El capitalismo necesita hoy todo un arsenal de mistificaciones ideológicas para sobrevivir. Sistema económico y social en quiebra histórica, el capitalismo ya no tiene nada que ofrecer a la humanidad sino miseria, decadencia y guerra. Para la clase dominante, es necesario ocultar esta realidad e impedir que la clase obrera sea capaz de comprender sus responsabilidades revolucionarias históricas y llevarlas a la práctica. La última patraña que la burguesía mundial se ha sacado de la manga es la green economy (la economía verde). Cada vez más, los expertos de los media, los políticos, los economistas y los hombres de negocios ven la extensión de la economía verde como un componente importante de la recuperación económica. Algunos comparan la green economy con la alta tecnología (high-tech) y la informática por sus potencialidades de transformación de la economía norteamericana. Es casi cómico ver a todas las grandes empresas subirse al vagón "verde", ahora que la ecología está de moda. Incluso los peores contaminadores predican ahora la ecología, como se puede ver en una publicidad televisada en Estados Unidos que afirma que la calefacción de fuel consume poca energía ¡y es buena para el medio ambiente!
Como cualquier otra estafa ideológica, la economía verde tiene cierta relación con la realidad. Existe una preocupación verdadera y de sobra compartida ante el saqueo del entorno y la amenaza muy real de cambios climáticos, con sus efectos potencialmente catastróficos a nivel social. Por otro lado, es un hecho innegable que el frenazo económico destruye empleos por millones en el mundo entero, empeora la pobreza y las privaciones. Este vínculo dramático con la realidad hace que el mito de la green economy sea más pernicioso que una vulgar campaña de propaganda de esas de tres al cuarto.
La burguesía mundial tiene la pretensión absurda de disponer de una alternativa política para salvar la situación, con el fin de cortocircuitar el progreso de la conciencia de clase y el reconocimiento de que el desastre ecológico y la crisis económica ponen al desnudo el carácter anacrónico del capitalismo y plantean muy claramente la necesidad de su derrocamiento. Así pues, la burguesía niega el hecho de que la crisis actual sea una crisis del sistema y avanza la idea de que es un problema que puede ser tratado con políticas diferentes. La economía verde, nos dice, va a revolucionar la economía y a traer la prosperidad.
Las pruebas científicas de la gravedad de la crisis ecológica son abundantes. Según un informe realizado por los consejeros científicos de Barack Obama, el calentamiento climático ya ha causado cambios significativos en las tendencias climáticas en Estados Unidos, implicando mayores precipitaciones, aumento de la temperatura y del nivel del mar, retroceso rápido de los glaciares, prolongación de los periodos de cultivo, modificación del caudal de los ríos ([1]). Este informe prevé que las temperaturas en Estados Unidos podrían aumentar por término medio en 11 °F - algo así como 6 °C - de aquí a finales de siglo. La Conferencia internacional sobre el cambio climático que se celebró en Copenhague en marzo de 2009, informó que: "las sociedades contemporáneas tendrían muchas dificultades para asumir un aumento de temperatura de más 2 °C y que esa subida incrementaría las convulsiones climáticas durante el resto del siglo".
Y que se sepa, ¡6° son tres veces más que 2°!
Una de las principales conclusiones de la Conferencia de Copenhague fue: "Las últimas observaciones confirman que la peor de las previsiones del GIEC está realizándose. Las emisiones han seguido aumentando en grandes cantidades y el sistema climático ya evoluciona fuera de las variaciones naturales en las que se construyeron nuestras sociedades y nuestras economías: la temperatura media en la superficie del planeta, el aumento del nivel de los mares, la dinámica de los océanos y del hielo, la acidificación del océano y los episodios climáticos extremos. Hay un riesgo significativo de que se aceleren muchas tendencias, desembocando en cambios climáticos brutales o irreversibles" ([2]).
Por lo que se refiere a la crisis económica, no es necesario aquí presentar pruebas de la seriedad de la recesión actual. Los propios medios de comunicación burgueses la consideran como la peor crisis económica desde la Gran Depresión. Y como la recesión actual se produce a pesar de la multitud de medidas de salvaguardia y de paliativos capitalistas de Estado implantados tras la Gran Depresión en los años treinta, y que debían haber impedido que semejante desastre económico se reprodujera, se puede afirmar que esta recesión es incluso peor que la de 1929. Ha puesto de rodillas a la mayor y más poderosa economía mundial, Estados Unidos; requirió la casi nacionalización de la banca, el apoyo a todas las finanzas y ha conocido la bancarrota de General Motors, la factoría más importante del mundo. Solía decirse que: "lo que es bueno para General Motors es bueno para Estados Unidos".
La administración Obama anunció primero que el desempleo iba a aumentar en Estados Unidos hasta un 8 % antes de estabilizarse. La realidad ya superó esta predicción excesivamente optimista. Oficialmente, el desempleo ya ha alcanzado un 9,4 %, y el propio Obama reconoce ahora abiertamente que la tasa de desempleo se duplicará antes de que las cosas comiéncen a mejorar. Incluso esas siniestras cifras están por debajo de la realidad. En Estados Unidos, sólo se considera que alguien está desempleado cuando no tiene trabajo y está buscando uno desde hace 30 días. Los parados que no han buscado trabajo durante este período, o que están demasiado desmoralizados para ponerse a buscar unos empleos inexistentes y renuncian a inscribirse se les considera como si ya no fueran fuerza de trabajo. Según el Estado americano, esos "trabajadores desanimados" ya no son trabajadores, de modo que ¡no pueden ser desempleados!
Los trabajadores que perdieron su empleo y no pueden encontrar otro a tiempo completo pero bregan para encontrar un empleo subalterno a tiempo parcial para sobrevivir - bautizados "obreros a tiempo parcial no voluntarios" - ya no se consideran como parados ni tampoco como subempleados. Si tienen un trabajo a tiempo parcial de 10 horas por semana como mínimo, se les considera "con trabajo"; es más, a esos empleos a tiempo parcial se les considera como "empleos" en las estadísticas que contabilizan la cantidad de empleos en la economía. Así por ejemplo, una ayudante de educación especializada, de 59 años, que fue despedida y perdió su empleo hace nueve meses, y que ahora tiene cuatro a tiempo parcial, no solo no es considerada como desempleada por el Gobierno, sino que, por sí sola, contabiliza cuatro empleos nuevos en la economía. Trabajando de profesor de gimnasia en cinco clases por semana, de ayudante técnico-sanitario, de enfermera a domicilio para una persona discapacitada y de profesor de gimnasia para clientes privados, logra cobrar 750 $ al mes, lo que no es de mucha ayuda, puesto que su reembolso inmobiliario mensual es de 1000 $ ([3]).
El Labor Departement americano (ministerio de Trabajo) reconoce que existían 9,1 millones "obreros a tiempo parcial no voluntarios" en mayo y que si se contabilizaran los obreros "desanimados" y el tiempo parcial no deseado en el cálculo del desempleo, éste no sería 9,4 % sino qua alcanzaría 16,4 %. Incluso los pronosticadores más optimistas preven que el "pleno" empleo (definido en el 6 % de desempleo) quizás no volverá a Estados Unidos antes de 2013 o 2014.
La mistificación de la green economy fue un elemento central en la campaña presidencial de Obama. Durante el segundo debate presidencial, en octubre de 2008, Obama dijo: "si creamos un ahorro de nuevas energías, podemos fácilmente crear cinco millones de empleos nuevos".
Más concretamente, su sitio web de campaña prometía "crear cinco millones de nuevos empleos invirtiendo de manera estratégica 150 mil millones de dólares durante los diez próximos años con el fin de catalizar los esfuerzos de cada uno para construir la energía limpia del futuro" ([4]).
En su programa, la propuesta de economía verde de Obama/Biden incluye los siguientes puntos:
- de aquí a diez años, ahorrar más petróleo que el que se importa actualmente de Oriente Medio y Venezuela;
- de aquí al 2015, tener más de un millón de coches de motor híbrido por las carreteras;
- garantizar que un 10 % de la electricidad proceda de fuentes renovables de aquí a 2012, 25 % en 2025;
- establecer en toda la economía un programa cap-and-trade (de limitación y tasas por contaminación) con el fin de reducir la emisión de gas de efecto invernadero en el 80 % de aquí a 2050 ([5]).
En febrero del 2009, el Congreso adoptó el plan de recuperación económica de Obama que se distinguía por un presupuesto de 80 millones para estimular los gastos en el desarrollo de fuentes de energía alternativas y demás iniciativas ecológicas; ese plan "se vendió" muy bien a los grupos ecologistas como un anticipo sobre la green economy. Sin embargo, a pesar del triunfalismo de estos grupos, los miserables 80 millones significan matemáticamente que Obama debe gastar todavía "de forma estratégica" 149,92 mil millones ([6]) en los 9 próximos años para cumplir con su promesa de economía verde.
La patraña de la economía verde no es un fenómeno únicamente norteamericano. Según un militante ecologista europeo, "la economía limpia está a punto de emprender el vuelo" ([7]). La Unión Europea fomenta activamente la inversión en la industria verde. Los países europeos introdujeron sus propios programas cap-and-trade sobre el dióxido de carbono en 2005. Alemania promulgó la ley sobre la energía renovable alemana e introdujo un programa de feed-in tariffs (FITs) ([8]) incitando a inversiones en energía limpia. En Canadá, la provincia del Ontario adoptó una medida sobre el modelo del FIT alemán. En Gran Bretaña, los esfuerzos por promover inversiones buenas para el medio ambiente están en el centro de los planes de recuperación económica. Australia quiere aumentar los empleos verdes en un 3000 % en las próximas décadas. Alemania, España y Dinamarca han favorecido programas de energía eólica. Alemania y España también apoyan empresas de energía solar.
La Green Economy no es la poción mágica que salvará el capitalismo de sí mismo. Las comparaciones entre la economía verde y lo que se llamó la "revolución industrial" son falsas. No será una revolución tecnológica lo que transformará la sociedad como lo hizo la revolución industrial al permitir superar la producción natural y desarrollar la industria moderna, bajar los costes y aumentar la producción, elevar el nivel de vida. Cuando el capitalismo era un sistema históricamente progresivo, capaz de desarrollar las fuerzas productivas, cuando nacían nuevas tecnologías y nuevas industrias, eso producía millones de nuevos empleos, a costa de destruir los antiguos y las viejas industrias. Pero hoy, en una crisis global de sobreproducción, la tecnología informática, a pesar de que haya sido capaz de reducir los costes de producción y aumentar la productividad, no revolucionó la economía, no permitió al sistema superar su crisis económica sino, al contrario, empeoró la crisis de sobreproducción.
Es un error total imaginarse que reparar los estropicios provocados por el capitalismo durante el siglo pasado sería la base del progreso económico. Es como si se afirmase que el huracán Katrina, que devastó Nueva Orleans en 2004, fue bueno para la economía porque creó millones de nuevos empleos en la construcción e hizo posible el crecimiento económico. Este tipo de juegos malabares ideológicos no funciona más que si se saca de la ecuación todo el sufrimiento humano (las muertes, la pobreza) y la destrucción de las fuerzas productivas, de las viviendas, de las escuelas, de los hospitales, etc., que causó Katrina. Reparar algo roto no es en nada una "revolución" de la economía.
De todas formas, toda la campaña sobre la economía verde que crearía nuevos empleos es absurda. Un estudio, encargado por la Asociación estadounidense de Alcaldes, prevé un aumento de los empleos verdes de unos 750 000 actuales a 2,5 millones en 2018, o sea un aumento de 1 750 000 empleos - mucho más modesto que los 5 millones previstos por Obama. Sin embargo, investigadores de universidades, del York College en Pensilvania, de las Universidades de Illinois y de Arlington Texas, impugnaron las predicciones de los alcaldes por estar muy sobrevaloradas, ya que inflaron el número de empleos con puestos administrativos interinos que no tenían la menor relación directa con la producción de energía limpia. Y aunque las pretensiones exageradas de Obama fuesen justas, 5 millones de nuevos empleos verdes en los diez próximos años distan mucho de compensar los efectos pasados y futuros de la recesión en Estados Unidos. Desde que comenzó la recesión en diciembre del 2007, la economía norteamericana ha perdido casi 6 millones de empleos por despidos y necesita entre 125 000 a 150 000 nuevos empleos al mes - o 1 500 000 a 1 800 000 por año - solo para absorber los nuevos trabajadores en edad de entrar en el mundo del trabajo y mantener un nivel estable de desempleo. Así que los pretendidos cinco millones de nuevos empleos que se deberían crear "fácilmente" en los diez próximos años, ¡ni siquiera compensarán todos los empleos destruidos durante los 18 últimos meses de recesión!
Los nuevos empleos verdes tampoco compensarían los que desaparecerían en las industrias del petróleo, de refinado, de carbón, nuclear y del automóvil debido al abandono a gran escala de las energías fósiles. El programa tan elogiado de cap-and-trade, que permite a las empresas contaminantes seguir comerciando con la autorización de contaminar, y que es aplicable en Europa desde hace cuatro años, aún debe mostrar sus efectos beneficiosos puesto que los niveles de emisiones aumentaron en esos países.
Las empresas capitalistas no se convertirán a prácticas e inversiones buenas para el medio ambiente si no hay beneficios que realizar. Estas nuevas tecnologías, al implicar enormes inversiones preliminares de investigación y desarrollo, han de poder proporcionar muchas ganancias. La única forma para que los Gobiernos puedan promover la green economy sería introducir medidas de disuasión ante la continuación del uso de energías fósiles, y de incitación para invertir en la economía verde. Las fuerzas llamadas "de libre mercado" nunca permitirán que eso ocurra, sólo lo podría permitir una política de intervención capitalista de Estado, lo que significaría un aumento de los impuestos sobre la utilización de las tecnologías de energía fósil, el aumento de los costes de producción de las mercancías según los procesos industriales clásicos, y el aumento de los precios para los consumidores. Eso también supone subvenciones de los Gobiernos y reducciones de impuestos para las empresas de tecnología verde. Claro está, todo eso sería financiado a costa de la clase obrera, que tendrá que pagar más caro los bienes de consumo "limpios" y también más impuestos para financiar las subvenciones y compensar las rentas perdidas debido a las reducciones de impuestos. En fin de cuentas, la economía verde que pretende "revolucionar" la economía y salvar el mundo del desastre ecológico no es sino otra manera de repercutir la austeridad sobre la clase obrera y bajar más aún su nivel de vida.
El capitalismo mundial es completamente incapaz de cooperar para hacer frente a la amenaza ecológica. En particular en este período de descomposición social, con la tendencia creciente de cada nación a jugar su propia baza en la partida internacional, a la competencia de cada cual contra los demás, tal cooperación es imposible. Si Estados Unidos fue criticado por su negativa a participar en el Protocolo de Kyoto que quería reducir las emisiones de carbono, por su parte las naciones que participaron con entusiasmo en el Tratado no hicieron nada por reducir los gases de efecto invernadero en la última década. Incluso cuando el capitalismo "intenta" aplicar soluciones a la crisis medioambiental, la cuestión de la ganancia juega irracionalmente para socavar el bienestar social. El ejemplo desastroso de lo que ha ocurrido con el paso, motivado por la ganancia, a la producción de etanol como energía alternativa a partir del maíz es edificante: se animó a gran parte del sector agroalimentario a producir maíz para el etanol y no para la alimentación, contribuyendo así a la escasez global de alimentos. Y ante tal situación han estallado motines del hambre por el mundo entero. Ahí tenemos uno de los signos anunciadores de lo que la green economy capitalista reserva a la humanidad.
La green economy no es sino una cortina de humo, una campaña ideológica para pretender darle un rostro humano al capitalismo. En su afán de ganancias, el capitalismo ha desfigurado el medio ambiente. La calamidad ecológica que creó el capitalismo es una prueba más del que ha ido más allá de su tiempo útil y que ha llegado la hora en que es necesario quitárselo de en medio. La economía verde es una respuesta cínica de la clase dominante que pretende poder solucionar un problema cuando éste es la emanación directa del propio carácter de su sistema. La distancia que separa la promesa de la green economy de la realidad es tan grande como grotesca. Y no solamente en lo que a empleos se refiere. Van a comercializar productos alimenticios ecológicos que pretenden ser más naturales, más biológicos, pero cuyo precio va mucho más allá de lo que puede comprar un obrero medio. Otro ejemplo: para ahorrar energía, se pretende sustituir las bombillas incandescentes por lámparas fluorescentes, pero éstas contienen mercurio, desastroso para el medio ambiente si no se utiliza de manera controlada.
Sea cual sea el embalaje ideológico, el capitalismo está hecho para generar ganancias, no para responder a las necesidades de los hombres.
El capitalismo no tiene ninguna solución para evitar la crisis económica y la del medio ambiente. Solo el proletariado tiene la capacidad de salvar el futuro de la humanidad - destruyendo este sistema predador, de explotación del hombre por el hombre basado en una búsqueda incesante de ganancias y sustituyéndolo por una sociedad en la que satisfacer las necesidades sociales sea el principio preponderante de la vida económica y social. Toda esa palabrería sobre la economía verde o negra es absurda. Sólo una economía roja dará un futuro a la humanidad.
J. Grevin
[1]) Según la ley, la Casa Blanca debe producir un informe sobre el impacto del recalentamiento climático, pero ningún informe se ha hecho desde el año 2000, cuando aún estaba en el poder la administración Clinton/Gore. La administración Bush - debido a sus vínculos con la industria de la energía y sus amiguetes de derecha contrarios a las normas anticontaminación - se negó a producir ese informe a lo largo de sus ocho años en el poder. Hasta que el International Panel on Climate Change (IPCC) - Grupo de expertos intergubernamental sobre la evolución del clima (GIEC) - no entregó su informe en el que se afirma que el recalentamiento climático es inevitable, la administración Bush consideraba la cuestión como un problema científico "abierto", provocando la consternación de los científicos profesionales del Environmental Protection Agency y lel National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) cuyos informes fueron censurados o destruidos durante los años Bush.
[2]) "Key messages from the Congress", https://climatecongress.ku.dk/newsroom/congress_key_messages/
[3]) De Pass Dee, "More Workers Fall Back on Part-Time ‘Survival' Jobs", Star Tribune, Minneapolis, MN), 21 junio de 2009.
[4]) www.barackobama.com [1]
[5]) Idem.
[6]) Los 150 mil millones prometidos en el debate electoral a los que se restan los 80 millones ya asignados en febrero de 2009.
[7]) WWF: "Green Economy Creates Jobs", https://en.cop15.dk/news/view+news?newsid=1555 [2]
[8]) Tarifas impuestas a las compañías para la compra de electricidad de fuentes renovables.
Bangladesh, China, España, Inglaterra...
Desde 1929, nunca una crisis económica había afectado con tal violencia al proletariado mundial. El desempleo y la miseria estallan por todas partes. Esta situación dramática causa un fuerte sentimiento de cólera entre los obreros. Pero transformar esa rabia en combatividad es hoy muy difícil ¿Qué hacer cuándo cierra la fábrica? ¿Cómo luchar? ¿Qué tipos de huelgas y acciones llevar a cabo? Y para todos los que siguen teniendo trabajo, ¿cómo resistir a las bajas de salarios, a las horas extras gratuitas y al aumento de los ritmos, cuando el patrón ejerce ese chantaje odioso "es eso o a la calle, hay millares fuera esperando tu puesto"? La brutalidad de esta recesión es una fuente de angustia terrible, e incluso paralizante, para las familias obreras.
Y sin embargo, estos últimos meses, han estallado huelgas importantes:
Cuando, en junio, Total anunció el despido de 51, y luego de 640 empleados, los obreros pudieron basarse en esa experiencia reciente. La nueva ola de luchas estalló en efecto inmediatamente sobre una base mucho más clara: solidaridad con todos los obreros despedidos. Y, rápidamente, estallaron huelgas salvajes por todo el país. "Obreros de las centrales eléctricas, de las refinerías, de las fábricas en Cheshire, Yorkshire, Nottinghamshire, Oxfordshire, en el País de Gales del Sur y Teesside cesaron el trabajo para mostrar su solidaridad" (The Independent del 20 de junio). "También hubo señales de que la huelga se extendía a la industria nuclear, puesto que FED Energy dijo que los obreros eventuales del reactor de Hickley Point, en Somerset, habían cesado el trabajo" (Times). La fracción más antigua de proletariado mundial puso de manifiesto en esta ocasión que la fuerza de la clase obrera reside sobre todo en su capacidad para unirse y ser solidaria.
Todas esas luchas pueden parecer poca cosa en comparación de la gravedad de la situación. Y, efectivamente, el futuro de la humanidad pasa necesariamente por combates proletarios de otra amplitud y masividad. Pero si la crisis económica actual ha actuado hasta ahora como un golpe que ha dejado al proletariado bastante aturdido, sigue siendo sin embargo el terreno más fértil para el desarrollo futuro de la combatividad y de la conciencia obreras. En este sentido, estos ejemplos de luchas, que llevan en sí el germen de la unidad, la solidaridad y la dignidad humana, son otras tantas promesas para el futuro.
Mehdi (8 de julio de 2009)
[1]) Fuente: https://dndf.org/?p=4049 [4] (en "Noticias del frente").
[2]) Para más información sobre esta lucha, véase nuestro artículo "Vigo: Los métodos sindicales conducen à la derrota", (https://es.internationalism.org/node/2585 [5]).
Anton Pannekoek
El artículo que publicamos aquí es la segunda parte del folleto de Anton Pannekoek, Marxismo y Darwinismo del que hemos publicado los primeros capítulos en el número anterior de esta Revista. Esta segunda parte explica la evolución del Hombre en tanto que especie social. Pannekoek se refiere con razón al segundo gran libro de Darwin, El origen del hombre (1871), afirmando claramente que el mecanismo de la lucha por la existencia mediante la selección natural, desarrollada en El origen de las especies no puede aplicarse esquemáticamente a la especie humana como el propio Darwin lo demostró. En todos los animales sociales y más todavía en el Hombre, la cooperación y la ayuda mutua son la condición de la supervivencia colectiva del grupo en cuyo seno no se elimina a los más débiles, sino que, al contrario, se les protege. El motor de la evolución de la especie humana no es, pues, la lucha competitiva por la existencia y la ventaja para los individuos más adaptados a las condiciones del entorno, sino el desarrollo de sus instintos sociales.
