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La aceleración actual de la historia, entrada de lleno en la fase de descomposición del capitalismo, plantea de forma aguda la necesidad de la revolución proletaria, como única salida a la barbarie del capitalismo en crisis. La historia nos ha enseñado que tal revolución no puede triunfar más que si la clase se organiza de manera autónoma respecto a las demás clases (consejos obreros) y segrega la vanguardia que la guíe hacia la victoria: el partido de clase. Sin embargo, hoy en día, este partido no existe, y muchos bajan la guardia porque ante las gigantescas tareas que nos esperan, la actividad de los pequeños grupos revolucionarios existentes carecería de sentido. Dentro del medio revolucionario, le mayoría de grupos reaccionan ante la ausencia del partido repitiendo hasta el infinito su Santo Nombre, invocándolo como el deus ex machina, capaz gracias a su sola evocación, de resolver todos los problemas de la clase. La desimplicación individual y la implicación de boquilla, son dos maneras clásicas de evitar la lucha por el partido, lucha que ha de llevarse aquí, ahora, en continuidad con la actividad de las fracciones de izquierda que se separaron en los años veinte de la Internacional Comunista degenerada.
En las dos primeras partes de este trabajo, hemos analizado la actividad de la Izquierda Comunista Italiana, organizada en fracción durante los años 1930-40, y la formación prematura de un Partido Comunista Internacionalista, completamente artificial, por los camaradas de Battaglia Comunista en 1942).
En esta tercera parte, hemos mostrado inicialmente, en el capítulo que trata sobre el período « de Marx a Lenin », que el método de trabajo de la fracción, en los períodos desfavorables, en los que no es posible un partido de clase, es el único método, el método empleado por Marx. En este número, demostraremos además, que tal método marxista de trabajo por el partido, encontró su definición esencial, gracias a la tenaz lucha de
« Sin las fracciones, el mismo Lenin sería un ratón de biblioteca »
En las citas del número precedente, vimos cómo Battaglia Comunista (BC) no perdía ocasión de ironizar sobre el hecho de que el ¿Qué Hacer? de Lenin de 1902 sería el vademécum del perfecto fraccionista y, en consecuencia, no deja pasar una ocasión para hacer ascos por enésima vez [1]. Si estos compañeros dejaran de excitarse con sólo oír el nombre del partido y empezaran a estudiar más sobriamente la historia del partido, descubrirían que el ¿Qué Hacer? de 1902 difícilmente podía hablar de la fracción bolchevique, por el simple hecho de que la misma se constituyó en Ginebra en Junio de... 1904 (Reunión de los «22»)[2]. Es a partir de entonces cuando los bolcheviques comenzaron a desarrollar la noción de fracción y sus relaciones con el conjunto del partido, noción que tomó su forma definitiva con la experiencia de la revolución de 1905 y sobre todo con la fase de reacción que siguió a su derrota [3]: « una fracción es una organización en el seno del partido, que está unida no por el lugar de trabajo, por la lengua o por cualquier otra condición objetiva, sino por un sistema de concepciones comunes sobre los problemas que se le plantean al partido»[4].
«En el interior del partido, podemos encontrar toda una gama de opiniones diversas en las que los extremos pueden ser de hecho contradictorios (...). Pero en una fracción las cosas son diferentes. Una fracción es un grupo basado en una unidad de pensamiento, por lo que el primer objetivo es influir sobre el partido en una dirección bien determinada y hacer adoptar sus principios, en la forma más pura, por el partido. Para ello, la verdadera unidad de pensamiento es indispensable, cualquiera que quiera comprender cómo se plantea realmente el problema de las divergencias internas en el seno de la fracción bolchevique, debe darse cuenta de que la unidad de la fracción y la del partido, no expresan para nosotros las mismas exigencias»[5].
«Pero una fracción, como expresión de una unidad de pensamiento en el partido, no puede subsistir si sus militantes no se entienden sobre los problemas fundamentales. Abandonar una fracción, no es abandonar el partido. Los camaradas que se han separado de nuestra fracción, han tenido siempre la posibilidad de trabajar en el partido»[6].
