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Las luchas actuales en Gran Bretaña, Grecia, Dinamarca, Estados Unidos, México, España y sobre todo en Francia muestran cual es el secreto de la verdadera fuerza de nuestra clase: la masividad, la búsqueda de la unidad y la solidaridad de clase, el afirmar claramente ante la sociedad que SOMOS LA CLASE OBRERA. Queda un largo y muy difícil camino, hay que romper el control sindical y afirmar en su contra las Asambleas Generales, la unificación real de las luchas, su politización revolucionaria, sin embargo, esa es la única forma de hacer retroceder al Capital y su Estado y poder crear finalmente las condiciones a escala mundial que permitan al proletariado pasar a la ofensiva y lograr la destrucción del Estado capitalista en todos los países.
En Francia, frente al movimiento masivo de nuestra clase, el Estado desencadena una feroz represión que hemos denunciado en nuestra hoja Represión, insultos, agresiones sexuales, gases y porrazos a mansalva... ¡No debemos caer en la trampa de las provocaciones policiales! | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [2] la cual hemos repartido lo más ampliamente posible en manifestaciones y huelgas.
El que un Estado que se reclama de los “derechos del hombre”, desencadene una salvaje represión no es ninguna novedad. El Estado francés fue el verdugo de la Comuna de París con miles de muertos y más de 30000 obreros desterrados a campos de exterminio como la Guayana1.
Es lo que hicieron la socialdemocracia y los sindicatos alemanes en 1918-23 frente a la tentativa revolucionaria del proletariado causando 100000 muertos. Es lo que hizo la Segunda República en España con 1500 muertos en las luchas obreras cuando la conjunción republicano-socialista de 1931-33 y muchos miles más en la represión de la insurrección minera en Asturias en 1934.
El Estado democrático nada tiene que envidiar en barbarie represiva al Estado descaradamente dictatorial de partido único o de dictadura militar. Sin embargo, tiene una diferencia muy importante que hace su represión mucho más eficaz: le da un contenido y una orientación política.
En Francia, la campaña represiva del gobierno Macron tiene un objetivo político muy concreto que denuncia nuestra hoja antes citada:
“- arrastrar a los jóvenes más enfurecidos a un enfrentamiento estéril con la policía;
- asustar a la mayoría de los manifestantes, para disuadirles de salir a la calle;
- impedir toda posibilidad de discusión, pudriendo sistemáticamente el final de las manifestaciones, momento habitualmente propicio a corrillos y debates;
- hacer impopular el movimiento, dando a entender que toda lucha social degenera automáticamente en violencia ciega y caos, mientras que las autoridades serían las garantes del orden y la paz”.
Y una vez más, esta maniobra no es nueva. Recordemos una experiencia trágica del proletariado en España. En 1919, los obreros en Cataluña mediante una huelga masiva, basada en la extensión de la lucha por solidaridad de clase, alcanzan una fuerza que obligan al gobierno central y la patronal a retroceder. Es la famosa huelga de La Canadiense2.
El capital español se tomó una bárbara venganza. Desde 1920, organizó una provocadora campaña de asesinatos de militantes cenetistas realizadas por bandas armadas pagadas por la patronal y por el gobierno civil. Una parte de la CNT mordió el anzuelo: se organizaron grupos de pistoleros que a cada asesinato respondían con atentados contra policías, políticos o patronos. Se produjo una espiral interminable de asesinatos y contra asesinatos. El proletariado, al verse apartado del terreno de clase de la lucha masiva y solidaria, al quedar atrapado en esa espiral de violencia minoritaria e individualista, se desmoralizó, perdió toda la fuerza conseguida, y las condiciones fueron preparadas para en 1923, la burguesía española instaurar la Dictadura de Primo de Rivera, la cual fue apoyada por el PSOE3.
Los llamados “medios de comunicación” presentan las luchas en Francia como movimientos sindicales y sobre todo como acciones de violencia minoritaria, sus retransmisiones y noticieros reproducen sin descanso escenas de enfrentamiento entre los robocop policiales y unos cuantos encapuchados, el apedreamiento de tiendas de lujo etc. Con ello, dan una idea falsa y deformada de lo que está sucediendo, tratan de hacer ver que lo que más teme el Capital son esos actos ridículos de violencia retransmitidas por TV. Como denuncia nuestra hoja “Nuestra fuerza no reside en el enfrentamiento estéril con los batallones ultrapertrechados y sobreentrenados de CRS, gendarmes móviles y demás pistoleros del "orden" de los explotadores. Como tampoco nuestra lucha consiste en andar rompiendo escaparates y quemando contenedores. La violencia de minorías no fortalece el movimiento. Al contrario, ¡lo debilitan!”.
Sin embargo, Barbaria defiende todo lo contrario, exalta esos actos estúpidos de violencia, muchos de ellos impulsados por provocadores policiales4. De entrada, el título de su artículo es significativo, pide que “incendiemos el capitalismo”, frase equívoca, que da a entender que el objetivo de nuestra lucha no sería el acto consciente de destruir el capitalismo, sino la barbarie nihilista de “incendiar el capitalismo”.
¡Es ridículo y estúpido! El gran maestro, el experto consumado en incendiar es el propio capitalismo, su voracidad imperialista le lleva a incendiar viviendas, seres humanos, tierras de cultivo, en guerras interminables como la de Ucrania. Sus contradicciones, su sed inagotable de ganancias, le lleven a la destrucción ecológica que incendia la Amazonía, Australia, o, en pleno mes de marzo, la verde Asturias.
En su apología del fuego “purificador”, Barbaria proclama “Arde París, arde Nantes…”. Ese fuego minoritario “anticipa lo que, como proletarios, aún no podemos expresar masiva y unitariamente en palabras, asambleas, como clase. La rabia no es suficiente, necesitamos organización, recuperar nuestras posiciones, nuestro programa”.
Es decir: en lugar “de organizarnos, de solidarizarnos, de unirnos, de debatir y levantarnos juntos contra las autoridades para rechazar la continua y pertinaz degradación de nuestras condiciones de vida y de trabajo, para rechazar este sistema que hunde a la humanidad en la miseria y la guerra”, la quema de contenedores, el dar unas bofetadas al pope izquierdista Varufakis5, serían el medio para llegar a las asambleas, a la lucha como clase, a desarrollar “nuestro programa”.
Es una trampa vil. En 1921-22 en España, el enfrentamiento de grupos cenetistas con el capital en una espiral de choques entre pistoleros destruyó la fuerza alcanzada por la huelga de La Canadiense, no llevó “más lejos” esta lucha, ni permitió “recuperar el programa de la clase obrera”, sino que muy contrario, supuso una grave derrota del proletariado en España. Las acciones minoritarias de violencia estúpida no abren ningún camino a la lucha masiva ni a las Asambleas, ni a romper el control sindical, al contrario, dispersan a la clase, la desmoralizan, pudren su combate, la disgregan en una desbandada individualista.
Los fuegos de Barbaria no incendian el capitalismo, lo que hacen es ayudar a quemar la lucha obrera. Eso se ve claro en el otro veneno que Barbaria pretende inocular: la negación del proletariado.
