Enviado por CCI Online el
En octubre de 2013, nació un nuevo “grupo político” que se dio el pomposo nombre de “Grupo Internacional de la Izquierda Comunista” (GIGC). Este nuevo grupo no le hace mucha gracia dar a conocer su identidad: se ha constituido a partir de la fusión entre 2 elementos del grupo Klasbatalo de Montreal y elementos de la pretendida ex-“Fracción Interna” de la CCI (FICCI) que fueron excluidos de la CCI en 2003 debido a sus comportamientos indignos de la militancia comunista: además del robo, las calumnias y el chantaje, estos elementos cruzaron el Rubicón debido a sus comportamientos deliberados de soplones, entre otras “hazañas” publicando por adelantado en Internet la fecha de la conferencia de nuestra sección en México y repitiendo insistentemente las verdaderas iniciales de uno de nuestros camaradas presentado como “el jefe de la CCI”. Los lectores no informados pueden consultar nuestros artículos publicados en aquel entonces en nuestra prensa1
En uno de estos artículos, Los métodos policiales de la FICCI pusimos claramente en evidencia que estos elementos ofrecen graciosamente sus buenos y leales servicios al Estado burgués. Ocupan la mayor parte de su tiempo en una actividad consistente en un seguimiento asiduo del sitio Internet de la CCI, tratando de informarse de todo lo que ocurre en nuestra organización, alimentándose –y difundiendo rápidamente-de los cotilleos más nauseabundos recogidos de las alcantarillas (y especialmente de la pareja Peter – Louise, 2 militantes de la CCI, que les obsesiona y les excita de forma extrema desde hace más de 10 años). Con posterioridad a la publicación de este artículo, han agravado aún más su caso al sacar públicamente un documento de 114 páginas, que reproduce numerosos extractos de las reuniones de nuestro órgano central internacional, con lo que se proponían demostrar sus acusaciones contra la CCI. Lo que este documento mostraba en realidad, es que estos elementos tienen un cerebro enfermo, totalmente cegado por el odio contra nuestra organización y que de forma consciente libran a la policía informaciones sensibles a fin de favorecer su trabajo.
Recién nacido, este pequeño aborto llamado “Grupo Internacional de la Izquierda Comunista” lanza su primer grito desencadenando una propaganda histérica contra la CCI, como lo prueba el cartel publicitario aparecido en sus Web: “¡Una nueva (¿la última?) Crisis interna en la CCI!” acompañada desde luego por un “Llamamiento al campo proletario y a los militantes de la CCI”
Desde hace varios días, este “grupo internacional” (compuesto por 4 individuos) lleva una actividad frenética, dirigiendo una carta tras otra a todo el “medio proletario”, así como a nuestros militantes y a ciertos simpatizantes (a los cuales han quitado las direcciones) con el fin de salvarlos de las “garras” de una pretendida “facción liquidadora” (un clan formado por Lousie, Peter y Baruch).
Los miembros fundadores de este nuevo grupo, dos soplones de la ex-FICCI, acaban de franquear un paso suplementario en la ignominia, desvelando claramente sus métodos policíacos que intentan la destrucción de la CCI. Este pretendido “Grupo Internacional de la Izquierda Comunista” hace sonar la alarma y proclama a diestro y siniestro que se ha hecho con boletines internos de la CCI. Exhibiendo su trofeo de guerra y con tan ruidosa algarabía, el mensaje que estos acreditados soplones quieren hacernos colar es muy claro: ¡habría un “topo” en la CCI que trabaja mano a mano con la ex-FICCI! Se trata claramente de un trabajo policial que no pretende otra cosa que sembrar la sospecha generalizada, la turbación y la cizaña en el seno de nuestra organización. Se trata de los mismos métodos que utilizó la GPU, la policía política de Stalin, para destruir desde dentro el movimiento trotskista de los años 30. Se trata de los mismos métodos que ya utilizaron en su día los miembros de la ex-FICCI (y más concretamente dos de ellos, Juan y Jonás, miembros fundadores del GIGC) cuando hicieron viajes “especiales” a varias secciones de la CCI en 2001 con objeto de organizar reuniones secretas y hacer circular rumores según los cuales una de nuestras camaradas (la “mujer del jefe de la CCI”, según su expresión) sería una “infiltrada”. Hoy, el mismo proceder para sembrar el pánico y destruir desde dentro la CCI resulta todavía más abyecto: con el pretexto hipócrita de querer “tender la mano” a los militantes de la CCI y salvarlos de la “desmoralización” estos espías profesionales lanzan en realidad el siguiente mensaje a todos los militantes de la CCI: “habría uno (o más) traidores en vuestras filas que nos han dado vuestros Boletines Internos, pero no os daremos su nombre pues sois vosotros quienes debéis buscarlos”. Tal es en realidad el objetivo de toda la febril agitación de este nuevo “grupo internacional”: introducir una vez más el veneno de la sospecha y de la desconfianza dentro de la CCI para intentar destruirla desde su interior. Se trata claramente de una auténtica empresa de destrucción cuyo grado de perversidad nada tiene que envidiar a los métodos de la policía política de Stalin o a los de la Stasi.
