusión entre los explotados, pero a su pesar y por la insistencia y el crecimiento de los ataques, las movilizaciones nuevamente se hacen sentir. Ejemplo importante fueron las movilizaciones de los estudiantes y trabajadores en Francia durante el 2006, no solo porque se oponían a los golpes, sino porque su movilización exponía la necesidad de reflexionar en Asambleas abiertas y de auto-organizarse. Similares características se manifiestan en la actualidad en Grecia y España. En estas movilizaciones, que son conocidas como el movimiento de indignados, pese a las dificultades diversas a las que enfrentan, se percibe también (aún cuando no podemos decir que es lo dominante) una defensa de las Asambleas Generales como forma de organización y la misma necesidad de cuestionar la estructura del sistema político dominante.
A partir del mes de julio de este año, uno de los grupos promotores de las movilizaciones en España, denominado Democracia Real Ya (DRY), inicia en México su campaña de difusión, realizando manifestaciones de crítica irónica al sistema político mexicano mediante, “actos teatrales”, pero es a partir del llamado del 15 de octubre (15-O) que toma mayor notoriedad.
La presencia de DRY se hace llamativa porque retoma las preocupaciones que domina en la población, principalmente de jóvenes: la miseria, el rechazo a los partidos y la necesidad de organizarse. La convocatoria de DRY aprovecha en particular el hartazgo hacia el sistema político y en particular hacia los partidos. Así sus acciones desde mediados de año toman como tema central la denuncia a “los partidos que no representan a nadie…” En sus explicaciones presentes en la web, son más categóricos al afirmar que lo que hoy se requiere es “…un movimiento ciudadano masivo y apartidista... [para] sentar las bases de transformación en nuestro país” (https://mxtomalacalle.blogspot.com [6]). De la misma forma en su discurso no dejan de señalar que las decisiones no deben de ser tomadas por estos grupos que a nadie representan, sino por la mayoría, por eso es que convocan a la realización de Asambleas. En su mismo blog postulan que su propósito es construir “…un pensamiento colectivo en donde nuestras diferencias en vez de dividirnos nos enriquezcan.” Para lo cual proponen usar como mecanismo de decisión a las “…Asambleas que generan consensos partiendo del trabajo generado en distintas comisiones y mesas de reflexión” (Ídem).
Todo esto, al parecer, presenta una nueva configuración organizativa que dirige su búsqueda a la conformación de una verdadera comunidad humana. En la manifestación el 15 de octubre las referencias a la “revolución mundial” eran continuas y el llamado a la discusión abierta se presenta en cada momento. Una joven presente en una Asamblea decía emocionada que se sentía en el Ágora. Diversas intervenciones saludaban el ambiente de discusión abierto, y aunque ya empezaban a presentarse propuestas disparatadas (que respondían mal a una pregunta que también era incorrecta), como por ejemplo, para enfrentar “el consumismo” presentan como solución mágica la creación de huertos familiares y el uso del trueque, pero a pesar de lo bizarro y confuso de esas propuestas se podían plantear ideas críticas, incluso hubo quien de forma directa hablaba de la necesidad de recuperar el marco teórico del marxismo y aunque no eran muy bien recibidas por los organizadores de DRY, no eran censuradas. En este ambiente entusiasta, RDY lanza la propuesta de dar continuidad a las discusiones mediante reuniones semanales.
Hasta ahí parecía que la actuación de DRY buscaba en verdad impulsar la reflexión y la crítica al sistema capitalista. Pero la realidad era otra, el discurso bonachón con el que hacen su presentación se va perdiendo y su verdadero rostro y sus objetivos se descubren.
No solamente demuestran que las Asambleas como forma de organización no les interesan, sino incluso les despierta molestia y temor, por eso para evitar su consolidación se adelantan a crear engendros que aparenten la discusión pero que disfrazan una maniobra para impedir la verdadera reflexión y la actuación de los explotados.
La dinámica de estas “asambleas” consisten en que los miembros de DRY llegan a presentar los resolutivos de una comisión que según su propia decisión define como los argumentos de consenso, sobre estas ideas, los asistentes son involucrados en una aparente discusión, permiten incluso que se escuchen críticas a estas, pero al final se aprueba justo aquello que al incio se llevó por la comisión.
Pero no solo es la forma en que se llevan las discusiones lo que muestra que DRY es tan mentiroso y manipulador como lo pueden ser los partidos a los que dicen criticar. Mientras que en su blog afirman: “El abuso desmesurado que del poder político se ha hecho desde la clase dominante durante muchas décadas y aun siglos, exige de estos análisis y propuestas una gran rigurosidad, para lograr que las propuesta emanadas de esta mesa sean viables y de consenso amplio…” en las declaraciones que presentan en youtube (realizadas luego de 3 reuniones posteriores al 15-O) son más explícitas acerca de sus verdaderos propósitos, cuando, adelantándose a toda discusión sobre ese tema, ya presentan sus conclusiones; afirman ahí que sus demandas son: “candidaturas ciudadanas, dismunución de presupuesto a partidos políticos (…) y otras demandas que apenas se están consensando…” https://www.youtube.com/watch?v=SPfOsOiIEvo&feature=related [7]).
De manera que a pesar de que DRY asegura cuestionar al aparato político sobre el que se sostiene al capitalismo, lo que en realidad busca es cómo integrarse a esa estructura y cómo mejorar al sistema de explotación. No es de extrañar que en sus propuestas de “economía social” expongan con encono el desprecio al dinero, pero no se detienen ni un segundo para hacer la crítica al proceso de explotación que da sustento al sistema; basta según ellos, con crear cooperativas y llevar un “consumo racional” para generar una “revolución”. Estas propuestas pudieran considerarse innofensivas y suponer se trata tan sólo de confusiones extremas, pero cuando se plantean en el contexto que lo hace DRY, es decir en un pretendido intento de mostrarse como una alternativa diferente y ajena al Estado y sus partidos, pintada además como una “revolución”, se reconoce que forma parte de una estrategia animada (sino es que creada) por el capital, encaminada a desnaturalizar el significado de la reflexión y la crítica colectiva para destruir la posibilidad de la auto-organización mediante las Asambleas e impedir que los trabajadores se reconozcan como una clase explotada y se queden atados a una condición de ciudadanos que no pueden hacer más que ceñirse a las medidas que admite y dicta el capital, haciendo de la indignación de las masas una fuerza vacía, sometida y conducida a mendingar mejores legislaciones electorales o actuaciones menos corruptas de los funcionarios, es decir un capitalismo con “rostro humano”, respetuoso del “voto de los ciudadanos”, fortaleciendo así su poder y su capacidad de dominio y explotación.
La actuación de DRY en México ha sido más descarada y abierta que lo que pudo ser en España, pero eso no significa que sea una política particular la que sigue en México. Si revisamos sus documentos presentados en la web y damos seguimiento a su práctica en España se nota su preocupación por oxigenar al capitalismo “influyendo en la política”. Apenas habían pasado 15 días del denominado 15M, cuando DRY exponía su intención de “promover una Iniciativa Legislativa Popular para reformar la Ley Electoral… <y defender> que los partidos pequeños tengan más representación y que se eliminen los privilegios de la clase política…” (https://www.elalmeria.es [8]).
De manera que podemos acordar con que ni el PRI, ni el PAN, ni el PRD nos representan, pero tampoco DRY. Para enfrentar la explotación y la miseria que impone el sistema capitalista, los explotados requieren la auto-organización verdadera a través de Asambleas Generales abiertas a todos los trabajadores y soberanas en sus decisiones.
Tatlin, diciembre 2011
El Acuerdo para la Evaluación Universal de Docentes y Directivos en Servicio de Educación Básica (Evaluación Universal) fue firmado el 31 de mayo de 2011 entre el secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, y la presidenta “vitalicia” del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo Morales. La Evaluación Universal se deriva directamente de la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE), en su apartado “Evaluar para mejorar”, firmada el 15 de mayo de 2008 y representa una mayor profundización de la explotación sobre los trabajadores de la educación.
La Evaluación Universal forma parte integral del conjunto de reformas que la burguesía de todos los países ha venido imponiendo en el sistema educativo a escala planetaria desde los años setenta, justamente en el periodo en el que estalló de manera profunda la crisis del capitalismo mundial. En el ámbito laboral, las reformas se orientaron a ajustar la economía mundial mediante una serie de medidas básicas: reducir el salario social, eliminar subsidios a los productos básicos, incidir fuertemente hacia la caída de los salarios, reducir los apoyos sectoriales, otorgar “libertad de movimiento” a los precios y capitales según las leyes del mercado, y desmontar el sistema de seguridad social para permitir la recuperación de la tasa de plusvalía y de ganancia, todo lo cual ha significado una disminución de las condiciones de vida de los trabajadores al aumentar el grado de explotación (plusvalía absoluta y relativa); y en lo político, reforzar el control que el Estado ejerce sobre los trabajadores de la educación a través del sindicato, instrumento central en el control político-ideológico.
En esa lógica, el sistema educativo requería una reforma total. En ese contexto se inscribe, para el caso de México, el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB), la reforma a la Ley General de Educación, el Programa de Carrera Magisterial (todas estas reformas, en 1992), la Reforma a la ley del ISSSTE del 31 de marzo de 2007 y las reformas subsiguientes que se derivan de las mencionadas. Todas ellas han representado ataques arteros contra los trabajadores de la educación. Señalemos solamente las implicaciones principales:
• La descentralización educativa establecida en el ANMEB y la conformación de los consejos de participación social (en distintos niveles) tiene como objetivo fundamental descargar sobre la “sociedad” el sostenimiento de los centros educativos en cada uno de los estados de la federación, es decir, al mismo tiempo que el Estado ha venido disminuyendo el gasto social en educación, estableció que los trabajadores (para la burguesía, ciudadanos padres de familia) tendrían que destinar una parte de sus salarios al mantenimiento de las escuelas.
• El establecimiento de Carrera Magisterial (en mancuerna SEP-SNTE) ha sido impuesto como mecanismo de estratificación de los trabajadores al interior del proceso de trabajo y ha provocado que cada fuerza de trabajo individual entre en competencia contra sus iguales en el mercado de “puntos acumulables” de capacitación y de rendimiento, buscando el ascenso en la escala salarial a partir de una mayor productividad del trabajo y, con ello, el Estado-Sindicato ha intentado romper con la solidaridad de clase. Es así como el Sindicato ejerce el control político-ideológico y laboral y nos muestra cómo la burocracia sindical es, al mismo tiempo, una caterva parásita de funcionarios públicos dentro de la institucionalidad burguesa.
• La temporalidad de los contratos de trabajo para el magisterio es otra de las consecuencias de las reformas y, junto a la fusión de grupos para aumentar el número de educandos por trabajador, ha significado para el magisterio una mayor carga de trabajo. Lo anterior configura una especie de contrato por rendimiento y forma parte de lo que la burguesía llama “flexibilidad laboral” al crear trabajos temporales, dado que los trabajadores pueden ser removidos por diferentes argumentos jurídicos, a discreción de las autoridades.
• Además, las reformas han establecido de manera autoritaria la prolongación de la jornada laboral, con la creación de escuelas de jornada ampliada y escuelas de tiempo completo. La cuestión fundamental radica en que se mantiene el sueldo base y, por lo tanto, los montos de jubilación permanecen sin cambios, aumentando las percepciones salariales a través de estímulos salariales diversos condicionados al cumplimiento de tareas diversas impuestas de manera discrecional por las autoridades.
• Con la reforma al sistema de pensiones y jubilaciones, se han ampliado los años de servicio de los trabajadores de la educación, aumentando los años de servicio-cotización y, simultáneamente, han reducido la esperanza de vida en el momento de la jubilación por la vía de los hechos.
• Ahora bien, la evaluación de la labor docente es otro de los aspectos contenidos en las reformas y es parte nodal en la actual Alianza (ACE, 2008) establecida entre Estado y Sindicato. La Alianza promueve un sistema de contratación basado en la competencia e incorpora mecanismos de evaluación para el otorgamiento de plazas de educación básica y para su capacitación, evaluación y promoción de acuerdo a una serie de parámetros que miden la productividad del trabajo. Los elementos centrales para evaluar a los docentes en servicio son: las tasas de rendimiento y aprovechamiento de sus alumnos lo que requiere someterse a una certificación estandarizada, diseñada con criterios empresariales. Es aquí donde se inscribe la llamada Evaluación Universal.
• La Evaluación Universal será obligatoria para docentes frente a grupo, con periodicidad de tres años, a partir de junio de 2012 (primaria), 2013 (secundaria) y preescolar y educación especial (2014). Los resultados de la evaluación universal serán considerados para el Programa de Estímulos a la Calidad Docente y para la promoción de Carrera Magisterial. Esto significa que, además de profundizar la competencia entre trabajadores, el escalar puestos más altos en Carrera Magisterial será más difícil aun, ya que ante resultados negativos los trabajadores podrían ser “degradados” hacia niveles más bajos de Carrera.
• Los resultados de la evaluación serán dados a conocer a la sociedad, no con fines de “transparencia” sino con el fin de “evidenciar” a los profesores y crear una división al interior de la llamada comunidad escolar.
• Con la Evaluación Universal se pretende degradar aún más las condiciones laborales y de vida de los trabajadores de la educación y sus familias: acabar con la estabilidad laboral que brindan las plazas con carácter de definitivas; establecer la flexibilidad laboral regulando la contratación a partir de la evaluación; desconocer las diversas formas de promoción anteriores a las reformas; negar la antigüedad y la permanencia indefinida como trabajadores. En otras palabras, la imposición de la evaluación universal como parte integral de las reformas al sistema educativo, significa un ataque artero a los derechos laborales de cientos de miles de trabajadores.
• Aparentemente, la evaluación se impone como obligatoria cada tres años para los distintos niveles de la educación básica. Sin embargo, a partir de 2011 se ha puesto en marcha en México, y también en América Latina, un sistema de evaluación permanente, sistemático, conocido como método Stallings. Éste, es un sistema de observación en el aula para la medición del rendimiento de maestros y estudiantes. Este esquema es conocido desde la década de los setenta y ha sido diseñado por un equipo de economistas del Banco Mundial para programas educativos en América Latina.
• Las autoridades educativas y el sindicato desempeñan la función de evaluadores permanentes, como capataces del proceso (productivo) enseñanza-aprendizaje. La función principal no tiene un carácter pedagógico, sino una función de vigilancia para medir los tiempos y movimientos de los trabajadores en su tarea de cultivar cabezas (rendimiento). El objetivo consiste en lograr que el docente destine un mayor tiempo posible a tareas “de enseñanza” respecto de las tareas burocrático-administrativas. El promedio en América Latina es de 65 % y 35 %, respectivamente, mientras que en países de la OCDE es de 85 % y 15 %, en el orden de las tareas señaladas. Incrementar la productividad del trabajo y la intensidad mediante la saturación de grupos y la vigilancia del proceso de trabajo para medir tiempos y movimientos en los ritmos de trabajo nos recuerda lo que Marx explica en torno a los diferentes métodos para la explotación del trabajo asalariado.
• En suma, con las reformas impuestas desde 1992 se ha producido un aumento generalizado de la productividad, un proceso de profundización de la intensidad del trabajo, una prolongación de la jornada laboral y la reducción del salario, mediante la utilización de mecanismos primigenios de extracción de plusvalía absoluta combinados con la introducción de progreso técnico como las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) en la labor docente para acelerar la producción de plusvalía relativa. Siguiendo a Marx, podemos decir que son estas condiciones las que hacen iguales a los trabajadores de la educación con los de cualquier rama industrial, agrícola o comercial en el proceso global de producción de la riqueza social, sin importar que los trabajadores produzcan embutidos, trigo, servicios de transporte o cultiven la cabeza de los estudiantes.
Los años que hemos reseñado sobre todo después del 2007 en que fue aprobada la reforma al régimen de pensiones y jubilaciones del ISSSTE se han caracterizado por una enorme inconformidad de los trabajadores de la educación, el sindicato oficial, el SNTE, se ha encargado en todas partes de maniatar a los trabajadores para evitar que se movilicen como corresponde contra estos ataques y lo ha hecho no sólo a través de la desinformación o la vil mentira sino también, y sobre todo, por medio de la amenaza velada o abierta de despidos o disminución de “beneficios” que por derecho les corresponden a los trabajadores.
Pero también las distintas corrientes del movimiento “democrático” del magisterio se han estado enfrascando en un proceso de defensa de los derechos laborales a través de la vía jurídica, promoviendo amparos ante las instituciones estatales. Son los viejos mecanismos utilizados por los llamados “democráticos” (CNTE, Bases Magisteriales…) y que solo han servido para crear ilusiones en los trabajadores sembrando la idea de que es posible resolver sus demandas laborales en el marco del derecho burgués.
Para enfrentar con un mínimo de oportunidad la andanada de golpes asestados sobre sus espaldas las masas trabajadoras tienen que empezar a pensar cómo cuestionar el control de las estructuras sindicales al servicio del Estado, sean “charras” o “democráticas”, para retomar la conducción de su movimiento desde las asambleas de base y vincular al magisterio con otros contingentes del proletariado en México y en el mundo.
En el plano internacional recientemente tenemos esa experiencia de la lucha proletaria: asambleas generales de trabajadores para desarrollar la conciencia proletaria al calor de las luchas de clases versus burocracias sindicales que siembran falsas ideas en torno al carácter generoso y democrático de las instituciones burguesas. Las movilizaciones desarrolladas recientemente en Grecia, Francia, España, Medio Oriente, Norte de África, Estados Unidos (Wisconsin), Inglaterra… por mencionar solo algunas, son una muestra de las posibilidades del proletariado para romper con el control de los sindicatos y los partidos de izquierda del capital, en su permanente búsqueda por unificarse con los movimientos generales del proletariado.
El capital hace su trabajo para aumentar los niveles de ganancia. Y frente a los embates del capital, a los trabajadores les corresponde crear formas de organización y de lucha para combatir las políticas de la burguesía que profundizan la explotación. Es la clásica antinomia entre el trabajo y el capital a la cual se refiere Marx. Y que mejor, si esas formas de organización del proletariado (del que el trabajador de la educación forma un contingente importante) se encaminen en el sentido de la Revolución Comunista Mundial.
Plexus, diciembre 2011
En los últimos meses hemos oído acerca de la propuesta de formar “gobiernos de coalición” en México pues serían la alternativa para lograr una “mejor gobernabilidad”. ¿A quién interesa esa “mejor gobernabilidad”?
Solo a la burguesía. A nadie más, que no nos inmiscuyan en ese terreno que corresponde estrictamente a la clase dominante a pesar de que se disfracen de “requerimientos para buscar cumplimiento a las exigencias de justicia, equidad, desarrollo y seguridad que exige el país”.
Esta propuesta de los gobiernos de coalición, donde se articulan liderazgos del PRI, del PAN, del PRD y gente sin filiación política partidaria, también es una especie de reciclamiento o reacomodo burocrático de los cuadros políticos de diversos partidos, y donde pareciera que el problema se circunscribe a un asunto de cómo acomodarse y no quedar fuera del presupuesto y de los cargos burocráticos.
Así se ve en su propuesta de reforma constitucional que prevé que cuando un gobernante gane las elecciones con menos de 50 % de los sufragios, pueda tener la oportunidad de pactar políticas públicas con partidos distintos al suyo. Luego, el funcionamiento de todos los sistemas políticos se basa invariablemente en la necesidad de llegar a acuerdos interpartidistas. De ahí la preocupación de garantizar “cierto grado de gobernabilidad” a través de garantizar mayorías legislativa en México que no es nueva. Ya en la reforma de 1986, se impuso la cláusula de gobernabilidad con el fin de garantizar la mayoría al partido que obtuviera más votos y que no alcanzara por este medio la mayoría legislativa. Así, el presidente en turno contaría con un instrumento para llevar a cabo su proyecto de gobierno.
Se trata pues de lograr un mínimo de acuerdo, que se ha buscado en los últimos años, entre las diferentes fracciones de la burguesía para lograr un mínimo de unidad para avanzar en sus proyectos como clase burguesa. Sin embargo, lapidariamente podríamos afirmar que dadas las tendencias fundamentales de la sociedad capitalista, es decir, que siendo la tendencia dominante al “cada quien a lo suyo”, lo que es de esperarse es que cada grupo dentro del Estado busque hacer valer sus intereses económicos y políticos. Es decir, la ley de la selva. Esa es la dinámica de la sociedad capitalista.
Pero todas esas consideraciones para avanzar en una mayor unidad y en una mejor gobernabilidad son del interés de la burguesía y no del proletariado, el cual, al contrario, siempre se verá afectado por este tipo de propuestas que lo que buscan en el fondo es cómo mejorar la explotación asalariada.
RR, diciembre 2011
La situación actual ilustra claramente la función mistificadora de las elecciones. Ante la catástrofe económica en curso por el hundimiento del capitalismo en una crisis sin precedentes (ver artículos al respecto en esta misma edición), en varios países del mundo el proletariado ha manifestado ya su descontento generalizado y, sobre todo, una disposición a no permitir que la burguesía descargue, una vez más, sobre sus espaldas el costo de las medidas anticrisis, es decir, más austeridad, menos salario, menos empleos, más explotación… más miseria. Y, aunque la clase trabajadora aún tiene muchas dificultades para desplegar y mantener una lucha de clase autónoma y unificada, cada vez más es evidente que se requiere una resistencia combativa y masiva como única alternativa para echar atrás los ataques inmisericordes del capital contra sus condiciones de trabajo y de vida en general.
Desde la derecha a la izquierda del aparato político del Estado capitalista se está inundando los medios con mensajes repetitivos que buscan convencer a los trabajadores de que el voto es el único medio para solucionar la crisis y todas sus secuelas, en particular el desempleo, de que sólo eligiendo al candidato idóneo en las próximas elecciones presidenciales de 2012 podremos hacer que cambie la situación tan agobiante para los millones de familias proletarias.
Más de un “especialista” politólogo a sueldo del Estado incluso ha puesto como ejemplo “cívico” digno de emular al desplazamiento de la izquierda del gobierno y el ascenso de la derecha en España en las pasadas elecciones cuando, pretendidamente, los españoles dieron su voto de castigo a aquélla y su voto de confianza a ésta para que solucione principalmente el desempleo laboral que en ese país alcanza cotas escalofriantes (más del 20 %). La gigantesca campaña democrática que bombardea segundo a segundo sobre las bondades de la democracia burguesa esconde a toda costa lo que verdaderamente significa para la inmensa mayoría de la población y en particular para aquéllos que sostienen con su trabajo diario todo el funcionamiento de la sociedad actual, la clase trabajadora.
Desde hace ya un siglo las elecciones se mantienen como el medio mistificador más importante del Estado capitalista para sostener el sistema de explotación de la burguesía. En México, por ejemplo, cada seis años ([1]) se convoca a votar y elegir al grupo de la clase dominante que le toca administrar la explotación y la opresión de la clase obrera. Así lo han vivido los trabajadores por décadas durante las cuales jamás se han beneficiado de esas supuestas bondades de las elecciones democráticas sino al contrario.
En efecto, si tomamos los últimos cincuenta años, por ejemplo, veremos cómo todos los equipos de gobierno de derecha, izquierda o de centro, elegidos “tan democráticamente” no han hecho sino encargarse de aplicar las medidas de austeridad exigidas para enfrentar una crisis permanente que no ha cesado y que aún más se ha acentuado a los niveles alarmantes que conocemos actualmente y, además, claro está, se ha ocupado de desplegar todas las medidas políticas y de represión necesarias para hacer pasar los ataques que requiere la burguesía.
Cuando esos equipos de gobierno se han desgastado por el desprestigio que significa el accionar en esos gobiernos tan solícitamente dispuestos a cumplir los planes del Estado de la burguesía, ésta no ha hecho más que armar nuevas campañas de renovación de sus gobiernos vendiendo la idea a los trabajadores, vía sus propios medios, de que la culpa de sus infortunios la tendrían los malos equipos de gobierno instaurados y, además, dejando el mensaje subliminal de que la culpa la tendrían los electores por no pensar bien su voto. Aquí es donde orientan sus campañas para que los electores emitan el famoso “voto de castigo” con el cual crea la ilusión de que el votante “ajusta cuentas” con el gobernante o el partido político en el poder y elige a otros para que “corrijan los errores”. Claro, esos nuevos equipos siempre se encargan de culpar a los gobiernos anteriores del desastre actual y llaman, por enésima vez, a aceptar más sacrificios si se quiere una solución a las penurias; es lo que hizo el nuevo equipo en el gobierno en España… es lo que sucederá en México en el 2012.
Es así cómo se ha instaurado en la cultura política la idea de la necesaria alternancia que no es otra cosa que un recurso que tiene la burguesía para colocar en la administración gubernamental de todos los niveles (nacional, estatal, municipal…) a equipos políticos de diferente color que invariablemente deberán servir a sus intereses económicos, sociales y políticos y que al ser diferentes refuerzan la idea de un posible cambio por este medio. La burguesía no tiene problema alguno en colocar a equipos de derecha, centro o izquierda pues son solo alternativas dentro del Estado que pueden utilizarse según las circunstancias ([2]).
La burguesía siempre podrá renovar las campañas electorales utilizando incluso los problemas de sus propios partidos políticos pues así podrá ofrecer diversas alternativas: así, por ejemplo en México, podrá dar vuelo a versiones sobre “el peligro del regreso del PRI y lo que conlleva en retroceso democrático”; en cuanto a “la permanencia del PAN y la continuidad del fracaso en materia económica y de seguridad”; en fin, con relación al PRD que podría ser, de nuevo, la esperanza para los trabajadores. Esas versiones tienen su contraparte argumental cuando se habla sobre la necesidad de que regrese el PRI pues sabe cómo controlar a las mafias y además “roba pero da trabajo”, o que se mantenga el PAN pues algo se está logrando, o que debería pensarse muy bien si se vota por el PRD pues… y, un largo etc.
Es este el juego de la burguesía precisamente, y en él se empeña en involucrar a toda costa a los trabajadores y al resto de las capas no explotadoras de la sociedad. Se trata de toda una estrategia para involucrar a los explotados y oprimidos de la sociedad actual en un juego eterno que siempre tendrá un ganador: la burguesía. El objetivo es hacer que los trabajadores confíen siempre en el engaño de las elecciones y se alejen lo más posible de la lucha de clases, el único medio con el que cuenta para avanzar en el camino a su liberación.
En fin, todas las distracciones actuales sobre la mediocre cultura de tal o cual candidato, las deficiencias de aquel otro, o los secretos de éste, no son más que temas destinados a ocupar las preocupaciones de los “electores” y, en particular, la clase obrera.
En estas cuestiones podrían reflexionar los trabajadores. Para hacerlo, deben tomar distancia de la apabullante campaña democrática cuyo fin es orientar de manera dominante las preocupaciones de la sociedad hacia las alternativas electorales que, por millonésima ocasión, ofrece las alternativas de siempre para garantizar la supervivencia de la dominación capitalista.
RR, diciembre 2011
[1]) Esto corresponde a la elección presidencial y de gobernador de los estados, pero hay otros periodos como los de tres años para los presidentes municipales, los senadores, los diputados. De hecho, la organización política de la burguesía ha colmado todo el terreno social instaurando en todos los niveles territoriales la figura de las elecciones, como en las colonias, en las representaciones sindicales, etc.
[2]) Aquí no es el lugar para desarrollar los factores económicos, sociales y políticos que la burguesía toma en cuenta generalmente para determinar la orientación política de sus equipos de gobierno.
El sandinismo acaba de reelegirse por tercera ocasión en el gobierno nacional, para un nuevo mandato de cinco años y, además, la burguesía le ha conferido un amplio poder dentro de las cámaras legislativas. A diferencia de lo que pregonan izquierdistas de toda laya, esto no es un triunfo de los trabajadores ni de un proyecto revolucionario, sino la constatación de que en América Latina la burguesía sigue repitiendo la fórmula de establecer gobiernos de izquierda para administrar el descontento social producto del avance de la crisis.
Ya advertíamos sobre esto en el año 2007 cuando el entonces candidato Daniel Ortega enfrentaba las objeciones de la fracción republicana de la burguesía norteamericana: “la división entre los círculos de la clase dominante, producto de la descomposición del sistema capitalista, hace que la oferta del FSLN, de llevar una relación armónica con los EUA, sea la que cuenta con mayores posibilidades para conducir a una “mejor” administración de la crisis e intentar una cohesión de la burguesía en torno al Estado, lo que implica, evidentemente, para la clase trabajadora enfrentar mayores ataques” ([1]).
La victoria electoral del ex-grupo guerrillero se puede entender solo en el contexto de una tremenda agudización de la explotación y el empobrecimiento de la clase trabajadora nicaragüense ([2]). La tasa de desempleo posicionó a Nicaragua con un 7.8 % a la cabeza de este rubro en la región según datos de la CEPAL reproducidos en un informe del Banco Central (BCN) para el año 2010. Asimismo, las condiciones de vida del proletariado nicaragüense se ven reflejadas en los datos de la FAO sobre desnutrición, la que afecta al 27 % de la población. En un marco regional en el que incluso Costa Rica –llamada la “Suiza centroamericana”– enfrenta un ascenso del descontento y de incremento de huelgas ([3]), es evidente la necesidad para la burguesía de Managua de contar con un Estado que pueda dar respuesta efectiva al conflicto social creciente.
De igual modo, las maniobras geopolíticas en la región de los imperialismos estadounidense y venezolano coadyuvaron a establecer las condiciones necesarias para que Daniel Ortega conservara el poder, incluso en contradicción de las leyes burguesas y su democracia pues la constitución del país prohíbe la reelección. Luego del putsch en Honduras (2009) en el que se enfrentaron los intereses de ambos imperialismos, el aumento de las dificultades económicas internas y los nuevos retos en Eurasia y África para EU, la actitud hacia el sandinismo pasó de la agresión a la tolerancia vigilante, de lo cual deja precedente el laconismo estoico de Obama ante las declaraciones desafiantes de Daniel Ortega en la V Cumbre de las Américas ([4]). A su vez, Venezuela sigue siendo el principal apoyo en la región para los sandinistas, pues los mínimos programas sociales tan promovidos por el gobierno de Ortega serían impensables sin los petrodólares venezolanos.
Como lo hemos dicho en otras ocasiones cuando analizábamos algunos casos de recambio político, el hecho de que el Estado burgués busque siempre a los equipos mejor dotados para gobernar y en particular para garantizar el sometimiento y la explotación del proletariado, no quiere decir que esto le resulte muy fácil y en automático sino que, por ejemplo, no hay que descontar tampoco el papel jugado por el fraccionamiento de la burguesía nicaragüense opositora al FSLN, lo cual les ha generado infinidad de dificultades para lograr concretarse en una fuerza política más eficiente aún ([5]), lo cual es una manifestación del cada quien para sí que se ha convertido en la tendencia dominante de la sociedad burguesa de este periodo de decadencia y descomposición.
En fin, ni duda cabe que los sandinistas se han mostrado frente a sus patrones burgueses tan eficaces como los somocistas o los liberales a la hora de dirigir los ataques contra la clase trabajadora. Un ejemplo de ello está en el apoyo de los sindicatos sandinistas a las reformas del Seguro Social en las que se incrementó la edad de jubilación a 65 años (como se está imponiendo en todo el mundo), así como duplicar a 1,500 el número de cotizaciones. Cabe resaltar que el inicio de la vida laboral no contempla los años de la infancia en un país en el que, para 2005 había 108,000 niños ([6]) trabajando, muchos sin asistir a la escuela.
Cuando la ley no ha sido suficiente, el sandinismo no ha dudado en usar el gas y la cachiporra, como lo denunció en su momento en nuestra web la Liga por la Emancipación de la Clase Obrera ([7]) al exponer la reacción del gobierno de Ortega contra los transportistas en huelga ([8]).
Los trabajadores deben estar plenamente conscientes que los discursos de toda la izquierda gobernante, desde el conciliador de Lula hasta el frenético de Chávez, no son sino una manzana envenenada para la conciencia y la combatividad de la clase obrera.
En estos momentos en que la crisis mundial se vuelve más aguda y aumentan también los sufrimientos de nuestra clase, tenemos el deber de alertar sobre todas las mentiras vertidas por la clase que vive de nuestro trabajo.
BR, diciembre 2011
[1]) Revolución Mundial nº 96, 2007, “Nicaragua: regresan los sandinistas al gobierno para dar continuidad a la explotación y opresión”.
[2]) Ver, por ejemplo, el documental sobre las condiciones de trabajo en las maquiladoras nicaragüenses
[3]) “Costa Rica, ¿Por qué crece el descontento social?”
https://www.diariopanorama.com/seccion/firmas_22/costa-rica-porque-crece... [10]
[4]) “Obama soporta la diatriba de Ortega”.
https://www.foxnews.com/politics/2009/04/18/obama-endures-ortega-diatribe/ [11]
[5]) “Oposición acude débil y dividida a los comicios en Nicaragua”
https://www.casamerica.es/actualidad/la-oposicion-acude-debil-y-dividida... [12]
[6]) OIT, “Tendencias en el empleo de niños y trabajo infantil en América Latina y el Caribe”, Informe Nicaragua,
https://ucw-project.org/attachment/Nicaragua_trends20110420_151157.pdf [13]
[7]) “Luchas obreras en Nicaragua y Panamá”, https://es.internationalism.org/node/2377 [14]
[8]) Publicado por CCI online el 2 de octubre, 2008
¡Y de nuevo, por enésima vez, los trabajadores o sus hijos son masacrados sin miramientos por las fuerzas policiacas del Estado!
El lunes 12 de diciembre de 2011, cuando se encontraban bloqueando la autopista México-Acapulco, después de ser engañados como siempre por las falsas promesas de los gobernantes, algunos meses atrás, para mejorar sus condiciones de vida dentro del internado y otras demandas como la de aumento de la matrícula y otorgamiento de plazas al concluir los estudios, alrededor de medio millar de estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa, Guerrero, fueron disueltos a balazos con armas largas de alto poder cuyas balas hicieron blanco en las cabezas de dos jóvenes normalistas que así pagaron su “osadía” de “perturbar el orden”.
Como en otras ocasiones, todos los sectores de la burguesía se desbaratan en lamentaciones hipócritas, ensayan sus mejores poses y, claro está, enjugan sus más gruesas lágrimas de cocodrilo ante estos hechos, los cuales rápidamente sus medios se apresurarán en “olvidar” como otras tantas veces, como siempre que los trabajadores son masacrados por el Estado burgués.
Apenas estaban levantando los restos de los jóvenes asesinados y ya se podía ver en todos los medios un juego de pin pong por demás escandaloso y asqueroso: el gobierno estatal y el federal, parados sobre los cadáveres, acusándose mutuamente de los disparos con peritajes ex profeso y videos incluidos, como si importara realmente a las familias de los muertos y al resto de la clase proletaria que hace suya también esta desgracia pues se trata de miembros de capas explotadas y oprimidas como lo son los campesinos pobres y también de familias obreras y a quienes poco les importa si las balas que los matan vienen de un grupo de la burguesía o de otro. Efectivamente, lo que está muy claro, es que se trata de la misma clase burguesa y sus equipos de gobiernos, del color que sean: amarillos, azules o tricolores.
Después del innombrable crimen, los “especialistas” politólogos, columnistas, analistas de toda ralea, se “hundían” en sesudas reflexiones acerca de las probabilidades de que tales acciones hubieran sido producto de la torpeza de tal o cual grupo policiaco (federal o estatal) o de la provocación deliberada de tal o cual grupo político (federal o estatal) de la burguesía. Por décadas se han dedicado a lo mismo, a sepultar bajo las más densas versiones explicativas la verdad de los hechos: el que la barbarie es responsabilidad de la burguesía y su Estado.
Que los cuerpos policiacos una vez ordenados para reprimir son hordas bestiales sin más estándares que imponer el orden a toda costa para nadie es una novedad, como tampoco lo es el que actúan completamente bajo las órdenes de sus superiores en orden ascendente hasta llegar hasta los círculos de mando de los gobiernos de todos los niveles (federal, estatal, municipal). Que pueden cometer actos “indecibles” en su accionar es algo que está sobreentendido y, además, nunca será un problema el castigo a algún “mal servidor público” si se preserva la función represiva esencial del Estado.
Que se trata de provocaciones lanzadas desde algún bando de la burguesía para quemar al otro y así ajustar cuentas (un método muy recurrente dentro de sus filas), también es muy probable. Es más, antes de los acontecimientos y, sobre todo, después de ellos, han salido en los medios muchos datos que abonan en ese sentido, sin embargo, a nosotros no nos toca indagar los elementos para probar esa hipótesis.
Es un hecho que la burguesía está fracturada en varias fracciones que se disputan el más mínimo espacio de los negocios capitalistas, enfrentándose no sólo en el terreno de la competencia económica sino también en el de la política pues las posiciones de gobierno logradas significan automáticamente un beneficio directo de los empresarios o los grupos de ellos que apuntalaron a tal o cual grupo político y su candidato.
Que a cada momento tales grupos, cual verdaderas mafias, hagan lo indecible para no solo desprestigiarse sino incluso desplazarse de sus puestos mutuamente, no importando los métodos ni las consecuencias, es una de las enseñanzas que la clase trabajadora ha debido asimilar dolorosamente a lo largo de cientos de años pues invariablemente es a los miembros de su clase a quienes les ha tocado pagar de manera sangrienta con represión, humillaciones, sufrimientos, muertes… esas pugnas burguesas. El caso actual, sumado al número infinito de los habidos anteriormente, lo ilustra de manera terrible e indignante. En los últimos días los grupos burgueses implicados compiten de manera asquerosa para lograr el campeonato en la habilidad de salpicar a sus enemigos con la mayor cantidad de mierda, para llevar agua a su molino, sobre… los cadáveres de los hijos de las familias proletarias.
Para el proletariado, no tiene sentido la demanda mediática de encontrar a los responsables intelectuales y materiales de los asesinatos (aunque para las familias afectadas represente un alivio inmediato ver a los chivos expiatorios siendo juzgados por los tribunales burgueses): siempre podrá procesarse a algún funcionario menor, empleado o policía, los que, dicho sea de paso, podrán purgar condenas light, o incluso, podrá reclamarse la cabeza del gobernador, sin embargo, lo que nunca se hará es poner en la picota al capitalismo, a su Estado y su maquinaria política y represiva encargados de mantener este sistema basado en la explotación del trabajo asalariado.
Lo que se impone cada vez más es la evidencia descarnada de que un segundo más de supervivencia del sistema capitalista se traduce para la humanidad y para el proletariado en inmensos sufrimientos y una barbarie sin fin.
Como lo afirma nuestra editorial: el capitalismo está en quiebra ¡hay que derribarlo!
CCI
El artículo sobre Gramsci que a continuación presentamos fue publicado por la Izquierda Comunista Italiana en Bilan no 42 de julio-agosto de 1937. Esta republicación obedece a una serie de preocupaciones que expresan los contactos de la CCI en relación a la trayectoria y posiciones políticas de Gramsci. Puede consultarse nuestro libro La Izquierda Comunista Italiana. Sólo queremos llamar la atención de nuestros lectores sobre el hecho de que en este artículo se hace referencia a algunas posiciones que en ese momento reflejaban las dificultades propias del periodo histórico, nos referimos al “Estado proletario”, la cuestión sindical y al concepto de “jefe”. Sin embargo, el artículo plantea bien el método para ubicar los aportes al programa proletario a través de la historia y, sobre todo, rescata la justa dimensión de la figura de Gramsci.
CCI
Antonio Gramsci (Ales, Cerdeña, 22 de enero, 1891 - Roma, 27 de abril 1937), quien murió recientemente en una clínica de Roma –a donde el fascismo lo hizo admitir en un estado grave tras diez años de torturas físicas y morales en prisión– acaba de ser asesinado una segunda vez por sus apologistas. De hecho, toda la prensa centrista y el Frente Popular desde el “ Grido del Popolo “ al “ Nuovo Avanti “ y “Giustizia e Libertà”, se lanzan sobre su cadáver para especular y desnaturalizar su pensamiento y su obra con un propósito contrarrevolucionario. La prensa centrista, que durante algún tiempo dejó caer en el olvido al “jefe” del proletariado italiano, aprovecha su muerte para su campaña contra el “trotskismo” que en italiano se traduce como “bordiguismo.”
Hemos visto a Palmiro Togliatti, en la conmemoración oficial de la muerte de Gramsci, afirmar que el Partido Comunista realiza totalmente los objetivos que Gramsci le había asignado. Nosotros, quienes combatimos las deficiencias políticas de Gramsci, apreciando algunos rasgos de su carácter y su inteligencia, creemos que la conmemoración más digna, la única forma conmemorativa proletaria, no es una especie de canonización de los desaparecidos atribuyéndoles una infalibilidad profética, sino al contrario, denunciando los errores y las faltas, es decir, la parte negativa y caduca de su obra para que no pueda empañar la parte viva y duradera que se convierte en parte del patrimonio del proletariado en su ascenso a la vía revolucionaria.
Y las debilidades e incomprensiones no faltan en la obra de Gramsci, tanto a causa de su origen social como a la época en que se inserta en el movimiento obrero italiano. Intelectual, estudió teología y filosofía en Turín, sufrió la influencia cultural de la filosofía idealista de Gentile, su hermano espiritual –también víctima del fascismo– en la utopía del liberalismo renovado y “revolucionario”. El marxismo no era para Gramsci solo la negación del positivismo y del idealismo, sino una filiación de estas filosofías repudiadas por los ideólogos del capitalismo. La evolución del capitalismo italiano donde la revolución burguesa no pudo tener formas acabadas como en otros países llevó a Gramsci a postular la hipótesis de la inserción del proletariado en el cumplimiento de la “revolución liberal”. Así, en el ámbito político, tuvo la influencia, como otros intelectuales de la inmediata preguerra, del revisionismo de Salvemini, quien veía en la solución del problema meridional un medio para superar la crisis del socialismo en su degeneración hacia el reformismo parlamentario que se integraba al capitalismo. Y Gramsci, sardo de nacimiento, opta por el federalismo que buscó apoyar en el seno mismo del Partido Comunista. Perteneció a esta generación que llegó al movimiento obrero durante la guerra –incluso fue intervencionista al principio, como ha señalado Tasca, lanzando la flecha de Pharta– y buscó conectarse a la masa obrera, favorecido por el hecho de vivir en Turín, auténtica “capital proletaria” de Italia.