Barbaria se llena la boca de “proletariado”, “clase” etc., sin embargo, como ya denunciamos en ¿Barbaria o Comunismo?, Barbaria nos presenta un “proletariado” que es en realidad una masa amorfa de ciudadanos rebeldes, es decir, la más ponzoñosa negación del proletariado como clase.
En primer lugar, para Barbaria “El proletariado tiene un largo camino para reencontrarse con su programa histórico, con su capacidad revolucionaria, es un camino que empezó desde que el primer ser humano se levantó contra el poder y la explotación”. ¡Parece ser que el “programa histórico” del proletariado habría comenzado con el hombre de Cromañón o con el Homo Sapiens! Desde que surgieron las sociedades de clase, existe “poder y explotación”, sin embargo, solamente con el proletariado existe la posibilidad real no solamente de “levantarse” contra la explotación, sino sobre todo y ante todo, de abolirla. Como dijimos en ¿Barbaria o Comunismo? “Esta visión hace desaparecer al proletariado, diluido en todas las clases explotadas de la historia. Si bien el proletariado es solidario con ellas e integra lo mejor de su lucha, el proletariado es diferente pues no solo es la clase explotada bajo el capitalismo, sino que es igualmente la clase revolucionaria. Los esclavos y los siervos no podían acabar con la explotación, en cambio, el proletariado es la primera clase explotada de la historia que tiene la capacidad y la conciencia para acabar con el capitalismo y crear la nueva sociedad, el comunismo”.
En segundo lugar, Barbaria amalgama el proletariado con la lucha ecologista. La brutal violencia policial contra un activista del ecologismo en una acción contra los embalses en Solline (Francia), le lleva a una proliferación de comunicados donde se dice, por ejemplo, “Solidaricémonos con todo lo que Darmanin [el actual ministro de Interior] quiere erradicar, disolver, encerrar, mutilar: desde el movimiento de las pensiones hasta los comités antirrepresión, desde las futuras ZAD hasta el movimiento de los bloqueos”. Esto son palabras de los padres de la víctima que Barbaria reproduce de manera entusiasta. Aquí lo que se ve es que la lucha obrera se mezcla y por tanto se encadena en los comités anti- represivos, las ZAD, los bloqueos verdes etc. El proletariado es disuelto y atado de pies y manos a movimientos abiertamente burgueses, disfrazados de “anticapitalistas”.
El 13 de mayo de 1968 los estudiantes en Francia fueron víctimas de la barbarie policial. El proletariado se solidarizó con ellos, PERO no lo hizo en el terreno democrático de la “anti- represión”, sino en el terreno proletario de su lucha como clase contra la explotación en la perspectiva de abolirla. Es una repugnante manipulación canalizar la justificada indignación por la barbarie policial contra ese militante hacia una amalgama de “lucha anticapitalista” donde el movimiento de clase contra la reforma de las pensiones se ve encadenado y por tanto negado en la compañía de movimientos burgueses como la protesta ecologista, la “anti represión”, el wokismo etc.
Omar 12-4-23
1 Ver nuestra colección de artículos sobre la Comuna de París Dossier sobre la Comuna de París en su 150 aniversario | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [3]
2 Sobre esta lucha ver el tercer artículo de nuestra Serie sobre la historia de la CNT: Historia del movimiento obrero - El sindicalismo frustra la orientacion revolucionaria de la CNT (1919-23) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [4]
3 Ver el primer artículo de nuestra serie Los gobiernos de izquierda al servicio de la explotación capitalista: Los gobiernos de izquierda en defensa de la explotación capitalista (I) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [5]
4 El proletariado necesita ejercer su violencia masiva de clase, sin embargo, esta NO TIENE NADA QUE VER ni con las picaduras de mosquito en la piel de un elefante que son esas gamberradas ni, por supuesto, tampoco con el terror y el terrorismo. Ver https://es.internationalism.org/revista-internacional/197806/944/terror-terrorismo-y-violencia-de-clase [6] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/197810/2134/resolucion-sobre-el-terror-el-terrorismo-y-la-violencia-de-clase [7]
5 “Aprovechamos para saludar a “los/as encapuchados/as” de Exarquia que le partieron la jeta a Varoufakis, el penúltimo pelele izquierdista de la burguesía y alentamos para que estos ejemplos se extiendan” dice Barbaria.
Al comienzo de la guerra en Ucrania, la Corriente Comunista Internacional propuso a los demás grupos de la Izquierda Comunista una declaración internacionalista conjunta sobre el conflicto. De estos grupos, tres afirmaron su voluntad de participar y una declaración fue discutida, acordada y publicada por estos diferentes grupos. El principio de la declaración conjunta era que, en la cuestión fundamental de la guerra imperialista y la respuesta internacionalista contra ella, los diferentes grupos de la Izquierda Comunista estaban de acuerdo y podían unirse en esta cuestión para proporcionar, con mayor fuerza, una clara alternativa política para la clase obrera de los diferentes países contra la barbarie capitalista1
La otra cara de la declaración conjunta era que, en otras cuestiones, particularmente en el análisis de la actual guerra imperialista, sus orígenes y perspectivas, había diferencias entre los grupos constituyentes que debían ser discutidas y aclaradas. En consecuencia, los grupos han decidido elaborar breves declaraciones sobre estas cuestiones y publicarlas en un boletín.
La primera edición en inglés de este boletín puede consultarse aquí en formato PDF [10] haciendo doble clic en la ilustración. Más adelante se publicará en farsi, italiano, coreano y otros idiomas.
CCI 19-4-23
1 Ver Declaración conjunta de grupos de la Izquierda Comunista Internacional sobre la guerra en Ucrania | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [11]
Desde el verano de la ira en Gran Bretaña en 2022, la clase obrera ha vuelto y su lucha se expresa a escala internacional. Enough is enough (¡Ya basta!) gritan los obreros en Gran Bretaña; “Ni un año de más ni un euro de menos”, gritan en Francia; “la indignación viene de lejos”, el grito escuchado en España; “Todos para todos” (Alemania).
Estas consignas, estas luchas, expresan el rechazo que crece en las filas obreras de los terribles ataques que caen sobre sus vidas, de la inflación que hace imposible llegar a fin de mes, del deterioro inexorable de sus condiciones de trabajo y vida.
Expresión más avanzada de esta ola de luchas, los obreros en Francia se movilizan una y otra vez, un nuevo grito emerge de sus gargantas: “Si nos dais un 64 nosotros os daremos un 68” (64 la edad de jubilación que el capital quiere imponer; 68 la lucha masiva de mayo 68).
Este grito expresa como los trabajadores tratan de recuperar su memoria de clase, sus experiencias, una de las más importantes en los últimos 50 años, Mayo 68.
Pero necesitamos ir mucho más allá de Mayo 68. La oleada de lucha internacional que comenzó entonces fue una reacción a los primeros signos de la crisis económica mundial. Hoy, la situación es muchísimo más grave. La desastrosa situación del capitalismo (crisis, guerra, catástrofe ecológica, pandemias etc.) pone en juego la supervivencia de la humanidad.