Como lo hemos recordado varias veces en nuestra prensa, Víctor Serge, en su libro bien conocido y que es una referencia en el movimiento obrero, Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión2, pone claramente en evidencia que la difusión de la sospecha y de la calumnia constituye un arma privilegiada del Estado burgués para destruir las organizaciones revolucionarias: “la confianza en el partido es el cimiento de toda fuerza revolucionaria (...) ¡Los enemigos de la acción, los cobardes, los acomodados, los oportunistas, buscan sus armas en los basureros! La sospecha y la calumnia les sirven para desacreditar a los revolucionarios (...) Este mal –la sospecha entre nosotros- no puede ser circunscrito que mediante un gran esfuerzo de voluntad. Hace falta –y es desde luego la condición previa para lucha victoriosa contra la verdadera provocación, de la cual cada acusación calumniosa lanzada contra un militante, hace el juego- que nadie sea acusado a la ligera, y que una acusación formulada contra un revolucionario sea rigurosamente verificada. Cada vez que alguien sufra semejante sospecha, un jurado de camaradas debe realizar una investigación y pronunciarse sobre la acusación o sobre la calumnia. Reglas simples que deben observarse si queremos preservar la salud moral de las organizaciones revolucionarias”. La CCI es la única organización revolucionaria que ha seguido siendo fiel a esta tradición del movimiento obrero defendiendo el principio de los Jurados de Honor frente a la calumnia: solo los aventureros, los elementos turbios y los cobardes no quieren que se haga la claridad delante de un Jurado de Honor3.
Víctor Serge afirma igualmente que las motivaciones que conducen a ciertos militantes a ofrecer sus servicios a las fuerzas de represión del Estado burgués no son forzosamente la miseria material o la cobardía: “hay otros más peligrosos, los diletantes, los aventureros que en nada creen, hastiados del ideal al que hasta ahora habían servido, amantes del peligro, de la intriga, de la conspiración, que gustan llevar un complicado juego engañando a todo el mundo. Estos individuos pueden tener talento y jugar un juego realmente indescifrable”. Dentro del perfil del soplón o del agente provocador, encontramos, según Víctor Serge, ex-militantes, “heridos por el partido”. El orgullo herido, recriminaciones personales provocadas por los celos, la frustración o la decepción, pueden conducir a militantes a desarrollar un odio incontrolable contra el partido (o contra algunos de sus miembros considerados como rivales) hasta el extremo de ofrecer sus servicios a las fuerzas de represión del Estado burgués.
Todos los “llamamientos” estruendosos de esta agencia oficiosa del Estado burgués que es el GIGC no son otra cosa que llamamientos al pogrom contra algunos de nuestros camaradas (en su momento denunciamos en nuestra prensa las amenazas proferidas por un miembro de la ex-FICCI que le dijo a uno de nuestros militantes: “¡a ti te voy a rebanar el pescuezo!”). No es ninguna casualidad si este nuevo “llamamiento” de los soplones de la ex-FICCI haya sido inmediatamente reproducido por uno de sus cómplices y “amigos”, un tal Pierre Hempel (que publica una basura tan indigesta como delirante llamada “El Proletariado Universal”, auténtica prensa amarilla) en el cual se puede leer barbaridades del estilo “Peter y su perra”. La “perra” en cuestión sería nuestra camarada a la que los soplones y potenciales asesinos de la ex-FICCI han acusado y hostigado desde hace más de 10 años, apoyados por sus cómplices de la pequeña movida con la que cuentan. Podemos apreciar el género de literatura (muy “proletaria”) que sostiene el “llamamiento” del pretendido “Grupo Internacional de la Izquierda Comunista”, que atiza la curiosidad y el voyeurismo de todos los carroñeros del pequeño medio que se proclama “proletario”. Se tienen los amigos que se merecen.