Togliatti, en la conmemoración ya citada, dice que “cuando la revolución rusa estalló, Gramsci fue el único en Italia inmediatamente capaz de entender el verdadero significado histórico y el primero en propagar el leninismo, la lucha contra el reformismo y el centrismo (es decir, la corriente de Serrati) para la formación del partido revolucionario del proletariado. Y después de la escisión de Livorno en la lucha contra el izquierdismo predominante dirigido por Bordiga actualmente aliado del fascismo. Gramsci derrotó políticamente a Bordiga”.
El movimiento de “Ordine nuovo “ por los consejos de fábrica procedía de una negación radical de la teoría marxista: a la teoría comunista del partido de clase que lucha por la destrucción del Estado capitalista, oponía el comienzo del nuevo mundo obrero, de los “consejos” (embriones soviéticos) dentro de la sociedad burguesa. Gramsci y Ordine Nuovo sobrestimaron el problema del control obrero admitiendo la posibilidad de lograr una forma económica socialista antes de la toma del poder y la destrucción del aparato estatal burgués (como en el caso de las “socializaciones” en Cataluña en 1936) y con un partido que permanecería unido, de Bordiga a Turati. Y los bonzos reformistas de 1919-1920, quienes también traicionaron en el momento de la toma de fábricas, estaban también por el control obrero y se dicen así, ser partidarios de los soviets.
La primera delegación italiana enviada a Rusia, estaba formada en su mayoría de estos campeones que llegarían a pasar después con armas y equipaje al fascismo. Gramsci estaba por la unidad del partido, incluyendo a los reformistas, donde solamente los más comprometidos con la burguesía y los menos asimilables debían ser excluidos, caso tras caso, mientras el “Soviet” y la fracción comunista (abstencionista como se llamaba entonces) apoyaba la ruptura con el reformismo en bloque como ideología contrarrevolucionaria. En 1920, en Florencia, en la conferencia nacional de la fracción, a la cual Gramsci, Gennari (Secretario del Partido Socialista de esa época) y Misiano estuvieron presentes como invitados, no fue posible ningún acuerdo para un trabajo común con vistas a la creación del partido.
Fue solo después del segundo Congreso en Moscú –al cual Bordiga fue llamado a participar directamente por la IC– que se encontró la base de un acuerdo y la Conferencia de Imola, en noviembre de 1920, creó la fracción comunista del Partido Socialista Italiano que habría de preparar la fundación en Livorno, en enero de 1921, del Partido Comunista Italiano. Y si las condiciones históricas maduraron hasta 1921, las condiciones para la creación del partido de clase no pudieron proteger al proletariado italiano de la derrota. Este partido (bajo la dirección de la izquierda) que supo, arma en mano, proteger la retirada de la clase obrera italiana, al mismo tiempo que en el dominio sindical se las arregló para guiar a las masas hacia el establecimiento de una Alianza del Trabajo, basado en las luchas económicas y en los sindicatos de la CGL; éste agrupaba a una importante fuerza numérica después de los reformistas.
Es esta táctica de la izquierda que creó la sólida base proletaria que benefició después al centrismo, permaneciendo, a pesar de la dirección de centro-derecha impuesta por Moscú en 1923, desconocida por la base del partido. Aún en la conferencia de la organización en mayo de 1924 debía pronunciarse una enorme mayoría por la izquierda, y fueron aún los “izquierdistas” quienes estuvieron a la cabeza del movimiento sindical dirigiendo las huelgas de 1925, último sobresalto de clase del proletariado italiano.
Es esta misma base que, después de 1928, se sacrificó, o mejor dicho, que fue sacrificada por la burocracia centrista para justificar “in corpore vili”, sus prebendas a Moscú, cuando estaba a la cabeza del aparato ilegal del Partido un provocador, Vecchi y otros que no supo o no quiso identificar el Comité Central. Es esta misma burocracia corrupta y cobarde que estaba a la cabeza del partido, cuando Gramsci y Terracini cayeron en manos de la clase enemiga, la que hoy continúa la política de traición persiguiendo, apoyándose en el aparato estatal policial ruso, a nuestros camaradas Calligaris, Mariottini.
Una vez creado el partido en Livorno, Gramsci, como Togliatti, fueron completamente absorbidos por la fuerte personalidad de Bordiga; en Roma en 1922 –cuando fueron votadas las Tesis de Roma– no mostraron un desacuerdo y es sólo después que marcaron su oposición.
Entretanto, los contrastes entre el PCI y la IC se precisaban en la oposición a las tesis del III y IV Congreso de la IC sobre las cuestiones del Frente Único y el problema de la relación entre el partido y la masa, que contenían las disensiones sobre la naturaleza del partido viciado desde el origen por la IC y los problemas nuevos surgidos del hecho de la existencia del Estado proletario. Estos contrastes nos colocaban en oposición a la línea de Zinoviev-Bujarin, es decir, si lo quieren, de Lenin-Trotsky. Así, ya en el IV Congreso de la IC en noviembre de 1922, la izquierda sigue a la cabeza del partido solo por razones de disciplina y con una línea política impuesta, hasta que Moscú, una vez logrando crear un centro y una derecha, pudo excluir de la dirección a la izquierda –entonces en prisión– y suplantarla con el bloque de centro-derecha.
Gramsci que inicialmente había opuesto resistencia a las maniobras de Moscú –basta con recordar su desdeñoso rechazo a la propuesta hecha después de Livorno por la IC para intentar suplantar a Bordiga– terminó por prestarse finalmente a la creación de una corriente del centro que no reflejaba en nada la orientación del partido italiano salido de la escisión de Livorno.
Reivindicamos plenamente esta escisión de Livorno –escisión “muy a la izquierda”– sobre todo ahora que los nuevos amos, después de 16 años y una reacción como el fascismo, tratan de borrar esta escisión a favor de una “unidad orgánica” que nos pondría en pie de igualdad la que llevó al desastre de 1919-20 y la que se comprometió desde el principio con el primer despertar de la clase obrera de Italia.
Por supuesto, había en el partido y en la dirección que se dio brotes de oportunismo. Recuerdo mi oposición en la última reunión de la fracción abstencionista durante el Congreso de Livorno, a la lista de nombres para la dirección del nuevo partido. En esta lista estaban efectivamente Gennari, Bombacci y otros que habían obstaculizado hasta el último momento la constitución de este partido. Y no estoy hablando del grupo parlamentario del Partido Socialista que, por una ironía del destino para nuestros antiguos abstencionistas, comprendía a elementos inutilizables.
Pero fue sobre todo el enorme peso de la Revolución de Octubre que la IC (es decir, los bolcheviques rusos) intervino en Italia, como en todos los demás países, para promover un proceso de fundación del partido, no sobre las bases que presidieron su propia formación, sino en bases opuestas con un amasijo de elementos heterogéneos. Fue esta política la que hizo preferir a Serrati en vez de Bordiga y que continuó más tarde a través de acuerdos con los “Terzini” (partidarios de la Tercera Internacional en el Partido Socialista), en aras naturalmente de la defensa del Estado proletario, para llegar luego a buscar esta defensa con los Estados imperialistas y la Sociedad de Naciones exterminando al proletariado por cuenta de la burguesía.
Gramsci nunca fue “jefe” del proletariado italiano y nunca podría haberlo sido. Su voluntad y su firmeza, cualidades esenciales de un jefe, se resienten por su condición física; así, fue influenciado por Bordiga en 1921y después de 1923, por los dirigentes de la IC “después de la muerte de Lenin”.
El “jefe” proletario es el producto de un momento histórico y la expresión de una fase específica de las aspiraciones e intereses de la clase obrera en la lucha revolucionaria. Bordiga fue la cabeza del proletariado italiano durante el período de posguerra, solo porque supo ser el primero en afirmar la necesidad de dotarlo de un partido sólidamente basado en un programa comunista marxista. Pero “jefe” significa una función en una determinada fase de la lucha emancipadora del proletariado y no una dignidad adquirida de por vida especialmente cuando, en esta lucha, surgen continuamente nuevos problemas que deben saber entenderse para resolverlos. El “jefe” de la revolución italiana puede ser o no Bordiga, pero sin duda lo fue –y no Gramsci– entre 1919 y 1921.
Así, Turín, centro objetivamente más favorable y donde la mayoría de la sección del partido estaba con nosotros –los abstencionistas– no facilitó a Gramsci –aunque lo diga Togliatti– ni la comprensión inmediata de la revolución rusa (llegó a afirmar que había sido posible sólo porque Lenin no había basado su política en el marxismo) ni la necesidad de la constitución del partido de la clase, mientras que en Nápoles, el centro más desfavorable, Bordiga argumentó esta necesidad desde principios de 1919. Y su contacto con el proletariado llevó a Gramsci a la tesis proudhoniana de la posibilidad de la constitución y el desarrollo de los órganos del Estado proletario en un Estado capitalista y a concebir los consejos de fábrica como embriones de los soviets.
Y una vez más en 1924, cuando Gramsci entró al Parlamento convirtiéndose en el líder político del partido, orientó a las masas, con el estallido del caso Matteoti, hacia la salida parlamentaria, hacia la oposición legal al gobierno fascista, para crear un vacío alrededor de un Parlamento que, amputado por la secesión de Aventin, no reflejaba ya la voluntad del pueblo. Y los secesionistas burgueses de Aventin, naturalmente lo posponían y la propuesta de huelga general y el rechazo de los campesinos a pagar impuestos por la razón de que “el antifascismo” democrático, escribía Togliatti, no estaba a favor de una lucha decisiva contra Mussolini…!
Lo que hoy es el Frente Popular, surgido de la Unión del “antifascismo de clase” centrista y del antifascismo burgués y que expresa un frente único, preludio de la unión sagrada, ¿puede luchar “seriamente” contra el régimen fascista, es decir, por la destrucción del régimen capitalista? Pero de esta política, Gramsci ya no es responsable. Detenido en octubre de 1926, escapó así de la pesada responsabilidad de una política de la cual fue uno de los artesanos. Y Togliatti, “que no se decidía como de costumbre” como lo caracterizaba el mismo Gramsci, “decidió” ser el jefe –título que esta vez no contestaremos– de la política de traición cuando los Gramsci, los Terracini y los Scocimarro fueron enterrados en las prisiones fascistas. Y esto no debe sorprendernos. El subjefe de la banda de piratas centristas, Grieco, escribió recientemente en “Stato Operaio” “la aversión de Togliatti hacia Bordiga y el “bordiguismo” siempre ha sido profunda, casi diría física”. Por primera vez, estamos de acuerdo con Grieco; esta aversión es el la de los agentes de la burguesía contra la única corriente que seguía siendo fiel a la lucha por el comunismo. Y no dudamos en afirmar que Gramsci, reconociendo plenamente sus errores del pasado, única forma de rehabilitación proletaria (como Serrati supo redimir sus fuertes faltas de 1919 y 1920) tal vez se hubiera unido al proletariado revolucionario. En una carta que data de enero de 1924, reconoció el error cometido en 1919-1920 por su grupo Ordine Nuovo, posponiendo la propuesta de los abstencionistas para la constitución inmediata a nivel nacional del partido de la clase del proletariado italiano; y en otra carta (en vísperas de su detención) en octubre de 1926 dirigida al Ejecutivo de la IC criticando la campaña “antitroskista” (1) que acababa de ser desencadenada, las únicas críticas que seguramente hicieron los centristas litalianos, los Gramsci, Terracini y Scocimaro, mientras que tocaba a los epígonos, los Togliatti, Grieco y Di Vittorio el prostituirse ante Stalin el “gran conductor” de las derrotas proletarias y el verdugo del proletariado ruso.
Gatto Mammone
1) Tasca escribió recientemente en el “ Nuovo Avanti “ que las diferencias fueron evidentes entre Gramsci y el líder del partido en el extranjero y ha desafiado a Togliatti y Grieco a dar publicidad a esta documentación. Ninguna respuesta se dio por quienes, para honrar a Gramsci, quieren utilizar su cadáver para validar su política de destrucción del proletariado revolucionario. No hace falta hacer hincapié en el papel de Tasca en este caso. Se convirtió en asesor residente del capitalismo francés, Tasca pretende sacar provecho de la disidencia entre Gramsci y Togliatti, para introducir mejor su veneno social demócrata entre los trabajadores.
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Como parte de la tendencia mundial de la crisis capitalista, no se hizo esperar en México la oleada de agravación constante de las -ya de suyo deplorables- condiciones de vida de la clase trabajadora. A pesar de todas las mentiras sobre el “blindaje” de la economía mexicana frente a la crisis, la burguesía sólo puede responder al “estancamiento” de la economía y al creciente “déficit” de las finanzas públicas -y privadas-, con más y mayores ataques al conjunto de la clase trabajadora.
En esta ocasión se cierne sobre los trabajadores de la educación una andana de salvajes golpes a sus condiciones de vida, acompañada de una infame campaña de linchamiento social. Y ante esta oleada de agresiones el sector ha comenzado movilizaciones en las que su patente descontento y combatividad se han dejado sentir.
Hemos intervenido en el inicio de dichas movilizaciones con la siguiente octavilla que presentamos pues consideramos que el conjunto de la clase obrera mundial tiene preocupaciones similares que conciernen a la necesidad de unidad y extensión de sus luchas, luchas en defensa de sus condiciones de existencia que en el futuro seguirán desarrollándose.
La crisis capitalista hace que los ataques en contra de los trabajadores se recrudezcan en todo el mundo, ejemplo concreto son los golpes anunciados en contra de los trabajadores de la educación en México; y sólo con la lucha masiva pueden enfrentarse.
¡Sí se puede luchar! Ese era el sentimiento generalizado en las calles durante la masiva manifestación de profesores el pasado 18 de enero de 2012 en la ciudad de México, movilización que también tuvo eco en varios estados del país, después de tantos años de ausencia de respuesta ante los ataques crecientes. En los días siguientes, se percibe un nuevo ánimo para superar la pasividad y buscar hacer algo frente a la andanada de ataques que caen en cascada.
Y vaya que los golpes sobre sus condiciones de trabajo y de vida son bestiales. Cada día la miseria se extiende por igual a todos los sectores del proletariado pues la burguesía no tiene otro plan ante la crisis que lanzar hachazos a diestra y siniestra: millones de desempleados, grandes masas viviendo en la pobreza más desesperante, disminución de los salarios directos e indirectos (salud, educación…), mayor explotación de los que aún trabajan por las sobrecargas y extensión de horarios bajo la amenaza del despido, encarecimiento de los alimentos, aumento de los alquileres o las hipotecas… en suma, la degradación más insoportable.
El desprecio y la arrogancia de la burguesía no tienen límites. El sector magisterial del nivel básico está recibiendo en este contexto los mayores ataques de su historia que arruinan directamente su misma salud personal y familiar como lo ilustran los nuevos requerimientos del esquema salarial de carrera magisterial y, sobre todo, la llamada evaluación universal. Después de los zarpazos a las condiciones de pensión y jubilación, de las reducciones salariales por el incremento de los descuentos para la salud y los fondos de retiro, este brutal golpe está colmando la paciencia de los trabajadores de la educación que, por lo pronto, han dejado sentir su descontento y negativa a seguir sacrificándose en aras del apetito voraz de sus explotadores pues aceptar de nuevo más sacrificios hoy, como siempre, solo nos lleva a mayores ataques después.
¡Es toda la clase trabajadora la que se ve atacada, no únicamente el sector magisterial! Si queremos luchar, debemos enarbolar las reivindicaciones inmediatas que nos permitan una lucha común contra los ataques generalizados de la clase dominante. Tenemos que rechazar seguir sacrificando nuestras necesidades humanas en beneficio de la ganancia. Y los ejemplos de cómo hacerlo pueden encontrarse en la historia reciente de importantes movimientos de resistencia obrera en varios países del mundo (Francia, Grecia, Turquía, España, EUA…) que han destacado experiencias importantes que podemos recuperar para nuestra lucha, como son:
Hemos de poder discutir abierta y libremente sobre los ataques que enfrentamos todos y cómo nos solidarizamos para defendernos juntos, para debatir cómo nos unimos y movilizamos en los centros de trabajo, para analizar las condiciones más favorables para la lucha, cómo hacemos que más trabajadores se animen a salir a la calle y sumarse a la lucha, cómo integrar las distintas reivindicaciones en una propuesta de lucha común. Necesitamos estos espacios para recuperar la confianza en nuestras fuerzas y en nuestras capacidades para unirnos y hacer retroceder a la burguesía.
Hay que aprovechar las manifestaciones masivas para reflexionar juntos, para encontrar a los hermanos de clase de todos los sectores. Que no sean estas simples procesiones. En una palabra, usemos la calle para decidir cómo llevar la lucha, cómo tomamos el combate en nuestras propias manos.
Tenemos que plantearnos inmediatamente cómo sumar fuerzas a nuestra lucha y evitar permanecer aislados en nuestros centros de trabajo. Será decisivo que busquemos la solidaridad activa de otros sectores de trabajadores y, además, que sepamos unirnos con todos: activos, desempleados, estudiantes, jubilados, etc. Esta es la única oportunidad para presentar de verdad una fuerza considerable ante la fuerza del Estado burgués.
Mientras la fuerza de los trabajadores esté desarticulada los golpes de la burguesía se incrementarán y pasarán fácilmente. La fuerza de los explotados está en su unidad. No sólo los profesores están siendo agredidos, todos los trabajadores están sufriendo estos ataques a su condición de vida, por eso para enfrentarlo es necesaria la unidad, rompiendo las barreras que la propia burguesía crea. Para lograr está unidad tendrán que tomar sus asuntos en sus propias manos a través de sus asambleas. La combatividad que el sector de los maestros está expresando debe potenciarse empujando una verdadera organización. En este proceso, habrá la enorme oportunidad de que los trabajadores se reconozcan poco a poco como parte de una misma clase y, por lo tanto, con la necesidad de luchar unidos.
Revolución Mundial
Sección en México de la Corriente Comunista Internacional
Febrero de 2012
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Crisis económica : El capitalismo
La burguesía está dividida en cómo enfrentar la crisis…¡Pero está unida contra el proletariado!
Hambrunas, inflación y miseria… ¡Eso es el capitalismo!
Social : ¿Qué ha quedado del 15M?
Ecuador: Nebot y Correa…: ¡Dos caras de la misma práctica represiva! ¡Dos defensores del Estado capitalista!
Medio ambiente : En Perú como en todo el mundo, el capital destruye la naturaleza
Anton Pannekoek : El parlamentarismo es un obstáculo para la autoactividad del proletariado
El viernes, 13 de enero, la Agencia de calificación americana Standard & Poor´s (S & P) degradó la nota de crédito de 9 países de la zona euro. ¡Es el viernes “negro”! Francia, Austria, Malta, Eslovaquia y Eslovenia caen un punto e Italia, España, Portugal y Chipre, dos. ¡Esta decisión pone la nota de Italia al mismo nivel de Kazajstán (BBB+) y coloca a Portugal en la categoría de alto riesgo! S & P coloca también a 14 países de la zona bajo perspectiva negativa (un total de 15 países de 17 están con perspectiva negativa). En definitiva, solo Alemania está todavía designada con “AAA con perspectiva estable” en el seno de una zona euro a la deriva.
La pérdida de la triple A por Francia es el índice más revelador de la gravedad de la situación económica en Europa. Francia con Alemania formaron la columna vertebral de la zona euro. Son principalmente estos dos países los que aportaron fondos de asistencia a Grecia, Italia y España. Pero sin su AAA, Francia ya no puede ser una garantía creíble y Alemania tendrá que soportar la carga de la deuda Europea. Por ello, el Fondo europeo de estabilidad financiera (EFSF) también ha visto su nota degradada por S & P.
El panorama para la burguesía es catastrófico. Desde 2008, el sistema bancario está en riesgo, debe sobrevivir a permanente infusión de dinero de los bancos centrales. En Alemania por ejemplo, país que aún pretende ser el más fuerte de la zona euro, todos los bancos están sobre endeudados y nadie sabe cómo lograrán salvar los próximos choques inevitables por venir, como la quiebra de Grecia. Hoy, los bancos, fondos de inversión, grandes industriales, bancos centrales, instituciones internacionales (como el FMI)... todos se apoyan mutuamente como alcohólicos saliendo de un bar, se toman de los hombros para intentar caminar con equilibrio y no caer. El resultado es previsible: una marcha sinuosa e improbable, luego, la caída colectiva.
En parte, la burguesía sí es consciente de los oscuros días que esperan a su economía. Para Ben May de Capital Economics, “Portugal y Grecia sufrirán importantes recesiones que emprenderán los dirigentes en las semanas o meses que vienen para salvar a la zona euro” ([1]). ¡La economía portuguesa se va a contraer después de ello un 8 % el año próximo! La situación italiana y española no son mejores: ¡su PIB declinará un 2,2 % y 1.7 %!
Y la crisis no arrasa solamente la zona euro. La economía británica se contrajo un 0,2 % en el último trimestre de 2011 y hay temores de perder a su vez la famosa calificación triple A. Japón deberá conocer también la recesión (– 0,4 % para el actual año fiscal).
Más generalmente, el FMI ha revisado a la baja su previsión del crecimiento mundial en el año 2012. El escenario más optimista prevé un crecimiento de 3,3 % (y no el 4 % que presentó en septiembre pasado) pero, según admite su mismo jefe, el economista Olivier Blanchard, “Si la crisis de la zona euro se agrava, el mundo se hundirá en la recesión”.
El actual atolladero económico es nombrado por especialistas “la crisis de la deuda”. La montaña de deudas acumuladas en efecto desde la década de 1960 por todos los actores en la economía mundial, los bancos, desde los Estados a las empresas individuales, ha creado una especie de deuda generalizada que empuja a la economía mundial hacia la quiebra ([2]).
Ante esta situación, la burguesía no tiene solución. Cuando ella intenta desendeudar su economía, la recesión es inmediata y brutal. La actividad está como paralizada, todo se detiene. Y, finalmente, profundiza el déficit. Cuando ella intenta estimular el crecimiento mediante la inyección de enormes sumas de dinero, los déficits… se profundizan. Dos caminos, el mismo destino: la quiebra.
En Europa, especialmente en Grecia y Portugal, la austeridad es violenta, los recortes al presupuesto se realizan con hacha. ¿Resultado? Países al borde del precipicio. Hoy, el FMI también pide a los bancos aceptar pérdidas importantes de Grecia (que amenazará con activar la bancarrota de estas instituciones) y desea que la zona del euro agregue 1,000 millones al EFSF y al MES (Mecanismo europeo de estabilidad) a fin de cuidar a Irlanda, Portugal, España e Italia que están a punto de flaquear. Por supuesto, Alemania ya se posiciona contra tal eventualidad puesto que le corresponderá el “privilegio” de proporcionar la mayor parte de la suma.
En Estados Unidos, a pesar de los miles de millones de dólares inyectados desde 2008, la economía nacional no despega. El Estado tendrá que seguir manteniendo la actividad con infusión de dinero “a bajo costo”. La Reserva Federal acaba de anunciar que no prevé levantar sus tasas antes de finales de 2014, ahora son cercanas a cero (entre 0 % y 0,25 %), y muchos analistas siguen convencidos de que el Banco Central no escapará al lanzamiento de una nuevo ciclo de “estímulo cuantitativo” (“QE3”) ([3]) bajo la forma de 500 millones de dólares de reembolsos de activos titularizados (“valores respaldados por hipotecas”) y bonos del Tesoro en abril o junio. En suma, ¡la deuda seguirá agregándose a la deuda y en muy gran medida! Todo este dinero se vierte en olas sin ninguna recuperación real y sostenible algo así como si se vaciara en el barril de Danaos” ([4]).
La burguesía podrá vaciar todo el dinero que quiera en el caño de la economía mundial, y no pasará nada. Su sistema está moribundo, condenado. Si en la mitología un suplicio puede durar para siempre, en el mundo real, todo tiene un fin y el del capitalismo se acerca.
España en crisis acaba de cruzar la frontera “histórica” de los 5 millones de desempleados. Con menos de 25 años, uno de cada dos (51,4 %) está sin trabajo. En sólo 4 años, el país ha multiplicado su tasa de desempleo por 3!
Francia oficialmente tiene 2,8 millones de desempleados sin ninguna actividad. Con los departamentos de ultramar, el número de solicitantes de empleo llegó incluso a 4,5 millones. Aquí también, es llamativo el aumento vertiginoso.
Los proletarios de todos los países se enfrentan a esta misma realidad dramática. ¿Todos? ¡No! Alemania sería excepción… según quienes nos gobiernan. Nunca, la tasa de desempleo fue más baja desde la reunificación (6,9 %). Un verdadero “milagro económico”. Excepto cuando se considera que millones de desempleados precarios dependen de la asistencia social... Los amplios extractos del artículo: “Desempleo, la cara oculta del “milagro económico alemán” son edificantes sobre este asunto.
“En 2001, el Canciller socialista Schröder […] hizo un llamado a Peter Hartz, Director de recursos humanos de Volkswagen, que pensaba haber encontrado la solución a la mala gestión del sistema de asignación. Se trata de las famosas leyes Hartz, incluyendo la más conocida y controvertida ley Hartz IV, a la cual toda Alemania pronto llamó “Doktor Hartz”. Esta pretende abordar el “desempleo voluntario” y establece un sistema de enlace de búsqueda de empleo. Presenta el famoso “mini trabajo”, pagado a 400 euros al mes sin cotización social y por lo tanto sin seguro y el “un euro-empleo”, esencialmente trabajo de interés público. Todo el sistema alemán de subsidios puesto en un plato […] Sabemos lo que siguió: los impresionantes resultados, una farsa. Como dice Brigitte Lestrade, autora de un estudio sobre las reformas Hartz IV, apuntan a la creación de un sistema que, por vasos comunicantes gradualmente movería a millones de alemanes desempleados a “casi desempleados” o trabajadores precarios.
“La investigadora estima en 6,6 millones de personas –incluidos 1,7 millones de niños– “los beneficiarios de Hartz IV”. Los 4,9 millones de adultos son de hecho desempleados, “casi desempleados” (que trabajan menos de 15 horas semanales) o precarios.[…] Un responsable de la Arbeitsagentur de Hamburgo[la oficina de empleo alemán], desea permanecer en el anonimato, declara sin ocultar su cólera: “Que se deje de hablar de milagro económico. Hoy, el Gobierno reitera que somos alrededor de 3 millones de desempleados, que sería un hecho efectivamente histórico. La realidad es otra, 6 millones de personas reciben Hartz IV, todos son desempleados o grandes precarios. “La cifra real no es 3 millones de desempleados sino de 9 millones de precarios” ([5]).
De hecho, no hay ninguna isla paradisiaca en este planeta dominado por el capitalismo. El infierno de la explotación reina por doquier y lacera nuestras espaldas con el látigo de la crisis económica. Según la Organización Internacional del trabajo, 1,100 millones de personas en el mundo son desempleados o viven bajo la línea de pobreza. ¡450 millones de trabajadores pobres sobreviven con menos de 1,25 dólares al día! Y esta situación dramática continúa empeorando.
Sin duda, el sistema de explotación actual está agonizando. No hay más que una sola pregunta: ¿La humanidad se extinguirá con él o será capaz de construir otro mundo? En otras palabras, ¿Nosotros, los explotados, vamos a aceptar aún por mucho tiempo los mil sufrimientos que el capitalismo nos hace soportar?
Pawel, 28 de enero del 2012
[1]) Fuente: http ://lexpansion.lexpress.fr/economie/les-peripheriques-de-la-zone-euro-n-ont-pas-fini-de-souffrir_280330.html
[2]) Leer nuestro artículo : ¿”Porqué la crisis de la deuda?” (http ://fr.internationalism.org/icconline/2011/la_crise_de_la_dette_pourquoi.html [18] )).
[3]) Las QE1 y 2 también fueron planes de relanzamientos sucesivos e igualmente ineficaces de la economía estadounidense. En términos concretos, a través de ellos, 2000 $ millones de dólares fueron inyectados desde 2008, lo cual permitió al crecimiento no contraerse.
[4]) Alrededor del desagüe están las cincuenta hijas del rey Danaos. El rey trajo a sus cincuenta sobrinos quienes le explican su deseo de casarse con sus hijas. Danaos acepta. Para su boda, ofreció a sus hijas una daga y les hizo prometer matar a sus esposos durante la noche. Todas lo hicieron, excepto Hypemnestre, salvando a Linceo. Más tarde, Danaos organizó juegos para casar a sus 49 hijas. Pero Linceo asesinó a sus 49 hijas para vengar a sus hermanos. En el inframundo, las danaides reciben un castigo que consiste en llenar eternamente de agua un barril perforado.
Una pancarta de los Ocupa de Londres ante la Catedral de San Pablo decía: “Democratizar el capitalismo”. La voluntad de cambiar el sistema capitalista se afirmó y se extendió rápidamente en los últimos meses en el mundo, especialmente en la juventud, a través del movimiento de los indignados y de los Ocupa. Este movimiento de protesta, de dimensión internacional, está marcado al rojo vivo por la violencia de la crisis económica y la brutal degradación de las condiciones de vida. En España, en Grecia, Portugal, Israel, Chile, en los Estados Unidos, en Gran Bretaña… en las cuatro esquinas del mundo una misma angustia sobre el futuro atraviesa todas las discusiones. Pero más que el desempleo o la precariedad, lo que causa tanta preocupación es la ausencia de alternativa. ¿Qué hacer?, ¿cómo luchar?, ¿contra quién?, ¿las finanzas?, ¿el derecho?, ¿los dirigentes? Y lo más importante, ¿es posible otro mundo?
Hoy, una de las respuestas que emerge es la necesidad de reformar, de “democratizar” el capitalismo. En particular, los medios de comunicación, los intelectuales y la izquierda hacen una gran publicidad a esta “lucha por la democracia”. El movimiento que partió de España se denomina “Indignados” en referencia al breve folleto de Stéphane Hessel ¡Indígnense! quien se apresuró a publicar una segunda parte ¡Comprométanse ! con el fin de encauzar el descontento hacia las urnas y por lo tanto lejos de la calle. Las organizaciones altermundialistas han impulsado también el movimiento hacia la lucha por “más democracia”. La representación oficial del movimiento de los Indignados está a cargo de DRY, ¡Democracia real Ya!. Esta batalla democrática realmente ha tenido un cierto éxito. A principios de enero, los Ocupa del campamento de San Pablo en Londres han esgrimido una enorme pancarta pidiendo la democratización del capitalismo.
¿Por qué la consigna de “un capitalismo más democrático” tiene este éxito? Durante la “primavera árabe”, se reveló a los ojos de todos que las camarillas en el poder en Egipto, Túnez, Siria, Libia… que espolean a las poblaciones desde hacía décadas, mantenían su dominación por el miedo y la represión. La protesta, estimulada por el aumento de la miseria, ha logrado levantar la placa de plomo y ha sido un gran estímulo para los explotados del mundo. En Europa, es decir en la cuna de la democracia occidental, el descontento también se centró sobre una “élite dirigente” incapaz, deshonesta… pero rica. En Francia, la camarilla del Presidente Sarkozy ha sido denunciada por muchos libros, como El Presidente de los ricos y otros libros recientes como La Oligarquía de los incapaces, escritos por periodistas, investigadores e intelectuales, muestran cómo la burguesía francesa se hizo de clanes que arruinan toda la sociedad privilegiando sus intereses particulares. En México para nadie es extraño que los políticos se enriquecen descaradamente, que cada equipo de gobierno solo está preocupado por llenarse los bolsillos a costa de la inmensa mayoría. Esta moral burguesa sólo causa indignación y repugnancia. De Bush a Berlusconi, la misma constatación fue hecha. Pero ha sido en España donde el rechazo de las élites tomó el giro más político. Al principio del movimiento de los Indignados, un hecho fue particularmente impactante: en plena campaña electoral, periodo tradicionalmente deprimido y pasivo para la lucha, un amplio movimiento de protesta se desarrolló. Mientras que todos los políticos y medios de comunicación centraban su atención en el poder de las urnas, las calles estaban efervescentes. Había Asambleas Generales y discusiones de todo tipo. Una idea fue especialmente extendida: “derecha y izquierda, la misma mierda”. Al mismo tiempo retumbaba la consigna de “¡todo el poder a las Asambleas!”.
¿Qué significa esto? Que la idea creció, en todo el mundo, que todos los gobiernos son realmente “la misma mierda”. ¿Qué cambiaron las elecciones democráticas en Egipto, así como en España? ¡Nada! ¿Qué cambió en Grecia o Italia con las salidas de Berlusconi o Papandreou? ¡Nada! En México el cambio del PRI por el PAN en los últimos 11 años… ¿sirvió de algo?, los cambios en varios países de América Latina a gobiernos de “izquierda” ¿ha traído una mejora a las masas empobrecidas? ¡No! Los planes de austeridad se han reforzado y ahora se han vuelto aún más insoportables. Con o sin elecciones, la sociedad es dirigida por una minoría dominante que mantiene sus privilegios sobre las espaldas de la mayoría. Este es el sentido profundo de la famosa consigna del “1 % y 99 %” presentada por el movimiento de los Ocupa en Estados Unidos. De hecho, básicamente, hay una voluntad creciente por no dejar hacer, por tomar las cosas en nuestras manos… la idea de que las masas deben organizar la sociedad… A partir de “¡todo el poder a las AG!”, hay una real aspiración para construir una sociedad donde ya no sea una minoría la que dicte nuestras vidas.
Pero la cuestión es: ¿esta nueva sociedad pasa realmente por una lucha por “democratizar el capitalismo”?
Sí, estar dirigidos por una minoría de privilegiados es insoportable. Sí, es hora de que “tomemos” en nuestras manos nuestras vidas ¿Pero qué es ese “nosotros”? En la respuesta dada mayoritariamente por movimientos actuales, el “nosotros” es “todo mundo”. “Todo mundo” debe conducir a la sociedad actual, es decir, el capitalismo, hacia una verdadera democracia. Pero allí aparecen los verdaderos problemas: el capitalismo… ¿no pertenece… a los capitalistas? ¿Este sistema de explotación no es la esencia misma del capitalismo? Si la democracia, tal como existe hoy en día, es la gestión del mundo por una élite, ¿no es porque este mundo y esta democracia pertenecen a esta misma elite? Reflexionemos más a fondo, imaginemos por un momento una sociedad capitalista animada por una democracia perfecta e ideal donde “todo el mundo” decida todo colectivamente. Aún en esos modelos de “democracia participativa” gestionar una sociedad de explotación no significa eliminar esa explotación... En los 80s, conocimos varios intentos autogestionarios donde los obreros tomaron a cargo las empresas para gestionarlas (la refresquera Pascual Boing en México es un ejemplo incuestionable): colectivamente han administrado y de manera igualitaria “su” empresa. Pero siguiendo las leyes infranqueables del capitalismo, han tenido que aceptar la lógica del mercado… el autodespido y los bajos salarios toman una forma muy “libre” y muy “democrática”. Hoy en día vemos, en el capitalismo, que aún la democracia más cercana a la perfección no cambiaría nada para construir una nueva sociedad. La democracia, en el capitalismo, no es un órgano para la conquista del poder por el proletariado ni para la abolición del capitalismo… ¡es un modo de gestión política del capitalismo! Para poner fin a la explotación solo existe una solución, la revolución.
Cada vez somos más los que soñamos con una sociedad donde la humanidad tome su vida en sus manos, donde tome sus propias decisiones, donde no sea dividida entre explotadores y explotados, sino unida e igualitaria… Pero la pregunta es ¿quién puede construir ese mundo? ¿Quién podría permitir que la humanidad tome mañana en sus manos la sociedad?, ¿”Todos”?, ¡no! Porque “todos” no tienen ningún interés en poner fin al capitalismo. La gran burguesía luchará siempre con uñas y dientes para mantener su sistema y su posición dominante sobre la humanidad, así sea al precio de sangre a raudales, ello incluye evidentemente a las “grandes democracias”. Y en ese “todo el mundo”, también hay artesanos, intelectuales, propietarios de tierras…, en definitiva la pequeña burguesía, que o bien trata de mantener el tren de vida que ofrece la sociedad y en ese sentido es conservadora, o bien (cuando la proletarización la amenaza), se vuelve presa de la nostalgia de un pasado idealizado. Poner fin a la propiedad privada no es ciertamente parte de sus proyectos.
Para convertirse en dueña de su propio destino, la humanidad debe salir del capitalismo. Sin embargo, sólo el proletariado puede derrocar este sistema. La clase trabajadora incluye a asalariados de fábricas y oficinas, privadas y públicas, a jubilados y jóvenes trabajadores, a los desempleados y eventuales. Este proletariado forma la primera clase en la historia a la vez explotada y revolucionaria. Anteriormente, fueron los nobles los que dirigieron la lucha revolucionaria contra el esclavismo, después fueron los burgueses contra el feudalismo. En cada ocasión un sistema de explotación ha sido derrocado y reemplazado por… un nuevo sistema de explotación. Ahora, finalmente, son los mismos explotados, a través de la clase trabajadora, los que pueden derribar el sistema dominante y así construir un mundo sin fronteras y sin clases. Sin fronteras porque nuestra clase es internacional; en todas partes es el mismo yugo capitalista, en todo el mundo tiene los mismos intereses. Desde 1848, nuestra clase se ha dotado de este grito de combate: “¡Los proletarios no tienen patria! ¡Proletarios de todos los países, únanse!”. Todos los movimientos de los últimos meses, en el Medio Oriente, los Indignados, los Ocupa... se reclaman unos y otros de ello, de un país a otro, de un continente a otro, mostrando nuevamente que no hay fronteras para la lucha de los explotados y oprimidos. Pero estos movimientos de protestas también tienen una gran debilidad : la fuerza de los explotados, la clase obrera, todavía no tiene conciencia de sí misma, de su existencia, de su fuerza, de su capacidad para organizarse como clase… de hecho, hoy se ahoga en el “todos” y sigue siendo víctima de la trampa ideológica que proclama “un capitalismo más democrático”.
Para hacer triunfar la revolución internacional y construir una nueva sociedad, es necesario que nuestra clase desarrolle su lucha, su unidad, su solidaridad y sobre todo su conciencia de clase. Para ello se requiere que pueda organizar en su seno el debate, amplias discusiones, lo más vivas posible, las más efervescentes posible para desarrollar su comprensión del mundo, de este sistema, de la naturaleza de su combate. Los debates deben ser libres y abiertos a todos aquéllos que quieran intentar responder a las numerosas cuestiones que se plantean a los explotados: ¿Cómo desarrollar la lucha?, ¿cómo organizarnos?, ¿cómo enfrentar la represión? Y deben ser muy firmes contra quienes vienen a ser los portavoces del orden establecido. ¡No se trata ciertamente de salvar o reformar este mundo agonizante y bárbaro! Es de cierta manera un espejo de la democracia ateniense, su imagen invertida: en la Grecia antigua, en Atenas, la democracia era un privilegio de los dueños de esclavos, de los ciudadanos varones, las otras capas de la sociedad estaban excluidas. Ahora bien, en la lucha revolucionaria del proletariado, la más grande libertad existe en su seno pero excluye a aquéllos que tienen como interés mantener la explotación capitalista.
Los movimientos de los Indignados y los Ocupa llevan la marca característica de esta disposición para debatir, esta efervescencia increíble, esa creatividad de las masas en acción que caracterizan a nuestra clase cuando lucha ([1]). Pero su fuerza creativa está ahora diluida, incluso paralizada, por su incapacidad para excluir de su lucha y de sus debates a aquéllos que realmente trabajan en cuerpo y alma por la supervivencia del sistema actual. Si realmente queremos enviar un día al basurero de la historia las palabras como ganancia, explotación, represión y finalmente ser los dueños de nuestras propias vidas, el camino a seguir deberá necesariamente separarse de los llamados ilusorios para “democratizar el capitalismo” y de todos los cantos sobre un “capitalismo más humano”.
CCI, 28 -01-12
[1]) En México, el movimiento de los Indignados del Monumento a la Revolución fue copando rápidamente todo intento genuino por debatir y reflexionar. Los simpatizantes o partidarios de “Democracia Real Ya” han llevado todo a las “medidas concretas” y a las decisiones de comisiones fuera del control de las asambleas.
La situación es ya insoportable. Por todo el mundo la única opción de la clase dominante para limitar un poco los efectos del avance de la crisis, y contrarrestar la caída en sus niveles de ganancia, es elevando la explotación mediante planes de austeridad draconianos nunca vistos hasta ahora obligando a las familias de los trabajadores a vivir al filo del hambre y de la angustia. Por ejemplo, en Grecia se ha anunciado una reducción directa del salario en general en 22 %, y para los jóvenes menores de 25 años en 32 %. Y esos golpes no son hechos aislados, en Francia se ha impuesto el retraso de la jubilación hasta los 62 años, en los EUA, la tasa oficial de desempleados es de 8.5 %, pero si se añaden los miles de desempleados que no han tenido la oportunidad de encontrar trabajo y por tanto ya no pueden cobrar el seguro de desempleo, la tasa de desocupados se eleva hasta cerca del 20 %... la agresión directa a los asalariados sin importar sin son jóvenes o viejos es ya abierta y sin ningún miramiento.
En México la situación que viven los trabajadores no es diferente a la que viven sus hermanos de clase de otros países. Desde 2007 los golpes más fuertes se han visto con la “Reforma a la Ley del ISSSTE”, que impuso una modificación a las condiciones de jubilación, aumentando los años de labor, elevando los descuentos para los servicios de salud y bajando los salarios. Durante varios meses los trabajadores buscaron organizarse y expresaron su descontento mediante la movilización, pero la estructura sindical tanto la “oficial” como la “democrática” se encargaron de nulificar el descontento ya sea reprimiendo directamente mediante sanciones en los centros de trabajo en el caso de los primeros, ya sea desuniendo y desmovilizando además de fomentar la esperanza en los amparos jurídicos y en los alegatos y “buenos oficios” de los diputados y abogados de todo tipo, en el caso de los segundos.
Esa es una lección que debe estar presente entre los trabajadores de la educación ahora que el Estado, valiéndose de sus mecanismos de control sindical y político, busca imponer la denominada “evaluación universal”, presentada con argumentos educativos “muy nobles”, y que en realidad es el último eslabón de los ataques que ya se han venido implementando de manera “sigilosa” desde hace ya varios años, como la sustitución de los contratos definitivos con los temporales y la contención salarial.
