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Hace 3 años, los trabajadores del metal de Vigo protagonizaron una lucha que consiguió en parte sus reivindicaciones, en particular, logró un aumento lineal, una medida unitaria y solidaria que mejora los salarios de todos beneficiando al mismo tiempo a los compañeros que menos cobran.
El "secreto" de este éxito temporal se debió a que los trabajadores emplearon lo que podríamos llamar los métodos proletarios de lucha: la huelga que partió del pequeño metal buscó y logró la solidaridad activa de sus compañeros de las grandes empresas de astilleros y automovilismo. Esta solidaridad se llevó a cabo mediante manifestaciones masivas que acudían a las puertas de las fábricas, celebraban con los compañeros asambleas conjuntas donde decidían unirse y continuar la lucha común. Al mismo tiempo, la huelga era dirigida diariamente por Asambleas Abiertas con participación de unas 10.000 personas en las cuales otros trabajadores que no fueran del sector estaban invitados a dar su posición. La burguesía a través del gobierno central de ZP, campeón del "talante", empleó el sádico procedimiento de las porras, los gases de humo, las provocaciones policiales para intentar pudrir la lucha. Pero los compañeros no cayeron en la trampa. Cuando 2 trabajadores fueron encerrados en los calabozos de los juzgados más de 15000 personas se congregaron ante ellos obligando a su liberación[1].
Hoy, 3 años después los compañeros de Vigo reemprenden la lucha
Desde finales de abril, la lucha obrera vuelve a Vigo. Como hicimos entonces, nuestra primera preocupación es manifestar nuestra solidaridad a los trabajadores en lucha. Hoy, sin embargo, las condiciones son diferentes de 2006.
Primero a nivel de la crisis. En 2006 estábamos en plena borrachera del ladrillo y parecía que con tanta "prosperidad" se podrían obtener mejoras que aportaran a los trabajadores al menos algunas migajas de tan fastuoso festín. Hoy nos hemos despertado de un sueño loco que se ha transformado en una cruel pesadilla cuyos principales paganos son los trabajadores. Lo poquito que se obtuvo en 2006 ha sido barrido por el vendaval de la crisis. Un trabajador decía: «las cosas están muy mal. Es luchar o morir». La preocupación, la tensión, la ansiedad, se palpan en el ambiente, el futuro no está claro, «¿acabaré en el paro y entonces qué tendré para mis cuatro hijos?», se preguntaba otro trabajador.
Pero el principal cambio está en la política seguida por sindicatos.
En 2006, el impulso de una mayoría de jóvenes obreros sorprendió a los sindicatos. En las Asambleas éstos rechazaban las propuestas obreras lo que provocó indignación y rupturas de carnés. Las manifestaciones masivas no pudieron ser detenidas por los sindicatos pese a sus intentos de "reconvertirlas" en acciones violentas o en "paros de 24 horas" que les permiten controlar estrictamente el terreno e impedir las iniciativas autónomas y el contacto directo entre los obreros..
En 2009 los sindicatos han tomado la delantera. En lugar de una huelga que surge de las pequeñas empresas y que se extiende como un mancha de aceite hacia las grandes empresas, los sindicatos han impuesto la camisa de fuerza de "jornadas de lucha" que dosifican y convocan a conveniencia. Atrapados en esa camisa de fuerza, los trabajadores están teniendo grandes dificultades para desarrollar su iniciativa, su solidaridad, sus acciones.
El 5 de mayo hubo una jornada de lucha. «De distintas factorías de Vincios, Porriño, Mos y Ponteareas partieron los piquetes. La praza de España fue el punto de encuentro. Desde allí, miles de trabajadores recorrieron la Gran Vía hasta la praza de América, donde se reunieron con otros manifestantes de su sector»[2]. Volvían a reaparecer los métodos clásicos de la manifestación masiva y la convergencia entre trabajadores de las diferentes empresas. Al final los obreros se reagruparon en una Asamblea General en la Plaza do Rei. Pero a diferencia de 2006 con el pretexto de que hablaran los representantes de cada factoría, los sindicatos impidieron la expresión libre que existió en 2006 y solo hablaron los Comités de Empresa.