La fracción es por tanto, una organización en el seno del partido bien identificada por una plataforma precisa, que lucha por influenciar al partido, y que tiene por objetivo final el triunfo de sus principios en el partido «de la forma más pura», es decir, sin mediación o falta de homogeneidad. Durante este tiempo, la fracción trabaja dentro del partido, con las otras fracciones que defienden otras plataformas, de forma que la experiencia práctica y el debate político puro permitan al conjunto del partido, tomar conciencia de cuál es la plataforma justa. Esta coexistencia, es posible a condición de que dentro del partido no haya lugar para aquellos que han hecho su elección colocándose fuera del partido y que, por tanto, su continuidad dentro de la organización no puede llevar más que a la liquidación de la misma. Esto, precisamente, es lo que representaba en Rusia la corriente de los «liquidacionistas», que se batía por la disolución del partido ilegal y su sumisión a la «legalidad» zarista. La divergencia de fondo entre los bolcheviques y las demás fracciones estribaba precisamente en que, los otros, condenando en general a los liquidacionistas, continuaban considerándolos miembros del partido, mientras que los bolcheviques consideraban que debía haber sitio en el partido socialista para todas las opiniones, excepto para aquellas que eran antisocialistas: «El fundamento de la conciliación es erróneo: su voluntad de edificar la unidad del partido del proletariado sobre la alianza de todos, incluidas las facciones no proletarias es la ausencia de principios de su perspectiva "unificadora" que es errónea y conduce al absurdo, son las frases contra las “fracciones" (que vienen, de hecho, acompañadas de la formación de una nueva fracción) »[7].
Es interesante resaltar que estas líneas de Lenin fueron dirigidas contra Trotski que fue en el seno del POSDR el principal enemigo de la existencia organizada de fracciones que rechazaba por inútiles y perjudiciales para el partido. La incomprensión total por parte de Trotski de la necesidad del trabajo de fracción tuvo consecuencias catastróficas durante y después de la degeneración de la revolución rusa.
« Debernos hacer notar que Trotski -sobre todas las cuestiones relativas a la revolución de 1905 y las del periodo que siguió- estuvo generalmente con los bolcheviques, sobre las cuestiones de principio y con los mencheviques, sobre todas las cuestiones de organización. Su incomprensión de la justa noción del partido, a lo largo de este período, determinará su posición “fuera de fracción" a favor de la unidad a cualquier precio. Su lamentable posición actual -que lo echa en brazos de la socialdemocracia- nos demuestra que Trotski, sobre esta cuestión, no ha aprendido nada de los acontecimientos »[8].
Naturalmente, Lenin fue atacado, tanto en el movimiento ruso, como en el movimiento internacional, por su locura sectaria y escisionista cuando todos a coro reclamaban el «fin del fraccionismo». De hecho, el primer interesado en acabar con el fraccionismo era el mismo Lenin, que de sobra sabía que la existencia de fracciones, era un síntoma de crisis en el partido. Pero además, también sabía que la lucha abierta, práctica, de fracción, era el único remedio válido para la enfermedad del partido, porque sólo de la confrontación pública de las plataformas podía surgir la claridad sobre la vía a seguir:
«Toda fracción está convencida de que su plataforma y su política son las mejores para acabar con todas las fracciones, pues nadie considera la existencia de éstas como un ideal. La diferencia es sólo que las fracciones que tienen una plataforma clara, consecuente, coherente, defienden abiertamente su plataforma, mientras que las fracciones sin principios se esconden tras proclamas gratuitas de virtud y de no-fraccionismo”[9].