“Con la Evaluación Universal se pretende degradar aún más las condiciones laborales y de vida de los trabajadores de la educación y sus familias: acabar con la estabilidad laboral que brindan las plazas con carácter de definitivas; establecer la flexibilidad laboral regulando la contratación a partir de la evaluación; desconocer las diversas formas de promoción anteriores a las reformas; negar la antigüedad y la permanencia indefinida como trabajadores. En otras palabras, la imposición de la evaluación universal como parte integral de las reformas al sistema educativo, significa un ataque artero a los derechos laborales de cientos de miles de trabajadores” (RM 126, enero 2012).
Y sobre todo, son las nuevas generaciones de trabajadores los que ven cancelado su futuro y el de sus familias, si tenemos en cuenta, por ejemplo, que todos los trabajadores que iniciaron su vida de asalariados después de 2007 no tienen derecho a una pensión y solo si ahorran por su cuenta podrán tener un “ahorro para el retiro”. Pero, sería una ilusión peligrosa pensar que todos aquellos que hoy tienen derecho a una pensión vivirán en la gloria y por tanto les son ajenas estas medidas… Lo que ocurre ahora mismo en Europa muestra el terrible futuro que nos depara esta sociedad basada en la explotación del trabajo asalariado: se imponen cada vez más años de trabajo, los gobiernos se las arreglan para inventar e imponer leyes con las cuales justifiquen la apropiación de los fondos de las pensiones… ante la agudización de la crisis el capital solo tiene una propuesta: hacernos trabajar más y con menos salarios.
La burguesía siempre apuesta a dividir. Siempre presenta un problema como exclusivo de una parte de los trabajadores para aislarlos del resto de sus hermanos de clase. El golpe a las pensiones de los trabajadores del IMSS como el despido masivo de los electricistas de Luz y Fuerza se justificó diciendo que eran “ineficientes y privilegiados”, ahora esa campaña se repite diciendo lo mismo de los maestros y en un tiempo se reciclará esa cantaleta y se usará contra otros trabajadores. Así, la burguesía va atacando sector por sector para aislar, confundir y dividir, nulificando todo descontento.
En este caso, la burguesía cuenta con un tema presuntamente de “interés común para toda la sociedad”, el de la educación. Todos los medios saturan sus espacios con acaloradas discusiones que invariablemente concluyen con la “necesidad de elevar la calidad de la educación por el bien de México”, de ahí que cualquiera que cuestione este propósito tan “loable” aparezca como un mezquino y negativo. Entre otras razones, es por esto que los maestros tienen ante sí un reto tan difícil para desarrollar su lucha pues se enfrentan a una campaña muy bien orquestada. Se les acusa de no querer mejorar su trabajo y negarse a ser evaluados en su desempeño con la consiguiente afectación de los estudiantes y de las familias. Incluso se ha preparado un documental de cine (De Panzazo) ([1]) en el que fundamentalmente se responsabiliza a los maestros por el bajo nivel educativo y, por lo tanto, prepara a la población y en particular al resto de los trabajadores en el sentido de que exijan a los maestros una mejor educación y, sobre todo, busca evitar cualquier posibilidad de solidaridad con la lucha que están intentando librar en defensa de sus condiciones laborales.
Si la campaña de linchamiento y aislamiento social en contra del sector de los maestros prospera entonces no podrán impulsar una verdadera movilización y se verán condenados al fracaso. Para hacer frente a los ataques es necesario sumar a los trabajadores de otros sectores, a los jubilados y los desempleados, de esa manera la masividad y la extensión harán del descontento una sola y una misma lucha. No se trata solo de ganar a los “padres de familia” de sus alumnos, a quienes se suele presentar como simples “ciudadanos” y que son en realidad sus hermanos de clase, y quedarse encerrados en los centros de trabajo, se trata de buscar la solidaridad y la unidad de todos los explotados y extender la lucha.
Los maestros aún no se plantean ir con los trabajadores de otros sectores del proletariado que están siendo atacados por igual, pero para poder extender la lucha es imprescindible que salgamos en búsqueda de la solidaridad de otros trabajadores del entorno geográfico, sin importar su oficio o condición (activo o desempleado, jubilado, etc.) haciéndoles ver que se trata de su propia lucha pues los trabajadores compartimos la misma condición de explotados y oprimidos.
Para poder avanzar en esta dirección los maestros deberán recordar la experiencia acumulada durante décadas para poder reflexionar acerca de los mismos temas que son siempre recurrentes en sus movilizaciones como la llamada “democracia sindical”, “el juicio a Gordillo”, la “defensa de la economía nacional”, la “defensa de la educación pública” o el apoyo a algún “candidato redentor” y así poder determinar si son positivos o negativos para su movimiento, si responden o no a sus verdaderas demandas como trabajadores y que son invariablemente las referidas a las condiciones de trabajo y al salario.
Hasta ahora, las dos manifestaciones multitudinarias de los pasados 18 de enero y 3 febrero (alrededor de 30 mil en la primera fecha y más o menos unos 100 mil en la segunda) de este año, sobre todo en la ciudad de México (que recuerdan las movilizaciones de finales de los 80), han evidenciado el enorme descontento acumulado por décadas y la voluntad real de los profesores para resistirse contra la andanada de ataques que ya son insoportables.
Esta combatividad innegable, combinadas con una gran indignación por las medidas tan inhumanas en su contra y que retratan de cuerpo entero la arrogancia y el desprecio de la burguesía por la clase trabajadora, esta voluntad de luchar, puede quedar atrapada y esterilizada si los trabajadores no permanecen alerta y se interesan realmente por cuidar cómo llevar su combate.
En particular los trabajadores deberíamos tener siempre presente algunas lecciones de nuestra propia lucha en el pasado:
• Para agrupar el descontento e impulsar la lucha de los trabajadores se requiere ante todo de un lugar donde se pueda discutir y reflexionar de manera colectiva y abierta, al que se asista ya no para escuchar los discursos de los de siempre y al final se impongan decisiones y se impida la discusión de todos. Por eso se requiere de Asambleas Generales que se pueden organizar de manera espontánea en los centros de trabajo, en las colonias, al inicio o al final de las manifestaciones, en las que sin importar el sector o el oficio se pueda debatir y definir las orientaciones de la lucha. Es este el primer paso para reaprender a actuar juntos y para ir ocupándonos de nuestro propio combate.
• Todo aquello que divida o lleve al aislamiento del resto de los explotados debe ser reconocido como una trampa a la que hay que enfrentar. La unidad es la fuerza que tienen los trabajadores, por eso la burguesía busca impedir que se presente. Solo en la lucha de clases, que es la verdadera escuela de los trabajadores, se puede avanzar en la conciencia sobre nuestros propios medios, quiénes son nuestros enemigos y quiénes los falsos amigos, cuáles son trampas que hay que sortear.
• En particular, los maestros que están reanudando los combates de clase, deben plantearse la necesidad de saber formular demandas unificadoras en las que se identifiquen el resto de los sectores proletarios y así puedan sumarse conscientemente. Hacer esto requiere de reflexiones y discusiones colectivas que solamente pueden hacerse en esas asambleas generales.
• En la medida en que seamos capaces de ir integrando a otros trabajadores en un mismo combate la fuerza proletaria se irá reconociendo y ganando confianza… y es esa confianza y unidad lo que nos recordará que el futuro nos pertenece. Pero no se trata del futuro ilusorio de las elecciones, de las mentiras esgrimidas por los personeros del capital que nos dicen que su crisis tiene solución, se trata de un futuro de emancipación contra el capitalismo al lado de todos los explotados y excluidos de este sistema, para construir otro mundo. En ese camino, estas luchas deben ser una promesa de futuro.
• ¡Que todo el descontento se unifique y que la lucha se extienda!, Sí, pero bajo nuestro control y con nuestros propios medios.
RR, febrero del 2012
[1]) Próximamente haremos una reseña de este documental en nuestro sitio web.
La crisis capitalista, pese a los discursos y declaraciones de funcionarios y personeros del capital, se acelera cada día y al hacerlo la clase dominante, para aliviar en algo a sus ganancias, aplica medidas tan fieras que la vida de los trabajadores y demás explotados se degrada a niveles impensables. Es facil para Felipe Calderón decir que “con acciones firmes y contundentes sí es posible resolver la crisis financiera en el mundo y estimular el crecimiento económico global…”, mientras la magnitud de la crisis ensancha la pauperización de las masas de explotados. A mediados del año 2011 el ex secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, sin un viso de vergüenza decía que “hace mucho tiempo que México dejó de ser pobre…” Por eso, teniendo esa percepción tan mistificada de la realidad, la burguesía califica a la hambruna que sufren los grupos de indigenas Raramuris (habitantes de la sierra de Chihuahua) como un accidente causado por efectos climáticos; aquellos sectores de la misma clase en el poder que desean mostrarse más “radicales” afirman que se trata de la ejemplificación de una falla del modelo económico, o bien lo minimizan diciendo que es un problema marginal, por ser apenas poco más de 54 mil los Raramuris censados. Pero todos estos argumentos son para negar lo que la realidad hace ver, es decir, que las causas de la miseria y la hambruna general o de algunos grupos poblacionales, es por la existencia del capitalismo.
Los discursos que la burguesía realiza para deslindar al capitalismo de la miseria y las hambrunas, se acompañan de campañas “humanitarias”, como lo viene haciendo ante la hambruna de los Raramuris. Más hipócrita se ve esta medida, cuando se sabe que la situación de hambre y de despojo que vive este grupo es continua. Es cierto que las poblaciones de indígenas, por su condición de campesinos despojados de forma continua y arrojados a la depauperación viven en una dolorosa condición de miseria, no obstante el problema del hambre y la miseria creciente no se concentra solo en ellos, en las ciudades y en los campos de labor, los asalariados viven de forma directa esa realidad. Por eso las acciones “humanitarias” de los gobiernos federal y estatal no solucionan nada, porque el hambre se va convirtiendo en un problema generalizado.
Los propios datos oficiales, por más maquillaje que se les quiera poner, dan cuenta de cómo los bajos salarios y la precariedad en los trabajos se han acentuado desde 2008. Por eso no es fortuito que la alimentación de los trabajadores mexicanos haya tomado como base a las calorías más baratas: azúcar y cereal… de manera que gran parte de su energía proviene del alto consumo de gaseosas, provocando, como consecuencia, que ahora México sea el país con la mayor población adulta con problemas de obesidad y por tanto con mayores enfermedades crónicas (como la diabetes e hipertensión) lo cual marca la degradación de la vida de los millones de explotados. El problema de la obesidad y el crecimiento del hambre y la miseria no son problemas con origen diferente, todos ellos son expresión de la degradación de la vida que crea el capitalismo.
Incluso los hijos de los trabajadores sufren de forma directa los ataques de la burguesía: la degradación de los salarios ha llegado a tales extremos, que cada vez hay un número mayor de niños entre 12 y 17 años que se ven obligados a laborar (según la CEPAL, 25 % en las zonas rurales y 15 % en las ciudades). Y para las jóvenes generaciones de proletarios las dificultades que enfrenta para lograr un empleo son crecientes, y como ejemplo está la situación vivida por los estudiantes normalistas que (en el pasado mes de diciembre) se manifestaban (entre otros aspectos) en demanda de plazas laborales para los egresados de esa escuela y lo que reciben son balas de la policía que terminan asesinando a dos de los estudiantes.
Los técnicos de la burguesía nos dirán que no podemos hablar de hambruna generalizada porque no hay por efecto del hambre una tasa de mortalidad diaria de más de dos adultos, ni está el 30 % de los infantes en desnutrición aguda. Y efectivamente la situación no se ajusta a esos parámetros, pero la dificultad para obtener el alimento, que es la necesidad inmediata de los trabajadores crece cada día y afecta a todas las generaciones del proletariado y demás explotados.
Otro de los grandes discursos de la burguesía es que a través de sus medidas ha logrado contener la inflación y por ese medio crea una protección a la capacidad adquisitiva de los salarios. En cada momento nos muestran sus cifras para confirmar que las contracciones monetarias han tenido éxito, pero si esas mismas cifras son analizadas, encontramos que el índice con el que miden la inflación representa diversas mercancías y solo una parte de ellos forman parte de las consumidas por trabajadores (a la que ellos mismos denominan como canasta básica), de manera que la burguesía puede mantener un dato de inflación general que expresa una contención de precios generales, con lo que esconde el incremento de los precios de las mercancías de consumo obrero.
De manera que la estrategia de la burguesía es aplastar los salarios y elevar precios de los alimentos y demás mercancías de subsistencia, y de esa manera se apropia del fondo destinado para consumo de los obreros, elevando así los niveles de explotación y llevando por este medio una carga mayor de la crisis sobre los hombres de los asalariados. Si analizamos las cífras de 2002 a enero de 2012, notamos que mientras el índice general de precios se eleva en 44 %, los salarios lo hacen en 43 % (en promedio), lo cual muestra un desfase pequeño, tal vez poco significativo, pero si vemos el comportamiento de los precios de los bienes que forman la “canasta obrera”, este se ha incrementado, en el mismo período, en 82 %.
Pero si el hambre crece y el incremento de los precios es una medida que la burguesía puede usar para ampliar la explotación, también existe la fuerza de los trabajadores para oponerse a ese accionar.
Los trabajadores asalariados no son una clase pasiva que solo ven pasar la historia lamentándose por su calamitosa vida, el proletariado es una clase capaz de tomar conciencia de su condición social y mostrar su rechazo a las leyes económicas del capitalismo a través de la unidad y la movilización masiva. La demanda de salario es el aspecto que debe permitir unificar el descontento de los explotados, pero también debe ser premisa para la reflexión de que una sociedad diferente sin explotación y sin hambre es necesaria.
Tatlin, febrero del 2012
El viernes 3 de febrero ocurrió un hecho en Guayaquil que para muchos pasó a engrosar los actos de violencia social que se viven a diario, la mayoría de los ciudadanos se enteraron por comentarios que unos y otros hacían en diferentes sitios, ya sea porque uno lo vio en la TV o porque otro lo escuchó en la radio o el de allá tuvo la suerte de escuchar el relato a través del amigo que vive en el emblemático barrio obrero llamado desde tiempos lejanos “Barrio Cuba”; el cual nació, creció y se alimentó a la rivera del Río Guayas y del Camal Municipal, sitio de acopio y faena del ganado que llega a la urbe porteña; barrio en donde hombres, mujeres, ancianos y jóvenes defendieron con dignidad sus modestos y precarios puestos de venta de vísceras que son obtenidas, muchas de las veces como parte de pago en sus labores precarias dentro del Camal –matando y descuartizando las reses y preparándolas para el consumo- precisamente fueron familias enteras que defendieron con su vida la necesidad básica de subsistir en medio de la debacle del sistema capitalista. El sol apenas lograba mostrar su presencia cuando las fuerzas represivas del Municipio, la Policía Metropolitana, empezaron a ejecutar la orden impartida por el Alcalde Nebot: “desalojar a los vendedores de las inmediaciones del Camal Municipal”. La agresión contó con la participación de la Policía Nacional como árbitros de la refriega. Dicho por un periodista de un noticiario local: “…los unos son gente del Alcalde los otros responden a Correa...” (Refiriéndose al Presidente del Ecuador). Lo dicho es vox pópuli, mas no refleja el fondo de la relación entre el Alcalde Nebot y Correa, ambos son caras de una misma moneda, ambos defienden el capitalismo y protegen los intereses de la burguesía y sus lacayos.
Desde que se posesionó Correa como líder de la “Revolución Ciudadana” las pugnas con el Alcalde, que expresa los interese de una burguesía de derecha opuesta en la forma al correismo que gestiona la conducción del Capital Nacional en las aguas turbulentas del mercado mundial altamente saturado, han sido numerosas:
– en el segundo trimestre del año 2008 en Guayaquil los vendedores informales (desempleados que salen a las calles a vender cualquier cosa para poder sobrevivir) fueron duramente reprimidos por parte de las fuerzas represivas del Municipio. La Policía Metropolitana y el gobierno central tomaron partido en la reyerta y se usó a la Policía Nacional para contrarrestar la acción de los municipales a favor de los vendedores. Pero esto que puede pensarse como una confrontación entre jefes de bandas es en realidad un reparto de tareas ya que, al momento de golpear directamente a los trabajadores, se unen todos contra el proletariado;
– a finales de julio de 2009, trabajadores de aseo de la ciudad del Consorcio Canadiense Vachagnon protagonizaron protestas por los despidos intempestivos con ínfimas liquidaciones, contra el maltrato de los jefes, por malas condiciones sanitarias en el trabajo y por aumento salarial… ¡fueron brutalmente reprimidos con saldo de un trabajador herido! En esa acción actuó la Policía Nacional en coordinación con la Policía Municipal. En la semana del 28 de julio de 2010 despidieron a 400 trabajadores de dicha empresa canadiense;
– no olvidemos Dayuma y la salvaje represión a la comunidad Shuar a mediados de 2007. Tampoco podemos olvidarnos de Yamanunka cuya población se movilizó porque pretendían construir un gaseoducto que pasaría por sus viviendas…;
– y a inicios de 2008 la represión salvaje a las comunidades agrícolas del austro ecuatoriano que se oponían a la ley minera por cuanto ésta permitía una alta contaminación, afectando de forma directa sus áreas agrícolas.
La burguesía, ya sea vestida de derecha o de izquierda, a la hora de defender los intereses del capital nacional o extranjero, a la hora de aplicar políticas de austeridad o de relanzamiento de la economía, no duda en atizar garrotazos en las espaldas de la clase obrera y de las capas no explotadoras.
El 17 de diciembre de 2010 un hombre desempleado, graduado en la Universidad y que tenía un puesto de ventas de legumbres y frutas en la ciudad Sidi Buzid, ubicado en Túnez; fue víctima de la agresión de la Policía Municipal de dicha ciudad, ésta le confiscó sus frutas y al verse desposeído del medio de subsistencia éste se prendió fuego. Este acto de horror perpetrado por el terror del Estado tunecino a través de sus órganos de represión generó una ola de protestas que contó con la participación decidida de toda la población no explotadora e incluso con participación de la clase trabajadora entre los manifestantes.
Lo que asemeja a ambos acontecimientos esparcidos en el tiempo es la brutalidad con la que actuaron las fuerzas represivas del Estado capitalista, no importa si son árabes, occidentales, chinas, tailandesas, africanas… el Estado capitalista siempre protegerá los intereses de la burguesía.
Lo ocurrido en Tunez, como en Egipto y que luego, cual reguero de pólvora se extendiera a otros países de la región, tiene su explicación en la tormentosa vida que transita, para millones de seres humanos pertenecientes a la clase obrera y las capas de la sociedad no explotadora, en la más pavorosa miseria. La diferencia de los sucesos de Tunez con respecto a los del Barrio Cuba estriba en que en Tunez el descontento se extendió, movilizando a sectores pauperizados e incluso atrayendo a sectores medios en curso a proletarizarse por la crisis y contagiando al proletariado a pesar de su relativa debilidad. Los casos de agresión, como los vividos por los habitantes del Barrio Cuba, están presente a lo largo del planeta, estas agresiones efectuadas por los Estados y sus gobiernos en complicidad con todos los partidos políticos de todas las banderas del espectro faunístico de la burguesía se viven cotidianamente en tanto el capitalismo como sistema económico político y social está viviendo su descomposición en el marco de su decadencia. Por eso el único camino es hacia la construcción de una verdadera sociedad humana: el Comunismo.
Internacionalismo Ecuador,
sección de la CCI en Ecuador,
febrero del 2012
Presentamos una toma de posición del “Círculo de Debate Proletario” de Lima, en torno al proyecto minero “Conga” que al instalarse en la norteña región de Cajamarca profundiza el despojo y la destrucción de la naturaleza. El Círculo lleva un proceso de reflexión y profundización sobre el significado del capitalismo, pero su preocupación está muy alejada de la actitud del intelectual que se regocija en la contemplación su visión es claramente militante, ejemplo de esto se expresa en intervención mediante una distribución de la octavilla, que enseguida reproducimos:
Hoy en plena Crisis profunda del capitalismo, a las burguesías no le queda otra vía que refugiarse y proteger su dinero en un metal precioso que les da cierta estabilidad en pleno desmoronamiento de su sistema. El oro es el metal que hasta ahora ha cumplido el papel de metal “refugio” para los capitalistas en naufragio. El capitalismo está a la deriva y nadie lo puede negar, no es imposible ahora, darnos cuenta con facilidad y ver cada vez más su hundimiento. Este panorama de catástrofe capitalista que ha traído consigo la devaluación internacional de monedas como el dólar y el euro, está originando una fuerte especulación y sobrevaloración de los comodities/materias primas, como el oro.
Es por ello que el capitalismo ha puesto su interés en intensificar la explotación de dicho metal. Confirmando lo que hoy crecientemente viene ocurriendo en los terrenos extractivos, tales como Perú, y como hace varias décadas atrás, pasó con el Boom del caucho y el salitre, pues hoy los capitalistas generalizan y destruyen aun más las zonas cuya concentración de recursos naturales es significativa para hacer frente a su inexorable declive. Las minas de Cajamarca se conocen por sus grandes reservas acuíferas y sobre todo por las características polimetálicas de sus minas. Pero también por sus grandes manantiales, ojos negros, excelentes pastos, suelos y óptimos climas. Todo esto amenazado por la actividad destructiva de las empresas mineras.
El capitalismo decadente en su fase de descomposición nos empuja cada vez más a la extinción como naturaleza, como planeta, como humanidad. El desastre ambiental hoy en día es una muestra de ello (el desastre nuclear en Japón, la deforestación del amazonas…).Ya en Cajamarca hay muchas zonas con grandes problemas de contaminación de aguas, tierras y aires. Lugares donde la población sufre puntualmente enfermedades a la piel y enfermedades respiratorias; otras con problemas más crónicos y mortales. Existe también un registro de especies en extinción como las liebres, lagartijas, venados y zorros. Así como también contaminación de lagunas, ríos y manantiales. Todo esto es una forma más de como el capitalismo arremete contra las condiciones de vida.
Muchas veces escuchamos que la actividad y explotación minera mejora y cambia la vida a las poblaciones cercanas a los centros mineros, que les brinda progreso y desarrollo. Cuando los pobladores campesinos, en condiciones de miseria y pobreza pueden mantener con lo poco que les da sus tierras a sus familias, aparece la actividad minera como la panacea a todos sus males. La actividad minera los atrapa en su dinámica, haciéndolos abandonar los campos y cultivos por completo, hasta cambiarles la visión negativa que tenían de la minería. Por ello el caso de Conga y de muchos conflictos mineros en el Perú, tienen ese grado de chantaje y condicionamiento que arrastra a poblaciones enteras a defender intereses de las Burguesías locales, nacionales o internacionales (Gobierno central, gobiernos regionales, Empresas mineras nacionales o extranjeras, etc.)
Lo que queremos dejar acentuado aquí es que la clase trabajadora no es la única clase que sufre pobreza, explotación y opresión, sino también el campesinado pobre de las diversas zonas del campo donde se desarrolla la actividad minera. Por ello las luchas de Conga aunque no defiendan ninguna bandera, ni objetivo de la clase obrera, son movimientos que nos deben hacer llamar a la reflexión y a nuestra conciencia, mostrándole toda nuestra solidaridad a todos los elementos del proletariado que allí se encuentran envueltos sin una identidad de clase y a todos los campesinos pobres que padecen la explotación más vil de un sistema decadente.
No podemos situar las luchas de Conga dentro de un territorio nacional, debemos situarla en un contexto de luchas a nivel internacional. Estos abusos inhumanos no solo se han dado en el Perú, la empresa minera (Newmont-Yanacocha) tiene proyectos por todas partes del mundo, pero no es la única empresa minera en el mundo, le siguen otras con la misma lógica de destrucción y muerte. Entonces, por eso la lucha es mundial y se inscribe en un proceso de maduración de la conciencia y de las luchas a escala internacional. No podemos ver la lucha de Conga como una lucha que se da solamente en Cajamarca de manera aislada del mundo; porque si es así, lo veríamos como una lucha ya perdida, sin porvenir.
Por ello la clase trabajadora, el proletariado por su combate y programa histórico y su situación bajo el capitalismo de vendedor de su fuerza de trabajo, son los únicos capaces de proyectar un porvenir a la humanidad entera. La solidaridad es un arma que tiene el proletariado en su combate y ésta es una fuerza social y material capaz de hacer frente a cualquier situación que se le presente al conjunto de la clase. Por ello la solidaridad a los proletarios y demás sectores de explotados bajo el capitalismo en Cajamarca y en cualquier rincón del planeta.
¡Ante los ataques del capital: respondamos, con solidaridad, unidad y lucha!
¡Proletarios de todos los países unidos!
Círculo de Debate Proletario, enero del 2012
[email protected] [21]
En estos momentos de crisis económica y mayores sacrificios impuestos a la clase trabajadora, la burguesía difunde a través de todos sus medios una y otra vez la consigna de que solamente participando dentro de los sindicatos –oficiales o de base– y en el marco de la democracia y el parlamento podrán los trabajadores obtener mejoras en sus condiciones de vida. Sin importar los matices el mensaje resulta ser el mismo: la única salida que tiene el proletariado está en la democracia y los sindicatos. Durante todo el siglo XX, sin embargo, esta mentira quedó expuesta.
Anton Pannekoek fue uno de los teóricos que, junto a Lenin y Rosa Luxemburg entre otros, supo distinguir el cambio en la situación histórica de la lucha de clases. Este cambio significaba que los tradicionales medios de lucha de la clase trabajadora que se habían venido dando durante décadas en el interior de los sindicatos y por reformas de las leyes en los parlamentos no eran más un instrumento efectivo para el proletariado, pues el capitalismo había llegado ya a la fase final de su desarrollo, esto es, a su decadencia.
En 1920, Pannekoek analizó a través del método marxista las consecuencias de la revolución de 1917 en su folleto Revolución mundial y táctica comunista. En dicho documento, Pannekoek alerta sobre la necesidad de extender la revolución so pena de sufrir una derrota por parte del proletariado mundial. De dicha obra proviene el texto que transcribimos abajo y que es el capítulo IV del documento mencionado donde se abordan de manera clara y sucinta las posiciones que la Izquierda Comunista continúa defendiendo actualmente y cuyas reflexiones se mantienen vigentes al permitir a los trabajadores la identificación de la falsa consigna democrática y sindical. Para la época en que Pannekoek redactó este folleto la socialdemocracia de los principales países capitalistas se había tornado en cómplice y verdugo ejecutor de la burguesía en su lucha contrarrevolucionaria. En esos años, León Trotski ([1]) también escribía:
“A medida que la socialdemocracia se ha hecho inerte y conservadora, y el proletariado, traicionado por ella, ha tenido que gastar fuerzas, sangre y vida, en sus ataques perseverantes contra la sociedad burguesa para forjarse, en el curso de esta lucha, una nueva organización capaz de conducirle a la victoria definitiva, [...]. La democracia, persistiendo, no resuelve ningún problema, no borra ninguna contradicción, no cura ninguna herida, no evita las insurrecciones de la derecha ni de la izquierda: es impotente, insignificante, falaz, y sólo sirve para engañar a las masas atrasadas de la población y especialmente a la pequeña burguesía.”
Por lo tanto, el texto de Pannekoek forma parte de un análisis que se estaba dando entre los grupos más consecuentes del marxismo y que adquiere relevancia ante los constantes embates ideológicos de la burguesía.
La actividad parlamentaria y el movimiento sindical fueron las dos formas principales de lucha en la época de la Segunda Internacional. Los congresos de la primera Asociación Internacional de Trabajadores pusieron la base de esta táctica, rebatieron concepciones primitivas pertenecientes al periodo precapitalista y pequeñoburgués y, de acuerdo con la teoría social de Marx, definieron el carácter de la lucha de clase proletaria como una lucha continua del proletariado contra el capitalismo por los medios de subsistencia, una lucha que conduciría a la conquista del poder político. Cuando el periodo de las revoluciones burguesas y de los levantamientos armados hubo llegado a su fin, esta lucha política sólo podía llevarse adelante dentro del marco de los viejos o recientemente creados Estados nacionales, y la lucha sindical estaba con frecuencia sujeta a restricciones aún más firmes. La Primera Internacional estaba, por consiguiente, predestinada a disolverse; y la lucha por las nuevas tácticas, que ella misma era incapaz de llevar a la práctica, la hizo estallar; entretanto, la tradición de las viejas concepciones y métodos de lucha permanecía viva entre los anarquistas. Las nuevas tácticas fueron legadas por la Internacional a aquellos que tendrían que ponerlas en práctica, los sindicatos y partidos socialdemócratas que estaban floreciendo por todas partes. Cuando la Segunda Internacional se elevó como una federación holgada de los últimos, todavía tenía, de hecho, que combatir la tradición en la forma del anarquismo; pero el legado de la Primera Internacional ya formaba su base táctica indiscutible. Hoy, todo comunista sabe por qué estos métodos de lucha eran necesarios y productivos en ese momento: cuando la clase obrera se está desarrollando dentro del capitalismo ascendente no es todavía capaz de crear órganos que le permitan controlar y ordenar la sociedad, ni puede aún concebir la necesidad de hacerlo. Debe primero orientarse mentalmente y aprender a entender el capitalismo y a su clase dominante. La vanguardia del proletariado, el partido socialdemócrata, debía revelar la naturaleza del sistema a través de su propaganda y mostrar a las masas cuáles son sus objetivos elevando las reivindicaciones de clase. Era, por consiguiente, necesario para sus portavoces entrar en los parlamentos, los centros de la dominación burguesa, con el propósito de elevar sus voces en las tribunas y tomar parte en los conflictos entre los partidos políticos.
Las cosas cambian cuando la lucha del proletariado entra en una fase revolucionaria. No nos concierne aquí la cuestión de por qué el sistema parlamentario es inadecuado como sistema de gobierno para las masas, y por qué debe dejar paso al sistema de soviets, sino la cuestión de la utilización del parlamento como un medio de lucha por el proletariado. Como tal, la actividad parlamentaria es el paradigma de luchas en las cuales sólo están involucrados activamente los dirigentes y en las que las masas mismas juegan un papel subordinado. Consiste en diputados individuales que sostienen la batalla principal, lo que está ligado al despertar entre las masas de la ilusión de que otros pueden realizar su lucha en su lugar. La gente solía creer que los dirigentes podían obtener importantes reformas para los obreros en el parlamento; e incluso surgió la ilusión de que los parlamentarios podrían llevar a cabo la transformación al socialismo mediante los actos del parlamento. Ahora que el parlamentarismo se ha vuelto más modesto en sus demandas, uno oye el argumento de que los diputados en el parlamento podrían hacer una importante contribución a la propaganda comunista. Pero esto siempre significa que el énfasis principal recae en los dirigentes, y se toma por algo dado el que los especialistas determinarán la política –aun si esto se hace bajo el velo democrático de los debates y resoluciones, a través de congresos–; la historia de la socialdemocracia es una serie de infructuosos intentos de inducir a los miembros mismos a determinar la política. Todo esto es inevitable mientras el proletariado está sosteniendo una lucha parlamentaria, mientras las masas tienen todavía que crear los órganos de su autoactividad, es decir, mientras la revolución tiene todavía que realizarse; y tan pronto como las masas empiezan a intervenir, a actuar y a tomar las decisiones en su propio nombre, las desventajas de la lucha parlamentaria se vuelven abrumadoras.
Como argumentábamos anteriormente, el problema táctico es cómo vamos a erradicar la tradicional mentalidad burguesa que paraliza la fuerza de las masas proletarias; todo lo que proporciona nuevo poder a las concepciones establecidas es nocivo.
El elemento más tenaz y obstinado de esta mentalidad es la dependencia de los dirigentes, a quienes las masas dejan determinar las cuestiones generales y manejar sus asuntos de clase. El parlamentarismo tiende inevitablemente a inhibir la actividad autónoma de las masas que es necesaria para la revolución. Pueden hacerse finos discursos en el parlamento exhortando al proletariado a la acción revolucionaria; no obstante, esta última no se origina por tales palabras, sino por la dura necesidad de que no haya otra alternativa.
La revolución también exige algo más que el ataque masivo que derriba a un gobierno y que, como sabemos, no puede ser convocado por los dirigentes, sino que sólo puede brotar del impulso profundo de las masas. La revolución requiere que sea emprendida la reconstrucción social, tomadas las decisiones difíciles, envuelta la totalidad del proletariado en la acción creativa –y esto sólo es posible si primero la vanguardia, luego un número más y más grande, toman los asuntos en sus propias manos, conocen sus propias responsabilidades, investigan, agitan, luchan, se esfuerzan, reflexionan, evalúan, se dan cuenta de las ocasiones y actúan en ellas–. Pero todo esto es difícil y laborioso; así, en tanto la clase obrera ve una salida más fácil a través de la actuación de otros en su nombre, dirigiendo la agitación desde una alta plataforma, tomando las decisiones, dando las señales para la acción, haciendo leyes –los viejos hábitos de pensamiento y las viejas debilidades le harán dudar y permanecerá pasiva.
Mientras por un lado el parlamentarismo tiene el efecto contrarrevolucionario de fortalecer la dominación de los dirigentes sobre las masas, por el otro tiene una tendencia a corromper a esos mismos dirigentes. Cuando la habilidad política personal tiene que compensar las carencias del poder activo de las masas, se desarrolla la pequeña diplomacia; cualesquiera intentos que el partido pueda haber puesto en marcha, tienen que verificar y adquirir una base legal, una posición de poder parlamentario; y de este modo, finalmente, la relación entre los medios y los fines se invierte; ya no hay ningún parlamento que sirva como medio hacia el comunismo, sino el comunismo el que se pone en pie como consigna anunciadora para la política parlamentaria. En el proceso, sin embargo, el propio partido comunista asume un carácter diferente. En lugar de una vanguardia que agrupa la clase entera detrás suyo con el propósito de la acción revolucionaria, se convierte en un partido parlamentario con el mismo status legal que los otros, uniéndose a sus disputas; una nueva edición de la vieja socialdemocracia bajo los nuevos sloganes radicales. Siendo así que puede haber un antagonismo no esencial, un conflicto no interno entre la clase obrera revolucionaria y el partido comunista –puesto que el partido encarna una forma de síntesis entre la conciencia de clase proletaria más lúcida y su creciente unidad–, la actividad parlamentaria hace pedazos esta unidad y crea la posibilidad de tal conflicto: en lugar de unificar a la clase, el comunismo se convierte en un nuevo partido con sus propios jefes de partido, un partido que cae en lo que los otros y que perpetúa así la división política de la clase. Todas estas tendencias se atajarán sin duda, una vez más, por el desarrollo de la economía en un sentido revolucionario; pero incluso en los primeros inicios de este proceso sólo pueden dañar al movimiento revolucionario, inhibiendo el desarrollo de una lúcida conciencia de clase; y cuando la situación económica favorece temporalmente la contrarrevolución, esta política allanará el camino para una desviación de la revolución al terreno de la reacción.
Lo grande y verdaderamente comunista de la Revolución rusa es, por encima de todo, el hecho de que ha despertado la autoactividad de las masas, y ha puesto en ignición su energía espiritual y física para construir y sostener una nueva sociedad. Abrir a las masas a esta conciencia de su propio poder es algo que no puede lograrse súbitamente, todo de una vez, sino únicamente en fases; una fase en este camino a la independencia es el rechazo del parlamentarismo. Cuando, en diciembre de 1918, el Partido Comunista de Alemania, recientemente formado, resolvió boicotear la Asamblea Nacional, esta decisión no procedía de una ilusión inmadura en una victoria rápida y fácil, sino de la necesidad del proletariado de emanciparse de su dependencia psicológica de los representantes parlamentarios -una reacción necesaria contra la tradición de la socialdemocracia- porque el camino a la autoactividad podía ahora verse ubicado en la construcción del sistema de consejos. No obstante, la mitad de los componentes en ese momento, aquellos que hubieron de permanecer en el KPD, readoptaron el parlamentarismo con el reflujo de la revolución: con qué consecuencias está por verse, pero en parte ya se ha demostrado. También en otros países la opinión está dividida entre los comunistas, y muchos grupos quieren abstenerse de la actividad parlamentaria incluso antes del estallido de la revolución. La disputa internacional sobre el uso del parlamento como método de lucha será, de este modo, claramente uno de los principales problemas tácticos dentro de la Tercera Internacional durante los próximos años.
De cualquier modo, todo el mundo está de acuerdo en que la actividad parlamentaria sólo constituye un aspecto subsidiario de nuestras tácticas. La Segunda Internacional fue capaz de desarrollarse hasta el punto de que había sacado a la luz y puesto al desnudo la esencia de las nuevas tácticas: que el proletariado sólo puede vencer sobre el imperialismo con las armas de acción de masas. La Segunda Internacional misma no era ya capaz de emplearlas; estaba constreñida a derrumbarse cuando la guerra mundial situó la lucha de clase revolucionaria en un plano internacional. El legado de los primeros internacionalistas era la fundación natural de la nueva internacional: la acción de masas del proletariado hasta el punto de la huelga general y la guerra civil constituye la plataforma táctica común de los comunistas. En la actividad parlamentaria el proletariado está dividido en naciones, y no es posible una intervención genuinamente internacional; en la acción de masas contra el capital internacional las divisiones nacionales se desvanecen, y cada movimiento, a cualquiera de los países que se extienda o esté limitado, es parte de una sola lucha mundial.
Anton Pannekoek
[1]) León Trotski, Terrorismo y Comunismo, 1920.
¿Por qué no nos unimos?
Una escaramuza interesante para la clase obrera
En las elecciones los trabajadores siempre pierden
Lo que nos espera
El horror de la guerra imperialista
Revolución ciudadana: golpes y más golpes a la clase obrera
Sendero y la lucha de la clase obrera
Lecciones válidas para la lucha del proletariado mundial
Ya empezaron las acusaciones de un candidato contra el otro, los adjetivos, las descalificaciones… la guerra sin cuartel sale a la luz sin pudor alguno. Todos prometen un paraíso, todos acabarán con la miseria. Todos desde la derecha a la izquierda nos quieren hacer creer que piensan en nosotros, que sus energías se dedicarán a solucionar la vida de millones de miserables (más de 60 millones de pobres en México), todos esos “proyectos” esconden en realidad un solo rostro: el de la burguesía. Gane quien gane la explotación del trabajo asalariado seguirá tan campante como hasta ahora y no solo eso, las condiciones de los trabajadores van a empeorar porque todos van a defender al capital en contra del trabajo. “Hacer productivo al país”, “ser competitivos” significa abaratar costos de producción y eso, aquí y en China, significa atacar sin piedad las condiciones de vida y de trabajo de los explotados y sus familias. En las elecciones solo gana la burguesía. Cualquiera que sea el elegido, de izquierda o derecha, el gobierno electo va inexorablemente a atacar nuestras condiciones de vida y de trabajo en interés de la capital nacional mexicano. Todas las promesas de esta campaña, todas sin excepción, se van a evaporar y el único programa que será aplicado realmente llevará por nombre austeridad: reducción de empleados, disminución de las pensiones de jubilación, deterioro de los derechos de los desempleados (abaratamiento de los despidos lo cual es un eje de la Reforma Laboral) y empeoramiento de los servicios de salud, aumento de los trabajos temporales y la flexibilidad del mercado laboral, aumento de precios… Entre la derecha y la izquierda, sólo cambian los discursos, los actos siguen siendo los mismos. Hoy López Obrador nos quiere hacer creer que votar por él pondría fin a la corrupción y a las injusticias, México crecería en armonía. Vázquez Mota sería ahora una heroína de los miserables y Peña Nieto sigue en el rancio discurso de una burguesía que solo sabe prometer. Pequeñas frases de unos y otros completamente despreciables e insoportables.
No podemos olvidar de donde viene la “izquierda mexicana”, el PRD ha sido una emanación directa del PRI. Primero bajo el Frente Cardenista y después con las siglas del PRD se agrupó a los socialistas, a los del PC mexicano y a todos aquellos que justificaron durante años la mentira del socialismo en la URSS o en Cuba, son los mismos que llevaron a los trabajadores del ISSSTE y del IMSS a aceptar las reformas y a recurrir a los “amparos” como formas de lucha; el resultado ha sido aplastante: las reformas se impusieron y los trabajadores acabaron derrotados. Hay que decir también que el PRD no “acuerda” con la Reforma Laboral ya que ¡le faltaría humanizarla! Tampoco podemos hacernos ilusiones en el PAN, un partido que se nutre en las ideologías más reaccionarias (homofóbicas, racistas, etc.) y que en el 2000 levantó ilusiones en un “cambio social” con la llegada de Vicente Fox al poder… ya todos sabemos lo que pasó. El PAN es el más férreo defensor de la Reforma Laboral, una reforma que es a todas luces un ataque en regla contra los trabajadores. Además, en estos 12 años de panismo hemos podido comprobar que cantan la misma canción y tienen en su haber el nada honroso galardón de haber ejecutado el mayor despido en masa de nuestra historia contemporánea al liquidar a los trabajadores de Luz y Fuerza del Centro (más de 40 mil). La tragedia de la mina de Pasta de Conchos quedó en el olvido, el “Pemex Gate” en la impunidad y el Plan Puebla Panamá en un espejismo cruel. Del PRI no hay novedades a decir, cada estado gobernado por este partido ha sido un ejemplo de corrupción, atropellos y ataques a los trabajadores (recordemos Oaxaca). La negación del PRI de aprobar la Reforma Laboral no se debe a que esté pensando en defender a los obreros en contra de los patrones, ¡no!, se debe llanamente a un cálculo político para ganar electores y después veremos cómo, con otros argumentos, no solo la apoyará sino que la puede hacer más feroz todavía.
Todos los partidos hoy despilfarran millones y millones en tratar de convencernos de que el capitalismo funcionará mejor con ellos, pero ninguno, absolutamente ninguno cuestionarán la explotación asalariada.
La derecha o la izquierda podrán estar en el poder mañana, lo seguro para nosotros es que la vida será más difícil que hoy. No hay ninguna ilusión que tener. Para utilizar una cruda pero explícita fórmula de los indignados de España: “¡Derecha, izquierda, la misma mierda!”.