El 6 de mayo, la huelga continuó pero en lugar de ir a las grandes empresas la acción propuesta por los sindicatos fue ocupar la Feria de Muestras. Aparecía como algo espectacular que supuestamente tendría "mucha repercusión" pero en realidad se trataba de aislar a los obreros, impedir lo único que les puede dar fuerza y conquistar una verdadera resonancia social: lograr la incorporación a la lucha de sus hermanos de las grandes empresas.
El 7 de mayo, los sindicatos abrían negociaciones con la patronal. Estas no fueron otra cosa que un "mareo de la perdiz" por lo que la impaciencia y el nerviosismo empezaron a cundir entre los trabajadores. En varios polígonos surgieron asambleas espontáneas. Para evitar cualquier desbordamiento, los sindicatos convocaron una nueva jornada de lucha para el 20. Esta vez, los huelguistas se dirigieron hacia los astilleros a pedir solidaridad y los trabajadores de Vulcano se sumaron a ellos. La convocatoria estaba limitada a 2 jornadas de paro pero el 21 una salvaje carga policial contra una manifestación que se dirigía a los astilleros Barreras encendió los ánimos. Al día siguiente, los trabajadores decidieron continuar la huelga desbordando a los sindicatos que se vieron obligados a convocar "un paro de 4 horas"(¡¡¡). ABC, un diario de derechas al que no puede atribuirse la menor simpatía hacia los obreros, describía así los hechos en su edición del 23 de mayo: «Cerca de 5.000 manifestantes, con atuendo laboral, se echaban a las calles en repulsa por la carga policial de la jornada previa, a la que los sindicatos coincidieron en calificar de "desproporcionada". Al grito de "lume, queremos lume", "Vigo, el metal está en huelga", los concentrados recorrieron las principales calles pidiendo el apoyo de los vecinos. La de esta mañana ha sido la de mayor poder de convocatoria de la causa, a la que se unieron incluso trabajadores de algunas empresas que cuentan con convenio propio, que no dudaron en adherirse a la lucha».
En la asamblea que tuvo lugar en Plaza del Rei, los sindicatos propusieron una tregua de 4 días para que "la patronal haga una propuesta seria". Al final, lograron convencer a los congregados proponiendo una "huelga general e indefinida", radicalismo vacío que se oponía a la continuación concreta de la huelga ahora que había fuerzas, conciencia y ánimos.
Como era de esperar, no hubo ninguna oferta seria de la Patronal lo que obligó a los sindicatos a lanzar una nueva convocatoria de jornadas de lucha para el 3 y 4 de junio retrasando la "movilización general" para el 15 de junio si la patronal no respondía.
El 3 hubo movilización masiva e incorporación de trabajadores de Vulcano y Metalship. El 4 los sindicatos organizaron una de sus acciones - espectáculo consistente en acudir al Náutico de Vigo e impedir el acceso de los pasajeros al crucero Independent of The Sea. Desde un punto de vista superficial un acto de esas características aparece como el no va más del radicalismo "revolucionario" puesto que ¿no son los cruceros el símbolo más acrisolado de lujo capitalista? Pero analizada más seriamente se trata de una acción no solo inútil sino totalmente contraproducente. Los trabajadores se aíslan, se enfrentan con gentes que no conocen ni sus reivindicaciones y que no están en la mejor predisposición para entenderles, y, en definitiva, aportan el móvil para que la prensa y la TV los atacaran como vándalos y los acusaran nada menos que de "dañar el desarrollo turístico de Vigo". Mientras que el método proletario de lucha consiste en ganarse a los demás trabajadores mediante delegaciones masivas y asambleas conjuntas donde todos pueden discutir, comprender, simpatizar, aunar voluntades, y, por tanto, levantar una fuerza real y eficaz contra el Estado y el Capital, el método sindical consiste en actos en el vacío, que crean enfrentamiento, que los desprestigia con facilidad y los exponen, como así ocurrió a la brutal represión policial.
