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Durante la gran manifestación contra las medidas de austeridad del gobierno el 5 de Mayo en Atenas, el banco Marfin fue incendiado, aparentemente por cócteles Molotov lanzados por la multitud. Tres trabajadores del banco murieron por inhalación de humo. Estos sucesos provocaron una frenética respuesta del gobierno, ansioso de poder catalogar a todos los manifestantes como vándalos, y de la policía, que ha organizado una serie de redadas en los barrios donde predominan los anarquistas, como Exarchia en Atenas. Las muertes también han producido al menos temporalmente, un efecto entumecedor sobre el desarrollo de las luchas, sumiendo a muchos trabajadores en una confusión respecto a cómo continuar las luchas, e incluso llegando a hacerles considerar la necesidad de aceptar las medidas de austeridad para "salvar la economía" o evitar el hundimiento en el caos (al menos eso es lo que refieren las encuestas de opinión recientes, según las que el 50% de la población estaría dispuesta a aceptar las medidas draconianas del tándem UE/FMI, o al menos preferiría los recortes salariales a la bancarrota).
Desde el punto de vista de los "manifestantes", de ese número considerable de proletarios convencidos de que hay que combatir activamente contra la aplicación de los ataques, ha habido varias respuestas. Muchos han culpado justificadamente de lo ocurrido a las tácticas intimidatorias del propietario del banco, Vgenopoulos, que presionó a los trabajadores para que permanecieran en sus puestos de trabajo bajo amenaza de despido; aunque se sabía que el banco estaba en el recorrido de la manifestación y otras veces ya se habían producido incendios de bancos (de hecho otros establecimientos permanecieron cerrados): pero además, las entradas al banco se bloquearon, haciendo también extremadamente difícil salir del edificio[1]. Otros culpan directamente a bandas paramilitares del ataque[2].
Sea como sea, si esas respuestas se quedan en este punto, no nos ayudan realmente a comprender porqué la burguesía en Grecia ha utilizado ampliamente agentes infiltrados como falsos manifestantes para llevar a cabo provocaciones y acciones ultraviolentas: lo cierto es que esas acciones tienden a prosperar en el contexto de una cultura de violencia minoritaria en una parte substancial del medio "antiautoritario" en Grecia. Una adicción a la violencia como un fin en sí mismo puede fácilmente convertirse en una traba al desarrollo de un movimiento de clase más amplio y sus esfuerzos para organizar y extender la lucha contra el asalto del Estado a las condiciones de vida obreras.
Las tomas de posición siguientes muestran sin embargo que en este medio, la reciente tragedia ha impulsado un proceso serio de reflexión y autoexamen. La primera es otro texto de camaradas que contribuyen con el blog "Occupied London", muchos de ellos de origen griego. Sin exonerar a la burguesía por sus responsabilidad en las muertes, ni caer en el pacifismo, su declaración busca ir a las raíces del problema: «Ya es tiempo de que hablemos francamente sobre la violencia y que examinemos críticamente una cultura específica de la violencia que se ha venido desarrollando en Grecia estos últimos años. Nuestro movimiento no se ha reforzado por los medios dinámicos que a veces emplea, sino por su articulación política. Diciembre de 2008 no se ha convertido en histórico porque miles de manifestantes arrancaran y tiraran piedras y cócteles molotov, sino principalmente debido a sus características políticas y sociales -y sus ricas enseñanzas en este plano»[3].
La segunda toma de posición es de un texto más largo del TPTG[4], un grupo comunista libertario de Grecia. En nuestra prensa en inglés y en francés, hemos publicado parte de otro artículo escrito por este mismo grupo, un texto que exponía con lucidez el papel de sabotaje que juegan los sindicatos y el Partido Comunista griego en la oleada actual de huelgas y manifestaciones; sin embargo, en algunos pasajes, como señala nuestra prensa en francés, parece que no se tiene en cuenta el peligro de que algunas acciones violentas en el curso de un movimiento más amplio de luchas, pueden tener un resultado contraproducente[5]. Sin embargo los extractos que publicamos después de otro texto de este mismo grupo muestran al contrario el mismo enfoque crítico que la declaración del Occupied London, por ej. donde dice: «En cuanto al propio movimiento anarquista-antiautoritario y su tendencia dominante insurreccionalista, la tradición de una glorificación machista y fetichizada de la violencia ha sido demasiado larga y consistente como para permanecer indiferente ahora. La violencia como un fin en sí mismo en todas sus variantes (incluyendo la propia lucha armada) ha sido propagada constantemente durante años hasta ahora y, especialmente tras la rebelión de diciembre, un cierto grado de descomposición nihilista se ha hecho evidente».
Por nuestra parte sólo podemos animar ese proceso de reflexión y esperar que podamos tomar parte en los debates que engendra. Tanto la declaración del Occupied London, como diferentes artículos del TPTG argumentan que la verdadera fuerza del movimiento en Grecia, y realmente de cualquier movimiento proletario, es su capacidad para la autoorganización, la extensión y su "articulación política"; y podemos añadir que esa es también la alternativa real, no sólo a la violencia substitucionista de una minoría, sino también al sofocamiento del movimiento de clase por las fuerzas "oficiales" que reivindican su liderazgo -los sindicatos, el PC y los izquierdistas.
Traducido de World Revolution, publicación de la CCI en GB
El texto que sigue resume unas primeras reflexiones de algunos de los del Occupied London sobre los trágicos acontecimientos del miércoles. Hay una versión en inglés y en griego -por favor difundir.
¿Qué tenemos que decir honestamente sobre los sucesos del miércoles?
¿Qué significan honestamente los sucesos del miércoles 05.05 para el movimiento anarquista y antiautoritario? ¿Cómo nos posicionamos ante la muerte de esas tres personas -independientemente de quien la provocó? ¿Cual es nuestra posición como seres humanos y como manifestantes en lucha? Nosotros, que no aceptamos que existan cosas como "incidentes aislados" (de la brutalidad del Estado o de la policía) y que señalamos con el dedo diariamente la violencia que ejerce el Estado y el sistema capitalista. Nosotros que tenemos el coraje de llamar a las cosas por su nombre; nosotros que denunciamos a los que torturan emigrantes en las comisarías de policía o a los que juegan con nuestras vidas desde glamurosos despachos y estudios de TV. ¿Qué tenemos que decir ahora?
Podríamos ocultarnos tras la declaración que ha hecho el sindicato de trabajadores de la banca (OTOE), o de las acusaciones de los empleados de la sucursal bancaria; o podríamos dejarlo en que los muertos habían sido obligados a quedarse en el edificio sin protección antiincendios, e incluso habían sido encerrados. Podríamos no ir más allá de lo cabronazo que es Vgenopoulos, el dueño del banco; o dejarlo estar añadiendo simplemente que este trágico incidente se utilizará para desencadenar una represión sin precedentes. Y cualquiera (que se hubiera atrevido) a pasar por Exarchia el miércoles por la noche ya podría tener una clara imagen de esto. Pero ahí no es donde está el problema.
La cuestión para nosotros es ver qué parte de responsabilidad recae en nosotros, en todos nosotros. Todos somos conjuntamente responsables. Sí, tenemos derecho a luchar con todas nuestras fuerzas contra las medidas injustas que nos quieren imponer; tenemos derecho a dedicar toda nuestra fuerza y nuestra creatividad a un mundo mejor. Pero como seres políticos, somos igualmente responsables de cada una de nuestras opciones políticas, de los medios que puede que hayamos usado impropriamente y de nuestro silencio cada vez que no admitimos nuestras debilidades y nuestros errores. Nosotros, que no camelamos a la población para ganar sus votos, nosotros que no tenemos ningún interés en explotar a nadie, tenemos la capacidad, en estas trágicas circustancias, de ser honestos con nosotros ismos y con quienes están a nuestro alrededor.