Nos bombardean hoy con una lluvia de anuncios y mensajes para decirnos que las elecciones son la vía para mejorar nuestras condiciones de existencia. Sin embargo, las elecciones no expresan el “deseo popular”, el voto no es una decisión consciente y colectiva sino la suma de muchos individuos atomizados, manipulados, influenciados e inducidos en cierta dirección a través de spots, encuestas de todo tipo, publicidad y todos los chupatintas de intelectuales y periodistas que defienden este sistema y que solo critican sus corruptelas superficiales y sus aberraciones obvias (ver artículo en este número). Hablar de elecciones es hablar del Estado, y éste no representa la voluntad de todos sino la de una minoría rica y explotadora, no es neutral, es la máquina de dominación de una minoría privilegiada y excluyente. El estado justifica su poder cada 6 años a través de lecciones donde nos prometen lo que no harán y nos ocultan lo que realmente tienen que hacer como defensores del capital.
Cuando en México nos hablan de Reforma Laboral parecería como algo excepcional o local, las reformas a la ley del ISSSTE o del IMSS aparecerían como caprichos de funcionarios que no saben gestionar, la realidad es que esos ataques a nuestras condiciones de vida son solo la versión mexicana de algo que esta pasando en todo el mundo. Los trabajadores de todo el mundo están hoy confrontados a ataques sin precedentes. Desempleo que no baja en EUA, en Gran Bretaña el la desocupación alcanza el 8.1 % (13.5 millones de personas sin trabajo en el país de las olimpiadas y otrora imperio donde “nunca se ponía el sol”), la pobreza en aumento vertiginosos en los países desarrollados. En España se ha aprobado el abaratamiento de los despidos, se congelan los sueldos de empleados públicos hasta el 2014 y proliferan los atrasos en pagos de sueldos... ni que decir de Grecia, Italia, Francia y un largo etcétera (ver en este número artículos sobre Grecia y Ecuador) del que no escapa nación alguna y donde todo se resume en: desempleo en aumento con despidos masivos (todas las grandes corporaciones internacionales anuncian recortes de personal), reducción de las pensiones, aumento en los años de trabajo para poder jubilarse, aumento de los empleos eventuales, una flexibilidad laboral que significa castigo a las faltas por enfermedades, sobre todo de enfermedades ligadas al estrés y a la depresión (en México los primeros 3 días de incapacidad ¡no te los paga nadie!); hay un aumento de impuestos terrible, en España significa una reducción de entre e 3 y el 5 % del salario y en estos días el gobierno español acaba de aprobar que todo mundo deberá pagar sus medicinas… ¡jubilados incluidos! Entretanto, su monarquía (parte entera de una clase dominante en decadencia) derrocha dinero en actividades aberrantes como la caza de elefantes en Botswana.
Tanto el sector público como privado están siendo atacados sin distinción. La amenaza de vivir con un salario que cada vez alcanza para menos es un hecho del que ningún trabajador escapa, la reducción de los salarios ya sea porque no aumentan o lo hacen a un ritmo menor que la inflación, es una amenaza constante y generalizada del mismo calibre que el despido y el desempleo. Los golpes y las reformas laborales no son expresiones de realidades diferentes, son parte de un ataque global contra todos los trabajadores en todo el mundo.
Los cambios en el gobierno no cambiarán en nada los ataques que nos esperan. Hoy las fracciones de la burguesía están peleadas a muerte pero están siempre unidas en cuanto a la implementación de los planes de austeridad y en las medidas a tomar para hacer productivo al país, es decir, para mejor explotar a los trabajadores. Las elecciones no han sido ni serán el “cambio verdadero”, serán, como siempre, un medio para apuntalar esta democracia que justifica esta sociedad en decadencia.
Para la burguesía nada puede salirse de las urnas. No puede haber “buenos candidatos” para los explotados en una elección organizada por y para la burguesía. Nunca. La razón es simple: el capitalismo se hunde, la crisis económica lo conduce gradualmente hacia el fondo. Este sistema no tiene ya nada que aportar a la humanidad, solo más miseria y guerra. La única salida posible es poner fin a la explotación y la división del mundo en naciones competidoras. Ninguna elección, ningún referéndum puede conducir a este resultado. Por el contrario, cada vez que la burguesía nos solicita votar en las elecciones presidenciales, lo que en realidad nos impone es elegir al que estará a la cabeza del Estado para continuar con este sistema, elegir al que mejor defenderá los intereses capitalistas del país. Por lo tanto, no es sólo que “izquierda-derecha sean los mismo”, sino algo más profundo, que la democracia está buscando, a través de sus elecciones, mantener el sistema capitalista y los privilegios de una minoría sobre la mayoría. Para ello necesita que todos nosotros nos traguemos el cuento de que un partido o su candidato serán la solución al dilema histórico, la burguesía necesita que veamos en las elecciones el “único camino”. Saben muy bien los ideólogos del capital que entre más piensen los explotados en elecciones más se alejará el peligro de pensar en cambiar el mundo. Debemos reflexionar en el sentido de lo declarado por algunos Indignados de España: “Lo llaman democracia y no lo es, es una dictadura y no es ve”.
Luchar, salir a la calle, realizar asambleas para discutir y decidir juntos sobre cómo enfrentar esta terrible situación que nos arrastra al desastre. Luchar sí, pero no detrás de los diputados o partidos políticos que sólo buscan engañarnos; luchar sí, pero no detrás de los sindicatos que nos los pintan como la “única organización de trabajadores”, luchemos sin esperar que nos solucionen las cosas, la clase trabajadora solo cuanta con ella misma, por ello su fuerza esta en la unidad y la reflexión política colectiva. Divididos vamos a la derrota.
CCI. 20-04-12
Ahora que los profesores de educación básica han retomado su lucha contra los ataques a sus condiciones de trabajo y de vida, es necesario que el conjunto de los trabajadores reflexionen sobre el significado de este tipo de movilizaciones, sus oportunidades de avance, sus principales dificultades, qué hacer para que la lucha se desarrolle; y esto es necesario pues a todos nos incumbe dado que es la totalidad de la clase obrera la que está siendo atacada, no sólo en México sino en el mundo entero. Como nunca se sufre un deterioro inédito de las condiciones de vida: reducción de los salarios, despidos masivos imparables, precariedad en las familias obreras a un punto que las está dislocando en sus más mínimas relaciones vitales, en fin, situaciones inéditas de pobreza y hambre que están degradando de manera indecible la misma condición humana de los trabajadores. Ni caso tiene ya hablar de la cancelación de la esperanza de una vida más o menos estable y de un futuro mejor para sus hijos.
Ante esto, se ha hecho patente en los últimos años una profunda indignación que se ha extendido y se ha expresado en una voluntad de romper la pasividad y de volver a tomar las calles y las principales plazas para manifestar su negativa a aceptar los planes draconianos de la burguesía. En este incipiente proceso, los trabajadores han dado muestras de una preocupación genuina por conocer las causas de la crisis (que en su fase actual de recesión ya lleva 5 años) y a hacerse preguntas interesantes sobre el futuro que el sistema capitalista les depara, sobre las alternativas que existirían, etc.
Varios han sido los países donde la cólera obrera se ha expresado produciendo importantes movilizaciones que se han tornado masivas en varias ocasiones. Sin embargo, ¿por qué no han logrado echar atrás los planes de la burguesía? Aquí se impone comprender en qué condiciones tienen lugar estas protestas.
La burguesía tiene múltiples canales para afectar ideológica y políticamente a la clase obrera a fin de desorientarla y evitar que encuentre el camino de su lucha, en especial el juego democrático periódico e interminable de la “decisión mayoritaria y ciudadana” del voto electoral, sin embargo, pone especial interés en un aspecto que es el alma vital del proletariado: su unidad. Y es contra este elemento que enfila sus baterías sabiendo que es un impulso profundo que constantemente está tratando de abrirse camino y que, cuando ha logrado manifestarse de manera importante ha hecho que el potencial revolucionario de su enemigo de clase se alce de manera gigantesca representando un verdadero peligro para su sistema de opresión y explotación.
Es por esto que la hemos visto maniobrar de manera similar en todos los países concernidos siguiendo un guión muy claro:
• en la medida en que lo permite la profundidad de la crisis, se escalonan los ataques sector por sector y dentro de cada sector, paquete por paquete de medidas, buscando que el ataque generalizado sea visto como ataques sectoriales o regionales desligados entre si, lo cual produce el efecto de resistencia obrera encerrada en su propio asunto;
• hay otra división que de manera socorrida explotan sobremanera en cuanto a los sectores público y privado, haciendo correr la versión de que los primeros serían “privilegiados” por sus mejores prestaciones y sueldos y que los segundos, incluso, resienten más recortes por los excesivos recursos económicos que aquéllos consumen en sus ingresos. De ahí que cuando algún sector de trabajadores inicia una movilización prácticamente no le pasa por su mente buscar la solidaridad de algún sector de los que considera tradicionalmente opuesto a sus condiciones de trabajo;
• cuando la movilización estalla los sindicatos se encargan de convencer a los trabajadores de que la mejor estrategia es quedarse en resguardo de sus centros de trabajo y de entablar una “lucha” en los tribunales;
• al lograr escalonar las respuestas, fragmentándolas lo más posible, una por una, impiden que aparezca en lo más mínimo la necesidad de unirlas en un solo movimiento y, todavía más, se encargan de formular pliegos de demandas totalmente exclusivas y excluyentes subrayando la atención en aquellas características identitarias del sector para así asegurar la desarticulación entre los diferentes batallones de la clase trabajadora;
• todavía más, cuando en los sectores de trabajadores existen diversas funciones, categorías, etc., los sindicatos se encargan de que las demandas laborales sean presentadas por cada departamento y, en su caso, cuando se declara la huelga, siempre bajo el control sindical, ésta se hace con la denominación de tal o cual división de empleados, por ejemplo, “huelga de académicos”, “administrativos”, “manuales”…
• la sarta de cuentas del rosario sindical es extensa. Cuando una movilización está en curso e incluso cuando varias movilizaciones de diferentes sectores coinciden en el tiempo y aún al nivel geográfico en una misma ciudad o región, lo sindicatos lo hacen todo para evitar que coincidan en las manifestaciones callejeras, que se encuentren en las mismas plazas y cuando esto se hace es bajo su propio control estricto y policiaco de los “contingentes” que no deben estar demasiado tiempo en contacto y mucho menos discutiendo de manera libre y en colectivo de sus problemas.
La respuesta es sin duda ¡Luchando! Esto parece una obviedad pero solo la lucha permite que miles y miles de trabajadores que toman las calles y las plazas descubran que ¡sí se puede hacer algo para frenar los ataques inmisericordes del capital! No tenemos otra alternativa. Pero el problema justamente se encuentra en comprender cómo luchar. No cualquier “procesión” por las calles implica luchar verdaderamente. El primer aspecto es tomar conciencia de qué medios disponemos, quienes son nuestros enemigos y cómo actúan, cuáles son las trampas que nos tienden.
En un primer momento, a los trabajadores se les impone la amenaza de las represalias económicas o administrativas si se movilizan en sus centros de trabajo y, sobre todo, la espada de Damocles del despido es un verdadero disuasivo para cualquier deseo de hacer algo. De ahí que los obreros dispongan de un recurso ya usado ampliamente en varios países, ¡ganar la calle!: es en las manifestaciones masivas en las calles y en las plazas públicas, pero no para repetir las tradicionales peregrinaciones organizadas por la estructura sindical, sino para crear un lugar donde podemos reflexionar e intercambiar experiencias con nuestros hermanos de clase de cualquier sector.
¡Unidad! Ya el movimiento obrero desde siempre ha demostrado que es necesario luchar unidos. No es una opción entre varias, para enfrentar los ataques que son generales contra todos los sectores de trabajadores se requiere de una respuesta unida. Hay que crear un solo movimiento que aspire a integrar al conjunto de los trabajadores sin importar el sector, ni su condición de activos, pensionados o desempleados. Esta extensión y masividad en un solo torrente de energía enfocado a hacer retroceder los ataques del Estado capitalista es la única salida a la etapa actual donde múltiples expresiones de lucha, por más combativas que sean no han podido avanzar en ese sentido debido a que no han logrado sortear el aislamiento y la desarticulación en que los sindicatos las tienen sometidas. Sin este vínculo, cualquier intento de lucha está condenado al fracaso de manera irremediable.
¡Auto-organizándonos! Una vez que alguna fracción de trabajadores entran en lucha deben saber que, aún siendo una decisión muy loable dadas las dificultades existentes, apenas es un ínfimo paso que inmediatamente tiene que ser continuado por la formalización de la Asambleas Generales, en las cuales se pueda discutir abiertamente, y donde los trabajadores puedan tomar verdaderamente en sus manos el rumbo del movimiento. La verdadera toma en manos del control del combate requiere permitir la integración de trabajadores de otros sectores e incluso de los desempleados.
Asambleas que estén dispuestas a convertirse en órganos abiertos a otros sectores en lucha es lo que ha de dar fuerza y dirección a los combates. Por eso se requieren Asambleas Generales donde se construya la confianza recíproca, la empatía mutua y, sobre todo la solidaridad, que permita a cualquiera sentirse cobijado y defendido por sus compañeros en lucha, lo que aporta a cada participante y a la masa misma una gran moral de combate tan necesaria para enfrentar los ataques de la burguesía y la labor antiobrera de los sindicatos.
El movimiento de resistencia de los trabajadores en estos años tiene un doble alcance: inmediato, para resistirse a los ataques sensibles a sus condiciones actuales de trabajo y de vida en general para ellos y sus familias; a largo plazo, para emplazarse de manera decidida y poder dar respuesta a cuestionamientos esenciales sobre el futuro que ofrece el capitalismo, qué alternativa de organización humana es posible y necesaria en el momento actual, qué necesitamos hacer para acceder a ella.
De este tamaño es el desafío que tiene el proletariado, de esta dimensión deberá ser el esfuerzo que deberá desplegar si quiere estar a la altura de esta nueva cita con la historia.
RR, abril de 2012
Miles de maestros se lanzaron a la lucha en Londres el 28 de marzo contra las “reformas” a las pensiones implementadas por el gobierno.
No. Es todo el sector público. Todas las pensiones están bajo ataque, y el último presupuesto, con su “impuesto de la abuela”, ha empeorado las cosas. En noviembre pasado los funcionarios públicos, empleados de los gobiernos locales y otros hicieron lo mismo que aquéllos quienes trabajan en la educación. ¿Por qué los sindicatos decidieron no convocarlos al mismo tiempo?
En el conjunto del sector privado, por ejemplo, existe un número creciente de trabajadores no pueden esperar ningún tipo de pensión alguna.
No. Cada vez más trabajadores enfrentan por largos plazos suspensiones o disminuciones de salarios, el empeoramiento de las condiciones en el trabajo –si tienen un trabajo todavía. Más del 20 % de los jóvenes de entre 16 y 25 años están sin trabajo.
No. Estas son las condiciones que enfrentan los trabajadores por todo el país.
No. Las medidas brutales de austeridad que se imponen a la clase obrera y a toda la población en Grecia, Portugal y España, donde los salarios y las pensiones ya están siendo directamente cortados y cientos de miles de puestos de trabajo eliminados, son las que se encuentran en la agenda para todos nosotros, porque la crisis de este sistema es mundial y terminal.
Hay muchas razones. El sentimiento generalizado de que no hay otra alternativa, la esperanza de que todo va a pasar, la falta de confianza acerca de tomar las cosas en nuestras propias manos.
Pero esta falta de perspectiva y la falta de confianza significa que aquéllos que falsamente dicen representar nuestros intereses, sobre todo nuestros representantes oficiales de los sindicatos - pueden mantenernos divididos en un sinnúmero de pequeños sectores, oficios y categorías, nos llaman a salir en días distintos, cancelan la huelga cuando los tribunales dan la orden, y nos encarcelan en la legislación sindical que nos hace luchar con una mano atada a la espalda.
Sí, si evitamos todas las divisiones profesionales y sindicales y nos reunimos en asambleas abiertas a todos los trabajadores. Si pasamos por alto las leyes acerca de las boletas electorales y utilizamos estas asambleas para tomar decisiones reales acerca de cómo luchar. Si ignoramos las leyes sindicales de “piquetes secundarios” y utilizamos delegaciones masivas para llamar a otros trabajadores a unirse a nuestra lucha. Si tenemos apertura a los trabajadores informales, estudiantes, desempleados, jubilados. Si usamos las manifestaciones, ocupaciones y reuniones de la calle no para escuchar pasivamente a los discursos de los “expertos”, sino para intercambiar experiencias de lucha y discutir cómo seguir adelante. Si volvemos a encontrar nuestra identidad como clase –la clase que en todas partes, en todos los países–, tiene los mismos intereses y la misma meta: la sustitución de este sistema decadente con una verdadera comunidad humana.
CCI, 23-03-12
El 1º de abril de 2012 comenzó una huelga en la fábrica de Volkswagen ubicada en el Puerto Interior, en Silao, Guanajuato. Ciento veinte ingenieros y técnicos se rebelaron debido a que fueron engañados y burlados como siempre por los empresarios, pues después de ser llevados a capacitarse a Alemania y a Puebla con la promesa de obtener al término de los cursos un salario diario de 500 pesos en función de su preparación profesional y capacitación recibida, al finalizar el periodo de capacitación se les ofreció un salario de apenas 180 pesos que debido a la inconformidad de los trabajadores fue aumentado por la empresa a 200 pesos diarios (equivalente a 6 mil pesos mensuales netos, servicio de comedor, transporte y afiliación al IMSS con una jornada de 8:00 A.M. a 16:30 P.M.).
En cuanto se dieron las primeras muestras de descontento e intentos de organización el sindicato se hizo presente, buscando enrolar a los trabajadores en una disputa intersindical entre la CTM de Guanajuato y el Sindicato Independiente de Trabajadores de VW Puebla. Al mismo tiempo, el diputado local del PRI, quien es también el delegado estatal de la CTM, declaró inmediatamente su “apoyo” a los trabajadores ofreciéndoles la asesoría legal y llevando el caso a la Junta de Conciliación y Arbitraje en la Ciudad de México. En dicho tribunal, las demandas obreras quedaron en segundo término y se diluyeron en la disputa por la representación de los trabajadores, quedando como triunfador el sindicato de la CTM.
El 13 de abril se levantó la huelga, accediendo VW a establecer mejoras en las condiciones laborales de los trabajadores técnicos que actualmente están contratados en la planta.
Esta breve experiencia destacada por un pequeño grupo de obreros nos recuerda importantes lecciones que, aunque incipientes, prefiguran los retos ante los cuales está enfrentado el conjunto de los trabajadores no solo en esta región sino en el mundo entero, como lo atestigua también el movimiento de los trabajadores de la enseñanza en Inglaterra y que presentamos en este mismo periódico y en nuestro sitio web:
• La inmediata intervención de los sindicatos ante el descontento obrero pues la burguesía jamás permitirá que su enemigo de clase tome iniciativas propias de lucha y menos aún de auto organización como lo estaban haciendo los trabajadores en este caso que, en promedio, son trabajadores muy jóvenes con un gran ímpetu y voluntad de luchar.
• El desvío de las demandas laborales hacia las pugnas intersindicales con lo cual se descarriló la dinámica inicial muy positiva que empujaba hacia una resistencia obrera genuina que no solo enarbolaba muy alto sus demandas propias sino que presentaba un riesgo muy alto para los patrones de suscitar simpatía en su entorno, con sus hermanos de clase de otros centros de trabajo.
• Esto se hizo evidente por el bloqueo informativo que tendió una cortina de silencio alrededor del suceso ya que en Puebla (sede de la principal planta de VW en el país) no hubo ninguna noticia al respecto en tanto que los diarios y noticieros en Guanajuato solo cubrieron el inicio del conflicto, callando toda noticia posterior hasta que finalizó la huelga.
• La simpatía despertada en los trabajadores de otras empresas, especialmente en los trabajadores de GM, pero también en algunos mineros de la capital del estado y en los albañiles que construyeron la planta de VW en Silao, quienes se unieron también a la huelga de los técnicos, demuestra en la práctica que una potencialidad real de solidaridad activa, de lucha, existe actualmente en todo el mundo. Una situación que es una promesa objetiva para la extensión de la lucha obrera no sólo en el presente sino en los meses y años que vienen.
• La rápida solución al conflicto, concediendo la empresa gran parte de lo solicitado por los trabajadores, apunta a un temor por parte de los capitalistas a que cundiera el ejemplo en los trabajadores de otras armadoras como GM o Mazda que se encuentran en la misma zona. Una situación que, cuidándonos de sobrestimar la fuerza de este movimiento en particular, revela cual es el meollo de la situación actual para la burguesía: el “mal ejemplo” de una iniciativa propia del proletariado debe ser inmediatamente aislada, escondida y terminada para evitar el contagio hacia el resto de la clase obrera, sobre todo en el contexto actual de un enorme descontento generalizado en las filas de la clase trabajadora en todas partes. La pradera está muy seca y cualquier chispa puede incendiarla. Hay que mojar la pólvora.
Como se ve, este aparente conflicto mínimo, episódico e irrelevante como le conviene a la burguesía que aparezca, ofrece al resto de los trabajadores una oportunidad para recordar cómo opera la burguesía y sus agentes antiobreros dentro de sus filas. Y muestra también de manera sencilla y clara que la iniciativa de luchar, de tomar en sus propias manos el combate, de auto organizarse y, además, de buscar la solidaridad del resto de los trabajadores de manera autónoma es la única alternativa que tienen los trabajadores si quieren verdaderamente resistirse y obligar a la burguesía a echar atrás la cascada de ataques que se le precipitan sin parar y, en consecuencia, avanzar en su propia perspectiva histórica de buscar la destrucción del capitalismo y la edificación de una sociedad que atienda las necesidades humanas de los hombres y no los condene, como el capital, a una existencia de miseria, sufrimiento y represión eterna.
BR-EFR, abril de 2012
Una larga y tediosa campaña publicitaria ha lanzado la burguesía mexicana para promover las votaciones presidenciales que tendrán lugar en el mes de julio de este año. Prensa, radio, TV e Internet están infestados de discursos para convencer a los explotados de las bondades que recibirán si votan por uno u otro de los personajes. Pero sobre todo esa campaña tiene como objetivo central hacer creíble la idea de que el voto es un instrumento que otorga “poder”, en tanto permite elegir quien ha de encabezar el gobierno y entonces hacer aparecer a esto como equivalente a un “cambio social”.
El gran “caballo de batalla” de la burguesía para imponer su dominio es la invocación de la democracia y el voto, con esta trampa, construye una falsa visión de igualdad al imponer a todos los trabajadores la condición de “ciudadanos libres”, con “derechos individuales” (entre los que resalta el voto). Es esta condición política que la clase en el poder establece para hacer aparecer a la estructura de los Estados capitalistas como producto de un acuerdo “civilizado” de toda la sociedad, que crea una unidad de ciudadanos, capaces con solo el “poder del voto” de expresarse y construir mundos.
Cuando la burguesía asumió el poder político y se instauró como la clase dominante, establece la condición de ciudadano como expresión de la liberación de la población. Esa condición política queda expresada en los “Derechos Universales del Hombre” (1789) que proclamó el gobierno surgido de la revolución francesa y se considera referente general para el conjunto de la sociedad capitalista. La proclamación de esos derechos fueron, en ese momento, una crítica a las viejas formas de organización política de la aristocracia, aunque definía ya que la preocupación era crear un marco de justificación, a través de las leyes, del dominio de la burguesía y de la división social, de tal forma que reconoce como condición central para la existencia de la libertad ciudadana la permanencia de la propiedad privada. Lo que implica que esas presumidas libertades individuales que proclama la burguesía, como lo plantea Marx, están impedidos para ir “más allá del hombre egoísta, del hombre como miembro de la sociedad civil, es decir, de un individuo encerrado en sí mismo, en su interés privado y en su capacidad privada…” (La Cuestión Judía).
Teniendo como base los “derechos individuales del hombre”, el capitalismo ha levantado sus gobiernos proclamándolos como la representación de la libertad y el producto de la decisión de las mayorías. Y es justamente la capacidad que ha tenido para arrastrar a grandes masas a los procesos electorales lo que le ha permitido crear confusión y hacer aparecer al poder de la burguesía como la forma superior de la organización social. La campaña ideológica que desata en torno a la democracia y el voto le permite fingir que la formación del gobierno lo decide la mayoría y así nubla la visión e impide percibir que detrás del maquillaje de los gobiernos democráticos se encuentra el rostro fiero de la dictadura del capital.
Lenin en 1919 explicaba que “… incluso la república del burguesa más democrática no es nada más que el instrumento por el cual la burguesía oprime a la clase obrera, por la que un puñado de capitalistas oprime a las masas trabajadoras” (“Tesis sobre la democracia burguesa y la dictadura proletaria”).
La clase dominante intenta reforzar las cadenas de dominio conduciendo a los trabajadores a que olviden que en la sociedad capitalista mantienen una condición de explotados y se asuman como ciudadanos atomizados que no tienen más alternativa que seguir el rito periódico de ir mansamente a las urnas y marcar una papeleta para elegir de entre una lista (en la que todos son iguales) al personaje que ha de cumplir el papel de su verdugo. Por eso el “poder” que la burguesía dice, a través de sus diversos voceros, se ejerce por los “ciudadanos” a través del voto, es en realidad el poder de la misma clase dominante en contra de los explotados.
El sistema capitalista es un sistema que ejerce una violencia abierta en contra los trabajadores a través de sus cuerpos represivos, pero de forma cotidiana lo hace a través de la explotación y la imposición de una degradante condición de vida. La fricción social continua que esta condición engendra es un problema para la burguesía y por ello requiere de hacer uso de mecanismos distractores y contenedores de esas molestias. La estructuración de un mosaico de partidos, que abarque desde la derecha hasta la izquierda, se vuelve vital para la clase en el poder porque éstos tienen un papel importante en la contención y desviación del descontento social. Su relevo en el gobierno o la simple esperanza de que esto pueda ocurrir, ayuda a la burguesía a que los trabajadores desgasten sus fuerzas y potencialidades y queden sometidos a la dinámica que dicta el capital. Y aunque al interior de la burguesía se expresan diversas posturas e intereses, todas ellas han de coincidir (en lo general) con que la democracia y el voto es la forma más adecuada para contener el descontento.
Por ejemplo, Karl Popper, filósofo venerado ampliamente por la burguesía, le rinde culto a la democracia porque dice encontrar en ella la forma de “castigar” mediante el voto; lo que implica entonces es que con el voto se castiga o se premia, quitando o poniendo gobiernos. Este argumento se repite en versiones más simplistas en cada campaña electoral que se lleva a cabo. Esta idea expuesta con estudios filosóficos o en grotescos comerciales de televisión, tiene la misma preocupación: mantener atados a los trabajadores a la ilusión de que la democracia y el voto son caminos alternativos para que los explotados lleven sus combates.
Pero el papel alienador de los partidos de la burguesía no sólo lo cumple en las campañas electorales o en su trabajo de “oposición”, también saben cumplir los mandatos del capital cuando encabezan los gobiernos.
Cada que hay un relevo de partido en el gobierno la burguesía lanza vítores porque anuncian la llegada de un cambio social. Pero poco tiempo ha de pasar para que se muestre que, sin importar el color del partido que asuma el poder, los resultados son los mismos: miseria, explotación y represión… incluso los argumentos para justificar la aplicación de sus brutales programas suelen ser repetidos. Si alguien piensa que son puras exageraciones recuerde que no sólo los gobiernos comandados por partidos de derecha son lo que aplican los feroces planes de austeridad. En España aún antes de que llegara al gobierno la derecha (con el PP), el PSOE ya había iniciado con los ataques. En Grecia el gobierno encabezado por Papandreou, miembro del Partido “socialista” (PASOK), no solamente inició los feroces ataques económicos contra la masa trabajadora, además no dejó de lanzar a la policía y al ejército en contra de las manifestaciones de protesta… la izquierda y la derecha buscan un lenguaje que los diferencie entre sí cuando están en la “oposición” (y quieren capturar la simpatía de los “ciudadanos”), pero estando en el gobierno, sus palabras y sus actos antiproletarios son iguales, y no podría ser de otra manera, después de todo los partidos y sus gobiernos tanto de derecha como de izquierda son enemigos de los trabajadores.
Luego de que hemos planteado el significado del voto y la manera en que actúan los gobiernos tanto de derecha como de izquierda, vale entonces analizar lo que significan las votaciones y las campañas electorales en México.
Es importante hacer notar que todos los partidos que están en competencia electoral, son estructuras de origen y naturaleza burguesa, por tanto, todos los personajes que están en este proceso representan a esa clase, pero no es la única razón por la que los trabajadores deben reconocer a estas campañas como procesos inútiles. No es por el hecho de que no exista un “partido adecuado” o un personaje diferente en esas boletas lo que nos lleva a reconocer que se trata de un proceso inútil. Es fundamental reconocer que la democracia y sus instrumentos de actuación, como las votaciones, no son sino mecanismos de control social, por lo que se entiende que no es sino una mascarada que ni siquiera tiene algún peso real en las tomas de decisiones. Es por ello que las elecciones son un terreno en el que los trabajadores no pueden obtener nada.
El PAN, PRI y PRD indudablemente representan lo mismo siendo partidos “opositores” o siendo gobierno. Los gobiernos de izquierda o derecha son enemigos de los asalariados porque su mandato es la protección de las ganancias capitalistas.
Es importante profundizar la reflexión sobre el significado de la democracia y de las votaciones, pero además es imprescindible que los trabajadores tomen consciencia de que su fuerza se encuentra en su capacidad de organizarse de forma autónoma a la clase en el poder. La lucha proletaria para enfrentar a este decadente sistema no pasa por las urnas, porque en las votaciones gane el partido que sea siempre pierden los trabajadores.
Tatlin, abril 2012
Grecia se hunde en la miseria
Lo que nos espera a todos
Ante el enésimo plan de austeridad impuesto a la población griega, la cólera ha irrumpido en las calles. Entre 80,000 y 200,000 personas se concentraron delante del Parlamento, en la plaza Sintagma, durante la noche del 12 al 13 de febrero durante la cual los diputados estaban votando las medidas de austeridad. Hubo duros enfrentamientos con la policía antidisturbios. El balance de lo que la prensa llamó “noche de guerrilla urbana” da un saldo de 48 edificios quemados y 150 almacenes saqueados. Hubo, sobre todo, unos cien heridos y 130 detenidos. Las imágenes de tales escenas de violencia, Atenas casi en llamas y los escombros humeantes a la tenue luz del amanecer que evocaban los estragos de una guerra, pasaban y volvían a pasar por las pantallas para así impresionar y meter miedo al resto del mundo. Lo que no se vio y sí se sabe gracias a muchos testimonios colgados en Internet es que casi 300,000 personas no pudieron ni siquiera acercarse a aquella plaza del Parlamento, bloqueadas por la policía en las calles adyacentes o a las bocas del metro. Y fue la policía la que empezó a lanzar gases lacrimógenos para dar caza y dispersar a la muchedumbre en pequeños grupos por todo el centro de la ciudad. Se ha hablado de bandas de jóvenes rompiéndolo todo a su paso, cuando en realidad había muchas personas maduras de ambos sexos participando en los actos violentos o en los jaloneos. Los incendios o los saqueos podrán haber sido la obra de provocadores o el resultado de la desesperación, pero lo que sí es cierto es que la rabia de la población era palpable como demuestran las imágenes de quienes tiraban piedras o cócteles Molotov contra las fuerzas represivas.
El último tren de medidas impuesto por la “troika” (Fondo Monetario Internacional, Unión Europea y Banco Central Europeo) resulta especialmente intolerable. Todos los manifestantes lanzaban el mismo grito: “imposible seguir alimentando a la familia o seguir protegiendo a los hijos, no queremos que se nos siga estrangulando de esta manera”. Para darse cuenta de ello, basta con mencionar:
– 22 % de reducción del salario mínimo (pasa de 750 a 480 euros) y 32 % para los empleos de jóvenes de menos de 25 años, lo cual da una idea de la enormidad del tijeretazo a los salarios en general;
– en efecto, para la mayoría de los proletarios, los salarios se han dividido por 2 por término medio, desde hace un año.
A ello se añaden:
– supresión inmediata o a corto plazo de 15,000 funcionarios a quienes se les pagará el 60 % de su sueldo de base durante un año o dos antes de ser despedidos;
– reducción del monto de las pensiones de jubilación;
– limitación a un año del subsidio de desempleo;
– supresión de subidas automáticas de salarios, incluidas las basadas en la antigüedad;
– reducción del presupuesto de la seguridad social, privando a amplias capas de la población de cuidados sanitarios;
– limitación a tres años de los convenios colectivos salariales.
¡Y la lista no es exhaustiva!: la tasa oficial de desempleo era, en noviembre de 2011, de 20,9 % (¡un alza de de 48,7 % en un año!). La tasa de desempleo de los jóvenes entre 18 y 25 años se acerca al 50 %.
En dos años la cantidad de los sin techo ha subido un 25 % y la hambruna amenaza. El hambre se ha vuelto la preocupación cotidiana de mucha gente, algo parecido a lo que ocurrió durante la ocupación que vivió Grecia en la Segunda Guerra Mundial.
Así refiere el diario francés Libération (30-01-2012) el testimonio de un médico de una ONG: “Empecé a preocuparme cuando traté en consulta primero a uno, luego a dos y poco después a diez niños que acudían a tratamiento con el estómago vacío sin habar comido nada la víspera”.
La cantidad de suicidios se ha duplicado en dos años, sobre todo entre los jóvenes, una persona de cada diez sufre depresión, el sobre-endeudamiento de las familias se ha disparado.
El rechazo casi unánime del último plan de austeridad ha sido tal que en el momento de votarlo, unos cien diputados se retiraron o expresaron su rechazo, incluidos unos cuarenta pertenecientes a los dos grupos mayoritarios de derecha y de izquierda, desmarcándose de la disciplina de voto de su partido, precisamente porque su accionar antiobrero se hace cada vez más evidente y abierto e intentan guardar un poco las apariencias. La situación es cada día más caótica: los dos grandes partidos tradicionales, totalmente desprestigiados, Nueva Democracia (o sea los conservadores) y el PASOK, tras 3 años de poder “socialdemócrata”, rondarían en torno al 25 % de votos. En ese clima general, la burguesía lo va a tener difícil para organizar las próximas elecciones legislativas anunciadas para el mes de abril. Tanto más porque los ministros de finanzas de la UE han decidido retrasar la decisión de desbloquear los 130,000 millones de euros previstos en el plan de ayuda, que debía acompañar la votación de las medidas de austeridad por el Parlamento griego. Son cada vez más fuertes las presiones y las reticencias de los 3 países de la UE que poseen todavía ese talismán de la triple A, Alemania sobre todo, países que preferirían que Grecia acabara declarándose en quiebra y abandonara la UE en lugar de tener que arrastrarla como un peso muerto.
Grecia no es, además, sino un eslabón de la férrea cadena de austeridad que atenaza ya a bastantes países europeos. No hay que hacerse ilusiones. Después de Grecia la troika se desplazó a Portugal para hacer la misma operación. Y siguiendo el mismo camino, le tocará después a Irlanda. Después le tocará a España y a Italia; incluso el nuevo presidente del Gobierno italiano, Mario Monti, recién instalado en el poder para hacer tragar mejor la misma amarga pócima, se inquieta por el porvenir de su país cuando critica la “dureza con la que se está tratando a Grecia”. Francia, cuya economía se tambalea cada día más, se encontrará pronto en la lista. En la propia Alemania, cuya salud y solidez económicas tanto se encomian, se puede ver cómo hay una buena parte de la población, especialmente los estudiantes, que se hunde en la precariedad. Y Europa ni es ni será la única zona afectada: ningún país del mundo podrá evitar la plaga económica. Porque no hay solución a una crisis mundial que se debe claramente a la quiebra total del sistema capitalista.
Una profesora declaraba: “Antes de la crisis yo cobraba 1200 €, ahora 760. Cada día de huelga me quitan 80 € y las medidas son retroactivas: este mes solo he cobrado 280 €. Trabajar no sirve para nada, de modo que mejor manifestarse y arrasar con todo para que entiendan que no vamos a dejar que nos sigan machacando.”
La exasperación y la cólera que muestra ese testimonio se están generalizando y se han ido reforzando. La causa de esa desesperación estriba en que se comprueba que lo estériles e impotentes para hacer retroceder los planes sucesivos de rigor que han sido las huelgas generales a repetición, de 24 o de 48 horas, que han convocado desde hace dos años los dos sindicatos principales, la ADEDY (confederación sindical de la función pública) y la GSEE (confederación sindical del sector privado), vinculados al PASOK (Partido socialista griego), que se reparten la labor con el PAME, correa de transmisión del Partido comunista, para dividir a los trabajadores y encuadrar y desfogar su hartazgo.
En tal situación, la agitación social en Grecia es intensa y la solidaridad intenta organizarse. Se han organizado asambleas en barrios, ciudades y pueblos, se han instalado comedores y repartos de comida, y el objetivo de la ocupación de algunas universidades es servir de lugar de intercambio y debates. Ha habido ocupaciones de ministerios (Trabajo, Economía, Sanidad), de juntas regionales (en Islas Jónicas o Tesalia), en la central eléctrica de Megalópolis, en el ayuntamiento de Holargos, como también han habido productores que han repartido leche y patatas entre la población. Y se ha producido un acto de autoorganización de trabajadores en el diario Eleftherotypia que emplea a 800 personas.
Pero la reacción más significativa, a la vez que demuestra la determinación del movimiento en Grecia, también es un concentrado de todas sus debilidades y sus ilusiones: es lo ocurrido en el hospital de Kilkis en la Macedonia central, al norte del país, en donde el personal reunido en asamblea general decidió ponerse en huelga y ocupar el hospital para exigir la parte del salario no pagada a la vez que decidían seguir con las urgencias y proporcionar cuidados gratuitos a los más necesitados. Los empleados lanzaron un llamamiento hacia los demás trabajadores proclamando que “la única autoridad legítima para tomar decisiones administrativas será la Asamblea general de trabajadores.” Reproducimos en nuestra página Web en francés una traducción de ese llamamiento [27] ([1]) que expresa una voluntad clara de no quedarse aislados, llamando no solo a los demás hospitales sino a todos los trabajadores de otros sectores a unírseles en la lucha. Sin embargo, ese llamamiento deja también traslucir muchas ilusiones democráticas, al querer apoyarse en “una reacción ciudadana” y en una confusa “unión popular”, “con la colaboración de todos los sindicatos y organizaciones políticas progresistas y los media de buena voluntad”. Está también muy impregnado de patriotismo y de nacionalismo: “estamos decididos a seguir hasta que los traidores que han vendido nuestro país se vayan”, todo lo cual son auténticas ponzoñas para el futuro de la lucha. Ése es en efecto el factor principal de pudrimiento de ese movimiento “popular” en Grecia que sigue metido en las trampas del nacionalismo y de las divisiones que le tienden los políticos y los sindicatos que fomentan por todos los medios. Por todas partes flotan en el corazón de las manifestaciones las banderas griegas. Todos los partidos y los sindicatos jalean el resentimiento del “orgullo nacional ultrajado”. A la cabeza de esa demagogia populista, el Partido comunista griego (el KKE), que hace el mismo papel que Le Pen padre e hija en Francia, difunde machaconamente esa propaganda chovinista ampliamente aguijoneada por los demás partidos principales llevando así al movimiento a meterse en el atolladero de la defensa de los intereses del país: se acusa al gobierno de vender el país al extranjero a precio de saldo, de ser un traidor a la defensa de la nación. Se inocula la idea de que el responsable de la situación no es el sistema capitalista, sino la Europa “alemana” o Estados Unidos. Ese verdadero veneno que embrutece el combate de clase desviándolo hacia los caminos de las divisiones nacionales, en donde se realiza precisamente la competencia capitalista, no sólo es un callejón sin salida sino, sobre todo y evidentemente, el obstáculo principal para el internacionalismo proletario. No tenemos intereses nacionales que defender. Nuestra lucha debe desarrollarse y unificarse por encima de las fronteras. Por eso es vital que los proletarios de otros países entren en lucha, demostrando así que la respuesta de los explotados del mundo entero contra los ataques del capitalismo no puede desarrollarse en el terreno nacional.
W, febrero 2012
[1]) Fuentehttp: //nantes.indymedia.org/article/25117 [28]
Bajo el capitalismo, el pozo del horror es insondable. Por los cuatro puntos cardinales del globo terráqueo, este sistema destruye, hace pasar hambre y masacra a centenares de miles de personas. En Siria, este brutal sistema de explotación escribe hoy, a punta de bayoneta impregnada en sangre, un acto más de su historia de atrocidades innumerables. En Siria la vida tiene menos valor que las balas que se la llevan.
Es sábado 4 de febrero y al mediodía, uno como otro de tantos, en Homs una multitud inmensa entierra a sus muertos y manifiesta su ira contra Bashar Al-Assad. Desde el inicio de los acontecimientos en abril de 2011, tampoco transcurre un día en Siria sin que sea reprimida una manifestación, con el resultado de que en menos de un año ha habido más de 2500 muertos y miles de heridos. Así las cosas, la noche del 4 al 5 de febrero la práctica de los asesinatos en masa ha superado el nivel. Durante horas, al amparo de la oscuridad, solo se oye el tronar de los cañonazos, otras armas de Assad y los gritos de los moribundos. Al alba se podía ver ya lo que hoy llamamos la “Noche roja de Homs”: con la luz del día se ven las calles alfombradas de cadáveres. El balance de la matanza fue de 250 muertos; sin contar los que murieron a causa de las heridas ni los que fueron rematados, más tarde, a sangre fría por los militares a sueldo del poder. Esta masacre no acaba con la llegada del día: a los heridos se les persigue a lo largo de la jornada hasta las camas de los hospitales, donde son ejecutados. Incluso los médicos, sorprendidos mientras curan a los “rebeldes”, son abatidos a tiros. Muchos habitantes de Homs son asesinados de un balazo en la cabeza por el solo crimen de llevar medicamentos en sus bolsillos. Ni las mujeres ni los niños escapan a esta carnicería. La misma noche la cadena de TV Al Jazeera anuncia que se habían oído fuertes explosiones en la región de Harasta, en la provincia de Rif-Damasco. En esta ciudad, situada a unos 15 kilómetros al Norte de Damasco, se enfrentan en violentos combates el Ejército libre sirio (ASL) y las fuerzas del régimen. Aquí también las masacres son abominables.