Una de las principales mentiras heredadas del estalinismo, es la de una tradición bolchevique monolítica, donde no había lugar para las falsas peleas y los debates para intelectuales, mentira por otra parte en continuidad con las acusaciones mencheviques de «cerrazón a los debates» constantemente lanzadas a los bolcheviques. Ciertamente, es verdad que entre los mencheviques y los conciliadores, la discusión era «libre», mientras que entre los bolcheviques, era «obligatoria». Pero eso es cierto únicamente en el sentido de que los primeros se sentían libres de discutir cuando les apetecía y de ocultarse cuando tenían divergencias que ocultar. Para los bolcheviques, por el contrario, la discusión no era libre sino obligatoria y se convertía tanto más en obligatoria cuando las divergencias nacían dentro de la fracción, divergencias que había que discutir públicamente para que se absorbieran o bien llegaran a sus últimas consecuencias con una separación organizativa fundada en motivos claros:
«Con esa finalidad hemos abierto una discusión sobre estos problemas en las columnas de Proletari. Hemos publicado todos los textos que nos han sido enviados y hemos reproducido todo lo que en Rusia, se ha escrito sobre la cuestión por los bolcheviques. Hasta el presente, no hemos rechazado ni una sola contribución a la discusión y continuaremos actuando así. Desgraciadamente los camaradas otzovistas y los que simpatizan con sus ideas, no nos han enviado apenas material, de forma general se han mostrado reticentes a exponer su credo teórico clara y completamente en la prensa, han preferido las conversaciones “privadas”: invitamos a todos los camaradas, ya sean otzovistas o bolcheviques ortodoxos, a exponer su posición en las columnas de Proletari. Si hace falta, publicaremos los textos que nos lleguen, en forma de folleto especial (...). Nuestra fracción, no debe temer la lucha ideológica interna, sobre todo en el momento en el que es completamente necesaria. En esta lucha de hecho, va a salir reforzada»[10].
Este informe demuestra ampliamente, la enorme contribución hecha por Lenin a la definición histórica de la naturaleza y de la función de la fracción, a pesar de toda la ironía que BC reserva a los «10 mandamientos del buen fraccionista». Señalemos de pasada, que es la propia Battaglia quien en una frase habla de alternativa de partido a partir de 1902, y que, en otra dice que el partido actuó como tal «al menos a partir de 1912». Y entonces ¿qué hizo Lenin de 1902 a 1912, teniendo en cuenta que no hizo trabajo de fracción? ¿Se dedicó a la cocina macrobiótica? En realidad, para BC de lo que se trata, es de afirmar que los bolcheviques no se limitaron a hacer un trabajo teórico y de formación de cuadros, sino que además hicieron también un trabajo en dirección a las masas, y por lo tanto, no pudieron ser una fracción. De hecho, para Battaglia escoger el trabajo como fracción es optar por huir la lucha de clases, es negarse a ensuciarse las manos con los problemas de las masas, lo que lleva «a limitarse a una política descafeinada de proselitismo limitado y de propaganda para centrarse sobre estudios de los llamados problemas de fondo, reduciendo así las tareas del partido a tareas de fracción o de secta»[11].
La suerte está echada: por un lado está Lenin, que piensa en las masas, y que no puede ser más que el partido y, contra él, está la Izquierda Italiana en el extranjero en los años treinta, que actúa como fracción y que por tanto no puede ser más que un cenáculo de estudiantes y profesorzuelos. Ya hemos visto cuál fue la verdadera actividad de Lenin, veamos ahora cuál fue la verdadera actividad de la Izquierda Italiana:
« Podrá parecer que las tareas de fracción son exclusivamente didácticas. Pero tal crítica puede ser rechazada por los marxistas con los mismos argumentos que se usan contra todos los charlatanes que ponen la lucha del proletariado por la revolución y para transformar el mundo, al mismo nivel que la acción electoral.
Es perfectamente exacto que el papel específico de las fracciones es sobre todo un papel de educación de cuadros a través de los acontecimientos vividos, y gracias a la confrontación rigurosa sobre lo que los acontecimientos significan. Sin embargo es cierto que este trabajo sobre todo ideológico se hace considerando los movimientos de masas y buscando constantemente soluciones políticas para resolverlos. Sin el trabajo de las fracciones; el mismo Lenin no habría sido más que un ratoncillo de biblioteca y no se hubiera convertido en un jefe revolucionario.
Las fracciones son por tanto, los únicos lugares históricos donde el proletariado continúa su trabajo para su organización en clase. Desde 1928 hasta ahora, el camarada Trotski ha descuidado completamente este trabajo de construcción de fracciones, y, de hecho no ha contribuido en nada a realizar las condiciones efectivas para los movimientos de masas» [12].