El folleto de Pannekoek demuestra que el libro de Darwin, El origen del Hombre, desmiente categóricamente la ideología reaccionaria del "darwinismo social" preconizado sobre todo por Herbert Spencer (y el eugenismo de Francis Galton), el cual se servía del mecanismo de la selección natural descrito en El origen de las especies, para dar una especie de garantía científica a la lógica del capitalismo, basada en la competencia, la ley del más fuerte y la eliminación de los "menos aptos". A todos los "darwinistas sociales" de ayer y hoy (a los que Pannekoek designa con la expresión "darwinistas burgueses"), Pannekoek responde muy claramente, basándose en Darwin, que:
"Esto aclara de una manera muy diferente el modo de ver de los darwinistas burgueses. Estos proclaman que sólo la eliminación de los débiles es natural y que es necesaria para impedir la degeneración de la raza. Y dicen por otro lado, que proteger a los débiles es antinatural y contribuye en la decadencia la raza. ¿Y qué es lo que en realidad vemos? En la propia naturaleza, en el mundo animal, constatamos que se protege a los débiles, que estos no se mantienen gracias a su propia fuerza personal, y que no se les separa a causa de esa debilidad individual. Esto no debilita al grupo, sino que le da una fuerza nueva. El grupo en el que la ayuda mutua se desarrolla mejor es el más apto para protegerse en los conflictos. Lo que, según el concepto obtuso de esos darwinistas, sería un factor de debilidad, es en realidad lo contrario, un factor de fuerza contra el que los individuos fuertes que realizan la lucha individualmente no podrían competir"
En esta segunda parte de su folleto, Pannekoek examina también, con gran rigor dialéctico, cómo la evolución del Hombre le permitió apartarse de su animalidad y de ciertas contingencias del la naturaleza, gracias al desarrollo conjunto del lenguaje, del pensamiento y de las herramientas. Sin embargo, recogiendo el análisis desarrollado por Engels en su artículo inacabado "El papel del trabajo en el proceso de transformación del simio en hombre" (publicado en Dialéctica de la naturaleza), tiende a subestimar el papel fundamental del lenguaje en el desarrollo de la vida social de nuestra especie.
Este artículo lo redactó Pannekoek hace un siglo y, evidentemente, no podía integrar los descubrimientos científicos recientes, en particular en primatología. Los estudios recientes sobre el comportamiento social de los simios antropoides nos permiten afirmar que el lenguaje humano no se seleccionó en primer lugar para la fabricación de herramientas (como parece pensarlo Pannekoek, siguiendo a Engels) sino, primero, para consolidar los vínculos sociales, sin los cuales los primeros seres humanos no habrían podido comunicar especialmente para construir resguardos, protegerse de los predadores y de las fuerzas de la naturaleza hostiles, y luego trasmitir sus conocimientos de una generación a otra.
Aunque el texto de Pannekoek proporciona un marco muy bien argumentado del proceso de desarrollo de las fuerzas productivas desde la fabricación de las primeras herramientas, tiende a reducirlas a la satisfacción de las necesidades biológicas del Hombre (saciar el hambre especialmente), olvidándose así del surgimiento del arte (que apareció muy pronto en la historia de la humanidad), etapa también fundamental en la separación de la especie humana del reino animal.
Por otra parte si, como ya hemos visto, Pannekoek explica muy sintéticamente pero con una claridad y una sencillez notables, la teoría darwiniana de le evolución del Hombre, no va, a nuestro parecer, lo bastante lejos en la comprensión de la antropología de Darwin. No pone de relieve, en especial, que con la selección natural de los instintos sociales, la lucha por la existencia seleccionó comportamientos anti-eliminatorios que dieron origen a la moral ([1]). Al realizar una ruptura entre moral natural y moral social, entre naturaleza y cultura, Pannekoek no comprendió totalmente la continuidad que hay entre la selección de los instintos sociales, la protección de los débiles mediante la ayuda mutua, y todo lo que permitió al Hombre entrar en el camino de la civilización. Fue precisamente la extensión de la solidaridad y la conciencia de pertenecer a la misma especie lo que permitió a la Humanidad, en cierto estadio de su desarrollo, enunciar bajo el Imperio romano (como lo menciona por otra parte el texto de Pannekoek) esta fórmula del cristianismo: "Todos los hombres son hermanos".
Las conclusiones falsas sacadas por Haeckel y Spencer sobre el socialismo no son, ni mucho menos, sorprendentes. El darwinismo y el marxismo son dos teorías diferentes, una se aplica al reino animal y la otra a la sociedad. Se completan en el sentido de que el mundo animal se desarrolla según las leyes de la teoría darwinista hasta la etapa del hombre y a partir del momento en que éste se extrae del mundo animal, es el marxismo el que expone la ley del desarrollo. Cuando se quiere hacer pasar una teoría de un dominio a otro, para los cuales se aplican leyes diferentes, lo único que se sacan son deducciones erróneas.
Así ocurre cuando queremos descubrir, a partir de las leyes de la naturaleza, qué forma social es natural y más acorde con la naturaleza, y eso es exactamente lo que han hecho los darwinistas burgueses. Han deducido de leyes que gobiernan el mundo animal, que es donde se aplica la teoría darwiniana, que el orden social capitalista, que estaría en conformidad con dicha teoría, es el orden natural y que debe durar para siempre. Por otro lado, también había socialistas que querían probar del mismo modo que el sistema socialista es el sistema natural. Esos socialistas decían:
"Bajo el capitalismo, los hombres no llevan a cabo la lucha por la existencia con armas idénticas, sino con armas artificialmente desiguales. La superioridad natural de quienes son más sanos, más fuertes, más inteligentes o mejores moralmente no podrá predominar en manera alguna mientras el nacimiento, la clase social y sobre todo la posesión de dinero determinen esa lucha. El socialismo, al suprimir esas desigualdades artificiales, hace que las condiciones sean igual de favorables para todos y sólo entonces la verdadera lucha por la existencia prevalecerá, y en ella lo mejor de cada persona será el factor decisivo. Según los principios darwinianos, el modo de producción socialista será el verdaderamente natural y lógico".
Como crítica a las ideas de los darwinistas burgueses, esos argumentos podrán ser no muy malos, pero son tan erróneos como éstos. Ambas demostraciones opuestas son tan erróneas una como la otra, pues ambas se basan en la misma premisa, superada ya hace mucho, y es que existiría un único sistema social natural y lógico.
El marxismo nos ha enseñado que ni existe ni existirá nunca un sistema social natural o, diciéndolo de otra manera, todo sistema social es natural, pues cada sistema social es necesario y natural en unas condiciones determinadas. No existe ningún sistema social que pueda reivindicar el ser natural; los sistemas sociales se suceden unos a otros en función del desarrollo de las fuerzas productivas. Cada sistema es pues el sistema natural para su época en particular, como el siguiente lo será para la época posterior. El capitalismo no es el único orden natural, como lo cree la burguesía y ningún sistema socialista mundial es el único orden natural como algunos socialistas intentan demostrar. El capitalismo era natural en las condiciones del siglo xix, como lo fue el feudalismo en la Edad Media, y como será el socialismo en la fase de desarrollo futuro de las fuerzas productivas. Intentar promover un sistema determinado como único sistema natural es tan insustancial como decir que tal animal es el más perfecto de los todos los animales. El darwinismo nos enseña que cada animal también se adapta a su entorno particular. De igual modo, el marxismo nos enseña que cada sistema social se adapta a sus condiciones y que, en ese sentido, puede calificarse de bueno y perfecto.
Ahí está la razón por la que los intentos de los darwinistas burgueses por defender el sistema capitalista decadente van a fracasar. Los argumentos basados en la ciencia de la naturaleza cuando se aplican a cuestiones sociales, desembocan casi siempre en conclusiones erróneas. En efecto, mientras que la naturaleza no ha cambiado en sus grandes líneas durante la historia de la humanidad, la sociedad humana, en cambio, ha sufrido cambios rápidos y continuos. Para comprender la fuerza motriz y la causa del desarrollo social, debemos estudiar la sociedad como tal. El marxismo y el darwinismo deben cada uno mantenerse en su propio ámbito; son independientes el uno del otro y no existe ningún vínculo directo entre ellos.
Aquí surge una cuestión de la primera importancia. ¿Podemos quedarnos en la conclusión de que el marxismo sólo se aplicaría a la sociedad y el darwinismo sólo al mundo orgánico y que ni aquella ni esta teoría podrían aplicarse al otro ámbito? Desde un punto de vista práctico es muy cómodo tener un principio para el mundo humano y otro para el mundo animal. Sin embargo, si adoptamos ese enfoque, nos olvidamos de que el hombre también es un animal. El hombre se ha desarrollado a partir del animal y las leyes que rigen el mundo animal no pueden, de repente, perder su aplicación al hombre. Es cierto que el hombre es un animal muy particular, pero si es así es necesario encontrar a partir de esas mismas particularidades, por qué los principios aplicados a todos los animales no se aplican a los hombres, o por qué adoptan una forma diferente.
Tocamos aquí otro problema. A los darwinistas burgueses no se les plantea ese problema; declaran simplemente que el hombre es animal y se lanzan sin más reservas a aplicar los principios darwinianos a los hombres. Ya hemos visto a qué conclusiones erróneas llegan. Para nosotros la cuestión no es tan simple; debemos primero tener una visión clara de las diferencias que existen entre hombres y animales y luego, a partir de esas diferencias, debe deducirse la razón por la que, en el mundo humano, los principios darwinianos se transforman en principios totalmente diferentes, o sea, los del marxismo.
La primera particularidad que observamos en el hombre es que es un ser social. En esto no es diferente de todos los animales, pues entre estos hay muchas especies que viven de manera social. Pero el hombre difiere de todos los animales hasta ahora observados en la teoría darwiniana, en que esos animales viven separadamente, cada uno para sí y que luchan contra todos los demás para subvenir a sus necesidades. No es a los animales predadores que viven de manera separada, que son los modelos de los darwinianos burgueses, a los que debe compararse el hombre, sino a los que viven socialmente. La sociabilidad es una fuerza nueva a la que hasta ahora no hemos tenido en cuenta; una fuerza que requiere nuevas relaciones y nuevas cualidades en los animales.
Es un error considerar la lucha por la existencia como la fuerza única y omnipotente que haya dado forma al mundo orgánico. La lucha por la existencia es la fuerza principal que origina las nuevas especies, pero el propio Darwin sabía muy bien que hay otras fuerzas que cooperan y dan forma, hábitos y particularidades al mundo orgánico. En su libro tardío, El origen del hombre, Darwin trató con detalle la selección sexual, demostrando que la competencia de los machos por las hembras dio origen a los colores variopintos de las aves y las mariposas y también al melodioso trino de los pájaros. Y dedicó todo un capítulo a la vida social. También hay muchos ejemplos sobre este tema en el libro de Kropotkin, La ayuda mutua, factor de evolución. La mejor exposición sobre los efectos de la sociabilidad se encuentra en La ética y el concepto materialista de la historia de Kautsky.
Cuando cierta cantidad de animales vive en grupo, en rebaño o en bandada, llevan en común la lucha por la existencia contra el mundo exterior; en el interior, el grupo cesa la lucha por la existencia. Los animales que viven socialmente ya no entablan combates entre sí en los que sucumben los más débiles; ocurre lo contrario, los débiles disfrutan de las mismas ventajas que los fuertes. Cuando unos animales poseen la ventaja de un olfato más fino, una fuerza mayor o más experiencia que les permite encontrar los mejores pastos o evitar al enemigo, esas ventajas no sólo les favorecen a ellos sino al grupo, incluidos los individuos menos dotados. El que los individuos menos dotados se unan a los más capacitados les permite superar, hasta cierto punto, las consecuencias de sus capacidades menos favorables.
Poner en común las diferentes fuerzas sirve al conjunto de los miembros, proporciona al grupo un poder nuevo y mucho más importante que el de un solo individuo, incluso el más fuerte. Gracias a esa fuerza unida los animales herbívoros sin defensa pueden protegerse contra los animales predadores. Sólo mediante esa unidad algunos animales son capaces de proteger a sus crías. La vida social es enormemente provechosa para todos los miembros del grupo.
Otra segunda ventaja de la sociabilidad viene de que cuando los animales viven socialmente hay una posibilidad de división del trabajo. Esos animales mandan avanzadillas o ponen centinelas cuya tarea es proteger la seguridad de todos, mientras que otros siguen pastando o cosechando tranquilamente pues cuentan con sus vigías para ser advertidos si hay peligro.
Una sociedad animal así se convierte, en ciertos aspectos, en una unidad, un solo organismo. Evidentemente, sus relaciones son mucho más laxas que las existentes entre las células de un solo cuerpo animal; en efecto, los miembros siguen siendo iguales entre sí - sólo entre las hormigas, las abejas y otros pocos insectos se desarrolla una diferenciación orgánica - y son capaces, en condiciones más desfavorables evidentemente, de vivir aislados. Sin embargo, el grupo se transforma en un cuerpo coherente, y debe existir cierta fuerza que vincula a los diferentes miembros entre sí.
Esa fuerza no es otra que las razones sociales, el instinto social que mantiene a los animales reunidos, que les permiten que el grupo se perpetúe. Cada animal debe poner el interés del grupo por encima de los suyos propios; debe actuar siempre instintivamente en beneficio del grupo sin consideración por sí mismo. Si cada herbívoro débil sólo pensara en sí mismo huyendo cuando lo ataca una fiera, el rebaño reunido se vuelve a desperdigar. Solo cuando el impulso fuerte del instinto de conservación es frenado por el impulso más fuerte de la unión, cuando cada animal arriesga su vida por proteger la de todos, sólo entonces el rebaño resiste y se aprovecha de las ventajas de mantenerse agrupado. El sacrificio de sí, el valor, la entrega y la fidelidad deben surgir de esta manera, pues allí donde esas cualidades no existen, se disuelve la cohesión. La sociedad no puede existir donde no existen esas cualidades.
Esos instintos, por mucho que tengan su origen en los hábitos y la necesidad, se refuerzan con la lucha por la existencia. Cada rebaño animal está en competencia permanente con los mismos animales de un rebaño diferente; los rebaños mejor adaptados para resistir al enemigo sobrevivirán y los menos dotados desaparecerán. Los grupos en los que el instinto social se desarrolla mejor podrán mantenerse mejor, mientras que el grupo en el que el instinto social se ha desarrollado poco acabará siendo una presa fácil para sus enemigos o no será capaz de encontrar los pastos necesarios para su supervivencia. Esos instintos sociales se convierten así en los factores más importantes y decisivos que determinan quién sobrevivirá en la lucha por la vida. Por eso se ha puesto a los instintos sociales en el lugar más elevado de los factores predominantes en la lucha por la supervivencia.
Esto aclara de una manera muy diferente el modo de ver de los darwinistas burgueses. Estos proclaman que sólo la eliminación de los débiles es natural y que es necesaria para impedir la degeneración de la raza. Y dicen por otro lado, que proteger a los débiles es antinatural y contribuye en la decadencia la raza. ¿Y qué es lo que en realidad vemos? En la propia naturaleza, en el mundo animal, constatamos que se protege a los débiles, que estos no se mantienen gracias a su propia fuerza personal, y que no se les separa a causa de esa debilidad individual. Esto no debilita al grupo, sino que le da una fuerza nueva. El grupo en el que la ayuda mutua se desarrolla mejor es el más apto para protegerse en los conflictos. Lo que, según el concepto obtuso de esos darwinistas, sería un factor de debilidad, es en realidad lo contrario, un factor de fuerza contra el que los individuos fuertes que realizan la lucha individualmente no podrían competir. La raza, pretendidamente degenerante y corrompida, se lleva la victoria confirmándose en la práctica que es la más hábil y la mejor.
Aquí vemos primero hasta qué punto las afirmaciones de los darwinistas burgueses son obtusas, reveladoras de mentes estrechas y no científicas. Hace derivar sus leyes naturales y sus conceptos de lo que es natural en una parte del mundo animal a la que menos se parece el hombre, la de los animales solitarios, mientras que dejan de lado la observación de los animales que viven prácticamente en las mismas circunstancias que el hombre. La explicación puede encontrarse en sus propias condiciones de vida; pertenecen a una clase en la que cada uno está en competencia individual con los demás, de modo que no ven en los animales más que la forma de la lucha por la vida que se parece a la lucha de la competencia burguesa. Por eso desdeñan las formas de lucha que son de la mayor importancia para los humanos.
Cierto es que los darwinistas burgueses son conscientes de que todo, en el mundo animal como en el humano, no se reduce a puro egoísmo. Los científicos burgueses dicen a menudo que en todo humano conviven dos sentimientos: el egoísta o amor de uno mismo y el altruista o amor de los demás. Pero como no conocen el origen social de ese altruismo, no pueden comprender ni sus límites ni sus condiciones. El altruismo, para ellos, es una idea muy imprecisa que no saben manejar.
Todo lo que se aplica a los animales sociales puede aplicarse también al hombre. Nuestros antepasados se parecían a los simios y los hombres primitivos que les sucedieron eran animales débiles, sin defensa, que, como todos los monos vivían en tribus. En ellos debieron aparecer los mismos impulsos y los mismos instintos sociales que más tarde, en el hombre, se desarrollarían con la forma de sentimientos morales. Es algo evidente y conocido de todos que nuestras costumbres y nuestra moral no son otra cosa sino sentimientos sociales, sentimientos que encontramos en animales; Darwin también habló ya de "costumbres relacionadas con sus comportamientos sociales que en el hombre se llamará moral". La diferencia estriba únicamente en el grado de conciencia; en cuanto esos sentimientos sociales se vuelven conscientes para los hombres, toman el carácter de sentimientos morales. Vemos aquí que la idea moral - que los autores burgueses consideran como la diferencia principal entre hombres y animales- no es algo propio de los hombres, sino que es un producto directo de las condiciones existentes en el mundo animal.
El que los sentimientos morales no se extiendan más allá del grupo social al que el animal o el hombre pertenecen se debe a la naturaleza de sus orígenes. Esos sentimientos están al servicio de la finalidad práctica de preservar la cohesión del grupo; más allá, son inútiles. En el mundo animal, la extensión y la naturaleza del grupo social están determinadas por las circunstancias de la vida, y, por lo tanto, el grupo sigue siendo casi siempre el mismo. En los hombres, en cambio, los grupos, las unidades sociales, están siempre cambiando en función del desarrollo económico, y esto también cambia el ámbito de validez de los instintos sociales.
Los antiguos grupos, en su origen tribus salvajes, estaban más unidos que los grupos animales no solo porque estaban en competencia con otros, sino porque se hacían directamente la guerra. Los vínculos familiares y un lenguaje común reforzaron más tarde esa unidad. Cada individuo dependía enteramente del apoyo de la tribu. En esas condiciones, los instintos sociales, los sentimientos morales, la subordinación del individuo al conjunto se desarrollaron al máximo. Con el desarrollo posterior de la sociedad, las tribus se disolvieron en entidades económicas más amplias, formándose pueblos y uniéndose en poblaciones mayores.
Y nuevas sociedades sucedieron a las antiguas y los miembros de esas entidades prosiguieron la lucha por la existencia en común contra otros pueblos. El tamaño de esas entidades aumenta en una proporción equivalente a la del desarrollo económico, debilitándose la lucha de cada uno contra los demás, extendiéndose los sentimientos sociales. A finales de la antigüedad, por ejemplo, todos los pueblos conocidos en torno al Mediterráneo forman entonces una unidad, el Imperio romano. Aparece entonces también la doctrina que amplía los sentimientos morales a la humanidad entera y formula el dogma de que todos los hombres son hermanos.
Cuando observamos nuestra propia época, nos damos cuenta de que económicamente todos los pueblos forman cada vez más una unidad, por muy débil que ésta sea. Por consiguiente, reina un sentimiento -relativamente abstracto, eso sí - de una fraternidad que engloba al conjunto de pueblos civilizados. El sentimiento nacional, sobre todo en la burguesía, es aún más fuerte, pues las naciones son las entidades que sirven a la lucha constante de una burguesía con otra. Los sentimientos sociales son más fuertes hacia quienes pertenecen a la misma clase, pues las clases son las unidades sociales esenciales, que encarnan los intereses convergentes de sus miembros. Vemos así cómo cambian las entidades sociales y lo sentimientos sociales en la sociedad humana según el progreso del desarrollo económico ([2]).
La sociabilidad, con sus consecuencias, los instintos morales, es una particularidad que distingue a los humanos de ciertos animales, pero no de todos. Existen sin embargo particularidades que no pertenecen más que al hombre, que lo separan del resto del mundo animal. En primer lugar, el lenguaje, y, en segundo, el raciocinio. El hombre es también el único animal que usa herramientas fabricadas por él.
Los animales poseen esas propiedades en germen, mientras que en los hombres se han desarrollado con nuevas características específicas. Muchos animales poseen una especie de voz, pueden, mediante sonidos, comunicar sus intenciones, pero sólo el hombre emite sonidos que forman palabras que le sirven para nombrar cosas. Los animales poseen también un cerebro con el que piensan, pero la inteligencia humana revela, como veremos más lejos, una orientación plenamente nueva a la que llamamos pensamiento racional o abstracto. Los animales también usan objetos inanimados para ciertos objetivos; por ejemplo, para la construcción de nidos. Los monos usan a veces palos o piedras, pero sólo el hombre usa herramientas que él mismo fabrica deliberadamente con fines particulares. Esas tendencias primitivas en los animales nos convencen de que las particularidades que posee el hombre no le vienen de no se sabe qué milagro de la creación, sino de un lento desarrollo. Comprender cómo se desarrollaron en el hombre las primeras huellas del lenguaje, del pensamiento y del uso de herramientas, para ir hacia nuevas capacidades es algo de primera importancia, pues implica la problemática de la humanización del animal.
Solo el ser humano, como animal social que es, ha sido capaz de evolucionar así. Los animales que viven solitarios no pueden alcanzar tal nivel de desarrollo. Fuera de la sociedad, el lenguaje es tan inútil como la vista en la oscuridad y acabaría extinguiéndose. El lenguaje sólo es posible en la sociedad y sólo en ella es necesario como medio de deliberación entre sus miembros. Todos los animales sociales poseen medios para expresar sus intenciones, sino no podrían actuar según un plan colectivo. Los sonidos que eran necesarios como medio de comprenderse en el trabajo colectivo para el hombre primitivo, sin duda se desarrollaron lentamente hasta dar nombre a las actividades y después a las cosas.
El uso de herramientas presupone una sociedad, porque sólo por medio de la sociedad se puede preservar lo adquirido. En un estado de vida solitaria, cada uno habría debido descubrir el uso de herramientas para él y, al morirse el inventor, el descubrimiento se habría ido con él y habría que volver a empezar. Sólo mediante la sociedad, la experiencia y el conocimiento de las generaciones pasadas pueden conservarse, perpetuarse y desarrollarse. En un grupo o una tribu se va muriendo la gente, pero el grupo, en cambio, es, por decirlo así, inmortal. Se mantiene. Conocer el uso de las herramientas no es algo innato, sino que se va adquiriendo. Por eso es indispensable una tradición intelectual, algo que sólo es posible en la sociedad.