Lo que el movimiento anarquista en Grecia está experimentando en este momento es un entumecimiento total. Porque las condiciones presionan para que se produzcan duras autocríticas que pueden levantar heridas. Más allá del horrror de que haya muerto gente que estaba "de nuestro lado", el lado de los obreros -trabajadores sometidos a condiciones extremadamente difíciles, que muy posiblemente hubieran elegido manifestarse con nosotros si las cosas hubieran sido diferentes en su trabajo-; más allá de esto, lo ocurrido también nos confronta con que algunos manifestantes pusieron en peligro la vida de la gente. Aún cuando (y esto no hace falta ni decirlo) no hubiera intención de matar, se trata de una asunto de esencia que puede traer mucha discusión- empezando por algunas discusiones sobre cuales son los objetivos que trazamos y los medios que elegimos.
El incidente no ocurrió por la noche, en alguna acción de sabotaje. Ocurrió durante la mayor manifestación en la historia contemporánea de Grecia. Y aquí es donde emergen una serie de cuestiones dolorosas: sobre todo, en una manifestación de 150000-200000 personas, sin precedentes los últimos años, ¿es realmente necesaria una "sobrepuja" de violencia?¿Cuando ves a miles de manifestantes gritando "quema, quema el Parlamento", e insultando a la pasma, ¿otro banco quemado tiene realmente algo que ofrecer al movimiento?
Cuando el propio movimiento se vuelve masivo -digamos como en Diciembre 2008- ¿Qué puede ofrecer una acción, si esta acción excede los límites de lo que una sociedad puede asumir (al menos en el momento actual), o si esta acción pone las vidas humanas en peligro?
Cuando tomamos las calles somos uno con la gente a nuestro alrededor; nos sentimos próximos a ellos, hombro con hombro -por eso, al final del día, nos dejamos el culo escribiendo textos y haciendo carteles- y nuestras propuestas son un simple parámetro de muchos que convergen. Ya es tiempo de que hablemos francamente sobre la violencia y que examinemos críticamente una cultura específica de la violencia que se ha venido desarrollando en Grecia estos últimos años. Nuestro movimiento no se ha reforzado por los medios dinámicos que a veces emplea, sino por su articulación política. Diciembre de 2008 no se ha convertido en histórico porque miles de manifestantes arrancaran y tiraran piedras y cócteles molotov, sino principalmente debido a sus características políticas y sociales -y sus ricas enseñanzas en este plano. Por supuesto respondemos a la violencia que se ejerce contra nosotros, y aún así tenemos que hablar sobre nuestras opciones políticas, así como los medios que vemos apropiados reconociendo nuestras -y sus- limitaciones.
Cuando hablamos de libertad, significa que a cada momento dudamos de lo que ayer dábamos por garantizado. Que nos atrevemos a ir hasta el final, evitando el lenguaje político de los clichés, que miramos las cosas directamente a los ojos, tal y como son. Está claro que, puesto que no consideramos la violencia como un fin en sí mismo, no deberíamos permitir que ensombreciera la dimensión política de nuestras acciones. No somos asesinos ni santos. Somos parte de un movimiento social, con nuestras debilidades y nuestros errores. Hoy, en lugar de sentirnos más fuertes después de tan enorme manifestación, nos sentimos entumecidos, para decir lo menos. Esto ya habla de sobra de por sí. Hemos de convertir esta trágica experiencia en un examen de conciencia al que nos animemos mutuamente, puesto que al cabo, todos actuamos basándonos en nuestra toma de conciencia. Y lo que está en juego es cultivar esa toma de conciencia colectiva.
Está más que claro que ha empezado el juego enfermizo de transformar el miedo-culpa de la deuda en miedo-culpa de la resistencia y del alzamiento (violento) contra el terrorismo de la deuda. Si la lucha de clases se intensifica, las condiciones pueden parecer más y más las de una verdadera guerra civil. La cuestión de la violencia ya se ha vuelto central. De la misma forma que analizamos la gestión estatal de la violencia, estamos obligados a analizar también la violencia proletaria: el movimiento tiene que tratar con la legitimación de la violencia rebelde y su contenido en términos prácticos. En cuanto al propio movimiento anarquista-antiautoritario y su tendencia dominante insurreccionalista, la tradición de una glorificación machista y fetichizada de la violencia ha sido demasiado larga y consistente como para permanecer indiferente ahora. La violencia como un fin en sí mismo en todas sus variantes (incluyendo la propia lucha armada) ha sido propagada constantemente durante años hasta ahora y, especialmente tras la rebelión de diciembre, un cierto grado de descomposición nihilista se ha hecho evidente (hicimos algunas referencias en nuestro texto "El viaje rebelde de una minoría proletaria..."), extendiéndose por el propio movimiento. En la periferia de este movimiento, en sus márgenes, un número creciente de gente muy joven se ha hecho visible promoviendo una violencia nihilista sin límites (vestida de "nihilismo de diciembre") y la "destrucción", incluso si esto también implica "capital variable" (en forma de esquiroles, "elementos pequeño-burgueses", "ciudadanos respetuosos con la ley"). Que tal degeneración surge de la rebelión y de sus límites, así como de la propia crisis es claramente evidente. Hasta cierto punto había comenzado a oírse algunas condenas de estas actitudes y una cierta autocrítica (algunos críticas anarquistas incluso han llamado a los responsables "matones parásitos") y es bastante posible que los anarquistas y antiautoritarios organizados (grupos u okupas) intenten aislar política y operativamente tales tendencias. Sin embargo, la situación es más complicada y está sobrepasando la capacidad de (auto)crítica teórica y práctica del movimiento. A posteriori, se puede decir que estos trágicos incidentes, con todas sus consecuencias, podrían haber ocurrido en la rebelión de diciembre: lo que lo evitó no fue sólo suerte (la gasolinera que no estalló junto a los edificios incendiados el sábado 7 de diciembre, el que los disturbios más fuertes tuvieran lugar de noche con la mayoría de los edificios vacíos), sino también la creación de una esfera pública proletaria (aunque limitada) y de comunidades de lucha que encontraron su camino no sólo a través de la violencia sino a través de su propio contenido, discurso y otros medios de comunicación. Fueron estas comunidades pre-existentes (de estudiantes, de ultras de futbol, de inmigrantes, de anarquistas) las que se convirtieron en comunidades de lucha por los propios sujetos de la rebelión que dieron a la violencia un sentido. ¿Surgirán tales comunidades de nuevo ahora que no sólo una minoría proletaria está implicada? ¿Surgirá una forma práctica de autoorganización en los centros de trabajo, barrios o las calles para determinar la forma y el contenido de la lucha y, por tanto, situar la violencia en una perspectiva liberadora?
Son cuestiones incómodas y urgentes, pero tendremos que encontrar la respuesta luchando.
TPTG, 9 de Mayo
[1] Se ha publicado en diferentes páginas traducida al español, una carta de uno de los empleados del banco ante la muerte e sus compañeros, una delas que hemos encontrado es esta madrid.indymedia.org/node/13906
[2] Como la declaración del "Anarchist Crouch" , del Occupied London blog, donde militan anarquistas de origen griego, ver en inglés www.occupiedlondon.org/blog/2010/05/09/286-the- [2]"anarchist-crouch"-on-wednesdays-events
[3] www.occupiedlondon.org/blog/2010/05/07/what-do-we-honestly-have-to-say-a... [3]
[4] Ta Paida Tis Galarias (Algo así como los chicos de la Galería)
[5] Ver en francés: https://fr.internationalism.org/icconline/2010/prise_de_position_d_un_groupe_communiste_libertaire_sur_les_evenements_en_grece.html [4]
Las últimas semanas estamos soportando una campaña de intoxicación ideológica por parte de la burguesía, campaña que parte de las correrías de este juez de la Audiencia Nacional (tribunal especial heredero del Tribunal de Orden Público del Franquismo). Este personaje siniestro especializado en las cloacas del estado se ha destacado siempre por estar al servicio del poder establecido, manejando a placer su gran conocimiento de las fétidas aguas del aparato del estado y de la clase dominante, siempre claro está, tratando de sacar tajada personal.
Sin embargo la burguesía nos presenta la cuestión como un enfrentamiento entre un sector de extrema derecha fascista y otro sector demócrata de izquierdas y antifascista, y lleva a cabo una auténtica campaña para tratar de hacer tomar partido a la clase trabajadora. Sería la vieja engañifa con la cual alistaron al proletariado en la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, conflictos en los cuales los dos bandos cometieron asesinatos y crímenes contra la humanidad.