Como vemos, la ironía de BC sobre la fracción como secta que huye de las masas, cae una vez más fuera de lugar. La preocupación que anima a Bilan, es la misma que animó a los bolcheviques, contribuir a realizar las condiciones efectivas para los movimientos de masas. El hecho de que la dimensión cuantitativa de los lazos con las masas que tuvieron los bolcheviques durante los años 1910 y la Izquierda Italiana en los años 1930 fuera tan diferente, no depende ciertamente de las tendencias personales de tal o cual, sino de condiciones objetivas de la lucha de clase que difieren enormemente. La fracción bolchevique, no se constituyó a partir de un grupo de camaradas que había sobrevivido a la traición del partido y a su paso al enemigo de clase. Eran una parte (a menudo mayoritaria) de un partido proletario de masas (como todos los partidos de la IIª Internacional), que se había formado en una fase inmediatamente prerrevolucionaria (1904) y que se desarrolló dentro de una gigantesca oleada revolucionaria, que durante dos años (1905-1906), sacudió completamente al imperio ruso, desde los Urales hasta Polonia. Si se quieren hacer comparaciones cuantitativas entre la acción de la fracción de la Izquierda Italiana y la de los bolcheviques, hay que referirse a un período que tenga ciertos aspectos históricamente comparables, es decir a los años revolucionarios entre 1917 y 1921. En estos años, la Fracción Comunista Abstencionista (fracción de izquierda del Partido Socialista Italiano) se desarrolla hasta tal punto que acaba contando, en el momento de su constitución como Partido Comunista de Italia, con un tercio de los afiliados del viejo partido socialista de masas y la totalidad de la federación de las juventudes. Los camaradas que fueron capaces de orientar ese proceso, militaron diez años después en la Fracción de Izquierda en el extranjero, reducidos a una decena de cuadros. ¿Qué había cambiado? ¿Es que estos compañeros ya no tenían la voluntad de dirigir movimientos de masas? Evidentemente, no:
«Desde que existimos, no nos ha sido posible dirigir movimientos de clase, hay que meterse bien en la cabeza, que esto no ha dependido de nuestra voluntad, de nuestra incapacidad, o del hecho de que fuéramos fracción, sino de una situación en la que hemos sido víctimas como lo es el proletariado revolucionario del mundo entero» (Bilan, nº 28, 1935).
Lo que había cambiado, era la situación objetiva de la lucha de clases, que había pasado de una fase prerrevolucionaria que ponía a la orden del día la transformación de la fracción en partido, a una fase contrarrevolucionaria que obligaba a la fracción a resistir a contracorriente, contribuyendo con su trabajo al desarrollo de nuevas situaciones que pusieran de nuevo a la orden del día su transformación en partido.
De la fracción bolchevique del POSDR (Partido obrero socialdemócrata de Rusia) al Partido comunista ruso
Como siempre, cuando se critican las posiciones de Battaglia Comunista se llega al punto crucial, es decir a las condiciones para el nacimiento del partido. Hemos visto cómo BC quisiera lavar a Lenin del infame calificativo de «buen fraccionista», ya a partir de 1902. Queriendo hacer concesiones, BC estaría dispuesta a admitir, en voz baja, que el partido bolchevique no existió más que a partir de 1912, a condición de que esté claro que existía antes del período revolucionario que se abrió en Febrero de 1917. Lo que quiere a todo precio evitar admitir, es que la lucha de la fracción bolchevique del POSRD, concluyó con su transformación en Partido Comunista Ruso (bolchevique) únicamente en 1917, porque esto querría decir que admite que «la transformación de la fracción en partido, está condicionada (...) por el surgimiento de movimientos revolucionarios que pueden permitir a la fracción volver a tomar la dirección de las luchas para la insurrección» (Bilan nº 1, 1933). Por tanto hay que clarificar si esta transformación se produjo o no en 1912, cinco años antes de la revolución.