Pero no acaba ahí la cosa. Si pinchamos en los enlaces que figuran en la nota4, nuestros lectores que pertenecen verdaderamente al campo de la Izquierda Comunista, podrán hacerse una idea un poco más precisa del pedigrí de este nuevo “Grupo Internacional de la Izquierda Comunista”: está siendo patrocinado desde hace varios años por una tendencia perteneciente a otra oficina del Estado burgués, el NPA5 (partido de Olivier Besancenot que se presenta a las elecciones y que es invitado regularmente a los platós televisivos franceses). Esta tendencia del NPA le hace regularmente una ruidosa publicidad, en lo más destacado de su Web. Si un grupo de la extrema izquierda del Capital hace tanta publicidad a la FICCI y a su nuevo disfraz (el GIGC), es claramente la prueba de que la burguesía sabe reconocer sus fieles servidores: sabe con quién puede contar para destruir a la CCI. Así, los soplones del GIGC podrían reclamar una condecoración del Estado (¡concedida evidentemente por el ministerio del Interior!) a quien han prestado servicios más eminentes que la mayor parte de los beneficiados por tales medallas.
La CCI hará toda la claridad e informará a los lectores de las consecuencias de este asunto. Quizá hayamos sido infiltrados por uno o varios elementos turbios (no sería la primera vez y tenemos una larga experiencia sobre este tipo de problema, como mínimo desde el asunto Chénier, un individuo excluido de la CCI en 1981 y que, unos meses más tarde, trabajaba oficialmente para el Partido Socialista Francés, entonces en el gobierno). Si tal fuera el caso aplicaremos nuestros Estatutos como siempre lo hemos hecho.
Pero tampoco podemos descartar otra hipótesis: uno de nuestros ordenadores habría podido ser pirateado por los servicios de la policía (que vigila nuestras actividades desde hace más de 40 años). Y no podría excluirse que haya sido la propia policía (haciéndose pasar por un “topo” militante anónimo de la CCI) quien haya transmitido a la FICCI algunos de nuestros boletines sabiendo pertinentemente que estos soplones (y en especial los dos miembros fundadores del pretendido GIGC) harían inmediatamente de ellos el uso adecuado. No sería desde luego en nada sorprendente puesto que los cow-boys de la FICCI (¡que se apresuran a disparar más rápido que su sombra!) se llevaron un buen chasco cuando en 2004, al flirtear con un desconocido de una oficina estalinista en Argentina, el ciudadano B que se escondía detrás de un supuesto “Círculo de Comunistas Internacionalistas”. Este “círculo”, puramente virtual, presentaba la oportunidad soñada de publicar mentiras ignominiosas y groseras contra nuestra organización, encontró rápidamente un eco complaciente en la FICCI. Desde el momento en que sus mentiras fueron desenmascaradas y el ciudadano B desapareció inmediatamente de la circulación, la FICCI se vio sumida en la consternación y la mayor zozobra.
La FICCI pretende que “el proletariado tiene más que nunca necesidad de sus organizaciones políticas con objeto de orientarse hacia la revolución proletaria. Un debilitamiento de la CCI significa un debilitamiento del campo proletario en su conjunto. Y un debilitamiento del campo proletario significa un debilitamiento del proletariado en la lucha de clase”. Se trata de una asquerosa hipocresía. Los partidos estalinistas se proclaman defensores de la revolución comunista cuando constituyen sus más feroces enemigos. Nadie puede llamarse a engaño: cualquiera que sea el escenario –presencia en nuestras filas de un “topo” de la FICCI o manipulación por los servicios del Estado-, la última “hazaña” de la FICCI-GIGC demuestra claramente que su vocación no es en manera alguna defender las posiciones de la Izquierda Comunista y actuar por la revolución proletaria sino la de destruir la principal organización actual de la Izquierda Comunista. Se trata de una agencia policial del Estado Capitalista, sea o no retribuida por sus servicios.
La CCI se ha defendido siempre de los ataques de sus enemigos, especialmente de aquellos que intentan destruirla mediante campañas de calumnias y mentiras. La CCI no va a permitir sus actuaciones. No va a dejarse desestabilizar por este ataque del enemigo de clase. Todas las organizaciones proletarias del pasado han debido hacer frente a los ataques del Estado burgués con vistas a destruirlas. Ellas se defendieron enérgicamente y, frecuentemente, estos ataques en lugar de debilitarlas han reforzado, por el contrario, su unidad y la solidaridad entre los militantes. Ha sido de esta forma cómo la CCI y sus militantes han reaccionado siempre a los ataques y a la delación de la FICCI. Por ello, desde que se ha conocido el asqueroso “llamamiento” de la GIGC, todas las secciones y todos los militantes de la CCI se han movilizado inmediatamente con la máxima determinación para defender nuestra organización como los camaradas directamente señalados como diana en este “llamamiento”.
Corriente Comunista Internacional, 4 mayo 2014
3 Ver nuestro comunicado del 21 de febrero de 2002 El combate de las organizaciones revolucionarias contra la provocación y la calumnia (en francés)
4 tendanceclaire.org/breve.php?id=655 ; tendanceclaire.org/breve.php?id=2058 ; tendanceclaire.org/breve.php?id=7197.
5 NPA: Nuevo Partido Anticapitalista, Francia