El impulso de Mayo del 68 se rompió por una doble mentira de la burguesía. Cuando la URSS se derrumbó en 1990, afirmó que el colapso del estalinismo significaba la muerte del comunismo y que comenzaba una nueva era de paz y prosperidad. Tres décadas después, sabemos por experiencia que, en lugar de paz y prosperidad, obtuvimos guerra y miseria. Aún no hemos comprendido que el estalinismo era la antítesis del comunismo, que era un régimen capitalista bárbaro surgido de la contrarrevolución de los años veinte. Falsificando la historia, presentando el estalinismo como comunismo, la burguesía consiguió hacer creer a la clase obrera que su proyecto de emancipación revolucionaria sólo podía acabar en un desastre.
Pero en la lucha, desarrollaremos gradualmente nuestra fuerza colectiva, nuestra unidad y nuestra autoorganización. En la lucha, poco a poco nos daremos cuenta de que nosotros, la clase obrera, somos capaces de ofrecer una perspectiva distinta a la pesadilla prometida por un sistema capitalista en decadencia.
¡Ven a discutir las lecciones de Mayo del 68 para las luchas de hoy!
Fecha y hora: sábado 13 de mayo, 11 horas de México y 19 horas de Europa.
Si quieres participar:
Presencialmente, en Ciudad de México
Dirección: Av. Álvaro Obregón 185, piso 4. Col. Roma Norte, CDMX.
(Entre Monterrey y Tonalá)
A dos cuadras y media - a 3 minutos caminado- de Estación Álvaro Obregón, Metrobús Línea 1, Aprox. a 6-7 cuadras de la Estación Metro Insurgentes, a 15 minutos caminado
Por Internet: escríbenos a [email protected] [13] , y te enviaremos el enlace para participar.
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“¡Basta ya!” - Reino Unido. “Ni un año más, ni un euro menos” - Francia. “La indignación viene de lejos” - España. “Por todos nosotros” - Alemania. Todas estas consignas, coreadas durante las huelgas de los últimos meses en todo el mundo, revelan hasta qué punto las luchas obreras actuales expresan el rechazo al deterioro general de nuestras condiciones de vida y de trabajo. En Dinamarca, Portugal, Países Bajos, Estados Unidos, Canadá, México, China... las mismas huelgas contra la misma explotación cada vez más insoportable. "La verdadera penuria: ¡no poder calentarse, comer, sanar, conducir!
Pero nuestras luchas son también mucho más que eso. En las manifestaciones, empezamos a leer en algunas pancartas el rechazo a la guerra en Ucrania, el rechazo a producir cada vez más armas y bombas, a tener que apretarnos el cinturón en nombre del desarrollo de esta economía de guerra: "¡Ningún dinero para la guerra, ningún dinero para las armas! ¡El dinero para los salarios, el dinero para las pensiones!" pudimos oír durante las manifestaciones en Francia. También expresan el rechazo a ver el planeta destruido en nombre de la ganancia.
Nuestras luchas son el único baluarte contra esta dinámica autodestructiva, el único baluarte contra la muerte que el capitalismo promete a toda la humanidad. Porque, dejado a su propia lógica, este sistema decadente arrastrará a partes cada vez mayores de la humanidad a la guerra y la miseria, destruirá el planeta con gases de efecto invernadero, bosques arrasados y bombas.
La clase que gobierna la sociedad mundial, la burguesía, es en parte consciente de esta realidad, del futuro bárbaro que nos promete su sistema moribundo. Basta leer los estudios y trabajos de sus propios expertos para darse cuenta de ello. Según el "Informe sobre los Riesgos Mundiales" presentado en el Foro Económico Mundial de Davos de enero de 2023: "Los primeros años de esta década han anunciado un período particularmente turbulento en la historia humana. La vuelta a una 'nueva normalidad' tras la pandemia de Covid-19 se vio rápidamente afectada por el estallido de la guerra en Ucrania, inaugurando una nueva serie de crisis alimentarias y energéticas [...]. Al entrar en 2023, el mundo se enfrenta a una serie de riesgos [...]: inflación, crisis del coste de la vida, guerras comerciales [...], enfrentamientos geopolíticos y el espectro de la guerra nuclear [...], niveles insostenibles de deuda [...], declive del desarrollo humano [...], creciente presión de los impactos y ambiciones del cambio climático [...]. Todos estos elementos convergen para dar forma a una década única, incierta y problemática”.
En realidad, la próxima década no es tan “incierta” como dice el mismo Informe: “La próxima década se caracterizará por crisis medioambientales y sociales [...], la “crisis del coste de la vida” [...], la pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas [...], la confrontación geoeconómica [...], la migración involuntaria a gran escala [...], la fragmentación de la economía mundial, las tensiones geopolíticas [...]. La guerra económica se está convirtiendo en la norma, con un creciente enfrentamiento entre las potencias mundiales [...]. El reciente aumento del gasto militar [...] podría desembocar en una carrera armamentística mundial [...], con el despliegue selectivo de armas de nueva tecnología a una escala potencialmente más destructiva de lo que se ha visto en las últimas décadas”.
Ante esta perspectiva abrumadora, la burguesía sólo puede mostrarse impotente. Ella y su sistema no son la solución, son la causa del problema. Si bien en los grandes medios de información, intenta hacernos creer que hace todo lo posible para luchar contra el calentamiento climático, que un capitalismo “verde” y “sostenible” es posible, ella sabe muy bien que está mintiendo. Porque, como señala el “Informe sobre los riesgos mundiales”: “los niveles atmosféricos de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso han alcanzado su punto máximo. Las trayectorias de las emisiones hacen muy improbable que se cumplan las ambiciones mundiales de limitar el calentamiento a 1,5°C. Los recientes acontecimientos han puesto de manifiesto una divergencia entre lo que es científicamente necesario y lo que es políticamente conveniente”.
En realidad, esta “divergencia” no se limita a la cuestión climática. Expresa la contradicción fundamental de un sistema económico basado no en la satisfacción de las necesidades humanas sino en la ganancia y la competencia, en la depredación de los recursos naturales y la explotación feroz de la clase que produce la mayor parte de la riqueza social: el proletariado, los trabajadores asalariados de todos los países.
