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ante_la_guerra_y_la_destruccion_capitalista_solo_una_salida_lucha_de_clases.pdf | 45.83 KB |
Los últimos meses han confirmado la brutal aceleración en la descomposición del modo de producción capitalista, con la multiplicación de las tragedias que han azotado al mundo, particularmente a raíz de la guerra en Ucrania. La destrucción en curso, como la de la presa Kakhovka, y las acciones del grupo Wagner en Rusia1, a medio camino entre la rebelión y el golpe fallido, están alimentando una mayor desestabilización y caos.
Aumento del caos y la destrucción
Ahora al borde de la implosión, a pesar del "regreso a la calma" en Rostov y Moscú luego de negociaciones surrealistas, la camarilla de Putin se ha debilitado severamente. A largo plazo, otros señores de la guerra se sumarán a la preocupante inestabilidad de Rusia como potencia nuclear, sembrando el caos más allá de las fronteras de Europa y, a término, posiblemente conduciendo a la desintegración de la propia Federación Rusa. Tras el colapso de la URSS en 1990, esta es una nueva fase en el proceso de arrastrar al proletariado de Rusia a enfrentamientos mortales. Este último episodio desastroso destaca más claramente los crecientes peligros que plantea para el mundo la dinámica mortal del capitalismo en descomposición. Una dinámica destructiva que sigue creciendo.
La guerra en Ucrania está alimentando otros eventos dramáticos a escala global:
- Este conflicto está acelerando el empobrecimiento masivo del proletariado, incluso en los países más ricos, que están financiando la guerra y el armamento que llega a Ucrania. El acceso a los alimentos, la calefacción y una vivienda digna se ha vuelto cada vez más difícil para una proporción cada vez mayor de la clase trabajadora, en particular para los más precarios.
- La guerra es también uno de los factores que agravan considerablemente la degradación ambiental, directamente a través de la destrucción a gran escala (la presa de Kakhovka, explosiones en depósitos de armas y fábricas, etc.), e indirectamente a través de la creciente reticencia de los gobiernos involucrados en esta guerra a tomar la más mínima acción contra el cambio climático, que está poniendo en peligro sus economías en hemorragia, derivado de la creciente necesidad de armamento.
La destrucción a gran escala, la pérdida de vidas humanas en los campos de batalla y el terror de las poblaciones abandonadas a su suerte ya sea en zonas de conflicto o en 'zonas de paz', se están arraigando cada vez más. El número de refugiados que huyen de zonas de conflicto o de zonas que simplemente se han vuelto inhabitables está alcanzando cifras récord. Las personas se están transformando en espectros vivientes que languidecen en campamentos inhumanos, presa de las redes mafiosas y la brutalidad de los gobiernos. Otros chocan con paredes de alambre de púas o se ahogan por miles en aguas de todo el mundo. Con la creciente bunkerización de las fronteras "democráticas", los cadáveres siguen apareciendo o desapareciendo en el abismo.
Mientras las pandemias continúan amenazando y los gobiernos están demostrando ser cada vez menos capaces de hacer frente a un número cada vez mayor de desastres, las sequías sin precedentes de la primavera ahora están dando paso a monstruosos incendios, como en Canadá, donde Montreal se ha convertido en la ciudad más contaminada del mundo. En otras partes del mundo, inundaciones catastróficas han afectado recientemente a Nepal y Chile. Las temperaturas récord ya están exponiendo a las poblaciones a un golpe de calor mortal (como en Asia y América Latina). Con los ciclones y las tormentas acumulándose al sur de los Estados Unidos, el período de verano se augura aún peor.
Todos estos males forman parte de una espiral ligada al modo de producción capitalista en bancarrota, parte de una sociedad podrida en la que los productores son empujados a la pobreza y cada vez más expuestos a la muerte, presa de las preocupaciones, pero también, y sobre todo, de la ira legítima.