Resulta algo más que chocante que el gobierno del PSOE y los sindicatos cuya gestión de la crisis económica está siendo brutal e implacable con la clase trabajadora: reducción de salarios y pensiones por decreto ley, ataque al llamado estado del bienestar para degradar las condiciones de vida y trabajo de los obreros, subidas de impuestos... mientras drenan miles de millones de euros para salvar a los bancos y dejan intactos los chanchullos financieros de la burguesía; que este gobierno del paro y la miseria que ataca con crueldad y sin contemplaciones a los trabajadores vivos sin embargo aparenta hipócritamente tener una gran preocupación por los restos mortales de las víctimas del franquismo y la guerra civil.
La Guerra Civil Española y la represión del Franquismo sigue siendo un profundo trauma de la sociedad española y sobre todo de la clase trabajadora pues casi todas las familias han tenido víctimas en esa trágica barbarie. Pero como decía Marx "la ideología dominante es la de la clase dominante", y también Lenin decía que la burguesía era implacable y brutal con los revolucionarios y luchadores obreros en vida y procuraba después de muertos convertirlos en iconos inofensivos con su tergiversación maquiavélica de la historia. La visión que nos da la burguesía de la Segunda República y de la Guerra Civil, como no podía ser de otra forma, está totalmente manipulada. Todos los gobiernos de la República, tanto de izquierdas (Azaña-Largo Caballero), de centro y derecha (Lerroux-Gil Robles) se destacaron por sus matanzas de obreros: como en Casas Viejas (donde se hizo famosa la frase de Azaña al capitán de los guardias de asalto: "disparen a la barriga"), o la masacre de la Revolución de Asturias. Todos mantuvieron a los altos militares monárquicos en sus puestos (Franco, Mola...) que acabarían encabezando el bando nacionalista de la guerra civil. Durante la Guerra Civil el bando republicano y la izquierda del capital también desarrollaron matanzas y crímenes contra los obreros como demuestran los sucesos de mayo de 1937 en Barcelona...
La Ley de la Memoria Histórica del hipócrita gobierno Zapatero ni siquiera declara nulos los procesos de los juicios sumarísimos del Franquismo, pues el estado aparte de restablecer el honor y la memoria de las víctimas tendría que indemnizar económicamente a sus familiares, puesto que a todos nos sigue funcionando la memoria y nos acordamos como fue el mismísimo Franco que nombró al actual jefe de estado como su sucesor con título de rey.
Como decía Lenin la mejor manera de mostrar nuestra solidaridad con el sufrimiento de los muertos y el trauma que persiste en los vivos es recordar la verdad de la historia, cómo la lucha de las generaciones pasadas no era en defensa de una fracción de la clase dominante ya se disfrazase con ropaje fascista o antifascista, sino que entregaron su vida en defensa de la causa del proletariado y para acabar con la sociedad capitalista moribunda que lleva más de 100 años martirizando a la humanidad tanto en su versión fascista como antifascista (los bombardeos atómicos de ciudades indefensas como en Hiroshima y Nagasaki nada tienen que envidiar a los campos de concentración nazis).
A finales de Marzo, la burguesía norteamericana ha conseguido aprobar, finalmente, la reforma del sistema sanitario, una de las principales promesas electorales del candidato Obama, que ha llegado a compararla con el New Deal aplicado por Roosevelt en los años 1930. Es verdad que esta "victoria personal" era muy importante para el crédito político de Obama, puesto en entredicho por las acciones militares en Afganistán tan alejadas de su pretendida imagen de "hombre de paz". Pero para los trabajadores, detrás de los floreados discursos sobre "una sanidad para todos", lo que se esconde en realidad es un brutal ataque a sus condiciones de vida y de salud, como muestran los extractos de este artículo aparecido en Internationalism[1], la publicación de la CCI en los Estados Unidos.
Existen en realidad dos versiones de la crisis del sistema sanitario norteamericano: una para la clase obrera y otra, muy distinta, para la clase dominante. Para los trabajadores la lucha contra los recortes de la asistencia sanitaria recogida en sus convenios colectivos, ha ocupado un lugar central en las reivindicaciones de las luchas de la última década. Lo que hace unos años era habitual era que fueran los patrones, sobre todo los de las grandes compañías privadas, los que asumieran el 100% de las pólizas de los seguros de asistencia sanitaria de sus trabajadores. Sucedió, en cambio, que los continuos ataques anti obreros, lograron imponer que fueran los asalariados quienes empezaran a pagar, al principio sólo una pequeña parte, de esos seguros. Después la burguesía ha presionado, convenio tras convenio, para que dicho porcentaje fuera en aumento. También se han disparado otros gastos sanitarios a los que deben hacer frente los trabajadores y sus familias (honorarios, medicinas, tratamientos,...), que ven, sin embargo, como se degrada la asistencia sanitaria que reciben. Una serie de recientes decisiones judiciales han permitido a los sindicatos y a las compañías sacar a los jubilados de los sistemas de seguros, obligándoles a depender exclusivamente de Medicare (una especie de seguro médico de prestaciones mínimas para mayores de 65 años y algunos discapacitados), y a sufragar por otra parte un montón de gastos suplementarios (tratamientos a largo plazo, muchos medicamentos,...). ¡Y eso sin hablar de esos 50 millones de personas que carecen por completo de un seguro de asistencia médica!
Para la clase dominante, la crisis del sistema sanitario proviene del hecho de que debe cargar con una asistencia a la salud increíblemente ineficaz y sumamente costoso, que debilita la competitividad económica del capitalismo norteamericano en el mercado mundial. Los precios de los seguros médicos, los honorarios de los médicos, los costes de la asistencia hospitalaria, los gastos generales y los administrativos alcanzan ya magnitudes incontrolables. Los Estados Unidos tienen el sistema sanitario más caro del mundo, con un importe per cápita dos veces superior al de la mayoría de los países desarrollados. Los gastos sanitarios que en países como Canadá representan un 8% del PIB, que en Francia o Inglaterra llegan al 10'1% y al 8% respectivamente, se disparan en EE.UU: hasta un astronómico 15'2%. Y este enorme desembolso proporciona, sin embargo, una menor calidad asistencial hasta extremos que dejan a la potencia norteamericana en ridículo en la escena internacional, sobre todo en cuanto a los resultados de la sanidad pública que son de los peores del mundo. Así, por ejemplo, la esperanza de vida de países como Australia, Canadá, Francia, Alemania, Japón, Suecia o Reino Unido, la esperanza de vida oscila entre 79'5 y 82'5 años. En Estados Unidos apenas llega a los 77. Un reciente estudio de la Organización Mundial de la Salud que calificaba la calidad de los sistemas de salud de los distintos países, situaba a los USA en el puesto número 37 del ranking mundial, ¡por detrás de países como Costa Rica o la República Dominicana! Según un informe de la ONG Save the Children (Salvad a los niños), citado en un reportaje de la CNN: «Los nacidos en Estados Unidos tienen tres veces más posibilidades de morir en el primer mes de vida que los que nacen en Japón. La mortalidad de los recién nacidos en USA es el doble de la que tienen países como Finlandia, Islandia o Noruega».
Pero que haya tanta gente privada por completo de seguro médico acaba redundando en perjuicio de la economía norteamericana, pues la asistencia en urgencias de estos pacientes ha de ser sufragada por fondos generales que provienen de los impuestos. La necesidad de una "reforma" del sistema sanitario para poner tasa a unos gastos que crecen cada día más - como consecuencia entre otras razones del envejecimiento de la generación del "baby boom" de los años 1950 - se ha convertido, como reconocen economistas y políticos de todos los pelajes, en una auténtica prioridad.
Pero la reforma sanitaria que impulsa la burguesía USA no tiene como objetivo la mejora de la salud de los trabajadores, sino la competitividad del capitalismo norteamericana en la economía mundial.