Así, el capitalismo y la burguesía forman uno de los dos polos de la sociedad, el que conduce a la humanidad hacia la miseria y la guerra, hacia la barbarie y la destrucción. El otro polo es el proletariado y su lucha. Desde hace un año, en los movimientos sociales que se desarrollan en Francia, el Reino Unido, España… trabajadores, pensionados, desempleados, estudiantes se mantienen unidos. Esta solidaridad activa, esta combatividad colectiva, son los testigos de lo que es la naturaleza profunda de la lucha obrera: una lucha por un mundo radicalmente distinto, un mundo sin explotación ni clases sociales, sin competencia, sin fronteras ni naciones. “Los trabajadores permanecen unidos”, gritan los huelguistas en Reino Unido. “¡O luchamos juntos, o acabaremos durmiendo en la calle!”, confirman los manifestantes en Francia. La pancarta “Por todos nosotros” bajo la que se celebró la huelga contra la pauperización en Alemania, el 27 de marzo es especialmente significativa de este sentimiento general que crece en la clase obrera: todos estamos en el mismo barco y luchamos unos por otros. Las huelgas de Alemania, Reino Unido y Francia se inspiran mutuamente. En Francia, los trabajadores se declararon explícitamente en huelga en solidaridad con sus hermanos de clase que luchan en Inglaterra: “Somos solidarios con los trabajadores ingleses, que llevan semanas en huelga por salarios más altos”. Este reflejo de solidaridad internacional es exactamente lo contrario del mundo capitalista dividido en naciones competidoras, lo que culmina en la barbarie guerrera. Recuerda el grito de guerra de nuestra clase desde 1848: “¡Los proletarios no tienen patria! Proletarios de todos los países, ¡uníos!”.
Así, en todo el mundo, la atmósfera social está cambiando. Después de décadas de pasividad y de agachar la cabeza, la clase obrera empieza a reencontrar el camino de su lucha y de su dignidad. Así lo demostraron el “Verano de la Ira” y el retorno de las huelgas en el Reino Unido, casi cuarenta años después de la derrota de los mineros a manos de Thatcher en 1985.
Pero todos resentimos las dificultades y los límites actuales de nuestras luchas. Frente a la apisonadora de la crisis económica, la inflación y los ataques gubernamentales que llaman “reformas”, aún no somos capaces de establecer una relación de fuerzas a nuestro favor. A menudo aislados en huelgas separadas las unas de las otras, o frustrados por reducir nuestras manifestaciones a marchas-procesiones multitudinarias, sin reuniones ni debates, sin asambleas generales ni organizaciones colectivas, todos aspiramos a un movimiento más amplio, más fuerte, más solidario y unitario. En las marchas de Francia, el llamamiento a un nuevo Mayo del 68 no cesa de repetirse. Frente a la “reforma” que retrasa la edad de jubilación a los 64 años, la consigna más popular en las pancartas es: “Vosotros nos ponéis en 64, nosotros os pondremos en Mayo del 68”.
En 1968, el proletariado francés se unió tomando sus luchas en sus manos. Tras las grandes manifestaciones del 13 de mayo para protestar contra la represión policial sufrida por los estudiantes, los paros y las asambleas generales se propagaron como línea de pólvora en las fábricas y en todos los centros de trabajo para desembocar, con sus 9 millones de huelguistas, en la mayor huelga de la historia del movimiento obrero internacional. Ante esta dinámica de extensión y unidad de la lucha obrera, el gobierno y los sindicatos se apresuraron a firmar un acuerdo de aumento general de los salarios para frenar el movimiento. Al mismo tiempo que se producía este despertar de la lucha obrera, se produjo un fuerte retorno a la idea de la revolución, discutida por muchos trabajadores en lucha.
Un acontecimiento de esta magnitud era el signo de un cambio fundamental en la vida de la sociedad: era el fin de la terrible contrarrevolución que había caído sobre la clase obrera desde finales de los años 20 con el fracaso de la revolución mundial tras su primera victoria en octubre de 1917 en Rusia. Una contrarrevolución que había adoptado el rostro espantoso del estalinismo y el fascismo, que había abierto la puerta a la Segunda Guerra Mundial con sus 60 millones de muertos y que había continuado durante dos décadas después. Y esto fue rápidamente confirmado en todas partes del mundo por una serie de luchas de una magnitud desconocida durante décadas:
- El Otoño Caliente italiano de 1969, también conocido como el “Mayo rampante”, que vio luchas masivas en los principales centros industriales y un desafío explícito al encuadramiento sindical.
- El levantamiento de los obreros de Córdoba (Argentina) ese mismo año.
- Las huelgas masivas de los trabajadores bálticos en Polonia en el invierno de 1970-71.
- Otras numerosas luchas en los años siguientes en prácticamente todos los países europeos, en particular en el Reino Unido.
- En 1980, en Polonia, ante la subida de los precios de los alimentos, los huelguistas llevaron aún más lejos esta oleada internacional tomando sus luchas en sus propias manos, reuniéndose en enormes asambleas generales, decidiendo por sí mismos qué reivindicaciones hacer y qué acciones emprender y, sobre todo, esforzándose constantemente por extender la lucha. Ante esta fuerza, no sólo tembló la burguesía polaca, sino la de todos los países.
En dos décadas, de 1968 a 1989, toda una generación de trabajadores adquirió experiencia en la lucha. Sus numerosas derrotas, y a veces victorias, permitieron a esta generación enfrentarse a las numerosas trampas tendidas por la burguesía para sabotear, dividir y desmoralizar. Sus luchas deben permitirnos sacar lecciones vitales para nuestras luchas actuales y futuras: sólo la reunión en asambleas generales (AGs) abiertas y masivas, autónomas, que decidan realmente sobre la conducción del movimiento, al margen e incluso en contra del control sindical, puede constituir la base de una lucha unida y que se extienda, llevada por la solidaridad entre todos los sectores, todas las generaciones. AGs en las que nos sintamos unidos y confiados en nuestra fuerza colectiva. AGs en las que podamos adoptar juntos reivindicaciones cada vez más unificadoras. AGs en las que nos reunamos y de las que podamos salir en delegaciones masivas al encuentro de nuestros hermanos de clase, los trabajadores de la fábrica, del hospital, de la escuela, del centro comercial, de la administración... los más cercanos.
La nueva generación de trabajadores, que ahora toma la antorcha, debe reunirse, debatir, reapropiarse de las grandes lecciones de las luchas pasadas. La generación de más edad debe contar sus luchas a la generación más joven, para que la experiencia acumulada se transmita y se convierta en un arma en las luchas venideras.
Pero también debemos ir más allá. La oleada de lucha internacional que comenzó en mayo de 1968 fue una reacción a la ralentización del crecimiento económico y a la reaparición del desempleo masivo. Hoy, la situación es mucho más grave. El estado catastrófico del capitalismo pone en juego la supervivencia misma de la humanidad. Si no conseguimos derrocarlo, la barbarie se generalizará progresivamente.
El impulso de Mayo del 68 se vio truncado por una doble mentira de la burguesía: cuando los regímenes estalinistas se derrumbaron en 1989-91, afirmaron que el colapso del estalinismo significaba la muerte del comunismo y que se abría una nueva era de paz y prosperidad. Tres décadas después, sabemos por experiencia que, en lugar de paz y prosperidad, obtuvimos guerra y miseria. Todavía tenemos que comprender que el estalinismo es la antítesis del comunismo, que es una forma particularmente brutal de capitalismo de Estado surgida de la contrarrevolución de los años veinte. Falsificando la historia, haciendo pasar el estalinismo por comunismo (¡como la URSS de ayer y la China, Cuba, Venezuela o Corea del Norte de hoy!), la burguesía consiguió hacer creer a la clase obrera que su proyecto revolucionario de emancipación sólo podía conducir a la ruina. Hasta que la propia palabra “revolución” se volvió sospechosa y vergonzosa.