El aliento vivo de la lucha de clases
Esta ira es tanto más profunda cuanto que la crisis económica, amplificada por la inflación, es un poderoso estímulo para el desarrollo de la lucha de clases. Como lo atestiguan los continuos ataques a la clase obrera en todos los países, la crisis económica está preparando el terreno para nuevas respuestas del proletariado. De hecho, el desarrollo de luchas masivas en Gran Bretaña ha iniciado un fenómeno de "ruptura", un profundo cambio de mentalidad y una nueva oleada de combatividad dentro de la clase obrera mundial. Esta dinámica fue confirmada por las luchas en casi todo el mundo y, sobre todo, por las grandes manifestaciones contra la reforma de las pensiones en Francia2. Redescubrir nuestra propia identidad de clase en la lucha, retomar el contacto con nuestros propios métodos de lucha, es solo el primer paso, por frágil que sea.
Mientras continúan las huelgas en el Reino Unido, el final de las manifestaciones en Francia no significa desaliento o sentimiento de derrota. Por el contrario, la ira que aún está presente está alimentando la reflexión entre las minorías de la clase trabajadora sobre cómo continuar esta lucha. Si tenemos que sacar las primeras lecciones hoy, es porque tenemos que preparar las nuevas luchas que vendrán y hacer frente a todos los obstáculos y dificultades que se interponen en el camino, en particular los riesgos de ejercer una violencia estéril, como la del enfrentamiento con las fuerzas del orden, en la que se involucró un sector de la juventud precaria durante los espectaculares disturbios en Francia, y que se oponen radicalmente a los métodos de lucha del proletariado3.
Ante los enormes desafíos globales y la amenaza cada vez más palpable de la destrucción de la humanidad por parte del capitalismo, este necesario primer paso de la clase obrera no es suficiente. El proletariado tendrá que desarrollar su conciencia mucho más allá de lo que pudo producir durante las grandes huelgas de mayo del 68 en Francia y en todo el mundo, mucho más allá de la huelga de masas que pudo emprender en Polonia en 19804.
El papel central de las organizaciones revolucionarias
Las organizaciones revolucionarias juegan un papel esencial en este contexto. Tienen las armas políticas para hacer posible el enriquecimiento de la memoria obrera, para defender la perspectiva revolucionaria y el punto de vista internacionalista en las luchas obreras frente a la propaganda nacionalista y las políticas reaccionarias de la burguesía. Sobre la base de sólidas tradiciones, las de la Izquierda Comunista, las organizaciones revolucionarias tienen la responsabilidad de mantener vivo y transmitir un método, el método del marxismo, para defender los principios de la lucha proletaria.
Frente a la confusión y las dudas, frente a las campañas ideológicas que obstaculizan el desarrollo de la conciencia en la clase obrera, esta lucha heredada de las tradiciones del movimiento obrero debe permitir identificar perspectivas concretas y defender intransigentemente los principios y métodos de lucha de los trabajadores. Empezando por el internacionalismo proletario frente a la guerra de Ucrania y toda la propaganda militarista.
Frente a las insidiosas campañas ideológicas sobre el tema de la "defensa de la democracia", frente a la explotación ideológica de la indignación suscitada por los métodos de Putin y Prigozhin, frente a la explotación ideológica de los recientes disturbios y el despreciable comportamiento de la policía, la vigilancia y la lucha por la conciencia de clase del proletariado deben transitar por un camino difícil. Pero no hay otro camino a seguir. Las futuras luchas del proletariado deben, por tanto, politizarse paulatinamente para asumir, de manera clara, unida y consciente, la meta de la revolución mundial: una revolución destinada a derrocar al capitalismo y establecer una sociedad sin clases ni guerras.
WH, 8 de julio
1 Rusia: La rebelión del Grupo Wagner es un nuevo paso en la inestabilidad y el caos | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
2 Balance del movimiento contra la reforma de las pensiones: ¡la lucha está por delante! | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
3 Frente a la barbarie del Estado burgués, la violencia ciega es un callejón sin salida | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
4 Reino Unido, Francia, Alemania, España, México, China... ¡Ir más lejos que en 1968! | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)