Esta ley va a agravar la situación de los trabajadores americanos. Por mucho que la administración Obama se pase el día con la palabra "reforma" en la boca, este paquete de disposiciones sobre la asistencia sanitaria forma parte, en realidad, del conjunto de medidas de austeridad a expensas de una degradación de las condiciones de vida de la clase obrera. Es cierto que una propaganda que vende "derecho a un seguro médico para todos", le ofrece a la clase dominante un poderoso instrumento de mistificación. Para los millones de personas que carecen actualmente de cualquier cobertura frente a las enfermedades, cabría decir que más vale eso que nada. Pero se trata como decimos de una ilusión. Para el conjunto del proletariado, lo que la burguesía ha puesto en marcha es un verdadero ataque al sistema de prestaciones sanitarias.
De entrada y aunque desde luego aumento el número de gente cubierta por estos seguros, la ley sanciona la exclusión definitiva de entre 26 (si se opta por el borrador del Senado) y 32 millones de personas (caso de que prevalezca la redacción de la Cámara de Representantes). Por otra parte los trabajadores cubiertos por dichos seguros están obligados legalmente a costear ellos mismos las pólizas de dichos seguros, pues en caso contrario deberán hacer frente a una multa que puede llegar hasta el 2'5% de sus ingresos computables fiscalmente. Es verdad que la ley contempla que aquellos trabajadores que no puedan hacer frente a tales pagos, podrán recibir algún tipo de subvención por parte del Gobierno, que dispondrá para ello de un fondo de cobertura, cuya financiación, eso sí, sale del bolsillo del resto de la clase obrera.
Más aún: tanto el borrador del Senado como el de la Cámara, proponen reducir las ayudas a los programas Medicare y Medicaide (similar al anterior pero esta vez destinado a las personas sin recursos). Pero lo más oneroso es la creación de un impuesto indirecto sobre un tipo de seguros denominados "Cadillac", cuyo coste anual supera los 8 mil dólares por persona, o 23 mil $ para las familias). El nombre de este tipo de seguros los sugiere como un artículo de lujo, pero lo cierto es que incluye al 19% de los seguros de salud que costean las empresas, y muchos de los que están actualmente recogidos en los convenios colectivos firmados por los sindicatos. Tanto la Casa Blanca como los economistas defienden la necesidad de este nuevo impuesto que el Estado cargará a las compañías aseguradoras, pero éstas podrán recuperar este importe, repercutiéndolo en los consumidores. Este tipo de tasa impositiva es el que habitualmente emplea el Estado para disuadir contra ciertos comportamientos sociales "nocivos", tales como el consumo de tabaco o de alcohol. En este caso el "mal social" del que quieren disuadirnos es de lo que la burguesía denomina seguros médicos "abusivamente generosos", que los expertos consideran excesivamente costosos para la economía nacional. Eso va a conducir a tener que aumentar la contribución de los empleados al seguro médico, o bien a elevar la cantidad de franquicia de dichos seguros, o también a aceptar serios recortes en la cobertura de las prestaciones sanitarias. Como reconoce Beth Umland, el jefe de investigación del área de salud y mejoras sociales de la empresa consultora Mercer: «la mayoría de los empresarios reaccionarán tal y como esperan los políticos: recortando prestaciones». Un reciente estudio realizado por dicha empresa sobre las 465 corporaciones más importantes, afirma que el 66% de los empresarios proyectan, para adecuarse a la nueva ley, disminuir las coberturas de los seguros de sus empleados, o obligar a estos a aumentar sus cotizaciones; mediante la supresión de las ayudas variables a los gastos médicos no reembolsables, o suprimiendo la cobertura de la asistencia odontológica u oftalmológica. Esto, señala ese mismo informe, hará «recaer más gastos a los trabajadores, pero ayudará a alcanzar uno de los objetivos de economistas y los políticos al defender este impuesto indirecto: que disminuyan los gastos médicos».
Que la reforma sanitaria es una imperiosa necesidad para la burguesía se pone de manifiesto al comprobar que todos los candidatos, demócratas o republicanos, a las primarias presidenciales del año 2008, incluyeran en sus respectivos programas diversas medidas para reformar el sistema sanitario. ¿A qué viene tan virulenta oposición de los Republicanos a esta legislación? ¿Cuál es la explicación de que hayan vertido tal cantidad de estúpidas acusaciones sobre el "socialismo" de Obama o sus "comités de la muerte"?. Hay varias explicaciones plausibles.
La primera de ellas, por supuesto, es la de un reparto político de la faena como acostumbra a hacer la burguesía para reforzar las mistificaciones democráticas, creando la ilusión de un verdadero debate político. Antes de las elecciones del 19 de Enero[2], cuando los Demócratas contaban con 60 votos, la aprobación, de un modo u otro, de la reforma del sistema sanitario parecía asegurada, y los Republicanos no amenazaban con sabotear la puesta en marcha de esta racionalización del sistema sanitario tan necesaria para la burguesía.
Pero tampoco podemos negar que en esta oposición pesa igualmente el impacto de la descomposición social del sistema capitalista, que afecta incluso a los procesos políticos que tienen lugar en el seno mismo de la clase dominante. A lo largo de estos últimos diez años hemos asistido a varios ejemplos de dificultades políticas de la clase dominante para actuar eficazmente y conforme a sus intereses de conjunto. Vimos los fiascos electorales del año 2000 y del 2004, en las que se impuso la tendencia al "cada uno a la suya" que llevó a los principales partidos políticos a anteponer sus privilegios y su propio poder, sin tener en consideración cual era la mejor opción para los intereses del Estado capitalista norteamericano. En este contexto también juega un papel, indudablemente, el racismo que impregna a la extrema derecha, en contra del presidente afroamericano que asienta sus reales hoy en la Casa Blanca. Este racismo extremadamente arraigado impulsa a los llamados "birthers" (quienes defienden que el presidente ha de ser nacido en el país) a negar toda "legitimidad" a Obama puesto que no nació en los USA, o los que lo califican de "socialista", o quienes creen ver en él un musulmán camuflado. Aunque Obama propusiera declarar fiesta nacional la fecha del aniversario de Ronald Reagan, estos elementos no dejarían de ver esta propuesta como parte de un infame complot "islámico-socialista". Otra manifestación de esta descomposición social es la resistencia encarnizada de las compañías de seguros, que se ha dedicado a financiar la oposición de muchos de los miembros conservadores de la Cámara y del Senado. Pero también vemos signos de esa ridícula mezquindad en el campo de los demócratas más conservadores, que priorizan la consecución de concesiones específicas para sus proyectos preferidos, o para quienes les proveen de fondos con que financiar sus carreras políticas. Estas dificultades para poner en marcha una política al servicio de los intereses vitales del capitalismo norteamericano no indican precisamente buena salud de la clase dominante.
Pero a pesar de todas las dificultades, la burguesía está a punto de lograr "resolver" su versión de la crisis del sistema de salud, y de implementar unas medidas que no supondrán ni una reforma, ni una ampliación de la asistencia sanitaria, ni mucho menos un intento de mejorar la salud de los trabajadores, sino, en última instancia, una medida de austeridad más contra la clase obrera en su conjunto.
Jerry Grevin (23 de Enero de 2010).
[1] Los lectores pueden ver en inglés, el texto completo en https://en.internationalism.org/inter/153/lead [9]. Recomendamos también https://en.internationalism.org/inter/154/health-care [10].
[2] Se trata de las elecciones parciales en el estado de Massachussetts para reemplazar al fallecido senador Edward Kennedy. Contra todo pronóstico -ese escaño había sido ocupado por un demócrata en los últimos 47 años - , ganaron los republicanos.
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Publicamos a continuación nuestra respuesta a algunas preguntas que obreros combativos se formulan en torno a los sindicatos. Invitamos a todos los lectores interesados en reflexionar sobre este tema a leer nuestro folleto "Los sindicatos contra la clase obrera". Este folleto se puede encontrar en nuestra página de Internet o puede solicitarse en la dirección de correo de nuestras secciones territoriales (ver la página VIDA DE LA ORGANIZACIÓN para recabar tal información)[1].