¿Cómo es posible todo esto? ¿Cómo un movimiento de protesta contra el hambre y el paro ha podido transformarse, en unos meses, en tal baño de sangre?
¿Quién es el responsable de tal horror?
¿Quién dirige la mano asesina de los militares y los mercenarios?
La barbarie del Régimen sirio está más que demostrada. Que el bando en el poder no se para ante nada, que no renuncia a ninguna masacre para mantenerse a la cabeza del poder del Estado y así conservar sus privilegios está meridianamente claro; pero ¿Quién es este “Ejército Libre Sirio” que se ha puesto al mando de la “protesta popular”? ¡Otra banda de asesinos! El ASL, que pretende luchar para liberar al pueblo, no es sino el brazo armado de una fracción burguesa en competencia con la de Bashar Al- Assad. Y este es el gran drama en que están atrapados los manifestantes. Éstos, que quieren luchar contra sus insostenibles condiciones de vida, contra la miseria, contra la explotación,..., están atrapados entre el yunque y el martillo, aplastados, masacrados, torturados...
En Siria, los explotados son muy débiles para desarrollar una lucha autónoma; su cólera ha podido ser desviada inmediatamente e instrumentalizada por las diferentes bandas burguesas del país; los manifestantes han acabado como carne de cañón en una guerra que no es la suya, por unos intereses que no son los suyos; como había ocurrido en Libia unos meses atrás.
Como se ve, el ASL no tiene nada que envidiar a la naturaleza sanguinaria del régimen sirio en el poder; ya amenazó, a comienzos de febrero, con bombardear Damasco y todos los puestos de mando del régimen junto con sus feudos. Pidió a la población de Damasco que se alejara de estos blancos, algo totalmente imposible. Los habitantes de Damasco no tenían otra elección que meterse bajo tierra en cuevas o subterráneos, como si fueran topos o ratas, lo mismo que sus hermanos explotados de Homs.
La burguesía siria no es la única responsable de estas masacres; son numerosas las complicidades internacionales, tantas como los escaños que ocupan en la ONU. Ammar al-Wawi, uno de los jefes del ASL también acusa directamente a Rusia y a algunos países vecinos, Irán y Líbano, por su implicación; e indirectamente a la Liga Árabe y a la comunidad internacional por su omisión, al haber dado luz verde a Assad por masacrar al pueblo. ¡Vaya descubrimiento!
• China y Rusia defienden pública y políticamente al régimen sirio. Junto a Irán, Rusia aprovisiona de armas a este régimen; y es muy probable que las fuerzas armadas de estos países estén interviniendo directamente sobre el terreno, con un nombre u otro. Para las potencias capitalistas no cuentan ni los muertos ni el sufrimiento humano que infringe la defensa de sus sórdidos intereses imperialistas.
• Irán se juega en Siria gran parte de su dominio en el Próximo y el Medio Oriente. De ahí que este Estado apoye con todas sus fuerzas el régimen sirio, incluso implicándose militarmente sobre el terreno. Las “grandes naciones democráticas”, que hoy proclaman, con la mano en el corazón y los ojos llenos de lágrimas de cocodrilo, que la represión de los manifestantes por el ejército de Bashar al-Assad es insostenible, no tienen compasión alguna por el dolor de las familias y únicamente les interesa el debilitamiento de Irán y poner bajo su propia bota a Siria. Se trata de un pulso peligroso puesto que Irán no es Irak: Irán es un país de más de setenta millones de habitantes, con un ejército numeroso y bien equipado y sobre todo con un poder destructivo mucho más importante que el de Siria. Si se obligara a Irán a impedir el paso del petróleo por el estrecho de Ormuz sería una catástrofe económica. Cualquier ataque directo a Irán provocaría un caos incontrolable; se generalizarían las “noches rojas”, como la de Homs, en toda la región.
En el mundo, las tensiones entre Irán y buen número de potencias imperialistas aumentan diariamente: EEUU, Inglaterra, Francia, Arabia Saudita, Israel, etc. La guerra amenaza pero por el momento no explota. Entretanto y casi como un mecanismo infernal el ruido de las armas se oye cada vez más cerca de Siria, amplificado aun más por el veto, de China y Rusia en la ONU, relativo a la propuesta de una resolución condenando la represión del régimen de Bashar Al-Assad al pueblo.
Todos estos carroñeros imperialistas se agarran al pretexto de la infamia y la deshumanización del régimen sirio para preparar el inicio de una guerra total en este país. Primero el diario ruso La Voz de Rusia y luego la cadena de televisión pública iraní Press-TV alertan de que Turquía se prepara, con la ayuda americana, para atacar Siria; que a tal efecto, el Estado turco concentra tropas y pertrechos en su frontera con Siria. Más tarde estas informaciones son manejadas por el conjunto de la prensa occidental, que difunde que frente a Siria se han desplegado misiles balísticos tierra-tierra de fabricación soviética en las regiones de Kamechi y Dair az-Zawr en la frontera con Turquía e Irak. Todas estas informaciones y movimientos vienen gestándose tras la reunión que hubo en noviembre en Ankara y que dio lugar a una serie de encuentros posteriores. En esas reuniones, en las que participaron también la Oposición libanesa y la siria, el emisario de Qatar ofrece al primer ministro turco Erdogan financiar toda la operación militar desde el territorio turco contra el presidente Al-Assad.
Todos esos preparativos han llevado a los aliados de Siria, en primer lugar a Irán y Rusia, a elevar el tono de sus protestas y a pronunciar veladas amenazas contra Turquía. El Consejo Nacional Sirio (CNS), que agrupa, según la prensa burguesa, a la mayoría de la oposición de este país, ha recogido ya el mensaje y ha anunciado públicamente que no va a solicitar ninguna intervención militar del exterior en suelo sirio. Esto significa, sin duda alguna, que tal negativa paraliza de momento al brazo armado de Turquía y, eventualmente, al del Estado israelí. El CNS se burla, como las otras fracciones burguesas implicadas, de los sufrimientos humanos que ocasionaría una guerra total en suelo sirio; lo que teme es simplemente perder el poco poder que aún le queda en el caso de que hubiese un conflicto de mayores dimensiones.
Los horrores que vemos día tras día en TV o en la prensa burguesa son dramáticamente verificables. Si la clase dominante nos va mostrando todo esto a lo largo del tiempo no es por compasión ni por humanidad; lo hace sobre todo para prepararnos ideológicamente, para que aceptemos posteriores intervenciones militares, mucho más sanguinarias y masivas. En este genocidio en marcha Bashar al-Assad y su banda no son los únicos verdugos. El verdadero verdugo de la humanidad es el sistema capitalista agonizante que produce la barbarie de estas masacres interimperialistas como las nubes generan la tormenta.
Tino, 16 febrero
Es con mucha alegría que nuestra organización y sus militantes saludan la constitución de dos nuevas secciones de la CCI, en Perú y Ecuador. La constitución de una nueva sección siempre es para nosotros un acontecimiento de mayor importancia. Por un lado porque viene a confirmar la capacidad del proletariado mundial, pese a sus dificultades, para segregar minorías revolucionarias a escala internacional y, por otro, porque participa al reforzamiento de la presencia de nuestra organización en el mundo.
La creación de ambas nuevas secciones de la CCI se da en el contexto de una situación en la que el proletariado empieza a recuperarse, desde el 2003, del largo periodo de retroceso en su conciencia y combatividad que sufrió a partir de los acontecimientos de 1989 ([1]). Esta fase de recuperación se ha concretizado por un conjunto de luchas que demuestran una conciencia creciente del callejón sin salida en el que está el capitalismo y por la emergencia a nivel internacional de minorías internacionalistas que buscan tomar contacto entre ellas, se plantean varias preguntas, buscan una coherencia revolucionaria y debaten las perspectivas para desarrollar los combates de clase. Parte de ese medio se orienta hacia las posiciones de la Izquierda Comunista y ciertos de sus elementos o grupos vienen a reforzar nuestra organización. Así es como se creó un núcleo de la CCI en Brasil en el 2007 ([2]). En el 2009, saludamos la creación de dos nuevas secciones de la CCI en Filipinas y Turquía ([3]).
Estas nuevas secciones también son el producto del esfuerzo sostenido de toda nuestra organización y de sus militantes para tejar lazos allí en donde existen grupos o elementos en búsqueda, se destinen o no a entrar en la CCI.
Nuestras nuevas secciones eran, antes de integrarse, grupos de elementos en búsqueda que se han directamente aglutinado en torno a posiciones de la CCI como en Ecuador, o que provienen de varios ámbitos políticos como en Perú. En uno u otro caso, dichos grupos se han desarrollado por la discusión con otras fuerzas políticas y en discusiones sistemáticas con la CCI, en particular de su plataforma. Por otro lado, también han tenido la preocupación constante de posicionarse sobre los acontecimientos mayores de la situación internacional o territorial ([4]). Hoy en día, siguen evolucionando en un medio rico de contactos. Radicadas en Sudamérica, ambas secciones vienen a reforzar la intervención de la CCI en lengua española así como su presencia en América Latina donde ya estaba presente en Venezuela, México y Brasil.
El conjunto de la CCI dirige un caluroso y fraterno saludo a esas nuevas secciones y a los compañeros que las constituyen.
La CCI, abril de 2012
[1]) El hundimiento del estalinismo que dio lugar al desarrollo de campañas burguesas identificando fraudulentamente el comunismo con el capitalismo de Estado como se ha desarrollado en los países del Este tras la degeneración de la Revolución Rusa.
[2]) Léase “!Saludo ala creación de un núcleo de la CCI en Brasil!”
[3]) Léase “!Saludo a las nuevas secciones de la CCI en Turquía y Filipinas!”
[4]) Algunas de ellas fueron publicadas en Acción Proletaria, órgano de la CCI en España, y en ICC on line en nuestro sitio de lengua española.
Desde que se instauró el régimen de Correa, los ataques a la clase obrera no han cesado, por el contrario, se han intensificado y es más, el correismo ha sido más efectivo que los otros gobiernos en su labor antiproletaria. El correismo es la continuación de todos los gobiernos que se han instaurado desde 1979, cuando los militares, junto con los partidos de la burguesía de izquierda y derecha, a puerta cerrada repartieron los papeles en el nuevo escenario para gestionar de mejor manera la crisis del capitalismo desatada a finales de los 60 y que en Ecuador se expresó a través de la deuda externa.
Ante este callejón sin salida que plantea un capitalismo en declive marcado por una descomposición galopante en donde el futuro es cada vez más incierto para los economistas agoreros, a la burguesía solo le queda regresar con loca pasión al agresivo endeudamiento y a la aplicación de políticas de ajustes de la economía que solo significan hundir en la desesperación a la clase obrera. El Estado ecuatoriano no escapa de esta tendencia, en los últimos tres años (2008-2010) las exportaciones ecuatorianas han tendido a decrecer. Empero, lo que genera el engaño en los montos del ingreso en dólares es el precio del barril de petróleo que aparentemente genera una expansión del ingreso en un 13 %. Es un espejismo y esto lo sabe el correismo, las reservas mundiales se agotan, la especulación se dispara, pero las medidas para palear estos tiempos inestables implican golpear los bolsillos de los trabajadores. Así encontramos que se viene aplastando el salario indirecto al reducir los gastos en salud, educación y servicios sanitarios, pero además afectando la plantilla laboral… tal como lo vienen haciendo Obama, Sarkosy, Angela Merkel, Rajoy o cualquiera de los gobernantes en el mundo.
Correa, protegiendo la ganancia de la burguesía, impone políticas como: flexibilización laboral, los despidos intempestivos sin el “trauma” de las protestas callejeras, el congelamiento de los salarios, la eliminación de los contratos colectivos en el sector estatal… y todo ello adornado con frases de defensa de la democracia y del orden constituido.
Algunas evidencias de esto que hemos planteado son:
– el 30 de abril de 2008 se impone el “Mandato 8” para normar la “Tercerización e Intermediación Laboral”, lo que significó el despido de 39,200 trabajadores, una parte de estos fueron reinsertados a las empresas en donde prestaban sus servicios pero subcontratados;
– el 30 de abril de 2009 se emite el “Decreto 1701” para limitar los “privilegios” en los contratos colectivos que se firman entre los funcionarios públicos y el Estado: miles de trabajadores son cesados de sus funciones bajo la figura de jubilación anticipada o, luego de ser sometidos a evaluaciones de sus capacidades, son forzados a dejar sus cargos; en el magisterio fueron 2957 maestros los que fueron sometidos a ese vía crucis;
– el 7 de julio de 2011 se emitió el “Decreto Ejecutivo 813” mediante el cual se reforma el reglamento a la ley de Servicio Público y establece la figura de la “compra de renuncias obligatorias”; así entre 2011 y de lo que va el 2012 se han eliminado 7093 puestos de trabajo, comprometiendo mayormente al sector de la salud como el que más despidos ha aportado.
Del universo de la Población Económica Activa (que es el 55.5 % de la población total de Ecuador), el 57 % no tiene un trabajo estable, es decir, deambulan entre la informalidad (vendiendo cualquier cosa en las calles), el trabajo precario y temporal, y la desocupación abierta…
Pero aún los trabajadores que cuentan con trabajo no aseguran ingresos suficientes que les permita cubrir sus necesidades básicas. El sueldo de un trabajador “capacitado” –bachiller técnico o con alguna destreza– es de 280 dólares al mes, el de un médico graduado de la universidad con siete años de estudios llega a ganar entre 500 y 700 dólares al mes. Los únicos que han visto incrementar sus salarios son las fuerzas represivas. Correa ha decretado un alza de sueldos y salarios de los militares entre el 5 % y el 25 %. Ahora un soldado raso que sale de los cuarteles de instrucción, entrenado para matar, se embolsa un sueldo de 900 dólares al mes.
Esta es la esencia del correismo, arropado en esa aberración llamada “Revolución Ciudadana” enmarcada en la no menos despreciable y abominable ideología del “Socialismo del Siglo XXI” del chavismo.
Las promesas de Correa y de los ideólogos del “Socialismo del Siglo XXI” no son opciones para los trabajadores, solo la lucha proletaria traza una perspectiva propia y con un verdadero futuro.
Internacionalismo-Ecuador
marzo de 2012
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Luchas en el sector
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En las urnas como en Las Vegas, sólo se puede perder. No importa si se juega por ingenuidad o ludopatía, en el casino, “la casa” siempre gana. De eso se tratan las elecciones, en eso consiste la trampa democrática: en un juego truqueado donde el proletariado siempre pierde y “la casa”, es decir, la burguesía, siempre gana.
Hoy, después de una enconada batalla entre facciones burguesas, “movilizaciones ciudadanas” e ilusiones democráticas, se ha designado a los “funcionarios públicos” que pondrán el rostro mientras la burguesía en su conjunto, ayer como hoy, continúa sangrando y crucificando al proletariado. Los resultados “favorecen” en cada caso a tal o cual partido generando molestia en las facciones con candidatos “no favorecidos”. Pero esto forma parte del guión burgués pues todos ellos reconocen que “en democracia hoy se gana y mañana se pierde”. Así, el actual presidente Felipe Calderón del PAN, anunció con una sonrisa en el rostro que su gobierno colaborará y dará su respaldo al virtual presidente de México, Enrique Peña Nieto, del PRI; mientras López Obrador “el candidato de las izquierdas” y los suyos, se retuercen en la amargura cuales babosas entre la sal.
Desde el punto de vista de la burguesía y su Estado e independientemente de los resultados electorales, la mistificadora campaña democrática ha sido excelente, con una “participación ciudadana” masiva. Y efectivamente, las cifras parecen darles toda la razón pues en esta ocasión el abstencionismo ha sido uno de los más bajos en la historia reciente. 49 millones de ciudadanos, en su mayoría trabajadores, tacharon y metieron un papelucho en unas cajas con la ilusión de que sus miserables vidas cambiarían en algo con los resultados sin darse cuenta de que los resultados son “lo de menos” pues el propio mecanismo de las urnas, quede quien quede, es una trampa.
Una trampa que se renueva en virtud de las promesas e ilusiones fomentadas por la burguesía gracias a la coacción y al infame aprovechamiento del hambre que carcome a amplios sectores de la población, por un lado. Por el otro, una trampa promovida a través de argumentos ideológicos cifrados en “el compromiso ciudadano”. Así, por todos lados, llovieron alicientes para hacer de estas elecciones “una fiesta ciudadana”. Unos votaron porque las tripas se les calmaron un poco con el kilo de frijol que les dieron, otros porque creyeron en las promesas de futura bonanza económica, sea porque “el cambio verdadero” estaba “por venir” o porque “el PRI sí sabe gobernar” y el salario “volverá a alcanzar”. Otros votaron porque simplemente se tragaron el cuento de que ejercer su derecho ciudadano “sirve” de algo a condición de que dicho voto sea “libre, razonado e informado”.
Peña Nieto ganó de la misma forma que hubiera ganado López Obrador o cualquier otro: con montañas de kilos de tortilla y aluviones de promesas falsas de “mejores días futuros” que nunca vendrán. Y no vendrán no sólo porque “los políticos mienten” sino porque es imposible que el capitalismo agonizante nos brinde otra cosa que más miseria y más explotación. Así, la triste realidad será con Peña y hubiera sido con AMLO o cualquier otro –en contraste con las dispendiosas campañas plagadas de excesos y dinero a raudales–, la de mayores ataques y degradación de nuestras condiciones de vida. Ganó Peña Nieto y con ese resultado tendrán que vivir los próximos 6 años no sólo los millones que votaron por otros fantoches sino todos aquéllos que se movilizaron abiertamente en contra de EPN a través del movimiento “#yo soy 132”. Éstos últimos temían y confirman sus recelos sobre “la imposición”, pero dichos temores se habrían visto confirmados si el ganador hubiera sido otro porque en el juego de las elecciones “la imposición” es el propio mecanismo electoral. El problema entonces no es que ganó EPN o el cómo ganó, pero la izquierda nos machacará que “la imposición” y “el fraude” no pueden aceptarse, que las movilizaciones que arrastraron a millones a las urnas, deben seguir.
Pero, ¿qué cambiaría si hubiera ganado AMLO o cualquier otro? Nada, no cambiaría nada porque dada la crisis del capitalismo, la agudización de los ataques contra las condiciones de vida de la clase trabajadora y de las demás clases y capas no explotadoras, no hará más que continuar. En el mundo entero, los gobiernos de las distintas naciones capitalistas se ven obligados a poner en marcha los mismos mecanismos para intentar frenar sus descalabros económicos impulsando medidas brutales de austeridad y reformas que permitan explotar más y mejor a la clase obrera. Una mirada “a vuelo de pájaro” sobre las naciones del mundo demuestra que los diversos gobiernos, sean del partido que sean, no hacen más que atacar al proletariado a través de las mismas brutales medidas. En México la situación es la misma y las reformas “estructurales” venideras que EPN impulsará para “modernizar al país” van en ese sentido; un sentido en absoluta continuidad con las medidas realizadas por el PAN en contra de los trabajadores y en absoluta consonancia con las medidas propuestas a su vez por AMLO. Así, la próxima reforma laboral que se tiene que aplicar forzosamente ante la agudización de la crisis capitalista en la región, la aplicará EPN pero la hubiera tenido que aplicar AMLO o JVM de haber ganado.
Cada cierto tiempo el capitalismo, en México como en otras “naciones democráticas”, se viste de luces y propina a las clases no explotadoras de su región la negra gracia de elegir a sus verdugos. Cada cierto tiempo, la insulsa “masa de ciudadanos” se agolpa con mayor o menor entusiasmo a las urnas, desdibujando sus propios intereses en cuanto clases explotadas, para inmolarse ante el altar preferido de la burguesía, la democracia. Y la burguesía se sirve de esta farsa para reoxigenar su desfalleciente sistema y mantener al proletariado y a las demás clases no explotadoras, atadas de pies y manos, encerradas en la camisa de fuerza del “ciudadano responsable que vota”.
Después de esta “jornada ejemplar”, el único resultado que perdurará es el de la frustración entre aquéllos que creyeron que votando las cosas cambiarán. Por su parte, el conjunto del proletariado se verá sumido en una vorágine de duros golpes a sus condiciones de vida que de todos modos le serían propinados por quien hubiere ganado las elecciones. Pero los trabajadores cuando se arrancan el corsé de ciudadano y luchan por los intereses que comparten con el resto de sus hermanos en el mundo, tienen en sus manos una perspectiva real de transformación social. Sólo una posibilidad real existe ante las condiciones de explotación y miseria presentes y no es la de los zombis que votan sino la de la lucha en nuestro propio terreno, ajeno a la mistificación ciudadana y lejos del juego democrático.
“Para defender sus intereses, el proletariado no debe aferrarse a las instituciones democráticas, ya que no son obra suya, sino de la burguesía. Ellas existen en la medida en que impiden al proletariado plantear sus reivindicaciones de clase y adquirir la conciencia política que le haga descubrir la necesidad de destruir el Estado burgués democrático” ([1]).
Opabinia, 3-07-2012
[1]) Declaración de principios de la Fracción Belga de la Izquierda Comunista. Octobre no 3, abril de 1938.
Presentamos a continuación la hoja con la que la CCI ha estado interviniendo en marchas y asambleas del movimiento “Yo soy # 132”. Esta hoja analiza y trata de dar una perspectiva a todos aquéllos elementos que sinceramente tratan de rebelarse contra el estado de cosas existentes, intentamos explicar el origen, el contexto social e histórico y analizamos la dinámica del movimiento para proponer una alternativa desde el punto de vista del proletariado y del marxismo, es decir, desde una perspectiva que trata de ir a la raíz de los problemas actuales ya que pensamos que no se trata de poner en el poder a tal o cual partido a través del voto, se trata de cambiar el mundo, de acabar con la explotación asalariada, pero para ello tenemos que pasar por un largo proceso de reflexión colectiva para comprender qué tenemos que hacer y con qué medios lo haremos.
Un creciente descontento social se percibe en el mundo. La violencia que viene tomando la crisis económica y la brutal degradación de las condiciones de vida que impone, han sido el marco e las protestas y movilizaciones en España, Grecia, Portugal, Israel, Chile, los Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá… en todas estas protestas se percibe una gran angustia sobre el futuro, por eso la pregunta que ha prevalecido en estas manifestaciones es: ¿es posible otro mundo?
La naturaleza de clase de estos movimientos no ha sido uniforme y ha variado en los diferentes países y según las fases del movimiento. Sin embargo globalmente podemos decir que han sido movimientos de las clases no explotadoras, revueltas sociales contra el Estado pero donde la clase obrera no ha estado presente sino de forma individual, no obstante su influencia se ha notado en los métodos de lucha y en las formas de organización que tomaron. La discusión libre y la toma de decisiones a través de Asambleas Generales, pertenecen a una tradición indudablemente proletaria.
La “Primavera árabe” y las movilizaciones que le continuaron por el mundo, han estado marcadas por una gruesa presencia de jóvenes que están cansados de los gobiernos tiranos y corruptos. No hay duda que en sus gritos y reflexiones hubo sinceros deseos de cambio de la realidad podrida que ofrece el capitalismo, pero ese descontento no logra encauzarse porque hay todavía una carga de ilusiones en la democracia, en el patriotismo e incluso en la religión. Por eso cuando buscan responder a la pregunta ¿otro mundo es posible?, su respuesta se queda atrapada en la vana esperanza de que basta con “democratizar el capitalismo”.
Desde la televisión y la prensa hemos visto a la clase en el poder festejar y animar estas expresiones, cuidándose muy bien de esconder los momentos en que estos movimientos avanzan cuestionando las bases del sistema de explotación.
Hay momentos en los que la burguesía se apuraba a aplaudir los “vientos democráticos” que soplaban estas movilizaciones, para así ocultar que por debajo se construía una fuerza crítica al capitalismo. Por ejemplo en España en noviembre de 2011, mientras que todos los políticos y medios de difusión centraban su atención en las elecciones y el poder de las urnas, las calles de diversas ciudades estaban efervescentes. Había Asambleas Generales y discusiones de todo tipo. Una idea fue especialmente extendida: “Derecha e izquierda, la misma mierda”. Al mismo tiempo retumbaba la consigna de “¡Todo el poder a las Asambleas!”. Son estas experiencias las que deben servir de referencia para la conducción del descontento.
La burguesía ha de lanzar una carga ideológica pesada una y otra vez para atrapar el descontento. Una y otra vez ha de insistir que no hay mejor mundo que el capitalismo, por lo que más vale dejar de pensar en la lucha de clases y centrar la atención en el accionar de los ciudadanos a través de las urnas. Pero la crisis y los ataques que degradan la vida de los explotados nos recuerdan que para crear un mundo diferente hay que destruir el capitalismo.
En México, la angustia por el futuro que ha creado la crisis económica y el continuo accionar depredador de la clase dominante y sus partidos han generado también un gran hartazgo. Este descontento está presente en todas las clases y capas no explotadoras, si bien se ha manifestado de forma más abierta en el sector estudiantil.
El movimiento denominado “#yo soy 132”, se ha nutrido por jóvenes que provienen no solamente de diferentes universidades (tanto públicas como privadas) sino principalmente de diferente origen social. De igual forma que las expresiones de “indignados” y “ocupas”, el “movimiento #132” está formado por una masa social heterogénea. Lo mismo se nota la presencia de miembros que por su origen o por su condición de asalariados forman parte de la clase obrera, como de jóvenes que provienen de la burguesía y la pequeña burguesía. No obstante la diferencia del “#132” con los “indignados” es que las expresiones de protesta en México se han mantenido bajo la estricta lógica de la disputa electoral que el Estado viene organizando.
A poco menos de dos meses para cumplirse la fecha en que ha de llevarse a cabo el climax del circo electoral, las protestas juveniles se enfocaron en criticar la actuación despótica, corrupta y criminal de un partido (PRI) y su candidato (Peña Nieto). A la par de ello han expresado su repudio a la práctica tendenciosa de los noticieros creados y difundidos por los negocios de televisión.
Es indudable que en las preocupaciones que alimentan el descontento hay sinceridad pues son expresión real del cansancio político que ha creado la actuación cotidiana de los gobiernos y sus partidos. El germen de “antipartidismo” que enarbolaba el movimiento en sus inicios, fue claro síntoma de ese hartazgo, aunque luego fue ahogado por tendencias de repudio o apoyo a tal o cual partido, reivindicando un “apartidismo” plenamente inscrito en la mistificación democrática.
Alentados por la experiencia de los “indignados”, el “movimiento #132” ha reconocido la necesidad de unirse en las calles, alentando la unidad y la solidaridad e incluso ha intentado usar la forma de las asambleas para reflexionar colectivamente… Hay por tanto razgos positivos que exponen estas movilizaciones, pero son muchos los problemas que tiene que enfrentar la masa de jóvenes proletarios que están participando en ellas si no quieren que su fuerza y coraje sean esterilizados y terminen siendo utilizados para reforzar las cadenas de opresión capitalista.
La burguesía, a través de los medios de divulgación, principalmente mediante los telediarios (de las mismas empresas que el #132 ha criticado), ha bautizado a este movimiento como la “primavera de los jóvenes mexicanos” y no se cansa de aplaudirlo porque reconoce que tiene como objetivo oxigenar al sistema político. Con estos argumentos, la clase en el poder no busca “ganarse las simpatías” de los jóvenes, sino alentar las ideas más confusas presentes en el movimiento y así asegurar que se quede enfangado en la esperanza del “cambio” operado por las urnas, en la democracia y en el reconocimiento al capitalismo como único camino para la humanidad. Se trata, sin duda, de evitar que los jóvenes proletarios que están mezclados en esa masa descontenta, rompan con las ataduras ideológicas de la burguesía e impriman así un carácter de clase a las movilizaciones.
El primer problema que enfrenta el “#132” es que asumen que se trata de un movimiento de “ciudadanos libres”. La burguesía al instaurarse como clase dominante impuso la condición de “ciudadano” como expresión de la liberación de la población de las viejas ataduras políticas sostenidas por la aristocracia. Pero esto implicó someterla a los lineamientos económicos y políticos del capitalismo, de tal forma que sea libre de vender su fuerza de trabajo, perpetuando la explotación y sometimiento a la ideología del egoísmo individual. Dicha ideología alcanza su expresión política mayor cuando solitario y atomizado, en un ejercicio aparente de toma de decisión personal, los explotados concurren a las urnas para validar a un poder que les es ajeno y totalmente opuesto.
La burguesía, al otorgar “derechos políticos iguales a todos los ciudadanos”, pretende borrar el hecho de que la sociedad está dividida en clases sociales y que cada una de ellas tiene intereses diferentes. Por eso cuando el “#132” se define como un “movimiento ciudadano”, encadena a todos los estudiantes a los intereses de la clase dominante.
Para esos jóvenes que tienen sus raíces de clase entre la burguesía y la pequeña burguesía todo se reduce a mejorar el sistema de explotación. Pero para los jóvenes que tienen un origen proletario o ya lo son dado que su vida está sometida al trabajo asalariado, reproducir esa fórmula es servir a sus explotadores. La democracia y la apertura o veracidad de los medios de difusión son medidas que están dirigidas a abrillantar el oscuro rostro del capitalismo. Porque la democracia no es una solución sino una traba a la que hay que enfrentar. Aceptar la condición de ciudadano es aceptar la trampa burguesa que busca evitar que los trabajadores (sin importar si son jóvenes o viejos, activos, desempleados o jubilados) reconozcan su condición de explotados. Pero sobre todo, esta treta busca hacernos aceptar que no hay más alternativa que seguir el rito periódico de ir mansamente a las urnas y marcar una papeleta para elegir de entre una lista al personaje que ha de cumplir el papel de nuestro verdugo.
Cada vez somos más los que soñamos con una sociedad donde la humanidad tome su vida en sus propias manos, donde tome sus propias decisiones. Donde no sea dividida entre explotadores y explotados, sino unida fraternalmente en su diversidad… Pero la pregunta es ¿Quién podría permitir que por fin la humanidad tome en sus manos la sociedad?
Si dijéramos que son “todos”, estaríamos suponiendo que “todos” tienen los mismos intereses y esto es falso. La burguesía luchará siempre con uñas y dientes para mantener su sistema y su posición dominante sobre la humanidad, así sea al precio de raudales de sangre, como ya lo ha hecho y de hecho, lo hace. Y en ese “todos”, también está la pequeña burguesía, que o bien trata de mantener el tren de vida que le ofrece la sociedad y en ese sentido es conservadora, o bien (cuando la proletarización la amenaza), se vuelve presa de la nostalgia de un pasado idealizado, es decir, reaccionaria.
Para convertirse en dueña de su propio destino, la humanidad debe salir del capitalismo. Y la única clase que puede derrocar este sistema es el proletariado, la clase de los trabajadores modernos. Pero esto no es un hecho ya determinado pues los trabajadores requieren ser conscientes de ello… Y lo que ahora vemos es que el descontento presente entre éstos es anulado cuando son arrastrados a la esperanza de la “democratización del capitalismo”. Por eso los proletarios requieren desarrollar su lucha, su unidad, su solidaridad y sobre todo su conciencia de clase. Para ello se requiere el impulso de la organización y el debate en su seno, amplias discusiones -lo más vivas y efervescentes posible- para desarrollar su comprensión del mundo, de este sistema y de la naturaleza de su combate.
Los debates deben ser libres y abiertos a todos aquéllos que quieran intentar responder a las numerosas cuestiones que se plantean a los explotados: ¿Cuál es el verdadero problema?, ¿cómo desarrollar la lucha con miras a la emancipación y no hacia un mayor encadenamiento?, ¿cómo organizarnos? Sobre todo, deben ser muy firmes en que no se trata de salvar o reformar este sistema agonizante y bárbaro. Cambiar el mundo no basta con salir a la calle a convocar “la unidad de los jóvenes por la democracia”. Otro mundo es posible sí, pero antes hay que destruir el capitalismo.
CCI
Todos los sectores de trabajadores están sufriendo un empeoramiento de sus condiciones de vida. Más allá de los discursos mentirosos del gobierno, de las promesas insulsas de todos los candidatos a los que solo les falta prometernos restituir el “paraíso perdido”, más allá de esa cortina ideológica, la realidad es contundente y tozuda, la realidad del aumento de las cargas laborales y de la disminución del poder de compra de los salarios, disminución de prestaciones, aumento del desempleo y la angustiosa ausencia de un futuro para las nuevas generaciones. Esta situación no es privativa de una región, de un sector ni siquiera de un país. El capitalismo se hunde inexorablemente en una crisis sin retorno, todos los países, incluidos por supuesto los desarrollados, están implementando duros planes de austeridad, de recortes en educación, en salud y en algunos hasta han congelado los salarios (España), en otros casos se trata llanamente de reducciones salariales como en Grecia. En México vamos por el mismo abismo, cada vez hay que trabajar más para vivir peor. El sector de los maestros ha estado en el centro de los ataques en los últimos años, por ejemplo, carrera magisterial es ya un asunto de una minoría de maestros y se han implementado ya “nuevos lineamientos” para endurecer aún más las condiciones laborales y restringir en gran medida los salarios, los maestros de reciente ingreso solo tienen contratos temporales y los requerimientos laborales van en aumento exprimiendo la energía, es decir, las condiciones laborales de explotación son cada vez más insoportables. Es verdad que hay muchos maestros que no se sienten identificados como parte de la clase explotada pero toda la cadena del sistema educativo, desde preescolar hasta universidades, se encarga de producir una mercancía necesaria para el capital: la fuerza de trabajo. En efecto, la educación es una necesidad vital para el capital, es gracias a ella que puede capacitar y preparar su mano de obra, pensar que es un “derecho inalienable” es producto de la ideología burguesa que nos hace creer que “la educación es la palanca de la historia” o que “la verdad nos hará libres” como dice el lema de las universidades jesuitas. Tanto la educación como la salud hacen parte del salario social del que hablaba Marx, los recortes en estos rubros representan por tanto verdaderos recortes al salario. Se puede uno preguntar con justa razón si la burguesía necesita una mano de obra capacitada cómo es que recorta el gasto en educación. Fuera de contexto esta pregunta es lógica, pero en el marco del desempleo, de la saturación mundial de los mercados, de la no existencia de fuentes de trabajo, en vez de abrir fábricas se están cerrando, en condiciones así la “austeridad republicana” y draconiana, se vuelve una necesidad para un sistema capitalista que no tiene más alternativa que atacar las condiciones de vida de sus explotados.
Es en este contexto que los maestros han realizado manifestaciones, paros y plantones desde finales de enero de este año para concluir en los plantones en Oaxaca, Chiapas y el DF.
Los sindicatos de todo color y pelaje, incluidos los llamados “independientes”, son los profesionales en realizar “acciones ejemplares” para liberar presión social y llevar a cada sector o región al desgaste y la desmoralización. Su papel no es unir el descontento sino separarlo, nunca intentan extender una lucha a otros sectores (ver artículo sobre Canadá en esta edición), siempre van a privilegiar el corporatismo. Lo que han llamado “unidad” es una mascarada que no pasa de las declaraciones o marchas conjuntas con otros sindicatos (el SME y la CNTE por ejemplo), eso sí, cada uno manteniéndose en su asunto. Recientemente hubo marchas de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), electricistas, estudiantes, etc., cada uno con su bandera y con sus energías por su lado, tal vez en la misma marcha pero sin un objetivo común, sin combatir por un solo movimiento de la clase trabajadora. La CNTE tiene su pliego petitorio y aunque en apariencia parece luchar por demandas de todos (educación, empleo), sus asambleas están cerradas a otros trabajadores, desempleados o jubilados provenientes de otros sectores. Estos métodos no permiten la unidad, al contrario, favorecen la división y el aislamiento del conjunto de la clase. NO se crea ningún espacio para que millones de desempleados, de jubilados, de estudiantes establezcan contacto y puedan emprender luchas comunes con los que sí están trabajando. Existe un reparto de tareas entre los sindicatos y el resto de los aparatos del Estado, mientras unos sindicatos se presentan como los “buenos de la película”, otros se presentan como “los verdaderos críticos y radicales” y los medios de comunicación se encargan de dividir a todos entre los que están a favor de unos o en contra de otros. Además, las marchas, bloqueos y los plantones son una ocasión ideal para expandir la falsa idea de que luchar es perjudicar a otros, por tanto, luchar es malo. Los sindicatos son especialistas en desprestigiar, desnaturalizar y falsificar la lucha del proletariado. Una lucha realmente proletaria sirve para desarrollar la unidad, afirmar su conciencia, construir su propia organización y sus propios métodos de lucha, los sindicatos hacen todo lo contrario. Los sindicatos siempre dan prioridad a lo que separa en vez privilegiar lo que une. Así, una organización como la CNTE tiene como objetivo mayor la “democratización del SNTE” y la expulsión de Gordillo de la dirigencia nacional, tales objetivos son de muy poco interés para el minero, el jubilado o el desempleado. Democratizar los sindicatos es una consigna del mismo calibre que aquella que reza “democratizar el capitalismo”. Además, lo hacen aparecer como “un asunto de los maestros” y eso inhibe a cualquiera que no sea profesor para participar a “su lucha”. El terreno está pues minado para la solidaridad, la unidad y la extensión de las luchas.
Junto a los ataques que todos los Estados, incluido el mexicano, están dirigiendo contra los trabajadores se pone en marcha la acción de los sindicatos para evitar la emergencia de luchas realmente unidas, que se planteen sumar a otros explotados y que se auto organicen. Los sindicatos existen hoy para impedir la extensión y unificación de las luchas, la experiencia de muchos trabajadores sinceros que han luchado y siguen haciéndolo bajo la tutela sindical podrán comprobar amargamente esta realidad.
Los sindicatos aunque se presentan como defensores de los explotados, son en realidad defensores de los intereses del capital. NO ponemos en ese saco a miles de obreros que aún tienen ilusiones en ese instrumento o a aquéllos que no conciben luchar sin ellos porque no ven cómo desarrollar una lucha independiente. Nos referimos al aparato sindical, con sus diputados dirigentes, con sus lazos con los partidos, con sus privilegios alejados completamente de la realidad de los agremiados; por ejemplo, el nivel de vida de Elba Esther Gordillo o Napoleón Gómez Urrutia y su séquito está a años luz del de los trabajadores. Los sindicatos llevan ya casi un siglo impidiendo y saboteando la lucha obrera. Que existan unos “moderados”, otros abiertamente ligados al poder, y otros “combativos”, “independientes y radicales” es con el fin de mejor engañar, confundir y dividir a los trabajadores. A imagen del aparato político de los partidos y las elecciones, nos hacen creer que hay unos menos malos que los otros y nos dan a elegir a nuestros verdugos. La CNTE se ha especializado en presentarse como una alternativa al sindicato oficial, sin embargo su meta siguen siendo sindicalista: “democratizar” el sindicato y sustituir a unos secretarios generales por otros… ¡eso sí, más democráticos”!
La CNTE actúa sobre una idea que existe entre los trabajadores y que consiste en suponer que los sindicatos no son los malos sino las burocracias enquistados en ellos, así bastaría con cambiar esas cúpulas sindicales para hacer de éstos verdaderos órganos de lucha proletaria. ¡Es una ilusión!, es la forma sindical la que impide luchar. “Reformar” a los sindicatos se ha planteado incluso como un objetivo mucho más importante que luchar contra los ataques a nuestras condiciones de vida, tal es el caso del CNTE, salvar el “sindicalismo democrático” se ha convertido en una consigna en sí misma y por décadas ha servido para impedir que los trabajadores de la educación desplieguen verdaderos combates por la defensa de sus verdaderos intereses como clase. Como una enésima demostración: recientemente la sección 22 de Oaxaca perteneciente a la Coordinadora se ufanó de sostener una lucha que no enarbolaba “en lo más mínimo” reclamos laborales, más salario, mejores condiciones de trabajo, etc., sino principalmente las llamadas demandas “sociales”, mejorar la educación, más democracia, etc.
Los sindicatos han sellado su existencia a la del capitalismo más o menos desde principios del siglo xx, su función es defender este sistema de explotación. Es por ello que no es casual que su vocación principal no es luchar por cambiar la realidad sino por “mejorarla” o simplemente justificarla. Trabajan permanentemente para la negociación, su meta es siempre “negociar”. La CNTE por ejemplo siempre empuja a “instalar mesas de negociaciones” y hasta construyeron una Comisión Nacional Única de Negociación (CNUN) para tratar con “Los Pinos”. Todos sabemos que esas negociaciones no son el resultado de una relación de fuerza entre la burguesía y el proletariado, son una trampa donde concederán algunas cuestiones secundarias para aparentar que hay “partes opuestas”. Por ejemplo, a principios de junio los profesores de Oaxaca y Chiapas levantaron sus huelga a pesar de que la respuesta a su sagrado pliego fue “mínima e insuficiente” (Proclama de la sección 22 de Oaxaca del 6 de junio). Todo este asunto de las negociaciones no hace sino reforzar entre los trabajadores la idea de que los sindicatos sirven, que la lucha detrás de ellos reditúa.
Los sindicatos y la ideolología que expanden son parte del capitalismo, difunden la ilusión de que hoy se puede mejorar la vida luchando por “reformas” en el seno mismo del capitalismo. Cuando los trabajadores emprenden una lucha es para intentar cambiar su condición de miseria, los sindicatos evitan que se cuestione la existencia de este sistema de explotación, hacen todo para que se piense que este mundo capitalista, decadente y bárbaro, se puede “humanizar” y, por tanto, hay que mantenernos en la legalidad y las instituciones. Todos los sindicatos son especialistas en desviar el descontento a los tribunales, a los amparos, a la defensa constitucional, al respeto a las leyes, a la defensa de la igualdad y la justicia de este mundo donde una minoría vive a expensas de la inmensa mayoría, en pocas palabras, ¡son la quinta columna en la defensa del capital!