Pero en la lucha, desarrollaremos poco a poco nuestra fuerza colectiva, nuestra confianza en nosotros mismos, nuestra solidaridad, nuestra unidad, nuestra autoorganización. En la lucha, nos iremos dando cuenta de que nosotros, la clase trabajadora, somos capaces de ofrecer otra perspectiva que la muerte prometida por un sistema capitalista en decadencia: la revolución comunista. La perspectiva de la revolución proletaria hará su retorno en nuestras cabezas y en nuestras luchas.
¡El futuro pertenece a la lucha de clases!
Corriente Comunista Internacional, 22 de abril de 2023.
Nuestra Web: / [18]; Para todo contacto, discusión, colaboración, críticas, comentarios, propuestas, escribir a [email protected] [13] ; [email protected] [19]; [email protected] [20]
Participa en nuestra Reunión Pública sobre 1968 y las luchas actuales: Fecha y hora: sábado 13 de mayo, 11 horas de México y 18 horas de Europa. En Ciudad de México: Av. Álvaro Obregón 185, piso 4. Col. Roma Norte, CDMX (Entre Monterrey y Tonalá). A dos cuadras y media - a 3 minutos caminado- de Estación Álvaro Obregón, Metrobús Línea 1, Aprox. a 6-7 cuadras de la Estación Metro Insurgentes, a 15 minutos caminado. Si quieres participar por Internet: escríbenos a [email protected] [13] , y te enviaremos el enlace para participar.
"¿Te callas o quieres que empiece otra vez? ¡Vaya! empiezas a farfullar, si quieres te vuelvo a arrear otro sopapo para enderezarte la mandíbula".
“Cuando te eché mano te pusiste a temblar, ¡la zancadilla te la puse yo!”
“Tranquilo, de tu cara bonita ya tenemos la foto. En cuanto asomes el morro por la calle en las próximas manifestaciones, te puedo decir que somos muy fisionomistas y recordamos vuestras jetas. Cuando volvamos la próxima vez, no subirás al furgón para ir a comisaría, ¡subirás a otra cosa que llaman "ambulancia" para ir al hospital!”
“Tienes suerte, nos vamos a desquitar con otras personas. Si tienes ocasión de ver la tele, fíjate bien, ¡ya verás lo que te espera si se te ocurre volver!”.
Esas frases las pronunciaron policías de la Brav-M1 durante la manifestación del 23 de marzo en París, las grabó uno de los detenidos, y acabaron recorriendo los medios de comunicación, suscitando uno de esos debates entre expertos sobre cómo se forma a los agentes de esa brigada especial, como queriéndonos hacer creer que fue un extravío de unos pocos. ¡Mentira! En todas partes de Francia, en Rennes, Nantes, Lyon,... la policía golpea y provoca. La simultaneidad represiva que se está desarrollando no es casual. Es una política totalmente deliberada del gobierno. El objetivo es simple y hasta clásico:
- arrastrar a los jóvenes más enfurecidos a un enfrentamiento estéril con la policía;
- asustar a la mayoría de los manifestantes, para disuadirles de salir a la calle;
- impedir toda posibilidad de discusión, pudriendo sistemáticamente el final de las manifestaciones, momento habitualmente propicio a corrillos y debates;
- hacer impopular el movimiento, dando a entender que toda lucha social degenera automáticamente en violencia ciega y caos, mientras que las autoridades serían las garantes del orden y la paz.
Sí, ¡nuestra cólera es inmensa! Cierto, no podemos sino indignarnos y ser combativos.
Pero nuestra fuerza no reside en el enfrentamiento estéril con los batallones ultrapertrechados y sobreentrenados de CRS2, gendarmes móviles y demás pistoleros del "orden" de los explotadores.
Como tampoco nuestra lucha consiste en andar rompiendo escaparates y quemando contenedores. La violencia de minorías no fortalece el movimiento. Al contrario, ¡lo debilitan!
¡Somos la clase obrera! Somos una fuerza colectiva, capaz de entrar en una lucha masiva, de organizarnos, de solidarizarnos, de unirnos, de debatir y levantarnos juntos contra las autoridades para rechazar la continua y pertinaz degradación de nuestras condiciones de vida y de trabajo, para rechazar este sistema que hunde a la humanidad en la miseria y la guerra.
Eso es lo que realmente preocupa a la burguesía: cuando luchamos así, como clase obrera que somos. Por eso nos tienden hoy la trampa de la degradación y el caos mediante la violencia. Quieren romper la dinámica actual y el proceso que se está desarrollando desde hace meses a escala internacional.
Desde el anuncio de la reforma de las pensiones, las huelgas se multiplican y, sobre todo, las manifestaciones nos reúnen por millones en las calles. Gracias a esta lucha, ¡empezamos a comprender quién es ese "Nosotros"! Una fuerza social, internacional, que lo produce prácticamente todo y que debe luchar unida y solidaria: ¡la clase obrera! "¡O luchamos juntos o acabaremos durmiendo en la calle!". Así lo expresaban, por ejemplo, en las manifestaciones de apoyo a los basureros de Ivry que la policía viene regularmente a desalojar: ¡juntos somos más fuertes!
Esos reflejos de solidaridad no sólo surgen en Francia. En muchos países aumentan las huelgas y los movimientos sociales. En Reino Unido frente a la inflación, en España frente al desmoronamiento del sistema sanitario, en Corea del Sur contra la prolongación de la jornada laboral, en Alemania contra los bajos salarios... en todas partes, la clase obrera se defiende.
En Grecia, hace tres semanas se produjo un accidente de tren: 57 muertos. Como era de esperar, la burguesía quiso cargar las culpas en un trabajador y encarcelaron al guardagujas de turno. Pero la clase obrera comprendió inmediatamente la argucia. Miles de manifestantes salieron a la calle para denunciar la verdadera causa de ese accidente mortal: la falta de personal y la ausencia de medios. Desde entonces, la cólera no se ha calmado. Al contrario, la lucha crece y se amplía, con gritos de "salarios de miseria, ¡no!" y “¡Hasta el gollete estamos!” o “desde la crisis, ya no podemos trabajar como es debido, pero al menos no nos matéis". Nuestro movimiento contra la reforma de las pensiones forma parte de ese desarrollo de la combatividad y de la reflexión de nuestra clase a nivel mundial.
Nuestro movimiento contra la reforma de las pensiones participa en este desarrollo de la combatividad y de la reflexión de nuestra clase a nivel mundial.
Nuestro movimiento demuestra que somos capaces de luchar masivamente y de hacer temblar a la burguesía. Ya todos los especialistas y sesudos políticos anuncian que será muy complicado que Macron apruebe nuevas reformas y grandes ataques de aquí al final de su quinquenio.
Para ocultar a los trabajadores de otros países la fuerza del movimiento social en Francia, todos los medios de comunicación del mundo retransmiten hasta la saciedad contenedores ardiendo y pedradas. Reducen deliberadamente toda la lucha contra la reforma de las pensiones a un mero disturbio destructivo. Pero sus burdas patrañas son cada vez menos creíbles: en Alemania, las huelgas que se están desarrollando declaran abiertamente que se inspiran en el movimiento actual en Francia.