Para nosotros, la respuesta es ¡¡¡ NO !!!. Todos los sindicatos, incluidos los que se presentan como “más radicales y combativos”, NO defienden los intereses de los trabajadores. Al contrario, defienden los intereses del capital y de su Estado. Su función más importante consiste en sabotear las luchas aparentando estar del lado de los trabajadores. Cuando organizan sus "jornadas de acción o de lucha para protestar contra las medidas de austeridad", cuando llaman a la "movilización", a las huelgas o manifestaciones, tan solo intentan controlar la cólera de los trabajadores, desviar su combatividad y llevarla a callejones sin salida. Todas las movilizaciones que realicemos tras los sindicatos, como demuestra la historia, nos llevan a la derrota y a la desmoralización. La aparente división entre los sindicatos "blandos" y los sindicatos de "izquierda" o "radicales" no sirve más que para dividir a la clase obrera, y a sabotear las condiciones de una verdadera lucha de nuestra clase.
Si no hay "buenos" o "malos" sindicatos, es porque el sindicalismo no es capaz de responder a las necesidades de las luchas de hoy en día. El sindicalismo se ha convertido en un arma para la burguesía contra la clase obrera. Los sindicatos se han convertido (desde de la Primera Guerra Mundial) en órganos del Estado Capitalista infiltrados en las filas obreras. Desde hace más de un siglo, su función consiste en dirigir las luchas para impedir que la clase obrera tome a cargo la dirección de sus combates, para impedirle que desarrolle su solidaridad y su unidad, elementos básicos para poder desarrollar las luchas de forma eficaz contra el capitalismo. Creer que existen "buenos" sindicatos es una pura ilusión. La prueba es que los más radicales (como por ejemplo la CGT francesa) no impiden reforzar a la burguesía sus ataques e imponer sus planes de austeridad. ¡Al contrario! La división entre los sindicatos sirve siempre para dividir a la clase obrera y llevarla a la derrota.
Todos los sindicatos son cómplices del Gobierno y la Patronal. Cuando negocian (siempre a las espaldas de los trabajadores), es para discutir con los representantes del Gobierno y la Patronal la forma de imponer los ataques a la clase obrera. ¡Todos los sindicatos tienen como misión encuadrar a la clase obrera para mantener el orden social del Capital ¡. Por esa razón, se reparten entre el trabajo entre ellos, en estrecha relación con los representantes de la clase dominante.
De nuevos afirmamos que ¡¡ NO ¡!. En la medida en que los sindicatos se han convertido en órganos de encuadramiento de la clase obrera y se han integrado definitivamente en el aparato del Estado burgués, no se pueden "reformar". Muchos trabajadores creen que son los burócratas sindicales los que están podridos y que sería suficiente con un cambio de dirección para que los sindicatos se convirtieran en verdaderos órganos de la clase obrera. ¡Esta idea es una pura ilusión ¡. Si los sindicatos no son "eficaces", no es a causa de que los "malvados líderes" traicionan a la "base". Es la forma sindical, en sí misma, la que se ha convertido en algo ineficaz y totalmente inadaptado a las necesidades de la lucha.
El sindicalismo es una ideología reformista basada sobre la división de la clase obrera en corporaciones o agrupaciones distintas, en sectores de oficios.
El sindicalismo es una ideología que siembra la ilusión de que hoy en día se puede luchar por conseguir reformas duraderas con el fin de mejorar las condiciones de vida de la clase obrera en el seno del capitalismo (como era el caso en el siglo XIX). Hoy en día, con el hundimiento del capitalismo en una crisis económica sin salida y que no va a dejar de agravarse, las únicas "reformas" duraderas son las que vienen impuestas por la burguesía, como por ejemplo la "reforma" del sistema de pensiones. Estas "reformas", en lugar de mejorar las condiciones de vida de los asalariados, no pueden más que hundirlos en la miseria y en una pobreza siempre creciente.
El sindicalismo siembra la ilusión de que luchando cada uno por su lado, tras reivindicaciones específicas en cada empresa, sector, corporación o nación se pueden conseguir las mejoras solicitadas. ¡Esto es simple y llanamente FALSO ¡.
Luchar cada uno en su rincón, de forma aislada siempre conduce a la derrota y la desmoralización. Solo la lucha masiva, aquella que engloba a todos los sectores de la clase obrera tras objetivos unitarios puede hacer retroceder al Gobierno y la patronal. Por eso, debemos luchar por romper las divisiones corporativas y sectoriales que los sindicatos nos quieren imponer.
No sirve para nada buscar "reformar" a los sindicatos o crear nuevos sindicatos. La prueba histórica reciente, más evidente: cuando se desarrollaron las luchas obreras en Polonia en 1.980, por ejemplo, los trabajadores albergaron la ilusión de que estaban creando un nuevo sindicato "libre" y "democrático" (el sindicato SOLIDARIDAD dirigido por Lech Walesa) y de ese modo podrían conseguir mejoras y reformas duraderas. Ya hemos visto lo que ha dado de sí este intento: gracias a la creación del sindicato "independiente" SOLIDARIDAD (apoyado sin reservas por los sindicatos de los países occidentales y de toda la burguesía de los Estados "democráticos") el general Jaruzelsky pudo decretar el estado de guerra y reprimir ferozmente a la clase obrera en Polonia[2]. Acto seguido, pudimos ver como el antiguo sindicalista Lech Walesa se convertía en el jefe del estado polaco y, sin ningún dolor de conciencia, se ha ocupado de gestionar los intereses de su capital nacional y de atacar a la clase obrera para salvaguardarlos.
¡¡ SI¡! Oficialmente, los trabajadores no tienen el "derecho" de luchar sin pasar por los sindicatos ya que son estos los que deben depositar el preaviso de huelga. El derecho de huelga es una "tolerancia" que la burguesía permite mantener siempre que no ponga en cuestión el orden establecido y que en modo alguno amenace al modo de explotación capitalista. La clase dominante de los países "democráticos" no puede tolerar las huelgas que constituyan un peligro para su dominación. Por eso, no duda en apoyar y financiar a los sindicatos.
La verdadera lucha de clases SIEMPRE es ilegal. Cuando los proletarios luchan para defender sus intereses contra los ataques de la burguesía, no pueden pedir autorización a sus explotadores. Cuando los explotados toman conciencia de que los sindicatos no defienden sus intereses, no siguen sus consignas y se ponen espontáneamente en lucha "salvaje". Cada vez que esto se produce (como vimos de forma magistral en Polonia en 1.980, pero además en numerosas luchas a menor escala que han explotado en los países "democráticos"), los trabajadores que han osado luchar sin seguir a los sindicatos han tendido que hacer vivir la solidaridad en y para el desarrollo de la lucha. Han buscado igualmente la unidad y la extensión de su movimiento a otros sectores. Han realizado la experiencia de tomar la lucha en sus propias manos y discutir las acciones y el camino a seguir en asambleas generales soberanas[3].
Hoy día, si la clase obrera tiene tantas dificultades para desarrollar sus luchas sin seguir las directrices sindicales es porque aún no tiene confianza en sí misma, en sus capacidades y en sus propias fuerzas. Es por eso por lo que la ideología "democrática" inoculada por los sindicatos (y el sindicalismo) pesa aun enormemente sobre su conciencia.
La idea de que los trabajadores tenemos necesidad de los sindicatos para desarrollar nuestras luchas está animada por la burguesía. La clase dominante quiere hacernos creer que los sindicatos nos "representan" porque son profesionales de la "negociación", cuando en realidad son los profesionales del sabotaje, de las maniobras por la espalda y de la colaboración con el enemigo de clase.
La huelga de masas en Polonia en agosto de 1.980 (antes de que SOLIDARIDAD tomara el control de las luchas) mostró al mundo entero que cuando los explotados toman la lucha en sus propias manos, sin los sindicatos, son capaces de desarrollar una verdadera relación de fuerzas a su favor. En Polonia, fueron capaces de extender su movimiento a escala de todo un país, obligaron a retroceder al Estado e hicieron temblar a toda la burguesía. Fueron capaces de negociar con el Gobierno públicamente, eligieron a sus delegados para negociar y colocaron altavoces en todos los lugares públicos (en particular en los astilleros de Gdansk) para que toda la clase obrera pudiera escuchar lo que se trataba en las negociaciones.