Esas características específicas del hombre son inseparables de su vida, y además están fuertemente relacionadas unas con otras. No se desarrollan separadamente, sino que progresan en común. El pensamiento y el lenguaje sólo pueden existir y desarrollarse conjuntamente y eso es algo que cada cual puede comprobar cuando intenta representarse la naturaleza de su propio pensamiento. Cuando pensamos o reflexionamos nos hablamos, de hecho, a nosotros mismos y nos damos cuenta de que nos es imposible pensar claramente sin emplear palabras. Cuando no pensamos con palabras, nuestros pensamientos son imprecisos y no logramos captar los pensamientos específicos. Cada uno de nosotros puede comprenderlo por su experiencia propia. El razonamiento llamado abstracto es un pensamiento perceptivo y sólo puede realizarse mediante conceptos. Y sólo mediante palabras podemos designar y dominar esos conceptos. Cada intento por extender nuestro pensamiento, cada intento por hacer avanzar nuestro conocimiento debe empezar por la distinción y la clasificación mediante nombres o dando a los nombres anteriores un significado más preciso. El lenguaje es el cuerpo del pensamiento, el único material con el que se construye toda ciencia humana.
La diferencia entre el espíritu humano y el espíritu animal fue demostrada con pertinencia por Schopenhauer en una cita también recogida por Kautsky en La ética y el concepto materialista de la historia (páginas 139-40, traducción inglesa). Los actos del animal dependen de impulsos, de lo que ve, oye, huele u observa. Nosotros también podemos ver y decir casi siempre lo que impulsa a un animal a hacer esto o aquello, pues también nosotros somos capaces de ello si nos fijamos bien. Pero en el hombre eso es totalmente diferente. No podemos prever lo que el hombre hará, pues no conocemos los motivos que le impulsan a actuar; son los pensamientos en su mente. El ser humano reflexiona y, al hacerlo, se pone en juego todo su conocimiento, resultado de sus experiencias anteriores, y es entonces cuando decide actuar. Los actos de un animal dependen de una impresión inmediata, mientras que los del ser humano dependen de conceptos abstractos. El hombre "es movido en cierto modo por hilos invisibles y sutiles. Todos los movimientos dan la impresión de estar guiados por principios e intenciones que le dan un aspecto de independencia y se distinguen evidentemente de los de los animales".
Al tener exigencias corporales tanto hombres como animales están obligados a satisfacerlas en la naturaleza de su entorno. La percepción sensitiva es el impulso inmediato; la satisfacción de las necesidades es el objetivo de la acción idónea. En el animal, la acción viene inmediatamente después de la impresión. Percibe su presa o su alimento e inmediatamente salta, atrapa, come, o hace lo necesario para que así sea. Es la herencia de su instinto. El animal oye un ruido hostil e inmediatamente huye si tiene patas lo bastante desarrolladas para correr rápidamente o, si no, se echa al suelo y hace el muerto para no ser visto si el color del pelaje le sirve de protección. En el hombre, en cambio, entre sus percepciones y sus actos una larga cadena de pensamiento y reflexiones atraviesa su mente. Sus actos dependerán del resultado de esas reflexiones.
¿De dónde viene esa diferencia? No es difícil comprender que está estrechamente asociada al uso de herramientas. Del mismo modo que el pensamiento se inserta entre las percepciones del ser humano y sus actos, la herramienta se inserta entre el hombre y el objeto que intenta aprehender. Además, puesto que ya la herramienta se coloca entre el hombre y los objetos exteriores, por eso también el pensamiento debe surgir entre la percepción y la ejecución. El hombre no se lanza a manos vacías sobre su objetivo, ya sea éste un enemigo o una fruta que recoger, sino que lo hace de manera indirecta: con una herramienta, un arma (que también son herramientas) que usa para coger el fruto o contra un animal hostil; por eso, en su mente, la percepción sensitiva no viene inmediatamente seguida de la acción, sino que la mente debe dar un rodeo: debe primero pensar en las herramientas y luego proseguir su objetivo. El rodeo material crea el rodeo mental; el pensamiento suplementario es el resultado de la herramienta suplementaria.
Nos hemos planteado aquí un caso muy sencillo de herramientas primitivas y las primeras fases del desarrollo mental. Cuanto más se complica la técnica mayor es el rodeo material, de modo que la mente debe realizar mayores rodeos. Cuando cada uno fabricaba sus propias herramientas, el recuerdo del hambre y de la lucha debía orientar el espíritu humano hacia la herramienta y su fabricación para que estuviera lista para ser utilizada. Tenemos aquí una cadena de pensamientos cada vez más larga entre las percepciones y la satisfacción final de las necesidades humanas. Cuando llegamos a nuestra época, constatamos que esa cadena es muy larga y complicada. Cuando el obrero al que han despedido prevé el hambre que le espera, se compra un diario para ver si hay ofertas de empleo; acude en su busca, se presenta en el lugar y sólo mucho más tarde cobrará un sueldo con el que comprar comida y protegerse contra el hambre. Todo eso lo analiza su mente antes de ponerlo en práctica. ¡Qué camino tan largo y tortuoso debe seguir la mente antes de alcanzar el objetivo deseado! Y ese es el camino de la elaboración compleja de nuestra sociedad actual en cuyo seno el hombre no satisface sus necesidades sino es mediante una técnica altamente desarrollada.
Hacia eso quería Schopenhauer atraer nuestra atención, esa propagación en el cerebro del hilo de la reflexión, que anticipa la acción y debe comprenderse como el resultado necesario del empleo de herramientas. Pero no por eso hemos llegado ya a lo esencial. El hombre no es dueño de una sola herramienta, las posee en grandes cantidades que usa para fines diferentes, entre las cuales puede escoger. El hombre, gracias a esas herramientas, no es como el animal. El animal no va nunca más allá de las herramientas y de las armas que la naturaleza le proporciona, mientras que el hombre puede cambiar de herramientas artificiales. Ahí está la diferencia fundamental entre el hombre y el animal. El hombre es por así decirlo, un animal con órganos modificables y por eso debe poseer la capacidad de escoger entre sus herramientas. Por su mente circulan pensamientos diversos, su espíritu examina todas las herramientas y todas las consecuencias de su aplicación y sus actos dependen de esa reflexión. Combina igualmente un pensamiento con otro y concibe rápidamente la idea acorde con su objetivo. Esa deliberación, esa comparación libre entre una serie de secuencias de reflexiones escogidas individualmente, esa propiedad que diferencia fundamentalmente el pensamiento humano del pensamiento animal debe ser relacionada con el uso de herramientas escogidas por voluntad propia.
Los animales no poseen esa capacidad; les sería inútil, pues no sabrían qué hacer con ella. A causa de su forma corporal, sus acciones son muy limitadas. El león sólo puede saltar sobre su presa, pero no puede pensar atraparla corriendo detrás de ella. La liebre está constituida de manera a poder huir; no tiene otro medio de defensa por mucho que deseara poseerlo. Los animales no tienen nada en que poner su atención, si no es el momento en que hay que saltar o correr, el momento en que las impresiones alcanzan una fuerza suficiente para desencadenar la acción. Cada animal está formado de tal manera que se adapta a un modo de vida definido. Sus acciones son y se transmiten como hábitos, como instintos. Estos hábitos no son evidentemente inmutables. Los animales no son máquinas, cuando están sometidos a circunstancias diferentes, pueden adquirir hábitos diferentes. Fisiológicamente y en lo que se refiere a las aptitudes, el funcionamiento de su cerebro no es diferente del nuestro. Sólo lo es prácticamente en los resultados. Los límites del animal no se deben a la calidad de su cerebro, sino a la forma de su cuerpo. El acto del animal está limitado por su forma corporal y por su medio, lo que le deja poca amplitud para reflexionar. El raciocinio humano sería por lo tanto para el animal una facultad totalmente inútil y sin objeto, que no podría aplicar y que le haría más daño que beneficio.
Por otra parte, el hombre debe poseer esa capacidad porque ejerce su discernimiento en el uso de herramientas y armas, porque escoge en función de condiciones particulares. Si quiere matar a un ágil ciervo usa arco y flechas; si se encuentra con un oso usa el hacha, si quiere abrir una fruta dura usa un mazo. Cuando le amenaza un peligro, el hombre debe decidir si huye o si lucha con sus armas. Poseer un espíritu alerta es propio de la movilidad del mundo animal en general, pero la capacidad de reflexionar le es indispensable al hombre para el uso de herramientas artificiales.
La poderosa conexión entre pensamientos, lenguaje y herramientas, imposible cada una de estas facultades sin las demás, muestra que debieron desarrollarse al mismo tiempo. El cómo se produjo ese desarrollo sólo pueden ser suposiciones. Sin duda fue un cambio en las circunstancias de la vida que hizo que un animal simiesco fuera el antepasado del hombre. Tras haber emigrado de la selva, hábitat originario de los monos, hacia las sabanas, el hombre debió sin duda amoldarse a un cambio de vida total. La diferencia entre las manos para agarrar y los pies para correr debió desarrollarse entonces. Este ser traía de sus orígenes las dos condiciones fundamentales para un progreso hacia un nivel superior: la sociabilidad y la mano simiesca, bien adaptada para agarrar objetos. Los primeros objetos brutos, piedras o palos, usados episódicamente en el trabajo común, les llegaban involuntariamente a las manos que luego tiraban. Esto debió repetirse instintiva e inconscientemente tan a menudo que acabó dejando una huella en el espíritu de aquellos hombres primitivos.
Para el animal, la naturaleza que le rodea es un todo indiferenciado de cuyos detalles no es consciente. No puede distinguir entre objetos diversos pues le falta el nombre de sus distintas partes y de las cosas mismas que nos permiten diferenciarlos. Es cierto que el entorno no es inmutable. El animal reacciona apropiadamente ante los cambios que significan "alimento" o "peligro", con acciones específicas. Sin embargo, globalmente, la naturaleza permanece indiferenciada para el animal y para la conciencia de nuestros antepasados más primitivos debió ser más o menos igual. A partir de esa globalidad, el trabajo mismo, contenido principal de la existencia humana, va imponiendo progresivamente aquellos objetos utilizados en dicho trabajo. La herramienta, que es a veces un objeto inanimado del mundo exterior y que a veces actúa como un órgano de nuestro propio cuerpo, un objeto inspirado por nuestra propia voluntad, se encuentra a la vez fuera del mundo exterior y fuera de nuestro cuerpo, esas dimensiones evidentes para el hombre primitivo de las que él no se da cuenta. A las herramientas, ayudas tan importantes, se las designó de cierta manera, quizás por un sonido que designaba al mismo tiempo una actividad particular. Gracias a esa designación, la herramienta se separa del resto del entorno. El hombre empieza así a analizar el mundo mediante conceptos y nombres, aparece la conciencia de sí, se fabrican intencionadamente objetos artificiales y se usan con pleno conocimiento para el trabajo.
Ese proceso, muy lento, marca el comienzo de nuestra transformación en hombres. En cuanto los hombres buscaron y utilizaron deliberadamente objetos que sirvieran de herramientas, puede decirse que fueron "producidas"; desde esa etapa a la de la fabricación de herramientas no hay más que un paso. El hombre nació con el primer nombre y el primer pensamiento abstracto. Quedaba por recorrer un largo camino: las primeras herramientas brutas se diferencian ya por su uso; a partir de la piedra puntiaguda se obtiene el cuchillo, la cuña, la barrena y la lanza; a partir del palo se obtiene el mango. Y así el hombre primitivo es capaz de enfrentarse a las fieras, a la selva y aparece ya como el futuro rey del mundo. Con la mayor diferenciación de las herramientas, que habrán de servir más tarde a la división del trabajo, el lenguaje y el pensamiento adquieren formas más fecundas y nuevas y, recíprocamente, el pensamiento lleva al hombre a usar mejor sus herramientas, a mejorar las antiguas e inventar nuevas.
Vemos así cómo de una cosa se llega a otra. La práctica de las relaciones sociales y de trabajo son la fuente de la técnica, del pensamiento, de las herramientas y de la ciencia que se desarrollan continuamente. Mediante su trabajo, el hombre primitivo simiesco se elevó a la verdadera humanidad. El uso de las herramientas fue la gran ruptura que iría en constante aumento entre hombres y animales.
Es ahí donde vemos la diferencia principal entre seres humanos y animales. En animal obtiene sus alimentos y vence a sus enemigos con sus propios órganos corporales; el hombre hace lo mismo gracias a herramientas artificiales. Órgano viene del griego organon que significa también herramienta o instrumento. Los órganos son los instrumentos naturales del animal, son su cuerpo. Las herramientas son los órganos artificiales de los hombres. Lo que el órgano es al animal, la mano y la herramienta lo son al hombre. Las manos y las herramientas cumplen las funciones que el órgano animal debe realizar solo. Por su estructura, la mano, especializada en coger y dirigir herramientas varias se convierte en órgano adaptado a todo tipo de labores; las herramientas son las cosas inanimadas que la mano agarra cada una en su momento y que la transforman en un órgano con una gran diversidad de funciones.
Con la división de esas funciones, se abre ante los hombres un amplio campo de desarrollo que los animales no conocen. Puesto que la mano humana puede usar herramientas diversas, puede combinar las funciones de todos los órganos posibles que los animales poseen. Con la división de esas funciones se abre ante los seres humanos un amplio campo de desarrollo que los animales no conocen. Como la mano humana puede utilizar herramientas diferentes, también puede combinar las funciones de todos los órganos posibles que los animales poseen. Cada animal está hecho y adaptado a un entorno y un modo de vida definidos. El hombre, con sus herramientas, se adapta a todas las circunstancias y está equipado para todos los entornos. El caballo está hecho para las praderas, el mono para la selva. En la selva, el caballo estaría tan desamparado como el simio que transportaran a una pradera. El hombre, por su parte, usa el hacha en la selva y la azada en la pradera. Con esas herramientas, el hombre puede abrirse un camino en todas las regiones del planeta e implantarse por todas partes. Mientras que casi todos los animales tienen que vivir en determinadas regiones, en aquellas donde pueden satisfacer sus necesidades, no pudiendo vivir en otras partes, el hombre, en cambio, ha conquistado el mundo entero. Como un zoólogo lo decía en una ocasión, cada animal posee sus puntos fuertes gracias a los cuales puede luchar por la existencia, y sus propias debilidades que hacen de él una presa para otros y le impiden multiplicarse. En esto, el hombre sólo tiene fuerza y ninguna debilidad. Gracias a sus herramientas, el hombre es el equivalente a todos los animales. Como sus herramientas no han quedado inalterables sino que se han mejorado continuamente, el hombre se ha desarrollado por encima de todos los animales. Con sus herramientas se ha hecho el dueño de la creación entera, el Rey de la Tierra.
En el mundo animal también hay un desarrollo y un perfeccionamiento continuos de los órganos. Pero ese desarrollo está ligado a los cambios en el cuerpo del animal, que los hace muy lentos, un desarrollo dictado por las leyes biológicas. En el desarrollo del mundo orgánico, miles de años cuentan poco. El hombre, en cambio, al haber transferido su desarrollo a objetos externos, pudo liberarse del sometimiento a la ley biológica. Las herramientas pueden transformarse rápidamente, la técnica avanza con una rapidez asombrosa en comparación con el desarrollo de los órganos animales. Gracias a esta nueva vía, el hombre pudo, a lo largo del corto período de unos cuantos miles de años, ponerse por encima de los animales más evolucionados mucho más que éstos con relación a los menos evolucionados. Con la invención de herramientas artificiales se puso en cierto modo fin a la evolución animal. El hijo del mono se ha desarrollado a una velocidad fenomenal hasta una especie de poder divino, ha tomado posesión de la Tierra, sometiéndola a su autoridad exclusiva. La evolución del mundo orgánico, hasta entonces apacible y sin tropiezos, deja de desarrollarse según las leyes de la teoría darwiniana. Es el hombre el que actúa en el mundo de las plantas y los animales, seleccionando, domando, cultivando; y es el hombre el que rotura tierras. Transforma todo el entorno, creando nuevas formas de plantas y de animales que corresponden a sus objetivos y a su voluntad.
Eso explica, con la aparición de las herramientas, por qué el cuerpo humano ya no cambia. Los órganos humanos son como eran, con la notable excepción del cerebro. El cerebro humano debió desarrollarse en paralelo con las herramientas; y, de hecho, vemos que la diferencia entre las razas más evolucionadas de la humanidad y las anteriores está precisamente en el contenido de su cerebro. Pero incluso el desarrollo de este órgano debió cesar en cierta fase. Desde el inicio de la civilización, algunas funciones se han ido retirando continuamente del cerebro por medios artificiales; la ciencia se conserva cuidadosamente en esas "granjas" que son los libros. Nuestra facultad de raciocinio hoy no es superior a la de los griegos, los romanos o los germanos, pero nuestro conocimiento se ha desarrollado portentosamente y eso se debe, en gran parte, porque el cerebro se ha descargado en sus sustitutos, los libros.
Ahora que hemos establecido la diferencia entre hombres y animales, observemos cómo esos dos grupos están afectados por la lucha por la existencia. No puede negarse que esa lucha sea el origen de la perfección en la medida en que lo imperfecto quedaba eliminado. En ese combate, los animales se acercaban siempre más a la perfección. Es sin embargo necesario ser más preciso en la expresión y en la observación de en qué consiste esa perfección. No podemos decir que sean todos los animales los que luchan y se perfeccionan. Los animales luchan y compiten entre sí mediante órganos particulares, aquellos que son determinantes en la lucha por la supervivencia. Los leones no combaten con el rabo; las liebres no confían en su vista; y el éxito de los halcones no les viene del pico. Los leones realizan el combate gracias a sus músculos (para abalanzarse) y sus mandíbulas; las liebres cuentan con sus patas y sus oídos, los halcones con su vista y sus alas. Y si ahora nos preguntamos qué es lo que lucha y compite, la respuesta será: son los órganos los que luchan y, al hacerlo, se perfeccionan cada vez más. La lucha la realizan los músculos y los dientes en el león, las patas y los oídos en la liebre, la vista y las alas en el halcón. En esta lucha se van perfeccionando los órganos. El animal en su conjunto depende de esos órganos y comparte su suerte, la de los fuertes que saldrán victoriosos y la de los débiles que serán vencidos.
Planteémonos ahora la misma pregunta sobre el mundo humano. Los hombres no luchan gracias a sus órganos naturales, sino por medio de órganos artificiales, con la ayuda de herramientas (y armas, a las que debemos considerar como herramientas). Aquí también se comprueba la veracidad del principio de la perfección y de la eliminación de lo imperfecto por medio de la lucha. Las herramientas entran en lucha y eso lleva al perfeccionamiento cada vez mayor de ellas. Las comunidades tribales que usaban las mejores herramientas y las mejores armas, podían asegurar mejor su subsistencia y cuando entraban en lucha directa con otra raza, la raza mejor provista de instrumentos artificiales ganaba y exterminaba a los más débiles. Las grandes mejoras de la técnica y de los métodos de trabajo en los orígenes de la humanidad, como la introducción de la agricultura y la ganadería, hicieron de los hombres una raza físicamente más sólida que sufre menos de la rudeza de los elementos naturales. Las razas cuyo material técnico se desarrolló más, podían cazar y someter a las que poseían un material artificial menos desarrollado, pudiendo así acaparar las mejores tierras y desarrollar su civilización. La dominación de la raza ([3]) europea está basada en su supremacía técnica.
Vemos aquí que el principio de la lucha por la existencia, formulado por Darwin y subrayado por Spencer, ejerce un efecto diferente sobre los hombres y sobre los animales. El principio según el cual la lucha lleva al perfeccionamiento de las armas utilizadas en los conflictos, conduce a resultados diferentes en los hombres y en los animales. En el animal lleva a un desarrollo continuo de los órganos naturales; es la base de la teoría de la filiación, la esencia del darwinismo. En los hombres, lleva a un desarrollo continuo de las herramientas, de las técnicas y de los medios de producción. Y esto son los fundamentos del marxismo.
Ahí aparece que el marxismo y el darwinismo no son dos teorías independientes que se aplicarían cada una de ellas a su ámbito específico sin ningún punto común. En realidad, las dos teorías se basan en el mismo principio. Forman una unidad. La nueva dirección tomada cuando apareció el hombre, la sustitución de los órganos naturales por herramientas, hace que se exprese de manera diferente en los dos ámbitos; el mundo animal se desarrolla según el principio darwiniano mientras que, para la humanidad, es la teoría marxista la que define la ley del desarrollo. Cuando los hombres dejaron el mundo animal, el desarrollo de los instrumentos, de los métodos productivos, de la división del trabajo y del conocimiento se transformaron en la fuerza propulsora del desarrollo social. Fue esa fuerza la que hizo surgir los diferentes sistemas económicos como el comunismo primitivo, el sistema rural, los inicios de la producción mercantil, el feudalismo y, ahora, el capitalismo moderno. Nos queda ahora situar el modo de producción actual y de su superación en la coherencia propuesta y aplicarles correctamente la posición de base del darwinismo.
La forma particular que toma la lucha darwiniana por la existencia como fuerza motriz para el desarrollo en el mundo humano está determinada por la sociabilidad de los hombres y su uso de las herramientas. Los hombres realizan su lucha colectivamente, en grupos. La lucha por la existencia, mientras que sí continúa entre miembros de grupos diferentes, cesa entre los miembros del mismo grupo, y es sustituida por la ayuda mutua y los sentimientos sociales. En la lucha entre grupos, el bagaje técnico decide quién saldrá vencedor; la consecuencia de esto es el progreso de la técnica. Esas dos circunstancias tienen consecuencias diferentes bajo sistemas sociales diferentes. Veamos de qué manera se manifiestan bajo el capitalismo.