Hoy los maestros son estigmatizados como unos “inconscientes que no piensan en el futuro de los niños”, mañana serán los médicos y enfermeras que al irse a huelga no considerarán a sus pacientes, los choferes que desprecian a sus pasajeros, etc., para cada huelga la burguesía tendrá siempre un pretexto para descalificar a los que osan “alterar el orden”, ¡su orden! En esta labor los sindicatos cumplen un papel precioso para el capital ya que llevan a los trabajadores a acciones que además de desgastantes son fáciles de volver impopulares: bloqueos, marchas kilométricas (como en Oaxaca), plantones, etc.
Para los trabajadores de todo el mundo se plantea hoy la necesidad de luchar más allá de los sindicatos, sólo así podremos empezar a construir una verdadera lucha unida, solidaria e incluyente.
Marsán. 14-06-12
Cuando hace cerca de cinco años empezaron las noticias de las dificultades de algunos bancos con las llamadas hipotecas “subprime”, los gobernantes de todos los países se apresuraron a tranquilizarnos diciéndonos que se trataba de “un fenómeno localizado”, circunscrito a un sector especulativo de la banca que había escapado a los controles. Nada había que temer, nos decían, puesto que la mayoría del aparato financiero estaba “saneado”. En España el propio gobierno Zapatero presumía de ello alardeando del alto nivel de provisiones con que los propios bancos españoles cubrían una “hipotética” quiebra de alguna entidad. Y para los incrédulos... la banca española superaba con sobresaliente los exámenes de solvencia: los “stress-test” hoya ya pasados de moda ante otros términos más en boga como “prima de riesgo” o “default”. Efectivamente, en 2012, el gobierno del PP ha debido aprobar en tres meses dos reformas del sistema financiero, eufemismo tras el que se disfraza la inyección masiva de capital público. Ni siquiera haber dispuesto de la “barra libre” de capital ofrecida por el Banco Central Europeo (una tercera parte de los 1,2 billones ha sido acaparada por bancos españoles), ha sacado a esa banca española del pozo en que la han sumido una masa ingente de activos “tóxicos” (en gran medida créditos ligados al sector inmobiliario) ([1]). En la “reforma” más reciente el gobierno ha debido nacionalizar al cuarto banco del país (Bankia) –que es a su vez la primera inmobiliaria de España– inyectando de entrada 12 mil millones de Euros, aunque sus activos “tóxicos” –préstamos incobrables– ronden los 32 mil millones que para que nos hagamos una idea es una cifra equivalente a todo el “Recortazo” de gasto público del presupuesto 2012.
Hace menos de tres años se agolparon también alarmantes noticias sobre la crisis de las deudas estatales y el riesgo cierto de suspensión de pagos por países como Grecia –y luego Irlanda, Portugal... Y otro dardo tranquilizante: se trata, nos decían, de una situación particular motivada por la irresponsabilidad de los gobernantes de aquel país que han mentido –¡ qué poca vergüenza ¡– sobre el estado real de balance de sus cuentas. Nosotros, nos decían, “no somos Grecia”. Hoy, ya son países como Italia y sobre todo España quienes ven su prima de riesgo acercarse a los fatídicos 500 puntos, que desembocarían a una situación de suspensión de pagos (por el brutal sobrecoste del endeudamiento) y al rescate. Se rehúye este término no sólo para tratar de eludir supersticiosamente ese “mal presagio”, sino sobre todo porque tal rescate es de unas dimensiones aterradoras: la economía española es la quinta de la UE y la doceava del mundo, a gran distancia de los países hasta ahora “rescatados” (el PIB español es el doble de lo que suman juntos el de Grecia, Irlanda y Portugal), y sobre todo el volumen de la deuda que lo atenaza es descomunal: el endeudamiento total del país (sumando la deuda pública, la de las empresas y la de las familias) es del 400 % del PIB, es decir al equivalente a la riqueza producida durante cuatro años...
Por ello empiezan a sugerirse soluciones más “discretas” tales como fondos europeos para “rescatar” al menos una parte del sistema financiero español (muy probablemente el que le debe más dinero a la banca internacional como ya se hizo con la deuda griega) como ha propuesto el recién estrenado presidente francés, Hollande ([2]), aunque para ello se imponga lógicamente una auditoría “exterior” para eludir las trampas con que las autoridades españolas tratan de ocultar el estado real de su sistema financiero.
Y otro tanto sucede con las finanzas públicas que también contienen sorpresas como la rectificación de la cifra de déficit público para el año pasado del 6 % (en noviembre de 2011) a cerca del 9 % en este mayo... Pero mil y un trucos contables con que intenten escamotearla, lo cierto es que quienes suministran la droga crediticia no perdonan: la prima de riesgo ha llegado a alcanzar, como decíamos, los 507 puntos básicos; el Estado español está pagando por el bono a 10 años cerca de un 6,5 % de interés. Y eso en lo tocante a la administración central, puesto que hay regiones –como es el caso de la Comunidad Valenciana– que deben de pagar una tasa de interés superior a la que está pagando Grecia; que hay ya cuatro comunidades autónomas (la Mancha, Murcia, Valencia y ¡Cataluña!) cuya deuda tiene ya la calificación de “bono basura”. Que una administración regional como la Mancha –con poco más de 2 millones de habitantes– paga diariamente 1 millón de euros por los intereses de su deuda,... También aquí se está produciendo una especie de intervención “subterránea”, en la que las burguesías europeas cobran cada décima de desviación del objetivo de déficit con 10 mil millones más de recortes en servicios sociales, en plantillas de empleados públicos, en sangre y miseria de los trabajadores y de la población en general, como pudo apreciarse a principios de Mayo cuando hubo de aprobarse un plan adicional de medidas que supone el despido de cerca de 40 mil maestros, la duplicación de las tasas para los estudios universitarios, el hacinamiento de más alumnos por aula; la exclusión de medio millón de emigrantes sin papeles de las prestaciones sanitarias, el copago de fármacos, la supresión de ayudas para algunas prestaciones sanitarias, la creciente exclusión de más y más personas mayores de los programas de ayudas a la dependencia... ([3]).
Cada uno de esos abrazos y reconocimientos a las políticas del gobierno de turno le cuesta a los trabajadores decenas de miles de despidos, un tanto por cierto más de personas en la miseria (oficialmente en España el 20 % de la población está en riesgo de exclusión social), mayores tasas de pobreza infantil, (en los últimos tres años la tasa de pobreza crónica infantil ha pasado del 24 al 26 %), más inquietud y ansiedad que hace que dupliquen las llamadas enfermedades mentales, el sentimiento de fracaso y culpabilidad, el temor al mundo que van a vivir nuestros hijos, la desesperación y la tasa de suicidios,...
Y toda esa enorme carga de sufrimiento humano y sacrificios... ¡para nada! Por mucho que lleven años prometiéndonos que con tal política, o su contraria, saldríamos de la crisis, lo cierto es que la crisis sigue avanzando y devastando cada vez partes más significativas del capitalismo mundial. Ese avance demuestra que esta crisis que no es ni local ni circunstancial, sino sistémica del modo de producción capitalista. Que sus causas no son “anomalías” o “corrupciones” del funcionamiento de este sistema social, sino el resultado de sus contradicciones insuperables, del agotamiento de sus paliativos (como lo ha sido especialmente el recurso durante las últimas décadas a un endeudamiento descomunal ([4])), y especialmente contra el hecho de que tales “medicinas” no sólo no mejoran a un paciente terminal, sino que agravan aún más su enfermedad.
Debemos deducir de ello que nuestra lucha para defendernos contra tales sacrificios no puede concentrarse contra una u otra expresión del capitalismo, ni tal o cual nación (la oposición de Alemania o los capitalismos más débiles tan de moda últimamente), ni tal cual sector (el financiero y especulativo versus el “productivo”), ni tal o cual modelo (el “neoliberalismo” versus el estatal), ni tal o cual política (la tan en boga polémica entre “austeridad” o “crecimiento”)... Todas ellas han fracasado como pretendidas “soluciones a la crisis”. Todas ellas han comportado bestiales ataques a las condiciones de vida de los trabajadores. Lo único que consiguen es sembrar en nuestra filas fatales ilusiones, retrasando la toma de conciencia de que el capitalismo es incapaz de acabar con la crisis que él mismo ha creado.
Dámaso, 21-06-2012
[1]) Oficialmente la banca española tiene 304 mil millones de créditos concedidos a constructoras, promotoras inmobiliarias, de los que la mitad son reconocidamente fallidos o pisos invendibles. Hay además 605 mil millones de préstamos hipotecarios a las familias que no se consideran como problemáticos y por tanto no se aprovisionan, aunque la morosidad crece –hoy es de un 8 %– y la cifra de desahucios se dispara. En total una cifra equivalente a todo el PIB español de 1 año.
[2]) Al que los medios de aquí se abrazaron durante la campaña electoral como verdadero “amigo de España”, y que –¡desagradecido!– se ha apresurado sin embargo a llamar a socorrer a la banca española, lo que traducido quiere decir que la califica de insolvente.
[3]) En ciudades como Madrid y Barcelona faltan voluntarios para encargarse de visitar y acompañar de cuando en cuando a personas mayores que envejecen, enferman y en algunos casos mueren solas en sus domicilios porque ya no hay subvenciones para llevarlas a asilos o centros de día.
[4]) Ver : “¿Por qué la crisis de la deuda?”
en https://es.internationalism.org/ap/2010s/2012/223_deuda [36]
Incremento de jornadas laborales, represión… el verdadero rostro del “socialismo del siglo xxi”
A través del decreto 1126, expedido el 28 de marzo por Evo Morales se pretendía alargar la jornada de los médicos de 6 a 8 horas, sin agregar un pago adicional al salario. Esa medida desató el descontento de los médicos que declararon una huelga que se extendió por 53 días, siendo relevante que el paro de actividades y las movilizaciones se vieron respaldadas por los estudiantes de medicina. La respuesta inmediata del gobierno de Evo Morales ante estos hechos fue declar la ilegalidad de la huelga, a la que describe de “huelga criminal” y lanzar las fuerzas represivas en diversas ocasiones en contra de las manifestaciones callejeras.
Pero que a nadie le extrañe la actuación del gobierno boliviano, representante del “socialismo del siglo xxi” y de sus flamantes promotores: el presidente Evo Morales, militante del “Movimiento Al Socialismo” (MAS) y de su vicepresidente Álvaro García Linera, que presume su pasado de guerrillero y se autoproclama como marxista; la respuesta que dan no podía ser diferente a la de cualquier gobierno burgués. No es que el “socialismo del siglo xxi” haya dado un giro o los personajes que lo promueven hayan traicionado algunos principios o hayan cambiado su origen de clase. El aberrante discurso del “socialismo del siglo xxi”, no es sino una ideología burguesa (de tono posmoderno) que busca definirse como radical al usar un lenguaje reivindicativo del indigenismo mezclado con frases extraídas del estalinismo y de los desgastados discursos del populismo. De la misma forma Evo con el MAS y García Liera se han encontrado siempre en la trinchera de la burguesía, lo mismo cuando estaban en la “oposición” y ahora encabezando el gobierno, como ya se ha evidenciado con creces en el caso de los “Farabundo Martí” en el Salvador y los sandinistas en Nicaragua.
Por eso las medidas de afectación a las condiciones laborales de los trabajadores de la salud y la respuesta represiva no hacen sino poner al desnudo la naturaleza burguesa del gobierno encabezado por el MAS.
La crisis general que aplasta al sistema, aunque se resalta más en algunas regiones, no deja de manifestar sus secuelas y efectos por todo el planeta. En Bolivia por más que la Banca Central afirme que hay gran fortaleza económica, las condiciones que vive la clase trabajadora y las medidas que los empresarios y el gobierno aplican para incrementar la explotación, muestran que la burguesía se encuentra preocupada por proteger su ganancia, por eso al igual que en Grecia o España (por mencionar sólo los países en los que la crisis se viene expresando con mayor violencia) instrumentan acciones para exprimir aún más la fuerza de trabajo asalariada.
Los voceros oficiales afirman que Bolivia ha mantenido un aislamiento de frente a las secuelas de la crisis, incluso usan como referente que la tasa de desempleo abierto ha pasado del 8 %, en que se encontraba hace un par de años, a niveles del 6 %, no obstante, incluso organismos oficiales como el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Empleo Urbano (CEDLA), indica que entre el 55 % y el 60 % de la población ocupada en las ciudades, labora en trabajos precarios o en actividades informales.
No es nada casual que la ampliación de la crisis lleve al gobierno boliviano a buscar incrementar la jornada de los médicos. A la clase en el poder no le importa las condiciones de vida de los explotados, sólo le interesa proteger al capital, y para hacerlo sabe que su principal medida es incrementando la explotación de los trabajadores. Es por eso que vemos por todo el orbe a los gobiernos de derecha o de izquierda, repetir la misma medicina.
Los ataques en contra de los médicos por parte del gobierno de Evo Morales no es una medida diferente a los planes de austeridad que por todo el planeta se vienen aplicando y para hacer pasar más facilmente esos golpes el argumento también es el mismo que en todas partes la burguesía repite: “es por el bienestar de la nación”. Y nada extraño es que Evo Morales utilice los mismos calificativos de desprecio en contra de los trabajadores de salud, que ha utilizado en México Felipe Calderón en contra de los despedidos de “luz y fuerza”, llamándolos “privilegiados. Pero la declaración del viceministro García Liera ilustra bien el ansia que la clase dominante tiene por llevar la explotación de los trabajadores a niveles cada vez más elevados: “El país no avanza si se para (…). Hay que trabajar y trabajar 8, 10, 12, 14 horas si queremos un país fuerte y salir de la pobreza…” (https://ultimasnoticiasbolivia.com/2012/04/13/ [38]).
Más allá de las acusaciones que el gobierno del “socialismo del siglo xxi” hace en contra de los trabajadores, diciendo que son manipulados por la derecha, la clase obrera de Bolivia y de todo el mundo debe de hacer una reflexión de la forma en que se llevó a cabo la huelga de médicos y los problemas que enfrentó.
En primer lugar debe de establecerse que los médicos y enfermeras son trabajadores asalariados y forman parte por tanto del proletariado. Este aspecto aunque parece básico, no se expuso con claridad durante las manifestaciones. Voceros gremiales llegaron a plantear que las medidas del gobierno eran en contra de la “clase media”. El mismo gobierno retoma esa expresión para definirlos como “privilegiados” y oponerlos en contra de sectores de explotados, que abusando de su pauperización y marginalidad son utilizados por el MAS y el gobierno, tal es el caso de los campesinos cocaleros.
Es cierto que los médicos lograron despertar la simpatía entre estudiantes de medicina, lo cual es un paso importante, pero al verse sometidos a los lineamientos del Colegio Médico de Bolivia, se presentó como un problema gremial que impidió se destacara una verdadera organización capaz de permitir la toma del control total de la lucha, con capacidad de crear una fuerza que logre la unidad y permita romper el aislamiento y las ataduras gremialistas. Justamente ese aislamiento es lo que ha facilitado la represión gubernamental.
Esta falta de organización real, sin duda puede llevar a que, en un ambiente de crecientes pugnas entre la burguesía (como es el caso de Bolivia), algún sector de la clase dominante busque aprovechar esas movilizaciones, pero eso no significa que la demanda planteada por los trabajadores de la salud sea inválida, más aún, esta huelga pone de relieve que todos los gobiernos de derecha o de izquierda, para enfrentar la crisis no tienen otra salida que incrementar la explotación.
De manera más concreta la movilización de trabajadores, por más dificultades que pudieron expresar, devela el descontento real de una masa de trabajadores en contra de los ataques de un gobierno de clara naturaleza burguesa. La careta del gobierno de Evo Morales se cae y muestra de forma cruda que los gobiernos que hoy se reclaman del “socialismo del siglo xxi” no tienen más objetivo que el de proteger la ganancia capitalista.
Rojo, junio-2012
Hace poco más de un año, el partido conservador ganó el gobierno de Canadá en la última elección federal. Un gobierno de mayoría conservadora no era el resultado que las principales facciones de la burguesía preferían ya que el partido conservador, bajo la dirección de Stephen Harper, había sido causante de una larga cadena de escándalos políticos que amenazaba con disminuir la asistencia de las nuevas generaciones a las urnas electorales. Sin embargo, este equipo de la burguesía canadiense ganó oportunamente para ayudar a desarrollar la clásica división ideológica del trabajo en tiempos de creciente malestar de la clase trabajadora al enfrentarse a la “izquierda en la oposición” representada oficialmente, por primera vez en la historia, por el Nuevo Partido Democrático (NPD).
Casi como si la burguesía canadiense hubiera anticipado lo que iba a venir, Canadá ha sido golpeado por una verdadera ola de malestar social desde el año pasado, que produjo una serie de huelgas y acciones de la clase trabajadora que afectaron a varias industrias centrales a nivel nacional y local. Además, aunque el movimiento “ocupa” en Canadá fue mucho menos dramático que en otros lugares, los estudiantes de Quebec han participado en una lucha feroz y prolongada contra los planes del gobierno para aumentar la colegiatura, afectando el tráfico a través de Montreal en varias ocasiones y obligando al aparato represivo del Estado de Quebec a mostrar su ferocidad una vez más.
Mientras que el movimiento estudiantil de Quebec parece motivado por muchos de los mismos factores que han llevado a las nuevas generaciones de trabajadores a movimientos de protesta similares en todo el mundo en los últimos años, el desarrollo de la lucha de clases en Canadá ha sido globalmente obstaculizado enormemente por el hábil uso de la táctica de la izquierda en la oposición de la burguesía canadiense.
Aunque los conservadores no han cesado su vía al escándalo –como las acusaciones del no confiable Parlamento sobre los verdaderos costos de los aviones de combate F-35 esta vía jugó en la táctica de apuntalar la izquierda en la oposición. Así, el auge del NPD ha servido de contrapeso desempeñando el papel de una “alternativa dentro del Estado” a la rabia causada por la cruel austeridad, la “indiferencia para defender la democracia” y la política descaradamente anti-obrera de los Tories. Ha actuado al mismo tiempo como un obstáculo en el desarrollo de la lucha de clases en Canadá, llevando a los trabajadores a la trampa de los sindicatos con la verborrea agresiva de la oposición “contra los ataques de los conservadores al derecho a huelga”. En cierto modo, la consigna del NPD de “democracia electoral y lucha a través de los sindicatos”, permitió al gobierno conservador ser más agresivo de lo que era. Éste sabe que sus rivales al otro lado en la cámara de los comunes trabajarán para asegurarse de que las luchas obreras no escapen a su control y al de sus amigos, los sindicatos.
La burguesía canadiense ha sido ampliamente exitosa –aunque ha pagado su cuota de inestabilidad electoral– al utilizar la política de la izquierda en la oposición, que le permite una mayor flexibilidad para implementar la austeridad al intentar proteger a la economía canadiense en un caótico entorno internacional, situación que la burguesía canadiense sabe va a afectar negativamente a su propia economía.
Justo un mes después de que el partido conservador ganó las elecciones, las tensiones laborales en los correos de Canadá estallaron en una serie de huelgas en todo el país. Descontentos por los ataques al contrato, sus pensiones y a las condiciones de trabajo y seguridad, la combatividad ya se había presentado entre los trabajadores de correos durante algún tiempo, obligando al sindicato (Canadian Union of Postal Workers) iniciar huelgas rotativas a principios de junio de 2011.
El nuevo contrato obliga a trabajar un año adicional al quinto antes de calificar para prestaciones sociales, establece una estructura de dos niveles salariales en la que los nuevos trabajadores reciben menos salario. Tras doce días de rotación de huelgas en varias ciudades en todo el país, la empresa Canada Post respondió despidiendo a los 48 000 trabajadores sindicalizados a mediados de junio, evitando completamente la entrega de correo en todo el país. No se puede ignorar tal evento, los medios de comunicación burguesa desarrollaron un intenso debate alrededor de la “obsolescencia tecnológica” de esa compañía de correos.
Apenas se había anunciado el bloqueo, el gobierno Tory comenzó a hacer ruido sobre la legislación de retorno al trabajo en la cámara de los comunes. La táctica era clara: despedir a los trabajadores, crear una “crisis nacional” y esperar a que el gobierno federal interviniera con la promulgación de una ley en favor de la empresa, que obliga a los trabajadores de correos a volver a trabajar en peores condiciones que la ofrecida por la propia empresa. De acuerdo con el ministro de Trabajo conservador, la ley era necesaria para “proteger la recuperación económica de Canadá”. La campaña del NPD de izquierda, supuestamente favorable a los trabajadores, fue lamentar “el colapso de la democracia canadiense”.
Los trabajadores postales detrás de los sindicatos y el NDP no tenían ni idea de cómo resistir al mandato del gobierno. Bajo la camisa de fuerza sindical, nunca pensaron en unirse con los trabajadores de las aerolíneas Air Canada, también bajo la amenaza de la Ley de retorno al trabajo. Gracias a los sindicatos, cada lucha fue aislada en su propio rincón, en su propio sector y por lo tanto fue condenada a la derrota.
Air Canada fue la segunda gran preocupación nacional al ser marcada por las tensiones laborales el año pasado. Cuando las huelgas rotativas en Canada Post estaban en su segunda semana, agentes de servicio al cliente en la aerolínea nacional hicieron huelga contra recortes al paquete en las pensiones. La huelga de agentes de servicio al cliente fue sólo la primera de una serie de luchas en Air Canada en ese año.
La frustración de los trabajadores se había dado desde al menos 2003 cuando la empresa solicitó protección por bancarrota. A fin de “mantener la empresa en el negocio” los sindicatos acordaron despidos y recortes del 10 % en el sueldo, recortes en vacaciones pagadas, en tiempo para el almuerzo y en días por enfermedad. En 2004 y 2005 el sindicato acordó recortes salariales adicionales de 2,5 por ciento. En 2009 estaba la amenaza de reestructuración con la congelación salarial para 2009 y 2010.
Los planes de la compañía para lanzar una nueva aerolínea “de bajo costo” con reducción de salarios y prestaciones fue la gota que derramó el vaso. El 14 de junio de 2011, unos 3800 agentes de servicio al cliente de Air Canada se fueron a huelga. El gobierno de Harper rápidamente emitió amenazas legales de vuelta al trabajo citando la necesidad de “proteger la frágil recuperación económica de Canadá”. Ante tal amenaza, el sindicato Canadian Auto Workers’ Union (CAW) terminó la huelga después de tan sólo tres días. ¿Por qué buscar fortalecer esta lucha mediante su vinculación con los trabajadores de correos huelga? ¡Por supuesto, este tipo de cosas nunca se le ocurre a los líderes sindicales, excepto como algo que debe evitarse a toda costa!
Sin embargo, el fin de esta huelga estaba lejos de significar paz laboral en Air Canada porque en octubre, los asistentes de vuelo amenazaron con otra huelga que podría interrumpir el transporte aéreo en todo el país. Esta vez el ministro laborista ni siquiera esperó a que la cámara de los comunes debatiera cualquier ley, dirigiéndose unilateralmente a la Junta de arbitraje, que declaró ilegal cualquier huelga de asistentes de vuelo. Como era de esperarse, el Sindicato Canadiense de Empleados Públicos (CUPE) lamentó el ataque de los Tories a la negociación colectiva –algo supuestamente necesario para el “buen funcionamiento de una sociedad democrática”– y comunicaron a sus más de 6,800 miembros que no podían estar en huelga. Sin embargo, para asegurarse de que mantenía la confianza de los trabajadores, el CUPE les escribió, “Este Gobierno no es su amigo. Está tratando de quitarles su derecho a la huelga y utilizará cualquier herramientas y trucos para lograrlo”.
Además, nuevamente evitaron cualquier idea de que los trabajadores de un sector podrían unir fuerzas con las de otro. Los asistentes de vuelo tenían la posibilidad de unirse con los empleados de seguridad de aeropuerto, quienes simultáneamente tenían su “propia huelga” en la que se habían coordinado provocando retrasos masivos de viajes durante tres días a principios de octubre en el aeropuerto Pearson de Toronto. Otra prueba de que los sindicatos no extienden las luchas, sino que las mantienen aisladas en sus bunkers sectoriales y en la red del legalismo burgués.
Tiempo después, las presiones de huelga en Air Canada no pudieron ser contenidas tan fácilmente con la amenaza de la intervención del gobierno. A finales de marzo de 2012, la tripulación de tierra se lanzó a una huelga salvaje en el aeropuerto Pearson que aunque duró sólo 12 horas, causó la cancelación de 84 vuelos y hasta 80 vuelos retrasados. El malestar se extendió rápidamente a los aeropuertos de Montreal, Quebec y Vancouver. La huelga de 150 trabajadores de tripulación de tierra fue una respuesta a la decisión de Air Canada de suspender a tres trabajadores que supuestamente habían interrumpido al ministro de trabajo, mientras caminaba por el aeropuerto el día anterior. En respuesta a la “huelga ilegal”, Air Canada despidió a 37 trabajadores. Por su parte, el ministro no perdió la oportunidad de recordar a los trabajadores que podrían ser castigados con una multa hasta de 1000 dólares por día sin laborar.
En respuesta a la huelga salvaje, los medios de información se lanzaron al ataque provocando la indignación del público hacia Air Canada y sus trabajadores, para asegurarse de que estuviera harto de los paros laborales en la aerolínea nacional.
Sin embargo, el ejemplo de la tripulación de tierra fue seguido rápidamente por los pilotos, cuando se lanzaron a lo que los medios de información llamaron una “huelga ilegal” a mediados de abril. En disputa por su contrato con la aerolínea y sujetos a una orden parlamentaria para evitar huelgas y bloqueos, los pilotos se fueron a huelga ilegal que obligó la cancelación de unos 75 vuelos en todo el país, con demoras que se extendieron por tres días. Air Canada obtuvo rápidamente una orden que obligaba a los pilotos a volver al trabajo, pero el sentimiento de frustración entre los pilotos casi los llevó a una confrontación contra su propio sindicato.
Lo mejor que pudo hacer la Asociación de pilotos de Air Canadá (ACPA) fue decir a sus miembros que estaba luchando contra la orden en los tribunales, pero que hasta que no se impusieran los canales legales, ninguna huelga era posible. ¡El legalismo burgués triunfa de nuevo! ¡De acuerdo con el sindicato no puede haber ninguna huelga hasta tener el permiso del Estado! El gobierno de Harper tiene mano dura con la clase trabajadora, pero los sindicatos fueron los encargados de aplicar las leyes de no huelga de manera concreta. A pesar de todo, como muestran estos ejemplos, la combatividad se ha ido desarrollando en la clase obrera amenazando con escapar del control Sindical.
Aunque las huelgas en Canada Post y Air Canada han sido las más destacadas a nivel nacional, otras luchas tuvieron lugar el año pasado. Algunas de las más importantes fueron:
• Una feroz disputa entre los maestros de la Universidad British Columbia y el gobierno provincial del Partido Liberal en la que los profesores se lanzaron a una “acción de trabajo mínimo” en septiembre de 2011 negándose a hacer informes, asistir a reuniones de personal, supervisar la actividad extracurricular o realizar trabajo administrativo. Esta vez fue el gobierno provincial Liberal el que aprobó el infame “Bill 22” en marzo de 2012, que fija un periodo de seis meses en el que toda huelga es ilegal so pena de pago de 475 dólares por cada día a los participantes. La aprobación de la ley 22 desató una campaña de resistencia entre los profesores que aunque permaneció dentro de los límites sindicales, incluyó discusiones sobre la posibilidad de una huelga salvaje.
• Más de un mes de huelga de los profesores en la Universidad Brandon en Manitoba, marcando la segunda vez en cuatro años que esos académicos se van a huelga. Esta huelga estuvo marcada por una campaña ideológica de división por la administración de la Universidad y los medios de información para poner a los estudiantes en contra del personal. Con disturbios estudiantiles extendiéndose desde Quebec, la burguesía canadiense estaba temerosa de cualquier posible unificación de las luchas de los estudiantes con las de los docentes.
• Una serie de huelgas y amenazas de acciones por los trabajadores en varias líneas de autobús de Toronto que entorpeció el transporte en el área metropolitana más grande de Canadá.
En su mayor parte, todas estas huelgas y acciones permanecieron bajo la férula del sindicato pero son testimonio de la combatividad creciente dentro de la clase trabajadora después de años de que se habla de la fragilidad “de la recuperación económica de Canadá” que al final impulsó la respuesta de la clase obrera a la recesión que comenzó en 2008. Mientras los trabajadores han luchado para escapar de los sindicatos y han tenido poco éxito en unirse con otros movimientos de protesta, hay un sentimiento creciente entre los trabajadores que la lucha es necesaria para defender sus intereses en un clima político dominado por un Estado intransigente que se despojó de cualquier pretensión de neutralidad social.
Claramente, el Estado canadiense ha surgido de las elecciones federales de mayo de 2011 con una fuerza inesperada frente a la lucha de clases. Las elecciones produjeron “la oposición oficial” del NPD que ha permitido al Estado canadiense jugar la carta de la izquierda en la oposición con mucho éxito el año pasado ya que el gobierno Tory fue capaz de reprimir con leyes draconianas de vuelta al trabajo, mientras que el NPD y los sindicatos lloraron desde la izquierda, para convencer a los trabajadores que tenían un amigo en la cámara de los comunes. Su argumento es, “Si el gobierno anti obrero de Harper fue electo hoy, no será lo mismo en pocos años, cuando los trabajadores puedan unirse alrededor del NPD y elijan un verdadero gobierno trabajador amigable, si así lo desean”.
Para la clase trabajadora, las lecciones del año pasado son claras. Si bien es cierto que el gobierno de Harper ha sido particularmente agresivo en relación a las luchas de los trabajadores, esto no significa que el NPD o cualquier otro partido burgués es nuestro amigo. Además, el año pasado nos ha mostrado que luchar detrás de los sindicatos siempre conduce a la derrota. Debemos tomar las lecciones de los trabajadores de Air Canada y comenzar a sacar nuestras luchas de la camisa de fuerza sindical. Solo cuando tomamos las luchas en nuestras propias manos y nos unimos rompiendo la división del sector tenemos la oportunidad de resistir los ataques del capitalismo. En el clima actual también debemos unir nuestras luchas con otros movimientos de protesta que se resisten a los efectos de la crisis económica sobre las condiciones de vida, tales como la resistencia de los estudiantes de Quebec a los aumentos de colegiatura y a la creciente carga de la deuda estudiantil. Estamos pagando la crisis de la propia burguesía, pero es solo nuestra propia lucha autónoma la que puede poner fin a esa política de austeridad de una vez por todas.
Henk, 23/05/12
Como en la década de los cincuenta del siglo xx, cuando el militar Juan Domingo Perón gobernaba Argentina, la presidenta Kirchner y los funcionarios de su gobierno han dado rienda suelta a las gesticulaciones y los discursos demagógicos al anunciar y defender la expropiación de la empresa YPF que se encontraba en manos de Repsol (en la que Pemex tiene acciones).
Pero su estrategia tenía un doble filo, por un lado, a través de las “empresas públicas” el Estado, como máquina burguesa que es, cubre una tarea que los capitalistas individuales se ven imposibilitados en asumir: la acumulación o simplemente la salvación de ramas de la economía completamente quebradas. Por otra parte, mediante los discursos nacionalistas con los que justifican ese activismo del Estado, logran atrapar y envenenar a amplias masas de explotados, atándolos a la falsa idea de que la economía controlada por el Estado significa una negación del capitalismo o bien que puede tener una calidad diferente y benéfica para los asalariados.
Por otro lado, el marxismo siempre ha combatido la falsa idea que pretende ver medidas “comunistas” donde lo único que hay es la detentación de la propiedad colectiva de los medios de producción bajo la forma estatal como fue el caso de la URSS o el mito chino o cubano, en particular Engels en 1878 explicaba que: “… ni la transformación en sociedades por acciones ni la transformación en propiedad del Estado suprime la propiedad del capital sobre las fuerzas productivas.” Renglones abajo, argumenta la razón de ello: “El Estado moderno, cualquiera que sea su forma, es una máquina esencialmente capitalista, un Estado de los capitalistas: el capitalista total ideal.” Por eso remarca, para no dejar duda, la condición de los trabajadores que laboran en esas empresas estatales: “Los obreros siguen siendo asalariados, proletarios. No se supera la relación capitalista, sino que, más bien, se exacerba” (Anti-Dühring).
El control directo de medios de producción por parte del Estado, supliendo al capitalista individual, llevada a cabo en el siglo xix, fue un mecanismo utilizado aunque no de forma sistemática, se recurría a esta práctica en momentos de fragilidad general de la economía o para la animación de algunas ramas económicas que requerían amplias dosis de capital. Por eso era una medida importante para el desarrollo de las fuerzas productivas. No obstante esta práctica en el siglo xx y lo que va del xxi se expone como la necesidad de un sistema decadente que exige la presencia sistemática y continua del Estado. Su accionar ahora es producto de la desesperación causada por la agudización de la crisis que le dificulta cada vez más el impulso de la acumulación, requiriendo que el Estado comande acciones de “rescate económico” directo o se despoje de áreas económicas, usando la privatización para acoger masas de capitales, que de otra manera se mantendrían ociosos.
Podría parecer que las prácticas de activismo estatal corresponden solo a la “era keynesiana”, pero las políticas “neoliberales” aunque aparentemente repudian la actuación del Estado en la economía, lo que hacen es refinar las formas de intervención.
Las políticas privatizadoras no son de ninguna manera actos ajenos al Estado, por el contrario esta política es gestionada directamente por él, en tanto es éste quien decide la desaparición de las empresas o su venta, imponiendo “precios de remate”, es decir por decreto desvaloriza capitales existentes como las empresas estatales, lo cual permite, por un lado, depurar al sistema de inversiones ineficientes y por otra parte, crear la simulación de que estas empresas en venta van a formar áreas económicas que se presenten como “nuevos espacios” para la acumulación. El discurso neoliberal de la burguesía y sus economistas es pura vacilada.
El ejemplo más claro de esto se muestra en la forma en que se vendió TELMEX, permitiendo que Carlos Slim se convirtiera en el potentado mayor del mundo. La venta de TELMEX la gestionó directamente el Estado, ofreciéndola a un precio muy por debajo de su valor real, eso permitió que se colocaran capitales que, dadas las condiciones creadas, obtuvieron ganancias rápidamente y muy altas.
Pero la actuación de un capital individual (por decisión propia o forzado por las condiciones de la crisis) puede llevar a impedir que el proceso de la acumulación se cumpla y entonces el Estado, otra vez asumiendo su papel defensor y garante del sistema, estatice mediante la nacionalización o cualquier otro mecanismo… de manera que el estatismo y el librecambismo son instrumentos del capital para reforzar la acumulación.
La estrategia de nacionalizaciones en América Latina desde los albores del siglo XX, fue sin duda más activa que en otros países, lo cual sin duda tiene como motivo la debilidad económica de estos países, esta actuación, como decimos arriba, permitió alentar la acumulación de capital, lo que se representa de forma directa en la ampliación de los mercados nacionales, que implica sin duda el fortalecimiento de las burguesías latinoamericanas, pero al mismo tiempo este proceso industrializador se integra en la competencia internacional, en la que asume el rol particular de cubrir una parte del proceso productivo de la industria norteamericana. En la actualidad la intervención del Estado, expropiando, nacionalizando o rescatando capitales, aunque tienen formas de expresión diferentes y sean verdaderas actuaciones desesperadas, en esencia encierra los mismos motivos a las llevadas por los gobiernos populistas de mediados del siglo pasado, a saber: fortalecer el sistema capitalista.
Los “rescates” económicos que en 2008 son llevados a cabo por el gobierno de los EUA (con Bush a la cabeza), el salvamento de la banca comercial aplicada por el gobierno mexicano en 1995, o el que se pretende hacer por el español en las semanas recientes, son ejemplos claros de la presencia del Estado que la economía capitalista requiere de forma continua para sobrevivir, ora rescatando, ora estatizando. Porque después de todo, ¿qué diferencia hay entre las nacionalizaciones recientemente efectuadas por Evo o Kirchner y los rescates? De la misma forma hay que recordar que las estatizaciones (expresada bajo la modalidad de nacionalización) han sido llevadas lo mismo por gobiernos de derecha o de izquierda. .
El gobierno conservador de Porfirio Díaz en México, a través del ultraliberal secretario de Hacienda, José Yves Limantour, en 1909 nacionalizó los ferrocarriles en México; luego, en los años cuarenta y cincuenta la misma práctica se llevó a cabo por gobiernos denominados populistas. No solamente es impulsada en Argentina con Perón, se repite con pocas variantes en Brasil, con Getulio Vargas, en Perú con el programa aprista, en México con Cárdenas… este activismo estatal se verifica también en los EUA (como paliativo a la crisis con el New Deal), en Alemania el nazismo actuaba de forma semejante, Italia con el fascismo y la URSS con los planes quinquenales del estalinismo repetían esa estrategia, aún cuando su forma fuera más burda y grotesca.
La nacionalización de YPF que es llevada a cabo por la presidenta argentina Fernández de Kirchner, se ha presentado por el conjunto de agrupaciones del aparato de izquierda del capital y los sindicatos (tanto en Argentina como en gran parte de América Latina) como una “acción de beneficio para el pueblo”. Los estalinistas del PCA resumen su entusiasmo en la frase, “Patría sí, colonia no”. Estas declaraciones pretenden ser justificadas mediante la tramposa igualación de los llamados “intereses nacionales” y la “soberanía” con los de los trabajadores y demás explotados.
Llevando más al extremo el propósito de animar un ambiente patriotero que nuble la reflexión de los trabajadores, el sindicato petrolero se atreve a afirmar que dicha nacionalización “…redundará en mayores oportunidades laborales…” (declaración de Guillermo Pereyra, 15-05-2012).
De parte del sector extremo de ese aparato de izquierda, como es el caso del “Frente de Izquierda”, se explican las presiones que Repsol estaba creando al Estado argentino por no invertir y verse impedido entonces para cubrir la demanda interna de combustible, provocando por ello un déficit en su balanza comercial, e inmediatamente vomita el discurso patriotero al igual que el resto de sus congéneres izquierdistas reprochando que en la medida de la señora Kirchner no se establece la nacionalización al 100%, ni lo hace bajo la forma de legal de expropiación, además reclaman que la burguesía argentina no haya declarado que YPF pasara “… a manos del Estado bajo el control y la gestión de los trabajadores” (https://www.agenciapacourondo.com.ar [40]).
Para entender la medida nacionalizadora del gobierno argentino se requiere primero comprender que dicha acción se da en el marco de la competencia en la que se enfrentan entre sí los capitales individuales y los Estados, defendiendo cada uno sus intereses económicos.
En esta dinámica de competencia, con la nacionalización de YPF se revela que el Estado argentino busca salvaguardar los intereses más generales del capital, dado que, aunque afecta a un grupo burgués aglutinado en Repsol, el Estado recupera a una industria necesaria para el conjunto de los capitalistas, es decir es una actuación desesperada para permitir cierto respiro de la economía, por lo que puede considerarse a esta operación como un “rescate”.
La multinacional Repsol desde 2011 dejó de invertir las ganancias que obtenía en esa misma industria, generando desabasto, lo cual es ya un problema para la burguesía argentina, pero además lo que el Estado argentino reclama es que la ganancia obtenida era usada para apuntalar otras áreas del consorcio (y en otros países) donde obtenían una mayor rentabilidad…
Estos escenarios marcados por déficits externos y caída de las ganancias empresariales son expresión abierta de la agudización de la crisis y la exacerbación de la competencia, por eso estas nacionalizaciones son acciones económicas desesperadas del capital, aunque la misma clase dominante las aprovecha para inyectar el veneno nacionalista y alinear tras de sí a los explotados.
Cuando el gobierno de Carlos Menen (respaldado por el matrimonio Kirchner y el partido justicialista) privatizó YPF en los 90, afirmaba que esa acción era para beneficio de los trabajadores en tanto permitiría financiar las jubilaciones… ahora con la nacionalización vuelven a decir que es por el bien de los trabajadores, pero lo que muestra es que ambas operaciones buscan fortalecer el sistema y mejorar el proceso de explotación.
Para hacer pasar a las estatizaciones como actos en interés de los trabajadores, la burguesía cuenta con su aparato de izquierda. Justo, ante la estatización de YPF, hemos visto salir a la izquierda y el aparato sindical en América Latina para aplaudir al gobierno argentino. Pero al mismo tiempo los voceros de los Estados asociados en la multinacional Repsol (España, EUA y México) que declaran y operan en contra de la medida, son acompañados por el aparato de izquierda que secunda esos discursos. Se destacan las declaraciones del Partido Socialista Español (PSOE), que no duda en ofrecer su apoyo a Repsol y al gobierno de Mariano Rajoy: “puede contar con nosotros y de que estamos seguros que esto puede ser finalmente arreglado e invertir una decisión dañina”. En el mismo tono se encuentra la actuación de la estructura radical del sindicalismo, es decir de las Comisiones Obreras (CCOO), que defendiendo al capital español se indigna contra el accionar argentino, en tanto, dice, es una “medida que causará un grave daño a los accionistas, sobretodo a los más pequeños, a los trabajadores y a la economía española”.
Bien vale traer a la memoria y a la reflexión los argumentos desarrollados por el “Grupo de Trabajadores Marxistas”, en la década de los 30 del siglo xx cuando en México se lleva a cabo la nacionalización del petróleo: “La tarea del proletariado mexicano es, entonces, no sacrificarse para que la industria petrolera y los ferrocarriles rindan beneficios para los capitalistas imperialistas y ‘nacionales’, sino conquistarlas, quitarlas a la burguesía por medio de la revolución proletaria”. Estos argumentos, ante la borrachera nacionalista que se busca imponer, merecen ser recuperados por los proletarios argentinos y de todo el mundo.
Tatlin, junio-2012
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Una explotación despiadada para el proletariado
¿Representa una alternativa para los explotados?
¿Adónde vamos a parar? ¿Cómo podemos responder?
Economías emergentes sacudidas por la crisis
Las potencias imperialistas alimentan la barbarie del Estado
Chavismo y “oposición” contra los trabajadores
¡Organizarnos por nosotros mismos es posible!