El show del crucero acabó en una salvaje carga policial que dispersó a los trabajadores. Pero en estos se corrió la voz de acudir a las puertas de Barreras -el mayor astillero vigués-. Unos 500 obreros lograron confluir en la plaza de entrada aunque rápidamente un número impresionante de furgones policiales tomó la plaza y empezaron a atacar violentamente la asamblea. En el otro lado, en un centro comercial, se concentraron de manera espontánea jóvenes de un instituto, los clientes del centro así como trabajadores que iban llegando. Los concentrados increpaban a la policía y jaleaban con aplausos las acciones defensivas de los trabajadores del otro lado. Esto motivó una violenta carga policial que un fotógrafo aficionado describe en su Blog así: «Esa fue la razón para que en un momento determinado fueran a por los que estábamos allí congregados, primero lanzándonos pelotas de goma que escuchamos silbar al lado de nuestros oídos y cargando a píe luego. Solo por no estar a favor de su actuación brutal, injustificada y desmedida. Nos fuimos a refugiar al garaje del centro comercial antes de entrar uno de los botes de humo cayó ardiendo sobre nuestras cabezas. Cundió el pánico y cerramos la verja del garaje por si les daba por descargar dentro. De repente abrieron la verja los antidisturbios y nos hicieron salir de allí y nos dejaron marchar a condición de que nos dispersáramos»[3]
La Asamblea pudo por fin celebrarse pues los trabajadores lograron romper el cerco policial y se conoce que alguna autoridad dio la orden de retirar los anti-disturbios. La Asamblea hizo un llamamiento a una manifestación general donde pidieron que todos los trabajadores, fueran del sector que fueran, acudieran con sus familias. Esta tuvo lugar al día siguiente con una asistencia de unas 7000 personas.
Para no hacer esta crónica demasiado larga[4] los días siguientes han transcurrido entre convocatorias de huelga, negociaciones infructuosas, tentativas de lograr la solidaridad de los trabajadores de las grandes empresas -conseguida en el caso de Barreras, Vulcano y de manera muy minoritaria en Citroen- . Hoy martes 16, cuando escribimos estas líneas, la situación sigue estacionaria, parece que los trabajadores están cansados porque su lucha se hunde en una falta total de perspectiva. Los sindicatos han hecho una complicada propuesta de movilizaciones, un verdadero sudoku: « La acción de los manifestantes y piquetes se centrará desde hoy en los concesionarios de coches, con el fin de paralizar las ventas (...) Las centrales han elaborado un programa de movilizaciones para esta semana que, con carácter general, consistirá en realizar paros "parciales" de cuatro horas de duración -entre las 09.00 y las 13.00 horas- en los turnos de mañana para las empresas de construcción naval. En los turnos de tarde y noche, el paro de cuatro horas se realizaría al final de la jornada. Sin embargo, los talleres de reparación de automóviles quedarían fuera de este programa y sus paros se aplicarían desde las 12.30 horas hasta el final de la jornada. Mientras, las empresas de instalación de gas, fontanería, calefacción y electricidad pararán toda la jornada»[5]
Los métodos sindicales de lucha conducen a la derrota
Una de las razones por las cuales los sindicatos justifican su existencia es la de que ellos son "profesionales de la lucha", tienen experiencia de organización, negociaciones, convocatorias etc. Frente a estos "expertos", los obreros serían supuestamente unos seres apáticos, que no saben cómo luchar, que se pelean entre ellos, que cada cual va a la suya etc.
Sin embargo, los hechos no concuerdan con ese tópico. En 2006, los obreros dando libre curso a su propia iniciativa fueron capaces de obtener una gran solidaridad lo cual les proporcionó un pequeño respiro en sus condiciones de vida. En cambio, lo que vemos hoy en 2009 donde los sindicatos han logrado imponer su sello de "profesionales consumados" es el cansancio, el callejón sin salida, la desilusión. Forzoso es concluir que el planteamiento sindical y los métodos sindicales no desarrollan la lucha obrera sino que la destruyen.
• Las Asambleas: en 2006, las asambleas abiertas permitían una discusión libre, amplia, de tal manera que los obreros podían pensar y decidir juntos contando con el aliento y la opinión de compañeros de otros sectores. En 2009, bajo la férula sindical, las asambleas son aburridas, hay que soportar largos discursos de los líderes, todo está cuadriculado para que solo hablen los delegados sindicales. No hay vida, las asambleas parecen un trasunto de la parodias del parlamento. Como en Vigo 2006, como en las Asambleas masivas de Grecia en diciembre 2008, los trabajadores necesitamos recuperar nuestra auténtica tradición de Asambleas Abiertas, con libre participación de todos, con discusiones sobre lo que nos interesa, intervenciones concretas y cortas. Recordemos lo que decía el himno de la Primera Internacional «Ni en dioses, reyes y tribunos está el supremo salvador nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor». Las Asambleas son el cauce concreto para que la emancipación de los trabajadores pueda ser obra de los propios trabajadores sin ningún "salvador" político o sindical.