Es el embrión de un vínculo internacional. Por otra parte, el personal del “Mobilier National” en huelga contra la reforma de las pensiones declaró, justo antes de que se cancelara la visita del rey de Inglaterra a Versalles: "Somos solidarios con los trabajadores ingleses, que llevan semanas en huelga por salarios más altos".
Este reflejo de solidaridad internacional es exactamente lo contrario del mundo capitalista dividido en naciones competidoras, ¡hasta la guerra! Este reflejo de solidaridad internacional recuerda el grito de guerra de nuestra clase desde 1848: "¡Los proletarios no tienen patria! Proletarios de todos los países, ¡uníos!
Contra todas las trampas y mentiras de las burguesías y sus medios de comunicación, en todos los países, a nosotros nos incumbe defender nuestros métodos de lucha, comprender lo que nos hace fuertes y unidos como clase, aprender las lecciones de las luchas pasadas para las luchas presentes y futuras.
Por ejemplo, en los últimos días los periódicos han estado señalando la posibilidad de una situación "tipo CPE" sin decir una palabra sobre lo que fue su alma y su fuerza: las Asambleas Generales (AG). En 2006, el gobierno se vio obligado a retirar su Contrat Première Embauche (Contrato Primer Empleo), que iba a sumir a los jóvenes en una inseguridad aún mayor.
En aquel momento, la burguesía se asustó ante la envergadura que la protesta iba adquiriendo, que empezaba a ir más allá de un movimiento meramente juvenil, de estudiantes precarios y jóvenes trabajadores, para extenderse a otros sectores, con consignas unidas y solidarias: “jeunes lardons, vieux croûtons, tous la même salade’’3
En la capacidad de extender el movimiento se plasmaron los debates llevados a cabo en verdaderas asambleas generales soberanas y abiertas. Las AG fueron los pulmones del movimiento, procurando constantemente no quedar encerrado en facultades o lugares de trabajo a modo de ciudadela sitiada, quedando así bloqueado, sino extender la lucha, con delegaciones masivas a las empresas vecinas y a otros barrios. ¡Esto fue lo que hizo retroceder a la burguesía! ¡Eso es lo que hizo fuerte a nuestro movimiento! ¡Esas son las lecciones que debemos reapropiarnos hoy!
La fuerza de nuestra clase reside en nuestra unidad, en nuestra conciencia de clase, en nuestra capacidad para desarrollar nuestra solidaridad y extender así el movimiento a todos los sectores. Ese es el acicate que debe guiar nuestras luchas.
En la lucha, sólo podemos confiar en nosotros mismos. Ni en políticos, ni en sindicatos. Es la clase obrera y su lucha la portadora de la alternativa: la del derrocamiento del capitalismo, ¡la de la revolución!
Hoy sigue siendo difícil reunirse en asambleas generales, organizarse. Sin embargo, es la única vía posible. Estas AG deben ser lugares donde decidamos realmente la dirección del movimiento. Son el único lugar para organizar la respuesta a la represión y la defensa de nuestros medios de lucha, como fue el caso en las AG cuando lo del CPE de 2006. Estas AG son el lugar donde nos sentimos unidos y confiados en nuestra fuerza colectiva, donde se expresa la responsabilidad y el compromiso de cada uno, donde podemos adoptar juntos reivindicaciones cada vez más unificadoras e ir en delegaciones masivas al encuentro de nuestros hermanos y hermanas de clase en las fábricas, hospitales, escuelas, comercios, administraciones más cercanas. Es la rápida extensión de la lucha a otros sectores lo que hará doblegarse al gobierno.
Hoy o mañana, las luchas continuarán, porque el capitalismo se hunde en la crisis y porque al proletariado no le queda otra opción. Por eso, en todo el mundo, los trabajadores están entrando en lucha.
La burguesía continuará sus ataques (economía de guerra, inflación, despidos, precariedad, penurias), su represión y sus provocaciones. Frente a tal degradación de las condiciones de vida y de trabajo, la clase obrera internacional emprenderá más y más masivamente la vía de la lucha y deberá evitar todas las trampas que se le tiendan.
Así pues, allá donde podamos, en las calles, después y antes de las manifestaciones, en los piquetes, en los cafés y en los lugares de trabajo, debemos reunirnos, debatir, aprender de las lecciones de las luchas pasadas, para desarrollar nuestras luchas actuales y prepararnos para las luchas venideras.
Corriente Comunista Internacional, 27 de marzo de 2023
Al final de la hoja, nuestros compañeros de Révolution Internationale anuncian las reuniones públicas de la siguiente manera:
Por donde sea posible, necesitamos agruparnos, debatir y reapropiarnos de las lecciones del pasado, para preparar la lucha autónoma de toda la clase obrera. En el trabajo, en las manifestaciones, en los bloqueos, en los piquetes, hay que debatir y reflexionar sobre cómo puede tomar la clase obrera sus luchas en sus propias manos, cómo puede autoorganizarse en asambleas generales autónomas, cómo puede extender un movimiento. Y es así, con ese ánimo, con el que organizamos encuentros públicos en París, Lille, Toulouse, Marsella, Nantes, Rennes, Lyon... y en línea. Las fechas y lugares de nuestras reuniones presenciales y cómo conectarse a nuestras reuniones en línea están disponibles en nuestro sitio web: es.internationalism.org ¡Ven a debatir!
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1 ‘‘Brigadas de represión contra acciones violentas (motorizadas)”. Van de robocops, en moto, en binomio, con porras y granadas etc. Muy móviles, circulan por las grandes ciudades, especialmente París, durante las manifestaciones, bajan de las motos y se ponen a dar palos o lanzar granadas a diestro y siniestro. En la carrera sin fin en medios represivos son lo más reciente del Estado francés, aunque recuerdan otra brigada motorizada que mató a palos a un manifestante en 1986.
2 Compañías republicanas de seguridad, otra “fuerza del orden”.
3 Juego de palabras que significa “Todos juntos jóvenes y viejos”. Las ensaladas se aderezan con tocinillos ahumados (lardons)y picatostes de pan duro (croûton). Y “vieux croûton” se usa para hablar con ironía de los “mayores”.
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Hoy vamos a volver a las calles para la undécima jornada de manifestaciones contra la reforma de las pensiones. Somos, cada vez, millones de personas alzándonos contra ese ataque, negándonos a aceptar el continuo deterioro de nuestras condiciones de vida y de trabajo, permaneciendo unidos, luchando juntos.
Trabajadores, desempleados, estudiantes y pensionistas, podemos estar orgullosos de esta lucha colectiva, por la dignidad, de esta solidaridad que nos une.