Cuando la burguesía tomó el poder político e hizo del modo de producción capitalista el modo dominante, empezó rompiendo las barreras feudales y haciendo libre a la gente. Para el capitalismo, era esencial que cada productor pudiera participar libremente en la lucha competitiva sin que ningún vínculo trabara su libertad de movimiento, sin que ninguna actividad fuera paralizada o frenada por las normas gremiales, o trabada por estatutos jurídicos, pues sólo con esta condición la producción podría desarrollar sus plenas capacidades. Los obreros debían ser libres y no estar sometidos a obligaciones feudales o gremiales, porque sólo como obreros libres podían vender su fuerza de trabajo como mercancía a los capitalistas, y sólo si son trabajadores libres podrían los capitalistas emplearlos plenamente. Por esa razón eliminó la burguesía todos los vínculos y compromisos del pasado. Liberó totalmente a la gente pero, al mismo tiempo, las personas se encontraron totalmente aisladas y sin protección. Antaño la gente no estaba aislada; pertenecía a un gremio, vivían bajo la protección de un señor o de una comuna y ahí encontraban la fuerza para sobrevivir. Formaban parte de un grupo social ante el que tenían obligaciones y del que recibían protección. Esas obligaciones la burguesía las ha suprimido; destruyó gremios y corporaciones, abolió las relaciones feudales. La liberación del trabajo quería también decir que el hombre ya no podría encontrar refugio en ningún sitio y que ya no podía contar con los demás. Cada uno sólo podía contar consigo mismo. Debía luchar solo contra todos, libre de todo vínculo pero también sin la menor protección.
Por esa razón, bajo el capitalismo, el mundo humano se parece cada vez más al mundo de los predadores y por esa misma razón los darwinistas burgueses han buscado el prototipo de la sociedad humana en los animales solitarios. Era su propia experiencia la que los guiaba. Su error es que creen que las condiciones capitalistas son unas condiciones eternas del hombre. La relación existente entre nuestro sistema capitalista de competencia y los animales solitarios lo menciona Engels en su obra Anti-Dühring de esta manera: "La gran industria y el establecimiento del mercado mundial han universalizado por último esa lucha, y le han dado al mismo tiempo una violencia inaudita. El favor de las condiciones de producción naturales o creadas decidía de la existencia entre los diversos capitalistas, igual que entre enteras industrias y enteros países. El que pierde es eliminado sin compasión. Es la lucha darwiniana por la existencia individual, traducida de la naturaleza a la sociedad con una furia aún potenciada. La actitud natural del animal se presenta así como punto culminante de la evolución humana" (F. Engels, Anti-Düring, "3. Cuestiones teóricas", https://www.marxists.org/espanol [6]).
¿Por qué se lucha en la competencia capitalista?, ¿por qué cosa cuya perfección decidirá la victoria?
Primero, los instrumentos técnicos, las máquinas. Se aplica aquí también la ley de la lucha que conduce a la perfección. La máquina más perfeccionada se adelanta a la que lo es menos, se eliminan las máquinas de mala calidad y la pequeña herramienta, la técnica industrial hace avances colosales hacia una productividad cada día mayor. Esa es la verdadera aplicación del darwinismo a la sociedad humana. Lo que le es particular es que, bajo el capitalismo, está la propiedad privada y detrás de cada máquina hay alguien. Detrás de la máquina gigantesca hay un gran capitalista y detrás de la pequeña hay un pequeño burgués. Con la derrota de la máquina pequeña perece el pequeño burgués con todas sus ilusiones y esperanzas. Al mismo tiempo, la lucha es una carrera entre capitales. El gran capital es evidentemente el mejor pertrechado; el gran capital vence al pequeño y así sigue creciendo más y más. Esta concentración de capital socava el propio capital pues va reduciendo la burguesía cuyo interés es mantener el capitalismo, y hace aumentar la masa de quienes quieren destruirlo. En ese desarrollo, una de las características del capitalismo se va suprimiendo paulatinamente. En este mundo donde cada uno lucha contra todos y todos contra uno, la clase obrera desarrolla una nueva asociación, la organización de clase. Las organizaciones de la clase obrera empiezan rompiendo la competencia entre los obreros, uniendo sus fuerzas separadas en una gran fuerza para la lucha contra el mundo "exterior". Todo lo que se aplica a los grupos sociales se aplica también a esta nueva organización de clase, nacida de circunstancias externas. En las filas de esta organización de clase, se desarrollan, y son de destacar, las motivaciones sociales, los sentimientos morales, el sacrificio de sí y la entrega al conjunto del grupo. Esta sólida organización da a la clase obrera la gran fuerza que necesita para vencer a la clase capitalista. La lucha de la clase no es una lucha con herramientas, sino por la posesión de las herramientas, una lucha por la posesión del aparato técnico de la humanidad, que estará determinada por la fuerza de la acción organizada, por la fuerza de la nueva organización de clase que está surgiendo. A través de la clase obrera organizada aparece ya un elemento de la sociedad socialista.
Consideremos ahora el sistema de producción futuro tal como existirá en el socialismo. La lucha por el perfeccionamiento de las herramientas, que ha marcado toda la historia de la humanidad, no cesará. Como antes bajo el capitalismo, se dejarán de lado las máquinas inferiores en beneficio de las superiores. Como antes, ese proceso acarreará una mayor productividad del trabajo. Pero al haber sido abolida la propiedad privada de los medios de producción, no habrá un hombre detrás de las máquinas cuya propiedad reivindica y cuyo destino comparte. La competencia entre máquinas no será sino un simple proceso realizado por los hombres quienes, tras una concertación racional sustituirán sencillamente las máquinas superadas por otras mejores. Llamaremos lucha en un sentido metafórico a ese progreso. Al mismo tiempo, cesará la lucha de unos hombres contra otros. Con la abolición de las clases, el conjunto del mundo civilizado se transformará en una gran comunidad productiva. Esta comunidad será como cualquier otra comunidad colectiva. En una comunidad cesa la lucha que oponía a sus propios miembros y sólo se lleva a cabo contra el mundo exterior. Ahora bien, en lugar de pequeñas comunidades, estaremos entonces ante una comunidad mundial. Esto significa que cesa la lucha por la existencia en el mundo humano. El combate hacia el "exterior" no será ya una lucha contra nuestra propia especie, sino una lucha por la subsistencia, una lucha contra la naturaleza ([4]). Pero gracias al desarrollo de la técnica y de la ciencia ya no podrá llamarse lucha. La naturaleza está subordinada al hombre, pero con pocos esfuerzos por su parte, aquélla podrá proporcionarle medios en abundancia. Se abre entonces un nuevo camino a la humanidad: la salida del hombre del mundo animal y su combate por la existencia mediante herramientas llegará a su final. La forma humana de la lucha por la existencia llega a su fin y se abre un nuevo capítulo de la historia de la humanidad.
Anton Pannekoek, 1909
[1]) Esta idea está en, cambio, presente en la obra de Kautsky, citada y elogiada por Pannekoek, La ética y el concepto materialista de la historia, como lo ilustra la cita siguiente: "La ley moral es un impulso animal y nada mas. De ahí le viene su carácter misterioso, esa voz interior que no tiene lazo alguno con un impulso exterior, ni ningún interés aparente; (...) La ley moral es un instinto universal, tan poderoso como el instinto de conservación o de reproducción; de eso saca su fuerza, su poder al que obedecemos sin reflexionar; de ahí nuestra capacidad para decidir rápidamente, en algunos casos, si una acción es buena o mala, virtuosa o dañina; de ahí también la fuerza de decisión de nuestro juicio moral y la dificultad de demostrar su fundamento racional cuando se intenta analizar". La antropología de Darwin está, además, muy bien explicada en la teoría del "efecto reversible de la evolución" desarrollada por Patrick Tort en su libro L'effet Darwin : sélection naturelle et naissance de la civilisation (Éditions du Seuil). Nuestros lectores podrán encontrar una presentación de este libro en un artículo publicado en nuestra página Web: "A propósito del libro L'effet Darwin: Una concepción materialista de los orígenes de la moral y la civilización". https://es.internationalism.org/node/2538 [7].
[2]) Hay que decir que Darwin se da perfecta cuenta de esa escala creciente de sentimientos de solidaridad en la especie humana cuando escribe: "A medida que el hombre avanza en civilización, y las pequeñas tribus se reúnen en comunidades más amplias, la razón más simple debía aconsejar a cada individuo que debía extender sus instintos sociales y sus simpatías a todos los miembros de una misma nación, por muy desconocidos que le sean. Una vez alcanzado ese punto, ya sólo queda una barrera artificial para impedir que sus simpatías se extiendan a los hombres de todas las naciones y de todas las razas. Es cierto que si esos hombres están separados de él por grandes diferencias de apariencias exteriores o de costumbres, la experiencia nos muestra que, por desgracia, es largo el tiempo antes de que los miremos como nuestros semejantes" (El origen del hombre, cap. IV.) (nota de la CCI).
[3]) Científicamente hablando, no existe raza europea. Dicho esto, el hecho de que Pannekoek use el término "raza" para distinguir ese subconjunto de seres humanos no es ni mucho menos una concesión a no se sabe qué racismo. En este plano, se inscribe en la continuidad de Darwin a quien el racismo indignaba y que se desmarcaba claramente de las teorías racistas de científicos de su tiempo como Eugène Dally. Por otra parte, hay que recordar que a finales del siglo xix y principios del xx, el término "raza" no tenía la connotación que hoy tiene, como testimonia el hecho de que algunos escritos del movimiento obrero hablen incluso (impropiamente, claro está) de la raza de los obreros (nota de la CCI).
[4]) La expresión "lucha contra la naturaleza" no es correcta. Se trata de una lucha por dominar la naturaleza, estableciendo la comunidad humana mundial que supone que ésta sea capaz de vivir en armonía total con la naturaleza (nota de la CCI).
A finales del mes de mayo, la CCI celebró su decimoctavo congreso internacional. Como siempre hemos hecho hasta ahora, y como es tradición en el movimiento obrero, ofrecemos a los lectores de nuestra prensa las enseñanzas principales de este congreso porque no son algo que pertenece a nuestra organización sino que interesa a toda la clase obrera, de la que la CCI forma parte.
En la Resolución sobre las actividades de la CCI adoptada por el congreso, se dice:
"La aceleración de la situación histórica, inédita en la historia del movimiento obrero, se caracteriza por la conjunción de estas dos dimensiones:
- la extensión de la crisis económica más grave de la existencia del capitalismo, combinada con la exacerbación de tensiones interimperialistas y de un avance lento pero progresivo en profundidad y en extensión de la maduración en la clase obrera, iniciado en 2003;
- y el desarrollo de un medio internacionalista, particularmente perceptible en los países de la periferia del capitalismo.
Esa aceleración realza aun más la responsabilidad política de la CCI, planteándole exigencias más elevadas en términos de análisis teórico-político y de intervención en la lucha de clases, y hacia los elementos en búsqueda (...)".
El balance que se puede hacer del XVIIIº congreso internacional de nuestra organización debe pues basarse en su capacidad para hacer frente a esas responsabilidades.
Para una organización comunista verdadera y seria, siempre es delicado declarar alto y claro que tal o cual de sus acciones fue un éxito. Y eso por varias razones.
En primer lugar, porque la capacidad de una organización que lucha por la revolución comunista para estar a la altura de sus responsabilidades no se juzga a corto sino a largo plazo, puesto que su papel, si se afianza permanentemente en la realidad histórica de su época, no consiste, la mayor parte del tiempo, en influir en la realidad inmediata, al menos a gran escala, sino a preparar los acontecimientos futuros.
En segundo lugar, porque para les miembros de una organización siempre existe el peligro "de adornar las cosas", mostrar una indulgencia excesiva ante las debilidades de un colectivo a cuya vida entregan sus esfuerzos y que tienen permanentemente el deber de defender contra los ataques de todos los partidarios de la sociedad capitalista, reconocidos u ocultos. A la historia le sobran ejemplos de militantes convencidos y entregados a la causa del comunismo, que por "patriotismo de partido" no fueron capaces de identificar las debilidades, las derivas, cuando no la traición de su organización. Aún hoy, entre los elementos que defienden una perspectiva comunista, sigue habiendo quienes consideran que su grupo, cuyos efectivos pueden a menudo contarse con los dedos de una mano, es el único "Partido comunista internacional" al cual se unirán las masas proletarias un día en el futuro y que, refractarios a cualquier crítica o a cualquier debate, considera a los demás grupos del medio proletario como falsarios.
Conscientes de ese peligro de hacerse ilusiones, y con la prudencia necesaria que se deriva de ello, no tememos afirmar que el XVIIIº congreso de la CCI se puso a la altura de las exigencias enunciadas más arriba y creó las condiciones para que podamos proseguir por esta dirección.
No podemos aquí dar cuenta de todos los elementos que pueden cimentar esa afirmación. Sólo destacaremos los más importantes:
- el que el congreso haya comenzado sus trabajos por la ratificación de la integración de dos nuevas secciones territoriales, en Filipinas y Turquía;
- la presencia en el congreso de cuatro grupos del medio proletario;
- el planteamiento de apertura de nuestra organización hacia el exterior ilustrada, en particular, por esa presencia;
- su voluntad de analizar con lucidez las dificultades y debilidades que ha de superar nuestra organización;
- el ambiente fraterno y entusiasta que animó el congreso.
Nuestra prensa ya dio cuenta de la integración de las nuevas secciones de la CCI en Filipinas y Turquía (la responsabilidad del Congreso era validar la decisión de integración que había sido adoptada por el órgano central de nuestra organización a principios de 2009) ([1]). Como lo escribíamos en aquella ocasión: "La integración de estas dos nuevas secciones en nuestra organización amplía considerablemente su extensión geográfica". Precisábamos también los dos hechos siguientes que se refieren a esas integraciones:
- no se debieron a un "reclutamiento" de prisa y corriendo (a la manera trotskista e incluso, desgraciadamente, la de algunos grupos del campo proletario) sino que eran el resultado, como es la práctica en la CCI, de todo un trabajo de debates profundos durante varios años con los compañeros de EKS en Turquía y de Internasyonalismo en Filipinas, trabajo del que ya hemos hablado en nuestra prensa;
- han aportado un desmentido total a las acusaciones "de eurocentrismo" que a menudo se han emitido contra nuestra organización.
La integración de dos nuevas secciones no es un hecho frecuente en nuestra organización. La última integración remonta a 1995 con la sección suiza. O sea que la entrada de esas dos secciones (que venía después de la constitución de un núcleo en Brasil, en 2007) fue vivida por el conjunto de los militantes de la CCI como un acontecimiento muy importante y muy positivo. Esas integraciones confirman tanto el análisis que nuestra organización ha hecho durante años sobre el nuevo potencial de desarrollo de la conciencia de clase contenido en la situación histórica actual, como la validez de la política hacia los grupos y elementos que se orientan hacia posiciones revolucionarias. Y tanto más porque estaban presentes en el congreso las delegaciones de cuatro grupos del medio internacionalista.
En el balance que sacamos del congreso anterior de la CCI, destacamos toda la importancia que había dado a ese congreso la presencia, por primera vez desde hacía décadas, de cuatro grupos del medio internacionalista procedentes de Brasil, Corea, Filipinas y Turquía. Esta vez estaban también presentes cuatro grupos de dicho medio. Pero no fue en nada una especie de "inmovilidad", puesto que dos de los grupos presentes en el último congreso se han convertido desde entonces en secciones de la CCI y que tuvimos la satisfacción de acoger dos nuevos grupos: un segundo grupo venido de Corea y un grupo basado en Centroamérica (Nicaragua y Costa Rica), la LECO (Liga por la Emancipación de la Clase Obrera) que había participado en "el Encuentro de comunistas internacionalistas" ([2]) de América latina en la primavera pasada con el impulso de la CCI y de OPOP, el grupo internacionalista de Brasil con el que nuestra organización mantiene relaciones fraternas y positivas desde hace varios años. Este grupo estuvo una vez más presente en nuestro congreso. Se invitó a otros grupos que habían participado también en ese "Encuentro" pero no pudieron mandar una delegación debido a que Europa se está convirtiendo cada vez más en un baluarte contra las personas que no han nacido en el "club" tan cerrado de los "países ricos".
La presencia de los grupos del medio internacionalista fue algo muy importante para el éxito del congreso y, en particular, en los debates. Estos camaradas mostraron todos plenamente su amistad hacia los militantes de nuestra organización, plantearon preguntas, en particular sobre la crisis económica y la lucha de clases, en términos a los que no estamos acostumbrados en nuestros debates internos, lo que estimuló la reflexión del conjunto de nuestra organización.
Y, en fin, la presencia de estos camaradas ha sido también una confirmación más de la voluntad de apertura de la CCI, un objetivo planteado desde hace varios años, una apertura hacia los demás grupos proletarios y también hacia los elementos que se acercan a las posiciones comunistas. Ante personas exteriores a nuestra organización, es no es muy fácil hacer lo que denunciábamos antes, o sea dárselas de lo que no somos, "contarse maravillas" o pretender contárselas a los demás.
Expresión de la apertura han sido también nuestras inquietudes y reflexiones, especialmente hacia la investigación y los descubrimientos en el ámbito científico ([3]), que se plasmaron en la invitación de un miembro del mundo científico a una sesión del congreso.
Para celebrar a nuestra manera "el año Darwin" y manifestar el desarrollo en nuestra organización del interés por las cuestiones científicas, pedimos a un investigador especializado en el tema de la evolución del lenguaje (autor, en particular, de Aux origines du langage ("Hacia el origen del lenguaje") que hiciera una presentación ante el congreso de sus trabajos, basados evidentemente en los métodos darwinianos. Las reflexiones originales de Jean-Louis Dessalles ([4]) sobre el lenguaje, su papel en el desarrollo de los vínculos sociales y de la solidaridad en la especie humana, tienen una relación con las reflexiones y debates que se han desarrollado, y siguen desarrollándose en nuestra organización sobre la ética y la cultura del debate. A la exposición del investigador le siguió un debate que tuvimos que limitar en el tiempo debido a las dificultades del orden del día, pero que habría podido seguir durante horas por lo mucho que los temas abordados apasionaron a la mayoría de los participantes en el congreso.
Queremos aquí agradecer a Jean-Louis Dessalles que aceptara, aun no compartiendo nuestras ideas políticas, dedicar parte de su tiempo para enriquecer la reflexión en nuestra organización. También queremos agradecerle el tono amistoso de las respuestas que hizo a las preguntas y objeciones de los militantes de la CCI.
Los trabajos del congreso abordaron los puntos clásicos propios de un congreso internacional:
- el análisis de la situación internacional;
- las actividades y la vida de nuestra organización.
La Resolución sobre la situación internacional, que también publicamos en este número de la Revista, es como una síntesis de los debates del congreso sobre el mundo actual. Es evidente que no puede tratar todos los aspectos abordados en dichos debates (ni en los informes preparatorios). Tiene tres objetivos principales:
- incluir las verdaderas causas de lo que se está jugando con la agravación actual y sin precedentes de la crisis económica del sistema capitalista contra todas las mentiras que los partidarios de este sistema no cesan de propalar;
- sobre los conflictos imperialistas: entender el impacto que podrá tener la subida al poder de la primera potencia mundial del demócrata Barack Obama, que se presenta como portador de un nuevo "reparto de cartas" en dichos conflictos y de la esperanza de que se atenúen;
- sacar las perspectivas para la lucha de clases, especialmente sobre las condiciones creadas por los brutales ataques que ha comenzado a sufrir el proletariado a causa de la violencia de la crisis económica.
Sobre el primer aspecto (la comprensión de lo qué es lo que está en juego con la crisis actual del capitalismo), es importante destacar los siguientes aspectos:
"...la crisis actual es la más grave qua haya conocido el sistema desde la Gran Depresión que empezó en 1929. (...) No es pues la crisis financiera lo que ha originado la recesión actual. Muy al contrario, lo que hace la crisis financiera es ilustrar que la huida hacia adelante en el endeudamiento, que permitió superar la sobreproducción, no puede proseguir eternamente. (...) En realidad, aunque el sistema capitalista no vaya a derrumbarse como un castillo de naipes (...) la perspectiva es la de un hundimiento creciente en su atolladero histórico, es decir la vuelta a una escala cada vez mayor de las convulsiones que hoy le afectan".
El congreso no pudo, obviamente, dar respuestas definitivas a todas las cuestiones planteadas por la crisis actual del capitalismo. Por un lado, porque cada día aporta nuevas repercusiones, obligando a los revolucionarios a dedicar una atención constante y permanente a la evolución de la situación y a proseguir el debate a partir de esos nuevos elementos. Por un lado, porque nuestra organización no es homogénea sobre varios aspectos del análisis de la crisis del capitalismo. No es ni mucho menos, a nuestro parecer, una prueba de debilidad de la CCI. Durante toda la historia del movimiento obrero, los debates no han cesado, en el marco del marxismo, sobre el tema de las crisis del sistema capitalista. La CCI ha comenzado ya a publicar algunos aspectos de sus debates internos sobre este tema ([5]), pues tales debates no son la "propiedad privada" de nuestra organización sino que pertenecen al conjunto de la clase obrera. Y estamos determinados a proseguir por ese camino.
Por otro lado, la Resolución sobre las perspectivas de actividad de nuestra organización, adoptada por el congreso, pide explícitamente que se desarrollen los debates sobre otros aspectos del análisis de la crisis actual para que la CCI esté lo mejor armada posible para responder claramente a las cuestiones que se plantean a la clase obrera y a quienes están decididos a comprometerse en la lucha para echar abajo el capitalismo.
Por lo que se refiere al "nuevo reparto de cartas" tras la elección de Obama, la Resolución responde muy claramente que:
"la perspectiva para el planeta tras la elección de Obama a la cabeza de la primera potencia mundial no es muy diferente de la situación que ha prevalecido hasta ahora: continuación de los enfrentamientos entre potencias de primero o segundo plano, continuación de la barbarie bélica con consecuencias cada vez más trágicas (hambrunas, epidemias, desplazamientos masivos) para las poblaciones que viven en las zonas disputadas".
Por fin, por lo que se refiere a la perspectiva de la lucha de clases, la Resolución, como los debates, intenta evaluar el impacto de la agravación brutal de la crisis capitalista:
"La agravación considerable de la crisis económica del capitalismo hoy, es, claro está, un factor de la primera importancia en el desarrollo de las luchas obreras. (...) Así van madurando las condiciones para que la idea de la necesidad de echar abajo este sistema pueda desarrollarse significativamente en el mismo corazón del capitalismo. Pero para ser capaz de orientarse hacia una perspectiva revolucionaria, no le basta a la clase obrera percibir que el sistema capitalista está en un callejón sin salida, que tendría que dejar paso a otra sociedad. También tiene que tener la convicción de que esa perspectiva es posible y que tiene la capacidad de realizarla. (...) Para que la posibilidad de la revolución comunista pueda ganar un terreno significativo en la clase obrera, es necesario que ésta pueda recobrar la confianza en sus propias fuerzas, y eso pasa por el desarrollo de sus luchas masivas. El enorme ataque que está sufriendo ya a escala internacional debería ser la base objetiva para esas luchas. Sin embargo, la forma principal que está tomando hoy ese ataque, los despidos masivos, no favorece, en un primer tiempo, la emergencia de tales movimientos. (...) Por eso, si en el periodo venidero no asistiéramos a una respuesta de envergadura frente a los ataques, no habría por ello que considerar que la clase ha renunciado a luchar por la defensa de sus intereses. Será posteriormente (...), cuando podrán desarrollarse mejor combates obreros de gran amplitud".