• La Solidaridad: en 2006, los trabajadores acudían masivamente a las otras empresas, improvisaban una asamblea conjunta, se creaba un contacto directo entre trabajadores, podían hablar, establecer lazos humanos, superar la atomización y el aislamiento, aprender a comprenderse, a desarrollar la empatía, es decir, se ponían los medios para sentirse como parte de la clase obrera, vivirse y afirmarse como tal. ¿Qué tenemos en 2009 bajo las "manos expertas" de los sindicatos? Aunque ha habido numerosas tentativas de repescar los métodos de 2006, los sindicatos han privilegiado una acción, según ellos, "más eficaz": los cortes de tráfico. Los cortes de tráfico han tenido efectivamente un "gran éxito". Cada vez que había "jornada de lucha" Vigo quedaba totalmente colapsada, era imposible llegar a tiempo al trabajo, realizar suministros, realizar negocios, transportar mercancías. Parecería que se había asestado un duro golpe a la economía capitalista.
Sin embargo, los propios empresarios reconocen que su economía se ha visto muy poco afectada y las desbarajustes -más allá de las situaciones puntuales- han permitido liberar los enormes stocks e incluso han sido aprovechados para pedir a los trabajadores de pequeños negocios que se quedaran en casa sin cobrar "por culpa de los huelguistas".
Pero habría otra "gran ventaja" según la argumentación sindical: los demás trabajadores "se enteran del conflicto", la repercusión social es "tremenda" y "todo el mundo habla de lo que pasa en el metal de Vigo".
En un corte de tráfico te imponen manu militari la "solidaridad" con los huelguistas, no hay ni discusión ni contacto directo ni encuentro humano, lo que hay es miedo, enfado con los huelguistas, nervios, atomización, cada cual encerrado en "su coche", angustiado por que está llegando tarde al trabajo. Así no se desarrolla ninguna solidaridad sino más bien hostilidad hacia los huelguistas. Los automovilistas se "enteran" del conflicto pero lo hacen en condiciones que no pueden sino favorecer su antipatía y su repulsa. Puede que se hable "del metal de Vigo" pero como un asunto particular, como algo ajeno, de unos que quizá sean fuertes pero que no se sabe qué quieren ni qué reivindican.
Claramente: estos métodos no ayudan ni a la unidad ni a la solidaridad sino que provocan el enfrentamiento y la división entre trabajadores, aumentan aún más si cabe la atomización y el aislamiento característicos de esta sociedad.
• Las acciones de fuerza: en 2006, los trabajadores lograron una fuerza colectiva basada en la solidaridad, las manifestaciones y las asambleas masivas. Esto provocó cierta preocupación en el gobierno central que tras ensayar la vía de las provocaciones policiales con cargas brutales aconsejó finalmente conceder aumentos salariales para acabar rápidamente con el conflicto.
Hoy, cuando la lucha ha caído en las sabias manos de los sindicatos, vemos todo lo contrario: llevamos casi dos meses de lucha y no se vislumbran salidas, todo se está pudriendo. Mientras en 2006 la población de Vigo manifestaba una simpatía indudable, hoy cuando paradójicamente el conflicto es más conocido y encuentra eco en TV española[6], las actitudes que proliferan entre "los ciudadanos" es de hastío y antipatía hacia los huelguistas. Hoy cuando la lucha de Vigo ha logrado una cierta repercusión social los trabajadores están más aislados que en 2006 cuando su lucha apenas fue conocida.
Es preciso preguntarse por la causa de tal paradoja. Ahí juega un papel crucial la manera con la que el sindicalismo entiende plantear una relación de fuerzas con el Capital. Según los sindicatos los trabajadores se hacen fuertes contra el capital si protagonizan acciones espectaculares que "atacarían el sistema en su corazón" y "lograrían un fuerte impacto social". Tres muestras de este planteamiento han sido en Vigo la "ocupación" de la Feria de Muestras, el numerito ante el crucero de lujo y ahora ha programadas acciones de "fuerza" para que no se vendan coches en los concesionarios.