¡¡ SI¡! Para ello hace falta que nuestra clase en España, como en todos los países, tome confianza en ella misma y en sus propias fuerzas. Es necesario que puedan hacer frente a las dudas y vacilaciones y, sobre todo, se ha de perder el miedo a la represión de las huelgas "salvajes" e "ilegales". Este miedo a la represión (que toma la forma de sanciones disciplinarias normalmente) solo podrá ser superado si los trabajadores son capaces de desarrollar la solidaridad entre ellos, si rechazan dejarse dividir e intimidar. Este miedo solo podrá ser superado cuando los explotados tomen conciencia de que no pueden perder nada más que sus cadenas.
Los trabajadores asalariados o desempleados no podrán tomar en manos sus luchas y su propio destino hasta que no comprendan que todas las acciones "radicales", las acciones minoritarias preconizadas por los sindicatos (secuestro de patronos, sabotaje de la producción, bloqueo de las vías férreas, etc..) o los actos de desesperación (tales como la amenaza de destruir la empresa o cosas similares) son totalmente estériles y no conducen más que a la desmoralización y la derrota. Todas estos pseudo acciones radicales que organizan los sindicatos intentan apaciguar la cólera de los trabajadores más combativos y ahogar las ganas de luchar.
En los países "democráticos", los sindicatos son los representantes de la "democracia" burguesa en el seno de la clase obrera, es decir, representan la forma más perversa e hipócrita de la dictadura del capital.
Para poder luchar eficazmente y separarse del manto totalitario de los sindicatos, hay que hacer vivir la discusión colectiva en el seno de las asambleas generales, masivas y soberanas. Estas asambleas generales deben ser lugares de verdadero debate donde cada uno pueda intervenir libremente, hacer propuestas y someterlas a votación. Estas asambleas generales deben elegir delegados revocables en todo momento, sean estos sindicados o no. Si los delegados no cumplen realmente el mandato que se les ha encargado por la asamblea general, la siguiente asamblea debe reemplazarlos. Al contrario que los métodos que utilizan los sindicatos, hay que hacer que las asambleas estén abiertas a TODOS los trabajadores (y no solo a los de la empresa o el sector). Los parados deben de ser invitados a participar activamente ya que son obreros excluidos del mundo del trabajo. Las asambleas generales soberanas deben ser lugares de discusión pública (tal y como lo hicieron los trabajadores de Vigo en España en 2.006). Solo a través de la reflexión y la discusión colectiva se puede construir la unidad y la solidaridad de la clase explotada. Solo las asambleas generales pueden decidir las acciones unitarias a desarrollar, poner por delante las reivindicaciones comunes de TODOS los trabajadores y desenmascarar así cualquier maniobra de división sindical.
Para luchar de forma eficaz, deshaciéndonos de las maniobras y el corsé sindical, los trabajadores deben plantear de manera inmediata y precisa la cuestión de la extensión de las luchas y la solidaridad con los compañeros de otros sectores en lucha. Cuando los trabajadores de una empresa emprendan la lucha, deben enviar delegaciones masivas a las otras empresas vecinas para intentar implicar al resto de obreros de la misma zona geográfica en la lucha y ampliar de este modo el movimiento lo antes posible.
Hoy en día, toda la clase obrera está siendo atacada. Jóvenes o viejos, parados o activos, hombres o mujeres, del público o la privada. El ataque al sistema de pensiones nos afecta o afectará antes o después a TODOS los trabajadores. Por tanto, no hay ninguna razón para luchar aislados, cada uno en su rincón. No hay ninguna razón para continuar para dejarse arrastrar por las jornadas de "acción" sindical sin presente ni futuro.
Contra los planes de austeridad de los que todos somos víctimas, es posible luchar eficazmente. Pero para construir una verdadera relación de fuerzas capaz de hacer retroceder a la burguesía, los trabajadores deben hacer frente a las maniobras y al sabotaje de los sindicatos y comprender que no pueden contar para nada con estos falsos amigos.
Los organismos sindicales tienen como función preservar el orden social capitalista y hacer colar los ataques del Gobierno y la patronal. A pesar de sus discursos "radicales", no van a parar de dividirnos, de debilitarnos y de impedir cualquier tipo de "desbordamiento" a sus planteamientos y consignas para hacernos volver al trabajo sin haber conseguido nada.
Gracias a los sindicatos la clase dominante puede continuar golpeándonos cada vez más fuerte y hacernos pagar las consecuencias de su crisis mortal.
Articulo traducido del número de mayo 2010 de Revolution Internationale (publicación en Francia de la Corriente Comunista Internacional).
[1] El folleto LOS SINDICATOS CONTRA LA CLASE OBRERA lo estamos publicando por entregas en nuestra Web. Ver: https://es.internationalism.org/content/4575/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-i [13] , https://es.internationalism.org/content/4586/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-en-la-decadencia-capitalista-ii [14] , https://es.internationalism.org/content/4603/los-sindicatos-en-el-periodo-ascendente-del-capitalismo-iii [15] , https://es.internationalism.org/content/4620/los-sindicatos-organos-del-estado-capitalista-iv [16] , https://es.internationalism.org/content/4645/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-v-la-tactica-de-los-izquierdistas-para-hacerlos [17] y https://es.internationalism.org/content/4667/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-vi-contenido-y-formas-de-la-lucha-obrera-en-el [18]
[2] Ver, entre otros, Un año de luchas obreras en Polonia /content/2318/un-ano-de-luchas-obreras-en-polonia [19] y Polonia (agosto de 1980): Hace 40 años, el proletariado mundial retomaba de nuevo la huelga de masas https://es.internationalism.org/content/4597/polonia-agosto-de-1980-hace-40-anos-el-proletariado-mundial-retomaba-de-nuevo-la-huelga [20]
[3] Ver, entre otros ejemplos, Huelga del metal de Vigo: Los métodos proletarios de lucha /content/910/huelga-del-metal-de-vigo-los-metodos-proletarios-de-lucha [21]
Sin ningún tipo de dudas, los revolucionarios deben ocuparse del sufrimiento y los suicidios en el trabajo. En primer lugar, porque todo lo que afecta a las condiciones de vida de la clase obrera forma parte de sus preocupaciones permanentes. Pero también y, sobre todo, porque la emergencia y el desarrollo de este fenómeno es un síntoma muy evidente del estado en el que se encuentra el sistema capitalista. Un estado de cosas que nos obliga a luchar con una fuerza y urgencia sin precedentes para cambiar este sistema y reemplazarlo por una sociedad capaz de satisfacer verdaderamente las necesidades humanas.
El suicidio en el lugar de trabajo no es un fenómeno completamente nuevo ya que esta constatado que ocurre desde hace mucho tiempo entre los agricultores. En el caso de los agricultores hay una causa fundamental: en esta profesión, el espacio de la vida privada se confunde con el espacio profesional. La casa del campesino y la granja que explota se encuentran, en la mayor parte de los casos, en el mismo lugar.
Lo que es nuevo y se viene constatando desde principios de los años 1990, es el incremento de los suicidios en el lugar de trabajo en otros sectores profesionales, la industria y en especial en el sector servicios. Cuando una persona se suicida en su casa o fuera de su lugar de trabajo, no es fácil demostrar que la causa principal de su decisión está directamente ligada al sufrimiento en el trabajo. A menudo los patronos, se escudan en este hecho para evitar que las familias puedan demostrar que este hecho es el resultado de un accidente laboral. En sentido contrario, cuando el suicidio se produce en el lugar de trabajo, los patronos tienen más difícil evitar sus responsabilidades. El suicidio en el lugar de trabajo deja un mensaje muy claro por parte de su autor, "....no es a causa de una ruptura sentimental, de un divorcio o por mi ´naturaleza depresiva` por lo que muero, son el patrón y el sistema social que él encarna los responsables de mi muerte....".
El aumento del número de suicidios en el trabajo, o a causa del trabajo, es la expresión del desarrollo de un fenómeno mucho más masivo del que solo vemos, en ocasiones, la punta del iceberg: el aumento del sufrimiento en el trabajo.