La amplitud de nuestro movimiento es tal que está siendo fuente de inspiración a trabajadores de Alemania, Italia, República Checa, Reino Unido... Ellos también se niegan a ser cada vez más explotados y empobrecidos. Las huelgas se multiplican a escala internacional. Sin embargo, todos sentimos los actuales límites de nuestro movimiento. En Reino Unido, los trabajadores llevan diez meses en huelga sin doblegar al gobierno. Ningún aumento salarial real sino son unas cuantas migajas. En Francia, el gobierno sigue "con las botas puestas", manteniendo su ataque. Y lo peor es que, mientras tanto, los precios alimenticios se disparan y los salarios se estancan. Y a la futura reforma laboral ya se le ve el plumero: más flexibilidad, más precariedad.
Parte de la respuesta está en nuestra propia experiencia, en nuestra propia historia, en particular en aquel episodio de lucha de clases que fue nuestra última victoria: el movimiento contra el Contrato Primer Empleo (CPE) en 2006. Frente a la dinámica del movimiento, la burguesía francesa tuvo que dar marcha atrás y retirar su ley, aun cuando ya había sido aprobada en el Parlamento. Los medios de comunicación hablan de la posibilidad actual de un "escenario CPE", pero sin mencionar nunca lo que, en su momento, hizo temblar a la burguesía francesa y a su gobierno.
El 16 de enero de 2006, el gobierno, con el pretexto de luchar contra el desempleo juvenil, presentó ante Parlamento un proyecto de ley (cínicamente titulado "por la igualdad de oportunidades") con un dispositivo de lo más indignante: el CPE. Este contrato permite a los empresarios despedir a los trabajadores menores de 26 años durante dos años sin la menor justificación.
A partir del 17 de enero, los jóvenes reaccionaron ante semejante ataque, comprendiendo inmediatamente que lo que pretendía era aumentar su precariedad laboral. En todas las universidades se reunieron asambleas generales (AG) para debatir y decidir juntos la dirección del movimiento. Se formaron colectivos para obtener la retirada del CPE.
El 24 de enero se lanza la primera convocatoria de manifestación.
El 7 de febrero, varios cientos de miles de personas se manifiestan por toda Francia, mientras que en las empresas ningún sindicato convoca la menor acción ni asamblea general.
Los días 14 y 16 de febrero, varios miles de estudiantes de universidad y de instituto se manifiestan en París, Toulouse, Rennes y Lyon.
El 27 de febrero, el gobierno utiliza el 49.3 para aprobar la ley (y por tanto el CPE) en la Asamblea Nacional.
El 1º de marzo, trece universidades se declaran en huelga. Los bloqueos, los filtros y el cierre total de las universidades fueron decididos por las AG de los estudiantes en huelga. Se trataba de verdaderas AG: decidían las acciones a emprender y las consignas, y estaban abiertas a trabajadores, desempleados y pensionistas.
El 4 de marzo, la Coordinadora Nacional de Estudiantes, formada por delegados elegidos por las AG, se reúne en Jussieu (París). Unos cincuenta trabajadores, desempleados y jubilados de toda Francia querían participar en los debates. Pero el sindicato estudiantil UNEF se opuso. El debate comenzó en la asamblea, la posición de la UNEF fue quedó en minoría, se abrieron las puertas y se permitió la entrada a los cincuenta "de fuera". Durante todo el debate, los representantes de la UNEF no cesaron de intentar reducir el movimiento a reivindicaciones puramente estudiantiles, mientras que el resto de la asamblea se esforzaba por ampliar las consignas a todos los trabajadores.
El 7 de marzo, la protesta se intensificó. Cerca de un millón de manifestantes caminaron por toda Francia. Empezamos a ver a trabajadores integrar la manifestación, sobre todo en medio de los grupos estudiantiles o por las aceras, raras veces tras pancartas sindicales. En París, los sindicatos tomaron la iniciativa de la manifestación. Al ver esto, los estudiantes se apresuraron a ponerse al frente de la manifestación. Unas veinte universidades estaban en huelga, con cada vez más asambleas soberanas.
El 8 de marzo, los estudiantes de la Sorbona ocuparon la universidad para poder celebrar sus asambleas. El rectorado de París exigió el desalojo del edificio, considerado "monumento histórico". Los estudiantes se negaron y fueron rodeados por CRS y gendarmes móviles, que transformaron la universidad en una auténtica ratonera.
El 9 de marzo, el Parlamento adoptó definitivamente el CPE. El primer ministro anunció que la medida se aplicaría "en las próximas semanas".
El 10 de marzo, estudiantes de otras universidades decidieron acudir masiva y pacíficamente a la Sorbona, para aportar solidaridad y alimentos a sus hambrientos compañeros, encerrados por orden del Rector del Distrito de París y del Ministerio del Interior.
Durante la noche del 10 al 11, la policía invadió la Sorbona, armada de porras y gases lacrimógenos. Expulsaron a los estudiantes en lucha y detuvieron a varias decenas de ellos.
El 16 de marzo, 64 de las 84 universidades de Francia quedaron bloqueadas.
El 18 de marzo, demostración de fuerza anti-CPE: casi un millón y medio de personas en la calle. Los sindicatos siguen sin hacer nada en las empresas, ninguna acción, ninguna asamblea general.
El 19 de marzo, los sindicatos esgrimen "la amenaza de una huelga general"... una ilusoria amenaza que nunca se concretó. Un texto normalmente reservado a los miembros de la UNEF se filtró en las filas estudiantiles. Este texto explica a sus miembros cómo infiltrarse en las AG, controlar los debates y las decisiones. La indignación es general. Algunas asambleas corearon "Unef-Medef"1, para subrayar el debilitamiento del sindicato desde dentro en beneficio de la patronal.
El 20 de marzo, el primer ministro vuelve a descartar cualquier retirada del CPE.
El 21 de marzo se bloqueó una cuarta parte de los institutos de enseñanza media.
El 28 de marzo y el 4 de abril, récord de movilizaciones: cerca de tres millones de manifestantes marcharon por toda Francia.
El 10 de abril, ¡el CPE fue retirado!
Lo que hizo fuerte al movimiento fue, ante todo, el fortalecimiento de la solidaridad activa en la lucha. Fue cerrando filas, construyendo un tejido muy tupido, comprendiendo que la unión hace la fuerza, como los estudiantes de universidad y de secundaria pudieron poner en práctica la vieja consigna del movimiento obrero: "¡Uno para todos, todos para uno!"
Se celebraban en paraninfos abarrotados. Se invitaba a obreros, desempleados, jubilados a participar en los debates, a aportar su experiencia. Todos los trabajadores que asistieron a esas AG quedaron asombrados por la capacidad de la joven generación para dar la palabra, convencer, confrontar argumentos... Los estudiantes defendieron permanentemente el carácter soberano de las AG, con sus delegados elegidos y revocables (a base de mandatos con sus devoluciones) y votaciones a mano alzada. Cada día, diferentes equipos organizaban el debate en la tribuna. Para poder distribuir las tareas, centralizar, coordinar y mantener el control del movimiento, los comités de huelga decidieron elegir diferentes comisiones: prensa, animación y reflexión, recepción e información, etc. Gracias a las AG, verdaderos lugares abiertos de debate y decisión, y a la centralización de la lucha, los estudiantes decidieron las acciones que realizar, siendo la principal preocupación la extensión del movimiento a las empresas.