Se presentó un informe para hacer un balance de las principales posiciones en los debates de fondo que se están desarrollando en la CCI. Durante los dos últimos años, hemos dedicado una parte importante de dichos debates a la cuestión económica, cuyas divergencias ya hemos mencionado en este artículo.
Otro aspecto de nuestros debates se dedicó a la cuestión de la naturaleza humana, dando lugar a un debate animado, alimentado por muchas contribuciones valiosas. Este debate, que dista mucho de estar acabado, expresa una convergencia global con los textos de orientación publicados en la Revista internacional, "La confianza y la solidaridad en la lucha del proletariado" (n° 111), "Marxismo y ética" (n° 127) y "La cultura del debate, un arma de la lucha de clases" (n° 131), pero sigue habiendo muchos interrogantes o reservas que se plantean sobre tal o cual aspecto. En cuanto estén suficientemente elaboradas para poder ser publicadas hacia el exterior, la CCI, conforme con la tradición del movimiento obrero, no dejará de hacerlo. Indiquemos por fin la aparición reciente de un desacuerdo profundo con los tres textos citados anteriormente ("reciente" con respecto a la publicación ya antigua de algunos de ellos); esa posición, defendida por un camarada de la sección de Bélgica-Holanda que se ha salido recientemente de la organización, los considera no marxistas, (véase mas abajo).
En lo que se refiere a las actividades y vida de la CCI, el congreso sacó un balance positivo para el período precedente, incluso si subsisten debilidades que deben superarse:
"El balance de actividades de los dos años pasados demuestra la vitalidad política de la CCI, su capacidad para comprender la situación histórica, para abrirse hacia fuera, ser un factor activo en el desarrollo de la conciencia de clase, su voluntad de implicarse en las iniciativas de trabajo común con otras fuerzas revolucionarias. (...) En el aspecto de la vida interna de la organización, el balance de actividades también es positivo, a pesar de dificultades reales que siguen existiendo sobre todo en el tejido organizativo y, en cierta medida, en lo que a la centralización se refiere" (Resolución sobre las actividades de la CCI).
El congreso dedicó, efectivamente, parte de sus debates a examinar las debilidades organizativas que subsisten en la CCI. De hecho, no son para nada algo "específico", sino que son propias de cualquier organización del movimiento obrero permanentemente sometida al peso de la ideología burguesa ambiente. La verdadera fuerza de dichas organizaciones, como así fue con el Partido bolchevique, siempre consistió en estar en condiciones de enfrentarlas con lucidez para poder combatirlas. Ese mismo espíritu animó los debates del congreso sobre esta cuestión.
Uno de los puntos que se discutió es, en particular, el de las debilidades que afectaron a nuestra sección en Bélgica-Holanda, de la que dimitieron algunos militantes recientemente, en particular a raíz de acusaciones emitidas por el camarada M. Desde hace algún tiempo, éste acusaba a nuestra organización, y especialmente a la comisión permanente de su órgano central, de dar la espalda a la cultura del debate sobre la que el congreso precedente había discutido ampliamente ([6]), considerándola como una necesidad para la capacidad de las organizaciones revolucionarias de ponerse a la altura de sus responsabilidades. El camarada M., que defendía una posición minoritaria sobre el análisis de la crisis capitalista, se consideraba víctima "de ostracismo" y consideraba que se desprestigiaba a sus posiciones de forma deliberada para que la CCI no pudiera discutirlas. Ante tales acusaciones, el órgano central de la CCI decidió constituir una comisión especial cuyos tres miembros fueron designados por el propio camarada M. y que, tras varios meses de trabajo, de conversaciones y de examen de centenares de páginas de documentos, llegó a concluir que no tenían el menor fundamento. El congreso no pudo sino lamentar que ni el camarada M. ni parte de los camaradas que lo siguieron, hayan esperado a que esa comisión entregara sus conclusiones antes de decidir irse de la CCI.
En realidad, el congreso pudo constatar, en particular en la discusión que dedicó a sus debates internos, que existe hoy en nuestra organización una verdadera preocupación para hacer progresar la cultura del debate. Y esto no sólo lo pudieron comprobar los militantes de la CCI: los delegados de las organizaciones invitadas llegaron a las mismas conclusiones de los trabajos del congreso:
"La cultura del debate de la CCI, de los camaradas de la CCI, es impresionante. Cuando vuelva a Corea, compartiré mi experiencia con mis camaradas" (uno de los grupos venidos de Corea).
"Es [el congreso] un buena ocasión para clarificar mis posiciones; en muchas discusiones, encontré una verdadera cultura del debate. Creo que debo hacer lo máximo por desarrollar las relaciones entre [mi grupo] y la CCI y tengo la intención de hacerlo. Espero que podamos trabajar juntos un día por una sociedad comunista" (el otro grupo de Corea) ([7]).
La CCI no practica la cultura del debate cada dos años en su congreso internacional sino que, como lo atestigua la intervención de la delegación de OPOP en el debate sobre la crisis económica, forma parte de la relación permanente entre nuestras organizaciones. Esta relación es capaz de reforzarse a pesar de divergencias sobre distintos temas, entre ellos el análisis de la crisis económica:
"Quiero, en nombre de OPOP, saludar la importancia de este congreso. Para OPOP, la CCI es una organización hermana, como eran hermanos el partido de Lenin y el de Rosa Luxemburg. Es decir que había entre uno y otro divergencias, en toda una serie de enfoques, de opiniones y por lo tanto de concepciones teóricas, pero había sobre todo una unidad programática en lo que se refiere a la necesidad del derrocamiento revolucionario de la burguesía y la instauración de la dictadura del proletariado, de la expropiación inmediata de la burguesía y del capital".
La otra dificultad observada en la Resolución de actividades se refiere a la cuestión de la centralización. Para superar esas dificultades el congreso puso también a su orden del día el debate de un texto más general relativo a la cuestión de la centralización. Este debate, si ya fue útil para reafirmar y precisar las concepciones comunistas sobre esta cuestión para la "vieja guardia" de nuestra organización, se reveló particularmente importante para los nuevos compañeros y las nuevas secciones que han integrado recientemente la CCI.
En efecto, una de las características significativas del XVIIIº congreso de la CCI ha sido la presencia, que los "antiguos" constataron con agradable sorpresa, de un número relativamente elevado de "caras nuevas" entre las cuales la joven generación estaba especialmente presente.
Esta presencia importante de jóvenes participantes en el congreso fue un factor importante del dinamismo y de entusiasmo que impregnó sus trabajos. Contrariamente a los medios de comunicación burgueses, la CCI no cultiva lo que podría llamarse "juvenilismo", pero la entrada de una nueva generación de militantes en nuestra organización - y que también es el rasgo de los demás grupos participantes si se considera la juventud de la mayoría de sus delegados, es de la mayor importancia para la perspectiva de la revolución proletaria. Por un lado, como los icebergs, forma la "punta emergente" de un profundo proceso de toma de conciencia en la clase obrera mundial. Por otro, crea las condiciones de un relevo de las fuerzas comunistas. Como dice la Resolución sobre la situación internacional adoptada por el congreso, "El camino que conduce a los combates revolucionarios y al derrocamiento del capitalismo es todavía largo y difícil (...) pero en nada puede ser un factor de desánimo para los revolucionarios, de parálisis de su compromiso en la lucha proletaria. ¡Muy al contrario!".
Aunque los "viejos" militantes de la CCI conservan toda su convicción y su compromiso, es a esa nueva generación a la que le corresponderá aportar una contribución decisiva a los combates revolucionarios futuros del proletariado. Y de ahora en adelante, el espíritu fraterno, la voluntad de unión, así como la de pelear contra las trampas de la burguesía, el sentido de la responsabilidad, todas las cualidades ampliamente compartidas por los elementos de esta nueva generación presentes en el congreso - militantes de la CCI o de los grupos invitados - son el mejor augurio para su capacidad de ponerse a la altura de su responsabilidad. Eso es lo que expresó, entre otras cosas, la intervención del joven delegado de la LECO sobre el Encuentro internacionalista que se celebró en América Latina en la primavera pasada:
"El debate que comenzamos a desarrollar reúne a grupos e individuos que buscan una unidad sobre bases proletarias y requieren espacios de debate internacionalista, necesita este contacto con los delegados de la Izquierda comunista. La radicalización de la juventud y minorías en América Latina, en Asia, permitirá que este polo de referencia esté identificado por más grupos aún que crecen numérica y políticamente. Esto nos da armas para intervenir, para enfrentar las trampas que proponen el izquierdismo, el "socialismo del siglo XXI", el sandinismo, etc. La posición alcanzada en el Encuentro latino ya es un arma proletaria. Saludo las intervenciones de los camaradas, que expresan un verdadero internacionalismo, una preocupación para esta proyección política y numérica de la Izquierda comunista a nivel mundial".
CCI (12 de Julio de 2009)
[1]) Véase en Acción Proletaria nº 206, 2009, "¡Salud a las nuevas secciones de la CCI en Turquía y Filipinas! [12]".
[2]) Sobre este encuentro, véase Acción Proletaria nº 207, 2009, "Encuentro de comunistas internacionalistas en Latinoamérica [13]".
[3]) Como ya lo ilustramos en los distintos artículos que publicamos recientemente sobre Darwin y el darwinismo.
[4]) El lector que quiera hacerse una idea de esas reflexiones puede consultar la página WEB de J-L Dessalles: https://perso.telecom-paristech.fr/~jld/ [14]
[5]) Ver, en particular, en esta Revista, el artículo de debate: "En defensa de la tesis del capitalismo de Estado keynesiano-fordista".
[6]) Véase a este respecto "17o congreso de la CCI: un refuerzo internacional del campo proletario" y nuestro texto de orientación "La cultura del debate: un arma de la lucha de clase" (Revista internacional nos 130 y 131).
[7]) Esta impresión sobre la calidad de la cultura del debate que se manifestó en el congreso también fue señalada por el científico al que invitamos. Nos ha mandado un mensaje: "Gracias una vez más por la excelente relación mutua que tuve con la "comunidad Marx". De verdad que pasé un muy buen rato con ustedes".
XVIIIo Congreso de la CCI
1. El 6 de marzo de 1991, tras el hundimiento del bloque del Este y la victoria de la coalición en Irak, el presidente Georges Bush, padre, anunciaba, ante el congreso de EE.UU., el nacimiento de un "nuevo orden mundial", basado en el "respeto del derecho internacional". Este nuevo orden aportaría al planeta paz y prosperidad. El "fin del comunismo" significaba el "triunfo definitivo del capitalismo liberal". Algunos, como el "filosofo" Francis Fukuyama, predecían incluso el "fin de la historia". Pero la historia, la verdadera y no la de los discursos de propaganda, se apresuró a ridiculizar esas patrañas. Como paz, el año 91 iba a ser el principio de la guerra en la ex Yugoslavia qua acarreó cientos de miles de muertos en el corazón mismo de Europa, un continente que había evitado esta plaga desde hacia medio siglo. Igualmente, la recesión del 93 y luego el hundimiento de los "Tigres" y de los "Dragones" asiáticos en el 97, luego la nueva recesión de 2002, que puso fin a la euforia provocada por la "burbuja internet", arañaron sensiblemente las ilusiones sobre la prosperidad anunciada por Bush sénior. Pero lo típico de los discursos de la clase dominante hoy es olvidar los discursos de la víspera. Entre 2003 y 2007, el tono de los discursos oficiales de los sectores dominantes de la burguesía fue eufórico, celebrando el éxito del "modelo anglo-sajón" que permitía ganancias ejemplares, tasas de crecimiento vigorosas del PIB e incluso una baja significativa del desempleo. No había palabras bastante elogiosas para celebrar el triunfo de "la economía liberal" y los beneficios de la "desregulación". Pero desde el verano 2007 y sobre todo 2008, ese beato optimismo se derritió como nieve al sol. Desde ahora, en el centro de los discursos burgueses, las palabras "prosperidad", "crecimiento", "triunfo del liberalismo" han desaparecido discretamente. A la mesa del gran banquete de la economía capitalista se ha invitado alguien que parecía haber sido expulsado para siempre: la crisis, el espectro de una "nueva gran depresión" parecida a la de los años 30.
2. Según los propios responsables burgueses, todos los "especialistas" de la economía, incluidos los alabadores más incondicionales del capitalismo, la crisis actual es la más grave qua haya conocido el sistema desde la Gran Depresión que empezó en 1929. Según la OCDE: "La economía mundial es víctima de su recesión más profunda y mas sincronizada desde hace décadas" (Informe intermedio de marzo 2009). Algunos incluso no vacilan en considerar que es todavía más grave y que la razón por la que sus efectos no son tan catastróficos como los de los años 30 estriba en el hecho de que, desde aquel entonces, los dirigentes del mundo, muy experimentados, han aprendido a encarar ese tipo de situación, evitando, en particular, una desbandada (cada uno para sí) general: "Aunque se haya calificado a veces esta severa recesión mundial de "gran recesión", estamos lejos de una nueva "Gran depresión" como la de los años 30, gracias a la calidad y a la intensidad de las medidas que los gobiernos están tomando. La "gran depresión" se agravó por los terribles errores de política económica, desde las medidas monetarias restrictivas hasta la política de "cada uno para sí", con la forma de protecciones comerciales y devaluaciones competitivas. En cambio, la recesión actual ha suscitado generalmente buenas respuestas" (ídem).
Sin embargo, aunque todos los sectores de la burguesía constatan la gravedad de las convulsiones actuales de la economía capitalista, las explicaciones que dan, aun siendo a menudo divergentes entre sí, son evidentemente incapaces de captar el verdadero significado de esas convulsiones y la perspectiva que anuncian para toda la sociedad. Para algunos, la responsable de las dificultades agudas del capitalismo es la "desquiciada finanza", el que se hayan desarrollado desde principios de los años 2000 toda una serie de "productos financieros tóxicos" que han favorecido una explosión de créditos sin garantía suficiente para ser reembolsados. Otros afirman que el capitalismo sufre de un exceso de "desregulación" a escala internacional, orientación que se encuentra en el centro de la economía Reagan, instaurada desde finales de los años 80. Otros, por fin, representantes de la izquierda del capital en especial, piensan que la causa profunda estriba en una insuficiencia de las rentas salariales, que obligan a los asalariados, sobre todo en los países más desarrollados, a una huida ciega en los préstamos para ser capaces de satisfacer sus necesidades elementales. Sean cuales sean sus diferencias, sin embargo, lo que caracteriza a todas esas "interpretaciones", es que consideran que no es el capitalismo, en tanto que modo de producción, lo que debe cuestionarse, sino tal o cual forma del sistema. Y precisamente, es ese postulado de partida lo que impide que todas esas interpretaciones vayan al fondo para comprender las causas verdaderas de la crisis actual y lo que en ella se juega.
3. De hecho, solo una visión global e histórica del modo de producción capitalista permite comprender, medir y sacar las perspectivas de la crisis actual. Hoy, es algo que ocultan todos los "especialistas" de la economía, aparece abiertamente la realidad de las contradicciones que asaltan al capitalismo: la crisis de sobreproducción del sistema, su incapacidad para vender la masa de mercancías que produce. No hay sobreproducción con relación a las necesidades reales de la humanidad, que distan mucho de estar satisfechas, sino sobreproducción con relación a los mercados solventes, y a los medios de pago de esa producción. Los discursos oficiales, de igual modo que las medidas adoptadas por la mayoría de los gobiernos, se focalizan en la crisis financiera, en la quiebra de los bancos, pero en realidad, lo que los comentaristas llaman "economía real" (en oposición a economía "ficticia"), lo ilustra: no pasa un día sin que se anuncien cierres de fabricas, despidos masivos, quiebras de empresas industriales. El que General Motors, que durante décadas fue la primera empresa del mundo, deba únicamente su supervivencia a un apoyo masivo del Estado US, a la vez que Chrysler se ha declarado oficialmente en quiebra, y ha pasado bajo el control de la Fiat italiana, es significativo de los problemas de fondo que afectan a la economía capitalista. Asimismo, la caída del comercio mundial, la primera desde la Segunda Guerra mundial y que la OCDE ha evaluado en - 13,2 % para 2009, rubrica la incapacidad para las empresas de encontrar compradores para su producción.
Esta crisis de sobreproducción, evidente hoy, no es una simple consecuencia de la crisis financiera como pretenden hacérnoslo creer la mayoría de los "especialistas", sino que reside en los engranajes mismos de la economía capitalista, como lo ha puesto de relieve el marxismo desde hace siglo y medio. Mientras existía la conquista del mundo por las metrópolis capitalistas, los nuevos mercados permitieron superar las crisis momentáneas de sobreproducción. Con el final de esta conquista, a principios del siglo xx, a esas metrópolis, especialmente la que llegó con retraso al concierto de la colonización, Alemania, no les quedó más remedio que atacar las zonas de influencia de las demás, provocando la Primera Guerra mundial antes de que se expresara plenamente la crisis de sobreproducción. Ésta, en cambio, se manifestó claramente con el krach de 1929 y la Gran depresión de los años 30, arrastrando a los principales países capitalistas en la huida ciega del belicismo y en una Segunda Guerra mundial que superó con mucho a la Primera en masacres y barbarie. El conjunto de las disposiciones adoptadas por las grandes potencias tras esa guerra, especialmente la organización bajo tutela USA de los grandes componentes de la economía capitalista, tales como la moneda (Bretton Woods), la instauración por los Estados de políticas neo-keynesianas, y las repercusiones positivas de la descolonización en lo que a mercados se refiere, permitieron durante casi tres décadas al capitalismo mundial dar la ilusión de que por fin había superado sus contradicciones. Pero esa ilusión recibió un golpe de la primera importancia en 1974 con la aparición de una violenta recesión, sobre todo en la primera economía mundial. Esa recesión no fue el principio de las grandes dificultades del capitalismo, puesto que venía después de la de 1967 y las crisis sucesivas de la libra y del dólar, dos monedas fundamentales en el sistema de Bretton Woods. En realidad, fue ya desde finales de los 60 cuando el neo-keynesianismo dio la prueba de su fracaso histórico como lo subrayaron en aquel entonces los grupos que iban a formar la CCI. Pero para el conjunto de los comentaristas burgueses y para la mayoría de la clase obrera, fue el año 1974 el que marcó el inicio de un periodo nuevo en la vida del capitalismo de posguerra, sobre todo con la reaparición de un fenómeno que se creía definitivamente desaparecido en los países desarrollados, el desempleo masivo. Fue entonces también cuando el fenómeno de la huida ciega en el endeudamiento se aceleró muy sensiblemente: entonces fueron los países del tercer mundo los que se encontraron en el frente del endeudamiento y constituyeron durante un tiempo la "locomotora" del relanzamiento. Esta situación se acabó a principios de los años 80 con la crisis de la deuda, la incapacidad de los países del Tercer mundo para reembolsar los préstamos que les habían permitido por cierto tiempo ser una salida mercantil para la producción de los grandes países industriales. Pero no por eso se terminó la huida en el endeudamiento. EE.UU. empezó a coger el relevo de "locomotora", pero a costa de un hundimiento considerable de su déficit comercial y sobre todo presupuestario, política que pudo llevar a cabo gracias al papel privilegiado de su moneda nacional como moneda mundial. El eslogan de Reagan era entonces "el Estado no es la solución, sino el problema" para justificar la liquidación del neo keynesianismo; pero el Estado federal US, con sus enormes déficits presupuestarios, siguió siendo el agente principal en la vida económica nacional e internacional. Sin embargo, la "reaganomics", cuya primera inspiradora era Margaret Thatcher en Gran Bretaña, era esencialmente un desmantelamiento del "Estado del bienestar", es decir ataques sin precedentes contra la clase obrera que contribuyeron a superar la inflación galopante que había afectado el capitalismo a finales de los años 70.
Durante los años 90, una de las "locomotoras" de la economía mundial fueron los "Tigres" y los "Dragones" asiáticos que tuvieron tasas de crecimiento espectaculares pero a costa de un endeudamiento considerable que los llevó a convulsiones espectaculares en 1997. En el mismo momento, la "nueva y democrática" Rusia, la cual también se encontró en suspensión de pagos, decepcionó cruelmente a quienes habían apostado por el "final del comunismo" para relanzar durablemente la economía mundial. A su vez, la "burbuja internet" de finales de los 90, que era en realidad una especulación desenfrenada sobre las empresas "high-tech", estalló en 2001-2002, acabando con el sueño de un relanzamiento de la economía mundial mediante el desarrollo de nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. Fue entonces cuando el endeudamiento conoció una nueva aceleración, sobre todo gracias al desarrollo espectacular de las hipotecas en la construcción en varios países, y en particular en EE.UU. Este país reforzó su papel de "locomotora" de la economía mundial pero a costa de un crecimiento abismal de las deudas -especialmente en la población norteamericana-, basadas en toda clase de "productos financieros" que pretendidamente debían servir para evitar la suspensión de pagos. En realidad, la dispersión de los débitos dudosos no hizo desaparecer ni mucho menos su carácter de espada de Damocles encima de la cabeza de la economía US y mundial. Muy al contrario, esa dispersión no hizo sino acumular en el capital de los bancos "activos tóxicos", origen de su hundimiento a partir de 2007.
4. No es pues la crisis financiera lo que ha originado la recesión actual. Muy al contrario, lo que hace la crisis financiera es ilustrar que la huida hacia adelante en el endeudamiento, que permitió superar la sobreproducción, no puede proseguir eternamente. Tarde o temprano, la "economía real" se desquita, o sea que la base de las contradicciones del capitalismo, la sobreproducción, la incapacidad de los mercados de absorber la totalidad de las mercancías fabricadas, vuelve a primera fila.