La maquinaria democrática electoral sigue funcionando a las mil maravillas como se ha demostrado en las pasadas elecciones presidenciales que han registrado la participación más alta después de la registrada en 1994, los partidos políticos de la burguesía (PRI-PAN-PRD, más la “chiquillada”) se han empleado a fondo eligiendo temas de confrontación muy llamativos para sacar a la población, y principalmente a los trabajadores, de sus casas para agolparse tras las casillas con la vana esperanza de cambiar el rumbo de su destino: que si había que dar un voto de castigo al PAN por el desastre de su gobierno, que si la solución era votar por el PRI pues sabe cómo controlar a las mafias y nos dará una seguridad mínima o, que si representaba el PRD y sus aliados la única opción para rescatar los derechos de los trabajadores y, además, recobrar aunque fuera mínimamente, la seguridad en nuestras colonias, en las calles, en los transportes…
Sin embargo, a pesar del éxito logrado por el conjunto de la burguesía, persiste el conflicto entre varios de sus grupos por el resultado de la elección revelando una vez más que la burguesía está profundamente dividida por los jugosos negocios que están en juego. No se trata solo de las quejas de López Obrador (AMLO) y los partidos políticos que están a su alrededor, sino que tras ellos están poderosos grupos económicos que también se emplearon a fondo para hacerse del poder político de la presidencia pues esta posición da una ventaja decisiva para el usufructo de los negocios más rentables. En el fondo, en esta elección estaba, entre otras, por ejemplo, la disputa entre dos bandos alineados tras las grandes televisoras por un lado y alrededor del grupo de Slim-MVS por el otro, quienes compitieron en el juego democrático electoral para imponer a sus propios candidatos y así intentar sacar adelante sus proyectos, en particular, aquéllos relacionados con las telecomunicaciones.
Pero si solo se tratara de eso no tendría mayor interés que el de la anécdota, el problema es que en este conflicto la burguesía está logrando meter en las preocupaciones del proletariado este tema para que tome partido por uno u otro bando. Además del gran circo electoral y toda su mistificación democrática, ahora se le está bombardeando con la campaña política que exige “limpiar la elección” del fraude; repitiéndole hasta el cansancio el cuento de que las elecciones son un “derecho ciudadano” y que es una obligación de todos defender este mecanismo de cualquier tipo de fraude. Como si no fuera conocido que todos los partidos de la burguesía utilizan los mismos recursos, diferenciándose solo por la cantidad de ellos que puedan conseguir. Las manifestaciones masivas que se han sucedido después de la elección están desafortunadamente animadas, sobre todo, por este pensamiento.
Y esta convocatoria se da en el contexto de los peores ataques a las condiciones de trabajo y de vida de la clase obrera, cuando la burguesía para garantizar su sacrosanta acumulación impone la austeridad más brutal y prepara además medidas adicionales, llamadas eufemísticamente reformas laborales (ver artículo en esta edición) que le garanticen una tasa de ganancia mayor del trabajo asalariado. ¡No nos engañemos! La burguesía podrá estar muy dividida por sus apetitos económicos insaciables pero mantiene intacta su unidad para garantizar la explotación y la opresión del proletariado.
Tenemos que alejarnos de esta trampa. El conflicto que enfrenta a las diversas fracciones de los capitalistas no es de nuestra incumbencia. Nuestros intereses como clase están en otro terreno: el de la defensa de nuestras condiciones de vida. Hay que oponer a la campaña democrática nuestras propias preocupaciones. Tenemos que reunirnos para reflexionar juntos sobre las múltiples preguntas que nos atormentan en silencio por lo que está pasando y empezar a expresarlas muy fuerte. ¿De qué ha servido votar cada tres o seis años?, ¿no nos dijeron recientemente que ejerciendo nuestra voto mejoraríamos nuestra situación? Para que entendamos de qué “mejoría” se trata en las últimas semanas la inflación se ha disparado sin control, haciendo inalcanzables ya los productos de primera necesidad para la supervivencia de los trabajadores. ¿Cómo podemos realmente defendernos de los brutales ataques que están arruinando nuestras vidas y la de nuestras familias? Es necesario que empecemos a sacar lecciones de nuestras experiencias a través de la discusión abierta que nos permita clarificarnos lo más posible acerca de cuáles son nuestros propios intereses, cómo podemos lograr organizarnos y tomar iniciativas para preparar una lucha unida a través de nuestros propios medios.
Efr, agosto 2012
El 16 de agosto, en las minas de Marikana, al noroeste de Johannesburgo, 34 personas cayeron bajo las balas de la policía sudafricana y dejó heridas a otras 78. Inmediatamente, las imágenes insoportables de ejecuciones sumarias dieron la vuelta al mundo. Pero, como siempre, la burguesía y sus medios de comunicación, nublan la naturaleza de clase de esta huelga, reduciéndolo a la sórdida guerra que se está llevando a cabo entre los dos principales sindicatos del sector minero, y jugando la vieja carta del “demonio del apartheid”.
A pesar de la inversión de varios cientos de miles de millones de euros para apoyar la economía, el crecimiento es lento y el desempleo masivo ([1]). El país ha basado parte de su riqueza en la exportación de productos minerales como cromo, oro, platino y diamante. Sin embargo, este sector, que representa aproximadamente el 10 % del PIB nacional, 15 % de las exportaciones y más de 800 mil empleos, sufrió una fuerte recesión en 2011. La cotización del platino, del cual Sudáfrica posee el 80 % de reservas del mundo, se derrumba desde el comienzo del año.
Las condiciones de vida y de trabajo de los mineros, ya de por sí particularmente penosas, se han deteriorad brutalmente o: pagados con salarios miserables, alojados en barrios de tugurios, sumergidos a menudo 9 horas en el fondo de las minas sobrecalentadas y asfixiantes, son ahora los que sufren los despidos, los paros de producción y el desempleo. Sudáfrica ha sido así el escenario de muchas huelgas. En febrero, la mina de platino más grande del mundo, operada por Impala Platinum, ya había sido paralizada seis meses por una huelga.
Es en este contexto que el 10 de agosto 3000 mineros en Marikana decidieron parar el trabajo para reclamar salarios decentes: “Somos explotados, ni el gobierno ni los sindicatos han llegado en nuestra ayuda [...] Las empresas mineras hacen dinero gracias a nuestro trabajo y nos pagan casi nada. No podemos darnos una vida digna. Vivimos como animales a causa de los salarios de miseria” ([2]). Los mineros inmediatamente comenzaron una huelga salvaje y sobre la cual se montan dos sindicatos, la Unión Nacional de Mineros (NUM) y el Sindicato de la Asociación de Mineros y de la Construcción (AMCU), que se van a enfrentar violentamente para defender sus recíprocos intereses encerrando a los obreros en la trampa del enfrentamiento con la policía.
El NUM es un sindicato completamente corrupto y subordinado al poder del Presidente Jacob Zuma. El compromiso abierto de este sindicato y su apoyo sistemático al partido en el poder, el Congreso Nacional Africano (CNA), ha terminado por desacreditarlo ante los ojos de muchos trabajadores. Esta pérdida de crédito ha llevado a la creación de un sindicato dentro de sus propias filas de discurso más radical: el AMCU.
Pero al igual que el NUM, el AMCU no se preocupa tampoco por los mineros: después de una campaña de reclutamiento físicamente muy agresiva, el sindicato aprovechó la huelga para permitir que sus grupos de choque pelearan con los del NUM. Resultado: diez muertos y varios heridos entre los mineros. Pero, más allá de la guerra de territorio, estos altercados intersindicales tienen como resultado el aplastar la huelga en la sangre y dan un ejemplo para frenar la dinámica de la lucha de los trabajadores.
En efecto, después de varios días de enfrentamiento, Frans Baleni, Secretario general del NUM, hizo una buena jugada al llamar al ejército: “Hacemos un llamamiento para el despliegue de emergencia de las fuerzas especiales o de las fuerzas armadas de Sudáfrica antes de que la situación esté fuera de control” ([3])... ¿y por qué no un ataque aéreo sobre la mina, señor Baleni? Pero la trampa ya estaba tendida a los trabajadores. Al día siguiente, el Gobierno envió miles de policías, vehículos blindados y dos helicópteros (!) para “restablecer el orden”, ¡el orden burgués, por supuesto!
Según varios testimonios que, dada la reputación de las fuerzas de represión sudafricanas, son probablemente auténticos, la policía tomó su tiempo para provocar a los mineros disparando sobre ellos con balas de goma y cañones de agua, lanzando gas lacrimógeno y granadas incapacitantes bajo el falso pretexto de que los huelguistas tenían armas de fuego.
El 16 de agosto, por supuesto, vista la fatiga y excitación alimentadas por los “representantes sindicales” que habían –feliz coincidencia de circunstancias– desaparecido repentinamente, algunos mineros irritados se atrevieron a “cargar” (sic) contra los policías con palos. ¿Cómo? ¿La chusma vil “carga” contra las fuerzas del orden? ¡Qué insolencia! ¿Pero que podrían hacer miles de policías con sus armas de fuego, sus chalecos antibalas, sus vehículos blindados, sus cañones de agua, granadas y sus helicópteros frente a una horda de 34 salvajes que “cargan” con palos
Y esto da como resultado las imágenes absolutamente repugnantes, insoportables y monstruosas que conocemos. Pero, si la clase obrera no puede sino expresar su indignación ante tal barbarie, debe comprender que la difusión de estas imágenes también tenían por objetivo mistificar subrayando que los trabajadores de los países “verdaderamente democráticos” tienen la oportunidad “libremente” de marchar detrás de sus banderas sindicales. También es una advertencia implícita arrojada frente a todos aquellos que en el mundo se atreven a dirigirse contra la pobreza y el sistema que la genera.
Inmediatamente después de la masacre, se alzaron voces por todo el mundo para denunciar el “demonio del apartheid” y multiplicar las declaraciones formales. La burguesía ahora quiere dar al movimiento una dimensión mistificadora desplazando el cuestionamiento hacia cuestiones étnicas y nacionalistas. Julius Malenna, expulsado del CNA en abril, se trasladó regularmente a Marikana para denunciar a las empresas extranjeras, reclamar la nacionalización de las minas y la expulsión de “grandes terratenientes blancos”.
Haciendo gala de la hipocresía más grosera, el Presidente Jacob Zuma declaró a la prensa: “tenemos que revelar la verdad sobre lo que ocurrió aquí, por eso he decidido establecer una Comisión de investigación para descubrir las verdaderas causas de este incidente”. La verdad es ésta: la burguesía intenta engañar a la clase trabajadora para ocultar la lucha de las clases bajo los mantos mistificadores de la lucha de las razas. Pero ese engaño es un poco insulso: ¿no fue un gobierno “negro” el que respondió a la convocatoria de un sindicato “negro” desplegando su policía? ¿No es acaso un gobierno “negro” el que ha hecho todo esfuerzo legislativo para mantener a los mineros en indignas condiciones de vida? ¿No es un gobierno “negro” el que emplea a oficiales de la época del apartheid y vota las leyes que autorizan a “disparar a matar”? Y este gobierno “negro”, ¿no ha salido de las filas del CNA, el Partido liderado por Nelson Mandela, célebre en el mundo entero como el campeón de la democracia y la tolerancia?
En la noche del 19 al 20 de agosto, esperando sacar ventaja, la dirección de Lonmin, una empresa que opera la mina, ordena a los “3000 empleados en huelga ilegal de regresar al trabajo para el lunes 20 de agosto, de lo contrario se enfrentarán a un posible despido” ([5]). Pero la ira y las condiciones de vida de los mineros son tales que dirigieron una negativa explícita a la dirección, prefiriendo exponerse a los despidos: “¿Es que despedirán también a los que están en el hospital y la morgue? De todos modos, es mejor que nos pongan a la puerta porque aquí se sufre. No van a cambiar nuestras vidas. Lonmin se burla de nuestro bienestar, hasta ahora se han negado a hablar con nosotros, nos enviaron a la policía a matarnos” ([6]). Mientras que Lonmin debía recular rápidamente, el 22 de agosto la huelga se extendía, con las mismas reivindicaciones, a varias minas operadas por Royal Bafokeng Platinum y Amplats.
En el momento en que escribimos estas líneas, es todavía imposible saber si las huelgas resbalaron hacia un terreno de conflictos interraciales o continuaron expandiéndose. Pero, lo que mostró explícitamente la masacre de Marikana es la violencia de un Estado democrático. Negros o blancos, los gobiernos están dispuestos a todas las masacres contra la clase obrera.
El Genérico, agosto 2012
[1]) La tasa de desempleo ascendió oficialmente a 35.4 % al final del año 2011.
[2]) Citado en Le Monde del 16 de agosto de 2012.
[3]) Comunicado del NUM del 13 de agosto de 2012.
[4]) Declaración de la policía después de la masacre.
[5]) Comunicado de Lonmin el domingo,19 de agosto de 2012.
[6]) Citado por www.jeuneafrique.com [43], 19 de agosto de 2012.
Aunque las distintas fracciones burguesas en México y en el mundo –sean conservadoras, liberales o “socialistas”– cual aves de corral cacareen la reforma laboral como la llave maestra para elevar la competitividad de las naciones, atraer inversión extranjera, reactivar el empleo, y la presenten como la reforma fundamental para sacar a las economías nacionales del atolladero, en realidad la crisis mundial del capitalismo, que estalló en la década del setenta del siglo xx y que significó la ruptura del viejo orden mundial establecido en la segunda posguerra, no tiene solución y el capitalismo se hunde cada vez más en un proceso de descomposición acelerada
Las leyes del desarrollo del capitalismo han conducido a la crisis y a la descomposición y, en consecuencia, son éstas las que dictan la necesidad de las reformas. Los personeros del capital, los partidos de derecha, centro o izquierda entran en competencia en el Coliseo político “democrático” contemporáneo para ofrecer la mejor propuesta que beneficie a la burguesía para así poder acceder al poder en el aparato estatal y desde ahí dictar las políticas económicas a seguir.
La continuidad en la imposición de las reformas en el mundo ha sido la característica común, sin importar la fracción burguesa en el poder. En España, desde el socialista Felipe González (1982), pasando por el derechista Aznar (1996), y por el Socialista Rodríguez Zapatero (2004) y ahora con el derechista Rajoy (2012), la reforma laboral ha seguido una línea de continuidad. Lo mismo ha ocurrido en Inglaterra con Thatcher, Major, Blair, Brown o Cameron, ocupantes Tories o laboristas de Downing Street. Y en EUA, desde Reagan hasta Obama (republicanos y demócratas); o en Alemania, desde Kohl, pasando por el socialdemócrata Schröder hasta llegar a la democristiana Merkel. En México, con el PRI o el PAN o el PRD encaramados en los distintos poderes de la república burguesa… la profundización y continuidad de las reformas contra el proletariado no se han detenido ni un ápice.
En realidad, las reformas laborales que desde la segunda mitad de la década de los ochenta se han venido imponiendo a escala mundial tienen un solo objetivo: recuperar la tasa de ganancia mediante la profundización de la explotación de los trabajadores por la vía de la reducción de los costos laborales. Y la flexibilidad laboral, como categoría económica, es la que mejor expresa la puesta en marcha y la continuidad de las reformas para alcanzar dicho objetivo.
Veamos este problema en México. Es justamente a partir de la década de los ochenta que el Costo Laboral Unitario (CLUR) en términos reales empezó a caer de manera abrupta y cuya tendencia podemos observar en el gráfico. El mecanismo: una evolución del salario real (sr) en caída libre, combinado con el aumento de la productividad del trabajo (π). Así tenemos que si el CLUR disminuye entonces la tasa de plusvalía aumenta y, en consecuencia, se produce una elevación de la tasa de ganancia.
Y esta misma tendencia se ha producido en el mundo, tanto en los países desarrollados como en la periferia del capitalismo. Por diferentes medios, la burguesía reduce el costo de la fuerza de trabajo para aumentar sus ganancias y el proletariado se enfrenta a la burguesía para mejorar sus condiciones de vida. Es la clásica antinomia entre el trabajo asalariado y el capital, como lo plantea Marx; por un lado, el capital pugna por disminuir el salario directo e indirecto, produciendo una disminución del valor de la fuerza de trabajo asalariado y, por el otro, aumenta la productividad del trabajo con lo cual se produce un decremento del valor de la fuerza de trabajo. Ambos efectos combinados han producido desde los setenta, pero sobre todo desde la década de los ochenta, un aumento de la tasa de explotación sobre el proletariado. El resultado ha sido, para la clase trabajadora, un empeoramiento brutal y permanente de sus condiciones de vida, menor capacidad de compra de su salario, menor seguridad social y mayor intensidad en los ritmos de trabajo.
La burguesía mundial tiene bastante claro las consecuencias que se producirían en caso de que los salarios aumentaran en mayor medida que la productividad, porque como dice Marx “la acumulación se enlentece tras el acrecentamiento del precio del trabajo, porque se embota el aguijón de la ganancia” (El Capital).
Ahora bien, como señalamos anteriormente, el contenido fundamental de las reformas laborales en el mundo se expresa en la llamada flexibilidad laboral que implica la reducción del CLUR.
1) Flexibilidad numérica que permite al capitalista contratar la cantidad de fuerza de trabajo de acuerdo con las necesidades de la acumulación, introduciendo además los contratos de aprendizaje con su período de prueba y se flexibiliza la terminación de la relación laboral con la inclusión de una prima de antigüedad, sin importar la causa del despido. Complementariamente, reglamentan la contratación de trabajadores temporales. Bajo este mecanismo el capital puede hacer frente a los periodos de crisis o de elevación de la actividad productiva.
En Portugal, por ejemplo, no solo se establece la disminución de vacaciones, eliminación de días festivos nacionales y las rebajas del pago de horas extras, sino que las indemnizaciones por despido, se han reducido de 30 días por año trabajado a ocho días. Y en España, se generalizó el despido otorgando 20 días por año trabajado y si el despido es por razones improcedentes, se redujo desde los 45 a los 33 días por año trabajado. Desde mediados de los ochenta, se generalizó la contratación temporal, creciendo 73 % en el periodo 1985-1993, lo que implica lanzar como ráfagas a trabajadores con contratos temporales sin ninguna o escasa protección. Así, la tasa de temporalidad llegó al 30 % respecto al total de asalariados y desde entonces se ha mantenido y sólo a partir de 2008 se ha reducido notablemente la tasa de temporalidad… ¡Porque la temporalidad es el mecanismo de ajuste frente a las crisis!
Polonia es el país con mayores tasas de temporalidad (26.5 %) dentro de la Unión Europea, seguido de España con un 25,4 %, Portugal muy cerca con un 22 %, y en Holanda los contratos temporales alcanzan el 18 % del total, según los datos de la Oficina estadística de la Unión Europea, Eurostat.
2. Flexibilidad interna, que establece las condiciones para dar manga ancha a los empresarios para mover a sus asalariados entre los diferentes puestos de trabajo al interior del proceso de producción capitalista (trabajador polivalente), trasladarlos geográficamente y mover los días y los horarios de trabajo. Particularmente, flexibilizan la distribución del tiempo semanal del trabajo según los criterios de los empresarios e, incluso, expresan la obligación de los obreros de trabajar horas extras y en días de descanso obligatorio en caso de que las necesidades de la producción lo requieran.
3. Flexibilidad salarial, lo que implica el movimiento de los niveles salariales en función de los niveles de productividad del trabajo. Los mismos datos de la Unión Europea nos muestran que los salarios ajustados a la productividad en Alemania crecieron solo un cinco por ciento desde 2000. Y si con esas medidas los trabajadores no mueren irremediablemente, la burguesía mundial reduce por decreto los salarios, como en el caso de Grecia que con Lukas Papademos en Santa Alianza con los líderes que sostienen a la coalición gubernamental (socialistas, derechistas y ultraderechistas), en marzo de este año decretaron la reducción del salario mínimo en un 22 %, rebajas en las pensiones, despidos masivos en el aparato estatal y un zarpazo al gasto público para intentar el equilibrio presupuestal, como lo recomiendan todos los economistas que intentan salvar el barco capitalista, para quienes el Estado capitalista tiene que comportarse como una buena ama de casa.
Lo anterior explica el por qué, con las reformas laborales en el mundo con sus particularidades nacionales, los capitalistas lograrían aumentar la competitividad internacional pues está basada en una mayor explotación sobre el proletariado, mediante la disminución de salarios directos e indirectos, disminución de la seguridad social, eliminación o reducción de vacaciones, reducción de aguinaldos, y por si fuera poco, a través de la intensificación de la jornada laboral y la eliminación de los tiempos muertos, además de la introducción de tecnologías para aumentar los ritmos de productividad en el proceso de producción capitalista.
Los medios de comunicación de la burguesía, por ejemplo, han realizado una apología de los enormes flujos de inversión extranjera en la China “socialista” porque los costos laborales han llegado al nivel del suelo y amenazan con enterrar tres metros bajo tierra a millones de chinos mientras laboran a ritmos de trabajo insoportables. La inversión extranjera se mueve hacia donde los costos son más bajos, revolotean como aves de rapiña a las naciones donde las reformas laborales avanzan a grandes zancadas. Aunado a lo anterior, avanzan las políticas de austeridad que se han aplicado a nivel mundial y que han significado reducciones al gasto social y aumentos a los impuestos indirectos, es decir, impuestos al consumo.
La burguesía mundial ha vendido la idea de que con dichas reformas, además, se disminuirían las tasas de desempleo, sin embargo, en Europa, durante 2012, se han observado niveles elevados de desempleo según datos de Eurostat: España 23.1 %, Portugal 15.4 %, Grecia 22.5 %, Alemania 6.1 %, Reino Unido 8.2, mientras la media de la Unión Europea ha sido de 10.1 % a principios de 2012. Incluso en la economía más poderosa del mundo, los EUA, la tasa de desempleo ha alcanzado el 10.8 % y en México el 5.9 %. La explotación se vuelve aún más despiadada sobre los trabajadores si consideramos que un porcentaje muy alto de la población ocupada corresponde a lo que se llama trabajadores precarios, con escasa o nula seguridad social.
Ante esto, los “defensores” de la clase trabajadora, esto es, la burocracia de los sindicatos suplican “la corrección en profundidad de la reforma laboral”, y de manera más particular, no es gratuito que, en México, no existan diferencias fundamentales entre las distintas propuestas de los partidos (PAN y PRI versus PRD), empresarios y sindicatos. Coinciden en lo esencial de la reforma en términos de la llamada flexibilidad laboral. Sus “diferencias” solo son matices para dorar la píldora pues mientras que unos, por un lado, plantean la unilateralidad patronal que no implique un acuerdo de por medio con la parte obrera, por el otro, se propone la necesidad de flexibilizar moderadamente las relaciones de trabajo; sin embargo, en lo esencial sostienen completas las medidas comentadas anteriormente. Por ejemplo, la izquierda del capital (PRD) que gobierna la Ciudad de México desde 1997 ha demostrado que es una de las fuerzas políticas del Estado más hábiles para aplicar este tipo de medidas en beneficio de la burguesía por casi tres lustros.
Pero lo peor está por venir. Las medidas comentadas apenas son una muestra de lo que el capital nos depara en el periodo venidero, de ahí la necesidad de que los trabajadores encontremos los medios para empezar a discutir y clarificar cuáles son las verdaderas formas de organización y de lucha obreras capaces de hacer retroceder a los patrones en esta ofensiva que amenaza con arruinar nuestra vida y la de nuestras familias.
Plexus, agosto 2012
El 11 de mayo estudiantes de la universidad Iberoamericana del DF, al expresarse con abucheos y críticas al entonces candidato presidencial del PRI, Enrique Peña, abrieron una secuela de manifestaciones en las que participaron estudiantes de universidades privadas y públicas. El hartazgo por la corrupción de los gobiernos y la certeza de que el sistema no les ofrece sino mayores penurias para el futuro, animó sin duda en gran parte a los estudiantes para participar ampliamente en los actos políticos que culminarían en la formación de la agrupación denominada “#yo soy 132”.
De manera que no se puede dudar que hubo sentimientos de coraje real y actitudes honestas en las expresiones de protesta y repudio a Peña Nieto y al PRI. Es cierto que su perspectiva desde el inicio se mostraba limitada, en tanto ataban sus esperanzas en la democracia y en su accionar como “ciudadanos”, sin embargo detrás de la confusión no deja de percibirse la chispa de una fuerza social cargada de descontento en contra de la actuación salvaje de los gobiernos… pero ¿hacia dónde se dirigió esta fuerza social?
La situación que los explotados viven en todo el planeta se degrada cada día que pasa. En Europa se aplican feroces planes de austeridad y así a través de despidos, aumento de precios e impuestos, reducción y congelamiento de salarios, buscan proteger la ganancia capitalista. En México la situación no es mejor, grandes masas de trabajadores se ven obligados a laborar en condiciones precarias lo mismo en el área “informal” que en el “formal”, la incertidumbre para conservar el trabajo es continua por ello obligan a aceptar salarios miserables y horarios y cargas de trabajo crecientes. Las presiones y amenazas que vienen sufriendo los trabajadores de la educación corroboran esto que decimos, pero de forma aún más grotesca se expone en las minas. Son continuos los “accidentes” laborales que se presentan en las minas de México, lo cual es explicado por el ansia de ganancia de los empresarios que aprovechando la miseria, contratan a trabajadores por míseros salarios y los hacen bajar a los socavones sin las condiciones adecuadas y sin protección.
Pero si la miseria se extiende, también el descontento se acrecienta y empieza a animar respuestas que van marcando una tendencia ascendente y expansiva por todo el mundo, así se ha visto con las movilizaciones en España, Inglaterra, Chile o Canadá, pero también las expresiones de descontento en México, pese a que han sido acotadas por la campaña electoral de la burguesía, se inscriben en esa dinámica que la agudización de la crisis económica ha venido alentando. Pero no basta regocijarnos con lo que puede parecer obvio, hay que tener presente las dificultades que enfrentan, no como un acto para descalificar, sino en la preocupación de sacar las lecciones.
Es indudable que el desarrollo de las movilizaciones por el planeta no avanza de forma homogénea, no obstante se perciben dificultades similares, en mayor o menor medida según el país y el momento específico. En el origen de estos problemas se resalta la falta de confianza de la clase obrera en sus fuerzas, que se expone de manera abierta en el temor para lanzarse a la lucha y colocarse a la cabeza del combate, pero al mismo tiempo esa falta de confianza es notoria por la dificultad para reconocer su identidad de clase, lo que permite que la fuerza de los explotados gire hacia las ilusiones burguesas para buscar alternativas.
Teniendo ese marco, podemos entender que el movimiento que animó a la creación del #132 también es producto de un descontento y una combatividad, no obstante, de forma muy rápida fue atrapada por la burguesía, en tanto que esa fuerza desatada fue encadenada y sometida a la esperanza de que las elecciones y la democracia son medios adecuados para cambiar (o mejorar) el mundo opresivo que impone el capitalismo.
Las manifestaciones de jóvenes impugnando al candidato del PRI levantaron inmediatamente una gran simpatía entre los trabajadores y demás núcleos de la población no explotadora porque en sus primeras expresiones no solo denunciaban la actuación tramposa de partidos, gobierno y empresas de televisión, además incitaban a la unidad y a la discusión colectiva. No obstante, la clase dominante utilizando a su aparato de izquierda, captura ese coraje y lo amarra a la cola de López Obrador para darle “oxígeno” a las elecciones y las mismas empresas de televisión que eran criticadas en las protestas callejeras, se encargan de resaltar la importancia de las preocupaciones de los “jóvenes ciudadanos”. La burguesía así desvía esa fuerza social movilizándola en el terreno minado de la democracia, pero además la aprovecha para reforzar su dominio de clase.
Entendiendo ese proceso es que puede comprenderse que la creación del movimiento “#yo soy 132”, no fue el paso a un nivel superior de las movilizaciones, sino hacia su domesticación, lo que implica que pese a que las movilizaciones actuales que convoca el #132 siguen siendo concurridas por honestos jóvenes con preocupaciones y descontento reales, están siendo obligados a seguir las consignas que el capital ha dictado, por eso más que una organización que ayude al proceso de unidad y reflexión de los explotados es una pesada carga.
En las primeras manifestaciones callejeras del mes de mayo se exponía una fuerza espontánea un poco confusa, sin saber hacia donde avanzar, pero con una convicción de repudio a la realidad que ofrece el capitalismo, luego con la creación formal del #132 se elimina toda posibilidad de reflexión y se impone como única perspectiva a seguir el de asistir mansamente a las urnas.
Así, en el primer acto de la farsa se alienta el “espíritu ciudadano” para crear el “cambio” mediante el voto, después en un segundo acto han de complementar la trampa, llamando a la impugnación de Peña Nieto por haber realizado la compra de votos… todo eso que parece una actuación crítica, no ha hecho sino desviar el descontento hacia objetivos de incumbencia exclusiva de la clase dominante.
Terminado el circo electoral la burguesía, usando al #132 puede continuar alentando falsas ilusiones que ayuden al capital a mejorar la explotación y a sofisticar los métodos de control y dominio, así se percibe por el hecho de que la agenda planteada por voceros de esta agrupación, parece copiar los planteamientos de “Democracia Real Ya” en España, y que consisten en hacer una crítica a la forma en que se levanta la estructura de Estado, para poder plantear como único camino la “democratización del Estado” mediante la “participación ciudadana”, cuidando de alejar toda reflexión que conduzca hacia la crítica del capitalismo.
La masa de jóvenes estudiantes que siguen al #132, no es una unidad social homogénea porque la conforman lo mismo proletarios (que por su origen o por su condición de asalariados los hace formar parte de esta clase), pero también hay individuos adheridos, social e ideológicamente, a la clase dominante y su sistema, por ello, para lograr una fuerza de combate real que enfrente los ataques que el capitalismo viene asestando, los proletarios y demás oprimidos no tienen otro camino que el de la reflexión colectiva de los problemas reales que enfrenta: de la degradación que impone el sistema a su condición de vida y de las trampas (como las elecciones) que tienen como objetivo impedir que tomen conciencia de su condición de explotados.
Para poder hacer pasar mejor los ataques contra los trabajadores, como la reforma laboral (ver el artículo en este mismo número) y ante la poca credibilidad de los partidos y sindicatos, la burguesía requiere procesos y cuerpos que ayuden a oxigenar al sistema; así la imposición del encuadramiento de los explotados bajo la denominación de “ciudadano”, se presenta como una condición necesaria para impedir la expresión de su fuerza de combate, pero además el imponerle preocupaciones falsas como la democratización de los medios o la flexibilidad electoral (entre otras muchas consignas tramposas), le asegura, a la clase dominante, el aprovechamiento del descontento social y, por tanto, el fortalecimiento de su capacidad de dominio.
Tatlin, agosto 2012
Publicamos el volante elaborado por nuestra sección en España a mediados de julio de este año que tiene un interés general pues recoge cuestiones esenciales para la clase obrera en todo el mundo ahora que está sometida a una política de austeridad brutal en un contexto de profunda crisis económica y que, por consecuencia, se le plantea directamente cómo defenderse de estos ataques. A continuación el volante.
En 1984, el gobierno PSOE de entonces lanzó la primera Reforma Laboral, hace apenas 3 meses el Gobierno PP actual aplica la peor Reforma Laboral... hasta ahora. En 1985 el gobierno PSOE hizo la primera Reforma de las Pensiones, en 2011 otra Reforma, ¿para cuando será la próxima? Desde hace más de 30 años las condiciones de vida de los trabajadores han ido empeorando gradualmente, pero desde 2010 la degradación toma un ritmo vertiginoso y con las nuevas medidas del Gobierno PP alcanza cotas que desgraciadamente se quedarán pequeñas ante los nuevos ataques por llegar. Y encima hay un ensañamiento de la represión policial: la violencia con los estudiantes en Valencia el pasado febrero, palizas a mineros, la bala de goma que deja un enorme hematoma en la espalda de un niña, el cierre del Congreso tomado por la policía ante las manifestaciones espontáneas que se vienen dando desde el pasado miércoles y que se repitieron el domingo 15 de julio...
Nosotros, la INMENSA MAYORIA, explotada y oprimida pero igualmente indignada, trabajadores públicos y privados, parados, estudiantes, jubilados, emigrantes..., nos hacemos muchas preguntas sobre lo que está pasando. Hemos de compartir estas preguntas colectivamente en calles y plazas, en los centros de trabajo, para entre todos, empezar a hallar respuestas, dar una respuesta masiva, contundente y sostenida.
Cambian los gobiernos pero la crisis es cada vez peor y los recortes cada vez más sangrantes. Nos presentan en cada cumbre de la UE, del G20 etc., la “solución definitiva”... ¡que al día siguiente resulta ser un sonoro fracaso! Dicen que los recortes hacen bajar la prima de riesgo pero sucede JUSTO LO CONTRARIO. Después de tantas sangrías a nuestras condiciones de vida, el FMI reconoce que habrá que esperar ¡hasta 2025! para recuperar los niveles económicos de 2007. La crisis sigue un curso implacable e inexorable dejando a su paso millones de vidas definitivamente truncadas.
Es cierto que hay países que están mejor que otros pero hemos de ver el mundo en su conjunto. El problema no se circunscribe a España, Grecia o Italia, ni puede reducirse a la “crisis del euro”. Alemania está al borde de la recesión y hay 7 millones de mini-jobs (sueldos de 400 €); en Estados Unidos el paro se dispara en la misma proporción que los desahucios. En China la economía lleva 7 meses seguidos de desaceleración pese a la loca burbuja inmobiliaria que ha hecho que solo en Pekín existan 2 millones de pisos vacíos. Estamos sufriendo en carne viva la crisis mundial e histórica del sistema capitalista del que forman parte todos los Estados cualquiera que sea la ideología oficial que profesen -”comunista” como en China o Cuba, “socialista del siglo xxi” en Ecuador o Venezuela, “socialista” en Francia, “demócrata” en USA, liberal en España o Alemania. El capitalismo, tras haber formado el mercado mundial se ha convertido desde hace casi un siglo en un sistema reaccionario, que hunde a la humanidad en la peor barbarie: dos guerras mundiales, innumerables guerras localizadas, destrucción medio ambiental... y, tras haber logrado momentos de crecimiento económico artificial, a base de especulación y burbujas de todo tipo, actualmente y desde 2007 se estrella en la peor crisis de su historia con Estados, empresas y bancos hundidos en una insolvencia sin salida. El resultado de esta debacle es una enorme catástrofe humanitaria. Mientras el hambre y la miseria siguen creciendo en África, Asia y Latinoamérica, en los países “ricos” millones de personas pierden su empleo, cientos de miles son desahuciadas, la mayoría no puede llegar a fin de mes, el repago de unos servicios sociales súper recortados hace muy precaria su existencia, y encima la carga de impuestos (directos e indirectos) les aplasta.
El capitalismo divide la sociedad en dos polos: el polo minoritario de la clase capitalista que lo tiene todo y no produce nada; y el polo mayoritario de las clases explotadas, que produce todo y recibe cada vez menos. La clase capitalista, ese 1 % de la población que se decía en el movimiento Occupy de Estados Unidos, se muestra cada vez más corrupta, arrogante e insultante. Acumula riquezas con un descaro indecente, se muestra insensible ante los sufrimientos de la mayoría y su personal político impone por doquier recortes y austeridad... ¿Por qué a pesar de los grandes movimientos de indignación social que hubo en 2011 (España, Grecia, Estados Unidos, Egipto, Chile, etc.) continúa, erre que erre, aplicando políticas contra el interés de la mayoría? ¿Por qué nuestra lucha, pese a las valiosas experiencias vividas, está muy por debajo de lo que sería necesario?
Una primera respuesta está en el engaño que supone el Estado democrático. Este se presenta como “la emanación de todos los ciudadanos” pero en realidad es el órgano exclusivo y excluyente de la clase capitalista, está a su servicio, y cuenta con dos manos: la mano derecha compuesta por policía, cárceles, tribunales, leyes, burocracia, con la que nos reprime y aplasta cualquier intento de rebelión. Y una mano izquierda con un abanico de partidos de todas las ideologías, con sindicatos aparentemente independientes, con servicios de cohesión social supuestamente para protegernos... con los cuales nos crea falsas ilusiones para acabar engañándonos, dividiéndonos y desmoralizándonos.
¿De qué han servido los votos que cada 4 años hemos emitido? ¿Los gobiernos salidos de las urnas han cumplido alguna de sus promesas? Cualquiera que fuera su ideología ¿con quién han estado? ¿Con sus electores o con el capital? ¿De qué han servido las innumerables reformas y cambios que se han hecho en educación, seguridad social, economía, política, etc.? ¿No han sido en realidad un “que todo cambie para que todo siga igual”? Como se decía en el movimiento 15 M: “Le llaman democracia y no lo es, es una dictadura y no se ve”.
El capitalismo lleva a la miseria generalizada. ¡Pero no veamos en la miseria más que la miseria! En sus entrañas se encuentra la principal clase explotada, el proletariado, quien con su trabajo asociado –trabajo que no se reduce a la industria y a la agricultura sino que comprende educación, sanidad, servicios, etc.– asegura el funcionamiento de toda la sociedad y tiene por tanto la capacidad para paralizar la máquina capitalista y abrir la vía para crear una sociedad donde la vida no sea sacrificada en el altar de las ganancias capitalistas, donde la economía de la competencia sea sustituida por la producción solidaria para la satisfacción plena de las necesidades humanas. En suma, una sociedad que supere las contradicciones en las que el capitalismo enreda a la humanidad.
Esto, que no es un ideal sino la experiencia histórica y mundial de más de dos siglos de lucha del movimiento obrero, parece hoy difícil y lejano. Una causa ya la hemos apuntado: nos engañan con la ilusión del Estado democrático. Pero hay causas más profundas: la mayoría de los trabajadores no se reconocen como tales. No tenemos confianza en nosotros mismos como fuerza social autónoma. Y, especialmente, el modo de vida de esta sociedad basado en la competencia, en la lucha de todos contra todos, nos lleva a la atomización, al cada uno a la suya, a la división y al enfrentamiento entre nosotros.
La conciencia de estos problemas, el debate abierto y fraterno sobre ellos, la recuperación crítica de las experiencias de más de dos siglos de lucha, nos proporciona los medios para superar esa situación y ser capaces de responder. El mismo día que Rajoy anunció sus medidas empezaron a surgir algunas respuestas. Mucha gente acudió en Madrid a la manifestación solidaria con los mineros. Esa experiencia de unidad y solidaridad se ha traducidos en los días siguientes en manifestaciones espontáneas convocadas desde las redes sociales. Ha sido la iniciativa propia de los trabajadores públicos quién, fuera de los sindicatos, las ha iniciado ¿Cómo continuar, teniendo en cuenta que será una lucha larga y difícil? Algunas propuestas:
La lucha unitaria. Parados, trabajadores públicos y privados, interinos y funcionarios, jubilados, estudiantes, emigrantes, JUNTOS PODEMOS. Ningún sector puede quedarse aislado y encerrado en su rincón. Frente a una sociedad de división y atomización hemos de hacer valer la fuerza de la solidaridad.
Las Asambleas generales y abiertas. El capital es fuerte si delegamos en los profesionales de la política y de la representación sindical que siempre nos venden. Asambleas para pensar, discutir y decidir juntos. Para que todos se hagan responsables de lo acordado, para vivir y sentir la alegría de estar unidos, para romper la barrera de la soledad y el aislamiento y cultivar la confianza y empatía.
Buscar la solidaridad internacional. Defender la nación hace de nosotros la carne de cañón de guerras, xenofobia, racismo, nos separa y enfrenta con los trabajadores del mundo entero que son con los que podemos confiar y crear la fuerza para echar atrás los ataques del capital.
Agruparnos en los centros de trabajo, en los barrios, a través de Internet, en colectivos que reflexionen sobre lo que está pasando, organicen reuniones y debates, impulsen y preparen las luchas. ¡No basta con simplemente luchar, hay que luchar con una clara conciencia de lo que está pasando, de cuales son nuestras armas, de quienes son nuestros amigos y quienes nuestros enemigos!
Todo cambio social es inseparable de un cambio individual. Nuestra lucha no puede limitarse a un mero cambio de estructuras políticas y económicas, es un cambio radical de sistema social y por tanto de nuestra propia vida, de nuestro modo de ver las cosas, de nuestras aspiraciones. Solo así desarrollaremos la fuerza para resistir las innumerables trampas que nos tenderán, los golpes físicos y morales que recibiremos. Un cambio de mentalidad hacia la solidaridad, la conciencia colectiva, que no solamente son el cemento de nuestra unión sino el pilar de una futura sociedad liberada del mundo de competencia feroz y mercantilismo extremo que caracteriza el capitalismo.
CCI, julio 2012
El “boom de posguerra” llegó a su fin en 1967. Este breve periodo de relativa prosperidad económica se produjo después de los horrores de la Primera Guerra mundial, la Gran Depresión y la Segunda Guerra mundial. El espectro de la crisis económica reapareció en ese año. Durante el primer semestre de 1967 Europa cayó en recesión y en el segundo semestre estalló la crisis en el sistema monetario internacional. Desde entonces, el desempleo, la inseguridad, el deterioro de las condiciones de vida y de trabajo se han convertido en el pan de cada día de los explotados. Sólo un rápido repaso de los acontecimientos más importantes del siglo xx, uno de los más catastróficos y bárbaros de la historia de la humanidad, es suficiente para entender que el capitalismo se ha convertido, como el esclavismo o el feudalismo, en un sistema obsoleto y decadente.
Pero esta crisis histórica del capitalismo fue oscurecida en parte y enterrada bajo una carga de propaganda y de mentiras. En cada una de las décadas siguientes se repetía la cantaleta de siempre: un país, una parte del planeta o de un sector económico, que se estaba desempeñando un poco mejor que los demás, se le daba prominencia para crear una falsa impresión de que la crisis no era fatal, que era suficiente llevar a cabo eficaces “reformas estructurales” al capitalismo para que se reactivara e impulsara el crecimiento y la prosperidad. En el periodo 1980-1990, la Argentina y los “Tigres Asiáticos” se presentaban como modelos de éxito, al inicio del año 2000 fue el turno de Irlanda y España... Invariablemente, estos “milagros” llegarían a ser “espejismos”: en 1997, los “Tigres Asiáticos” resultaron ser tigres de papel; a finales de 1990, Argentina se declaró en bancarrota y ahora Irlanda y España están al borde de la quiebra... En cada ocasión “el crecimiento increíble” fue financiado por el recurso del crédito y cada una de las falsas esperanzas se hundieron con el tiempo por la pesada carga de la deuda.