¿Qué pasó en 1912? Se celebró, en Praga, una conferencia de las organizaciones territoriales del POSDR, que trabajaban en Rusia, conferencia que reorganizó un partido destrozado por la reacción que siguió a la derrota de la revolución de 1905, y se eligió un nuevo comité central para sustituir al antiguo, disuelto desde aquel entonces. La conferencia y el nuevo CC estuvieron dominadas por los bolcheviques, mientras que las demás tendencias del POSDR no participaron en la iniciativa «escisionista» de Lenin. A primera vista, parecería que Battaglia tiene razón: una conferencia de bolcheviques tomó la iniciativa de reconstruir el partido independientemente de las demás fracciones, por tanto a partir de ese momento, los bolcheviques actuarían como partido sin esperar la apertura de una fase prerrevolucionaria. Pero si miramos las cosas de cerca, veremos que fue totalmente diferente. El nacimiento de una fracción revolucionaria, en el seno del viejo partido, se produjo como respuesta a las enfermedades del partido, a su incapacidad para elaborar las repuestas adecuadas a las necesidades históricas, a las lagunas de su programa. La transformación de la fracción en partido, no quiere decir que se volvía simplemente a un statu quo anterior, a un viejo partido depurado de oportunistas; quiere decir formación de un nuevo partido, basado en un nuevo programa que elimina las ambigüedades precedentes recurriendo a los principios de la fracción revolucionaria «bajo su forma más pura». En el caso contrario, se hubiera vuelto al punto de partida, poniendo las bases para que surgieran inevitablemente las mismas desviaciones oportunistas que acababan de ser expulsadas. ¿Es esto lo que hizo Lenin en 1912, la transformación de la fracción en partido basado en un nuevo programa? Eso ni se le pasó por la mente. En primer lugar la resolución aprobada por la conferencia declara haberse reunido «para reagrupar a todas las organizaciones rusas del partido sin distinción de fracciones y para reconstruir nuestro partido»[13]. No se trataba, por tanto, de una conferencia puramente bolchevique, y menos todavía al haberse confiado su organización en gran parte al comité territorial de Kiev, dominado por los mencheviques partidistas, y que fue justamente un menchevique quien presidió la comisión de verificación de mandatos[14]. De modificar el viejo programa no se habló, y las decisiones tomadas, consistían simplemente en la puesta en práctica de resoluciones condenando a los liquidacionistas, aprobadas en 1908 y 1910, por «los representantes de todas las fracciones». Por lo tanto, la conferencia, no sólo se compuso de «miembros del partido sin distinción de fracciones», sino que además se basó en una resolución aprobada por «representantes de todas las fracciones». Es evidente que no se trataba de la constitución de un nuevo partido bolchevique, sino de la reorganización del viejo partido socialdemócrata. Vale la pena subrayar, que tal reorganización no fue considerada como posible más que «en relación con el resurgimiento del movimiento obrero»[15] tras los años de reacción de 1907 a 1910. Como hemos visto, Lenin, no solamente no pensaba en absoluto en fundar un nuevo partido antes de las batallas revolucionarias, sino que ni siquiera se hace ilusiones en cuanto a reorganizar el viejo partido en ausencia de un nuevo período de la lucha de clases. Los camaradas de Battaglia -y no sólo ellos- están tan hipnotizados por la palabra partido, que acaban siendo incapaces de analizar los hechos lúcidamente, tomando por un elemento decisivo, lo que no fue más que una etapa muy importante en el proceso de demarcación con el oportunismo. La elección en 1912 del Comité Central constituido por una conferencia con predominio bolchevique, no puede ser considerada como la prueba del fin de la fase de fracción y el principio de la de partido, por el simple motivo que en Londres en 1905, ya había habido una conferencia exclusivamente bolchevique que se proclamó tercer congreso del partido y que eligió un comité central completamente bolchevique, considerando a los mencheviques exteriores al partido. Pero al año siguiente, Lenin ya se había dado cuenta del error cometido y en el congreso de 1906, el partido se reunificó manteniendo las dos fracciones como fracciones de un mismo partido. Del mismo modo, de 1912 a 1914, Lenin consideró que la fase de lucha de fracción estaba en lo sucesivo en vías de extinción y que había sonado la hora de la selección definitiva. Esto podía ser cierto desde un punto de vista estrictamente ruso, pero era ciertamente prematuro desde un punto de vista internacional:
«Este trabajo fraccionario de Lenin, se efectúa únicamente en el seno del partido ruso sin que intente llevarlo a escala internacional. Es suficiente para convencerse, con leer sus intervenciones en los diferentes congresos y podemos afirmar que este trabajo permaneció totalmente desconocido fuera del ámbito ruso» [16].