Se supone que todo esto es muy radical. Se atacan "templos del capitalismo" como serían las Ferias de Muestra y los cruceros, se interrumpe la venta de coches, símbolo por antonomasia del "capitalismo". Puede pensarse que antes tales acciones los burgueses "sienten miedo", la "circulación de mercancías" queda interrumpida, ¿podría imaginarse mayor ataque a los "cimientos" del sistema?
Puede que tal o cual burgués individual sienta miedo, puede igualmente que tal o cual jefe de concesionario pierda su comisión ante los estropicios causados, puede que tal o cual empresario vea frustrado un apetitoso negocio. Pero tales acciones no dejan ni un rasguño en la piel del elefante del mamut capitalista.
El capitalismo no se basa en una relación personal sino en una relación social. El capitalista individual es, como decía Marx, un funcionario del capital, lo que se ha acentuado enormemente en el siglo XX y XXI con la presencia omnipotente del Estado en todos los ámbitos. La sangre que alimenta esa relación social es la atomización, la división, la competencia entre los obreros. Si los obreros actúan cada cual encerrado en la cárcel de su empresa, de su sector, de su región; si cada lucha obrera no es vista como propia por los demás obreros, el Capital como sistema puede dormir muy tranquilo.
Las acciones espectaculares que montan los sindicatos no hacen a los obreros más fuertes sino que los debilitan.
Primero que nada porque trasladan a la sociedad una imagen penosa de los obreros. Cuando un grupo de obreros boicotea un crucero o un acto en una Feria de Muestras, aparece como una cuerda de niños enfadados que están pataleando, no se les ve como una clase social capaz de una iniciativa propia sino como unos gamberros que estropean una fiesta. Es un planteamiento humillante de la lucha de la clase obrera, algo que la conduce al ridículo y al desprestigio social, algo que facilita a los medios de comunicación sus brutales campañas que han proliferado en Vigo presentando a los obreros como "vándalos", como "anti-sociales", como los nuevos portadores de la "kale borroka".
Segundo porque los obreros son desviados de lo único que les puede dar fuerza: la solidaridad, la acción común de los demás obreros e igualmente la simpatía -o al menos la benévola neutralidad- de las capas sociales no explotadoras. La relación social capitalista, el funcionamiento del sistema, empieza a bloquearse realmente cuando emerge frente a él una fuerza social que es capaz de luchar de manera unitaria y solidaria y que con ello levanta una perspectiva muy diferente a la asquerosa realidad cotidiana del capitalismo.
Vigo 2006, Vigo 2009. Se repite hasta la náusea que los obreros están pasivos, no quieren luchar, cada cual va a la suya. ZP abona esa visión al proclamar que «los trabajadores son más responsables que el PP pues renuncian a la huelga general para dar margen al gobierno para salir de la crisis».
Tanto Vigo 2006 como Vigo 2009 demuestran todo lo contrario: la combatividad, la búsqueda de la solidaridad, maduran en sectores todavía minoritarios de la clase obrera constituyendo la punta del iceberg de un proceso más profundo que todavía no ha salido a la superficie. Para que todo lo que se está incubando acabe saliendo a la superficie es necesario romper con los métodos sindicales que ahogan e impiden la lucha y de los que Vigo 2009 ha sido un testimonio elocuente. Y hemos de retomar los métodos proletarios de lucha como Vigo 2006
Corriente Comunista Internacional 16-6-09
[1] Ver nuestra hoja de intervención sobre esta lucha: VIGO: LOS METODOS PROLETARIOS DE LUCHA en /content/910/huelga-del-metal-de-vigo-los-metodos-proletarios-de-lucha
[2] Nota de la agencia EFE 6-5-09
[3] Crónica del metal en Vigo, la guerra empezó bien de mañana, (video-fotos-crónica)
[4] Un dossier con noticias recogidas de diferentes periódicos así como de Blogs y de comentarios de la gente por Internet se halla publicado en el Blog de espacio de debate ESPAREVOL. Ver groups.google.es/group/esparevol/browse_thread/thread/c467fe8bc03bac78?hl=es.
[5] El Faro de Vigo 16-6-09
[6] En 2006 hubo una censura rigurosa, apenas salieron imágenes en la TV y la prensa de circulación nacional