Sin embargo, los mismos charlatanes están apostando otra vez a la corta memoria de la mayoría de nosotros, para hacernos creer que la enfermedad de Europa se debe a razones específicas de su propia creación: dificultades para realizar las reformas y “mutualizar” las deudas entre sus miembros (es decir, compartir la carga), la falta de unidad y solidaridad entre los países; y un banco central incapaz de impulsar la economía, ya que no puede imprimir dinero a su antojo.
Sin embargo, estos argumentos no se sostienen frente a un minucioso escrutinio. ¿La crisis ha golpeado a Europa porque hay una falta de reformas y de competencia y tenemos que aprender de Asia? Tonterías, estos países también están en problemas. ¿La recuperación no es la suficiente bajo el control del Banco Central Europeo y la respuesta está en la impresión de dinero? Eso es una locura: los Estados Unidos de América (EUA) y su banco central han promovido todo tipo de creación de dinero desde 2007, pero también se encuentran en mal estado.
El acrónimo “BRIC” se refiere a los cuatro países cuyas economías han tenido el mayor éxito en los últimos años: Brasil, Rusia, India y China. Pero como en Eldorado, esta buena salud es más un mito que una realidad. Este “boom” ha sido financiado en gran parte por la deuda y terminan, como sus predecesores, hundidos en el horror de la recesión. Además, ese mal viento está sobre nosotros ahora mismo.
En Brasil, el crédito al consumo se ha disparado en la última década. Pero, como en los EUA durante la década de 2000, los “hogares” son cada vez menos capaces de ponerse al día con sus pagos. La escala de “incumplimientos del consumidor” ha batido todos los récords en esta ocasión. Peor aún, la burbuja inmobiliaria parece idéntica a lo que se vivió en España antes de su explosión: grandes complejos de viviendas de nueva construcción permanecen desesperadamente vacíos.
En Rusia, la inflación está fuera de control: oficialmente es del 6 %, pero según analistas independientes alcanza el 7,5 %. Y los precios de frutas y verduras literalmente se han disparado en los meses de junio y julio, ¡incrementándose en casi un 40 %!
En la India, el déficit presupuestario se está ensanchando peligrosamente (se estima en 5,8 % del PIB en 2012), el sector industrial se encuentra en recesión (– 0,3 % en el primer trimestre de este año), el consumo se está desacelerando bruscamente, la inflación es muy fuerte (7,2 % en abril, mientras que en octubre pasado los precios de los alimentos habían subido casi un 10 %). El mundo financiero ahora considera a la India un país riesgoso para invertir: está clasificado como triple B (la calificación más baja en la “categoría de calidad inferior a la media”). La India se encuentra bajo la amenaza de ser pronto clasificada entre los países que se consideran como de alto riesgo para la inversión.
La economía China sigue en declive y cada vez hay más señales de peligro. La actividad manufacturera se contrajo en junio por octavo mes consecutivo. Los precios de los apartamentos se han derrumbado y los sectores relacionados con la construcción están cada vez menos ocupados. Un ejemplo muy claro: solo la ciudad de Beijing tiene el 50 % de viviendas vacías, más que en todos los EU (3,8 millones frente a 2,5 millones, respectivamente). Pero lo más preocupante, sin duda, es el presupuesto del Estado para las provincias. En efecto, si el Estado no está oficialmente colapsado bajo la deuda, es solo por el hecho que la carga de la deuda se ubica en el nivel local. Muchas provincias están al borde de la quiebra.
Los inversionistas son conscientes de la mala salud de los BRIC, por lo que evitan estas cuatro monedas –el real, el rublo, la rupia y el yuan– como si huyeran de la peste, porque han ido cayendo continuamente durante meses.
La ciudad de Stockton, California, se declaró en quiebra el martes 26 de junio, como lo hicieron antes Jefferson County, Alabama y Harrisburg en Pennsylvania. Sin embargo, durante tres años, los 300,000 habitantes de esta ciudad han soportado cada “sacrificio necesario para la recuperación”: recortes en el presupuesto de 90 mdd, despido de 30 % del cuerpo de bomberos junto con el 40 % del resto de los empleados municipales, recorte de 11.2 mdd a los salarios de los empleados municipales y reducción drástica de los fondos de pensiones de jubilación.
Este ejemplo concreto muestra el estado real de la decadencia de la economía de los EUA. Los hogares, las empresas, los bancos, las ciudades, los estados y el gobierno federal, cada uno de estos sectores está literalmente enterrado bajo montañas de deuda que nunca será cubierta. En este contexto, es muy probable que la negociación futura entre los republicanos y los demócratas, cuando el techo de la deuda se eleve este otoño, se convierta en un psicodrama como ocurrió el verano pasado. Podemos decir que la burguesía estadounidense se enfrenta a un problema insoluble: debe generar cada vez más deuda para reactivar la economía, al tiempo que debe reducir su deuda para evitar la quiebra.
Cada parte endeudada de la economía es una potencial bomba de tiempo: aquí hay un banco cerca de la bancarrota, allá una ciudad o una empresa casi en quiebra ... y si una bomba explota, simplemente veremos una reacción en cadena. Hoy, la “burbuja de préstamos a estudiantes” es una preocupación para el mundo financiero. El costo de estudiar es cada vez más caro y la gente joven encuentra cada vez menos trabajo al salir de sus cursos universitarios. En otras palabras, el incremento de los préstamos estudiantiles se están volviendo cada vez más importantes y el riesgo de incumplimiento cada vez más probable. Para ser más específicos:
– los estudiantes universitarios, después de concluir sus estudios, tienen en promedio una deuda de 25,000 dólares;
– los préstamos pendientes de pago superan a la de todos los préstamos de consumo en el país que es de 904 mmdd (casi se ha duplicado en los últimos cinco años) y corresponde al 6 % del PIB;
– la tasa de desempleo para los graduados universitarios menores de 25 años es de más del 9 %;
– el 14 % de los estudiantes graduados que han recibido préstamos no han pagado durante tres años después de graduarse.
Estos datos muestran en lo que se ha convertido el sistema capitalista: un sistema enfermo que, literal y metafóricamente, sólo puede renunciar a su futuro. Los jóvenes de hoy tienen que vivir en la deuda y “gastar” el salario futuro... no lo van a ver.
No es casual que en los Balcanes, en Inglaterra y en Quebec, la nueva generación ha organizado poderosas manifestaciones en los últimos dos años al incrementarse los costos de inscripción para los cursos universitarios: ahogarse en deudas de 20 años y enfrentar la perspectiva de desempleo y caída salarial en los próximos años, este es el símbolo perfecto del “no futuro” que el capitalismo tiene para ofrecer.
Los Estados Unidos de América, al igual que Europa y todos los países del mundo, están enfermos, y no habrá tregua real y duradera en el capitalismo, porque este sistema de explotación es la fuente de la infección. Después de leer este artículo, ¿alguien puede mantener la esperanza y creer que un “milagro económico” todavía es posible? Si eres una de esas personas ... ten en cuenta que el presupuesto del Vaticano está en números rojos.
Pawel, junio 2012.
[1]) Este es un juego de palabras del artículo en inglés. Brick es la palabra inglesa para ladrillo, por lo que se empleó la homofonía de la palabra BRICS que denomina a las llamadas “economías emergentes”.
El poder letal del Estado moderno convierte en pequeños los crímenes de individuos asesinos de masas, indefensas. El régimen de Siria sigue demostrando su capacidad para sembrar terror a gran escala. Una ciudad tras otra es sometida a intensos bombardeos de la artillería y la población se ve atrapada en casas o sótanos, privada de alimentos y electricidad durante días, incluso semanas. Francotiradores militares secuestran a quien sale en busca de comida para sus familias. Y cuando el pueblo cae, familias enteras son exterminadas de la manera más directa y personal, ya sea por soldados regulares, o con mayor frecuencia (ya que muchos soldados han desertado de las filas del ejército disgustados por lo que se les obliga a hacer) por bandas de delincuentes conocidas como “Shabiha” o fantasmas. Las dos masacres más conocidas han acontecido en Houla y Mazraat al-Qubair, pero no son las únicas.
Con cinismo arrogante, los portavoces del régimen justifican estos asedios al afirmar que “grupos terroristas armados” se han apoderado de la ciudad en cuestión. Se culpa de las carnicerías más conocidas de mujeres y niños a la acción de esos grupos que presumiblemente lo harían para desacreditar al gobierno. El descaro de los crímenes y las mentiras del gobierno sirio no es la marca de un régimen que descansa sobre bases sólidas. Más bien refleja la desesperación de un régimen que se derrumba.
Para enfrentarse a las protestas generalizadas que estallaron contra su gobierno siguiendo la estela de los otros movimientos masivos en todo Noráfrica y Oriente Medio, Bashir al-Assad, trató de seguir los pasos de su padre: en 1982, Hafez al-Assad, enfrentó otro levantamiento en la ciudad de Hama. El régimen envió al ejército y llevó a cabo una masacre: la cifra de muertos se estima entre 17 mil y 40 mil. La rebelión fue aplastada y el régimen ha sido capaz de mantener su control sobre el país de forma más o menos indiscutible durante los últimos dos decenios y medio.
Sin embargo, el terror despiadado ya no funciona de la misma manera, porque la historia ha evolucionado desde mediados de los 80. En primer lugar, la relativa estabilidad que resultó del antiguo sistema de los dos bloques (en el que Siria era el aliado más consistente de la URSS en la región) se vio debilitada por el colapso del bloque oriental y la consecuente desintegración del bloque dirigido por EU. Este profundo cambio en las “relaciones internacionales” desató los apetitos imperialistas de un gran número de Estados –pequeños, medianos y grandes–, que, de repente, se veían libres de la tutela de las antiguas superpotencias que les gobernaban desde lejos. En Oriente Medio, Irán se ha reforzado y juega su propia carta, sus ambiciones han aumentado ampliamente a causa de la invasión americana de Irak. El Irak de Saddam era un importante contrapeso a la posición de Teherán en la región, pero tras ser derrocado Hussein, el país se paralizó por el desorden interno y se rige por una débil facción chiíta que es altamente susceptible a la influencia iraní. Turquía, que en otros tiempos fue un aliado de confianza de los EU, ha empezado a jugar a su propio juego, presentándose cada vez más a sí mismo como el campeón del Oriente Medio musulmán. Incluso Israel ha estado afirmando cada vez más su independencia respecto de EU, una realidad que está siendo corroborada por las voces en Israel que piden un ataque contra las instalaciones nucleares de Irán ([1])).
Lo que empezó como una protesta popular desarmada contra el régimen de Assad se ha convertido rápidamente en una guerra de poder entre las potencias imperialistas regionales y mundiales. Irán, principal aliado de Siria en la región ([2]), se ha posicionado en pro del régimen de Assad, y ha habido informes de que miembros de la Guardia Revolucionaria u otros agentes de la República Islámica han trabajado como cómplices en la campaña de terror de Assad. Assad también ha sido protegido de Rusia y China, que han participado activamente en el Consejo de Seguridad de la ONU bloqueando las resoluciones que condenan al gobierno de Assad o que pretenden sancionarlo. Rusia ha tenido que moderar su postura ante las críticas recibidas, haciendo incipientes críticas de las masacres de Assad, pero su apoyo a una política de “no intervención” sirve para asegurarse de que las fuerzas rebeldes no consigan armas mientras que el ejército sirio mantiene su gran arsenal. Hillary Clinton, acusó a Rusia de proveer helicópteros de ataque al régimen, a lo que el ministro de exteriores ruso Lavrov, respondió que los helicópteros eran para fines “defensivos” y que igualmente el Oeste estaba secretamente armando a los rebeldes.
Esta fue la primera vez que los rusos hicieron abiertamente esta acusación, pero ha sido así durante mucho tiempo. Una vez que la oposición se unió en una fuerza política burguesa en torno al Ejército Libre de Siria y el Consejo Nacional de Siria, ha habido envíos de armas desde Arabia Saudita y Qatar. Turquía, mientras tanto, ha hecho un cambio radical de postura, poniendo fin a sus relaciones antes amistosas con el régimen de Assad, condenando su inhumanidad y ofreciendo protección a los refugiados que huyen de la masacre. En el plano militar ha acumulado fuerzas considerables en su frontera con Siria; y, en el mismo discurso en el que condena a Moscú por enviar helicópteros a Siria, Clinton sugirió que la concentración de fuerzas sirias alrededor de Aleppo, cerca de la frontera turca, “bien podría ser una línea roja para los turcos en términos de sus intereses estratégicos o nacionales” (The Guardian 13 de junio). Más recientemente, Siria ha estado derribando aviones turcos, incluyendo un avión militar que supuestamente había violado el espacio aéreo sirio, lo cual ha incrementado las tensiones entre Ankara y Damasco.
Por lo tanto, la política de terror, lejos de fortalecer el poder de Assad, ha envuelto a éste en un cada vez más impredecible conflicto imperialista, lo que también tiene el efecto de agravar las divisiones religiosas y étnicas sirias: de la misma manera que los iraníes apoyan a la minoría alauí dominante, los saudíes (y a algunos yihadistas atraídos por el conflicto) pretenden imponer un régimen suní. Hay también divisiones entre cristianos y musulmanes, kurdos y árabes, todas las cuales amenazan con llegar a ser demasiado profundas como para ser manipuladas sin sumir al país en una situación de más caos, siguiendo a Irak.
Como Siria va en el camino de convertirse en un Estado fallido, y las sanciones de la ONU y las misiones de observación se muestran incapaces de detener la matanza, ha habido crecientes llamamientos para una intervención militar “humanitaria” por parte de las potencias occidentales. Después de todo, dicen sus partidarios, “funcionó” en Libia, donde Francia y la GB impusieron una “zona de exclusión aérea”, que propició la victoria de los rebeldes y el derrocamiento del régimen. Pero en el caso de Siria, los estados como GB, Francia y los EU están siendo mucho más cautelosos, a pesar de clamar con más fuerza que Assad se vaya. Hay una serie de razones para sus dudas: el terreno geográfico en Siria es mucho menos susceptible a la guerra aérea de Libia, con sus grandes extensiones de desierto. Y mientras en sus últimos días Gadafi acabó aislado internacionalmente, Siria tiene vínculos mucho más fuertes con Rusia, China e Irán. Con Israel ya incitando a EU a atacar a Irán bajo la amenaza de hacerlo ellos mismos, una escalada de la guerra en Siria también podría encender la mecha en torno a Irán, con consecuencias aún más devastadoras. Por otra parte, el ejército de Assad está mucho mejor equipado y entrenado que el libio. En conclusión, las potencias occidentales corren el riesgo de verse involucradas en un verdadero desastre en Siria y más allá, de la misma forma que les ha pasado en Afganistán e Irak; y en contraste con Libia no hay peligro de que valiosas reservas de petróleo caigan en las manos equivocadas, ya que Siria no tiene petróleo en absoluto. Las repercusiones sociales y políticas de que otro escenario de guerra se forme para las grandes potencias en esta región devastada son, por el momento al menos, demasiado inciertas para hacer que el riesgo valga la pena. Turquía está, a pesar de estar más directamente amenazada por las consecuencias de la catástrofe humanitaria en Siria, maniobrando con cierta cautela hasta el momento.
Hay un estancamiento imperialista sobre Siria, y mientras tanto sigue la matanza. Esto no significa que una intervención militar occidental pudiera evitar que ocurriera. Como podemos ver en la experiencia de Irak y Afganistán (y Libia, donde las secuelas afectan a sus vecinos ([3])), las consecuencias de la intervención militar occidental son cualquier cosa menos humanitarias. Incluso cuando sus intereses imperialistas exigen imponer un cierto orden sobre la situación y así minimizar algunas zonas de conflicto, el resultado en todos estos casos ha sido el de acelerar la tendencia hacia el caos y la violencia. Al igual que la crisis económica a la que se enfrenta ahora el capitalismo como un muro inexpugnable, la proliferación de guerras y tensiones imperialistas en todo el planeta dan testimonio de que el capitalismo se ha convertido en un callejón sin salida para la humanidad.
Amos, junio 2012
[1]) Véase la editorial de la Revista Internacional no 149:
https://en.internationalism.org/internationalreview/201206/4980/editoria... [49]
[2]) El régimen de Assad siempre ha basado su poder en una política de dividir y gobernar, haciendo pleno uso de las diferentes divisiones religiosas y étnicas que tienen una larga historia en el país. En particular, se ha identificado con la minoría religiosa alauí, manteniendo su apoyo a este grupo (que es considerado hereje por muchos musulmanes) a través de una política combinada de repartir prebendas y privilegios e infundir un clima de temor a los miembros de la secta sobre lo que sucedería si sus protectores fueran retirados del poder. Por su parte, los mulás iraníes, para dar peso teológico a su política exterior en favor de Siria, parecen haber aceptado a los alauitas como parte de los musulmanes chiítas.
Ver https://www.guardian.co.uk/world/2012/jun/16/minority-sect-syria-dictato... [50].
Este artículo muestra que, si bien muchos de los Shabiha son extraídos de la minoría alauita, hay otros, tal vez la mayoría, que están cada vez más preocupados de que se les asociará a los crímenes de Assad.
Las próximas elecciones presidenciales en Venezuela del 7 de octubre, son un momento de máxima tensión entre las facciones burguesas del chavismo y la oposición. Tanto éstos últimos, agrupados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), teniendo como candidato a Henrique Capriles, como los oficialistas, contando con el perpetuo candidato Hugo Chávez, han puesto en funcionamiento sus maquinarias partidistas y con ellas miles de millones de bolívares, para intentar movilizar y ganar los votos, principalmente, de las masas de trabajadores ya exhaustos debido a 13 años de confrontación política, desde el establecimiento del régimen chavista en el poder.
El ascenso de Chávez fue el resultado del alto grado de descomposición de la burguesía venezolana, principalmente de sus fuerzas políticas que gobernaron hasta su llegada al poder en 1999. Debido a su alta aceptación popular, varios sectores del capital le dieron su apoyo en ese entonces con miras a atacar los altos niveles de corrupción, restablecer la institucionalidad y sobre todo, la gobernabilidad, es decir, para intentar mejorar el sistema de opresión y explotación en interés de la nación de la burguesía. Las fuerzas opositoras, aún debilitadas, emprendieron varias medidas de fuerza contra el régimen como el golpe de Estado de 2002 y el paro petrolero de finales de ese año, que resultaron infructuosas y más bien afianzaron a Chávez en el poder, lo que se reflejó en su reelección en el 2006.
Después de más de una década de chavismo, la nueva situación está llevando a los diferentes grupos de la burguesía a un conflicto abierto para disputar el poder central del Estado. Las fuerzas contrarias al régimen se benefician de la baja en la popularidad del chavismo debido a dos causas principales:
• el crecimiento de la descomposición en el régimen chavista, el cual describimos así en un artículo de Internacionalismo: “se conformaron nuevas élites civiles y militares que ocupan los cargos de la alta burocracia del Estado, que han fracasado en su objetivo de superar los problemas acumulados por los gobiernos anteriores, siendo más bien su principal interés repartirse el botín de los ingresos petroleros, ocasionando un crecimiento exponencial de la corrupción y un abandono progresivo de la gestión del Estado; situación que junto a la megalomanía del régimen chavista de pretender hacer una “revolución bolivariana” a nivel continental, ha ido poco a poco vaciando las arcas del Estado y acrecentando la conflictividad social y política, que está llevando a niveles de ingobernabilidad mucho peores que los de los años 90. Es ésta una de las preocupaciones mayores de varios sectores del capital nacional que en el pasado dieron su apoyo a Chávez y que hoy intentan conformar un equipo de recambio”.
• la agudización de la crisis del capitalismo en el 2007, que ha jugado en contra de las aspiraciones del régimen chavista de implantar su proyecto del “Socialismo del Siglo xxi”. Aunque para entonces Chávez, al igual que otros gobernantes, dijo que la economía venezolana estaba “blindada”, la realidad es que la crisis mundial del capitalismo puso al descubierto nuevamente la fragilidad histórica de la economía venezolana: se mueve según lo hacen los precios del petróleo. A esto hay que agregar que los planes populistas han sido posibles gracias a los ataques al salario y a la reducción o eliminación de los “beneficios” como las contrataciones colectivas, que ha propinado el chavismo a los trabajadores.
La estrategia del candidato opositor, basada en visitas diarias a distintas ciudades y pueblos del país (“casa por casa”) busca explotar la desatención social y los fracasos del régimen chavista, lo que ha generado, según algunas encuestas, un repunte de su candidatura. Su estrategia de plantear programas sociales de corte populista similares a los del chavismo y evitar confrontaciones directas le ha dado algún resultado. Sin embargo, el chavismo insiste en los “logros” que su proyecto representa para los pobres y en el planteamiento del “gendarme necesario” para evitar la anarquía que le ofrece al capital venezolano en su conjunto.
El chavismo, aún con todas sus debilidades (enfermedad de Chávez, pérdida de gubernaturas, confrontaciones de intereses en sus filas, etc.) no visualiza su salida del poder y en los últimos meses se orienta a no dejar al azar ningún detalle que pueda significar alguna ventaja para la oposición: inscripción forzada de empleados públicos en el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela, obstáculos a los votantes en el extranjero especialmente en Miami y España, neutralización de partidos que apoyan a la oposición (PODEMOS, PPT, COPEI) vía sentencias del Tribunal Superior de Justicia, etc., además de construir una hegemonía comunicacional que le da una ventaja absoluta en cuanto a la propaganda electoral.
Chávez también considera otros escenarios en caso de perder las elecciones. Desde ya anuncia que la oposición tiene preparado un plan para denunciar un fraude electoral. En estas estrategias, como siempre se apoya en los poderes del Estado, pero particularmente en el Ejército, que ha abandonado su posición de “fuerza profesional al servicio de la nación, no deliberante y apolítica”, para convertirse en una “fuerza patriótica, anticapitalista, anti-imperialista y chavista”. En ese sentido son frecuentes las amenazas de Chávez y su séquito contra los opositores
El oficialismo acusa a la oposición de no querer declarar, desde ahora, que aceptará el dictamen del Consejo Nacional Electoral (CNE); por ello, dicen, que están en alerta ante la posibilidad de que los opositores puedan causar un estado de conmoción nacional cuando el CNE anuncie el triunfo de Chávez. Por su parte, la oposición plantea que no puede extender un “cheque en blanco” a un árbitro que esta parcializado ya que no sanciona las faltas del oficialismo a las reglas que el mismo árbitro ha impuesto, pero sí lo hace con la oposición. En suma, que se trata pura y llanamente de un enfrentamiento interburgués donde cada bando usa las artimañas propias de su clase para sumar la mayor parte de fuerzas posibles a sus candidaturas.
El proletariado venezolano debe estar alerta para no ser víctima de esta “batalla final” que libran las fuerzas del capital nacional y a la cual van a intentar arrastrarlo.
El chavismo cuenta con armas ideológicas muy poderosas para llevar a un enfrentamiento a “los pobres” y “los excluidos”, quienes tienen la esperanza que Chávez cumpla con sus promesas, sobre todo las de las Misiones, “contra la burguesía depredadora, la que quiere volver al pasado”. Pero también se prepara para enfrentarse con las armas, de ser necesario, y para ello cuenta con la Milicia Bolivariana y también con sus fuerzas de choque que conforman varios “colectivos” tanto en Caracas como en el interior del país, armados por el propio Estado.
Las fuerzas de oposición por su parte, aunque no hacen pública su estrategia de defensa del voto en caso de situaciones de fuerza, no se van a quedar de brazos cruzados. Dentro de las fuerzas opositoras se encuentran partidos de la vieja guardia como el socialdemócrata Acción Democrática, quien tiene décadas de experiencia en la organización de fuerzas de choque; también en sus filas hay organizaciones de izquierda e izquierdistas, que en sus inicios apoyaron al chavismo, que conocen bastante bien de los métodos de confrontación.
Los trabajadores debemos tener presente que no hay posibilidad de superar nuestra situación de precariedad y explotación con un cambio de gobierno. La crisis del capitalismo está presente y gane quien gane, sea Chávez o Capriles, las medidas de austeridad y la precariedad van a empeorar.
No podemos caer en la trampa ideológica que nos tienden cuando nos dicen que se trata de una confrontación entre “comunismo” y democracia, o entre “pueblo” y “burguesía”. Chávez y Capriles defienden dos programas capitalistas de Estado, que se basan en la explotación de la fuerza de trabajo del proletariado venezolano.
La contienda electoral es solo un momento en la confrontación entre las facciones del capital nacional. El proletariado debe evitar caer en las pugnas entre facciones de la burguesía, romper con las ideologías democratistas, sacar las lecciones de sus luchas, continuar su esfuerzo por encontrar su identidad de clase, su unidad y su solidaridad, para así poder afirmarse en su propio terreno de clase, única alternativa para empezar a defenderse de los ataques de la burguesía contra sus condiciones de vida.
Internacionalismo Venezuela, agosto 2012
Las reacciones de la clase trabajadora a la crisis económica mundial se han empezado a desarrollar en diferentes partes del mundo mostrando las potencialidades del proletariado pero también sus debilidades. Algo muy importante que contribuye a superarlas es la reapropiación de las experiencias del movimiento obrero, pues permiten analizar cuáles son los obstáculos y hacia dónde y cómo se tiene que avanzar. La Revolución de 1905 aportó importantes respuestas a lo que se planteaba al movimiento obrero en aquel entonces y sin las cuales la Revolución de 1917 no hubiera triunfado. Aún más, 1905 da claves de cómo puede desarrollarse la lucha proletaria en el futuro por lo que presentamos cómo funcionaron entonces las asambleas generales y su relación con la formación de los consejos obreros o soviets ([1]).
Los acontecimientos de 1905 se sitúan en los albores de la fase de declive o decadencia del capitalismo; para cada una de las dos clases principales, el período era el de un inmenso cambio que exigía respuestas diferentes. Para la burguesía, era el final del período de expansión y el principio de un período de rivalidades imperialistas que llevarían a la guerra mundial en 1914. Para la clase obrera, ese cambio significaba el fin de una época en la que las reformas podían ser conquistadas en el marco legal, y el principio de otra época en la que sus intereses no pueden defenderse si no es destruyendo al Estado burgués. Esta situación acabaría desembocando en la lucha por el poder en 1917 y la oleada revolucionaria que le siguió.
Como premisa, la clase obrera se había lanzado a una serie de huelgas cada vez más intensa y extensa. En Alemania, por ejemplo, la cantidad de huelgas pasó de 483 en 1896 a 1468 en 1900 y se habían producido movimientos masivos y huelgas generales en diferentes lugares del mundo. Fue en ese contexto común a la clase obrera internacional, en el que el proletariado en Rusia respondió ante el reto del nuevo periodo creando las nuevas armas de su combate político: la huelga de masas y los soviets.
En Rusia, los acontecimientos de 1905 fueron el producto de una acumulación de experiencias sucesivas de huelgas que se produjeron desde 1896. La gota que derramó el vaso fue el despido de dos obreros de las fábricas Putílov de Petrogrado en enero de 1905, que desencadenó un movimiento de huelgas de solidaridad y una manifestación con la petición al zar de: libertades políticas, el derecho a la educación, la jornada de 8 horas, contra los impuestos, etc. La represión de esta manifestación, fue el punto de partida de la hoguera revolucionaria que se extendió por el país durante un año.
La clase obrera, que empezó suplicando tras los iconos de la iglesia, demostró una fuerza inesperada. Durante aquellos acontecimientos, se le vio desarrollar movimientos masivos, más allá de las fábricas, los sectores, las profesiones y se fue produciendo un cambio muy acelerado en su conciencia. Era la expresión típica del proceso revolucionario durante el cual, los proletarios, a pesar de sus creencias y sus miedos, descubren y toman conciencia de que su unión hace la fuerza: “El país, de un rincón al otro, fue atravesado por una gigantesca marea de huelgas que sacudieron el cuerpo de la nación. Según un cálculo aproximado, la huelga se extendió a ciento veintidós ciudades y lugares… El movimiento arrastraba a millones de seres… sólo guiada por el instinto de solidaridad, la huelga reinó en el país durante dos meses” ([2]).
El haber entrado en huelga por solidaridad, porque “una masa de millones de proletarios descubre de pronto, con un agudo sentimiento lo insoportable, lo intolerable que es su existencia social” ([3]) es, a la vez, una expresión y un factor activo de la maduración, en el seno del proletariado ruso de entonces, de la conciencia de ser una clase y de la necesidad de enfrentarse como tal a su enemigo. Así, de enero a julio las luchas fueron una sucesión de explosiones espontáneas con un nivel muy débil de organización, pero a partir de septiembre la cuestión de la organización general de la clase obrera pasa a primer plano; es un estadio de creciente politización de las masas en cuyo seno se percibe la unidad de la lucha inmediata reivindicativa con la política. Se desarrollaba lo que luego habría de llamarse huelga de masas, la gran extensión y la auto-organización espontáneas de la lucha del proletariado que van a ser características de los grandes momentos de lucha del siglo xx: “La huelga de masas aparece no como un producto específicamente ruso del absolutismo, sino como una forma universal de la lucha de la clase proletaria… más allá del apogeo de la sociedad capitalista” ([4]).
No solo es la huelga de masas la que vivifica todo el año 1905, sino que además su dinámica desembocó, por vez primera, en la creación por el proletariado de los soviets (o consejos obreros), que serán en Rusia de 1917 y en toda la oleada revolucionaria que sacudió Europa, la forma de organización y de poder del proletariado revolucionario.
Fueron los bolcheviques y Trotski quienes primero comprendieron el paso adelante que para el movimiento obrero significaba la formación de esos órganos de la toma del poder. El propio movimiento de la clase obrera había desembocado en la creación de los órganos de poder adecuados para echar abajo el capitalismo agonizante. Los soviets fueron, fundamentalmente, la obra colectiva de la clase obrera: múltiples iniciativas, innumerables discusiones, propuestas que surgían aquí y allá, y la intervención activa de los revolucionarios. Es decir, dos factores determinantes de su nacimiento fueron el debate de masas y la radicalización creciente de las luchas.
Efectivamente, la maduración de la conciencia de las masas que se generalizó desde septiembre de 1905 cristalizó en el desarrollo de una gigantesca voluntad de debate; un fenómeno “nuevo” de propagación de discusiones palpitantes en fábricas, universidades y barriadas: “Asambleas populares absolutamente libres entre los muros de las universidades… el pueblo llenaba los pasillos, las aulas y las salas. Los obreros venían directamente de la fábrica a la universidad… se veía en esta multitud, entre los estudiantes, gran número de personas de ambos sexos venidas del exterior, alumnos de enseñanza secundaria, adolescentes de las escuelas privadas, obreros…” ([5]). Se trataba de un colectivo que discute y reflexiona de manera metódica, ordenada, observando una gran disciplina y madurez. Ese mismo espíritu se observa desde mayo en la ciudad industrial de Ivánovo-Vosnesensk en Rusia central, donde se documenta la aparición del primer soviet.
En Ivanovo-Voznesensk, la ciudad que era conocida como el Manchester ruso, el 12 de mayo estalló una huelga en una fábrica que causó, en unos días, el cierre de todas las fábricas con más de 32,000 obreros en huelga. Tras la sugerencia de un trabajador, en la asamblea fueron elegidos delegados para representar a los obreros en las discusiones. La Asamblea de delegados, compuesta por unos 120 obreros, se reunió con regularidad durante las semanas siguientes. Su objetivo era conducir la huelga, impedir acciones y negociaciones separadas, asegurar el orden y organizar las acciones obreras y que el trabajo solo cesara tras una orden suya. El soviet emitió una gran cantidad de reivindicaciones, a la vez económicas y políticas, incluida la jornada de 8 horas, un salario mínimo más elevado, que se pagaran los días de baja por enfermedad o maternidad, libertad de reunión y de palabra. Creó después una milicia obrera para proteger a la clase de los ataques de la milicia, impedir los enfrentamientos entre los huelguistas y los que todavía seguían trabajando, mantener el contacto con los obreros de las zonas más alejadas.
“Las asambleas plenarias se celebraban todas las mañanas a las nueve. Una vez terminada la sesión [del Soviet] empezaba la asamblea general de los obreros, que examinaba todas las cuestiones relacionadas con la huelga. Se daba cuenta de la marcha de esta última, de las negociaciones con los patronos y las autoridades. Después de la discusión, eran sometidas a la asamblea las proposiciones preparadas por el Soviet. Luego, los militantes de los partidos pronunciaban discursos de agitación sobre la situación de la clase obrera… Así se repetía todos los días” ([6]).
Las reuniones masivas en diferentes partes habían planteado un intenso debate sobre la situación, las experiencias vividas, las alternativas para el futuro, pero en octubre la situación se transforma: esos debates, sin por ello desaparecer, maduran en la lucha abierta que empieza a dotarse de una organización general que no solamente dirige la lucha sino que integra y multiplica el debate masivo. La necesidad de agruparse y de reunirse, de unificar los diferentes focos huelguísticos había sido planteada de manera especialmente aguda por los obreros de Moscú. Darse un programa de reivindicaciones económicas y políticas acorde con la situación histórica y con las posibilidades reales de la clase obrera, había sido la aportación de un congreso ferroviario. Debate, organización unificada, programa de lucha, tales fueron los 3 pilares sobre los que van a levantarse los Soviets. Es pues la convergencia de las iniciativas y propuestas de los diferentes sectores de la clase obrera lo que les da origen y no el “plan” de una minoría. En los Soviets se personifica lo que 60 años antes, en El manifiesto comunista, parecía una formulación utópica: “Todos los movimientos han sido hasta ahora realizados por minorías o en provecho de minorías. El movimiento proletario es un movimiento independiente, de la inmensa mayoría en provecho de la inmensa mayoría”.
El 13 de octubre el soviet de Petrogrado llama al proletariado de la capital a la huelga política general y a la elección de delegados: “La clase obrera se ha visto obligada a recurrir a la última medida de que dispone el movimiento obrero mundial: la huelga general. En el plazo de unos días deben producirse acontecimientos decisivos en Rusia que determinarán para muchos años la suerte de la clase obrera; tenemos pues que ir por delante de los hechos con todas las fuerzas disponibles, unificadas bajo la égida de nuestro soviet común” ([7]).
Este pasaje muestra la visión global, la amplia perspectiva, que tiene el órgano recién nacido de la lucha. Expresa una visión claramente política y, en coherencia con el ser profundo de la clase obrera, se vincula con el movimiento obrero mundial. Esta conciencia es a la vez expresión y factor activo de la extensión de la huelga a todos los sectores y a todo el país, prácticamente generalizada desde el 12 de octubre. La huelga paraliza la economía y la vida social, pero el Soviet vela para que ello no lleve a una parálisis de la propia lucha obrera: “abre una tipografía cuando tiene necesidad de publicar los boletines de la revolución, se sirve del telégrafo para enviar sus instrucciones, deja pasar los trenes que conducen a los delegados de los huelguistas… no consiste simplemente en una interrupción del trabajo para esperar acontecimientos, no es una protesta pasiva de brazos cruzados. Se defiende y de la defensa pasa a la ofensiva… levanta barricadas, asalta armerías, se arma y ofrece una resistencia…” ([8]).
“Cuando la huelga, al intensificarse, se propagó por el país entero, una vez que hubo parado en seco la industria y los medios de transporte y hubo paralizado a las autoridades, los soviets se encontraron ante problemas nuevos. Debían organizar la vida social, velar tanto por el mantenimiento del orden como por el buen funcionamiento de los servicios públicos indispensables, en resumen, hacer las funciones que, normalmente, son propias de los gobiernos. Lo que los soviets decidían, los obreros lo ejecutaban” ([9]).
De esta manera, lo que caracterizó 1905, no fue el enfrentamiento armado, sino la organización del proletariado con bases de clase para alcanzar sus nuevos objetivos generales. Los soviets, necesariamente debían rebasar y suplantar a los sindicatos. Así, en ese primer esfuerzo de formación de soviets podía ya percibirse su naturaleza fundamental: unificación de los intereses económicos y políticos de la clase obrera, y al unir a los trabajadores con una base de clase más que corporativa, el soviet tendió a ser cada día más político, lo cual, irremediablemente, llevaba a un enfrentamiento entre el poder establecido de la burguesía y el poder emergente del proletariado. El que la cuestión de la milicia obrera fuera central en la vida del soviet no se debió a la amenaza militar inmediata que esa milicia presentaba, sino a que planteaba la cuestión del poder de clase.
La situación de doble poder no se alcanzó en 1905, pero la cuestión se planteó desde el principio. Esa es la cualidad esencial del soviet y eso es lo que lo distingue de los sindicatos. Los sindicatos son un arma de lucha del proletariado en el capitalismo en ascenso, en la decadencia esa función del sindicato desaparece y los soviets surgen como un arma en su lucha contra el capitalismo, por su derrocamiento. En 1905, esto se mostró en la manera con la que los soviets iban más lejos pasando por encima de los sindicatos que en realidad los obstaculizaban: “Los consejos de diputados obreros se formaron respondiendo a una necesidad práctica, suscitada por la coyuntura de entonces: había que tener una organización que gozara de una autoridad indiscutible, libre de toda tradición, que reagrupara de golpe a las masas diseminadas e inconexas; esta organización debía ser una punto donde confluir todas las corrientes revolucionarias dentro del proletariado; debía tener iniciativa y capacidad para controlarse ella misma de forma automática; y lo esencial, en fin, poder crearla en veinticuatro horas” ([10]). Por eso es por lo que después de 1905 la forma del soviet, como tendencia o como realidad, volvió a aparecer en momentos de ofensiva de la clase obrera.
1905 muestra lo importante que son las asambleas generales durante la huelga de masas como base para el surgimiento de los soviets. La asamblea general es donde los trabajadores del sector público y privado, desempleados o jubilados, estudiantes, niños y mujeres de familias trabajadoras realmente pueden construir y tomar su lucha en sus manos, decidir colectivamente su desarrollo y extensión. Por ser abierta a todos, no limitada por el corporativismo, la asamblea general une y solidariza los diversos sectores de nuestra clase. Es por ello que los sindicatos y los grupos izquierdistas concentran todos sus esfuerzos para sabotearlas. Aunque tenemos un ejemplo más cercano de lo que es la huelga de masas en la lucha de los obreros polacos en 1980, el proletariado mundial está aún lejos de llegar a este punto, sin embargo, la realización y la defensa de verdaderas asambleas generales está en la agenda en cada lucha de la clase trabajadora en todo el mundo.
CCI, agosto 2012
[1]) Se recomienda la lectura de los artículos de la serie “Hace 100 años, la revolución de 1905 en Rusia” en la Revista Internacional de la CCI.
[2]) L. Trotski, 1905.
[3]) R. Luxemburg, Huelga de masas, partido y sindicatos.
[4]) Idem.
[5]) Trotski, op. cit.
[6]) A. Nin, Los Soviets en Rusia, p. 17.
[7]) Trotski, op. cit., p. 105.
[8]) Ídem, p. 96.
[9]) A. Pannekoek, Los Consejos obreros.
[10]) Trotski, op. cit.
Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/files/es/RM_126.pdf
[2] https://es.internationalism.org/files/es/Para%20enfrentar%20los%20ataques.pdf
[3] https://es.internationalism.org/tag/geografia/mexico
[4] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/intervenciones
[5] https://www.challenges.fr/finance-et-marche/20111205.CHA7793/quand-l-ex-patron-de-jerome-kerviel-prevoit-l-apocalypse.html
[6] https://mxtomalacalle.blogspot.com
[7] https://www.youtube.com/watch?v=SPfOsOiIEvo&feature=related
[8] https://www.elalmeria.es
[9] https://www.youtube.com/watch?v=we80SaElzjM
[10] https://www.diariopanorama.com/seccion/firmas_22/costa-rica-porque-crece-el-descontento-social_a_107593
[11] https://www.foxnews.com/politics/2009/04/18/obama-endures-ortega-diatribe/
[12] https://www.casamerica.es/actualidad/la-oposicion-acude-debil-y-dividida-los-comicios-en-nicaragua
[13] https://ucw-project.org/attachment/Nicaragua_trends20110420_151157.pdf
[14] https://es.internationalism.org/node/2377
[15] https://es.internationalism.org/tag/geografia/america-central-y-sudamerica
[16] https://es.internationalism.org/files/es/s%C3%AD%2C%20se%20puede%20luchar.pdf
[17] https://es.internationalism.org/files/es/RM_127_bat_0.pdf
[18] https://www.microsofttranslator.com/bv.aspx?from=fr&to=es&a=http%3A%2F%2Ffr.internationalism.org%2Ficconline%2F2011%2Fla_crise_de_la_dette_pourquoi.html
[19] https://www.microsofttranslator.com/bv.aspx?from=fr&to=es&a=http%3A%2F%2Ffr.myeurop.info%2F2011%2F10%2F04%2Fchomage-la-face-cachee-du-miracle-economique-allemand-3478
[20] https://es.internationalism.org/tag/geografia/ecuador
[21] mailto:[email protected]
[22] https://es.internationalism.org/tag/personalidades/pannekoek
[23] https://es.internationalism.org/tag/2/31/el-engano-del-parlamentarismo
[24] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/mexico
[25] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/lucha-de-clases-0
[26] https://es.internationalism.org/tag/geografia/gran-bretana
[27] https://fr.internationalism.org/icconline/2012/grece_l_hopital_de_kilkis_sous_le_controle_des_travailleurs.html
[28] https://nantes.indymedia.org/posts/34858/article-2-laurent-berger-a-vendu-le-morceau/
[29] https://es.internationalism.org/tag/geografia/grecia
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[49] https://en.internationalism.org/internationalreview/201206/4980/editorial-massacres-syria-iran-crisisthe-threat-imperialist-cataclys
[50] https://www.guardian.co.uk/world/2012/jun/16/minority-sect-syria-dictatorship?INTCMP=SRCH
[51] https://en.internationalism.org/icconline/201205/4893/mali-coup-d-etat-which-increases-chaos
[52] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/guerra-en-siria
[53] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/venezuela
[54] https://es.internationalism.org/tag/personalidades/hugo-chavez
[55] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/chavismo
[56] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/socialismo-del-siglo-xxi
[57] https://es.internationalism.org/tag/historia-del-movimiento-obrero/1905-revolucion-en-rusia
[58] https://es.internationalism.org/files/es/pdf/rm-131-web.pdf