El sufrimiento en el trabajo, evidentemente no es un fenómeno nuevo: las enfermedades profesionales existen desde hace mucho tiempo, de hecho, desde después de la revolución industrial que ha transformado el trabajo humano en un verdadero infierno para la mayor parte de los trabajadores. Desde principios del siglo XIX, los autores socialistas han denunciado las condiciones de vida y trabajo a los que el capital sometía a los seres humanos que explotaba. Dicho esto, tras esta época y hasta finales del siglo XX, el suicidio no formaba parte de la respuesta que daban los explotados a los sufrimientos que recibían.
De hecho, el suicidio es el resultado de un sufrimiento más psíquico que físico. Pero el sufrimiento psíquico tampoco es nuevo: los abusos y las humillaciones de los mandos intermedios existen desde hace mucho tiempo. Pero en el pasado, este sufrimiento recibido por los explotados acaba en suicidio de forma excepcional.
El suicidio se estudia desde hace mucho tiempo, en especial por el sociólogo Durkheim a finales del siglo XIX. Durkheim ya identifico las razones sociales y no simplemente individuales del suicidio: "...si el individuo cede al menor cambio o golpe de las circunstancias, significa que el estado en el que se encuentra la sociedad ha permitido que sea una presa fácil para el suicidio...".
En el mismo sentido, el estudio del sufrimiento en el trabajo, incluyendo sus aspectos psíquicos se remonta mucho más lejos. Dicho esto, conviene señalar que los estudios sobre el suicidio como consecuencia del sufrimiento en el trabajo son mucho más recientes por el hecho de lo novedoso de este fenómeno. Ante la emergencia de tal fenómeno varias hipótesis y un cierto número de constataciones se han avanzado en los estudios realizados para explicar las raíces del mismo. Podemos citar, en particular, las reflexiones de Christophe Dejours (psiquiatra y antiguo especialista en medicina del trabajo) actualmente profesor universitario y autor de varios libros celebres sobre la cuestión que nos ocupa ( "Sufrimiento en Francia: la banalización de la injusticia social" o "Trabajo y desgaste mental" ).
1) La "centralidad del trabajo": el trabajo entendido no solo como medio de ganarse la vida sino como actividad productiva y creadora de beneficio para otros juega un papel central en la salud mental de cada individuo. Por ello, un sufrimiento continuado en esa esfera de la vida tendría consecuencias mucho más dramáticas que uno proveniente de la esfera privada o familiar. Concretamente, si uno sufre en la vida familiar, esto se repercute menos en la vida laboral que si sucede lo contrario.
2) El reconocimiento del trabajo y de su calidad por parte de otros: en una sociedad jerarquizada como la actual, este reconocimiento se manifiesta evidentemente en la consideración que se consigue por parte de los jefes y en el salario que se recibe por parte del patrón (hablamos de lo que en términos técnicos podríamos llamar el "reconocimiento vertical"). Pero, existe otra forma de reconocimiento, finalmente mucho más importante, para el trabajador en el día a día: el reconocimiento de su trabajo por sus compañeros (llamado "reconocimiento horizontal"). Este último es el signo de que se integra adecuadamente en la comunidad de las "gentes del oficio" , compañeros con los que comparte su experiencia, su saber hacer y el placer del trabajo bien realizado. Incluso, si alguien está mal considerado por sus jefes o por su patrón porque se niega a plegarse a sus demandas y exigencias, al menos podrá mantener su equilibrio si sus compañeros de trabajo no entran en el juego de las jerarquías y le mantienen su confianza. Pero, todo puede cambiar si pierde también la confianza de sus compañeros.
1) El crecimiento de la sobrecarga de trabajo: aparentemente puede sonar a paradójico ya que con el desarrollo de las nuevas tecnologías que permiten la automatización de toda una serie de tareas, algunos habían anunciado el "fin del trabajo" o, al menos, la posibilidad de disminuir de forma significativa la carga de trabajo. Realmente, lo contrario es lo que ha ocurrido en los últimos tiempos. La carga de trabajo no deja de aumentar, hasta el punto que en un país como Japón, han inventado una nueva palabra, Karôshi, que describe la realidad de una muerte súbita (por crisis cardiaca o accidente vascular cerebral) en personas que no mostraban ninguna patología particular pero que han sido "matados por el trabajo" en sentido estricto. Este fenómeno no afecta únicamente a Japón, aunque es en este país donde se están dando la mayor parte de casos de momento. Podemos observarlo igualmente en Estados Unidos y en Europa Occidental.
Otra manifestación de esta sobrecarga de trabajo que ha provocado la creación de una nueva palabra que lo defina es el término inglés "born out" que es una forma particular de depresión ligada al agotamiento. Es un término significativo: el trabajador se encuentra hecho cenizas por haber quemado en exceso sus energías.
2) El desarrollo de patologías como consecuencia del acoso laboral: Estas patologías son muy bien conocidas hoy en día, síndromes depresivos, alteraciones de la memoria, sentimiento de persecución, alteraciones psicosomáticas (que pueden afectar a las zonas uterinas, mamarías o tiroideas,...).
Christophe Dejours ha analizado del modo siguiente el fenómeno: "...El acoso en el trabajo no es ninguna novedad. Hoy en día parece algo nuevo porque ha aumentado mucho más de lo que existía en el pasado. Entre el acoso, por una parte y, las patologías por otra es evidente que existe una fragilización de las personas ante las maniobras de acoso. Esta fragilización puede ser analizada. Los resultados de su estudio son bastante precisos. Y, podemos observar que está muy ligada a lo que llamamos los recursos defensivos, en particular las defensas colectivas y la solidaridad. Este es un elemento determinante en el aumento de las patologías. En otros términos, las patologías del acoso son, ante todo, las patologías de la soledad...." (Christophe Dejours, Alienación y clínica en el trabajo, Actuel Marx nº 39).
"...Hace treinta o cuarenta años el acoso y las injusticias existían, pero no habían suicidios en el trabajo. Su aparición está estrechamente ligada a la destrucción de la solidaridad entre los trabajadores...." (Christophe Dejours, Entrevista publicada por Le Monde, 14.08.2009).
Este es, sin duda, uno de los elementos centrales del sufrimiento psíquico ligado al trabajo y que permite, en gran parte, explicar el aumento de los suicidios: el aislamiento de los trabajadores.
¿Cómo comprenden los especialistas el fenómeno del aislamiento de los trabajadores? Para explicar este fenómeno, Christphe Dejours concede una importancia, particular, a la puesta en práctica en los últimos años en especial, a la evaluación individualizada de los resultados: "...La evaluación individualizada, en la medida en que está ligada a contratos por objetivos o a una gestión por objetivos y estrechamente relacionada con la consecución de resultados y en el centro de los beneficios, conduce al desarrollo generalizado de la competencia entre los protagonistas, es decir, entre los diferentes servicios dentro de una misma empresa, entre filiales, entre sucursales, talleres, etc...
Esta concurrencia, cuando está ligada a la amenaza de despido, conduce a una profunda transformación de las relaciones en el trabajo. Puede degradar las relaciones en el trabajo en cuanto que generalmente está asociada a un sistema, más o menos perverso, de primas. Pero, cuando la evaluación no está ligada a gratificaciones, sino a sanciones o amenazas de despidos, sus deletéreos efectos sal tan a la luz del día. La individualización, se convierte entonces en el cada uno para sí, en la concurrencia que empuja al desarrollo de relaciones desleales entre compañeros y entonces, la desconfianza se instala por doquier..... El resultado final de la evaluación y de los dispositivos relacionados con ella es la profunda destrucción de la confianza, del vivir juntos y de la solidaridad. Inevitablemente, el resultado de todo ello es la abrasión de los recursos defensivos contra los efectos patógenos del sufrimiento y de las presiones en el trabajo..." (Alienación y medicina en el trabajo).
Este autor, también subraya el hecho de que otro de los elementos del éxito actual de esas técnicas de presión y acoso reside en su aceptación pasiva por la mayor parte de los trabajadores, debido al clima de temor y miedo creciente resultado, en gran medida, del temor a la pérdida del empleo en una situación de crecimiento brutal del desempleo. Considera, igualmente, que la puesta en práctica de forma masiva es el resultado del éxito de la ideología liberal en los últimos 20 años.
