Enviado por Internacionalismo el
En Haití el horror ha llegado al colmo. Después de morir 1220 personas durante las torrenciales lluvias de mayo pasado, las inundaciones provocadas por la tormenta tropical Jeanne, la más destructiva de los últimos 15 años, han dejado más de 2000 muertos. En Gonaives, en el noroeste del país, donde han ocurrido los destrozos más terribles, las inundaciones arrastraban los cadáveres, millares de personas han perdido sus casas, y se encuentran sin alimentos ni agua potable. Todas las condiciones están dadas para que se propaguen las epidemias como el cólera y la fiebre tifoidea ¡
Sin embargo, Jeanne no es la tormenta más potente de la serie que ha recorrido El Caribe recientemente. De hecho, si Jeanne ha sido una catástrofe particularmente desastrosa y mortífera, se debe a que el país que ha arrasado en su recorrido y que ha devastado, Haití, es uno de los mas miserables del mundo. El estado de ruina y el grado de miseria que vive, acentuado por el desorden, la corrupción y el caos político, han precipitado y amplificado la catástrofe.
Lo que pone en evidencia esta pretendida “catástrofe natural”, es que los hechos trágicos no tienen nada que ver con la fatalidad. Las consecuencias sociales más terribles hay que sumárselas al sistema capitalista, un sistema cuyo único objetivo es la ganancia y la rentabilidad. En Haití, después de décadas de saqueo de los recursos naturales por las grandes potencias y de deforestación descontrolada, el país está desangrado y la mayoría de la población no sólo está reducida al estado de inanición sino que vive aterrorizada, sujeta a la confrontación de bandas armadas rivales que se enfrentan por la conquista del poder y en medio de una corrupción generalizada. En ese contexto de caos y de barbarie cotidianas, la tormenta “natural” no puede sino transformarse en catástrofe social.
Algunas de las “grandes democracias”, entre ellas Francia, se contentan con intervenir sólo deplorando los saqueos y revueltas.
Una vez más, la ayuda, ridícula con respecto a las necesidades, nos pone en evidencia que el sostén a las víctimas así como la prevención no son actividades rentables para el capitalismo. Mientras la burguesía es capaz de desplegar medios materiales impresionantes donde sus intereses estratégicos y militares están en juego, ella siempre muestra su falta de voluntad para proteger y socorrer a las poblaciones cuando esos intereses no se ven afectados.
W. 25 de septiembre de 2004