Los estudiantes comprendieron perfectamente que el resultado de su lucha estaba en manos de los asalariados. Como dijo un estudiante en una reunión de la coordinadora de la región Île-de-France el 8 de marzo, "si nos quedamos aislados, nos comerán vivos". Esta dinámica hacia la extensión del movimiento, hacia la huelga de masas, comenzó desde el principio de la movilización. Los estudiantes enviaron delegaciones masivas por todas partes a los trabajadores de las empresas cercanas a sus lugares de estudio. Pero se encontraron con el típico bloqueo sindical: los obreros permanecían encerrados en sus empresas sin ninguna posibilidad de discutir con las delegaciones estudiantiles. Así que los "sioux" de las universidades tuvieron que imaginar otra forma de sortear ese bloqueo: abrieron los paraninfos donde se celebraban las asambleas generales. Pidieron a trabajadores y jubilados que compartieran con ellos su experiencia. Estaban sedientos de aprender de los mayores. Y los "viejos" estaban deseosos de transmitir a los "jóvenes", de modo que a la vez que los "jóvenes" maduraban, los "viejos" rejuvenecían. Fue esta ósmosis entre todas las generaciones de la clase obrera lo que dio un nuevo impulso al movimiento. La mayor victoria fue la propia lucha: "A veces los trabajadores triunfan; pero es un triunfo efímero. El verdadero resultado de su lucha no es tanto el éxito inmediato como la creciente unidad de los trabajadores" (Marx y Engels, Manifiesto Comunista, 1848).
El movimiento estudiantil de 2006 fue mucho más allá de una simple protesta contra el CPE. Como dijo un profesor de la Universidad de París-Tolbiac en la manifestación del 7 de marzo: "el CPE no es sólo un ataque económico real y concreto. Es también un símbolo". En efecto, era el "símbolo" de la quiebra de la economía capitalista. También fue una réplica implícita contra la brutalidad policial (la que, en otoño de 2005, había provocado la muerte "accidental" de dos jóvenes que volvían de un partido de fútbol denunciados como "ladrones" por un "ciudadano" y perseguidos por la policía). La represión de los estudiantes de la Sorbona, que lo único que pretendían era poder celebrar asambleas, no hizo sino reforzar la determinación de los estudiantes. Toda la burguesía y sus medios serviles de comunicación no cesaron, hora tras hora, de mentir para hacer pasar a los estudiantes por "gamberros". Pero la clase obrera no mordió el anzuelo. Al contrario, la violencia de los policías de la burguesía reveló la violencia del sistema capitalista y de su Estado "democrático". Un sistema que echa a la calle a millones de trabajadores, que quiere reducir a la miseria a jóvenes y pensionistas, un sistema que impone la "ley y el orden" a porrazos.
Las nuevas generaciones de la clase obrera se negaron a ceder a la provocación del Estado policial. Se negaron a utilizar la violencia ciega y desesperada. Frente a la represión y la provocación, mantuvieron su método de lucha: ¡las AG soberanas, la solidaridad y la extensión de la movilización!
Estos métodos de lucha que hicieron la fuerza del movimiento en 2006, que hicieron temblar a la burguesía y la obligaron a retroceder, ¡nosotros también somos capaces de ponerlos en práctica!
El CPE no atacó a los jóvenes con contratos precarios por ser estudiantes, sino por ser futuros trabajadores. Los métodos de lucha que los estudiantes en huelga utilizaron instintivamente son los de toda la clase obrera. Apoderarse de la lucha en el lugar de trabajo, reunirse en asambleas soberanas, decidir colectivamente las acciones y las consignas, debatir y construir juntos el movimiento, extender la lucha a los sectores geográficos más cercanos, yendo al encuentro de los trabajadores de escuelas, hospitales, fábricas, administraciones próximas... todo eso es posible. Pensar y elaborar juntos en estas AG es también la manera de evitar caer en la trampa de las provocaciones policiales y los enfrentamientos estériles. Los estudiantes de 2006 lo demostraron.
Organizarnos en AG es ahora el paso decisivo que aún no hemos conseguido dar para transformar a los millones de personas que estamos en las calles en una verdadera fuerza colectiva, unida y solidaria. Porque nos falta confianza en nosotros mismos, porque confiamos la dirección de nuestras luchas a los sindicatos, porque hemos olvidado que ya hemos sido capaces de luchar así en el pasado. En Polonia en 1980, en Italia en 1969, en Francia en 1968... por tomar sólo los tres ejemplos más famosos de los últimos sesenta años.
Para superar esta etapa, todos los trabajadores, desempleados, jubilados, estudiantes que buscan desarrollar la lucha y la fuerza colectiva de nuestra clase, deben reunirse para debatir, intercambiar sobre su experiencia e intentar reapropiarse juntos las lecciones del pasado. ¡La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos!
Corriente Comunista Internacional, 5 de abril de 2023
1 MEDEF es la organización patronal de Francia.
Links
[1] https://es.internationalism.org/files/es/barbaria_contribuye_a_quemar_la_lucha_obrera.pdf
[2] https://es.internationalism.org/content/4941/represion-insultos-agresiones-sexuales-gases-y-porrazos-mansalva-no-debemos-caer-en-la
[3] https://es.internationalism.org/content/4698/dossier-sobre-la-comuna-de-paris-en-su-150-aniversario
[4] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200708/2002/historia-del-movimiento-obrero-el-sindicalismo-frustra-la-orientac
[5] https://es.internationalism.org/content/4521/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-i
[6] https://es.internationalism.org/revista-internacional/197806/944/terror-terrorismo-y-violencia-de-clase
[7] https://es.internationalism.org/revista-internacional/197810/2134/resolucion-sobre-el-terror-el-terrorismo-y-la-violencia-de-clase
[8] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/izquierda-comunista
[9] https://es.internationalism.org/en/tag/2/29/la-lucha-del-proletariado
[10] https://en.internationalism.org/content/17331/discussion-bulletin-groups-communist-left
[11] https://es.internationalism.org/content/4807/declaracion-conjunta-de-grupos-de-la-izquierda-comunista-internacional-sobre-la-guerra
[12] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/correspondencia-con-otros-grupos
[13] mailto:[email protected]
[14] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/reuniones-publicas
[15] https://es.internationalism.org/en/tag/historia-del-movimiento-obrero/1968-mayo-frances
[16] https://es.internationalism.org/en/tag/desarrollo-de-la-conciencia-y-la-organizacion-proletaria/corriente-comunista-internacional
[17] https://es.internationalism.org/files/es/volante_68.pdf
[18] https://es.internationalism.org/
[19] mailto:[email protected]
[20] mailto:[email protected]
[21] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/intervenciones
[22] https://es.internationalism.org/files/es/represion_insultos_agresiones_sexuales_gases_y_porrazos_a_mansalva._no_debemos_caer_en_la_trampa_de_las_provocaciones_policiales.pdf
[23] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/francia
[24] https://es.internationalism.org/files/es/undecima_manifestacion_contra_la_reforma_de_las_pensiones_como_ganamos_en_2006.pdf