De hecho, la selección definitiva se hará entre 1914 y 1917, frente a la doble prueba de la guerra y la revolución, dividiendo a los socialistas en socialpatriotas e internacionalistas. Lenin se dio perfecta cuenta y -como en 1906 se batió por la reunificación del partido- del mismo modo en Febrero de 1915, respondiendo al grupo «Nashe Slovo» de Trotski, escribía: «Estamos absolutamente de acuerdo en decir que el reagrupamiento de los verdaderos socialdemócratas es una de las tareas más urgentes del momento presente.. » [17]. El problema era que para Lenin la unificación de los internacionalistas en un partido efectivamente comunista no era posible sino a condición de descartar a los que no eran verdaderamente internacionalistas hasta el final, mientras que Trotski -como de costumbre- quería «conciliar» lo irreconciliable, quería fundar la unidad del partido internacionalista «sobre la unión de todas las fracciones», contando con las que no estaban dispuestas a romper con los enemigos del internacionalismo. Durante tres años, Lenin combatió de forma incansable contra todas las ilusiones, llevando su lucha de fracción por la claridad, de un terreno puramente ruso, al terreno internacional de la «Izquierda de Zimmerwald»[18]. Aquella gran lucha internacionalista fue el apogeo y la conclusión del trabajo de fracción de los bolcheviques que tenían ya las cartas en la mano en el estallido de la revolución en Rusia. Gracias a esta tradición de lucha y al desarrollo de una situación revolucionaria, Lenin pudo, tras su vuelta a Rusia, proponer la unificación de los bolcheviques con los demás internacionalistas consecuentes, sobre la base de un nuevo programa y bajo el nombre de Partido Comunista, sustituyendo el antiguo término de socialdemocracia. Es entonces cuando se produce la última selección cuando la derecha bolchevique (Voitinsky y Goldenberg) se pasa al menchevismo, mientras que el centro de los «viejos bolcheviques» (Zinoviev, Kamenev) se opone a Lenin en nombre... del viejo programa sobre el que se basó la conferencia de 1912. Lenin será acusado de ser «el enterrador de la tradición del partido» y replicará demostrando que toda la lucha de los bolcheviques no fue más que una preparación para crear un verdadero partido comunista: «Fundemos un verdadero partido comunista proletario; los mejores partidarios del bolchevismo han creado ya sus bases (...)»[19]. Aquí se concluye la gran lucha de la fracción bolchevique, aquí tenemos la real transformación en partido.
Decimos real porque desde un punto de vista formal, el nombre de Partido Comunista, no será adoptado hasta Marzo de 1918, mientras que la versión del nuevo programa será ratificada en Marzo de 1919. Pero el paso -en substancia- se produce en Abril de 1917 (8ª Conferencia Panrusa Bolchevique). No hay que olvidar que lo que diferencia un partido de una fracción es su capacidad para influir directamente sobre los acontecimientos. El partido es de hecho «un programa», pero también «una voluntad de acción» (Bordiga), a condición evidentemente de que esta voluntad pueda expresarse en las condiciones objetivas favorables al desarrollo de un partido de clase. En Febrero de 1917, los bolcheviques eran unos pocos miles y no habían jugado ningún papel de dirección en el levantamiento espontáneo que abrió el período revolucionario. A finales de Abril, son ya más de 60 000 y se perfilan ya como la única oposición real al Gobierno Provisional burgués: Con la aprobación de las Tesis de Abril y de la necesidad de adoptar un nuevo programa, la fracción se convierte en partido poniendo las bases del Octubre Rojo.
En la próxima parte de este trabajo, veremos cómo las condiciones particulares e históricas originales de la degeneración de la revolución rusa impidieron el surgimiento de una fracción de izquierdas que reanudara, en el partido bolchevique en degeneración, la batalla de Lenin en el interior del partido socialdemócrata. La incapacidad de la oposición rusa para constituirse como fracción está en la base del fracaso histórico de la oposición internacional trotskista, mientras que la Izquierda Italiana, retomando el método de trabajo de Marx y Lenin, llegará a partir de 1937 a constituirse en Izquierda Comunista Internacional[20]. Veremos además cómo el abandono de este método de trabajo por los camaradas que fundaron el PC Internacionalista está en la base de la incapacidad para actuar como polo de reagrupamiento revolucionario entre las organizaciones (Battaglia Comunista y Programma Comunista) que procedían de ese partido.