En ese sentido, las medidas que se decidieron en marzo del 2009 en el G20 de Londres, duplicar las reservas del Fondo Monetario Internacional, apoyar masivamente a Estados cuyo sistema bancario está en bancarrota, animarlos a éstos a aplicar políticas activas de relanzamiento de la economía a precio de un salto espectacular de los déficits presupuestarios, no resolverían en ningún caso la cuestión de fondo. La huida ciega en la deuda es uno de los ingredientes de la brutalidad de la recesión actual. La única "solución" que la burguesía es capaz de instaurar es... una nueva huida ciega en el endeudamiento. El G20 no ha podido inventar una solución a la crisis por la sencilla razón de que ésta no tiene solución. El G20 debía servir para evitar el "cada uno a la suya" que caracterizó los años 30. Se proponía también restablecer un poco de confianza entre los agentes económicos, porque esa confianza, en el capitalismo, es un factor esencial que se encuentra en el centro mismo de su funcionamiento, el crédito. Dicho lo cual, este ultimo hecho, la insistencia en la importancia de "la psicología" en las convulsiones económicas, la puesta en escena del discurso frente a las realidades materiales, rubrica el carácter fundamentalmente ilusorio de las medidas que podrá tomar el capitalismo ante la crisis histórica de su economía. En realidad, aunque el sistema capitalista no vaya a derrumbarse como un castillo de naipes, aunque la caída de la producción no vaya a continuar indefinidamente, la perspectiva es la de un hundimiento creciente en su atolladero histórico, es decir la vuelta a una escala cada vez mayor de las convulsiones que hoy le afectan. Desde hace cuatro décadas, la burguesía no ha podido impedir que se agrave continuamente la crisis. Hoy parte de una situación mucho mas degradada que la de finales de los años 60. A pesar de toda la experiencia adquirida durante décadas, no podrá hacerlo mejor, sino peor todavía. En especial, las medidas de inspiración neo-keynesianas propuestas por el G20 de Londres (que van hasta la nacionalización de algunos bancos en situación difícil) no podrán en ningún caso restablecer la más mínima "salud" del capitalismo, puesto que el principio de sus grandes dificultades, a finales de los 60, fue el resultado precisamente de la quiebra definitiva de las medidas neo-keynesianas adoptadas tras la Segunda Guerra mundial.
5. La agravación brutal de la crisis capitalista ha sorprendido fuertemente a la clase dominante, en cambio no ha sorprendido en absoluto a los revolucionarios. Como ponía de relieve la resolución adoptada por el precedente congreso internacional antes ya de que cundiera el pánico en el verano del 2007: "Hoy mismo (...), una acumulación de las amenazas que se ciernen sobre el sector inmobiliario en Estados Unidos que ha representado uno de los motores de la economía norteamericana, y que conllevan el riesgo de catastróficas quiebras bancarias, causando angustia e incertidumbre en los ámbitos económicos" (Punto 4).
Esta resolución también echaba por los suelos las grandes expectativas suscitadas por el "milagro chino": "lejos de representar un "nuevo impulso" de la economía capitalista, el "milagro chino" y el de otras economías del Tercer mundo, no es más que un nuevo aspecto de la decadencia del capitalismo. Además, la extrema dependencia de la economía china de sus exportaciones es un verdadero factor de fragilidad frente a la contracción de la demanda de sus clientes actuales, contracción que por otro lado no puede dejar de producirse, particularmente cuando la economía norteamericana se vea obligada a poner orden en el endeudamiento abismal que le permite actualmente hacer de "locomotora" de la demanda mundial. Así, igual que el "milagro" que representaban las tasas de crecimiento de dos cifras de los "tigres" y "dragones" asiáticos tuvo un doloroso final en 1997, el "milagro" chino actual, a pesar de que sus orígenes son diferentes y de disponer de mejores cartas, tendrá que enfrentarse tarde o temprano a la dura realidad del estancamiento histórico del modo de producción capitalista" (Punto 6). La baja de la tasa de crecimiento de la economía china, el estallido del paro que provoca, en particular con la vuelta forzada a sus pueblos de decenas de millones de campesinos alistados en los presidios industriales para intentar salvarse de una miseria insoportable vienen a confirmar totalmente esta previsión.
En realidad, la capacidad de la CCI para prever lo que iba a ocurrir no se basa en un mérito particular de nuestra organización. Su único "mérito" reside en el método marxista, en la voluntad de concretarlo permanentemente en los análisis de la realidad mundial, en su capacidad de resistir a las sirenas que proclaman la "quiebra definitiva del marxismo".
6. La confirmación de la validez del marxismo no solo concierne la vida económica de la sociedad. En el centro de las mistificaciones que se extendieron a principios de los años 90 estaba la apertura de un periodo de paz para el mundo entero. El fin de la "Guerra fría", la desaparición del bloque del Este, presentado en su tiempo por Reagan como el "Imperio del Mal" iban a poner fin a los conflictos militares a través de los cuales se había realizado el enfrentamiento entre los dos bloques imperialistas desde 1947. Frente a ese tipo de mistificaciones sobre la posibilidad de paz en el capitalismo, el marxismo siempre ha dicho que es imposible para los Estados burgueses superar sus rivalidades económicas y militares, especialmente en el periodo de decadencia. Por eso es por lo que, ya desde enero 1990, podíamos escribir:
"La desaparición del gendarme imperialista ruso, y lo que de ésa va a resultar para el gendarme norteamericano respecto a sus principales «socios» de ayer, abren de par en par las puertas a rivalidades más localizadas. Esas rivalidades y enfrentamientos no podrán, por ahora, degenerar en conflicto mundial, incluso suponiendo que el proletariado no fuera capaz de oponerse a él. En cambio, con la desaparición de la disciplina impuesta por la presencia de los bloques, esos conflictos podrían ser más violentos y numerosos y, en especial, claro está, en las áreas en las que el proletariado es más débil" (Revista internacional no 61, "Tras el hundimiento del bloque del Este, inestabilidad y caos"). El escenario mundial no iba tardar en confirmar ese análisis, sobre todo con la primera guerra del Golfo en enero de 1991 y la guerra en la antigua Yugoslavia a partir del otoño de ese mismo año. Desde entonces, los enfrentamientos sangrientos y bárbaros no han cesado. No podemos enumerarlos todos pero sí podemos subrayar:
- la continuación de la guerra en la antigua Yugoslavia, con un alistamiento directo, bajo la dirección de la OTAN, de EE.UU. y de las principales potencias europeas en 1999;
- las dos guerras en Chechenia;
- numerosas guerras que no han cesado de hacer estragos en el continente africano (Ruanda, Somalia, Congo, Sudán, etc);
- las operaciones militares de Israel contra Líbano y, recientemente, la franja de Gaza;
- la guerra en Afganistán de 2001, que prosigue;
- la guerra en Irak de 2003, cuyas consecuencias siguen pesando dramáticamente en el país, pero también en el iniciador de esa guerra, la potencia norteamericana.
El sentido y las implicaciones de la política de esa potencia ya han sido analizadas desde hace mucho tiempo por la CCI: "el espectro de la guerra mundial ha dejado de amenazar el planeta, pero al mismo tiempo hemos asistido a un desencadenamiento de antagonismos imperialistas y de guerras locales en las que están implicadas directamente las grandes potencias, empezando por la primera y principal: Estados Unidos. A este país, que desde hace años se ha dado el papel de "gendarme mundial", le correspondía proseguir y reforzar ese papel ante el nuevo "desorden mundial" surgido al final de la guerra fría. En realidad, si EEUU se ha encargado de ese papel, no es, ni mucho menos, para contribuir a la estabilidad del planeta sino, sobre todo, para intentar restablecer su liderazgo mundial, puesto constantemente en entredicho, sobre todo por parte de sus antiguos aliados, debido a que ya desapareció la argamasa que aglutinaba cada uno de los bloques imperialistas, o sea, la amenaza del bloque adverso. Tras la desaparición total de la "amenaza soviética", el único medio que le queda a la potencia estadounidense para imponer su disciplina es hacer alarde de lo que constituye su fuerza principal: la enorme superioridad de su potencia militar. Y al hacer así, la política imperialista de Estados Unidos se ha convertido en uno de los principales factores de inestabilidad del mundo" ("Resolución sobre la situación internacional", XVIIo Congreso de la CCI, Punto 7).
7. La llegada del demócrata Barak Obama a la cabeza de la primera potencia mundial ha suscitado muchas ilusiones sobre un posible cambio de orientación de la estrategia de EE.UU., un cambio que permita la apertura de "una era de paz". Una de las bases de esas ilusiones es que Obama fue uno de los pocos senadores US en votar contra la intervención militar en Irak en 2003 y que, contrariamente a su competidor republicano Mc Cain, se comprometió a retirar de Irak a las fuerzas US. Sin embargo, esas ilusiones se han visto pronto enfrentadas con la realidad de los hechos. Obama previó retirar las fuerzas norteamericanas de Irak, pero ha sido para reforzar su alistamiento en Afganistán y en Pakistán. Por otra parte, la continuidad de la política militar de EE.UU. queda bien ilustrada en que la nueva administración ha reconducido en sus funciones al secretario de Defensa, Gates, que fue nombrado por Bush.
En realidad, la nueva orientación de la diplomacia US no pone en absoluto en entredicho el marco recordado más arriba. Sigue teniendo el objetivo de recuperar el liderazgo de EE.UU. en el planeta gracias a su superioridad militar. Así, la orientación de Obama a favor del incremento del papel de la diplomacia tiene, en gran parte, la finalidad de ganar tiempo y por lo tanto, aplazar el momento de las inevitables intervenciones imperialistas de las fuerzas militares US, que están hoy demasiado dispersas y demasiado agotadas para hacer simultáneamente las guerras en Irak y Afganistán.
Sin embargo, como lo ha subrayado a menudo la CCI, existen en el seno de la burguesía US dos opciones para alcanzar esos fines:
- la opción del Partido Demócrata, que pretende asociar lo más posible a otras potencias con ese fin;
- la opción mayoritaria entre los Republicanos, que consiste en tomar la iniciativa de las ofensivas militares e imponerlas a toda costa a las demás potencias.
La primera opción fue realizada a finales de los años 90 por la administración Clinton en la ex Yugoslavia en donde consiguió obtener que las potencias principales de Europa occidental, Alemania y Francia especialmente, cooperaran y participaran en los bombardeos de la OTAN en Serbia para obligar a este país a abandonar Kosovo.
La segunda opción es típicamente la del inicio de la guerra contra Irak en 2003, que se hizo en contra de la oposición muy decidida de Alemania y Francia asociadas en este caso con Rusia en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU.
Sin embargo, ninguna de esas dos opciones ha sido capaz hasta ahora, de darle la vuelta al curso de la pérdida del liderazgo US. La política de "romper y pasar" que se ha ilustrado entre los dos mandatos de Georges Bush, hijo, ha conducido no solo al caos iraquí, un caos que no está superado ni mucho menos, sino también a un aislamiento creciente de la diplomacia US ilustrado en particular en el hecho de que algunos países que lo apoyaron en 2003, como España o Italia, abandonaron el barco de la aventura iraquí en plena navegación (y eso sin contar con la distanciación más discreta del gobierno de Gordon Brown respecto al apoyo incondicional de Tony Blair a esa aventura). Por su parte, la política de "cooperación", la preferida de los Demócratas, no permite realmente asegurar una "fidelidad" de las potencias a las que se quiere asociar en las aventuras militares, sobre todo porque deja un margen de maniobra más importante a esas potencias para que hagan valer sus propios intereses.
Hoy, por ejemplo, la administración Obama ha decidido adoptar una política más conciliadora respecto a Irán y más firme respecto a Israel, dos orientaciones que van en el sentido de la mayoría de los países de la Unión Europea, Alemania y Francia en particular, dos países que desean recuperar una parte de la influencia que en sus tiempos tuvieron en Irán e Irak. Sin embargo, esa orientación no impedirá que siga habiendo conflictos de interés importantes entre esos dos países, Alemania y Francia y EE.UU., sobre todo en la esfera de Europea oriental (donde Alemania intenta conservar relaciones "privilegiadas" con Rusia) o africana (donde las dos facciones que están poniendo a sangre y fuego al Congo están apoyadas una por Francia y la otra por EE. UU.
Más generalmente, la desaparición de la división del mundo en dos grandes bloques imperialistas rivales abrió la puerta a la emergencia de ambiciones imperialistas de segundo plano, nuevos protagonistas de la desestabilización de la situación internacional. Ese es el caso, por ejemplo, de Irán, que pretende conquistar una posición dominante en Oriente Medio tras las banderas de la "resistencia" al "gran Satán" US y del combate contra Israel. Con medios mucho mas importantes, China quiere extender su influencia hacia otros continentes, África en especial, donde su presencia económica en aumento debe servir para arraigar en esta zona del mundo una presencia diplomática y militar como ya está ocurriendo en la guerra en Sudan.
Así, la perspectiva para el planeta tras la elección de Obama a la cabeza de la primera potencia mundial no es muy diferente de la situación que ha prevalecido hasta ahora: continuación de los enfrentamientos entre potencias de primero o segundo plano, continuación de la barbarie bélica con consecuencias cada vez más trágicas (hambrunas, epidemias, desplazamientos masivos) para las poblaciones que viven en las zonas disputadas. Cabe incluso esperarse que la inestabilidad que provocará la agravación considerable de la crisis en todo una serie de países de la periferia vendrá a intensificar los enfrentamientos entre camarillas militares dentro de esos países con la participación, como siempre, de las potencias imperialistas. Ante esta situación, lo único que podrán hacer Obama y su administración es proseguir la política belicista de sus predecesores, como se está viendo en Afganistán, una política sinónimo de barbarie bélica creciente.
8. De igual modo que las "buenas disposiciones" declaradas por Obama en el plano diplomático no impedirán en nada que prosiga y se agrave el caos militar por el mundo, como tampoco impedirán que la nación que él dirige siga siendo un factor activo de ese caos, la reorientación norteamericana que anuncia hoy en lo que al medio ambiente se refiere no impedirá que éste siga degradándose. Esta degradación no es una cuestión de buena o mala voluntad de los gobiernos, por muy poderosos que sean. Cada día que pasa pone en evidencia más y más la verdadera catástrofe medioambiental que amenaza al planeta: tempestades cada vez más violentas en países que hasta ahora no las sufrían, sequias, canículas, inundaciones, deshielo de los casquetes polares, países amenazados de ser inundados por el mar... Las perspectivas son cada vez más sombrías. Esta degradación del medio ambiente contiene además la amenaza de agravación de los enfrentamientos bélicos, especialmente con el agotamiento de las reservas de agua potable, que van a ser lo que estará en juego en nuevos conflictos.
Como lo subrayaba la resolución adoptada por el congreso internacional anterior: "Así pues, como puso en evidencia la CCI hace más de 15 años, el capitalismo en descomposición supone o lleva en sí amenazas considerables para la supervivencia de la especie humana. La alternativa anunciada por Engels a finales del siglo xix: "socialismo o barbarie", se ha convertido a lo largo del siglo xx en una siniestra realidad. Lo que el siglo xxi nos ofrece como perspectiva es, simplemente, socialismo o destrucción de la humanidad. Este es el verdadero reto al que se enfrenta la única fuerza social capaz de destruir el capitalismo, la clase obrera mundial" (punto 10).
9. Esta capacidad de la clase obrera para acabar con la barbarie engendrada por el capitalismo en descomposición, para sacar a la humanidad de su prehistoria y abrirle las puertas del "reino de la libertad", como dijo Engels, ya se va forjando desde ahora en las luchas cotidianas contra la explotación capitalista. Tras el hundimiento del bloque del Este y de los regímenes dizque "socialistas", las campañas ensordecedoras sobre "el fin del comunismo", cuando no "de la lucha de clases", dieron un golpe brutal a la conciencia y a la combatividad de la clase obrera. El proletariado sufrió entonces un profundo retroceso en ambos planos, que fue prolongándose durante más de diez años. Solo a partir de 2003, como la CCI lo ha puesto varias veces de relieve, la clase obrera mundial ha dado la prueba que había superado ese retroceso, que había vuelto al camino de las luchas contra los ataques capitalistas. Desde 2003, no se ha desmentido esa tendencia, los dos años que nos separan del congreso anterior han conocido una continuación en todas las partes del mundo. Se ha podido observar incluso, en ciertos momentos, una notable simultaneidad de los combates obreros a escala mundial. Por ejemplo, a principios del año 2008, varios países se vieron afectados al mismo tiempo por luchas obreras: Rusia, Irlanda, Bélgica, Suiza, Italia, Grecia, Rumania, Turquía, Israel, Irán, Emirato de Bahrein, Túnez, Argelia, Camerún, Swazilanda, Venezuela, México, Estados Unidos, Canadá y China.
También hemos asistido a luchas obreras muy significativas durante los dos años pasados. Sin pretender ser exhaustivos, podemos citar unos ejemplos:
- en Egipto, durante el verano 2007, con huelgas masivas en el textil que encontraron la solidaridad activa de numerosos sectores (estibadores, transportes, sanidad...);
- en Dubai, en noviembre del 2007, cuando los obreros de la construcción (esencialmente emigrados) se movilizaron masivamente;
- en Francia, en noviembre de 2007, cuando los ataques contra las pensiones de jubilación provocaron una huelga muy combativa en los ferrocarriles, con varios ejemplos de lazos de solidaridad con los estudiantes que entonces estaban movilizados en contra del intento del gobierno de acentuar la segregación social en la universidad, huelga que ha desvelado abiertamente el papel de saboteadores de las grandes centrales sindicales, especialmente la CGT y la CFDT, obligando a la burguesía a dar lustre a su aparato de encuadramiento de las luchas obreras;
- en Turquía, a finales de 2007, cuando las huelgas de más de un mes de 25 000 trabajadores de Türk Telecom fue la mayor movilización del proletariado en ese país desde 1991, y eso en el mismo momento en que el gobierno de ese país estaba comprometido en una operación militar en el Norte de Irak;
- en Rusia, en noviembre 2008, cuando hubo huelgas importantes en San Petersburgo (en la fabrica Ford por ejemplo) testimonio de la capacidad de los trabajadores para superar una intimidación policiaca muy presente, por parte del SB (antiguo KGB);
- en Grecia, a finales de 2008, en un clima de un enorme descontento que ya se había expresado antes con la movilización de estudiantes contra la represión que se benefició de una profunda solidaridad por parte de la clase obrera de la que algunos sectores han desbordado el sindicalismo oficial; una solidaridad que no se limitó al interior de las fronteras del país, pues ese movimiento ha encontrado un eco de simpatía muy significativo en muchos países europeos;
- en Gran Bretaña, donde la clase obrera había soportado una serie de derrotas crueles durante los años 80 y donde la huelga salvaje en la refinería Linsay, a principios de 2009, fue uno de los movimientos más significativos de la clase obrera de ese país desde hace dos décadas; este movimiento ha dado la prueba de la capacidad de la clase obrera de ampliar las luchas, en particular, y ha conocido el principio de un enfrentamiento contra el peso del nacionalismo con manifestaciones de solidaridad entre obreros británicos y obreros emigrados, polacos e italianos.
10. La agravación considerable de la crisis económica del capitalismo hoy, es, claro está, un factor de la primera importancia en el desarrollo de las luchas obreras. Desde ahora ya, en todos los países del mundo, los obreros están amenazados por despidos masivos, por el incremento masivo del desempleo. Muy concretamente, el proletariado ha de hacer la experiencia de la incapacidad del sistema capitalista de permitir un mínimo decente de vida a los trabajadores que explota. Más aun, resulta ser siempre más incapaz de darles el más mínimo porvenir a las nuevas generaciones de la clase obrera, lo que es un auténtico factor de angustias y de desesperación no solo para ellas, sino también para las de sus padres. Así van madurando las condiciones para que la idea de la necesidad de derrumbar este sistema pueda desarrollarse significativamente en el mismo corazón del capitalismo. Pero para estar en capacidad de orientarse hacia una perspectiva revolucionaria, no le basta a la clase obrera percibir que el sistema capitalista está en un callejón sin salida, que tendría que dejar paso a otra sociedad. También tiene que tener la convicción de que esa perspectiva es posible y que tiene la capacidad de realizarla. Y es precisamente en ese terreno donde la burguesía ha logrado marcar goles muy importantes contra la clase obrera tras el hundimiento del pretendido "socialismo real". Por un lado, ha logrado generalizar la idea de que la perspectiva comunista no es sino un sueño: "el comunismo no funciona: la prueba está en que ha sido abandonado en provecho del capitalismo por las poblaciones que lo vivían". Por otro lado, ha logrado hacer nacer entre la clase obrera un fuerte sentimiento de impotencia debido a la incapacidad de ésta a desarrollar luchas masivas. En este sentido, la situación hoy es muy diferente de la del surgimiento histórico de la clase a finales de los 60. En aquel entonces, con la inmensa huelga de mayo del 68 en Francia y el otoño caliente italiano del 69, el carácter masivo de las luchas obreras evidenció que la clase obrera podía ser une fuerza de primer plano en la vida de la sociedad y que la idea de que podría un día echar abajo el capitalismo no era un sueño irrealizable. Sin embargo, debido a que la crisis del capitalismo solo estaba en sus inicios, la necesidad imperiosa de derrumbar ese sistema no tenía todavía las bases materiales para poder extenderse entre los obreros. Puede resumirse esta situación así: a finales de los 60, la idea de que la revolución era posible podía estar relativamente extendida, pero la idea de que fuera indispensable no podía imponerse. Hoy, al contrario, la idea de que la revolución sea necesaria puede tener un eco nada desdeñable pero que sea posible está poco extendida.
11. Para que la posibilidad de la revolución comunista pueda ganar un terreno significativo en la clase obrera, es necesario que ésta pueda tomar confianza en sus propias fuerzas, y eso pasa por el desarrollo de sus luchas masivas. El enorme ataque que está sufriendo ya a escala internacional debería ser la base objetiva para esas luchas. Sin embargo, la forma principal que esta tomando hoy este ataque, los despidos masivos, no favorece, en un primer tiempo, la emergencia de tales movimientos. En general, y esto se ha comprobado frecuentemente en los últimos 40 años, las épocas de fuerte incremento del desempleo no son propicias para luchas más importantes. El desempleo, los despidos masivos, tienen tendencia a provocar cierta parálisis momentánea de la clase. Ésta se ve sometida a un chantaje por parte de la patronal: "si no estáis contentos, hay muchos obreros por ahí dispuestos a sustituiros". La burguesía puede utilizar esta situación para provocar una división, incluso una oposición entre quienes pierden su trabajo y quienes tienen el "privilegio" de conservarlo. Además, los patronos y los gobiernos se repliegan detrás de un argumento "decisivo": "No tenemos la culpa si el desempleo aumenta y si se os despide: la culpa es de la crisis". En fin, frente a los cierres de empresa, el arma de la huelga se vuelve inoperante, acentuándose así el sentimiento de impotencia de los trabajadores. En una situación histórica en la que el proletariado no ha sufrido una derrota decisiva, como así había sido en los años 30, los despidos masivos, que ya han empezado hoy, podrán provocar combates muy duros, incluso explosiones de violencia. Pero, en un primer tiempo, serán probablemente combates desesperados y relativamente aislados, aunque se beneficien de una simpatía real de otros sectores de la clase obrera. Por eso, si, en el periodo venidero, no asistiéramos a una respuesta de envergadura frente a los ataques, no habría por ello que considerar que la clase ha renunciado a luchar por la defensa de sus intereses. En una segunda etapa, cuando sea capaz de resistir a los chantajes de la burguesía, cuando se imponga la idea de que solo la lucha unida y solidaria pueda frenar la brutalidad de los ataques de la clase dominante, sobre todo cuando ésta intente hacer pagar a todos los trabajadores los colosales déficits presupuestarios que se están acumulando ya a causa de los planes de salvamento de los bancos y de "relanzamiento" de la economía, será entonces cuando podrán desarrollarse mejor combates obreros de gran amplitud. Eso no quiere ni mucho menos decir que los revolucionarios se mantengan ausentes de las luchas actuales. Éstas forman parte de las experiencias que debe atravesar el proletariado para ser capaz de franquear una nueva etapa en su combate contra el capitalismo, y les incumbe a las organizaciones comunistas plantear, en las luchas mismas, la perspectiva general del combate proletario y de los pasos suplementarios que deberá dar en esa dirección.