El investigador en cuestión, se interesa por lo que él llama el "sufrimiento ético": el hecho de que los trabajadores atrapados en una sobrecarga de trabajo cada vez más insoportable y, obligados a conseguir la realización de unos objetivos inalcanzables fijados por sus patrones, se ven obligados a trampear y hacer "trabajo sucio", es decir, realizar una serie de trabajos que reprueban moralmente, como por ejemplo, el tele-marketing. Este sufrimiento ético afecta también a muchos cuadros y mandos intermedios que son, en última instancia, los encargados de aplicar estos nuevos métodos y a los que se les obliga a convertirse en verdugos.
En fin, Cristophe Dejours, se ve obligado a constatar que la cuestión del aumento de los sufrimientos en el trabajo ha sido dejada de lado en las reivindicaciones que plantean los sindicatos.
¿Qué relación puede haber entre los análisis de los especialistas (por ejemplo los del autor citado) y la visión de nuestra organización?.
De hecho, la CCI puede reconocerse en los análisis si bien es cierto y evidente que el punto de partida no es idéntico. Christophe Dejours es ante todo un médico que tiene por vocación curar a la gente enferma, en este caso, personas que están enfermas a causa de su trabajo. Pero, su rigor intelectual le obliga a ir a las raíces de las patologías que se propone curar. Por su parte, la CCI es una organización revolucionaria que combate el capitalismo en la perspectiva de su destrucción por la clase obrera. Pero si retomamos cada uno de los puntos abordados en la primera parte del artículo, podemos constatar que los análisis esbozados se pueden integrar en nuestro propio visón.
La "centralidad del trabajo": Este elemento es una de las bases del análisis marxista de la sociedad:
* el papel del trabajo, es decir la transformación de la naturaleza, en el surgimiento de la especie humana fue puesto en evidencia por Engels, en especial en su obra "El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre".
* las relaciones de producción, es decir, el conjunto de relaciones que se establecen y desarrollan entre los hombres en la producción social de su existencia, constituyen, para el marxismo, la infraestructura de la sociedad; las otras esferas de esta, relaciones jurídicas, modos de pensamiento, etc...dependen, en última instancia, de estas relaciones de producción.
* Marx consideró que en la sociedad comunista, cuando el trabajo sea emancipado de los corsés de la sociedad capitalista que lo convierten a menudo en una calamidad, se convertirá en la primera necesidad del hombre.
El reconocimiento por los otros: Esta es una de las bases esenciales de la solidaridad y del trabajo asociado.
La solidaridad es uno de los fundamentos de la sociedad humana, una característica que adquiere en la lucha del proletariado su forma más completa, el internacionalismo: la solidaridad no se manifiesta esencialmente hacia los miembros de la familia, de la tribu o nación, sino respecto del conjunto de la especie humana.
El trabajo asociado supone que podemos contar los unos con los otros en el proceso productivo, que nos reconocemos mutuamente. Desde el principio de la historia de la humanidad existe, pero en el seno del capitalismo ha encontrado su mayor extensión. Es, justamente, esta socialización del trabajo lo que hace necesario y posible el comunismo.
La sobrecarga de trabajo:
La CCI, como el conjunto de la visión del marxismo, siempre ha considerado que los progresos de la técnica no permiten, por si mismos, una disminución de la carga de trabajo en el sistema capitalista. La tendencia "natural" de este sistema, es de extraer cada vez más plusvalía a los asalariados. Incluso cuando puede darse una reducción de la jornada de trabajo (como fue el caso de las 35 horas en Francia), hay una intensificación de los ritmos, supresión o reducción de los tiempos de descanso. Esta es una realidad que toma formas cada vez más violentas a medida que se agrava y profundiza la crisis del capitalismo. Crisis que exacerba la concurrencia brutal entre las empresas capitalistas y los Estados.
La pérdida de la solidaridad que hace más vulnerables a los trabajadores ante el acoso:
Es un fenómeno que la CCI ha analizado a lo largo de las dos últimas décadas bajo dos ángulos:
* el retroceso de la conciencia y la combatividad en el seno de la clase obrera como resultado del hundimiento de los regímenes llamados "socialistas" en 1989 y de las campañas sobre la pretendida "victoria definitiva" del "capitalismo liberal" , sobre "el fin de la lucha de clases".
* los deletéreos efectos de la descomposición del capitalismo que avivan el "cada uno para sí", la "atomización", el "buscarse la vida individualmente", "la destrucción de las relaciones que funda la vida en cualquier tipo de sociedad" (ver "La Descomposición, última fase de la Decadencia del Capitalismo", Revista Internacional nº 62, 2º Trimestre de 1990).
Son estos dos factores los que explican en gran parte el hecho de que el capitalismo haya podido introducir en los últimos veinte años nuevos métodos de servidumbre sin provocar respuestas serías por parte de la clase obrera y, luchas de resistencia ante la degradación constante y considerable de sus condiciones de trabajo.
El que se suicida a causa de su trabajo forma parte, en términos generales, de aquellos que intentan resistir el aumento de la barbarie en el puesto de trabajo. Contrariamente a muchos de sus compañeros, no se resigna pasivamente a sufrir la sobrecarga de trabajo, el acoso, la desconfianza que se aplican al trabajo y que pretenden movilizarnos para "hacer un buen trabajo". Pero como aún no existe una resistencia colectiva y no hay solidaridad entre los trabajadores, su resistencia y su revuelta contra las injusticias que sufre o que constata alrededor de él son esencialmente individuales y aisladas. La una y la otra están condenadas al fracaso. Y la consecuencia última de este fracaso, es el suicidio que, no es solo un acto de desesperación sino que además es un último grito de revuelta contra el sistema que lo ha machacado. El hecho de que esta revuelta tome la forma de una autodestrucción no es, a fin de cuentas, más que una nueva manifestación del nihilismo que invade y recorre a la sociedad capitalista. Una sociedad que está condenada a la autodestrucción.
Cuando el proletariado reemprenda el camino de las luchas masivas, cuando la solidaridad de clase vuelva a manifestarse en nuestras filas, entonces, ya no habrán más suicidios en el trabajo.
Artículo traducido de Revolution Internationale (Marzo de 2010), publicación en Francia de la CCI.
Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/files/es/AP213pq.pdf
[2] http://www.occupiedlondon.org/blog/2010/05/09/286-the-
[3] http://www.occupiedlondon.org/blog/2010/05/07/what-do-we-honestly-have-to-say-about-wednesdays-events
[4] https://fr.internationalism.org/icconline/2010/prise_de_position_d_un_groupe_communiste_libertaire_sur_les_evenements_en_grece.html
[5] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/grecia
[6] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/espana
[7] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/lucha-de-clases-0
[8] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/caso-garzon
[9] https://en.internationalism.org/inter/153/lead
[10] https://en.internationalism.org/inter/154/health-care
[11] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/reforma-sanitaria-de-obama
[12] https://es.internationalism.org/files/es/nuestra_respuesta_a_algunas_preguntas_sobre_el_papel_de_los_sindicatos_en_el_momento_actual.pdf
[13] https://es.internationalism.org/content/4575/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-i
[14] https://es.internationalism.org/content/4586/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-en-la-decadencia-capitalista-ii
[15] https://es.internationalism.org/content/4603/los-sindicatos-en-el-periodo-ascendente-del-capitalismo-iii
[16] https://es.internationalism.org/content/4620/los-sindicatos-organos-del-estado-capitalista-iv
[17] https://es.internationalism.org/content/4645/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-v-la-tactica-de-los-izquierdistas-para-hacerlos
[18] https://es.internationalism.org/content/4667/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-vi-contenido-y-formas-de-la-lucha-obrera-en-el
[19] https://es.internationalism.org/content/2318/un-ano-de-luchas-obreras-en-polonia
[20] https://es.internationalism.org/content/4597/polonia-agosto-de-1980-hace-40-anos-el-proletariado-mundial-retomaba-de-nuevo-la-huelga
[21] https://es.internationalism.org/content/910/huelga-del-metal-de-vigo-los-metodos-proletarios-de-lucha
[22] https://es.internationalism.org/tag/2/30/la-cuestion-sindical
[23] https://es.internationalism.org/tag/3/45/descomposicion