[1] «Ya en 1902, Lenin había rechazado las bases tácticas y organizativas sobre las que debía construirse la alternativa al oportunismo de la socialdemocracia rusa, alternativa de partido, a menos que se quiera hacer pasar el ¿Qué Hacer? por los diez mandamientos del buen fraccionista». («Fracción y Partido en la experiencia de la Izquierda Italiana» en Prometeo nº 2, Marzo de 1979).
[2] Los bolcheviques (mayoritarios) desde el congreso de 1903 del POSDR eran el fruto de la alianza temporal entre Lenin y Plejánov. La fracción de 1904 se llamará bolchevique para reclamarse de las posiciones defendidas en el congreso de 1903 por la mayoría.
[3] Es significativo el hecho de que la teorización completa del concepto de fracción fuera realizada por Lenin en los años de reacción que siguieron a la revolución de 1905. Es la actividad de la fracción lo que permite resistir en los periodos desfavorables.
[4] «A propósito de una nueva fracción de conciliadores, los virtuosos » Social Demócrata nº 24, 18 [31] Octubre de 1911, Lenin, Obras Completas, Tomo 17, Ediciones de Moscú.
[5] «Conferencia de la redacción ampliada de Proletari 8-17 (21-30) Junio 1909, Suplemento al nº 46 de Proletari. Obras Completas, Tomo 15, p. 461.
[6] «La liquidación en vías de ser liquidada», Proletari nº 46, 11 (24) Julio 1909, Obras Completas, Tomo 15, p. 490.
[7] Ídem, nota 3.
[8] «El problema de las fracciones en la 2ª Internacional», en Bilan nº 24, 1935.
[9] Ídem, nota 3.
[10] «A propósito del articulo “Sobre las cuestiones actuales”» Proletari, nº 42, 12 [25] Febrero 1909, Obras Completas, Tomo 15, p. 383. El otzovlsmo era una disidencia interna en la fracción bolchevique en los años más negros de reflujo, que pretendía convertir el trabajo de fracción en un trabajo de simple red de contactos.
[11] Plataforma Política del PC Internacionalista (BC) de 1952. En una reciente puesta al día en 1962, este fragmento se ha reproducido sin cambios.
[12] «Hacia la Internacional 2 y ¾» en Bilan nº 1, 1933, extractos publicados en el Boletín de Estudios y Discusión de Revolution Internationale, nº 6; Abril de 1974.
[13] 6ª Conferencia General del POSDR, Conferencia de Praga, 6-7 [18.-30] de Enero 1912, Resolución de la Conferencia, Sobre la Comisión de Organización en Rusia encargada de la convocatoria de la Conferencia, Obras Completas nº 17, p. 467.
[14] «La situación en el POSDR y las tareas inmediatas del Partido», 16 de Julio de 1912, Gazeta Obrera nº 15 y 16, Obras Completas, Tomo 18, p. 155: «... fue precisamente el delegado de esta organización (de Kiev) quien presidió la Comisión de Mandatos de la Conferencia! ».
[15] Extracto de las Resoluciones de la Conferencia. Lenin volvió de nuevo en 1915 sobre esta cuestión: «... Los años 1912-14 estuvieron marcados por un nuevo despertar revolucionario en Rusia. De nuevo asistimos a un vasto movimiento huelguístico sin precedentes en el mundo. La huelga revolucionaria de masas abarcó en 1913, según las estimaciones más modestas, a un millón y medio de participantes; en 1914, implicó a dos millones aproximándose al nivel alcanzado en 1905» (El Socialismo y la Guerra, Julio-Agosto 1915, Capitulo II. «Las clases y los partidos en Rusia, la clase obrera y la Guerra», Obras Completas, Tomo 21, p. 330).
[16] «El problema de las fracciones en la IIª Internacional», Bilan nº 24, 1935.
[17] « Carta del CC del POSDR a la redacción de Nashe Slovo 10 [23] Marzo 1915, Obras Completas, Tomo 21, p. 164.
[18] Para comprender mejor el papel de les bolcheviques en la Izquierda de Zimmerwald, ver el articulo publicado en la Revista Internacional nº 57.
[19] «Sobre la dualidad de poder», Pravda nº 28, 9 de Abril 1917, Obras Completas, Tomo 24, p. 31.
[20] Para un análisis del trabajo de la Fracción italiana en los años 30, ver la primera parte de este trabajo en la Revista Internacional, nº 59.