12. El camino que conduce a los combates revolucionarios y al derrocamiento del capitalismo es todavía largo y difícil. Cada día que pasa da una prueba suplementaria de la necesidad de ese derrocamiento, pero la clase obrera tendrá todavía que atravesar etapas esenciales antes de ser capaz de realizar esa tarea:
- reconquistar su capacidad de apoderarse de sus luchas, puesto que hoy por hoy, la mayoría de ellas, sobre todo en los países desarrollados, siguen ampliamente sometidas al imperio sindical, contrariamente a lo que pudimos comprobar durante los años 80;
- desarrollar su aptitud para evitar las mistificaciones y las trampas burguesas que le cierran el camino hacia las luchas masivas y el restablecimiento de la confianza en sí misma puesto que, si el carácter masivo de las luchas de finales de los 60 puede en gran parte explicarse porque la burguesía fue sorprendida, tras decenios de contrarrevolución, evidentemente hoy ya no es así;
- politizar sus luchas, o sea su capacidad de inscribirlas en su dimensión histórica, de concebirlas como un momento del largo camino histórico del proletariado contra la explotación y abolición de esta.
Esa etapa es evidentemente la más difícil de franquear, debido a:
- la ruptura, provocada en el conjunto de la clase por la contrarrevolución, entre sus luchas del pasado y sus luchas actuales;
- la ruptura orgánica en las organizaciones revolucionarias a causa de esa situación;- el retroceso de la conciencia en el conjunto de la clase tras el desmoronamiento del estalinismo;
- el peso deletéreo de la descomposición del capitalismo sobre la conciencia del proletariado;
- la aptitud de la clase dominante para hacer surgir organizaciones (tales como el Nouveau parti anticapitaliste en Francia y Die Linke en Alemania) cuya vocación es ocupar el sitio de los partidos estalinistas, hoy desaparecidos o moribundos, o de la socialdemocracia, desconsiderada por decenios de gestión de la crisis capitalista, y que, por ser nuevas, tienen la capacidad de alimentar mistificaciones importantes en la clase obrera.
De hecho, la politización de los combates del proletariado está enlazada con el desarrollo de la presencia en su mismo corazón de la minoría comunista. Las débiles fuerzas actuales del medio internacionalista es uno de los índices del camino que queda por recorrer antes de que la clase obrera pueda emprender sus luchas revolucionarias y hacer surgir su partido mundial, órgano esencial sin el que será imposible la victoria de la revolución.
El camino es largo y difícil, pero en nada puede ser un factor de desánimo para los revolucionarios, de parálisis de su compromiso en la lucha proletaria. ¡Muy al contrario!
Debate interno en la CCI
Por cuarta vez desde la Revista Internacional no 133, publicamos elementos del debate interno de la CCI sobre cómo explicar el período de prosperidad de después de la Segunda Guerra mundial.
Invitamos al lector que desee conocer el desarrollo de este debate y los artículos publicados al respecto a leer los números 133, 135 y 136 de la Revista Internacional. El artículo que publicamos aquí se reivindica de la tesis denominada "El capitalismo de Estado keynesiano-fordista" que defiende la idea de que la prosperidad de los años 1950-60 se basó en la instauración de mecanismos keynesianos por parte de la burguesía. Contesta a dos artículos publicados en la Revista no 136 que, por su parte, defendían respectivamente, uno ([1]), la idea de que esta prosperidad fue sobre todo la consecuencia de la explotación de los últimos mercados extracapitalistas todavía importantes y de una huida ciega en el endeudamiento (Tesis: "Los mercados extracapitalistas y el endeudamiento") y, el otro ([2]), la idea de que dicha prosperidad se debió sobre todo al peso de la economía de guerra y el capitalismo de Estado en la sociedad.
En la introducción a la publicación de esos dos artículos, hicimos un panorama de cómo habían evolucionado las discusiones y apuntábamos que la tesis "El capitalismo de Estado keynesiano-fordista" "asume ahora abiertamente la puesta en entredicho de varias posiciones de la CCI". Los camaradas que firman este artículo no están de acuerdo con esa afirmación y lo explican ([3]).
En fin, en la introducción mencionada, señalábamos que el artículo "Origen, dinámica y límites del capitalismo de Estado keynesiano-fordista", de la Revista no 135 (que también defiende la tesis del "Capitalismo de Estado keynesiano-fordista"), planteaba algunos problemas sobre las ausencias patentes de "rigor militante y científico, en especial cuando se refiere a textos del movimiento obrero en su uso en tal o cual demostración o polémica", especialmente mediante la alteración del sentido de algunas citas utilizadas. Este problema no se debe en absoluto a la naturaleza de esa posición como lo demuestra este nuevo artículo, perfectamente irreprochable en ese plano.
Respuesta a Silvio y Jens
Continuamos aquí el debate iniciado en la Revista Internacional no 133 sobre "la explicación del período de prosperidad en los años 1950-60, que fue una excepción en la vida del capitalismo desde la Primera Guerra Mundial...". Queremos responder a los argumentos de las contribuciones de los camaradas Silvio y Jens, publicadas en el no 136, así como a la presentación del mismo número que nos parece contiene algunos malentendidos.
Las divergencias que se están discutiendo actualmente en el seno de nuestra organización se sitúan dentro del marco de las posiciones defendidas por parte de los revolucionarios en la Segunda y Tercera Internacionales y, en el seno de las Izquierdas Comunistas. Son las contribuciones de Luxemburgo, Bujarin, Trotski, Pannekoek, Bilan, Mattick, entre otros. Sabemos que no se pueden conciliar todas estas aportaciones puesto que se contradicen en diversos aspectos. Pero ninguna de estas contribuciones explica de forma completa, por si sola, el desarrollo de los llamados "Treinta Gloriosos", por la sencilla razón que no pudieron vivir esos años (a excepción de P. Mattick). Pensamos que todos han contribuido a la discusión que llevamos en estos momentos. Corresponde a los revolucionarios de hoy en día, continuar la discusión abierta en el seno del movimiento revolucionario para entender mejor los mecanismos que facilitan o frenan el desarrollo del capitalismo, sobre todo en su decadencia.
Los autores de este artículo defienden la tesis "capitalismo de Estado keynesiano-fordista". Esta tesis fue presentada con más detalle en la Revista Internacional no 135, por C.Mcl, autor de la contribución. Este ha decidido abandonar el debate y ha roto el contacto con nosotros. Por eso no sabemos si la posición que defendemos aquí es absolutamente idéntica a la suya.
Para continuar este debate queremos, en primer lugar, señalar algunos hechos históricos en los cuales parece que no hay divergencias hasta ahora entre las tres posiciones expuestas en este debate. Son los siguientes:
1) Entre los años 1945-75, al menos en la esfera de los países industrializados del bloque dominado por los EEUU, no solo creció el PIB per cápita como nunca en toda la historia del capitalismo ([4]), también hubo un aumento de los salarios reales de la clase obrera ([5]).
2) En el mismo período y en la misma esfera hubo igualmente un crecimiento constante de la productividad del trabajo, "las subidas más importantes de la historia del capitalismo, debido en particular al perfeccionamiento del trabajo en cadena (fordismo), la automatización de la producción y su generalización por todas las partes donde era posible" ([6]). Para decirlo simplemente: la técnica y la organización de la producción permitían que un obrero produjera mucho más en una hora de trabajo que anteriormente.
3) La tasa o cuota de ganancia (o sea la ganancia comparada con el capital total invertido) fue muy elevada en casi todo este período, pero a partir de 1969 mostró otra vez una tendencia a la baja. Todos los implicados en este debate nos referimos a las mismas estadísticas a este respecto ([7]).
4) Al menos hasta 1971 hubo una concertación especial, hasta ahora nunca conocida en la historia del capitalismo, entre los Estados del bloque dominado por los EEUU (disciplina de bloque, sistema Bretton Woods ([8])).
Referente a los primeros tres aspectos hay que ser consecuente en la argumentación. Si todos estamos de acuerdo con estos hechos, no podemos dar un paso atrás y seguir insistiendo en que: "(...) la prosperidad real en las décadas 1950 y 60 no fue tan importante como quiere presentarlo la burguesía, cuando ésta alardea de los PIB de los principales países industrializados de entonces" ([9]). Lo que nos presenta la burguesía sobre este período, es una cosa, pero no podemos resolver el problema diciendo: el problema no existe, porque no hubo tal crecimiento. Lo que nos debe interesar para llevar este debate adelante y, es lo que tenemos que aclarar para nosotros y para los demás proletarios que no tienen ningún interés en ocultar la realidad, es explicar los mecanismos que permitieron al mismo tiempo:
- una acumulación sin mayores interrupciones (aparte de las crisis cíclicas normales);
- con una tasa de ganancia alta;
- y con salarios reales crecientes.
Si estamos exagerando en un aspecto, o si estamos subestimando ciertas dificultades, son argumentos relativos (se trata de un poco más o menos de cantidad), pero lo que interesa aquí es una cuestión cualitativa: ¿Como puede ser que el capitalismo decadente pase por una fase de prosperidad de más o menos 20 años en la cual los salarios suben y las ganancias son elevadas?
Esta es la pregunta a la que tenemos que responder.
La tesis "capitalismo de Estado keynesiano-fordista" es criticada sobre todo porque rechaza una parte de la argumentación de R. Luxemburgo, como se puede leer en el artículo que presenta esta tesis más en detalle en la Revista Internacional no 135. Parece que hay una confusión en hasta qué punto estamos de acuerdo con R. Luxemburgo. Así el camarada Jens en su artículo de la Revista Internacional no 136 piensa que C.Mcl ha cambiado de opinión desde un articulo escrito por este camarada en la Revista Internacional no 127. Ya en este artículo, se explicó (en nombre de la CCI en una polémica con la CWO) que la reducción del mercado solvente en comparación con las necesidades del capital "no es evidentemente (...) el único factor que participa en el origen de las crisis", además se señaló que hay que considerar también la ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia y el desequilibrio en el ritmo de acumulación entre los grandes sectores de la producción.
Para nosotros, la realización de la plusvalía producida es efectivamente un problema fundamental del capitalismo. No hay solo una explicación de la crisis capitalista, sino de dos causas esenciales de esta (no hablamos aquí por el momento del problema de la proporcionalidad). No solo existe el problema de que la cuota de ganancia que tiende a la baja por el aumento de la composición orgánica del capital, sino también (después del acto de la producción y la apropiación de la plusvalía) está el problema de vender el producto incluida la plusvalía. Es un mérito de R. Luxemburgo localizar la dificultad de la realización del producto por la carencia de mercados solventes.
El capitalismo es un sistema que por fuerza tiene que expandirse. La acumulación no es reproducción simple sino ampliada. El capital desea aumentar en cada ciclo su base, o sea el capital constante y el capital variable. El capitalismo se ha desarrollado en un entorno feudal, en un medio extra capitalista con el cual se establecieron vínculos para obtener medios materiales para su acumulación: materias primas, fuerza de trabajo, etc.
Otro mérito de R. Luxemburgo fue el de analizar las relaciones que hay entre la esfera capitalista y el medio extra capitalista. No estamos de acuerdo con todos los argumentos económicos de este análisis (como vamos a explicar en el capitulo siguiente), pero compartimos sus ideas centrales: que el capitalismo destruye continuamente los otros modos de producción en su entorno, que la contradicción interna busca una solución en la extensión del campo exterior y, que hay un cambio cualitativo en el desarrollo del capitalismo a partir del momento que todo el planeta está conquistado por el capitalismo, es decir cuando se ha constituido el mercado mundial. En este momento, el capitalismo ha cumplido su función progresiva y entra en su fase de decadencia. Como dijo C.Mcl. en la Revista Internacional no 129: Luxemburgo precisa "más profundamente la razón y el momento de la entrada en decadencia del sistema capitalista, pues, además de analizar el vínculo histórico entre las relaciones sociales de producción capitalistas y el imperialismo, demostrando que el sistema no puede vivir sin extenderse, sin ser, por esencia, imperialista, lo que Rosa Luxemburgo precisa más todavía es el momento y la manera en que el sistema capitalista entra en su fase de decadencia. (...) Así pues la entrada en decadencia del sistema se caracterizó no por la desaparición de los mercados extra capitalistas (...), sino por su insuficiencia respecto a las necesidades de la acumulación ampliada alcanzada por el capitalismo" ([10]).
Es cierto que en el capitalismo ascendente los mercados fuera de la esfera capitalista constituyeron para éste una salida para la venta de sus mercancías en una época de sobreproducción. Ya en su fase ascendente el capitalismo sufrió sus contradicciones internas y las superó, momentáneamente, por un lado a través de las crisis periódicas y por el otro lado con la venta de productos (invendibles en la esfera capitalista pura) a mercados extra-capitalistas. En las crisis cíclicas provocadas por la bajada de la tasa de ganancia, varias partes del capital se desvalorizan de tal manera que se restablece una composición orgánica suficientemente aprovechable para que empiece otro ciclo de acumulación. Y, por otro lado, en la fase ascendente el entorno extra capitalista proporcionó al capitalismo una "salida para la venta de sus mercancías en sobreproducción" ([11]), lo que atenuó el problema a este nivel de la carencia de mercados solventes.
El error de R. Luxemburgo es que hace de estos mercados extra capitalistas y de la venta de la plusvalía dedicada a la acumulación a estos mercados el elemento esencial (indispensable) para la reproducción ampliada del capital. El capitalista produce para la venta y no para la producción como fin propio. La mercancía tiene que encontrar un comprador. Y cada capitalista es antes de todo un vendedor; compra solo para invertir de nuevo y después de haber vendido su producto con ganancia. O sea, el capital debe pasar por una fase dinero, e individualmente, y para realizarse, las mercancías deben ser convertidas en dinero, pero, ni la totalidad, ni en el mismo momento, ni anualmente como lo plantea Luxemburgo: una parte puede permanecer bajo forma material, mientras que la otra avanza a través de varias transacciones comerciales durante las cuales una misma cantidad de dinero puede servir varias veces para la conversión de mercancías en dinero, y de dinero en mercancías.
Si no hubiera crédito y si fuera necesario realizar en dinero toda la producción anual en una única vez en el mercado, entonces, sí, debería existir un comprador externo a la producción capitalista.
Pero ese no es el caso. Claro que se pueden poner obstáculos en este ciclo de compra —> producción/extracción de plusvalía —> venta —> nueva compra etc. Hay varias dificultades. Pero la venta a un comprador extra capitalista no es constitutiva para la acumulación "normal" sino simplemente es una salida posible si hay sobreproducción o desproporción entre la producción de medios de producción y medios de consumo, problemas que no se manifiestan en cada momento.
Este punto débil de la argumentación de R. Luxemburgo fue criticado también por "luxemburguistas", como Fritz Sternberg que habla a este respecto de "errores fundamentales, difícilmente comprensibles" ([12]). Es dificilmente comprensible porque este punto de la crítica de Sternberg no está siendo tomado en consideración por los defensores del "luxemburguismo puro". Desde el inicio de los debates en la CCI sobre la decadencia (años 1970) F. Sternberg es una referencia muy importante, exactamente porque él también se considera un luxemburguista.
El camarada Jens no está de acuerdo con la idea de la tesis "Capitalismo de Estado keynesiano-fordista" que afirma, según él, que "el mercado extra capitalista no es sino una especie de salida para el demasiado lleno mercado capitalista, cuando éste se desborda" ([13]). Para evitar malentendidos: Pensamos que exactamente ahí está la diferencia entre el "luxemburguismo puro" de Jens (y Silvio) y el luxemburguismo de Sternberg. En este punto estamos de acuerdo con Sternberg.
Para nosotros el misterio de los "Treinta Gloriosos" no puede explicarse por restos de mercados extra capitalistas, ya que estos desde la Primera Guerra Mundial son insuficientes respecto a las necesidades de la acumulación ampliada alcanzada por el capitalismo.
Para la tesis "capitalismo de Estado keynesiano-fordista" la prosperidad tras la Segunda Guerra Mundial es la combinación de al menos tres factores esenciales:
- ganancias de productividad importantes durante un período de más de dos décadas;
- subidas importantes de los salarios reales en el mismo período;
- un capitalismo de Estado desarrollado (y coordinado a nivel supranacional) practicando políticas keynesianas también en otros niveles (y no solo en el salarial).
En la Revista Internacional no 136 el camarada Silvio en su perplejidad se pregunta: "¿Qué significa hacer crecer las ganancias? Producir mercancías y venderlas, pero para satisfacer ¿qué demanda? ¿La procedente de los obreros?"
Queremos responder a las inquietudes del camarada: si la productividad del trabajo aumenta generalmente, en todas las industrias, los medios de consumo del trabajador se abaratan. El capitalista paga a sus trabajadores menos dinero por el mismo tiempo de trabajo. El tiempo no pagado al trabajador aumenta, o sea se incrementa la plusvalía. Es decir, aumenta la tasa de plusvalía (que es lo mismo que la tasa de explotación). Este proceso Marx lo llamó producción de plusvalía relativa. Si los demás factores se mantienen (o si el capital constante mismo se abarata), un incremento de plusvalía significa también un incremento de la cuota de ganancia. Si esta ganancia es suficientemente elevada los capitalistas pueden aumentar al mismo tiempo los salarios sin perder todo el incremento de la plusvalía extraída.
Ahora bien, la segunda pregunta es la del mercado. Si se aumenta el salario del obrero, él puede consumir más. La fuerza de trabajo tal como señala Marx tiene que reproducirse. Es la reproducción del capital variable (v), igualmente necesaria como la renovación del capital constante (c). Por lo tanto el capital variable forma parte del mercado capitalista. Un aumento general de los salarios significa un incremento de estos mercados igualmente.
Se puede responder a esto que tal incremento del mercado no es suficiente para realizar toda la parte de la plusvalía necesaria para la acumulación. Eso es cierto desde un punto de vista general y a largo plazo. Nosotros, defensores de esta tesis "capitalismo de Estado keynesiano-fordista" no pensamos haber encontrado una solución a las contradicciones inherentes del capitalismo, una solución que se puede repetir a voluntad. Nuestro análisis no es una nueva teoría, sino una prolongación de la crítica de la economía capitalista, una crítica que empezó Marx y continuaron otros revolucionarios ya citados.
Pero no se puede negar que tal incremento del mercado atenúa el problema de la demanda insuficiente en las condiciones creadas después de la Segunda Guerra Mundial. Tal vez el camarada Silvio aún se pregunta ¿de donde viene esta demanda?. Una demanda en el capitalismo presupone dos factores: una necesidad (deseo de consumir) y la solvencia (posesión de dinero). El primer factor casi nunca es un problema, siempre hay carencia de medios de consumo. El segundo factor, al contrario, es un problema permanente para el capitalismo - un problema que exactamente logró atenuar con salarios crecientes durante los "Treinta Gloriosos".
Pero la ampliación del mercado formado por los asalariados no es el único factor atenuante en la escasez de los mercados en este periodo, hubo también un aumento de los gastos del Estado keynesiano (por ejemplo inversiones en proyectos de infraestructura, armamento etc.). Se trata de una tripartición de los incrementos de la ganancia, un reparto de los beneficios obtenidos gracias al aumento de la productividad entre capitalistas (ganancia), obreros (salarios) y Estado (impuestos). Parece que ahí nos sigue el camarada Silvio cuando afirma: "Es cierto que el consumo obrero y los gastos del Estado permiten dar salida a una producción creciente". Sin embargo él ve otro problema: "Pero eso tiene una consecuencia, como hemos visto, que es la esterilización de una riqueza producida que no encuentra dónde emplearse útilmente para valorar el capital." Él se refiere aquí a la idea que "aumentar los salarios por encima de lo necesario para reproducir la fuerza de trabajo es pura y simplemente, desde un enfoque capitalista, un despilfarro de plusvalía que de ningún modo puede participar en el proceso de la acumulación".
Aquí el camarada mezcla dos esferas que hay que distinguir antes de analizar la dinámica del proceso general que une a ambas:
- un problema (en la esfera de la circulación, de los mercados) es la realización del producto obtenido. A este nivel parece que Silvio nos da razón si dice que el consumo obrero (igual que los gastos del Estado) permite dar salida a una producción creciente;
- otro problema es (en la esfera de la producción) la valorización del capital de tal manera que la acumulación sea posible no solo con ganancia, sino con cada vez más ganancia.
Evidentemente, la objeción del camarada sobre el "despilfarro de plusvalía" se sitúa en este segundo nivel, el de la producción. Entonces le seguimos (después de haber notado que él nos da al menos parcialmente razón al nivel de los mercados), a la fábrica, donde está explotado el obrero con un salario creciente. ¿Qué pasa allí si la plusvalía aumenta gracias al crecimiento importante de la productividad del trabajo? (Abstraemos aquí de la tripartición de las ganancias, o sea de los impuestos que se convierten en gastos del Estado. La bipartición entre capitalista y obrero es suficiente para explicar el mecanismo fundamental.). El producto total de una entidad capitalista (una empresa, un país, la esfera capitalista en su totalidad) en un cierto tiempo, por ejemplo un año, se puede dividir en tres partes: el capital constante c, el capital variable v, y la plusvalía pv. Si hablamos de acumulación la plusvalía no está consumida en su totalidad por el capitalista, sino que él tiene que invertir una parte en la ampliación de la producción. Entonces, la plusvalía se divide en la parte consumida por el capitalista (su rédito: r) y la parte dedicada a la acumulación (a): pv = r + a. Esta segunda parte (a) la podemos dividir otra vez en la parte que está invertida en el capital constante (ac) y la parte que incrementa en el próximo ciclo de producción el capital variable (av): a = ac + av. Entonces el producto total de esta entidad capitalista se presenta como:
c + v + pv, o como:
c + v + (r + a), o como:
c + v + (r + ac + av).
Si el capitalista obtiene gracias al aumento importante de la productividad una plusvalía suficientemente grande, la parte ac puede crecer cada vez más aunque la parte av crezca "por encima de lo necesario". Si por ejemplo los medios de consumo se abaratan un 50 % y las horas no pagadas al obrero aumentan gracias al efecto de la producción de plusvalía relativa de 3 a 5 horas (de un día de trabajo de 8 horas), la tasa de plusvalía crece de 3/8 a 5/8, por ejemplo de 375 € a 625 €, aunque el obrero tiene una subida de 20 % en su salario real (primero su salario representa el producto de 5 horas, después con una doble productividad el salario representa el producto de 3 horas = 6 horas de antes). Lo mismo sucede con un consumo aumentado del capitalista (porque sus productos de consumo también se abaratan por 50 %) y la parte de la plusvalía dedicada a la acumulación puede crecer. Y puede crecer de año a año también la parte ac aunque crezca "por encima de lo necesario" la parte av, con la condición que la productividad del trabajo siga aumentando con el mismo ritmo. El único efecto "dañino" que tiene este "despilfarro de plusvalía" es que el aumento de la composición orgánica del capital se produce más lentamente de lo que podía frenéticamente: el crecimiento de la composición orgánica implica que la parte ac crece más rápido que la parte av; si la parte av crece "por encima de lo necesario" esta tendencia está frenada (o incluso puede estar anulada o invertida), pero no se puede afirmar que este "despilfarro de plusvalía" no pueda de ningún modo participar en el proceso de la acumulación. Al contrario, esta distribución de las ganancias obtenidas por el aumento de productividad participa plenamente en la acumulación. Y no solo eso, atenúa exactamente el problema detectado por R. Luxemburgo en el capítulo 25 de La acumulación del capital donde argumenta contundentemente que con la tendencia hacia una composición orgánica del capital cada vez más elevada un intercambio entre los dos sectores principales de la producción capitalista (producción de medios de producción por un lado, de medios de consumo por el otro) es imposible a largo plazo ([14]). Ya después de pocos ciclos queda un resto invendible en el segundo sector de la economía capitalista, en el sector de la producción de medios de consumo. La combinación del fordismo (aumento de la productividad) con el keynesianismo (aumento de los salarios y aumento de los gastos del Estado) ayuda a frenar esta tendencia, atenúa el problema de la sobreproducción en este sector II y el problema de las proporcionalidades entre las dos ramas principales de la producción. Los líderes de la economía occidental no podían así evitar la llegada de la crisis al final de los años 60, pero podían postergarla.
No podemos dejar este tema sin mencionar que el camarada Silvio nos dejó perplejos con lo siguiente: Parece que él ha entendido a nivel teórico lo que acabamos de explicar, o sea el mecanismo de la producción de plusvalía relativa como base ideal para una acumulación lo más interno posible y lo menos externo posible, cuando dice: "(...) mientras existan incrementos de productividad bastante altos que permitan que el consumo aumente al ritmo del aumento de la productividad del trabajo, el problema de la sobreproducción queda solucionado sin impedir la acumulación puesto que, por otra parte, las ganancias, también en aumento, son suficientes para asegurar la acumulación" ([15]). Suponemos que Silvio sabe lo que dice, o sea entiende lo que acaba de decir, porque es su propia formulación, conclusión de la cita de Marx sobre "Teorías sobre la plusvalía", Tomo 2 (una cita que evidentemente por sí no prueba nada). Pero Silvio no responde a este nivel teórico, no se presta a seguir la lógica misma del argumento, prefiere cambiar de tema y sigue con la objeción: "Marx, en vida suya, no dejó nunca constancia de un aumento de salarios al ritmo de la productividad del trabajo. Pensaba incluso que eso no podía producirse. Y sin embargo, sí se produjo en ciertos momentos de la vida del capitalismo, pero eso no permite en absoluto que se deduzca que el problema fundamental de la sobreproducción, tal como Marx lo puso de relieve, se vería solucionado gracias a esos aumentos, ni siquiera momentáneamente." ¡Qué respuesta! Estamos a punto de sacar una conclusión de un razonamiento - pero en vez de verificar o falsificar la conclusión de una cierta constelación de hechos, seguimos charlando sobre la probabilidad o improbabilidad empírica de tal constelación. Como si hubiera sentido que eso no es suficiente, el camarada replica antes de que alguien le haya replicado: "El marxismo no reduce esa contradicción (la sobreproducción) a una cuestión de proporción entre aumento de salarios y aumento de productividad." No es suficiente la autoridad de Marx, hace falta la del "marxismo". ¡Una llamada a la ortodoxia! ¿Cuál?.
¡Seamos más consecuentes en el razonamiento, más abiertos y atrevidos en las conclusiones!.
En el segundo Tomo de Das Kapital, Marx presentó el problema de la reproducción ampliada (o sea de la acumulación) en términos de esquemas, por ejemplo:
Sector I: 4000c + 1000v + 1000pv = 6000
Sector II: 1500c + 750v + 750pv = 3000.
Pedimos indulgencia y paciencia al lector por lo pesado que supone la lectura y comprensión de estos esquemas. Pero consideramos que no se les tiene que tener miedo.
El sector I es la rama de la economía que produce los medios de producción, en el sector II se producen los medios de consumo. 4000c es la cantidad de valor producido en el sector I para la reproducción del capital constante (c); 1000 v es el total de los salarios pagados en el sector I; 1000 pv es la plusvalía extraída de los obreros en el sector I - y lo mismo para la otra rama. Para la reproducción ampliada es esencial respetar la proporcionalidad entre las diferentes partes de los dos sectores. Los obreros del sector I producen por ejemplo máquinas, pero necesitan para su reproducción medios de consumo que son producidos en la otra rama. Hay un intercambio entre las diferentes entidades con ciertas reglas. Si por ejemplo de la plusvalía del sector I de 1000 pv la mitad se utiliza para la ampliación de la producción y la composición orgánica queda igual está definido, ya que de los 500 pv que están reinvertidos quedan 400 para la ampliación del capital constante y solo 100 para el aumento de la masa salarial en este sector. Así Marx puso como ejemplo del segundo ciclo:
I:I 4400 c + 1100 v + 1100 pv = 6600
II: 1600 c + 800 v + 800 pv = 3200
Y él siguió con esquemas posibles de varios ciclos de acumulación. Estos esquemas han sido ampliados, criticados y precisados por Luxemburgo, Bauer, Bujarin, Sternberg, Grossmann y otros. Lo que podemos sacar de ellos es una cierta ley que se puede resumir en la formula:
Si tenemos:
Sector I con: c1 + v1 + r1 + ac1 + av
Sector II con: c2 + v2 + r2 + ac2 + av2
la reproducción ampliada exige que:
c2 + a2c = v1 + r1 + a1v ([16]).
O sea: el valor del capital constante en el sector II (c2) más la parte del plusvalor en el mismo sector dedicada a la ampliación del capital constante (a2c) ([17]) tiene que intercambiarse con el valor del capital variable en el sector I (la masa salarial, v1) más el rédito de los capitalistas del mismo sector (r1) más la parte de la plusvalía en este sector dedicada al empleo de nuevos trabajadores (av1) ([18]).
Estos esquemas no tienen en cuenta ciertos factores, por ejemplo:
1) El hecho que esta economía necesita condiciones para su expansión "permanente"; se necesitan cada vez más trabajadores y materias primas.
2) El hecho que no hay un intercambio directo entre las diferentes entidades, sino un intercambio de compra-venta, por mediación del dinero, la mercancía universal. Por ejemplo la entidad de productos materializados en el valor ac1 tiene que intercambiarse con si mismo: son medios de producción que se necesitan en el mismo sector, hay que venderlos y comprarlos antes de poder utilizarlos.
Al mismo tiempo los esquemas tienen ciertas consecuencias que molestan bastante, como por ejemplo el hecho de que el sector II no tiene ninguna autonomía frente al sector I. El ritmo de crecimiento del sector de la producción de medios de consumo, así como su composición orgánica dependen totalmente de las proporciones en la acumulación del sector I ([19]).
A los defensores de la necesidad de los mercados extracapitalistas no les podemos obligar a que vean un cierto problema, es decir que vean lo que Marx investigó con los esquemas de la acumulación capitalista. En vez de mirar los diferentes problemas, colocando cada uno en su lugar específico, prefieren mezclar los diferentes contradicciones insistiendo permanentemente en un aspecto del problema: ¿quién compra finalmente la mercancía necesaria para la ampliación de la producción? Es una fijación que les ciega. Pero si uno quiere seguir la lógica misma de los esquemas tal como los presentó Marx, no puede oponerse a la conclusión siguiente:
Si las condiciones se dan tal como los esquemas presuponen y si aceptamos las consecuencias (condiciones y consecuencias que se pueden analizar separadamente), por ejemplo un gobierno que controla toda la economía, teóricamente puede organizarla de tal manera que la acumulación funciona según el esquema: c2 + a2c = v1 + r1 + a1v. A este nivel no hay ninguna necesidad de mercados extra capitalistas. Si aceptamos esta conclusión podemos analizar separadamente (o sea distinguir) los demás problemas, por ejemplo:
1) ¿Cómo puede crecer de forma permanente una economía en un mundo que tiene limites?
2) ¿Cuáles son las condiciones del uso del dinero? ¿Cómo puede mediar el dinero eficazmente en los diferentes actos de transformación de un elemento del capital global en otro?
3) ¿Qué efectos tiene una composición orgánica creciente (o sea cuando el capital constante crece más rápidamente que el capital variable)?
4) ¿Qué efectos tienen salarios que crecen "por encima de lo necesario"?
Está claro, como dijo R. Luxemburg que, los esquemas matemáticos en sí mismos no prueban nada, ni la posibilidad ni la imposibilidad de la acumulación. Pero sí sabemos exactamente lo que dicen (y de qué están abstrayendo) podemos distinguir los diferentes problemas. Luxemburgo estudió también los tres primeros problemas enumerados aquí. Contribuyó sobre todo en analizar las cuestiones 1) y 3). Pero referente al problema 2) confundió diferentes contradicciones y las resumió en una sola dificultad, en la de la realización de la parte de la plusvalía dedicada a la ampliación de la reproducción: La transformación en dinero no solo es un problema para esta parte del producto global (ac1, av1, ac2 y av2), sino para todos los elementos de la producción (también de c1, v1, c2, v2 y mismo del rédito: el propietario de la fabrica de chocolate no puede comer únicamente chocolate). Estas transformaciones de las mercancías en dinero, y después de dinero en nuevos elementos físicos de la producción pueden fracasar. Cada vendedor tiene que encontrar su comprador, cada venta es un reto - eso es un problema aparte que teóricamente se puede separar del otro problema (número 1) que consiste en la necesidad del crecimiento del campo de la producción capitalista, o sea en la necesidad también del crecimiento del mercado. Tal crecimiento tiene que pasar obligatoriamente en detrimento de las esferas ([20]) extracapitalistas. Pero este crecimiento presupone solo que el capitalismo tiene a su disposición todos los elementos físicos para su producción a nivel ampliado (fuerza de trabajo, materias primas, etc.); este problema no tiene nada que ver con la venta de una parte de la producción capitalista a productores de mercancías no capitalistas. Como dijimos anteriormente: la venta a mercados extracapitalistas puede atenuar problemas de la sobreproducción, pero no es constitutiva para la acumulación.
En la presentación de la discusión en la Revista Internacional no 136 la Redacción ha intentado oponer ciertas posturas de la Tesis "capitalismo de Estado keynesiano-fordista" con las posiciones de la CCI, particularmente con nuestra plataforma. Tal vez que esta tentativa está motivada por unas notas de C.Mcl en la versión completa de su artículo para la Revista Internacional no 135, versión que existe solo en nuestro sitio en francés ([21]). Allí C.Mcl critica ciertas formulaciones del punto 3 de la Plataforma. Es una critica desde un punto de vista teórico sin proponer formulaciones alternativas. No conocemos la actitud actual de C.Mcl referente a la Plataforma, porque ha abandonado la discusión. No podemos hablar por él. Pero nosotros estamos de acuerdo con nuestra Plataforma que se ha concebido desde el principio para integrar a todos los que están de acuerdo con el análisis de que el capitalismo entró en su fase de decadencia con la Primera Guerra Mundial. El punto 3 de la Plataforma nunca pretendía excluir a los revolucionarios que explican la decadencia con la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, a pesar de que la formulación de este punto tiene un sello "luxemburguista". Si el punto 3 de nuestra Plataforma es algo como el denominador común entre los marxistas revolucionarios que explican la decadencia o por la falta de mercados extracapitalistas o por la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, no vemos ningún motivo para salir fuera de este marco solo porque defendemos no solo una sino las dos ideas, cada una en su dinámica propia. En este sentido no tenemos ningún interés en precisar la Plataforma de una forma que se sientan excluidos una u otra posición que dan explicación a la entrada de la decadencia del capitalismo. Una formulación como la actual es preferible, aunque con el avance de la discusión sobre los "Treinta Gloriosos", se pueda tal vez encontrar una formulación que refleje de forma más consciente los diferentes análisis de la decadencia del capitalismo.
En este mismo sentido queremos aclarar nuestra postura referente a la presentación en la Revista Internacional nº 136 de "la puesta en entredicho de diferentes posiciones de la CCI" por la Tesis "capitalismo de Estado keynesiano-fordista". Bajo el titulo "La evolución de las posiciones presentes" se señalan tres contradicciones entre los argumentos de la plataforma y la Tesis "capitalismo de Estado keynesiano-fordista", supuestas contradicciones que queremos aclarar. Citamos los párrafos críticos de la presentación:
1) "Así, para esa Tesis: (capitalismo de Estado keynesiamo-fordista)
- "El capitalismo genera en permanencia la demanda social que es la base del desarrollo de su propio mercado", mientras que para la CCI, "Contrariamente a lo que pretenden los adoradores del capital la producción capitalista no crea automáticamente y a voluntad los mercados necesarios para su crecimiento" (Plataforma de la CCI)".
Aunque se encuentra la cita "El capitalismo genera en permanencia la demanda social que es la base del desarrollo de su propio mercado" en la Revista Internacional no 135, no se puede aislar esta idea del conjunto. Como se ha visto en el capítulo anterior del presente texto el capitalismo (para nosotros, pero también para los que se explican la decadencia únicamente por la tendencia decreciente de la tasa de ganancia) tiene una dinámica propia de expandir su mercado. Pero ninguno de los defensores de la tesis "capitalismo de Estado keynesiano-fordista" afirmó que estos mercados sean suficientes. Pueden ofrecer una salida por un cierto tiempo, pero no hay superación de la contradicción elemental: El mercado crece menos rápidamente que la producción.
2) "- El apogeo del capitalismo corresponde a cierto estadio de "la extensión del salariado y su dominación mediante la constitución del mercado mundial". Para la CCI, en cambio, este apogeo se alcanza cuando las principales potencias económicas se han repartido el mundo y se "alcanza un grado crítico de saturación de esos mismos mercados que le habían permitido la formidable expansión del siglo XIX" (Plataforma de la CCI)."
El segundo punto de supuesta divergencia de nuestra posición con las posiciones del CCI se refiere a la entrada del capitalismo en su fase decadente. La tesis "capitalismo de Estado keynesiano-fordista" está totalmente de acuerdo en que el apogeo se alcanza cuando las principales potencias económicas se han repartido el mundo. La única diferencia entre el "luxemburguismo" de la plataforma y nosotros está en el papel de los mercados extracapitalistas. Pero evidentemente esta divergencia tiene mucha menos importancia que la que tienen los defensores del análisis de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia como único factor (Grossmann, Mattick).
3) "- La evolución de la cuota (o tasa) de ganancia y el tamaño de los mercados son dos cosas totalmente independientes, mientras que para la CCI, "la dificultad creciente que tiene el capital para encontrar los mercados donde realizar su plusvalía, acentúa la presión a la baja que ejerce sobre la tasa de ganancia el crecimiento constante de la proporción entre el valor de los medios de producción y el de la fuerza de trabajo que los pone en funcionamiento" (ídem)".
Referente al último punto podemos decir que estamos globalmente de acuerdo con la presentación aunque no hablamos de independencia "total" sino "teórica". Siempre dijimos que la tasa de ganancia influye en los mercados y al revés, pero son dos factores "no vinculados teóricamente".
¿Cuáles son las consecuencias de las divergencias? A primera vista, ninguna.
Tenemos evidentemente una interpretación diferente de ciertas dinámicas en la economía capitalista. Estas diferencias pueden llevarnos también a divergencias en otros aspectos, por ejemplo en el análisis de la crisis actual y de las perspectivas inmediatas del capitalismo. La apreciación del papel que juega el crédito en la crisis actual, la explicación de la inflación y el papel de la lucha de clases nos parecen temas que pueden ser analizados diferentemente según las posiciones distintas en este debate sobre los Treinta gloriosos.
A pesar de las divergencias expuestas en este debate, tanto en el XVIIo Congreso, así como en el XVIIIo, discutimos de la crisis económica actual y votamos todos a favor de las mismas Resoluciones sobre la situación internacional. Aunque dentro de la organización se tengan diferentes análisis sobre los mecanismos fundamentales de la economía capitalista podemos llegar a conclusiones muy similares sobre las perspectivas inmediatas y las tareas de los revolucionarios. Eso no quiere decir que el debate no sea necesario, al contrario lo que nos exige es la paciencia y la capacidad de escucharnos mutuamente con un espíritu abierto.
Salome & Ferdinand 04/06/09
[1]) "Las bases de la acumulación capitalista".
[2]) "Economía de guerra y capitalismo de Estado".
[3]) El artículo publicado aquí ("Respuesta a Silvio y a Jens", firmado conjuntamente por Salomé y Ferdinand) señala que algunas notas del artículo de C. Mcl, "Origen, dinámica y límites del capitalismo de Estado keynesiano-fordista [16]", que constan en la edición francesa no constan en inglés ni en español. Corregiremos esos defectos en las páginas de esas dos lenguas de nuestro sitio Web, para que los términos del debate y además por el hecho de que, como lo señalan Salomé y Ferdinand, C.Mcl "critica ciertas formulaciones del punto 3 de la Plataforma", "desde un enfoque teórico sin proponer fórmulas alternativas".
[4]) Revista Internacional nº 133, "Debate interno en la CCI" (ver nota 1).
[5]) Revista Internacional nº 136, "Debate interno en la CCI (III): Las causas de la prosperidad consecutiva a la Segunda Guerra mundial", Las bases de la acumulación capitalista (de Silvio), con referencia a una cita de P. Mattick.
[6]) Revista Internacional nº 133, Debate, capitulo "Los mercados extracapitalistas y el endeudamiento".
[7]) Revista internacional n º 121, "Crisis económica: Bajada a los infiernos"
[8]) Para más información sobre los tratados de Bretton Woods consultar por ejemplo la contribución de "papamarx" en https://fr.internationalism.org/icconline/2009/papa-marx [17]
[9]) Silvio en la Revista Internacional nº 136
[10]) Revista Internacional no 129, "Respuesta a la CWO - La guerra en la fase de decadencia del capitalismo".
[11]) Revista Internacional no 135, "Debate interno en la CCI - Las causas del período de prosperidad consecutivo a la Segunda Guerra mundial" (II).
[12]) Fritz Sternberg, El imperialismo, Siglo XXI editores, p. 75.
[13]) Revista Internacional no 136.
[14]) F. Sternberg considera este punto de reflexión de R. Luxemburgo como el más fuerte que "todos aquellos que criticaron a Rosa Luxemburgo se han cuidado celosamente de abordar" (El imperialismo, p. 70).
[15]) Revista Internacional no 136.
[16]) Por ejemplo: Nicolás Bujarin, L'impérialisme et l'accumulation du capital, réponse à Rosa Luxemburg, capítulo III.
[17]) Estos dos elementos estaban producidos en el sector II, o sea se encuentran en forma de medios de consumo.
[18]) Estos tres elementos se encuentran en forma de medios de producción, y tienen que estar comprados finalmente en una u otra forma por los capitalistas del sector II ("cambiado" por c2 + a2c).
[19]) Pensamos que ahí está la razón económica del sufrimiento de los trabajadores explotados bajo el estalinismo (maoísmo incluido): este capitalismo de Estado muy rígido forzó al máximo la industrialización con la preferencia del sector I, lo que dejó al sector de la producción de los medios de consumo a un nivel reducido al mínimo.
[20]) Una esfera no es necesariamente un mercado: Lavar y planchar ropa en casa son actividades en una esfera extracapitalista. Esta esfera puede ser conquistada por el capitalismo si el salario es suficientemente alto para permitir al obrero de llevar la ropa sucia a la lavandería. Pero no hay ningún mercado extracapitalista en este ejemplo.
[21]) "Origen, dinámica y límites del capitalismo de Estado keynesiano-fordista [16]", notas 16, 22, 39, 41.
Enlaces
[1] http://www.barackobama.com
[2] https://en.cop15.dk/news/view+news?newsid=1555
[3] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/green-economy
[4] https://dndf.org/?p=4049
[5] https://es.internationalism.org/node/2585
[6] https://www.marxists.org/espanol
[7] https://es.internationalism.org/node/2538
[8] https://es.internationalism.org/tag/21/482/marxismo-y-ciencia
[9] https://es.internationalism.org/tag/personalidades/charles-darwin
[10] https://es.internationalism.org/tag/personalidades/pannekoek
[11] https://es.internationalism.org/tag/corrientes-politicas-y-referencias/izquierda-comunista
[12] https://es.internationalism.org/cci-online/200902/2494/salud-a-las-nuevas-secciones-de-la-cci-en-turquia-y-filipinas
[13] https://es.internationalism.org/cci-online/200904/2556/encuentro-de-comunistas-internacionalistas-en-latinoamerica
[14] https://perso.telecom-paristech.fr/~jld/
[15] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/resoluciones-de-congresos
[16] https://es.internationalism.org/cci-online/200811/2391/debate-interno-en-la-cci-las-causas-del-periodo-de-prosperidad-consecutivo-a-
[17] https://fr.internationalism.org/icconline/2009/papa-marx
[18] https://es.internationalism.org/tag/21/480/las-causas-del-periodo-de-prosperidad-consecutivo-a-la-segunda-guerra-mundial
[19] https://es.internationalism.org/tag/2/25/la-decadencia-del-capitalismo
[20] https://es.internationalism.org/tag/acontecimientos-historicos/treinta-gloriosos
[21] https://es.internationalism.org/tag/3/46/economia